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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Androfobia en el PSOE

Rubalcaba sabe que no puede obtener un resultado aceptable sin el voto femenino el próximo 20-N. Su jefa de campaña, Elena Valenciano, buscando ese voto ha cargado contra los “machos cabríos”. Rubalcaba ha ido por ese mismo camino diciendo: “Quiero que las mujeres decidan en política”. En realidad desde 2001, esto es, desde que se inició el período Zapatero, este partido ha ido haciendo gala de una creciente “androfobia” (odio a lo masculino).

Será porque cuando apareció el remilgado fenómeno ZP estaba de moda lo “metrosexual”, será porque en los últimos años había aumentado el número de homosexuales (mucho más que de mujeres) en el PSOE, el caso es que esta sigla se ha ido “feminizando”, o si se nos permite la utilización, en absoluto peyorativa sino rigurosamente descriptiva, “amariconando”. Incluso políticamente, del rojo vivo de la bandera de las reivindicaciones sociales el PSOE ha pasado al rosa desvaído de las reivindicaciones “soft” y de la ingeniería social zapaterista.

Para Zapatero –y por extensión para el PSOE- hay que llegar a un “gobierno mundial”, a una “religión mundial”, a una “cultura mundial”, a una “raza mestiza” y, por supuesto, aproximar también los sexos hasta lograr una igualación tal que destruya las diferencias como ha pretendido destruir las diferencias entre naciones o entre culturas. Al PSOE de ZP le va lo “unisex”, en definitiva. No, la idea no es de ZP, sino que aparece frecuentemente en El Correo de la UNESCO y en demás libelos mundialistas que son la única referencia “ideológica” de Zapatero.

Hay un drama detrás de todo esto. Desde los años 60 las feministas (hoy mayoritariamente enquistadas en el PSOE) han defendido las tesis más abrakadabantes: que si la opresión patriarcal, que si las diferencias entre orgasmo clitórico y orgasmo vaginal (rigurosamente ciertas pero que las feministas fuerzan hasta desplazar el eje de la sexualidad femenina del varón al dedo corazón de la mano derecha), que si no hay que depilarse, ni usar “prendas opresivas” (sujetadores, medias, bragas), que si resaltar la diferencia entre hombres y mujeres constituye una muestra de “sexismo”, etc, etc. El PSOE (y toda la izquierda progresista) han aceptado estas tesis y las han incorporado, no sólo a su programa (lo que ya era una irresponsabilidad), sino a sus vidas personales (lo que era un suicidio anímico).

¿Puede usted imaginar lo que supone vivir al lado de una mujer que piensa en estos términos feministas? Pues bien era en esos caladeros femeninos en los que pescaban los hombres del PSOE, donde ligoteaban y encontraron a sus ricashembras. No es de extrañar que la proliferación desmesurada de divorcios y de ahí-te-quedas haya sido superior entre la progresía que en cualquier otro lugar. Y, por lo mismo, no es de extrañar que los adolescentes crecidos junto a esas “compañeras” hayan huido de la sexualidad hétero para refugiarse en los más cómodos páramos de los armarios gays.

Suele recordarse que la izquierda está en crisis. Y lo está. La socialdemocracia ha sido la gran defensa que ha tenido el capital financiero y la globalización en los últimos 40 años en toda Europa y especialmente en esta crisis. Pero esta crisis de identidad alcanza hoy hasta lo sexual. La rosa es el emblema que se atribuye el PSOE cuando en realidad le hubiera correspondido más la luna, símbolo universal de lo femenino (y, por aquellas fatalidades de la simbología, símbolo también del Islam). Este emblema le hubiera convenido mucho más al PSOE zapaterista desde 2001 pues no en vano ha optado por presentarse como defensor impenitente de los “derechos de la mujer” llevamos hasta el extremo ultra-igualitario y a la malhadada “discriminación positiva”.

Para defender esos derechos, el PSOE arbitró en su primera legislatura una batería de leyes innecesarias sobre la violencia doméstica (cuando en realidad hubiera bastado repatriar a los inmigrantes que apalearan a sus mujeres para que las tasas de violencia doméstica no se disparasen como así ha ocurrido), sobre la igualdad (cuando la mujer ya es socialmente considerada como “igual” al varón), sobre el aborto (cuando los derechos de la mujer se superponen a los derechos del non-nato), incluso sobre la ordenación de los apellidos (cuando para establecer genealogías lo más adecuado es seguir un patrón y no permitir que cada miembro de la pareja o el funcionario de ventanilla, decidan que apellido es el primero). Todo esto y una legislación sobre materia sexual excepcionalmente proteccionista en relación al mundo gay, fue la gran y única aportación del zapaterismo entre 2004 y 2008.

En la segunda legislatura todo esto se hundió. El PSOE había olvidado que la mujer es algo más que un “sujeto sexual igualitario”: es madre, es esposa, es trabajadora. Como madre y esposa ha visto como su marido y sus hijos entraban en las listas del paro. Como trabajadora se ha visto ella misma arrojada al empleo basura, a los salarios de miseria y a la amenaza del paro. Y ahora el PSOE le piden su voto…

Por nuestra parte lo que prevemos (y pedimos) es precisamente un voto de castigo del 50% de la población (la femenina) contra el PSOE. Se lo merecen: premiar la androfobia es malo para hombres, para mujeres y para la sociedad entera. Si eres “andrófono” no pasas de ser estar aquejado por una neurosis obsesivo-compulsiva de base sexual. Bueno, en realidad lo que merece este partido de gays, hombres soft, feminitudas y cuñaos enchufados es mucho más que un voto de castigo.

Por cierto, va siendo hora de que ZP diga claramente si Sónsoles es un tío.

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