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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

INTERNACIONAL

Los distintos aspectos de la piratería somalí

Infokrisis.- En este país de sainete, ventripotente y cuernilargo, el tema de los piratas del Somalia ha alcanzado el nivel de pura irrisión. Por si el envío de una fragata a la zona con órdenes de vigilar pero no intervenir drásticamente (en alta mar es difícil explicar que se acude a repartir bocadillos), antes, el secuestro del Playa Bakio se saldó con una cantidad pagada a los secuestradores y el del Alakrana, presumiblemente se cerrará por la misma vía, pero pagando más. En esto de la piratería si alguien paga un millón, el siguiente pide cuatro, que es lo que piden ahora los secuestradores. Por si esto fuera poco, los piratas que tras el secuestro del Playa Bakio resultaron detenidos… se entregaron al gobierno de la zona, para que los pusieran en libertad acto seguido. Ahora, el sainete ha continuado con Abdú Willy, del que llevamos una semana discutiendo si es mayor de edad, menor de edad o mediopensionista. La cosa varía porque si es mayor de edad se va la trena y si es mejor se le sitúa… bajo protección del Estado Español, a pan y cuchillo. De momento, Adbú es el primero en reconocer lo gracioso de la situación y quejarse sólo de que le han ocupado el teléfono o de que le han quitado los cordones de los zapatos.

El problema de la piratería en Somalia es poliédrico y no está de más aportar unas notas dedicadas a nuestros marinos secuestrados y a los armadores a los cuales, ningún seguro naval del mundo, cubre por actos de piratería.

Vertiente local en el Cuerno de África

Somalia no pude ser definido más que como “Estado frustrado”, mucho más que el Afganistán de los talibanes, que fue calificado como tal por el presidente Bush, justificando por ello la invasión del país. Se dice que un Estado es “frustrado” cuando no cumple sus funciones de organización y dirección de la sociedad y ha caído en manos de bandas de delincuentes o está mediatizado por ellos (y es curioso por que al paso que vamos con los casos de corrupción que han ido apareciendo en los últimos meses, España podría entrar incluso en la calificación de “Estado frustrado”).

Somalia no existe en la práctica. Está dividida en pequeños Estados que actúan independientemente (lo dicho, casi como España), el más importante de los cuales es Puntland (Puntlandia en castellano) que ocupa la punta del “Cuerno de África”.  Puntland es, oficialmente, una “región autónoma”, pero en la práctica actúa como Estado dirigido por estructuras tribales desde 1991. Poco después estalló la guerra entre Puntland y Somalilandia, más tarde el tsunami que sacudió al Índico y, finalmente la guerra civil entre fracciones islámicas. Y es en ese momento, en un clima de guerra civil en donde aparece el fenómeno de la piratería.

En la antigua Somalia hay tres conflictos: una guerra entre “regiones autónomas”, otra dentro de cada región autónoma entre tribus y otra más, transversal, entre islamistas moderados e islamistas radiales. Sin olvidar el papel de los países de la zona que toman partido por unos bandos u otros. Una zona sin control de ningún tipo y en la que no existe nada parecido a un Estado, sino donde se evidencia la incapacidad de África para organizarse en forma de Estado-Nación y su persistencia en el modelo tribal.

Vertiente geopolítica

El cuerno de África es lo que en geopolítica se llama “zonas clave” o “pivotes geopolíticos”. No es una zona banal, ni inofensiva. Es vital para el suministro de petróleo a Europa. Insisto: a Europa. El petróleo consumido en los EEUU procede mayoritariamente de Venezuela, en primer lugar y, de forma secundaria de los yacimientos marítimos del Golfo de Guinea y del Mar del Norte. Europa, en cambio, consume petróleo que procede preferentemente de Oriente Medio y del Cáucaso.

Quien controle el Cuerno de África controla la ruta del petróleo que discurre desde Kuwait y Basora por el Estrecho de Ormuz, y se bifurca antes de llegar al Golfo de Adén, según el tonelaje de los navíos: unos atraviesan Suez y otros –los superpetroleros- prosiguen hacia el Sur bordeando el cabo Aghulas que marca la división entre el Indico y el Atlántico. La mayoría de los petroleros que discurren por esta ruta conducen crudo a Europa.

Lo que pase por Puntland es, pues, vital para Europa y es algo mucho más importante que un atún o un merluzo. Y en la zona gobiernan bandas islamistas, con estructura tribal, sin control, una zona gobernada por la Sharia a través de imanes y electroimanes que tan solo piensan en cómo reunir más fondos (la única producción de la zona es el incienso…) para comprar más armas y batir a la tribu vecina. De ahí el interés de los piratas en realizar secuestros con fines crematísticos.

Vertiente europea

Entre las necesidades básicas que el aparato de un Estado debe cubrir figura la alimentación. De ahí que la flota pesquera sea fundamental para un país. El problema es que las necesidades mundiales de alimentación van creciendo a velocidad mayor que la reposición de los bancos pesqueros. Sin embargo, el pescado es cada vez más abundante y barato, ¿por qué? Por que la técnica europea ha generado los llamados “cultivos navales” que hasta hace poco solamente se utilizaban en piscifactorías para repoblar ríos. Ahora, tanto en tanques gigantescos próximos al mar como en zonas costeras acotadas, se “estabulan” especies de pescados como se ha hecho siempre con animales de corral. La importancia del Cuerno de África no es importante porque unos miles de piratas acosen a nuestros pesqueros.

La flota pesquera española se ha ido reduciendo cada vez más a medida que la legislación marítima internacional ha aumentado las aguas territoriales y va disminuyendo en número de navíos y en puestos de trabajo. La zona del Cuerno de África es una zona pesquera de importancia muy secundaria para nuestro país (demasiado remota y no hay tantos atuneros, por lo demás, como para ser “estratégicamente importante”) y la presencia de una fragata y de otras naves de combate, especialmente francesas (la base francesa de Djibuti está apenas a 1.000 km de la punta del Cuerno de África) es fundamental, no tanto para garantizar el que unos atuneros puedan faenar, como para asegurar que bandas de somalíes dirigidos por imanes enloquecidos, emporrados y fanáticos, puedan estar en condiciones de cortar la ruta del petróleo a Europa.

Vertiente española

Un Estado serio no puede permitirse ataques de bandas de piratas sin una respuesta contundente. Va en ello, no sólo el prestigio nacional, sino que también crea peligrosos precedentes. El fenómeno de la piratería islámica es algo que no  ha sido desconocido en el Mediterráneo: entre los siglo X y XVIII Argelia se convirtió en el principal semillero de ataques piratas… hasta que las bases fueron destruidas en sucesivas incursiones. El mercado de esclavos de Argel y de Orán estaban repletos de andaluces, murcianos, alicantinos, mallorquines y valencianos hasta que se llevó la sangre y el fuego a aquellos reductos.

Hasta ahora, el gobierno español se ha mostrado excesivamente manso ante los ataques piráticos: se ha negociado, se les ha pagado, se ha enviado una fragata casi “contemplativa” y, pronto, los piratas han percibido que España es el eslabón más débil, y al que se puede muñir más y mejor.

El gobierno español ha tardado cuatro meses (desde antes del verano hasta el consejo de ministros de ayer) en autorizar el embarque de armas de guerra en pesqueros españoles. Lo ha hecho tarde y tras negarse a que legionarios, paracas, coes o marines embarcaran para asegurar la protección de nuestras barcos. De haberlo hecho antes, el Alakrana seguramente hubiera eludido el secuestro y Abdú Willy estaría en el fondo del mar en lugar de paseándose de juzgado en juzgado para ver si es adulto o es un crío.

Y, por otra parte, y en esto no puede haber ni una sola voz discordante: marineros españoles están secuestrados por una banda de desarrapados. Ellos y sus familias están viviendo, sin duda, la situación más incierta de su vida. Estar con ellos es una obligación moral y patriótica.

Vertiente ecologista

En ambientes progresistas se ha discutido sobre la legitimidad de los piratas somalíes argumentando que actuaban para defender sus caladeros y conseguir realizar una pesca sostenible en la zona para alimentar a sus familias o incluso porque en aquellas aguas se descarga basura nuclear. La fuente en lengua española de tal noticia es Argenpress y ha sido reproducida por Mundo Árabe, una web islamista.

El origen es un artículo publicado en un blog norteamericano, The Hufintong Post. En ciencia se dice que “a grandes tesis, grandes demostraciones”: demostrar que la piratería somalí es “ecologista” precisa algo más que un artículo único. Por otra parte, en leyes se dice “testimonio único, testimonio nulo”… por tanto no puede darse mucho crédito a esta versión que, por lo demás, sería secundaria en relación al hecho geopolítico capital para Europa (salvaguardar la ruta del petróleo, so pena de provocar un colapso) y para España (solidaridad con los marineros presos y con sus familias).

Lo cierto es que el tipo de ataque pirático no coincide con las prácticas del “perfecto ecologista” o del “africano hambriento”: ataque el buque de pasajeros Seabourn Spirit, secuestro del carguero indio Safina al-Birsarat, secuestro del petrolero Sirius Star (que ha pasado a la historia de la piratería como el secuestro del buque de mayor tonelaje de la historia: 2.000.000 de barriles de crudo), secuestro del yate francés Tanit, secuestro del buque de carga Maersk Alabama. En septiembre de 2008 una decena de buques de carga pirateados estaban fondeados en las costas de Puntland y 130 miembros de las tripulaciones presos. Según la Oficina Marítima Internacional los piratas somalíes han llevado a cabo hasta ahora más de sesenta ataques haciéndose con 18 millones de euros de rescate.

Si en España se tiende a relacionar “piratería somalí” con “actividad ecologista” es porque ha afectado a nuestros atuneros y si les ha afectado a ellos, no es por su actividad, sino por su vulnerabilidad, por la debilidad del gobierno español y por su falta de energía.

Conclusión

Hoy es imposible negar que el objetivo de la piratería somalí es simplemente aprovisionarse de fondos para alimentar a las distintas fracciones en guerra civil. ¿Ecología? En una situación como la de Puntland y Somalilandia, no hay ecologistas. Las artes de pesca de la zona apenas han cubierto siempre las aguas costeras, nunca han estado en condiciones de adentrarse en las zonas atuneras y no es por falta de medios: el objetivo de los piratas no es desarrollar una industria pesquera sostenible para alimentar a sus familias, ni mucho menos cuidar los presuntos vertidos tóxicos (por lo demás, no demostrados y que entrarían en contradicción con el interés pesquero de la zona: los atunes que nos comemos no son verdes fluorescentes, ni tienen tres ojos…) y, por tanto, no invierten en buques de pesca de altura o bajura, sino en lanchas rápidas, lanzagranadas y cohetería.

Por otra parte, Mujtar Robow, jefe de los “shebabs” que combaten al gobierno provisional somalí, apoyó públicamente estos ataques, justificándolos como una forma de impedir que llegaran armas al enemigo. La sostenibilidad de la pesca en la zona o los vertidos tóxicos no entran por ningún lugar. En cuanto al jeque Sharif, jefe de los islamistas moderados, la Alianza por una Nueva Liberación de Somalia, reconoció a su vez que “los bandidos cometen esos ataques repugnantes motivados por la codicia”. ¿Ecología? ¿sostenibilidad de los bancos de pesca? ¿dónde?

Por nuestros marineros secuestrados y por sus familias, por su pronto retorno; por una acción contundente contra la piratería islámico-somalí; por un defensa de los intereses de Europa en el Cuerno de África.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

Inflación de Grupos G. Muchas Gs para tan pocas nueces

Infokrisis.- Desde el G-2 hasta el G-192 existen una veintena de “grupos de países” para debatir las cuestiones internacionales. Pero las reuniones casi continuas de todos estos grupos no parecen haber resuelto hasta ahora ningún problema político, ni mucho menos económico. Y sin embargo, los mandatarios de todo el mundo siguen practicando  el turismo político. Zapatero se ha sumado al baile. Históricamente, desde Adolfo Suárez, todos los presidentes de gobierno han aspirado a redimir sus fracasos en política interior con apretones de manos en los foros internacionales. Mucho ruido y pocas nueces. Así están Grupos G…

La ONU ha sido la madre de todos los Grupos G. ¿Qué es la ONU sino el G-192? Siendo el origen de todas las formas de cooperación internacional, la ONU constituye también un gran fracaso. Su tamaño y el hecho de que entre unos países y otros existan desigualdades en peso y recursos, pero que oficialmente todos pesen lo mismo en la Asamblea General, selló su ineficacia para prevenir conflictos.

En aras del realismo, los distintos bloques pasaron a constituir en los años 50 al margen de la ONU foros más pequeños: la Conferencia de Países no Alineados, la Organización de la Unidad Africana, la Unión Árabe, etc. Se trataba de grupos políticos. Antes habían surgido los foros de cooperación militar (OTAN, SEATO, CENTO, Pacto de Varsovia…) y luego surgieron las primeras iniciativas económicas de las que solamente logró asentarse el Mercado Común, reconvertido en Union Europea. Faltaba algo: reconocer la realidad.

En los años 60 cristalizan las grandes multinacionales que llegan a hacer con las riendas de la economía de muchos Estados. El capitalismo, inicialmente artesanal, luego industrial, finalmente, se convierte en multinacional. Los consorcios económicos influyen como nunca antes en la historia sobre las políticas de los Estados. Pronto aparecen las primeras estructuras internacionales que unen economía (representados por los presidentes de los grandes consorcios industriales, financieros y bancarios), política (líderes políticos del poder y de la oposición) y comunicación (grandes empresarios mediáticos). Aparece primero el Club Bildelberg y luego a principios de los 70, la Comisión Trilateral que une a representantes de estos poderes en Europa, EEUU y Japón.

La historia avanza rápidamente y en la segunda mitad de los 80, con la caída del comunismo y en 1989 del muro de Berlín, es preciso reorganizar el mundo. Es entonces cuando aparece la fiebre de los Grupos G.

Del G-77 al G-7

El primero de todos ellos fue el G-77 surgido indirectamente de la Conferencia de Bandung de Países no Alineados. Hasta hace poco se le conocía simplemente como “Conferencia de los Países en Vías de Desarrollo”, pero la moda de los “Gs” popularizó el nombre de G-77 (el número de países fundadores) que hoy debería ser el G-130 a raíz de las nuevas incorporaciones. Desde el punto de vista geopolítico agrupa a los países del Sur, antiguos países colonizados que alcanzaron la independencia en los años 50-70 y naciones iberoamericanas asfixiadas por la presión de los EEUU. Jamás han actuado como unidad política y frecuentemente, sus reuniones anuales, ni siquiera merecen el interés de los medios…

…Algo que no ocurre con el G-7, reconvertido en G-8 que aspiraba a ser el “guardián del nuevo orden económico internacional”, esto es, la apisonadora de la globalización. Formado en 1973, inicialmente por Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido, se formó en plena Guerra Fría en nombre del libremercado y de la defensa de la democracia. Sus integrantes, no son ni los países más industrializados, ni los de mayor poder militar, ni los de un PIB más elevado… sino simplemente el núcleo duro del mundo capitalista. El análisis de la situación política y económica es su principal tarea, así como la aplicación de medidas para salvaguardar la estabilidad política internacional.

En 1998 se sumó Rusia, conociéndose popularmente como G-8 o más frecuentemente como G-7+1, como indicando que Rusia no tendría exactamente el mismo modelo democrático que el resto de países y al no pertenecer a la Organización Mundial del Comercio (otra “G” de 149 países…).

En realidad el proceso de toma de decisiones es diferente: en el Club Bildelberg y en la Comisión Trilateral se analizan en profundidad las coyunturas económicas y políticas y de ahí emergen líneas de actuación concretas… que son elevadas al G-7 siendo inevitablemente aprobadas. En la reunión de la Comisión Trilateral que tuvo lugar en Tokio el 25 y 26 de abril de 2009, se aceptó como inevitable e incluso saludable para la economía norteamericana una devaluación del dólar, de la misma forma que un año antes, en la reunión de Washington del 25 al 28 de abril de 2008 se había aprobado que los Estados ayudaran a la Banca privada a salir de la crisis. Puntualmente, estas medidas fueron adoptadas por el G-7.  

Algunas reuniones del G-7 suscitaron violentas manifestaciones en contra, llegando al clímax en la reunión de Génova de 2001. Sin embargo, cuando el G-7 volvió a reunirse ocho años después en tierra italiana, en la ciudad de L’Aquila, los “altermundialistas” apenas estuvieron en condiciones de convocar movilizaciones. En esa ocasión, el G-7 invitó al G-5 (formado por China, India, Sudáfrica, Brasil y México, potencias regionales). Era inevitable.

El G-20 o el Estado Mayor de la Globalización

La globalización ha hecho que la distancia entre el G-5 y el G-7 se fuera acortando y que, en la práctica, ambos hayan sido sustituidos por el G-20, sin duda el “Grupo G” con más peso de los actualmente existentes. De ahí el interés de Zapatero en asistir a las reuniones como invitado, no sólo por la altura de las decisiones sino por la calidad de los asistentes.

El G-20 está formado por el G-7+1, once países de reciente industrialización (Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Corea, Sudáfrica y Turquía) y la Unión Europea como bloque representados por el presidente rotativo. Las funciones del G-20 son estrictamente económicas. Sin embargo, en las tres reuniones celebradas hasta ahora (Washington en noviembre de 2008, Londres en abril de 2009 y Pittsburg en septiembre) han sido decepcionantes: declaraciones farragosas y negativa a entrar en el fondo de la cuestión de cómo salir de la crisis o cómo eliminar los paraísos fiscales; de hecho, tan solo han sido capaces de tomar decisiones sobre temas no vinculantes en lo relativo a los emolumentos de los directivos bancarios.

El G-20 es hoy el fuelle del sistema económico liberal y globalizado. Para el G-20 no hay vida económica posible fuera de la globalización, a pesar de que es la globalización lo que ha generado la actual crisis...

El Grupo más influyente es el más virtual

Oficialmente no existe, pero en la práctica es el núcleo duro del G-20. Es el G-2. Está formado por China y los EEUU. Algunos bromistas lo llaman “Chinamérica”. Se reúnen con la excusa del realizar un “diálogo económico y estratégico”. La última reunión bilateral conocida tuvo lugar el pasado 27 y 28 de julio en Washington. Junto al secretario del Tesoro norteamericano asistió la secretaria de Estado, Hillary Clinton: Economía, sí, pero también “estrategia”.

Siendo realistas, el G-2 es el núcleo central de la economía globalizada y el G-20 seguirá al pie de la letra las instrucciones emanadas de los dos grandes de la economía y del poder militar mundial. Para los EEUU, la cooperación con China es fundamental dentro del contexto de la globalización: China es un mercado, pero también el principal comprador de dólares, lo que contribuye a apuntalar la economía de los EEUU. Por otra parte, China precisa tiempo para reforzarse militarmente. Sabe que mientras la globalización sea incuestionable, el tiempo juega a su favor: los EEUU cada vez más endeudados y con el mayor déficit fiscal no lograrán durante muchos años mantener la hegemonía militar que, en gran medida, depende del gasto público. China no tiene nada más que esperar sentado para ver pasar el cadáver de su enemigo. Los achaques del dólar parecen indicar que no tendrá que esperar mucho tiempo.

Lo más paradójico es que sea un gobierno comunista que conserva todavía una estructura de poder centralizada y controlada por el “partido”, sea el que lleve la bandera de la globalización. En China, la vanguardia del capitalismo (la globalización) ha confluido con el modelo marxista de organización del Estado y parece construir el futuro y dar la razón a George Orwell y a su 1984: un poder fuertemente centralizado con una despersonalización absoluta de las masas y una distancia abismal entre la élite político-económica y la población a la que se da solamente la posibilidad de trabajar por un salario limitado que garantiza únicamente la subsistencia.

El baile de las Gs

Grupos        Integrantes

G-2        “Chinamérica”, virtual, China + EEUU
G-3        Francia, Alemania, Reino Unido
G-3 (bis) México, Colombia, Venezuela
G-4        Brasil, India, Japón, Alemania
G-5        Brasil, México, Sudáfrica, India, China
G-7        EEUU, Canadá, Italia, Japón, Francia, Alemania, Reino Unido
G-7+1     EEUU, Canadá, Italia, Japón, Francia, Alemania, Reino Unido, Rusia
G-8+5     G-5 + G-7+1
G-10       Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Reino Unido, EEUU, Alemania, Suecia
G-12       Paradójicamente con 13 países: G-10 + España, Australia, Suiza.
G-14       G-7+1 + G+5 + Unión Europea.
G-20       G-14 + Argentina, Arabia Saudí, Australia, Corea, Indonesia, Turquía
G-22       G-8 + países industrializados y emergentes        
G-23       Evolución del G-20, del G-21 y del G-22 a medida que se van sumando países
G-24      Argentina, Argelia, Brasil, Colombia, Congo, Costa de Marfil, Egipto, Etiopía, Gabón, Ghana, Guatemala, India, Irán, Líbano, México, Nigeria, Pakistán, Perú, Filipinas, Sudáfrica, Sri Lanka, Siria, Trinidad/Tobago, Venezuela
G-33    Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, China, Costa de Marfil, Egipto, Francia, Alemania, Hong Kong, India, Indonesia, Italia, Japón, Malasia, México, Marruecos, Holanda, Polonia, Rusia, Arabia Saudí, Singapur, Sudáfrica, Corea, España, Suecia, Suiza, Tailandia, Turquía, Reino Unido, EEUU.
G-77       Países no-alineados
G-130     Evolución del G-77 a medida que se han ido sumando más países.
G-192     Conjunto de países de la ONU

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen


No debimos ir y debemos volver urgentemente. Nada se nos ha perdido en Afganistán

Infokrisis.- Toda la duda estriba en si los marines se retirarán antes de Irak o de Afganistán. Y, justo cuando los EEUU debaten su salida del empantanamiento afgano el recién converso el “socialista cósmico”, Zapatero y su ministra de cuota, anuncian el aumento del contingente español en aquel lejano teatro de operaciones. ¿Cómo está aquel conflicto? ¿Qué puede esperarse de la presencia de nuestros soldados en Afganistán?

Aquello no podía ir bien. Partía de una mentira: que el gobierno afgano había tenido arte y parte en el ataque el WTC. En realidad, todo el problema consistía en que el enigmático Bin Laden parecía oculto en Afganistán. ¿Lo estaba? Seguramente pasó por allí en los años 80 y principios de los 90. Y quizás, incluso estuvo en el momento de los extraños ataques al WTC. Pero también, la propia inteligencia norteamericana lo daba como presente en Sudán, en Arabia Saudí, en Yemen… Cuando se intenta bautizar una operación militar con un nombre rimbombante, ampuloso y retórico es que el objetivo de la misma no es militar sino político: para el Pentágono la invasión de Afganistán se llamó primero “Justicia Infinita” y luego “Libertad Duradera”.

El objetivo de EEUU: retratar a sus aliados

EEUU no abordó la operación en solitario, comprometió a todos sus aliados de la OTAN y de cualquier otro escenario en donde le quedara algún amigo. El presidente Uribe fue el último en sumar 1.000 soldados la contingente, seguramente agradecido por la ayuda y el asesoramiento prestado por EEUU para batir a la narcoguerrilla colombiana.

Los talibanes jamás tuvieron un “ejército” digno de tal nombre. Sin blindados, sin aviación, sin unidades estables, era mucho más parecido a un ejército tribal. De hecho, los neoconservadores norteamericanos tuvieron que crear un nuevo concepto (“Estado frustrado”) para definir la estructura de poder afgana. El concepto era interesado y se aplicaba a Estados que habían caído bajo el control de organizaciones terroristas o mafiosas… En realidad, Afganistán era algo muy diferente. Uno de los legionarios que participaron en la misión española se llevó otra impresión: “Es un Estado anclado en la Edad Media. Muy buena gente, en general, perdida en la Edad Media. Cuando hablas con ellos percibes el abismo que existe”.

Con la excusa de la “lucha antiterrorista”, los EEUU emprendieron el “ablandamiento” de las posiciones afganas durante casi un mes de bombardeos ininterrumpidos y lanzamiento de bombas a gran altura y de misiles desde los navíos de cinco naciones… más sorprendentes todavía dado que Afganistán carece de costas. Luego vino la invasión terrestre. Los marines utilizaron como ariete a la Alianza del Norte cuyo líder el General Ahmed Shah Massoud, contrario a la cooperación con los EEUU, había sido asesinado unos días antes del 11-S...

Los “halcones” que gobernaban en Washington en aquel momento estaban divididos sobre si atacar a Afganistán, Irak e Irán al mismo tiempo o emplear la “teoría del salchichón”: operar la ofensiva de rodaja en rodaja. Optaron por la segunda opción. Los objetivos estratégicos de la guerra eran tres: situar a los marines próximos a los pozos de petróleo de Oriente Medio, controlando además las rutas del petróleo de la zona; estimular los beneficios del complejo militar-petrolero-industrial en el que los neoconservadores ejercían de asesores de distintas empresas de armamento; y, finalmente, lograr que sus aliados se “retrataran” enviando tropas que evidenciaran su sumisión. Jamás pudieron engullir la tercera “rodaja”, Irán.

La OTAN respondió como un solo hombre. Y la España de Aznar lo hizo de manera entusiasta enviando a 350 soldados a finales de enero de 2002. Zapatero, tan presto a retirarse de Irak, fue aumentando paulatinamente el contingente español en Afganistán de manera incomprensible. En algunos momentos ha superado los 1250 soldados. Desde entonces casi un centenar de nuestros muchachos han muerto en aquel conflicto remoto.

¿Terrorismo internacional o insurgencia?

El discurso, infantil del zapaterismo parte de que en Afganistán se cumple un “mandato de Naciones Unidas” y que se está allí en “misión de paz”. Reiteradamente, se justifica esta presencia en función de la “lucha contra el terrorismo internacional”. La ministra Chacón, en una de sus primeras intervenciones cuando estaba todavía embarazada, explicó que la lucha contra ETA y la lucha contra los talibanes son una misma y única lucha “contra el terrorismo”. Declaración ignorante, torpe y mendaz. Y lo que es peor: mentirosa.

Durante la primera guerra afgana contra los soviéticos acudieron voluntarios de todo el mundo atraídos unos por la aventura armada anticomunista (Almerigo Grilz, dirigente padovano del MSI, por ejemplo, murió en el curso de un ataque a una columna blindada soviética) o por la guerra santa islamista (“la Base” creada por Bin Laden al servicio de la CIA). La segunda guerra afgana fue más de lo mismo: sólo que el contingente anticomunista desapareció, pero la guerra fue, de un lado, una “guerra de liberación nacional” contra un ejército ocupante que apoya a un gobierno débil y que no gobierna más allá del barrio de Kabul en el Hamid Karzai ha instalado el palacio presidencia, y por otra una “guerra santa” de islamistas contra no islamistas.

Tratar de terroristas a los insurgentes afganos equivaldría a calificar con el mismo adjetivo a todos los movimientos de resistencia al ocupante y de liberación nacional. La resistencia francesa durante la II Guerra Mundial cometió atentados terroristas contra el ocupante y contra los franceses colaboracionistas y lo mismo vale para la resistencia italiana o yugoslava, o para el Werwolf, resistencia alemana contra el ocupante aliado. El hecho objetivo reconocido por las leyes internacionales es que cualquier país sometido a una ocupación militar tiene el derecho de defenderse. Atacar un convoy militar de la OTAN no podría ser, pues, considerado desde ningún punto de vista como “terrorismo” sino como “insurgencia” o “resistencia”.

Se admite además que la insurgencia afgana ataca solamente a formaciones militares “aliadas” y mucho menos a las unidades militares o policiales afganas. Es fácil entender el motivo: salvo Karzai (político amortizado) y sus colaboradores, apenas existe colaboración activa con el invasor.

Por lo demás, si en algún momento fue cierta la presencia de Bin Laden en Afganistán, de eso han pasado ya muchos años y ningún informe de inteligencia ha reportado la presencia del buscado (¿realmente buscado?) terrorista en las montañas afganas.

Una guerra que podía haberse evitado

Pocas guerras habrán sido tan inútiles como la de Afganistán. No solamente aquel árido territorio carece de riquezas naturales (salvo la heroína que los talibanes casi consiguieron desarraigar y que la presencia norteamericana ha logrado reactivar con la consiguiente oleada de toxicómanos a lo largo de toda la ruta que conduce la droga de los campos de adormideras afganos hasta los mercados de Europa Occidental) sino que la precedente invasión soviética indicaba cómo iba a evolucionar la situación. Además, un somero análisis antropológico y sociológico indicaba a las claras que una serie de tribus levantiscas, distribuidas entre valles y montañas, sin mucha relación entre ellas, y, sobre todo atrasadas viviendo a quinientos años de distancia en relación a las democracias europeas.

¿Puede admitirse en esas circunstancias la pretensión de llevar la “democracia” a Afganistán? ¿Es realista? Por otra parte, si en el otoño de 2001, no se hubiera producido la operación “Justicia Infinita” (sic), tampoco se hubieran producido los destrozos que hacen hoy ingobernable el país. Si de lo que se trataba era de capturar a Bin Laden hubiera bastado con una operación de comando de unos cuantos cientos de Comandos Delta sobre las montañas de Tora-Bora en donde la mitología de la inteligencia norteamericana situaba el escondite de Bin Laden.

A partir de 2007, a medida que los errores y los daños colaterales sobre la población civil fueron aumentando, la insurgencia fue aumentando su base y ampliando su radio de acción, los atentados contra las tropas de ocupación aliadas se multiplicaron. La guerra que, en principio, parecía fácil de resolver, se convirtió en un calvario para los marines y los demás contingentes aliados que apenas se atrevían –como en Irak- a abandonar sus bases. Como en toda guerra de liberación, la insurgencia afgana se empezó a beneficiar de un amplio nivel de complicidades, informadores, colaboradores y voluntarios que hizo, que, poco a poco, incluso zonas como la ocupada por el contingente español en donde apenas se habían producido combates pasaran a ser en pocas semanas peligrosas. En esas condiciones es imposible vencer salvo disparando indiscriminada y masivamente sobre la población civil, seguros de que cada afgano es un adversario en potencia. Otro miembro del contingente español nos definió la situación en agosto 2009: “Incluso el afgano que acepta ir a las clases de castellano puede hacerlo simplemente para cronometrar nuestros trayectos y localizar a nuestros efectivos. Aquello está perdido y no puede hacerse nada”.

Nunca una guerra tan absurda ha llevado a tantos países a un callejón sin salida.

¿La defensa nacional española puede librarse en Afganistán?

Casi un centenar de muertos no son como para tomárselos a broma. El militar asume el hecho de que su compromiso incluye un riesgo para su vida. En el acto de la jura de bandera se compromete a morir en defensa de su país, de su sistema legal y de su sociedad… pero nunca morir en defensa de no se sabe exactamente el qué. La “aventura afgana” iniciada por el PP fue amplificada por ZP sin duda para hacer olvidar la defección iraquí.

El Consejo de Ministros, por Acuerdo de 27 de diciembre de 2001, autorizó la participación de unidades militares españolas en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (International Security Assistance Force, ISAF) en apoyo del “gobierno interino afgano”. Los inicialmente 350 soldados que llegaron en enero de 2002 se redujeron a 130 hasta julio de 2004 para incrementarse en ese momento en 540 soldados más. La excusa para este incremento fue el hospital de campaña gestionado por españoles en Kabul. Zapatero, ya en ese momento, siguió alardeando de que la misión del contingente era “humanitaria”: repartir bocadillos, realizar tratamientos médicos y en el colmo del absurdo, enseñar castellano…

El 21 de febrero de 2005, Pepe Bono, entonces ministro de defensa informó ante la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, sobre la intención del Gobierno de cambiar el despliegue de unidades militares españolas en Kabul para liderar una Base de Apoyo Avanzada en Herat, al oeste del país, y un Equipo de Reconstrucción Provincial. Esta iniciativa obtuvo el respaldo mayoritario de los grupos parlamentarios del PSOE y del PP que, en este tema, han mantenido siempre la necesidad de nuestra presencia en aquellas tierras

Nuevamente, el 22 de junio de 2005, el ministro de Defensa presentó, ante la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, la necesidad de apoyar a las elecciones –que resultarían un fraude tan sólo superado por las que tuvieron lugar cuatro años después- con el despliegue de un batallón de infantería, obteniendo el respaldo nuevamente del PP y del PSOE. El 12 de mayo de 2006, a la vista de que el conflicto empezaba a ir cuesta arriba y que el “desencuentro” entre ZP y Bush no remitía, el Gobierno decidió reforzar sus unidades autorizando el aumento de 150 efectivos, verdadera vaselina para atenuar la fricción. El PP se manifestó a favor. La única crítica realizada por Rajoy consistió en recordar que aquello era una guerra y en absoluto una “misión humanitaria”. Nada más que una polémica semántica diferenciaba la posición de los dos grandes partidos. En este caso también, “la alternativa consiste en que no hay alternativa”.

El 25 de septiembre de 2007, el Ministro de Defensa solicitó y obtuvo de la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados la autorización para el envío de dos Equipos Operativos de Asesoramiento y Enlace, con un contingente de 52 personas más. La cifra de nuestros muchachos en Afganistán llegaba a 690.

En el periodo 2001-2005 y, dentro del compromiso de desembolso adquirido en la Conferencia de Tokio, España contribuyó con 110 millones de euros para la reconstrucción de Afganistán. En la Conferencia de Londres, de 1 febrero de 2006, España comprometió asimismo 150 millones de euros más para el período 2006¬-2010. Estas cifras nos sitúan en el octavo puesto absoluto de compromisos de donantes y en el cuarto europeo, detrás del Reino Unido, Alemania y la Comisión Europea…

Nada de todo esto podrá hacer olvidar el accidente del Yak-42 y el ataque de Cougar que se saldó con el derribo de un helicóptero español y graves averías en otro. Casi un centenar de muertos es el resultado (casi milagroso y que podía haberse duplicado) de esta aventura. El 23 de septiembre de 2009, se encuentran en aquello zona de guerra 778 militares españoles a los que se sumarían otros 220 en poco tiempo hasta alcanzar el millar. El coste adicional del envío de estas 220 soldados supondrá 20’8 millones de euros anuales más, insoportable en tiempos de crisis. Guerra inútil, presencia absurda… pero cara.

Las excusas de Zapatero

Cínico entre los cínicos e ignorante entre los ignorantes, Zapatero en el curso de unas declaraciones grabadas con la CNN en Nueva York el pasado 21 de septiembre, aseguró que su proyecto consistía en promover una "gran alianza con el islamismo moderado para aislar a los radicales violentos” y defendió una "acción política global" que comience en Oriente Medio para lograr la paz y la seguridad en Afganistán… Zapatero consideró que era necesario aumentar la presencia española en Afganistán y anunció que ese sería el mensaje que trasladaría a Barack Hussein Obama, cuando se reúna con él en la Casa Blanca el próximo 13 de octubre.

Volvió a insistir en la idea de preparar a la medieval sociedad afgana un “futuro democrático” (que ellos mismos son los primeros en no solicitar…), vinculando el destino de aquella guerra absurda al “proceso de paz de Oriente Medio”… Triunfalmente añadió que "Obama sabe que España está comprometida con Afganistán y que lo va a seguir estando". En cuanto a nuestros niveles de participación los calificó de “razonables”. Seguramente es el único en pensar todo esto.

Vale la pena preguntarse qué entiende ZP por “islamistas moderados”. También lo aclaró: los gobiernos turco y marroquí, de los que Zapatero se considera el valedor para su ingreso en la Unión Europea (y hay que echarse a temblar ante la próxima presidencia de ZP en la UE en donde, sin duda, intentará facilitar la entrada de ambos países).

La realidad de una guerra

En su encuentro con Berlusconi el pasado 10 de septiembre, ambos mandatarios acordaron que un general español sustituyera al italiano que dirige la fuerza paz en Libia. A nadie se le escapa que Berlusconi considera un “rosa” a Zapatero. Lo desprecia como ambiguo y suele realizar chistes y comentarios sobre la legislación española en torno a los gays. No es raro que la reunión tuviera lugar justo en el lugar en donde El País difundió las fotos de Berlusconi con prostitutas. Por tanto no pudo extrañar que mientras el jefe de gobierno italiano intercambiara saludos protocolarios con Zapatero, el diario Il Foglio (dirigido por un hombre de confianza de Berlusconi) lanzara ataques furibundos sobre la política española en Afganistán justo en los momentos en los seis soldados italianos habían muerto en un enfrentamiento con la insurgencia. El artículo estaba demasiado bien documentado como para pensar que no se había nutrido de fuentes de la inteligencia militar italiana.

El artículo destacaba la falta de combatividad del contingente español, no por falta de espíritu militar, sino por las limitaciones impuestas por el gobierno español (solamente pueden utilizar sus armas en defensa propia, pero no en acciones ofensivas…), lo que contribuye a que los italianos tengan desguarnecidos sus flancos y se favorezca a la ofensiva talibán. En varias ocasiones los helicópteros norteamericanos habían tenido que acudir en defensa de la infantería italiana a causa de que los soldados españoles argumentan no poder ayudarlo “por órdenes superiores”. El artículo de Il Foglio se revelaba que las tropas españolas no habían participado en ningún combate entre mayo y julio… Zonas, oficialmente defendidas por españoles, de hecho lo están por italianos. “Madrid” ha llegado a negar la ayuda de los seis helicópteros de transporte y de los aparatos teledirigidos de observación Searcher.

Vale la pena recordar que la aportación italiana es tres veces superior a la española en efectivos y helicópteros y sin limitaciones en cuanto a las tácticas a emplear. Sin embargo, el atentado que costó la vida a seis militares italianos desencadenó una verdadera convulsión en la sociedad italiana e incluso en la opinión del gobierno Berlusconi sobre la actitud ante el conflicto: el telegénico mandatario italiano anunció una retirada gradual a la vista de la evolución del conflicto. Es lo más razonable que cabría esperar de cualquier gobierno europeo.

El estado de la cuestión en España

En España solamente hay debate sobre terrorismo cuando ETA coloca muertos sobre la mesa. Solamente existe debate sobre la inmigración cuando hay incidentes. Solamente hay debate sobre nuestra presencia en misiones exteriores cuando llegan féretros. Aquí jamás se ha debatido ni sobre la entrada de Turquía en la UE y solamente sobre las importaciones hortofrutícolas marroquíes cuando algún sindicato agrícola se queja de la caída en picado de los precios (que no repercute en los mercados)… Por tanto no es de extrañar que no haya debate sobre lo que hacemos o dejamos de hacer en Afganistán a la vista de que PP y PSOE mantienen la misma posición sobre todos estos temas. Ni hay debate, ni se le espera. Y si no hay debate es señal de que tampoco hay muertos. Ésa es la buena noticia.

La mala es que nuestras tropas, despreciadas por sus vecinos, abochornadas por la actitud de un gobierno y de una ministra que no conciben la vida de nuestros soldados más que como moneda de cambio para ser recibido en el hall de la Casa Blanca, hostigados por una insurgencia que percibe en ellos el “eslabón más débil” en la zona de Herat, ni siquiera tienen estructura de combate suficiente como para prevenir y repeler ataques. O se aumenta el contingente y se le liberan las manos para que puedan atacar a los islamistas en sus reductos, o militarmente aquello está perdido. Los 1.000 destacados allí son insuficientes para abordar tareas ofensivas.

Sobre asuntos especializados –y la participación en una zona de guerra es uno de esos asuntos-, hay que someterse a los criterios técnicos especializados, en este caso de los militares. Los militares en todo este asunto han sido los últimos monos. Cuando las conveniencias políticas se anteponen a la lógica militar, van a producirse víctimas, cuando se mantiene el autoengaño de la ayuda humanitaria en zona de combate, las bajas son inevitables.

¡Que la sangre de nuestros muchachos muertos caiga sobre la conciencia –por atrofiada que esté- de quienes los han enviado a morir en una guerra absurda!

[recuadros fuera de texto]

Ningún hijo de político marcha a Afganistán

“Yo invito a Obama; pago con la vida de tu hijo”

El envío de una nueva unidad de 220 militares a Afganistán decidido por el congreso de los diputados el 21 de septiembre fue apoyado, nuevamente por el PP. Así, la misión,  se convierte en la más numerosa de las que España desarrolla en el exterior (por delante de la que se encuentra en Líbano) cuenta en la actualidad, además, con otros 450 soldados del denominado batallón electoral y con 80 más que viajaron ayer a Afganistán para asumir la dirección del aeropuerto de Kabul.

Actualmente el contingente español dirige la Base de Apoyo Avanzada (FSB) en Herat y el Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) de Qala i Naw, en la provincia de Badghis, en el oeste del país. Hay personal español en el Cuartel General de Mando Regional de Herat, liderado por Italia; en el Cuartel General de ISAF en Kabul; y un destacamento aéreo en la base estadounidense de Manás, en el Kirguizistán. Esta presencia ha tenido un duro tributo de sangre: 87 fallecidos, el 10% del contingente.

Seis de ellos murieron en una acción de guerra, 17 en el derribo del helicóptero en Cougar, 62 en el Yak-42 y dos en accidentes diversos. Muertes de chicos jóvenes, absurdas y que podrían haberse evitado si Aznar y Zapatero hubieran pensado en los intereses de la defensa nacional antes que en aspirar a sentarse a la diestra del “emperador”. Nuestros muchachos dan la vida en Afganistán para que los presidentes del gobierno puedan fotografiarse con el presidente norteamericano de turno.

Ningún hijo de la clase política está arriesgando su vida en Afganistán. Seguramente por eso la actitud del gobierno es tan frívola y despreciativa con la seguridad de nuestras tropas.

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Guinea Ecuatorial: Tras una independencia modélica, 42 años de miseria y terror

Infokrisis.- La consideración de Guinea Ecuatorial como “provincia española” no pudo evitar que la ONU impusiera la “descolonización”, así que el gobierno español, para evitar la censura internacional, dio la independencia a este pequeño territorio cuadrangular el 12 de octubre de 1968. En aquel momento Guinea Ecuatorial compartía con Sudáfrica posiciones de cabeza en cabeza por renta per cápita en el continente africano. Lo que vino después, tras el expolio de los españoles, fueron 42 años de terror y miseria o de miseria y terror, que tanto monta… como Teodoro Obiang Ngema y Teodoro Ngema Obiang, más conocido como “Teodorín”, hijo del dictador.

A principios de los años 60, la “colonia”, convertida ya en provincia alcanzó unos estándares de civilización superiores a los de cualquier otro país africano. En 1963 se convocó un referendo que aprobó la autonomía y en 1965 la ONU aprobó una resolución en la que se pedía a España que fijase lo antes posible la fecha para la independencia de Guinea Ecuatorial. Dos años después se iniciaba la Conferencia Constitucional que daría la independencia definitiva en 1968 con el 63% de los votos.

Las cosas empezaron más. Francisco Macías fue elegido presidente y en enero de 1969, el jefe de la oposición, Bonifacio Ondó, resultó asesinado. En marzo de 1969, Macías anunció la existencia de un fantasioso golpe de Estado aprovechando para expulsar a los españoles y asesinar a algunos. Un año después, la selva ya había invadido las explotaciones de cacao y las serrerías habían detenido su actividad. La TV local instalada por los españoles apenas funcionó unos meses; lo mismo ocurrió con otras infraestructuras del país que retrocedió en pocos meses a la edad media. Era el inicio de la dictadura y de la ruina del país.

Dictadura y miseria

En 1972, Macías se autoproclamó “presidente vitalicio”. En pocos meses más de 100.000 personas escaparon de Guinea, otras 50.000 fueron asesinados y 40.000 sentenciadas a trabajos forzados. Las escuelas se clausuraron en 1975 y el culto católico fue abolido en 1978 con la excusa de la exaltación de “la negritud”. Macías dio ejemplo cambiando su nombre por el de Masie Nguema Biyogo Ñegue Ndong… lo que no impidió que el 3 de agosto de 1979 fuera derrocado por su sobrino, Teodoro Obiang Nguema, antiguo alcaide de la prisión de Black Beach. En ese momento la población del país había descendido un tercio de la que tuvo en la independencia y no existía ni un dólar en las arcas del Estado.

El gobierno español de UCD empezó a enviar masivamente “ayuda humanitaria” que siguió llegando durante toda la década siguiente bajo Felipe González. Esta ayuda y el traslado de miles de “cooperantes” españoles, no logró absolutamente ningún resultado. Se perdió en las redes de corrupción locales o en las trenzadas por los “cooperantes”. En 1989, todo seguía como antes. Dos años después, España y Francia, principales dispensadores de dinero pusieron como condición que el régimen se democratizara. Regresaron algunos exiliados… que fueron encarcelados. En 1996, Obiang fuera reelegido con el 98% de los votos. Ese mismo año Mobil-Oil empezó a extraer petróleo en territorio guineano. Hoy, es el tercer productor africano tras Angola y Nigeria.

La cleptocracia en el poder

El petróleo no ha cambiado la miseria guineana, ni el carácter sanguinario de la dictadura, a pesar de que Bush reemprendiera relaciones diplomáticas. El régimen de Obiang practica habitualmente, como la cosa más natural, la tortura, las desapariciones, la falta de libertad de prensa y de libertades políticas.

El 9 de julio de 2009, Human Rights Watch publicó el informe “Well Oilet, Oil and Human Rights in Equatorial Guinea” en el que denunciaba los increíbles niveles de corrupción y las brutalidades que se producían en Guinea Ecuatorial tolerados internacionalmente sólo por el carácter petrolero del país.

Sin embargo, Teodoro Obiang Nguema tiene mala salud. Desde hace años, los círculos europeos bien informados que residen en Guinea aluden constantemente a  sus problemas de próstata. Parece difícil que pueda superar su mandato electoral de siete años para el que fue reelegido con el 96’7% de los votos. Pero si Obiang Nguema está a punto de entonar su canto del cisne, Nguema Obiang, su hijo, alias “Teodorín”, está al quite. ¿Quién dijo que en África los padres nunca consiguen superar a sus hijos? Con 40 años, “Teodorín” ha superado a su padre en quemar dineros públicos en un país asolado por la miseria.

Desde 2005, se sabe de la existencia de “Teodorín” gracias a un artículo publicado por El Mundo. Entonces era Ministro de Medio Ambiente demostrando su “vocación ecologista” gastando un millón de euros sólo en ocio en Sudáfrica, cuando en Guinea Eduatorial la casi totalidad de la población debe vivir con apenas un dólar al día. Al chico le gustan los coches. En Sudáfrica compró un Bentley Arnage negro, un Mulliner color crema de la misma marca y un Lamborghini Murciélago blanco, según informó el diario sudafricano The Star, cuyo valor total superaba el 1.300.000 euros. Durante su última noche en Sudáfrica gastó 1.700 euros sólo en champaña francesa. Por entonces contaba con una casa en Londres, otra en París y otra más en Los Angeles, cada una con un valor de más de tres millones de euros.

La familia Obiang, ocupa más de una docena de cargos ministeriales en el Gobierno. Desde 1995, Teodorín edificó un verdadero imperio económico que abarca desde compañías madereras hasta productoras de música, aerolíneas y emisoras radiofónicas (la única autorizada por su padre le pertenece, naturalmente, Radio Asonga). Desde entonces ya se barajaba que podría ser el sucesor de su padre. Los otros aspirantes a suceder a Obiang Nguema son el hermano de “Teodorín”, Gabriel Mbegha Nguema Lima, ministro de Petróleo, y su tío, el general Armengol Ondo Nguema, consejero de Seguridad Nacional. No es una monarquía, sino una cleptocracia africana.

Teodorín o la locura africana

Hoy, el PIB de Guinea Ecuatorial vuelve a ser uno de los más altos de África (29.883 dólares por habitante), pero, como siempre, el PIB no refleja la situación real del país; para conocerla habrá que recurrir a la renta per cápita. Ninguno de los beneficios producidos por los 400.000 barriles de petróleo extraídos al día llega a la población y todo se reparte entre la familia Obiang. La mayoría de los más de 500.000 habitantes de Guinea Ecuatorial vive con menos de un dólar al día. Solo en el Riggs Bank de Washington, Obiang guardaba más de 600 millones de dólares según datos del FBI.

En 2007, una investigación de la policía francesa demostró que “Teodorín” tenía numerosas cuentas en Barclays, BNP y Paribas a través de la que había gestionado la compra de nuevos vehículos: un Ferrari 550 Maranello, otro Ferrari 512M, dos Maseratis, un Rolls y varios Bugattis, cada uno valorado entre millón y millón y medio de dólares. La automoción le va a la criatura…

Esta cantidad, según la policía francesa procedería del blanqueo de dinero obtenido por malversación de fondos públicos. Tranparency International se presentó como parte civil en la denuncia que fue desestimada por el Tribunal de Apelación de París, seguramente por la situación que Francia aspira a mantener en Guinea. Otras ONGs prosiguieron la ofensiva contra “Teodorín”. Global Witness, por ejemplo, destacó en su informe que el sueldo oficial de “Teodorín” era de 4.000 dólares mensuales que en ningún caso le permitirían acumular las propiedades que mantiene en Francia y en EEUU. En EEUU se han presentado contra él denuncias similares que sistemáticamente no son tenidas en cuenta acaso por el papel de guinea en el suministro de petróleo a los EEUU.

En 2009, “Teodorín” visitó Houston, sede de las grandes compañías petroleras norteamericanas. Para la prensa norteamericana no era el hijo del masacrador de su pueblo, sino el africano que había ligado por la rapera Eve y que había comprado lujosas propiedades en Malibú. Sin embargo, “Teodorín” no debería estar tan tranquilo en EEUU.

En efecto, el Departamento de Justicia norteamericano elaboró un memorándum en septiembre de 2007 demostrando que los ingresos de “Teodorín” procedían de “extorsiones, robo de fondos públicos y otras prácticas corruptas”. En Miami, por su parte, el Departamento de Inmigración precisó que el guineano había llegado a EEUU introduciendo más de un millón de dólares, infracción fiscal penada en ese país con 5 años de prisión. Otra investigación abierta en EEUU aspira a establecer el origen de 35 millones de dólares sospechosos, transferidos a una cuenta del banco Riggs a nombre del Jefe del Estado guineano. Esto no es todo.

Según el FMI (ver Le Monde Diplomatique del mes de febrero de 2010) la familia Obiang tendría 2.000 millones de dólares en bancos comerciales en el extranjeros procedentes del desvío de ingresos del gobierno. “Teodorín” en concreto, entre 2005 y 2006 solamente habría ordenado al Banco de Francia transferir 73 millones de dólares a sus cuentas en EEUU. En EEUU se cree que esas sumas procederían del “impuesto revolucionario” que Somagui Forestal, propiedad de “Teodorín” estableció para la explotación de madera ecuatoguineana.

Lo sorprendente es que preguntado por el Tribunal Supremo de Sudáfrica sobre estos movimientos, “Teodorín” afirmó simplemente que “era una práctica común en Guinea Ecuatorial”, testimonio que no pudo evitar que le fueran embargadas dos villas en Ciudad del Cabo por valor de cinco millones de libras esterlinas por parte de una empresa constructora sudafricana. “Teodorín” declaró que era “normal” que los “ministros creasen sociedades conjuntamente con las empresas adjudicatarias de los contratos públicos”. El problema con “Teodorín” es que, a sus 40 años sigue viendo a Guinea Ecuatorial como la finca de su familia y ni siquiera tiene conciencia del latrocinio que están cometiendo.

El petróleo está en el fondo de la cuestión. Empresas norteamericanas mantienen el control sobre los 2/3 de las reservas petroleras guineanas, Francia controla buena parte del tercio restante empeñado en mantener su presencia en el África francófona (a la que se ha incorporado de facto Guinea Ecuatorial). El  petróleo es lo que permite a los Obiang, padre e hijo, corruptelas de dimensión internacional. Mientras Francia cree que su presencia se verá favorecida por la introducción del “franco CFA”, moneda de curso legal en Guinea desde 1984, y por la enseñanza creciente del francés, los EEUU entran en forma de rodillo con sus multinacionales petroleras, a cambio de impunidad para el gobierno local. Según la revista Forbes, el presidente Obiang es uno de los hombres más ricos del mundo.

No es algo nuevo en África. Lo que sí es triste es que esto esté ocurriendo en una exprovincia española.

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Afganistán: corrupción al límite. Lo que faltaba: ¡El Pentágono paga a los talibán!

Infokrisis.- Ni un soldado más para la guerra absurda de Afganistán. Zapatero ha enviado 500 soldados más a Afganistán, como si el tributo de sangre española derramada en aquella guerra absurda no fuera ya demasiado. No hay justificación posible: nada esencial se dirime en Afganistán para ningún país de la OTAN y mucho menos para España. No menos absurda ha sido la declaración de que España admitirá a cinco presos de Guantánamo (como si en EEUU no hubiera prisiones suficientes…). Pero lo más absurdo de aquella guerra acaba de ser desvelado por Aram Roston, en The Nation: El Pentágono hace llegar dinero a los talibanes. No es raro que aquella guerra permanezca estancada desde hace ocho años.

La Conferencia Internacional de Apoyo a Afganistán celebrada en septiembre de 2009 en París arropó los proyectos del presidente Hamid Karzai para los próximos cinco años y prometió 21.000 millones de dólares en ayudas. En contrapartida reclamó a Kabul más eficacia en su lucha contra la corrupción y transparencia en el gasto de la ayuda. Algo difícil porque la corrupción está anidada en el alma del gobierno Karzai, de los talibanes y del mismo Afganistán.

Cuando los talibanes se asentaron en el poder lograron disminuir la producción de adormideras de las que luego se extrae la heroína, sin embargo, tras la invasión norteamericana la producción fue subiendo hasta alcanzar una cifra record en 2009: más de 10.000 toneladas cultivadas en casi 200.000 hectáreas que, a través de la “ruta de la seda” están llegando a Europa. Pero la corrupción en Afganistán tiene muchos rostros.

El coste de la corrupción

Según la ONU, la corrupción tiene un costo para los afganos de 2.500 millones de dólares al año, no sólo en comercio del opio. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) precisó que los afganos están más preocupados por los fraudes públicos. No hay campo de la administración de Hamid Karzai en donde la corrupción no haya irrumpido. Según UNODC la corrupción supone un cuarto de la producción económica del país. Lo que no está tan claro es que eso interesa tanto a los afganos.

El dossier de UNODC fue publicado nueve días antes de la conferencia internacional sobre Afganistán realizada el pasado otoño en Londres, en donde se requirió a Karzai para que luchara con más fuerza contra este azote a cambio del envío de más tropas para ayudar a su Gobierno a luchar contra insurgentes talibanes. Hay que recordar que Karzai fue reelegido presidente del país tras unas elecciones calificadas como “bochornosamente fraudulentas”.

A finales de año, el periodista Ivan Eland publicó un informe en el que destacaba que uno de los motivos por el cual la mayor parte de las campañas de contrainsurgencia fallan es que “son llevadas a cabo por ocupantes extranjeros que desconocen la cultura del país invadido”. En efecto, según Eland “Hay dos cosas a las que los afganos se han acostumbrado en los últimos 200 años: las guerras causadas por ocupantes extranjeros y la corrupción de sus propios gobernantes. El impacto de la elección fraudulenta, como un ejemplo de esto último, probablemente no haya desilusionado a los afganos tanto como lo ha hecho con los occidentales”, y añadía más adelante: “Esto es así porque en la cultura afgana, las elecciones y el gobierno de la mayoría de todos modos no tienen mucha legitimidad. La gente en Afganistán por lo general resuelve sus problemas políticos convocando a los líderes tribales y señores de la guerra a una gran asamblea llamada loya jirga. En lugar de que impere el gobierno de la mayoría, se construye un consenso”.

En realidad, lo que es considerado corrupto en los países occidentales allí es apenas “una sana diversión en Afganistán”. La brecha entre la cultura afgana y la accidental es tal que, para Eland: “En Occidente, para calmar nuestras conciencias, nuestros dirigentes disfrazan a la lucha por el botín, el territorio, la influencia o el interés nacional en términos de elevados principios nacionales (el mantenimiento de la paz, la edificación de naciones, la propagación de la democracia, etc.), y entonces la gente comienza a creer realmente todas esas pamplinas. En Afganistán, los combatientes que cambian de bando por dinero pueden parecer corruptos a los ojos occidentales, pero puede que sean más honestos con sigo mismos que los occidentales”.

Cuando el Pentágono paga a los talibanes

Pero ni la corrupción inherente al primer país productor de adormideras necesarias para fabricar heroína, ni la particular estructura tribal de la sociedad afgana bastan para explicar el porqué el Pentágono está haciendo llegar directamente dinero a los talibanes, tal como ha demostrado ampliamente el periodista norteamericano Aram Roston, en un artículo publicado recientemente en The Nation.

Roston se limitó a transcribir en la prensa norteamericana un secreto a voces en Afganistán y en las esferas del Pentágono: como se sabe, el ejército norteamericano ha privatizado algunos servicios de avituallamiento de sus tropas en puestos avanzados (esto es, en prácticamente todo el país…). El Pentágono paga a compañías privadas de transporte para que hagan llegar desde papel higiénico hasta municiones a las unidades distribuidas en territorio afgano. Estas compañías se limitan a pagar a los líderes tribales alineados con los talibán para que no ataquen los convoys. Aquellas compañías que se niegan a pagar –hasta ahora sólo una, Four Horsemen International– han sufrido bajas en prácticamente todos sus servicios… De esta manera se calcula que aproximadamente el 10% del dinero del Pentágono que va aparar a las compañías de transporte, se utiliza para combatir a los propios soldados norteamericanos.

Roston realizó un estudio pormenorizado de estas compañías, algunas de las cuales están vinculadas a la familia Karzai como el Grupo Watan Risk Management propiedad de Rashid Popal, primo del presidente. La ruta que controla Watan Risk, de Kabul a Kandahar, es la más jugosa y la mejor remunerada. Roston escribe: “[esta ruta] es un verdadero carnaval de personajes estrafalarios y relaciones dudosas, en el que antiguos funcionarios de la CIA y exoficiales del ejército se dan la mano con antiguos talibanes y muyahidines para recibir fondos del gobierno de los EEUU gracias al conflicto armado”.

La estructura tribal de Afganistán favorece este modelo de corrupción. Cada líder tribal controla una zona del país y si un convoy de aprovisionamiento de tropas quiere pasar por ahí, deberá pagar el peaje, de lo contrario será atacado a distancia con lanzagranadas RPG y ametralladoras de PKM. Si tenemos en cuenta que la seguridad privada que protege estos convoys sólo tiene autorización para defenderlos con los clásicos AK–47, se verá que quien no paga se arriesga a que su convoy no llegue a destino.

Las mismas fuentes del gobierno afgano entrevistadas por The Nation reconocieron que parte de los ingresos del talibán procede de esta fuente de financiación. En Afganistán en un secreto a voces, lo saben todos y lo sorprendente es que una información así no puede haber escapado a la eficacia de los agentes del CNI allí destacados. Sin embargo, ni Zapatero ni la Chacón se han hecho eco de estas informaciones.

Una urgencia: repatriación de tropas

Esta es la guerra a la que  Zapatero ha enviado a 500 soldados españoles. No solamente aquella guerra absurda no es nuestra guerra –y seguirá sin serlo a pesar de que cerca de 200 soldados españoles hayan muerto ya– sino que es una guerra absurda.

El Coronel David Haight, jefe de la Tercera Brigada de la Décima División de Montaña dijo a Roston: “El soldado norteamericano que hay en mí se siente asqueado por estas prácticas que esencialmente consisten en pagar al enemigo y decirlo: Déjame tranquilo”…

Al parecer, ni Zapatero ni la Chacón se sienten asqueados. Mienten cuando dicen que “estamos obligados” a enviar tropas. No lo estamos: si estamos obligados a algo es a convencer a otros países europeos de que retiren sus tropas. Mienten cuando dicen que “estamos combatiendo al terrorismo internacional”, por ética, por moral y por geopolítica. Nuestros soldados están combatiendo a bandas de cabreros y agricultores, estructurados tribalmente, que han hecho de la guerra un modus vivendi. Mienten cuando hablan de “misión de paz”. Nuestros soldados están allí con misiones propias de un conflicto armado a pesar de que ni siquiera su instigador –los EEUU– son capaces de mantener con la mínima seriedad que requiere una guerra.

Por eso es urgente la repatriación de las tropas allí destacadas. ¡Ni un soldado para guerra absurda de Afganistán! ¡Ni un soldado español para una guerra que no afecta a la seguridad ni a los intereses nacionales de España!

[Recuadro]

El dinero mueve la guerra

A lo largo del 2009, el Pentágono ha pagado a las seis compañías de transporte que abastecen a las tropas norteamericanas 2.200 millones de dólares. Si un 10% de esa cantidad llega a los talibán estaremos hablando de 220 millones de dólares. Una mina de oro para los transportistas, para los talibanes y para el gobierno Karzai. Por cada camión que llega hasta las avanzadillas, las compañías pagan 800 dólares y si trasladan combustible la cantidad varía pero puede llegar a los 1.300 dólares. Solamente la empresa Watan recibe mensualmente por sus servicios 500.000 dólares. Buena parte de los contratos de transporte van a parar a hijos y familiares de altos cargos de la administración Karzai.

Cada señor de la guerra local y cada banda talibán tienen “su compañía de seguridad favorita” con la que ha logrado establecer relaciones estables. Se ha demostrado que una de las compañías, la Afghan International Trucking paga cada mes 20.000 dólares en concepto de soborno a un funcionario militar encargado de las contrataciones. La AIT está dirigida por un sobrino del “general” Baba Jan, antiguo comandante de la Alianza del Norte que desde antes de la invasión trabajaba ya para los norteamericanos.

¿Quién paga al talibán? Todos. Aram Roston recabó el testimonio de un directivo de una firma privada de seguridad norteamericana que trabaja en Afganistán: “El gobierno es tan débil que todo el mundo está pagando al Talibán”. Cuando se paga a un “señor de la guerra” que controla un sector, se limita a poner a sus hombres al frente del convoy para que si éste tiene que atravesar una zona que no esté bajo su control, sea respetado. Luego reparten ganancias. El asesor de seguridad entrevistado por Roston explicó que los talibanes colocan dos vehículos, uno delante y otro detrás del convoy. Asunto resuelto: “De otra manera no se puede trabajar. Es imposible”, añadió. ¿Cuántos soldados españoles habrán muerto víctimas de armas compradas con dinero del Pentágono?

(c) Ernest Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

La centralidad turca, su nueva política exterior y el incidente en alta mar.

Infokrisis.- Estábamos elaborando este artículo cuando se ha producido el incidente en alta mar entre patrulleras y soldados judíos y una especie de flotilla de pabellón turco que intentaba romper el aislamiento de Gaza. La importancia de este incidente no radica en si lo más razonable (o lo más “humanitario”) es solidarizarse con los judíos o con los pro-palestinos, sino señalar de qué manera este incidente puede romper los equilibrios que se han ido formando a lo largo de este último año y medio a iniciativa de Turquía.

En Turquía parecen haberse dado cuenta de que el ingreso de su país en la Unión Europea es rechazado unánimemente por casi todos y que, mientras las posibilidades de reelección de Sarkozy y Merkel dependan del rechazo a Turquía habrá que aplazar su integración sine die. De hecho, Turquía no ha tenido muy buenos valedores: ayer Aznar –por su amistad entrañable con Bush- y hoy Zapatero -por ser Erdogan el único que tomó en serio su Alianza de Civilizaciones- son los únicos que en esta década se han manifestado nítidamente a favor de la entrada de Turquía en la UE (salvo el gobierno británico por aquello de que es más anglosajón y occidentalista que Europeo y su eje estratégico con los EEUU condiciona cualquier posición que adopte).

El hecho cierto e incontrovertible es que Turquía está variando su posición geoestratégica y se está forjando en el último año y medio objetivos nuevos a la vista de la imposibilidad de alcanzar los anteriormente fijados por su gobierno.

Elementos del cambio de política exterior en Turquía

Así como hasta no hace mucho, Turquía realizaba todo lo necesario por “agradar” a Europa, desde enero de 2010 esta posición ha variado sensiblemente. A finales de ese mes, el tribunal supremo turco anuló la ley de jurisdicciones que restringía hasta ese momento el papel de los tribunales militares. A partir del 21 de enero, determinados delitos que en la UE serían considerados “políticos”, y vistos, por tanto, por juzgados civiles, en Turquía serán tratados por cortes marciales. Por otra parte los partidos prokurdos que, hasta 2009 habían podido actuar políticamente mientras estuvieras disociados del terrorismo, también han sido prohibidos.

A la luz de estos datos es evidente que la “democratización” no va bien en Turquía… luego, Turquía no tiene lugar en la UE. Lo curioso es que, hasta 2009, mientras que a los gobiernos de Ankara les interesaba dar una sensación de “democracia”, en 2010 les tiene absolutamente sin cuidado evidenciar que, como cualquier otro régimen islamista, la democracia formal y mucho menos la real , no entran en sus planes.

La ambición actual de Turquía no es esencialmente diferente de la que existía en el país hace un año, lo que ha ocurrido es que entonces se ocultaba y ahora resulta demasiado evidente para negarla. Turquía aspira a ser, simplemente, una potencia regional (tal como, por otra parte, está consiguiendo ser Irán y como intentó Iraq antes de la guerra de Kuwait). Turquía lo está consiguiendo aprovechando su inserción en el antiguo dispositivo de defensa occidental, la OTAN, sus contactos con la UE y su papel al frente de la Alianza de Civilizaciones ex aequo con Zapatero, y siendo al mismo tiempo país integrante del G-20. Todo esto hace que, Turquía, a pesar de tener muy difícil –sino imposible- su ingreso en la UE, sí al menos puede tener la seguridad de que Europa tratará de mantener en contrapartida al rechazo, buenas relaciones diplomáticas con Ankara.

El ministro-clave: Ahmet Devutoglu

El arquitecto de la nueva política exterior turca es Ahmet Devutoglu. Su lema: “Cero problemas con los vecinos”. El lema va principalmente dedicado a Grecia (país con el que Turquía todavía mantiene el contencioso sobre Chipre), pero también hacia Iraq, Irán y Siria (con los que comparte el problema del Kurdistán) y con el poderoso vecino del norte, Rusia. No le faltan focos de fricción a Turquía y Davutoglu es consecuente con el axioma militar: “no combatir nunca en dos frentes”… no digamos ya en tres. No es que a Turquía no le gusten los “problemas con los vecinos”, es que todas sus fronteras son problemáticas… Así pues, la cancillería turca lo que intenta es tranquilizar a los vecinos y dar señales de distensión.

Había que leer el artículo publicado por Devutoglu en el diario español El País, el pasado 16 de noviembre de 2009 para advertir esta cambio de posición. Empezaba el ministro turco su artículo explicando que Turquía y España, extremos del arco mediterráneo, “constituyen los flancos de un delicadísimo eje”. Los primeros párrafos enfatizaban las “buenas relaciones” hispanoturcas después del Tratado de Constantinopla (1782).  Esta “amistad” (que ignoraba la realidad de los dos siglos anteriores y eludía decir que solamente Turquía acepto negociar con España cuando ya estaba muy debilitada y sometida a tensiones internas) daba pie a que Devutoglu insistiera en el tema de la UE. Decía, por ejemplo: “Hay que centrarse en el valor añadido que comportaría la entrada de Turquía en la Unión Europea” añadiendo abusivamente que “Gracias a la larga historia común, España ha comprendido en toda su extensión las potencialidades que presenta la entrada de Turquía en la UE”… cuando en realidad son solamente Aznar y Zapatero, or distintos motivos, quienes lo han “comprendido”. Recordaba luego la presencia de ambos países en la peripatética iniciativa zapateriana (“Esta concepción nos ha llevado a patrocinar, junto a España, la oportuna iniciativa que constituye la Alianza de Civilizaciones”) y abogaba por “la puesta en marcha sin sobresaltos del Tratado de Lisboa y la movilización popular a favor de la ampliación en su conjunto, y en concreto de la que afecta a Turquía”.

Luego se sorprendía al “comprobar que todavía hay quienes cuestionan la identidad europea de nuestro país”. Moral no le falta a Devutoglu que reconocía lo frustrando de haber pedido la adhesión a la UE en 1963 y seguir en 2010, cuarenta y siete años después, casi en el mismo punto de arranque. Utilizando un recurso muy habitual entre la diplomacia islámica, tendía en su artículo a demostrar que los problemas que afectan a la UE son los mismos que los que afectan a Turquía, eludiendo por supuesto, recordar que la ruta de la heroína afgana que llega hasta Europa para por Turquía, ignorando que la democracia turca es frágil y sometida a las tensiones insuperables entre islamistas y militares nacionalistas y, con un cinismo digno de mejor causa, no diciendo ni una sola palabra sobre lo que la inmigración masiva turca afectaría a Europa (y está afectando a Alemania). Por supuesto, tampoco aludía a la naturaleza teocrática del Partido de la Justicia y el Desarrollo hoy en el poder, partido islamista “moderado”… dentro de lo que un islamista que cree que la yihad es, como decía Mahoma en el Corán, la forma de extender el islam.

La “centralidad turca”

Todo esto era ya conocido y no sorprendía, pero allí en donde Devutoglu aportaba elementos nuevos era en la segunda parte del artículo: “Si pensamos en zonas como Oriente Medio, el Cáucaso o los Balcanes, o en situaciones como la de Afganistán y Pakistán, en todas ellas Turquía constituye una fuerza positiva”. Turquía, según la tesis de Devutoglu se sitúa justo en el centro de esta tela de araña de conflictos. Y, no sólo está en el centro sino que además, tiene la solución. Europa no debe desconfiar porque: “El objetivo principal de nuestra política exterior siempre ha sido el mantenimiento de la paz, la estabilidad y la prosperidad en todas partes”.

Hasta aquí el artículo escrito especialmente para los lectores de El Pais y que, destila voluntariamente, esa fraseología zapateriana que se ha dado en llamar soft power, un “poder blando”, en el que todas las palabras tienden a sugerir “negociación”, “persuasión”, “políticas de mano tendida” y de “pacificación permanente”. Tales son las nuevas líneas de la política exterior turca desde que Devutoglu la asumió en sus manos en mayo de 2009. Turquía, a partir de entonces ha asumido sistemáticamente el papel de “mediador”.

Desde entonces Turquía ha firmado 61 acuerdos con Siria, 48 con Iraq, ha eliminado el requisito del visado de entrada para sus vecinos inmediatos, ha mediado entre Líbano y Siria para la solución del histórico contencioso que les ha enfrentado desde principios de los 80. Y, por supuesto, ha probado a ser interlocutor válido para las negociaciones de paz entre judíos y palestinos; le avala para este cometido su relación privilegiada con el EEUU y también la confianza con la que cuenta en países árabes (a causa, no solamente del carácter islamista del gobierno Erdogán, sino también por haber cerrado las puertas a EEUU cuando pidió autorización para que los aviones que iban a atacar Iraq pasaran sobre Turquía).

Si Devutoglu ha inspirado confianza en las cancillerías europeas es precisamente porque ha aportado una visión más precisa del papel de Turquía en el mundo. Pero se trata solamente de un espejismo. Una cosa es el gobierno turco y otra el pueblo turco. El gobierno se presenta como moderado, aperturista, soft, negociador y tolerante, especialmente hacia el exterior. El pueblo turco, por el contrario, está hoy mucho más preocupado por la situación en Gaza que por la crisis económica que ha elevado el paro en aquel país hasta el 15% (30% entre los jóvenes). Mientras el gobierno turno multiplica sus declaraciones mansas hacia el exterior, en el interior la sociedad turca se islamiza cada vez más… gracias a ese mismo gobierno moderado.

Israel boicoteando a cualquier negociador

A pesar de sus declaraciones negociar con Israel, la realidad es que nunca como hoy las relaciones entre ambos países han sido tan tensas (y en enero estuvieron al borde de la ruptura cuando el primer ministro judío hizo esperar demasiado al embajador turco, lo sentó en una silla más baja que la suya y ante una mesa que sólo mostraba la bandera de Israel. Turquía exigió disculpas y estuvo a punto de llamar a su embajador. Los turcos, además, proyectaron una película antisemita en la TV oficial suscitando la protesta judía. El incidente en alta mar del 31 de mayo ha reavivado todos estos resquemores e impedirá en los próximos años que Turquía juegue un papel en el proceso de paz non nato de Oriente Medio. Tras éste ataque, de intentar esa vía ya no contará con la confianza judía.

De hecho, lo más probable es que los judíos hayan meditado largamente sobre este ataque precisamente para impedir a uno de los posibles mediadores que lo sea en el futuro. De hecho, Israel mira con desconfianza a todo aquel que rivaliza con su “exclusividad histórica”: no solamente se resiste a que se hable del “genocidio armenio” dado que solamente considera como tal al “holocausto” y, por supuesto, permanece receloso ante países que intenten jugar un papel negociador… porque Israel es consciente de que su supervivencia depende del mantenimiento de la situación actual. La “paz por territorios” es imposible de aceptar por Israel que depende de las aguas del Jordán y de los acuíferos de Gaza para que sobrevivan sus cultivos hidropónicos en el desierto del Negev.

En su momento, sorprendió el celo que pusieron los judíos en arrasar las instalaciones del gobierno palestino financiados por la Unión Europea. Era una forma de inhabilitar a la UE para jugar un papel en la zona, ¿motivo? Su equidistancia entre Palestina e Israel. Al Estado judío solamente le interesa el papel mediador protagonizado por un “agente mediador” favorable a sus posiciones. Y ese agente solamente pueden ser los EEUU, ligados por vínculos de todo tipo al Estado de Israel.

El papel de Devutoglu (y su brillantez personal) podía convencer a algunas cancillerías europeas y árabes de la conveniencia de su papel mediador (a causa de la “centralidad turca”). Israel ha dinamitado este papel y enmarañado extraordinariamente la situación con su ataque.

El mesianismo otomano: “la misión turca”


El cálculo de Devutoglu es, como mínimo, audaz: interpreta la llegada de Obama a la Casa Blanca como un debilitamiento de la posición del Estado de Israel y considera que Israel tendrá que apoyarse en Turquía para reforzar su posición al debilitarse en vínculo con los EEUU. Así mismo, es cierto que en los últimos años Ankara ha aumentado sus exportaciones a Israel, pero todo esto es insuficiente como para considerar que algún día reemplazará a EEUU como garante de la seguridad israelita, incluso antes del ataque judío en alta mar. Con él los judíos lo único que han hecho ha sido asegurarse la inhabilitación del aspirante a mediador…

Es cierto que el régimen de Erdogan ganó un extraordinario prestigio en 2003 en el mundo árabe cuando se negó a que pasaran sobre su territorio los aviones que iban a apoyar a la invasión norteamericana de Iraq. Pero también es cierto que en la zona tiene la competencia del régimen de los ayatollahs. Lo escribía recientemente Wandy Kristianasen en Le Monde Diplomatique: “Turquía busca robarle protagonismo a Irán”. En realidad, los caminos de Turquía y de Irán para convertirse en potencia regional son distintos: Irán haciéndose con un arsenal balístico que inspire respeto; Turquía con una política exterior de prestigio.

Los otros ejes de la política exterior turca son Serbia, Rusia y Georgia. Con Grecia esperan resolver la cuestión de Chipre mediante el diálogo con el socialista Papandreu. La gravedad de la crisis griega ha hecho que en los últimos meses haya sido imposible hacer avanzar las negociaciones, pero Erdogan considera al líder griego como una especie de Zapatero tolerante y dotado para la “renuncia preventiva”.

La vivacidad de toda esta diplomacia ha sorprendido en Europa Occidental en los últimos meses. Hasta el año pasado, Turquía tenía prácticamente olvidado el contencioso de Chipre, consideraba que mencionar el holocausto armenio era delictivo (en octubre pasado Turquía y Armenia han firmado dos protocolos para abrir fronteras y establecer relaciones diplomáticas). Incluso con Siria están poniendo particular énfasis en superar desencuentros pasados y los puntos de fricción entre ambos países. Hasta África (especialmente Libia y Sudán) se han convertido en teatros de la operaciones de la diplomacia turca, algo verdaderamente inédito.

Los analistas de política internacional se han visto sorprendidos por todo este despliegue e incluso empiezan a preguntarse si no estaremos ante el resurgimiento de la “misión otomana” (véase Financial Times, 23.11.09, Artículo de Delphine Strauss, “Turkey’s Ottoman misión”). Este concepto implica el reconocimiento de la centralidad de la posición geopolítica de Turquía equidistante del Este y del Oeste, del Norte y del Sur. Es cierto que Turquía está situada en el cruce de caminos de Eurasia, pero también es cierto que en los últimos 60 años se ha limitado a ser la expresión del poder norteamericano en la zona (excepción hecha de la prohibición a los pueblos del Pentágono sobre su territorio realizada en 2003).

Le Monde Diplomatique reproducía unas declaraciones de Soli Özel, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Bilgi de Estámbul: “El Partido de la Justicia y el Desarrollo tiene muy buenas relaciones con EEUU (…) ¿Insistirá Washington para que Turquía se convierta en un verdadero país occidental y democrático? EEUU empuja actualmente a la UE para que avance en la adhesión de Turquía”… y añade: “Los turcos no olvidan que Obama se llama Hussein”. El saber que solamente contando con la presión de Washington sería posible mover a los gobiernos europeos para que admitieran a Turquía en su club, genera un extraordinario desasosiego en la clase política turca y un odio hacia Europa en las clases populares. De hecho, si Turquía está hoy realizando movimientos con tantas pelotas en tantos frentes es precisamente para ganar un prestigio diplomático internacional que aumente su papel de centralidad y obligue a los gobierno europeos (si rechazan la integración de Turquía) a considerar a este país como potencia diplomática y proveedora de manufacturas, por lo tanto, imprescindible. Si Turquía (a causa de Merkel y Sarkozy) no logra avanzar en la integración a Europa, se trata de avanzar en otros terrenos, el diplomático y el comercial. Esto por una parte.

Por otra parte, todo esto es inseparable de la proyección turca en el espacio que considera propio: el área turcófona, espacio de 110 millones de personas que se abre hacia el Norte y hacia el Este. Tras el final de la Guerra Fría, las cuestiones ligadas a la religión y a la cultura han adquirido una importancia creciente en las relaciones internacionales (Grunberg & Risse-Kappen, 1992). Huntington ha podido incluso hablar de “guerra de cultural”, pero lo cierto es que los vectores culturales ocupan un papel creciente en la política exterior de algunas naciones. El propio Zbigniew Zrzezinski en su libro “El Gran Tablero Mundial” (Paidós, 2001) explica que el poder americano se basa en cuatro factores: el militar, el económico, el tecnológico… y el cultural. Otros Estados como Francia aplican al terreno cultural la tercera partida más cuantiosa del presupuesto de Exteriores (Roche & Piniau, 1995). Haciendo triunfar las propias pautas culturales lo que se está haciendo es promover nuevos comportamientos que generan una dinámica de cooperación voluntaria entre las naciones que se han visto “bañadas” por la cultura del país exportador.

El espacio turcófono está formado por el territorio de la actual Turquía (la península Anatolia, la Tracia europea y el Kurdistán), Las exrepúblicas soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguizistán, Kazagistán y Azerbaiján, y el Oeste chino fronterizo con Mongolia, Kirguizistán y Kazajastán.

El proyecto pan-turco data de 1995 y tiene ya 15 años, cumpliéndose inexorablemente. Demuestra, por sí mismo, que desde que Erdogán llegó al poder, se ha limitado a completarlo aumentando el carácter religioso del proyecto. Porque Turquía, a fin de cuentas, lo que en este momento está pretendiendo es “camelar a Europa” por un lado (para recibir fondos estructurales y aliviar su presión demográfica), expanderse hacia el Norte y hacia el Este mediante el lanzamiento del ideal pan-turco y ganar adeptos en zonas turcófonas para la “misión turca”. Por otro lado ganar prestigio diplomático ante Israel y siria para tener libre acceso hacia el Sur. Y, finalmente, a través de los gobiernos de Libia y Sudán poner un pie an África y trazar una tela de araña diplomática que se proyecte también sobre el Mediterráneo occidental.

La UE ya no es el objetivo preferencial de la política turca. Hay otros escenarios en donde sin duda, será la mejor recibida… aun cuando puede crear todavía más tensiones mientras haga de la combinación entre religión islámica y lengua turca el eje de su proyecto, que, en efecto, puede ser muy mal recibido en Rusia (al intentar sustituir a este país en las exrepúblicas del sur de la URSS) y en China (en donde la comunidad turcófona está presente en el Oeste del país.

En cierto sentido, la nueva política turca tiene algo de “centralidad”: en efecto, puede ocasionar trastornos en todas direcciones. Los judíos han sido los primeros en advertirlo y se han decidido por atacar con la mayor brutalidad a la flotilla turca en alta mar. Con este ataque a la arquitectura internacional de Devotoglu se le ha caído un puntal importante.

© Ernesto Milá – infokrisis – http://infokrisis.blogia.com – infokrisis@yahoo.es – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

Crisis alimentaria aquí y ahora: El fantasma del hambre a la vuelta de la esquina

Infokrisis.- En 1974 Henry Kissinger había dicho: "Controle el petróleo y controlará naciones; controle comida y controlará a las personas”. Para algunos esta frase es todo un programa de gobierno. Hay algo todavía peor que la crisis económica: la crisis alimentaria. La primera la tenemos encima; de la segunda no nos libraremos. Llama a las puertas. Los responsables de la crisis económica y de la crisis alimentarias son los mismos: los grandes consorcios financieros. Son ellos los que han impuesto las políticas suicidas de la globalización y quienes nos están llevando a las puertas de la gran crisis alimentaria que en 2008 ya ha registrado los primeros chispazos.

Algunos recuerdan que la actual crisis económica estuvo precedida por un alza general en los precios de los alimentos. La gravedad de la crisis y la oleada de paro que se está produciendo desde el segundo semestre del año, hizo que el aumento de precios de los alimentos pasara a segundo plano. Pero la crisis alimentaria sigue ahí, amenazante, pendiendo sobre nuestras cabezas como otra amenaza, acaso la mayor: se puede vivir en paro, incluso sin petróleo, pero no sin alimento.

Noticias que han pasado desapercibidas

No sólo en España, sino en todo el mundo, el precio de los alimentos experimentó una subida radical desde la primavera de 2007. En particular, el trigo, el maíz y el arroz fueron los alimentos más afectados. La ONU informó que entre marzo de 2007 y marzo del 2008, el precio de los cereales aumentó un 88%, los aceites un 106%, la leche y sus derivados un 48%. Así mismo, el Banco Mundial explicó que desde junio de 2005, el precio del trigo ha aumentado un 181% y el de la comida en general un 83%.

El arroz que en Tailandia se vendía a 198 dólares la tonelada en 2003, se elevó a 1.000 dólares en abril pasado. En marzo de 2008, el precio del arroz se duplicó bruscamente en Haití. En los supermercados norteamericanos se agotaron todas las variedades de arroz. En Europa también hemos registrado aumentos de precio similares, pero no tanto como en el Tercer Mundo y especialmente como los 2.600.000.000 de personas que viven con menos de 2 dólares al día y que gastan el 80% de sus ingresos en alimentación. No es raro que se produjeran motines.

Los disturbios motivados por la escasez alimentaria han comenzado: en Burkina Faso una huelga general de dos días paralizó el país, reivindicando reducciones significativas en el precio del arroz. En abril, en Egipto, el ejército reprimió la huelga general en Mahlla (Delta del Nilo) que exigía sueldos más altos para poder afrontar las alzas de precios. Lo mismo ocurrió en Bangla Desh en las fábricas textiles de Fatullah. “Marcha del hambre” en Costa de Marfil y manifestación masiva ante la residencia presidencial; "Tenemos hambre," y "la Vida es demasiado cara, usted nos está matando", fueron las consignas. Despliegue de fuerzas armadas en Pakistán y Tailandia cuando la policía ya no era capaz de controlar los motines de los campesinos pobres y los asaltos a los almacenes. La lista es interminable: manifestaciones y protestas en todo el Sudeste Asiático (Camboya, Indonesia, Tailandia), en África (Camerún, Etiopía, Madagascar, Mauritania, Níger, Senegal, Zambia), en Centro y Suramérica (Honduras, Perú), en Asia Central (Uzbekistán), en Filipinas…

Según el Banco Mundial, 33 países se encuentran hoy en grave riesgo alimentario. La novedad es que la mayoría de ellos no se habían visto afectados nunca antes por la escasez. Un editorial de la revista Times alertó sobre la posibilidad de nuevas revueltas: "La idea de las masas hambrientas llevadas por su desesperación a tomar a las calles y derrocar el ancien regimen ha parecido imposible desde que capitalismo triunfó tan decididamente en la Guerra Fría.... Y todavía, los titulares del último mes sugieren que los precios de la comida subiendo como un cohete estén amenazando la estabilidad de un número creciente de gobiernos alrededor del mundo. Cuando las circunstancias hacen imposible alimentar a sus niños hambrientos, los ciudadanos normalmente pasivos pueden llegar a ser muy rápidamente militantes con nada que perder".

A finales de 2007, India anuncio que suspendía sus exportaciones de arroz: necesitaba reservas para su propia población. Vietnam hizo otro tanto: una epidemia de insectos había arruinado parte de la cosecha y el arroz producido sería destinado sólo a la población local. Ambos países, India y Vietnam, suponen el 30% del mercado mundial del arroz. Poco después, se produjo el pánico del arroz en EEUU: los consumidores compraron todo el que encontraron en las estanterías de los supermercados. Durante unos semanas hubo escasez de arroz en la meca del capitalismo.

El origen del problema

En Haití el “bizcocho de barro” se convirtió en 2008 en algo habitual: se calienta barro diluido en agua, se le añade algún aceite vegetal y sal... el ”manjar” está listo para su consumo. Haití es uno de los países más azotados por el hambre, a pesar de que en 1985 era autosuficiente en materia alimentaria. Haití producía 170.000 toneladas de arroz que garantizaban el 95% del consumo doméstico. Había miseria… pero no hambre. En 1995, el FMI exigió a Haití que cortara aranceles proteccionistas como condición para conceder un préstamo. El arroz importado pasó del 5% al 75%. El arroz norteamericano se vendió en el mercado local a la mitad de precio; no era mejor: simplemente estaba subvencionado con 232 dólares por Ha por el gobierno de los EEUU que, además, subsidia la exportación. Todo ese dinero no iba a parar a granjeros… sino a consorcios y corporaciones agroindustriales que les permitían vender arroz a un 50% por debajo de los costes de producción. Sorprendentemente la bajada del precio del arroz consumido en Haití no ha favorecido el aumento de su consumo… sino el hambre, al haber aumentado el paro entre los agricultores que constituyen la mayoría de la población.

Haití no es un caso único, ni siquiera extremo. En todo el Tercer Mundo –pero también en los países europeos del Mediterráneo- el mecanismo ha sido siempre el mismo: abolición de aranceles, llegada masiva de exportaciones procedentes de agriculturas ultrasubvencionadas, abandono del campo, aumento de la dependencia alimentaria… 
A los países pobres del Tercer Mundo, siempre se les ha exigido abolir aranceles, permitir la entrada indiscriminada de exportaciones, para obtener préstamos. Este proceso ha arruinado completamente la agricultura de muchos países y generado migraciones masivas del campo a la ciudad. Ahora, 100 millones de personas corren el riesgo de morir de hambre en el mundo a causa de este sistema.

La responsabilidad de los biocarburantes

Los consorcios agroindustriales norteamericanos han comprado gigantescas extensiones de tierras en todo el Tercer Mundo (utilizando para ello plusvalías procedentes de los años de vacas gordas en las bolsas internacionales). Estas gigantescas extensiones de terreno se están cultivando hoy, pero no para cereales destinados a la alimentación, sino a la producción de los llamados biocarburantes.

En 2006 el desvío de cereales a circuitos no alimentarios subió de un 2% a un 3%. Ese 1% se desvió hacia piensos y biocarburantes. Un 1% parece poco, pero es suficiente como para arrastrar toda una cadena de subidas en el precio de los alimentos: para producir un kilo de vacuno se precisan siete kilos de cereales. Al haber aumentado el consumo de carne entre las nacientes clases medias asiáticas, el fenómeno ha multiplicado su impacto: mientras que en China la clase media crecía un 8’6% en 1990, en 2007 lo hizo a un 70%.

Mientras que la producción mundial de alimentos ha ido creciendo a un ritmo mayor que la población mundial desde 1960, incluso durante los años 2006-2008… sin embargo, el precio de los alimentos se ha ido encareciendo hasta hacerse insoportable, especialmente en las economías más modestas. 

A partir de 2007 el precio del maíz empezó a fijarse, no en base a los costes de producción y a unos criterios aceptables de rentabilidad, sino en relación al del petróleo, con la consiguiente subida. El efecto inmediato, fue la subida de los precios del maíz destinado para alimentación (y sus derivas, incluidas margarinas), que arrastró luego subidas similares en el precio de la soja, del trigo y de los aceites vegetales para uso alimenticio.

Hay tres elementos que han contribuido a que el precio del petróleo aumentara: de un lado, en tanto que combustible fósil, cada día que pasa, el consumo hace que disminuyan la cantidades de hidrocarburos existentes en el planeta; de otro, el consumo mundial de petróleo aumenta, no solamente en los países industrializados, sino especialmente en los países en vías de industrialización. No se encuentran nuevos yacimientos que compensen el aumento en la demanda del petróleo. Finalmente, también el petróleo se convirtió en un objeto de especulación y a partir de agosto de 2005 se inició “la burbuja petrolera”.

Estos tres elementos, han interactuado para generar un aumento del precio del petróleo. En 2003, el barril de petróleo valía 25 dólares, pero el 29 de agosto de 2005 había alcanzado los 70,85 dólares. Cuando parecía que este sería el tope histórico, el huracán Katrina hizo que aumentara todavía más al afectar a las refinerías situadas en el Golfo de México. Los especuladores transformaron esta tragedia en “burbuja”: en mayo de 2008 el precio alcanzó los 133,17 dólares y en el mercado de futuros se compraba a 168,96 dólares por barril. Luego empezó a remitir, a la vista de que la economía mundial era inviable en esas circunstancias. La “burbuja petrolera” había cesado, pero poco podía hacerse para evitar que los otros dos factores (aumento de la demanda y descenso de las existencias) pusieran fin a la era de petróleo barato.

Sin embargo, los consorcios petroleros afrontaron el problema desde otro punto de vista. Desde los años 80, buena parte del combustible utilizado en Brasil se obtenía a partir de vegetales. Era el “combustible verde” en un tiempo en el que todo lo “verde” tenía buena imagen. Así que fueron los consorcios petroleros los que estimularon la producción de biocarburantes. Había otra buena razón: los EEUU subvencionaba la producción de oleaginosas y gramíneas utilizadas en los biocarburantes. Era como encontrar un pozo de petróleo y que el Estado pagara por la extracción. Pero cualquier gramínea dedicada a biocarburantes queda desviada del circuito alimentario…

¿Quién es el culpable de la “burbuja alimentaria”?

En Perú en agosto de 1990, siguiendo órdenes del FMI el precio del combustible se multiplicó por 30 y el del pan por 12… de una sola vez, en la misma noche y sin aviso previo. Fue la exigencia para obtener un crédito de 1.500 millones de dólares. Es una de las delicias del “mercado libre”. Sin embargo, lo agricultores locales no experimentaron ningún aumento en sus beneficios.

El "mercado libre" destruye las agriculturas locales… incluida la española que no puede afrontar los precios de hortalizas, frutas y verduras procedentes de Marruecos y agoniza lentamente para mayor gloria de la globalización. Si esto pasa en un país europeo, en África, esa política conduce directamente a las hambrunas.

¿Quién gana con este proceso? No gana ni siquiera el granjero medio norteamericano, tan solo un pequeño racimo de empresas que controlan los mercados internacionales de grano, los fertilizantes y el mercado de semillas. Cargill Inc y sus 140 firmas controlan el mercado mundial de grano. Nadie puede competir con Cargill Inc que fija el precio de compra y el de venta, actuando en régimen de oligopolio.

Consorcios como éste utilizan a la Organización Mundial del Comercio (WTO) como ariete para penetrar en terrenos insospechados. El de las semillas, por ejemplo. Unas pocas empresas tienen la exclusiva “propiedad intelectual” sobre las variedades de plantas obtenidas mediante diseños biotecnológicos. Esas plantas son difundidas a través de programas de ayuda y de la abolición de restricciones impuesta por la WTO. Los granjeros del Tercer Mundo las plantan y obtienen cosechas nunca antes vistas (utilizando los fertilizantes adecuados facilitados por los mismos consorcios). Sólo al cabo de un año entienden que no pueden volver a plantar las semillas obtenidos de los frutos cosechados… sin pagar derechos a Monsanto o Arch Daniel Midland y sólo utilizando los fertilizantes vendidos por esas mismas empresas. Ese modelo económico es el que facilita la irrupción de hambrunas y el control alimentario ejercido por unas pocas empresas.

Decrecimiento y ruptura con la globalización

El “desarrollo sostenible”, bendecido en las cumbres de la ONU, se ha mostrado, paradójicamente, insostenible. No se trataba solamente de que los habitantes de las “naciones emergentes” de Asia, utilizasen un carburante cada vez más escaso en la naturaleza: también empezaron a alimentarse con dietas que nunca habían pertenecido a su tradición secular, rechazaban la alimentación monótona e iban incorporando (a medida que las multinacionales de la alimentación y el fast-food penetraban en sus países) cada vez más carne. Si tenemos en cuenta que este proceso está ocurriendo en las zonas más pobladas del planeta, es evidente desde hace diez años que se estaban alterando las necesidades alimentarias del planeta.

Para colmo, la subida del precio del petróleo hizo que aumentara el precio de los fertilizantes y su transporte. Ahora hemos llegado a un proceso endiablado: se gastan hidrocarburos fabricando fertilizantes, se aumenta el consumo de combustible transportando esos fertilizantes y se gastan más cantidades de petróleo poniendo en marcha máquinas de siembra y recolección de plantas que son utilizadas para… fabricar biocarburantes, con los que compensar la escasez de combustible.  Todo esto evidencia el estado de una civilización que ha perdido el norte en cuyo centro se ha instalado lo absurdo, cuando lo absurdo sirve a los intereses de los grandes consorcios.

Esta espiral no tiene salida: necesitamos más petróleo para fabricar biocarburantes; pero ésto –unido a las malas cosechas y a la especulación- provoca el aumento en el precio de los alimentos. Y así seguirá mientras el objetivo sea suplir la crisis energética con biocarburantes… lo que añade una crisis alimentaria, además de no servir para resolver las necesidades energéticas del planeta.

En los países emergentes no disminuirá el número de ciudadanos que aspiren a vivir “como occidentales” (el modelo etnocéntrico norteamericano acompaña a la globalización) por lo tanto hay que pensar que cada vez será preciso aumentar más las superficies de cultivo dedicadas a biocarburantes… con lo que disminuirán las dedicadas a alimentación. Y ni siquiera está claro que exista superficie de cultivo suficiente en todo el planeta como para suministrar energía a todos los motores que existirán de aquí al 2020 cuando el petróleo empiece a escasear de verdad.

Solamente hay tres salidas: o una disminución drástica de la población mundial, especialmente la de los países emergentes que, de paso, son los más superpoblados; o el hallazgo de nuevas formas de energía; o el decrecimiento.

Los atentados de Bombay en noviembre pasado demostraron que “alguien” parece interesado en envenenar las relaciones entre India y Pakistán y convertir aquella zona en una prolongación de la guerra de Afganistán. A fin de cuentas (como decíamos en ID-14, págs. 31-34), no sería la primera vez que se sale de una crisis económica organizando una guerra que ocasione decenas de millones de muertos (y en la zona podrían alcanzarse con facilidad algún centenar de millones en poco tiempo), estimule la productividad de algunos países y genere perspectivas de crecimiento económico mediante inversiones en la reconstrucción de los países afectados.

En cuanto a las nuevas formas de energía, no hay que ser hoy muy optimistas a medio plazo, a pesar de que la esperanza de que los científicos encuentren nuevos hallazgos que eviten los problemas generados por el crecimiento, haya alimentado la concepción “progresista” de la historia durante siglo y medio. En realidad, lo que ha ocurrido es otra cosa: los científicos han generado inventos que han mejorado la calidad de vida, pero al mismo tiempo creando nuevos problemas, los cuales han sido resueltos con otros inventos que han terminado generando más problemas… hasta la situación límite actual. No se puede ser muy optimista en torno a esto. Haría falta ver si crear un parque móvil de vehículos movidos con energía solar, resuelve el problema o más bien crea nuevos problemas medioambientales: ¿dónde se almacenarían las baterías amortizadas? ¿no correrían el riesgo de agotarse determinados minerales utilizados para la fabricación de esas mismas baterías? La ciencia no tiene respuestas para todo y las respuestas que aporta no están libres de suscitar nuevos y más graves conflictos.

Queda la opción del decrecimiento. Un planeta de posibilidades y recursos limitados, no puede crecer de manera ilimitada. No hay, pues, “desarrollo sostenible”. Ahora de lo que se trata es de desandar lo andado o enfrentarse a la realidad de problemas medioambientales cada vez mayores e irresolubles.

Decrecimiento implica que todos vamos a sufrir mermas en nuestro ritmo de vida a cambio de obtener una garantía de viabilidad del planeta. Probablemente deberemos utilizar más a menudo transportes públicos. Seguramente, habrá que renunciar a vehículos de alta cilindrada y potencia elevada. Mientras se encuentra una solución energética viable (la energía de fusión no estará presente en nuestras vidas antes de 2040-2050) habrá que restringir los consumos, optimizar los rendimientos, esforzarse en las energías renovables y aumentar los presupuestos de investigación en estos sectores. Pero todo esto no bastará.

Será preciso moderar el volumen de población: no habrá que ver como una tragedia el que la pirámide de edades sea, durante unas décadas, negativa y que al bajar la población el PIB sea negativo. Si el problema es el pago de pensiones, el Estado deberá habituarse a administrar mejor sus recursos, reducir su volumen y aligerarse. Europa es, por cierto, una de las zonas más pobladas del planeta. Menos población, menos consumo. Y si esa población es, cuanto más homogénea, mejor, tenderán a desaparecer problemas y tensiones étnico-sociales. En este terreno el fin de la globalización debe acarrear el fin de la multiculturalidad y el mestizaje.

Hoy, no es que falten alimentos, es que están mal gestionados. No es raro: se gestionan en beneficio de unos pocos consorcios que dominan la alimentación, los fertilizantes y los mercados internacionales. Solucionar el problema pasa por una profunda reforma internacional, no sólo de la Organización Mundial del Comercio y de los tratados firmados, sino del FMI y el Banco Mundial, culpables en gran medida de la crisis alimentaria. Y, por supuesto, la abolición de “derechos de propiedad intelectual” sobre semillas obtenidas por biotecnología. Todo esto implica –vale la pena recordarlo- una profunda reforma política en cada país y la alteración profunda de las correlaciones de fuerzas políticas que han permitido llegar hasta esta situación. Dicho con otras palabras: quienes han gestionado el poder en los últimos 30 años, son culpables de las situaciones generadas y deben pagarlas. Las responsabilidades políticas a quienes firmaron alegremente acuerdos con la WTO y facilitaron la aplicación de políticas de destrucción de nuestros campos, deben ser exigidas y sus siglas arrojadas al estercolero de la historia.

Cada país debe tender a la autosuficiencia alimentaria. O al menos cada bloque económico integrado debe disponer de esa autonomía. Vale la pena recordar que la Unión Europea tuvo como precedente la “Europa Verde” que estableció normas que consiguieron estabilizar los precios de los alimentos en los años de postguerra y racionalizar la producción. La globalización se muestra como la causa de buena parte de los males de la economía, pero también ha terminado siéndolo de los pueblos. La globalización ha facilitado el alza del precio de los alimentos, las hambrunas en determinadas zonas del planeta y, finalmente, el que un sector que afecta a toda la población, esté en manos de un cartel de corporaciones multinacionales que actúan en régimen de oligopolio.

Los Estados tienen la obligación de facilitar el derecho a la vivienda, a la alimentación y al bienestar a las poblaciones y esos derechos están por encima de los acuerdos internacionales firmados irresponsablemente y de los derechos de los consorcios multinacionales.

Las dos consignas para los próximos años no puede ser otras más que decrecimiento y ruptura de la globalización. Eso o tendremos un negro futuro como perspectiva.

[recuadro fuera de texto]

Geopolítica del agua

El agua dulce escasea cada vez más. Para el 2025 se calcula que el 70% de la población no tendrá acceso a “cantidades suficientes de agua potable”. Hoy, el 20% del agua dulce es utilizada por la industria, el 67% va a parar a la agricultura (85% en Asia, África e Iberoamérica). El consumo doméstico ocupa el 10% del total. El agua está presente en todas partes, pero no toda puede consumirse. El 97% del agua de la Tierra es salada, solamente el 2’5% es dulce y el 0’5% es humedad superficial. Buena parte del agua dulce se encuentra en acuíferos subterráneos que, una vez explotados tardan en renovarse. En cuanto a las aguas de los ríos cada vez están más contaminadas.

En Europa la situación es muy mala. La mayoría de ríos están contaminados con agrotóxicos y residuos industriales. La situación es particularmente preocupante en España, Italia (especialmente en el Sur), Grecia, Balcanes, Holanda y Alemania. Asia está todavía peor y el agua es uno de los elementos que enfrentan a Turquía e Irak (por el control de las fuentes del Tigris y el Ëufrates) y la principal causa del conflicto en Palestina (al precisar los cultivos del desierto del Negev, las aguas del Jordán y de los acuíferos de Gaza). Iberoamérica con un 12% de población mundial tiene el 47% de las reservas mundiales de agua, lo que no es obstáculo para que en algunas zonas se exploten acuíferos hasta agotarlos.

Falta agua. Por tanto, no es raro que en los próximos años se desencadenen “guerra del agua”.  La escritora y cuentistas política canadiense Maure Barlow en su libro “Oro Azul”,  indicó que “antes de que nosotros nos diéramos cuentas de esta crisis del agua, las corporaciones transnacionales ya lo habían previsto y formaron un cartel para apropiarse del agua. El Fondo Monetario Internacional está presionando a los países que padecen una crisis monetaria y económica para que  -entre otras cosas-  privaticen el agua como condición para liberar los créditos”. Por su parte, el Director del instituto Polaris de Canadá, indicaba que, ”Hay un grupo de corporaciones que controlan el agua a escala mundial”, citando a tres  de las más importantes: Lyonneise des Eux, Vivendi (ambas francesas) y RWE de Alemania.

La Organización Mundial de la Salud, informó en 2006 que más de mil millones de personas no disfrutan de suministro seguro de agua potable. Chris Middleton  -director de la consultora australiana de marketing de bebida Fountainhead- asegura que, “en cuestión de 30 años el agua embotellada ha pasado de no ser prácticamente nada, a ser la segunda o tercera mercancía que más dinero mueve en el mundo después del petróleo y el café”.  En este mercado de “pocas ballenas y muchos pezqueñines” al decir de Middleton compiten  Coca Cola y Pepsi. Para Nestlé, según sus  propias estadísticas, los habitantes del planeta beben  148.000 millones de litros anuales, alrededor del doble que en 1996. El mercado asiático crece a un ritmo vertiginoso, duplicándose las ventas entre 1997 y el 2002.  La causa es la alta contaminación de los recursos hídricos, convirtiéndose China en el tercer consumidor de agua embotellada con aproximadamente 10.000 millones de litros anuales (una media de 8 litros por persona).

A la escasez de agua se une también el destrozo ecológico que suponen miles de millones de embases de plástico con un peso estimado de 1.500.000 toneladas de las solamente se recicla un 20%... ¿solución? Para echarse a temblar: embases reciclables fabricados a partir de ¡maíz!, que se descompondrían fácilmente en agua, dióxido de carbono y material orgánico… lo único que faltaría para que los precios de los alimentos experimentaran otro nuevo repunte.

El hecho de que la ONU haya establecido una “década internacional” (de 2005 a 2015) con el título de “agua por la vida”, no parece que vaya a servir para mucho. Mientras la población del planeta crezca y sus nuevos hábitos alimentarios precisen cada vez más cereales, el consumo del agua irá en aumento. Para colmo, el cambio climático y la desertización creciente de partes del planeta se unen al agotamiento de acuíferos, la contaminación de ríos y lagos. Se prevé que en el 2050 7.000 millones de personas se vean afectadas por la escasez de agua. La ONU atribuye esta situación a la “mala gestión de los recursos hídricos” pero el problema es mucho mayor. En las llamadas Metas de Desarrollo del Milenio para el 2015, la problemática del agua ocupa un lugar preferente.

La Declaración Ministerial de La Haya de marzo de 2000 estableció la relación entre la ausencia de agua y el aumento de las enfermedades y la muerte. En 2000, la tasa de mortalidad estimada sólo por diarreas relacionadas con la falta de sistemas de saneamiento del agua fue de 2.213 millones de personas. La mayoría fueron niños. En la misma reunión se aceptó que el agua constituye una parte esencial de todo ecosistema. Sin embargo, se aceptó también que en el 2030 el 60% de la población mundial vivirá en ciudades y que en las nuevas conurbaciones no existen garantías ni de suministro de agua, ni de eliminación efectiva de residuos, ni, por tanto, podrán existir garantías sanitarias. Además, habrá que dar de comer a esa población: dado su número es inevitable recurrir a la agricultura sistemática, pero, aun mejorando los sistemas de riego, lo que se logrará es aumentar la cantidad de agua dedicada a este fin ¿en detrimento de la industria o del consumo humano? Habrá, necesariamente, que promover una industria más limpia, no sólo menos contaminante, sino que consuma menos agua y que contamine menos. Y eso va a ser difícil: especialmente por que determinados países fían todo su futuro al desarrollo industrial.

Durante siglos, el agua dulce del planeta ha parecido bastante estable. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, los procesos de contaminación empezaron a alterar ese equilibrio. Los vertidos tóxicos y la contaminación de acuíferos crean problemas insuperables y hacen que el agua a disposición de la agricultura y del consumo humano, disminuya. Lo dramático es que aumenta la demanda de agua potable para consumo humano, para agricultura y para industria. En estas circunstancias la tesis del “desarrollo sostenible” ya ni puede seguir siendo una esperanza.

(c) Ernesto Milá - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar autor y origen.

Lo que se dirime en la actual crisis mundial.Pensar la postglobalización

Infokrisis.- El sistema mundial ya no da más de sí: o se sustituye o se desploma. Esta no es una crisis económica como las anteriores. Es la gran crisis de la globalización. La fragilidad del sistema mundial ha hecho que la primera crisis sea la última. Las medidas de rescate de los bancos emprendida por los gobiernos occidentales es un mero parche técnico. El problema no está en los bancos sino en el sistema económico mundial. O se le sustituye o se desploma. A elegir.

A fuerza de pensar en la liquidez bancaria, en el paro y en la pérdida de poder adquisitivo, perdemos la perspectiva y los árboles nos impiden ver las hojas. Los distintos aspectos de la actual crisis van mucho más haya de la economía, afectan a todos los órdenes de la sociedad.

¿Qué es la globalización? Nada bueno

La globalización es aquel sistema que asegura cinco factores:

1) Que los capitales podrán acudir a las bolsas en cada momento más jugosas. Con un “enter” de ordenador cientos de millones de euros o dólares pueden migrar de un país a otro en busca de un 0’5% más de beneficio.

2) Que las plantas de producción pueden mirar a los países con menos coberturas sociales, salarios más bajos y mayor proximidad a las fuentes de materias primas.

3) Que en los países del Primer mundo se puede rebajar el precio de la mano de obra importante trabajadores extranjeros.

4) Que un gobierno es legítimo no por su fundamentación jurídica y representativa, sino por abrir o no sus mercados al exterior.

5) Que los marines son el brazo armado de la globalización y cualquier casus belli vale para abrir nuevas guerras y convencer a los escépticos de las bondades del sistema.

¿A dónde lleva la globalización? A un mundo peor

Estos cinco elementos configuran la realidad del actual sistema económico mundial que tiene unas características extremadamente peligrosas:

1) Se trata de un sistema inestable en donde ni los capitales, ni las industrias, ni las personas, están fijos. Hemos regresado al tiempo prehistórico de los “nómadas”. La globalización ha arrojado por la ventana todo lo que es sedentario, estable, fijo, permanente.

2) La globalización no genera distribución de la riqueza sino aumento de las diferencias: entre países ricos y países pobres y dentro de cada país entre élites económicas y resto de la población. Se tiende a una mayor concentración de capitales en menos manos.

3) La transformación del Primer Mundo en zona de servicios y del Tercer Mundo en Meca de la deslocalización lleva a empobrecer a las clases medias y trabajadores en el mundo desarrollado y aumentar el volumen de la mano de obra esclava en los países receptores de la deslocalización.

4) Esta redistribución de la producción supone que el mundo desarrollado pierde puestos de trabajo que no hay forma de recuperar y, por tanto, pierde capacidad de consumo. Así pues, la globalización genera un aumento de tensiones sociales, tan sólo compensado en momentos de “vacas gordas” mediante un sistema de narcosis cultural que induce a la pasividad, a la fuga de la realidad y al fatalismo.

Todo esto es lo que podemos llamar un “mundo peor”. La globalización abordada en los últimos veinte años y presentada como panacea universal, va acumulando un formidable potencial explosivo de carácter social que va a ser difícil que estalle.

En estos momentos, la gran duda es si la globalización se desprenderá antes o después de que un estallido social le ponga fin.

Los tres focos del estallido social

Los eslabones más débiles en la cadena de la globalización son tres:

1) Las clases media europeas: dotadas de un alto nivel cultural y dirigidas por alfeñiques políticos. Estas clases medias, cada vez más empobrecidas y con una capacidad económicas más limitada no podrán eternamente soportar la presión que les precipita por el abismo del empobrecimiento.

2) Las masas explotadas asiáticas: que, antes o después, tomarán conciencia de su situación de explotación y exigirán derechos sociales y libertades políticas.

3) Los sectores engañados por la globalización que han abandonado sus países de origen emigrando a los países del Primer Mundo en donde se les prometía acceso a unos mercados de consumo que hasta ahora les siguen vedados.

La combinación de estos cuatro elementos generará distintos “frentes del rechazo” que acentuarán tensiones internacionales y en el interior de cada país.

¿Hacia dónde? Preparar la post-globalización

El sistema económico basado en la globalización es inviable e indeseable y lo ha demostrado con creces. Solamente la talla de enanos políticos de nuestra clase política es capaz de considerarla como indiscutible.

Hace falta empezar a pensar en el futuro del sistema mundial. Este sistema deberá basarse en cinco puntos:

1) Un mundo multipolar con un eje centrado en la alianza euro-rusa con voluntad de sustituir al actual mundo multipolar.

2) La división del mundo en zonas de economía integrada, protegidas por aranceles: nuestra zona no es otra que el espacio euro-ruso que debe configurarse como espacio económico-político autónomo.

3) Grabar con tasas el capital errante que migra de una bolsa a otra, estabilizándolo sobre los espacios de economía integrada.

4) Recuperar la capacidad de planificación económica de los Estados, necesaria en estos momentos en los que se ha percibido que los mercados no bastan para ordenar la economía mundial.

Estas cuatro condiciones para abrir el tiempo nuevo de la post-globalización serán tachadas por los economistas liberales como medidas “socialistas”. Estos esquematismos simplistas dan la medida de su talla intelectual. No son “socialistas” más que para las mentes obtusas cuyo liberalismo nos ha llevado a la crisis actual.
 
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