Esa gran farsa llamada proceso de paz
El viernes se iniciaba el juicio contra los asesinos de Miguel Ángel Blanco. Si la cara es el espejo del alma, costaba poco identificar a los asesinos de Miguel Ángel: en efecto, no sólo tenían instinto sino, además, cara de asesinos. En este juicio ETA ha sacado lo que más odioso ha tenido siempre: la chulería asesina. ¿Con éstos hay que “negociar”? Estos lo que precisan es un par de guantazos antes de que las puertas de la cárcel se cierren para siempre detrás de ellos. Si han seguido mostrando insolencia y chulería delante del tribunal, ante las cámaras de TV y, especialmente, ante los familiares de Miguel Ángel Blanco es porque están convencidos de que sus días de encierro han terminado. Dentro de poco estarán en la calle, serán concejales de HB y tendrán un sueldo honorable de “jefes de marketing” de cualquier almacén de la cadena Eroski. Como es habitual.
Precisamente la misma semana en la que coincidía el primer encuentro oficial entre el enviado del gobierno y Josu Ternera, a la Audiencia Nacional le ha dado por juzgar a los asesinos de Miguel Ángel Blanco que, para colmo, han resultado ser más asesinos que otros que se han sentado en la misma jaula. Mal asunto para ZP tener que decir: “Estamos negociando con esa peña”. Infumable. Nauseabundo.
El presidente debería estar pensando en convocar un referéndum para reformar la Constitución en dos extremos en los que se muestra necesario hacerlo lo antes posible: allí donde dice que no hay cadena perpetua y allí donde señala que el sistema penitenciario español se basa en la reinserción de los presos. Está muy bien eso de reinsertar a los presos, pero la reinserción solamente puede ser posterior al resarcimiento de las víctimas. No anterior, por mandato constitucional y a cualquier precio. En cuanto a la cadena perpetua, existe en casi toda la Europa irreprochablemente democrática. ¿Por qué aquí no? ¿Por progresismo trasnochado? ¿Por estupidez congénita de una izquierda eternamente en Babia, si no babeando? Los asesinos de Miguel Ángel Blanco que, nueve años después de su atrocidad, todavía no han madurado ni se han enterado de que aquel asesinato no sirvió para nada, salvo para evidenciarlos más aún si cabía como asesinos, no merecen apenas una condena de 50 años de cárcel que por imperativo constitucional se convierten en 30. La acción que debería separar la aplicación de cualquier medida de gracia de la cadena perpetua, sería solamente el arrepentimiento sincero, la crítica en público, las excusas solicitadas a la familia de la víctima y el perdón pedido a la sociedad. Pero las bestias sanguinarias y chulescas que hemos visto sentadas en la jaula de la Audiencia Nacional merecen solamente ser encerradas en una mazmorra y arrojar la llave al retrete. Bastante deberían de agradecer a la sociedad que no exista la pena de muerte sumaria, único gesto comparable con la naturaleza de su crimen.
Desde 1977 los asesinos saben que cualquier crimen, por execrable que sea, se purgará en 9, 12 o, raramente, 15 años de cárcel. Las medidas de gracia juegan a su favor tanto como una Constitución benévola con los asesinos, que hace que cualquier pena de mil o mil doscientos años de cárcel suponga, como máximo, una condena de 30 y de ahí hacia abajo: ir descontando gracias a un cursillo de macramé, un título universitario entregado por la cobardía de las autoridades académicas vascas o haber actuado en alguna obra de teatro intramuros de la prisión. Basura de sistema penitenciario. Basura de ordenamiento jurídico que garantiza siempre los derechos del criminal pero nunca el resarcimiento de la víctima.
Soplaban, pues, malos vientos cuando ZP y su bufón de a bordo, Pepiño Blanco, han estado hablando de que, ahora si, ahora va en serio, esta semana nos sentamos con ETA… No habían podido elegir peor momento.
El rostro del “pringao”: asesinos psicopatones
No sean ingenuos: ETA es algo más que unos descerebrados patanes sin escrúpulos ni sentimientos, como la parejita que asesinó a Miguel Ángel Blanco. De éstos hay a docenas. Técnicamente son los “pringaos”, la “carne de cañón” sacrificable que la dirección de ETA ha ido utilizando en los últimos 18 años, desde la muerte de Domingo Iturbe y, luego, desde la “caída de Bidart” unos años después. Los tipos constantemente procesados por la Audiencia Nacional son los “bultos” de ETA, los sacrificables.
Incluso las mismas “direcciones” que se han ido sucediendo tienen, todas, un carácter provisional. La prueba es que, inmediatamente caen, son sustituidas por otras con una rapidez extrema. Como a quien se le rompe un preservativo e inmediatamente se coloca otro. Eso no es la “cúpula de ETA”, esos son unos “pringaos” que deberían sentir vergüenza al ser vistos como tales por una parte de la sociedad española: “¿Quién les ha llamado a estos gilipollas a ir por ahí metiendo bombas y dando tiros en la nuca?”, o “estarán orgullosos por haber arruinado su vida, después de arruinar definitivamente la vida de otros”…
Los militantes de ETA merecen ser juzgados como lo que son: bestias sedientas de sangre, descerebrados estúpidos incapaces de reconocer si quiera lo salvaje de su proceder. Nada más. ¿Militantes políticos? ¿Esos colgaos? ¡Vamos, hombre!, como máximo psicopatones. Nada más.
ETA es algo más que un club… terrorista
Entonces: ¿Quién está detrás de ETA? Los de siempre. ETA, como el Barça, es algo más que un “club” terrorista. ETA es un negocio que se presenta ante su parroquia con la más honorable de las etiquetas: “patriotas”… Es posible que el pringao al que le ordenaran que asesinara a Blanco se considerase un “patriota” porque escribía su nombre con “tx”, dominaba cuatro frases en vascuence y llevaba chapela en domingo cuando iba de chiquiteo con su peña. Para él, eso y matar a un “españolista” era lo máximo que podía hacer para sentirse “patriota abertzale”. Lo dicho: un imbécil psicópata. Pero no todos son así.
Una empresa es, técnicamente, un negocio que cuenta con un capital, una gestión contable y un producto a vender. El producto que ETA vende es el miedo. Crea miedo y carda la lana. Crea miedo y recoge los beneficios. Siempre habrá alguien dispuesto a que se le deje vivir a cambio de unos duros. La mafia lo inventó en los años veinte. No era un gran invento, pero si muy eficaz. Lo que la mafia llamaba “racket de protección”, ETA lo llama eufemísticamente “impuesto revolucionario”. ETA se basa en el principio de cualquier empresa: invierte solamente en los productos que proporcionen beneficios. HB, por ejemplo, ha aportado beneficios. Solamente con un impulso inicial logró obtener diputados y concejales. A partir de ese momento, el negocio fue rentable por sí mismo. HB demostró ser una buena inversión. Lo mismo que “Egin”. Ten un diario mediocre y de cualidades redaccionales pésimas, aunque solamente sea para concretar las citas para el cobro del impuesto revolucionario. Rentable mientras duró. No pierdan de vista este razonamiento: ETA es un “big bussines”. Quien quiera ver otra cosa se engaña.
La liquidación de la sociedad etarra, fase actual del negocio
Los grupos de extorsión no pueden mantenerse indefinidamente. Aznar colocó a ETA contra las cuerdas. ZP aspira a algo más: pasar a la Historia. Ya que lo tiene negro con lo del “diálogo de civilizaciones”, lo va a intentar ahora con el “proceso de paz”. Un Premio Nobel de la Paz no le vendría mal a su palmarés. ¿Y qué opina ETA? Opina lo que toda empresa: que lo importante es la tesorería. Y ahí está la cuestión, porque hoy la policía ha detenido a la red que administraba las finanzas de ETA desde hacía ¡25 años! Es decir, los que han caído son los que tenían algunas de las llaves de la caja.
Es importante destacar el momento en que ha tenido lugar esa desarticulación. En primer lugar, es obvio que se ha tratado de contrarrestar la sensación de indefensión de la sociedad española ante la banda asesina y ante el “proceso de paz” que puede concluir con la puesta en libertad de gentuza de la calaña de los asesinos de Miguel Ángel Blanco. El impacto de este juicio ha sido comparable sólo con el crimen mismo cometido hace diez años. Era necesario, por tanto, que ZP recuperara algo del crédito perdido en los sondeos. Por eso se ha elegido este momento como el adecuado para asestar el palo a la banda. Además, el diario El Mundo publicó hace poco la información de que funcionarios policiales habían escoltado por el País Vasco a un par de etarras que llevaban 60.000 euros para sus responsables en el interior. Así pues, hoy era el día decisivo para ordenar el golpe policial. Además, estamos en la semana en la que va a tener lugar la primera ronda de contactos directos entre el gobierno y ETA. ¿Era un aviso a la banda? No, no lo era. Era el premio al “topo” del gobierno en el interior de ETA. Era el premio a Josu Ternera.
En los dos últimos años, las detenciones selectivas de miembros de ETA han permitido a Ternera ser la única voz cantante de la organización. Ahora mismo no hay otra en libertad, todos los adversarios, competidores y compañeros de Ternera están entre rejas. De ETA, hoy por hoy, solamente quedan cuatro imberbes agilipollados, con pendiente en la oreja, aquejados de complejo de castración y dispuestos a inmolarse para seguir los pasos de sus anteriores 1500 predecesores: tras cuatro meses de militancia media, a la cárcel. Cuatro imberbes y esta tarde solamente Josu Ternera.
De hecho, lo único que está en juego para Ternera en este momento es el destino del “tesoro de ETA”. Y, por supuesto, una salida honorable para él. Es muy mal asunto eso de traicionar a un grupo terrorista y esperar que, años después, algún damnificado te pegue un tiro en la nuca. La salida honorable pasa por que el “último mohicano” de ETA negocie la puesta en libertad de los “camaradas presos”, se cubra de gloria obteniendo alguna concesión menor y pueda vivir los últimos años de su vida gozando del “tesoro de ETA” y dando alguna conferencia en las universidades públicas vascas. Y ahí está ZP para dar a su bienamado “topo” lo que pide. El precio de la traición es el control sobre el “tesoro de ETA”.
La “joint-venture” Ternera-ZP
La edad de los detenidos en la operación contra la red de financiación de ETA es significativa. Se trata de “veteranos” de la generación de Iñaki Iturbide Abasolo (a) “Txomin” y de José Manuel Beñarán Ordeñana (a) “Argala”. Este hecho debería bastar para que los “pringaos” de ETA reconocieran la naturaleza del problema: mientras ellos hacen el trabajo “sucio”, los otros cobran e invierten el impuesto revolucionario. Es más, gracias al terror causado por los asesinos psicopatones –los “pringaos”-, los empresarios de Neguri, las dinastías económicas vascas, pero también los nuevos ricos de la sociedad vasca y los personajes de moda (los Arzak, los Arguiñano y demás), llevan tres décadas pagando el “racket de protección”. Y si lo hacen es porque los pistoleros matan.
Si esto es cierto –y lo es- no hay “una ETA”, sino “dos ETAs” con intereses completamente diversos. La ETA de los “pringados” es sacrificable por la ETA de los “profesionales”. Estábamos todos equivocados: nos terminamos creyendo que hombres hechos y derechos, con experiencia de la vida, seguían creyendo en los Reyes Magos o en que los niños vienen de París; hemos creído que la cúpula de ETA creía en la “independencia vasca y el socialismo”, en el valor de la lucha armada como estrategia política. Y no: eso valía para la “ETA de los pringaos”, la carne de cañón, la mano de obra barata. Pero no para los dirigentes reales de la banda. Durante tres décadas estábamos en el error: no existían diferencias entre “políticos” y “militares”, sino entre “pringaos” y “profesionales”. Los primeros seguían órdenes, por crueles que fueran, con fidelidad perruna. Los segundos recogían el dinero, lo invertían y recogían los beneficios. Así funciona la “Empresa ETA SA”.
La historia de la ETA-“profesional”no podía prolongarse hasta el infinito. Antes o después, todo el edificio podría hundirse sobre las cabezas de sus mentores. Así pues, era necesario empezar la liquidación del entramado –salvando lo salvable de cara al propio electorado y a la parroquia-; fue entonces cuando, a partir de 2002, Ternera desaparece y se inicia la demolición de la organización. Ahora solamente quedan unos pocos “pringados” en la calle y una parte de la cúpula “profesional”.
Era evidente que, con ZP o con Aznar, nos aproximábamos al final. Con Aznar se hubiera llegado a un final “policial” (todos detenidos, salvo el topo-Ternera que, como premio, se quedaba con el “tesoro de ETA”). Ese final hubiera fortalecido el prestigio de Aznar entre el electorado. Pero la línea de ZP es sensiblemente diferente. También aquí se trata de obtener un beneficio político (la formación de un futuro gobierno PSE-HB en el País Vasco y la marginación del PNV) mediante la desmovilización de ETA y dando a entender que “el diálogo” es, realmente, eficaz (algo que hasta ahora no está claro). Este éxito aumentaría el capital político de ZP y su prestigio internacional (hoy bajo mínimos).
Las “detenciones selectivas” provocadas por topo-Ternera crearon, dentro de la organización, el clima adecuado para “negociar”. Los últimos dirigentes etarras en libertad han caído hoy. Lo que queda en la calle de ETA es apenas nada, un grupo de “pringaos” que siempre pueden colocar una bomba o poner el sello a la carta de petición del impuesto revolucionario. La negociación es la parte final de la farsa: topo-Ternera puede argumentar que ha hecho todo lo necesario para sacar a los presos de la cárcel y relegalizar a HB. ZP juega con ases en la manga. Él sabe la realidad de la situación: que el interlocutor ha aceptado el pacto real, “tu firmas la paz y te vas con la pasta; yo, a cambio, te salvo la cara ante los tuyos”.
Cuando ZP dice que el “proceso de paz será largo” lo que está diciendo es que los hitos favorables tendrán lugar en los momentos electorales clave: se avanzará antes de las municipales, se avanzará antes de las generales, etc. ETA hoy ya no tiene ninguna carta que utilizar en la negociación. Topo-Ternera no se llama a engaño: sabe que, como máximo, va a poder lograr el reagrupamiento de presos en cárceles vascas, la relegalización de HB, medidas de gracia que vacíen las cárceles en un plazo de entre 5 y 10 años, el retorno de los exiliados… y poco más. Para él, ya es suficiente. A fin de cuentas, el “tesoro de ETA” le compensa del hecho de que no haya ni “derecho de autodeterminación”, ni “incorporación de Navarra a Euzkadi”, ni “implicación de Francia en el proceso de paz”… No porque a ZP le interese lo más mínimo ninguno de estos temas, sino porque su electorado no lo soportaría. ZP solamente rectifica de posiciones cuando percibe que se hunde en los sondeos. No cabe, pues, la menor duda de que ZP utilizará el “proceso de paz” solamente con fines electorales. Y, en este sentido, topo-Ternera intentará extraer el máximo beneficio de la situación. Para él, el escenario ideal sería permanecer al margen de las sospechas de traición entre los suyos y tener un lugar en el futuro político del País Vasco: ¿Como vicelendakari de Patxi López? Seguramente.
El “proceso de paz” es una FARSA. Una completa y total farsa pactada entre un político sin escrúpulos (ZP) y un traidorzuelo hoy, asesino ayer (topo-Ternera). Ahora ya sabemos lo que cada uno de ellos busca con sus movimientos: ZP eternizarse en el poder y pasar a la Historia; topo-Ternera quedarse con el “tesoro de ETA” y tener un lugar en el futuro político del País Vasco.
¿Y las víctimas? Pensad en Miguel Ángel Blanco, en su hermana y en su madre y malditos seáis si no sentís que las vísceras se os revuelven. Los asesinos no pueden quedar impunes. Los políticos que especulan con el dolor para satisfacer su ego, tampoco.
© Ernesto Milà Rodríguez – infokrisis – infokrisis@yahoo.es – 20.06.06.
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