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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

TERRORISMO

11-M: dudas y certitudes

11-M: dudas y certitudes

De no ser por las bombas del 11-M, Rajoy sería presidente del gobierno desde hace más de siete años. En tanto que líder de la oposición, es de suponer que no quedara contento con una sentencia que no explicaba el móvil de los atentados, ni señalaba al autor intelectual y que dejaba tantos aspectos oscuros como el mayor de los agujeros negros del cosmos. Ahora tiene la oportunidad de resarcirse de todo eso. La cuestión es si lo hará o no.

El terrorismo, por el momento y sin descartar que pueda estallar algún chispazo residual por parte de etarras disconformes con el proceso de paz (¿los hay?), el terrorismo en España es un fenómeno resuelto. No hay terroristas… por lo tanto, la lucha contra el terrorismo no se va a resentir si se investiga el papel de algunos mandos policiales en los sucesos del 11-M. Porque es evidente que una parte de la trama pasa por determinados policías sin cuya colaboración hubiera sido imposible armar una parte sustancial de la trama de los atentados. Así pues, Rajoy no puede aludir que una investigación a fondo sobre el 11-M debilitaría la lucha antiterrorista, porque ésta, en gran medida, ya ha concluido.

Además, resulta innegable la intencionalidad política de aquel atentado: se trataba de que el PP perdiera unas elecciones que tenía virtualmente ganadas (todo lo que se dirimía era si el PP seguiría teniendo mayoría absoluta o la perdería, nada más). Si ese crimen permanece impune y los “ideólogos” del atentado se van de rositas, en cualquier momento, en cualquier país del mundo, puede ocurrir que un atentado cometido con precisión milimétrica, pueda alterar el resultado de unas elecciones democráticas.

Aznar, ciertamente, pagó su locura de situarse en el furgón de cola del americanismo y su ambición de acudir a las Azores para sentenciar al gobierno de Saddam Hussein y de paso sumergir a Irak en una guerra civil y en una lucha de resistencia contra el invasor que, de momento dura ocho años y que, presumiblemente, durará otros ocho más hasta que el país encuentre su definitiva estabilidad (si es que la encuentra algún día). Aznar no supo atender a la voz de unas masas que en España se negaban a participar en una aventura colonial de los EEUU y prefirió creer en los informes que le llegaban de la CIA en los que se hablaba de inexistentes amenazas terroristas y de armas de destrucción masiva que solamente existían en la mente de los expertos en operaciones psicológicas que actuaban desde la central de la inteligencia americana.

A partir de ese momento, Aznar fue vulnerable: un simple petardo el día de las votaciones hubiera demostrado que su actitud nos situaba en el punto de mira del terrorismo islámico. Aznar pagó, finalmente, el tener como ministro de interior a un amiguete, pero no a la persona más capacitada para ocupar el cargo. El “legionario de Cristo” Acebes actuó como se esperaba de él: de manera alocada, torpe, timorata e impérita y, a decir verdad, parte de la responsabilidad de lo que ocurrió entre el 11 y el 14-M se le debe a él. Además, ni siquiera contaba con colaboradores policiales de confianza y el engaño de los funcionarios policiales empezó desde el momento mismo en el que recibió la llamada del jefe de los Tedax situado en Atocha quien le explicó que el explosivo era… el que no era. Si pones un tonto en un cargo de responsabilidad, no hará sino estupideces y el atribuir a ETA el atentado era una estupidez, porque a poco que se examinara el crimen se percibía que ETA nunca había actuado así. Su sentido de lo criminal era completamente distinto. Pero el ministro Acebes no daba para mucho más. Aznar pagó el haberlo colocado allí.

Inmediatamente se produjeron detenciones, cada pieza de la trama que se descubría era solamente más sospechosa que la anterior, se llegó a la casa de Morata de Tajuña, se llegó al piso de Leganés, se detuvieron unos moritos “raros” entre los que solamente uno podía ser considerado como “fundamentalista” (de hecho era la caricatura de fundamentalista y su mujer la única que en aquella época iba cubierta con un burka hasta los pies que ni siquiera dejaba sus manos ver la luz del sol), otros moritos murieron en una extraña explosión y, a la vista de que “el muerto siempre se come el marrón”, se les responsabilizó a todos ellos de haber cometido el crimen. Y, finalmente, aparecieron media docena de “autores intelectuales” de los que el más inteligente era capaz de atarse los cordones de los zapatos.

Jamal Zougam fue presentado como el autor superviviente de los atentados. Desde el principio, su historial no parecía diferente al del resto de los moros detenidos: en absoluto fundamentalistas, completamente apolíticos, pequeños delincuentes, con antecedentes por delitos comunes y algunos chivatillos de los más variados servicios de seguridad del Estado. Zougam regentaba una tienda de telefonía y un locutorio. Encajaba a la perfección: la versión oficial sostenía lo inverosímil, a saber, que para detonar las bombas se utilizaron teléfonos móviles… Los terroristas islámicos pueden ser suicidas pero tampoco son tan idiotas como para trasladar una bomba que puede estallar en cualquier momento a causa de una llamada imprevista de marketing telefónico que marque su número al azar… Una mochila que nadie sabía como había llegado a las dependencias policiales y quien o había explotado llevaba un detonante activado por teléfono y metralla… Si una mochila que no había explotado llevaba estar carga, se dedujo que todas las demás serían similares. Sin embargo, hoy se sabe que los cuerpos de las víctimas no tenían metralla… luego no eran iguales a la encontrada providencialmente.

Quien diseñó el 11-M primero se preocupó de elegir al “chivo expiatorio”, Jamal Zougam… Era la víctima perfecta por muchos motivos: se levantaba tarde, tenía antecedentes por pequeños delitos, llevaba una vida metódica, entre las 12 de la noche y las 10 de la mañana del día siguiente no veía a nadie y vivía en un barrio en el que nadie se preocupaba del vecino. Pero tenía algo que otros candidatos no tenían: cerca de su casa había vivido Abú Dadá, presentado por Baltasar Garzón como el organizador de los atentados del 11-S en Nueva York y se le tenía como el “hombre de Al Qaeda en España”… algo de eso, al parecer, había, pero no tanto. Está todavía en la cárcel por haber enviado fondos a la resistencia afgana… Sin embargo, para la opinión pública y para los archivos de prensa, Abú Dada era el “hombre de Al Qaeda”… Abú Dadá había frecuentado el locutorio de Jamal Zougam, por tanto, se dedujo que ambos “eran íntimos” (no lo eran). El hecho de que Zougam tuviera un locutorio y vendiera móviles (con tarjetas clonadas para llamadas gratuitas eternamente, un “producto” que los inmigrantes magrebíes saben apreciar…) llevaba directamente a armar una bomba utilizando móviles como mecanismos de detonación. Pero los organizadores del 11-M no se detuvieron aquí: era preciso implicarlo más aún. Y se le presentó como autor material… a fin de cuentas, ¿por qué no? Si había colaborado en armar las bombas, si conocía al mayor terrorista de España –Abú Dadá- y si para colmo, era un hombre de costumbres fijas que no tendría coartada para las horas del crimen… era el “chivo expiatorio” ideal. Además, lo reconocieron “los pasajes supervivientes”… Jamal Zougam fue condenado, como no podía ser de otra forma. Y no a una pena leve: se llevó 40.000 años de cárcel. Ni uno más ni uno menos.

Esta semana se ha sabido que los dos testigos claves que sirvieron para cargar a Zougam con esa losa de 40 milenios de prisión eran falsos. Eran los testigos C-65 y J-70. Los abogados de Zougam ahora creen saber por qué los testigos mintieron: eran inmigrantes ilegales… "existían un motivo económico y para obtener beneficios, en cuanto a permisos de trabajo y residencia en nuestro país". El delito de prestar falso testimonio prescribirá en marzo de 2012… así que los abogados de Zougam han presentado querella por falso testimonio y, de paso, procedimiento simultáneo en el tribunal de Strasburgo. Tienen razón los abogados al declarar que "para nosotros la condena a Zougam es el error judicial más grave de toda la historia española". Añaden que "se ha condenando como autor del mayor atentado que ha habido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial a una persona que es absolutamente inocente y que no tiene nada que ver con los hechos". Pero lo más importante no es eso, sino que, lo dicen los mismos abogados, "lo que planteamos no es que haya pruebas para condenarle. Eso ya se planteó en el juicio. Lo que planteamos es que las pruebas que utilizó el tribunal para condenarle eran pruebas falsas y alguien engañó al tribunal".

Hay que añadir algo más sobre esta cuestión de los abogados. Ni Eduardo García Peña ni Francisco Andújar, que han realizado estas declaraciones, representaron a Zougam en el juicio del 11-M, sino que defendían a otros procesados y, por ello están familiarizados con todas las irregularidades que ocurrieron en aquel proceso y, llegamos a lo más importante: aseguran que varias cosas les llamaron la atención: "Por un lado, ninguno de los abogados que participaban como defensas en aquel juicio, incluso el que era abogado de Jamal Zougam, interrogó debidamente a los testigos. En segundo lugar, nos llamó la atención el excesivo celo y protección que hubo por parte del tribunal hacia las dos testigos desde el momento que se subieron al estrado". Dicho de otra manera: algunos de los abogados de la defensa, en realidad, trabajaban para los organizadores del atentado (no es la primera vez que esto ocurre, nosotros mismos en el programa documental sobre el atentado contra la revista El Papus en septiembre de 1977 constatamos esta misma práctica: los abogados de algunos reos son sus peores enemigos, justo porque trabajan para el servicio de seguridad que les ha detenido) y el propio sistema judicial (y aquí el juez debería explicar porqué actuó como actuó, sí el juez ese de “tonterías las justas”, prepotente y autoritario en unas ocasiones, pero que actuó con desinterés y desidia en otras) que cubrió a los testigos falsos, inmigrantes por cierto.

Será milagroso que Jamal Zougam celebre el Ramadán de 2012 en la cárcel. Nos alegramos por él. Con lo que cobre de indemnización por haber sido condenado injustamente, podrá reabrir su negocio o bien irse a Marruecos y dejar atrás este país de locos. Pero aquí hay un problema: Jamal Zougam no podía haber sido condenado de no haber participado jueces, policías y abogados en el montaje que le llevó ocho años a la cárcel. Si a esto unimos que el ministro del interior fue engañado por el jefe de los Tedax y que el nombre de este recorre transversalmente la investigación desde ese primer momento hasta la explosión del piso de Leganés… lo que tenemos es más de una docena de cabos de los que tirar para establecer lo que verdaderamente ocurrió el 11-M de 2004. Y eso es necesario, urgente e irrenunciable.

¿Será capaz Rajoy de reabrir de nuevo la investigación sobre el 11-M? El que haya salido a la superficie el episodio de los testigos falsos justo en este momento –cuando se va a producir en pocos días un cambio de gobierno- ha resultado providencial. Rajoy no tiene excusas para no dar ese paso. Debe de darlo necesariamente. La sociedad española no puede soportar el que exista la sospecha de que desde alguna alcantarilla se sentenció la muerte de 192 personas.

No estamos muy seguros de que Rajoy esté muy interesado en reabrir el caso. Durante la campaña electoral no se refirió a ello en ningún momento a pesar de que ese episodio le costó siete años de “travesía del desierto”. Y, francamente, no entendemos el motivo. ¿Tiene algo que ocultar? ¿Hay algo que las alcantarillas le puedan amenazar con hacer público si reabre la investigación? El tiempo lo dirá: si dentro de seis meses la investigación sigue cerrada es que, efectivamente, Rajoy ha “cambiado cromos”: “yo no investigo vuestras vergüenzas y vosotros no hacéis públicas las mías”. El que esto pueda ocurrir resulta intolerable para los 192 muertos y para toda nuestra sociedad.

Ni estamos dispuestos a aceptarlo, ni lo aceptaremos: en Europa, el valor más alto es la Verdad, la Verdad ante todo, la Verdad sobre todo, sólo la Verdad, nada más que la Verdad. Pallas Atenea, la diosa de las batallas, era también la diosa de la Verdad. Su lema decía: “A veces la Verdad no es bienvenida”. No es bienvenida, pero es necesaria para que una sociedad siga en pie.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es – http://www.identitaria.es  http://infokrisis.blogia.com – http://info-krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

El rostro de Breivik (y V)

5. Para lo que va a servir el crimen de Anders Behring Breivik: el contexto histórico

Desde hace 65 años, Europa Occidental está gobernada por partidos que llegaron en el furgón de los vencedores de 1945. Básicamente estos partidos respondían a dos características: en la izquierda, el tradicional movimiento obrero organizado en partidos socialistas, en la derecha las clases medias organizadas en partidos liberales, democristianos o conservadores. El sistema político de Europa Occidental se mantuvo firme desde entonces reposando sobre estas dos columnas: una de centro–derecha y otra de centro–izquierda. Con sus características propias, con sus etiquetas particulares, este sistema atravesó la Guerra Fría, llegó al efímero período de “fin de la historia” y se adentró en la era de la globalización.

Un largo recorrido en el que, en política internacional se pasó del bilateralismo al unilateralismo y hoy se encamina hacia el multilateralismo. Pero así como el tránsito del primero al segundo supuso una victoria de los EEUU sobre la otra potencia mundial, la URSS, el tránsito del unilateralismo norteamericano al multilateralismo no puede ser considerado sino como derrota del “imperio”. Y esa derrota es algo más que la de un país arruinado que soñó durante un breve período –de 1989/91 a 2008, es decir, de la victoria norteamericana en la guerra de Kuwait, paralela al hundimiento del muro de Berlín y del bloque soviético, hasta la llegada al poder de Obama que coincide con la segunda etapa de la crisis económica internacional originada en EEUU en junio de 2007– con ser la única potencia mundial: es la crisis de un estilo de vida, de una forma de Estado, de una concepción del mundo, de una forma económica, de un estilo de organizar los Estados en base a un sistema partidocrático, es, digámoslo ya, una crisis global. Todo lo que hemos visto hasta ahora puede ser considerado como el “viejo mundo”, la etapa que se abrirá en los años que seguirán –que se está abriendo ya ante nuestros ojos y que no vemos todavía porque hemos estado demasiado tiempo con los ojos acostumbrados a la oscuridad– será tan radicalmente diferente a la que conocemos que, en rigor, podemos llamarla el “nuevo mundo”.

Estamos, pues, asistiendo a la desintegración del sistema mundial, no de tal o cual régimen, sino de todo un sistema que cobró forma a partir de 1945 y que ha ido prolongando su existencia, mal que bien, desde entonces. Nuestra generación ha visto como caía uno de los puntales de ese sistema mundial, la URSS, pero todo induce a pensar –y no es un deseo– que veremos también como la potencia norteamericana se extingue y con ella un “nuevo orden” cobra forma. En el tránsito entre lo que se extingue hoy y lo que vendrá mañana se producirán los inevitables dolores del parto: un sistema se niega a desaparecer y utiliza para ellos sus peores armas, otro sistema pugna por nacer y al verse taponado genera períodos de tensión, por otra parte, el tránsito del unilateralismo al multilateralismo no se producirá sin tensiones internacionales extremas.

¿Qué está ocurriendo en Europa en estos momentos? Que las fuerzas sobre las que se mantenían los distintos regímenes políticos de Europa Occidental, están entrando en colapso.

En 1945 las fuerzas políticas y sociales que alumbraron el nacimiento de estos regímenes tenían la iniciativa: la clase obrera organizada en partidos de izquierda era fuerte en el momento en que Europa iniciaba su reconstrucción y, el centro–derecha era la única alternativa apoyada en las clases medias. El atraso secular de los países mediterráneos hizo que este esquema retrasara su aplicación casi 30 años, pero a partir de la caída de Marcelo Caetano en Portugal y de la muerte de Franco, que coincidió prácticamente con el fin de la dictadura militar griega, esta zona del sur también se “normalizó”.

A diferencia de la Europa del Este en donde el tránsito del estalinismo a las democracias formales todavía encuentra problemas de ajuste, en Europa Occidental los distinto regímenes nacidos en 1945 –o a partir de 1975– sufren otros problemas comunes y característicos: falta de representatividad democrática, ascenso de nuevas opciones políticas, crisis económica, corrupción de la clases políticas dirigentes y descenso de su nivel de calidad, incapacidad para resolver los efectos de la crisis económica, deriva partidocrática y plutocrática, imposibilidad de estabilizar un sistema mundial globalizado… En realidad, puede decirse que lo que ha ocurrido es que las fuerzas que eran hegemónicas en 1945 (tanto a nivel internacional como a escala de cada una de las naciones de Europa Occidental) están en crisis y ya no tienen la preeminencia respecto a su momento histórico.

1. “Beneficiarios” y “Damnificados” por la globalización

Socialmente, es posible dividir a la población entre “beneficiarios” y  “damnificados” por la globalización. Entre los primeros se encuentran solamente una élite extremadamente reducida de financieros especializados en operar con capitales internacionales moviéndolos de un lugar a otro del planeta, allí donde hay posibilidades de grandes beneficios, frecuentemente comprando deuda soberana. Esta élite financiera está presente en las bolsas y, desde allí, penetra a las industrias multinacionales, está presente en los grandes conglomerados bancarios, en las instituciones financieras internacionales e impone su política a los gobiernos. Es el poder real que está por encima del poder virtual de los Estados cuyos gestores temporales –las clases políticas– comen literalmente de sus manos. Entre los segundos se encuentran especialmente las clases trabajadoras, las clases medias, los jóvenes, los pensionistas, es decir, la inmensa mayoría de la población. Pues bien, son los primeros los que mantienen su hegemonía sobre los segundos. Ya no hay luchas ideológicas como en la postguerra, ya no hay luchas sociales como hasta finales de los setenta, ya no existen ni siquiera distintos planteamientos globales en el seno del sistema: hemos llegado al pensamiento único que expresa los intereses del capital financiero, sólo eso y nada más que eso.

Pero el sistema globalizado ha cavado su propia tumba y ha sido el artífice de su propia desestabilización.

La globalización, a fin de cuentas, no es más que un intento de optimizar los beneficios del capital a nivel mundial. Para ello era preciso producir más y más barato: no es raro que la deslocalización diariamente se lleve empresas a los países emergentes, por alejados que estén, para lograr el abaratamiento de sus productos, a pesar de que ese proceder es aventurero, irresponsable y efímero: el pico de Hubber que marca el fin de la era del petróleo barato y el inicio del ciclo de agotamiento del crudo, en apenas treinta años, hará que los precios de los fletes encarezcan el transporte desde China (la “manufactura del mundo”) hasta los consumidores; por otra parte, la deslocalización hace que disminuya inevitablemente el consumo en los países del antiguo Primer Mundo cuya disminución apenas es compensada momentáneamente por el abaratamiento de los productos. Los puestos de trabajo perdidos en el sector industrial no son compensados por bolsas de nuevos empleos: el mercado laboral en Europa, poco a poco, se va contrayendo, especialmente en países que se han quedado con un tejido industrial anémico o que han vivido de burbujas especulativas pero no de economía productiva (Portugal, España, Grecia, Italia, Irlanda). Y este es el gran problema…

… Porque la globalización es una autopista de doble dirección: por una parte, la que conduce a la deslocalización, pero también hay otra no menos lesiva para los intereses de Europa Occidental, la inmigración que arroja a grandes masas de población hacia Europa. El fin de la inmigración no es otro que el de arrastrar a la baja a los salarios con el fin de hacer más competitiva los productos producidos. El trabajo en economía liberal no es más que un valor de mercado sometido a las leyes de la oferta y la demanda: más oferta de trabajo, con una demanda decreciente, lleva inevitablemente a descensos salarias virtuales (estancamiento salarial más inflación supone un descenso real del salario percibido) o reales: entre 1999 y 2006 los salarios aumentaron el 3’7%... mientras que la inflación acumulada lo hacía 1,4% en 1998, 2,9% en 1999, 4,0% en 2.000, 2,7% en 2001, 4,0% en 2002, 2m6% en 2003, 3,2% en 2004, 3,7% en 2005 y 2,7% en 2006, lo que globalmente supone un 25,8%, es decir, que durante el período anterior a la crisis (tiempo de gran crecimiento económico–especulativo), el salario global en España disminuyó ¡una cuarta parte! Según el informe anual de 2007 de la OCDE [Employment Outlook, 2007] sobre la situación de la población empleada, que incluye los países económicamente más desarrollados del mundo, España es, de los 27 países, el único que ha tenido durante el periodo 1995–2005 un descenso del salario promedio. El único dato –no hay otro– que permite explicar este fenómeno es la llegada masiva de inmigrantes precisamente en los años de auge económico. Solamente hasta 2007, cuando se inició la crisis, España era el segundo país del mundo en recepción de inmigrantes y solamente detrás de EEUU (2), lo que equivale a decir que España con poco más de 40 millones de habitantes recibía solamente algo menos inmigración que EEUU con ¡ocho veces más población! Anuario de la Comunicación del Inmigrante de 2007 (3) preveía que en 2025 tres de cada diez conciudadanos –unos ocho millones– podría no haber nacido en España o ser hijos de padres extranjeros, un porcentaje que incluso superaría al del país europeo con mayor proporción de inmigración, Suiza, con un 20% de la población llegada del exterior. Otros países europeos con más tradición en llegada de inmigrantes están por detrás de España: Francia (con el 9,6% de inmigrantes sobre 63,4 millones), Alemania (con el 8,9% sobre 82,6 millones) y el Reino Unido (con el 8,1% sobre 60,6 millones). La propia secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, uno de los miembros del lobby socialdemócrata pro–inmigracionista reconoció que la inmigración «el fenómeno social más intenso que ha sufrido España en décadas»…. Y, en efecto, así es, no solamente en España sino en toda Europa Occidental.

Pues bien, la inmigración es precisamente lo que ha contribuido a decantar a amplias franjas de la sociedad europea hacia las filas de nuevas opciones políticas ante el fracaso de las tradicionales para afrontar el fenómeno. La inmigración, generada por la globalización con la intención de “uniformizar” el mundo, crear un mestizaje universal que aboliera diferencias, quebrara rasgos diferenciales y encajara mejor con el concepto “global” que le interesa defender (ese que convierte en damnificados a las mayorías y beneficia solamente a unos pocos), paradójicamente ha supuesto el trampolín para desestabilizar al sistema.

2.- Las fuerzas políticas del “sistema”: sin futuro

A finales de los años 70, las masas trabajadoras y los intelectuales empezaron a desertar de los Partidos Comunistas, éstos cometieron posteriormente el error de considerar a la inmigración como la “nueva clase obrera” y se lanzaron a una enloquecida carrera para incorporarla a su base electoral: el resultado unánime en toda Europa Occidental (en España, Portugal y Grecia, el fenómeno tardaría algo más en manifestarse) fue que ni los trabajadores europeos (con quienes la inmigración competía en el acceso a los puesto de trabajo y que convivía en sus mismos barrios) entendieron el mensaje sino que lo consideraron como un atentado contra sus propios intereses, sino que la mayoría de trabajadores inmigrantes jamás se sintieron interesados por la política de los países de acogida. Si a esto unimos el descalabro de la URSS, podemos entender el porqué hoy el comunismo es un mal recuerdo de otro tiempo.

En cuando al socialismo, a partir del Congreso de Bad Godesberg del SPD alemán en 1959, la nueva línea quedaba marcada para el centro–izquierda: se renunciaba a Marx y se aceptaba como incuestionable la forma capitalista, tan solo se intentaba corregir algunos de sus aspectos más extremistas introduciendo políticas de bienestar social. Amplias franjas de trabajadores y de clases mediantes se incorporaron a este proyecto que, con mejor o peor fortuna, ha prolongado su vigencia hasta el inicio de la gran crisis económica. A la socialdemocracia europea se le ha perdonado su corrupción consuetudinaria que se ha prolongado durante décadas, se la ha perdonado su ineficiencia a la hora de gestionar la res publica, se le ha perdonado que cada vez con más frecuencia cayera en prácticas partidocráticas y se le ha perdonado su humanismo–universalista que tenía más que ver con las directivas de la UNESCO que con cualquier documento de la izquierda clásica. Pero hay una cosa que las masas no han perdonado a la socialdemocracia: el que, cuando se ha producido la gran crisis económica, tomara partido por la banca, por el gran capital y la alta finanza y que, lejos de defender los intereses de las clases trabajadores hiciera justamente lo contrario.

Y ese error de cálculo ha puesto aún más de relieve el pecado histórico del centro–izquierda europeo: abrir las puertas a la inmigración masiva cuya presencia atentaba y muy especialmente contra los intereses de sus bases electorales. Estos dos elementos son precisamente (junto a la gran crisis económica) los que han entrañado la crisis del centro–izquierda y el fenomenal descalabro que la socialdemocracia ha sufrido en todo el continente en los últimos cinco años.

En cuanto a la derecha, su papel ha sido igualmente poco airoso. Desde 1999 los conservadores se vieron ganados por el neoliberalismo y fueron perdiendo sus signos de identidad para sumergirse en una loca carrera para demostrar quién era más “liberal”, quién proponía más medidas para empequeñecer el Estado, quien encontraba nuevas propiedades públicas que privatizar, y quien iba más lejos a la hora de desregular completamente la economía: cualquier otra consideración pasaba a segundo plano o simplemente desaparecía de los programas del centro–derecha. Aznar fue el paradigma de esta tendencia. Todo fue bien hasta que se desencadenó la crisis económica generada… por ese mismo liberalismo que demostró no ser la solución sino lo esencial del problema. En el momento actual –cuando la crisis cumple ya su cuarto aniversario– el centro–derecha está sumido en plena confusión: es incapaz de asumir soluciones “nacionalistas” y se obstina en aceptar la globalización y la economía liberal como destino ineludible de las naciones. Para colmo, ha permanecido perplejo ante el fenómeno de la inmigración y se ve incapaz de plantear políticas restrictivas limitándose allí donde tiene ocasión a practicar las mismas políticas que la izquierda marcadas por las palabras “integración”, “inmigración ordenada”, y poco más que, en la práctica, se han traducido en fracasos absolutos el más espectacular de los cuales es, sin duda, el de Sarkozy en la vecina Francia.

Hoy, los votos que recoge el centro–derecha se deben en gran medida al fracaso y a la inadecuación crecientes del centro–izquierda, no a sus propios éxitos, ni a la capacidad de movilización de sus temas de propaganda. El centro–derecha es cada vez menos percibido como alternativa al centro–izquierda, tan solo se le ve como la otra cara de la moneda. Su crisis de contenidos se palia momentáneamente gracias a su capacidad para incorporar, cínica y de manera desaprensiva, temas de actualidad a su programa (en la cuestión de la inmigración, por ejemplo) que entiende mal, sobre los que no tiene respuestas y que, una vez en el gobierno, no puede resolver. En cuanto al centro–izquierda, su incapacidad para resolver los problemas, su complicidad con el capitalismo y, consiguientemente, la traición a su electorado natural, deja poco espacio al optimismo sobre su futuro inmediato.

3. El ascenso de nuevas fuerzas políticas a derecha, a izquierda y transversales

Pero ni los votos perdidos por el centro–derecha suelen ir a parar al centro–izquierda, ni los de este sector político terminan en el otro. En realidad, lo que está ocurriendo en los últimos cuatro años es que los índices de abstención, voto en blanco y voto nulo están aumentando situándose globalmente en la mitad del electorado en países como España, unido a la aparición de nuevas opciones tanto a la derecha como a la izquierda, como en espacios políticos nuevos. En otros lugares ya hemos aludido a la formación de Die Linke, la izquierda alternativa alemana, o a la del Nuevo Partido Anticapitalista, o en España a la formación de un espacio alternativo de izquierdas todavía en fermentación en lo que ha sido llamado el movimiento de los “indignados” o Movimiento del 15–M. Luego, naturalmente, están los partidos antiinmigración que, a decir verdad, suelen ser transversales y asumen la defensa de las clases trabajadoras frente a la inmigración masiva. Están presentes de manera creciente en toda Europa.

Y ese es el riesgo para el sistema: que aparezca un nuevo espacio político ya no situado en el centro–izquierda y en el centro–derecha clásica, sino que suponga una nueva forma de radicalismo transversal irrecuperable a diferencia de la “nueva izquierda” (incluido el Movimiento del 15.M) que, a fin de cuentas no se conforma con los principios del humanismo universalista de la “vieja izquierda” sino que los quiere llevar a la práctica. Cuando la “nueva izquierda” llama a “otra globalización”, sigue defendiendo en la práctica un levantamiento mundial de fronteras similar el que ha construido la alta finanza y el capitalismo internacional, pero con el único añadido del humanismo... La “nueva izquierda” aspira solamente a ir más allá de la actual forma de globalización, mientras que la “nueva derecha” quiere ir más acá, a formulaciones nacionalistas que, como máximo permitan niveles de cooperación e incluso de federación entre países del mismo bloque económico: son los partidos populistas nórdicos o los partidos identitarios de Europa del Oeste o los partidos nacionalistas de Europa del Este. En todos estos el elemento antiinmigración está muy presente. Podría hablarse también de partidos liberal–populistas pero solamente haríamos alusión a Geert Wilders y los minúsculos grupos que se sitúan en Alemania en su estela.

En general estos partidos nacionalistas, identitarios o populistas –a diferencia de Wilders– no manifiestan posturas que induzcan a pensar en el mantenimiento del estatus de los EEUU en Europa después de 1945, más se muestran partidarios de opciones “neutralistas”, no evidencian ningún interés por mantener a sus países en la OTAN y mucho menos por seguir a los EEUU en sus aventuras coloniales; mantienen una cuota electoral a costa de defender las conquistas sociales de la postguerra y están poco interesados en salir en defensa de la banca y de la alta finanza. Europa les interesa sólo muy relativamente y, desde luego, no esta Europa construida sobre la base económica y cuyo techo ya se ha alcanzado y a la que sólo le queda decaer a causa de la insolidaridad creciente generada para acudir al rescate de socios en crisis. Desconfían de la globalización y ni uno de ellos ha salido en defensa de esa muestra extrema de neoliberalismo agresivo. Son anti-islámicos pero, a diferencia de Wilders, no se muestran muy predispuestos a salir en defensa del Estado de Israel y la iniciativa de “Eurabia” surgida a principios de la década anterior de las agregadurías de prensa de las embajadas judías en Europa no ha logrado mejorar prácticamente la imagen de este Estado en nuestro continente. En realidad, opinan que el Islam no tiene lugar en Europa y es contrario a los valores tradicionales del continente, pero mantienen silencio sobre lo que ocurra más allá de Gibraltar: cada país debe seguir una línea diferente conforme a su tradición, la democracia no florece en determinados pueblos. Se sienten distanciados de las calidades democráticas de los actuales regímenes europeos, y, desde luego, rechazan unánimemente la partidocracia y el régimen clientelar de corruptelas y nepotismos. Son críticos respecto a la marcha de la educación en Europa, rechazan los valores del mestizaje y hay en ellos un intento de volver hacia “valores nacionales”. Rechazan unánimemente –a diferencia de los partidos tradicionales– la incorporación de Turquía y la aproximación de Marruecos a la Unión Europea, en tanto que países islámicos, así que reconocen implícitamente que Europa es un “club cristiano”, aun a pesar de que todos ellos son partidos laicos y que defienden el laicismo. Laicos, no cristianos, no defienden una religión, pero si una moral. Es un espacio político en efervescencia del que resulta aventurado todavía decir hacia dónde puede dirigirse pero no es tanto percibir qué papel está jugando en estos momentos: está arrinconando, poco a poco, al centro–derecha y al centro–izquierda incapaces de hacer frente a la crisis económica, esto es, a su propio crisis.

A partir de ahora, con las nuevas fuerzas políticas surgidas a la derecha y a la izquierda, surgidas en espacios transversales, el centro–derecha y el centro–izquierda ya no van a poder seguir monopolizando el poder durante muchos años: tendrán que pactar con una nueva izquierda o tendrán que pactar con nuevas formaciones populistas, identitarias o nacionalistas. Eso implica que muchas cosas van a ser cuestionadas en la próxima década: el neoliberalismo, la globalización, la OTAN, el papel de los EEUU en Europa, el poder omnívoro de los partidos, las propias constituciones de cada Estado y la fisonomía que han tenido hasta ahora, etc. Esto no va a ser una reforma: va a ser lo más parecido a una revolución gradual que en un plazo más o menos prolongado –que abarcará todo el tiempo en que se prolongue la crisis del sistema– dará lugar a un “nuevo orden” político y económico.

4.- Las trincheras defensivas del sistema

El sistema se va a defender, no está interesado en permitir el ascenso de nuevos actores políticos en Europa que, además, son imprevisibles y apuntan contra el corazón mismo de la economía financiera mundial y la división internacional del trabajo: apuntan contra la globalización en beneficio de la reivindicación de lo nacional. Tiene todas las armas a su alcance, si bien le falta la mejor de todas ellas: buena salud y posibilidad de prolongar mucho más allá de 20 años su actual estatus. El sistema está atrincherado en sus últimas líneas de defensa. Una de ellas es apelar a la emotividad y al sentimentalismo generado por operaciones terroristas. No sé cómo un chalado ha podido asesinar a casi un centenar de personas en Noruega, no sé –ni puedo saberlo– si ha sido sometido a un programa de “control mental” de los que se sospecha que se ensayaron en laboratorios vinculados a los grandes servicios de inteligencia desde los años 50, ni si se trata solamente de un cerebro enfermo, desorganizado con pulsiones paranoicas y homicidas. Nada más manipulable que un paranoico obsesivo y seguramente con elementos de psicópata. Ni lo podemos saber ni es el centro de la cuestión.

Hasta ahora fenómenos de este tipo han sido propios de la civilización americana: el tirador solitario, el asesino en serie, el alumno vejado por sus compañeros que toma venganza, el mitómano acomplejado amante de las armas y de gatillo fácil, el terrorista solitario a lo Unabomber, etc, han aparecido acompañando a la irracionalidad que late en el fondo del alma americana. Pero esto es Europa. Y dentro de Europa, esta última masacre ha tenido lugar en Noruega. Y de lo que no cabe la menor duda, es que esta masacre se ha utilizado deliberada y conscientemente, contra este espacio político nuevo.

Lo más sospechoso ha sido la rapidez con la que han respondido agencias de información internacionales en toda Europa, señalando al movimiento antiinmigración como “padre ideológico” de la masacre, sin pruebas y de manera a todas luces falaz, como si se tratara de una consigna a seguir. Esa rapidez y esa unanimidad en la reacción implica premeditación: alguien esperaba este atentado para cargar contra el ascenso de los partidos anti–inmigración en Europa. Ha constituido una maniobra arriesgada e insensata. A fin de cuentas, todavía quedan islotes de capacidad crítica en Europa y lo que ha funcionado en países como Marruecos (los atentados del 16 mayo de 2003 no tenían otro objetivo más que detener el ascenso del Partido de la Justicia y el Desarrollo: cosa que consiguieron. Aún subsiste la duda, por supuesto, de cómo se originaron aquellos atentados, por cierto, ni quién los impulsó, ni porque los “suicidas” se inmolaron ante objetivos de muy escasa entidad e incluso ante locales vacíos) o EEUU (sobre el 11–S en la propia sociedad norteamericana ha surgido un movimiento de protesta ante los agujeros negros de la versión oficial, pero es evidente que la llamada “crisis del ántrax” del que, finalmente se supo que la cepa había surgido de un laboratorio militar norteamericano, fue, con absoluta seguridad, un intento de generar miedo en la sociedad de aquel país para que aceptara –el miedo impide pensar– la aprobación del Acta Patriótica con la mínima resistencia), no tiene porqué funcionar necesariamente en el territorio europeo.

De todas formas esta es una discusión y una confrontación de hipótesis que no puede hacer olvidar el hecho esencial: sea quién sea, por el procedimiento que sea que se desencadenó la masacre de Oslo –un loco asesino o una operación “false flag” generada desde algún centro de poder–, no tiene nada que ver con el hecho esencial, a saber, que se ha utilizado el crimen contra las fuerzas anti–inmigración en ascenso en toda Europa y, particularmente, en los países escandinavos bajo su forma populista.

Queda por explicar porqué este drama ha ocurrido en Noruega. Es posible establecer distintas hipótesis la primera de las cuales pasa por el Partido del Progreso que en las pasadas elecciones municipales aventajó a la socialdemocracia con el 23% de los votos. El “surpaso” (la superación de alguno de los partidos tradicionales por la nueva opción) ya se había producido en Noruega. Hay que decir que el nombre más habitual en Oslo es… Mohamed (4) y que otras opciones populistas se han acomodado de manera creciente en los sistemas políticos de los países nórdicos: tanto en Finlandia (Partido de los Verdaderos Finlandeses, 19% de los votos), como en Suecia (los Demócratas de Suecia con sus 20 diputados y el 5,7% de los votos), pasando por Dinamarca (el Partido del Pueblo Danés, presidido por Pia Kjaersgaar, cuyo apoyo es fundamental para el minoritario Gobierno liberal–conservador, que está en el poder desde 2001) hasta llegar a Noruega… Los programas de todos estos partidos pueden leerse fácilmente en Internet (y el obstáculo del idioma ya no es tal gracias a la aproximación que permite realizar cualquier programa de traducción) y es fácil percibir que no hay en ellos absolutamente ninguna llamada al odio, ni al terrorismo, sino propuestas extremadamente sencillas a problemas absolutamente complejos. Y, sin embargo, la criminalización operada a toque de pito por los medios de comunicación los ha presentado a todos, incluso a partidos situados en el otro extremo de Europa (como España), como “cómplices del asesino de Oslo” cuyos puntos de vista “comparten”. El sistema está atrincherado en sus últimos bastiones defensivos: los medios de comunicación de masas que, desde hace décadas merecen más el nombre de “medios de manipulación” que comen de la mano el “viejo orden”.

El problema de la inmigración masiva llegada a Europa ha introducido en el interior del sistema un imprevisto factor de inestabilidad que está afectando a parte de los trabajadores, a las clases medias y a los jóvenes, dotando de base social a partidos de nuevo cuño y, paralelamente, restándosela a las viejas opciones fracasadas y abandonadas por el electorado. Y el sistema se defiende: para él, para mantener su red de intereses cualquier método es bueno.

No es la primera vez que el sistema recurre a la manipulación informativa para salvaguardar sus posiciones, ni tampoco –aun no es ese el extremo al que queremos discutir– la primera vez que recurre al terrorismo (¿habrá que recordar otra vez que durante 15 años, Italia, la Italia democrática del pentapartito, estuvo sometida a una serie de macro atentados criminales que fueron ideados en los laboratorios de los servicios de inteligencia a petición de centros de poder secreto y que se produjeron más de 200 muertos en atentados que fueron atribuidos al neofascismo?). La diferencia es que ahora, el sistema global se encuentra en una crisis terminal y ya no puede responder ni a la crisis económica, ni a la deuda soberana, ni a las contradicciones entre la población inmigrante y la población autóctona, exteriorización dramática de una crisis mucho más profunda experimentada por las masas populares ante la cual éstas responden cambiando la orientación de su voto y abandonando a las opciones tradicionales consideradas como “culpables” de la actual situación.

La lucha contra la inmigración masiva ha generado adhesiones en toda Europa. El sistema ha advertido el riesgo y… se defiende.

El sistema ha generado la inmigración para optimizar los costes de producción en Europa Occidental, como si se tratara de una vacuna. Pero la potencia del virus injertado ha sido insoportable para el organismo –el mismo sistema– y éste ha entrado en crisis cuando determinados grupos sociales –los “damnificados” de la globalización– han generado anticuerpos. Esos anticuerpos son los partidarios que manifiestan estar contra la inmigración masiva desde fuera del marco de los partidos de centro–izquierda y centro–derecha hasta ahora tradicionales. El sistema ha logrado aplazar 20 años los disturbios raciales en Europa a condición de subsidiar a la inmigración (especialmente en Francia y en el Reino Unido). Cuando la crisis ha hecho inevitable la reducción de estos subsidios o cuando se había llegado demasiado lejos en la tolerancia de la delincuencia y se inició un leve retorno a las políticas policiales y represivas, la inmigración inintegrable se ha revuelto en Francia en noviembre de 2005 y en el Reino Unido en agosto de 2011.

Los próximos años van a ser dramáticos: el sistema utilizará sus reflejos de supervivencia para garantizar poder mantener su trayectoria actual; los grupos sociales contrarios a la inmigración masiva vivirán cada vez con más dureza y desesperación el tener que competir en puestos de trabajo y en barrios con una inmigración que no tiene la más mínima intención de integrarse y que genera muchos mas problemas de los que resuelve o que en el futuro protagonizará más revueltas urbanas. Y todo esto sobre el trasfondo de la crisis económica que ya hoy se empieza a intuir que es completamente irresoluble a la vista de los niveles de la deuda mundial.

Los próximos años van a ser años de una dureza sin precedentes en Europa desde la II Guerra Mundial. Y el final de este conflicto solamente puede ser: o bien el sistema consigue desembarazarse –como sea- e integrar a sus adversarios a la derecha y a la izquierda, prolongando unos años más su existencia, o bien de la lucha y del ascenso de estos partidos surgirá una nueva clase política, una nueva voluntad y un nuevo proyecto de reconstrucción de la civilización europea y, por supuesto, de la misma Unión Europea.

La tercera opción (en absoluto a descartar) sería eventualmente que los regímenes de Europa Occidental –empezando por los del sur– se desintegraran a causa de los conflictos sociales que estallarán a partir del hecho incontrovertible de la imposibilidad de pagar la deuda y que las élites dirigentes siguieran optando por penalizar los ingresos procedentes del trabajo antes que hacerlo con las rentas procedentes del capital, triturando a las clases medias, a los trabajadores y a los jóvenes, generando situaciones de volatilización del Estado y conflictos sociales por la supervivencia que no dejarán de ser sangrientos.

Si el problema de la deuda es insoluble hasta que no se reconozca la imposibilidad de pagarla, la cuestión de la inmigración es menos insoluble aún hasta que no se reconozca que la única solución es la repatriación de los excedentes de inmigración y de cualquier inmigrante que no contribuya con su trabajo o con sus impuestos al mantenimiento del Estado del Bienestar. Quien ha venido a trabajar a Europa difícilmente puede permanecer aquí con la misma intención en momentos en los que en sus países de origen hay una situación mucho más favorable si de trabajar es de lo que se trata: el “retorno voluntario” es la única solución. Ahora bien, si se ha llegado hasta aquí para aprovecharse de lo que queda de nuestro Estado del Bienestar y del régimen de discriminaciones positivas impuesto por el lobby pro–inmigracionista, la repatriación forzosa es una obligación de los Estados Europeos.

¿Qué ha sido el atentado de Oslo? Como hemos dicho, poco importa si es la obra de un loco solitario o una operación “false flag”. Lo que importa es que ha sido utilizado para taponar el ascenso de fuerzas que pugnan por la renovación del sistema político–económico y que han surgido al calor de las protestas de los “damnificados” de la globalización para los que la inmigración masiva lesiona sus intereses personales y los de su país. En su última trinchera defensiva, el sistema no duda en utilizar la mentira contra las fuerzas políticamente en ascenso. Esta tendencia irá en aumento en los próximos años. Hay que retener esta idea: los rectores del sistema mundial carecen de ética y de moral, desconocen cualquier principio que vaya más allá de sus propios intereses: son, pues, capaces de las peores mentiras y de las maniobras más criminales. Y las utilizarán contra quienes amenacen sus privilegios. Pero la lógica interna del sistema lleva a la autodestrucción y nada le salvará de la imposibilidad de cubrir el agujero de la deuda o del fracaso de la globalización. El sistema, mediante sus últimas armas, apenas habrá logrado aplazar unos años su desintegración en el mejor de los casos. Como los animales heridos, el sistema se vuelve peligroso en su agonía. Aunque los gestores de la globalización y los partidos del sistema quieran ocultarlo, el hecho es que más allá de la crisis terminal del sistema, un nuevo paradigma político y económico es posible, pero éste ya no se está elaborando en los partidos tradicionales, ni en los laboratorios de la alta finanza, sino en los márgenes del sistema.

Anders Behring Breivik, en conclusión, no ha sido más que una pieza inconsciente en todo este mecanismo. Su locura criminal sino ha sido generada por el “sistema”, al menos sí ha sido aprovechada en un intento de estabilización del “viejo orden” y de criminalización de los partidos anti-inmigración.

© Ernesto Milà – infokrisis – http://infokrisis.blogia.comhttp://info–krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

El rostro de Breivik (IV)

4. Lo que podría ser Anders Behring Breivik: una personalidad manipulada

La característica común a la inmensa mayoría de los macro atentados que han tenido lugar en Europa en los últimos 50 años es que siempre han dejado agujeros negros inexplicables y misteriosos. Desde las strage di stato (masacres de Estado de la Italia de los años 60 y 70) hasta el crimen de Anders Behring Breivik, las “versiones oficiales” de los atentados tienen una irreprimible tendencia a mostrar zonas inexplicables y no resueltas por las autoridades. Hasta la aparición de Internet, la réplica contra las “versiones oficiales” no encontraba espacio en los medios de comunicación, sin embargo, a partir de la irrupción de la red como forma habitual de comunicación aparece el contraste entre la aceptación unánime de las “versiones oficiales” por parte de los medios convencionales y la proliferación de versiones alternativas aparecidas en la red lanzadas por grupos críticos que creen haber encontrado eslabones débiles en las explicaciones dadas por los gobiernos y los servicios policiales.

Así mismo, no hay que perder de vista que las organizaciones terroristas con finalidad política tienen en su mente planes criminales guiados por una estrategia implacable de conquista del poder político (caso de ETA o de las Brigadas Rojas, por ejemplo), por tanto nunca han practicado atentados indiscriminados contra una población entre las que se podrían encontrar sus propios partidarios; su terrorismo ha sido selectivo, y siempre las “versiones oficiales” carecen de “agujeros negros”. Pero, junto a este terrorismo de paternidad indubitable, existe otro especializado en macro atentados que no aparece como apoyado por ninguna organización tangible ni reconocible y que se trata siempre de atentados “únicos”: Mc Veigth no volverá nunca a repetir su ataque al edificio federal de Oklahoma, Oswald no tendrá ocasión de matar a nadie más que a JKF, Breivik permanecerá toda su vida en la cárcel, su crimen no tendrá continuación… son terroristas aparentemente solitarios, que pasan de no haber roto literalmente un plato durante toda su vida, a ser capaces de cometer un macro atentado superando incomprensiblemente todas las dificultades que frecuentemente llevan a los miembros de organizaciones terroristas a ser detenidos. Siempre es posible que aparezcan “locos solitarios”, pero da la sensación de que no todos ellos, aun estando locos, son tan solitarios y en muchos casos aparece la posibilidad de que hayan sido teledirigidos por alguien.

¿Quién tendría interés en manipular a alguien para cometer un macro atentado? El terrorismo, sobre todo si mueren decenas de ciudadanos, encierra un potencial emotivo superior a cualquier otro episodio: es la señal de que todos, nosotros y nuestros seres queridos, somos vulnerables, por tanto difunden el pánico entre la sociedad. El pánico impide pensar y el pensar hace que la sociedad reaccione siempre de manera previsible: en ocasiones la sociedad se refugiará bajo el paraguas protector del Estado (lo que ocurrió durante la serie de atentados conocido como strage di stato en Italia), en otras aceptará recortes a sus libertades (véase la aceptación del Acta Patriótica tras los ataques del 11–S, tras la “crisis del ántrax” y tras una veintena de alarmas terroristas), en otras contribuirá a hundir a un político y elevar a otro por mediocre que sea (inevitable recordar los atentados del 11–M en Madrid), otros contribuirán a culpabilizar a determinadas opciones políticas… y este último parece ser el caso del atentado de Oslo (como veremos en la última parte de este estudio). Sí, los interesados en cometer o aprovechar un macro atentado pueden ser muchos y el principio ancestral de investigación criminal implica la necesidad de partir siempre del principio “¿a quién beneficia el crimen?”. Sin embargo, en todos estos macro atentados jamás se tiene presente este principio de investigación…

¿Podemos encontrar “agujeros negros” en el atentado de Oslo? ¿Fue Breivik un ciego instrumento de algún centro de poder que considerase oportuno para la defensa de sus intereses el que cometiera esa masacre en ese preciso momento? La respuesta a esta pregunta es simple: si la “versión oficial”, con el paso del tiempo, se va demostrando que tiene “agujeros negros” completamente inexplicables, habrá que convenir que hay un misterio que se hurta a la opinión pública.

Él primer elemento sospechoso es la unanimidad con que los medios noruegos y la prensa internacional ha presentado el crimen: “se trata de un racista neonazi fanatizado y dispuesto a matar, obsesionado por la inmigración y cuyas opiniones fundamentales coinciden con los partidos de la extrema–derecha europea”… El estudio que hemos realizado hasta ahora a partir de la única fuente que está al alcance del público (el manifiesto de 1.500 páginas) nos muestra a un Breivik completamente diferente. Sin embargo, en cada país europeo, el atentado ha servido para criminalizar a las fuerzas sensibilizadas por la inmigración masiva. A toque te silbato, toda la prensa europea ha reaccionado de la misma manera. Y esto no es asumible en la medida en que un mínimo repaso al documento escrito por Breivik hubiera dejado claro que éste era un ultraliberal, filosemita, antinazi, lobo solitario sin vínculos con partidos identitarios y exclusivamente anti islamista, que incluso aspiraba a que los gitanos rumanos instalados en Europa Occidental se integraran en la lucha contra el islamismo… Esta unanimidad en la reacción por parte de todos los medios de comunicación, así como la negligencia a la hora de estudiar documentos que están al alcance de la mano, es absolutamente sospechosa.

El segundo factor de sospecha deriva de la lectura del manifiesto de Breivik. No solamente es caótico sino completamente incoherente. El manifiesto político que escribió estaba destinado a: 1) Dar a conocer la existencia de su orden neo–templaria, 2) dar a conocer las razones de su anti islamismo, 3) dar a conocer los principios de su combate y 4) realizar un diario sobre cómo planteó los atentados de Oslo y Utoya… ¿Tiene sentido dentro de este contexto explicar detalles irrelevantes sobre su vida personal como el que su madre tuvo un herpes genital transmitido por el que sería su segundo marido que, por su cuenta, mantuvo “más 500 relaciones sexuales con otras mujeres” (pág. 1.171)? ¿O que explique se fue a vivir con su madre para ahorrar y que le pagaba 450 euros por utilizar una habitación y comer (pág. 1.424)? Sin olvidar que sus referencias al dinero que consiguió para preparar el atentado no están en absoluto claras y que, más que resolver misterios, contribuyen a aumentarlos.

El viernes 22 –inmediatamente antes de los atentados– escribe: “Día 82: Iniciar secuencias de voladura en sitios pre–determinados. Prueba de pureza por gramo de oro por kg. Tienen suficiente material para al menos 20 explosiones. Inicio de capitalización del proyecto tan pronto como haya resultados. El tiempo se agota. Llamada y correo electrónico a todos mis contactos con los inversores actualizado documento en línea / pdf. Esto va a ser un escenario de todo o nada”. Parece, efectivamente, que vaya a cometer un atentado (un atentado del que no va a volver porque Utoya es una isla de la que debería saber que le iba a ser posible escapar cuando llegara la policía), pero inmediatamente después del texto anterior añade de manera incomprensible: “¡Tengo que completar la capitalización del proyecto de extracción de minerales en agosto a más tardar!” (pág. 1470).

Explica en el diario que en noviembre de 2010 inicia la "fase de investigación de los explosivos", una fase que resulta completamente surrealista (en esa parte explica también que el atentado tendrá lugar en otoño de 2011). Internet está repleto de webs en donde se informa sobre cómo fabricar los explosivos más simples. Habitualmente se trata de páginas anarquistas o ultraizquierdistas. La que utiliza él precisa de una cantidad desmesurada de productos farmacéuticos y, al mismo tiempo, de productos de fácil adquisición y nulo control en droguerías y en tiendas de fertilizantes agrícolas. De hecho, la fórmula que utiliza hubiera podido ser sustituida ventajosamente por otras infinitamente más fáciles de fabricas: el colodión, la gelignita, el fulminato de mercurio, etc, etc. Pide por Internet a empresas distantes aluminio en polvo (que podría haber sustituido por purpurina de plata), pide azufre (que se vende en sacos de 40 kilos en empresas de fertilizantes agrícolas), etc que paga mediante VISA y PayPal, como queriendo dejar huellas que de haber comprado todo este material al contado jamás hubiera dejado. Explica que mientras está haciendo el explosivo en la granja ve a un hombre haciendo fotos del lugar y dice que le parece que es un policía. El jueves antes del atentado explica que iba a conducir hasta Kautokeino (situada a casi 2.000 km de distancia de donde tuvieron lugar los atentados), para concluir el diario al día siguiente con anotaciones incomprensibles en las que parece entenderse que los explosivos de los que ha hablado serán utilizados en minería.

La policía ha presentado el documento de 1500 páginas como la prueba incuestionable de que Breivik preparó el atentado, lo protagonizó y lo ejecutó él mismo… cuando la primera duda que subyace es sobre la paternidad del documento y cómo fue colocado y difundido en Internet. El documento, como se sabe, ha circulado en versión PDF, pero también en versión Docx, formato de archivo que deja rastros –a través de la función “propiedades”– sobre el origen del documento. Y es ahí en donde la hora de la última anotación de Breivik (el viernes 22 de julio a las 12:51 horas) no coincide con lo que indica el documento Docx (las 11:31) de ese viernes. Breivik afirmó que había empezado a escribir el documento en 2009, pero éste indica que lo empezó el 7 de marzo de 2011.

No han quedado rastros de los explosivos –que se sepa– en la granja que utilizó como base, ni tampoco se sabe, ni él mismo lo explica qué utilizó como detonante para la explosión. Las explicaciones que da –muy completas en lo accesorio– sobre el explosivo, son excepcionalmente ambiguas –especialmente en lo esencial–. Para colmo, las redes sociales Twitter y Facebook borraron los perfiles que había construido Breivik. El borrado en Twitter, de todas formas, no se debió a una iniciativa corporativo sino al grupo de piratas informáticos que se presentan como miembros del colectivo Anonymous, ¿motivo? "Queremos que Anders sea olvidado. Etiquetas como 'monstruo' o 'maníaco' tampoco nos sirven. Los medios de comunicación considerarle patético, un donnadie". Pobre y extraña justificación que ha impedido a los blogueros e investigadores de a pie completar el cuadro ideológico y político de Breivik.

Para colmo, la agencia de prensa oficial rusa RIA Novosti difundió en lengua inglesa un parte que su antena española no ha traducido (y que si lo fue en América Latina): “Breivik se sometió a entrenamiento paramilitar en Bielorrusia”. La fuente originaria – Mikhail Reshetnikov, “un político de la oposición bielorrusa, citando fuentes de seguridad”– indicaba que "Breivik visitó Belarús en varias ocasiones en la primavera pasada como parte de sus preparativos para sus ataques. Visitó Minsk, donde recibió entrenamiento en un campamento paramilitar secreto". Reshetnikov es líder del Partido de los Patriotas, uno de los partidos de oposición al actual presidente Alexandr Lukashenko. La noticia apareció originariamente en el diario online Gazeta.ru y declaró que sus fuentes eran “organismos de seguridad”. En realidad Breivik menciona a Bielorrusia (Belarus) en 18 ocasiones en su manifiesto, afirma tener allí partidarios (pág. 1.411) y haber viajado personalmente allí para observar los efectos de la explosión de Chernobyl (que menciona en 33 ocasiones) en 1986 que atribuye a un atentado terrorista. RIA Novosti confirmó que la Agencia de Fronteras del Estado Bielorruso confirmó que efectivamente estuvo presente allí en marzo de 2005. Reshetnikov también afirmó Breivik habían participado en el "ejercicios de terrorismo y sabotaje " impartidos por un ex oficial bielorruso del servicio especial y que había utilizado un pasaporte falso para entrar en Bielorrusia. Añadió: "Su nombre clave en el KGB de Bielorrusia era Viking". Imposible, por supuesto, de confirmar. A pesar de que la noticia fue difundida en Iberoamérica por Novosti, en España pasó completamente desapercibida y no se encuentra en la base de datos de la agencia en nuestro país. Pero, en cualquier caso, hay un extraño nexo que une Breivik a Bielorrusia y una obsesión por considerar que lo ocurrido en Chernobyl fue una atentado. La información sobre el adiestramiento paramilitar de Breivik, en cualquier caso, está sin confirmar.

Hay otros dos extremos que tampoco están confirmados y que son importantes: ¿por qué Breivik eligió un campamento de jóvenes socialistas para cometer su masacre?, y ¿por qué la policía tardó tanto en llegar permitiendo que la masacre fuera aumentando? La primera pregunta está envuelta en el misterio más absoluto. Cualquier otro objetivo hubiera sido menos impopular y más acorde con su visión obsesiva: una mezquita, un centro cultural islámico, un coche bomba en un barrio con aglomeración de inmigrantes islamistas, etc. Incluso si atribuye responsabilidades a los “multiculturalistas” e identifica a los socialistas como el vector más numeroso de esta corriente, apunta su fusil ametrallador contra los jóvenes socialistas, en su mayoría menores de 20 años, no contra la sede del partido socialista, ni contra su grupo parlamentario, ni siquiera contra algún mitin electoral (puestos a cometer una masacre indiscriminada…). ¿Lo hace contra los más jóvenes para qué el impacto entre la opinión pública sea mayor? ¿Podía ignorar que una masacre de este tipo generaría una corriente de simpatía hacia ese partido en las próximas elecciones noruegas? Decididamente, uno de los extremos más oscuros del crimen es el procedo de decisión por el que Breivik elige como objetivo a los jóvenes socialistas en lugar de blancos mucho más razonables desde su perspectiva. Y su manifiesto no dice absolutamente nada al respecto, ni siquiera menciona a la organización de los jóvenes socialistas noruegos. La única certidumbre es que los ataques beneficiarán electoralmente al Partido Socialista Noruego…

En cuanto a la tardanza en la reacción policial (que le permitió seguir persiguiendo y matando a jóvenes durante una hora), resulta igualmente incomprensible. Un helicóptero averiado, un bote defectuoso, no justifican un retraso de una hora desde que se tiene noticia de los primeros disparos y mucho menos después de la explosión de Oslo. Las horas dadas por la policía son: notificación del tiroteo a las 17:27; agentes llegan al muelle del lado a las 17:52; la unidad especial de la policía llega al muelle de la isla a las 18:09; la unidad especial de la policía pone pie en la isla a las 18:25; esto es, en total 58 minutos en un día de alarma antiterrorista. Un tiempo incomprensiblemente prolongado especialmente porque los jóvenes socialistas asistentes al campamento mantenían el vínculo constantemente con sus familiares y con la policía a través de los teléfonos móviles y era evidente que aquello era una verdadera cacería que justificaba no sólo más celeridad en la intervención sino el envío de más efectivos.

Distintos testimonios confirman que Breivik iba drogado (http://www.infobae.com/notas/595855–El–autor–de–la–masacre–de–Oslo–sonreia–mientras–disparaba–a–sus–victimas.html): “Estaba sonriente, muy frío y se notaba que estaba bajo los efectos de las drogas. Mientras disparaba, sonreía”, aseguró Jürgen, un joven de 18 años que ahora asegura quiere reforzar su militancia política”. El País reprodujo la declaración de Geir Lippestad, su abogado defensor (http://www.elpais.com/articulo/internacional/asesino/frio/siente/ha/iniciado/cruzada/dice/defensa/elpepuint/20110726elpepuint_3/Tes): “Lippestad ha contado que Behring tomó drogas antes de la masacre para sentirse fuerte, eficiente y despierto”… parece cierto, pues, que actuó drogado. Pero hay un pequeño problema para entenderlo: a lo largo de su escrito de 1.500 páginas menciona en 38 ocasiones a las drogas, siempre para considerarlas como un instrumento de la izquierda y del multiculturalismo para neutralizar a la juventud. Critica a las drogas (véase pág. 1.143, 795 –“El multiculturalismo, como las drogas, es un arma insidiosa” y así sucesivamente, hasta en 20 fragmentos dispersos a lo largo de su manifiesto. Alguien con estas opiniones ¿podía asumir el drogarse? El caso recuerda extraordinariamente a Mohadmed Atta, presunto jefe del comando que secuestró los aviones el 11–S y que, a pesar de ser fundamentalista islámico, había sido visto la noche anterior a los ataques en estado de embriaguez…

Las únicas interpretaciones posibles al caso Breivik son dos: o se trata de un psicópata paranoico con la energía suficiente como para preparar un crimen masivo o bien se trata de un individuo con una psicología particular al que se le ha manipulado para cometer el crimen. No existe una tercera opción. La historia nos ha demostrado como la figura del “asesino solitario” solamente es aceptable cuando terminan conociéndose todas las particularidades del crimen de manera indubitable y sin que puedan existir “agujeros negros” en la interpretación.

Hoy sabemos que durante los años de la Guerra Fría las dos superpotencias realizaron experimentos de control mental. El 14 de mayo de 2010, el Pentágono liberó el informe sobre los experimentos de control mental realizados con drogas durante ese período (véase: http://www.wired.com/dangerroom/2010/05/chemical–concussions–and–secret–lsd–military–releases–cold–war–mind–control–report/ ). Antes, existía una amplia literatura que indicaba que en 1948 ya se habían iniciado este tipo de experimentos utilizando como cobayas a prisioneros de guerra de las potencias vencidas. Se observó pronto que los prisioneros sometidos a un clima de estrés constante y a situaciones de terror continuo, terminaban convirtiéndose en mansos corderos capaces de hacer cualquier cosa que les ordenaran sus captores, aunque se tratase de iniciativas autodestructivas. Posteriormente, se conoció la existencia de la Operación Mk–Ultra que durante años fue negada e incluso ridiculizada por la administración americana. Esta operación incluía la introducción de determinadas drogas psicodélicas en las técnicas de control mental. El informe que salió a la luz en mayo de 2010 demostraba que Mk–Ultra no había sido la creación de mentes calenturientas, sino que se trató de una realidad. El informe que salió entonces a la luz se llamaba “Programas de experimentación conducidos por el Departamento de Defensa con patrocinio o participación de la CIA que involucraron a la administración de drogas a seres humanos con la intención de control mental o propósitos de modificación del comportamiento” y había sido escrito hace más de 30 años por el Consejo General del Departamento de Defensa.

En dicho informe se aludía a experimentos para desarrollar técnicas basadas en la utilización de drogas para “inducir una contusión cerebral sin traumas físicos”. Ese programa fue trasladado a la CIA debido a que involucraba “experimentos humanos que no eran fácilmente justificable en los terrenos médico–terapéuticos”. En otra operación, la Mk–Often se estudió los efectos de la dopamina y de la ibogaína (un hipnótico, afrodisiaco y alucinógeno que estimula el sistema nervioso central con efectos similares a las anfetaminas). La Marina norteamericana, por su parte, empleó heroína y mariguana para interrogar a los prisioneros y observar la reacción de voluntarios; fueron tratados ocho desertores soviéticos y seis voluntarios norteamericanos. En Mk–Ultra los cobayas humanos eran voluntarios que fueron tratados con drogas alucinógenas y psicodélicas, especialmente con LSD en los años 60. El programa Mk–Naomi incluía “materiales gravemente incapacitantes y mortales ... [y] aparatos para su difusión". El programa Mk-Chickwit fue diseñado para "conocer las novedades de drogas en Europa y Asia," y después "obtener muestras".

Todos estos programas tenían como función responder a la pregunta: “¿Es posible modificar el comportamiento de los sujetos?”. Era una pregunta que parecía interesar mucho a la CIA en los años 50 y 60. Pero hubo otros experimentos similares en la misma época que son mejor conocidos. En los 50, por ejemplo, se realizaron los primeros experimentos con propaganda subliminal que modificaban el comportamiento normal de los sujetos mediante la inclusión de imágenes estimulantes en forma de fotogramas en cintas de cine.

El 6 de enero de 2009 (ver http://www.wired.com/dangerroom/2009/01/mkultra–lawsuit/ ) la asociaciones de excombatientes, Vietnam Veterans of America, demandó a la CIA y al Pentágono por los abusos percibidos durante la implementación del llamado "Mk–Ultra" y de otros proyectos. Seis veteranos sufren de todo tipo de dolencias vinculadas a este "programa de prueba diabólica y secreta", según un comunicado del abogado de los veteranos. Los experimentos incluían "el uso de tropa voluntaria para poner a prueba gases nerviosos, psicoquímicos y otros productos tóxicos químicos o sustancias biológicas”. El resultado de estos experimentos fueron discapacidades permanentes en civiles y militares a los que no se les explicó en qué consistían los experimentos ni, por tanto, éstos pudieron dar su consentimiento. En un libro publicado en 1998, el ex militar psiquiatra James Ketchum describe un proyecto del Ejército que tuvo lugar en Edgewood Arsenal (Maryland). Ketchum escribió haber visto allí a los sujetos de prueba "mantener una conversación con varias personas invisible durante el tiempo que 2–3 días", mientras que otros "saludaban a las letrinas" o confundir una máscara de gas con una mujer.

En cuanto a la percepción subliminal hoy es definida como todo aquel mensaje audiovisual (compuesto por imágenes y sonidos) que se emite por debajo del umbral de percepción consciente y que incita al consumo de un producto. El ojo humano no es capaz de percibir conscientemente más de 14 imágenes por segundo, pero puede asumir inconscientemente una imagen insertada en el interior de una secuencia que le induzca a tal o cual comportamiento. Lo sorprendente es que los primeros experimentos subliminales se realizaron en 1957 pero a partir de 1962 se ignora el rumbo que tomaron estas investigaciones e incluso si prosiguieron. De lo que no hay duda es que en 1977 en la película de Walt Disney Los Rescatadores utilizó técnicas subliminales. En una secuencia de esta película aparecía una mujer desnuda en la ventana de un edificio que solamente podía verse conscientemente si se pasaba la película fotograma a fotograma. Comprobada la veracidad de la denuncia, la Disney se defendió afirmando que dicha imagen había sido insertada no por alguno de los encargados del montaje de dicho film (trabajo que había sido subcontratado a una empresa exterior). Miles de copias fueron retiradas del mercado (en http://www.snopes.com/disney/films/rescuers.asp puede verse la escena). Lo que se ignora es hacia dónde han evolucionado las técnicas de publicidad subliminal desde los años 60 y si han interferido con programas como Mk–Ultra. No parece razonable pensar que servicios de inteligencia que han abordado el estudio de técnicas de control mental y generado problemas psíquicos en voluntarios, en un momento dado, cuando sus resultados parecen “esperanzadores”, se abandonen bruscamente.

Mientras se realizaron experimentos con publicidad subliminal sobre los que se han publicado todos los detalles, fue posible saber que un anunció de una marca de té helado veía aumentar sus ventas más allá de las expectativas normales, especialmente entre personas que en aquel momento tenían sed. Esto indicaba que había un segmento del público predispuesto a asumir más fácilmente la publicidad subliminal. Y esto nos lleva nuevamente a Breivik: ¿era posible que su obsesión omnipresente contra el Islam le predispusiera a realizar algún acto criminal con una facilidad que no se hubiera dado en otro sujeto en el que esta obsesión estuviera presente?

¿Es Anders Behrig Breivik un sujeto que haya sido objeto de alguno de estos experimentos? No hay ninguna prueba. Salvo que cuando lo detuvieron, éste enemigo de las drogas… estaba drogado.

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El rostro de Breivik (III)

3. Lo que era en realidad

Sabemos ahora que rasgos mediáticos le han atribuido los medios de comunicación (lo que no era) y lo que en realidad creía defender (lo que creía ser), sin embargo, el estudio sobre la personalidad y el perfil político de Anders Behring Breivik no estaría completo si no atendiéramos a lo que era en realidad (es decir, a una valoración objetiva de su personalidad, realizada, no en función de los rasgos que le han atribuido los medios, ni de cómo gustaba presentarse a sí mismo). Eso nos dará otro elemento importante en la ecuación personal del asesino de Oslo.

a.– Un desequilibrado

Desde el principio de este análisis hemos repetido en varias ocasiones que alguien que asesina a 73 personas solamente puede ser considerado como un desequilibrado. Las razones que pueda tener un desequilibrado para cometer un crimen son siempre inextricables y derivan de su personalidad desviada. En esta parte de nuestro estudio lo esencial va a ser realizar una aproximación a las alteraciones mentales de Breivik ante las que cualquier definición ideológica que pueda dar de sí mismo o que otros puedan inferir pasa a segundo plano. Un intento de definición de su perfil psicológico nos parece mucho más importante que cualquier otro dato que pudiera aportarse. A fin de cuentas, disponemos de dos elementos para analizar su personalidad: su “obra” (la bomba de Olso y la masacre de Utoya) y su “testamento” (las 1.500 páginas de su manifiesto político). No hace falta mucho más. Los cuatro rasgos que podemos deducir de todos estos elementos son cuatro:

– Paranoia.– Cuando Breivik alude al Islam no lo hace en términos mesurados y objetivos, sino absolutizando su importancia y situándolo en un punto central de su discurso político. Todo gira en torno al Islam. Cualquier cosa que se analice termina llevando al Islam como al gran enemigo y poco importa de lo que se trate, tanto si es política internacional, como sociedad, como convivencia. Ya hemos apuntado en la anterior parte de nuestro estudio que la magnitud concedida por Breivik al Islam contrasta con la importancia real que tiene éste en la sociedad noruega. Si bien explica que ha realizado varios viajes por Europa (véase http://www.larazon.es/noticia/943–breivik–sostiene–en–el–tercer–interrogatorio–policial–que–actuo–solo), en el momento de escribir estas notas tan solo consta –y no con certeza absoluta– el viaje que realizó a Londres en 2002 para constituir su orden neotemplaria. El viaje a Monrovia en el curso del cual conocería a militares serbios que estuvieron presentes en la guerra de Bosnia, parece envuelto en el mayor de los misterios. Tampoco parece claro con quién mantuvo correspondencia en estos últimos años, si bien tenía abierto un perfil en Facebook (que modificó pocos días antes de sus crímenes) y lo único sobre lo que no hay duda es de que tenía una abundante actividad en Internet.

En la web http://www.document.no/anders–behring–breivik/ aparecen refundidos los posts que envió desde el 7 de septiembre de 2009 hasta el 25 de marzo de 2011. La lectura de estos posts resulta curiosa: Breivik se muestra en todos ellos ecuánime y dialogante, aporta argumentos, propone actividades de difusión de ideas, y realiza intervenciones que incluso pueden ser consideradas como brillantes e inteligentes. Véase, por ejemplo: “Estoy totalmente de acuerdo en que Obama es un retórico brillante y un buen comunicador, uno de los mejores que hemos visto en los últimos 30 años. Pero en primer lugar, no puede ni debe compararse la lucha cultural en los EEUU con la de Europa. La retórica debe y tiene que ser diferente. El perfil del ala derecha republicana en los EEUU es "libertariana" (anti–socialista, pero multicultural), mientras que el conservador medio europeo es mucho más anti–multicultural y asume mejor los argumentos basados ​​en la resistencia cultural contra la islamización. Los llamados anti–multiculturales en los EEUU con su retórica sobre el etnocentrismo, difiere en gran medida de los europeos. Esta es la razón principal por la que debemos separar la lucha cultural de América y Europa (…) Independientemente de si estamos en los EEUU o en Europa, es esencial que usted tiene pregunte lo siguiente: ¿Es el multiculturalismo una ideología diseñada para deconstruir la cultura europea, las tradiciones, identidad y nación–estado? Si usted apoya a un líder que se declare multicultural, es lo mismo que si se adhiriera a la lucha de clases”. Breivik ni en este ni en otros lugares demuestra una especial agresividad y, pudiéndose estar de acuerdo o no con sus opiniones, resulta evidente que es capaz de defenderlas con argumentos razonables y, más o menos sólidos. Pero ese estilo cambia en su manifiesto de 1.500 páginas en donde la obsesión anti-islámica es constante, seguida solamente y a mucha distancia, por la obsesión contra el socialismo multicultural. Y esto es lo sorprendente y lo que no deja de causar perplejidad: porque si Breivik estaba obsesionado por el Islam ¿por qué no realizó su masacre un viernes a la salida de un mezquita? Y si de lo que se trataba era de atentar contra los socialistas ¿por qué no atacó directamente su sede o alguno de los mítines que se celebrarían dentro de pocas semanas durante la campaña electoral? ¿Por qué prefirió atentar contra las Juventudes Socialistas, cuyos miembros son meros comparsas de la dirección de su partido? Este es quizás uno de los elementos más oscuros de este atentado que quedarán presumiblemente sin explicación.

La paranoia se caracteriza por la presencia de delirios autorreferentes. Un delirio es una creencia patológica falsa derivada de un engaño de los sentidos. El sujeto aquejado de paranoia experimenta sensaciones angustiosas, percibe el futuro como ineluctable en función de su obsesión, cree que tanto a él como a los suyos determinadas fuerzas incontrolables le han programado un futuro destructivo (delirio o manía persecutoria) y que, de paso, él está llamado a redimirlos (delirio de grandeza) y tiene cierta relación con estallidos de violencia en los momentos en los que el sujeto cree ver confirmados sus temores.

La paranoia suele aparecer en sujetos propensos al narcisismo (véanse las fotos que Breivik colocó en su blog y en el manifiesto apareciendo con los uniformes y en las situaciones más diversas e incluso la importancia que se da a sí mismo en su diario, como veremos más adelante), frustraciones (Breivik fue abandonado por su padre cuando era extremadamente joven y no volvió a tener contacto con él, la ausencia de la figura paterna es uno de los elementos desencadenantes de la paranoia) y baja autoestima (lo que aparentemente no era el caso de Breivik que destacaba precisamente por todo lo contrario, si bien queda todavía realizar un análisis forense de su psicología). La paranoia aparece cuando en el sujeto se dispara un mecanismo psicológico para cubrir estos rasgos y empieza a atribuir a otros –siempre a los mismos– la razón de sus frustraciones y conflictos. Se trata también de un pensamiento teleológico en el cual solamente se toman en consideración los propios argumentos selectivos que contribuyen a focalizar cada vez más la responsabilidad del destinatario de la obsesión (una persona, un grupo social o étnico, una confesión religiosa, etc.). Ningún argumento o dato que no contribuya a ese fin teleológico es admitido ni asumido. 

Las más de 2.000 alusiones al Islam, al islamismo, al Corán, a Mahoma, que aparecen en las 1.500 páginas de su documento demuestran a las claras que en el cerebro de Breivik había lugar solamente para una paranoia, la manía anti–islámica, seguirá por la manía anti socialista y multiculturalista. Para él ningún otro problema real existía, todos derivaban de éste único y reduccionista planteamiento unidimensional.

– Egolatría.– Ya hemos visto que Breivik era incapaz de militar en Breivik era incapaz de militar en cualquier actividad colectiva: como masón fue un fracaso, no demostró el más mínimo interés en integrarse en las actividades de su logia; como miembro del Partido del Progreso fue también incapaz de asumir los objetivos, los métodos de la organización e integrarse con sus compañeros de partido; ni siquiera demostró interés en afiliarse a alguna de las muchas órdenes neo–templarias actualmente existentes, tuvo que crear una propia y allí sí, allí efectivamente se encontró a gusto (a pesar de que hoy no se sabe a ciencia cierta si se trataba de una orden neotemplaria real o virtual, teniendo más posibilidad esto último). Este simple hecho permite describir su personalidad como dotada de un fuerte sentimiento de distancia y superioridad: en las 1.500 páginas de su escrito no se perciben rasgos de empatía con ningún grupo social (salvo algunas frases en relación al pueblo judío). Solamente le interesa la lucha anti-islámica y no precisamente para mejorar la situación de los trabajadores europeos aquejados de dumping laboral.

Es curioso que una parte importante de su manifiesto sea una especie de diario personal sobre cómo preparó el atentado que empieza con la constitución de su orden neo–templaria en abril–mayo de 2.002 (pág. 1.414) y se prolonga hasta unas horas antes de los atentados (pág. 1.472). La inclusión de este verdadero “diario de un terrorista” complica mucho más las cosas de lo que parece (como veremos más adelante).

Anders Behring Breivik ha sometido a cirugía plástica en varias ocasiones, según declaró un amigo de la infancia (cirugía de nariz, frente y barbilla en los EEUU hace varios años) al diario noruego Dagbladet. Según algunos de sus amigos comenzó a tomar esteroides en su adolescencia, algo que también admitió en su manifiesto donde existen nueve referencias imprevistas a los “steroids”. Así mismo, en 145 ocasiones hace, con distintas excusas, referencia al “look” (la imagen), algo que le preocupaba mucho e incluso realiza recomendaciones para que sus partidarios asuman la imagen correcta.

Los esteroides posiblemente explican en cierta medida su comportamiento, pues no en vano sus efectos incluyen acné, crecimiento benigno de la próstata, aumento de la agresividad e ira incontrolable, alteración en la velocidad de coagulación de la sangre,  cambios en el sistema inmunológico, hipertensión arterial, problemas hepáticos, alteraciones cardiovasculares, atrofia testicular, choques anafilácticos, interrupción en el crecimiento si se toman desde la adolescencia, depresión nerviosa, daños renales (a causa de la retención de agua) disfunciones en el sistema reproductivo, cefaleas, calvicie y finalmente ginecomastia. Algunos de los efectos secundarios de los esteroides pueden interferir y potenciar otras componentes psicológicas de su personalidad, especialmente la agresividad factor característico en los psicópatas.

– Mesianismo.– El mesianismo supone una hipertrofia de la egolatría y, en el caso de Breivik está tamizado por la paranoia anti-islamista. El sujeto encuentra argumentos para demostrar que sólo él (y, eventualmente, su pequeño círculo) son los únicos que están en posesión de la verdad y que, por tanto, están legitimados para actuar en solitario en defensa de sus ideas. Es frecuente que ellos mismos se consideren los “más puros”, de hecho, los “únicos puros” y todo lo que observan a su alrededor, incluso grupos que mantienen objetivos muy parecidos, son criticados por un motivo u otro. En los ambientes extremistas, el mesianismo es habitual: grupos excepcionalmente reducidos, casi unipersonales (como en el caso de Breivik) sostienen que ellos son los únicos detentadores de la “verdad” y encuentran siempre alguna fantasía que achacar a otros para justificar el no viajar en el mismo vagón. Era el caso de Breivik criticando al Partido del Progreso por ser “moderado” o en nuestro horizonte nacional los ataques formulados por algunos antisemitas a todos aquellos que, sin haber exaltado jamás al sionismo, o sin haberlo mencionado, son considerados como “pro–sionistas”. En el caso de Breivik ocurre algo parecido: los tibios en la lucha contra el islamismo, son considerados, simplemente, como pro islamistas. Escribe por ejemplo: “Para Europa, la cosa más importante ahora es desmantelar la Unión Europea en su forma actual, y recuperar el control nacional sobre nuestras fronteras y nuestra legislación”. Esto puede ser incluso aceptable y asumible, pero ¿por qué Breivik pide esto? Él mismo responde: “La UE está profundamente viciada como organización, y fuertemente infiltradas por Eurabia y por el pensamiento islámico que simplemente no puede ser reformado. Y vamos a terminar con el apoyo estúpido los palestinos que los eurabianos han alentado, y empezar a apoyar a nuestra cultura primo, Israel” (pág. 330).

El rasgo habitual del mesianismo es “yo sólo contra el universo”. No importa el desequilibrio de fuerzas y las posibilidades de victoria, no importa siquiera que el combate no se plantee en términos de pragmatismo, sino de locura, lo único que importa es que “sólo yo (y nadie más que yo) puedo salvar al universo”. En la mayoría de los casos en los que el mesianismo está presente, éste queda en la esfera de los delirios teóricos, pero solamente en algunos raros casos, desciende al nivel de la práctica y solamente en alguno pasa a la acción terrorista. En estos últimos casos la personalidad mesiánica y paranoica debe coincidir con la personalidad propia al psicópata.

– Psicopatía.– Con cierta frecuente en la historia de estos últimos 11 años, los psicópatas han aparecido en la historia de España protagonizando clamorosos asesinatos. José María Silva Sande, dirigente de los GRAPO tenía los rasgos y el comportamiento propios del psicópata, llegó a pisar el cadáver aun caliente y despanzurrado de su compañera a la que le había estallado una bomba-lapa para abalanzarse sobre el agujero abierto en el furgón blindado y llevarse la bolsa con el dinero; entre los militantes de ETA se encuentran hombres y mujeres que ante los tribunales de justicia, por sus actitudes y comentarios, han demostrado ser psicópatas típicos tanto por sus expresiones como sus declaraciones. En realidad, la figura del psicópata no es rara en las sociedades occidentales y resulta una constante entre los grupos terroristas. El 10% de la población española presenta algún rasgo de psicópata y un 2% los tiene todos. En otra palabras 2 de cada 100 personas que nos cruzamos al cabo del día son psicópatas peligrosos. La mayoría son "psicópatas integrados" (220.000 en España). La justicia española sólo ha detectado (y condenado) a unos 10.000 psicópatas. ¿Dónde están los 210.000 restantes? Muy cerca nuestro, sin duda. Si pueden, intentarán engañarnos, estafarnos, arruinarnos y no experimentarán la más mínima sensación de culpabilidad. Las cifras en Noruega no deben de ser muy diferentes, pero sólo uno ha protagonizado las masacres de Oslo y Utoya.

En EEUU, uno de cada cuatro reclusos es psicópata. Entre 1960 y 1980 aumentaron un 300%, se redujeron algo en 1984, pero volvieron a aumentar en un 500% en los 90. El incremento en el número de delitos parece tener relación con el "boom" poblacional de los años 60, cuyos individuos han alcanzado la edad adulta en los 90. En Inglaterra las cifras son similares. ¿A qué se deben estos espectaculares aumentos? En la década de los 50 cada niño aprendía en familia a distinguir la verdad de la mentira, pero hoy, uno de cada cuatro niños americanos no vive en una familia tradicional. Uno de cada tres de estos niños ha nacido sin que sus padres estén casados y la mayor parte de sus madres tienen una educación mínima y una escasísima socialización. La proporción de nacimientos ilegítimos ha pasado del 5% en los años 60 al 30% hoy en día. Esto está relacionado con la situación familiar de Breivik: hijo de padres divorciados, cuya educación corrió a cargo de la madre, desde el momento en que el padre reconstruyó su vida en el sur de Francia hace más de diez años y con el que jamás había tenido buenas relaciones. En los psicópatas la figura del padre está casi siempre ausente (o se ha ido del hogar, o ha fallecido tempranamente o, simplemente, se ha despreocupado de hijos). En las páginas 1.386 y 1.387, Breivik explica algunas circunstancias de su infancia: “Mi padre, Jens Breivik, tenía tres hijos de un matrimonio anterior, Erik Jan y Nina, mientras mi madre, Wenche Behring, tenía una hija de una relación pasada, Elisabeth. Mi padres se divorciaron cuando tenía un año de edad”. El padre era diplomático y destacado a la embajada noruega en Londres y luego en París. Estos datos implican que, así como el padre dejó de tener contacto con el hijo en torno a 1.999, éste, en cambio, siguió interesándose por él y siguiendo su carrera diplomática. Los padres, reconoce, no militaban políticamente, pero en cambio la nueva compañera de su padre (a la que llama “mi madrastra”) era “marxista y feminista”, mientras que su padrastro (casado con su madre biológica) era “moderado”. En cuanto a sus padres biológicos eran simpatizantes del Partido Laborista Noruego. El padre biológico y la madrastra terminaron separándose cuando Breivik tenía 12 años pero él siguió manteniendo contacto con ella. Por su parte rompió completamente con el padre desde que hubo cumplido 15 años. A pesar de que escribe que no le guarda ningún rencor, también añade que “La cosa es que él es simplemente no es muy bueno con la gente. He intentado contactar con él hace cinco años, pero dijo que era no mentalmente preparado para una reunión debido a varios factores, siendo su mala salud uno de ellos”. La enfermedad del padre parece haber sido (y ser) la depresión, una enfermedad que suele transmitirse, en un amplio porcentaje, a los descendientes. Tampoco parece apreciar mucho a su padrastro: “trabajó como un comandante en el ejército noruego y ahora está jubilado. Aún mantengo contacto con él, aunque pasa la mayor parte de su jubilación con  prostitutas en Tailandia. Es una bestia sexual muy primitiva, pero al mismo tiempo muy agradable y bueno. No puedo decir que yo apruebo ese estilo de vida…”. A pesar de todo, como resumen final, escribe: “Me considero privilegiado y siento que he tenido una educación privilegiada con la gente responsable e inteligente a mi alrededor. No estoy de acuerdo con la super–liberal, la educación matriarcal, que carece por completo de disciplina y ha contribuido a feminizarme en cierta medida”.

El psicópata desde pequeño es radicalmente diferente de otros niños. Muestran un ego particularmente crecido y hostil –hasta el ataque de nervios– ante cualquier crítica. Aprenden a mentir y a enmascarar sus sentimientos; se consideran por encima de los demás y suelen despreciar a sus compañeros de clase. Sus padres comprueban que cambian pronto –y continuamente– de amigos. En su edad adulta no les quedan amigos de infancia. Ni les interesan los estudios, ni mucho menos el daño que puedan hacer a sus compañeros.

Algunas de los rasgos con los que Breivik se autodefine nos lo siguen situando como psicópata: las relaciones sexuales de estos enfermos son curiosas, habitualmente adoptan rasgos bisexuales. Les interesa muy poco la sexualidad como no sea como un medio para alcanzar un fin: la obsesión del momento, el escalar, el asegurarse una tranquilidad económica, el obtener, en definitiva, cualquier tipo de beneficios.

El psicópata funciona con una lógica propia: todo lo que le favorece y le facilita alcanzar sus objetivos es bueno, todo aquello que le impide llegar a ellos, es negativo. La ética y la normal moral, la ley unánimemente aceptadas, son para él peligrosas y, por tanto, es hostil a ellas. Al psicópata no le importa –y esto es particularmente importante en el caso de Breivik– hacer daño, estafar, engañar, arruinar a alguien e incluso asesinarle sin sentir el más mínimo complejo de culpabilidad. Para él, las personas con "cosas" destinadas a satisfacer sus fantasías, obsesiones y ambiciones. Jamás experimenta la más mínima sensación de remordimiento. Ahora bien, si es cierto que en determinados sujetos, especialmente en aquellos que han sido educados en ambientes católicos, se evidencia un complejo de culpabilidad latente que es causa todavía de mayores perjuicios: tiende a sublimar su complejo de culpabilidad encontrando siempre a alguien más culpable que él: los islamistas, por ejemplo, o los nazis, o los “marxistas”. Y eso lo repetirán una y otra vez a lo largo de su vida. Carecen completamente de empatía con los demás, no perciben cuando hacen daño a otros, ni tampoco les interesa, solamente trabajan por la satisfacción de su ego. Su encanto es superficial, causan una buena primera impresión que se va diluyendo a medida que se les conoce mejor, tienen pocas reacciones afectivas, en ocasiones suelen recurrir al suicidio o amenazar con él, su capacidad de razonamiento es insuficiente, no aprenden con la experiencia, experimentan una imposibilidad manifiesta para amar, suelen ser muy mentirosos y propensos a fantasear, sus códigos de comportamiento son propios y no tienen nada que ver con los demás. Estas características –que todos los manuales sobre la psicopatía consideran como rasgos habituales de esta dolencia– están indiscutiblemente implícitas en los 1.500 folios del manifiesto de Breivik–.

Otro rasgo del psicópata es su mala memoria patológica. Suelen olvidar lo esencial de lo que han hecho el día anterior. Llama la atención, por ejemplo, que en el diario de Breivik aparezcan algunas contradicciones: da cifras diferentes sobre el dinero que consiguió reunir para preparar los atentados pero no explica cómo lo obtuvo, menciona algunos episodios cuestionables y ni siquiera está claro si la orden neotemplaria que fundó contaba con algún miembro más aparte de él. Algunas peripecias –como el intento de comprar armas en los medios de la delincuencia en Chequia (pág. 1421) son novelescas y prácticamente increíbles, como sus contactos en Monrovia– y, finalmente, en la última página del diario explica que se le están acabando los fondos (que sólo unas páginas atrás hacia establecido en 500.000 euros en un lugar y en 4.000.000 euros en otro). Es inevitable percibir el aroma de la mentira deliberada en estos fragmentos, agravada por la proverbial falta de memoria propia de los psicópatas.

A pesar de que en el momento de escribir estas líneas da la sensación de que faltan elementos para completar la ecuación personal de Breivik (éste se ha negado a ser examinado por psiquiatras noruegos y ha puesto como condición incomprensible el que lo hagan psiquiatras… japoneses), lo cierto es que hay una serie de rasgos indelebles, deducidos de su escrito, que coinciden con los rasgos de la personalidad psicopática.

2.– Un autodidacta

La preparación intelectual de Breivik no era mala, conocía –como hemos visto en el capítulo anterior– lo esencial del pensamiento liberal, desde el clásico hasta el contemporáneo. Precisamente ese detalle y el hecho de que no realizara ninguna crítica al liberalismo es lo que nos ha permitido llamarlo “ultraliberal”. Como hemos resaltado en ese momento, no hay huellas de otro tipo de pensamiento, ni siquiera se ha interesado por la obra de los intelectuales identitarios (Faye), por la nouvelle droite (Benoist) o por cualquier otra corriente de pensamiento. Su formación tiene a Internet como centro. Era lo que podía ser considerado como “adicto a la red”. No recomienda apenas la lectura de libros, pero, en cambio, cada capítulo de su obra está seguido por un número variable de referencias a Webs, blogs y foros informáticos. Salvo la obra de Fjordman que aprecia y en la que se inspira, citándola a menudo como hemos visto, no le interesa ningún otro intelectual. Ha leído la obra de Bat Ye’or (a la que cita en 24 ocasiones), pero solamente porque elogia a Israel y alude al peligro islámico en Europa.

No es un hombre ordenado, sistemático, minucioso. La sensación que da su obra es la de ser un inmenso caos inorgánico en donde aparecen integrados elementos que nunca antes nadie se había arriesgado a unir: liberalismo con templarismo, recetas de explosivos con Friedrich Hayek, sexualidad (las referencias al sexo superan el centenar) con historia sui generis del peligro islámico, look con anti nazismo, y así sucesivamente.

Es lo propio del autodidacta. Aquella persona que no ha recibido una formación orgánica en una materia y que ha querido investigar por sí mismo, tiene siempre cierta tendencia a perderse. La egomanía le impedía admitir que tenía un maestro formador e incluso le impedía buscarlo. Su búsqueda se resolvía siempre en Internet y su falta de capacidad crítica hacía que no fuera capaz de operar la distinción entre las fuentes “fiables” y las fuentes “indignas de crédito”. El resultado es una amalgama inorgánica, un cut and paste de materiales muy diversos con el resultado de un mamotreto difícilmente digerible, contradictorio en algunos extremos, además de confuso y delirante. Decepciona para quien aspiraba a encontrar raíces profundas y un pensamiento –por delirante que fuera– cerrado y acabado con referencias a los grandes intelectuales europeos (a Nietzsche, por ejemplo, que solamente es citado una vez, Schopenhauer que ni siquiera aparece, como no aparecen Descartes, Platón, Séneca, Heidegger, etc. La filosofía no era lo suyo: lo suyo era, simplemente, la obsesión anti islamista y para satisfacerla surfeaba en los blogs de Eurabia, en webs anti islamistas, aludía al marxismo como si todavía viviera su mejor momento y no percibía que hacía ya 30 años que había sido arrojado al basurero de la historia. Confundía términos: hablaba de marxismo refiriéndose a la socialdemocracia (que había iniciado el abandono del marxismo desde el ya remoto Congreso del SPD en Bad Godesberg), reducía todo el “multiculturalismo” al “socialismo” (y, como Hayek, para quien cualquier cosa de no era capitalismo era “socialismo”, para él cualquier cosa que era “multiculturalista” era, por eso mismo, socialista), no había identificado siquiera el foco emisor del multiculturalismo (tan solo menciona en cinco ocasiones a la UNESCO y siempre relacionada con eventos de promoción del islamismo) y así sucesivamente.

Llama la atención que un pensamiento tan mal construido, tan limitado, tan contradictorio, fuera capaz de expresarse con semejante brutalidad y la irrelevancia doctrinal de sus 1.500 folios contrastan con el horror ilimitado que causó su acción y que, como hemos visto, es mucho más fácil interpretar en clave psicológica que en clave política.

 

© Ernesto Milà – infokrisis – http://infokrisis.blogia.comhttp://info–krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

El rostro de Breivik (II)

2. Lo que sí creía ser Anders Behring Breivik

A pesar de que Breivik cite a numerosos autores en sus escritos, a poco que uno se adentra en las 1.500 páginas de su manifiesto percibe el caos que llevaba en su interior: mezcla de autores mal asimilados, búsquedas inorgánicas en Internet que no tenían en cuenta el paso del tiempo y el que informaciones exactas hoy se van modificando a medida que avanza la flecha del tiempo, una ausencia completa de evaluación sobre la solvencia de las fuentes y, finalmente, errores metodológicos debidos a su particular ecuación personal con mucho de psicópata y mucho más de paranoico.

Anders Behring Breivik tenía una percepción alterada de sí mismo: tendía a sobrevalorar su ego tal como lo demuestra el que incluyese un amplio capítulo sobre cómo elaboró la bomba; esta egomanía la confirma el hecho de que jamás se sintiera integrado en organizaciones creadas por otros hasta el punto de que en 2002 sintió la necesidad de crear su propia orden neo–templaria. La egolatría es, siempre, uno de los rasgos más acusados de la personalidad del psicópata.

Pero Anders Breivik se veía a sí mismo de una manera muy diferente a cómo lo veían los que le rodeaban. Ya hemos visto lo que no era (la imagen que los medios han pintado de él) falta saber ahora qué visión ideológica había asumido y en función de la cual realizó las masacres de Oslo y de Utoya… y lo que encontramos no tiene nada que ver con lo que las grandes cadenas mediáticas han dicho sobre él. Una vez más, para saber por dónde discurría el pensamiento de Breivik hay que recurrir a la única fuente a nuestro alcance: su manifiesto de 1.500 páginas. Y mientras alguna orientación es obvia (la anti islamista), otras son encuentros imprevistos con familias ideológicas de las que los medios de comunicación se han guardado mucho de mencionar.

a.– Un anti–islamista

La palabra “Islam” es, con mucho, la que más veces aparece en el manifiesto de Breivik, exactamente en 1.465 ocasiones e “Islamic” en 1.358 ocasiones y “Muahmmad” en 232 ocasiones. Estas palabras son siempre citadas hostilmente por distintos motivos. Sin embargo, la palabra “immigration” aparece solamente en 486 ocasiones. Esto da que pensar: para Breivik el problema no es la inmigración masiva que están soportando los distintos Estados europeos, sino el hecho de que buena parte de esta inmigración procede de países islámicos… ¿Y qué ocurre con la inmigración procedente de países no islámicos? Andinos, subsaharianos, romanís, etc..., no parecen importar gran cosa a Breivik: en realidad, carecen de un proyecto político–místico expansionista, no tienen fedayines, ni muhaydines, ni talibanes, ni nada parecido, pertenecen a pueblos muy diversos sin denominador común, así que para él no constituyen absolutamente ningún peligro, o si los considera como tal se trata de un peligro muy secundario, casi irrelevante. Los “hombres negros” solamente son mencionados en cuatro ocasiones y de manera particularmente benévola: en la pág. 633, por ejemplo, considera que el rap es perjudicial incluso para la comunidad negra y en cuanto al hip–hop, explica en la misma página, que “[sus] expresiones y gestos (…) pueden impedir a un joven negro interactuar cómodamente con los compañeros de trabajo y clientes”, por lo que alarmará a los empleadores. Y en la página 1.147 elogia a los negros norteamericanos “que debieron desarrollar juntos la fuerza, la perseverancia y la resistencia para sobrevivir”. Estos párrafos, por sí mismos bastarían para ver en Breivik a alguien carente de prejuicios racistas. El tema racial le interesa pero casi de manera erudita. Es capaz, por ejemplo, de elaborar un listado de “cruces étnicos” (véase página 1.165) pero en absoluto extrae consecuencias y las que extrae son meras divagaciones y en absoluto radicales. Dice, por ejemplo, en esa página que “Cada tribu tiene que hacer absolutamente todo lo posible para que no ser atacada por otra tribu mediante la demografía, la inmigración o la tasa de natalidad”.

Noruega tiene una población inmigrante del 15%, entre 70 y 750.000 personas (incluida la población considerada como noruega administrativamente, pero compuesta por inmigrantes naturalizados), constituida por somalíes, árabes, albaneses, turcos y paquistaníes. Solamente en 2010 entraron 73 852 inmigrantes... El número de inmigrantes en Noruega es parecido al que hay en Cataluña (un 17-18%). La Oficina Central de Estadística Noruega prevé que la cantidad de inmigrantes y nacidos de padres inmigrantes aumentará desde la cifra actual que considera esta misma oficina, 0,6 millones en 2011 hasta 1,7 millones en 2060. En Oslo el número de inmigrantes alcanza el 34% de la población total. El número de islamistas en relación a la población en 2009 era de un 4-5%. Estas cifras, aun siendo tres veces más altas que las que da Wikipedia  (http://es.wikipedia.org/wiki/Noruega ) no explican la paranoia antiislámica de Breivik.

…Ahora bien, no todo el texto ha sido escrito por Breivik, en varias ocasiones éste cita artículos o fragmentos de artículos pertenecientes a un misterioso “Fjordman”: concretamente 37 artículos aparecidos en el blog http://fjordman.blogspot.com cuyo autor en total está citado en 111 ocasiones. La sensación que da es que “Fjordman” es el mentor ideológico de Breivik o al menos alguien en el que confía y al que le debe buena parte de su formación ideológica y de sus opiniones. Fjordman: ¿quién es Fjordman? Tardó poco en ser identificado después de los crímenes de Oslo y Utoya. De hecho, se trató de la persona más buscada en las horas siguientes a los atentados.

El verdadero nombre de “Fjordman” es Peder Jensen Nøstvold, un blogero noruego activo en el movimiento contra la jihad islámica y que sostiene que el multiculturalismo y muy especialmente la inmigración musulmana constituyen una amenaza a la civilización occidental. Pocos días después de la masacre, Jensen concedió una entrevista al informativo digital VG–Nett (que puede leerse en inglés en http://www.vg.no/nyheter/innenriks/oslobomben/artikkel.php?artid=10089390) en el curso de la cual expresa su sorpresa por haber sido citado por Breivik y considerado como inspirador doctrinal de la masacre. Fjordman–Jensen fue interrogado durante horas por la policía. Se trata de una persona de 36 años cuya vida quedará, a partir de ahora, condicionada por el atentado y por la utilización que Breivik hizo de sus textos. Al ser entrevistado (el jueves después de los atentados, es decir seis días más tarde) manifestó que no le quedaba más remedio que entrar en clandestinidad. El periodista que lo entrevistó lo definió como “De voz suave y sencillo, vestido con una camiseta blanca y jeans oscuros. Dice estar horrorizado por haber citado un total de 111 veces en el manifiesto Breivik”.

Jensen explicó que entre 2009 y 2010 recibió varios correos electrónicos de Breivik en los que le comunicó que estaba escribiendo un libro. En uno de estos intercambios de emails, hacia finales de 2009, Breivik le pidió conocerlo personalmente a lo que Jensen se negó. Explica: “No sé por qué quería reunirse conmigo, pero me negué. No por sus puntos de vista extremistas, sino porque no parecía interesante. «Castillos en el aire», me dije a mí mismo cuando volví a leer los correos electrónicos”. Explica luego que se siente obligado a dar una explicación a toda la nación y que la policía confiscó su ordenador en un intento de implicarlo en los crímenes.

Afirmó que solamente había tocado un arma durante su servicio militar obligatorio y que había cursado estudios de cultura y tecnología en la Universidad de Oslo, y ha estudiado árabe en la Universidad de Bergen y en la Universidad Americana en El Cairo. Es, pues, un hombre bien informado sobre la realidad de los países islámicos y su tesis trató sobre la censura y los blogs en Irán. Jamás ha militado en ningún partido político. Había nacido en el seno de una familia de izquierda socialista y durante un período militó en las Juventudes Socialistas.

Explica más adelante que “el punto de inflexión en la vida de Jensen llegó cuando era un estudiante en El Cairo durante los ataques del 11–S”. Explica: "la prensa occidental afirmó que los árabes no estaban contentos con los ataques. Esto no es cierto. Algunos de mis vecinos celebraron el acontecimiento con una fiesta espontánea, y sentían que los ataques habían sido geniales”. Después de esto, Jensen comenzó a enviar comentarios a los principales diarios de Noruega, pero sus opiniones ya anti–islamistas no fueron publicadas por los medios lo que le decidió a lanzar su propio blog utilizando el alias de "Fjordman" en 2005. Desde principios de 2002 hasta mediados de 2003, trabajó como observador para el ministerio noruego de Asuntos Exteriores y formó parte de la Misión Internacional en Hebrón. Sus escritos fueron reproducidos en blogs belgas y austríacos y una selección de ellos fue impresa por la editorial virtual lulu.com. Su blog consta de cientos de artículos sobre los temas más variados "desde la astrofísica hasta la historia del chocolate y la cerveza". Sería difícil ver en estos millones de palabras –dice que ha publicado unos 2.000.000 de palabras y que ha sido leído por millones de personas– rastros de extremismo político. Por supuesto, los textos más polémicos, los que han tenido más lectores y los que se han reproducido en más blogs son los anti–islámicos.

Su reacción inmediata tras los atentados fue malentendida por la policía: pocos minutos después de que se difundiera la noticia del atentado de Oslo definió al primer ministro noruego, Jens Stoltenberg como  “un tonto patético para el islam” y tras conocerse el tiroteo de Utoya  –cuando todavía no se sabía exactamente qué es lo que había pasado ni quién era el responsable– describió a los jóvenes socialistas como una "banda anti israelí y pro palestina”. Solamente más tarde, cuando se enteró de que Breivik lo consideraba casi como su inspirador intelectual, en un reflejo de autodefensa, lo definió como un "psicópata violento".

El blog de Fjordman contiene artículos en inglés y en noruego sobre el Islam, la democracia, el multiculturalismo, la Unión Europea y la cultura occidental. Las tesis que sostiene son las conocidas como “Eurabia”, proyecto que Breivik asume sin fisuras (cita este concepto en 112 ocasiones siempre elogiosamente). La Agencia de Noticias de Noruega definió a Fjordman como “una voz central de extrema derecha anti–islámica en Europa” (lo que, como mínimo parece aventurado… especialmente porque el proyecto Eurabia apunta más a fuerzas conservadoras de derechas como veremos más adelante). En cambio Fjordman negará ser un supremacista blanco, rechazará ser racista si bien sostendrá que solamente los pueblos blancos se aferran al universalismo mientras el resto de pueblos defienden especialmente a su propio grupo étnico. También, como Breivik, se declara antinazi y llega incluso más lejos acusando a los actuales gobiernos europeos de ser “nazis invertidos” al dar por sentado “que los pueblos blancos deben tener menos derechos que otros y pueden ser colonizados y sometidos a limpieza étnica impunemente”.

La idea de Breivik de que lo esencial de la violencia racista en los países occidentales está protagonizada por pueblos no europeos contra los europeos procede de Fjordman, de la misma manera que la idea de que los culpables de esta situación son “los socialistas”. Para ambos –pero los criterios de Breivik pertenecen a su mentor, Fjordman– “Occidente” no ganó la guerra fría en la medida en que todavía sigue existiendo el “socialismo”. Ninguno de los dos realiza una distinción clara entre “socialismo”, “socialdemocracia” y “comunismo”. Fjorman explica en su blog: “Los medios de comunicación occidentales trata a los musulmanes que atacan a la civilización occidental con más indulgencia que a los blancos que tratan de defenderse”. Y añade: “Las posiciones crítica ante la inmigración masiva son sistemáticamente satanizados como racistas, intolerantes, "extrema derecha" o de los fascistas y los nazis... Sin embargo, los grupos musulmanes que apoyan el terrorismo y quiere destruir la civilización occidental se llaman moderados en los medios occidentales”.

Ahora ya sabemos de dónde procedía la obsesión anti islamista de Breivik, poco justificada a raíz de la baja presencia de islamistas en Noruega: procedía de un bloguero situado en la línea de la “Operación Eurabia”. ¿Qué es y que implica este concepto?

Se trata de un concepto que proclama que en apenas unas décadas la cultura dominante en Europa será la islámica a causa de la inmigración masiva que padece el Viejo Continente. Se trata, obviamente de una exageración malintencionada difundida por una autora judía, Bat Ye’or (בת יאור, literalmente “Hija del Nilo” y de verdadero nombre Giselle Littman, nacida en Egipto, apátrida y residente durante muchos años en el Reino Unido y Suiza, que ha pronunciado conferencias en el Congreso de los EEUU y en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU) en un intento de beneficiar propagandísticamente al Estado de Israel y tratar de cambiar la opinión de los países europeos en relación al conflicto de Oriente Medio. La táctica consiste en aprovechar las resistencias que está encontrando la presencia de inmigrantes procedentes de países islámicos en Europa para sugerir a los europeos que ellos están del mismo lado que el Estado de Israel en la común lucha contra los árabes.

El centro de la reflexión de Bat Ye’or es la situación de los “dhimmis” (nombre con el que se conocen a los judíos y cristianos que viven en territorios islámicos). Menciona a Bashir Gemayel, el jefe de las milicias falangistas libanesas pro–israelíes, asesinado en 1982, como creador del concepto de “dhimmitud” que sería la sumisión al dominio islámico de las tierras y de los pueblos. La “dhimmitud” se hace efectiva cuando los no musulmanes pagan un tributo al poder islamista a cambio de recibir protección (“dhimma”). En su último libro, Eurabia: The Euro–Arab Axis, (2005, Fairleigh Dickinson University Press) expone la teoría de la colonización islámica de Europa mediante la inmigración.

En su obra Islam and Dhimmitude: Islam and Dhimmitude: Where Civilizations Collide (2001, Fairleigh Dickinson University Press) relata la destrucción de la comunidad judía egipcia (a la que pertenecía) y realiza una equivalencia entre “dhimmitud” e inseguridad y humillación de los infieles. Termina explicando que la “dhimmitud” es la consecuencia y el objetivo último de la Jihad (la guerra santa). De manera demasiado aventurada explica que la política de la Unión Europea en relación a Oriente Medio es pro–árabe (en realidad es más bien neutralista) desde la primera crisis del petróleo en 1973 que coincidió con el aumento de la presencia de inmigrantes islámicos en ese país. Francia pretendía –según esta interpretación– ganar poder para disminuir el poder de los EEUU, congraciarse con los regímenes árabes y asegurar el suministro de petróleo. El resultado fue una política anti–israelí desde entonces por parte de los gobiernos europeos (cuando en realidad, se trató y se trata de una oscilante política limitada de conciliación entre las dos partes).

Esta concepción de “Eurabia” ha ganado adeptos en la derecha y especialmente en algunos grupos anti–inmigración europeos. Guillaume Faye ha asumido en gran medida esta tesis de la identidad de destino entre Europa, Israel y EEUU. Y en los medios anti–inmigración europeos se suelen leer la treintena de webs y blogs que difunden las tesis de Eurabia. Y esto es peligroso para este sector político, porque Eurabia no es un concepto político o geopolítico: es una operación de inteligencia destinada a hacer aumentar la opinión favorable al Estado de Israel en Europa. Para ello, los blogs “Eurabia” suelen distribuir “información averiada” sobre el Islam y nunca puede saberse si los datos contenidos en ellos son reales o falsos. Así, por ejemplo, las acusaciones que suelen difundir estos blogs sobre la “pedofilia” de Mahoma o sobre prácticas pedófilas realizadas en los países árabes son completamente falsas y demuestran precisamente que se trata de operaciones psicológicas dirigidas desde Israel y probablemente ejecutadas por las agregadurías de prensa de las embajadas judías en Europa. A Israel no le basta que la Unión Europea promueva una política de negociación, estimule encuentros entre las partes enfrentadas en Oriente Medio y mantenga equilibrios entre las partes: Israel practica el principio de “el que no está conmigo está contra mí” y aspira a lo imposible: cambiar la percepción hostil que suele ser habitual en Europa hacia la política judía, frecuentemente intolerante, belicista y agresiva, por una política de solidaridad y apoyo plenos… ¿Y la presencia islámica en Europa? A Israel le importa poco que los núcleos islamistas en Europa crezcan más o menos: lo único que le importa es su causa, la supervivencia del Estado de Israel que precisa, no solo del apoyo de los EEUU, sino también de la Unión Europea. El enfrentamiento entre judíos y palestinos dura ya casi 70 años y ha ido empañando progresivamente la imagen de Israel especialmente en Europa. A diferencia de en los EEUU en donde el judaísmo tiene una influencia decisiva en medios de comunicación, industria del cine, comunicaciones y finanzas, en Europa el rol efectivo de los ciudadanos de origen israelita es mucho menor. Además, el judaísmo europeo está incluso dividido en relación a la percepción del problema de Palestina y carece de capacidad efectiva para que su presión sobre los gobiernos europeos sea decisiva y capaz de influir en la actitud de la Unión Europea en relación a este conflicto. Israel ha utilizado históricamente la cuestión del “holocausto” para congraciarse con la opinión pública europea. Ha bastado cualquier repunte de la conflictividad en Palestina para que los “agentes de influencia” israelitas distribuidos por todo el mundo pasaran a la ofensiva contrabandeando el desprestigio del Estado de Israel en estas cuestiones acentuando la victimización apelando al sentimentalismo y la emotividad europea con recuerdos sobre lo que se ha dado en llamar “holocausto”.

Sin embargo, esto ha logrado mantener solamente una especie de cordón umbilical emotivo, pero muy tenue, entre Europa e Israel que nunca ha ido muy lejos, especialmente porque en materia de política internacional los gobiernos europeos han mantenido la cabeza fría e Israel ha sido considerado como una especie de portaviones norteamericano en Oriente Medio y un foco permanente de conflicto. En momentos en los que Europa ha mantenido deseos de autonomía en relación al “imperio”, se ha acentuado la tendencia a participar en “procesos de paz”, facilitar negociaciones y ayudar a Palestina a que tenga algo parecido a un Estado. Por el contrario, en momentos en los que los gobiernos europeos han sido más partidarios del alineamiento pro–norteamericano, más se han inhibido de participar en iniciativas políticas en Oriente Medio, dejando al binomio EEUU–Israel la resolución del conflicto.

Pero a principios del milenio se puso de manifiesto una nueva variable en la ecuación. Desde el 11–S y más especialmente desde los meses previos al ataque a Irak, la opinión pública norteamericana tiene tendencia a considerar a Europa como “continente en fase de islamización”. De un lado se difunde la idea de que “París es islámico”… (que no está completamente desprovisto de sentido si tenemos en cuenta que el número de menores de 25 años de origen magrebí en París y Banlieu ya es superior al número de franceses de etnia europea y mucho más si tenemos en cuenta que el número de mezquitas aumenta en Europa más que en lugar alguno del mundo). Para colmo Turquía y Marruecos, avalados por algunos Estados europeos (entre ellos España) mantienen sus aspiraciones a ingresar en la Unión Europea y, entre tanto, colonizan los mercados continentales con sus productos agrícolas.

Formulado en forma de “teoría política”, “Eurabia” apenas es un mecanismo ideológico destinado, no tanto a ganar adeptos para la causa israelí, como a aumentar la brecha entre Europa y los regímenes árabes… que, en consecuencia, tiende a beneficiar al Estado de Israel.

Los principios de Eurabia son falsos:

– No es Europa quien ha pactado de espaldas a su aliado, EEUU, con los países árabes, sino EEUU quien ha hecho precisamente eso. Léanse las obras de Alexandre del Valle para conocer los apoyos documentales sólidos que demuestran que EEUU mantiene alianzas con buena parte del mundo árabe, incluso con los regímenes como el de Arabia Saudí más fundamentalistas y ello desde los años 30, siendo una constante de la política norteamericana desde entonces.

– La crisis iniciada con la guerra del Yon Kippur en 1973 sirvió, no para alinear a Europa con el Mundo Árabe, sino para romper y dividir al mundo árabe y lograr que algunos países que hasta  ese momento habían estado alineados con la URSS (Egipto, especialmente) pasaran a situarse bajo la órbita de EEUU.

– No es Europa quien se ha aproximado a Turquía y Marruecos, sino los EEUU los que desde hace más de diez años presionan a estos gobiernos para que entren en la UE y en ambos, en ambos, existen bases militares norteamericanas operativas.

– En cuanto al olvido de las “raíces cristianas” de Europa en el proyecto de Constitución Europea se produjo en un momento en que la socialdemocracia gobernaba en buena parte de Europa, exactamente en doce de los diecisiete Estados de la UE de la época. Hoy, cuando el socialismo gobierna en apenas tres países europeos, ni una sola fuerza política continental de peso apoya la entrada de Turquía en la UE (salvo en España que, como efecto precisamente la presión norteamericana, pues tanto Aznar como ZP la siguen apoyando…). No es “Europa” quien oculta esas “raíces cristianas”, sino la socialdemocracia europea… que hoy está sin duda atravesando una crisis histórica previa a su descomposición continental.

– En cuanto a la compatibilidad entre Islam y democracia, se trata de una doctrina norteamericana puesta en marcha en Afganistán e Irak convocando elecciones democráticas, no la actitud europea que se ha limitado –como máximo– en ir a remolque.

El objetivo de esta operación era: transformar el miedo del europeo medio al islamismo en una visión hostil hacia el binomio inmigración–etnia–religión–islamismo que generase en el objeto receptor del mensaje una situación mental predispuesta para apoyar y “comprender” al Estado de Israel y a su actuación en Oriente Medio por aquello de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”, que a fin de cuentas era lo que se buscaba.

Frecuentemente hemos visto como difundían material burdamente falsificado haciendo especial énfasis –no en vano el actual jefe de operaciones psicológicas del Mosad tiene formación freudiana– en las perversiones sexuales del Islam. La habilidad de esta operación psicológica ha consistido en mezclar elementos auténticos, chocantes para la cultura europea (poligamia, harenes, velo, cierto menosprecio por la condición femenina, ablación del clítoris que, a fin de cuentas, es una costumbre pre–islámica extendida en África negra), con episodios pura y simplemente inventados que hacen alusión a la pederastia (hace unos meses estos medios difundieron fotos de una “boda” entre palestinos y niñas de 6 a 8 años… que resultó ser algo muy diferente: un homenaje a los huérfanos palestinos). Lo que se pretende es generar la náusea hacia las “prácticas islámicas”… Y hay que reconocer que para un público poco exigente desde el punto de vista cultural, habitualmente poco informado sobre el mundo islámico y sin conocimientos sobre esa religión, esa operación psicológica ha cosechado algunos éxitos especialmente entre grupos anti–inmigración europeos.

Por todo esto es preciso alertar sobre los riesgos de visitar las páginas rotuladas como “Eurabia”, reproducir su material y elaborar, a partir de estas fuentes, otros artículos. Se trata casi completamente como hemos dicho de “mercancía averiada”. En cuanto a los “análisis” sobre la religión islámica, formuladas desde las páginas web que se reclaman de esta tendencia, todas, absolutamente todas, parten de los laboratorios de operaciones psicológicas del Mosad y ni uno sólo está avalado por departamentos universitarios especializados en historia de las religiones. Se trata siempre de material “interesado”, mera intoxicación informativa. Y este es el gran problema: porque si existe el “terrorismo islámico” en la forma en la que ha sido presentado desde los EEUU ¿qué necesidad hay de desviar la atención hacia la religión y falsear burdamente lo que es la religión islámica como se hace constantemente desde las webs de “Eurabia”? Ninguna… Lo que se busca no es “conocer la verdad” sobre el Islam: sino predisponer a los europeos a favor de quienes combaten verdaderamente al Islam, esto es, el Estado de Israel…

Afirmar, por ejemplo, la pederastia de Mahoma, supone ignorar las tradiciones de las tribus árabes en las que nació Mahoma y a las que transformó en “pueblo”. La pederastia no existe en el Islam más que en cualquier otro horizonte cultural. Por otra parte, a otras latitudes, otras tradiciones y a otros siglos otras costumbres. Si tenemos en cuenta que los países islámicos mantienen un atraso secular de entre 3 y 4 siglos (o 10 en el caso afgano) se entenderá perfectamente que algunas costumbres árabes sean chocantes para un europeo laico del siglo XXI. A finales del siglo XVIII la guillotina era mucho más habitual en Francia de lo que hoy es la lapidación en cualquier estado islámico… Hoy en cambio, la guillotina revuelve las tripas de todo europeo y habrán de pasar unos siglos todavía para que ocurra lo mismo con la lapidación en el mundo árabe.

Por otra parte, quien recuerde que Mahoma “esposó” con una niña de 9 ó 12 años, se arriesga a que le repliquen –entre decenas de ejemplos– que Abraham hizo pasar a su esposa por “hermana” a fin de que copulara con egipcios y poder extraer ventajas, por no hablar de la edad de la Virgen María cuando esposó a San José… Sin olvidar que, tal como ha demostrado Mircea Eliade y tantos otros, los “textos sagrados” no son relatos históricos sino narraciones con fines moralizantes y esotéricos que frecuentemente incluyen conceptos de numerología y claves simbólicas, y así ocurre con el Islam y con cualquier otra religión tradicional.

Eso por lo que a la historia sagrada de cada religión. Y en cuanto a la actualidad de la pederastia, unos pueden recordar a un imán huido de España por ese motivo… y otros pueden recordar los casos de pederastia que han estallado en los últimos años en el ámbito de la cristiandad y entre sus ministro… La objetividad y el amor por la verdad es una de las características propias de Europa: la verdad en Europa lo es todo desde el “Amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”.

No, el “frente religioso” no es, desde luego, el mejor para afrontar la polémica de la inmigración. Este “frente religioso” sirve sólo para idealizar a quienes combaten a los islamistas en Oriente Medio: esto es a Israel, “rodeado de pueblos salvajes que practican una religión salvaje” tal como sugiere la “Operación Eurabia”. Y aquí no pretendemos entrar ni salir sobre la naturaleza de ese conflicto lamentable que conocen cuatro generaciones de palestinos e israelitas. 

La idea de Eurabia hubiera pasado casi completamente desapercibida de no haber sido porque la periodista italiana Oriana Fallaci asumió sus tesis con posterioridad a los ataques del 11–S de 2001. En efecto, la periodista que hasta ese momento se había declarado apolítica, pero también antifascista, que junto con su amante Alekos Panagulis, había visto una increíble intencionalidad política en el asesinato de Pier Paolo Passolini, un mero crimen entre homosexuales, que había expresado su feminismo radical en muchas ocasiones y que se había sido al Partido Radical, se convertía en la última etapa de su vida, cuando ya estaba aquejada de un tumor incurable, en despiadada combatiente contra el fundamentalismo islámico. La Fallaci advirtió –en la línea de Bat Ye’or– a principios del siglo XXI que la presión inmigrante sobre Europa suponía la difusión del Islam en el continente. También en sus últimos años experimentó un giro en sus opiniones religiosas: la atea y anticlerical de toda la vida, se redefinió como “atea–cristiana” (véase la coincidencia en este terreno con las opiniones de Breivik, como veremos más adelante) e incluso se entrevistó con Benedicto XVI. Ese giro copernicano a las opiniones que había expresado a lo largo de toda su vida se prolongó entre el 11–S de 2.001 y la fecha de su fallecimiento en 2.006. El leit–motiv de su producción periodística en esos años fue la denuncia de un proceso de islamización de Occidente que habría contado con la complicidad de la izquierda europea: “Eurabia”. Y es aquí en donde la obra de las dos escritoras converge y termina influenciando en las apreciaciones de Breivik y de su mentor, Fjordman.

Pero, Bat Ye’or, mucho más que la Fallaci, condena la política “europea” (y no solo de la izquierda europea) por dos motivos: por considerarla anti–estadounidense y anti–sionista… La obra de Bat Ye’or es pues inseparable de los intereses de la política norteamericana en Oriente Medio y, naturalmente, de los intereses del Estado de Israel. Y, en realidad, mucho más inseparable de lo último que de la primero, pues, por ejemplo, en temas como la entrada de Turquía en la Unión Europea, Bet Ye’Or (y la Fallaci) se declaran radicalmente en contra, mientras que los últimos presidentes de los EEUU y en España tanto Aznar como Zapatero, se han erigido en los defensores de la candidatura turca. Por otra parte, sirve también a los intereses de la política exterior norteamericana pues, efectivamente, teme la aparición de un régimen autosuficiente en Europa y en buenas relaciones con el mundo árabe. Para filtrar esta posición aborda temas “sensibles” en Europa: la incompatibilidad cierta entre Islam y democracia (¿por qué la democracia debería ser un régimen exportable a todo el mundo?) y la defensa de las raíces cristianas de Europa (que serían las mismas que las raíces de los EEUU, “pueblo elegido de la modernidad” y, por tanto, resultante del “pueblo elegido de la antigüedad”, esto es, Israel. Tal es el esquema de Bat Ye’or popularizado y divulgado por la Fallaci. El esquema de Anders Bherin Breivik transformó en pesadillo. Éste conocía a la perfección la obra de Bat Ye’or a la que cita en su manifiesto en 65 ocasiones, directamente o a través de Oriana Fallaci (a la que cita 10 veces). Y, por supuesto, se identifica con el concepto “Eurabia” que cita en 174 puntos… No hay duda pues sobre el “anti–islamismo” que practicaba Breivik y sus implicaciones: defensa de Israel y del sionismo como aliado natural de “Occidente” (Europa + los EEUU) frente a la penetración árabe…

b.– Un defensor del “cristianismo cultural”

El cristianismo aparece en 1.140 ocasiones en el manifiesto de Breivik. Pero no siempre es tratado de la misma manera: existe desde una hostilidad manifiesta en algunos puntos y una admiración desmesurada en otros. Para Breivik el cristianismo es el artífice del mejor momento de la civilización cristiana, la Edad Media, en la que aparece una decidida voluntad de lucha contra el Islam en las Cruzadas y en la formación de órdenes ascético-militares de las que los templarios será aquella con la que realizará una identificación enfermiza.

En la mente simplista de Breivik, completamente agnóstico, el cristianismo es una palanca para impulsar la lucha anti-islámica en Europa que, a la posterior, no es sino la lucha en defensa del Estado de Israel y de los EEUU, pues en su criterio, todo, todo esto es “Occidente”. Israel es citado en 224 ocasiones, Occidente (West) en 434 y los EEUU (USA) en 62 ocasiones…

El manifiesto de Breivik llegó a conocimiento de la opinión pública siguiendo una extraña senda que Massimo Introvigne ha podido reconstruir apenas en parte (véase artículo publicado en http://www.ilgiornale.it/interni/perche_voleva_colpire_litalia_ratzinger/25–07–2011/articolo–id=536757–page=0–comments=1 ). Pocas horas antes del primer atentado de Oslo, el 22 de julio, Breivik envió el manifiesto a un cierto número de personas. Al día siguiente, Kevin Slaughter publicó el manifiesto en su blog ( http://www.kevinislaughter.com/2011/anders–behring–breivik–2083–a–european–declaration–of–independence–manifesto/ ). Pero lo que sorprende es que Slaughter no es un cristiano fundamentalista, ni siquiera un ateo agnóstico, es algo muy diferente a todo ello: es miembro de la Iglesia de Satán fundada por Sandor La Vey en los años 60 y que, según Introvigne, cuenta en Escandinavia actualmente “con el mayor número de adeptos”. Slaughter afirmó no conocer a Breivik ni haber mantenido contactos con él. El 28 de julio publicó en su blog este comunicado: “Ha comenzado a aparecer en la prensa extranjera sobre todo, que Breivik estaba en contacto conmigo. Ha quedado claro en varias ocasiones dónde y cuando encontré este documento en línea. Yo no había oído hablar ni había estado en contacto con Breivik ni conocía este documento antes de sus acciones terroristas en Noruega”. El misterio subsiste pues: ¿Quiénes fueron las personas a las que Breivik envió su manifiesto y porqué es precisamente un miembro de la Iglesia de Satán quien lo difunde en Internet? ¿Cómo llegó el documento a Slaughter?

A Introvigne no se le escapa el hecho de que uno de los elementos que más han llamado la atención en el manifiesto de 1.500 páginas (y que los medios de comunicación de todo el mundo han soslayado y silenciado de manera increíble y al unísono) es la defensa del Estado de Israel partiendo incluso de conceptos muy populares en el siglo XIX en donde a través de los escritos de Chamberlain se consideraba que los judíos (y más concretamente, los galileos) eran “étnicamente afines a los pueblos del Norte de Europa” y lanza un concepto nuevo como autodefinición ideológica: “cultural Christian”, cristiano cultural. Por ejemplo, cuando describe los “Requisitos para convertirse en Gran Maestro Supervisor” de su orden neo–templaria, escribe: “El individuo necesita un historial no necesariamente militar de cristiano cultural conservador y activista (anti–Jihad). El individuo tiene que ser un cristiano europeo, y como tal debe ser compatible con las tradiciones judeo cristianas. En otras palabras, el individuo tiene que oponerse a la islamización
de Europa y al multiculturalismo (…) No debe tener un historial de racismo o de apoyo al conservadurismo racial” (pág. 1.073). “… Hay que apoyar a los conservadores, anti–pacifistas, de los líderes cristianos culturales y asegurarse de que son capaces de influir en las iglesias europeas. No obstante, hay que distinguir claramente. La Iglesia no debe poner ningún límite alguno sobre cuestiones relacionadas con la ciencia, la investigación y desarrollo. Europa seguirá siendo el centro mundial de investigación y desarrollo en todas las áreas, reforzado por una predecible y "inmutable" marco cultural. De nuevo, esto reforzará considerablemente la cohesión de la sociedad europea y por lo tanto contribuirá a la formación de sociedades sostenibles, donde la armonía, el progreso, la libertad y la promoción de la humanidad sean los pilares primarios de la civilización” (pág. 1308).

A la pregunta que se auto formula sobre si ateos u odinistas podrían unirse a su orden neo–templaria a pesar de no ser ni cristianos ni católicos, él mismo se responde: “Si quieren luchar por la cruz y morir bajo la "cruz de los mártires", es necesario que sean cristianos practicantes,  agnósticos o ateos cristianos (cristianismo cultural). Los factores culturales son más importantes que su relación personal con Dios, Jesús o el Espíritu Santo. Incluso los Odinistas puede luchar con nosotros y serán considerados como hermanos en esta lucha, siempre y cuando acepten los principios fundadores de los Caballeros Templarios y estén de acuerdo en luchar bajo la cruz de los mártires. La esencia de nuestra lucha es derrotar a los regímenes marxistas culturales y multicultural de Europa Occidental”, añadiendo: “He estudiado la mitología nórdica y tengo un gran respeto por las tradiciones odinistas. Me considero cristiano, pero el Odinismo es todavía y siempre será una parte importante de mi cultura y la identidad”. (pág. 1.360). Cabría añadir que el término “odinismo” aparece en 6 ocasiones en el documento. Y, finalmente, “Como cristiano cultural, creo que la cristiandad es esencial por razones culturales. Después de todo, el cristianismo es la única plataforma cultural que puede unir a todos los europeos, algo que se necesitarán en el próximo período en la tercera expulsión de los musulmanes” (pág. 1.361).

Los padres de Breivik eran agnósticos pero él eligió voluntariamente ser bautizado y confirmado en la Iglesia Luterana Noruega, para convencerse más tarde de que el protestantismo nórdico es el responsable de la entrada de inmigración islámica: “Creo que los protestantes han perdido “identidad” mientras que la Iglesia Católica mantiene un mínimo de la misma”, escribe. Pero no hay que considerar a Breivik como un “fundamentalista cristiano”, se mire como se mire, es agnóstico y el concepto de “cristiano cultural” es para él simplemente una forma de aprovechar lo que queda de positivo en el cristianismo como palanca para luchar contra el Islam. Su posición ante el cristianismo es ambigua y oportunista: al igual que su mentor intelectual, Fjordman, opina que “tras el Medievo, el cristianismo, cuyos únicos aspectos positivos eran de origen pagano, se convirtió para Europa en una amenaza peor que el marxismo”. Piensa que el Papa ha traicionado al cristianismo al haberse entrevistado con líderes islámicos en el marco del ecumenismo y acusa a Benedicto XVI de “Papa cobarde, incompetente, corrupto e ilegítimo”.

Se tratará pues de convocar un congreso “Cristiano Europeo” del que nacerá una nueva “Iglesia Europea” que será “identitaria y anti–islámica”. Quien se oponga será objeto de las acciones de los “justicieros templarios”, esto es víctimas de atentados terroristas, que les harán “odiados por todos: pero se tratará de una forma de “martirio templario” destinado a despertar conciencias”. Esta idea del “martirio templario” (una verdadera pulsión sado–masoquista propia de una personalidad enfermiza propensa a buscar justificaciones para matar y morir) es una idea que para Breivik resulta obsesiva y se repite en 60 ocasiones a lo largo del texto (“Templar martyrdom”).

Como maestro de la arsenical de perjuicios racistas de Breivik cabe citar el hecho de que en su manifiesto aluda frecuentemente a la situación del cristianismo en África y, en particular en Liberia, un país que le preocupa sobremanera, a causa de su guerra civil y que es citado por esta causa en 11 ocasiones... Pero también alude a Liberia como el país en donde sus “justicieros templarios” han sido entrenados por “extremistas serbios próximos a Karadzic fugitivos en África” (pág. 1.378) añadiendo algo que en estos momentos se ignora si la policía noruega ha podido confirmar: “A través de Internet me puse en contacto con conservadores culturales serbios. Este contacto inicial con el tiempo daría lugar a contactos con varias personas clave en toda Europa y con la formación del grupo que más tarde restablecería la orden militar y el tribunal de los Caballeros Templarios. Recuerdo que me hicieron una selección completa y verificaron mis antecedentes para asegurar que daba la talla deseada. Dos de ellos tenían reservas a invitarme  debido a mi corta edad, pero el líder del grupo insistió en mi candidatura. De acuerdo con uno de ellos, estaban considerando varios cientos de personas en toda Europa para un curso de formación. Me reuní con ellos por primera vez en Londres y luego en dos ocasiones en el Baltikum. Tuve el privilegio de conocer a uno de los más grandes héroes vivos europeos de la guerra en ese momento, un cruzado de Serbia y héroe de guerra que había matado a muchos musulmanes en combate. Debido a la persecución de la UE por supuestas crímenes contra los musulmanes entonces estaba viviendo en Liberia. Lo visité en Monrovia, justo antes de la fundación en Londres el año 2002”… Es difícil saber si este relato corresponde a un hecho auténtico, o si se trata del reflejo de un mitómano a fin de dar la sensación de que dispone de una amplia red de contactos, o simplemente es una extrapolación realizada a posteriori por alguien que pretende beneficiarse del “caso Breivik”, una intoxicación oportuna: no hay que olvidar que los atentados tuvieron lugar el día 22 de julio y que dos días antes, el 20 de julio, había resultado detenido Gozan Hadzic, el último de los prófugos serbios buscados por el Tribunal Internacional de La Haya. Hadzic fue el líder de la efímera República Serbia de Kraína, formalmente perteneciente a la República Croata que fronteriza con Serbia y poblada mayoritariamente por serbios. La inserción de esta historia (o “historieta”) en el mamotreto de Breivik en la que aparece “uno de los más grandes héroes vivos” es inseparable de lo ocurrido dos días antes y el texto parece sugerir que el personaje que dice haber conocido en Monrovia debería ser Goran Hadzic… cuyas responsabilidades en la guerra civil yugoslava quedarían así “actualizadas” y vinculadas a la masacre de Oslo.

Breivik explica que lo que le llevó presuntamente a Liberia fue el “cristianismo” de ese país enfrentado a los islamistas locales (como en otros países africanos) y fue allí en donde habían encontrado refugio los “cristianos” serbios que se habían enfrentado a los islamistas bosnios, albaneses y macedonios. En su obsesión anti–islámica esta perspectiva tiene cierta coherencia en el particular pensamiento de Breivik… salvo que el documento de 1.500 páginas haya sido “podado” en unas partes mientras que en otras se hayan realizado “injertos” antes de su publicación on line. Y si esto ha sido así –y nosotros apostamos a que así ha ocurrido– la mención a los “cristianos” serbios se explica solamente por la detención dos días antes de Goran Hadzic y con toda probabilidad es una interpolación de última hora: en efecto, ambos personajes se retroalimentaban, el hecho de que un “criminal serbio” indeterminado mantuviera relaciones con el “asesino de Oslo” contribuía a enfatizar, dramatizar y multiplicar en ambas direcciones la sensación de horror y el rechazo hacia el terrorismo. Pero esto tiene más aroma de operación de inteligencia y, concretamente, de operación psicológica que de otra cosa.

Anders Behring Breivik, contrariamente a lo que se ha dicho, no era un “fundamentalista cristiano”. Ni siquiera era cristiano. Su concepto de “cristianismo cultural” lo entendía como agnosticismo respetuoso con la tradición cristiana de Europa. Nada más. El hecho de que gustara difundir en Facebook su fotografía con el mandil masónico y que hubiera militado en la Logia Søilene (“Pilares”), que practica el Rito Sueco, muy hostil al fundamentalismo cristiano, indica que Breivik no tenía nada que ver con esta corriente.

El ocio que practicaba Breivik parece bastante siniestro. No se explica como éste “cristiano cultural” pudiera estar obsesionado por el juego de rol  on line World of Warcraft (https://eu.battle.net/account/creation/wow/signup/index.xml?gclid=CPLr3t39uqoCFcUMtAodXT4I5A , cuyo contenido se explica en http://es.wikipedia.org/wiki/World_of_Warcraft ) típico juego de “dragones y mazmorras” que cuenta con 11 millones de jugadores en todo el mundo y juego, en definitiva, que traslada a un mundo mágico repleto de brujas, magos, chamanes, etc, o qué le atrajo de una serie tan siniestra como Blood Ties (en España “Hijos de la Noche”), cuya protagonista, una ex policía de Toronto se une a un vampiro de 480 años de edad.

El hecho de que explique en la página 1.424 que reservó 2.000 dólares para contratar a una prostituta “de alta calidad (…) que contribuirá a aliviar mi mente” antes de la “ejecución de la misión” (alude a los atentados de Oslo y Utoya) “justo antes o después de asistir a la Iglesia Frogner”, o el que considere a Pin Fortuyn (al que cita junto a Theo van Gogh en 9 ocasiones) como uno de los modelos a imitar a pesar de su homosexualidad poco compatible con su “cristianismo cultural”, o la relajación condescendiente con la que aborda el problema del aborto, incluso sus visitas (en caso de ser real el informe de la policía noruega) a la principal página de sexo noruega, sirven para que el vicepresidente de la Alleanza Cattolica, Massimo Introvigne niegue por completo la adscripción de Breivik al espacio “cristiano”.

Escribe Introvigne: “Si Breivik tiene un enemigo, el islam, también tiene un amigo imaginario, con el que no parece que haya tenido grandes contactos directos: el mundo judío que considera como el baluarte anti musulmán más seguro. El terrorista muestra un verdadero culto hacia el Estado de Israel y a su fuerza militas que corresponden a una viva aversión al nazismo”. Breivik llega incluso a sugerir en un foto neonazi de Internet que “el error más espectacular de Hitler ha sido el no entender que los occidentales más puros y nobles son los judíos y que si se hubiera tenido que exterminar a alguien debería haberse hecho antes con los musulmanes de Oriente Medio”. Su ilimitada admiración hacia el Estado de Israel le lleva incluso a recuperar la vieja idea decimonónica, muy difundida en los ambientes masónicos nórdicos de esa época, según la cual “los habitantes de la Europa del Norte son también hebreos, descendientes de las tribus perdidas de Israel: el nombre de los “daneses” alude, por ejemplo, a la tribu de Dan, según explica. El movimiento anglo–israelita se escindió en el siglo XX en dos troncos. El mayoritario, violento y responsable de atentados en los Estados Unidos, sostiene que los europeos del Norte son hoy los únicos “hebreos” auténticos, mientras que los que se hacen llamar hebreos en Israel y en otros lugares, no lo son étnicamente, ya que serían mayoritariamente Khazaríes miembros de un tribu centro–asiática convertida al hebraísmo entre los siglos VIII y IX. De ahí la aversión del “movimiento de la identidad” de origen anglo–israelita contra Israel y sus lazos con grupos antisemitas y neonazis”. En los Países Nórdicos domina la corriente que considera que los judíos son “los verdaderos herederos de la tribu de Judá, a la espera de reunirse con los hermanos anglosajones y escandinavos de las tribus perdidas. Quien mantiene esta visión considera pues a los europeos del norte como hermanos de los hebreos y, lejos de ser antisemita, defiende de una forma muy extrema al hebraísmo y al Estado de Israel” (Introvigne).

Estas ideas delirantes tienen, por supuesto, una vertiente política: suponen municiones para reforzar el vínculo con el Estado de Israel de la misma intensidad que el delirio geopolítico de Bat Ye’or o de Oriana Fallaci. No se trata en absoluto de ideas “cristianas”, ni siquiera nada que tenga que ver con el “fundamentalismo cristiano” (que es otra cosa en sus distintas acepciones, un exceso de fe en la misión de esta religión y un retorno a sus consideradas fuentes originarias). Es una doctrina propia elaborada por Breivik, el “cristianismo cultural” que sitúa a la tradición europea como subordinada a la tradición judía en la que, a fin de cuenta, opina, están los “verdaderos” orígenes de los pueblos nórdicos. Ninguno de los caminos seguidos por Breivik conducen al cristianismo, ni mucho menos al catolicismo… todo, en cambio, lleva al Estado de Israel.

c. Un liberal radicalizado

¿Qué tienen en común Adam Smith, John Stuart Mill, Maquiavelo, Orwell, Thomas Hobbes, John Locke, William James o Ayn Rand? Absolutamente nada, salvo que están todos ellos recomendados por Breivik como alternativas a la “sociología marxista”. Salvo Orwell (antimarxista) y Hobbes (teórico del absolutismo político), el resto, empezando por su enemigo, John Locke, contiene una absoluta mayoría de liberales: el propio Locke es padre del liberalismo moderno, el “utilitarista” Stuart Mill fue incluso miembro del Partido Liberal Británico, Adam Smith maestro de la economía liberal clásica y defensor del libremercado, William James teórico del funcionalismo y de la teoría liberal, para terminar la lista de grandes glorias del liberalismo con la ultraliberal rusa devenida norteamericana Ayn Rand. Si tales son las referencias doctrinales de Breivik (que expresa citando a todos estos nombres en la pág. 373–4 de su manifiesto), no cabe otra certidumbre que la de calificar a Breivik como un “liberal”, con el único añadido de anti–islamista y, en su particular óptica, “cristiano cultural”, esto es admirador incondicional del mensaje de Eurabia y del Estado de Israel.

Aynd Rand está citada en tres ocasiones (en realidad se citan tres párrafos de sus textos y recomienda la lectura de sus dos obras Atlas Shrugged y The Fountainhead,), Stuart Mill en cuatro ocasiones, William James en dos (recomendando la lectura de su obra, Pragmatism), Adam Smith en dos (también recomendando la lectura de sus obras), John Locke en cuatro ocasiones (con especial recomendación de su Second Treatise on Government) y, respecto a Orwell (al que cita en 12 ocasiones recomendando sus obras –en especial Homenaje a Cataluña– y citando fragmentos de las mismas virulentamente anti socialistas), confirman que el pensamiento liberal y anti socialista constituía la más nítida referencia ideológica para Breivik. No hay otra en las 1.500 páginas de su manifiesto. Repito: no hay otra y vanamente la buscaríamos.

Está claro que no puede atribuirse al pensamiento liberal co–responsabilidad en los crímenes de Breivik, pero no es menos innegable que él pensaba en términos de liberalismo. Y de una forma muy concreta de liberalismo: el difundido por la escuela austríaca de economía formada en torno a Friedrich Hayek (al que cita en 10 ocasiones especialmente sus ensayos The Intellectuals and Socialism y The Road to Serfdom).

La rehabilitación del liberalismo a finales de los 70 y principios de los 80 se debió primero a Margaret Tatcher y luego a Ronald Reagan, ambos bebieron en las fuentes de Friedrich Hayek, el cual, a su vez lo hizo en Friedrich von Misses. Esta es la escuela de la que se reclama Breivik. Llama la atención la simplicidad de esta escuela economicista y sus planteamientos esquemáticos que en otro tiempo no hubieran superado un examen de acceso a la universidad. Básicamente sostienen que todo lo que no es el “liberalismo” es “socialismo” y que, para evitar caer en el pecado de socialismo el Estado se tiene que abstener de cualquier interferencia en los “mercados” y reducirse a la mínima expresión imprescindible. De ahí el lema “más mercado, menos Estado”… Para Hayek cuando el Estado realiza una pequeña corrección en los mercados es que el “socialismo” se ha manifestado aun cuando esa corrección haya sido formulada por un partido de derechas. No puede extrañar que Hayek considerara a Keynes y a sus colaboradores como “una panda de socialistas”…

La crisis de 1929 desarzonó a todos estos teóricos del abstencionismo estatal. Misses fue durante muchos años olvidado y Hayek vivió durante casi toda su vida en una especie de “exilio interior”. Sin embargo, el ascenso al poder de Margaret Tatcher supuso la resurrección del zombi liberal. Algo antes, Milton Friedman y los “Chicago boys” habían hundido la economía chilena y generado una oleada de paro sin precedentes que fue más costosa para el gobierno del General Pinochet que cualquier medida represiva sobre la izquierda. En efecto, dando vía libre a las importaciones Friedman y sus compinches lograron que una cerilla fabricada en Canadá recorriera desde las Montañas Rocosas hasta los Andes y terminara prendiéndose en Valparaíso o Santiago entrañando la destrucción de sectores enteros de la economía chilena.

En los 15 años siguientes, “reajustes” como éste se dieron en toda Iberoamérica generando paro, miseria, destrucción de la clase media y establecimiento de sistemas democráticos de baja calidad guiados por títeres al servicio de las oligarquías locales y de la finanza internacional. El resultado a medio plazo ha sido la irrupción de un populismo de izquierdas en buena parte de Iberoamérica y, en especial de la “doctrina bolivariana” que hundía sus raíces en la desesperación de sectores de las clases medias en fase de proletarización y de los proletarios en fase de pauperización.

En realidad, la “pasada por el liberalismo” tuvo tres fases: una fase de impacto brutal sobre las economías locales, una segunda fase en el que “las cifras macroeconómicas” empezaron a registrar alzas y los Estados sacaron a flote sus economías (fundamentalmente como efecto de los beneficios obtenidos por la venta de las empresas de los sectores públicos, muy abundantes en Iberoamérica, mucho más que por su buena gestión), lograron atraer inversión financiera… antes de que todo esto se divisara como flor de un día, los beneficios obtenidos por la venta de empresas públicas tardaron poco en dilapidarse, volvió a hacer falta financiación, pero el Estado ya no disponía de sector público que avalase la petición de créditos y, finalmente, se produjeron fenómenos perversos como el “corralito” o vuelcos políticos como el que tuvo lugar en Venezuela, demostrando una vez más –y por si la historia del siglo XX no lo hubiera demostrado hasta la saciedad– que el “socialismo” es el resultado de los excesos del “liberalismo”.

Desde hace 150 el péndulo se decanta unas veces hacia el “socialismo” y luego vuelve hacia el “liberalismo”. Los liberales no reconocen este proceso dialéctico que une los excesos del liberalismo al nacimiento del socialismo y que luego va del agotamiento de éste a la búsqueda de su opuesto, el liberalismo, iniciando un nuevo ciclo. Los liberales de estricta observancia afirman con una seriedad pasmosa que jamás se ha llevado a la práctica su modelo teórico: siempre, en algún momento, el Estado ha intervenido en la economía falseando el mercado. Es una falacia. Habría que añadir que en determinados momentos, si el Estado no hubiera intervenido para salvar al seudo–liberalismo o neo–liberalismo, el propio sistema económico hubiera desaparecido y la última crisis económica en su primera fase así lo demuestra.

En el fondo, lo que subyace es un dogmatismo presente con tanta fuerza como estuvo presente en el marxismo: un enrocamiento en las propias posiciones concebidas de la manera más extrema y una justificación ante los errores afirmando que se habían producido porque la ideología no se había puesto en práctica sin alteraciones. Como si un marxista dijera que el fracaso del colectivismo se debiera a que nunca se fusiló suficientemente a todos los opositores. Más soft, el liberalismo atribuye sus fracasos al incumplimiento relativo y por la mínima del dogma del abstencionismo del Estado en materia de economía.

Esta última crisis económica, sin embargo, se ha producido dentro de una nueva perspectiva: ha sido una crisis del “sistema”, esto es, del liberalismo que desde el período Reagan–Tatcher abrió el camino a la globalización. Esta ha sido la primera gran crisis de la globalización y este modelo económico mundial es la quintaesencia del liberalismo: un mercado financiero mundial y unos Estados que ya carecen de potestad para regularlo dada la desproporción entre su dimensión y la del mercado… ¿Qué más quieren los liberales? Que el Estado desaparezca definitivamente.

Llama la atención que lo más cerca del liberalismo –al menos a nivel conceptual– sea… el anarquismo. En efecto, ambos predican la desaparición del Estado y su reducción al mínimo. A diferencia del liberalismo, el anarquismo predica también la desaparición del mercado y, en este pequeño detalle es donde radica la diferencia. Los EEUU constituyen sin duda el primer Estado liberal aparecido en la historia y aun hoy su población mantiene una extendida desconfianza hacia el aparato estatal al que frecuentemente atribuyen todos los males. El liberalismo pasa así como una forma diferencia al anarquismo al que, al igual que a éste, le repugna la presencia del Estado.

Y ¿qué es el mercado? Breivik lo tiene muy en cuenta, lo menciona en 118 ocasiones y no precisamente para criticar los resultados indeseables para la sociedad que conlleva su desregulación. El mercado es el escenario en el que discurre el juego de la oferta y de la demanda. Las “leyes del mercado” jamás podrán cumplirse tal como fueron concebidas teóricamente porque los procesos de acumulación de capital generan desequilibrios y asimetrías que falsean la libre competencia. Breivik, en perfecta ortodoxia “hayeckiana”, se declara partidario del capitalismo y del libremercado (pág. 1.355) con una sola reserva. Afirma: “Esto ni siquiera es una lucha entre capitalistas y socialistas, se trata de una guerra cultural entre nacionalistas e internacionalistas. Yo me considero un defensor del sistema capitalista, aunque no el capitalismo globalizador (donde las corporaciones internacionales dictan las reglas)”. Pero si está contra el capitalismo en su fase globalizada es porque facilita el “internacionalismo económico” y, en consecuencia, el cosmopolitismo que abre el camino al socialismo y a sus valores multicuturalistas, esto es, en su óptica… pro–islamistas. La alternativa que plantea Breivik (pág. 1.355) es la de los “bloques económicos homogéneos” (algo que ya había teorizado Guillaume Faye en su obra El Arqueofuturismo (http://www.quedelibros.com/libro/20081/El–Arqueofuturismo.html), pero siempre dentro del concepto de capitalismo liberal sin correcciones por parte del Estado y sin monopolios.

Breivik olvida que cuando un grupo de empresas (un oligopolio o un monopolio) alcanzan una posición hegemónica en el mercado tienden a utilizarlo a su antojo y a evitar que otras empresas puedan posicionarse en el mismo. Y, finalmente, cuando determinadas acumulaciones de capital superan –tal como ocurre hoy– el PIB de la mayoría de países, son los mercados los que imponen su tiranía a los Estados. Hace falta recordar que mientras los mercados son, en realidad, el teatro preferencial de la actividad de inversores y especuladores, el Estado somos –al menos en teoría– todos. Así pues, el liberalismo es el mejor escenario para que los tiranosaurios se coman a los humanoides… Porque si hay una idea que sea ajena al liberalismo es la idea de justicia social… Y si existe hoy una idea necesaria cuando una cuarta parte de la sociedad está rozando el umbral de la pobreza o zambullido en él, es precisamente la de justicia social.

Breivik olvida igualmente que el liberalismo ha generado la globalización y la globalización es la madre de las migraciones humanas y de  las deslocalizaciones industriales. La globalización tiende a que los rasgos de identidad de los pueblos se diluyan: a un mercado mundial, corresponde un melting–pot en donde cualquier producto tienda a poder venderse en cualquier lugar, fabricarse en donde sea más barato.

Y esto ha generado dos fenómenos peligrosos cuya responsabilidad descansa únicamente en el liberalismo: de un lado la deslocalización empresarial, fuga de las plantas de manufacturas a los países en donde el precio de la mano de obra es más barato… que no pueden ser sino países “socialistas”, como China en una curiosa colusión de intereses que atenta contra los trabajadores del Primer Mundo (que ven inevitablemente contraído el mercado de trabajo en sus países) y del Tercer Mundo (que ven cómo la riqueza para sus élites económicas se realiza a costa de salarios de hambre y trabajo semi–esclavo).

Pero hay otro fenómeno generado por la globalización liberal que constituye un verdadero atentado no sólo contra los pueblos sino también y sobre todo contra la historia: el facilitar el desplazamiento de millones y millones de personas hacia Europa para abaratar el coste de la mano de obra. Aznar, en este sentido, fue paradigmático en su política de generar un modelo económico liberal basado en salarios bajos, inmigración masiva, crédito fácil y beneficios rápidos para los inversores con un sector hipertrofiado de la construcción. Borrar los rasgos de identidad de los pueblos, tender a uniformizar (al abaratamiento y a la baja) los mercados de trabajo es algo que no puede hacerse sin insertar en Europa masas de población alógena. Y esto es lo que el liberalismo salvaje ha hecho contando con la ayuda inestimable del humanismo universalista socialdemócrata.

En realidad, el liberalismo es hijo de la burguesía; fue este grupo social el que reivindicó en el siglo XVIII la primacía como clase hegemónica de la sociedad en detrimento de la aristocracia. Hoy, sigue queriendo tener la primacía pero se ha convertido en una aristocracia económica. No aspira a controlar a los Estados directamente sino a través de los mercados.

En la actualidad, para salir de la crisis, el Estado tiene que ampliar sus poderes. De una sima como la que estamos no salimos con los mercados… sino con la planificación. Y eso solamente corresponde a los Estados. El mercado no puede planificar porque está sometido a las leyes de la oferta y la demanda, corregidas y condicionadas por el peso de los grandes capitales financieros y de las gigantescas concentraciones de capital. El “mercado” no tiene necesidad de salir de ninguna crisis, simplemente porque no la percibe: se beneficia de ella (esto es, se benefician quienes controlan los mercados). Pero no ocurre lo mismo con el conjunto de las poblaciones sí. Y para eso hace falta justamente el remedio contrario al que propone el liberalismo: planificación, planificación y planificación. Y mucho más en España en donde desde el franquismo el modelo económico se ha basado en turismo y construcción.

Un somero repaso a la situación de la economía mundial (capitalismo liberal) y del sistema político que le acompaña (democracia liberal) indican muy a las claras que las dos opciones políticas sobre las que se mantiene el sistema político (centro–derecha y centro–izquierda, socialdemocracia liberal y liberalismo conservador) son dos formas de un mismo sistema que se está desintegrando ante nuestros ojos. Si hoy la socialdemocracia solamente gobierna en dos países europeos y si partidos de derecha y de centro–derecha se enseñorean por toda Europa, no es más que porque el “pensamiento único” ha hecho imposible la emergencia de otras opciones. Pero ambos están agotados: la socialdemocracia porque, en su intento de insertarse en el “pensamiento único” y multiculturalismo y en su aceptación del liberalismo, lo ha gestionado de manera atroz mientras ha permanecido en el poder, y el liberalismo conservador, habitualmente identificado con partidos de centro–derecha, de derecha e incluso extremo–liberalismo (caso de Gert Wilders), ha fracasado a causa de su absoluta insensibilidad en materia social. Breivik es un reflejo, precisamente, de esa insensibilidad: en ninguna de las 1.500 páginas de su manifiesto aparece ninguna referencia a los “problemas sociales”.

Incapaz de hacer un análisis histórico sobre el origen del liberalismo y sobre los últimos 200 años de vida europea, Breivik, obsesionado por la presencia del Islam en Europa, olvida que el liberalismo está tan avejentado como el viejo marxismo y huele a tanto alcanfor como su colega el anarquismo. Ideologías surgidas hace 200 años y en el caso del liberalismo, cuya matriz se remonta a 250 años en pleno siglo XVIII, ya no están en condiciones de aportar nada a las sociedades del siglo XXI, como no sean su cadáveres siempre en condiciones de ser triturados y aptos para fermentar como cualquier estiércol, a la tierra. Hoy es el tiempo en el que no se trata tanto de rescatar cadáveres como de abordar la creación de nuevos modelos que trasciendan tanto al liberalismo como a la socialdemocracia.

Creemos que la adscripción de Anders Behring Breivik al pensamiento liberal más difundido en la actualidad (en torno a Hayek con los fundamentos morales que pretendió aportar Ayn Rand) es el único con el que puede emparentarse tras la lectura de sus 1.500 páginas de su manifiesto. Breivik es pues un liberal. Obviamente nada que ver entre su liberalismo y el que practican los habituales liberales que se sitúan en un espacio centrista entre la socialdemocracia y el conservadurismo, frecuentemente predispuestos a pactar con lo segundos. La introducción de los elementos anti–islamistas y pro–israelíes en la ecuación ideológica de Breivik (cuyas referencias en el texto son constantes) unido a su radicalismo surgido de una mente enferma, obsesiva, paranoica y psicópata, son los que hacen que, en rigor, pueda aludirse a un “extremismo liberal” si lo que queremos es definir las coordenadas de su pensamiento.

No hay, y en esto somos terminantes, no hay ninguna otra componente doctrinal en las 1.500 páginas de su manifiesto.

© Ernesto Milà – infokrisis – http://infokrisis.blogia.comhttp://info–krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

El rostro de Breivik (I)

Anders Behring Breivik

Lo que no es, lo que cree ser, lo que es,
lo que podría ser y a quién sirve su crimen

 

Introducción

Es preciso leer los 1.500 folios escritos por el autor de la masacre de Oslo con la intención de situar su locura en el panorama político. Vaya por delante que los locos –y asesinar a 73 personas define, por sí misma, su personalidad– no merecen la molestia de leer los productos de su alienación mental, pero si en este caso es necesario repasar su escrito es solamente para poder establecer los contornos ideológicos precisos que asumía. El único testimonio que tenemos de él es el documento titulado “2083, Una declaración de independencia europea – De Laude Novae Militia – Pauperes Commilitones Christi Templiqui Salomonici” y firmado por el propio interesado By Andrew Berwick, London – 2011”.

El documento es frecuentemente contradictorio, da la impresión de que está escrito por varias manos y en algunas partes parece que el autor haya intentado realizar una investigación “seria” mientras que en otras se muestra simplemente como un loco; desde luego, la primera impresión que se tiene en la parte relativa al diario donde cuenta cómo elaboró la bomba y preparó sus crímenes, hay errores incluso de expresión que dan que pensar sobre si se trata de un texto manipulado escrito por otra persona, no por el autor de los atentados. Aún así, vamos a dar el documento por bueno, especialmente en la parte “doctrinal” lo que nos permitirá tener una visión aproximativa del pensamiento de Anders Behring Breivik

1. Lo que no era Anders Behring Breivik

En esta Europa construida a golpes de fraudes económicos, insuficiencias políticas, simplicidad educacional e insolvencia mediática, la imagen que tenemos del “asesino de Oslo” ha pasado a ser la de un militante político fanático que por originalidad se metió en la francmasonería pero que en realidad era un neonazi que apoyaba a los partidos identitarios situados en la extrema–derecha del espacio político. Pues bien, ni una sola de estas sugestiones generadas y transmitidas por los medios tiene razón de ser. Veamos:

a.– No era un militante político

Se ha querido ver en Breivik a un militante de extrema–derecha e incluso en cada país europeo se han emprendido campañas contra organizaciones y militantes identitarios y anti–inmigración presentándolos como émulos del asesino de Oslo. Y sin embargo, la militancia política de Anders Behring Breivik es quizás más tenue que cualquiera otra de las características que le han atribuido. En una entrevista concedida al diario El Periódico (28 de julio de 2011), el líder de las juventudes del Partido del Progreso, Ove A. Venbo, explicaba que en el momento de cometer la masacre, Breivik ya no era miembro de las juventudes del partido en las que militó entre 1997 y 2007 añadiendo que Hemos hablado con gente que estuvo en contacto con él y nos dicen que como miembro de las juventudes del Partido del Progreso era muy pasivo”. Dicho con otras palabras: la militancia política nunca le interesó lo más mínimo, ni siquiera cuando estaba afiliado a las juventudes del partido, pero no participaba en sus actividades. Venbo recordó que Breivik había perdido la fe en el Partido del Progreso: “Decía que éramos parte del problema”. Su opinión tenía muy poco que ver con criterios políticos: estaba convencido de que era necesario forzar un enfrentamiento directo con el Islam y estaba dispuesto a utilizar –como luego se vio– el terrorismo como estrategia. La política, por tanto, no podía interesarle. Si le hubiera interesado, habría estado en condiciones de advertir que el terrorismo SIEMPRE daña a la causa que se pretende defender en la medida en que genera una reacción en dirección contraria a la que el grupo terrorista pretende suscitar: le ocurrió a Al Qaeda, le ocurrió a ETA y le ocurrió al GRAPO, por citar unos pocos ejemplos más habituales en nuestro país. Pero Breivik lo ignoraba todo sobre las leyes de la política y de la sociología (las 1500 páginas de su escrito nos hablan de las cosas más inverosímiles pero no se adentran en terrenos de la política y cuando lo hace sus interpretaciones resultan delirantes y demuestran la falta de solidez de sus conocimientos sobre la materia.

El moderantismo del Partido del Progreso (del que la entrevista citada con Venbo es una clara muestra) debió ponerle en la puerta de salida del mismo. Breivik precisaba posiciones más radicales y agresivas, posiciones que, en realidad, no defendía ninguna organización con mínima entidad de la extrema–derecha europea. Afirmaba que el Partido del Progreso no era la solución sino una parte del problema y, por tanto, jamás manifestó entusiasmo ni interés por realizar un trabajo político bajo esta filiación. Breivik cita en 46 ocasiones al Partido del Progreso y confirma las explicaciones dadas por Venbo:

“Traté de formalizar la cooperación entre el Partido del Progreso y del documento (tanto los moderados como culturales entidades conservador), al menos en un período de incubación. Sin  embargo, después de discutir esto con tanto en fibra de vidrio y Hans, parece como que no quieren tomar parte en cualquier forma de la cooperación entre nosotros” (pág. 1416).

“Voy a suspender mi participación en el Partido del Progreso noruego, he perdido la fe en la lucha democrática para salvar a Europa de la islamización. Después de 65 años de duras la opresión política, la demonización y ridiculización de la cultura comunista-globalización establecimiento, dirigido a todo aquel que se opone al multiculturalismo, todavía no hay indicios de que esta hegemonía comunista-globalización nunca permitirá que PP para tomar el control. Mi
partido es sistemáticamente vilipendiada y saboteado por un medio de comunicación unidos ante todos y cada uno elección. E incluso si alguna vez se las arregló para formar un gobierno de mayoría con Høyre (el Partido Conservador), sus principios y programa del partido no serían suficientemente conservadores para poner fin a la actual guerra demográfica islámica o aumentar la tasa de fertilidad de la etnia noruega del 1,4 a 2,1. Lo único que el PP ha logrado hasta ahora es dar falsas esperanzas a noruegos. Dicen que la lucha democrática es la única solución, cuando  claramente ya se ha perdido. ¿Cómo podemos competir democráticamente con un régimen que importa a masas de cientos de miles de nuevos votantes? El PP pacifica a los noruegos, dándoles falsas espero y me niego a seguir teniendo participación alguna en esto. La lucha armada aparece
inútil en este momento, pero es la única manera de avanzar.” (pág. 1414)

Estos juicios se repiten en varias ocasiones a lo largo del texto.

El Fremskrittspartiet (FRP) o Partido del Progreso, había conseguido asentarse cómodamente como segundo partido del país aventajando a la socialdemocracia que había quedado en las últimas legislativas de septiembre del 2009 en tercer lugar. En esa ocasión logró el 22,9% de los votos y 41 escaños en el Parlamento. No se trata, en absoluto, como han repetido por activa y por pasiva, los medios de prensa de Europa Occidental, de un partido “extremista y xenófobo”: ni siquiera pide la expulsión de los islamistas presentes en aquella sociedad, sino tan solo su integración. Desde el punto de vista económico es un partido liberal (en su programa pide la bajada de impuestos, la desregulación de la economía y el libre mercado) y desde el punto de vista político es conservador y populista (propone límites estrictos a la entrada de inmigrantes y en política internacional no se diferencia en nada de cualquier otra opción conservadora de Europa del Sur: limitar y regular las llegadas de inmigrantes, aumentar la cooperación con la OTAN, con los EEUU y con el Estado de Israel, junto a la descentralización del Estado).

El partido fue creado el 8 de abril de 1973 por Arders Lange que aspiraba a impulsar un movimiento de protesta contra la socialdemocracia y sus principios intervencionistas en la vida pública y económica. Durante sus primeros cuatro años se llamó en realidad “Partido de Anders Lange para una reducción de impuestos, tasas y del intervencionismo público”. Solamente en 1977 tomó su nombre actual. Su primer éxito tuvo lugar a poco de su fundación cuando en septiembre de 1973 recogió el 5% de los votos y cinco diputados en las legislativas. En 1978 Carl Hagen asumirá la presidencia del partido que ostentará hasta 2006, período en el cual de ser un partido marginal pasará a ser el segundo partido nacional de Noruega. En 1997 obtendrá su primer gran resultado: el 17% de los votos en las municipales obteniendo decenas de concejales y algunos alcaldes.

La vida de este partido no estará exenta nunca de problemas interiores, luchas fraccionales y escisiones. Surgirá de su interior en 1983 una tendencia “libertariana”, más adelante aparecerán tendencias “populistas” que terminarán yéndose del partido y formando el grupo Los Demócratas presidido por Vidar Kleppe que ya antes había protagonizado la escisión de los “solistas”. A pesar de los frecuentes problemas internos que aparecen en su interior será a partir de las legislativas de 2005 cuando el partido inicia la progresión que ha durado hasta el atentado de Oslo: el 22,1% en las legislativas de 2005, 27,8% en las elecciones legislativas de septiembre de 2009 ascendía hasta el 22,9% (los laboristas obtenían el 34,5%) con tres diputados más que no son suficientes para forzar una coalición de derechas con el Partido Conservador (86 votos para la izquierda contra 84 para la derecha).

Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, y a diferencia de los populismos de la Europa central y del Sur, el Partido del Progreso menciona el tema de la inmigración como una más de sus ejes de propaganda –en absoluto el central- que, en realidad, tienen mucho más que ver con la economía y la reducción de impuestos, especialmente de impuestos para las rentas procedentes del trabajo, y sobre el precio de los alimentos. Contrario a las regulaciones en el mercado de trabajo, lo es también a la intervención del poder en la economía y partidario de un “adelgazamiento” del aparato del Estado y la privatización de los servicios públicos. Así pues, en el supuesto de que Breivik hubiera asumido la ideología del partido en el que militó 10 años (con interés decreciente), se trataría de una doctrina ultraliberal que tendría que ver más con posiciones sostenidas por Margaret Tatcher o Ronald Reagan a principios de los años 80 que con las actitudes de Marina Le Pen, Jörg Haider o cualquier otro líder de la derecha radical antiinmigracionista de la Europa del Sur.

Es cierto que durante los años 90 y a la vista de su ascenso, el Partido del Progreso recibió cada vez más en su país la calificación de “extrema derecha” e incluso de “derecha radical extremista”. Este cambio en la valoración (hasta entonces había sido calificado como “partido populista” o “partido anti-impuestos”, pero nunca implicado en el radicalismo político), es comprensible. A partir de ese período el ascenso del Partido del Progreso amenaza el estatus del centro–derecha y del centro–izquierda noruegos y estos no pueden permitir que un club político nuevo compita con ellos, porque si se produce el ascenso de una nueva fuerza política, nada garantizará que otras no hagan otro tanto y ambos partidos pierdan el monopolio del ejercicio del poder. Pero, en realidad, ni la dirección del partido, ni su base militante, se han implicado jamás en episodios de violencia política o social, ni siquiera habían protagonizado declaraciones racistas o xenófobas. La excusa para esta radicalización de las opiniones en contra procedía de la consideración –a partir de 1995– de la inmigración como problema. El cordón sanitario creado por los partidos noruegos tradicionales (y apoyados por la extrema–izquierda) ha persistido desde esos años, pero su crecimiento electoral en las últimas elecciones permitía pensar antes de los atentados de Oslo y Utoya que la derecha conservadora terminaría pactando con él en caso de no obtener mayoría absoluta para batir a los socialistas.

Pero hay poco de radical en las propuestas del Partido del Progreso en materia de inmigración. A penas propone otra cosa que la aceptación de los inmigrantes que trabajen en el país y la expulsión de los inmigrantes que hayan protagonizado episodios de delincuencia. Por otra parte, el partido criticó en la campaña electoral de 2007 la política de inmigración a la que calificó de “fracaso”, pero no aludía a la integración, sino a que los inmigrantes que habían protagonizado delitos no fueran expulsados. Las estadísticas les dan la razón: en el informe titulado Kriminalitet gjennom ungdomstiden blant nordmenn og ikke–vestlige innvandrere (“La delincuencia juvenil entre los noruegos y los inmigrantes no occidentales”, que puede ser leído en Internet gracias a la traducción automática al castellano en http://www.ssb.no/emner/03/05/notat_200633/notat_200633.pdf , Torbjørn Skarðhamar, Oficina Central de Estadísticas de Noruega, 2006), se demuestra que la delincuencia crece entre los adolescentes del grupo de inmigrantes a mayor velocidad que entre los adolescentes autóctonos. En las conclusiones se apunta: “Los inmigrantes no occidentales están sobre representados en las estadísticas de personas acusadas en relación con el grupo de comparación de personas no inmigrantes. Ese exceso de representación en las estadísticas también se ha detectado en otras actividades y no es nueva en sí misma”. El Partido del Progreso siempre ha negado tener huellas de racismo y ha insistido en que sus propuestas en materia de inmigración se limitan a controlar a los delincuentes extranjeros y a evitar que se falseen las peticiones de asilo político. En 2005, la publicación de un panfleto del partido en el que se mencionaba la nacionalidad de un criminal le valió ataques desproporcionados por parte de los democristianos a pesar de que en el mismo panfleto se repetía que no había nada en contra de la inmigración y se pedía respeto por las leyes que defienden a la sociedad noruega de cualquier discriminación basada en el color de la piel y los orígenes étnicos o religiosos.

No es raro pues, a la vista de la línea política extremadamente centrista y moderada seguida por el Partido del Progreso que Anders Behring Breivik no hubiera ido más allá de afiliarse a este partido sin tener protagonismo alguno (se presentó como candidato en una lista del partido en 2002 y fue vicepresidente en 2002-3 de la juventudes del partido en Olso-Este, según explica en la pág. 1.399). La moderación no correspondía a su análisis; tan sólo veía una estrategia en la lucha armada, los atentados terroristas, las ejecuciones sumarias de traidores (eso fue precisamente lo que le llevó a disparar a jóvenes socialistas en Utoya en lugar de apostarse ante una mezquita y realizar la carnicería en la piel de sus odiados islamistas). Cuando comenta su presentación como candidato a las elecciones escribe: “Ese momento supuso para mi una "encrucijada". En esos momentos estaba decidido a abandonar la política convencional (y la carrera que podía hacer como político convencional) o aprovecharla como solución para adquirir fondos para la futura operación o abandonar la política convencional completamente y dedicarme a impulsar una iniciativa empresarial como fuente de  financiación para mi participación en la futura y clandestina Movimiento de la Revolución Conservadora Paneuropea Movimiento / Movimiento de  Resistencia Paneuropeo”. Pero luego fundó su orden neo-templaria de la que dice, no sin cierta ingenuidad, que fue uno de los primeros “comandantes justicieros templarios” (pág. 1.399)

Ni antes ni después mantuvo contactos tampoco con otras fuerzas del populismo noruego a las que cita únicamente de pasada en su enumeración de grupos anti-inmigracionistas del continente Europeo; de su país menciona a otros dos grupos, además del Partido del Progreso, el NorgesPatriotene y el Federlandspartiet. El primero, cuyo nombre traducido es Patriotas de Noruega (NP) es un verdadero partido antiinmigración fundado en 2007 al que se incorporaron los Demócratas Nacionales un año después. A diferencia del Partido del Progreso, este grupo es particularmente beligerante en materia de inmigración y de islamismo. Cabría pensar que Breivik, por pura lógica, debería haberse aproximado a esta organización que hacía gala de cierto radicalismo político e incluso anti–islámico. No lo hizo. Se trata, en realidad, de una partido identitario próximo a los de Europa Occidental y más en concreto a la Lega Nord, el BNP inglés o al Vlaams Belang. En las elecciones de 2009 obtuvo un número despreciable de votos y algunos militantes fueron procesados y condenados por amenazas al ministro de Justicia, Knut Storberget. En junio de 2009 en el curso de una manifestación autorizada del partido, la extrema–izquierda realizó ataques produciéndose algunos incidentes que causaron estupor en la balsa de aceite noruega. El 28 de agosto de 2009, el presidente del partido Øyvind Heian fue atacado en el curso de un debate. La interrelación entre los malos resultados, los procesos judiciales abiertos y los ataques de la extrema–izquierda, determinaron que la cúpula del partido anunciara que la organización entrara en letargo 17 de septiembre de 2009. La propia web de la organización dejó de existir poco después. Parecido sendero recorrió el Fedrelanspartiet o Partido Patriótico fundado en Bergen en 1990 y de carácter nacionalista, que obtuvo su mejor resultado en las elecciones de 1993 (el 0’5% de los votos y algo más de 11.000 votos) autodisolviéndose el 31 de diciembre de 2008.

Llama la atención que Breivik en su listado de “partidos antiinmigración europeos” (págs. 1244–1252) cometa errores de bulto, lo que no es tan comprensible es que cite junto al Partido del Progreso a otras dos fuerzas bastante más radicales pero que ni siquiera existían desde hacía tres años. Si comete estos errores en su “testamento político” es precisamente porque no creía en las posibilidades de la lucha electoral y permanecía ajeno y de espaldas a ella. Los errores no son menores cuando habla de otros países, España, donde realiza una enumeración incompleta del “freakysmo nacional”, cuyas informaciones se remontan… al año 2007 las más recientes. Cita por ejemplo a la “Plataforma España” (en realidad, España 2000) “creada por Democracia Nacional ese año”. En el colmo de la desinformación llega a decir que el minúsculo partido Democracia Nacional obtuvo tres diputados en 2007 y da a Fuerza Nueva como todavía existente (partido disuelto en 1983), o menciona al Partido de Acción Demócrata Española (PADE), disuelto en 2008 como poseedor de 20 concejales y finalmente llega a decir que en las elecciones de 2007, resultaron electos 50 concejales anti–inmigración. En otros países los desfases entre la realidad y la versión que Breivik se ha construido rozan casi el surrealismo más absoluto, lo que demuestra muy a las claras que el autor de la masacre de Oslo ni siquiera había sido capaz de establecer a través de Internet relación con grupos de extrema–derecha europeos o con grupos antiinmigración.

En absoluto se trataba de un militante “antiinmigración”, sino exclusivamente anti islámico. Su obsesión anti-islámica llega hasta el extremo de explicar la expulsión de los gitanos de la península indostánica como una iniciativa de los islamistas y, por tanto, los “rom” (los gitanos rumanos a quienes cita elogiosamente en 18 lugares de su manifiesto) pasan a ser considerados como aliados en la lucha anti-islámica y les promete que tendrán un Estado independiente en Europa. No le interesa en absoluto que el rechazo que buena parte de la población europea a la presencia de Roms es, frecuentemente, mucho más intenso incluso que en relación a buena parte de la inmigración islámica. No es la inmigración lo que le interesa sino la lucha contra el Islam.

Todo esto demuestra, en definitiva, que la acción política no era precisamente aquella actividad para la que estaba predispuesto, al menos desde 2002, seguramente por una deformación mental que incluiría desde paranoia hasta rasgos propios del psicópata, lo único que le interesaba era la salida “caballeresca” que en su peculiar manera de entender el mundo, se reducía al terrorismo en tanto que “caballero justiciero”. Esto explica la propensión de Breivik a considerarse heredero de los templarios, los guardianes de Tierra Santa a la que otorgaba un protagonismo en la lucha anti-islámica y su alejamiento de cualquier forma de acción política. De paso, esta constatación es suficiente para establecer que jamás tuvo relaciones con grupos organizados de extrema–derecha, ni con partidos anti–inmigración, ni siquiera con militantes de base de estas formaciones en las distintas naciones europeas. Y esto explica la segunda confusión con la que Breivik ha aparecido ante los medios de comunicación.

b.– No era un miembro integrado en la francmasonería 

La prensa de derechas ha insistido mucho en la militancia masónica de Breivik. En la derecha rige la misma hemiplejia mental que en la izquierda. Si ésta última se obsesiona en sostener que el asesino de Oslo es “de extrema–derecha”, la derecha, por su parte, se aferra a su condición de francmasón. En realidad ambas posiciones son erróneas e interesadas.

Efectivamente, Breivik militó durante unos años en la francmasonería noruega; para quien conoce la triste realidad de la masonería moderna sabe perfectamente que esa militancia supone muy poco. En efecto, en la masonería actual nos encontramos con una inmensa mayoría de afiliados que han entrado para “buscar algo”, y no precisamente la “palabra perdida”; buscan, por lo general, mejorar su posición y sus contactos, habitualmente para realizar buenos negocios o simplemente buscar un empleo. Nada más. El documento de Breivik no da la sensación de que estuviera particularmente integrado en la masonería, sino más bien que buscaba allí apoyos para su enloquecido proyecto y especialmente miembros que engrosaran la orden neotemplaria que había constituido en 2002. No era la primera vez en la historia de la masonería que alguien entraba en sus filas para reclutar allí con facilidad a miembros para los más variados proyectos: lo hizo Adam Weishaupt en el siglo XVIII para encontrar nuevos miembros para su Orden de los Iluminados de Baviera creando una tradición que han realizado la mayoría de entidades neo–templarias, neo–rosacrucianas y neo–ocultistas desde entonces. En ocasiones –y tal parece ser el caso de Breivik– además de utilizar a la masonería como lugar de reclutamiento, también es posible que la utilizara para inspirar los rituales de su orden neotemplaria.

Este detalle no ha pasado desapercibido del investigador católico Massimo Introvigne quien publicó un primer y breve informe sobre la personalidad del asesino realizado en base a las 1.500 páginas de su manifiesto. En efecto, en el documento existen apenas tres referencias a la masonería (pág. 815 y dos en la página 1.865… pero estas dos últimas alude apenas a la “albañilería” que en lengua inglesa tiene el mismo nombre a causa de su origen –las corporaciones de constructores del siglo XVIII–  que la orden secreta; la distinción se establece añadiendo el prefijo “free” para referirse a ésta), sin embargo existen en el mismo documento 207 referencias a los “caballeros templarios”, especialmente de las páginas 812 a 833 en donde describe los objetivos, los rituales, la uniformidad y los distintivos y la historia de la Orden histórica de los templarios y la reconstrucción que él mismo ha hecho. Y es aquí en donde Introvigne encuentra distintas influencias de los “grados templarios” del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Franc–Masonería escribiendo al respecto: “El terrorista habría fundado, en 2002, en Londres, junto a otros activistas, la orden templar de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, inspirado en los grados Templarios de la  Masonería – una organización de la que forma parte Breivik y a la que alabó por su “papel esencial”, pero a la que considera incapaz de pasar a la acción militar”. Pero Breivik pertenecía a la Logia Søilene que practicaba el Rito Sueco (adaptado para “hermanos” de origen cristiano y resulta incomprensible que abandonara la masonería pero, sin embargo, colocase en su perfil de Facebook en 2011 su foto con el mandil masónico con la nota “Mi logia…”

En realidad, lo que Breivik ha escrito en la página 815 de su manifiesto era muy interesante porque sitúa el papel de la “caballería” y de la “masonería” en su pensamiento. Escribe: “Las modernas organizaciones de caballería no tienen nada que ver con la caballería, el martirio, valentía y honor a través del servicio militar (para la protección de los europeos o de la cristiandad). La Caballería se erosionó gradualmente en una tradición corrupta y ahora está principalmente orientada a conferir prestigio a las personas, muy a menudo los productores de música, los deportes, estrellas u otras personalidades de la cultura. Masonería y similares órdenes cristianas no son más que las redes de la novedad y completamente apolíticas. No obstante, debe ser elogiada por su labor en la conservación de los antiguos rituales”.

Breivik tiene una concepción extremadamente limitada de la “caballería” a pesar de estar fascinado por ella. Sólo ha retenido de ella una idea: asumió la lucha contra el Islam. Olvida que existió una “caballería errante” como realidad histórica (véase la obra de Martín de Riquer sobre Caballeros andantes españoles y que las órdenes “caballerescas” tuvieron otros enemigos además del Islam). Esa analogía abusiva “caballería – anti islamismo” le lleva a considerar que la masonería, junto con algunos autores como heredera del templarismo, en otra interpretación no menos abusiva que debería limitarse como máximo a determinadas logias escocesas del siglo XVII cuyo origen estaría en los templarios franceses que huirían a Escocia cuando se produjo la persecución de la orden por Felipe el Hermoso y que participaron en la batalla de Bannockburn junto al Rey Bruce. El resultado victorioso de la batalla determinó que Bruce creara para ellos la Orden de San Andrés del Cardo (símbolo de Escocia), en la que algunos historiadores masónicos sitúan el origen del Rito Escocés Antiguo y Aceptado compuesto por 33 grados, algunos de los cuales remiten a temas templarios.

Es evidente que la desproporción entre el tratamiento que Breivik da a la masonería (citándola en apenas una ocasión) y la que otorga a los caballeros templarios (207 menciones) así como el hecho de que él mismo fuera el fundador de una nueva orden neo–templaria en 2002, indican muy a las claras cuáles eran sus simpatías y porqué entró en la masonería.

Breivik consideraba que dentro de la masonería había pervivido la tradición cristiana en una de sus formas originales y lo que le interesa, a pesar de ser completamente agnóstico, es disponer de un trampolín que le permita abordar una lucha contra el islam. Se fija en la Edad Media –y en particular en la Reconquista de los reinos ibéricos en la Edad Media–, le llama la atención el papel del templarismo en la lucha contra el Islam e intenta reproducir el mismo esquema 700 años después de la disolución de la Orden. De hecho, cita en 14 ocasiones la palabra “reconquista” en su forma castellana, en ocho ocasiones con mayúsculas, y no en su forma inglesa –en la que está escrito el manifiesto– “reconquest”.

La orden que dice haber creado en Londres tiene como siglas latinas PCCTS de Pauperes Commilitones Christi Templique Solomonici (Pobres Soldados de Cristo y del Templo de Salomón), cuyo nombre y símbolo –la cruz templaria– aparecen en la portada y en la firma del documento de 1.500 páginas. Por algún motivo confuso, considera que la orden no es solamente una orden combatiente contra el Islam sino también un “tribunal” encargado de impartir justicia y de cumplir sentencias. Y este tema será clave a la hora de establecer porqué cometió el crimen de Oslo y de Utoya: cumplir una sentencia (él mismo se había otorgado el nombre de “Caballero de la Justicia”) contra los socialistas noruegos considerados como marxistas y multiculturalistas, quinta columna del islam. Fija como objetivo de su orden “la defensa de Europa, la defensa de la cristiandad europea, la  destrucción del marxismo y la reconquista. Explica (todo ello en las págs. 832–834) que la orden debe lealtad a “los pueblos indígenas libres de Europa y los católicos europeos, Iglesia Protestante y Ortodoxa”. Para actuar precisa “entre 15 y 80 caballeros”. Su patrón y protector es Bernardo de Claraval y Jacques de Molay, su Santo Guardián San Jorge de Lydda y su bandera “la Cruz de los mártires”. Y el lema “El martirio antes que la dhimmitud”, palabra procedente del francés como neologismo, derivada del término árabe dhimmi que significa tanto sumisión de los no musulmanes a la autoridad musulmana como relación del no musulmán con el mundo islámico. Es evidente que Breivik lo toma en la primera acepción.

Las características de la orden serán “el amor fraternal, la obediencia fiel, la aceptación del martirio y la pobreza voluntaria. El “tipo de organización” la define como “orden militar y tribunal penal” considerándolo como “uno de los muchos movimientos patrióticos de resistencia armada en Europa, movimiento de los derechos de los indígenas europeos y movimiento paneuropeo de cruzados. Los objetivos no eran menos delirantes: “plan para hacerse con el poder político y militar en todos los países de Europa occidental y destrucción del marxismo político y cultural (el multiculturalismo), como política y la expulsión del Islam por tercera vez. No oculta sus intenciones terroristas en la táctica: la destrucción del multiculturalismo y del marxismo se hará, nos dice: “A través de golpes militares, derrocar a todos los multiculturalistas (cultural marxista) en los regímenes de Europa occidental en el año 2100 y reemplazarlos por los gobiernos (…) conservadores y nacionalistas, siempre demócratas, dentro de un nuevo ordenamiento constitucional que restringa los derechos “de las compañías mediáticas, de los periodistas independientes y de la globalización”. Acto seguido explica su plan estratégico:

– Fase 1 (1999–2030): ataques basados en células de choque, el sabotaje, etc.

– Fase 2 (2030–2070): Igual que el anterior, pero las células más grandes y redes, creación de milicias armadas.

– Fase 3 (2070–2100): golpe de Estado y asunción de responsabilidades en materia de seguridad y las ejecuciones de (…) traidores.

Este proyecto debería culminar en el 2083 con la constitución en Europa de un “modelo japonés, Corea del Sur (un monocultivo, muy desarrollado y progresista de la sociedad)”. Solamente después de la expulsión del Islam habrá –sigue– que pensar en la creación de la Unión Europea con forma federal que define como “un sistema descentralizado de la UE con un fuerte énfasis en la soberanía nacional, una nueva hegemonía cultural conservadora / nacionalista (anti–marxista)” con puentes hacia Rusia, EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Es proyecto será llevado a cabo –Breivik prosigue su delirio– mediante una “dirección descentralizada con una estructura de liderazgo y una red de código abierto, en lugar de una estructura jerárquica típica”. Al frente de cada célula estará “un auto designado comandante de células voluntarias (Justiciar Knight Commander) que mandará a dos colaboradores operativos, los Knight Justiciar (caballeros justicieros), o que hizo pensar a la policía que Breivik había contado con dos colaboradores para cometer los atentados de Oslo y Utoya a la vista de que él mismo se había atribuido el título de Justiciar Knight Commander. Cada célula será “independiente y autónoma” en un estructura celular piramidal.

El diseño de la orden neotemplaria prosigue dando cada vez más la sensación de que se trata de un delirio casi infantil y que haría sonreír de no ser por los 73 asesinados. Ni es la primera ni la única, si la última orden de este tipo que alguna mente calenturienta ha diseñado sobre el papel y que jamás ha contado más que con su presencia y la de unos pocos amigos. Breivik menciona que la orden fue constituida en Londres por 9 personas pertenecientes a ocho nacionalidades diferentes “cuyos nombres son confidenciales”. Sin embargo, 15 días después del atentado no se conocía ningún dato nuevo sobre la orden más allá de lo contenido en las 1.500 páginas del manifiesto redactado por Breivik, lo que hace pensar que la orden jamás tuvo existencia real y nunca, por supuesto, hizo trabajos de reclutamiento.

Ninguno de estos proyectos pasa por nada que se haya conocido en la masonería que aparece sólo tangencialmente en el escenario que rodeó al asesino de Oslo y que solamente ha sido resaltado por la prensa de derechas, de la misma forma que solamente los grupos ateos militantes destacaron que Breivik insistía en que toda su acción tenía como finalidad apelar a la herencia cristiana de Europa como punta de lanza para su lucha contra el islam, olvidando que el llamamiento de Breivik iba dirigido a “cristianos, cristianos–agnósticos y ateos–cristianos”, esto es a todos los que reconocían la importancia del cristianismo en la formación de la personalidad del continente. Incluso iba más allá: llamaba también a “paganos y nórdicos” a incorporarse a la lucha en tanto que enemigos del islam. Los judíos, de hecho, son nombrados en 155 ocasiones en el manifiesto y siempre de manera elogiosa, alude en 22 ocasiones al “mutacionismo” pero en relación a otros genocidios y nunca pone en duda la muerte de los 6.000.000 de judíos atribuidos al “holocausto” y a la persona de Adolf Eichmann como su ejecutor (págs. 16, 134, 640, 712, 735, 1.366, especialmente). La obsesión de Breivik es el Islam y todo lo mide en función de quién puede apoyar su lucha contra esta religión y poco le importa si estas fuerzas anti-islámicas son, en sí mismas contradictorias: ahí está para él la masonería (como expresión de los “rituales cristianos”), los judíos (enfrentados a los palestinos islámicos), los EEUU (que proclamaron la lucha contra el “terrorismo internacional”, especialmente de matriz islamista), los liberales (cuyos conceptos están enfrentados a los de la economía islámica), los armenios (masacrados por los turcos tras la I Guerra Mundial) y un largo etcétera.

Breivik, finalmente, entra en la masonería en 2008, pero seis años antes da la fecha de fundación de su orden neotemplaria con la que firma su manifiesto, por lo que es forzoso reconocer que para él su paso por la masonería, era puramente instrumental –acaso, como hemos dicho, para captar miembros para su orden, habida cuenta de la importancia que el Rito Escocés atribuye a los “grados templarios”, o acaso para inspirarse en sus rituales para crear el de su propia orden. Sea como fuere, no hay nada profundo en la presencia de Breivik en la masonería, ni por supuesto nada que comprometa a esta estructura en los atentados de Oslo y Utoya.

Resulta imposible atribuir a Anders Behring Breivik una inspiración masónica en su crimen.

c.– No era un neo–nazi 

Algunos medios de comunicación se obstinarán en llamarle por tiempo indefinido como “neo–nazi” a pesar de que en los 1.500 de su manifiesto en muchísimas ocasiones sitúa al nazismo al mismo nivel que el comunismo o el Islam y lo considera como su tercer enemigo. Esto, por supuesto, no importa mucho a los constructores de la opinión pública que realizan el siguiente razonamiento: “el nazismo es el mal absoluto, Breivik ha realizado un atentado criminal incomprensible… luego Breivik es neo–nazi”. Razonamiento falaz donde los haya y que demuestran la pereza mental de ciertos comunicadores que no afrontan el coste temporal de leer los 1.500 folios de su manifiesto.

Breivik menciona en 30 ocasiones al nazismo en su manifiesto. En ni una sola ocasión lo hace de manera encomiástica. La principal crítica que hace al nazismo es el haber sido “amigo” de los árabes y ser “socialista”. Llega incluso a afirmar que el socialismo de los países nórdicos es altamente tributario del nacional–socialismo hitleriano. En la página 638 escribe: “Los nazis estuvieron, por lo tanto, económicamente a la izquierda, en comparación con muchos de los partidos obreros de Europa occidental en la actualidad”. Como Adolf Hitler declaró –Breivik lo cita- en 1927: "Somos socialistas, enemigos, enemigos mortales de la economía capitalista actual sistema con la explotación de los económicamente débiles, con la injusticia de los salarios, con sus evaluación inmoral de los individuos de acuerdo a la riqueza y el dinero en vez de la responsabilidad y el logro, y estamos decididos en todas las circunstancias para erradicar esta sistema". En la misma página denuncia que los socialistas suecos aplicaron en su país medidas eugenésicas antes de que el nazismo hubiera llegado al poder.

En su manifiesto, la palabra nazismo aparece siempre acompaña de una connotación crítica y negativa: ya sea por su “socialismo”, por el apoyo que prestó a los árabes, o, finalmente, por su real o supuesto anticristianismo. Breivik no es cristiano, pero considera que el cristianismo es “una herencia”. De ahí que cuando constituyó en 2.002 en Londres –o al menos eso es lo que dice en su manifiesto– la Orden Templaria de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, la hace “abierta a “los cristianos, cristianos–agnósticos y ateos–cristianos”, es decir, a todos aquellos que reconocen la importancia de las raíces culturales cristianas, “pero también a las judías e ilustradas”, así como a las “paganas y nórdicas” por oponerse a los verdaderos enemigos, el Islam y la inmigración.

En la página 1.162 dice: “Cuando alguien me pregunta si soy un nacional–socialista me siento profundamente ofendido. Si hay una figura histórica y líder germano al que odio es Adolf Hitler. Si pudiera viajar en una máquina del tiempo para Berlín en 1933, sería la primera persona en ir a ver con el propósito de matarlo. ¿Por qué? Ninguna persona ha cometido un crimen más horrible en contra de su pueblo que Hitler. Gracias a él, las tribus germánicas se están muriendo y pueden desaparecer por completo a menos que consigamos ganar dentro de 20–70 años”. De hecho, Breivik propone en varias páginas de su manifiesto una gran alianza de los pueblos nórdicos y los judíos para luchar contra el enemigo que le obsesiona, el Islam (véase página 1.163).

En tanto que “neo–templario” se muestra obsesionado por la “liberación de los Santos Lugares”. Escribe en página 1163: “Si verdaderamente amamos a nuestra tribu, las tribus nórdicas o cualquier tribu europea, debemos reconocer que Hitler es un traidor a Alemania y a todas las tribus europeas, NO es un héroe. Hitler tenía las capacidades militares necesarias para liberar a Jerusalén y la las provincias cercanas de la ocupación islámica. Fácilmente podría haber elaborado un acuerdo con el Reino Unido y Francia para liberar a los antiguos territorios cristiano–judíos con la propósito de dar a los Judíos de nuevo sus tierras ancestrales”, fragmento que, además nos pone en la pista de otro elemento que lo hace incompatible con el nazismo pero que se repite con cierta frecuencia en el texto: sus posiciones favorables al Estado de Israel y a la causa judía (que ya trataremos en otro lugar).

Para Breivik uno de los errores de Hitler fue el haber roto contra la tradición cristiana debido a su ideología político–religiosa “pro–semita” y “pro–israelí”. En la página 687 compara a Hitler con Stalin y con Saddan Husseim. En la página 712 afirma que el Holocausto estuvo inspirado en el genocidio armenio, cometido por islamistas turcos. Más adelante, en la página 805 escribe: “Hitler, Stalin y Pol Pot eran idealistas a su manera equivocada. Independientemente de sus intenciones torcidas todos son todos los asesinos en masa y deben ser tratados como tales”. En la página 1.261 considera que las juventudes socialistas son las “nuevas Hitler Jugend”… hasta el punto de que cabe recordar que su masacre tuvo como escenario un campamento de los jóvenes socialistas noruegos.

Sin duda, en los capítulos en donde más se percibe el alejamiento del autor del nazismo es en los relativos a la “orden neo–templaria” que constituyó. Escribe, por ejemplo, en la página 1.102: “El saludo militar de la PCCTS, los Caballeros Templarios es el saludo puño en alto. Consiste en levantar el brazo derecho con el puño cerrado (preferiblemente con un guante blanco). El puño simboliza la fuerza, el honor y el desafío contra el marxismo tirano de Europa, mientras que el guante blanco simboliza la pureza, el deber, el parentesco y el martirio. Utilizar el brazo derecho simboliza la tradición de la "Oposición de Derecha". Nuestro saludo militar no tiene nada que ver con el llamado "poder blanco" o con el "saludo romano" (Saluto Romano), con la palma de la mano y los dedos extendidos, a menudo conocido como el saludo de Hitler utilizado por los nacionalsocialistas”…

No nos resistimos a dar una última prueba de que Breivik, el asesino de Oslo distaba mucho de ser un neonazi. En la página 1097 el autor describe cómo es la insignia de “Caballero Justiciero”, uno de los grados de la orden neo–templaria que dice haber constituido en 2.002. Si traemos a colación este apartado es porque gráficamente resulta inapelable:

Emblema de los

La insignia, tal como puede verse en la ilustración que acompaña el texto de Breivik, como el mismo explica está compuesto por “una calavera blanca, marcada con los símbolos del comunismo, el Islam y el nazismo en la frente, junto a la cruz de los mártires clavada y sobre fondo es negro. La insignia de Caballero Justiciero Mayor ilustra nuestra lucha patriótica / oposición contra las tres ideologías de odio primario de nuestro tiempo: el Islam, Multiculturalismo (el comunismo) y el nazismo. La insignia de Caballero Justiciero Mayor se lleva en la parte superior izquierda brazo, mientras que la bandera nacional se lleva en la parte superior del brazo derecho. Nuestro uniforme militar con menciones, insignias y tarjeta de identificación deberán ser usados después de cualquier operación exitosa en los casos en que el Caballero Justiciar sobrevive”. A modo de curiosidad, el autor añade en una letra de cuerpo menor: “Pedí dos insignias a la Compañía de Arte Indio (indianartco@gmail.com) que poseen una imagen de alta resolución en el archivo (nombre de archivo: daga y el cráneo). Las dos insignias me ha costado un total de 220 USD (150 USD para las insignias y otros USD 70 por Fedex gastos de envío)…

Esta obsesión por equiparar nazismo – comunismo – Islam estuvo presente a lo largo de los últimos años de Breivik. Así, por ejemplo, en el blog noruego http://www.document.no (que define como “blog noruego de derechas equivalente en contenidos a BrusselsJournal.com, GatesOfVienna.blogspot.com, JihadWatch.org o AtlasShrugs2000.typepad.com”, pág. 670), al que en los tres últimos años envió numerosos posts, aparece uno fechado el 17 de febrero de 2.010 en el que concluye: “El Islam ha conducido históricamente a 300 millones de muertes.  El comunismo ha conducido históricamente a 100 millones de muertes. El nazismo ha conducido históricamente a 6–20 millones de muertes. Todas las ideologías de odio deben ser tratados igualmente”.

¿Todavía hay alguien que siga sosteniendo seriamente que Breivik es un neo–nazi?

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En la muerte de Bin Laden

Info-krisis.- El 2 de mayo han matado a Bin Laden. Peor fue lo del parque de Monteleón ese mismo día en 1808. De alguna manera se tenía que acabar con la historia improbable de un terrorista que durante 10 años ha mantenido en jaque a los servicios de inteligencia y a las policías de todo el mundo. Y lo he hecho un triste 2 de mayo. Hay algunas reflexiones que se me ocurre en este momento.

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Las cosas han cambiado mucho en los últimos 10 años. En 2001, cuando Bush utilizó los dos mil y pico muertos de las Torres Gemelas como excusa para emprender dos guerras coloniales, los EEUU todavía aspiraban a ser “la ciudad en la colina”, el país modelo de virtudes con su “destino manifiesto”, recompensado por Dios con la hegemonía mundial. Al menos eso se creía en el “cinturón de la Biblia” y entre los cristianos “renacidos”. Y con mucho más fundamento lo creían también los cerebros neoconservadores que, como el “primo de Zumosol” querían enseñar a diestro y siniestro como se mantiene una “voluntad de imperio” (con minúsculas) rentable para los negocios.

Pero de 2001 a 2011 han ocurrido muchas cosas: el ascenso de China y de los países emergentes, la gran crisis económica de 2007, la recomposición de Rusia, las revueltas árabes, el empantanamiento en Irak y Afganistán y, sobre todo, una deuda interna que supera el 14% del PIB norteamericano y que no hay forma de disminuir, han hecho que cada vez más se tambalee la posición de los EEUU tanto en el exterior como incluso en el interior.

Por otra parte, los idus de la crisis han llegado, pero no han pasado. Y en la Casa  Blanca, hoy se respira un ambiente ligeramente más realista: los EEUU tienen los días contados como potencia hegemónica mundial. De hecho, si hoy no se han declarado en quiebra es gracias a las inyecciones diarias de fondos en las Bolsas norteamericanas, fondos que vienen de China, petrodólares, euros, libras esterlinas, etc. Obama parece el hombre que si logra mantenerse otros cuatro años en el poder tendrá el triste honor de certificar la quiebra del “imperio norteamericano” y ser su enterrador oficial. Esa quiebra es hoy irreversible y los EEUU como todo imperio morirá por su poder hipertrófico y su gigantismo.

Pero, además, incluso la única oposición digna de tal nombre que tiene Obama, el Tea Party, ya no cree siquiera en el “terrorismo internacional”. Para ellos, la verdadera amenaza es el “comunismo”. Allí se entiende por “comunismo” lo que aquí quiere decir “socialismo” y allí lo que aquí se considera “socialdemocracia” es llamado también “comunismo”. Por eso no puede extrañarnos que el Tea Party (véase el artículo http://info-krisis.blogspot.com/2011/03/el-ultimo-grito-de-la-derecha.html) se manifieste incrédulo ante el “terrorismo internacional” y haya introducido un giro en los sectores neoconservadores norteamericanos: el “enemigo” no es ya el “fundamentalismo islámico”, sino el “comunismo” porque “ya está en el poder con Obama”. ¿La prueba? La miserable reforma de la sanidad norteamericana considerada como iniciativa “socialista”. El “enemigo” ya no es el “terrorismo internacional” sino el “comunismo anidado dentro de la administración gracias a Obama.

Si Al-Qaeda sirvió para que ese mastuerzo analfabestia que fue Bush pudiera prestigiarse a costa de ejercer como “master and commander” y si utilizó los extraños ataques del 11-S para declarar sus dos guerras de conquista que han enriquecido extraordinariamente a sus amigos del complejo militar-petrolero-industrial y han sumido un poco más a los EEUU en el pozo sin fondo del déficit, a Obama, ni Bin Laden, ni Al-Qaeda le servían absolutamente para nada. Además no eran cosa suya. Era necesario, pues, dar el carpetazo final, a la primera oportunidad. Y esta se ha presentado el 2 de mayo de 2011.

Poco importa quién ha muerto en Pakistán, si es que ha muerto alguien, y poco importa si es el auténtico Bin Laden o un actor, o un muñeco de goma. Siempre quedará la duda. Lo han hecho de tal manera que ya en los momentos de escribir estas líneas se especulan con tres o cuatro versiones diferentes de la “operación”, contradictorias entre sí. ¿A quién se le ocurre “enterrar el cadáver en el mar”? ¿Tanto cuesta meterlo en el pasapuré? ¿Y qué me dicen de la menos truculenta cremación que siempre permite esparcir las cenizas sin dejar rastros? Aunque lo normal hubiera sido que habiendo cometido atentados –presuntamente– en medio mundo, el cadáver fuera presentado a la “comunidad internacional” para que ésta pudiera determinar que, efectivamente, se trataba de aquel que los Seals pretendían que se trataba y que el ADN recogido correspondía al del cadáver.

Los EEUU han llevado el desenlace del Caso Bin Laden tan mal como construyeron al personaje. Si éste ha podido pasar como fundador de una extraña “franquicia” terrorista ello ha sido posible gracias a la credulidad de una población anestesiada y por la presión psicológica de unos medios de comunicación en su mayoría acríticos. El Caos Bin Laden coleará durante años y las versiones que aparecerán sobre su muerte serán tan misteriosas como todo lo que ha rodeado al personaje desde hace 20 años.

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Había prisa en los últimos tiempos en pasar la página Bin-Laden. De un lado porque en los últimos 20 días, el presidente Obama está asaeteado por quienes dudan si nació en el corazón de África o si nació en Haway. Este era un buen momento para borrar a Bin Laden en la seguridad de que esta noticia taparía a cualquier otra, y acallaría las dudas sobre el presidente.

De otro lado, algo está pasando desde hace seis meses en el mundo árabe cuya importancia aún no puede valorarse, pero, en cualquier caso no conviene dejar atrás una pieza como Bin Laden a través del cual ya no se puede explicar nada: porque en ninguna de estas revueltas árabes ha aparecido Al-Qaeda, ni franquiciado alguno. Y si eso es así –y así es, porque de haber sido otra cosa los medios lo hubieran alardeado en portada y a grandes titulares– es evidente que el fundamentalismo islámico, aún existiendo, no tiene nada que ver con una Al Qaeda que nadie sabe dónde está.

Si Al Qaeda existiera, su presencia habría sido notable en las revueltas árabes. No lo ha sido. Al Qaeda es el gran ausente de las convulsiones árabes, simplemente porque no tiene entidad real, ni probablemente la haya tenido nunca más allá de unas docenas de islamistas chalados y sin dos dedos de frente dispuestos a ser manipulados o a llevar la reivindicación de un atentado y pensar que lo han cometido (hoy mismo El País –aprovechando- recordaba que las pistas del 11-S pasan por España… algo que ningún tribunal ha conseguido demostrar jamás).

Y, ahora, cuando están emergiendo nuevos gobiernos en el mundo árabe lo peligroso para EEUU sería seguir fomentando el antiislamismo que emana sin esfuerzo de la presencia hasta hace unas horas de Bin Laden en la foto de los 10 hombres más buscados en aquel país.

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Por todo esto era un buen momento para eliminarlo: los norteamericanos reforzaban su confianza en un presidente que medio año después de su elección ya había caído en picado y sigue sin remontar; las “primaveras árabes” exigían que las baterías se apuntaran hacia otra parte. Y, por lo demás, el horno económico no está para bollos: EEUU tiene que emprender la retirada de Irak este verano y la de Afganistán en breve, a pesar de que hoy la situación sea mucho más inestable en ambos países que hace una década. Hace quince días ni siquiera había dinero para pagar a los funcionarios de Washington (y los marines son considerados funcionarios). Ahora, con la “misión cumplida” (Bin Laden muerto), los EEUU pueden hacer más presentable su retirada de Irak y la futura de Afganistán.

Por todo eso era preciso que Bin Laden –un hallazgo para las “operaciones psicológicas” del Pentágono que ya no tenía lugar ni en la nueva línea de la administración norteamericana, ni siquiera en el acervo doctrinal de la oposición conservadora del Tea Party–, desapareciera para siempre, rindiendo un último servicio a la Casa Blanca. Y lo ha hecho un 2 de mayo. Lo dicho, peor fue lo del parque de Monteleón. Y además fue de verdad…

© Ernest Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.eshttp://infokrisis.blogia.comhttp://info-krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

 

El Papus: 34 años después

Infokrisis.- Hace quince días TV2 proyectó el documental, El Papus, anatomía de un atentado en el cual aparecía entre otras personas a las que no se nos pidió que diéramos nuestra opinión. En este mismo blog se encuentran varios artículos sobre ese atentado a los que remitimos a nuestros amigos y lectores. El documental está realizado con mucha honestidad y en buena medida sirve para entender una parte de la transición. El pasado 28 de enero el documental se presentó en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona ante numeroso público y me tocó dar mi versión de lo que supuso aquel atentado, junto al dibujante JA hoy en El Jueves y entonces la redacción de El Papus y el ex director de El Periódico, Antonio Franco.

Hay dos cosas que nos gustaría recalcar porque constituyen el centro de la tesis que defendimos:

1) La policía se limitó a detener a los "sospechosos habituales" (un pequeño grupo de adolescentes, con varios chivatillos infiltrados en su interior, que en los meses anteriores al crimen habían ido acumulando pequeñas agresiones y atentados por las que no fueron detenidos, pero en el momento de estallar la bomba se les responsabilizó y con su historial anterior era difícil que aparecieran como inocentes) a pesar de que a la misma policía le constaba fehacientemente que no habían sido culpables de ese crimen.

2) La policía de Barcelona, a las órdenes de Martín Villa, se negó a investigar el atentado de tal manera que permitiera llegar hasta los verdaderos culpables. Como ocurriría el 11-M no siguieron la pista más fácil (el explosivo) y la investigación era un absoluto abujero negro.

3) Ese atentado hay que inscribirlo dentro de los "extraños atentados" de la transición que causaron 200 muertos y que en Barcelona dieron mucho que hablar (Caso Scala, Caso Papus, Caso Viola-Bultó, Caso ERAT, ejecución de dos GRAPOS, etc.).

4) La "transición" no fue nada más que un intento de generar una violencia artificial en los extremos (extrema-derecha y extrema-izquierda) que hicieron que la población tendiera a desplazarse hacia el centro (centro-derecha y centro-izquierda) en donde hasta 1976 había un inmenso vacío. Dicho con otras palabras: el origen del actual sistema político español reside en esta "operación" que generó 200 muertos.

5) Juan Peñalver Saldoval, el conserje del edificio donde se situaba la redacción de El Papus, falleció víctima del atentado. Su muerte está todavía hoy impune. Pues a recordar la "memoria histórica", recordémosla, pues no en vano, esos sucesos tuvieron lugar hace 34 años.

Mi participación en el documental, un tema desagradable en el que no tenía nada que ganar ni que perder, se debió precisamente a esto: vale la pena arrimar el hombro para denunciar lo que ocurrió en la transición. Aquello fue un gran fraude a la esperanza. Costó 200 muertos. Aquellas aguas, trajeron estos locos...

Quienes deseen ver el documental completo pueden pulsar el siguiente enlace:

DOCUMENTAL EL PAPUS, ANATOMÍA DE UN ATENTADO