NO a la Constitución Europea [Primera Parte]
Redacción.- Iniciamos la serie de artículos sobre el referendum constitucional, animando a nuestros lectores a Votar NO y a hacer campaña por el NO en el próximo referéndum sobre la Constitución Europea. Esta serie tendrá un total de cuatro entregas y aparecerá en los próximos días. Ante el desinterés y el absentismo general, creemos que es una obligación ética y política, acudir a los colegios electorales el próximo día 20-F, con el NO marcado en la papeleta.
Referéndum del 20 de Febrero 2005
NO AL TRATADO POR EL QUE SE ESTABLECE UNA CONSTITUCION PARA EUROPA
[Primera Parte]
Cuando faltan solamente unos días para ir a votar en el próximo referéndum y cuando, tanto las autoridades como la población en general, manifiestan su más absoluto desinterés por la consulta, hemos decidido realizar unas
Introducción:
Un referéndum inútil, un referéndum-trampa
El gobierno no ha sido honesto en la convocatoria de éste referéndum, no ha informado a la población sobre las resultantes de su voto: nadie sabe exactamente qué ocurrirá si vence el NO, o si no hay quórum, nadie sabe exactamente en dónde radica la importancia de su voto y la inmensa mayoría de electores no han leído la totalidad del texto constitucional.
Este referéndum ha sido convocado por el gobierno como medida cosmética en dos direcciones:
1.- Para dar la sensación de que está abierto a la participación popular como forma de plasmar el tan cacareado talante.
2.- Como elemento cosmético que ayudara a popularizar entre la población la Unión Europea e hiciera a llegar a los ciudadanos la idea de que formamos parte de una entidad supranacional.
El problema radica en que la campaña de marketing y publicidad que el gobierno ha abordado ha tenido un perfil muy bajo, se ha realizado con un presupuesto mínimo, en un tiempo muy reducido, en el que, por lo demás, están ocurriendo otras muchas incidencias en la política española que contribuyen a alejar el interés de la opinión pública en torno al referéndum.
Intentar popularizar el contenido del texto constitucional a partir de la afición al fútbol y mediante la lectura del articulado de la constitución por parte de personajes conocidos en el mundo del deporte, es una idea pobre y sin resultados prácticos.
Pero lo peor no es eso, sino que no está clara la importancia del voto: no se sabe por ejemplo lo que implicaría si el NO saliera como opción mayoritaria. La lógica indicaría que el gobierno español se comprometía ante la ciudadanía a no firmar el Tratado pero éste ya se ha firmado en Roma el 24 de enero de 2004. En esa circunstancia, el gobierno debería comprometerse a obtener de las instituciones europeas una mejora, una revisión y una reforma del texto.
Pero el gobierno ZP tiene un gobierno de importancia muy aminorada en Europa. Su aislamiento es cada vez más evidente: no sólo ha roto la línea del gobierno anterior, enfrentándose a sus antiguos aliados, sino que no ha logrado reconstruir una línea que inspire confianza entre los que se enemistaron con el español a causa de la presencia de Aznar en la Cumbre de las Azores.
El gobierno no ha planteado claramente lo que hará si la soberanía popular rechaza el texto del Tratado. En realidad, carece de respuestas. No es ahora cuando había que someter este tratado a referéndum sino en el momento en que fue presentado y, desde luego, antes de la firma.
De ahí que este referéndum sea apenas una muestra de la demagogia gubernamental que, accede a una consulta popular en un tema que está ya resuelto y que, por tanto, votemos lo que votemos, no va a cambiar el curso de los acontecimientos, para evitar realizar consultas y reformas sobre temas mucho más importantes y candentes. ¿Podía esperarse otra cosa de un gobierno débil y cobarde, sentado en el poder gracias a unas elecciones fraudulentas y bajo la presión de 192 muertos utilizados mediáticamente por las brigadas mediáticas del PriSOE?
Si a Europa, no a esta Constitución
Vamos a ser claros: de todos los países de la Unión Europea, España es, probablemente, el que más se ha beneficiado con el integración a Europa. En quince años, el flujo de euros a nuestro país ha posibilitado el que se superaran los peores momentos de la crisis económica que estalló a partir de 1992, cuando la política del felipismo elevó los intereses hasta el 19%, hizo imposible la inversión, sumió al país en una profunda crisis moral y política (GAL, corrupción, paro, desencanto) y dejó vacías las arcas del Estado.
Pues bien, fue gracias a los Fondos Estructurales que nuestro país logró acometer un ambicioso programa de obras públicas que han transformado la fisonomía de España en pocos años. Gracias a estos fondos se han podido realizar trazados del AVE, subvenciones a la agricultura, restauración de catedrales y cursos de reciclado para trabajadores, ambiciosos programas de investigación científica y de formación universitaria, etc. Resulta muy difícil afirmar que la bonanza que la economía española registró a partir de 1995, fue posible sin el flujo de estos fondos.
Con razón Schröder expresó su malestar por la actitud de Aznar, opuesta a la guerra de Irak, recordando que con los millones de euros llegados a España, bien podía mantenerse el equilibrio presupuestario y el déficit cero. Y tenía razón. De ahí que, en tanto que españoles, conscientes de que la economía española se ha beneficiado extraordinariamente, tanto de la creación del Euro, como de las ayudas comunitarias, nos sea extremadamente difícil, pedir el voto negativo al Tratado.
Mucho más si tenemos en cuenta el papel al que está llamada la Unión Europea en el futuro. En 15 años, hemos pasado de un mundo bipolar, tenso pero estable, a un mundo unipolar, distendido, pero inestable. El día en que las tropas americanas derribaron la estatua de Saddam Hussein en Bagdad, el imperio americano vivió su cenit. A partir de ese momento, cuando se ha comprobado la incapacidad del dispositivo del Pentágono para pacificar la región y el que 25.000 guerrilleros mantengan en jaque a 250.000 marines y personal civil armado y a una cantidad similar de colaboracionistas iraquíes, demuestra hasta qué punto, ha llegado la debilidad militar norteamericana y su incapacidad para intervenir en un conflicto más allá de los bombardeos estratégicos masivos. A esto se une la situación de la economía norteamericana con un déficit en su balanza de pagos de 400.000 millones de dólares, déficit histórico jamás vivido por nación alguna. La economía norteamericana pende de un hilo y junto al crack que puede desencadenarse, la crisis de 1929 parece que será un juego de niños.
Pero hay algo más: la crisis del americanismo es la crisis de un modelo de relaciones internacionales. La única posibilidad que se abre a partir de ahora es una estabilidad mundial basada en cuatro polos: tres eurasiáticos y uno marítimo. Rusia, China y la Unión Europea, de un lado y la thalasocracia americana de otro.
El modelo de Estado-Nación que desde la Paz de Westfalia ha dominado en Europa y que se impuso definitivamente a partir de 1789 y de las siguientes revoluciones burguesas, ya no responde a las necesidades del actual momento histórico. Las necesidades investigación científica y técnica, superan, frecuentemente, los presupuestos y las posibilidades de un solo Estado. El Airbus ha absorbido un presupuesto superior al del Estado Español. Por esto es necesaria la cooperación internacional y la formación de bloques geopolíticos: el bloque árabe, el bloque sudamericano, el bloque europeo, el bloque norteamericano, el bloque ruso y el bloque chino Ningún Estado Nacional está hoy en condiciones, ni tiene los recursos suficientes como para emerger en este panorama en el que no queda más remedio, ante las necesidades del desarrollo futuro, que volver la vista atrás, revisar la historia, examinar las constantes geopolíticas, para establecer cada país en qué bloque puede adherirse.
Y en este terreno, no hay absolutamente ninguna duda de que España forma parte de la Unión Europea, no sólo por la firma de un Tratado, sino por las raíces históricas y geopolíticas que unen nuestro país a otros del continente. Somos hijos del mundo clásico y de la catolicidad. Somos, por tanto, Europa.
De ahí que el NO que proponemos al Tratado sea un NO a un texto deforme, de contenidos limitados, ambiguo, que no responde a las necesidades de Europa. Decimos No a este Tratado, porque decimos SI a Europa.
1. La Unión Europea como extensión del proceso globalizador.
Para evaluar el Tratado hemos manejado la edición distribuida en catalán por el diario La Vanguardia, con 168 páginas. En un referéndum, lo lógico hubiera sido que el Estado convocante se asegurase se que los ciudadanos sabían lo que iban a votar, mediante la entrega de un ejemplar del Tratado a cada familia y a cada domicilio. Y desde luego un período mayor de debate. Pero el referéndum-trampa, no se podía permitir ni destinar unos fondos muy superiores para pagar gastos de imprenta y distribución y ha preferido gastárselos en una publicidad-trampa en la que no queda claro lo que se va a votar.
Pues bien, en las 168 páginas del texto hay una ausencia que merece ser reseñada por que ya, a partir de este momento, es suficiente como para decantar nuestra intención de voto.
En ningún punto del texto del Tratado se alude a los efectos perniciosos de la globalización, en ningún artículo se dice que una de las misiones de la Unión Europea será velar por la independencia económica de sus Estados miembros, no se reconoce en ningún lugar que millones de europeos rechazan el proceso globalizador y que el mundialismo es una lacra que, a la postre, sellará la debilidad de la Unión.
Por que una cosa es aceptar la existencia de un mercado mundial y otra muy diferente, aceptar que esté formado por países con muy distintas legislaciones, regulaciones laborales, derechos humanos y niveles salariales, que falsean completamente el mercado y hacen que unos países (aquellos en los que el movimiento obrero logró un alto nivel de bienestar y de derechos sociales y sindicales, por tanto, también salariales) compitan en situaciones de desventaja con otros (aquellos en los que no existe huella alguna de movimiento obrero, donde no hay derechos sindicales, donde los salarios y las condiciones laborales se encuentran en una situación equivalente a la Inglaterra de mediados del siglo XIX, con trabajo infantil, sobreexplotación, salarios de miseria, jornadas interminables, etc.).
Solamente en una mente criminal y perversa, ajena por completo a la realidad social que se vive en otras partes del mundo, puede suponer que dos formas económicas tan absolutamente diferenciadas, puedan competir en situación de igualdad en un mercado mundial.
Hasta ahora, los antiglobalizadores de izquierda, no habían entendido que lo único que suponía un baluarte y una muralla contra la globalización, no eran los foros sociales, sino las instituciones estatales: parlamento, magistratura, fuerzas armadas, diplomacia, etc. Por que hasta ahora los Estados Nacionales han tenido en su manos las armas suficientes para legislar (parlamento), emitir dictámenes y sentencia (magistratura), asegurar la defensa nacional (fuerzas armadas), negociar tratados (diplomacia), etc., capaces de cerrar el paso, eficazmente, al proceso antiglobalizador.
Los antiglobalizadores de izquierda solamente han sido capaces de movilizar una vez cada X meses a unos cuantos miles de jóvenes despistados y de anarquistas canosos y barrigones, en su heróico combate contra la globalización. El resultado ha sido que la globalización ha avanzado sin resistencias notables. El espíritu sesentaiochesco que destilan los movimientos antiglobalizadores, le insertan una veta ácrata que los inhabilita para reconocer que, hasta ahora, sólo el aparato del Estado puede romper la globalización y que era allí y no en manifestaciones infantiles- en donde había que plantear la batalla.
Pues bien, el Tratado de la Unión, lo que hace es restar competencias a los Estados Nacionales y trasladarlas, en buena medida, a las instituciones comunitarias. Lo cual, en principio, no es algo rechazable. Pero si es rechazable, a partir del momento en que un Tratado ambiguo, en el que está carente absolutamente en todo su articulado, el más leve rastro antiglobalizador, un Tratado que consagra la omnipotencia del mercado y del liberalismo más salvaje y las tendencias mundialistas más acusadas.
A este respecto, toda la Parte III (De las políticas y el funcionamiento de la Unión) y particularmente el Título III (Políticas y acciones internas), Capítulo I (Mercado Interior) especialmente, las Secciones 1, 2, 3, 4, 5, están consagrados a las políticas económicas. Pues bien, en ninguna de ellas, absolutamente en ninguna, existe la más mínima voluntad de contener el proceso globalizador.
En el momento en que el Tratado entre en práctica, esto hará que las decisiones económicas sean tomadas por una casta funcionarial, no elegida democráticamente, una burocracia fría y guiada únicamente por los conceptos de mercado y liberalismo salvaje, adoptará las políticas económicas de la Unión. Pues bien, esto mismo es lo que se ha hecho en EEUU durante el gobierno de Clinton y de Bush y, esto mismo, es lo que está en el origen del extraordinario déficit sin precedentes de la balanza de pagos que hace que hoy, el país más poderoso del mundo, se tambalee como un gigante herido. ¿Es esta la situación que queremos para la Unión Europea?
Un texto constitucional que responda a las necesidades de Europa en el siglo XXI debe de asegurar a los trabajadores y a los mercados europeos, defensa y protección ante las ofensivas llegadas del Tercer Mundo. Antes o después será preciso restablecer una política proteccionista de aranceles, o de lo contrario, sectores enteros de la economía europea desaparecerán. ¿Esta desaparición sería en beneficio de las mejores ofertas tal como prevén los liberales más radicales? No, será en beneficio de la alta finanza internacional, de los consorcios que deslocalizan las empresas, no en beneficio de las clases trabajadoras europeas.
La globalización es inviable; lejos de implicar la especialización de algunas zonas geográficas en la producción de determinados bienes, lo que lleva es a la concentración de la mayoría de actividades industriales y manufactureras en unas pocas zonas, en un proceso, inevitablemente basado en la explotación de las poblaciones locales. Por otra parte, la aparición de una epidemia en alguna de las zonas exportadoras de manufacturas o alimentos (sudeste asiático) o alguna catástrofe natural, puede colapsas los flujos comerciales Oeste-Este y, por tanto, llevar la carestía y el hambre en pocos días a los mercados europeos.
La globalización está asentada sobre supuestos movedizos y espejismos optimistas sobre las bondades del mercado. Pero estas apreciaciones subjetivas, examinadas de cerca, se convierten en monstruosas muestra de ignorancia de nuestros gobernantes. Mañana, en 2007, cuando el Tratado se ponga en práctica, al no tener ninguna defensa contra el proceso globalizador, hará que cualquier medida restrictiva de los flujos económicos y comerciales, sea inmediatamente considerado inconstitucional. Los parlamentos locales, las estructuras de cada Estado Nacional, en esa circunstancia ya no podrán hacer nada. Todo dependerá automáticamente de las decisiones de los burócratas de Bruselas.
Por eso, por todos nosotros, por nuestro país, por la misma Europa, vale la pena votar NO.
2. Un ladrillo indigesto, complicado y mal elaborado.
Aunque el libro que utilizamos tiene 168 páginas de letras de cuerpo 7, cuando para poder leer cómodamente un texto éste tiene que estar impreso en tipos de cuerpo 10 para arriba, y de forma recordable de cuerpo 12, no es la totalidad del texto del Tratado. Faltan los anexos y las disposiciones. En total, estamos hablando de 500 páginas de letra apretada. ¿Cómo ha sido posible llevar este engendro a votación?
En realidad, no estamos ante un texto constitucional. Una Constitución digna de tal nombre, surge de un proceso constituyente en el curso del cual, los representantes de la población, elegidos democráticamente, elaboran un documento en el que se resumen derechos, deberes, estructuras y mecanismos para definir los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial. Nada de esto es lo que se ha producido en la elaboración del Tratado a votación.
De hecho, la trayectoria de la Unión Europea ha sido larga y complicada a partir de 1957 (fecha de la firma del Tratado de Roma). A partir de entonces se han firmado otros tratados: el Acta Única Europa (1986), el Tratado de Maastrich (1991), Acuerdo de Schengen (1995), Tratado de Ámsterdam (1997), Tratado de Niza (2000) Cuando se comisiona a Giscard dEstaing para elaborar el texto de lo que entonces se llamó constitución europea, éste se limita a unir los textos de todos estos tratados en un solo documento, depurar las contradicciones e incoherencias que aparecían y presentarlos como constitución, cuando en realidad, se trataba de una fusión de tratados.
A causa de esto el texto del Tratado es, simplemente, ilegible, aburre a los juristas, es imposible retener en la memoria los derechos, obligaciones y estructuras que contiene y se muestra como uno de los ladrillos más notable que ha sido capaz de crear mente alguna.
No es, desde luego, un documento histórico como la Declaración de Independencia de los EEUU, ni como la Declaración de Derechos del Ciudadano de la Revolución Francesa, es simplemente un texto que responde perfectamente a las características de la burocracia comunitaria.
Se da la paradoja que éste texto, en cuya elaboración, no han participado los representantes de la soberanía popular europea, propietarios de su correspondiente acta de diputados en el parlamento de Strasburgo, a los cuales, en buena lógica, hubiera correspondido elaborar este texto, a partir de una comisión constitucional. Todo lo contrario, el texto ha partido de unos funcionarios, nombrados a dedo, sin ideas propias, y que se han limitado a fotocopiar y grapar los acuerdos precedentes.
Pues bien, un texto de este tipo es inaceptable por la forma en que ha sido elaborado y por sus propias características de texto indigesto, plúmbeo y, frecuentemente, confuso, tal como lo han comprobado los electores que se han aventurado a leerlo.
Una constitución es, fundamentalmente, una descripción orgánica y un texto ideológico en el que se definen las pautas por las que va a circular la construcción institucional que se pretende articular. Pero el texto a votación es una cosa muy diferente: en ocasiones es extremadamente detallista (por ejemplo, la Sección 5, del Título III, Capítulo I, Parte III, llega hasta el absurdo a la hora de definir las Normas sobre la competencia), pero en otras se pasa de soslayo temas que pudieran suponer una definición ante problemas concretos (en la la Sección 10, del Título III, Capítulo III, Parte III, sobre Energía, no se alude, ni a las energías que se pretenden desarrollar y priorizar, ni a aquellas otras que se desaconsejan o se prohiben).
A decir verdad, hay que reconocer a los EEUU un gran pragmatismo capaz de sintetizar en un documento escrito en pergamino de tamaño DIN A-2, las ideas que han sido las bases de todo sistema democrático. Esta capacidad de síntesis y, al mismo tiempo, de concreción y falta de ambigüedad, es propia de quien ha dado a luz nuevas ideas. Vanamente encontraríamos ideas nuevas en el texto a votación. De hecho, no se encuentran ideas, tan sólo medidas organizativas.
Un texto de estas características no es una constitución, es cualquier otra cosa, con un punto indefinible. Y es triste, por que Europa, esta teniendo la ocasión de hacer historia: alumbrar nuevas ideas, nuevos modelos organizativos, ejercer la audacia de definir los principios de un nuevo ciclo histórico. En lugar de eso, se ha resignado al absurdo de pretender gobernar y articular el mundo del siglo XXI, con ideas propias de las burocracias kafkianas de principios del siglo XIX.
Por eso decimos NO al texto constitucional: no aporta ideas nuevas, se limita a sintetizar sin ninguna mesura- media docena de tratados previos. No responde a las características del actual momento histórico. Supone una gran ocasión perdida para definir nuevos valores, nuevas estructuras organizativas, nuevas ideas e, incluso, los límites de un modelo económico liberal que hoy no puede regirse por los mismos principios que cuando se teorizó en la segunda mitad del siglo XVIII.
Por eso votamos NO.
[fin de la Primera Parte]
© Ernesto Milà infokrisis infokrisis@yahoo.es
Referéndum del 20 de Febrero 2005
NO AL TRATADO POR EL QUE SE ESTABLECE UNA CONSTITUCION PARA EUROPA
[Primera Parte]
Cuando faltan solamente unos días para ir a votar en el próximo referéndum y cuando, tanto las autoridades como la población en general, manifiestan su más absoluto desinterés por la consulta, hemos decidido realizar unas
Introducción:
Un referéndum inútil, un referéndum-trampa
El gobierno no ha sido honesto en la convocatoria de éste referéndum, no ha informado a la población sobre las resultantes de su voto: nadie sabe exactamente qué ocurrirá si vence el NO, o si no hay quórum, nadie sabe exactamente en dónde radica la importancia de su voto y la inmensa mayoría de electores no han leído la totalidad del texto constitucional.
Este referéndum ha sido convocado por el gobierno como medida cosmética en dos direcciones:
1.- Para dar la sensación de que está abierto a la participación popular como forma de plasmar el tan cacareado talante.
2.- Como elemento cosmético que ayudara a popularizar entre la población la Unión Europea e hiciera a llegar a los ciudadanos la idea de que formamos parte de una entidad supranacional.
El problema radica en que la campaña de marketing y publicidad que el gobierno ha abordado ha tenido un perfil muy bajo, se ha realizado con un presupuesto mínimo, en un tiempo muy reducido, en el que, por lo demás, están ocurriendo otras muchas incidencias en la política española que contribuyen a alejar el interés de la opinión pública en torno al referéndum.
Intentar popularizar el contenido del texto constitucional a partir de la afición al fútbol y mediante la lectura del articulado de la constitución por parte de personajes conocidos en el mundo del deporte, es una idea pobre y sin resultados prácticos.
Pero lo peor no es eso, sino que no está clara la importancia del voto: no se sabe por ejemplo lo que implicaría si el NO saliera como opción mayoritaria. La lógica indicaría que el gobierno español se comprometía ante la ciudadanía a no firmar el Tratado pero éste ya se ha firmado en Roma el 24 de enero de 2004. En esa circunstancia, el gobierno debería comprometerse a obtener de las instituciones europeas una mejora, una revisión y una reforma del texto.
Pero el gobierno ZP tiene un gobierno de importancia muy aminorada en Europa. Su aislamiento es cada vez más evidente: no sólo ha roto la línea del gobierno anterior, enfrentándose a sus antiguos aliados, sino que no ha logrado reconstruir una línea que inspire confianza entre los que se enemistaron con el español a causa de la presencia de Aznar en la Cumbre de las Azores.
El gobierno no ha planteado claramente lo que hará si la soberanía popular rechaza el texto del Tratado. En realidad, carece de respuestas. No es ahora cuando había que someter este tratado a referéndum sino en el momento en que fue presentado y, desde luego, antes de la firma.
De ahí que este referéndum sea apenas una muestra de la demagogia gubernamental que, accede a una consulta popular en un tema que está ya resuelto y que, por tanto, votemos lo que votemos, no va a cambiar el curso de los acontecimientos, para evitar realizar consultas y reformas sobre temas mucho más importantes y candentes. ¿Podía esperarse otra cosa de un gobierno débil y cobarde, sentado en el poder gracias a unas elecciones fraudulentas y bajo la presión de 192 muertos utilizados mediáticamente por las brigadas mediáticas del PriSOE?
Si a Europa, no a esta Constitución
Vamos a ser claros: de todos los países de la Unión Europea, España es, probablemente, el que más se ha beneficiado con el integración a Europa. En quince años, el flujo de euros a nuestro país ha posibilitado el que se superaran los peores momentos de la crisis económica que estalló a partir de 1992, cuando la política del felipismo elevó los intereses hasta el 19%, hizo imposible la inversión, sumió al país en una profunda crisis moral y política (GAL, corrupción, paro, desencanto) y dejó vacías las arcas del Estado.
Pues bien, fue gracias a los Fondos Estructurales que nuestro país logró acometer un ambicioso programa de obras públicas que han transformado la fisonomía de España en pocos años. Gracias a estos fondos se han podido realizar trazados del AVE, subvenciones a la agricultura, restauración de catedrales y cursos de reciclado para trabajadores, ambiciosos programas de investigación científica y de formación universitaria, etc. Resulta muy difícil afirmar que la bonanza que la economía española registró a partir de 1995, fue posible sin el flujo de estos fondos.
Con razón Schröder expresó su malestar por la actitud de Aznar, opuesta a la guerra de Irak, recordando que con los millones de euros llegados a España, bien podía mantenerse el equilibrio presupuestario y el déficit cero. Y tenía razón. De ahí que, en tanto que españoles, conscientes de que la economía española se ha beneficiado extraordinariamente, tanto de la creación del Euro, como de las ayudas comunitarias, nos sea extremadamente difícil, pedir el voto negativo al Tratado.
Mucho más si tenemos en cuenta el papel al que está llamada la Unión Europea en el futuro. En 15 años, hemos pasado de un mundo bipolar, tenso pero estable, a un mundo unipolar, distendido, pero inestable. El día en que las tropas americanas derribaron la estatua de Saddam Hussein en Bagdad, el imperio americano vivió su cenit. A partir de ese momento, cuando se ha comprobado la incapacidad del dispositivo del Pentágono para pacificar la región y el que 25.000 guerrilleros mantengan en jaque a 250.000 marines y personal civil armado y a una cantidad similar de colaboracionistas iraquíes, demuestra hasta qué punto, ha llegado la debilidad militar norteamericana y su incapacidad para intervenir en un conflicto más allá de los bombardeos estratégicos masivos. A esto se une la situación de la economía norteamericana con un déficit en su balanza de pagos de 400.000 millones de dólares, déficit histórico jamás vivido por nación alguna. La economía norteamericana pende de un hilo y junto al crack que puede desencadenarse, la crisis de 1929 parece que será un juego de niños.
Pero hay algo más: la crisis del americanismo es la crisis de un modelo de relaciones internacionales. La única posibilidad que se abre a partir de ahora es una estabilidad mundial basada en cuatro polos: tres eurasiáticos y uno marítimo. Rusia, China y la Unión Europea, de un lado y la thalasocracia americana de otro.
El modelo de Estado-Nación que desde la Paz de Westfalia ha dominado en Europa y que se impuso definitivamente a partir de 1789 y de las siguientes revoluciones burguesas, ya no responde a las necesidades del actual momento histórico. Las necesidades investigación científica y técnica, superan, frecuentemente, los presupuestos y las posibilidades de un solo Estado. El Airbus ha absorbido un presupuesto superior al del Estado Español. Por esto es necesaria la cooperación internacional y la formación de bloques geopolíticos: el bloque árabe, el bloque sudamericano, el bloque europeo, el bloque norteamericano, el bloque ruso y el bloque chino Ningún Estado Nacional está hoy en condiciones, ni tiene los recursos suficientes como para emerger en este panorama en el que no queda más remedio, ante las necesidades del desarrollo futuro, que volver la vista atrás, revisar la historia, examinar las constantes geopolíticas, para establecer cada país en qué bloque puede adherirse.
Y en este terreno, no hay absolutamente ninguna duda de que España forma parte de la Unión Europea, no sólo por la firma de un Tratado, sino por las raíces históricas y geopolíticas que unen nuestro país a otros del continente. Somos hijos del mundo clásico y de la catolicidad. Somos, por tanto, Europa.
De ahí que el NO que proponemos al Tratado sea un NO a un texto deforme, de contenidos limitados, ambiguo, que no responde a las necesidades de Europa. Decimos No a este Tratado, porque decimos SI a Europa.
1. La Unión Europea como extensión del proceso globalizador.
Para evaluar el Tratado hemos manejado la edición distribuida en catalán por el diario La Vanguardia, con 168 páginas. En un referéndum, lo lógico hubiera sido que el Estado convocante se asegurase se que los ciudadanos sabían lo que iban a votar, mediante la entrega de un ejemplar del Tratado a cada familia y a cada domicilio. Y desde luego un período mayor de debate. Pero el referéndum-trampa, no se podía permitir ni destinar unos fondos muy superiores para pagar gastos de imprenta y distribución y ha preferido gastárselos en una publicidad-trampa en la que no queda claro lo que se va a votar.
Pues bien, en las 168 páginas del texto hay una ausencia que merece ser reseñada por que ya, a partir de este momento, es suficiente como para decantar nuestra intención de voto.
En ningún punto del texto del Tratado se alude a los efectos perniciosos de la globalización, en ningún artículo se dice que una de las misiones de la Unión Europea será velar por la independencia económica de sus Estados miembros, no se reconoce en ningún lugar que millones de europeos rechazan el proceso globalizador y que el mundialismo es una lacra que, a la postre, sellará la debilidad de la Unión.
Por que una cosa es aceptar la existencia de un mercado mundial y otra muy diferente, aceptar que esté formado por países con muy distintas legislaciones, regulaciones laborales, derechos humanos y niveles salariales, que falsean completamente el mercado y hacen que unos países (aquellos en los que el movimiento obrero logró un alto nivel de bienestar y de derechos sociales y sindicales, por tanto, también salariales) compitan en situaciones de desventaja con otros (aquellos en los que no existe huella alguna de movimiento obrero, donde no hay derechos sindicales, donde los salarios y las condiciones laborales se encuentran en una situación equivalente a la Inglaterra de mediados del siglo XIX, con trabajo infantil, sobreexplotación, salarios de miseria, jornadas interminables, etc.).
Solamente en una mente criminal y perversa, ajena por completo a la realidad social que se vive en otras partes del mundo, puede suponer que dos formas económicas tan absolutamente diferenciadas, puedan competir en situación de igualdad en un mercado mundial.
Hasta ahora, los antiglobalizadores de izquierda, no habían entendido que lo único que suponía un baluarte y una muralla contra la globalización, no eran los foros sociales, sino las instituciones estatales: parlamento, magistratura, fuerzas armadas, diplomacia, etc. Por que hasta ahora los Estados Nacionales han tenido en su manos las armas suficientes para legislar (parlamento), emitir dictámenes y sentencia (magistratura), asegurar la defensa nacional (fuerzas armadas), negociar tratados (diplomacia), etc., capaces de cerrar el paso, eficazmente, al proceso antiglobalizador.
Los antiglobalizadores de izquierda solamente han sido capaces de movilizar una vez cada X meses a unos cuantos miles de jóvenes despistados y de anarquistas canosos y barrigones, en su heróico combate contra la globalización. El resultado ha sido que la globalización ha avanzado sin resistencias notables. El espíritu sesentaiochesco que destilan los movimientos antiglobalizadores, le insertan una veta ácrata que los inhabilita para reconocer que, hasta ahora, sólo el aparato del Estado puede romper la globalización y que era allí y no en manifestaciones infantiles- en donde había que plantear la batalla.
Pues bien, el Tratado de la Unión, lo que hace es restar competencias a los Estados Nacionales y trasladarlas, en buena medida, a las instituciones comunitarias. Lo cual, en principio, no es algo rechazable. Pero si es rechazable, a partir del momento en que un Tratado ambiguo, en el que está carente absolutamente en todo su articulado, el más leve rastro antiglobalizador, un Tratado que consagra la omnipotencia del mercado y del liberalismo más salvaje y las tendencias mundialistas más acusadas.
A este respecto, toda la Parte III (De las políticas y el funcionamiento de la Unión) y particularmente el Título III (Políticas y acciones internas), Capítulo I (Mercado Interior) especialmente, las Secciones 1, 2, 3, 4, 5, están consagrados a las políticas económicas. Pues bien, en ninguna de ellas, absolutamente en ninguna, existe la más mínima voluntad de contener el proceso globalizador.
En el momento en que el Tratado entre en práctica, esto hará que las decisiones económicas sean tomadas por una casta funcionarial, no elegida democráticamente, una burocracia fría y guiada únicamente por los conceptos de mercado y liberalismo salvaje, adoptará las políticas económicas de la Unión. Pues bien, esto mismo es lo que se ha hecho en EEUU durante el gobierno de Clinton y de Bush y, esto mismo, es lo que está en el origen del extraordinario déficit sin precedentes de la balanza de pagos que hace que hoy, el país más poderoso del mundo, se tambalee como un gigante herido. ¿Es esta la situación que queremos para la Unión Europea?
Un texto constitucional que responda a las necesidades de Europa en el siglo XXI debe de asegurar a los trabajadores y a los mercados europeos, defensa y protección ante las ofensivas llegadas del Tercer Mundo. Antes o después será preciso restablecer una política proteccionista de aranceles, o de lo contrario, sectores enteros de la economía europea desaparecerán. ¿Esta desaparición sería en beneficio de las mejores ofertas tal como prevén los liberales más radicales? No, será en beneficio de la alta finanza internacional, de los consorcios que deslocalizan las empresas, no en beneficio de las clases trabajadoras europeas.
La globalización es inviable; lejos de implicar la especialización de algunas zonas geográficas en la producción de determinados bienes, lo que lleva es a la concentración de la mayoría de actividades industriales y manufactureras en unas pocas zonas, en un proceso, inevitablemente basado en la explotación de las poblaciones locales. Por otra parte, la aparición de una epidemia en alguna de las zonas exportadoras de manufacturas o alimentos (sudeste asiático) o alguna catástrofe natural, puede colapsas los flujos comerciales Oeste-Este y, por tanto, llevar la carestía y el hambre en pocos días a los mercados europeos.
La globalización está asentada sobre supuestos movedizos y espejismos optimistas sobre las bondades del mercado. Pero estas apreciaciones subjetivas, examinadas de cerca, se convierten en monstruosas muestra de ignorancia de nuestros gobernantes. Mañana, en 2007, cuando el Tratado se ponga en práctica, al no tener ninguna defensa contra el proceso globalizador, hará que cualquier medida restrictiva de los flujos económicos y comerciales, sea inmediatamente considerado inconstitucional. Los parlamentos locales, las estructuras de cada Estado Nacional, en esa circunstancia ya no podrán hacer nada. Todo dependerá automáticamente de las decisiones de los burócratas de Bruselas.
Por eso, por todos nosotros, por nuestro país, por la misma Europa, vale la pena votar NO.
2. Un ladrillo indigesto, complicado y mal elaborado.
Aunque el libro que utilizamos tiene 168 páginas de letras de cuerpo 7, cuando para poder leer cómodamente un texto éste tiene que estar impreso en tipos de cuerpo 10 para arriba, y de forma recordable de cuerpo 12, no es la totalidad del texto del Tratado. Faltan los anexos y las disposiciones. En total, estamos hablando de 500 páginas de letra apretada. ¿Cómo ha sido posible llevar este engendro a votación?
En realidad, no estamos ante un texto constitucional. Una Constitución digna de tal nombre, surge de un proceso constituyente en el curso del cual, los representantes de la población, elegidos democráticamente, elaboran un documento en el que se resumen derechos, deberes, estructuras y mecanismos para definir los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial. Nada de esto es lo que se ha producido en la elaboración del Tratado a votación.
De hecho, la trayectoria de la Unión Europea ha sido larga y complicada a partir de 1957 (fecha de la firma del Tratado de Roma). A partir de entonces se han firmado otros tratados: el Acta Única Europa (1986), el Tratado de Maastrich (1991), Acuerdo de Schengen (1995), Tratado de Ámsterdam (1997), Tratado de Niza (2000) Cuando se comisiona a Giscard dEstaing para elaborar el texto de lo que entonces se llamó constitución europea, éste se limita a unir los textos de todos estos tratados en un solo documento, depurar las contradicciones e incoherencias que aparecían y presentarlos como constitución, cuando en realidad, se trataba de una fusión de tratados.
A causa de esto el texto del Tratado es, simplemente, ilegible, aburre a los juristas, es imposible retener en la memoria los derechos, obligaciones y estructuras que contiene y se muestra como uno de los ladrillos más notable que ha sido capaz de crear mente alguna.
No es, desde luego, un documento histórico como la Declaración de Independencia de los EEUU, ni como la Declaración de Derechos del Ciudadano de la Revolución Francesa, es simplemente un texto que responde perfectamente a las características de la burocracia comunitaria.
Se da la paradoja que éste texto, en cuya elaboración, no han participado los representantes de la soberanía popular europea, propietarios de su correspondiente acta de diputados en el parlamento de Strasburgo, a los cuales, en buena lógica, hubiera correspondido elaborar este texto, a partir de una comisión constitucional. Todo lo contrario, el texto ha partido de unos funcionarios, nombrados a dedo, sin ideas propias, y que se han limitado a fotocopiar y grapar los acuerdos precedentes.
Pues bien, un texto de este tipo es inaceptable por la forma en que ha sido elaborado y por sus propias características de texto indigesto, plúmbeo y, frecuentemente, confuso, tal como lo han comprobado los electores que se han aventurado a leerlo.
Una constitución es, fundamentalmente, una descripción orgánica y un texto ideológico en el que se definen las pautas por las que va a circular la construcción institucional que se pretende articular. Pero el texto a votación es una cosa muy diferente: en ocasiones es extremadamente detallista (por ejemplo, la Sección 5, del Título III, Capítulo I, Parte III, llega hasta el absurdo a la hora de definir las Normas sobre la competencia), pero en otras se pasa de soslayo temas que pudieran suponer una definición ante problemas concretos (en la la Sección 10, del Título III, Capítulo III, Parte III, sobre Energía, no se alude, ni a las energías que se pretenden desarrollar y priorizar, ni a aquellas otras que se desaconsejan o se prohiben).
A decir verdad, hay que reconocer a los EEUU un gran pragmatismo capaz de sintetizar en un documento escrito en pergamino de tamaño DIN A-2, las ideas que han sido las bases de todo sistema democrático. Esta capacidad de síntesis y, al mismo tiempo, de concreción y falta de ambigüedad, es propia de quien ha dado a luz nuevas ideas. Vanamente encontraríamos ideas nuevas en el texto a votación. De hecho, no se encuentran ideas, tan sólo medidas organizativas.
Un texto de estas características no es una constitución, es cualquier otra cosa, con un punto indefinible. Y es triste, por que Europa, esta teniendo la ocasión de hacer historia: alumbrar nuevas ideas, nuevos modelos organizativos, ejercer la audacia de definir los principios de un nuevo ciclo histórico. En lugar de eso, se ha resignado al absurdo de pretender gobernar y articular el mundo del siglo XXI, con ideas propias de las burocracias kafkianas de principios del siglo XIX.
Por eso decimos NO al texto constitucional: no aporta ideas nuevas, se limita a sintetizar sin ninguna mesura- media docena de tratados previos. No responde a las características del actual momento histórico. Supone una gran ocasión perdida para definir nuevos valores, nuevas estructuras organizativas, nuevas ideas e, incluso, los límites de un modelo económico liberal que hoy no puede regirse por los mismos principios que cuando se teorizó en la segunda mitad del siglo XVIII.
Por eso votamos NO.
[fin de la Primera Parte]
© Ernesto Milà infokrisis infokrisis@yahoo.es
21 comentarios
Juan sin miedo -
En cuanto al cuento ese de que el FMI lo que le interesa es mantener subyugado al pueblo y tal y tal, pues otra falacia. Argentina es el ejemplo, ingentes cantidades de dinero para que hagan reformas, para que agilicen la transformación económica, para que impulsen medidas y... a la mierda todo el dinero del FMI. La corrupción allí, repito, no es culpa del sistema, es culpa de los dirigentes que, desde PERÓN, roban por sistema.
Y lo que aplico para la micro economía, lo aplico para la macroeconomía. Los estados no hacen no deben- hacer negocios. Los estados deben regular, con leyes, la justicia e igualdad del sistema. En un mercado legalmente protegido la iniciativa, la propiedad, la voluntad, el ingenio humano hará que los más luchadores se abran camino y, así, los demás nos aprovechemos de ello.
Y tanto en macro, como en micro, el dirigismo estatal, el intervencionismo, sólo ha traído miseria a los pueblos. Eso es una prueba irrefutable de cuanto digo. ¿Alguna alternativa? ¿Si? ¿No? Pues entonces otro consejo que no se pierda el tiempo en unas argumentaciones que ya está perdidas; se terminaron de perder en el 89...
FIN
Que pases un buen fin de semana
Juan sin miedo -
Vamos a ver ¿qué empresa o gobierno controla o es representativo de un determinado bloque? Ninguno ¿Y sabes porqué? Por una máxima del capital de hoy: el dinero no tiene patria; ni falta que le hace. Un banquero español puede intentar ganar dinero con los españoles o (caso BSCH) con los ingleses. ¿Qué es entonces, inglés o español? Muchos tienen sus negocios asentados en distintos por seguir tu denominación bloques económicos ¿Dónde les ubicamos a ellos?
Usa es aparte, Usa sí es una nación; aunque tú quizá lo confundes con el bloque Americano (Norte y Sur) Pero ni toda América, ni toda Europa o Asia componen un todo (bloque) económico; eso hasta que en Europa se afiance el poder que el actual Tratado quiere asegurar (y que es malo no porque abogue por la economía libre, si no porque quita la libertad y la representación al ciudadano)
CONTINÚA
Bluemer -
Usted está hablando todo el rato de microeconomía, la local. Esa, estoy de acuerdo que se beneficia cuando se aplica una serie de medidas respetando la propiedad privada y creación de pymes. Pero yo hablo de otra , la macro.
Ejemplos que avalan lo que le acabo de escribir hay bastantes, y con gusto se los pondré en varios posts. Aunque me tendrá que disculpar una semana porque me marcho de viaje mañana.
Un saludo, buen fin de semana.
Bluemer -
Los mecanismos de añadir al sistema capitalista la fórmula política neo-liberal para dar lugar al sistema actual de globalización es nefasto para los países emergentes. Y lo es, sencillamente porque el 90% de los sectores primarios y recursos energéticos están en manos de 10 empresas que , curiosamente, ninguna pertenece al bloque geográfico donde se ubican.
Por lo tanto, un país emergente, vende sus recursos y sector primario a USA o Europa (mucho más la primera), a su vez, pide creditos al FMI para el desarrollo interno y standarización del sistema financero de su país, el cual tiene que pagar a través de recaudación de impuestos, PIB o divisas.
continua
Juan sin miedo -
Por ultimo presentas un panorama que en nada se parece a la realidad. Pero además, lo que funciona NO es lo que dices.
Ejemplo. La Indica, donde, la PROPIEDAD PRIVADA, y, en definitiva EL CAPITALISMO está sacando de la pobreza a miles de personas (ahora Lula lo está aplicando en Brasil)
La regla es fácil. Alguien que no tiene nada no puede generar nada de la nada (¿se me entiende?) Entonces ¿qué es lo que hace el gobierno? Pues lo hace propietario (PROPIEDAD PRIVADA) de su chavolo, y con él, los bancos le pueden conceder créditos, y así algunos han llegado a poner unos puestos de salchichas, refrescos, etc. Sí, es cierto, para nosotros tales puestos no son más que miseria, pero para ellos es salir de la misma, sacar algo la cabeza. El Brasil se están dando papeles de propiedad a las fabelas y con ellas existe quien puede sacar la cabeza (luego está la voluntad, un factor que el dirigismo no contempla) En definitiva: CAPITALISMO HERMANOS, el ganador de la carrera cuando aún hoy algunos no se han enterado.
FIN y gracias
Juan sin miedo -
Lo principal para pagar una deuda es PODER GENERAL DIVISAS (de la manera que sea) Y para eso necesitan una industria que, si no la tienen y la implantan allí las multinacionales bien puede servir para salir de lo que ahora tienen: la indigencia que les lanza hacia Occidente.
En cuanto al por ejemplo que me pones de Argentina, las consideraciones pueden ser otras, aunque aquí entendía que hablábamos de frenar la inmigración del Tercer Mundo; Argentina, a pesar de tener dirigentes propios de allí, no se le puede catalogar de tercermundista.
De la corrupción no tiene la culpa el sistema. ¿La prueba? Que el los países soviéticos y comunistas en general además de robar, te fusilan. Por cierto, Arafat era una de las máximas fortunas según Forbes.
CONTINÚA...
Juan sin miedo -
Bluemer, empiezas por partir de presupuesto totalmente erróneos: bloque geográfico [que controla] sus propios recursos e inversión. ¿Pero qué dices? ¿Cómo que bloques que controlan qué? Aquí nadie tiene que controlarme, no quiero ni que el Estado, el partido que sea, la religión tal o cual me controle ni me salve. ¡Qué manía! Cada perro que se lama su...
LO primero, no existen bloques que controlen nada, por la sencilla razón de que no existen bloques ni el mercado es entre bloques. Aquí estamos, digo yo, por la libertad económica y la propiedad privada. Si no es así, pues apaga y vamonos todos a... Cuba.
BluemeR dice se prestó dinero, y después enumeras, entre otros a Corea, Indonesia, Tailandia, Rusia y México. Casi nada, el que no es, o era comunista está dominado por la dictadura partidista del PRI. Vaya ejemplos. Pero no, espera, esto sólo redunda en lo que digo: las economías centralizados (de bloques les dices tú) son nefastas y es, prácticamente, tirar el dinero.
CONTINÚA...
Bluemer -
Conclusión (la mía, que conste)
El sistema financiero internacional, en mi opinión, tiene graves fallos. Se basa en la economía de mercado libre y en el pago de la deuda a través del PIB.
Con el boom de los años 60-70-80 se forjaron las grandes fortunas a manos de unos pocos sin reinvertir en sus países. La corrupción en países emergentes es altísima.
No se diseñó un sistema uniforme, mundial, de recaudación fiscal, haciéndose así la competencia desleal entre países y atrayendo la fuga de capital. Por consiguiente, los países emergentes solo recaudan una media del 15-30% de impuestos vs. PIB.
Sinó hay recaudación de impuestos, no existen beneficios sociales = salarios a niveles de esclavitud = competencia desleal con los productos elaborados por otros trabajadores como los europeos = empobrecimiento global
Fin y Saludos
Bluemer -
¿Qué le ha sucedido a Brasil o Argentina? Han sido incapaces de recaudar impuestos (el deporte nacional allí es la evasión fiscal y la corrupción) y no han podido generar divisas (exportar). Solo con el PIB no se soluciona.
Los miles de millones que sendos gobiernos recaudaron a través de las privatizaciones, se esfumaron a bancos Suizos en cuentas privadas de los diversos dirigentes gubernamentales que han pasado por Sudamérica.
Las economías mundiales en los años 90 solo han crecido la mitad de cómo lo hicieron en los 60-70-80 y sucedió lo que tenía que suceder: Los países con deuda externa ya no podían cumplir con las previsiones y ese fue el caso de Rusia en 1998. El FMI, cambió su política y se volvió mucho más conservador a la hora de invertir en países de alto riesgo.
Refinanciación
Cuando la deuda empezó a crecer por falta de liquidez , se sucedieron una serie de refinanciaciones a esos países. Esto, solo proporcionaba un respiro a corto plazo (3-4 años) pero el problema no desaparecía sino que aumentaba al incrementarse los intereses acumulados. En algunas ocasiones, el FMI invirtió y apostó sustancialmente en otros países como Turquía y Uruguay (les proporcionó el 20% de sus PIB) y el resultado fue satisfactorio, pero claro, prestarle el 20% del PIB a un país como Brasil sería unos 150 mil millones de $ . Demasiado riesgo.
Bluemer -
En un mundo económico ideal, donde cada bloque geográfico dispone del control de sus propios recursos e inversión, se podría imponer una igualdad de derechos globales sobre el coste de producción.
Pero usted se olvida de los sistemas paralelos inventados que se engloban bajo la llamada macroeconomía neoliberal y que afectan y afectarán por bastante tiempo a los países emergentes. Le explico:
En los años 80 se adoptó el consenso internacional de invertir cantidades ingentes de dinero en forma de créditos a países emergentes. Esta decisión se tomó en base a que el crecimiento durante los años 60-70-80 de la economía mundial era sustancial. Así pues, se prestaron cientos de miles de millones $ a países como Corea, Indonesia, Tailandia y Rusia, Mexico y a casi todo el cono sur americano.
La finalidad principal (la aparente) era el desarrollo industrial y de infraestructuras junto con la normalización financiera de sus sistemas locales. El criterio de devolución se sustentaba con el crecimiento del PIB cuya trayectoria en esas décadas era excelente.
Hasta ahí, todo bien. Lo que sucede es que a los acreedores se les olvidó controlar los mercados especulativos (que funcionan en paralelo) y esos creditos se dieron a tipo variable y con intereses de hasta el 25% (en aquellos tiempos se podían pagar por el crecimiento económico internacional).
continua.../...
Juan sin miedo -
Extender la producción extiende los ingresos, estos el consumo que se une a la prosperidad. Entonces, aunque en principio acepto que sus condiciones sí será inferiores a las que se disfrutan en Europa, creo que será la única forma de que logren sacar la cabeza y no lleguen aquí en manada por como dice Acebes- tierra, mar y aire.
FIN y, un saludo.
Juan sin miedo -
Y las manufacturas no se concentran en pocos países. Las zapatillas que Nike hacía en Usa después se hicieron el Taiwan y ahora se hacen en China (economía socialista de mercado) Todo se transforma y el que sale beneficiado es el consumidor; ése trabajador que sale con su mujer a cenar con un vestido recién estrenado aprovechando el 14 de marzo (no hay que ser tan triste)
En cuanto a lo del espacio económico autónomo ¿Qué dice? Eso es retroceder. Mire ¿cuándo antes se podía comer comida japonesa, con palillos fabricados en China, vestido de zapatos alicantinos y pantalón yanki fabricado en Taiwan, con un reloj suizo en la muñeca? (esto lo digo para quienes dicen que la globalización destruye culturas, cuando lo que hace es extenderlas por el orbe)
Juan sin miedo -
En cuanto a lo de eurocentrismo. No es Euro, es Humanocentrismo (si se puede decir) Es decir, que la dignidad humana no es propiedad de los europeos, si no de todo el mundo. Y de éste, el Tercer Mundo, tiene muchas posibilidades de ser más prospero si sus productos pueden competir con los nuestros y así alimentar un proceso de desarrollo propio. Cerrarles las muertas comerciales abre las migratorias.
Y le acompaño en el sentimiento por lo de su mujer y sus hijos, si tiene la bondad de hacer una cuestación en un rato que le quede de internet- yo mismo contribuiré con algunos euros. Aunque prefiero comprarle unos libros antes que darle una limosna.
ernestomila -
Sé que los aranceles rompen lo "económicamente correcto" del liberalismo económico, pero los aranceles y la económía proteccionista han aparecido antes y son compatibles con la existencia del "mercado". Para que haya competencia -esto es, mercado- debe de haber cierta igualdad en las condiciones en las que se realiza la oferta: una penitenciaría con trbaajos forzados podría ofrecer los precios más baratos que nadie ¿sería aceptable?
Pues bien, hay dos mil millones de habitantes de este planeta que trabajan casi en condiciones penitenciarias. ¿Pueden ser admitidos sus productos en el mercado? ¿se favorece el respeto a los derechos humanos? No lo creo.
ernesto -
Pues bien, si no hay trabajo... no hay consumo. Así pues, me parece que para hacer girar la rueda es preciso garantizar niveles salariales que lo permitan: es decir, trabajo renumerado por encima del límite de la subsistencia y con unos mínimos de estabilidad.
La globalización me parece inviable a medio plazo: tiende a concentrar las manufacturas en unos pocos países, desertizando el resto. Durante un tiempo se puede engañar el proceso, pero, antes o después, se hará evidente que el endeudamiento no es la mejor forma de consumo y que la desertización industrial y el empobrecimiento de amplias capas de la población (unidas a la inmigración masiva) no es la mejor forma de generar consumo. Así que todo lleva a proteger para mantener niveles adquisitivos en Europa. Y si me apura mucho, a crear un "espacio económico autónomo" en Europa. ¿Autarquía? hombre, tampoco es eso... digamos, mejor, tender al máximo nivel de autonomía económica.
ernesto -
¿El 0'7%? sopa boba a las oligarquías gobernantes en Africa.
¿Cuál es el error? pensar que todo el mundo debería de tener los mismos estándares económicos y políticos que Europa. Eso es "eurocentrismo".
Segundo punto: más vale pensar en nosotros y en nuestros hijos, antes de solidarizarnos con el último habitantes de Papuasia. Puede parecer brutal pero primero mis hijos y mi familia, luego los que son como yo y cuando resolvamos al paro y la pobreza en España, ya tendremos tiempo de solidarizarnos con todo lo solidarizable.
Lamento hablar con esta crudeza, pero el realismo obliga.
Juan sin miedo -
Lo que tiene que tener una nación, o un conjunto de naciones como pueda ser la Unión Europea, es una fuerte e igualitaria ley antimonopolio. Ése si es un problema para la competencia, pues quien monopoliza el producto monopoliza el precio. Ahora bien, si se establecen unas medidas iguales para todos, limitándose también la acaparamiento de sectores del mercado, no entiendo como la bajada de los precios, es decir, la competencia pueda ser perjudicial para los trabajadores.
Los de aquí, España + Europa, y, también esos de allí (Tercer Mundo) que tanto molestan cuando vienen aquí a comer lo que en su tierra ni tan siquiera le dejan producir pues no lo pueden vender.
Un saludo y espero tu explicación; si quieres(Ah, y el resto del texto está bastante bien)
FIN
Juan sin miedo -
El texto es el siguiente:
"Un texto constitucional que responda a las necesidades de Europa en el siglo XXI debe de asegurar a los trabajadores y a los mercados europeos, defensa y protección ante las ofensivas llegadas del Tercer Mundo. Antes o después será preciso restablecer una política proteccionista de aranceles, o de lo contrario, sectores enteros de la economía europea desaparecerán. ¿Esta desaparición sería en beneficio de las mejores ofertas tal como prevén los liberales más radicales? No, será en beneficio de la alta finanza internacional, de los consorcios que deslocalizan las empresas, no en beneficio de las clases trabajadoras europeas"
Se dice que la libertad de venta de los productos del Tercer Mundo será una competencia desleal hacia los productos autóctonos. Bien. En parte es cierto. Pero se afirma que tal circunstancia, además, será perjudicial para los trabajadores. Y digo yo ¿en qué forma será perjudicial que le vendan unos productos? Claro está si esos productos tienen y pasan los controles sanitarios.
Es decir, que me parecería de locos que El País protestase porque La Razón vende más barato sus noticias. Lo mismo que me parece absurdo que alguien le queje de que el cava valenciano no tiene que ver nada con el catalán (eso lo tienen que decir el que compra) Por lo tanto ¿no es lo mejor para los consumidores, que son esos trabajadores que tras trabajan compran los productos, que la competencia hiciera bajar el precio de lo que compran? Si me lo puedes explicar.
CONTINUARÁ...
Juan sin miedo -
No entiendo una cosa y rogaría que alguien me lo pudiera explicar.
En ocasiones se ha dicho que las migraciones están motivadas en buena medida por la falta de desarrollo de las poblaciones del tercer mundo. Entonces, ¿al cerrar los aranceles y articular medidas proteccionistas? ¿No se les condena inevitablemente a la pobreza? Es decir, si mantenemos el discurso de que tenemos que ayudarles, pero allí, en su tierra (enseñarles a pescar no comprarles pescado) ¿No es incoherente con este párrafo?
Continuará...
Juanma Soria -
Ya está bien de falsedades y manipulaciones. En este tratado no se garantiza la seguridad territorial íntegra de España. Se menciona la inspiración masónica, demonio-liberal, modernista y "progresista" y se ignoran los valores TRADICIONALES. NO A ESTA CONSTITUCIÓN. SÍ A LA EUROPA CON IDENTIDAD ÉTNICA, CULTURAL Y DE VALORES.
Bluemer -
Felicidades por el artículo y espero ver la segunda parte.