De la filosofía del caganer a la filosophie du boudoir
Infokrisis.- El “caganer” es la aportación “nacional” catalana al belén. Tras el “caganer” hay toda una filosofía de la vida que descubre el estado de espíritu de la Catalunya nacionalista que tiene paralelismos con la “filosophie du boudoir” del Marqués de Sade. En este artículo vamos a ánalizar el "espíritu profundo" del nacionalismo catalán.
Hay mucho erotismo en la política catalana. Tiene gracia que la Generalitat haya puesto tanto énfasis en defender el dominio “.cat”, en Internet. También hay en ello cierta duplicidad que tiene mucho que ver con el erotismo: en inglés, “cat”, es gato, claro, sólo que tiene un sentido pornográfico. Y es que Catalunya es “una nació” y también un “chiste verde”.
El “caganer” como aportación catalana al Belén
Para el que no lo sepa, el caganer es una figurita de los belenes que, tan solo se coloca en Catalunya. Es una aportación típicamente local al “Belén Nacional de Catalunya”. La forma de la figurita es procaz: está en cuclillas, con las calzas o los pantalones bajados, defecando sobre un orinalito. En los últimos años, el caganer se vende travestido con el aspecto de cualquier personaje del momento: el año pasado con el rostro de Carod-Rovira y Maragall, este año, repitieron ambos (eludiendo el hecho de que se trata de dos cadáveres políticos), junto a los de la pareja feliz Leticia-Felipe.Así como el buey y el burro, la Virgen, San José y el Niño, tienen su lugar en el Portal de Belén, o los tres Reyes Magos van avanzando por el camino, la estrella aparece sobre el portal y los pastorcillos y su ganado, triscan sobre prados virtuales hechos de musgo y papel, también el caganer tiene un lugar específico: éste no debe ser visible. La imagen escatológica debe estar oculta a primera vista y hay que descubrirlo. Si alguien lo ve, no debe contarlo a otros; son ellos quienes, a su vez, deberán averiguar su paradero.
El paradigma de la Catalunya nacionalista
Difícilmente encontraríamos un símbolo que resumiera de forma tan perfecta, lo que es el espíritu de la Catalunya nacionalista. Lo entendí el día en que pude ver en la Plaça del Diamant la estatua dedicada a la protagonista de la novela de Mercé Rodoreda, “la Colometa”. Es un bronce en el que la protagonista del relato, alza su brazo, emite un grito desgarrado y muestra sus pechos metálicos al viento, atravesando un triángulo rectángulo, así mismo, metálico.
Pero si usted mira la parte de atrás de la estatua, verá como las nalgas y el sexo de “la Colometa” están cubiertos con una extraña (e improvisada) falda que le da un aspecto como de cucaracha. La Catalunya nacionalista es así: escindida entre el trasero ignoto de “la Colometa” y sus pechos de textura metálica al viento.
El culo de “la Colometa” existe, pero hay que ocultarlo, como la figurita del caganer, no sea que alguien lo descubra. Incluso en la “república autonómica catalana”, puede causar alarma el grito de “el rey está desnudo”.
Hoy, cuando el parlamento de Catalunya ha reinstaurado la censura en los medios de comunicación, lo que, en realidad, han tratado de hacer es que el culo de “la Colometa” permanezca oculto, o que el caganer siga perdido entre los musgos y los corchos del Belén. Como el 3%, sin ir más lejos. O la homosexualidad del anterior secretario general de ERC, o “Paty” la querida de Pujol y rival de doña Marta, los numeritos que les gustaba pedir a las prostitutas el primer president del Parlament, o los reiterados lingotazos de ginebra de quien ostenta la máxima dignidad autonómica de Catalunya, por no hablar de los niveles de corrupción que se dan en la autonomía y que se inauguraron con la quiebra de Banca Catalana, siguiendo con el nombramiento de De la Rosa como “prócer empresarial”, hasta llegar al nepotismo del tripartito, en donde hermanos, cuñados, esposas, tienen todos un lugar bajo el sol autonómico por cretinos, incapaces y estúpidos que puedan ser.
Esta es la Catalunya subterránea, oculta como el caganer, como el culo de “la Colometa”. Para que una autonomía así pueda sobrevivir precisa engañar al electorado vendiendo contenidos emotivos y sentimentales: la “nació catalana”, la “nostra llengua”, “els postres drets historics” y así sucesivamente. O la palabra “nación” en el texto del “nou estatut”, verdadero espantajo para evitar que la atención se fije en lo único importante: más de la mitad del texto dedicado a la financiación, es decir, a la pasta.
El caganer y el culo de “la Colometa” no existen para la “Catalunyha oficial”, por eso se ocultan. Si alguien descubre el emplazamiento del caganer, debe callar. Todos los medios de comunicación catalanes conocen las miserias de la Generalitat nacionalista. Todos, sin excepción. Y todos callan. Resulta milagroso que en Catalunya se vendan diarios: raramente encontraríamos una muestra tal de conformismo periodístico, ausencia de investigación y silencio cómplice. Leyendo sólo la prensa catalana se llegaría a pensar que en Catalunya nunca pasa nada. Y es que, Catalunya ha llegado antes que nadie y a efectos internos, al “fin de la Historia”, con permiso de Fukuyama. Ni una sola línea se ha escrito o dicho en radio o TV catalanas, sobre el boicot a los productos catalanes. Ni una y eso que este año el bajón de ventas en el cava puede haber llegado al 30-35%. En Catalunya está prohibido hablar del boicot y quien lo hace –la COPE, por ejemplo, o El Mundo- se arriesgan al cierre o a la sanción.
La nueva legislación aprobada por la que se crea el Consejo Catalán de Radiotelevisión, asegura que si hay alguna fisura en la omertá, el medio de comunicación que la protagonice se cerrará como en los peores tiempos de la Inquisición (que, por cierto, nació en “Catalunya Nord”, durante la guerra contra los cátaros; así que de casta le viene al galgo). Para ocultar las vergüenzas de la Generalitat nacionalista, ya no basta la distribución de subvenciones en forma de publicidad oficial. Para controlar a las radios, la Generalitat ha entendido que hace falta algo más que regular las horas obligatorias de emisión en catalán. Ahora, la censura caerá con todo su peso sobre los periodistas y medios que encuentren el caganer, en el Belén Nacional de Catalunya, esto es en la Generalitat.
Hará unos ocho años, TV3 emitió una teleserie que, como ninguna otra, arraigó en el público catalán. Vale la pena recordar su contenido. Una familia de cavistas (mira por donde) de un pueblo imaginario del Penedés, protagonizaba crímenes, asesinatos, bajezas, episodios de lesbianismo, homosexualidad, pasiones inconfesables, alcoholismo, suicidios, cornamentas sin fin, estafas, y así sucesivamente. Un culebrón bañado en cava, en definitiva.
“Nisaga de poder” ha llegado como ninguna otra teleserie catalana a alcanzar durante los tres años que se emitió cuotas de pantalla sin precedentes. En realidad, la calidad de la serie, no era superior a las que antes y después se han emitido, así que vale la pena preguntarse el porqué de su éxito.
En realidad, era otra salida a la superficie de la filosofía del caganer: lo oculto en la sociedad catalana debe permanecer oculto y si sale a la superficie debe ser como ejercicio de catarsis y exorcismo. “Nisaga de poder” exorcizó los fantasmas de las grandes familias de “la Catalunya profunda”. Lo que no se podía reconocer en la realidad –la corrupción alcanzada por el pujolismo y su 3%- se extremizaba en la virtualidad sádica de “Nisaga de Poder”.
Decía Julio Caro Baroja que cuando se cierre la puerta a la realidad, la realidad entra por la ventana. Cuando los medios de comunicación amamantados por la Generalitat y la clase política catalana, han sellado su pacto de omertá para ocultar las miserias catalanas, éstas aparecen en la sociedad catalana mediante imágenes como el caganer o teleseries como Nissaga de Poder.
La Generalitat Nacionalista y el divino Marqués
Dicen que el Consejo Catalán de Radio Televisión ha emanado de las instituciones tradicionales y del pueblo de Catalunya. Menos lobos. Comparar a la Generalitat histórica con la actual, es un chiste y cualquier parecido es pura coincidencia. Y en cuanto a la “voluntad popular”, en realidad, ha sido creada por los partidos nacionalistas (PSC y CiU, fundamentalmente) que han ejercido el papel de “diosecillos del mal”.
“La filosofía del tocador” (boudoir, en francés), puede resumirse así: el mundo ha sido creado por un dios malvado, o de lo contrario la maldad no sería omnipresente en el mundo. Por tanto, la forma más adecuada de entrar en contacto con dios (con el único “dios”), es mediante el ejercicio continuo y constante del mal. Este planteamiento, realizado por Alphonse Donatien marqués de Sade, a finales del siglo XVIII, explica el porqué todas las protagonistas de sus novelas son jóvenes ingenuas y virtuosos, escarnecidas constantemente por bárbaros inmorales y depravados. Quien no es como el dios malvado, se arriesga a no tener lugar en este mundo. Tal es el resumen de la filosofía del “sadismo”.
Digamos las cosas más claramente: el “nou Estatut” es un aborto de los “diosecillos del mal”, los dueños del 3%. El “nou Estatut” es el “Estatut del 3%”, no otra cosa. No existía demanda social de ningún “nou Estatut”, la sociedad catalana vivía perfectamente con el Estatut. El tripartito y CiU crearon la “demanda social” de la ruptura con el Estatut. Han facilitado contenidos emotivos y sentimentales capaces de cautivar la sensibilidad del electorado para ocultar lo esencial: su rapacidad, su ansiedad por administrar la totalidad de los impuestos en Catalunya. La pasta, vaya.
Los parlamentos no se legitiman solo el día de las elecciones. Es la eficacia y la honestidad en su gestión lo que les autoriza a gestionar los asuntos públicos día a día, durante cuatro años. Un parlamento que ha ocultado y acallado la discusión sobre el 3%, que ha impedido que se investigara, es, simplemente, un parlamento legal, pero ilegítimo y los documentos que va emanando su churrera legislativa, son, así mismo, ilegítimos. Cagadas de caganer. Como la Ley del Consejo Catalán de Radiotelevisión. Cagadetas de los diosecillos del 3%, aceptables sólo por un electorado masoquista punto cat.
© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es
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