NO a la Constitución Europea [Segunda Parte]
Redacción.- Publicamos la segunda parte de nuestra justificación para votar NO y movilizar a todos nuestros amigos y compañeros para hacer otro tanto en el próximo referendum sobre la Constitución Europea. Abordamos en esta segunda entrega el problema de los límites de Europa, y la ausencia de definición sobre las "raíces culturales de Europa", dos temas ambiguos que nos confirman en la necesidad de votar NO. Todo lo alto y claro que podamos.
3. Un ámbito de aplicación sin definir: ¿Europa hasta donde?
Resulta absolutamente sorprendente que en la Parte I, Título I (De la definición y los objetivos de la Unión), no exista ni un solo artículo en donde se definan los límites territoriales de la Unión, esto es el ámbito de aplicación del texto sometido a Referéndum. Se alude vagamente a que La Unión está abierta a todos los Estados europeos que respeten sus valores y se comprometan a promoverlos en común. Ahora bien ¿cuáles son esos estados europeos? ¿dónde se relacionan? ¿acaso habrá que tomar el listado de los países de Eurovisión como candidatos a integrarse en la UE? En tal caso países tan europeos como Israel, Marruecos o Turquía, serían buenos candidatos y futuros europeos de pleno derecho. ¿Y qué decir de Rusia que, hasta los Urales, es inequívocamente europea y que a partir de los zares Pedro y Catalina, está europeizada de pleno derecho?
Giscard ha querido ser en esto voluntariamente ambiguo, a pesar de que él, en lo personal, se opone al ingreso de Turquía en la UE. En cuanto a otros Estados, geográficamente europeos, cabría preguntarse ¿la futura Gran Albania comparte los valores de la Unión, o dicho de una manera más genérica: el mundo islámico, a partir de un análisis mesurado de su libro sagrado, ¿puede admitir los valores de la Unión sin traicionarse a sí mismo?
A todo esto, llama la atención que en 500 páginas de texto constitucional, los cacareados valores de la Unión supongan apenas 10 líneas (Artículo I-2): respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respecto a los derechos humanos, incluyendo los derechos a las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no-discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre hombres y mujeres. Pues bien, ni una sola de estas características, ni una, está presente en los países con mayoría islámica, ni conocemos a islamista alguno, que haya luchado por estos valores, ni en su país de origen, ni mucho menos en el territorio de la Unión: más aún, en su inmensa mayoría, estos contingentes islamistas transplantados a Europa, no siguen practicando sus más odiosas tradiciones seculares, desde la poligamia a la ablación del clítoris, siguen considerando a la mujer como una figura de segunda fila completamente subordinada a la autoridad del varón, una verdadera propiedad de éste, y se muestran intolerantes hacia cualquier otra comunidad, tendiéndose, en Barcelona y en Berlín, en Gottenburgo y en Milán, a la formación de guetos étnico-religiosos, de los que son virtualmente expulsados y marginados los pertenecientes a cualquier otra confesión religiosa, o simplemente laicos. En cada gran ciudad de Europa Occidental existe una Bosnia musulmana en desarrollo.
Así pues, ¿para qué engañarnos? ¿para qué negar la realidad? ¿para qué una política de paños calientes con una religión que permanece inalterable como en lo más profundo de la edad media y que destila grandes dosis de fanatismo y odio hacia todo lo que representa, precisamente, los valores occidentales? ¿Por qué en el texto constitucional no existe ni un solo punto que prevea que los extranjeros residentes en la Unión deben firmar una declaración jurada en la que aceptan los valores de democracia, igualdad, tolerancia y libertad, las costumbres, lenguas y tradiciones de la Unión? ¿por qué no se exige reciprocidad en la tolerancia de las prácticas religiosas? El día en que pueda celebrarse en una iglesia de Arabia Saudí una misa o un oficio religioso no islámico, ese día debería autorizarse la práctica del culto islámico en Europa. En tanto esto no ocurriera es absolutamente intolerable que, precisamente ese país, siga financiando las redes de mezquitas fundamentalistas, como es intolerable que el 50% de los marroquíes residentes en Europa se declaren admiradores de Bin Laden.
Europa debe tener una identidad propia. Esa identidad se inicia con el reconocimiento de sus raíces comunes, de su historia común, de una exaltación de los lugares comunes a todos los pueblos de Europa. Pues bien, sobre estas materias no existe ni una sola línea entre los 500 folios del texto a votación.
Usted ¿sería capaz de firmar un contrato en el que no estuviera claro cuál es el objeto del mismo? ¿sería capaz de adquirir un apartamento sin conocer sus metros cuadrados y su orientación? Pues eso precisamente es lo que el talantudo ZP nos está proponiendo: que votemos un texto ambiguo e indefinido.
De hecho, en el verbalismo humanitarista del Título I, encontramos todos los mitos propios de la izquierda más rancia y obtusa: La Unión combatirá la exclusión social y la discriminación y cimentará la justicia y protecciones sociales (Artículo I-3, párrafo 3). Sabemos lo que esto significa: subvencionar indefinidamente la integración de aquellos que no quieren ser integrados y definir como racistas y xenófobos a aquellos que alertan sobre el poco resultado de todas las cantidades invertidas en tan noble fin. La historia de absolutamente todos los países de Europa Occidental que desde hace 25 años vienen sufriendo sucesivas oleadas migratorias particularmente de los países islamistas, es elocuente: contra más gasto social se realiza en pro de la integración, menos resultados se obtienen. ¿Hay que recordar que nuestros inmigrantes, gallegos y andaluces, extremeños y castellanos, no recibieron ni un solo franco o marco para su integración y que, sin embargo, se integraron socialmente en los países en los que los acogieron?
Sabemos lo que este verbalismo supone: una pelea en una discoteca en la que se enfrentan jóvenes europeos y norteafricanos es considerado un acto xenófobo e intolerante de los primeros pero el hecho de que la casi totalidad del mercado de la heroína sea controlado en Francia por argelinos como todo el mundo sabe- no tiene la misma catalogación, aun cuando sean, mayoritariamente jóvenes de origen francés, quienes consumen esta droga dura.
4. Las raíces de Europa. Europa desarraigada.
Pero hay algo más en todo esto. El absurdo de la propuesta constitucional se hace surrealista si tenemos en cuenta que se trata de crear, en la práctica, una federación de Estados-Nación que se llama Unión Europea pero se exaltan los valores de diversidad cultural y lingüística. Unidad y diversidad, son valores opuestos.
Somos profundamente europeístas: estamos firmemente convencidos de que las raíces de los diferentes pueblos de Europa son comunes: hemos tenido el común el mundo clásico se extendió primero por el Mediterráneo, pero luego, con la catolicidad, alcanzó a toda Europa. Lo más lógico hubiera sido proponer en el texto constitucional una fórmula que conjugara unidad y diversidad y esa fórmula implicaba, necesariamente, aludir al mundo clásico y a las raíces cristianas de Europa. Algo que la izquierda europea no estaba dispuesta a asumir por que, precisamente, sus raíces, proceden del momento preciso en que se rompe el ekumene medieval y la conciencia de unos orígenes comunes (Roma el Imperio Carolingio el Sacro Imperio) que contradicen los valores de la izquierda europea: tradición, idea de Imperio, una política basada en principios éticos y morales y no en la omnipotencia y omnipresencia del mercado (dice el Artículo I-3/2: La Unión ofrecerá a sus ciudadanos ( ) un mercado interior en el que la competencia sea libre y no esté falseada ).
Tanto la romanidad, como la catolicidad medieval, supusieron momentos en los que en toda Europa se tenía conciencia de pertenecer a un mismo bloque (el Imperio), del cual, cada parte, o reino, era una nacionalidad (no una Nación, por que, a pesar de que ZP lo ignore, existe diferencia entre nación y nacionalidad). Era muy fácil, para los redactores del tratado constitucional, apelar a estas raíces para generar las bases ideológicas necesarias para insertar en el documento, valores reales. En lugar de eso, la izquierda europea (que tras perder el marxismo, perder el apoyo de la clase obrera, no le queda más que los intelectuales, los residuos de otro tiempo y las minorías sexuales) y los micronacionalismos (es decir, la no-Europa), impusieron la alusión a la pluralidad que llega incluso a la divisa de la Unión: Unidad en la diversidad.
Ni una sola alusión a la cuestión de las lenguas regionales, a su tratamiento, a su consideración; ni una sola alusión a promover una lengua vehicular común que se enseñe en las escuelas y facilite la comunicación entre las distintas partes de Europa; ni una sola alusión a iniciativas que fomenten que la Unión sea, verdaderamente, eso: una unión y no un agregado de fragmentos, cada vez más pequeños que, con la irrupción de los micronacionalismos, corre el riesgo de balcanizar toda Europa con 70 lenguas diferentes cada una de las cuales reclama derechos de igualdad en relación a las demás.
Llama la atención que el texto que estamos utilizando para valorar la Constitución Europea haya sido distribuido en Barcelona por un diario realizado en castellano, distribuido, fundamentalmente, en Cataluña y que el texto esté escrito en valenciano, a causa de un error de la Generalitat de Catalunya al presentar la traducción a la UE. La doctrina oficial de la Generalitat es que el valenciano y el catalán son la misma lengua lo curioso es que un texto valenciano tiene un razonable número de palabras completamente diferentes, que lo hacen raro para un catalán. Y si fuera al revés, ocurriría justamente lo mismo. Esta surrealista situación deriva de no haber sabido, querido o podido cerrar las puertas a las discusiones: a cada Estado Nacional corresponde una lengua vehicular (salvo Bélgica que, constitucionalmente, tiene dos).
La ambigüedad es el paradigma con el que se ha desarrollado este texto. Solamente en aquellos aspectos, absolutamente secundarios (bandera, himno, moneda, día de Europa), existe la concreción necesaria para que no haya lugar a la ambigüedad: sabemos, por ejemplo, que el 9 de mayo (no el 8, ni el 10) es el Día de Europa. Ignoramos, por el contrario, los límites geográficos y las raíces culturales de Europa.
Pero, además, es que da la sensación de que quienes han redactado este documento pretendan robarnos nuestras raíces: la definición de los valores de la Unión es tan absolutamente breve (10 líneas), en relación a la totalidad del tratado (500 folios), que es evidente que de lo que se trata es de articular una Unión sin principios o con unos principios tan absolutamente ambiguos que cada cual pueda interpretarlos como quiera.
En tanto que europeístas convencidos, estamos firmemente persuadidos de que la Unión Europea solamente será viable, si las medidas que tienden a resaltar los valores de unidad entre los Estados-Nación, es superior a los esfuerzos puestos en resaltar los valores de diversidad. Si se tiende a crear una unión, todo lo que no entra en esa dirección, es lo que se ha dado en llamar no-Europa. Y, ningún político con sentido de Estado o con visión europea puede apoyar los esfuerzos para la construcción de la no-Europa.
Nos ofrecen una Europa sin raíces, una Europa en la que cabe todo. Por eso, es preciso votar NO al referéndum constitucional y exigir que el texto se mejore incluyendo la referencia a las raíces cristianas de Europa.
(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es
3. Un ámbito de aplicación sin definir: ¿Europa hasta donde?
Resulta absolutamente sorprendente que en la Parte I, Título I (De la definición y los objetivos de la Unión), no exista ni un solo artículo en donde se definan los límites territoriales de la Unión, esto es el ámbito de aplicación del texto sometido a Referéndum. Se alude vagamente a que La Unión está abierta a todos los Estados europeos que respeten sus valores y se comprometan a promoverlos en común. Ahora bien ¿cuáles son esos estados europeos? ¿dónde se relacionan? ¿acaso habrá que tomar el listado de los países de Eurovisión como candidatos a integrarse en la UE? En tal caso países tan europeos como Israel, Marruecos o Turquía, serían buenos candidatos y futuros europeos de pleno derecho. ¿Y qué decir de Rusia que, hasta los Urales, es inequívocamente europea y que a partir de los zares Pedro y Catalina, está europeizada de pleno derecho?
Giscard ha querido ser en esto voluntariamente ambiguo, a pesar de que él, en lo personal, se opone al ingreso de Turquía en la UE. En cuanto a otros Estados, geográficamente europeos, cabría preguntarse ¿la futura Gran Albania comparte los valores de la Unión, o dicho de una manera más genérica: el mundo islámico, a partir de un análisis mesurado de su libro sagrado, ¿puede admitir los valores de la Unión sin traicionarse a sí mismo?
A todo esto, llama la atención que en 500 páginas de texto constitucional, los cacareados valores de la Unión supongan apenas 10 líneas (Artículo I-2): respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respecto a los derechos humanos, incluyendo los derechos a las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no-discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre hombres y mujeres. Pues bien, ni una sola de estas características, ni una, está presente en los países con mayoría islámica, ni conocemos a islamista alguno, que haya luchado por estos valores, ni en su país de origen, ni mucho menos en el territorio de la Unión: más aún, en su inmensa mayoría, estos contingentes islamistas transplantados a Europa, no siguen practicando sus más odiosas tradiciones seculares, desde la poligamia a la ablación del clítoris, siguen considerando a la mujer como una figura de segunda fila completamente subordinada a la autoridad del varón, una verdadera propiedad de éste, y se muestran intolerantes hacia cualquier otra comunidad, tendiéndose, en Barcelona y en Berlín, en Gottenburgo y en Milán, a la formación de guetos étnico-religiosos, de los que son virtualmente expulsados y marginados los pertenecientes a cualquier otra confesión religiosa, o simplemente laicos. En cada gran ciudad de Europa Occidental existe una Bosnia musulmana en desarrollo.
Así pues, ¿para qué engañarnos? ¿para qué negar la realidad? ¿para qué una política de paños calientes con una religión que permanece inalterable como en lo más profundo de la edad media y que destila grandes dosis de fanatismo y odio hacia todo lo que representa, precisamente, los valores occidentales? ¿Por qué en el texto constitucional no existe ni un solo punto que prevea que los extranjeros residentes en la Unión deben firmar una declaración jurada en la que aceptan los valores de democracia, igualdad, tolerancia y libertad, las costumbres, lenguas y tradiciones de la Unión? ¿por qué no se exige reciprocidad en la tolerancia de las prácticas religiosas? El día en que pueda celebrarse en una iglesia de Arabia Saudí una misa o un oficio religioso no islámico, ese día debería autorizarse la práctica del culto islámico en Europa. En tanto esto no ocurriera es absolutamente intolerable que, precisamente ese país, siga financiando las redes de mezquitas fundamentalistas, como es intolerable que el 50% de los marroquíes residentes en Europa se declaren admiradores de Bin Laden.
Europa debe tener una identidad propia. Esa identidad se inicia con el reconocimiento de sus raíces comunes, de su historia común, de una exaltación de los lugares comunes a todos los pueblos de Europa. Pues bien, sobre estas materias no existe ni una sola línea entre los 500 folios del texto a votación.
Usted ¿sería capaz de firmar un contrato en el que no estuviera claro cuál es el objeto del mismo? ¿sería capaz de adquirir un apartamento sin conocer sus metros cuadrados y su orientación? Pues eso precisamente es lo que el talantudo ZP nos está proponiendo: que votemos un texto ambiguo e indefinido.
De hecho, en el verbalismo humanitarista del Título I, encontramos todos los mitos propios de la izquierda más rancia y obtusa: La Unión combatirá la exclusión social y la discriminación y cimentará la justicia y protecciones sociales (Artículo I-3, párrafo 3). Sabemos lo que esto significa: subvencionar indefinidamente la integración de aquellos que no quieren ser integrados y definir como racistas y xenófobos a aquellos que alertan sobre el poco resultado de todas las cantidades invertidas en tan noble fin. La historia de absolutamente todos los países de Europa Occidental que desde hace 25 años vienen sufriendo sucesivas oleadas migratorias particularmente de los países islamistas, es elocuente: contra más gasto social se realiza en pro de la integración, menos resultados se obtienen. ¿Hay que recordar que nuestros inmigrantes, gallegos y andaluces, extremeños y castellanos, no recibieron ni un solo franco o marco para su integración y que, sin embargo, se integraron socialmente en los países en los que los acogieron?
Sabemos lo que este verbalismo supone: una pelea en una discoteca en la que se enfrentan jóvenes europeos y norteafricanos es considerado un acto xenófobo e intolerante de los primeros pero el hecho de que la casi totalidad del mercado de la heroína sea controlado en Francia por argelinos como todo el mundo sabe- no tiene la misma catalogación, aun cuando sean, mayoritariamente jóvenes de origen francés, quienes consumen esta droga dura.
4. Las raíces de Europa. Europa desarraigada.
Pero hay algo más en todo esto. El absurdo de la propuesta constitucional se hace surrealista si tenemos en cuenta que se trata de crear, en la práctica, una federación de Estados-Nación que se llama Unión Europea pero se exaltan los valores de diversidad cultural y lingüística. Unidad y diversidad, son valores opuestos.
Somos profundamente europeístas: estamos firmemente convencidos de que las raíces de los diferentes pueblos de Europa son comunes: hemos tenido el común el mundo clásico se extendió primero por el Mediterráneo, pero luego, con la catolicidad, alcanzó a toda Europa. Lo más lógico hubiera sido proponer en el texto constitucional una fórmula que conjugara unidad y diversidad y esa fórmula implicaba, necesariamente, aludir al mundo clásico y a las raíces cristianas de Europa. Algo que la izquierda europea no estaba dispuesta a asumir por que, precisamente, sus raíces, proceden del momento preciso en que se rompe el ekumene medieval y la conciencia de unos orígenes comunes (Roma el Imperio Carolingio el Sacro Imperio) que contradicen los valores de la izquierda europea: tradición, idea de Imperio, una política basada en principios éticos y morales y no en la omnipotencia y omnipresencia del mercado (dice el Artículo I-3/2: La Unión ofrecerá a sus ciudadanos ( ) un mercado interior en el que la competencia sea libre y no esté falseada ).
Tanto la romanidad, como la catolicidad medieval, supusieron momentos en los que en toda Europa se tenía conciencia de pertenecer a un mismo bloque (el Imperio), del cual, cada parte, o reino, era una nacionalidad (no una Nación, por que, a pesar de que ZP lo ignore, existe diferencia entre nación y nacionalidad). Era muy fácil, para los redactores del tratado constitucional, apelar a estas raíces para generar las bases ideológicas necesarias para insertar en el documento, valores reales. En lugar de eso, la izquierda europea (que tras perder el marxismo, perder el apoyo de la clase obrera, no le queda más que los intelectuales, los residuos de otro tiempo y las minorías sexuales) y los micronacionalismos (es decir, la no-Europa), impusieron la alusión a la pluralidad que llega incluso a la divisa de la Unión: Unidad en la diversidad.
Ni una sola alusión a la cuestión de las lenguas regionales, a su tratamiento, a su consideración; ni una sola alusión a promover una lengua vehicular común que se enseñe en las escuelas y facilite la comunicación entre las distintas partes de Europa; ni una sola alusión a iniciativas que fomenten que la Unión sea, verdaderamente, eso: una unión y no un agregado de fragmentos, cada vez más pequeños que, con la irrupción de los micronacionalismos, corre el riesgo de balcanizar toda Europa con 70 lenguas diferentes cada una de las cuales reclama derechos de igualdad en relación a las demás.
Llama la atención que el texto que estamos utilizando para valorar la Constitución Europea haya sido distribuido en Barcelona por un diario realizado en castellano, distribuido, fundamentalmente, en Cataluña y que el texto esté escrito en valenciano, a causa de un error de la Generalitat de Catalunya al presentar la traducción a la UE. La doctrina oficial de la Generalitat es que el valenciano y el catalán son la misma lengua lo curioso es que un texto valenciano tiene un razonable número de palabras completamente diferentes, que lo hacen raro para un catalán. Y si fuera al revés, ocurriría justamente lo mismo. Esta surrealista situación deriva de no haber sabido, querido o podido cerrar las puertas a las discusiones: a cada Estado Nacional corresponde una lengua vehicular (salvo Bélgica que, constitucionalmente, tiene dos).
La ambigüedad es el paradigma con el que se ha desarrollado este texto. Solamente en aquellos aspectos, absolutamente secundarios (bandera, himno, moneda, día de Europa), existe la concreción necesaria para que no haya lugar a la ambigüedad: sabemos, por ejemplo, que el 9 de mayo (no el 8, ni el 10) es el Día de Europa. Ignoramos, por el contrario, los límites geográficos y las raíces culturales de Europa.
Pero, además, es que da la sensación de que quienes han redactado este documento pretendan robarnos nuestras raíces: la definición de los valores de la Unión es tan absolutamente breve (10 líneas), en relación a la totalidad del tratado (500 folios), que es evidente que de lo que se trata es de articular una Unión sin principios o con unos principios tan absolutamente ambiguos que cada cual pueda interpretarlos como quiera.
En tanto que europeístas convencidos, estamos firmemente persuadidos de que la Unión Europea solamente será viable, si las medidas que tienden a resaltar los valores de unidad entre los Estados-Nación, es superior a los esfuerzos puestos en resaltar los valores de diversidad. Si se tiende a crear una unión, todo lo que no entra en esa dirección, es lo que se ha dado en llamar no-Europa. Y, ningún político con sentido de Estado o con visión europea puede apoyar los esfuerzos para la construcción de la no-Europa.
Nos ofrecen una Europa sin raíces, una Europa en la que cabe todo. Por eso, es preciso votar NO al referéndum constitucional y exigir que el texto se mejore incluyendo la referencia a las raíces cristianas de Europa.
(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es
27 comentarios
Juan sin miedo -
Los demagogos de la intervención y los totalitarios anti-democráticos, esos que atacan la libertad prometiendo la salvación (¡qué manía de salvar a la gente!) pretender ser los pastores de una ciudadanía a la que consideran, cual borregos, unos ignorantes que no saben qué les benefician y qué pastos tomar: sólo consumir pastos estatales S.A. sostienen. Sin embargo, frente al socialismo que prometen dichos demagogos la GENTE LLEGA BUSCANDO LA PROSPERIDAD DEL CAPITALISMO. Por algo será...
FINAL
Juan sin miedo -
SIGUE...
Juan sin miedo -
El panorama que pinta de precariedad laboral, de subempleo, empobrecimiento y perdida de capacidad adquisitiva es absolutamente irreal y choca con la realidad cotidiana. ¿Qué existen situaciones sociales que se deberían mejorar? Por supuesto, pero pintar un desierto de derechos laborales y falta de empleo no casa con la realidad MAYORITARIA de nuestra sociedad.
Que existan situaciones monopolísticas (la última que el PSOE pretende perpetrar es el asalto de la Ley Polanco a los medios de comunicación), para nada nos debe conducir a pensar que tal circunstancia sea lo natural en el libre mercado; que se desarrolle la delincuencia en la sociedad no conduce a pensar que nuestra sociedad sea delincuente o que promueva la delincuencia. La enfermedad debe ser combatida no establecerse como situación general del enfermo. En este caso, el monopolismo se dirige al corazón del sistema de libre mercado y por extensión de la democracia (leer Hayek)
SIGUE...
Juan sin miedo -
Dice usted que vamos a situaciones monopolistas ¿Dónde, en España? Pues no, se equivoca usted. Desde que se instauró la democracia precisamente se ha desestatalizado multitud de negocios lastres mal gestionados y subvencionados que han mejorado la libre competencia liberalizando sectores que han traído más contratación y por tanto más prosperidad (la inversión española y extranjera, que siempre busca condiciones optimas, ha generado más empleo que ningún tipo de dirigismo o proteccionismo de estado)
No existe mejor política que la que permite que la libre competencia mejore servicios y precios, que es lo que busca el ciudadano. La pluralidad de, por ejemplo, los servidores de Internet permite mejorar la competitividad y por tanto las prestaciones de las que se beneficia el consumidor. Y además genera empleo.
SIGUE...
Juan sin miedo -
Y también lleva a otra parte: unir democracia a libremercado, no de manera falaz, sino real
Ni una sola objeción: sistema democrático dentro de un sistema de LIBRE MERCADO. Pero real como usted dice sin monopolismo, sin dirigismo, sin perjudicar o intervenir en la libre competencia (por eso lo de libre mercado) Perfecto, porque aquí estoy con usted: sólo dentro de un sistema democrático es posible establecer un sistema de mercado libre; y sólo la libertad de mercado ha traído la prosperidad.
SIGUE...
Juan sin miedo -
Usted mismo lo dice:
¿hay solución? Si, aplicando las soluciones que han permitido al capitalismo sobrevivir hasta hoy: se imponen medidas proteccionistas sobre los sectores más amenazados
Otra vez conforme. Permitir legislaciones que, protegiendo al ciudadano, permita que subsista el capitalismo como hasta ahora no puede ser más que una profundización en el capitalismo corrigiendo tanto el dirigismo que interviene en el libre mercado, como estableciéndose una medidas iguales y protegidas por la ley; lo contrario ni es libre mercado, ni capitalismo ni nada. Me ha sorprendido gratamente que la solución que defiende sea, efectivamente, un capitalismo mejorado que pueda sobrevivir como hasta ahora corrigiendo cualquier tipo de desigualdad; el socialismo es la desigualdad institucionalizada y dirigida desde el gobierno.
Lo vuelve a repetir usted:
El segundo elemento: hay competencia real en el mercado, cuando hay competidores que parten de similares puntos de partida
Es decir, que se busca la competencia real y efectiva dentro del mercado. Perfecto. Y tal circunstancia no puede darse más que en un mercado regido por unas leyes justas. Pero del presente punto me alegra que se sobreentienda que la competencia circunscrita al ámbito del mercado es buena y necesaria; y libre añado yo, pues si no NO ES COMPETENCIA. Por ahí se debe marchar.
SIGUE...
Juan sin miedo -
Las leyes del mercado son válidas cuando se dan una serie de circunstancias
Efectivamente, lo que nos debe conducir a ahondar en la articulación de un proyecto DE MERCADO con unas leyes que sean válidas: iguales, regidas por la ley, de libre competencia, basada en la propiedad privada, etc., etc.; todo muy lejos de ningún tipo de socialismo o colectivismo (alguno desde la atalaya disidéntica se estará tirando de las patillas por este comentario, y acometerá contra usted desde su habitual y censurada tribuna: reclaman un sitio en los medios mientras ellos no dejan de denostar, insultar y CENSURAR al quienes motejan de liberales, derechistas, etc.; por cierto, que poco se mueven CONTRA Zapatero, a diferencia de contra Aznar)
ernesto -
No se puede comerciar en libertad con quien no produce en libertad. Es así de sencillo y esto lleva, necesariamente y de nuevo a restricciones y protecciones arancelarias.
Ni soy economista ni me gusta la economía. Soy pagano: me toca pagar, y para pagar hay que ganar. Si no se gana no se paga. Si no se gana suficiente no se pueden afrontar los gastos. Si hay angustia por el trabajo es imposible vivir el libertad. El liberalismo salvaje crea angustia aquí (contratos basura, especulación disparada, salarios insuficientes, deslocalización, inmigración, etc.) y allí (pobreza, inmigración que debe de irse, dictaduras, grandes acumulaciones de riqueza al lado de la miseria más absoluta, mafias, condiciones laborales de explotación pura y simple, etc.). Por tanto debe de ser encauzado y contenido. ¿Se ha aplicado? siempre han existido aranceles y solamente ahora el dogma proclama que son malévolos. Osea que sí se ha aplicado.
ernesto -
El segundo elemento: hay competencia real en el mercado, cuando hay competidores que parten de similares puntos de partida. Pero si un competidor lanza al mercado productos en condiciones ventajosas, basándose en la ignorancia más absoluta de cualquier normativa de tipo social o laboral, con salarios de miseria, sin Seguridad Social ni protecciones al desempleo, amparado en formas de organizaciones social feudales... mientras que el otro tiene todos los gastos acumulados que genera un Estado del Bienestar (o algo aproximado), entonces entonces no hay igualdad en la competencia. Un competidor parte con ventaja.
Y esto lleva, necesariamente y de nuevo a las protecciones arancelarias que corrijan las desigualdades.
Y también lleva a otra parte: unir democracia a libremercado, no de manera falaz, sino real. Hay democracia, no donde hay mercado libre, sino donde hay mercado en igualdad de condiciones. Hay democracia donde la población puede vivir con libertades políticas y garantías sociales. Si no hay lo segundo, lo primero es una ficción.
ernesto -
Juan sin miedo -
Lo dicho ¿cuál es la alternativa?
Enrique Ravello -
Hemos hablado del tema en otros correos. Sinceramente creo que todo está ya escrito.
Simplemente añadir que nuestro sí no es ideológico sino político, precisamente por las posibilidades de este tipo que abre el TCE y Niza -partícipe de los mismos problemas y carencias del TCE- dejaba bloqueadas.
ernesto [a enriqueravello] -
La postura que algunos sosteneis ante el Tratado, es insostenible. Confundís la perspectiva política con la ideológica. Son dos planos completamente diferentes. El Tratado de la Unión es "político", los riesgos que implica son políticos. La crítica que veo que haces es ideológica que no es la que corresponde... por que no hay ningún punto de coincidencia entre los redactores del tratado y nuestra familia política.
El enemigo no es el que pide que se incluya lo de las raíces cristianas de Europa, sino el liberalismo salvaje que respiran los redatores del tratado.
Estar de acuerdo en esto, lleva directmanete al no, sin más discusión.
Enrique Ravello -
No eres tú el que me nombras a mí o a Disidencias.
Un saludo,
Enrique.
FeR -
Enrique Ravello -
Lamento que éste sea el tono habitual entre los que intentamos luchar por objetivos comunes. Nuestras fuerzas son demasiado débiles, no podemos darnos el lujo de caer en peleas continuas que no llevan a nada.
Niego mi calidad de indocumentado, pues siempre firmo mis correos y mensajes con mi nombre y apellidos.
Por suerte o desgracia, hace muchos años que dejé de ser niño y estoy muy lejos de considerarme nada parecido a un intelectual.
Tengo curiosidad por saber desde qué atalaya alguien puede lanzar esas fáciles descalificaciones.
En mi caso no han sido tantos los años de diálogo, tampoco considero nuestras conversaciones ni el acto que organizamos en Valencia como un camino a la locura. Pero siempre es bueno saber qué valoración hace el otro contertulio.
A FER decirle que me da la impresión de no haber interpretado bien mis mensajes, y añadir que no considero necasario buscar en infokrisis argumentos para rebartirme. En nuestro intercambio no pretendo ni "ganar" ni tener razón, sólo incluir argumentos para la reflexión y el enriquecimiento ideológico de nuestra área política. Algo a lo que también se dedica Ernesto Milá, y que, estoy seguro, conseguiría con mayor éxito, si se intentasen evitar comentarios como a los que he referido en este mensaje.
Cordialmente,
Enrique Ravello.
ernesto -
FeR -
Yo no me había planteado nunca lo de mencionar las raíces cristianas como algo prioritario. Pero me pareció tan insidioso el argumento que sostenían estos contertulios (a saber, que la mención al cristianismo favorecería la entrada de Turquía e Israel) que procedí a contestarles. Y ahora, después de seguir todo este debate, sí creo que lo de la mención a las raíces cristianas es algo importante. Lo cual no excluye que se mencionen otras raíces como Roma o la Grecia clásica. Pero ni por esas, oye. Parece ser, según estos contertulios, que la mención a Grecia o a Roma, también escondería un caballo de troya del cristianismo, y por consiguiente, del judaismo, puesto que Roma y Grecia fueron cristianizadas. Incluso me llegaron a decir que sí por un casual se hubiera mencionado lo de las raíces cristianas en la Constitución, entonces hubieron pedido de forma activa el NO. En fin ¡¡alucinante!!
Me alegra pensar que vosotros dos compartís mi opinión, teniendo en cuenta que no sois dos "catolicarras" precisamente.
Un abrazo.
Bluemer -
El Crsitianismo no solo se refiere al Vaticano sino a todas sus modalidades. Anglicanismo, Protestantismo, Luteranismo. Pero todas son de orígen europeo y han contribuído al desarrollo histórico de nuestro continente.
Al igual que todas han evolucionado y no son incompatibles con la sociedad europea. ¿Cómo podrían serlo si emanan de la misma esencia étnica europea?
Saludos
Bluemer -
Por ese motivo, me hubiese gustado el reconocimiento explícito de nuestras raíces cristianas como barrera socio-cultural a países en donde ellos mismos tendrían que elegir entre su supeditación moral a La Meca o ser Europeos.
En definitiva: me hubiese gustado trasladar el debate a esos países y que ellos decidieran su incompatibilidad antes de haberles facilitado su ingreso con todas las garantías de que Europa acogerá estados miembros que podrán supeditar sus intereses a otros bloques de civilización ajenos y opuestos al europeo. Y eso, queridos señores, no se para solo con una simple declaración de valores comunes.
Es solo una opinión personal
Saludos
Bluemer -
Tal ha sido el caso ya, que durante la toma de la isla perejil, la tropa española de origen musulmán se declaró "de baja por enfermedad" para no luchar contra sus hermanos de Fé y nada pudo impedírselo.
O el caso de la poligamia. Se acogerán al derecho de libertad religiosa que modificará las leyes, ya que, el cristianismo como raíz de identidad Europa estará anulado totalmente.
(continua) .../...
Bluemer -
No olvidemos que tanto el islamismo integrista que se rige por la ley Coránica, como el judaísmo ortodoxo que supedita todo a los intereses de Israel, son enemigos e incompatibles con los intereses de la Europa Occidental.
Omitiendo del TCE los valores y "sede moral" del cristianismo, allana infinitamente el camino a partidos políticos cuyos intereses, reglas socio-culturales y financiación están en La Meca (Arabia Saudí) o Israel.
Vuelvo a repetir que no se trata de obligar a todo ciudadano europeo a ser cristiano, sino de reconocer unos valores cristianos cuyos intereses están en Europa, salvaguardan el derecho a la vida, impiden la poligamia, los malos tratos o discriminación de la mujer y, sobretodo, impide moralmente a los seguidores del islamismo o judaísmo la justificación (que es lo que va a suceder) de la financiación a países del mundo islámico o a Israel.
(continua).../...
Bluemer -
Tomando en cuenta que tu pregunta iba dirigida a Ernesto y que su acertada respuesta ha sido una desde el punto de vista Histórico, intentaré aportar mi humilde opinión.
Empiezo analizando la diferencia entre un reconocimiento de nuestras raíces más predominantes (que no las únicas, también son paganas) y estas son las cristianas.
No se trata de perseguir un modelo de Europa que excluya la práctica o culto individual a otras religiones, sino de reconocer que nuestra Historia está intrínsicamente ligada al cristianismo tanto en la formación y desarrollo de los estados, como en la base de unos mínimos valores sociales y la "autoridad moral" que reside en un país Europeo (Vaticano) independientemente que se sea cristiano o no. El culto individual es una cosa y el culto a nivel de grupo parlamentario es otra y muy peligrosa.
El problema viene cuando admitimos a países cuya religión mayoritaria y lo peor de todo, cuyos partidos políticos institucionales supeditan toda autoridad socio-cultural a lugares tan extraños e incompatibles como La Meca o Israel.
Si un grupo parlamentario como es el caso de Turquía dicta leyes que son compatibles con la sharia islámica, fomenta la discriminación entre sexos, permite la poligamia legal, los malos tratos permitidos en el Corán y exige la financiación del islamismo ¿Cómo podemos frenarlo si el TCE permite la integración de países islámicos?
(continua).../...
ernesto -
Ni Turquía ni Israel tienen raíces cristianas, a menos que se considere que Ankara no es Ankara sino Constantinopla y pedir, educadamente, eso sí, a los turcos que regresen a las fronteras anteriores al saqueo de Constantinopla a principios del siglo XV.
En cuanto a Israel... no se si a los lumbreras de esos foros les han informado que por ahí la gente va sin prepucio, motivo más que suficiente como para pensar que ni geográficamente, ni étnicamente, ni religiosamente, las raíces de Israel tienen algo que ver con "raíces cristianas". Lo dicho, que hay mucho lumbrera por esos foros de miseria.
FeR -
emila@pyrelibros.com -
ernesto
Bluemer -
Yo escribí varios posts al respecto en otros foros y coincido totalmente con este blog. Una de los puntos más escabrosos es el haber omitido deliberadamente el espacio geográfico de Europa para así dar cabida a países como Turquía (que es ya un hecho casi consumado)u otros del arco Mediterráneo-Norteafricano que nada tienen en común con los valores o Historia de Europa.
Felicidades de nuevo por estos artículos y, si el autor me da la autorización correspondiente, me gustaría incluirlos en varios foros políticos. Siempre citando la fuente, por supuesto.
Saludos