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Argelia: los enemigos de mis enemigos ¿son mis amigos?

Argelia: los enemigos de mis enemigos ¿son mis amigos?

Redacción.- España mantiene relaciones privilegiadas con Argelia, país del que dependemos casi completamente en el suministro de gas. Argelia es un país extremadamente inestable en el que el Islamismo se ha convertido desde 1991 en la primera fuerza política y social. Las disputas entre Argelia y Marruecos han sido constantes desde 1962 y todavía prosiguen hoy, a pesar de que ambos pertenecen a la Unión del Magreb Árabe. La dependencia energética de un país inestable constituye un grave riesgo para nuestro país, especialmente, cuando en todo el Magreb, el Islamismo se revela como la fuerza política y social mayoritaria.

 

Marruecos vecino de Argelia y ambos socios de la Unión del Magreb Árabe, comparten los mismos rasgos: ambos han sido, en efecto, países de fuerte influencia francesa que, en el momento actual están registrando una importante penetración norteamericana, con un fuerte movimiento islamista dividido entre sectores radicales y moderados; ambos países ricos en hidrocarburos y con fuertes contingentes de población inmigrada en Europa en donde experimentan un creciente rechazo por parte de las poblaciones autóctonas; dotados ambos de una demografía explosiva y de un sistema político completamente inestable y en el que los sectores militares han ocupado siempre un papel preponderante.

Aparentemente, la única diferencia es que en Argelia se han vivido años de terrorismo generalizado, mientras que en Marruecos el terrorismo ha sido mucho más limitado. La "subversión integrista" en Argelia

En 1991, se anuló la segunda vuelta de las elecciones generales ante el riesgo de que el FIS copara el 90% de los escaños. La que, a partir de ese momento se llamó "subversión integrista", no era un fenómeno nuevo en Argelia.

A mediados de los años ochenta, operó en el país el Grupo de Lucha por la Prohibición de lo Ilícito, dirigido por El Buyali. El movimiento se vio favorecido por la crisis que supuso la retirada de la ayuda soviética y el endurecimiento de las condiciones de vida para la población de los barrios marginales. A esto se unió el apoyo que este grupo terrorista recibió del entonces naciente Estado Islámico iraní, gracias a lo cual El Buyali pudo multiplicar atentados y actos de bandidaje hasta que, finalmente, fue localizado y muerto en enero de 1987. Doscientos militantes del grupo fueron procesados en Medea. En 1989, uno de los líderes del grupo, Abdelkader Chebuti, autor de varias masacres y asesinatos, fue inexplicablemente amnistiado, provocando una pequeña crisis de gobierno.

En 1989 distintos grupos islamistas terminaron unificándose en el Frente Islámico de Salvación que resultó legalizado en el mes de septiembre de ese año. Apenas doce meses después, la organización recibió su primer baño de masas en Argel cuando se sintió suficientemente fuerte como para reunir a islamistas de todo el mundo en un congreso para debatir sobre el papel político internacional del Islam.

Dos años después, cundía la alarma en Marruecos y Túnez, países vecinos, por el ascenso imparable del FIS. El presidente tunecino, Zine el Abidine Ben Alí, concretó esta sensación solicitando ayuda del mundo árabe para "contener la subversión integrista en Argelia".

La victoria electoral del FIS en las elecciones municipales y regionales de 13 de junio de 1990 hizo que estas alarmas no parecieran infundadas. El FIS, bruscamente, había pasado a controlar 32 de las 48 asambleas regionales y 853 de los 1.539 consejos locales. El vuelco político supuso también una ruptura con la iconografía tradicional que había presidido Argelia desde el tiempo de la independencia. Los distintivos de la independencia fueron sustituidos por los islamistas.

El FIS cometió en ese período errores de inmadurez que luego le serían fatales. Las ciudades con mayoría del FIS pasaron a ser "Ciudades Islámicas" y en algunas se instauró la ley coránica en contradicción con el código civil vigente. La islamización de la sociedad asustó a las élites argelinas que percibieron como el país podía dejar de ser un país con orientación mediterránea y convertirse en un país que miraba exclusivamente a La Meca, con todo lo que ello suponía. En su manifiesto de 1991, el FIS llamó a la "desobediencia civil" y un año antes abría ventanillas de reclutamiento para enviar voluntarios a Irak, tras la ocupación de Kuwait; llegó incluso a pedir que estos voluntarios fueran entrenados por las fuerzas armadas. En mayo de 1990, cuando la victoria electoral del FIS parecía inevitable, el gobierno intentó cambiar la legislación electoral, provocando disturbios que, una vez más, evidenciaron la vitalidad del islamismo y su alto nivel de adhesión de las masas. A esto siguió la "huelga general insurreccional e ilimitada", con petición de elecciones anticipadas. El país quedó sumergido en el caos y la parálisis más absolutos. Para colmo, el FIS llamó a la creación de milicias armadas.

El FIS no entendía que aunque se sea capaz de movilizar a las masas, no siempre es conveniente poner toda la carne en el asador, so pena de generar efectos perversos e indeseables. El FIS era muestra de la inmadurez del movimiento islamista argelino que creía que todo el poder era el poder de las masas. En junio cayeron los primeros gendarmes víctimas del terrorismo islamista y unos días después, dirigentes del FIS amenazaban con proclamar la "Yihad" y llamaban a sus militantes a acumular armas.

El 30 de junio, seis de los principales líderes del FIS fueron detenidos, pero ya nada podía impedir su victoria en la primera vuelta de las elecciones siguientes.Dos procesos electorales paralelos

Las elecciones generales del 27 de septiembre de 2002 en Marruecos, tienen su paralelismo en las que tuvieron lugar en Argelia el 26 de diciembre de 1991 y que abrieron el camino a la guerra civil. En ambos casos es indudable que los electores de ambos países optaron inequívocamente por el islamismo.

El hecho de que en las instituciones de ambos países, los partidos islamistas no estén presentes con su peso social real, es una muestra de la escasa salud de las democracias magrebíes. El Magreb real no tiene nada que ver con el Magreb oficial. Resulta peligroso establecer vínculos económicos con instituciones que no están respaldadas con el apoyo popular. Además de que en las instituciones representativas está falseada la representación que en verdad corresponde a los islamistas (Marruecos), y a la ilegalización del islamismo político (Argelia), se unen los altísimos índices de abstención que ostentan ambos países. Oficialmente, en Argelia fue del 41% y en Marruecos del 48,39%, pero está demostrado que, especialmente en este último país las cifras fueron falseadas y alcanzaron porcentajes muy superiores. Los presidentes e interventores de las mesas electorales, reconocieron que la máxima afluencia a urnas tuvo lugar tras la oración en las mezquitas, de las 13:00 a las 14:00 horas, mientras que la versión oficial indicó que a las 16:00 horas la participación era del 30%, lo que implicaba que el 21,61%, habría votado de las 16:00 a las 19:00 horas, algo, estadísticamente improbable. Las estimaciones más benévolas sugieren que la participación real no debió superar el 35% del censo. A lo que hay que añadir los votos nulos o en blanco, inusualmente altos para los estándares europeos. En Argelia fue del 6,97%, en Marruecos del 15,55%.

En Argelia, el Frente Islámico de Salvación logró la mayoría relativa del 24,6% (3,2 millones de votos) y 188 escaños, con posibilidades de vencer en la segunda vuelta en otros 199. Es decir 387 escaños sobre 411. Tras la primera vuelta electoral, el 26 de diciembre de 1991, fue fundado en Argel un Comité Nacional para la Salvaguardia de la República y el 2 de enero unas 300.000 simpatizantes del Frente de Fuerzas Socialistas, partido integrado en la Internacional Socialista, se manifestaron pedir el golpe de Estado. El ejército ya había tomado la decisión de golpear. El 11 de enero los tanques salieron a las calles. A principios de febrero, el FIS era ilegalizado. Por su parte, en Marruecos, quince días después de las elecciones se ignoraban los votos que había obtenido cada partido y se sabía sólo el número de escaños que les correspondía. La impresión general era que el gobierno marroquí había limitado el fraude electoral a una decena de escaños que deberían haber correspondido al PJD, pero que fueron atribuidos "a dedo" al Istiqlal y a los socialistas a fin de que los islamistas sólo fueran el tercer partido y quedara salvaguardada la imagen de un Marruecos libre del contagio islamista, una obsesión de Mohamed VI. El semanario independiente de Casablanca Al Ayam reconoció: "No debemos disimular la verdad: los islamistas se han convertido, después de estos comicios, en la primera fuerza política". Y esto a pesar de los esfuerzos previos a las elecciones por frenar su avance. Antes de las elecciones se produjeron detenciones de presuntos miembros de Al-Qaeda (de los que jamás quedó demostrada su pertenencia, por cierto) que fueron amalgamados deliberadamente con el PJD, por la prensa socialista y excomunista.

Llama la atención que el PJD apenas realizara protestas leves ante el fraude electoral de que fue víctima. Hay que entenderlo en la medida en que el control del partido lo tienen los sectores moderados, conscientes de que su posición es parecida a la del FIS argelino en 1991. Ahora bien, no es seguro que, eternamente, estos sectores moderados puedan seguir ocupando la dirección del partido. Cualquier conflicto económico-social –una brusca subida de precios de algún producto de primera necesidad- puede contribuir a radicalizar al islamismo marroquí, a abandonar su moderación y a situarse al frente de la protesta popular. De hecho, es cuestión de tiempo que eso ocurra.

La conclusión de todo esto es que, tanto Argelia como Marruecos, son países en los que la dominante es la inestabilidad política. Dadas las características de ambos países, no existe una clase media sobre la que asentar una estabilidad democrática. Los treinta años que Argelia tuvo un sistema "socialista" con un fortísimo sector estatal han impedido, hasta ahora, la formación de esta clase sobre la que se asienta la estabilidad democrática en todo el mundo. En Marruecos, la corrupción, especialmente, ha cercenado esa misma posibilidad. Ambos países tienen extraordinarias posibilidades económicas y han experimentado un fuerte crecimiento desde sus respectivas independencias… que se ha traducido solamente en la formación de una aristocracia económica (en Marruecos vinculada al majzén y el Argelia al FLN primero y al ejército después), mientras que el grueso de la población permanece en el umbral de la miseria o absolutamente sin recursos.

Esto ha permitido la acción de los partidos islamistas y el que encontraran un caldo de cultivo extremadamente favorable en los arrabales de las grandes ciudades. En esas zonas y en las áreas rurales, el analfabetismo está lejos de haber sido erradicado. La sociología afirma que a medida que descienden las tasas de analfabetismo, la demografía tiende a estabilizarse y, a partir de ese momento, al despegue económico, se une la aparición de condiciones óptimas para la generación de sistemas democráticos. Esto que es, hasta cierto punto, discutible, no es aplicable al Magreb. En este ámbito geográfico, hay un factor de desestabilización, el islamismo, moderado o radical. El "pensamiento mágico" difícilmente es compatible con sistemas políticos democráticos. Por eso, vale la pena recordar lo dicho por la hija del jeque Yassín, dirigente de JyC, tras las elecciones: "La democracia es un sistema de representación política completamente ajeno al proyecto islamista". Vale la pena tomar nota, para saber con quien nos la estamos jugando. Ningún estudio sociológico ha encontrado el más mínimo dato que permita pensar que la influencia de la religión islámica irá descendiendo a medida que mejoren otros parámetros. Habitualmente, lo que ocurre es todo lo contrario: en países como Irán, Turquía o la propia Arabia Saudí, el analfabetismo es menor que en Marruecos y Argelia, sin embargo, la presencia socio-política del Islamismo es asfixiante. El factor que ha escapado a los sociólogos "políticamente correctos" es el vigor del "pensamiento mágico", esto es el factor islamista. La irracionalidad es capaz de alterar, antes o después, cualquiera moderación y de barrer lo que sería, racional.

A partir de los datos socio-políticos hay que establecer políticas en relación al Magreb, no en función de idealismos irresponsables o de esperanzas que la realidad se encargará de desmentir.Cuando España mira a Argelia

La España de Franco no fue capaz de labrar vínculos con Argelia tras su independencia, a diferencia de lo que había logrado con Marruecos. Esto se debió, en primer lugar, a circunstancias históricas (España estuvo presente en el protectorado de Marruecos, pero Argelia, en cambio, fue provincia francesa), pero también al régimen implantado en Argelia tras la independencia. Éste país se ubicó pronto en la órbita "socialista" (fue hasta el inicio de la perestroika el aliado fiel de la URSS en el Magreb) y no pudo olvidar que los militares galos partidarios de la "Argelia Francesa" que lograron escapar después del "golpe Argel" y del terrorismo de la OAS, se refugiaron en España. España, por su parte, no podía olvidar que el Frente POLISARIO había nacido en Argelia y que hasta noviembre de 1975 atentó contra intereses españoles y asesinó a nuestros soldados. Posteriormente, entre 1973 y 1978, Antonio Cubillo, jefe del MPAIAC, un pequeño movimiento independentista canario, había encontrado asilo político en Argel y, así mismo, hasta 1986, éste país fue un verdadero "santuario" de ETA, en donde, incluso encontró la muerte en un accidente Domingo Iturbe (a) "Txomin", entonces líder de la banda, en un campo de entrenamiento. En contrapartida, desde 1965, el líder de la Argelia independiente, Ahmed Ben Bella, encontró en España refugio. Pero, en octubre de 2002, se produjo un cambio.

El presidente argelino Chadli Benjedid visitó España, cuando hacía ya siete años que su país se había convertido en el primer suministrador de gas natural. Hubo un primer intento de normalizar las relaciones en 1983, cuando los Reyes visitaban Argel; en reciprocidad, Benjedid vendría a España en 1985. Durante ese período apenas se firmaron 12 acuerdos de cooperación con Argelia, mientras que con Marruecos rubricaron 76, en el mismo período. De todas formas, las perspectivas de cooperación con Argelia iban viento en popa, hasta que la guerra civil y el terrorismo terminaron por arruinarlo todo.

El conflicto, además de generar 150.000 muertos y desmanteló su economía. En apenas ocho años, el PIB argelino se redujo a la mitad. El país quedó en quiebra técnica y pasó a ser el primer deudor internacional de España. La alarma cundió en nuestro país, a raíz de este conflicto, e impulsó en 1998 al gobierno de Aznar a prohibir en la Ley de Hidrocarburos que un solo país suministrase más del 60% de energía. Era evidente que se referían al gas argelino.

Las distintas leyes de "reconciliación" adoptadas a partir de 1998, consiguieron encarrilar la situación económica y paliar la crisis. El 27 de abril de 1999, tomaba posesión el nuevo presidente Abdelaziz Bouteflika que, en lugar de visitar Francia, realizó dos viajes a España en julio y octubre. El idilio se confirmó con la visita de Aznar a Argel en 2000, impulsando un Tratado de Amistad al año siguiente.

Este acercamiento tiene una base geopolítica precisa. Mientras Marruecos volvía una y otra vez a intentar cortar la siguiente "rodaja del salchichón", las relaciones hispano-argelinas, a partir de 1985, eran extremadamente buenas. Existía una coincidencia en relación al Sáhara: Argelia quería que se cumpliera la resolución de NNUU, se celebrara el referéndum y, en su caso, el país pasara a ser independiente; Marruecos, en cambio, lo consideraba una propiedad. Además, en territorio argelino estaban refugiados los exiliados saharauis, justamente en Tinduf, zona reivindicada por Marruecos.

En abril de 2002, el presidente argelino Bouteflika firmó en Valencia el Acuerdo de Asociación con la UE, el primero en diez años. El 60% del comercio argelino se realiza con Europa. Hoy es nuestro principal suministrador energético (el 98,2% de importaciones procedentes de Argelia a España son hidrocarburos) y el 12º socio comercial. España acaba de acordar con Argelia su primer intercambio de deuda por inversiones y ha concedido créditos por valor de 130 millones de euros. Grandes empresas españolas están presentes en el escenario argelino. La presa de Beni Haroum (que supone la cuarta parte de capacidad de embalse del país) fue realizada por Dragados y Construcciones. Repsol y Cepsa están presentes en el sector petrolero.

España por cuestiones energéticas y Francia por razones históricas, presentaron a Argelia en la UE. Para Bouteflika este puente era importante por que la UE proporciona el 56% de las importaciones de Argelia y recibe el 64% de sus exportaciones. El Acuerdo de Asociación con la UE, entró en vigor el 1 de septiembre de 2005.

La amistad de España con Argelia es importante, pero peligrosa. Aznar ya previno sobre la excesiva dependencia energética de España en relación a Argelia. La inestabilidad política argelina no es el mejor aval, desde luego. La prosperidad de una compañía como Catalana de Gas, cuyo accionista mayoritario es La Caixa que, a la vez está presente como accionista mayoritario de Repsol YPF, depende del gaseoducto Argel-Sevilla que, para colmo, pasa a través de Marruecos. Podemos imaginar lo que podría ocurrir si un grupo islamistas radical decidiera atentar contra estas instalaciones (aunque, por motivos, incomprensibles, el terrorismo islámico asesina personas, pero pone especial cuidado en no dañar intereses económicos…), o si se instalaran en Argelia o Marruecos, un gobierno islamista que instaurara la ley coránica y considerase rechazables facilitar gas a países "impíos". O si se produjera un conflicto entre ambos países (precedentes no han faltado) en el curso del cual uno o los dos países decidieran interrumpir el flujo de gas. Demasiado riesgo para depender del gas argelino. La red europea de gaseoductos, en cambio, pone el gas ruso en el Pirineo, atravesando la que, sin duda, es ahora mismo, la zona más estable del planeta.

Es mejor mantener buenas relaciones con un país que estar enfrentado a él, naturalmente. Y, en este sentido, es bueno que España y Argelia vivan un idilio. Pero el óptimo estado de las relaciones diplomáticas y comerciales, no debe hacer olvidar los riesgos que implica Argelia.El terrorismo argelino

El 3 de octubre de 1997 el GIA atacaba por primera vez una ciudad, Blida, 40 kilómetros al sur de Argel. Una veintena de balas de mortero cayeron sobre la población, mientras que grupos del FIS asesinaban en las inmediaciones de la ciudad a 89 personas. De poco servía que el EIS de Madani Mezrag estuviera negociando la entrega de armas; el GIA y su escisión, los salafistas del GSPC, seguían adelante con sus actos terroristas.

Hoy, oficialmente, la "guerra civil" ha terminado en Argelia. El balance fue desalentador: más de 150.000 muertos, 10.000 desaparecidos, decenas de miles de torturados, millón y medio de desplazados, medio millón de exiliados y centenares de huérfanos y minusválidos. Las distintas medidas de gracia, amnistías y reinserciones, no han impedido que en 2001, cuando la guerra civil oficialmente había quedado atrás, el terrorismo generase la escalofriante cifra de 800 muertos. Pero en esta guerra civil hubo algo mucho más sucio que la propia guerra.

Desde 1995 circula por Argelia una versión intranquilizadora sobre el terrorismo que vivió el país: los servicios secretos argelinos habrían intentado atenuar la adhesión de las masas al FIS apoyando directamente a los islamistas más radicales. Es algo similar a lo que sostenemos que ha ocurrido en Maruecos. Quien combate al terrorismo puede elegir entre detener y eliminar a unas u otras fracciones dentro del mismo movimiento y, así, generar que el grupo sea controlado bien por los sectores más radicalizados e irresponsables, o bien por los propios infiltrados. La historia, además, registra numerosos casos en los que un movimiento terrorista ha sido mediatizado, creado o manipulado por determinado servicio secreto. En Argelia, según la teoría conspirativa, el objetivo de los servicios secretos habría sido enfrentar a unos integristas con otros y cometer deliberadamente atrocidades, lo que terminaría por restarles popularidad. Esta política, a decir verdad, dio excelentes resultados. Durante un tiempo, grupos escindidos del FIS cometieron actos particularmente horrorosos: degüellos en masa, decapitaciones; parecía extraño que un grupo islamista que intentaba ganar a las masas para su causa, cometiera actos que, inevitablemente, le enajenarían la simpatía de esas mismas masas. Era evidente que el FIS, tenía experiencia política suficiente como para abominar de este tipo de actos criminales, sin embargo, los medios de comunicación oficiales jugaban con la ambigüedad y la confusión deliberada: los actos eran cometidos por terroristas ajenos a la disciplina del FIS, pero era al FIS al que se le atribuía la responsabilidad de estas acciones.

Esta política de terrorismo-antiterrorista, fue completada con la política de "concordia civil" que suponía una posibilidad de reinserción para los integristas arrepentidos. Para evitar confusiones y manipulaciones, el Ejército Islámico de Salvación, brazo militar del FIS, entregó públicamente las armas. No así otros grupos islamistas, entre los que el más importante es el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, escisión del Grupo Islámico Armado, que prosiguen sus atentados.

La Ley de Concordia Civil establece el carácter secreto de los sumarios incoados a presuntos terroristas. No se podrá hacer público ni los crímenes que han cometido, incluidas las peores masacres. En contrapartida, los militares y patriotas obtendrán igualmente impunidad con la que podrán disfrutar los beneficios de sus exacciones durante los años de guerra y sus actividades contrarias a la ley local y a los derechos humanos. Pero esta ley tiene un anexo con el que prácticamente el presidente Bouteflika mata dos pájaros de un tiro: se reconoce la exclusiva responsabilidad del terrorismo islámico en la guerra civil y, el gobierno se reserva el derecho "de prohibir a los responsables de la instrumentalización de la religión toda posibilidad del ejercicio de una actividad política, bajo cualquier cobertura que sea", lo que quiere decir mantener la prohibición del FIS.

Esta política corre el riesgo de ser extremadamente negativa en los años venideros: demuestra que los crímenes pueden resultar impunes, no importa el sector al que se pertenezca. En aras de la "reconciliación" nadie tiene que responder por nada, incluidos los crímenes más odiosos y condenables; nadie, salvo el FIS que queda ilegalizado in aeternum. No hay que olvidar a este respecto que la independencia argelina emana del terrorismo del FLN entre 1956 y 1961. Las actividades del FLN (y, por otra parte, la respuesta contundente del Ejército Francés) fueron similares en crueldad a las espantosas acciones terroristas cometidas 35 años después por el ejército y por los islamistas radicales. Tampoco, cuando Argelia accedió a la independencia, hizo nada para juzgar a los que habían cometido aquellas atrocidades. Hoy, esta ignominia vuelve a repetirse. ¿Cuántas veces más volverá a ocurrir esta situación en el futuro? Asesinar, en Argelia, sale barato y, en ocasiones, es una posibilidad de progresar socialmente.

Además, hay otro factor a tener en cuenta. Argelia alardea de que ha vencido al terrorismo, pero, paradójicamente, en los foros internacionales suele alertar sobre la amenaza potencial que constituye el terrorismo islamista. Desde 1999, Argelia alardea de que los focos terroristas que permanecen en actividad son residuales. Residuales hasta cierto punto: los 800 muertos por terrorismo que tuvieron lugar en 2001, es una cifra impresionante en Europa. Sin embargo, a nivel internacional, se solicita la cooperación para "combatir al terrorismo" y se reivindica un lugar para Argelia en la "lucha mundial contra el terrorismo". Este discurso, siempre suena bien ante la administración norteamericana. Por que EEUU alberga un interés indisimulado por Argelia.

Se suele decir que EEUU ha mejorado su relación con Argelia por ser un "adalid de la lucha contra el terrorismo internacional". Al igual que Marruecos, también Argelia se presenta como "objetivo de Al-Qaeda". En Argelia, el GSPC es considerado como la "sección de Al-Qaeda" y su desplazamiento hacia el Sur, a causa del hostigamiento de que ha sido objeto en los últimos años por las fuerzas armadas, es explicado por las autoridades militares como un intento de establecer bases terroristas en el Sáhara. A pesar de ser poco probable, esta amenaza fantasma ha acelerado la cooperación con EEUU y el lanzamiento de un programa de operaciones conjuntas entre el Comando Europeo de EEUU y tropas argelinas dentro de la ya mencionada Iniciativa Pan-Sahel. EEUU a la conquista de Argelia

A lo largo de 2001, Bouteflika visitó en dos ocasiones al presidente de EEUU e ingresó en instituciones como el Diálogo Mediterráneo de la OTAN. Una base militar estadounidense fue instalada a continuación, cerca de Tamanrasset, al sur del país, en donde estarían acuartelados 400 miembros de las fuerzas especiales. Estos dos datos son suficientemente elocuentes de la aproximación irresistible que EEUU siente por Argelia.

EEUU justifica este interés "para ayudar a este país a afrontar la amenaza terrorista", pero en realidad, tiene la vista puesta en los recursos energéticos, pues no en vano, Argelia abastece el 20% del mercado del gas norteamericano y el proyecto de gaseoducto Argelia-Nigeria (4.500 kilómetros) supondría un puente entre Argelia y el Golfo de Guinea, dos zonas ricas en hidrocarburos.

Desde 1981, las relaciones entre EEUU y Argelia experimentaban una discreta mejora. Reagan había subido al poder en EEUU, y la URSS, presionada por la amenaza que suponía la "Guerra de las Galaxias", debió de cancelar la ayuda a algunos países que, hasta ese momento, habían sido sus aliados. Argelia, entre otros. A esto se unió la ayuda diplomática que el gobierno argelino prestó a EEUU, cuando se produjo la crisis de los rehenes de la embajada norteamericana en Teherán. Así mismo, Argelia mantenía una actitud conciliadora en el conflicto de Palestina.

Luego siguieron las compras de armamento norteamericano. En 1984, por ejemplo, Argelia adquirió una partida de C-130 "Hércules" a EEUU. Cuando ya se había producido el golpe de Estado, en 1993 el General Lamari, alto mando del Ministerio de Defensa, realizaba dos visitas secretas a EEUU encabezando una importante delegación militar que trató cuestiones relativas al terrorismo islamista.

Tras la guerra civil, en 2002 se realizó el ejercicio "AUCEX 2002", que tuvo lugar en las costas argelinas con presencia de unidades de la VI Flota. Fue el inicio de una nueva etapa de colaboración militar pródiga en contactos bilaterales. En noviembre de 2002, Argelia organizaba por primera vez el seminario de investigación anual que reúne a diplomáticos, a militares y a expertos de la OTAN y los socios del Diálogo Mediterráneo y enviaba una importante delegación a la Cumbre de Praga de la Alianza. Así mismo, en 2003 se realizaron ejercicios conjuntos de desminado en varios puertos de Argelia.

Cuando esto ocurría, los analistas ya habían advertido que EEUU se habían arrojado en plancha sobre el Magreb. En el 2004, el monto total de intercambios comerciales entre ambos países ascendía a 8.000 millones de dólares. EEUU había pasado a ser, en marzo de 2005, el primer socio comercial de Argelia, recibiendo el 16,26% de sus exportaciones.

Francia, alarmada por la creciente presencia norteamericana, intentó recuperar una posición preeminente en aquel país. En 2003, el presidente Chirac viajó a Argelia con la intención de reconstruir la situación, pero este acercamiento se ve dificultado por la presencia de un millón de argelinos en territorio galo, progresivamente, más agresivos y, en ocasiones en situación de revuelta (Perpignan y arrabales de París en junio y noviembre de 2005, respectivamente, por citar solo dos ejemplos recientes). Pero resulta aventurado pensar que estas iniciativas vayan a constituir un contrapeso eficaz a la decisión de EEUU de profundizar su penetración en la zona. EEUU no tiene un pasado colonial en Argelia, como tiene Francia, elemento que se muestra como el principal escollo en el desarrollo de las relaciones entre la exmetrópoli y la excolonia.

Por otra parte, mientras que para Francia la recuperación de su influencia en Argelia es una cuestión de historia y de política mediterránea, para los EEUU se trata de una cuestión estratégica que afecta a un conjunto de zonas (el Shael y el Magreb) dentro de una política global (la "lucha internacional contra el terrorismo").Marruecos frente a Argelia

Si Marruecos alberga reivindicaciones sobre territorios españoles, ocurre otro tanto en sus relaciones con Argelia. En el momento en que Argelia iba a incorporarse como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de NNUU, el Partido Liberal Reformador marroquí, dirigido por Mohamed Aluah, había creado el Frente de Liberación de la Argelia Marroquí (FLAM). Sus reivindicaciones no eran pocas: ¡el 40% del territorio argelino! El Partido Liberal Reformador ya se había dado a conocer durante la crisis de Perejil cuando afirmó estar trabajando para la constitución de un movimiento de liberación de las ciudades de Ceuta y Melilla.

En noviembre de 2004, el FLAM se jactó de haber realizado "primer ataque en territorio argelino". La operación había consistido en un ataque de 29 "combatientes", a un grupo de soldados argelinos en la madrugada del 29 de octubre cerca del bosque de Mizab, en la wilaya argelina de Tlemcen. El gobierno argelino reaccionó llamando a consulta a su embajador en Rabat. Luego, el poder judicial actuó contra el FLAM.

El origen de la reivindicación de estos territorios es la tesis de Allal El-Fassi sobre el "Gran Marruecos". El fundador del Istiqlal sostiene que estos territorios le fueron arrebatados a Marruecos como resultado del Tratado de Lalla Maghnia de 1844, cuando Argelia era un departamento más de Francia. Es discutible, pero, en cualquier caso, allí está la acción del FLAM para recordarnos que, en cualquier momento, Marruecos puede volver a las andadas y resucitar la "Guerra de las Arenas" que ya enfrentó a ambos países por la zona de Tinduf y Bechar en 1962-3.

En realidad, todos los países limítrofes de Marruecos han sido objeto de la voracidad territorial de los nacionalistas del Istiqlal. El expansionismo marroquí, tras haber intentado impedir la independencia de Mauritania e integrarla en su territorio, optó por emplear la misma táctica que había empleado contra las posiciones españolas en Ifni: improvisar un "movimiento de liberación" que atacara a Argelia. Marruecos, por todo ello, demuestra ser un importante factor de desestabilización de todo el Magreb.Las relaciones ideales con Argelia

Marruecos no es ni más ni menos inestable que Argelia. Todo el Magreb es, igualmente, inestable. Pero no, desde luego, por la existencia del extraño y nebuloso "terrorismo internacional", sino por el muy real y bien delimitado peso del islamismo en estas sociedades. Allí en donde existe islamismo políticamente organizado, allí existe un foco de inestabilidad y no importa si se trata de islamismo moderado o radical. El islamismo es –no somos nosotros quienes lo decimos sino las propias autoridades islamistas- incompatible con la democracia e incompatible con el modo de vida occidental. Incompatible, en definitiva, con el progreso y con Europa. De ahí que lo más prudente sea contener y limitar los intercambios comerciales con estos países, y muy especialmente, evitar los estados de dependencia energética como los que España tiene en la actualidad: empresas como Gas Natural tienen como bien más preciado -en el que basan su cotización en bolsa- un gaseoducto que transcurre por zonas inestables y que, en cualquier momento, puede saltar por los aires o ser objeto de represalias contra "países impíos, poblados por infieles y cruzados". El movimiento islamista argelino es buena muestra de lo que decimos: no surgió en un país perdido entre las arenas y gobernado por sátrapas medievales, sino en un país que se había declarado "socialista", había alcanzado su independencia mediante la actividad –terrorista, eso sí- del Frente de Liberación Nacional" y estaba más cerca de Franz Fanon, del Debray de los años 60 y del Ché Guevara, que de las suras del Corán. Pues bien, ese movimiento que parecía controlarlo todo un país, bruscamente se disuelve como un azucarillo y da lugar a la irrupción de lo irracional. Esto demuestra que los países de confesión islámica, tienden a adherirse en masa al islamismo político en cuanto aparece la primera crisis económica. A partir de ese momento, sólo la fuerza puede enderezar la situación (caso de Argelia) o bien el falseamiento de la voluntad popular unido a la amenaza pura y simple (caso de Marruecos).

Existen buenas razones para interpretar por qué ocurre este proceso. La primera razón es la demografía argelina que, exactamente igual a la marroquí, ha hecho que el país esté mayoritariamente formado por jóvenes menores de treinta años, que en su mayoría carecen de perspectivas de ascenso social. Un 30% de la población está en paro, pero esta cifra llega al 50% entre los jóvenes. Lo único que les queda es la realidad de la inmigración a Europa (en donde los contingentes procedentes del Magreb son cada vez más denostados) o el pensamiento mágico, la esperanza para desesperados, que constituye el Islam. Estas franjas de la población –a diferencia de en Europa- no depositan sus esperanzas en la democracia, sino en la economía negra y la violencia como forma de ascenso social. A esto se une la inestabilidad económica endémica que, incluso en momentos de crecimiento hace aumentar la diferencia de renta entre una minoría excepcionalmente limitada y la pobreza de la mayoría de la población, alta tasa de paro, escasez de viviendas, desabastecimiento de mercados, escasez de agua, ausencia de infraestructuras, imposibilidad de instalar industrias a causa de la corrupción administrativa que lo invade todo. Países con estas características ¿cómo iban a poder ser estables? La única forma posible de estabilidad se mantiene mediante el miedo, la liquidación del adversario (que, por otra parte, muy frecuentemente, busca hacer otro tanto con el Estado), la represión, la provocación y las restricciones a las libertades públicas.

¿Puede cambiar todo esto? Generalmente se dice que la prosperidad económica genera estabilidad política. Dejando aparte que esta ley se cumple en los países de la UE, pero de forma mucho menor en el resto del mundo, hay que preguntarse de dónde procedería esta "prosperidad económica". De los hidrocarburos, sin duda. Pero, hoy sabemos lo que es la "paradoja del crecimiento": frecuentemente, en los países del Magreb, lejos de contribuir a crear una clase media que sirva de colchón a los conflictos y sea la clase sobre la que se instaure un sistema democrático digno de tal nombre, lo que contribuye es a aumentar las desigualdades sociales y, en consecuencia, la posibilidad del conflicto.

Los países del Magreb no son, pues, socios fiables. Sus regímenes pueden venirse abajo en cualquier momento. Argelia no ha neutralizado eternamente al islamismo. Marruecos, veremos durante cuanto tiempo es capaz de hacerlo. En estas circunstancias, depender de un gran proveedor de gas, es un riesgo que la seguridad nacional y el crecimiento económico español no se pueden permitir. Si el gaseoducto Orán-Marruecos-Sevilla era una opción arriesgada, el segundo gasoducto, Orán-Almería, cuando esté aprobado y concluido, no dará muchas más garantías.

¿Relaciones ideales con Argelia? Como entre vecinos, es mejor llevarse bien que mal, pero es preciso no perder de vista el riesgo que implica depender siempre de la taza de azúcar que suministra el vecino. En otras palabras, España debe tener un objetivo prioritario: disminuir progresivamente su dependencia energética de Argelia. Cualquier otra política mezcla buenos deseos con realidades. En definitiva, un riesgo que España no puede permitirse.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es

Geopolítica del conflicto con Marruecos

Geopolítica del conflicto con Marruecos

Redacción.- En 2003, inmediatamente se produjo el conflicto de Perejil, publicamos “El Enemigo del Sur”, obra actualmente agotada. Uno de los capítulos de esta obra estaba dedicado a la Geopolítica del conflicto con Marruecos, tres años después de haber sido escrito mantiene casi por completo su actualidad. En las próximas semanas, iremos publicando otros documentos actualizados relativos al conflicto con Marruecos.
 
Unas pocas precisiones de carácter geopolítico y demográfico darán una idea de la dimensión del problema y de su gravedad. Para ello basta observar en un atlas los países de la cuenca mediterránea. Con eso y unos cuantos datos sobre la demografía de la zona, se puede elaborar en pocos minutos una hipótesis de trabajo que nos indicará, a modo de conclusión:
 
1.           Que el Mediterráneo es una zona estratégica de primer orden por el volumen de tráfico marítimo, por las materias primas que se encuentran en el sur y los recursos tecnológicos del norte.
 
2.           Que existen dos culturas perfectamente diferenciadas en la orilla norte y en la orilla sur del Mediterráneo, con dos modelos políticos completamente diferentes.
 
 
3.           Que existe un desfase demográfico entre el norte y el sur mediterráneos. Mientras el Sur cada 25-30 años duplica su población, en el Norte el crecimiento demográfico se ha estancado.
 
4.           Que existen dos tipos diferentes de modelo económico el del norte industrial y el del sur, inadaptado a una economía moderna.
 
5.           Que a esto se une la presión demográfica que sufre en Magreb procedente del desastre subsahariano y que, por supuesto, no puede absorber.
 
6.           Que Europa no puede absorber de ninguna manera los excedentes de población que proceden del Magreb, que ya han alcanzado un límite y que a partir de ahora deben remitir so pena de crear tensiones insuperables.
 
7.           Que en el Mediterráneo Occidental, tanto Marruecos como España son países, así mismo, Atlánticos.
 
8.           Que esta naturaleza geoestratégica implica interés por parte de países exteriores a la zona pero con intereses geoestratégicos y aspiraciones hegemónicas. En concreto de EE.UU.
 
9.           Que cualquier conflicto que se dé entre España y Marruecos va a implicar una necesaria definición a favor o en contra por parte de los países de la Unión Europea y de los EE.UU.
 
Estas líneas de análisis son las que vamos a abordar en las páginas que siguen, centrándonos en primer lugar en la geopolítica y la demografía.
 
Suele existir poca información disponible para el gran público sobre la geopolítica. Se trata de una ciencia apta solo “para iniciados”. Pero las grandes decisiones en política internacional y los grandes movimientos políticos desde hace milenios, se toman inevitablemente teniendo en cuenta criterios geopolíticos. La geopolítica es la rama de la ciencia política que tiene en cuenta el impacto de los accidentes geográficos en la marcha de los acontecimientos políticos. Esta consideración no es baladí: podrán cambiar los pueblos, ser expulsados unos por otros, podrán cambiar la composición étnica y cultural de las poblaciones, incluso podrán cambiar los sistemas políticos, la sicología de gobernantes y gobernados, podrán varias las estructuras económicas y los niveles de desarrollo... pero nunca podrán varias las condiciones geográficos de un espacio determinado, ni variarán significativamente sus riquezas naturales, ni la orografía, ni las montañas, ni todos aquellos elementos que impiden o facilitan la creación de fronteras naturales.
 
La geopolítica, en buena medida, determina las opciones que toman los grandes caudillos y los movimientos históricos significativos. En este sentido, la geopolítica determina la política internacional de las naciona y, al mismo tiempo, la condiciona. Un buen analista geopolítico es para un gobierno, la garantía de que acertará en sus análisis de política internacional. Una mala orientación geopolítica generará quimeras y ficciones en la política exterior de un país, e incluso podrá condicionar su existencia en el futuro.
 
Las grandes potencias que se distribuyeron el mundo mientras duró la guerra fría, operaban según criterios geopolíticos. Los imperios que se enfrentaron en tres crueles guerras púnicas chocaron en función de esos mismos criterios que 2.500 años atrás seguían siendo idénticos a los que hoy se toman en consideración. Siempre, una potencia naval detentadora el “Sea Power” (poder naval), se ha enfrentado por la hegemonía a una gran potencia terrestre. Ayer fue Roma y Cartago, hasta hace poco fue la Rusia Euroasiática y la “nueva Cartago”, los EE.UU. y, por extensión, el mundo anglosajón. Y es que las leyes e la geopolítica como las leyes de cualquier otra ciencia son exactas e inexorables.

APUNTES DE HISTORIA RECIENTE

Y estas leyes se aplican también en el Mediterráneo. Un mar cerrado es ante todo una garantía para el comercio entre los países ribereños. Pero, no nos engañemos: quien controla el mar, es decir, quien puede operar con una flota comercial o militar más eficaz, controla el comercio marítimo.
 
Uno de los rasgos de la naturaleza humana y de las naciones es precisamente la desconfianza hacia su vecino. Naciones vecinas suelen ser enemigas, mientras que el axioma de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos” sigue rigiendo las directrices políticas de las naciones. El mundo lánguido y estable de paz y concordia universal puede existir solo en las mentes de los místicos planeantes y de los utopistas ingenuos, no en la realpolitik de las relaciones internacionales.
 
Así mismo, el hecho de que dos países vecinos mantengan buenas relaciones diplomáticas e incluso un cierto calor humano entre sus gentes, no constituye una garantía de que esa situación idílica va a prolongarse hasta el infinito. Los gobiernos cambian y también las mentalidades, se crean nuevos modelos económicos, nuevas necesidades y es ahí donde reverdecen las rivalidades geopolíticas. Los gobernantes están obligados a considerar siempre la peor de las hipótesis para asegurar la supervivencia de sus pueblos. Esto es lo que ha ocurrido en el Mediterráneo.
 
En 1936, Franco se sublevó contra la República junto a un puñado de oficiales, en su mayoría “africanistas”. Habían hecho buena parte de su carrera en el ejército de Africa  lograron sus ascensos en base a méritos de guerra. Muchos de ellos estaban enamorados de Africa. No dudaron en incorporar a las filas del Ejército sublevado a enormes contingentes de tropas marroquíes (“regulares”) que mostraron durante tres años su extraordinaria preparación para el combate y... su crueldad inaceptable incluso para muchos de su propio bando. Por lo demás, la sublevación contra la República se inició en las guarniciones de Ceuta, Melilla y Canarias y desde ahí se extendió como un reguero de pólvora.
 
De ahí y en los cuarenta años siguientes surgió la política de “tradicional amistad con el mundo árabe”. Los conflictos de Sidi Ifni, la retrocesión de una parte de Marruecos y, finalmente, la cuestión del Sahara Occidental, empañaron esta política que se fue diluyendo en las décadas siguientes, si bien España siguió siendo un interlocutor válido para el diálogo entre Occidente y el Mundo Arabe.
 
A partir de la transición democrática, España fue integrándose en las instituciones europeas: primero en la OTAN a la que contribuyó dándole “profundidad” y extendiendo su retaguardia 1000 kilómetros más entre los Pirineo y el Cabo San Vicente. Luego vino la integración en la Unión Europea. Estos elementos suponían la integración de la política internacional española (y su subordinación) a la política, primero occidental (en el marco de la OTAN junto a EE.UU.) y posteriormente a la política europea que con el paso de los años, especialmente a partir de los atentados del 11 de septiembre del 2002, ganará coherencia y definición.
 
En esos años habían cambiado muchas cosas en las sociedades de ambas orillas del Mediterráneo. Durante décadas los países del Magreb habían ido capeando sus excedentes de población y lo inestable y precario de sus economías, mediante la exportación de mano de obra inmigrante: los excedentes, enviados al extranjero, no solo atenuaban la presión demográfica, sino que ingresaban cuantiosas divisas a las economías nacionales. Pero a principios del 2000, se hizo evidente que Europa cada vez iba a colocar más obstáculos a la inmigración procedente del Magreb. En Enero del 2003 deberán iniciarse las repatriaciones masivas de inmigrantes ilegales tal como se acordó en la Cumbre de Sevilla de junio del 2002. Italia se ha blindado con una ley de extranjería excepcionalmente dura. El ejemplo está proliferando en la mayor parte de Europa. En el futuro el Magreb ya no podrá recurrir a esta técnica para sanear su economía y esponjar su población.
 
Los poetas han considerado al Mediterráneo como fuente de inspiración. Los artistas afirman que la luminosidad del Sol aporta una gama de colores a este mar más rica que en lugar alguno del mundo. Los humanistas ven en el “Mare Nostrum” un lugar de cruce de culturas. Pues bien, es preciso despojarse de todas estas nobles ideas si queremos comprender como va a evolucionar la situación en el futuro.
Por que el Mediterráneo es hoy una frontera natural antes que un espacio común. Es, digámoslo ya, una línea de ruptura entre el Norte y el sur. Sin el Mediterráneo, Europa hoy, la del Sur particularmente, sería una zona islamizada. El Mediterráneo es una línea de defensa de Europa ante el estallido demográfico del Sur. Tal es nuestra primera hipótesis de trabajo.

LA EXPLOSIVA DEMOGRAFÍA DEL MUNDO ARABE

Vayamos a la segunda. Es la hipótesis de la demografía vertiginosa del sur en relación a la demografía estable del norte. Veamos.
 
En la orilla norte del Mediterráneo se da un modelo demográfico caracterizado por:
 
-          equilibrio demográfico
-          tasas de natalidad bajas
-          tasas de mortalidad bajas
-          aumento de la edad media de las poblaciones.
 
Por el contrario, en la orilla sur del Mediterráneo los fenómenos que se producen a solo 50 kilómetros de las costas de Gibraltar o a 150 de Pantelaria y Lampedusa, son inversos:
 
-          crecimiento demográfico desenfrenado
-          tasas de natalidad muy altas
-          tasas de mortalidad medias
-          disminución de la edad media e las poblaciones.
 
Si hay una palabra que defina esta contradicción es “desequilibrio”. En efecto, entre las dos orillas existe un desequilibrio creciente e imparable. Continuemos este análisis con más detalles.
 
Existen tres trozas en el Mediterráneo:
 
-          Zona A formada por España, Francia, Italia, Yugoslavia y Grecia.
-          Zona B formada por Albania, Chipre, Israel, Líbano y Malta.
-          Zona C formada por Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto y Turquía.
 
La tasa de crecimiento demográfico de la Zona A es de un 0’9%, la tasa de crecimiento demográfico de la Zona B es de un 2’3% y la de la Zona C de un 2’5%. Esto implica que en el 2025, la Zona A albergará solo al 3&% de la población total del Mediterráneo. Algo sorprendente, por que en 1950 suponía el 66% y en 1985 el 52%. Por el contrario, los países islámicos hacia el 2025 tendrán el 60% de la población de la cuenca: el doble de lo que tenían en 1995 y cinco veces más que en 1950.
 
De estos países, los que constituían la Unión del Magreb Arabe suponían un 30% de la población total del mundo árabe en 1995. Estos países crecen con una tasa anual del 3%. Hoy, la población total de los países islámicos asciende a 300 millones. En el 2010, rebasarán en población a la Unión Europea y se configurarán como el tercer bloque demográfico tras China e India.
 
Sin embargo no se trata de un bloque que pueda compararse a ningún otro de los existentes. Llama la atención que la población total en edad de trabajar sea solamente de un 53% de la población total. Esto se debe a que la mujer no está incorporada al mercado laboral (menos de un 10% de mujeres trabajan en el mundo árabe, frente al 45% de Dinamarca y cifras ligeramente menos en otros países europeos. Pero además el mundo árabe tiene la tasa mundial más baja e “fuerza activa de trabajo”: un 53% de la fuerza de trabajo, es decir que de cada 100 personas en edad y disposición de trabajar, solamente lo están haciendo 53.
 
Hay otras particularidades que resultan sorprendentes en la demografía musulmana. La estructura sexual de los países occidentales representa un equilibrio entre hombres y mujeres, es decir, por 100 hombres existen 100 mujeres. Por increíble parezca la naturaleza, por caminos que se desconocen, ha logrado preservar este equilibrio... equilibrio que no aparece en el mundo árabe, donde por cada 100 mujeres hay 103 hombres. Los sociólogos y los analistas todavía no han explicado convenientemente este dato que sin duda está íntimamente ligado con el papel secundario, subordinado al varón e “inferior” que, en la práctica, atribuyen las sociedades islámicas a sus mujeres.
 
Este datos con lo que de sorprendente tiene no es quizás tan dramático como la estructura por edad de las poblaciones árabes y, en particular, de las magrebíes. La pirámide de edad es, sin duda, el indicador demográfico más importarte por que nos habla de cómo van a ser esas sociedades en el futuro; de ese datos pueden inferirse todos los demás, especialmente a cuánto va a ascender la “fuerza de trabajo”. No existe tarea de gobierno posible capaz de prever el futuro si no existe un riguroso análisis de la pirámide de población.
 
Pues bien, el factor más llamativo en la demografía árabe es que el 50% de sus poblaciones están formadas por jóvenes menores de 15 años. En el Africa subsahariana este porcentaje desciende al 45% (si bien con una mortandad mayor), mientras que en Europa está en torno al 21%. Algunos datos son extremadamente significativos: el promedio de nacimientos por mujer se eleva en Jordania e 7’7, mientras que en Europa no llega a 2 nacimientos por mujer y en algunas zonas (Italia y España) está por debajo.
Sin embargo, en lo relativo a las tasas de mortandad, las cifras e los Países Arabes coinciden con la media mundial: la tasa es del 12’6 por mil, mientras que las cifras promedio mundiales son de un 11’4 por mil. Esto se debe, sin duda, a las deficiencias en los sistemas de salud. Allí donde existen, la mortandad se reduce a tasas similares a los países occidentales (Kuwait con un 4 por 1000, por ejemplo). La edad media está situada en torno a los 56’3 años, cuando en Europa alcanza los 73’5 años.
 
En el Magreb los menores de 15 años representan el 50% de la población y aunque los demógrafos calculan que hacia el 2015 aumentará el peso del resto de edades, la edad media de la zona seguirá siendo extraordinariamente joven. La edad media de Argelia era en 1985 de 16 años, mientras que la de Europa Mediterránea alcanzada los 34 años.

DEMOGRAFÍA DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL

Pero centrémonos en el Mediterráneo Occidental y en sus características demográficas. Los datos son igualmente sorprendentes y preocupantes y la muestra más evidente de que en el Sur si puede definirse la perspectiva de futuro con una palabra, esa palabra es “crisis”.
 
Entre 1953 y 1980 los tres países más significativos del Magreb, Argelia, Marruecos y Túnez, simplemente duplicaron su población que pasó a ser de 22’6 a 45’2 millones de habitantes. En el 2002 llegaban a casi 80 millones y en el 2025 habrán alcanzado los 100. Estas cifras indican que:
 
-          en 1950, los países del Magreb suponían 1/6 parte de la población de la Europa Latina.
-          En 1980, este porcentaje había descendido a “casi”  1/3
-          En 1990, el porcentaje pasó a “más” de 1/3
-          En el 2025, pasará a ser de 2/3: es decir, 110 millones de habitantes, frente a los 170 que se prevén en la Europa Mediterránea.
 
Esto quiere decir que mientras la demografía del norte del Mediterráneo se mantiene en sus cotas de hace 15 años, e incluso en algunos países (Italia) tiende a descender, en el Sur se va duplicando con facilidad cada 30 años. Mientras las tasas de reproducción en la orilla norte son inferiores al 2%, en la orilla sur alcanzan el 4’5%.
 
Lo peor es que en el Sur el desarrollo económico, el tejido industrial y la capacidad inversora no alcanzan para proporcionar empleo a la mayor parte de la población joven. La fuerza de trabajo se duplica igualmente cada 20 años en el Magreb, pero no así el número de puesto de trabajo. Por lo demás, estos países tienen tasas de desempleo enormes, la estructura económica se ve incapacitada para, de un lado, disminuir estas cifras, y de otro facilitar trabajo a los jóvenes que aparecen ante el mercado de trabajo a riadas incontenibles y constantes. La emigración a partir del 2002 se ha convertido en una opción que resultará inviable para la mayoría. Antes bien, el problema puede agravarse con la llegada de repatriados segregados por el mercado laboral europeo.
 
La discusión en torno a la inmigración en Europa se centra en el hecho de que lo que hace falta en el norte (población) tiene en el sur un amplio superavit. La solución parece simple: se desplazan poblaciones del Sur hacia el Norte y así se logra un equilibrio. Pero las cosas no son tan sencillas. En otro lugar de esta obra aludimos a los problemas generados por la inmigración en los distintos países europeos, que en buena medida, son los problemas generados por la inmigración... magrebí. Tal como Guillaume Faye ha dicho con una sobriedad digna de encomio: “si bien la mayoría de magrebíes que llegan Europa llegan a trabajar, también es cierto que la mayoría de delincuentes son magrebíes”. Esto ha generado una percepción diferente de las poblaciones europeas hacia el fenómeno de la inmigración y una hostilidad creciente a la presencia de inmigrantes en el suelo de la Unión Europea.
 
A partir de ahora el Magreb ya no podrá contar con la válvula de escape de la inmigración para aliviar sus problemas internos. El endurecimiento creciente de la política de la Unión Europea en este terreno demostrará que las fronteras si pueden blindarse, que basta con que exista voluntad política para que la invasión de jóvenes norteafricanos sin oficio ni beneficio, ni cualificación profesional, puede ser cortada en seco. Para Europa, este objetivo es cada vez más perentorio.
 
Ahora bien, ¿qué es lo que quedará en el sur? Inestabilidad. Cuando millones de jóvenes menores de 15 años no ven una salida a su situación personal más que en la inmigración legal o ilegal y Europa cierra las puertas... esto implica que en los países de África del Norte va a existir una formidable inestabilidad en las próximas décadas.

EL CONTROL DE LOS ESTRECHOS

Esta es una parte del problema. La otra alude propiamente a la geopolítica de la zona. ¿Qué es, en el fondo, el Mediterráneo? Un mar cerrado con cuatro llaves: Gibraltar, Suez, el Bósforo y los Dardanelos; el control de cada una de estas llaves da poder a quien lo posee. No es raro que en el curso de los siglos estos estrechos hayan sido objeto de constantes disputas.
 
Tales disputas han proseguido a lo largo de todo el siglo XX y, sin duda, proseguirán en el siglo XXI. Cuando se produce la revolución nacionalista de Kemal Ataturk, Occidente respiró tranquilo: sería posible contener el imperio ruso en el Mar Negro. Así mismo, cuando se produjo la intervención anglo-francesa de Suez en 1956 lo que estaba en juego era poder seguir disponiendo para Europa del control sobre el canal como única forma de asegurarse el suministro de petróleo. La segunda guerra árabe-israelí de 1967 y la siguiente de 1973, supusieron un prolongado cierre del canal. Europa, solamente gracias  a la botadura de una flota de superpetroleros que bordeaban Africa y conducían el crudo a las refinerías de Europa Occidental pudo asegurarse el suministro.

GIBRALTAR POR CEUTA Y MELILLA

En la actualidad la puerta más conflictiva del Mediterráneo es paradójicamente aquella que es custodiada por dos países aparentemente estables, Marruecos y España, o quizás por tres en tanto se prolongue la presencia británica en Gibraltar.
Pero se trata de una estabilidad sólo aparente. España e Inglaterra han podido aparcar su contencioso en torno a Gibraltar en la espera de que se resuelva en el marco de la Unión Europea. ¿Qué es lo que retiene a Inglaterra en Gibraltar? Algo muy sencillo. La política inglesa manteniendo su presencia en el Peñón quiere evitar que las dos orillas del Estrecho estén en una sola mano, la de España. Nuestro país está presente al otro lado del Estrecho, en Ceuta y Melilla, lo que implica que, sin la presencia inglesa en Gibraltar, también la orilla Norte estaría en manos de España con lo cual el tráfico marítimo en el Mediterráneo podría ser controlado por una sola potencia.
 
Inglaterra no tiene gran interés ni en los “llanitos” que representan muy poco para la Corona y, en realidad, son un menoscabo para la misma en tanto que el Peñón se ha convertido en un refugio de dinero negro procedente del narcotráfico y el contrabando. Es falso que el papel militar del Peñón haya disminuido con los nuevos desarrollos armamentísticos. En absoluto, los pasos marítimos jamás verán disminuida su importancia estratégica. Cualquier tipo de armamento situado sobre el Estrecho, puede proteger el trágico marítimo... o cortarlo en seco.
Ahora bien, la actitud inglesa en relación a Gibraltar ha variado a partir de inicios del 2002, ¿a qué se debe esta modificación? A dos factores extremadamente simples: de un lado el Ministerio de Asuntos Exteriores inglés está persuadido de que España no va a poder mantener por muchos años su presencia en Ceuta y Melilla y será expulsada definitivamente de la orilla Sur del Estrecho. En esa situación ya no tiene mucho sentido la presencia inglesa en Gibraltar por que sin el control de las dos orillas, la tutela española sobre la entrada al Mediterráneo se vuelve frágil.
 
Desde el punto de vista inglés hay dos opciones aceptables:
 
-          o las cosas siguen como están: orilla norte con bandera inglesa y orilla sur con bandera española
-          o se modifican en las dos direcciones: orilla norte bajo pabellón español y orilla sur bajo pabellón marroquí.
 
Y una opción inaceptable:
 
-          España controlando las dos orillas del Estrecho.
 
A la certidumbre de que España va a perder Ceuta y Melilla se une otro elemento decisivo. La integración Inglesa en Europa. Hasta el 2001, el vector tradicional de la política exterior inglesa ha tendido a establecer vínculos preferenciales con los Estados Unidos en detrimento de sus relaciones con la Europa continental. Distintos lobbys y grupos de presión en ambos lados del mundo anglosajón han sido partidarios de este eje desde mediados del siglo XIX hasta el 11 de septiembre de 2001.
 
El impacto de los atentados y su descarada utilización como casus belli para desencadenar una guerra sobre Afganistán con el objetivo de controlar los yacimientos petrolíferos del Caspio, así como el hecho de que las operaciones militares fueran asumidas en exclusiva por los EE.UU., desmereciendo la contribución de sus “aliados” europeos, supuso un giro en la política exterior británica que en los meses siguientes dio muestras de un tenue, pero inexorable cercamiento a Europa, y de un alejamiento de los designios norteamericanos. El tiempo dirá si esta tendencia se confirma o es solo una sugestión momentánea. Pero a mediados de 2002, incluso en el espinoso terreno del Europa, la moneda única europea, los ingleses se muestran mucho más receptivos que solo ocho meses antes.

EL FRENTE ATLANTICO

El tercer elemento a tener en cuenta es que las dos potencias del Occidente Mediterráneo tienen una característica que las hace radicalmente diferentes al resto de países ribereños: sus aguas tienen también un amplio “frente atlántico”. Marruecos con la anexión del Sahara ha ganado casi 1000 km más de costa que se suman a una extensión similar que ya poseía. En cuanto a España, o más bien a la Península Ibérica, hay que recordar que se trata de Estados con un amplio frente atlántico.
 
Pero decir Atlántico implica decir también Estados Unidos. Si bien es cierto que las orientaciones nuevas a la política exterior americana derivadas de la Doctrina Rumsfeld implican el desplazamiento del teatro principal de operaciones del Atlántico Norte al Pacífico, también es cierto que especialmente las costas atlánticas de Marruecos han sido importantes para los EE.UU. Fue en ellas en donde se inició la participación americana en la II Guerra Mundial y allí empezó la serie de victorias que llevarían al control total de Africa del Norte por parte de las fuerzas aliadas y permitirían poner un pie en Italia.
 
EE.UU. sabe que en caso de tener que actuar en el Magreb contra los intereses de Europa, le es vital contar con Marruecos como aliado. Y está dispuesto a cultivar esa amistad por todos los medios posibles. Además está la cuestión de la incipiente industria petrolífera marroquí que acentuará el interés de los EE.UU. por esa zona.
 
El nivel de las relaciones de EE.UU. con España y Marruecos son sintomáticos. Oficialmente, el coloso americano mantiene estrechos lazos de amistad con ambos países, sin embargo, resulta evidente que han pasado ya los tiempos en los que los americanos arrojaban sobre a mesa unos cuantos cientos de millones de dólares como para del alquiler de sus bases en nuestro país. España ha evolucionado extraordinariamente; su proceso de democratización ha contribuido a integrarla en Europa, un coloso en vías de constitución. A medida que el aislamiento español ha ido remitiendo hasta desaparecer, ha ganado la integración en Europa y la sustracción creciente a la tutela americana.
 
En el vecino país no ha ocurrido lo mismo. Los intentos de integración regional en el Magreb –como veremos- se han saldado con fracasos más o menos estrepitosos y, aun hoy son más los puntos de fricción que los de coincidencia. El tiempo, lejos de dar estabilidad política a la zona, se la ha ido restando. Están lejos los tiempos en los que una Argelia socialista se erigía como potencia regional y lejanos también parecen los tiempos en los que el “dúo de la muerte” Hassan II y Ufkir hacían y deshacían a su antojo. En realidad, el actual régimen marroquí es particularmente débil y su debilidad va a ir aumentando en razón directa a su demografía. El despegue económico de la zona no parece algo inmediato, más bien se evidencia estancamiento, sino regresión y los beneficios que pueda aportar el petróleo, sin duda, trascenderán muy poco a la población. Por lo demás, el ejército marroquí no parece particularmente predispuesto a más aventuras bélicas. La del Sahara no le supuso una experiencia particularmente agradable y los años de inactividad han convertido a las guarniciones en ociosas y con escasa preparación bélica.
 
Marruecos es el eslabón débil, mucho más que España, por tanto si EE.UU. puede cortejar con facilidad a uno de los dos países ribereños, éste será sin duda Marruecos.  Por lo demás las buenas relaciones entre Marruecos y EE.UU. datan de los años 50, inmediatamente posteriores la independencia. EE.UU. apoyó al nuevo régimen con armas y ayuda técnica y económica. Al  producirse la guerra de Ifni, los reactores de las Fuerzas Aéreas que España habían recibido como pago por el alquiler de las bases militares americanas no pudieron ser empleados contra Marruecos. Resultó un arcaísmo ver como antiguos Junkers JU-52, trimotores, Messersmith 109 y Heinkel 111, de las primeras fases de la Segunda Guerra Mundial retomaban los cielos de Africana bajo las escarapelas españolas. En efecto, en el contrato de cesión de los F-86 Sabre se especificaba que no podían ser utilizados... contra Marruecos.
 
Posteriormente, con motivo de la Marcha Verde, los servicios secretos americanos apoyaron con armas y bagajes la movilización marroquí. No era un apoyo gratuito; los agentes de la CIA y del Departamento de Estado desplazados a la zona, aspiraban a obtener el control sobre los yacimientos de Fos Bucraa, las primeras reservas mundiales de fosfatos situadas en medio del desierto saharaui.
 
Mas tarde, durante la lucha contra el Frente POLISARIO, EE.UU. ayudó a Marruecos vendiendo equipos militares sofisticados, formando técnicos en la lucha antiguerrilla y facilitando información obtenida vía satélite sobre los movimientos de las tropas polisarias. Compitiendo con Francia y en mucha menor medida con España, los EE.UU. fueron progresivamente afianzando su posición en Marruecos hasta el punto de que hoy puede decirse que, a pesar de la Guerra del Golfo, a pesar del conflicto Arabe-Israelí, a pesar de la agresión contra un país árabe como Afganistán, las relaciones entre EE.UU. y  Marruecos, lejos de deteriorarse, siempre han mantenido unos extraordinarios niveles de cordialidad, e incluso de complicidad.
Y todo induce a pensar que así va a seguir siendo. La política de acercamiento entre EE.UU. y Marruecos en razón directa a varios factores:
 
-          Si se confirma la importancia de los yacimientos petrolíferos en Marruecos y las aguas del Sahara y Canarias.
-          A medida que aumente el “decoupling” entre los intereses de EE.UU. y los de la U.E.
-          A medida que vaya incrementándose la inestabilidad en el Norte de Africa, inestabilidad debida al ascenso del integrismo islámico, a lo imprevisible de las situaciones en Argelia y Libia, a la fragilidad del régimen marroquí y, sobre todo, al vuelco demográfico en el reino alauí.
 
Por el contrario, las relaciones entre EE.UU. y España se irán enfriando progresivamente:
 
-          A medida que la Unión Europea se configure como el gran competidor de los EE.UU. en zonas de expansión económica (China, Rusia, principalmente).
-          A medida que los mercados mundiales adquieran una confianza creciente en el Euro y la UE siga demostrando disciplina en el control del déficit público y la inflación.
-          A medida que la U.E. se vaya solidificando políticamente y esté en condiciones de elaborar una política exterior común.
 
Tales son los elementos más importantes a tener en cuenta.
 
 
© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es
 

Marruecos y EEUU: la gran alianza

Marruecos y EEUU: la gran alianza Redacción.- EEUU ha estrechado vínculos con Marruecos, pasando a considerarlo “aliado preferencial” y desplazando al reino alauíta de la esfera de influencia francesa. Marruecos ha pasado a ser una pieza importante del despliegue estratégico norteamericano en África. Paralelamente, el gobierno socialista español, se ha visto arrastrado por excesos verbales antiamericanos que han llevado a un enfriamiento de las relaciones España-EEUU. El gobierno socialista se encuentra en un callejón sin salida: no ha logrado reconstruir las relaciones con EEUU, pero tampoco ha alejado el fantasma de un enfrentamiento con Marruecos, ni siquiera ha sido capaz de tejer una nueva red de alianzas en la Unión Europea.

El 8 de Noviembre de 2002, el subsecretario de Estado norteamericano, Marc Grossman, viajaba a Marruecos para reforzar las relaciones de amistad y cooperación económica de su país con Marruecos. Se trataba de una visita preparatoria dentro del nuevo Acuerdo de Libre Comercio entre ambos países. El congreso de los EEUU había dado el visto bueno para este plan en octubre de 2002 y Grossman se deshizo en Rabat, en elogios hacia Marruecos, al que denominó como "país amigo y aliado fundamental para EEUU”. Sobre la situación interior de Marruecos, Grossman subrayó "la transparencia en la organización" de las últimas elecciones generales celebradas en Marruecos, al mismo tiempo que recordó el interés que hay en su gobierno ante las reformas económicas llevadas a cabo por Marruecos en los últimos años.

El acuerdo de libre comercio tenía implicaciones que ZP no podía ignorar. La compra de armamentos, por ejemplo. Inmediatamente se firmó el tratado, George W. Bush aludió a Marruecos como uno de los “principales aliados de Estados Unidos”, añadiendo específicamente a que el país norteafricano podría optar en el futuro a contratos militares con el Pentágono. Bush tomó esta decisión "en reconocimiento de los estrechos lazos que unen a los dos países y en agradecimiento del apoyo de Marruecos a la guerra contra el terrorismo, así como al papel del rey Mohamed VI, dirigente visionario del mundo árabe". Según indicó la agencia oficial marroquí MAP, el estatus de aliado principal fuera de la OTAN permitirá a Marruecos presentarse como candidato para participar en algunos contratos militares estadounidenses, investigaciones militares y programas de desarrollo controlados por el Pentágono. Así pues, son armas norteamericanas las que, algún día, pueden amenazar la integridad territorial española, apuntando hacia Ceuta y Melilla o hacia Canarias.

* * *

En nuestro libro “Marruecos: el enemigo del Sur” presentábamos una teoría que fue desmentida en la práctica por el gobierno del PP; sosteníamos entonces que la intervención de Colin Powell en el conflicto de Perejil, lejos de ser neutral, beneficiaba ampliamente las posiciones de Marruecos, pues, no en vano, hasta ese momento Perejil era, indiscutiblemente, territorio de soberanía española y, a partir de ese momento, España seguía siendo titular de esa soberanía… pero se comprometía a no demostrarla.

Powell, por cierto, tres años después, en una entrevista concedida a QG, una pequeña publicación norteamericana, a la pregunta del redactor sobre el “incidente de Perejil”, contestó que “se trata de una pequeña y tonta isla a la que tuve que dedicar dos días de mi vida”. Hay que recordar que la intervención se produjo a propuesta de la ministra Ana de Palacio, amiga personal de Powell.

Dado que, a partir de ese momento, Aznar estrechó sus vínculos con la administración Bush, dio la sensación de que nuestra teoría era incorrecta. Para bien o para mal, el tiempo nos ha dado la razón: EEUU estaba reforzando inexorablemente su peso en Marruecos y desligándose progresivamente de la alianza con España. Esto proceso fue reconducido por Aznar en su segundo mandado (2000-2004), pero, al llegar al poder ZP y con sus errores y faltas de tacto diplomático, volvió a salir a la superficie la tendencia de la política exterior norteamericana favorable a Marruecos.
ZP en Marruecos. Un oso hormiguero en el Polo Sur.
Uno de los primeros gestos de ZP en los que voluntariamente evidenciaba, su ruptura con la política exterior aznarista, fue a Rabat, poco después de las declaraciones de Powell sobre Perejil.

El Grupo de Estudios Estratégicos elaboró una nota a raíz de esta visita, de la que entresacamos los siguientes párrafos: “Los diplomáticos, mejor que nadie, saben que las palabras las carga el diablo y que pueden ser todo menos inocentes. Las recientes declaraciones del Secretario de Estado americano a la revista GQ sobre Perejil, islote que califica de ridículo, así como su laboriosa mediación entre Rabat y Madrid, ni son espontáneas ni serán anodinas. Al contrario, sólo pueden interpretarse como un claro gesto de distanciamiento crítico respecto al actual gobierno español y como un aviso de que Estados Unidos, tras la defección española del campo de los aliados, encuentra en el reino de Marruecos un interlocutor más fiable. (…) La graciosa visita de Zapatero al monarca alauí, pletórica de concesiones a las posturas marroquíes sobre casi todo, incluyendo el Sahara, puede que se vea enfrentada a esta nueva realidad muy pronto. De hecho, la lectura que se hizo desde Maruecos de la misma no podía ser más desesperanzadora para los intereses nacionales españoles, pues tras el archifamoso “nuevo talante” de Zapatero, allí se entrevía debilidad, desinterés y apaciguamiento”.

La nueva política africana de EEUU

En realidad, lo que había ocurrido es que los EEUU habían aprobado una nueva política exterior en África, que incluía acuerdos preferenciales con Marruecos. Mientras Aznar estuvo en el poder, éste acercamiento fue discreto, mesurado y prudente, pero cuando todo cambió el 14-M. A partir de entonces, el apoyo de EEUU a Marruecos pasó a ser una opción estratégica, vertiginosa y transformada, como efecto colateral deseado, en un gesto de distanciamiento hacia el gobierno ZP.

Dos meses después del triunfo limitado de ZP el 14-M, ya era evidente que, a todas luces, Marruecos se estaba convirtiendo el aliado preferencial de EEUU. El reino alauí había firmado con EEUU el 15 de junio de 2004, un tratado por el que se constituía una zona de libre comercio entre los EEUU y Marruecos. El acuerdo había sido lanzado en abril de 2002 (el incidente de Perejil data de julio de ese año) por parte del rey de Marruecos, Mohamed VI y el presidente de los EEUU, George W. Bush. De esta forma, Marruecos, se convirtió en el primer país africano en tener un acuerdo de este tipo con los EEUU, país que solamente había firmado acuerdos similares con sus vecinos (Canadá y México) o con países con los que mantenía relaciones estratégicas privilegiadas (Israel y Jordania).

No se trata solamente de un acuerdo económico. De hecho, EEUU apenas es el sexo socio comercial de Marruecos y el volumen de exportaciones de éste país hacia EEUU es solamente del 3%; apenas nada comparado con el 69% de la UE. Tampoco las compras de Marruecos a EEUU son significativas (un 3,1%), ni justifican un acuerdo de este tipo. Seamos claros: el acuerdo es, en primer lugar, un paso en el diseño estratégico de EEUU en relación a África y en segundo lugar, un desplante al gobierno ZP. Pero el rutilante jefe de gobierno español no lo vio así y quiso quitar hierro al asunto, como veremos.

Pocas semanas antes del acuerdo EEUU-Marruecos, el 14 de marzo de 2004 el diario “El País” publicaba el articulo "Washington amplía la lucha antiterrorista a los países del Sahel", en el que describía el proyecto “Iniciativa Pan Sahel”, que EEUU había puesto en marcha para "equipar, entrenar y coordinar a las fuerzas de seguridad de Mauritania, Malí, Chad y Níger en la que también aparecen involucrados Argelia, Marruecos y Túnez".

En esas fechas, el diario argelino “Le Quotidien” de Oran revelaba la celebración, a principios de abril y en una base estadounidense en Alemania, de una cumbre antiterrorista en la que participaron los jefes de los ejércitos de Chad, Malí, Marruecos, Mauritania, Níger, Senegal y Túnez. En esa cumbre, el general Charles Wald, comandante en jefe del Comando Europeo de ejercito estadounidense, fue el encargado de exponer el plan establecido por el Pentágono "para la seguridad de la región del Magreb y del norte de África“. Una vez más, el antiterrorismo era utilizado por los EEUU para reforzar su presencia en determinadas zonas de interés estratégico. Este plan, además del equipamiento, entrenamiento y coordinación de las fuerzas militares y policiales, incluía cooperación en la organización de patrullas conjuntas y una cláusula de ayuda automática en caso de ataque terrorista.

La Iniciativa llevaba aparejada el establecimiento de bases militares estadounidenses en la zona. En la zona argelina de Tamanrasset, por ejemplo, la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU, la NSA, acabada de instalar una base de escuchas electrónicas de la Red Echelon. Y en el momento de escribir estas líneas, el Pentágono negocia bases logísticas para su aviación en Senegal y Uganda, al mismo tiempo que se contemplan nuevos acuerdos militares con Argelia, Túnez y Marruecos y la presencia militar norteamericana en Mauritania y el Chad se ha consolidado.
Es evidente que la “guerra contra el terrorismo” es una mera excusa y que todas estas maniobras tienen que ver con la política africana de la administración norteamericana implantada aprobada ya desde los tiempos de la administración Clinton y, por tanto, muy anterior al inicio del extraño “terrorismo internacional”. El Secretario de Comercio de Clinton, R. Brown, lo sintetizó claramente y con una brutalidad digna de un bisonte, en 1996: "La era del dominio económico y de la hegemonía comercial de Europa en África ha terminado. África nos interesa". No es raro, por tanto, que, desde esa época, la influencia francesa en Marruecos haya ido declinando, mientras, paralelamente, se la presencia norteamericana se haya ido reforzando.

La administración Clinton se había fijado en África después de cinco años de desinterés por este continente. Mientras duró la Guerra Fría, los países africanos ribereños, situados en la ruta del petróleo, fueron cortejados tanto por EEUU como por la URSS, pero cuando ésta última potencia se desplomó, África fue olvidada y, literalmente, arrojada fuera de la historia. Luego se descubrieron bolsas de petróleo en la Costa Atlántica africana, en especial en el Golfo de Guinea y, a partir de estos hallazgos, como era de esperar, se redefinieron los intereses norteamericanos en la zona. La Estrategia de Seguridad Nacional, emitida en septiembre 2002 –ya bajo la administración republicana- convirtió oficialmente a África en "una prioridad para la seguridad nacional" estadounidense.

Como veremos en el capítulo siguiente, frente a las costas del África occidental se encuentran gigantescos yacimientos petrolíferos. El control de tales yacimientos hará disminuir la dependencia norteamericana de los yacimientos controlados por los países de la OPEP y de los yacimientos de Asia Central. Los analistas calculan que en apenas ocho años, los EEUU importarán una cuarta parte de sus necesidades petrolíferas de África Occidental. Pues bien, en esa zona se encuentran, tanto las costas del Sáhara Occidental, como el archipiélago canario.

La reacción del gobierno ZP

Resultaba evidente que los acuerdos Marruecos-EEUU apuntaban directamente contra España. El problema es que el nuevo gobierno socialista carecía de política exterior digna de tal nombre (y sigue careciendo en el momento de escribir estas líneas). El viaje de ZP a Rabat y la firma de acuerdos bilaterales que beneficiaban particularmente a Marruecos, daban la sensación de un clima de entendimiento que, en realidad, era una ficción. Marruecos buscaba la alianza con un “gran hermano” y EEUU tenía intención de penetrar en zonas que hasta ese momento habían pertenecido al ámbito francófono.

No es raro que Paulino Rivero, en nombre del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria, preguntara al gobierno "en qué medida puede afectar a los acuerdos alcanzados por los Gobiernos de España y Marruecos, el pasado 24 de abril en Casablanca, la designación del Reino alauí como aliado privilegiado de EEUU". En su respuesta, visiblemente turbado, Zapatero recordó que "a raíz de ese encuentro con el Rey de Marruecos, las relaciones con el país vecino han mejorado de manera clara", recordó que ha habido ya contactos ministeriales entre los dos Ejecutivos, y se ha "intensificado" la cooperación en los ámbito económico, de seguridad, en la lucha contra la inmigración ilegal y contra el terrorismo. Destacó que las relaciones de Marruecos con Estados Unidos "vienen de hace muchos años", y explicó que ese acuerdo se suma al que Washington tiene con otros países de la región, como Egipto, Israel o Jordania, y con Filipinas, que también tiene ese estatus, en una colaboración que en el plano militar data de 1982. "Todo lo que sea que países como Marruecos avancen en la modernización, en la apertura y en una mayor relación con el mundo occidental, sin duda es bueno para España y para Marruecos", dijo el presidente, quien concluyó que, por todo ello su "valoración de ese acuerdo es una noticia favorable". Rivero, por su parte, terminó expresando –no sin razón- su preocupación por ese acuerdo con Estados Unidos, con el levantamiento de restricciones a la venta de armas, a lo que sumó unas maniobras militares conjuntas en la zona. En realidad ZP había mentido en el mejor de los casos o se había equivocado en el peor: EEUU no tenía acuerdos del mismo nivel a los firmados con Marruecos con los países que sostenía y, por lo demás, en los meses siguientes resultó evidente que la “cooperación marroquí” en materia de inmigración (por no hablar de lucha contra el narcotráfico) era absolutamente nula hasta el punto de que en octubre de 2005, una delegación de la UE hubo de viajar a Rabat tras la “crisis de las vallas”…

En cuanto a la alusión a las maniobras militares, efectivamente, tuvieron lugar entre el 11 y el 15 de julio del 2004, en aguas atlánticas entre el Archipiélago de Madeira y la costa occidental marroquí, participaron la VI Flota norteamericana, y unidades navales españolas y e italianas, entre ellas los portaviones Príncipe de Asturias y Garibaldi. El punto álgido de la operación fue el desembarco de fuerzas terrestres en las inmediaciones de la localidad de marroquí de Tan-Tan, apenas a doscientos cincuenta kilómetros del Archipiélago Canario.

No se trataba de un inocente war game; la maniobra respondía a la eventualidad de un conflicto en el interior de Marruecos –verosímilmente, un vuelco político causado por la acción de extremistas islámicos- o bien, una convulsión en la zona del Magreb que, inevitablemente acarrearía una intervención norteamericana en la fachada atlántica del Norte de África. La presencia española en estas maniobras era paradójica, pero justificada en nuestra presencia dentro de la OTAN y, por tanto, en la defensa del flanco sur de la Alianza Atlántica. Pero había un detalle que era preciso no olvidar: las maniobras habían sido programadas con anterioridad a la derrota de Aznar…

El acuerdo bilateral visto desde Marruecos

Oficialmente, en Marruecos el acuerdo bilateral fue aplaudido por la clase dirigente considerando que tendría importantes repercusiones en el plano institucional, reflejados en una mayor apertura de la economía marroquí sobre el mercado internacional y un apoyo para las reformas económicas en curso. Económica y comercialmente, los medios de comunicación oficiales convenían en que significará “una mayor penetración en el mercado americano, un incentivo para los inversores extranjeros y un refuerzo de la vocación de plataforma del país en el cruce de las grandes rutas comerciales”, tal como publicó un editorial oficial. En el plano político se alardeó que este acuerdo concederá una “neutralidad benevolente” por parte de EEUU, o, dicho con otras palabras, un apoyo a las políticas marroquíes en el Sahara y un contrapeso a la influencia política y comercial de la UE en las relaciones con Marruecos. Los medios de comunicación oficiales pudieron hablar, en rigor, del nacimiento de un “partenariado estratégico” entre los dos países.

Sin embargo, hubo aguafiestas que veían en el acuerdo un perjuicio para Marruecos. El nuevo acuerdo, según temen muchos marroquíes, hará que los medicamentos genéricos que se necesitan en la lucha contra el Sida resulten ahora menos accesibles que en EEUU. Según la Association de Lutte contre el Sida (Asociación de Lucha contra el Sida) de Marruecos, un organismo público para la lucha contra esta enfermedad, el acuerdo podría incrementar de 20 a 30 años la duración efectiva de la protección de patentes en ese país. Por su parte, el Premio Nobel de Economía del 2001, Joseph E. Stiglitz, explicó que “en materia de telecomunicaciones, tanto en Marruecos como en Chile y en otras partes del mundo hemos hecho [los EEUU] unas exigencias (como las relativas a la utilización de instalaciones de transmisión y a la venta en bloque de capacidades de transmisión) a las que con seguridad nos habríamos opuesto si a alguien se le hubiera ocurrido tratar de imponérnoslas a nosotros. Desde el punto de vista del mundo en desarrollo, se ha tratado de unas negociaciones extraordinariamente desequilibradas, con toda la balanza inclinada a favor de los intereses estadounidenses”.

Samir Gharbi, recordó el acuerdo era mucho más estratégico para los EEUU que para el país magrebí. La oposición, e incluso algunos medios del Istiqlal, tenían la certeza de que, más que un acuerdo bilateral, era un primer paso dentro de la estrategia presentada por George W. Bush para el que el Gran Oriente Medio, empezaba en Marruecos (del cual era su fachada atlántica) y dentro del objetivo de construir una zona de libre comercio en Oriente Medio (MEFTA). Según Robert Zoellick, representante de Comercio Exterior de EE UU, este acuerdo es “un ejemplo concreto del compromiso americano para apoyar a las sociedades musulmanas tolerantes y prósperas”… olvidando que suponer que la sociedad marroquí es “tolerante y próspera” resulta mucho suponer.

Con el Sáhara en el fondo

El ministro de Comunicación marroquí y portavoz gubernamental, Mohamed Benabdellah, glosando el tratado bilateral EEUU-Marruecos, afirmó que “esta decisión es un indicador del lugar que ocupa Marruecos, de su papel estratégico y una marca de consideración a las reformas políticas, económicas y sociales emprendidas por el rey Mohamed VI”. Pero, retórica aparte, este estatus permitirá al reino alauíta optar a contratos militares estadounidenses, investigaciones militares y programas de desarrollo controlados por el Pentágono.

El eje Marruecos-EEUU no era nuevo; ZP tenía razón en recordarlo en su respuesta a Paulino Rivero; desde hacía décadas se venían realizándose maniobras militares conjuntas entre ambos países, pero nunca como hasta ahora –y esto era lo realmente nuevo- esta relación había sido privilegiada y aparecía en un momento de dificultades en las relaciones hispano-norteamericanas.

El 2004, los EEUU habían aprobado la concesión de 53,8 millones de dólares para Marruecos (6 millones en concepto de ayuda al desarrollo, 20 destinados al Fondo Económico de Apoyo, 6 para vigilancia aduanera y 20 en concepto de cooperación militar para la financiación de equipamiento y el resto para formación militar). En total, durante el periodo 2002-2004, la ayuda militar norteamericana a Marruecos se había elevado a 50 millones de dólares, pero, tras la aprobación de los nuevos acuerdos con EEUU, la ayuda se había duplicado.

La nueva directriz de política exterior norteamericana de 1995, centraba su atención en África, como hemos dicho, y más en concreto, en la llamada “franja de Sahel”. Desde 2004, los EEUU han aumentado discretamente su presencia militar en esa zona: han enviado contingentes militares a Malí y a Djibuti. El cerebro de esta política es Paul Wolfowitz quien, una vez más, utiliza como excusa para implantar la Iniciativa Pan-Sahel, la lucha contra el terrorismo. En el fondo, la estrategia norteamericana de aproximación a Marruecos tiene mucho que ver con esta iniciativa y no es una simple operación de represalia contra la España de ZP, pero mientras, bajo el gobierno de Aznar, el plan estaba contenido gracias a la “fiabilidad” demostrada por el dirigente popular, el nuevo gobierno español no ha logrado despertar más que recelos, desconfianza y, tras la retirada de Irak, deseos de revancha.

La dimisión de James Baker como negociador especial de NNUU en el Sáhara, tiene mucho que ver con este nuevo capítulo en las relaciones diplomáticas entre EEUU y Marruecos. Es la mejor muestra de apoyo de EEUU a las tesis marroquíes, tal como subrayó el diario “Aujourd´hui le Maroc”. El ministro de Exteriores de este país, Mohamed Benaisa, declaró que la marcha de Baker es “un éxito de la tenacidad de la diplomacia marroquí”, o lo que es lo mismo, la aproximación a una solución para la cuestión saharaui negociada con Argelia y fuera del marco de las NNUU.

ZP y los EEUU

Desde que ZP era candidato in pectore a la jefatura del gobierno, sus relaciones con la administración Bush no fueron nunca un baño de rosas. Todavía, en el Departamento de Estado, se recuerda su imperturbable posición de “sentado” al paso de la bandera de las barras y estrellas, verdadero sacrilegio para una nación que reverencia a su enseña nacional. La cosa no mejoró cuando ZP, en una de sus primeras decisiones al frente del gobierno, retiró al contingente español destacado en Irak, apenas 1500 hombres, pero cuya defección causó impacto, especialmente en el Pentágono. Nada ayudó la grabación de Pepe Bono llamando “gilipollas” a Blair, el fiel y sufrido aliado anglosajón. Peor fue cuando ZP se fotografió junto a Chiraq y Schröder, anunciando un increíble eje “hispano-franco-alemán” que era visto por los estrategas norteamericanos como una nueva ofensa. En ese clima antiamericano producto de la ingenuidad y bisoñez política de ZP, durante la cumbre de la OTAN, España apoyó el veto francés a la propuesta de Donald Rumsfeld de satisfacer las peticiones de Hamid Karzai, primer ministro afgano, quien había solicita la intervención de la recién creada Fuerza de Respuesta Rápida. Poco antes, Zapatero accedido ante Francia a variar nuestra política en relación a la “cuestión saharaui”, tradicionalmente apuntalada en las resoluciones de las Naciones Unidas, a favor del Plan Baker y de la negociación directa entre Marruecos y el Frente Polisario. Con ZP y Moratinos al frente de Exteriores, España propuso la celebración de una conferencia cuatripartita para el Sahara, con Francia, Argelia, Marruecos y España. EEUU no aparecía por ninguna parte. Para colmo, en la Cumbre de Bruselas, el debate sobre el reparto de votos correspondiente a los distintos países europeos en el marco de la Constitución, concluyó con el agradecimiento de ZP a Francia por haber rebajado nuestra presencia institucional y situarnos al frente del pelotón de los pequeños, sin capacidad de vetar las decisiones de los tres grandes, una decisión que todavía no se ha valorado lo lesiva que puede llegar a ser en el futuro. Acto seguido, ZP entendió que el antiamericanismo, más o menos visceral, costaba caro, especialmente cuando el respaldo franco-alemán era tibio, sino inexistente. Y fue entonces cuando empezó a dar marcha atrás. Pero ya era demasiado tarde. La administración norteamericana había adoptado la estrategia del ninguneo, especialmente tras la victoria por goleada de Bush en las presidenciales del 2004.

La recomposición de la política exterior hacia EEUU

La tarea de recomposición de la política exterior española en relación a EEUU fue, a partir de entonces, una obra de titanes, raza a la que ni ZP ni Moratinos, ni mucho menos Bono, pertenecen. Los tres pasaron del antiamericanismo primario, a deshacerse en elogios hacia la administración Bush, en especial a partir de su victoria sobre Kerry (con quien, por otra parte, también hubiera costado restablecer la normalidad a la vista de que su postura ante Irak era idéntica a la de su oponente). Por supuesto, la administración norteamericana permaneció ajena a estas lisonjas y al peloteo, cada vez más engolado, procedente de la España socialista. Hacia principios de 2005, cuando ya se había producido la victoria de Bush (en la que ZP no quiso creer hasta el último momento), el gobierno español comprendió que estaba ante el abismo: el antiamericanismo cuesta caro, no sólo en contratos de mantenimiento de la VI Flota, sino en cuestiones internacionales. Era algo que Aznar ya había calculado: prefería arrostrar la impopularidad de la opción proamericana en la guerra de Irak, al riesgo de que Marruecos, pudiera presionar a España, gozando de una alianza preferencial con el coloso transoceánico, mientras que nuestro país encontraba indiferencia en la UE, sino hostilidad de Francia en la política norteafricana.

El problema para ZP era que la política del peloteo no servía para nada si no iba acompañada de gestos reales: reenviar tropas a Irak, por ejemplo, o apoyar la propuesta norteamericana de que la OTAN interviniera directamente en ese país, o rompiendo todo vínculo con Fidel Castro y Chávez, sin ir más lejos. ZP hubo de limitarse a prometer un aumento de la presencia española en Afganistán, gesto a todas luces limitado e insuficiente que, por supuesto, no logró seducir ni a Rumsfeld, ni a Condoleezza Rice, ni mucho menos a Bush.

En el momento de escribir estas líneas, la política del peloteo y la melosidad es el límite que puede seguir el PSOE en su política hacia EEUU. Cualquier otra actitud tendría un coste electoral tan rematadamente alto que hundiría a ZP en el abismo de las encuestas como nunca se hubiera visto desde los tiempos de UCD en 1983. Esto sin hablar, naturalmente, de la oposición que encontraría en sus socios –no olvidemos la precaria situación de ZP en el parlamento- que, sin asumir posiciones de gobierno, pueden permitirse el lujo de practicar el consabido antiamericanismo primario habitual en la izquierda y garante de cierta cuota electoral: desde Carod-Rovira hasta Llamazares, desde Joan Saura hasta Maragall y sus excentricidades. Y, sin hablar, por supuesto, de las relaciones con Francia y la Alemania de Angela Merkel, a la que ZP, llamó imprudentemente “fracasada” en la noche de las elecciones generales germanas, infantilaza que el PP se encarga regularmente de recordar a la opinión pública. Cualquier corrimiento de posición de ZP hacia EEUU, podría acarrear consecuencias graves en Europa. Da la sensación de que ni ZP, ni siquiera Moratinos, ni, por supuesto Bono, se daban cuenta de la situación y de lo que estaba (y está) en juego. La política internacional no es solamente el reino de las palabras, sino el imperio de los hechos. Y, en este sentido, el gobierno español, tiene un pobre balance que ofrecer al Departamento de Estado Norteamericano. Desde luego, mucho menos que el vecino reino alauíta.

ZP, al intentar liquidar al aznarismo en todos los terrenos, al enmendar la plana completamente a la política exterior del PP, ha chocado innecesariamente con EEUU y, lo que es peor, sin pedir contrapartidas al eje franco-alemán, ha mostrado debilidad en Europa creyendo que las simples alineaciones y los apretones de manos bastan para modificar las correlaciones de fuerzas. Tras el efusivo saludo a Chirac y a Schröder, siguió la disminución del peso de España en la Unión Europea; es decir, la realidad.

Tal es el balance de la gestión de ZP en relación a EEUU. Mientras esto ocurre, Marruecos ha seguido reforzando inexorablemente su alianza con norteamérica.

El chantaje marroquí en acción

El 4 de octubre del 2005, mientras se desarrollaba el dramático asunto de los subsaharianos asaltando las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla, la diplomacia marroquí dejó grabados en mármol, dos mensajes en relación al futuro de las relaciones con España. En nuestro país, la prensa, preocupada por el impactante drama de los subsaharianos, apenas dio cuenta de tales mensajes. Uno de ellos afectaba directa y exclusivamente a España: era la petición de iniciar conversaciones sobre el futuro de Ceuta y Melilla; el otro era el habitual llamamiento marroquí a la Unión Europea: una nueva petición de ayuda para superar las situaciones de subdesarrollo que generan las corrientes migratorias. Ambas propuestas iban unidas y, en el fondo, se trataba de un verdadero chantaje: a cambio del dinero ingresado en las arcas marroquíes, la monarquía alauí se comprometería a no resucitar el tema de Ceuta y Melilla durante un tiempo a establecer y a regular la presión de las pateras y los subsaharianos asaltando las vallas fronterizas. Si el dinero pedido no aparece en los próximos meses (escribimos esto el 15 de octubre de 2005), el chantaje se hará efectivo: Marruecos internacionalizará la reivindicación sobre Ceuta y Melilla y hará la vista gorda al tránsito de ilegales subsaharianos, e incluso, estimulando la inmigración a España entre su propia población.

¿Cuáles son los problemas que plantean las propuestas marroquíes? Fundamentalmente dos: la primera es que cualquier ayuda enviada, tanto a Marruecos como al África Subsahariana, se pierde por el camino y va a parar a los bolsillos de los oligarcas locales. Para que una ayuda de este tipo fuera eficaz, haría falta que se distribuyera con un control directo europeo; un control, que necesariamente pondría en duda la soberanía, independencia y, por supuesto, la honestidad de los gobiernos africanos, empezando por Marruecos. La segunda dificultad que plantea la petición de ayuda es que, históricamente, siempre, en los países árabes, los apoyos recibidos de Occidente, han sido utilizados como excusa para estimular el fundamentalismo islámico. Estas ayudas, habitualmente tienen como efecto apuntalar a regímenes altamente impopulares, verdaderas dictaduras de sátrapas locales, que generan más y más represión y, por tanto, más y más oposición. Desde el momento en que el marxismo y los partidos comunistas fueron a parar al basurero de la historia, los únicos movimientos capaces de movilizar energías de protesta contra las dictaduras locales, han sido los fundamentalistas islámicos.

Hay que recordar que Felipe González ya concedió cuantiosas ayudas a Marruecos y que la propuesta de un “Plan Marshall” para África del Norte fue una de las conclusiones de la Conferencia Mediterránea de Barcelona y de la peripatética Alianza de Civilizaciones propuesta por ZP. En definitiva: apaciguar mediante el engrose de los bolsillos de los sátrapas locales. Una mala política a medio plazo.

Pepe Bono: “antes morir que fallecer”

Había una noticia peor para España: tener un ministro de Defensa, pacifista. El acabose…

A mediados de mayo de 2005, el Ministro de la Defensa, Pepe Bono realizó una gira por EEUU intentando explicar la inexplicable política exterior española e intentando zurcir los desaguisados del primer año de gobierno socialista. En el curso de una rueda de prensa pronunció una frase que causó conmoción al otro lado del océano: “prefiero morir a matar”, frase que, era mucho más paradójica pronunciada por un presunto ministro de la Defensa e incluso, podía ser considerada como un insulto, habida cuenta de que buena parte de sus interlocutores norteamericanos eran militares. El militar, por definición, ha jurado bandera y está dispuesto a morir y a matar en defensa de su patria. La actitud de Bono era encomiable, especialmente desde el punto de vista del cristianismo primitivo, pero no era aceptable desde su puesto de ministro de la Defensa. Y, además, era una exageración notoria: sólo un tonto, en el siglo XXI, podía preferir morir a manos de cualquier desaprensivo que matar en defensa propia y sólo un tonto muy tonto podía renunciar a arriesgar la vida propia y la ajena ante una amenaza contra él, su familia o su comunidad. La frase de Bono era peor que un error, era, en el mejor de los casos, una mentira, y el peor, un insulto a los interlocutores. A pesar de que su padre fuera falangista.

Y, por supuesto, en aquel viaje en el que se trataba de sondear a los americanos sobre la compra de distinto armamento y conseguir que, mediante la vía mercantil, no se atenuaron las fricciones entre el gobierno ZP y la administración Bush; tampoco se habló del tema esencial: Marruecos. Bono había firmado la cesión de una partida de carros de combate norteamericanos M-60, una de cuyas cláusulas prohibía que se desplegaran en Ceuta y Melilla.

Los militares norteamericanos y los funcionarios del Pentágono que se entrevistaron con Bono debieron pensar qué tipo de ministro de defensa era aquel que en caso de un ataque por sorpresa, fiel a su precepto de antes morir que matar, ordenaría una retirada inmediata. No sabían que, por aquellos mismos momentos, el gobierno ZP ya era conocido por muchos como el de la “retirada preventiva” en cualquier terreno: frente a Maragall y su Estatuto, frente a ETA, frente a Marruecos, frente a los problemas con la UE y así sucesivamente.

Hay momentos y situaciones en los que es preciso arriesgar la vida y otros en los que se trata, simplemente, de asegurar la salvaguardia y la integridad territorial de una nación. Lo primero corresponde a los militares, lo segundo al responsable de la defensa: ¿qué ministro era ese que, si era coherente con sus palabras, debería ceder a cualquier amenaza contra nuestro espacio nacional? Un pobre diablo extraviado en una cartera para la que no daba el perfil. Lo peor de toda esta historia, es que, en Marruecos, saben perfectamente que al frente de la defensa española está alguien sin el talante –también existe un talante negativo- suficiente para asumir los costes –siempre duros- que implicaría un conflicto por Ceuta, Melilla o Canarias.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es

Constantes geopolíticas en Oriente Medio (II de III)

Constantes geopolíticas en Oriente Medio (II de III) Redacción.- Ofrecemos a continuación la segunda entrega de esta pequeña serie de artículos sobre el conflicto de Oriente Medio y sus repercusiones geopolíticas. En esta segunda parte entramos de lleno en la materia, después de la introducción que ha supuesto señalar, en la primera, los principales centros de tensión geopolítica mundial. Vale la pena repasar, pues, los principales episodios históricos de la zona, para desembocar en la crisis del imperio turco y llegar al papel estratégico del petróleo.

La encrucijada geopolítica de Oriente Medio

En la zona definida como Oriente Medio se cruzan distintos espacios geográficos diferenciados: de un lado, es una prolongación de África, de otro un anexo del Sáhara y, finalmente, una antesala de la Península Arábiga. En esta zona, hay rastros de civilización desde el siglo XVIII antes de JC. Vale la pena analizar las enseñanzas históricas aportadas por los pueblos que se han sucedido en la zona.

En esa época, se produjo la migración indo-europea hacia el Caúcaso que constituyó el imperio hitita durante los seis siglos siguientes. Los hititas dominaron el Próximo Oriente y terminaron por enfrentarse con el expansionismo egipcio. Este enfrentamiento culminó con el primer tratado internacional de paz suscrito por dos Estados. En efecto, el rey hitita Astill III y el faraón egipcio Ramsés II, firmaron en tablillas de barro cocido y planchas de cobre, el acuerdo de paz en ambos idiomas.

La zona recibió, posteriormente, la influencia de los intercambios comerciales con las diversas ciudades griegas y, mucho más la influencia romana que ocupó la zona hasta el siglo IV. Luego se disputaron la zona el islamismo y el cristianismo de la mano de civilizaciones árabes no musulmanas. Carlomagno y el Califa de Bagdad consolidaron las rutas hacia el Lejano Oriente que luego aprovecharía Marco Polo con su comitiva en 1271, en dirección a Cathay. Cuando eso ocurría, y desde el siglo XI al XIV, se sucedió la aventura europea de las Cruzadas. En 1097, Gregorio VII planeó una primera expedición a Oriente, pero no fue hasta 1096 cuando Urbano II convocó la primera cruzada. Más impacto tuvo la segunda cruzada proclamada por Eugenio III que libera los Santos Lugares. Durante los doscientos años siguientes, prosiguieron estos movimientos guerrero-religiosos, con distintas fortuna, hasta que a finales del siglo XIII, Jerusalén y Acre cayeron en manos de los islamistas y se desplomó el Reino Latino.

Estos movimientos fueron considerados de naturaleza militar y religiosa, pero eran también, indirectamente, pugnas por el control de zonas geográficas de tránsito. El comercio europeo no podía moverse hacia Cathay si aquella zona no estaba asegurada y controlada por un reino amigo.

Leopoldo Genicot había escrito comentando la situación de la Europa del siglo XIII: "fracaso o éxitos, estas empresas conllevaron consecuencias, la peor de las cuales fue la ruptura entre Occidente y el resto de Europa. Al nordeste, Rusia se apartó de Alemania y de Escandinavia que la habían atacado sin conquistarla, para orientarse -al lado de los mongoles que la había sometido en su mayor parte- hacia Asia y sus inmensidades. Permaneció cerrada al cristianismo romano, redujo probablemente sus transacciones con el Oeste. Polonia, que había escapado a los tártaros y se había enraizado en el catolicismo, se marcó decididamente al final del siglo XIII la frontera que una humanista (el florentino Buonaccorsi) llamaría "terra latina". Al sudeste, los mercaderes italianos se instalaron para el resto de la Edad Media en las islas del Egeo y a lo largo del Bósforo, del mar Negro y del mar de Azov. Pero en religión y en política, la distancia que separaba Constantinopla de Roma y Bizancio de Occidente, se amplió considerablemente".

A principios del siglo XIV, estaba claro que Tierra Santa se había perdido irremisiblemente para Occidente. El Islam había sufrido un increíble impulso adicionando a las tribus mongolas de Persia, y estaba claro para Europa que el camino hacia Oriente estaba cerrado. Fue poco tiempo después, cuando se inician las exploraciones y las conquistas europeas en Africa y América.

La situación no varía mucho hasta que el Imperio Turco da muestras de debilidad y empieza a tambalearse. Es a partir de ese momento, mediados del siglo XIX, cuando Turquía empieza a ser conocido como “el enfermo de Europa”. En el momento en que se produce esta situación, un simple conflicto entre monjes católicos y ortodoxos por el control de los Santos Lugares de Jerusalén, sirve como pretexto para desencadenar la Guerra de Crimea (1854/56). Los actores en conflicto son, de un lado Francia, Inglaterra y el Piamonte, y de otro la Rusia zarista. Para Francia es una cuestión de supervivencia. Desde la derrota en las guerras napoleónicas, éste país había intentado inútilmente recuperar el papel de primera potencia internacional. Napoleón III, logró ser el gran árbitro del Congreso de Paz de París suscrito en 1856. En ese momento, comenzó la apertura de los mercados turcos con la entrada del capital francés e ingles. Se obligó a Turquía a aceptar bajas tasas a la importación.

Las potencias imperiales europeas -Alemania, Francia, Rusia, Inglaterra- procuraron aprovechar la crisis del Imperio Otomano. Inglaterra se preocupó por asegurar sus intereses en Egipto y el control del canal de Suez, que le permitía llegar a la India, máxima aspiración de la corona inglesa. Alemania también se interesaba por la zona desde que construyó su unidad con Bismarck. Desde Bismarck, los estrategas geopolíticos alemanes habían propuesto la creación del ferrocarril Hamburgo-Berlín-Sofía-Constantinopla-Bagdad, concebido como un eje con capacidad para cortar en dos al Imperio Británico. Con leves modificaciones, el ferrocarril fue inaugurado a principios del siglo XX, por el Kaiser Guillermo II durante un triunfal viaje a Constantinopla. Gracias a esa política se convenció a Turquía de que orientara su política de expansión no hacia Europa, sino hacia los países árabes.

Pero, a partir del último tercio del siglo XIX, había entrado un nuevo elemento en juego. La industrialización había creado la necesidad del suministro petrolífero. Una nueva época se avecinaba.

El petróleo, fondo de la cuestión

EEUU estuvo aislado de la política internacional y sin ánimos de entrar en los juegos que excedían la Doctrina Monroe (“América para los americanos… del Norte”), hasta el gobierno del presidente Wilson. Eran los años en los que EEUU precisaba intervenir en la Guerra Europea para mejorar su zona de inversiones. Wilson, al redactar sus 14 puntos, base para la creación de la Sociedad de Naciones, evidenció su interés en intervenir en los asuntos internacionales. Sin embargo, era todavía prematuro y el congreso norteamericano rechazó la integración en éste primer organismo internacional. Debió llegar al sospechoso ataque a Pearl Harbour para que los EEUU se implicaran en la II Guerra Mundial y, a partir de aquí, influyeran decisivamente, no solamente en cuestiones de Europa (Plan Marshall) y América, sino en todo el mundo. A partir de ese momento, especialmente a partir de la Guerra de los Seis Días (1967), los EEUU consideraron a Israel como su aliado natural en Oriente Medio.

La URSS, por su parte, había fraguado una red de alianzas entre los países árabes que databa de los años 50, cuando apareció el socialismo panarabista de Gamal Abdel Nasser, y los partidos baasistas (sirio e iraquí) alcanzaron el poder. Pero, tras el desenlace de la Guerra del Yonkipur (1973), esta red de alianzas perdió a su eslabón más fuerte (Egipto) y los EEUU contaron con un segundo aliado en la zona. A la guerra árabe-israelí de 1973 siguió la primera crisis petrolífera y el primer embargo petrolero. Cuando ocurrió éste conflicto, hacía un año que el ejército y la flota inglesa, se habían replegado al Oeste de Suez, dejando a los norteamericanos encargados de custodiar la zona de Oriente Medio.

Pero es a partir de 1979 cuando se producen cuatro episodios en la zona de Oriente Medio que marcan el futuro hasta nuestros días:

1) Los tanques soviéticos cruzan la frontera afgana y establecen un gobierno prosoviético, revalidando la línea zarista de marcha hacia los mares cálidos del Sur.

2) Poco antes se produce la caída del Sha y la instauración de la primera República Islámica. Al cabo de pocos meses estalla la guerra irano-iraquí que se prolongará durante 7 años.

3) Finalmente, se produce la revuelta islámica de La Meca y dos años después, el asesinato de Anuar el Saddat en El Cairo, también por militantes islámicos.

4) La guerra civil del líbano que incendiaba a aquel país desde 1976, cobró nuevos bríos en noviembre de 1980 cuando se recrudeció la lucha entre fracciones cristianas y palestinas, primero, y más tarde, cuando el ejército sirio invadió el valle de Bekaa.

En aquel momento, Jimmy Carter, gobernaba en EEUU. Antes de que el inoportuno secuestro de ciudadanos y diplomáticos norteamericanos en Teherán por parte de “estudiantes islámicos”, lo eliminara de la carrera presidencial, Carter tuvo tiempo de enunciar la doctrina que lleva su nombre y que puede ser enunciada así: "Cualquier tentativa de un poder hostil encaminado a lograr el control sobre el Golfo Pérsico será considerado un ataque sobre los intereses vitales de los Estados Unidos y será repelido por todos los medios necesarios, incluido la acción militar". A pesar del “talante” liberal de Carter, su doctrina no se limitó a ser un principio teórico, sino que tuvo una traducción militar inmediata, constituyéndose la Fuerza de Despliegue Rápido (actual Comando Central) que concentra las operaciones militares en Oriente Medio. Países como Marruecos están incorporados en este Comando Central (no en vano Marruecos es la “fachada atlántica” del mundo islámico) cuyo radio de acción abarca bases aéreas en Bahrein, la Península Arábiga, hasta la base de Diego García, arrendada a Inglaterra.

La victoria de Reagan sobre Carter en 1983, trajo un cambio de “talante” y, así mismo, un complemento a la doctrina precedente que la reforzaba reconociendo implícitamente que el eslabón político más débil de los países de Oriente Medio era Arabia Saudí. Reagan declaró textualmente que: "Estados Unidos no permitirá que el régimen saudí fuera derrocado por disidentes internos como ocurrió en Irán". A pesar de que Arabia Saudí no era el principal proveedor de petróleo de EEUU (Venezuela le superaba), el suministro de crudo procedente de Oriente Medio, aseguraba la tranquilidad energética de EEUU.

Para EEUU había que mantener la estabilidad política de la zona: no habría más “revoluciones islámicas”, ni más intervenciones de unos países árabes en el seno de otros. Por eso, cuando ocurrió la invasión de Kuwait el 2 de agosto de 1990, el dispositivo norteamericano aprovechó para ponerse en marcha, no tanto en defensa de Kuwait, como por el riesgo que, a partir de ese momento, corría la estabilidad de Arabia Saudí. Sólo dos días después de la invasión iraquí, Dick Cheney (hoy vicepresidente y en la época secretario de defensa) convenció a la monarquía saudí para que autorizara la llegada de tropas norteamericanas y el establecimiento de bases avanzadas que, junto a la VI Flota, garantizarían la seguridad de la península arábiga.

Desde antes de los tiempos de Carter, EEUU consideraba al Estado de Israel como el “gendarme de la zona”. Esta política se basaba en el reconocimiento de que la opinión pública norteamericana difícilmente aceptaba la intervención en países remotos (evidenciada con las protestas airadas contra la Guerra del Vietnam), así pues era necesario delegar la “seguridad mundial”, en potencias locales: Brasil, el Irán del Sha, Corea del Sur, República Sudafricana, y, por supuesto, Israel en Oriente Medio.

A partir de los incidentes de 1979, era evidente que toda la geopolítica de la zona tenía un solo hecho central: el control del petróleo (si exceptuamos que el fondo del conflicto palestino-israelí: el control de los acuíferos de Gaza y de las aguas del Jordán necesarios para la supervivencia del pueblo palestino y también para el riego del desierto del Negev). A partir de 1979, todos los sucesos de la zona son inseparables del petróleo.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

El peligro marroquí: demografía incontenible

El peligro marroquí: demografía incontenible Redacción.- La visita del Rey Juan Carlos I a Marruecos ha sido un gesto de pleitesía de la Casa Real hacia… la cadena PRISA, uno de los holdings con mayores intereses en Marruecos. Siguiendo el dictado de Polanco, el Rey ha leído unas frases para mayor gloria del “diálogo de civilizaciones”, olvidado ya por todos. Pero todas esas buenas palabras no impiden que Marruecos siga siendo el enemigo del Sur, con voluntad o sin ella. Los rasgos que se dan en la sociedad marroquí, son incompatibles con la estabilidad de sus vecinos.

Ofrecemos a continuación un fragmento del Capítulo I del libro de Leon Klein, “Marruecos, el enemigo del Sur” del cual quedan todavía algunos ejemplares en almacén. Recordamos que dicho libro sigue teniendo actualidad y que puede ser solicitado a adb@pyrelibros.com o bien en la Tienda PYRE, al precio de 15,00 €; así puedes contribuir al mantenimiento de esta Web

LA EXPLOSIVA DEMOGRAFÍA DEL MUNDO ARABE

En la orilla norte del Mediterráneo se da un modelo demográfico caracterizado por:

- equilibrio demográfico
- tasas de natalidad bajas
- tasas de mortalidad bajas
- aumento de la edad media de las poblaciones.

Por el contrario, en la orilla sur del Mediterráneo los fenómenos que se producen a solo 50 kilómetros de las costas de Gibraltar o a 150 de Pantelaria y Lampedusa, son inversos:

- crecimiento demográfico desenfrenado
- tasas de natalidad muy altas
- tasas de mortalidad medias
- disminución de la edad media e las poblaciones.

Si hay una palabra que defina esta contradicción es “desequilibrio”. En efecto, entre las dos orillas existe un desequilibrio creciente e imparable. Continuemos este análisis con más detalles.

Existen tres trozas en el Mediterráneo:

- Zona A formada por España, Francia, Italia, Yugoslavia y Grecia.
- Zona B formada por Albania, Chipre, Israel, Líbano y Malta.
- Zona C formada por Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto y Turquía.

La tasa de crecimiento demográfico de la Zona A es de un 0’9%, la tasa de crecimiento demográfico de la Zona B es de un 2’3% y la de la Zona C de un 2’5%. Esto implica que en el 2025, la Zona A albergará solo al 3&% de la población total del Mediterráneo. Algo sorprendente, por que en 1950 suponía el 66% y en 1985 el 52%. Por el contrario, los países islámicos hacia el 2025 tendrán el 60% de la población de la cuenca: el doble de lo que tenían en 1995 y cinco veces más que en 1950.

De estos países, los que constituían la Unión del Magreb Arabe suponían un 30% de la población total del mundo árabe en 1995. Estos países crecen con una tasa anual del 3%. Hoy, la población total de los países islámicos asciende a 300 millones. En el 2010, rebasarán en población a la Unión Europea y se configurarán como el tercer bloque demográfico tras China e India.
Sin embargo no se trata de un bloque que pueda compararse a ningún otro de los existentes. Llama la atención que la población total en edad de trabajar sea solamente de un 53% de la población total. Esto se debe a que la mujer no está incorporada al mercado laboral (menos de un 10% de mujeres trabajan en el mundo árabe, frente al 45% de Dinamarca y cifras ligeramente menos en otros países europeos. Pero además el mundo árabe tiene la tasa mundial más baja e “fuerza activa de trabajo”: un 53% de la fuerza de trabajo, es decir que de cada 100 personas en edad y disposición de trabajar, solamente lo están haciendo 53.

Hay otras particularidades que resultan sorprendentes n la demografía musulmana. La estructura sexual de los países occidentales representa un equilibrio entre hombres y mujeres, es decir, por 100 hombres existen 100 mujeres. Por increíble parezca la naturaleza, por caminos que se desconocen, ha logrado preservar este equilibrio... equilibrio que no aparece en el mundo árabe, donde por cada 100 mujeres hay 103 hombres. Los sociólogos y los analistas todavía no han explicado convenientemente este dato que sin duda está íntimamente ligado con el papel secundario, subordinado al varón e “inferior” que, en la práctica, atribuyen las sociedades islámicas a sus mujeres.

Este datos con lo que de sorprendente tiene no es quizás tan dramático como la estructura por edad de las poblaciones árabes y, en particular, de las magrebíes. La pirámide de edad es, sin duda, el indicador demográfico más importarte por que nos habla de cómo van a ser esas sociedades en el futuro; de ese datos pueden inferirse todos los demás, especialmente a cuánto va a ascender la “fuerza de trabajo”. No existe tarea de gobierno posible capaz de prever el futuro si no existe un riguroso análisis de la pirámide de población.

Pues bien, el factor más llamativo en la demografía árabe es que el 50% de sus poblaciones están formadas por jóvenes menores de 15 años. En el Africa subsahariana este porcentaje desciende al 45% (si bien con una mortandad mayor), mientras que en Europa está en torno al 21%. Algunos datos son extremadamente significativos: el promedio de nacimientos por mujer se eleva en Jordania e 7’7, mientras que en Europa no llega a 2 nacimientos por mujer y en algunas zonas (Italia y España) está por debajo.

Sin embargo, en lo relativo a las tasas de mortandad, las cifras e los Países Arabes coinciden con la media mundial: la tasa es del 12’6 por mil, mientras que las cifras promedio mundiales son de un 11’4 por mil. Esto se debe, sin duda, a las deficiencias en los sistemas de salud. Allí donde existen, la mortandad se reduce a tasas similares a los países occidentales (Kuwait con un 4 por 1000, por ejemplo). La edad media está situada en torno a los 56’3 años, cuando en Europa alcanza los 73’5 años.

En el Magreb los menores de 15 años representan el 50% de la población y aunque los demógrafos calculan que hacia el 2015 aumentará el peso del resto de edades, la edad media de la zona seguirá siendo extraordinariamente joven. La edad media de Argelia era en 1985 de 16 años, mientras que la de Europa Mediterránea alcanzada los 34 años.

DEMOGRAFÍA DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL

Pero centrémonos en el Mediterráneo Occidental y en sus características demográficas. Los datos son igualmente sorprendentes y preocupantes y la muestra más evidente de que en el Sur si puede definirse la perspectiva de futuro con una palabra, esa palabra es “crisis”.

Entre 1953 y 1980 los tres países más significativos del Magreb, Argelia, Marruecos y Túnez, simplemente duplicaron su población que pasó a ser de 22’6 a 45’2 millones de habitantes. En el 2002 llegaban a casi 80 millones y en el 2025 habrán alcanzado los 100. Estas cifras indican que:

- en 1950, los países del Magreb suponían 1/6 parte de la población de la Europa Latina.
- En 1980, este porcentaje había descendido a “casi” 1/3
- En 1990, el porcentaje pasó a “más” de 1/3
- En el 2025, pasará a ser de 2/3: es decir, 110 millones de habitantes, frente a los 170 que se prevén en la Europa Mediterránea.

Esto quiere decir que mientras la demografía del norte del Mediterráneo se mantiene en sus cotas de hace 15 años, e incluso en algunos países (Italia) tiende a descender, en el Sur se va duplicando con facilidad cada 30 años. Mientras las tasas de reproducción en la orilla norte son inferiores al 2%, en la orilla sur alcanzan el 4’5%.

Lo peor es que en el Sur el desarrollo económico, el tejido industrial y la capacidad inversora no alcanzan para proporcionar empleo a la mayor parte de la población joven. La fuerza de trabajo se duplica igualmente cada 20 años en el Magreb, pero no así el número de puesto de trabajo. Por lo demás, estos países tienen tasas de desempleo enormes, la estructura económica se ve incapacitada para, de un lado, disminuir estas cifras, y de otro facilitar trabajo a los jóvenes que aparecen ante el mercado de trabajo a riadas incontenibles y constantes. La emigración a partir del 2002 se ha convertido en una opción que resultará inviable para la mayoría. Antes bien, el problema puede agravarse con la llegada de repatriados segregados por el mercado laboral europeo.

La discusión en torno a la inmigración en Europa se centra en el hecho de que lo que hace falta en el norte (población) tiene en el sur un amplio superavit. La solución parece simple: se desplazan poblaciones del Sur hacia el Norte y así se logra un equilibrio. Pero las cosas no son tan sencillas. En otro lugar de esta obra aludimos a los problemas generados por la inmigración en los distintos países europeos, que en buena medida, son los problemas generados por la inmigración... magrebí. Tal como Guillaume Faye ha dicho con una sobriedad digna de encomio: “si bien la mayoría de magrebíes que llegan Europa llegan a trabajar, también es cierto que la mayoría de delincuentes son magrebíes”. Esto ha generado una percepción diferente de las poblaciones europeas hacia el fenómeno de la inmigración y una hostilidad creciente a la presencia de inmigrantes en el suelo de la Unión Europea.

A partir de ahora el Magreb ya no podrá contar con la válvula de escape de la inmigración para aliviar sus problemas internos. El endurecimiento creciente de la política de la Unión Europea en este terreno demostrará que las fronteras si pueden blindarse, que basta con que exista voluntad política para que la invasión de jóvenes norteafricanos sin oficio ni beneficio, ni cualificación profesional, puede ser cortada en seco. Para Europa, este objetivo es cada vez más perentorio.

Ahora bien, ¿qué es lo que quedará en el sur? Inestabilidad. Cuando millones de jóvenes menores de 15 años no ven una salida a su situación personal más que en la inmigración legal o ilegal y Europa cierra las puertas... esto implica que en los países de África del Norte va a existir una formidable inestabilidad en las próximas décadas.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

El eje de la Defensa y sus exigencias en el siglo XXI

El eje de la Defensa y sus exigencias en el siglo XXI Redacción.- Esta última entrega del trabajo sobre geopolítica de España en el siglo XXI, está destinado a la redefinición de lo que creemos son conceptos básicos para la Defensa Nacional. Para ello es preciso abordar la cuestión de en dónde exactamente se encuentra el eje de la misma. A partir de ahí, introduciendo una valoración de tipo político, estaremos en condiciones de definir el marco en el que, a nuestro criterio, debe reconstruirse una nueva política de defensa y seguridad.

En los últimos treinta años no ha existido unanimidad en cuanto a los ejes estratégicos de la defensa nacional. Faltaría saber si hoy es viable cualquier tipo de defensa nacional a la vista de lo miserable de los presupuestos dedicados a este fin. Pero, dejando aparte este espinoso problema que, desde luego, ZP y el recluta Bono no tienen la más mínima intención de resolver, la cuestión central sigue siendo sobre qué eje estratégico se estructura la defensa nacional. Vamos a intentar realizar una aportación en este sentido.

EL EJE CANARIAS – GIBRALTAR – BALEARES

Toda la polémica estratégica en los últimos cuarenta años en España ha girado sobre el consabido tema de la prioridad dada al mar o al territorio, esto es a la prioridad que debía darse a la defensa naval o a la defensa territorial. Está claro que, dada la división tradicional en distintas armas, la Marina ha defendido sus tesis y el Ejército de Tierra los suyos. Según haya sido mayor o menor el prestigio y la hegemonía de una u otra arma, ha triunfado una u otra tesis; por supuesto, las orientaciones del poder político han pesado también extraordinariamente, tal como veremos en el curso de este estudio.

Tras la firma de los acuerdos de cooperación con los EEUU en 1956 y tras el establecimiento de la base de Rota, entonces bajo control total norteamericano, triunfó la tesis de que el Estrecho de Gibraltar era el “pivote fundamental” sobre el que descansa toda la defensa nacional. No es por casualidad que esta tesis se enseñó como doctrina oficial, tras la desarticulación de los últimos maquís (Quico Sabater y Ramón Vila Capdevila (a) “Caraquemada”, muertos en Catalunya en 1963 y sus bandas dispersadas y en fuga) quedó claro que la única amenaza sobre la defensa nacional que podía pesar venía del Sur. Por otra parte, la firma de los acuerdos con los EEUU, aún cuando no nos incluían en el dispositivo de la OTAN, si, desde luego, nos incorporaban a la “defensa occidental” y, por la particular situación geográfica de la Península, era evidente que a España le correspondía la defensa de los accesos al Mediterráneo y –tal como se evidenciará a partir de la primera crisis del petróleo, de la guerra del Yonkipur (1973) y de la ofensiva soviética sobre la “ruta del petróleo” (1973-1983)- el control sobre el último tramo de la “ruta del petróleo” que, desde el Golfo Pérsico, bordeando África, llegaba hasta Europa.

Para asegurar estos objetivos, los teóricos de la defensa nacional establecieron un “eje estratégico” comprendido entre Baleares y Canarias, teniendo al Estrecho de Gibraltar como pivote. Y en todos los planes de la defensa en esa época quedó reflejado este planteamiento estratégico.

A partir de 1976 y hasta el final de la transición (que puede considerarse concluida en el período comprendido entre el 23-F de 1981 y la victoria socialista en octubre de 1982) prácticamente todo el país quedó paralizado por los traumatismos de la época y, por otra parte, las FFAA se vieron afectadas por tres presiones de distinta matriz:

- la ominosa retirada del Sáhara y la conciencia clara de haber abandonado a su suerte a un pueblo hasta entonces amigo.

- el choque entre el juramento de fidelidad militar y los sucesos que alteraron profundamente el panorama político español.

- las tensiones interiores que desembocaron en distintos procesos golpistas y en un descontento, desorganizado en su mayor parte, pero mayoritario, que se daba en el seno de las FFAA, especialmente en el Ejército de tierra.

En este contexto, era imposible replantear los planes de la Defensa e incluso acometer la necesaria renovación del equipamiento. A pesar de la importancia de determinadas decisiones políticas que se adoptaron en aquel momento (creación del Ministerio de la Defensa en 1977, como fusión de los ministerios correspondientes a los tres ejércitos (tierra, mar y aire) y constitución posterior de la Junta de Jefes de Estado Mayor), los planes estratégicos no variaron.
A medida que avanzó la transición, se hizo evidente que España entraría antes o después en la entonces llamada Comunidad Económica Europea y que el paso previo en la época, era la incorporación a la OTAN. A medida que la transición fue desembocando en la estabilización del sistema democrático, los teóricos de la defensa confirmaron las tesis estratégicas imperantes desde los años 60. El almirante González-Llanos en 1980 explicó que “El centro de gravedad de nuestra estrategia es la zona del Estrecho con sus accesos, prolongados hasta las Islas Baleares y las Canarias”. Y este planteamiento ya se hacía pensando en la próxima incorporación a la OTAN.

EL POR QUE DE ESTE EJE ESTRATEGICO

Por nuestra parte, consideramos que ese eje estratégico era válido en 1963, en 1980 y, mucho más, en 2004. En primer por que era evidente que, liquidado el maquís en 1963 e, incluso, liquidada ETA a partir de finales de los años 90 (con todo el potencial residual que se ha prolongado hasta nuestros días, siempre en progresivo agotamiento), de la frontera francesa no podía venir ninguna amenaza. Así mismo, a medida que se evidenció el desplome interior de la URSS a mediados de los años 80 (a causa del empantanamiento en Afganistán, de la rebelión polaca que desmanteló la red de alianzas defensivas de la URSS, de la “guerra de las galaxias” de Reagan que puso el listón armamentístico a un nivel que la URSS no podía alcanzar y del crecimiento de las etnias no-rusas dentro de la URSS), resultó evidente que la amenaza tampoco podía proceder ni de la fachada Atlántica ni de la específicamente cantábrica.

El único problema posible podía proceder –y las acciones terroristas marroquíes contra la guarnición de Ifni, los sucesos del Sáhara, a partir de los ataques del FPolisario y, posteriormente, de la “Marcha Verde”, así lo demostraban- del Sur y en el Sur se encontraban el mar de Alborán y la zona del Estrecho con su prolongación atlántica. Aunque no se decía para evitar roces diplomáticos, lo cierto es que, a partir de la independencia marroquí de 1956, quedó claro que el nuevo Estado asumía la tesis defendida hasta entonces por el Istiqlal según la cual el territorio “histórico” al que aspiraba Marruecos era el comprendido por el territorio del Principado de Tánger, el Marruecos francés que habían dado lugar en su independencia al Reino de Marruecos, más la franja de Ifni, el Sáhara Occidental español, Ceuta, Melilla, las Islas Adyacentes, las Islas Canarias, la zona argelina de Tinduf y Bechar, Mauritania y Malí hasta el río Senegal. A esta ficción geopolítica, el Istiqlal le llamaba el “Gran Marruecos”. A medida que éste país avanzó en su independencia, el Istiqlal consiguió que su proyecto imperialista en la zona, fuera asumido por la mayor parte de fuerzas políticas y sociales del país… especialmente por la Casa Real.

Era evidente que la doctrina del “Gran Marruecos” convertía, automáticamente, a éste país en adversario de España: en apenas una década, Marruecos logró el dominio sobre la franja de Ifni y consiguió apoderarse en la práctica del Sáhara Occidental mediante un golpe de efecto de repercusiones internacionales –la “Marcha Verde”- convirtiéndose, oficialmente, en “administrador” del territorio y, en la práctica, incorporándolo al “Gran Marruecos”. Esta dinámica hacía que sólo a los ciegos y tontos –y en España han abundado políticos con esos rasgos- se les escapara que, la misma dinámica de los hechos, iba a hacer que las próximas piezas del dominó marroquí fueran, por éste orden, las Islas Adyacentes, Ceuta, Melilla, y, finalmente Canarias. Esto sin olvidar que en algunos medios, no precisamente extremistas, marroquíes en antiguo reino nazarí de Granada figura como “zona islámica” a recuperar y en medios ligeramente más radicales, toda España, esto es Al-Andalus, se considera zona marroquí… Y esto tiene una importancia capital, por que lleva directamente –mucho más que la Cumbre de las Azores- a los criminales atentados del 11-M.

Este planteamiento –que era válido ayer y, acaso, mucho más válido hoy- hacía, no sólo del punto geográfico en sí mismo del Estrecho de Gibraltar, sino de toda la zona, el “pivote de la defensa”, pues no en vano precisamente por ahí pasa el cordón umbilical que une el territorio continental con las plazas de soberanía en África y es por ahí por donde, necesaria, deben discurrir los convoyes de ayuda ante una eventual ofensiva marroquí sobre esos territorios.
La historia ha demostrado la justeza de estos razonamientos. En julio de 1936, Franco pudo asegurarse el apoyo a los núcleos sublevados andaluces, gracias al llamado “Convoy de la Victoria” que trasladó al grueso del Ejército de África hasta la Península y, posteriormente, el cierre del Estrecho a la flota republicana, con lo que la cornisa cantábrica debió de soportar un bloqueo que apenas lograron superar los “bous” armados de la república y del gobierno vasco.
Es evidente que una zona geográfica no se defiende concentrando solamente medios y sistemas en su entorno, sino asegurando también sus flancos. Los dos flancos de la zona de Gibraltar son las Islas Canarias y las Islas Baleares. Con este eje o “arco defensivo” cualquier ataque que venga del sur puede recibir una respuesta adecuada y obligar al agresor a combatir en dos frentes, en una situación de inferioridad estratégica.

LA DEFENSA NACIONAL SEGÚN FELIPE GONZALEZ…

Al formarse el primer gobierno socialista, fue nombrado Ministro del Interior un verdadero relaciones públicas que ni siquiera había realizado el servicio militar. Toda la habilidad y el don de gentes de Narcis Serra se proyectó, más que en las salas de planificación de las FFAA, en los banquetes y recepciones, en las que pudo desplegar sus dotes de relaciones públicas, cautivando, fundamentalmente al público femenino (“las militaras”, o esposas de militares) a las que deleitó tocando para ellas el piano y departiendo con sus maridos demostrando que los socialistas no eran esos “lobos con piel de cordero” tal como pensaban hasta entonces Milans del Bosch y sus compañeros (Milans estaba convencido en 1982, por ejemplo, de la que la victoria socialista entrañaría su inmediato fusilamiento, en un estado de espíritu que no era único en el seno de las FFAA de la época, pero si significativa).

En la Directiva de la Defensa Nacional 01/1984, Felipe González asumió la tesis de la Marina sobre el eje defensivo Canarias – Gibraltar – Baleares, sin añadir ni una sola sílaba. Esta aceptación reflejaba también el clima de la época y la pérdida de confianza que pesaba sobre el Ejército de Tierra del que se sabía que la mayor parte de sus cuadros habían asistido con indisimulada hostilidad los sucesos de la transición, a diferencia de la Marina que había aceptado con más facilidad la realidad de los hechos.

En problema con que se encontraron los socialistas fue que, a partir de 1983 sus esfuerzos en materia de defensa se orientaron hacia la integración en la OTAN… y este planteamiento de la Defensa chocaba con la opinión de los futuros aliados dentro de esta instancia. La transición estaba demasiado próxima como para que los “vecinos” no temieran eventuales “regresiones”. Además, Inglaterra mantenía el contencioso de Gibraltar y vio con malos ojos el traslado del cuartel general de la Marina de El Ferrol a la base de Rota y, con ella, el grueso de la flota. Tampoco percibió como “acto amistoso” la reorganización del Ejército de Tierra con el envío de las unidades de élite al sur y mucho menos aún, la creación del Mando de Artillería de Costa del Estrecho. Los ingleses estaban en su derecho de pensar que España intentaba restarles protagonismo en la zona del Estrecho y que buena parte de este despliegue de efectivos se realizaba para controlar a las fuerzas armadas inglesas desplegadas en la zona.

Por otra parte, las necesidades del gobierno socialista de congraciarse con el estamento militar, incluso cierto “nacionalismo” del que el gobierno socialista hizo gala en sus primeros momentos (en EEUU se consideraba que los socialistas españoles y Felipe González eran “jóvenes nacionalistas”…) y algunas iniciativas posteriores (la organización de los eventos del Vº Centenario, la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona) tendían a proyectar la imagen de España sobre el mundo. Por todo ello, los socialistas reiniciaron la presión para la recuperación de Gibraltar, tema que incluso figuraba en la Directiva de la Defensa de 1984.

Pero en 1985, el Plan Estratégico Conjunto incluyó una novedad que muy pocos advirtieron: la referencia a Gibraltar había desaparecido y se aludía al eje Canarias – Península – Baleares. Se aludía a un concepto estratégico nuevo, el de “amenaza no compartida” con el que se situaba la posibilidad de una agresión contra zonas del territorio nacional, no incluidas en el Tratado de Washington: era una alusión a Ceuta, Melilla y Canarias. De hecho, cuando se produjeron los sucesos de Ifni, las Fuerzas Aéreas no pudieron utilizar los reactores F-86 Sabre, ni siquiera los transportes tácticos DC-3, contra los terroristas marroquíes que atacaron, a causa del acuerdo con Washington. En aquella ocasión, por última vez en la historia, las versiones fabricadas en España de los viejos aviones alemanes, los cazas ”Messeresmith 109”, los bombarderos tácticos “Heinkel 111” y los transportes de tropas “Junkers 52”, alzaron el vuelo para sostener a nuestras unidades de Regulares, Paracaidistas y Legionarios, sitiados en Ifni… mientras los modernos F-85 Sabre, debían quedarse en tierra a éste lado del Estrecho.

DENTRO DE LA OTAN, SIGUEN LOS PROBLEMAS

En 1986, finalmente, España entra en la OTAN. Parece que en esos momentos ya puede hablarse con más libertad sobre los temas militares y sobre todo lo que atañe a la Defesa Nacional. En ese momento, resulta altamente irónico que después de tantas y tan vivas discusiones sobre el asunto del “eje estratégico”, finalmente resultara –tal como reconoció el Instituto Español de Estudios Estratégicos en 1987 que: “España carece de nivel adecuado para ejercer su dominio sobre el Estrecho”. Lo más terrible era que, ni siquiera la modernización abordada en aquella época de las fuerzas armadas (planes META, FACA y Programa Naval), iba a conseguir situarnos en condiciones de defender el pivote sobre el que dependía nuestra seguridad. Claro está que en aquel momento se consideraba que el enemigo era la URSS y estaba claro que las unidades españolas no iba a poder contener en ningún caso los fabulosos cruceros de las Fuerzas Navales Soviéticas, dotadas de una capacidad tecnológica y de fuego insuperable.

Además de este problema aparecieron las fricciones con los socios de la OTAN, especialmente con Inglaterra, que subsistirán hasta 1997 y que solamente fueron salvadas mediante la intervención de Madeile Albright. Inglaterra aceptó la desaparición del mando aliado de Gibraltar. Portugal, a pesar de las buenas relaciones tradicionales, manifestó recelos –que también fueron superados- a causa de que la incorporación de España, disminuía sensiblemente su peso en la OTAN.
En los últimos años del socialismo, cuando está claro que el “enemigo” se ha desplomado y que al menos durante un largo período, la URSS primero y la CEI después, no supondrán una amenaza para la seguridad nacional, existe cierta ambigüedad en cuanto a los objetivos de la defensa.

En ese tiempo, los últimos años del socialismo, FG acariciaba la idea de convertirse en un líder de proyección mediterránea, aumentó su intervención en los asuntos de Oriente Medio y en el contencioso palestino-israelí y convocó una Conferencia Mediterránea que, finalmente no llegará a realizarse, pero que tenía como finalidad, aprovechar la proyección internacional conseguida por España gracias a los eventos del 92, a fin de consolidar una posición de “potencia media” en esta importante zona geopolítica. FG aspiró a ser el interlocutor de “occidente” con Ghadafi (por entonces aún no respuesto del bombardeo norteamericano sobre Trípoli de 1986), estrechar lazos con el FLN argelino, que se había quedado sin aliado tras el desplome de la URSS y, particularmente, con Marruecos y Túnez. Era evidente que había que tender la mano y ahorrar cualquier iniciativa que supusiera que las FFAA españolas apuntaban contra el “enemigo del Sur”.
Es por todo ello que en ese período, desaparecen de las Directivas de la Defensa Nacional y de los Planes Conjuntos de Operaciones, las referencias hacia el Norte de África y la Zona del Estrecho, a pesar de que, al producirse la Segunda Guerra del Golfo (ocupación de Kuwait por parte de Irak y subsiguiente Operación Tormenta del Desierto), el Estrecho de Gibraltar apareció como una zona estratégica de primer orden a través de la cual pudo abastecerse a las tropas americanas desplegadas en Arabia Saudí. Un año antes, en el Ministerio de la Defensa español se había empezado a abandonar la idea del “eje estratégico” y, lo más sorprendente, es que en 1992, en la Directiva de la Defensa Nacional de ese año, ya no hay ninguna referencia a Gibraltar, mientras que, por el contrario, se dice: “Nuestra seguridad no se inscribe a un espacio territorial propio e inmediato, ya que los intereses de nuestra nación también requieren ser protegidos fuera de los límites de ese espacio”, lo que implicaba una alta dosis de indefinición que prosiguió en los años siguientes en beneficio de una definición claramente terrestre los principios estratégicos. En el Concepto Estratégico de 1993, incluso, se califica la tendencia anterior como una “fijación estratégica por el sur” y la Península pasa a ser el centro de gravedad de la defensa.

Es fácil percibir en todo ello una recuperación del prestigio del Ejército de Tierra que había resultado pulverizado con los proyectos golpistas de principios de los años 80. En esta concepción el territorio peninsular pasa a ser el “centro de gravedad” y la “base fundamental de proyección de fuerzas”. Es cierto que, los acontecimientos de la Segunda Guerra del Golfo, mostraron la importancia del territorio peninsular como zona de tránsito para el despliegue norteamericano en Arabia Saudí y que, prácticamente, todos los transportes aéreos que partían del territorio norteamericano, se veían forzados a repostar en las bases americanas en España. Pero con esto lo que se evidenciaban eran los intereses estratégicos de los EEUU, no de España.

Al producirse la victoria de 1980 sobre el Ejército Iraquí, George Bush pudo proclamar ante sus tropas desplegadas en Arabia Saudí el “nuevo orden mundial” del que los EEUU se consideraban, como el presidente reclamó, como la única potencia con “fuerza moral suficiente como para liderarlo”. En ese momento, podemos marcar el tránsito de una distribución bipolar del mundo que había regido desde 1945 hasta ese momento, a una distribución unipolar. Esta nueva situación partía de la base de que ninguna potencia podía disputar a los EEUU la hegemonía mundial. No es de extrañar que en 1995, el Plan Estratégico Conjunto aludiera a la “inexistencia de enemigos”, haciéndose eco de las directivas de la OTAN. Pero las cosas distaban mucho de estar claras y, por lo demás, el paréntesis unipolar, como luego se ha demostrado, apenas ha podido ser mantenido durante veinticinco años, pues, no en vano, las la reordenación de fuerzas con posterioridad a la invasión de Irak, y a las dificultades del ejército de ocupación norteamericano por pacificar el país, quedó claro que las potencias que componían el tablero euroasiático, habían percibido, perfectamente, cuál era la principal amenaza para su estabilidad: los EEUU y, mientras que especialmente a partir del segundo mandato de George W. Bush, EEUU aparecía como una potencia en declive, resultaba evidente que la Unión Europea se sentía cada vez más reforzada, Rusia había manifestado de nuevo su voluntad de recuperar el espacio perdido en el terreno internacional y China se configuraba como una potencia emergente, lo que sólo podía implica, la desembocadura en un mundo multipolar. Pero ni en los últimos años del primer período de gobierno del PSOE, ni siquiera en la primera legislatura del PP, cuando aún no tenía la mayoría absoluta, podía preverse todo esto.

LA POLITICA DE DEFENSA DEL PP

En la primera legislatura de Aznar, el principal suceso traumático que afecta a la defensa nacional, es el ataque de la OTAN sobre Yugoslavia, impulsado por el intervencionismo norteamericano, en lo que ha constituido la única actividad ofensiva que ha desarrollado la Alianza Atlántica a lo largo de su historia. En esas operaciones extrañas en donde ni España ni cualquier otro país europeo se jugaba absolutamente nada, ni podía aspirar a ver en los ataques aéreos un objetivo estratégico de ningún signo (ni siquiera en el terreno de los cacareados “derechos humanos” había mucho que defender, pues no en vano, las bandas terroristas de la UÇK cometían crímenes y exacciones en número y frecuencia mucho mayores que las milicias regulares serbias), participaron aviadores españoles, mientras que el “telefonista” que transmitió las órdenes de ataque del Despacho Oval de la Casa Blanca al general Wesley Clark, es decir, el Secretario General de la OTAN, fue el socialista español Luis Solana. Los bombardeos sobre Kosovo y, posteriormente la invasión norteamericana de Afganistán nunca ocultaron que su interés estratégico único estaba al servicio de los EEUU, algo que en Europa solamente se percibió con posterioridad a los acontecimientos y entrañó cambios sustanciales en la actitud europea entre octubre de 2001 (invasión de Irak) y verano de 2002 (cuando EEUU manifestó claramente que entre septiembre y fin de año invadiría Irak, si bien no estuvo en condiciones de hacerlo, tanto por causas políticas –su aislamiento creciente- como por causas estrictamente militares –lentitud en el despliegue- hasta mayo del año siguiente). En ese período la Unión Europea –al menos el “núcleo duro”- toma conciencia de sí misma y tiende a emanciparse de la estrategia intervencionista norteamericana y a recuperar un perfil propio. Aznar no verá las cosas de este modo.

En la política aznarista hay dos tiempos perfectamente definidos. Antes y después de la cumbre del G-8 en Canadá (julio 2002). En aquella cumbre ocurrió el “flechazo” entre Aznar y Bush a raíz de sus conversaciones sobre records deportivos. En buena medida el giro proamericano de la política española a partir de mediados de 2002 se produce a partir de ese momento y, bajo la impresión de la reacción francesa durante la crisis de Isla Perejil. Error, por que en política exterior, la estabilidad (en las amistades y en las enemistades) es fundamental y, porque los vaivenes en política exterior no pueden estar al albur de las filias y las fobias de los gobernantes de turno.

En la primera parte de su período de gobierno, Aznar definió como “interés estratégico inmediato, la estabilidad del Mediterráneo y la garantía de acceso al Estrecho”. Acto seguido solicitó la desaparición del mando aliado de Gibraltar que, finalmente, se logró en 1998, con la adquiescencia de Inglaterra tras múltiples resistencias. Ahora quedaba solo abordar el problema del Sur. En el Libro Blanco de la Defensa aparecido en 2000, Gibraltar, el Mediterráneo Oriental y el Norte de África quedan, se menciona de nuevo como “zonas de interés estratégico”, con alusión explícita a Gibraltar. Esta orientación seguirá en años anteriores y en particular en la Revisión Estratégica de la Defensa que ligó la seguridad española a la estabilidad general en el área mediterránea. Ahora bien, ese año ya habían ocurrido muchas cosas como para que no se reconociera la existencia de una inestabilidad creciente.

En primer lugar, las prospecciones petrolíferas que el gobierno concedió a REPSOL en 2001 ocasionaron lo que, eufemísticamente, se llamó “desencuentro” entre España y Marruecos y la retirada del embajador marroquí. Pocos meses después estallaba la crisis de Perejil. Pero todo esto ocurría cuando el destino energético de España dependía en buena medida del gaseoducto de Tarifa y de las exportaciones de gas natural argelino que pasaban a través de Marruecos. En esta situación de dependencia energética creciente, cualquier tensión podía ser considerada como vital para los intereses nacionales.

En esto (principios de julio de 2002) se produce la aventura marroquí en Isla Perejil. Poco antes se había producido el relevo de Piqué por Ana de Palacio en Exteriores y, acto seguido, casi sin solución de continuidad, tuvo lugar la cumbre del G-8. Aznar llegó resentido por el silencio francés ante la innoble agresión marroquí. Era evidente que en ese momento Chirac mantenía la política histórica que a lo largo del siglo XIX y XX había protagonizado en África del Norte: afianzar su presencia en la zona, debilitando a España. Eran los restos de la “grandeur” francesa. Aznar lo entendió como una ofensa personal (olvidando que el éxito de la lucha antiterrorista dependía en buena medida de la actitud francesa o que buena parte de nuestras exportaciones e importaciones tienen más que ver con Francia que con cualquier otro país europeo) y encontró en Bush a un confidente y amigo con el que sintonizó fanfarroneando sobre marcas atléticas (4 kilómetros en 6 minutos, 22 segundos…). Allí nación una amistad que tuvo como resultado un giro copernicano en la postura internacional de España: euroescepticismo, desconfianza y alejamiento hacia el “núcleo duro” de la Unión, intento de liderazgo de los países de tamaño medio de la Unión, y, particularmente, presencia en la Cumbre de las Azores, con un apoyo decidido a la intervención en Irak que contrastaba con el 90% de oposición en la opinión pública.

Durante la crisis de Perejil, la Palacios logró que su amigo Colin Powell mediara a favor de una salida negociada que permitiera una salida airosa a unos o a otros. Powell así lo hizo, pero a poco que se examine el resultado de su gestión, se verá que la nueva situación benefició especialmente a Marruecos. De ser Isla Perejil una posesión española sin limitaciones de ningún tipo, pasó a ser una posesión española en la que nuestro país no podía ejercer ningún derecho de soberanía, ni siquiera colocar la bandera nacional… Lo que Aznar nunca entendió es que EEUU estaba iniciando una aproximación hacia los países de África del Norte, uno de cuyos objetivos era restar esta zona a Francia de su esfera de influencia, pero que esta operación no era solamente contra Francia… sino que suponía una situación de “prevengan” ante toda la Unión Europea… de la que España formaba parte con una integración creciente (el Europa, la principal amenaza contra la economía norteamericana, hacía año y medio que circulaba por nuestros bolsillos).

A partir de ese momento, la política exterior de Aznar que, antes de Perejil había sido realista y en el área de defensa logró algo que no habían alcanzado los socialistas (el desmantelamiento del mando aliado de Gibraltar), se tornó errática y pasó a ser una fotocopia reducida de las líneas básicas de la administración Bush. Así, por ejemplo, en la Revisión Estratégica de la Defensa de 2002 se aludía a las “acciones anticipatorias” como traslación del concepto estratégico norteamericano de “ataque preventivo”. En ese momento, Bush ha logrado que el PP en pleno acepté sus tesis sobre “estados canallas” y “estados fallidos” y, especialmente, la valoración del “terrorismo internacional” como inspirado por el “eje del mal”. Y, en la medida en que el “terrorismo internacional” es un enemigo difuso, más teórico que real, y toda la teoría en torno al “eje del mal”, los “estados fallidos”, “estados canallas”, etc, un mero artificio teórico para justificar una política mesiánica y expansiva, estas ambigüedades llevaban a conceptos estratégicos inaplicables: ¿”acciones anticipatorios”? ¿contra quién? ¿en qué casos? ¿de dónde podía venir el terrorismo internacional en España? Y en este terreno, no estaban claras las cosas. ¿Se iba a atacar a Francia, rompiendo cualquier legalidad internacional, al saber que existía una célula de ETA en tal o cual zona? ¿no era más prudente instar a la seguridad del Estado francesa a que interviniera? Y otro tanto podía decirse si el foco terrorista se situaba en Marruecos. Está claro que Aznar aludía a otros países y que era una forma de justificar la intervención en Irak. Ahora bien, está demasiado claro que el Golfo Pérsico está demasiado alejado de España como para poder incluirlo en nuestra zona de influencia geopolítica. Este tipo de apreciaciones puede generar errores definitivos en la conducción de los asuntos del Estado. Recuérdese que mientras Julio César, militar invencible y apoyado por la maquinaria militar más temible de su época, se detuvo ante los boques de Germania y autolimitó la zona de influencia imperial al estanque mediterráneo y a sus accesos, demostrando ser, además de un gran caudillo militar, un hábil político y un estratega notable, Alejandro Magno, salió del área geopolítica propia de Hélade para llegar, de victoria en victoria, hasta las puertas de la India… y no poder dar acompañar la extensión espacial de una duración temporal, demostrando, precisamente por esto, ser un brillante general, pero carecer de cualidades políticas. España en Irak estaba muy lejos de su zona geopolítica de influencia. En realidad en la Revisión Estratégica de 2003, se aludía a que “España debe mantener una capacidad operativa propia y suficiente que le permita mantener el control del Estrecho”. Y no estaba claro que los programas META, FACA y PRONA hubieran conseguido –tal como el Instituto Español de Estudios Estratégicos proclamó en 1987- alcanzado el nivel adecuado para asegurar nuestras exigencias defensivas en la zona del Estrecho. Digamos que Aznar aspiraba a jugar en primer división, cuando tenía un equipo propio para una liga regional. Reconocer la realidad del propio espacio geopolítico, las capacidades reales defensivas y ofensivas, son los adornos que deben corresponder al estadista de altura. Desconocerlos, implica caer en aventuras de dudoso final. Y, aun reconociendo el patriotismo y las intenciones de Aznar (“Hacer que España salga de su rincón y pese de nuevo en el mundo”), era demasiado evidente que el fin propuesto no tenía nada que ver con las posibilidades reales.

¿AMENAZAS IMPREVISIBLES O AMENAZAS DEMASIADO REALES?

Cuando la impreparación y el amateurismo se instalan en el poder, la defensa nacional salta en pedazos. Pues bien, hoy la impreparación, el amateurismo y la demagogia están en el poder. En el Ministerio de Defensa las únicas actuaciones de su titular han tenido dos ejes en absoluto militares, sino simplemente políticos: las reiteradas acusaciones al PP de haber engañado a la opinión pública por el incidente del Yakolev-42 (nadie va a discutir que existen responsabilidades políticas del Ministro Trillo y que, probablemente existen también responsabilidades de mandos de la Defensa Nacional que en otro tiempo hubieran depurado “tribunales de honor”, proscritos en la actualidad) y las reiteradas alusiones a la unidad nacional y al papel de las FFAA en dicha unidad (declaraciones que son la contrapartida equilibrante de las declaraciones en sentido contrario realizadas por los aliados más conspicuos del PSOE, gracias a los cuales gobierna, ERC, PNV e IU, hasta el punto de que puede dudarse de la sinceridad de tales declaraciones y de que no intenten otra cosa que neutralizar las declaraciones en sentido contrario). Por lo demás, en estos ocho meses del segundo mandato del PSOE, no se sabe de ninguna otra iniciativa digna de tal nombre que haya partido del ministro Bono.

La doctrina oficial actual es que la “amenaza es imprevisible”. Pero no lo es. En realidad, cualquier amenaza es imprevisible desde el punto de vista de cuando se va a concretar, pero muy previsible si se examina de desde dónde va a proceder. Hoy más que nunca, el enemigo está al Sur, siempre al Sur y solo al Sur. Es más, el enemigo tiene nombres y apellidos, se llama Marruecos y la monarquía alhauita, se llama “Gran Marruecos” y se llama islamismo. Y lo que es peor, el “enemigo del Sur” ya ha iniciado una guerra de baja cota contra España. Negarse a reconocer esto, en beneficio de un simplista, ingenuo y amateur propuesta de “diálogo de civilizaciones” es suicida e irresponsable para la defensa nacional.

Mientras los planes de la defensa vayan a remolque de las iniciativas de políticos obtusos e insensatos que ni siquiera tienen una mínima visión de Estado, carecen por completo de una visión geopolítica de la situación mundial (y ni siquiera los responsables de Exteriores estén en condiciones de realizarla), mientras no haya una voluntad política de asegurar la defensa nacional y de llamar a las cosas por su nombre, España seguirá sin poder articular una estrategia realista de defensa. Y lo que es peor: el flanco sur de la defensa europea estará desguarnecido.

Decimos que Marruecos tiene planteada una guerra de baja cota contra España. Este concepto implica la existencia de un conflicto iniciado por una de las partes que evita recurrir a “métodos calientes”, y basa su actuación en un desgaste progresivo del adversario. Es el modelo de conflicto que Marruecos está siguiendo contra España, especialmente a partir de 1998, cuando muere Hassan II, y llega al trono Mohamed VI y su camarilla. Este período, por lo demás, coincide con tres hechos fundamentales a tener en cuenta:

- Aumento de la dependencia española en materia de energía, del gaseoducto de Tarifa que transvasa el gas natural argelino hasta Sevilla.

- Descubrimiento de bolsas petrolíferas en el Este marroquí, fronterizo con Argelia, en la franja costera del Sáhara Occidental administrado por Marruecos y en aguas territoriales canarias reivindicadas por Marruecos y

- Aumento de la influencia norteamericana en Marruecos y Argelia, con la paralela y progresiva disminución de la influencia francesa.

Todos estos elementos crean un cuadro particularmente inestable y sensible que no puede ser eludido. Así mismo, para un análisis de la situación, no pueden eludirse tres elementos decisivos:

- que la doctrina del “Gran Marruecos” no ha sido rechazada oficialmente por el régimen marroquí y que en el salón del trono de Rabat, en el tapiz situado sobre el sillón real, pueden verse, lo han visto todos los embajadores de España que allí han presentado sus cartas credenciales y la Familia Real española que allí ha visitado a su homóloga marroquía, el mapa del Gran Marruecos incorpora incluso a Canarias en su diseño…

- que Marruecos vive una situación de inestabilidad interior que irá creciendo a medida que crecen tres elementos clave:

o La demografía que hace que cada veinte años se duplique la población del país.

o La economía y las estructuras feudales que hacen que el sistema económico y los parámetros por los que se rige no respondan a las exigencias demográficas: cada vez hay más distancia entre ricos y pobres y, por tanto, más resentimiento y odio social.

o La difusión del islam fundamentalista cada vez más extendido gracias a la financiación de los grupos wahabitas saudíes que hacen que hoy, el 30% del islam marroquí esté fuera del control de la Casa Real y el 50% de la población marroquí vea con buenos ojos a Bin Laden y Al Qaeda (sea lo que sea que es…)

- que las reformas políticas y económicas en las que se confió durante el primer año de reinado de Mohamed VI, están atascadas y que, en contra de lo que se proclama desde Rabat, la distancia .antropológica, sociológica, cultural, política y ética, que separa a la Unión Europea de Marruecos, está aumentando de día en día.

Ahora bien, antes hemos hablado de una “guerra de baja cota”. Es preciso afinar este concepto. Por que lo importante no es lo que Marruecos dice, sino lo que hace. Está claro que, en los foros internacionales y en las conversaciones entre dirigentes de ambos países, Marruecos manifiesta la mejor de las voluntades para resolver los equívocos y las situaciones de “desencuentro”. Pero esto es importante, pertenece al “doble lenguaje” que suele ser la clave antropológica y cultural habitual en todo el mundo árabe. Lo importante es lo que hace Marruecos, algo que no deja de ser intranquilizador. La guerra de baja cota se libra en cuatro frentes:

- Cuando Marruecos atenta contra la salud pública, permitiendo sin prácticamente hacer absolutamente nada, salvo absorber fondos comunitarios, que cada año crezca la superficie de cultivo de hachís, destinado a la exportación, el 80% en dirección a España. No se trata de una droga dura, ciertamente, pero es una droga que altera la percepción de la realidad, crea un modelo de carácter apático, sin motivaciones de ningún tipo, “buenista”, situado en un contexto que no tiene nada que ver con el real. Mediante el narcotráfico, Marruecos debilita el carácter y la voluntad, especialmente de la juventud española.

- Cuando Marruecos atenta contra la seguridad ciudadana, permitiendo sin prácticamente hacer absolutamente nada, que miles de inmigrantes propios y procedentes del África Subsahariana, crucen diariamente el Estrecho en un fenómeno de colonización de carácter masivo sin precedentes en la historia. Está claro que estos contingentes crean el campo de cultivo para futura reivindicaciones y para la internacionalización del problema de Canarias, por ejemplo. Los atentados del 11-M y las estadísticas sobre la delincuencia practica por súbditos marroquíes en España son elocuentes: tras ganar la batalla contra la delincuencia española, las fuerzas de seguridad del Estado están perdiendo la batalla contra la delincuencia venida de fuera de España y en gran medida llegada a través de Marruecos. El silencio previo a los atentados del 11-M de los servicios marroquíes sobre la militancia fundamentalista de los que luego resultaron detenidos e inculpados es elocuentes, como es elocuente el que el día 13-M, funcionarios marroquíes entregaran documentación sobre la presunta militancia integrista de esos mismos sujetos… documentación que habían ocultado anteriormente a su detención. Esto sin mencionar el hecho de que desde el 11-M se vive una situación de “efecto oleada” en el tránsito de inmigrantes ilegales por el Estrecho, efecto que el ministro Caldera intenta minimizar a fin de hacer que el país acepte su proyecto de regularización masiva. Hay que recordar que en zonas como Ceuta y Melilla, la población de origen marroquí ya es mayoritaria.

- Cuando Marruecos atenta contra la integridad nacional, manteniendo sus reivindicaciones sobre el Gran Marruecos, cuando en las mezquitas moderadas, el mapa de expansión del islam abarca hasta el antiguo reino de Granada y en las mezquitas wahabitas llega hasta los Pirineos, cuando periódicamente mantiene abierta la cuestión de Ceuta y Melilla y las Islas Adyacentes y, sobre todo, cuando, inducido, seguramente por EEUU a fin de comprobar la unidad de respuesta de la OTAN y de la UE, asaltó Isla Perejil en el último acto de piratería que se tiene constancia en el Mediterráneo y cuando reivindica las aguas de Canarias donde Repsol obtuvo en 2001 permiso para realizar prospecciones.

- Cuando Marruecos atenta contra la economía nacional, impidiendo a nuestros buques que faenen en sus aguas territoriales, unilateralmente ampliadas y que se niega pertinazmente a discutir, a cuando exporta masivamente productos agrarios a precios que hunden la agricultura española, o bien cuando sostiene la existencia del gaseoducto de Tarifa como chantaje para evitar represalias por exacciones cometidas en otros terrenos, o cuando las remesas de euros enviadas por los inmigrantes marroquíes en España suponen una fuga divisas, o bien cuando los sistemas españoles de educación, sanidad, protección social, se ven sobrecargados por el peso de los contingentes marroquíes en nuestro país.
Y, por supuesto, junto a estas estrategias de guerra de baja cota, se unen los chantajes propios de una guerra convencional, como las compras masivas de armamento por parte de Marruecos, justificadas para hacer frente al FPolisario (que desde hace una década no realiza acciones armadas), en especial su programa de rearme naval que apunta directamente contra España (pues, no en vano, el FPolisario carece de marina y diversos acuerdos mutuos de cooperación magrebí aseguran, al menos sobre el papel, la amistad con los vecinos (Argelia y Mauritania).

A esto hay que añadir una nueva situación internacional que todavía parece no ser captada por los responsables de la Defensa y que se basa fundamentalmente en el “decoupling” operado entre la Unión Europea y los EEUU. La intensidad que imprimió el presidente Aznar a la aproximación a su homólogo norteamericano George W. Bush, ignoraba el hecho esencial: que el “núcleo duro” de la UE se había distanciado por completo de la línea seguida por la administración americana tras la invasión de Afganistán. Es en ese momento, cuando desde Europa se comprueba que EEUU está dirigido por una banda de aventureros, en donde los intereses petroleros, los del complejo militar-industrial, los intereses de los fundamentalistas cristianos y de los neoconservadores que forman el núcleo duro de la administración Bush (y la dirigen sin ninguna duda y ningún escrúpulo. Véase nuestro trabajo “¿Quién está detrás de Bush?” en la Zona de Descargas), no coinciden en absoluto con los de Europa. Es más, son contrarios a los intereses de Europa. Además, la estabilización de la moneda única europea, ha sido un golpe para la hegemonía del dólar que, a partir de ahora, no es la única moneda internacional de intercambio. Para colmo, la catastrófica situación económica de los EEUU (deuda exterior de 600.000 millones de dólares, jamás conocida por país alguno, y la necesidad de hacer llegar cada día a través de las bolsas, 2000 millones de dólares para asegurar el consumo interior, unido a la pérdida de confianza en el dólar y en las empresas norteamericanas a partir de las quiebras del 2001-2) hace que, justamente en este momento, no estén en condiciones de permitir la “disidencia europea”. Este análisis, finalmente, nos lleva a definir a EEUU, no como enemigo desde el punto de la defensa nacional, pero sí como “elemento de inestabilidad internacional”. Algo que no puede ser eludido a partir de ahora por los estrategas de la Defensa.

EL TERRORISMO INTERNACIONAL COMO FACTOR DE DESESTABILIZACION

Pero a este elemento hay que añadir otro más y último: el terrorismo internacional. Para cualquier analista, está claro que no hay nada claro sobre quien mueve los hilos del terrorismo internacional, ni se sabe exactamente lo qué es, ni a qué intereses responde, ni siquiera si se trata de algún tipo de operación cuyas raíces van mucho más allá de lo que se ve en la superficie (como seguramente así es). Pero, a fin de cuentas, el hecho último es que existe un terrorismo internacional que, no es, desde luego, un factor de desestabilización internacional (el factor de desestabilización, insistimos son los EEUU que utilizar en terrorismo islamista como “casus belli” para justificar sus aventuras exteriores), pero sí un elemento que puede cristalizar en perturbaciones locales de gravedad como los sucesos del 11-M.

Lo más probable es que este terrorismo sea, en buena medida, producto del “efecto contagio”, generado por islamistas independientes, sin capacidad de organización, ni de análisis político, que hayan decidido –por odio y resentimiento hacia Europa y a causa de la brecha cultural, social y antropológica existente entre la sociedad europea y la islamista- lanzarse a destruir allí donde puedan: en España, en Francia, en Holanda, etc, tal como se ha visto en los últimos meses.
Existe la sospecha de que no es solo el odio y el resentimiento quienes figuran como motor último de la acción de estos grupos, sino sus aspiraciones a “reconquistar” España, para ellos Al-Andalus, tierra del islam que fue “usurpada por cruzados e infieles”… Habitualmente, los proyectos terroristas se asientan sobre locuras colectivas como esta. Pero no hay que olvidar que una encuesta publicada a principios de 2004, establecía que el 50% de la población marroquí veía con buenos ojos la acción de Bin Laden y, una encuesta anterior, explicaba que el 60% de los marroquíes están dispuestos a abandonar su país… en dirección, preferentemente a España, y en cuanto a franja de edad, el 80% de ellos, eran menores de 30 años, es decir, jóvenes. Gracias a las antenas parabólicas los jóvenes marroquíes conocen lo que creen que es la sociedad española: playas en las que las mujeres van en top-less (cuando sus mujeres lucen velor y chilabas hasta los pies), gente de origen islámico como Zidane convertidos en multimillonarios, y una sociedad a la que consideran débil e incapaz de defenderse (a ello le inducen también, algunos de sus amigos y familiares que en Marruecos sufrirían amplias penas de prisión sin juicio y palizas solo por robar unas naranjas en el mercado, mientras que en España, detenidos una y otra vez por pequeños hurtos, jamás entran en prisión, ni pasan más de 24 horas en comisería…). Además, España, en su óptica, da con solo pedir: da enseñanza islámica en las escuelas, da becas de alimentación y libros gratuitos a los niños, da asistencia médica a todos los residentes, subvenciones, alimentos gratuitos a través de Caritas, Cruz Roja, ONGs, etc, etc, etc. No es raro que en Marruecos exista una voluntad migratoria como nunca antes, especialmente por que en el país, no existe ningún tipo de posibilidades de despegue económico para los jóvenes, gracias al sistema feudal y particularmente odioso de acumulación de capital en las clases favorecidas y de empobrecimiento absoluto y laminación de las franjas intermedias de la sociedad que convergen con las clases más necesitadas. Un sistema “a la europea” es solo viable cuando existe una clase media amplia y extendida y que percibe posibilidades de mejorar su posición. En Marruecos no existe nada de este estilo.

No es raro que Marruecos no haga nada para impedir la oleada migratoria. Gracias a ella se libera de una presión demográfica… pero también y sobre todo, política. Los más pobres, son precisamente quienes se van, es decir, los que no deben nada a la Casa Real, ni oran por la salud del “príncipe de los creyentes” en la red de mezquitas oficiales, sino que manifiestan su fe islámica en las mezquitas wahabbitas que han proliferado por todo Marruecos. Solamente en el Valle del Rif, la zona más pobre de Marruecos hasta hace poco, el cultivo de hachís, la ha convertido en zona de recepción de inmigración interior…

Está claro que en estos momentos existen entre 600 y 700.000 marroquíes en España. Esto es, según las estadísticas, 300 ó 350.000 de ellos –como mínimo- serían simpatizantes de Bin Laden y, por tanto, estarían en disposición de apoyar iniciativas terroristas. Sobre esta base social, puede arraigar un movimiento terrorista organizado del que las células desarticuladas desde el 11-M son solamente las primeras avanzadillas.

Ahora bien, esta amenaza terrorista existe… pero no con la gravedad ni con la repercusión internacional que le atribuyen los EEUU y en su momento, José María Aznar. En absoluto.

Es absolutamente falsa la distinción entre “Estados Canallas” (aquellos Estados cuya clase dirigente alimenta núcleos terroristas e intenciones agresivas: dentro de la mitología americana, Saddam Hussein y sus cacareadas “armas de destrucción masiva” jamás vistas) y “Estados Fallidos” (aquellos cuya debilidad y fracaso a la hora de cristalizar han favorecido el que cayeran en manos del terrorismo internacional: el Afganistán talibán… colocado ahí por los propios americanos en 1995). Y es todavía más falsa la existencia de un “eje del mal” que, en la práctica estaría solo formado por micropotencias de cuarto o quinto orden, ninguna de las cuales, por los demás, manifiesta en estos momentos, intenciones agresivas ni contra EEUU, ni contra la UE.

La amenaza terrorista existe, pero puede ser controlada a través de tres vías:

- Un reforzamiento de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, a partir del reconocimiento del hecho real –aunque políticamente incorrecto- de que en estos momentos el 80% de la delincuencia (y especialmente los episodios más graves) están protagonizados por súbditos de países extranjeros.

- Un reforzamiento del arsenal legislativo y un endurecimiento de la ley de extranjería así como un endurecimiento y fluidez del procedimiento de repatriación y expulsión, así como cualquier otra medida orientada a contener el “efecto llamada”.

- Una selección del tipo de inmigración que conviene a la sociedad y a la economía nacional: en tanto que “enemigo del Sur”, se trata de cerrar el paso a toda inmigración procedente de Marruecos, y evitar, así mismo, el aumento de los contingentes islamistas en el territorio nacional.

Pues bien, mientras persista la actual situación política, con un presidente de gobierno que en su ingenuidad criminal e ignaro en conocimientos políticos, geopolíticos, antropológicos y antiterroristas hasta el punto de afirmar, ante el cuadro que hemos descrito (y cuya realidad objetiva parece difícilmente cuestionable), que el terrorismo se combate con el “diálogo de civilizaciones”, mientras persista esta situación, decimos, ninguno de los tres puntos va a mejorar, sino que, previsiblemente, todos ellos van a sufrir situación de crisis: la delincuencia y la degradación social y ciudadana llegarán a extremos como en Francia en donde existen 1200 zonas de “non droit” controladas por bandas de energúmenes de origen magrebí y donde en algunas prisiones el 82% proceden del Magreb, particularmente de Argelia, el gobierno lejos de reconocer el hecho, intentará reforzar las garantías de los inmigrantes para detener y neutralizar las medidas de expulsión, la reforma de la ley de extranjería, redoblará el “efecto llamada” a lo largo del 2005, y, para colmo, seguirán aumentando los contingentes procedentes de las zonas musulmanas de la antigua Yugoslavia (especialmente de Kosovo, protagonistas de buena parte de los más sonados episodios de delincuencia), del Magreb y Pakistán, zonas en donde el integrismo islámico se difunde con mayor velocidad…

Es absurdo ignorar que todos estos elementos van a plantear problemas muy serios, incluido el recrudecimiento del terrorismo, justo en los momentos en los que ETA es un despojo y la delincuencia podría estar reducida a la mínima expresión aceptable en una sociedad civilizada.
ALGUNAS CONCLUSIONES PROVISIONALES

El enemigo está en el Sur si bien una quinta columna está llegando a nuestro país y colonizando, particularmente, aquellas zonas que Marruecos reivindica: Canarias, Ceuta y Melilla. Es decir, también hay un enemigo interior que, progresivamente, va tomando cuerpo y que podría llegar a protagonizar, en el límite de secuencias terroristas, intentos insurreccionales en zonas en las que son mayoría.
Todo ello en un contexto internacional en el que los EEUU se han convertido en el principal factor de inestabilidad y en el que Eurasia (del que España es su prolongación extraña y su límite occidental) va a ver el ascenso de tres actores geopolíticos: la Unión Europea, la Rusia reconstituida y la China en proceso de ascenso. La estabilidad y la seguridad mundial dependen del multilateralismo y del entendimiento entre estos tres actores eurasiáticos.
De esta valoración –insistimos, una valoración difícilmente refutable- deben partir las coordenadas para una revisión del concepto y de las líneas estratégicas de la Defensa Nacional. Y en este sentido creemos que hay que ser audaces y realistas.

Realismo implica reconocer:

- Que la apresurada transformación de las FFAA de reemplazo por las profesionales se ha saldado con un clamoroso fracaso.

- Que no existe dotación presupuestaria para una defensa nacional de envergadura y que no hay voluntad política de asumirla.

- Que la sociedad española no ha valorado suficientemente el nivel de riesgos que va a afrontar en el futuro.

- Que los conceptos clásicos no responden a las necesidades impuestas por la realidad de los hechos y que las amenazas de siempre procedentes del sur han adquirido hoy una nueva dimensión.

- Que los despliegues actuales de las FFAA, especialmente del Ejército de Tierra no responden a las necesidades nuevas.

Y todo lo dicho hasta ahora debe concretarse en unas líneas maestras a definir por los estrategas de la Defensa, pero en las que, sin duda, deberán estar presentes los siguientes elementos:

- Si resulta difícil volver al ejército de reemplazo y no hay presupuesto suficiente para ampliar el ejército profesional, habrá que tender hacia nuevos modelos de reclutamiento y defensa. En nuestra opinión, existen salidas para esta situación:

- Tender hacia un ejército con rasgos similares en su entrenamiento al suizo basado en entrenamientos cortos pero intensos y continuados.

- Tender a la dispersión de unidades y a la formación de “núcleos de defensa territorial” al modo del ejército yugoslavo durante el período titoista.

- Tender solamente a la formación de unidades de despliegue e intervención rápida y a la creación inmediata de unidades formadas por reservistas en cuanto surgieran los primeros síntomas de crisis.

- Tender en el Ejército de Tierra a centrar el entrenamiento y los planes estratégicos en el desarrollo de la forma tradicional de combate que se ha dado en nuestro territorio: la guerra de guerrillas contra el enemigo interior (aquel que ya se encuentra en nuestro controlando porciones de nuestro suelo) y que apareció contra Roma, contra la primera invasión islámica y contra la invasión napoleónica, especialmente, pero que también se manifestó en las guerras carlistas del siglo XIX.

- Tender en el Ejército del Aire a priorizar tres ejes: los cazabombarderos tácticos especializados en el ataque a objetivos en tierra, VTOL (de despegue y aterrizaje vertical), los cazas de altura especializados en la defensa contra ataques aéreos y la aviación de transporte STOL (despegue y aterrizaje cortos), de aterrizaje y despegue en espacios reducidos y no habilitados como campos de aviación.

- Tender a una Marina cuyo eje táctico sean pequeñas unidades de combate, extremadamente móviles y con alta potencia de fuego, acumulables en zonas de conflicto, de construcción barata, poca tripulación y dotadas de sistemas tecnológicos de vanguardia y cuyo eje estratégico lo constituya una ampliación de la flotilla de fragatas y un segundo portaeronaves, cada uno de los cuales se desplegara en ambas alas del “eje estratégico”.

- Tender a la formación de un cuerpo de oficiales de élite en los que se priorice la capacidad de mando, el liderazgo sobre la tropa, la capacidad de organización y de respuesta autóma ante situaciones excepcionales, antes que la obediencia mecánica a la cadena de mando, la burocratización o la sedentarización, con unos salarios equiparables a cargos de responsabilidad equivalentes en la vida civil.

- Tender a una proyección de los valores de las FFAA sobre la sociedad (espíritu de sacrificio y de entrega, patriotismo, disciplina, lealtad, fidelidad a la palabra dada, espíritu de iniciativa, voluntarismo en defensa de la comunidad, sentimiento de honor, formación del carácter, austeridad, dureza, espíritu de aventura, visión estratégica y capacidad de reacción táctica, etc) salvando la brecha que se ha abierto entre estos conceptos y una sociedad permisiva, egoísta y desmovilizada en cualquier otro plano que no sea en el del propio beneficio.

- Desplazar buena parte del esfuerzo de las FFAA hacia la sociedad. En este sentido parece lógico que determinadas profesiones (funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado, vigilantes y guardias jurados, bomberos, etc.) deban estar solamente abiertas a aquellos ciudadanos españoles que han servido en las FFAA. O de lo contrario el límite de 12 años para los “soldados profesionales”, supone un handicap que siembra dudas respecto a su futuro en la vida civil. De otra parte, es preciso que en estos momentos en los que se viven momentos de interés por los deportes de aventura, los tres ejércitos deberían de promover la creación de “clubs” y “asociaciones” en los que se impartieran cursos de supervivencia, escalada, paracaidismo, vuelo deportivo, submarinismo, navegación, artes marciales, sociedades de tiro deportivo, etc, en donde jóvenes civiles con espíritu aventurero y deseoso de vivir experiencias y situaciones de riesgo y tensión, pudieran ser formados por especialistas de las FFAA y constituir, en la práctica, círculos ligados al concepto de defensa territorial a la yugoslava que hemos propuesto anteriormente. Se trata de aprovechar los caracteres más activos y dinámicos para la defensa nacional, indirectamente, aun cuando por motivos personales no se sientan inclinados a integrarse en el “ejército profesional”, pero puedan recibir una formación del carácter y una preparación técnica que haga de ellos, elementos activos en caso de emergencia del “peligro interior”. En este mismo sentido, nos parece fundamental que los medios de comunicación del Estado, en especial la TV, dediquen espacios y series dedicados a las FFAA y de la misma forma que en la actualidad hay series que dramatizan la vida en hospitales o comisarías de policía, también deberían de existir series que mostraran los aspectos de la vida militar, en especial, la tarea humanitaria de despliegue en zonas de conflictos que nuestras FFAA han realizado en los últimos años. En general, todo este tipo de iniciativas debería ser considerado como un aspecto de las “operaciones psicológicas”.

- Dentro de esta perspectiva es preciso también estimular la vinculación entre la Universidad y las FFAA a través de programas de cooperación e investigación. Un ejército del futuro será un ejército tecnificado y, aun cuando el valor, la disciplina, la audacia y el sentido táctico, seguirán siendo esenciales en el desarrollo de los combates, cada soldado deberá disponer de una formación completa en el manejo de distintos recursos tecnológicos. Existen armamentos cuyo desarrollo no es posible sin la cooperación intereuropeo, pero también existen sectores de la defensa cuyas necesidades pueden ser cubiertos por la industria local y que pueden beneficiarse de programas de investigación desarrollados de común acuerdo con las Universidades. Es preciso recordar que las necesidades de las FFAA siempre han supuesto un estímulo para la industria nacional y que, incluso durante el período franquista en donde hasta última hora existió siempre un cierto aislamiento internacional, España logró vender aviones, armamento ligero y equipamientos en muchos países. Así mismo, hay que recordar que las necesidades de la defensa naval deberían ser satisfechas por los propios astilleros españoles que figuran entre los mejores del mundo.

A demás de estas medidas, deberá tenerse en cuenta los siguientes postulados:

- La línea de incorporar masivamente extranjeros a la búsqueda de regularización, más allá de las unidades tradicional como la Legión, debe ser abandonado y considerada como una aventura insustancial, humillante y que deja el 7% de la defensa nacional en manos de soldados de fidelidad a la bandera, como mínimo, dudosa.

- En el territorio peninsular el enemigo a abatir va a ser interior y los planes deberían trazarse en función de los riesgos de insurrección que pudieran aparecer entre comunidades alógenas espoleadas por odio y resentimiento o bien por agentes exteriores: para eso es preciso una reorganización territorial del Ejército de Tierra allí en donde este riesgo va a estar más presente. Y para ello habrá que realizar un seguimiento constante de la evolución de los acontecimientos, sin establecer patrones estáticos de dispersión de unidades, sino al paso con la evolución de los acontecimientos.

- La posibilidad de que existan procesos secesionistas en algunas comunidades debería ser completamente desechado en el marco de la Unión Europea. La complejidad de las sociedades modernas, especialmente en Europa, y la misma dinámica y necesidades de gestionar un espacio geopolítico tan amplio como la UE, restan cualquier credibilidad y valor a futuros procesos secesionistas que no tendrían eco ni lugar en el marco de la UE.

- La eje estratégico Canarias – Gibraltar – Baleares debe ser mantenido, reformulado y consolidado como exigencia estratégica. Pero es preciso varias su orientación sensiblemente. Hoy, la función de ese eje, ya no es velar por la integridad de la ruta del petróleo, o simplemente controlar los accesos oriental y occidental al Estrecho, sino:

- cortar la oleada inmigratoria procedente del sur, para lo que hay que potenciar inevitablemente los cuatro sistemas que la Defensa Nacional tiene establecidos en la zona: el Sistema Integral de Vigilancia Electrónica (gestionado por la Guardia Civil contra los tránsitos clandestinos en el Estrecho), el Sistema Santiago de Captación de Señales Electromagnéticas del Estado Mayor de la Defensa que aporta información estratégica, el Centro Zonal de Coordinación y Salvamento de Tarifa, que identifica a los buques que atraviesan el Estrecho y, finalmente, el Centro de Operaciones del Mando de Artillería de Costa del Ejército de Tierra que realiza el control militar de superficie y, por tanto, que contribuye al aumento de la vigilancia en la zona. De lo que se trata, precisamente, es de ampliar estos sistemas a las zonas de Canarias y Baleares de tal forma que el eje estratégico sea, finalmente, una línea defensiva contra penetraciones de baja cota.

- prever un eventual recrudecimiento de las reivindicaciones de Marruecos sobre Ceuta, Melilla y las Islas Adyacentes, con la posibilidad de establecer un corredor aeronaval que asegure el refuerzo inmediato y el despliegue de unidades de élite que refuercen instantáneamente la integridad territorial y defensa de Ceuta, Melilla y las Islas Adyacentes.

- Vincular la defensa nacional a la defensa de la Unión Europea y, al mismo tiempo, tender a una desvinculación de la OTAN. De hecho, en la actualidad, tras los sucesos del 11-S, es bueno que los estrategas de la Defensa atribuyan a la OTAN la catalogación de “organismo muerto” o, como máximo, “agonizante”. Contrariamente a lo que creían los EEUU, principales valedores de la incorporación de los países del Este a la Alianza, lejos de contribuir al refuerzo de la misma, lo que han acelerado es su integración en la UE y, con ellos, su alejamiento progresivo de la esfera de influencia de los EEUU. Cada vez más voces se alzan para reclamar la reactualización de la Comunidad Europea de Defensa, corregida y amplia, o bien de la constitución de un organismo europeo de Defensa a partir de la desvinculación del mando americano y del europeo. No hay que perder de vista que, económicamente, Europa y EEUU son hoy rivales económicos, quien dice rivalidad hoy, dice enemistad mañana, esto en el peor de los casos; en el mejor, la reorientación de la política norteamericana –eje central del Plan Rumsfeld- hacia el Pacífico y la envergadura creciente de la UE, va a hacer que sucesivas administraciones norteamericanas pierdan todo interés en participar en la defensa y seguridad de Europa (por lo demás ¿ante quién y contra qué?), esto va a generar, automáticamente, el que Europa deba estar en condiciones de asegurar su propia defensa y esto solo puede hacerse, en este momento, a partir del “núcleo duro” de la Unión, Francia y Alemania y es, en función de estos países, que habrá que tejer los vínculos de cooperación.

- Queda el contencioso de Gibraltar. Y queda por realizar la valoración de Inglaterra dentro de la actual distribución de papeles en la escena internacional. Inglaterra se debate en estos momentos entre la fidelidad a su tradición atlántica y al eje anglosajón y su situación de nación europea, miembro de la UE. Dentro de la UE, es, indudablemente, uno de los tres motores que aportan más fondos para la construcción europea, sin embargo, la fidelidad histórica respecto a EEUU, hace que tenga un pie en cada lado del Atlántico. Eso no era un problema mientras Europa fue solo un “mercado común”. A partir de Maastrich cuando se decide avanzar en la construcción política de Europa, Inglaterra empieza a estar rota entre dos fidelidades y ostenta una situación única en el continente. En el momento de escribir estas líneas resulta difícil prever cuál va a ser la orientación política inglesa en los próximos años y el coste que va a pagar Blair por su alineación con EEUU en la cuestión iraquí. Pero, todo induce a pensar, que éste país no podrá mantener por mucho tiempo su ambigüedad y que, antes o después, deberá decantarse por el dólar o por el euro, antes o después deberá reconocer que en cincuenta años su imperio ha quedado desmigajado y que la retirada de tropas situadas más allá del Este de Suez (1969) o el alquiler de bases militares a EEUU (Diego García en el Indico), o el mantenimiento de la colonia de Gibraltar, no van a hacer que vuelvan pasadas glorias a la corona. Y en este sentido, debe quedar clara la voluntad de cualquier gobierno digno de llamarse español, de reivindicar con la mayor energía posible, la retrocesión de la colonia, aun respetando un fuero particular para los “llanitos”. Pero está claro que España no puede renunciar al control sobre la plaza de Gibraltar, ni a perpetuar una situación de colonialismo dentro de la Unión Europea. La cuestión se complica extraordinariamente si nos atenemos a lo dicho sobre el hecho estratégico más importante en los últimos años, el cambio progresivo de status de EEUU en relación a Europa, que ha pasado de “país amigo”, a “país competidor” y de factor de estabilidad dentro de un mundo bipolar a principal factor de desestabilización mundial. Inglaterra se encuentra en una posición demasiado ambigua como para no favorecer la posición de la administración norteamericana y, por tanto, es urgente la recuperación de Gibraltar en la perspectiva futura de declarar el Mar Mediterráneo como un “mare clausum” cerrado a la navegación de marinas potencialmente hostiles y desestabilizadoras.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es