El rostro de Breivik (III)
3. Lo que era en realidad
Sabemos ahora que rasgos mediáticos le han atribuido los medios de comunicación (lo que no era) y lo que en realidad creía defender (lo que creía ser), sin embargo, el estudio sobre la personalidad y el perfil político de Anders Behring Breivik no estaría completo si no atendiéramos a lo que era en realidad (es decir, a una valoración objetiva de su personalidad, realizada, no en función de los rasgos que le han atribuido los medios, ni de cómo gustaba presentarse a sí mismo). Eso nos dará otro elemento importante en la ecuación personal del asesino de Oslo.
a.– Un desequilibrado
Desde el principio de este análisis hemos repetido en varias ocasiones que alguien que asesina a 73 personas solamente puede ser considerado como un desequilibrado. Las razones que pueda tener un desequilibrado para cometer un crimen son siempre inextricables y derivan de su personalidad desviada. En esta parte de nuestro estudio lo esencial va a ser realizar una aproximación a las alteraciones mentales de Breivik ante las que cualquier definición ideológica que pueda dar de sí mismo o que otros puedan inferir pasa a segundo plano. Un intento de definición de su perfil psicológico nos parece mucho más importante que cualquier otro dato que pudiera aportarse. A fin de cuentas, disponemos de dos elementos para analizar su personalidad: su “obra” (la bomba de Olso y la masacre de Utoya) y su “testamento” (las 1.500 páginas de su manifiesto político). No hace falta mucho más. Los cuatro rasgos que podemos deducir de todos estos elementos son cuatro:
– Paranoia.– Cuando Breivik alude al Islam no lo hace en términos mesurados y objetivos, sino absolutizando su importancia y situándolo en un punto central de su discurso político. Todo gira en torno al Islam. Cualquier cosa que se analice termina llevando al Islam como al gran enemigo y poco importa de lo que se trate, tanto si es política internacional, como sociedad, como convivencia. Ya hemos apuntado en la anterior parte de nuestro estudio que la magnitud concedida por Breivik al Islam contrasta con la importancia real que tiene éste en la sociedad noruega. Si bien explica que ha realizado varios viajes por Europa (véase http://www.larazon.es/noticia/943–breivik–sostiene–en–el–tercer–interrogatorio–policial–que–actuo–solo), en el momento de escribir estas notas tan solo consta –y no con certeza absoluta– el viaje que realizó a Londres en 2002 para constituir su orden neotemplaria. El viaje a Monrovia en el curso del cual conocería a militares serbios que estuvieron presentes en la guerra de Bosnia, parece envuelto en el mayor de los misterios. Tampoco parece claro con quién mantuvo correspondencia en estos últimos años, si bien tenía abierto un perfil en Facebook (que modificó pocos días antes de sus crímenes) y lo único sobre lo que no hay duda es de que tenía una abundante actividad en Internet.
En la web http://www.document.no/anders–behring–breivik/ aparecen refundidos los posts que envió desde el 7 de septiembre de 2009 hasta el 25 de marzo de 2011. La lectura de estos posts resulta curiosa: Breivik se muestra en todos ellos ecuánime y dialogante, aporta argumentos, propone actividades de difusión de ideas, y realiza intervenciones que incluso pueden ser consideradas como brillantes e inteligentes. Véase, por ejemplo: “Estoy totalmente de acuerdo en que Obama es un retórico brillante y un buen comunicador, uno de los mejores que hemos visto en los últimos 30 años. Pero en primer lugar, no puede ni debe compararse la lucha cultural en los EEUU con la de Europa. La retórica debe y tiene que ser diferente. El perfil del ala derecha republicana en los EEUU es "libertariana" (anti–socialista, pero multicultural), mientras que el conservador medio europeo es mucho más anti–multicultural y asume mejor los argumentos basados en la resistencia cultural contra la islamización. Los llamados anti–multiculturales en los EEUU con su retórica sobre el etnocentrismo, difiere en gran medida de los europeos. Esta es la razón principal por la que debemos separar la lucha cultural de América y Europa (…) Independientemente de si estamos en los EEUU o en Europa, es esencial que usted tiene pregunte lo siguiente: ¿Es el multiculturalismo una ideología diseñada para deconstruir la cultura europea, las tradiciones, identidad y nación–estado? Si usted apoya a un líder que se declare multicultural, es lo mismo que si se adhiriera a la lucha de clases”. Breivik ni en este ni en otros lugares demuestra una especial agresividad y, pudiéndose estar de acuerdo o no con sus opiniones, resulta evidente que es capaz de defenderlas con argumentos razonables y, más o menos sólidos. Pero ese estilo cambia en su manifiesto de 1.500 páginas en donde la obsesión anti-islámica es constante, seguida solamente y a mucha distancia, por la obsesión contra el socialismo multicultural. Y esto es lo sorprendente y lo que no deja de causar perplejidad: porque si Breivik estaba obsesionado por el Islam ¿por qué no realizó su masacre un viernes a la salida de un mezquita? Y si de lo que se trataba era de atentar contra los socialistas ¿por qué no atacó directamente su sede o alguno de los mítines que se celebrarían dentro de pocas semanas durante la campaña electoral? ¿Por qué prefirió atentar contra las Juventudes Socialistas, cuyos miembros son meros comparsas de la dirección de su partido? Este es quizás uno de los elementos más oscuros de este atentado que quedarán presumiblemente sin explicación.
La paranoia se caracteriza por la presencia de delirios autorreferentes. Un delirio es una creencia patológica falsa derivada de un engaño de los sentidos. El sujeto aquejado de paranoia experimenta sensaciones angustiosas, percibe el futuro como ineluctable en función de su obsesión, cree que tanto a él como a los suyos determinadas fuerzas incontrolables le han programado un futuro destructivo (delirio o manía persecutoria) y que, de paso, él está llamado a redimirlos (delirio de grandeza) y tiene cierta relación con estallidos de violencia en los momentos en los que el sujeto cree ver confirmados sus temores.
La paranoia suele aparecer en sujetos propensos al narcisismo (véanse las fotos que Breivik colocó en su blog y en el manifiesto apareciendo con los uniformes y en las situaciones más diversas e incluso la importancia que se da a sí mismo en su diario, como veremos más adelante), frustraciones (Breivik fue abandonado por su padre cuando era extremadamente joven y no volvió a tener contacto con él, la ausencia de la figura paterna es uno de los elementos desencadenantes de la paranoia) y baja autoestima (lo que aparentemente no era el caso de Breivik que destacaba precisamente por todo lo contrario, si bien queda todavía realizar un análisis forense de su psicología). La paranoia aparece cuando en el sujeto se dispara un mecanismo psicológico para cubrir estos rasgos y empieza a atribuir a otros –siempre a los mismos– la razón de sus frustraciones y conflictos. Se trata también de un pensamiento teleológico en el cual solamente se toman en consideración los propios argumentos selectivos que contribuyen a focalizar cada vez más la responsabilidad del destinatario de la obsesión (una persona, un grupo social o étnico, una confesión religiosa, etc.). Ningún argumento o dato que no contribuya a ese fin teleológico es admitido ni asumido.
Las más de 2.000 alusiones al Islam, al islamismo, al Corán, a Mahoma, que aparecen en las 1.500 páginas de su documento demuestran a las claras que en el cerebro de Breivik había lugar solamente para una paranoia, la manía anti–islámica, seguirá por la manía anti socialista y multiculturalista. Para él ningún otro problema real existía, todos derivaban de éste único y reduccionista planteamiento unidimensional.
– Egolatría.– Ya hemos visto que Breivik era incapaz de militar en Breivik era incapaz de militar en cualquier actividad colectiva: como masón fue un fracaso, no demostró el más mínimo interés en integrarse en las actividades de su logia; como miembro del Partido del Progreso fue también incapaz de asumir los objetivos, los métodos de la organización e integrarse con sus compañeros de partido; ni siquiera demostró interés en afiliarse a alguna de las muchas órdenes neo–templarias actualmente existentes, tuvo que crear una propia y allí sí, allí efectivamente se encontró a gusto (a pesar de que hoy no se sabe a ciencia cierta si se trataba de una orden neotemplaria real o virtual, teniendo más posibilidad esto último). Este simple hecho permite describir su personalidad como dotada de un fuerte sentimiento de distancia y superioridad: en las 1.500 páginas de su escrito no se perciben rasgos de empatía con ningún grupo social (salvo algunas frases en relación al pueblo judío). Solamente le interesa la lucha anti-islámica y no precisamente para mejorar la situación de los trabajadores europeos aquejados de dumping laboral.
Es curioso que una parte importante de su manifiesto sea una especie de diario personal sobre cómo preparó el atentado que empieza con la constitución de su orden neo–templaria en abril–mayo de 2.002 (pág. 1.414) y se prolonga hasta unas horas antes de los atentados (pág. 1.472). La inclusión de este verdadero “diario de un terrorista” complica mucho más las cosas de lo que parece (como veremos más adelante).
Anders Behring Breivik ha sometido a cirugía plástica en varias ocasiones, según declaró un amigo de la infancia (cirugía de nariz, frente y barbilla en los EEUU hace varios años) al diario noruego Dagbladet. Según algunos de sus amigos comenzó a tomar esteroides en su adolescencia, algo que también admitió en su manifiesto donde existen nueve referencias imprevistas a los “steroids”. Así mismo, en 145 ocasiones hace, con distintas excusas, referencia al “look” (la imagen), algo que le preocupaba mucho e incluso realiza recomendaciones para que sus partidarios asuman la imagen correcta.
Los esteroides posiblemente explican en cierta medida su comportamiento, pues no en vano sus efectos incluyen acné, crecimiento benigno de la próstata, aumento de la agresividad e ira incontrolable, alteración en la velocidad de coagulación de la sangre, cambios en el sistema inmunológico, hipertensión arterial, problemas hepáticos, alteraciones cardiovasculares, atrofia testicular, choques anafilácticos, interrupción en el crecimiento si se toman desde la adolescencia, depresión nerviosa, daños renales (a causa de la retención de agua) disfunciones en el sistema reproductivo, cefaleas, calvicie y finalmente ginecomastia. Algunos de los efectos secundarios de los esteroides pueden interferir y potenciar otras componentes psicológicas de su personalidad, especialmente la agresividad factor característico en los psicópatas.
– Mesianismo.– El mesianismo supone una hipertrofia de la egolatría y, en el caso de Breivik está tamizado por la paranoia anti-islamista. El sujeto encuentra argumentos para demostrar que sólo él (y, eventualmente, su pequeño círculo) son los únicos que están en posesión de la verdad y que, por tanto, están legitimados para actuar en solitario en defensa de sus ideas. Es frecuente que ellos mismos se consideren los “más puros”, de hecho, los “únicos puros” y todo lo que observan a su alrededor, incluso grupos que mantienen objetivos muy parecidos, son criticados por un motivo u otro. En los ambientes extremistas, el mesianismo es habitual: grupos excepcionalmente reducidos, casi unipersonales (como en el caso de Breivik) sostienen que ellos son los únicos detentadores de la “verdad” y encuentran siempre alguna fantasía que achacar a otros para justificar el no viajar en el mismo vagón. Era el caso de Breivik criticando al Partido del Progreso por ser “moderado” o en nuestro horizonte nacional los ataques formulados por algunos antisemitas a todos aquellos que, sin haber exaltado jamás al sionismo, o sin haberlo mencionado, son considerados como “pro–sionistas”. En el caso de Breivik ocurre algo parecido: los tibios en la lucha contra el islamismo, son considerados, simplemente, como pro islamistas. Escribe por ejemplo: “Para Europa, la cosa más importante ahora es desmantelar la Unión Europea en su forma actual, y recuperar el control nacional sobre nuestras fronteras y nuestra legislación”. Esto puede ser incluso aceptable y asumible, pero ¿por qué Breivik pide esto? Él mismo responde: “La UE está profundamente viciada como organización, y fuertemente infiltradas por Eurabia y por el pensamiento islámico que simplemente no puede ser reformado. Y vamos a terminar con el apoyo estúpido los palestinos que los eurabianos han alentado, y empezar a apoyar a nuestra cultura primo, Israel” (pág. 330).
El rasgo habitual del mesianismo es “yo sólo contra el universo”. No importa el desequilibrio de fuerzas y las posibilidades de victoria, no importa siquiera que el combate no se plantee en términos de pragmatismo, sino de locura, lo único que importa es que “sólo yo (y nadie más que yo) puedo salvar al universo”. En la mayoría de los casos en los que el mesianismo está presente, éste queda en la esfera de los delirios teóricos, pero solamente en algunos raros casos, desciende al nivel de la práctica y solamente en alguno pasa a la acción terrorista. En estos últimos casos la personalidad mesiánica y paranoica debe coincidir con la personalidad propia al psicópata.
– Psicopatía.– Con cierta frecuente en la historia de estos últimos 11 años, los psicópatas han aparecido en la historia de España protagonizando clamorosos asesinatos. José María Silva Sande, dirigente de los GRAPO tenía los rasgos y el comportamiento propios del psicópata, llegó a pisar el cadáver aun caliente y despanzurrado de su compañera a la que le había estallado una bomba-lapa para abalanzarse sobre el agujero abierto en el furgón blindado y llevarse la bolsa con el dinero; entre los militantes de ETA se encuentran hombres y mujeres que ante los tribunales de justicia, por sus actitudes y comentarios, han demostrado ser psicópatas típicos tanto por sus expresiones como sus declaraciones. En realidad, la figura del psicópata no es rara en las sociedades occidentales y resulta una constante entre los grupos terroristas. El 10% de la población española presenta algún rasgo de psicópata y un 2% los tiene todos. En otra palabras 2 de cada 100 personas que nos cruzamos al cabo del día son psicópatas peligrosos. La mayoría son "psicópatas integrados" (220.000 en España). La justicia española sólo ha detectado (y condenado) a unos 10.000 psicópatas. ¿Dónde están los 210.000 restantes? Muy cerca nuestro, sin duda. Si pueden, intentarán engañarnos, estafarnos, arruinarnos y no experimentarán la más mínima sensación de culpabilidad. Las cifras en Noruega no deben de ser muy diferentes, pero sólo uno ha protagonizado las masacres de Oslo y Utoya.
En EEUU, uno de cada cuatro reclusos es psicópata. Entre 1960 y 1980 aumentaron un 300%, se redujeron algo en 1984, pero volvieron a aumentar en un 500% en los 90. El incremento en el número de delitos parece tener relación con el "boom" poblacional de los años 60, cuyos individuos han alcanzado la edad adulta en los 90. En Inglaterra las cifras son similares. ¿A qué se deben estos espectaculares aumentos? En la década de los 50 cada niño aprendía en familia a distinguir la verdad de la mentira, pero hoy, uno de cada cuatro niños americanos no vive en una familia tradicional. Uno de cada tres de estos niños ha nacido sin que sus padres estén casados y la mayor parte de sus madres tienen una educación mínima y una escasísima socialización. La proporción de nacimientos ilegítimos ha pasado del 5% en los años 60 al 30% hoy en día. Esto está relacionado con la situación familiar de Breivik: hijo de padres divorciados, cuya educación corrió a cargo de la madre, desde el momento en que el padre reconstruyó su vida en el sur de Francia hace más de diez años y con el que jamás había tenido buenas relaciones. En los psicópatas la figura del padre está casi siempre ausente (o se ha ido del hogar, o ha fallecido tempranamente o, simplemente, se ha despreocupado de hijos). En las páginas 1.386 y 1.387, Breivik explica algunas circunstancias de su infancia: “Mi padre, Jens Breivik, tenía tres hijos de un matrimonio anterior, Erik Jan y Nina, mientras mi madre, Wenche Behring, tenía una hija de una relación pasada, Elisabeth. Mi padres se divorciaron cuando tenía un año de edad”. El padre era diplomático y destacado a la embajada noruega en Londres y luego en París. Estos datos implican que, así como el padre dejó de tener contacto con el hijo en torno a 1.999, éste, en cambio, siguió interesándose por él y siguiendo su carrera diplomática. Los padres, reconoce, no militaban políticamente, pero en cambio la nueva compañera de su padre (a la que llama “mi madrastra”) era “marxista y feminista”, mientras que su padrastro (casado con su madre biológica) era “moderado”. En cuanto a sus padres biológicos eran simpatizantes del Partido Laborista Noruego. El padre biológico y la madrastra terminaron separándose cuando Breivik tenía 12 años pero él siguió manteniendo contacto con ella. Por su parte rompió completamente con el padre desde que hubo cumplido 15 años. A pesar de que escribe que no le guarda ningún rencor, también añade que “La cosa es que él es simplemente no es muy bueno con la gente. He intentado contactar con él hace cinco años, pero dijo que era no mentalmente preparado para una reunión debido a varios factores, siendo su mala salud uno de ellos”. La enfermedad del padre parece haber sido (y ser) la depresión, una enfermedad que suele transmitirse, en un amplio porcentaje, a los descendientes. Tampoco parece apreciar mucho a su padrastro: “trabajó como un comandante en el ejército noruego y ahora está jubilado. Aún mantengo contacto con él, aunque pasa la mayor parte de su jubilación con prostitutas en Tailandia. Es una bestia sexual muy primitiva, pero al mismo tiempo muy agradable y bueno. No puedo decir que yo apruebo ese estilo de vida…”. A pesar de todo, como resumen final, escribe: “Me considero privilegiado y siento que he tenido una educación privilegiada con la gente responsable e inteligente a mi alrededor. No estoy de acuerdo con la super–liberal, la educación matriarcal, que carece por completo de disciplina y ha contribuido a feminizarme en cierta medida”.
El psicópata desde pequeño es radicalmente diferente de otros niños. Muestran un ego particularmente crecido y hostil –hasta el ataque de nervios– ante cualquier crítica. Aprenden a mentir y a enmascarar sus sentimientos; se consideran por encima de los demás y suelen despreciar a sus compañeros de clase. Sus padres comprueban que cambian pronto –y continuamente– de amigos. En su edad adulta no les quedan amigos de infancia. Ni les interesan los estudios, ni mucho menos el daño que puedan hacer a sus compañeros.
Algunas de los rasgos con los que Breivik se autodefine nos lo siguen situando como psicópata: las relaciones sexuales de estos enfermos son curiosas, habitualmente adoptan rasgos bisexuales. Les interesa muy poco la sexualidad como no sea como un medio para alcanzar un fin: la obsesión del momento, el escalar, el asegurarse una tranquilidad económica, el obtener, en definitiva, cualquier tipo de beneficios.
El psicópata funciona con una lógica propia: todo lo que le favorece y le facilita alcanzar sus objetivos es bueno, todo aquello que le impide llegar a ellos, es negativo. La ética y la normal moral, la ley unánimemente aceptadas, son para él peligrosas y, por tanto, es hostil a ellas. Al psicópata no le importa –y esto es particularmente importante en el caso de Breivik– hacer daño, estafar, engañar, arruinar a alguien e incluso asesinarle sin sentir el más mínimo complejo de culpabilidad. Para él, las personas con "cosas" destinadas a satisfacer sus fantasías, obsesiones y ambiciones. Jamás experimenta la más mínima sensación de remordimiento. Ahora bien, si es cierto que en determinados sujetos, especialmente en aquellos que han sido educados en ambientes católicos, se evidencia un complejo de culpabilidad latente que es causa todavía de mayores perjuicios: tiende a sublimar su complejo de culpabilidad encontrando siempre a alguien más culpable que él: los islamistas, por ejemplo, o los nazis, o los “marxistas”. Y eso lo repetirán una y otra vez a lo largo de su vida. Carecen completamente de empatía con los demás, no perciben cuando hacen daño a otros, ni tampoco les interesa, solamente trabajan por la satisfacción de su ego. Su encanto es superficial, causan una buena primera impresión que se va diluyendo a medida que se les conoce mejor, tienen pocas reacciones afectivas, en ocasiones suelen recurrir al suicidio o amenazar con él, su capacidad de razonamiento es insuficiente, no aprenden con la experiencia, experimentan una imposibilidad manifiesta para amar, suelen ser muy mentirosos y propensos a fantasear, sus códigos de comportamiento son propios y no tienen nada que ver con los demás. Estas características –que todos los manuales sobre la psicopatía consideran como rasgos habituales de esta dolencia– están indiscutiblemente implícitas en los 1.500 folios del manifiesto de Breivik–.
Otro rasgo del psicópata es su mala memoria patológica. Suelen olvidar lo esencial de lo que han hecho el día anterior. Llama la atención, por ejemplo, que en el diario de Breivik aparezcan algunas contradicciones: da cifras diferentes sobre el dinero que consiguió reunir para preparar los atentados pero no explica cómo lo obtuvo, menciona algunos episodios cuestionables y ni siquiera está claro si la orden neotemplaria que fundó contaba con algún miembro más aparte de él. Algunas peripecias –como el intento de comprar armas en los medios de la delincuencia en Chequia (pág. 1421) son novelescas y prácticamente increíbles, como sus contactos en Monrovia– y, finalmente, en la última página del diario explica que se le están acabando los fondos (que sólo unas páginas atrás hacia establecido en 500.000 euros en un lugar y en 4.000.000 euros en otro). Es inevitable percibir el aroma de la mentira deliberada en estos fragmentos, agravada por la proverbial falta de memoria propia de los psicópatas.
A pesar de que en el momento de escribir estas líneas da la sensación de que faltan elementos para completar la ecuación personal de Breivik (éste se ha negado a ser examinado por psiquiatras noruegos y ha puesto como condición incomprensible el que lo hagan psiquiatras… japoneses), lo cierto es que hay una serie de rasgos indelebles, deducidos de su escrito, que coinciden con los rasgos de la personalidad psicopática.
2.– Un autodidacta
La preparación intelectual de Breivik no era mala, conocía –como hemos visto en el capítulo anterior– lo esencial del pensamiento liberal, desde el clásico hasta el contemporáneo. Precisamente ese detalle y el hecho de que no realizara ninguna crítica al liberalismo es lo que nos ha permitido llamarlo “ultraliberal”. Como hemos resaltado en ese momento, no hay huellas de otro tipo de pensamiento, ni siquiera se ha interesado por la obra de los intelectuales identitarios (Faye), por la nouvelle droite (Benoist) o por cualquier otra corriente de pensamiento. Su formación tiene a Internet como centro. Era lo que podía ser considerado como “adicto a la red”. No recomienda apenas la lectura de libros, pero, en cambio, cada capítulo de su obra está seguido por un número variable de referencias a Webs, blogs y foros informáticos. Salvo la obra de Fjordman que aprecia y en la que se inspira, citándola a menudo como hemos visto, no le interesa ningún otro intelectual. Ha leído la obra de Bat Ye’or (a la que cita en 24 ocasiones), pero solamente porque elogia a Israel y alude al peligro islámico en Europa.
No es un hombre ordenado, sistemático, minucioso. La sensación que da su obra es la de ser un inmenso caos inorgánico en donde aparecen integrados elementos que nunca antes nadie se había arriesgado a unir: liberalismo con templarismo, recetas de explosivos con Friedrich Hayek, sexualidad (las referencias al sexo superan el centenar) con historia sui generis del peligro islámico, look con anti nazismo, y así sucesivamente.
Es lo propio del autodidacta. Aquella persona que no ha recibido una formación orgánica en una materia y que ha querido investigar por sí mismo, tiene siempre cierta tendencia a perderse. La egomanía le impedía admitir que tenía un maestro formador e incluso le impedía buscarlo. Su búsqueda se resolvía siempre en Internet y su falta de capacidad crítica hacía que no fuera capaz de operar la distinción entre las fuentes “fiables” y las fuentes “indignas de crédito”. El resultado es una amalgama inorgánica, un cut and paste de materiales muy diversos con el resultado de un mamotreto difícilmente digerible, contradictorio en algunos extremos, además de confuso y delirante. Decepciona para quien aspiraba a encontrar raíces profundas y un pensamiento –por delirante que fuera– cerrado y acabado con referencias a los grandes intelectuales europeos (a Nietzsche, por ejemplo, que solamente es citado una vez, Schopenhauer que ni siquiera aparece, como no aparecen Descartes, Platón, Séneca, Heidegger, etc. La filosofía no era lo suyo: lo suyo era, simplemente, la obsesión anti islamista y para satisfacerla surfeaba en los blogs de Eurabia, en webs anti islamistas, aludía al marxismo como si todavía viviera su mejor momento y no percibía que hacía ya 30 años que había sido arrojado al basurero de la historia. Confundía términos: hablaba de marxismo refiriéndose a la socialdemocracia (que había iniciado el abandono del marxismo desde el ya remoto Congreso del SPD en Bad Godesberg), reducía todo el “multiculturalismo” al “socialismo” (y, como Hayek, para quien cualquier cosa de no era capitalismo era “socialismo”, para él cualquier cosa que era “multiculturalista” era, por eso mismo, socialista), no había identificado siquiera el foco emisor del multiculturalismo (tan solo menciona en cinco ocasiones a la UNESCO y siempre relacionada con eventos de promoción del islamismo) y así sucesivamente.
Llama la atención que un pensamiento tan mal construido, tan limitado, tan contradictorio, fuera capaz de expresarse con semejante brutalidad y la irrelevancia doctrinal de sus 1.500 folios contrastan con el horror ilimitado que causó su acción y que, como hemos visto, es mucho más fácil interpretar en clave psicológica que en clave política.
© Ernesto Milà – infokrisis – http://infokrisis.blogia.com – http://info–krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
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