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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

INMIGRACION

Lucha antiterrorista y “mercancía averiada”. El yihadismo es un riesgo ¿también en Europa?

Infokrisis.- Existe terrorismo islámico, pero hay que poner las cosas en su lugar. El 50% de los procesados en España por pertenencia a grupos terroristas islámicos resultan absueltos.  O la policía no hace bien su trabajo, o los juzgados fallan o es la ley la que se queda corta… o simplemente no existe terrorismo islámico en nuestro país.  El terrorismo residual de ETA está agonizando y el terrorismo islámico todavía no se ha manifestado. ¿Desaparecerá el primero, irrumpirá el segundo? Tales son las grandes cuestiones de la lucha antiterrorista en España.  ¿Hasta qué punto existe un terrorismo yihadista real y hasta que punto algunos medios están sobreactuando para justificar sus posiciones pro judías en el conflicto de Oriente Medio y pro norteamericanas? ¿Dónde está el “terrorismo islámico”? Bush llamó a la “lucha contra el terrorismo islámico, pero ¿habrá cambio de política con Obama?



Desde 2002 se suceden las desarticulaciones de “redes de terrorismo islámico” en España. Si dejamos aparte los atentados del 11-M que, tal como reconoce la sentencia, no tuvieron nada que ver con Al Qaeda ni con grupos organizados, se ha producido mucha detención para tan poca actividad terrorista islámica. En efecto, si tomamos en consideración las notas policiales, en España desde 2001 se han detenido a casi tres centenares de “presuntos terroristas islámicos”. No todos han llegado a ser procesados y muy pocos han sido condenados y, cuando lo han sido, las sentencias han sido notablemente inferiores a lo pedido por la fiscalía. Algo no encaja: demasiadas detenciones, muchas absoluciones y, sobre todo, afortunadamente, ningún atentado firmado por la franquicia Al Qaeda, ni por nada similar. De hecho, ni siquiera los atentados del 11-M pueden ser, en rigor considerados como “islamistas” a tenor de que, realmente, ha sido imposible identificar al “autor intelectual” del crimen. Así pues, se han producido casi docena y media de redadas sobre grupos que no han sido capaces siquiera de lanzar un miserable cóctel molotov contra una sinagoga. Lo dicho: algo no encaja.

El diario barcelonés La Vanguardia publicaba el pasado 11 de abril una amplia información sobre el resultado de los juicios contra el presunto terrorismo yihadista en España. Del total de 89 acusados que desde el año 2005 han sido juzgados en la Audiencia Nacional en distintos procesos relacionados con el terrorismo islamista, 42 fueron absueltos por la propia Audiencia Nacional o, posteriormente, tras recurrir sus condenas por el Tribunal Supremo. Esto supone que el 47% de los procesados no fueron condenados. Asimismo las distintas sentencias dictadas a lo largo de los últimos cuatro años siempre redujeron considerablemente las peticiones de pena solicitadas por la Fiscalía.

Garzón en el ojo de la polémica

Es significativo que buena parte de las instrucciones de estos procesos los haya realizado el personaje más polémico de la judicatura española: Baltasar Garzón. Su nombre aparece en media docena de sumarios y, como no podía ser de otra manera, especialmente en los más polémicos. La llamada “Operación Dátil” tuvo resonancia internacional. Desarrollada en noviembre de 2001, Garzón procesó a 24 personas acusados de haber programado nada menos que los atentados del 11-S en Nueva York. En base a la instrucción de Garzón, la fiscalía pidió para el líder del grupo, Abu Dahdah y para sus compañeros 223.231 años de prisión que finalmente se quedaron en 27 años para éste y penas de 6 a 12 años para otros miembros del grupo, mientras que 6 resultaban absueltos.  El Supremo, además, rebajó la pena a menos de la mitad para “Abu Dahdah” al considerar que formaban una célula terrorista pero no vinculada a ningún atentado concreto. Empezaba el misterio de los “terroristas sin atentados”.

Análoga relevancia tuvo la “Operación Lago” contra el llamado “comando Dixán” integrado por seis inmigrantes islámicos enviados a prisión el 24 de marzo de 2004, así mismo, por Baltasar Garzón. La sentencia publicada en febrero de 2007 condenaba a un total de 13 años de prisión a cinco acusados, absolviendo a un sexto que pasó más de dos años en cárcel. La sentencia los absolvió de la acusación de “conspiración para cometer atentados” y de “tenencia de explosivos”… el “explosiva” era jabón de lavadora y según la tesis del FBI serviría para hacer “napalm casero”. Otros 11 islamistas detenidos inicialmente fueron puestos en libertad sin llegar siquiera a ser procesados. La debilidad de indicios (la sentencia era exhaustiva demostrando que ni existía “voluntad tendencial” de dedicar el jabón para fabricar cócteles molotov, ni existía material alguno con el que pudiera hacerse ni el explosivo ni el detonante) hizo que la principal acusación cayera como un plomo en una piscina. Los supuestos líquidos explosivos eran, por cierto, materiales para la limpieza de piscinas. Los condenados recurrieron al supremo que rebajó aún más las penas.

La gota que colma el vaso: Operación Nova

No menos espectacular fue la “Operación Nova”, bautizada adivinen por quién, que llevó a 30 personas a la cárcel acusadas de crear células islamistas en el interior de las cárceles y pretender volar la Audiencia Nacional valiéndose de un camión cargado con 500 kilos de explosivo. De los juzgados, 10 resultaron absueltos y el resto vio considerablemente reducidas las penas solicitadas por la fiscalía. De un total de 455 años pedidos, el tribunal condenó a 20 a 173… Como suele ocurrir, el Supremo rebajó aún más las penas, absolviendo a 14. Sólo una quinta parte de los detenidos por Garzón fueron condenados a penas menores.

La sentencia del Supremo fue la gota que colmó el vaso: ¿para qué tanta detención, tanta alarma social y tanta primera página si, al final, las principales acusación caen, la mayor parte de los procesados son absueltos y las condenas suponen una mínima fracción de las peticiones fiscales? Fuentes de la Audiencia Nacional y del Ministerio del Interior declararon que son los riesgos de un trabajo de “prevención del terrorismo”. La excusa es buena, pero difícil de creer. ¿La policía es capaz de desarticular grupos terroristas que ni siquiera se han manifestado hasta impedir que en siete años no hayan sido capaces de lanzar ni un solo cóctel molotov? Si se compara el medio islamista (difícil de penetrar a causa de su origen, su lengua, su religión, su carácter étnico diferenciado) con el kale-borroka (fácil de penetrar en razón de que buena parte está formada por porreros y chavales jovencísimos) ¿cómo es posible que grupos de adolescentes con el cerebro lavado por el nacionalismo radical vasco estén en condiciones de realizar constantes acciones de hostigamiento y en cambio células muy difíciles de penetrar por la policía no hayan sido capaces, insistimos, ni siquiera en los momentos más duros del conflicto de Gaza, lanzar un cóctel molotov contra una sinagoga? ¿Qué terrorismo es este que no es capaz de dejar ni una sola huella de su existencia –esto es, un atentado– a lo largo de siete años? Algo así no tiene precedentes en los anales del terrorismo moderno.

La cosa está más clara si se tiene en cuenta que todas las informaciones sobre terrorismo islámico en España tienen su origen en el FBI, la CIA, el Departamento de Justicia norteamericano o el Departamento de Estado. Muy pocas –y que sepamos nosotros, ninguna– se han basado en datos investigados directamente por la policía española. Garzón ha sido siempre, no lo olvidemos, el ariete de estas operaciones: se sabe por ejemplo que los datos que llevaron a la Operación Lago, procedían del FBI.

Rubalcaba, por su parte, nunca aclara cómo una policía como la española que habitualmente se queja de falta de traductores de árabe, logra localizar a células islamistas con tanta facilidad y en número tan elevado… ni por qué las condenas en firme dictadas por el Supremo no tienen nada que ver con la alarma social generada por los titulares de la prensa en el momento de las detenciones.

El pasado 24 de marzo, nueve de los catorce procesados en la Operación Tigris  fueron puestos en libertad, entre ellos el considerado “jefe del grupo”. Se trataba de la enésima célula terrorista desarticulada esta vez en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). La liberación llega pocos días antes de que se conozca la sentencia lo que implica que la mayoría o serán absueltos o serán condenados a penas inferiores al doble de los años que llevan en prisión preventiva. Sobre ellos pesaba la acusación de ayudar a huir a varios presuntos implicados en el 11-M. Inicialmente, la operación se vendió a la opinión pública como la desarticulación de una trama dedicada a reclutar combatientes para Al Qaeda. De aquello no queda nada, tan solo tres acusados en prisión. El procesamiento, como no podía ser de otra forma, fue ordenado por Baltasar Garzón…

¿Terrorismo islámico en España?

No vamos a ser nosotros quienes neguemos la existencia de terrorismo islámico. En IdentidaD hemos sostenido frecuentemente que el Islam es en el siglo XXI la única religión en nombre de la cual se mata y se muere. La religión islámica y sus consideraciones en torno a la “pequeña guerra santa” y su forma histórica de expansión guerrera, son suficientemente elocuentes como para que nadie se llame a engaño. Es bueno ser precavido sobre las derivas que en cualquier momento puede aportar el islamismo.

España, por lo demás, ha sido escenario de atentados  reivindicados o ejecutados por el terrorismo islámico. El 12 de abril de 1985, por ejemplo, tuvo lugar el atentado en el restaurante “El Descanso” de Madrid, reivindicado por la Yihad Islámica. Fallecieron 18 personas y otras 82 resultados heridas. A pesar de ser un restaurante frecuentado por norteamericanos de la base de Torrejón, todos los muertos eran españoles como podía esperarse por la hora en que se cometió (las 22:30, hora en la que ningún norteamericano cena…). La investigación fue archivada por desconocerse el autor del atentado y sólo se reabrió en 2005 al identificar un testigo protegido a Mustafá Setmarian como uno de los presuntos autores materiales. Sin embargo, es dudoso que este testigo acertara a identificar en su reconocimiento un rostro que vio hace 20 años y que vuelve a ver en una sola y mala foto. El indicio es tan débil que apenas merece ser considerado.

En Semana Santa la imagen de Garzón estaba tan erosionada ante la opinión pública que decidió dar un golpe de efecto, dirigiendo su atención hacia Guantánamo y las cárceles secretas de la CIA. El 11 de abril, en el tramo final de la Semana Santa, Garzón instó a la Comisaría General de Información y al Servicio de Información de la Guardia Civil a obtener noticias sobre el paradero de Mustafá Setmariam Nasar, supuesto “número cuatro de Al Qaeda”, preso en una cárcel secreta de Estados Unidos, con el objeto de lograr su extradición a España. Garzón formuló el mismo requerimiento a la Interpol de EE UU, Reino Unido, Siria, Pakistán y Afganistán. El terrorista, sirio nacionalizado español y casado con una madrileña, está imputado en el sumario de la operación Dátil. El servicio secreto pakistaní, ISI, lo entregó a la CIA a cambio de 5.000.000 de dólares. Se ignora si todo el historial servido por la CIA sobre Setmariam es auténtico o una simple construcción a afectos de mantener el mito del terrorismo islámico.

En España, la Yihad había actuado, supuestamente, en tres ocasiones en el año 1984. Dos en Marbella y una en Madrid, pero nunca contra ciudadanos españoles. En Marbella, atentó contra el propietario del diario kuwaití Al Anbas, Jalid al Marzook (resultó ileso) y contra el súbdito saudí Nasser Abdul Aziz (asesinado). En Madrid, se le achacó el intento de asesinato del libanés Elías Jousset Assad Awad, un supuesto confidente del Mossad (servicio secreto israelí).  Así pues, sí parece que existiera alguna forma de terrorismo islámico en España.

En los últimos años 80 fueron detenidos en Barcelona los miembros de una célula de Hezbollah a la que se incautaron algunas armas. Y desde 1996, cuando se inició la riada migratoria, se ha producido la fuga hacia España de elementos que habían militado en grupos terroristas islámicos argelinos y realizado atentados en aquel país. Durante la guerra civil argelina estos grupos fueron literalmente masacrados y desorganizados y algunos supervivientes hicieron todo lo posible por apartarse de la militancia activa y olvidar su pasado en España, perdidos entre la inmigración. Hasta 2003, cuando se aludía a “terroristas islámicos” detenidos en España, frecuentemente se estaba refiriendo, en rigor, a ex terroristas islámicos que habían cometidos actos terroristas en Argelia y que estaban “descolgados” de las organizaciones en las que inicialmente militaron.  

Las zonas privilegiadas de la yihad

Es evidente que en algunas zonas del planeta existen grupos terroristas islámicos muy operativos: en Palestina, por ejemplo, empeñados en la lucha contra Israel; en Afganistán y en Iraq encuadrando, más que grupos terroristas, a la “insurgencia”, esto es a movimientos de resistencia nacional-islamistas contra los ocupantes. ¿Hasta qué punto puede llamarse “terrorismo” a las acciones cometidas por estos grupos en zonas de combate? Es más propio llamarlas “resistencia” o “insurgencia” y, tienen mucho más que ver con las acciones de los maquis franceses contra los ocupantes alemanes en la Segunda Guerra Mundial que con los atentados de ETA.

Existe también terrorismo en zonas de conflicto en las que el Islam pugna por imponerse frente a otros grupos étnico-religiosos: ocurre en varios países africanos y asiáticos. Este terrorismo –al que podemos llamar “resistencialista”– estaba hasta hace poco reducido a Palestina y vinculado exclusivamente a la problemática del conflicto árabe-israelí. Pero también aquí hay que pronunciarse con extrema prudencia. A principios de los años 80, el Mosad israelí estimuló la creación de grupos chiítas en Palestina a fin de romper el monopolio de Al Fatah sobre la resistencia y poner palos en los engranajes de la maquinaria dirigida por Yaser Arafat.

A partir de las invasiones de Afganistán e Iraq, se extendió a estos países. Así mismo en el conflicto serbio-bosnio apareció un terrorismo islámico, que se prolongó a la región de Kosovo. Así mismo en el Cáucaso, el terrorismo islámico emergió en Chechenia y tuvo a Shamil Basayef a su líder más sanguinario. No hay absolutamente ninguna duda que ese terrorismo estuvo estimulado por la CIA a efectos de crear dificultades en el flanco sur a Rusia y a su aliado yugoslavo. La prueba más fehaciente es la facilidad con que se produjo la independencia de Kosovo y el hecho de que el gobierno de ese nuevo Estado, una mezcla de terroristas, bandidos, narcotraficantes y delincuentes, celebrara su independencia sacando a la calle cientos de banderas norteamericanas.

También el terrorismo islámico ha aflorado en el Norte de África y en la llamada “franja del Shäel”. Se trata de países de mayoría islámica que sufren grandes problemas sociales generados por un crecimiento demográfico exagerado en los últimos treinta años, atrasos seculares, inadecuación de los sistemas productivos, ausencia total de clase media y altos niveles de corrupción: es fácil para un fundamentalista islámico  resaltar que las clases políticas de esos países contradicen en su día a día los versículos del Corán. A partir de ahí, el conflicto está servido. Se trata de un problema interior de estos países en los que el islam es la única religión tolerada.

En otros países asiáticos en los que existen comunidades islámicas más o menos grandes, se han producido conatos de terrorismo fundamentalista, especialmente en la India y Pakistán que componen una de los escenarios más “calientes” del planeta. La existencia de fuertes comunidades islámicas en el noroeste de la India está haciendo que su nivel de convivencia con los fieles hinduistas, vaya empeorando. En general, desde 2002 las relaciones entre ambas comunidades se están deteriorando aceleradamente y los recientes atentados de Bombay evidencian la existencia de una tensión insoportable.

En definitiva, existe terrorismo islámico en tres escenarios diferentes: en zonas de conflicto armado abierto, en zonas de mayoría islámica o en zonas en las que el Islam es fuerte y debe convivir con otras religiones igualmente fuertes.

¿Puede llega a haber terrorismo islámico en España?

Hasta ahora, afortunadamente, no se ha manifestado el terrorismo islámico en nuestro país. Es lógico: las comunidades islámicas, hasta ahora son minoritarias. En esos casos, el propio Corán recomienda la estrategia del enmascaramiento, la mano tendida y la moderación. Es la que cualquier otro estratega recomendaría. Desde el punto de vista militar esta situación es la que corresponde a una “defensiva estratégica”. Pero, no debemos olvidar que en algunas zonas de nuestro país se han formado auténticos guetos en los que la inmigración islamista es ya mayoritaria. Esta situación es particularmente visible en Catalunya y en zonas de Andalucía y Levante y apenas visible en Madrid, donde la inmigración procedente de países islámicos es minoritaria.

Catalunya es hoy la tierra de promisión del Islam venido del Magreb, Pakistán y África. Sin duda no es por casualidad que buena parte de las redadas contra presuntos terroristas islámicos hayan tenido lugar en aquella autonomía. Además, Catalunya acumula riesgos: está gobernada por un tripartito que nada conoce de la personalidad islámica, ni siquiera de la historia del islam, el área de orden pública está en manos de Joan Saura, seguramente la persona menos capacitada para la tarea y que sólo aspira a evitar todo roce con el Islam, cediendo en todo aquello que exijan; y, para colmo, no existen unidades militares operativas en toda la autonomía que capaces de responder a una insurrección islámica. Los acuerdos autonómicos han hecho que la Guardia Civil desapareciera de Catalunya y que el orden público quedara en manos de la policía autonómica, hasta ahora sin experiencia en esta materia. Si en algún lugar de España pueden producirse conatos de terrorismo islámico, Catalunya es la más vulnerable de todo el Estado: con una comunidad islámica amplísima, con la mayor tasa de paro de España, muy mal gobernada (en materia de orden público y seguridad ciudadana, incluso desgobernada) y sin capacidad de reacción.

En zonas de Levante y Andalucía, la acumulación de inmigración islámica es, inferior, pero sigue siendo notable. Aun así, ni siquiera en Catalunya existe una densidad suficiente de población islámica como para que pudieran desatarse hoy procesos yihadistas. Hoy no, pero a la vista de la tasa de crecimiento demográfico de las comunidades islámicas, en 20 ó 25 años la situación puede haber dado un giro decisivo. De la situación de “defensiva estratégica”, los islamistas pueden pasar a un “equilibrio de fuerzas”. En esa circunstancia sí que se pueden dar las condiciones para la aparición de un terrorismo islámico digno de tal nombre y no los simulacros mediáticos que hemos visto hasta ahora.

Un futuro negro, pero aún evitable

A medida que avanza la islamización de Europa, las resistencias son cada vez mayores, hasta el punto de que, salvo en países como en España, en donde el gobierno Zapatero experimenta la irreprimible tendencia de aliarse con países islámicos moderados (Turquía y Marruecos), en el resto de Europa va a ser difícil que la islamización llegue más allá de donde ya ha llegado. La vista gorda en el Reino Unido terminará con el gobierno de Gordon Brown.

Sin embargo, a medida que crezca la oposición y que la demografía islámica siga creciendo, aumentarán las tensiones. Si bien es cierto que no puede exigirse a los islamistas que renuncien a su religión (Europa es tierra de libertades, incluso para los enemigos de la libertad), si es cierto que debería impedirse la difusión de determinados fragmentos del Corán. Y en este sentido es preciso apoyar las iniciativas populares que van a favor de impedir la difusión sobre territorio europeo de las ideas de guerra santa, de las concepciones discriminatorias hacia la mujer. ¿Supondría eso desnaturalizar la religión islámica? Es posible, pero la legalidad europea está por encima de una religión no europea que solamente ha llegado aquí con la inmigración.

No hay que tener miedo a afrontar los problemas con perspectiva histórica: hoy no hay terrorismo islámico en Europa, pero mañana puede haberlo. Así pues es preciso conjurar el riesgo actuando en dos direcciones: de un lado, impedir la difusión del islam, radical o moderado, pero que contenga llamamientos de odio y beligerancia. Y en esto no puede haber matices: la difusión de todas las referencias del Corán a la “pequeña guerra santa” y a la lucha contra los infieles debe ser prohibida por ley, guste o no guste a los islamistas y a sus amigos. Es cierto que la Biblia contiene también párrafos beligerantes, especialmente en el Antiguo Testamento… pero ni la Iglesia hace de ellos el eje de su prédica, ni incitan a nadie a matar y morir por su fe. No puede decirse lo mismo del Islam.

Todo esto hace que en Islam deba ser considerado como una religión completamente diferente a cualquier otra existente actualmente sobre territorio europeo y, como tal, no puede acogerse al mismo estatuto de libertad religiosa que el catolicismo, el protestantismo o el budismo. El Islam precisa un estatuto diferenciado como credo socio-religioso, no como religión a secas.

El número de conversos europeos al Islam es mínimo en relación al total, apenas un 0’1%. El núcleo principal evidentemente procede de bolsas de inmigración de países islámicos. Está claro, pues, que si se quiere evitar la aparición de terrorismo islámico, es preciso conjurar riesgos y el primero es admitir sin límite inmigración procedente de países islámicos. ¿Es una medida discriminatoria? No, es una medida selectiva: cada país tiene el derecho de seleccionar aquella inmigración que desea tener y, no hay en el mundo, ni un solo país que aspire a tener una inmigración conflictiva o que pueda llegar a serlo.

La crisis económica y la inestabilidad creciente en el Magreb hacen que estemos sentados sobre un barril de pólvora. De nosotros, los pueblos de Europa, va a depender que seamos capaces de conjurar la explosión o que amplias zonas de nuestro continente pasen a ser “zonas de expansión del Islam” y sus partidarios alcancen la etapa de “ofensiva estratégica”, es decir, la etapa insurreccional como en Afganistán, Iraq o Palestina.

Hoy no existe terrorismo islámico en España, mañana puede haberlo. Las alarmas solamente deben sonar ante riesgos reales. Las famosas operaciones Datil, Lago, Nova, casos como el del Comando Dixán, no pueden convertirse en un eterno y grotesco “que viene el lobo, que viene el lobo”. Lo importante no es desarticular a enemigos inexistentes sino afrontar el problema conjurando riesgos de futuro muy reales: la inmigración islámica debe volver a sus países de origen, el Islam no puede ser considerado como una religión más, Europa no convertirse en tierra de predicación del Islam.

[recuadro fuera de texto]

El terrorismo islámico en Europa y la respuesta

En Francia se cometieron atentados islamistas en metros en 1995 y en Londres 10 años después. Así mismo, en Holanda resultaron asesinados el periodista y documentalista Theo Van Gogh (por un fanático islamista marroquí) y Pym Fortune (por un ecologista a causa de la postura anti-islamista de la víctima). Estas oleadas se iniciaron con la fatwa contra el escritor Salman Rushdie en 1985 y alcanzaron su punto álgido en noviembre de 2005 con los incidentes que sacudieron Francia durante 20 días en los que los barrios más agitados demostraron ser los de mayoría islámica. Incidentes análogos tuvieron lugar en los cinturones industriales ingleses. En ese país, el número de asistentes a las mezquitas ya ha superado el de quienes acuden a las iglesias anglicanas y el Islam es prácticamente la religión con más audiencia de las islas británicas. En 2005, un diputado, Boris Johnson intentó una iniciativa parlamentaria para prohibir la lectura pública o privada de gran número de fragmentos del Corán a la vista de que consideraba que expandía el odio y la discriminación. Un año después, Patrick Sookhdeo, miembro del Instituto para el Estudio del Islam y el Cristianismo, solicitó la prohibición de una traducción del Corán explicando que “expone una estrategia que pretende matar a los infieles y hacerles la guerra”.

En Italia, con una evolución del fenómeno islámico bastante similar a nuestro país, salvo que allí has reacciones y reticencias contra la expansión de esta religión son mayores, Roberto Calderoli, coordinador de la Liga Nord escribió en 2005 que "el Islam debía ser declarado ilícito hasta que los islamistas estén dispuestos a renunciar a los elementos de su seudo doctrina política y religiosa que glorifica la violencia y la opresión de otras culturas y religiones”.

En los países nórdicos, habitualmente de orientación liberal en sus costumbres y libertades, se han producido, así mismo, iniciativas para detener la difusión del islam a la vista de la secuelas de odio susceptibles de generarse. El problema mundial desencadenado en Dinamarca a raíz de las protestas islámicas por la publicación de unas caricaturas inofensivas en un semanario de poca circulación, fue el toque de atención del riesgo que implicaba el islam para la libertad de expresión y generó numerosas iniciativas. En Noruega, el Partido del Progreso de Kristiansand procuró prohibir el Islam en el 2004. En Alemania, el Bundesverband der Bürgerbewegungen intentó hacer otro tanto el Corán en el 2006 debido a su incompatibilidad con la constitución alemana. En 2007, se estrenó la iniciativa danesa "Stop a la islamización de Dinamarca" exigiendo la prohibición de ciertas partes del Corán y de su difusión en las mezquitas, calificándolas como anticonstitucionales.

Así mismo, en Febrero de 2008 se firmó en Anvers (Flandes) la carta base de la Coordinadora Europea de Ciudades sin Mezquita, suscrita entre otras organizaciones y medios, por la revista IdentidaD en nombre de España, que constituye la primera movilización popular contra para detener la islamización de Europa. Por lo que se refiere a España, en Sevilla, en Premiá de Mar, en cualquier ciudad de España en la que se pretende abrir una gran mezquita, se producen movilizaciones populares que obligan a las autoridades a dar marcha atrás. Existe la sensación generalizada de que una mezquita es algo molesto: España es tierra de campanarios, no de muecines ni minaretes.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen


Crece el activismo islamista en nuestras prisiones. Chilabas en las cárceles

Infokrisis.- La crisis económica aumenta el riesgo de radicalización de los musulmanes presos. El sindicato de prisiones ACAIP ha manifestado su inquietud por lo que denomina “indicios sobre la radicalización yihadista en prisiones”. Esta inquietud arranca de la lectura del informe del mismo título elaborado por la Fundación Athena. Sobre la base del testimonio de 192 funcionarios de prisiones de 65 centros penitenciarios españoles en los que se encuentran presos procedentes de países islámicos. El resultado del estudio es demoledor: no solamente está creciendo la agitación islamista en las cárceles, sino que el gobierno no toma medidas para detener esta marejada.

Hemos superado los 70.000 presos, con un aumento del 23% en relación al período 2004-2007. El 72% de este incremento se debe a presos extranjeros que ya hoy suponen más de 25.000, esto es un 35% del total para una comunidad que oficialmente no llega al 11%. Dicho de otra manera: los extranjeros tienen una población penal tres veces superior a la que correspondería por su presencia en la sociedad.

Mientras la presencia de presos españoles está estancada y la de presos procedentes de los países de la Unión Europea va disminuyendo (un 13,5% en 2001 y un 11,8% en 2009), los presos procedentes de Argelia, Colombia, Ecuador, Marruecos y Nigeria, están en aumentando vertiginosamente. En 2004 se encontraban 4.625 presos marroquíes que habían pasado a ser 5.527 un año después y se aproximaban a 7.000 en 2008. Los presos argelinos, igualmente, había aumento se presencia en cárceles españolas pasando de 1.182 en 2004 a 1.311 en 2005 y superando los 1.500 a finales de 2008. Incluso los presos nigerianos –especializados en tráfico de drogas y estafa- habían pasado de 262 a 335 entre 2004 y 2006 para alcanzar los 400 en 2008.

Por nacionalidades los marroquíes son la primera comunidad extranjera representada en las cárceles españolas, seguida por los colombianos (en torno a 3.000), rumanos (1.480), argelinos, ecuatorianos, venezolanos y nigerianos. Una cuarta parte de los presos extranjeros son de nacionalidad marroquí que, al mismo tiempo ha sido la que más ha crecido en los últimos años (en torno a un 20%), precedida en porcentaje por los nigerianos (que han ido aumentando entre la población penitenciaria a  un ritmo del 27%). Los argelinos, por su parte, han tenido un crecimiento más moderado (un 11%), si bien es cierto que en algunos casos se trata de crímenes de mayor gravedad.

Esto implica que la tercera parte de los presos extranjeros encerrados en nuestras cárceles son originarios de países islámicos o de mayoría islámica (Marruecos, Argelia, Nigeria). Ese tercio crece a mayor velocidad que el resto de comunidades de delincuentes extranjeros y, a mucha más velocidad que los presos de nacionalidad española.

La delincuencia descontrolada

El 9 de septiembre de 2008, Pedro Luis Mélida sorprendió por su claridad a todos los que asistieron a su toma de posesión como Jefe Superior de Policía de Andalucía Oriental, cuando dijo: “Cuando la economía se desploma existe el riesgo de que aumente la delincuencia”. La economía se está desplomando… luego, no es aventurado prever que la delincuencia va a repuntar más de lo que lo ha hecho en estos últimos años.

Nadie ignora entre los profesionales del orden público de que las estadísticas triunfales ofrecidas por el gobierno están maquilladas toscamente. Ni la delincuencia está disminuyendo, ni la seguridad ciudadana ha aumentado, como se encarga de asegurar el ministro Rubalcaba intentando recurrir a su mejor mirada hipnótica y a un tono de voz que sugiera espontaneidad y sinceridad. No es cierto: cualquier ciudadano de a pie –y no digamos los funcionarios de la seguridad del Estado- son conscientes de que la delincuencia está cada vez más activa, crecida y desafiante.

El maquillado de las cifras se hace utilizando distintas  técnicas: distinguir entre delitos y faltas y hacer que estas últimas desaparezcan de las estadísticas; convertir robos de documentos en pérdidas; eliminar de las estadísticas los datos de comunidades que tienen policías autonómicas; y así sucesivamente. Pero nada de todo esto sirve para disipar la sensación –muy cierta por lo demás- que tiene el ciudadano de a pie de que la delincuencia está descontrolada.

La novedad de la actual situación es que ya no existe ningún tipo de estadística que pueda ser fiable e indicar la gravedad de la situación. A partir de ahora, el ciudadano deberá contar con su percepción directa de la realidad y con las declaraciones de los sindicatos de funcionarios de la seguridad del Estado, del cuerpo de prisiones o de la judicatura para confirmar si sube o baja la delincuencia y a qué velocidad lo hace. Nunca las estadísticas gubernamentales cayeron el tal descrédito.

Este maquillaje no es de ahora. En 2006, el entonces responsable del área de Interior y Justicia del PP, Ignacio Astarloa ya denunció que el índice de criminalidad en España había sufrido una subida "importantísima y muy superior" a la de 2005, y acusó al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de "ocultar todos los datos" sobre delincuencia y añadió que la seguridad ciudadana es "uno de los mayores fracasos" del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.  Lo sorprendente es que el PSOE había denunciado que durante el gobierno Aznar la seguridad ciudadana se había erosionado constantemente.  Las cifras del PSOE indicaban que la delincuencia de había “reducido un 4,6%” en unos momentos en los que cundía la alarma social por los primeros robos a viviendas y chalets, proliferación del “secuestro exprés”, ajustes de cuentas y despunte de las “bandas latinas”.

Delincuencia en tiempos de crisis

Nada de lo que hemos visto hasta ahora en materia de delincuencia se parecerá en gravedad e intensidad a lo que tenemos por delante. ACAIP, por ejemplo, denunciaba: “Las situaciones de turbulencia económica pueden contribuir a aumentar los actos delictivos. Y no se equivocan: 3.000.000 de parados es un problema “laboral”, 4.000.000 de parados es un problema “social” y 5.000.000 de parados es un problema de “orden público”.

Actualmente ya hemos superado la franja de los 4.000.000 de parados (por mucho que el gobierno insista en que solamente son 3.500.000: el maquillaje estadístico que operan los portavoces del gobierno es general), estamos pues en la fase en que el problema “social” se va deslizando por la pendiente de la seguridad ciudadana.

El Plan de Empleo Municipal del gobierno supondrá un retraso de apenas tres meses para demostrar la gravedad de la situación del empleo. Este plan se ha puesto en marcha como intento desesperado de poder alardear de cifras optimistas durante la campaña de las elecciones europeas en las que un batacazo importante del PSOE haría peligrar su continuidad al frente del gobierno. Tras extinguirse los limitados y cosméticos efectos de este plan, el paro repuntará y nada parece capaz de evitar que a fin de año se haya alcanzado la cifra de 5.000.000 de parados. Demasiados como para que algunos no piensen en la delincuencia como único camino para poder obtener medios de vida.

La inmigración en el ojo del huracán

Tanto ACAIP como la Fundación Athena Intelligente sostienen que siendo la inmigración el grupo social más sensible al paro, será también el que generará una mayor delincuencia. A esto se une el hecho antes mencionado de que las tasas de delincuencia entre la inmigración son tres veces superiores a las de la población autóctona.

Están lejos los tiempos en los que ONGs como SOS Racismo o el Movimiento Contra la Intolerancia distinguían entre “inmigrantes” y “delincuentes nacidos en el extranjero”. Los primeros vendían para trabajar, los segundos –a pesar de ser formalmente inmigrantes- no podían ser medidos con el mismo rasero. Esto es, hasta cierto punto cierto, aunque es mucho más cierto decir que la mayoría de inmigrantes vienen para trabajar pero que entre los delincuentes el colectivo extranjero está sobre-representado.

Pero el problema es todavía mayor si se acepta el razonamiento de la Fundación Athena: la acumulación de presos extranjeros crece en las cárceles españolas; de esta población está, sobre todo creciendo la procedente de países islámicos o, en cualquier caso, de religión islámica; las cárceles se han convertido en centros de reclutamiento y adoctrinamiento para el fundamentalismo islámico. Así pues, llegado a un punto, el problema ya no es solamente de seguridad ciudadana sino que corre el riesgo de pasar a ser de terrorismo.

Actividad islamista en prisión

El estudio de la fundación Athena se realizó teniendo como única fuente 192 funcionarios de prisión distribuidos en 25 prisiones de las 65 en la que se encuentran presos de confesión islámica. En 21 de estas 25 prisiones el número de islamistas era igual o inferior a 200 y en las 4 restantes (Topas, Almería, Alama y Castellón) era superior a 200.

Las conclusiones del estudio fueron sorprendentes y demoledores para quien defienda que las cárceles son centros de reinserción: el estudio demuestra que los islamistas, aprovechando las frustraciones, el aislamiento, los estados depresivos, los complejos de culpabilidad inherentes a la condición de preso, han convertido a los centros en focos de reclutamiento. En realidad, hay que decir que las prisiones siempre han favorecido brotes de “espiritualidad” entre los presos y siempre han existido grupos católicos y especialmente evangélicos y testigos de Jehová, incorporados a estas confesiones y sectas durante su estancia en prisión: sí, pero ninguna de ellas mata por su religión, en el Islam en cambio sí. De ahí el riesgo.

Los investigadores de Athena, supieron por los funcionarios encuestados que tienen relación con presos islamistas que estos forman grupos separados del resto de presos y, por supuesto, de los internos no musulmanes; que existe un proselitismo activo que se manifiesta en la aparición a cada vez mayor velocidad de grupos islamistas, favorecida por la movilidad de los presos, frecuentemente llevados de una cárcel a otra a causa de los juicios que han de afrontar y por el contacto con líderes islamistas presos; cada vez ocurre que los nuevos presos procedentes de países islámicos que integran con más rapidez y velocidad en redes organizadas integristas; el idioma común entre los islamistas es el vehículo que más favorece esta integración que, inicialmente es por nacionalidades, pero también entre islamistas de distintas nacionalidades islámicas. Esta rapidez en la captación se debe a los fondos cuantiosos con los que cuentan los líderes yihadistas presos y que satisfacen las necesidades de los presos comunes o de reciente ingreso.

En todos estos grupos islamistas existe una fuerte disciplina interior que no está presente en ningún otro grupo de presos. Se trata de grupos jerarquizados y con fuerte liderazgo. Esto les sitúa en una posición de poder en el interior de las cárceles. Frecuentemente aparecen disputas con otros presos no islámicos. El informe afirma textualmente que las relaciones de los islamistas con otros presos “no son pacíficas ni respetuosas”. Es un anticipo de lo que quieren llevar a la sociedad.

El régimen penitenciario ha quedado alterado por la presencia masiva de islamistas que se niegan a realizar determinadas tareas (de la misma forma que los presos de ETA se niegan a limpiar las zonas comunes de las prisiones alegando ser “presos políticos”).  Los islamistas se suelen quejar de que los funcionarios tienen prejuicios contra ellos, aun cuando pretendan solamente aplicar las pautas del régimen penitenciario. En realidad, los islamistas hacen “rancho a parte” en las prisiones: apenas tienen contacto con presos no musulmanes, pasean juntos, forman corrillos, leen y estudian juntos, ven televisión juntos, utilizan códigos de comunicación entre ellos ajenos a los utilizados por el resto de presos. Estos grupos están extremadamente jerarquizados y todos tienen un líder natural. Aun cuando existan en la misma cárcel distintos grupos islamistas, nunca se han producido rivalidades entre ellos, pero sí es frecuente la comisión de actos hostiles contra otros grupos no islamistas.

Así como entre los presos autóctonos, determinados delitos son mal considerados (violación, aviso de menores, violencia doméstica, delitos particularmente truculentos) entre los presos islamistas el tipo de delito cometido no se valora a la hora de admitirlo o relacionarse con él.

Algunas respuestas son particularmente inquietantes. Por ejemplo, gracias a la encuesta se sabe que los presos musulmanes actúan unitariamente en las prisiones, como un solo hombre y tratan con desprecio y distancia al resto de presos de confesiones no islámicas. El hecho de que hablen otra lengua hace que las comunicaciones de los islamistas con el mundo exterior se realicen sin que exista un control por parte de traductores. Así mismo se comunican por internet sin que exista un control de las páginas que visitan. Tampoco existe supervisión sobre el control de los paquetes y lecturas que llegan a los presos islamistas. Existe un hermetismo grupal entre los islamistas que los hace prácticamente impenetrables. Se ha sabido también gracias a los funcionarios que los presos islamistas realizan actividades considerarse como instrucción militar…

Fumando sobre un barril de pólvora

El informe Athena, unido a las Reflexiones sobre el islamismo en prisión, publicado en 2008 por ACAIP, no dejan lugar al optimismo: se está formando una generación de yihadistas en nuestras cárceles y a la vista de nuestras autoridades que están desoyendo sistemáticamente las advertencias de sociólogos, expertos en terrorismo y sindicatos de funcionarios. Hasta ahora toda la actividad yihadista en España ha consistido en reclutar voluntarios para atentados suicidas en Irak o en Palestina y a recaudar fondos para las redes de resistencia en esos países en conflicto. Pero ¿hasta cuándo durará esta situación? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que la crisis económica, las distintas oleadas de inmigración magrebí y subsahariana e incluso los intereses marroquíes hagan aparecer en todas estas redes extremistas la necesidad de desestabilizar a la sociedad española? Es cuestión de tiempo.

La Fundación Athena afirma al terminar su estudio: “en estos momentos de crisis socioeconómica, sería muy saludable para la seguridad del Estado preguntarnos si el sistema penitenciario está preparado para desarrollar planes de de acción eficientes como para poder contener, llegado el caso, la expansión en red de los procesos de radicalización islamista en las prisiones de nuestro país”.

Estamos viendo como el islam más radical y agresivo está afilando las uñas en nuestras prisiones desde hace años y nuestro parlamento permanece paralizado. A la vista de la situación es lícito exigir una serie de medidas a las que se llega directamente una vez se constata el mal –algo que tanto ACAIP como la Fundación Athena han realizado con singular precisión-. Estas medidas no pueden ser más que:

-    Creación de cárceles o módulos especiales sólo para presos de países islámicos, con separación completa del resto de presos.

-    Repatriación de los presos islamistas a sus países de origen una vez extinguida su condena. Toda condena a prisión debe entrañar necesariamente el tránsito de “inmigrante con permiso de residencia y trabajo” a “inmigrante ilegal” con la contrapartida de la expulsión inmediata.

-    Cumplimiento de las condenas en los países de origen.

-    Cese del trato de favor y de las concesiones obtenidas bajo presión por parte de los islamistas y aplicación del mismo régimen penitenciario que a los presos de cualquier otra religión.

Es increíble que en un país occidental se permita el reclutamiento de yihadistas en las cárceles sin que ni gobierno ni oposición se alarmen anestesiados por sus propias ambiciones e intereses que no pasan por las cárceles. Hoy los islamistas radicales han hecho de las prisiones el campo privilegiado y el banco de captaciones para sus ideas, mañana la sociedad española lo lamentará quizás con su propia sangre. No se puede permitir tanta desidia por parte de unos, ni tanto riesgo acumulado.

[recuadro fuera de texto]

El manual del perfecto yihadista

El estudio publicado por la Fundación Athena dice textualmente: “la recesión afecta a las capas sociales más desfavorecida” y los más débiles entre los débiles suelen ser los inmigrantes, muchos de los cuales son musulmanes. Por lo tanto –avisan- “no es difícil caer en la cuenta de que, en los próximos años, podrían aumentar muy sensiblemente la población de presos musulmanes procedentes de nichos sociales muy desprotegidos (…), frustrados y propensos a refugiarse en la fe y, quizá, altamente sensibles al adoctrinamiento radical”.

El 8 de noviembre de 2008 se publicó la noticia de la incautación de un manual titulado La clandestinidad en la yihad es un deber legítimo. Manual de seguridad en el domicilio de Mohamed Mrabet en Vilanova i la Geltrú en el curso de una redada contra células islamistas.  Mrabet era un viejo conocido de la policía: carnicero marroquí de 39 años, había sido detenido en 2006 como responsable de una red que enviaba yihadistas suicidas a Irak. Consta al menos que enviaran a Belgacem Bellil, un inmigrante argelino, a Irak en donde al volante de un camión bomba asesinó a 19 soldados italianos en Nastriya, Irak.

El documento incautado consta de 30 páginas, sin autor ni lugar de edición y resume una serie de líneas para infiltrarse en las sociedades occidentales sin despertar sospechas. Hasta poco era fácil identificar a los islamistas radicales en Europa Occidental: forma de vestirse, uso de barba, intervención en mezquitas y asociaciones islamistas con posiciones fundamentalistas. Pero todo eso ha cambiado: “La clandestinidad en la yihad es un debe legítimo, en el nombre de Alá misericordioso y clemente”, dice el documento incautado.

Más adelante recuerda que “muchos ulemas permitieron usar la mentira en caso de conseguir un beneficio religioso que pueda acabar con el castigo de los infieles hacia los musulmanes” y añaden: “El musulmán tiene que imitar a los infieles en su forma de vestirse si eso va en beneficio del Islam”. El intentar pasar desapercibido se convierte en una obsesión: “hay que ir cambiando de forma de vestir, de corte de pelo, lugar de residencia, coche, rutas diarias, horas de salida y entrada, lugares, reuniones y encuentros”.

Hay en todo este documento algo a la vez ingenuo y siniestro. Abundan los consejos tópicos propios de todo grupúsculo clandestino: “Usa apodos, nombres y códigos falsos, incluso entre los miembros del mismo grupo, habla en voz baja, di lo mismo sin hablar demasiado”… En realidad, el documento no parece haber surtido mucho efecto entre los islamistas radicales españoles que, hasta ahora -si exceptuamos el extraño atentado del 11-M que parece tener muy poco que ver con estos grupos- no han estado en condiciones de cometer atentado alguno en España. Su actividad, hasta ahora, parece reducirse al envío de yihadistas a Irak o a zonas de combate… pero esto puede no durar siempre. En cualquier momento, los coches bomba y los atentados pueden realizarse en España si cambian las condiciones sociales y se produce una radicalización del islamismo español. La cuestión es: ¿puede producirse esa radicalización? Sí, si las condiciones de los inmigrantes se van deteriorando a causa de la crisis.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen


Dossier inmigración boliviana. Bolivia: ¿Frente secundario de la inmigración masiva?

Infokrisis.- Habitualmente se considera que Ecuador es el principal exportador de inmigrantes andinos, seguido por Perú y Colombia. Bolivia rara vez aparece en primera fila y, por tanto, lo hemos elegido como arquetipo de países con baja demografía (si bien casi ha duplicado la población en el último cuarto de siglo) cuyas tasas de inmigración van creciendo exponencialmente y, si no en número, al menos superan en porcentaje al de otros países. Bolivia siempre ha sido una caja de sorpresas y mucho más ahora que un nuevo gobierno “indigenista” se sienta en el Palacio Quemado de La Paz.

Queremos recalcar que la inmensa mayoría de los datos que hemos utilizado a continuación han sido extraídos de las ediciones digitales bolivianas, accesibles a través de Internet. Lo que hemos encontrado nos ha sorprendido y podemos atestiguar –porque trabajamos directamente con periodistas bolivianos durante nuestra estancia en aquel país- que la prensa es una de las pocas instituciones “serias” de Bolivia. Así pues, la fiabilidad de los datos que siguen no puede ser puesta en duda.

La frecuencia de los datos aparecidos en la prensa boliviana sobre la inmigración no deja de sorprender. Si antes del ascenso a la presidencia de Evo Morales eran dispersos y sin grandes precisiones, evidenciando que la inmigración hasta ese momento era un puro goteo, a partir de la subida de Evo Morales y del MAS, la inmigración se ha convertido en uno de los temas estrella de la prensa boliviana. Raro es el día en que, por uno u otro motivo, el consabido tema de la inmigración no aparece en algún medio boliviano. Es fácil interpretar el fenómeno: lo que hasta Evo Morales era un goteo, a partir de su presidencia se ha convertido en un flujo continuado.

La demografía boliviana en expansión

Las migraciones son un problema en Bolivia, no solamente migraciones hacia Europa (España), sino especialmente hacia los países limítrofes (Argentina y Brasil), pero también constituye un problema interior. En efecto, la población de La Paz está desplazándose hacia Santa Cruz. Y cuesta encontrar encuestas que reflejen este problema. Habitualmente, se suele decir que la población boliviana se concentra en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. Estos tres departamentos agruparían al 70% de la población boliviana. Pero decir esto es decir poco y, especialmente, no reflejar la tendencia de las migraciones interiores: Santa Cruz es (o era…) casi una ciudad colonial en medio de la selva, mientras que La Paz es una ciudad típicamente andina y escasamente europea. Esta migración interior, desde La Paz hasta Santa Cruz, altera la composición étnica de ésta última y es uno de los motivos por los que el Oriente boliviano ha amenazado en múltiples ocasiones con independizarse. Estamos persuadidos de que durante el gobierno de Evo Morales –dure lo que dure y no somos muy optimistas al respecto- esta tendencia segregacionista se acentuará.

En 2005, 5.165.882 habitantes vivían en zonas urbanas y 3.108.443 en áreas rurales. Aparentemente, el país está relativamente equilibrado entre “campo” y “ciudad”, pero no es así. A pasos agigantados, el campo boliviano se va abandonando. Los campesinos inician su periplo migratorio, habitualmente en La Paz y Santa Cruz; luego, los que han radicado en La Paz perciben, no solamente que allí no hay trabajo, sino que los paceños se han ido desplazando hacia Santa Cruz y hacia el exterior y se suman a este movimiento de población. Si tenemos en cuenta que la media de hijos por matrimonio boliviano es de cuatro, resulta significativo que solamente se haya producido un aumento de 382.497 personas en áreas rurales desde 1992, mientras que en áreas urbanas ha ascendido a 1.471.036.

Hoy, el 60% de la población boliviana es menor de 25 años y solamente los adolescentes de entre 10 y 20 años representan el 23%. Además, las mujeres en edad fértil (de los 15 a los 49 años) son el 50% de las mujeres del país. En los dos últimos censos, la pirámide de población se ha estrechado ligeramente en la base, pero la natalidad sigue siendo alta o altísima, especialmente en los departamentos del Beni, el Pando o Potosí. La Paz y Oruro es donde más desciende la población… pero no por un descenso en el número de hijos por pareja, sino por las migraciones interiores y exteriores. Así se entiende que en Santa Cruz esta disminución sea casi imperceptible.

A pesar de la despoblación acelerada del medio rural boliviano, el hecho verdaderamente dramático es que la capital, La Paz, en lugar de ganar población, la pierde anualmente. Doce de cada mil habitantes abandonan la “olla de La Paz” cada año, en cifras reales, algo más de 10.000 habitantes perdidos por año. Este proceso, sostenido desde el año 2000, hace que, a pesar de que la edad media de los habitantes de La Paz sea de 29 años de edad, sea cinco años superior al resto del país (24 años). La gente joven está abandonando la ciudad y emprendiendo el camino de la emigración. Se van especialmente cuadros técnicos, profesionales y mano de obra cualificada, así como estudiantes de la Universidad de San Andrés. En pocos años, esta “fuga” se hará sentir dramáticamente en la capital boliviana.

Cuando más del 20% de la población de un Estado emigra es que ese Estado ha dejado de existir y se ha vuelto inviable. Esto ya ha ocurrido con algunas naciones centroamericanas y caribeñas que han perdido todo su capital humano camino del exilio económico. Se pierden cerebros, se pierde mano de otra, se pierde espíritu de iniciativa. En estos países se produce una especie de “selección al revés”, en la que los mejor preparados e inquietos huyen hacia el exterior, mientras que los más acomodaticios, conformistas y lánguidos, permanecen en el país, rebajando la productividad y acentuando la degradación de los servicios y el marasmo del Estado.

Además, la inmigración masiva produce efectos económicos perversos. Sí, la economía nacional –como es el caso de la boliviana- recibe importantes remesas económicas de la inmigración que, al alcanzar ciertos niveles, se vuelven imprescindibles para el equilibrio macroeconómico. El primer efecto es inhibir las exportaciones, en tanto que sobrevalúan la moneda nacional. Eso tiende a generar efectos inflacionarios, generar dependencia y desigualdad social. Ya ha ocurrido en el Magreb y ahora está ocurriendo en las economías andinas. Para colmo, esas remesas son pan para hoy y hambre para mañana. Los niveles de pobreza se reducen en el país receptor de las divisas, y se tiende a pensar que no hacen falta estrategias para mitigar los graves problemas sociales derivados de la pobreza. Simplemente, ésta disminuye porque se palia con los fondos llegados de fuera. Error. En África, los poblados que más inmigración han generado son los que en estos momentos tienen más abandonadas las tierras de cultivo y las economías locales. Simplemente, los familiares emigrados envían pequeñas cantidades mensuales que allí son tesoros, y si uno tiene un tesoro, ¿para qué precisa trabajar?

Desde los años 90, las medidas impuestas por el FMI y las instituciones de crédito internacionales en América Latina, no están teniendo como resultado la creación de empleo y el crecimiento económico, sino una ampliación de las bolsas de paro, una falta global de perspectivas y una desesperación creciente de las clases medias hacia abajo que, por si misma, genera los flujos migratorios.

A la vista de los datos demográficos, la situación de Bolivia es muy similar a la de los países del Magreb, con una población extremadamente joven, con unas migraciones interiores sostenidas y, finalmente, con una falta absoluta de perspectivas para los sectores juveniles que optan por la inmigración. En realidad los países andinos son nuestro segundo Magreb. No llegan con cayuko ni patera, sino con algo mucho más sofisticado: los Boeing que diariamente aterrizan en Barajas. Quien diga que esa inmigración es incontrolable, es sencillamente un imbécil o pretende engañar con mala fe. Esta inmigración no tiene mafias detrás, sino instituciones bancarias respetables –algunas de ellas españolas- que les conceden los créditos necesarios para venir a nuestro país.

¿Cuántos inmigrantes ha generado Bolivia?

Goteo ayer y chorro hoy, la cuestión es que existe cierta opacidad de datos sobre los inmigrantes bolivianos que se encuentran en el extranjero. Antes decíamos que la prensa es una de las instituciones bolivianas serias, y con la misma rotundidad podemos afirmar que las estadísticas y los censos son poco fiables. El nivel de corrupción en unos casos y de apatía en otros es tal, que impide que podamos confiar en los datos que nos aportan.

Ahora bien, en la prensa boliviana se publicó el 24 de julio de 2006 que “entre Enero y Diciembre de 2005, alrededor de 47.000 ciudadanos bolivianos emigrantes regularizan su situación migratoria en España”. El titular no está desde luego redactado según los patrones de la prensa española, pero se entiende a la perfección. Tenemos a casi 50.000 bolivianos regularizados, de los cuales, buena parte –pero no todos- debieron serlo en el período de la malhadada “regularización masiva” entre febrero y mayo de 2005. Mientras que en 2001 tan solo residían en España 3344 bolivianos, cuatro años después la cifra había ascendido a 50.738; es decir, se había producido un aumento del ¡1417,287%! Pero la situación es mucho más grave, y apenas dos meses después, se publicaron nuevas cifras de emigración hacia España.

Las últimas cifras sobre inmigrantes bolivianos en España nos llegan de Bolivia, así que son creíbles. Como se sabe, las cifras dadas por el gobierno ZP tienden siempre a minimizar el impacto de la inmigración. Escribo estas líneas justo cuando se han dado las cifras de muertes en cayuko, unas 3000 desde principios de año; pues bien, hace solo tres meses ZP, con una seriedad pasmosa, decía en el Parlamento que el tema de las pateras estaba resuelto… Así que si las cifras proceden de Bolivia, a nuestros efectos, son más creíbles que las que facilita el gobierno español. A principios de agosto de 2006, las cifras de residentes bolivianos en España, legales e ilegales, ascendía a 100.000, mientras que otras la elevaban a 150.000, e incluso la Cancillería boliviana se atrevía a cifrar la frecuencia semanal de emigrados a España en un millar, lo que coincide con nuestras apreciaciones y con las conversaciones que hemos mantenido con funcionarios policiales destacados en Barajas. El Cónsul de España José Fernández, entrevistado por los medios de comunicación bolivianos a principios de junio de 2006 reconocía cifras parecidas. A la pregunta de “¿Cuál es el flujo migratorio a España?”, respondía: “Cada semana hay dos vuelos directos de 400 personas a España, ya son 800. Estimo que otras 200 se van vía Chile, Argentina y Brasil. Mil personas se van a España todas las semanas. Semanalmente otorgamos alrededor de 50 visas de trabajo”. Si tenemos en cuenta que la presión migratoria boliviana hacia España se inició en el 2001, es decir en torno a hace 60 meses, esto es 240 semanas, las cifras de residentes bolivianos en España deben oscilar entre 125 y 150.000.

Las dos comunidades mayores eran las de Madrid, con 35.000 residentes (posiblemente 50.000 según otras fuentes), la mayoría procedentes de Santa Cruz, y la de Barcelona con 25.000 (posiblemente 32.000), en su mayoría procedentes de Cochabamba. En el proceso de regularización de 2005, el 65% de los acogidos eran mujeres dedicadas a servicio doméstico. El propio gobierno boliviano reconocía que esta mayoría inusitada de mujeres que integran los contingentes migratorios se debía, no sólo a la precariedad laboral, sino especialmente a la discriminación sexual que sufren en su propio país. En cuanto a los hombres, suelen trabajar en hostelería y construcción. Por edades, el 84% tienen más de 16 años y el 16% son menores de esa edad. A finales de 2005, los bolivianos residentes en España remitían 500 millones de dólares al año a sus familiares.

¿Creen ustedes que el petróleo explotado por Petrobras y Repsol YPF constituye el principal ingreso de Bolivia? Se equivocan. Aquel país en el que, con un pico y una pala, prácticamente puede encontrarse en cualquier lugar un mineral estratégico, ha logrado que las remesas enviadas por los emigrantes a sus familias en el interior del país sean superiores a cualquier otro ingreso. Cifras oficiales bolivianas revelan que las remesas del exterior registradas en el Banco Central de Bolivia llegaron a 277 millones de dólares en 2005, incrementándose un 64% respecto a los niveles de 2004; pero fuentes del Banco Internacional de Desarrollo elevan estas cifras hasta 422 millones de dólares en 2004 y 860 millones de dólares en 2005, lo que representa el 8,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Sólo la venta de gas natural va algo por delante de estos ingresos. La economía boliviana, como la de Marruecos y del resto del Magreb, depende completamente de las remesas remitidas por la emigración. La fragilidad de economías así concebidas no se escapa a ningún analista. Una economía así es inviable a medio plazo, especialmente cuando los emigrantes no contemplan la posibilidad de volver a su país, sino la de acogerse a la reagrupación familiar en el país de acogida.

¿Qué puede pensarse de un país poblado por nueve millones de habitantes de los que ¡una tercera parte!, ha emprendido el camino de la inmigración? Se trata de un país frustrado, cuyos gobiernos, en los últimos 25 años, han ido fracasando sucesivamente a la hora de gestionar la “res publica”. El dato de los tres millones de inmigrantes bolivianos fue facilitado el 15 de abril de 2006 por la Organización Internacional de Migraciones y la Dirección Nacional de Migración de Bolivia. Los principales destinos eran, por este orden, los países limítrofes (lo que parece normal) y España, situada a 14.000 Km. de distancia (lo que ya no es tan normal). Pero hay algo peor: no se van todos los que quieren, sino solo los que pueden. En la edición de ese día (15.04.06) del diario boliviano La Razón se añadía el preocupante dato de que cinco de cada diez bolivianos estarían dispuestos a irse del país (cifra ligeramente menor a la de marroquíes que desean abandonar su país). Ese porcentaje había aumentado en los últimos meses, ante la seguridad de que la situación económica del país iba a degradarse. Evo Morales no parece inspirar confianza al 50% de la población, entre los que se encuentran muchos de los que le votaron. La Razón (boliviana) escribía: “En marzo último, la empresa Apoyo, Opinión y Mercado realizó para este diario una encuesta sobre el tema de la migración en las ciudades de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz. El sondeo se hizo entre 1.025 personas, de 18 a 70 años de edad, que correspondían a cinco niveles socioeconómicos. El resultado es que el 53 por ciento de la gente consultada dijo que optaría por ir a vivir al extranjero si tuviera la posibilidad de hacerlo”. La nacionalización de todo lo nacionalizable no anima a los bolivianos a quedarse. Los motivos que la encuesta atribuía a esta migración no eran el atraso del país y la pobreza, sino los bajos niveles salariales, la precariedad en el empleo y la falta de trabajo.

En Bolivia el desempleo en el área urbana llega al 10% de la población activa (4,6 millones). No es una tasa alta, pero nos equivocaríamos si la valorásemos de manera optimista. En ese porcentaje no se recogía el número de gente que vive de la economía “informal” para sobrevivir. Se estima que entre el 40 y el 60% de los bolivianos están en esa tesitura, es decir, laboralmente en la inseguridad más absoluta. Para colmo, cada año se incorporan 140.000 jóvenes al mercado de trabajo que no tienen la más mínima posibilidad de encontrar un empleo que les garantice la supervivencia.

Esa misma encuesta estableció que dos de cada tres bolivianos tienen parientes emigrados. Sus familiares que todavía no han emprendido el camino del exilio económico ni solicitado la reagrupación familiar, consideran que los inmigrantes “viven algo mejor” que cuando se marcharon del país. Es inevitable que el ejemplo cunda y que el principal problema de Bolivia, en el momento actual, no sea nacionalizar el petróleo, sino encontrar fórmulas para detener su sangría demográfica o, de lo contrario, en solo unas décadas el país estará prácticamente despoblado.

La emigración boliviana se orienta según su capacidad económica: los campesinos pobres se van a trabajar a Argentina o a Brasil, mientras que los que pueden disponer de algunos ahorros o presentar un aval para un crédito (habitualmente pequeños comerciantes, vendedores ambulantes o propietarios de pequeñas haciendas) emigran hacia España y en mucha menor medida a EEUU.

Se calcula que en Argentina residen 1.500.000 bolivianos, de los cuales 850.000 residirían en la capital y otro tanto en las provincias argentinas. Si tenemos en cuenta que la situación económica de la República Argentina no es precisamente boyante, puede comprenderse el infierno económico que los bolivianos dejaron atrás. De todas formas, buena parte de la inmigración boliviana en Argentina es anterior al hundimiento de la economía de éste país en 2001. Es más, a la vista del descalabro del “corralito” argentino, muchos bolivianos que habían logrado hacerse con unos mínimos ahorros, en lugar de emprender el camino de regreso a su país, lo hicieron hacia España. Si a eso añadimos que la emigración hacia los EEUU se detiene bruscamente al aumentar los controles tras el 11-S del 2001, se entiende que a partir de los dos primeros años del milenio, la inmigración boliviana se replantee su destino.

De hecho, a partir del año 2000, la emigración boliviana elige como destino preferencial España. Hoy residen en nuestro país un número de bolivianos no inferior a los 150.000, concentrados en Madrid y Catalunya que, por término medio, envían unos 300 euros a sus familias… Las cifras son de una asociación boliviana de inmigrantes, pero es posible que no sean fiables. Además, datan de junio de 2006: tres meses después, probablemente, ya habrá sufrido un incremento. Sí, porque, a partir de mayo de 2006, la inmigración boliviana en España aumenta extraordinariamente.

No podemos saber exactamente el ritmo (algunos funcionarios de Barajas nos han asegurado que en torno a 250-300 bolivianos entran diariamente como turistas…), pero sí podemos intuir la intensidad del fenómeno a tenor de algunas informaciones publicadas entre mayo y junio de 2006 en la prensa boliviana. Si no olvidamos que el “destino preferencial”, aquí y ahora, de los bolivianos es España… es evidente que esos bolivianos precisarán pasaporte para entrar como turistas por Barajas. Por eso hemos recogido algunas noticias sobre el funcionamiento de estas oficinas de migración. Resumamos lo que el lector va a encontrar en las páginas siguientes: tales oficinas están desbordadas desde el ascenso al poder de Evo Morales.

Noticia publicada en la prensa boliviana el 10 de abril de 2006: en las semanas anteriores –los datos son de periódicos de distintas tendencias- la inmigración boliviana decidió entrar por los aeropuertos parisinos, a la vista de la saturación en Barajas. Pero a principios de abril, las autoridades aduaneras galas rechazaron aviones enteros de inmigrantes bolivianos, con lo cual disminuyó momentáneamente la entrada de ciudadanos bolivianos en España. Desde principios de año y hasta ese momento, muchos miles de bolivianos decidían entrar por París y luego ganar la frontera española. Pues bien, una vez corrió el rumor de estos “retornos”, la petición de pasaportes en Bolivia disminuyó sensiblemente, especialmente en Santa Cruz. No hay que olvidar que todos aquellos que eran devueltos perdían todo lo que habían invertido y no podían hacer frente a los créditos avalados con su escaso patrimonio… La directora de Inmigración en Santa Cruz, Olga Lidia Espinoza, recordó que la actitud de las autoridades galas era particularmente perjudicial para la emigración boliviana dado que “…el 80 por ciento de los pasaportes tiene como destino España” (por su había alguna duda). Eso provocó que de los 400 pasaportes expedidos diariamente por la oficina de migración cruceña se pasara a algo más de 300. Recapitulemos: el 80% de bolivianos que reciben pasaporte sólo en Santa Cruz, va a España. Hasta la crisis de entradas en París, se daban 400 pasaportes, es decir 320 con destino estadístico a España. Estas cifras se mantenían desde principios de año. Así pues, en 20 días de trabajo al mes, la oficina de Santa Cruz habría expedido 48.000 pasaportes, de los que el 80% tendrían la intención de venir a España (36.400). Pero si tenemos en cuenta que la oficina de Santa Cruz supone el 30% de los pasaportes expedidos en Bolivia, habrá que multiplicar esa cifra por tres. En otras palabras: sólo en la primera mitad de 2006, 72.800 bolivianos han pensado seriamente en establecerse en España, importándoles un rábano el incumplir la legislación de inmigración de nuestro país y hacerlo por la vía de los hechos consumados. La historia termina cuando la diligente Olga Lidia Espinoza comenta airada que Francia “está devolviendo a bolivianos que usan el pasaporte que nosotros les damos”. Luego veremos que existe una red de corrupción en la oficina de migración boliviana y que las irregularidades y fraudes abundan. Pero ésta es otra historia en la que nos detendremos más adelante.

Este personaje con nombre de culebrón, Olga Lidia, consultó a la embajada española si había algún problema con “sus” pasaportes. Y el embajador, seguramente un probo funcionario de Moratinos que aún no se ha enterado de que la inmigración boliviana a España empieza a ser un problema, se sorprendió por la pregunta y ratificó “que todo está bajo la legalidad, que los pasaportes que emite esta repartición tienen todas las normas legales”. El embajador, en el ejercicio de su cargo, podría haber aprovechado para recordar que en España existe una ley de inmigración y que, según ella, todas las peticiones de obtener permiso de trabajo y de residencia en nuestro país deben tramitarse en el consulado más próximo a la residencia del aspirante. Claro está que le hubiera costado mucho más explicar los motivos de la regularización masiva de 2005. Y no digamos ya de presentar una protesta diplomática por el hecho de que la inmensa mayoría de “turistas” bolivianos mienten al ingresar en España ocultando que han venido para quedarse.

A partir de mayo, las peticiones de pasaporte habían aumentado en Bolivia un 30%. El país estaba recorrido por una especie de “complejo de fuga”, y parecía un barco a punto de hundirse en el que se trata de no ser el último en abandonarlo. ¿Qué estaba ocurriendo? Simplemente que el gobierno español estaba dando una vez más muestras de amateurismo e ingenuidad declarando que a partir de febrero de 2007 se exigirá visado para los ciudadanos bolivianos que pretendan entrar en España, que es una forma de acelerar el “efecto llamada” e impulsar a que los inmigrantes se planteen el “ahora o nunca”. Y la mayoría parece ser que eligió el “ahora”.

El 12 de julio de 2006, las autoridades de inmigración aseguraban que en Santa Cruz se entregaban 44 pasaportes por hora, esto es 350 al día y la gente se quejaba de las largas colas que debía soportar hasta recibir el documento. Algunos días de ese mes se llegaron a entregar 600 pasaportes en un solo día. Así que había que ordenar el flujo de “clientes”. Se empezaron a entregar tickets numerados y se colocaron televisores con los números. Diariamente en torno a 1200 personas visitaban la oficina de migraciones de Santa Cruz. Inmediatamente que se colocaron estos adelantos burocráticos, la picaresca boliviana, no precisamente escasa, inventó una nueva industria local: la venta de tickets. El ticket costaba más que el pasaporte. La venta de puestos en la cola oscilaba, según la ley de la oferta y la demanda y la proximidad a la ventanilla, entre 30 y 100 bolivianos… Pues bien, aun a pesar de eso, las colas nocturnas de gente esperando que se abrieran las ventanillas ha llegado a 2000 personas en la oficina de migración de La Paz. Si hay un pueblo que tiene prisa por abandonar el país, ese es el boliviano. Luego entenderemos el por qué.

El gobierno ZP sin enterarse de nada (of course)

La prensa boliviana ofrecía el 8 de agosto de 2006 una entrevista con María Teresa Fernández a su paso por Bolivia. Lo que le llevaba allí a la vicepresidenta del gobierno español era pedir seguridad jurídica para las empresas españolas. Allí declaró que Bolivia había sido definida como objetivo prioritario para la cooperación española. Claro que Moratinos, el mes anterior, también había definido a África subsahariana como “objetivo prioritario” y publicaba un artículo en la revista “Política Exterior” para que quedara constancia de semejante genialidad… Pero la pregunta clave, a nuestros efectos, tenía que ver con la inmigración boliviana en España:

- “¿Se mantendrá el uso de pasaporte para el ingreso de bolivianos a territorio español?”, preguntó un periodista de El Mundo (boliviano); reproducimos la respuesta textual de la vicepresidenta:

- “Como usted sabe, la Unión Europea ha llevado en los últimos años una política de establecimiento de visados para todos los países, incluidos los latinoamericanos. España siempre se opuso a que se establecieran estos visados dentro de la Unión Europea, pero no lo hemos podido impedir. Lo hemos parado durante un buen tiempo, (pero) últimamente no lo hemos podido parar y probablemente sea algo que se vaya a establecer. Pero no es una decisión española, es una decisión de la Unión Europea”.

Esta respuesta es increíble y, por sí misma, supondría la excusa perfecta para cesar a la eximia funcionaria, simplemente por falta de talla política: la vicepresidenta en lugar de pedir, como sería lógico para un funcionario del gobierno español, que los bolivianos entren en España de conformidad con las leyes del Estado Español… pide disculpas. Disculpas. Es más: ni siquiera percibe a la inmigración masiva como problema, a pesar de que el CIS le recuerda cada mes que la inmigración es el principal problema que perciben los españoles. Simplemente está en Babia intentando quedar bien con los interlocutores. Por otra parte, las decisiones de la Unión Europea son colectivas, y una de las formas más desleales de abordar la cuestión es decir “Los culpables de pedir el visado son nuestros socios de la UE… si por nosotros fuera jamás impediríamos que un boliviano emigrara a España”. Decididamente, Maria Teresa Fernández de la Vega solamente podría ser ministra en el gabinete ZP, en cualquier otro la hubieran cesado recomendándole un reforzante cerebral. No sabríamos si calificar las declaraciones de la vicepresidenta de frívolas, desleales con nuestros socios de la UE, o simplemente estúpidas, o probablemente una mezcla de todo ello.

La vicepresidenta ha logrado que su viaje a Bolivia pasara desapercibido para la opinión pública, aun a pesar de que era, como mínimo, tan grotesco como el realizado a Maputo unos meses antes. Allí la vice acudió para pedir “la integración de la mujer africana en el mercado del trabajo”… De la Vega no se había enterado que la mujer africana trabaja más que el hombre africano y que, por lo demás, las reivindicaciones feministas en África interesan tanto como un disfraz de esquimal. Y pensar que esa gente nos “gobierna”.

Resulta escalofriante pensar que en el mes de mayo del 2006, los vuelos desde Bolivia a Madrid estaban cubiertos hasta el 12 de octubre. Los medios de comunicación bolivianos reconocían que este aumento se había producido a raíz del anuncio de la vicepresidente De la Vega, según el cual a partir de abril de 2007 será necesario visado para viajar a España. No es la primera vez que el gobierno español comete una ligereza de este tipo anunciando con meses de anticipación medidas limitadores de la inmigración. En los primeros días de agosto de 2004, Consuelo Rumi y Rafael Caldera anunciaron que iba a procederse a una regularización de la que, inicialmente, ni siquiera dijeron la fecha del inicio. En los primeros días de septiembre de ese año se anunció que la regularización se iniciaría en febrero de 2005. En otras palabras, se daban casi seis meses a las mafias de la inmigración para que prepararan sus estrategias y vendieran su “producto” como “la gran oportunidad para obtener permiso de residencia y trabajo en España”. A partir de ese momento, empezaron a producirse peticiones masivas de empadronamiento, inmigrantes residentes en Francia y Portugal afluyeron para empadronarse en pisos-patera en toda la geografía nacional y ese fue el principio del “efecto llamada” que todavía hoy se mantiene vigoroso. Así pues, tras las imprudentes declaraciones de De la Vega, la petición de pasaportes que había bajado sensiblemente en julio experimentó un repunte de 500 al día sólo en Santa Cruz. Fue un gran negocio para las agencias de viajes, los proveedores de pasaportes falsos, los prestamistas, usureros y las instituciones de crédito. El pasaje más barato de ida y vuelta no bajó, sino que, por aquello del aumento de la demanda, ascendió a 1.506 dólares.

Lo realmente gracioso es que mientras en España el gobierno está completamente desbordado y dubitativo en el tema de la inmigración, en Bolivia las cosas están muy claras. La vicepresidenta española apenas balbuceó una justificación a la demanda de visado, pero en Bolivia todo el mundo sabía por qué la UE exigía visado. La comisaria de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Benita Ferrero, envió una nota a la dirección de Migración en la que explica las tres razones por las cuales tomaron la determinación los 13 países que conforman el espacio Schengen.

“Uno, dijo, es la presión migratoria de bolivianos. Dos, el aumento de detenciones y condenas a bolivianos por hechos ligados a la criminalidad y la inmigración clandestina. Y tres, ciudadanos latinoamericanos sometidos a la obligación del visado utilizan pasaportes de bolivianos falsos para ingresar al espacio europeo”. Más claro, agua.

Al conocerse que la exigencia de visado se retrasaría, el 6 de agosto, Edwin Pérez Uberhuaga, periodista boliviano destacado en España, enviaba una crónica a su país en la que decía que “parece ser la mejor noticia para mas de doscientos mil compatriotas que viven en Europa y que, en muchos casos, aceleran sin planificación los tramites para que sus parientes lleguen al Viejo Continente”. La crónica añadía que “Según datos extraoficiales, en España viven hoy mas de 150 mil bolivianos, en su mayoría documentados, que a su vez tratan de hacer que sus parientes o amigos lleguen a Europa, a pesar de que lo harían sin posibilidades de tener permiso de residencia”.

El 13 de agosto de 2006, el canciller David Choquehuanca informó que la Unión Europea "no tomará ninguna decisión unilateral" respecto a la exigencia de exigir visado de ingreso a los ciudadanos bolivianos. Mentía descaradamente o bien la vicepresidenta de la Vega se lo había explicado mal. La decisión ya estaba tomada y no había posibilidades de apelación. Sorprendentemente, Choquehuanca explicó que “los controles migratorios españoles detectan cada día el ingreso de 200 ciudadanos bolivianos, de los que ¡sólo 40! efectivamente proceden de nuestro país”. El resto, según la nota que recibió el Canciller, "son ecuatorianos, peruanos o de otras nacionalidades"… provistos de pasaporte boliviano. De esta práctica corrupta hablaremos más adelante.

Bolivia era el único país al que no se le exigía visado para ingresar a España. Choquehuanca volvía a mentir explicando que en su visita a Bolivia, De la Vega dijo que la intención de su país era mantener hasta donde se pueda el compromiso de no exigir visado de ingreso de ciudadanos bolivianos, aunque esta decisión continúa sujeta a las opciones que maneja la UE. En absoluto, las palabras de la vicepresidenta española, en su letra y en su espíritu eran otras: la UE “obligaba” a España a recibir a los bolivianos provistos de visado y la decisión era inapelable. Lo sorprendente es que el Ministro Consejero de la Embajada de Bolivia en Madrid, Alvaro del Pozo, en su discurso en la fiesta del 6 de agosto informó que las autoridades españolas le habían expresado que no se analizó la posibilidad de limitar el ingreso de los bolivianos a través de visado. Y, por supuesto, le han mentido, porque las agencias españolas informaban el 29 de agosto de 2006 que la vicepresidenta del gobierno –ella y no otro funcionario- había ido a Helsinki para pedir ayuda a la UE, dado que el gobierno español se sentía desbordado por la oleada migratoria.

Así pues, estamos ante dos problemas sobre los que vale la pena recabar algunos datos: en primer lugar el problema del negocio de la falsificación de pasaportes en Bolivia y, en segundo lugar, el de las mafias de la emigración que allí operan.

La corrupción boliviana en torno a los pasaportes

He permanecido durante bastante tiempo en Bolivia, así que conozco el país lo suficiente como para saber cómo funcionan las cosas allí. La palabra clave es “corrupción”. En cierta ocasión –en tanto que asesores- estábamos elaborando las propuestas de acción inmediata del gobierno en el piso 12 del edificio Isabel la Católica de La Paz, entonces uno de los pocos rascacielos de la capital boliviana. En un cierto momento no pude evitar que me traicionara mi mentalidad de europeo: “El primer punto debería ser la lucha contra la corrupción”. En efecto, en Bolivia todo entraba y salía de contrabando, y la recaudación pública estaba en mínimos. Una de las formas de reactivar la economía consistía en eliminar los fondos de corrupción y contrabando. El director del más conocido diario paceño me interrumpió: “Ernesto ¿qué dices? Si aquí, en este edificio, todos viven de la corrupción”, lo que equivalía a decir: “La lucha contra la corrupción es la lucha contra la misma esencia que constituye el cemento de la sociedad boliviana”. Ya en los años 30, el general Toro, que intentó nacionalizar la industria del estaño en manos de los hombres más ricos del mundo (los Aramayo, Patiño, Hostchild, conocidos como “la Rosca”) terminó suicidándose ante la esterilidad de sus esfuerzos. Hoy mismo, cuando escribo estas líneas, el presidente Evo Morales ha cesado a toda la cúpula petrolera del país que él mismo eligió hace sólo seis meses, por haber detectado que, en tan poco espacio de tiempo, ya habían caído en prácticas corruptas… a pesar de que la corrupción era el punto número 1 del programa del MAS. En Bolivia todo se compra y se vende.

Sin ir más lejos, yo compré un pasaporte. Hacerlo en aquella época era solamente un poco más simple que en la actualidad. Hacía falta un cura rural. Bolivia está repleta de misioneros y sacerdotes que ya han perdido la fe y a los que solamente les interesa sobrevivir lo mejor posible. Además, encontré a un sacerdote español que me extendió el certificado de nacimiento gratis. Yo era, a partir de ese momento, “Francisco José Aguilar Sánchez”, nacido en Tarija y “sin arraigo”, es decir, sin domicilio fijo y, por tanto, jamás había tenido documento de identidad ni acreditación alguna. Con ese papel pedí el pasaporte en la Oficina de Migraciones de Santa Cruz de la Sierra. Dado que mi aspecto no era andino, el director de la oficina me lo expidió él mismo a los pocos minutos. Así se obtiene un pasaporte en Bolivia. Personalmente, prefería Santa Cruz a La Paz; es más europea, y, por lo demás, me llamaba la atención que en los primeros años 80 fuera posible ver muchos coches por las calles de la ciudad… sin matrícula. La mayoría eran Volkswagen fabricados en Brasil y se pasaban, cómo no, de contrabando. Lo sorprendente era que una parte sustancial de conductores ni tenía permiso de conducción, ni seguro. De hecho, solamente entre el gremio de taxistas había un grado aceptable de regularización. Bolivia era así. Bolivia no ha cambiado extraordinariamente desde principios de los años 80. La corrupción sigue siendo la “fiesta nacional” por excelencia. Allí todo se compra y se vende. Pasaportes, por ejemplo. O permisos de conducir.

Cuando el 18 julio de 2006 la prensa boliviana publicó que la UE estudiaba reclamar visado para los bolivianos que aspirasen a ingresar al “espacio Schengen”, no hubo excesiva sorpresa. El fatalismo andino ya sugería desde hacía años que, tarde o temprano, la UE adoptaría una medida similar. La migración boliviana había abusado excesivamente de la paciencia (y papanatismo) del gobierno español, así que no hubo excesiva sorpresa. Todo el país sabía que la compra-venta de pasaportes se había convertido en un negocio. El 18 de julio las autoridades europeas constataban que “ciudadanos de países latinoamericanos sometidos a visados, buscan eludir las obligaciones establecidas adquiriendo en forma fraudulenta pasaportes bolivianos”, según el informe emitido por Bruselas, que concluía subrayando “una presión migratoria intensa y persistente de Bolivia”. La petición de visado no sería sólo para Bolivia (si bien era el país que había hecho más méritos para ello), sino que afectaba también a Colombia, Ecuador, Perú, Surinam y Guyana. El ex diplomático de la Embajada de Bolivia en España, Julio Aliaga, manifestó a la prensa de su país que Bolivia es “el único país andino que no requiere visado para entrar al espacio Schengen, gracias a la postura española que en su momento influyó para que los otros países que firmaron este acuerdo aceptaran las condiciones específicas entre España y Bolivia”.

Se añadía en el informe que “la dimensión de política pública tampoco puede ser desechada, ya que las detenciones y condenas de bolivianos están aumentando”. La propuesta podría ser adoptada por los miembros de la Unión Europea y sería válida para los 25 países miembros (excepto el Reino Unido e Irlanda). Hasta ese momento, lo único que tenían que hacer los bolivianos para entrar en Europa era: obtener un pasaporte, pagar el vuelo, llevar dinero suficiente cuando lo comprobaran en la aduana de Barajas o bien mostrar una carta de invitación de un ciudadano español que garantizara que correría con todos sus gastos… Recordemos que éstas eran las mismas normas de ingreso vigentes a finales de los años 80. Entonces España sufrió lo que se consideraba una “invasión” de prostitutas dominicanas (apenas una veintena al día…), pero no había problema: las chicas en el avión se ponían sus mejores galas, se pintaban y repintaban y un español –que jamás las había visto y que en buena medida jamás las volvería a ver- las esperaba en la aduana de Barajas. Cuando les tocaba el turno de mostrar los documentos, el español asumía su “responsabilidad”: “Julia Patricia Verónica es amiga mía y la he invitado a mi casa en la calle tal de tal…”. Y pasaban. Hay cosas que no cambian con el tiempo. A nadie se le escapa que desde 1988 habrán entrado cientos de miles de iberoamericanos con tal estratagema legal. A ningún Ministro del Interior se le ocurrió proponer una variación de una norma que conducía directamente y sin mucho esfuerzo al fraude. Dado que éste parecía un “tema menor”, ninguna cúpula de interior le atribuyó la más mínima importancia. Del goteo se pasó al chorrito y del chorrito al flujo continuado y de éste a la oleada. Y en eso estamos, enviando a Europa a pedir ayuda a la misma vicepresidenta que sólo unos meses antes se disculpaba en Bolivia por la petición de visado para el “espacio Schengen”, como si la cosa no fuera con ella. ¡Qué santa paciencia deben tener las autoridades europeas en materia migratoria con el gobierno ZP!

Dado nuestro patriotismo, vamos a intentar colaborar con el Ministerio del Interior desvelándole aquello que cualquier funcionario consular español destacado en Bolivia, o cualquier policía agregado a la Embajada en La Paz, hubiera podido decirle por teléfono. Le vamos a explicar cómo se trafica y se falsean los pasaportes bolivianos, lo que equivale a decir que es urgente adelantar la petición de visado, so pena de que, en los meses anteriores a la puesta en práctica de la medida, se dispare el “efecto última oportunidad”. Verá, señor ministro…

En primer lugar, es bueno que los funcionarios policiales destacados en Barajas y a cargo de examinar los pasaportes de los ciudadanos bolivianos les miren bien la cara. Desconfíen, por ejemplo, de un individuo que afirma llamarse “Wilson Fernández” y tiene cara de chino… Elemental. Es rigurosamente cierto que en Bolivia existe desde los años veinte una notable comunidad étnica de origen japonés que ha ido creciendo con el paso de las décadas. Japonesa, no china. Además todos saben hablar español correctamente y sin más acento que el andino. Segundo punto: si en la aduana de Barajas los funcionarios tienen alguna duda, la prueba del nueve es preguntarles cualquier cosa. Si ponen cara de no entender nada, es que, en tanto que chinos, desconocen el idioma español. O sea que son chinos por mucho que en su pasaporte expedido legalmente se diga que han nacido en el Beni, en el Pando o en Oruro. El idioma es, también, algo elemental.

En un mundo globalizado, inmigrantes chinos recién salidos de la masa continental china pueden entrar por aquel país en el que las mafias de la inmigración determinen que es más fácil penetrar (España, sin ninguna duda, cuyo régimen de inmigración es el más laxo, apático y perezoso de cualquier país de la Galaxia) y desde qué punto resulta más aconsejable partir (Bolivia, en tanto que se dan dos circunstancias: facilidad para obtener un pasaporte legal pero con datos falseados y ausencia –hasta ahora- de restricciones a la entrada de bolivianos en España). El día que sea más fácil entrar por Surinam porque allí existe un acuerdo con el gobierno inglés que obvia la necesidad del visado y exista una mafieta local que se las ingenie para sacar pasaportes a buen precio, Bolivia pasará a la historia de la inmigración ilegal y el eje se trasladará a Surinam. Esto es la globalización, compañeros…

Y las mafias y mafietas siempre tienen las de ganar: mientras su capacidad de análisis y reacción sea mayor que la de los gobiernos receptores de inmigrantes, la batalla siempre la tendrán perdida los Estados del “primer mundo”. La UE se ha percatado, por ejemplo, de que existe un problema con Bolivia a partir de una serie de signos externos y datos estadísticos que ha tardado años en detectar. La primera patera de la que se tiene noticia (la noticia es curiosa porque entonces se les llama “balseros”, por asimilación con los que intentaban abandonar Cuba), llegó a las costas de Tarifa en el ya lejano 1988. Solamente en 2000, después de los incidentes de El Ejido, empezó a tomarse conciencia de que existía un problema, pero ni aún hoy se ha encontrado la fórmula para resolverlo (y no es tan difícil, basta que exista voluntad política). Así pues, las mafias van por delante de los gobiernos; las primeras se adaptan a las circunstancias cambiantes; a los segundos, en cambio, les cuesta siquiera entender lo que está ocurriendo.

En los últimos tres años, buena parte de los “ciudadanos bolivianos” que entran con pasaporte legal en España no son bolivianos, son chinos. Surrealista, sí, pero no por ello menos cierto. Así entran los chinos en España vía Bolivia. Ajústense los cinturones y de paso pidan explicaciones a la Embajada española en aquel país.

El diario boliviano La Razón contaba a principios de junio de 2005 la historia de Mingshou Xiao, nacido chino, y que se casó con una boliviana para obtener la nacionalidad. A causa de que un funcionario de migración sospechara que uno de los documentos presentados por Mingshou Xiao estaba falsificado, no pudo recabar pasaporte en La Paz, así que utilizó la “fórmula boliviana” para superar el contratiempo.  Si al funcionario de la ventanilla de migración le caes mal, te pilla en una falsificación o te pide una mordida demasiado elevada, la solución boliviana es simple: vete a otra ventanilla. Y allí se fue Migshou Xiao. A Oruro con los papeles falsos bajo el brazo. El caso llegó a la prensa y su estallido provocó varias dimisiones y procesamientos, entre ellos el de un senador del MAS, partido gubernamental.

Ahora bien, ¿cómo los ciudadanos chinos consiguen entrar en Bolivia? Respuesta: gracias a los visados concedidos por la oficina consular boliviana en China. Así la entrada es irreprochable: 90 días como turistas y luego prolongaciones de visado hasta que consiguen el pasaporte boliviano y marchan para España. Cuando hay corrupción –y en Bolivia la hay- ninguna institución se salva, ni siquiera una oficina consular.

El 10 de junio de 2006 la prensa boliviana se hizo eco de una noticia preocupante: el canciller David Choquehuanca confirmó al diario boliviano La Razón que el cónsul de Bolivia en Beijing autorizó, de manera irregular, un mínimo de 60 visados a ciudadanos de ese país. La cosa no era nueva, sólo que Choquehuanca venía con ánimos de erradicar la corrupción; declaró: “He recibido varias solicitudes de los parlamentarios, pero les hemos dicho que nosotros no vamos a otorgar visas para los ciudadanos chinos, precisamente para evitar el tráfico de las mismas, como ocurrió en otros gobiernos”. La cosa no era nueva: las oficinas consulares bolivianas en China venían vendiendo pasaportes desde hacía años. Un caso similar se había producido en abril en la ciudad argentina de La Quiaca, donde el pequeño consulado boliviano entregó 90 visados expedidos de forma irregular.

Así pues, ya tenemos dos sistemas de entrada irregular en España: casarse con una boliviana y, por este mero hecho, obtener la nacionalidad y comprar el visado en la oficina consular cuyo titular o cualquiera de sus funcionarios tenga ganas de jubilarse con unos ahorritos. Resulta imposible saber cuántos de los 150.000 “bolivianos” residentes en España son verdaderamente bolivianos. El canciller Choquehuanca, tal como hemos visto, opina que una minoría (40 de cada 100). Las cifras son relativamente inrrelevantes, porque a estas alturas y con todo el respeto que merece la República de Bolivia, parece claro que un pasaporte boliviano no garantiza absolutamente nada, ni siquiera la verdadera identidad del que lo lleva.

Los puestos de aduanero en el Reino de Marruecos se compran y se venden como si de un artículo de lujo se tratase. La inversión realizada se revaloriza pronto. Mientras que en España se invierte en el ladrillo, en el reino alauita la mejor colocación para mi amado hijo sería la de aduanero. En Bolivia, por su parte, debería ser funcionario de migración. Cuando el MAS ganó las últimas elecciones, algunos de sus seguidores ocuparon las oficinas de migración. Es una rara tradición que se da en aquel país: cuando se está seguro de que va a producirse un cambio de gobierno, algunos partidarios del nuevo gobierno asaltan, literalmente, las instituciones a cuyo mandato aspiran: es una forma, algo tosca desde luego, de “tomar posesión”. Se suelen justificar estas “ocupaciones” alegando que se evita que los funcionarios del gobierno anterior saqueen las oficinas, cuando en realidad es una forma de decir en voz bien alta a los nuevos gestores de la res publica: “Quiero que yo y los míos nos hagamos cargo de esa oficina, así podremos disponer de un sobresueldo”. Y claro que lo hacen. A esa práctica se le llama “la pega”. Lo hacían los paramilitares en 1980 y lo hacen los masistas de Evo Morales en 2006. Es una práctica denostada por el MAS, pero algunos de sus afiliados se obstinan en proseguirla. Vidal Quenta, dirigente del MAS, aspiraba a emigrar a España. La forma más directa era ocupar la “pega” de migración en Santa Cruz. Hizo campaña para ocupar las “pegas”, pero esto no gustó a la dirección de su partido. Así que lo expulsaron del mismo. Un diario boliviano comentando la azarosa aventura de Quenta escribe estas líneas reveladoras: “Ha quedado demostrado que conseguir un puesto en la administración pública parece ser la única opción laboral ahora. La otra salida es España, ya sea para el que no consiguió la pega (como Quenta) o para el que fue desplazado”. Ah, por cierto: Quenta no fue expulsado del MAS por realizar las ocupaciones, sino por anunciarlas a bombo y platillo previamente, lo cual chocaba con el programa del MAS… La práctica sigue realizándose en la Bolivia de Evo Morales, todo consiste en no anunciarla previamente y procurar que sea lo más discreta posible.

Si hay una institución corrupta en Bolivia son las agencias de viajes. Sí, lo han oído bien: las “agencias de viajes”. Cuando en un país hasta las agencias de viajes han caído en la corrupción, es cuestión de preocuparse. Aquí ya no se trata de bandas mafiosas, grupos de delincuentes internacionales organizados para favorecer la inmigración ilegal y masiva, no, aquí se trata simplemente de oficinas expendedoras de billetes de avión y reservas hoteleras. El 30 de abril de 2006 leí en “El Mundo” de Bolivia un artículo que me ayudó a comprender la problemática de la inmigración andina. Las agencias de viajes bolivianas trascienden su función para convertirse en las escuelas especializadas en impartir cursos de inmigración ilegal y masiva. En ello van sus beneficios. Se sabe, por ejemplo, que las mafias marroquíes de la inmigración cobran, no sólo por trasladar de uno a otro lado del Estrecho a los ilegales, sino por los servicios anexos que facilitan. El “teléfono de apoyo” es fundamental. Ustedes ven llegar a las costas españoles a legiones de menesterosos, sin ningún patrimonio, con lo puesto. ¿Sin patrimonio?, en realidad tienen un pequeño bien que conservan como su objeto más preciado: un teléfono móvil. Gracias a este aparato están constantemente en contacto con la “agencia mafiosa”: “Estoy en Granada ¿dónde puedo acudir para comer?”. Y la “central” le informa de la institución caritativa más próxima. “Me acaban de detener, enviadme un abogado”, y la “central” se lo envía... habitualmente, por algún canal indefinido, la “central” contacta con alguna ONG “humanitaria” especializada en la ayuda contra los inmigrantes o la educación contra el racismo y la xenofobia. Es la ONG la que suele enviar abogados a los detenidos. Desde España, cuando se nos dice: “los inmigrantes debieron pagar 3000 euros para cruzar el Estrecho”, tenemos tendencia a pensar “3000 euros, ¡qué disparate! Si el viaje no debería de costar más de 100…”. Pero, frecuentemente, olvidamos que lo que las mafias de la inmigración están vendiendo es no sólo el viaje, sino una red de apoyo.

En Bolivia ocurre algo parecido, pero allí no hay, en principio, nada sórdido, reprochable jurídicamente o mafioso: la comisión cobrada por la agencia de viajes no se limita solamente al billete (de hecho un vuelo Bolivia-España no debería de costar más de 600 euros ida y vuelta, cuando en realidad cuesta tres veces más) sino al “cursillo previo” impartido por el propio vendedor de la agencia y que prepara al inmigrante para garantizarle el triunfo en su aventura. Una funcionaria de la agencia boliviana Casa Blanca explica para el diario cruceño “El Mundo”: “por lo menos me tomo 45 minutos para explicarle a los clientes qué y cómo tienen que hacer a la hora de viajar”. Explica que la mayoría de los clientes que se van a España son de escasos recursos, por lo tanto, muchos ni siquiera han subido a un avión. “Les decimos que se vayan vestidos semiformales, sin nada de brillo. Hasta les aconsejamos que se quiten el oro de los dientes porque pueden llamar la atención”, explica la funcionaria. Luego les recomienda contestar a las preguntas que se les haga en la aduana de manera breve y precisa. El cursillo incluye datos sobre la hora en la que deben llegar a los aeropuertos y se les hace saber que el seguro de viajero que compran les puede ayudar en caso de imprevistos.

Una parte importante del cursillo son las instrucciones sobre los requisitos para entrar en España. Como hace quince años con las prostitutas dominicanas, una cuestión fundamental es si se posee o no carta de invitación. ¿Qué se posee? Entonces el cursillo enseña que hay que comprar el pasaje –en la Agencia Casa Blanca, naturalmente, que para eso alecciona-, reservar cinco días en un hotel español (preferentemente de tres estrellas), comprar un seguro médico por 30.000 euros y llevar dinero suficiente para mostrar en la aduana y el consabido pasaporte. Pero si tienen carta de invitación, pueden obviar la reserva del hotel.

Hasta hace poco, la encantadora y didáctica empleada de Casa Blanca explicaba que entrar en París era más seguro porque las autoridades francesas eran conscientes de que los bolivianos no se quedarían allí e ingresarían en España, pero que en los últimos tiempos las cosas se han endurecido en París (Sarkozy llegará a la presidencia de la República o se encaminará a las alcantarillas según sus promesas sobre el control de la inmigración sean o no creíbles) y conviene optar por la vía de Barajas. En el cursillo se indican también los documentos necesarios para obtener el pasaporte y cualquier trámite que sea menester en el Consulado de España. Se indica incluso que la oficina diplomática española está abierta de lunes a viernes en la capital, con un horario de 9:30 a 13:30. Cursillo terminado, venta realizada. ¿Mafias o mafietas, dónde? Todo perfectamente legal, aunque poco ético. Lo que este cursillo no les dice es que si no son admitidos en Barajas o en Orly deben regresar a su país y pierden el dinero invertido en el pasaje.

Al canciller boliviano David Choquehuanca le han caído dos “marrones” que tardará tiempo el lidiar: el primero es el acceso al mar de Bolivia a través de un corredor en el norte de Chile. Allí deberá esmerarse porque es el mismo problema que la diplomacia boliviana arrastra desde hace algo más de un siglo. Es el problema “tradicional”; el problema “moderno”, su segundo problema, son los movimientos migratorios. Choquehuanca reconocía a finales de agosto de 2006 que el 20% de los ciudadanos que viajaban a España con pasaporte boliviano eran peruanos, ecuatorianos, colombianos, dominicanos o, incluso, como hemos visto, chinos. Su segundo de a bordo en la materia, el director del Servicio Nacional de Migración, Weimar Pereira, confirmó al diario El Nuevo Día que “Bolivia está siendo utilizada como puente para viajar al Viejo Continente”, y añadía algún dato: “Hemos advertido la presencia de bolivianos y extranjeros que trabajan en este negocio, incluso estamos investigando a un boliviano que tenía una agencia de viajes en el Ecuador, un negocio que se venía realizando desde hace años. Debemos acabar con este tipo de redes”. Los trucos son muchos y no siempre ilegales: un ecuatoriano entra como turista en Bolivia, al cabo de un año tramita su residencia; para entonces ya se ha casado con una boliviana y ha solicitado esa nacionalidad. A esto le llaman “conversión de estatus migratorio”. La boda, por supuesto, es ficticia.

El 28 de junio de 2006 la prensa boliviana anunciaba la desarticulación de una red de falsificación de documentos descubierta dos semanas antes. La fiscal Vue, que lleva el caso, señaló que este grupo mafioso recibió la ayuda de personal vinculado con la policía, Cortes electorales, Migración, Colegio de Abogados, Caja de Salud, notarios, funcionarios de justicia, etc. A la vista de tantos implicados, el Servicio Nacional de Migración (Senamig) está permanentemente bajo sospecha. De hecho, tres directores generales del Senamig fueron cesados entre mayo y agosto y el gobierno prefirió recuperar el control de las fronteras con el apoyo de las Fuerzas Armadas.

La red desarticulada tenía su centro en una imprenta que realizaba tarjetas, folletos publicitarios y carteles. Pero tras de este negocio, aparentemente inofensivo, operaba una red de falsificadores que, por su alcance, sorprendió incluso a la policía. La policía encontró títulos de bachillerato falsificados, carnés de identidad (incluso con holograma de seguridad), pasaportes, certificados de nacimiento, licencias de conducir, sellos secos de instituciones públicas, juzgados, secretarías de juzgados, Migración; certificados de antecedentes de la Policía, de la Defensoría de la Niñez, tarjetas de propiedad y folios de propiedad de Derechos Reales, formularios de pago de impuestos de la Alcaldía, carátulas notariales, timbres del Colegio de Abogados, pasaportes, visas de EEUU, certificados de notas de la Universidad de San Andrés, timbres del Poder Judicial, títulos de bachiller, libretas de colegio evacuados por el Ministerio de Educación…, “entre otras cosas”, añade la nota de prensa. Lo que traducido quiere decir: “todo en Bolivia, absolutamente todo, es falsificable” y, una vez establecida esta ley, su corolario es: “una parte sustancial de inmigrantes bolivianos llegados a España lo ha hecho con documentos falsos”. Particularmente grave es la falsificación de permisos de conducir a gentes que no han superado las pruebas preceptivas y aspiran a que su documento boliviano se homologue en España…

La inmigración boliviana, una inmigración tranquila

No existe un único modelo de carácter en Bolivia. El carácter forjado por el altiplano andino es diferente al del cruceño. Para colmo, el carácter del hombre boliviano suele ser muy diferente que el de la mujer. Hay que decir que, por regla general, el país es muy “telúrico”. La mujer boliviana es una trabajadora infatigable que no sólo trae dinero a casa, sino que administra el de su marido y, además, trabaja en el hogar. La mujer boliviana es la gran emprendedora del país, lo que explica el porqué de que la inmigración boliviana sea única entre todas los contingentes migratorios que llegan a España. En efecto, es el único en el que el porcentaje de mujeres es superior al de hombres. Por lo general, la mujer boliviana se casa pronto, tiene hijos, y hacia los 20 años ya se ha divorciado, como mínimo, una vez.

Recuerdo que un día, paseando por el Paseo del Prado, la avenida más céntrica de La Paz, junto con un amigo argentino, vimos una escena sorprendente. Era al atardecer cuando los ojos parecían no haberse acostumbrado todavía a la ausencia del sol. Estábamos detenidos en un cruce hablando y mi vista se fijó en una pareja que venía hacia nosotros, apenas a 20 metros. Seguí hablando con el argentino, sin dar importancia a la pareja. Pero, bruscamente, me di cuenta de que en sus gestos había algo anómalo; en efecto, él la estaba pegando mientras caminaban, a base de bien. El argentino y yo nos fuimos a directos a ellos para evitar que prosiguiera la agresión (los golpes en el estómago sonaban secos y ella apenas gemía). Cuando el hombre vio que íbamos hacia ellos detuvo el puño y se limitó a decirle a ella: “¿Qué van a decir estos gringos de que tenga a una mujer tan zorra como tu?”… pero entendió perfectamente el mensaje que le transmitimos: “no pegues a tu mujer”. Comentando el incidente con un periodista de El Diario de La Paz me comentó que la violencia de género era endémica en Bolivia, especialmente entre mestizos: “No mueren más mujeres porque Dios es bueno y en su infinita misericordia hace que los bolivianos alcoholizados se pasen desde el viernes al medio día hasta el lunes por la mañana durmiendo y sólo se ponen en pie para beber un poco más”.

El episodio tenía lugar en 1983. Desde entonces las cosas, no solamente no han mejorado, sino que tienden cada día a empeorar un poco más. Alcoholismo y violencia de género son el pan de cada día en la sociedad boliviana. Y es una tragedia, porque aquellas mujeres, les juro que son la principal riqueza del país. En la emigración estos problemas se agudizan. Un columnista de “El Eco de Santa Cruz” escribía no hace mucho: “Los bolivianos padecen una desadaptación cultural por el desconocimiento del mundo al que llegan, el contexto urbano en el que deben vivir y el estilo de vida que encuentran, lo que produce aturdimiento y encerramiento; algunas de las consecuencias son los excesos en los espacios de ocio, embarazos no deseados, disolución y algunas veces pérdida de las relaciones familiares. Hay un grado muy grande de violencia intrafamiliar por ser la mujer la cabeza de familia, situación que no es asumida por los esposos y compañeros”.

La comunidad boliviana es todavía pequeña, a pesar de su rápido crecimiento, en relación, por ejemplo, a la ecuatoriana y a la peruana; pero los tres colectivos de inmigrantes comparten el mismo problema: alcoholismo y violencia doméstica. No es por casualidad que los índices de violencia doméstica se hayan disparado en España desde el año 2000, justo cuando cristalizaba el primer “efecto llamada” generado a raíz de la Ley de Inmigración de 1999, aprobada por todos los partidos menos por el PP (cuando no tenía mayoría absoluta).

Cinthia Dueñas es un nombre que, seguramente, no dirá nada a nuestros lectores. Es el nombre de una muchacha boliviana estrangulada por su novio, también boliviano, Renato Correa, en Gran Canaria. No es el único caso, pero no hemos visto ningún artículo de la Ley sobre Violencia Doméstica que coja al toro por los cuernos y reconozca que uno de los motivos para ser expulsado de España al país de origen es la práctica de esta forma odiosa de agresividad. Parece como si el gobierno temiera excitar la xenofobia y vulnerar lo políticamente correcto, pero en realidad lo que está haciendo es algo mucho más grave: no reconocer la etiología del problema y, por lo tanto, ser incapaz de arbitrar algo más que chapuzas legislativas ad usum delfini, y sin más miras que las electorales.

Salvo en este terreno del alcoholismo y la violencia doméstica en la que la comunidad boliviana brilla con luz propia (una parte de ella, por supuesto, la otra arrostra el sambenito), existe un problema en ciernes que ya ha despuntado en otras comunidades: la educación de los jóvenes. En un informe publicado en junio de 2006 por las “Direcciones Distritales de Educación en Santa Cruz”, la indisciplina en los colegios aumenta considerablemente. Por ello, la Dirección Departamental de Educación preparó dos convenios con la Policía para orientar a los estudiantes de secundaria. En el Distrito Educativo Dos de Santa Cruz se han realizado distintos actos de salvajismo estudiantil que hicieron sonar las alarmas. Un grupo de estudiantes llegó a activar una granada de gas lacrimógeno en su centro de estudios. Para Germán Roca y Arminda Méndez, ambos directores de centros de estudios cruceños, la violencia en los alumnos es el reflejo de la violencia circundante. Y, precisamente, coincidieron en que uno de los factores más importantes para el cambio de actitud en los estudiantes es la migración de los padres que les provoca reacciones violentas y rebeldes.

Así pues, la inmigración genera un nuevo problema cuando el padre, o la madre, o ambos, se van camino de España. Sus hijos se integran en el “frente del rechazo” y subliman su desesperación y falta de cariño en violencia escolar. Eso, por una parte. Por otra, la situación es más grave todavía. Muy frecuentemente, los padres, una vez regularizada su situación en España, se acogen a la “reagrupación familiar” y traen a sus retoños. Pero la situación empieza a ser preocupante también en nuestro país; todos los hombres y mujeres deberían tener un derecho inalienable: nacer, vivir, trabajar y morir en la tierra que les ha visto nacer. La antigüedad clásica, que sabía mucho de la vida, consideraba el destierro como una sentencia, como mínimo igual a la pena de muerte (¿y qué es la inmigración sino una moderna forma de destierro económico?). No es raro, pues, que muchos de los jóvenes bolivianos no se sientan a gusto en España y crean que están “discriminados”. No lo están. Si hay alguna discriminación es la “positiva”. Pueden estudiar gratis, se les concede becas de libros gratis sistemáticamente (no así a los españoles), aunque no trabajen o lo hagan en los circuitos de trabajo negro, nadie les niega la asistencia sanitaria y, si tienen problemas económicos, Caritas y otras muchas instituciones asistenciales les dan mensualmente lotes de alimentos de calidad. Mucho más de lo que reciben en su país. Ahora bien, los más jóvenes no pueden evitar sentirse discriminados: ven a sus padres trabajar constantemente, pero ellos siguen sin tener acceso a los escaparates del consumo. Es la eterna tragedia de la inmigración. Es el “frente del rechazo” trasladado al país anfitrión.

Para colmo, cuando el presidente boliviano dice que tenemos una deuda histórica con su país y que “quinientos años de colonización” (en realidad fueron doscientos cincuenta…) deben “repararse” está excitando ese “frente del rechazo” que surge espontáneamente entre la inmigración boliviana. Cuando el joven boliviano que acaba de llegar a España traído por sus padres y desarraigado de sus amigos y su tierra oye estas palabras, su rechazo irracional surgido de lo más profundo de sus vísceras encuentra justificaciones: “ellos, los españoles, son culpables y deben pagar”. En esto la inmigración boliviana no se diferencia en nada de otros contingentes andinos y colombianos.

Arrojado a un medio que el joven boliviano percibe como hostil, sólo le queda refugiarse en su comunidad pare sentirse fuerte y seguro. Para los más, esa comunidad es una asociación de inmigrantes, los lugares de reunión propios de la inmigración de esa nacionalidad, o bien las bandas étnicas. Quien dice “bandas étnicas” dice delincuencia. El 67% de los 'latinos' detenidos en España es de Ecuador. Le siguen los dominicanos (10,6%), colombianos (9,8%), peruanos (5,3%), y en proporciones menores estadounidenses, venezolanos, salvadoreños y bolivianos… los bolivianos empiezan a estar presentes en las bandas étnicas: ñetas, latin kings, etc. El dato no es como para tomárselo a broma. Las fuerzas de seguridad del Estado no se llaman a engaño: la gravedad de las acciones protagonizadas por estos grupos irá creciendo.

La inmigración boliviana es una “inmigración tranquila”, no hay entre ellos ni bandas de atracadores, ni de tironeros, ni bandas que operan en las autopistas, ni traficantes de cocaína, ni ajustes de cuentas… pero, junto a la violencia doméstica y al alcoholismo endémico, las frustraciones de los hijos de los bolivianos que han venido para trabajar irá emergiendo poco a poco como un problema irresoluble más que ha llegado con la inmigración. No lo percibimos todavía, pero los datos sociológicos no dejan lugar para el optimismo.

La tragedia de la inmigración boliviana

Lo repetimos: la Declaración Universal de Derechos Humanos no reconoce un derecho que, sin embargo, se nos antoja fundamental: el derecho a poder ganarse la vida en la propia tierra que nos ha visto nacer. Entre que falta ese derecho y que se olvida otro no menos importante, el derecho a la “seguridad”, sin la cual todos los demás derechos no pueden ejercerse o son simplemente bonitas declaraciones de principios sin aplicación práctica, habría que revisar de nuevo toda la Declaración para la que los años no han pasado en balde.

Esta es la historia de doña Teresa, una mujer verdaderamente existente decidida a seguir peleando por un futuro mejor. La hemos leído en la prensa boliviana y la consideramos edificante y, al mismo tiempo, sintomática. “Quiero dejar de ser pobre y darles un futuro mejor a mis hijos”, dice Teresa. El 7 de junio de 2006 emprendería el viaje a España. Ya tiene trabajo en nuestro país como acompañante de dos ancianas. Se lo buscó una sobrina suya que lleva muchos años en nuestro país. Ella le prestó el dinero para los gastos: “El pasaporte me costó 520 bolivianos y el pasaje 1.525 dólares, además debo tener un monto de dinero para mostrar a los de Migración. Espero poder quedarme unos cuantos años”, señala esperanzada. Luego, prosigue el artículo: “Inmediatamente, se toma la cabeza con ambas manos y por su mejilla le rueda una lágrima. ¿Por qué llora?, le preguntamos. “Lo que más me duele es dejar a mis hijos. No me he separado de ellos nunca”, responde”. Lo repetimos: nadie debería emprender el camino de la emigración por razones económicas. La emigración es una tragedia, tanto para el país que ve como sus mejores hijos emprenden el camino del exilio económico, como para el país anfitrión… porque, a fin de cuentas, el trabajo que va a realizar Teresa lo podría realizar cualquier española situada por razones de edad, fuera del mercado laboral y lejos aún de la edad de la jubilación. Igual que los bolivianos y bolivianas que trabajan en la vendimia o en la recogida de la ciruela y la cereza… No hace mucho, eran los jóvenes estudiantes de vacaciones los que asumían esas tareas para ganar unas pesetejas que nunca vienen mal a lo largo del curso. Hoy nuestros jóvenes parecen fuera de ese mercado laboral… y se apoltronan. No es bueno para nuestra juventud.

Luego está el drama de los que fracasan en su particular “Operación España”. Wilson, un ciudadano boliviano fue rechazado en el aeropuerto del Prat delante de su mujer y de su hija. Había estado preparando el viaje para reunirse con ellas que llevaban ya cuatro años trabajando en nuestro país. Rechazado. Nadie debería exiliarse de su país por razones económicas. Wilson, de regreso a Bolivia, explica a la prensa de su país: “Nos llevan a unos cuartos para interrogarnos como si fuéramos delincuentes, cumplimos los requisitos pero no nos dejan pasar, nos impiden hablar con nuestros familiares, nos torturan porque podemos verlos detrás del vidrio y no podemos hablarles, nos quedamos a un paso de nuestro sueño”. Wilson había hipotecado su vehículo, su refrigerador y algunos otros muebles para comprar su pasaje a Barcelona, gastó 1.600 dólares. Cada día, como si se tratase de una lotería, las aduanas españoles rechazan a un porcentaje mínimo de bolivianos (en torno al 15%)… pero al que le toca, le toca.

La historia de Wilson demuestra que el cursillo dado en las Agencias de Viajes sirve para motivar la compra del pasaje, pero no sirve para mucho más. Los bolivianos llegan convencidos de que llegan a España cumpliendo la normativa. Ignoran –en el cursillo de la Agencia de Viajes no se lo han explicado- que están incumpliendo la ley de extranjería. O prefieren ignorarlo y victimizarse (una actitud típicamente boliviana de la que el presidente Evo Morales es un maestro): “no nos entienden, son racistas, nos rechazan porque somos pobres…”. No, compañero, lo que ocurre es que cuando tú dices que eres turista y no lo eres, cuando llegas como turista sin voluntad de regresar como turista, tú estás engañando a las autoridades españolas. Y si nuestras autoridades perciben el engaño, lo normal es que no te dejen pasar. No hay en ello ni abuso ni prepotencia: lo que hay es un gigantesco drama y un fracaso personal. Lamentable, pero el imperio de la ley debería de ser igual para todos: no solamente para un 15% de desafortunados rechazados y repatriados, sino para el 85% restante, cuya situación es exactamente la misma que la del 15%. Si se hubiera rechazado desde el principio al 100% de los falsos turistas, se habrían ahorrado el 15% diario de dramas y el “efecto llamada” haría años que estaría desactivado.

Los bolivianos, con su presidente al frente, difícilmente pueden achacar a los españoles el calificativo de “racistas”. Si hay alguien racista son precisamente los bolivianos. No lo decimos nosotros, lo dice un artículo publicado el 25 de junio de 2006 en la prensa boliviana. Hay tres dimensiones del racismo en Bolivia: la existente entre la minoría blanca y el resto de las comunidades étnicas; es rigurosamente cierto (y lo comprobamos sobre el terreno) que, por lo general, existe un desprecio del boliviano de raza blanca (una minoría) hacia los mestizos y hacia los indios. Luego existe un racismo entre “cambas” y “collas”, entre paceños y cruceños. Y, finalmente, existe un racismo entre todos ellos y el extranjero. Hay que decir que, en buena medida, estas formas de racismo son bidireccionales. El desprecio es mutuo entre las distintas comunidades indígenas y no digamos entre indios y minoría blanca. Para colmo, con Evo Morales ha irrumpido el indigenismo.

El indigenismo boliviano parte de la base de que los españoles del siglo XVII entraron a saco con las tradiciones bolivianas. Ocultan que en aquella época, los incas no estaban en su mejor momento… Pero es, en cualquier caso, fácil atribuir el fracaso nacional de Bolivia (independiente desde 1825, dentro de poco hará doscientos años…) al “imperialismo español”. El razonamiento del indigenismo boliviano es completamente racista: la élite política boliviana ha sido “blanca”, por tanto, “española”, por tanto, a los doscientos cincuenta años de colonización hay que añadir doscientos años más de neocolonialismo español. Error. La clase dirigente boliviana, blanca o mestiza, nunca tuvo un gran vínculo con España. En Bolivia precisamente no puede hablarse de neocolonialismo español. El hecho de que estén presentes en el país cierto número de empresas españolas no es relevante en un mundo globalizado. También hay empresas brasileñas, sin ir más lejos. Por lo demás, Repsol YPF, El BBVA, el Santander, PRISA, llegaron a
Bolivia en los años 90, no antes… cuando Bolivia ya era una democracia sin lo que hasta principios de los años 80 fue el sempiterno “golpismo” local.

Además, los “indígenas” no son un grupo unitario. Lo sabíamos, pero el 15 de junio de 2006 volvimos a tener constancia de ello cuando el presidente Evo Morales, durante un acto indigenista en Quito, fue incapaz de entenderse en quechua con los indígenas ecuatorianos. Su hermano, Hugo Morales (el nepotismo no es un fenómeno que afecte solo al tripartito catalán con los “hermanísimos” situados en los puestos clave de la administración) quiso convencer a los periodistas de que la lengua materna del “hermano presidente” es el aymara, pero que al migrar al Chaparé aprendió quechua. “Pero habla muy bien los tres idiomas”. Falso. Fuentes periodísticas bolivianas indican que Morales tiene “dificultades con el aymara, pero que se expresa mejor en quechua”. El periódico boliviano del que hemos extraído la información se preocupó de investigar al respecto. Uno de los compañeros de Morales en las lides sindicales señaló que su conocimiento del quechua es bajo y que por eso nunca improvisa un discurso en ese idioma, y “sólo lo hace a través del papel”, como el 22 de enero, cuando se hizo cargo de la presidencia. En definitiva, un fraude. Morales no ha hecho otra cosa que apoyarse en las capas étnicas mayoritarias en el electorado boliviano (indígenas) para arrimarse a la presidencia. Ha prometido que los funcionarios públicos deberán conocer las lenguas indígenas… aun cuando sabe perfectamente que no hay maestros para enseñarlas y que estas lenguas no están adaptadas para aprender modernas tecnologías o seguir estudios superiores. Finalmente, ahora resulta que el gran defensor de las culturas indígenas habla con dificultades el aymara y es incapaz de mantener una conversación en quechua con indios ecuatorianos (algo que pudo verse delante de todas las cámaras que asistieron al acto). Su “indigenismo” era solamente una ficha de lectura que otros le habían escrito y él se limitó a leer en el acto de toma de posesión presidencial, sin entender apenas nada. Lo dicho: Evo Morales es un fraude y no es raro que, desde que ha tomado posesión de su cargo, la riada migratoria hacia España haya aumentado exponencialmente. En enero de 2006 se inició algo más que un nuevo período en la historia de Bolivia con la toma de posesión de un indígena, se abrió un nuevo período de despoblación acelerada del país.

En eso, básicamente, consiste la tragedia boliviana. Bolivia, uno de los países más desgraciados del mundo, con una extensión similar a Francia y la Península Ibérica juntas, apenas está poblado por 8 habitantes por kilómetro cuadrado. Desde que en 1983 se restableció la democracia, lejos de superarse las lacras endémicas del país, todas ellas se han agudizado. Desgobierno, incapacidad para afrontar medidas realistas, desidia de las autoridades, niveles de corrupción cada vez mayores, han generado la idea de que la emigración es la única salida para mejorar. Pero esto ha acentuado desequilibrios que ya estaban presentes en la sociedad boliviana. Las familias se rompen, los adolescentes no crecen en un marco adecuado y natural. Aumento de la violencia doméstica y la violencia en las escuelas. El número de niños que viven abandonados en las calles del país ha aumentado hasta el 370% en los últimos 10 años. Sólo en La Paz 10.000 niños de menos de 12 años trabajan en las calles. Para colmo, el SIDA va ganando terreno en toda la América Andina. Si en 2004 se calculaba que estaban infectados en el subcontinente en torno a dos millones, se calcula que en el 2007 lo estarán tres millones y medio. En todos los países iberoamericanos –salvo en Haití- el SIDA ha aumentado en niveles todavía alejados del África Subsahariana, pero muy por detrás de Europa Occidental. La noticia no es buena. Es la guinda que faltaba para coronar un pastel de desgracias nacionales.

La inmigración, en ocasiones, aporta héroes. Es el caso de Max Arriaza, el albañil boliviano que murió en Barcelona después de salvar a cinco personas en el curso de un incendio. Arriaza vivía en la Ciudad Condal sin papeles. Alguien le había engañado.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen


Crónicas de la España insostenible. La pesadilla demográfica

Infokrisis.- Los “autóctonos” cada vez somos menos, los inmigrantes cada vez son más. Nuestro gobierno y nuestros medios de comunicación practican la política del avestruz: cuando aparece un peligro en el horizonte prefieren esconder la cabeza antes que afrontarlo. Como si la fiebre del enfermo bajara por el mero hecho de romper el termómetro. De todos los problemas que se van acumulando hay uno que produce particular intranquilidad: la perspectiva demográfica que tenemos por delante, máxime tras conocer los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. A pesar de que el gobierno maquilla las cifras, estamos ya por encima de los 7.000.000 de inmigrantes, lo que supone un 15% de la población total. En apenas 20 años serán prácticamente el doble (un 30%) uniendo a los nuevos llegados, su tasa demográfica desbordante. En 2040-50 la mitad del país estará compuesta por gentes llegadas de fuera y étnicamente no pertenecientes al área europea. Se engañan quienes creen que todo seguirá igual. La demografía es la peor pesadilla de los gobiernos españoles; por eso prefieren ignorar el problema.

Recientemente, el diario barcelonés La Vanguardia, publicó una comparativa entre las predicciones demográficas realizadas en 2000 y la realidad de 2009. El subtítulo del artículo era: “Las predicciones del 2000 no adivinaron el gran crecimiento de la inmigración”. En efecto, en el año 2000 se hizo la primera prospección demográfica para los siguientes diez años. Entonces aún era válido en Catalunya el eslogan "Som sis milions" (somos seis millones, alusión al número de habitantes de aquella autonomía en ese momento). La previsión indicaba se llegaría a los 6,4 millones de habitantes en diez años. Sin embargo, el 1 de enero del 2008 se habían superado los 7,24 millones de habitantes, en total 1.242.000 “catalanes” más. Se había producido una desviación ¡tres veces superior a la prevista!

¿Qué había ocurrido? ¿Por qué una previsión demográfica había fallado tan estrepitosamente, siendo la estadística una ciencia exacta? Además, en el año 2000, en Catalunya ya era evidente que estaban llegando desde 1996 contingentes masivos de inmigración que habían construido sus primeros guetos en zonas del cinturón metropolitano. La proyección no había sido realizada por una institución lejana sino por el Institut d’Estadística de Catalunya (IEC) que no podía ignorar la mutación que empezaba a sufrir aquella autonomía.

La tasa demográfica creció mucho más de lo previsto por el IEC, a pesar de que el primer niño nacido en Catalunya en el 2000 ya era marroquí e incluso se habían producido los primeros incidentes entre inmigrantes y población autóctona en Ca’n Oriach. Una institución como el IEC que debería de trabajar con criterios científicos, no podía olvidar introducir en sus estudios de prospectiva constantes relativas a la inmigración que modificarían obvia y extraordinariamente sus previsiones.

Sin embargo nadie apreció que la tasa de fecundidad pasaría de 1,18 hijos por mujer en 2000 a 1,46. El único elemento nuevo al que se le puede científicamente atribuir ese aumento de la natalidad es la inmigración. Los datos aportados por La Vanguardia y extraídos del anuario del IEC así permiten constatarlo fácilmente: entre el 1 de enero de 2002 y el 31 de diciembre de 2007 llegaron a Catalunya 735.000 inmigrantes… y si añadimos lo que ya había llegado antes de esa fecha y lo que llegó después estamos ante 1.350.000-1.450.000 inmigrantes, lo que supone un 20% de la población catalana, cifra que, por todos los medios la Generalitat pretende evitar reconocer. A esto se une, además que desde 1996 –cuando se inició la oleada migratoria- Catalunya ha ido perdiendo una media de 5.000 ciudadanos autóctonos que se han ido trasladando cada año a otras autonomías.

La Generalitat oficialmente reconoce hoy sólo la presencia de 1.150.000 inmigrantes… cifra que, que data de principios de 2008 y de contabilizar solamente a empadronados, cuando a esta cifra habría que sumar los no empadronados y los que han llegado a lo largo de todo el 2008 y el 2009… que nos dan esa cifra de 1.350.000-1.450.000 inmigrantes a la que hemos aludidoantes. En 2000 se enunciaron proyecciones demográficas erróneas y ahora se ocultan 250.000 inmigrantes. ¿Error deliberado o involuntario? No existe “excepción catalana”, en otras autonomías ocurre exactamente lo mismo.

En 2000 y mucho más ahora en plena crisis económica, el maquillado de las cifras sobre inmigración, tanto en Catalunya como en el resto del Estado, ha sido reiteradamente justificado para no crear “alarma social” y, mucho más en Catalunya a la que le cabe el dudoso honor de tener una inmigración mayoritariamente islámica… provista de una tasa de reproducción más alta. En España las estadísticas oficiales no se rigen por criterios científicos, sino por necesidades de gobierno.

La demografía islámica: conquista silenciosa

Hasta no hace mucho, la Libia del coronel Ghadaffi era uno de los grandes exportadores de terrorismo islámico a todo el mundo. El Caso Lockerbie está ahí para recordar aquel período siniestro. Sin embargo hace tres años, Ghadaffi cambió de orientación. A nadie en Europa le interesaron los motivos por los que renunció al uso del terrorismo. Y son significativos por que el mandatario libio lo explicó: “Alá garantiza la victoria islámica en Europa sin espadas. Los 50 millones de islamistas que viven en Europa lo convertirán en un continente islámico en poco tiempo”. Efectivamente, ¿para qué desenvainar la espada?

Las cifras en toda Europa son absolutamente escalofriantes y parecen no importar a nuestros gobiernos tan solo preocupados por captar el voto islámico. Repasemos la situación: en Bélgica el 25% de los jóvenes menores de 20 años son islamistas, pero el 50% de los recién nacidos hoy ya nacen en esa religión; en el 2029 el 50% del país será islamista. En Holanda las cosas están todavía peor: hoy el 50% de los bebés ya nacen islamistas y en 15 años el 50% de los residentes en aquel país será islamista. Gran Bretaña, por su parte, tenía en 1979 a 80.000 islamistas, hoy son 2.500.000 que acuden regularmente al millar de mezquitas, buena parte de la cual antes eran iglesias católicas o anglicanas. En Francia la situación es espeluznante: mientras la población francesa tiene una tasa de natalidad de 1,8 hijos por pareja, los islamistas tienen una tasa de ¡8,1 hijos por pareja!; en el sur de Francia ya existen más mezquitas que iglesias católicas; el 30% de los menores de 20 años son islamistas y en ciudades como Niza, Marsella o París, llegan al 45%. De seguir así las cifras, en 2059 Francia será una república islámica. En España, naturalmente, no hay cifras, pero la presencia de 1.250.000 islamistas magrebíes, subsaharianos y paquistaníes no da lugar al optimismo como veremos más adelante.

En todo el continente existen hoy 50 millones de islamistas que se habrán convertido en 102 en 50 años, incluso aun cuando no llegaran más inmigrantes al continente (…y siguen llegando). Las cosas son todavía más dramáticas si tenemos en cuenta que desde 1990 el 90% del crecimiento demográfico en la UE se ha debido a los islamistas.

Los demógrafos progresistas sostienen que las elevadas tasas de natalidad se deben al subdesarrollo y al analfabetismo. Dadas las malas condiciones de vida del tercer mundo, no basta con dos hijos por familia para asegurar el futuro, sino que es preciso recurrir a muchos hijos, de los cuales algunos morirán siendo niños, durante el parto o poco después. En el momento en que los islamistas se integren en los parámetros de la cultura europea –nos explican los demógrafos progresistas como Emmanuel Todd-  esas elevadas tasas de natalidad irán descendiendo. Así pues, el énfasis hay que colocarlo en la “integración”. Error garrafal: los islamistas vienen llegando a Europa desde hace más de 30 años. Deberían haber tenido ocasión de “integrarse” y moderar sus tasas demográficas: no ha ocurrido ni remotamente eso, sino todo lo contrario. Se han ido reforzando en su identidad y, los subsidios por recién nacido, han servido para estimular todavía más la natalidad. En Francia se ha conocido el caso de un camerunés con tr
es esposas y 24 hijos, cifra record pero no muy alejada de miles que tienen entre 8 y 12 hijos, a los que el Estado acomoda en pisos gratuitos y a los que da jugosos subsidios por hijo que hacen innecesario el trabajo.

¿Por qué es importante atender a las tasas de natalidad? Por que la historia demuestra que para que una cultura sea “viable” (es decir pueda transmitirse de padres a hijos) debe tener una tasa de natalidad superior a 2,11 hijos por pareja. Si tiene cifras inferiores, tiende a decaer y por debajo de 1,3 se extingue en menos de un siglo y se discute si hoy es posible recuperarse en tasas de natalidad inferiores a 1,9. La comunidad autóctona tiene en España una tasa demográfica de 1,1…

Si dos parejas (4 personas) tienen una tasa fecundidad de “1” esto querrá decir que tienen un hijo por pareja, es decir que 4 personas se convertirán en 2 en una generación. Si esta tasa se mantiene y estos dos nacidos, al adquirir edad fértil, tienen solamente un hijo, al cabo de 50 años (2 generaciones) las 4 personas iniciales se habrán convertido en 1. Imaginemos lo contrario: si 4 personas de religión islámica tienen una tasa de fertilidad de 6, esto querrá decir que dos parejas tendrán sumadas 12 hijos y al cabo de otra generación ya serán 36. Los cuatro islamistas iniciales habrán pasado a ser 36, mientras que los 4  europeos se habrán convertido en 1… ¿Alguien cree que nada va a cambiar en Europa en los próximos 50 años en un continente con mayoría islámica? Si, nuestra clase política que mira a otro lado.

La peor noticia de 2009: 40.000 inmigrantes más al mes

Durante año y medio el gobierno y los medios han ido alimentando una ficción: que la inmigración estaba retornando. Incluso establecieron flamante “Plan de Retorno Voluntario” para estimular la repatriación a la vista de que el mercado de trabajo español visiblemente no puede integrarlos. Por una parte los inmigrantes estaban retornando y por otro no llegaban más o llegaban en una cantidad mínima. En gobierno afirmó por activa y por pasiva que en todo el 2009 apenas iban a llegar 200.000 inmigrantes, añadiendo que la mayoría entrarían a España de manera legal. En 2007 habían entrado 600.000 (que, finalmente fueron 716.257 para el Eurostad y 958.000 para un estudio del INE); en 2008, según el gobierno descendió a 400.000 (que luego han resultado ser 443.930), de tal manera que los 200.000 esperados para este año certificaban una obvia desaceleración. Todo era mentira.

Lo hemos sabido el sábado 14 de noviembre, cuando, seguramente por un fallo de coordinación entre oficinas paraestatales, al Instituto Nacional de Estadística se le escapó el dato capital para entender la situación actual de la inmigración en España. Copiamos la noticia de El Confidencial: “En concreto, y según las estimaciones del INE, durante los primeros nueves meses del año nada menos que 371.226 inmigrantes se han inscrito en los distintos padrones municipales. La horquilla se ha movido entre los 45.072 inmigrantes que se inscribieron en el mes de marzo y los 35.148 registrados en agosto, lo que da idea de la intensidad del fenómeno migratorio. Esto significa que cada mes se inscriben (como media) 41.247 inmigrantes en los registros oficiales, lo que ha sorprendido a los estudiosos en cuestiones de inmigración, que esperaban un reflujo más importante en la entrada de inmigrantes en un contexto económico tan negativo como el actual: la mayor recesión en medio siglo”.

Una media de 41.247 al mes implica que en 2009 entrarán 494.964. Medio millón de personas que es ¡la misma cifra de inmigrantes que ha entrado como promedio en los últimos 14 años, los grandes años del “crecimiento económico”!

Algunos, ciertamente, retornan. Nuevamente copiamos de la agencia AP y pegamos: “Cerca de 9.000 personas, casi todas ellas de origen latinoamericano, solicitaron acogerse al plan de retorno voluntario para inmigrantes desempleados, que contempla el abono acumulado y anticipado de la prestación por desempleo”. Según los números facilitados por el gobierno, las 8.724 solicitudes cursadas fueron en un 44% de ciudadanos ecuatorianos y en un 18% de colombianos. La cuantía media de las prestaciones por desempleo recibidas por los extranjeros ascendió a 9.148 euros (13.588 dólares) por persona. Se ha tratado de un nuevo traspié del gobierno que esperaba que retornara algo más del doble… como si el retorno de 20.000 inmigrantes hubiera supuesto algo en relación a los más de 7.000.000 que han ido llegando desde 1996.

Obviamente retornan otros sin acogerse al “Plan de Retorno Voluntario”… Este año han faltado 316.873 en los padrones municipales, pero ¿han retornado? Sólo algunos: los que ya disponen de doble nacionalidad y por tanto pueden entrar y salir con pasaporte español. Si el mercado de trabajo está mal aquí se van a su país de origen y si luego oyen que en España remonta, vienen de nuevo. Son, en cierto sentido, unos privilegiados. Pero no todos. Cada año hay desfases en el padrón en relación al anterior, sin que se hayan producido modificaciones reales, debido a que los inmigrantes están obligados a inscribirse en el padrón municipal y luego a renovar su inscripción cada año… sin embargo, a partir del primer año, cuando obtienen la tarjeta sanitaria y la inscripción en la escuela de sus hijos o en la asistencia social, pueden prescindir completamente de renovar su inscripción, algo que hacen, especialmente los extranjeros residentes en España procedentes de la Unión Europea.

Lo más terrible es que da la sensación de que el propio gobierno ignora las cifras. Los datos de las inscripciones en el padrón municipal se conocen varios meses después de haberse producido las altas. Por otra parte, es rigurosamente cierto que se trata de una cifra que se presta a equívocos: existen muchos inmigrantes que no renuevan su padrón y otros que han entrado ilegalmente que no juzgan necesario inscribirse. Por tanto, en estos momentos, el gobierno ignora completamente la cantidad de inmigrantes que han decidido vivir en España, pero, en cualquier caso, debe estar en torno a los 7.000.000 según los más optimistas, aproximándose a los 7.500.000 para los más pesimistas. Tampoco hay que olvidar que en torno a 350.000 han obtenido la nacionalidad española en los últimos años desapareciendo de las listas de inmigración y reapareciendo como por encanto en la de “nacionales”.

¿Hasta cuándo aumentará la inmigración?

El pasado 20 de noviembre, varios medios de comunicación publicaron la noticia de que a población española llegará a principios de 2010 a los 46 millones de habitantes, cinco más que en 2002, aumento debido únicamente a la inmigración. Para restar dramatismo a la noticia (si antes de 2002 estaban presentes 2.500.000 de inmigrantes, una simple suma demostraría sin mucha dificultad que estamos por encima de los 7.000.000 de inmigrantes) se añadía que la llegada de inmigrantes se había “frenado”, moderándose el crecimiento del 1’20% en 2008 al 0’4 en 2019… Se reconocía eso sí que entre 2002 y 2008 el crecimiento demográfico de nuestro país se ha debido hasta un 92% a la inmigración.

Llama la atención que estas cifras del INE reconocieran que en 2007 llegaron casi un millón de inmigrantes (958.000) y se felicitaran de que en 2009 solamente lo hicieran 400.000 (si bien, una semana antes, el propio INE había dado como media la entrada de 40.000 inmigrantes mes en España en 2009, lo que hace un total de 480.000). De todas formas el INE no podía dejar de reconocer el impacto extraordinario de la inmigración sobre la natalidad de nuestro país. La edad media en el que las mujeres empezaban a tener hijos era de 31 años, añadiéndose “gracias a la inmigración”. En atención a lo políticamente correcto y a imitación de Francia, no se daban cifras por grupos étnicos. Tampoco hacía falta: estaba claro que cada vez los autóctonos somos menos y más mayores y los recién llegados más y con menos edad.

Es sorprendente que estas monstruosas cifras de llegada de inmigrantes no sean presentadas como dramáticas señales de alerta: el casi medio millón de inmigrantes que llegará en plena crisis económica a España, si bien supone un descenso en relación a 2007 (año récord de la inmigración), corresponde a la media de inmigrantes que ha llegado a España en los últimos 14 años: 450.000 inmigrantes cada año ¿dónde está la buena noticia? ¿no es una tragedia admitir a medio millón de inmigrantes que será imposible acomodar en el mercado de trabajo y deberán vivir de la delincuencia o de la caridad pública?

Otro dato interesante era el relativo al envejecimiento de la población: en los próximos 10 años el segmento que más va a aumentar son los mayores de 64 (habrá 1,29 millones más), que pasarán de representar el 16,6% al 19% en 2019. La esperanza de vida continuará creciendo, más para los hombres -casi dos años- que para las mujeres, que con 1,6 años más llegarán a los 85 años. Ellos, a los 79. La edad media de los inmigrantes, en cambio, se sitúa en los 31.

Las cifras publicadas por INE el 20-N no han sido más que una estadística de urgencia publicada para restar dramatismo a la información publicada sólo una semana antes (el 14 de noviembre) en la que se informaba de que en plena crisis y con una deuda pública disparada seguían llegando inmigrantes atraídos, no por inexistentes posibilidades de trabajo, sino por el sistema de coberturas, subsidios y garantías sociales de nuestro país.

Es significativa la forma con que las agencias de prensa internacionales recogieron la noticia. Associated Press titulaba la noticia: “España prevé descenso de inmigrantes en los próximos 10 años”… La agencia norteamericana evitaba dar cifras: el titular era lo que contaba y tanto en Europa como en los EEUU lo políticamente correcto consiste en difundir noticias que “quiten hierro” sobre la gravedad de la actual oleada migratoria.

Leyendo todos los informes del INE se percibe que la esperanza de que la inmigración disminuya su flujo de llegada a España no se apoya en ningún dato sociológico interpretado científicamente, sino que es meramente una opinión. El INE en España no es más que un espejo distorsionador de la realidad de la inmigración en España, en lugar de un organismo especializado en aportar fotografías instantáneas de la sociedad española que permitan percibir su realidad en cada momento. Esta es la España de ZP, la España del maquillaje estadístico y de la política del avestruz. Mientras el país camina con paso firme hacia el precipicio.

[recuadro I]

¿Un país para viejos?

IDESCAT, Institut d’Estadística de Catalunya, acaba de elaborar una de sus proyecciones demográficas de carácter quinquenal. A pesar de que el estudio está vinculado a lo políticamente felicitándose por el “descenso” en la llegada de inmigrantes (sin alertar sobre lo relativo de ese “descenso”), como siempre, se filtran datos interesantes y significativos.

En el año 2012, Catalunya habrá llegado a los ocho millones de habitantes, pero se tratará de una población muy envejecida. Si la población catalana crece no es, desde luego, gracias a los catalanes, sino a la inmigración residente en Catalunya. Los que sí envejecen son los catalanes. En el 2042 Catalunya tendrá 2,3 millones de personas con más de 65 años, el 26,6% de la población. Para esa época –y eso es lo que IDESCAT prefiere eludir- es que entre el 40 y el 50% de los residentes en Catalunya sean procedentes otros grupos étnicos no europeos.

Los responsables de IDESCAT, durante la presentación del estudio recordaron que "la pirámide de la población catalana va envejeciendo. Descenderá el número de nacimientos y crecerán las defunciones. Y, sin embargo, se prevé que la población en edad escolar, de 0 a 15 años, crecerá por efecto de la reagrupación familiar de los inmigrantes (…) una de las consecuencias sociales más llamativas es que harán falta más escuelas.

[recuadro II]

La Clave: irresponsabilidad en el poder. ¿Por qué el gobierno permite que en plena crisis lleguen 500.000 inmigrantes más?

¿Cómo es posible que el gobierno por ciego e inepto que sea pueda permitir el establecimiento de medio millón de inmigrantes más en un momento en el que los presupuestos públicos tienen un déficit que se tardará años en remontar? ¿Cómo admite que en un momento en que el mercado de trabajo está literalmente hundido, con 5.000.000 de parados reales, maquillajes aparte, entre medio millón de inmigrantes sin la más mínima esperanza de acomodarse en el mercado laboral? Todo tiene una explicación, por absurda que sea.

En 2009 el PIB caerá entre un 3’6% según las previsiones oficiales y un 4% según observadores independientes. ¿Qué mide el PIB? El movimiento económico, la cantidad de lo comprado, lo vendido, lo producido. Durante años algunos hemos advertido que el crecimiento económico español en los años del ladrillazo era ficticio: subía el PIB, pero no aumentaba la riqueza, aumentaba el movimiento del dinero y el endeudamiento. Y si el PIB subía, decíamos, era simplemente porque cada año se han ido inyectando en la sociedad española entre 500 y 700.000 inmigrantes al año, esto es, cientos de miles de consumidores adultos que, por su mera presencia, hacían subir el PIB.

Un ejemplo lo demostrará con más claridad: en un pueblo de 1.000 personas, aparecen bruscamente 200 vecinos nuevos. Estos 200 vecinos precisarán comer, vestir, desplazarse, consumir servicios, y todo lo que es esencial para llevar un nivel de vida similar a los primitivos vecinos de ese pueblo. Al cabo de pocos meses está claro que en ese pueblo se producirá un aumento del movimiento económico, esto es, del PIB, pero esto no quiere decir que aumente la riqueza, sino que lo más probable es que la capacidad adquisitiva media haya disminuido e incluso que la comunidad en su conjunto se haya empobrecido:  para mantener los 200 vecinos nuevos, a la vista de que no pueden encontrar un puesto de trabajo, deberán pagar más impuestos solo una parte de los cuales retornará en forma de gasto por parte de los recién llegados (en comercios, vivienda y poco más)… sin olvidar que con que un 3% de estos recién llegados sean “conflictivos” o que exista una brecha cultural y antropológica muy acusada entre la comunidad recepto
ra y la recién llegada, los problemas generados excederán con mucho las ventajas parciales del aumento del PIB. Pues bien, eso es justamente lo que ha ocurrido en España.

[recuadro III]

Europa superpoblada

Europa figura entre las zonas más pobladas del planeta. La densidad de población de algunos países alcanza los 473 habitantes por kilómetro cuadrado y en España a 92,5 habitantes. Sin embargo, el área metropolitana de Madrid y la de Barcelona ocupan los puestos tercero y octavo de la Unión Europea y figuran como zonas superpobladas. Sin embargo, otras zonas (Zaragoza, Córdoba, Valladolid) sufren un despoblamiento creciente.

Algunos sociólogos y demógrafos han estimado que la densidad de población ideal para un país no debería ser superior a 70-80 habitantes por kilómetro cuadrado, que permiten alternar progreso económico-social con dominio privado. Más allá de esa densidad se producen problemas de masificación con todo lo que implican. Si bien la sociología políticamente correcta se obstina en negar que las diferencias étnicas sean esenciales, el sentido común, la lógica y la historia indican que cuanto más homogénea es una comunidad, mejor funciona. Eso o comunidades multiétnicas en la que desde los ilotas de Esparta a los negros de los guetos norteamericanos, las minorías están sometidas a una oligarquía económico-social perteneciente a otra raza. En la historia no existen sociedades multiculturales estables, lo que debería bastar para prevenirse de los riesgos de la inmigración masiva.

Es esencial considerar este punto: un descenso en el número de habitantes de una comunidad no es necesariamente una tragedia. La tragedia radica en compensar esta disminución demográfica con importación de masas desarraigadas de inmigrantes que alteran el sustrato étnico de una comunidad y, por tanto, modifiquen sus costumbres, su cultura y su tradición.

Desde el punto de vista económico el descenso de la población (con el consiguiente aumento durante un período de la edad media) implica solo un mayor esfuerzo en pensiones y previsión social y una mayor optimización del mecanismo económico. Nada que no pueda superarse. Es simplemente un esfuerzo de adaptación económico lo que se precisa, nada más. Por otra parte, los descensos de población pueden compensarse en apenas dos décadas mediante una adecuada política de natalidad, mientras que la inestabilidad de una sociedad multiétnica dura siempre.

En toda Europa van surgiendo voces de alarma que rompen el muro de silencio criminal de lo políticamente correcto. En Alemania estas voces están alcanzando un particular eco. Recientemente varios expertos de la Oficina Federal de Inmigración, en Alemania alertaron sobre que la inmigración de personas procedentes del Tercer Mundo hacia Europa y otras naciones industrializadas continuará aumentando en años próximos. El secretario de Estado parlamentario de Interior, Ole Schröder, señaló durante una reunión de dicha oficina en Nuremberg, al sur del país, que "actualmente viven en Europa unos 64 millones de inmigrantes, lo que equivale a la población de Francia". "El número de inmigrantes (del Tercer Mundo) aumentará claramente en los próximos años a nivel mundial", advirtió el político durante la reunión. Nunca se ha invertido tanto dinero en el Tercer Mundo (el famoso 0’7%), ni nunca como hoy la incapacidad de las autoridades de esa zona geográfica ha ocasionado un estallido tal de población.

Europa –y concretamente España- no pueden ser víctimas de la incompetencia de las autoridades del Tercer Mundo para regular sus estados y satisfacer las necesidades de sus poblaciones. Urge, pues, el cierre de fronteras y la repatriación de los excedentes de inmigración.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

verano 2009: Polémica en torno a la moda islámica: Burkini… quizás no tan inofensivo

Infokrisis.- Se han visto pocos burkinis en las playas, pero muchos velos en las ciudades. Todos los veranos tienen su “serpiente” (noticia de escasa entidad que ocupa durante días las primeras planas de los informativos). El verano de 2009 la serpiente fue el “burkini”. Acrónimo de “burka” y “bikini” se trata de un bañador especialmente diseñado para las mujeres islámicas que solamente deja al descubierto cara, manos y pies. Su diseñadora incluso tiene página en Internet. Aparecido en Australia, ha llegado a Europa causando múltiples comentarios. ¿Se trata de una polémica inofensiva? ¿No es acaso un tema menor? Sí, pero de él se desprenden múltiples consecuencias antropológicas y culturales que obligan a reconocer la incompatibilidad entre la civilización islámica y la europea y la imposibilidad de un “mestizaje cultural” entre ambas.

Sin duda no es un prenda glamurosa y ni una sola europea en su sano juicio aceptaría lucirla, y mucho menos en una playa. La primera sensación que produce es de asfixia. ¿Cómo es posible que bajo el calor del sol alguien, en plena playa, pueda lucir una prenda que solamente deja menos de una décima parte del cuerpo al descubierto? No sin cierta ironía, su diseñadora, explica que el burkini es la mejor protección contra los rayos solares y contra la arena… El modelito se debe a la australiana de origen libanés Aheda Zanetti, musulmana, que se dice, al mismo tiempo, amante de los deportes. Así mismo, ha añadido que el burkini permite reflejar la multiculturalidad de Sidney.

La capucha del burkini es independiente del resto, con lo cual, las islamistas más descocadas pueden quitárselo en un alarde de exhibicionismo susceptible de hacerlas acreedoras de 50 bastonazos en algunos países árabes. La prenda ha sido puesta a la venta en Europa por Woortman Sportwar en tres tallas: “recatada”, “deportiva” o “ajustada” y en varios colores.

Piscinas, burkinis y comunistas

El 1 de agosto se impidió el acceso a la piscina de Emerainville (en la banlieu parisina) a una mujer que solía acudir con burkini. Carole, la mujer musulmana en cuestión de 35 años, había podido utilizarlo sin ningún problema en días anteriores así que rechazó la prohibición y se dirigió a la comisaría de policía más cercana para dejar constancia de lo ocurrido: en su opinión, un caso de "segregación". Por tanto presentará una demanda judicial como muestra inequívoca de “xenofobia y racismo”.

Las cosas estaban claras en la piscina de Emerainville: el reglamento de las instalaciones no permite bañarse vestido. Uno de los responsables del centro, Yannick Decompois, aseguraba que el problema político o religioso, sino "simplemente de higiene". Añadía: "Esta mujer puede venir con velo a la piscina. No tendremos ningún inconveniente", reconociendo que el error fue el haberle permitido usar el burkini en ocasiones precedentes.


Uno de los que apoyaron a la dirección de la piscina fue André Gerin, diputado comunista y miembro de la comisión parlamentaria que analiza la proliferación del uso del burka en Francia, quien consideró este caso como una muestra más de "provocación militante". Al parecer el PCF ya ha entendido el mensaje de su propio electorado: si no quiere desaparecer del todo, debe, al menos, tratar de defender los derechos de los franceses. Más vale tarde que nunca. Gerin añadió que: "No podemos aceptar eso; la reacción que tuvo la mujer al acudir a la policía y anunciar su intención de recurrir a los tribunales prueba que se trata de una cuestión política y militante”.

La opinión del alcalde no coincidía en absoluto con la de Gerin. Su alcalde, Alain Kelyor (miembro de la UMP) está más en la línea de la dirección de la piscina: "este caso no tiene nada que ver con el Islam, sino con las normas de higiene que no permiten que alguien se bañe vestido", explicó. Kelyor está en la misma línea que Sarkozy: quitar hierro al asunto y encauzarlo como un problema menor que no tiene nada que ver con la religión ni con la política. Todo va bien, pues, en la Francia multicultural.

En cuanto a la joven, se trataba, no de una inmigrante, sino de una francesa convertida al islam desde hace siete años. Tras un viaje a Dubai, volvió emocionada con el burka que viste habitualmente en su vida cotidiana. Y, claro está, en la piscina, lo que se terciaba era el burkini…

Carole –europea de nacimiento, islamizada de corazón- no renuncia a presentar su demanda por “discriminación”. Ciertamente, la policía se negó a admitirla afirmando que no percibía indicios de ningún delito y que el reglamento de la piscina era concluyente al respecto (“nada de bañarse vestidos”…). La interesada anunció que pediría apoyo a SOS Racismo y al Movimiento contra el Racismo y para la Amistad de los Pueblos, los dos grupos más activos del lobby pro-inmigracionista.  Añadió también –seguramente para dar la razón al diputado comunista Gerin que: "Pienso seguir luchando para que las cosas cambien, y si no lo lograré tampoco descarto que me vaya de Francia"... quizás a Dubai, donde compró su primer burka país que, sin duda, mucho más compresivo con este tipo de prendas.

Holanda: mano tendida al islam (bajo presión)

El burkini tampoco ha sido bien recibido en la muy liberal sociedad holandesa. La piscina pública de la ciudad de Zwole (norte del país), prohibió su uso en horarios regulares, argumentando que espanta a los usuarios que acuden a nadar con trajes de baño normales. El director de la instalación, Hans Meijer, propuso a las musulmanas que deseasen utilizar ese tipo de bañador horarios especiales, igual que sucede con los nadadores nudistas. El Ayuntamiento amenazó con retirar la subvención de 1,5 millones anuales que concede a la piscina en caso de persistir esta “discriminación”. Así pues, la piscina hubo de rectificar la decisión.

Naturalmente, el Ayuntamiento de Zwole actuó horrorizado por la estigmatización que estaba realizando el director del Centro Holandés para el Desarrollo Multicultural (FORUM), Sadik Harchaoui, había criticado previamente que el director de las instalaciones hubiese hecho "de su gusto una norma". No sin cierto cinismo, Harchaoui declaró que el uso del 'burkini' contribuye "a la participación e integración" de las mujeres musulmanas y, además, no viola ninguna regla. Pocos días antes, la secretaria de Estado de Deporte, Jet Bussemaker, destacó recientemente en el Parlamento holandés que el 'burkini' da a las mujeres musulmanas "la oportunidad de poder nadar en instalaciones públicas". El Ministerio de Sanidad considera, además, que el 'burkini' - cumple todos los requisitos de seguridad o higiene que se le puede pedir a un bañador o biquini ordinarios.

A partir de 1 de julio, el burkini es importado por la empresa holandesa Woortman Sportwar y vendido a través de Internet por 150 euros. Dorelies Woortman (que no tiene aparentemente nada que ver con el islam sino que simplemente se trata de una comerciante deseosa de ampliar los horizontes de su negocio) ha explicado que los "pedidos llegan por centenares desde Europa, y por miles desde el Norte de África", y añade: "el burkini ha hecho felices a muchas mujeres, porque les permite nadar con gusto, además de secarse con rapidez y de ser ligeramente impermeable".

El fondo de la cuestión

Tras las polémicas habidas en toda Europa sobre el uso del "hijab", el "niqab" o la "burka", distintas formas de velo islámico, la polémica sobre el burkini es más de lo mismo. Hay dos posiciones diferentes: o bien se reconoce que el velo y el burkini son peculiaridades de la cultura islámica, completamente inofensivos y sin implicaciones, que gustará más o menos, pero que no supone una amenaza para el ordenamiento jurídico de los países occidentales, o bien se ve en el velo (y consiguientemente en el burkini) un imperativo de la religión islámica que contraviene las normas sobre laicismo unánimemente aceptadas en Occidente. Y si eso es así, el uso del velo islámico debería de prohibirse salvo en la intimidad de los hogares (y siempre y cuando no fuera considerado como una imposición y fuera libremente aceptado por la mujer). Otro tanto cabría decir sobre el burkini, sin olvidar que en esta prenda concurre otro problema que es la cuestión higiénica. No se ve exactamente la idoneidad de una prenda de la que se dice que es… casi impermeable, especialmente en las playas en donde se trata justamente de que el cuerpo entre en contacto con el yodo y con otros minerales presentes en las aguas marinas.

El diario francés Le Monde (cursiva), utilizando cifras dadas por los “servicios de inteligencia” que en este momento apenas 367 mujeres utilizan el “burka” en toda Francia. Así pues, el diario progresista francés resaltaba que no se trata de un problema “grave”, sino que afecta a exiguas minorías. Sin embargo, esa(ésa) no es la cuestión: las infecciones en el organismo también se inician con unas pocas células que apenas suponen nada comparadas con la totalidad del organismo.

El fondo de la cuestión radica pues en situarse ante esta disyuntiva: o los islamistas se asimilan a una sociedad laica y, por tanto, renuncian a los aspectos más extremistas del islam, o las sociedades europeas les tienden la mano aceptando sus usos y costumbres. Lo primero es difícil: renunciar a la idea de una sociedad teocrática supone renunciar al principio fundamental de la concepción islámica del poder (la unión entre el poder espiritual y el poder temporal en la “umma” comunidad política regida por los principios islámicos). Ni hay salida posible: el Islam solamente puede “moderarse” a condición de dejar de ser islam.

La otra actitud, la que promueve SOS Racismo y entidades similares tiene consecuencias indeseables:  obliga necesariamente a la promulgación de una doble legislación, valida una para medios islámicos (y que autorice la poligamia, la ablación del clítoris para determinados grupos étnicos, la sumisión de la mujer, etc.) y que no sería sino la sharia aceptada en Occidente como forma jurídica para individuos de religión islámica, coexistiendo con otra norma judicial aplicable a Europeos (europeos): un continentes, dos etnias, dos culturas… El principio de “dos etnias, dos sistemas judiciales” que repugna al sentido común, sin embargo, ya está siendo defendido en Europa por algunos colaboracionistas: en el Reino Unido por el obispo de Canterbury, en Suiza y Holanda por medios ultraliberales y, por supuesto, por el lobby inmigracionista.

La falacia de la “integración”

La “integración” es uno de esos conceptos ambiguos que a fuerza de repetirlos constantemente han alcanzado el rango de dogmas políticamente correctos. La “integración” deja suponer una “coexistencia pacífica” entre dos comunidades étnicas y culturales, cada una de las cuales mantienen sus rasgos propios, respetando a la otra.

Sin embargo, lo que la letra pequeña no explica es que la “integración” siempre se ha mostrado posible entre comunidades muy parecidas entre sí, cultural y antropológicamente contiguas. Los españoles inmigrantes no tuvieron ninguna dificultad en integrarse en la sociedad europea de los años 60 y 70, a causa de esa contigüidad antropológico (antropológica)… De hecho, los inmigrantes españoles que decidieron permanecer en aquellos países están “asimilados”, es decir, son completamente inseparables de la comunidad recetora.

Nada de todo esto es posible con el islam: con él no existe contigüidad sino brecha antropológica y cultural. Y entre los planes del islam no figura su intención de “evolucionar”. Este tema del burkini es importante especialmente por esto.

El bikini en las playas europeas es algo completamente desdramatizado y ni siquiera en la España de los años 60, cuando se introdujo masivamente, produjo resistencias, a pesar de la patina nacional-católica que cubría el país en aquel momento. Casi tres mil años de arte occidental han demostrado que el desnudo no tiene porqué incitar necesariamente a la concupiscencia y que en las playas es posible utilizar bikinis o top-less sin que se produzca una inflación de mirones. El sexo y la sexualidad están integrados en nuestra vida cotidiana como algo normal. En el Islam, por el contrario, el cuerpo de la mujer sigue siendo considerado como fuente de concupiscencia y, por tanto, ocultarlo al máximo es garantía de “salvación”…

No es una concepción que no haya existido en Europa durante cierto tiempo, pero no es menos cierto que el islam está atrasado entre 400 y 500 años en relación a la marcha de la cultura europea. Podemos imaginar lo que supondría si ahora mismo un europeo asumiera la defensa de los valores de la castidad tal como fueron descritos en el Concilio de Trento. Quinientos años de diferencias culturales son demasiados como para que pueda ser posible la convivencia.

¿Entonces? Entonces no queda más remedio que plantear el problema de manera descarnada: Europa no puede modificar ni su legislación ni sus costumbres, Europa no puede eludir el problema de fondo que supone la incompatibilidad del islam con los valores europeos. No hay más solución que la asimilación o la repatriación. Es así de simple. Por lo demás, personas como Carole que aceptan ir embutidas en un burkini que les da una imagen risible y grotesca, más propia de pitufos que de islamistas, lo que precisan es un buen psiquiatra

[recuadro fuera de texto]

En España “sin problemas” por supuesto. El PSOE no cree necesario legislar sobre el velo islámico

Cuando toda esta polémica sobre el burkini estaba viva en toda Europa, la secretaria de política internacional del PSOE, Elena Valenciano, declaró que no se debe legislar sobre el uso del velo islámico en la escuela pública porque su uso «no es un problema en España». Valenciano dejó claro que no cree que la futura ley Orgánica de Libertad Religiosa deba extenderse al uso del velo por parte de las alumnas o de las profesoras de la escuela pública. «Hay que dejar ese asunto a la negociación entre la escuela, la familia y la niña», manifestó. Se puede ser más surrealista pero no más absurdo.

En estos momentos en España hay más de 1.500.000 de islamistas. Realmente poco si tenemos en cuenta que en Francia residen 4.000.000 y 3.000.000 en Alemania. Pero, aquí, desde luego, tampoco pasan desapercibidos.

La presencia de hijos de inmigrantes en los colegios españoles ha aumentado considerablemente en los cinco últimos años. De 80.687 que había matriculados en el curso 1998-99 se ha pasado a 303.827 en el 2002-2003 y a 900.000 en 2008.

En enero del año 2002 saltó a los medios de comunicación el primer conflicto importante entre la dirección de un centro escolar y la comunidad musulmana en España. Ocurrió en un instituto de El Escorial que prohibió a la niña Fátima Elidrisi asistir a clase con el velo musulmán. La Consejería de Educación había asignado a Fátima un colegio concertado, pero su padre se negó a que asistiera a un centro católico y dijo que la niña se quedaría en casa hasta que le dieran plaza en un instituto público. Poco después sería admitida en el Instituto Juan de Herrera de la localidad madrileña. La directora del centro al ver que Fátima acudía al instituto con la cabeza cubierta le pidió que dejara el velo en la entrada como hacían las otras niñas marroquíes. Su padre se negó. El asunto se resolvió cuando la Consejería de Educación “convenció” a la directora de que era mejor escolarizar a la niña con velo que no escolarizarla.

En esos días se supo que ciertas niñas se habían negado a hacer gimnasia en un colegio de Málaga; que algunos niños exigían comidas especiales; y que incluso algún adolescente marroquí había protestado porque no estaba dispuesto a recibir lecciones ni órdenes de ninguna mujer por muy profesora que fuera.

En el instituto de El Escorial, las niñas marroquíes que antes de la llegada de Fátima dejaban su velo a la entrada del colegio, porque preferían estar en clase sin él, ahora ya no lo dejan. Al parecer se sienten más a gusto si permanecen todo el día púdicamente cubiertas. Los imanes integristas van sustituyendo a otros más moderados en las mezquitas que hay en España. España está cambiando ante nuestros ojos y algunos se niegan a verlo.

En la España de Zapatero –tal es la doctrina oficial- no hay problema con el velo islámico. Y, por lo demás, en este país proclive a la burla, a la chanza y al chiste fácil, el futuro del burkini es más difícil que el del Papa Benedicto XVI en una mezquita de Dubai.

[Recuadro II]

El velo islámico en Europa

La legislación varía en los distintos países europeos y, por tanto, no existe unanimidad en el continente sobre el uso o prohibición del velo islámico:

Reino Unido: Las escuelas pueden decidir sobre la vestimenta de sus alumnos y no existe una legislación estatal generalizada. Se han producido demandas judiciales contra colegios que prohibieron el burka (totalidad del cuerpo cubierta salvo cara, manos y pies). Los tribunales fallaron contra las demandas.

Alemania: Existe una sentencia de septiembre de 2003 en el que el equivalente a nuestro Tribunal Constitucional falla a favor de una maestra que quería utilizar el velo islámico en sus clases. La sentencia reconoció que los Estados federados (länders) pueden cambiar las leyes locales si lo desean. Cuatro länders prohibieron el uso del velo a los maestros y funcionarios públicos.

Francia: En 2004 introdujo la prohibición del velo (y de otros símbolos religiosos visibles: la cruz cristiana, el martillo de Thor, etc.) en escuelas estatales, como forma de aplicar el laicismo propio de la legislación francesa. Sin embargo, el uso del velo es admitido en escuelas islámicas y en las universidades públicas.

Italia: En el norte de Italia, a partir de 2004, se rescató la legislación que prohibía el uso de máscaras que impedir el uso del burka. Un año después el parlamento aprobó leyes anti-terroristas que convertían en infracción la ocultación del rostro. Posteriormente se aprobó una legislación que prohíbe el velo islámico.

Bélgica: Algunos ayuntamientos han prohibido el uso del velo que cubre la totalidad del cuerpo. No existe ninguna legislación estatal que impida el uso del burka, a pesar de los incidentes que se han producido por esta materia.

Holanda: Existe la prohibición de usar el burka en lugares públicos. Los medios progresistas holandeses han criticado esta medida que consideran atentatoria contra los derechos civiles.

Rusia: prohibición de utilizar velo islámico en gestiones administrativas y en fotos de documentos de identificación.

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Hoy: “Som una nació”. Treinta años después: “ونحن على الإمارة” ("somos un emirato")

Infokrisis.- La publicación completa del texto sobre el Estatut –y no solo de las líneas generales- ha evidenciado que la decepción de los nacionalistas e independentistas es mucho mayor de lo que inicialmente habían temido. El Estatuto está tan recortado y sometida a tantas interpretaciones del Tribunal Constitucional que casi pueden estar agradecidos de que no se ha haya tomado la molestia de entrar en el fondo de la cuestión de si Catalunya es o no una nación. De todas formas este aspecto es, seguramente, el menos importante porque sea como fuere dentro de tres décadas Catalunya lo que va a ser en un emirato…

Lo que va de ayer a hoy

Maragall, arrastrado por Carod-Rovira, pretendió alumbrar un Estatuto de máximos que fuera, en realidad, mucho más una mini-constitución que un Estatuto en sí mismo. Y como tal esa mini-constitución debía de definir tres poderes (así son las constituciones). De ahí el interés en abordar esa parte que ha sido eliminada sin concesiones (todo lo relativo a la cúspide del pretendido poder judicial autónomo… que, por cierto, fue sugerido por el actual ministro Caamaño el cual no tuvo ningún empacho en decir que “mayoritariamente” el Constitucional “había refrendado el Estatuto”. Pues bien, todo aquellos elementos que definían a Catalunya como “nación autónoma” han sido liquidados o sometidos a interpretación. Así pues, estamos prácticamente en unos niveles de autonomía ligeramente mayores que los del Estatuto de 1980, y justo es decir que para ese viaje no hacían falta alforjas y que la parálisis de siete años de gobierno catalán no justifica las menguadas ganancias de techo autonómico.

Hace mes y medio estuve mirando la posibilidad de sugerir a una formación política que, aprovechando el texto del nuevo Estatuto y la reciente ley de Referendums en Catalunya, empezara a recoger firmas para un referéndum sobre la inmigración. Dado que la ley que desarrolla este artículo del Estatut relativo a los referéndums hacen una serie de limitaciones, la pregunta no podía tener sino relación con el derecho que se atribuía la Generalitat de conceder permisos de trabajo en Catalunya y la pregunta a plantear en ese referéndum que proponíamos era: “Cree que la Generalitat debe dejar de conceder permisos de trabajo a inmigrantes mientras no exista pleno empleo en Catalunya SI|NO” (o algo muy similar).

Hace un mes, un referéndum así era viable. Bastaba solamente con pedir autorización al  Parlament de Catalunya para proceder  la recogida de un 2% de firmas del total del censo apoyando la pregunta a plantear. Hoy, un mes después, esa posibilidad es absolutamente inviable. La ha tumbado el constitucional que ha sometido a interpretación tanto las competencias de la Generalitat en materia de inmigración (que actuará, no por iniciativa propia, sino por “delegación”, siendo a la postre una oficina expendedora de permisos de trabajo del Ministerio correspondiente) y liquida todo lo relativo a la celebración de referendos en Catalunya… eliminando la posibilidad de que la Ley sobre Consultas Populares elaborada por el Parlamento Catalán, se pusiera en práctica.

El golpe recibido por las aspiraciones soberanistas de Catalunya ha sido enorme y no es raro que la reacción de todos los partidos nacionalistas (y el PSC es hoy, un mero partido nacionalista, con la única connotación de que agrupa el voto de cierto número de castellanoparlantes de izquierda) e independentistas.

El tiempo del nacionalismo se acaba

A esto se une otro problema. A Zapatero le quedan dos telediarios en La Moncloa. Él –como Montilla en el Palau de la Generalitat- son ya historia, están amortizados y les queda únicamente terminar su mandato (si es que lo terminan), pero son auténticos cadáveres políticos y lo que es peor para ellos: no solamente son ellos quienes se han ido ya al garete, sino sus propios proyectos políticos. Ciertamente el de Montilla era un proyecto de bajo perfil, ir tirando como fuera, pero el de Zapatero era un proyecto de gran calado (aunque de mínima inteligencia) que consistía en aplicar medidas de ingeniería social que alterarían profundamente la sociedad española y harían de nuestro país e escenario en donde el mestizaje y no solamente la igualdad absoluta de mujeres y gays, sino una “discriminación positiva” convergieran con la mezcla étnica generada con la inmigración y dieran lugar ese nuevo tipo de sociedad por la que están clamando desde las sectas ocultistas (la “era de acuario”), pasando por los grupos que forman la llamada “new age”, hasta, finalmente, los laboratorios mundiales de [malas] ideas, la UNESCO y las NNUU.

Ese proyecto también se ha ido al garete. No ha soportado la crisis económica de la que el zapaterismo no tuvo responsabilidad en su desencadenamiento (procedía de un modelo económico fallido a plazo fijo creado por el aznarismo y de una crisis procedente de EEUU), pero sí ha tenido que ver con la falta de reacción, con la reacción errónea y con la impresión que nos han colocado como el “país riesgo” por excelencia.

En cuanto a Montilla, última esperanza del PSC, ha demostrado que sus ambiciones han estado muy por encima de sus capacidades. Simplemente, el “president” no ha dado la talla en los cuatro años que ha estado al frente del ejecutivo catalán, ni un solo momento. Llueve sobre mojado porque los catalanes habían estado previamente tres años viendo como otro “president” (que, en rigor pudo ser calificado como “la gran decepción”), dilapidaba una legislatura y regenera la reforma estatutaria tumbada por el constitucional.

El jueves pasado, Zapatero pidió calma afirmando –su única declaración sobre la sentencia- que se habilitarían leyes para que todo quedara igual… Zapatero no parece haberse dado cuenta de que la sentencia del constitucional es muy dura y restrictiva para todos los aspectos del Estatut que interesaban a los nacionalistas. Eso le deja muy poco margen de maniobra. Por otra parte, con todo el proceso de crisis social abierto, ciertamente a Zapatero le quedan pocos meses (y muchos problemas por delante) para preocuparse de burlar la sentencia del constitucional para satisfacer a los pocos amigos que le quedan en Catalunya.

¿Qué hará el centro-derecha en el gobierno en caso de no tener mayoría absoluta? Es sencillo: se apoyará en UPyD (que, a pesar de que carece de implantación nacional, sí puede obtener, en cambio, buenos resultados electorales en Madrid y ser refugio del voto decepcionado de ZP. Y el votante madrileño de UPyD parece mucho más dispuesto a pactar con el centro-derecha estatal que con el centro-derecha catalán (CiU)…

CiU (y no digamos ERC, o mejor, dicho, lo que quede de ERC), da la sensación de que tiene las horas contadas como “partido bisagra”. Durán i Lleida seguirá siendo por siempre jamás el inédito ministro de algún gobierno de coalición entre algún partido estatal y CiU. El PSOE tardará como mínimo una década en que el electorado olvide el zapaterismo y suponemos que Rajoy pondrá especial énfasis en que se reabra el sumario por el 11-M que veremos a dónde termina llevando, pero no desde luego al lugar en el que el PSOE se sentiría más a gusto.

¿Qué le queda entonces a Catalunya?

1.000.000 de personas en el Paseo de Gracia parece mucho (en realidad, hará falta esperar al lunes para saber con mayor aproximación las cifras reales: se ha apuntado justo la mitad o incluso menos). Es difícil saber las cifras reales sobre todo si tenemos en cuenta la santa alianza entre la alta burguesía nacionalista y las empresas periodísticas en la que, por supuesto, la policía municipal –que evalúa las asistencias a este tipo de eventos- apenas es el “chico de los recados”. Si en Madrid se habían manifestad 1.000.000 de personas contra el terrorismo o contra el aborto… en Catalunya no podía acudir menos gentío a una manifestación de apoyo al Estatut. Era evidente que la única cifra a la que podía aludirse era… 1.000.000 de personas.

De todas formas, el número exacto es irrelevante. La llegada de autobuses de toda Catalunya, la movilización de 1.000 asociaciones (todas subvencionadas por la Generalitat) y de todo el nacionalismo y el independentismo tanto radical como moderado, incluso la movilización de los inmigrantes, los funcionarios de la Generalitat, los funcionarios políticos contratados, los sindicalistas liberados, los promotores de los referéndums de fin de semana, y la clase política catalana, unida a las 300 familias que desde hace 200 años han constituido la médula de Catalunya y su columna vertebral… todo ello debían de dar una cifra extremadamente alta... pero irrelevante.

Irrelevante porque en otras ocasiones se han movilizado idénticas cifras y no ha ocurrido nada. Blas Piñar se aproximó a estas cifras en los 20-N de finales de los 70 y principios de los 80. El PP y las asociaciones conservadoras antiabortistas han llegado a cifras similares y en el Euskadi, tanto las movilizaciones nacionalistas como de la “izquierda abertales” (muy abertzale pero poco de izquierdas a decir verdad), sino en bruto, han alcanzado porcentajes de movilización parecidos. Y nunca, han ocurrido grandes cosas. Las masas ya no derriban gobiernos porque las masas están más próximas a los borregos que a los militantes decididos a acabar con determinadas políticas. En esta ocasión tampoco ocurrirá gran cosa.

De hecho si todos los partidos catalanes están compitiendo para demostrar quien se siente más airado y es capaz de una respuesta más radical, sería completamente diferente si no estuviéramos en período electoral. Por algún motivo que dista mucho de estar demostrado, en Catalunya los partidos opinan que ante las convocatorias autonómicas, jugar la carta del nacionalismo más radical les reportará buenos beneficios electorales. En lo personal creemos que si el PSC no ha logrado jamás distanciarse de CiU en unas elecciones autonómicas ha sido precisamente porque su actitud le ha inhibido del voto castellano-parlante procedente del cinturón industrial de Barcelona que voto primero al PSUC, luego al PSC, más tarde –a la vista del nacionalismo de facto que mostraban- fue a parar a la abstención para finalmente recalar en el PPC y luego –tras el mal sabor de la segunda legislatura aznarista- terminó sólo en parte en Ciutadans. Pero las 300 familias siempre han querido un PSC mucho más nacionalista que socialista… y el PSC que, a la postre ha terminado no siendo más que una reserva funcionarial, ha aceptado esta limitación antes de Maragall, con Maragall y hoy que Maragall apenas es un doloroso y olvidable recuerdo. Montilla, ha terminado siendo aquello que sus enemigos más recalcitrantes le echaron en cara: “el charnego pues al frente de la Generalitat para que amaestrara a los castellano parlantes…”, triste destino de un president gris cuya decisión más sensata fue matricular a sus hijos en el Colegio Alemán de Barcelona…

A partir de ahora las posibilidades que se abren en Catalunya son pocas. Algunas de ellas pasan por reconocer la responsabilidad de los dos últimos presidentes que se han sucedido en España sobre la situación catalana actual. Si en Catalunya se reprodujo un modelo económico erróneo fue gracias a Aznar (aunque también gracias a que la Generalitat no hizo nada para evitarlo). Si se empezó a tramitar la reforma del Estatut fue porque otro presidente todavía peor dotado, aseguró que aprobaría todo lo que saliera del Parlament como dijo a Carod, para luego traicionarlo y pactar el Estatut con Artur Mas… y traicionarlo, naturalmente, como corresponde a las tradiciones consuetudinarias de alguien que como ZP no se sabe si tiene más de serpiente que de vendedor de pomada de serpiente.

Además en Catalunya hay 1.250.000 inmigrantes y 600.000 parados. ¡Como para dar brincos de alegría! Con una economía deslocalizada y en vías de deslocalización, una inversión paralizada y una economía productiva en crisis, no es raro que muchos catalanes se estén preguntando en este momento si parte de esa situación no se debe a la catastrófica gestión de los dos últimos presidentes del gobierno español. Y a la pregunta de “¿qué podemos esperar de España?”, en algunos vaya calando la idea de que la respuesta es “nada”.

Harina de otro costal es si un gobierno catalán independiente hubiera actuado mejor. A la vista de la parálisis de los últimos siete años en la tarea de gobierno, nada induce a pensar que un “gobierno catalán” lo hubiera hecho mejor en algún terreno. E incluso, a la vista de los niveles de corrupción en Catalunya, queda por ver si la única acción de gobierno hubiera sido el saqueo sistemático de la población.

Mientras dure la crisis económica si es posible que el independentismo surgido de la burguesía media crezca ligeramente. Para su desgracia, los dirigentes independentistas son de muy baja calidad política y aun peor calidad técnica. Puigcercós sigue siendo lo que era en su juventud: un jefe de tribu urbana por mucho que ahora cuide la calidad de sus trajes. Benach un adiposo de pocos vuelos. Portabella un tipo odiado en el ayuntamiento de Barcelona. Carod-Rovira, oscila entre el dogmatismo y el fanatismo que ni siquiera aguantan dentro de su partido. ¿Los escindidos? Nada de valor en los CUPs, cero absoluto n el Reagrupament y un populismo de baja estofa en el entorno de Laporta. Y un par de cientos de críos encuadrados en casales independentistas, maulets y demás morralla. De ahí, difícilmente puede salir un independentismo político con capacidad suficiente para la secesión.

En cuanto a CiU jugará durante unos días más la carta radical e intransigente, luego se irá de vacaciones, volverá y volverá a jugar esa misma carta el 11-S y así llegarán las elecciones de noviembre en las que conseguirán descabalgar a Montilla. A partir de entonces CiU se moderará y, según queden el 2012 las simetrías en el parlamento nacional, corre el riesgo de que su papel de bisagra se vea ensombrecido acaso para siempre. Un tercer partido estatal sería mucho más agradable tanto para PP como para PSOE (o lo que quede de él en 2012) que un partido nacionalista e irredentista.

De no ser por la proximidad de las elecciones autonómicas, habría que pensar que el problema del Estatut terminaba aquí.

¿Y si volvemos a los problemas reales?

Las cifras van en contra del independentismo: los referéndums de fin de semana son un chiste inútil que demuestra que, el independentismo dista mucho-muchísimo de poder preocupar a alguien. El uso de la lengua catalana está estancado desde hace dos décadas y difícilmente un población que “entiende” pero “no usa” el catalán estaría interesado en la independencia. Lo que se prevé para las elecciones de noviembre es un aumento de la abstención, casi insoportable y que algunos estiman que puede alcanzar incluso el 50% del cuerpo electoral. Cualquier victoria nacionalista en esas circunstancias será una derrota corta y sin alas y si año y medio después se impone el PP con un fuerte aumento del voto de UPyD, el nacionalismo quedará en una posición excepcionalmente débil.

Tras noviembre la crisis económica continuará presente en Catalunya… y nada, absolutamente nada en el programa del centro-derecha catalán permite pensar que CiU tiene una fórmula mágica para paliarla. El PSC tardará en encontrar un candidato sustituto y no puede extrañar que sufra escisiones hacia un lado y hacia otro. ERC quedará capidisminuida. El PP seguirá más o menos en sus niveles actuales siendo completamente irrelevante en Catalunya y otro tanto le ocurrirá a ICV. Los electores que acudan en noviembre a las urnas exigirán resultados inmediatamente… y esos no pueden llegar a la velocidad que la sociedad catalana exige, especialmente después de 7 años de parálisis tripartita y 20 años de pujolismo de los que ha quedado es el regusto amargo de la corrupción y la reactualización del 3% de comisiones por concesión de obra pública como ha quedado patente en el Caso Palau.

Los problemas reales no tienen nada que ver con el soberanismo. El soberanismo satisface solamente a las vísceras de los nacionalistas y a los intereses de los capitanes araña que lo han promovido, la clase política que en Catalunya es de una mediocridad exasperante y lo sería mucho más de no ser por la omnipotencia de los medios de comunicación de la Generalitat y por la santa alianza entre las 300 familias y la clase política autonómica. Es importante recordar que la alta burguesía trabaja solamente para sus intereses, con el cínico principio de que sus intereses son los de Catalunya… ¡Que se lo pregunten a los últimos catalanes que viven en Salt, sin ir más lejos!

Repetimos el dato que hemos dado antes: 1.250.000 inmigrantes, de los que 2/3 partes son islamistas y 400.000 corren el riesgo de transformarse en catalanes entre 2012 y 2014, son suficientes como para alterar la composición étnica de Catalunya en apenas 20-30 años más. Y ni CiU, ni PSC dicen absolutamente nada creíble en materia de inmigración.

Eso y el trabajo: 600.000 parados son muchos parados y los niveles de paro entre los menores de 30 años superan ya el 30%. Sin olvidar una demografía declinante, especialmente entre los catalanes de más de dos generaciones. Se diría que hoy, en Catalunya, solamente tienen hijos los miembros de las 300 familias que componen la oligarquía catalana. Lo esencial de la natalidad en Catalunya lo componen en un 67% los hijos de inmigrantes. Lo dicho: en 30 años, el perfil, no solamente de Salt, del barrio del Raval, de la Ribera o de Poble Sec habrá dejado de ser el de un país europeo para estar más cerca del perfil de Marruecos.

España está blindada por varias pólizas: la "póliza UE" (la UE es una "unión de Estados Nacionales", no una confederación de regiones autónomas), la constitución española (que establece como "irrenunciable" la unidad del Estado y que el Tribunal Constitucional ha citado en tres ocasiones en su sentencia) y, paradójicamente, la presencia de inmigración masiva musulmana (muchos catalanes, incluso indepedentistas, empiezan a dudar de que Catalunya pueda hacer frente sola -y sin FFAA del Estado de guarnición en aquella comunidad- al inevitable aumento del radicalismo islámico paralelo al aumento de su presencia demográfica en Catalunya.

Por eso tiene gracia que la pancarta que presidiera la manifestación del sábado solamente mostrara como leyenda: “Som una nació…”, como si eso importara excesivamente hoy. En realidad, en apenas 30 años puede ser, con mucha más seguridad un emirato perteneciente a la umma islámica… logro “histórico” de los Magarall, los Montilla y los Pujol, logro de quienes llevaron la pancarta de la manifestación.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

Alicante: la provincia mártir (III de III). El vuelco religioso de una provincia. El drama religioso de Alicante

Infokrisis.- Al vuelco demográfico se une un cambio de signo religioso. Alicante es cada vez menos lo que era –una provincia con mayoría católica- para convertirse en un amasijo de religiones exóticas. Ni siquiera la Iglesia Católica parece consciente de lo que está ocurriendo. Mientras el obispado Orihuela-Alicante multiplica sus iniciativas “interreligiosas”, el número de fieles y de sacerdotes no deja de disminuir. En estas circunstancias, en apenas 20 años, mientras la Iglesia Católica alicantina prácticamente habrá desaparecido, las sectas exóticas, las Iglesias Evangélicas, el islamismo e incluso los grupos satanistas gozarán de buena salud.

Desde hace 30 años no se construyen nuevas iglesias en Alicante y las que hay celebran cada vez menos oficios y están cubiertas por menos titulares. Sin embargo, en la provincia se han construido en los últimos 10 años, 28 mezquitas. Este dato basta por sí mismo para expresar el cambio socio-cultural operado por la inmigración. Combinando su potencia demográfica con sus creencias, el Islam corre el riesgo de desfigurar completamente la identidad tradicional de Alicante en los próximos años.

Las cifras de la tragedia

En 1996 la inmigración representaba el 1’37% de la población y, en buena medida, estaba formada por ciudadanos de la Unión Europea que, por uno u otro motivo (negocios, estudios, residencia habitual, trabajo, jubilados) residían en España. Once años después, la inmigración había superado los 6.000.000 (legales + ilegales + nacionalizados) esto es un 14%.

Hace 30 años, el 82% de la población alicantina se declaraba católico, pero en 2007 el número de practicantes había descendido al 15’5%. Si seguir el papel y las vicisitudes de la Iglesia es importante se debe a que el catolicismo es la religión tradicional de nuestro país. Si la Iglesia desaparece, se pierde algo de lo que ha sido la identidad española en los últimos 1.500 años.

Los viajes de Juan Pablo II a España sirvieron poco para revitalizar el catolicismo español. Las cifras sobre la recepción de sacramentos son desoladoras. En el 2000 se celebraron 284.226 bautismos, lo que supone un 71’8% de los nacidos en España ese año. En 1990 habían sido 350.510, un 86’6%. Las celebraciones de la Primera Comunión han caído a 265.000 en 2000, cuando 10 años antes eran casi 400.000. Las confirmaciones también fueron 50.000 menos en ese tiempo. Las bodas en la Iglesia descendieron del 77’2% al 71’8%.

Y la Iglesia sufre algo peor que la pérdida de fieles: la pérdida de “pastores”. Con unos seminarios vacíos y una edad media del clero superior a los 60 años. En la actualidad solamente cursan estudio en seminarios 1.800 aspirantes al sacerdocio, algo menos que en 1990. En 2002 se ordenaron solamente 50 sacerdotes, cifra completamente insuficiente para cubrir las bajas por jubilación que en 2000 afectaban al 41% de los 20.000 sacerdotes. Veinte años más y el 85% de iglesias se cerrarán por falta de “pastores”.

La inmigración como solución

Desde el año 1996, cuando empezó el fenómeno migratorio, la Iglesia española vio en la inmigración una salida para su problema de subsistencia. Los inmigrantes aportarían a la Iglesia más fieles y más pastores. De hecho, desde los años 80, algunos conventos femeninos españoles se habían visto revitalizados por la llegada de monjas y novicias procedentes de Filipinas. Diez años después empezaron a aumentar los contingentes de monjas llegados de países subsaharianos. Además, la Iglesia española vivía en la ficción de que la inmigración procedente de los países andinos, aparentemente católicos, aportaría más fieles. Y, finalmente, estaba la tarea pastoral realizada sobre la inmigración, directamente o mediante ayudas sociales (a través de Caritas, especialmente).

Pilar Samanes, secretaria general de la Comisión Episcopal de Migraciones explicaba en marzo de 2008: “La Iglesia vive, por encima de todo, las migraciones como una ocasión para vivir la catolicidad, no haciendo parroquias paralelas donde simplemente se coexista, sino buscando el verdadero encuentro”. Y añadía: “En este momento, lo importante es crear auténticas comunidades de fe, donde nadie se sienta extranjero”. En el documento La Iglesia en España y los inmigrantes, aprobado por la X Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, la inmigración se contempla como una “oportunidad y una gracia”, a la vez que indica que “nadie puede permanecer ajeno ni indiferente a un fenómeno de tal envergadura”. Y en esto último, efectivamente, tienen toda la razón. Todo lo demás parece erróneo.

Si la Iglesia ha centuplicado sus esfuerzos de asistencia a favor de la inmigración, esto no se ha traducido en un paralelo aumento ni de las vocaciones, ni de los fieles. Es más, los inmigrantes que se declaran católicos (un 63%) tienen el mismo problema que los católicos autóctonos: son muchos, pero practican pocos. En el caso de los inmigrantes, solamente un 30% de los que se declaran católicos asisten alguna vez al año a algún oficio religioso. Lo cierto es que las comunidades evangélicas (12%), las sectas cristianas (7%) y los islamistas (un 20%) crecen a mucha mayor velocidad… y tienen un grado de compromiso mucho mayor: un 88’5% de los evangélicos y un 70% de los musulmanes asisten regularmente a sus centros de culto.

Sin embargo, Caritas no pregunta a quién ayuda, simplemente concede ayudas de forma completamente desinteresada. Y esto, que inicialmente, se pensaba que podía atraer nuevos fieles a la Iglesia, no ha operado absolutamente ningún beneficio en esa dirección. En 2001 el obispo de Barcelona en su sermón de la Misa del Gallo explicó que por la mañana habían ofrecido una comida de Navidad a los inmigrantes residentes en la ciudad, a la que “habían asistido muchos hermanos inmigrantes”. Luego debió reconocer que a la misa que siguió habían acudido muchos menos. En la Misa del Gallo, en realidad, no había ninguno en una Catedral con 5 o 6.000 fieles.

Jugando en campo contrario

En Alicante llama la atención cómo la iglesia provincial se ha lanzado a jugar en un terreno que no es el suyo. Sin tener en cuenta su debilidad estructural (un 20% de las parroquias de la provincia están hoy sin titular), la Iglesia alicantina ha multiplicado sus celebraciones “ecuménicas”, sumándose a iniciativas surgidas en ambientes no católicos.

El 12 y 13 de mayo de 2007 tuvo lugar en Alicante el III Parlamento de las Religiones convocado por la Red Catalana-Valenciana de Entidades de Diálogo Interreligioso, organizado por la Mesa Interreligiosa de Alicante. El tema era “La Carta de la Tierra y el Compromiso de las Religiones”. La sesión inaugural corrió a cargo de Federico Mayor Zaragoza. El acto concluyó con diversas prácticas devocionales de cada religión

El encuentro había sido organizado por la Mesa Interreligiosa de Alicante, uno de cuyos miembros es la Iglesia Católica a través del obispado de Orihuela-Alicante. Poco antes, el Papa había pronunciado en Ratisbona el fragmento de un discurso del emperador bizantino Manuel II Paleólogo con un erudito persa, cuyo contenido ha sido considerado ofensivo por el mundo musulmán. Los asistentes a las jornadas de Alicante no ahorraron invectivas contra el Papa y el representante católico, el sacerdote Jaume Benaloy recordó que el Papa de Roma "pidió disculpas" e incidió en la "estima profunda" que la Iglesia católica tiene por la comunidad islámica…

Quizás no valga la pena recordar que estos encuentros interreligiosos y concretamente los “parlamentos de las religiones” nacieron en los ambientes universalistas de la UNESCO sustituyendo y suplantando los esfuerzos del ecumenismo surgido a mediados del siglo XX de la mano de Juan XXIII. Si, el papa Juan había limitado el ecumenismo a las iglesias ortodoxa y anglicana, tras la clausura del Vaticano II, en los ambientes universalistas de la UNESCO se propuso un “diálogo interreligioso” ampliado a todas las religiones (e incluso a las sectas ocultistas) tendente a la formación de una “religión mundial” que siguiera a la creación de un “gobierno mundial” protagonizado por la ONU y a una “interculturalidad” promovida desde la propia UNESCO. Éste, definitivamente, no es el terreno de la Iglesia Católica. Ni siquiera asiste como invitado: juega en campo contrario.

La inversión religiosa: el satanismo

Lo sorprendente de la situación religiosa de España es que la pérdida de vigor de la Iglesia Católica no se traduce en la irrupción de un período de racionalismo y positivismo, sino en la proliferación de sectas y de cultos irracionales. Alicante es, en este terreno, una provincia paradigmática: mientras la religión tradicional se va perdiendo, irrumpen los cultos exóticos más alejados de nuestra identidad.

En el curso del XII Congreso Nacional de Psiquiatría celebrado recientemente en Valencia, Leonardo Casis explicó que se estaba produciendo en el mundo occidental un “renacimiento pujante del satanismo” en el que “están influyendo de forma importante las creencias importadas por los inmigrantes”. Y añadía que “la mayor concentración de sectas satánicas de España se encuentra en la Comunidad de Alicante”. Según Casais, este resurgimiento "nos devuelve a épocas de pensamiento mágico y primitivo".

En la provincia de Alicante 5.000 personas estaban vinculadas en 2006 a 40 sectas de distintos tipos. Siete de ellas son satánicos. La gran mayoría se vincula ahora al Islam o a religiones radicales, “muchas de ellas en grupos de tendencia destructiva y radicalizada”, apunta el experto Gabriel Carrión. El Tercer Ojo, Adonais, Hijos de Lucifer o Los adoradores de Seth son sólo algunas de las sectas satánicas con más seguidores en la provincia.

También este experto explica que el auge de la inmigración ha provocado que “una gran parte de las sectas presentes aquí estén vinculadas al Islam, que son muy peligrosas, o a religiones de tipo chamanista o vudú procedentes de África y Suramérica”.

Amnistía Internacional, según publicó la edición digital del diario 20 minutos, la comunidad Valenciana es la tercera autonomía española con más número de sectas (cerca de 200 grupos, 14 de ellos satánicos), mientras que en la provincia alicantina se localizan unos 40, de las que siete adoran al diablo. Para financiarse, “la mayoría de grupos satánicos trafica con drogas y mujeres. Y practican ritos sexuales aberrantes. Muchas están en Las Marinas”, indica Carrión.

La desarticulación de una secta más reciente en la provincia se remonta a junio de este año, cuando la Guardia Civil detuvo a cinco personas en Llíber (Marina Alta, Alicante), miembros de una comunidad espiritual conocida como colectivo AMBA, que usaba la meditación de tapadera. Fuentes del caso afirmaron que se trataba de una secta de carácter destructivo. Un año antes, en Benimantell, la Guardia Civil había desmantelado un colectivo sectario deteniendo a 11 personas relacionadas con la Congregación del Olivo, entre ellas, el líder del grupo, que finalmente ingresó en prisión. La organización se apropiaba de dinero de los adeptos y les ocasionaron también daños psicológicos irreparables. Antes, en 2001, en Crevillent el cabecilla de otra secta había estafado a más de un centenar de personas procedentes de Elche, Crevillent y Alicante.

Los cultos satánicos aparecieron de la mano de grupos de inmigrantes procedentes de Brasil, el Caribe y el África Subsahariana algunos de los cuales utilizan consultorios de videncia y magia para reclutar adeptos.

Un panorama desolador

Pérdida de fuerza social de la religión tradicional, la Iglesia Católica, concentración del 90% de los esfuerzos de la Iglesia en la tarea social de Caritas dirigidos preferentemente hacia la inmigración, aumento constante de las confesiones religiosas islámicas, evangélicas y de los cultos exóticos, incluido el satanismo, sustitución de la religión tradicional por supersticiones y creencias infrarracionales, parroquias católicas sin titular y aumento de los lugares de culto no católicos… No es la racionalidad o el positivismo lo que sustituye a la Iglesia sino los cultos y las supersticiones que nunca antes habían aparecido en nuestro suelo.

Dejando aparte a las Iglesias Ortodoxas (en Alicante residen 40.000 rumanos en buena medida miembros de esta confesión) y las parroquias anglicanas, que están muy próxima al catolicismo, las confesiones religiosas que más están creciendo  en Alicante son las Iglesias Evangélicas, el Islam y las sectas. Alicante cuenta con 28 mezquitas y un cementerio islámico y unos 130.000 fieles.

Las sectas adventistas y los Testigos de Jehová tienen un seguimiento del 4% sobre el total de la inmigración, concentrándose sobre todo en poblaciones andinas, al igual que las 397 iglesias evangélicas distribuidas en toda la Comunidad Valenciana, buena parte de las cuales tienen también presencia en Alicante en donde se calcula que, cuentan en torno a 20.000 andinos adheridos a ellas.

Y esto, para una provincia como Alicante con 1.850.000 habitantes, parece excesivo.

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Alicante: la provincia mártir (II de III). Dentro de poco el 25% de la población alicantina será inmigrante

Infokrisis.- Los alicantinos tienen pocos motivos para ser optimistas: en apenas diez años la inmigración ha crecido un 1.000% en toda la provincia. Buena parte de la ciudad de Alicante tiene un rostro extraño. Alicante es la tercera provincia con más inmigración de toda España y la que tiene un crecimiento más rápido. Las perspectivas son extremadamente sombrías ante la crisis económica.

Alicante-Elche es la octava aglomeración demográfica en España (con 748.565 habitantes) y la provincia de Alicante la quinta con 1.825.264 habitantes… sin embargo es la tercera de España en número de inmigrantes. En el tercer trimestre de 2008, la provincia de Alicante se configuró como la primera en aumento de la población inmigrante según los datos del Observatorio Permanente de la Inmigración. Es evidente que existe un desequilibrio que va a condicionar el futuro de la provincia.

Alicante: en vanguardia de la inmigración

En los meses de julio, agosto y septiembre de 2008, a pesar de la crisis, se otorgaron 105.735 permisos de residencia, de los que 15.866 estaban localizados en la Comunidad Valenciana, por delante incluso de Madrid y Catalunya. En apenas un año, 65.768 inmigrantes con permiso de residencia se han instalado en las tres provincias valencianas. Alicante es la provincia que registraba el mayor número de inmigrantes legales en septiembre de 2008: 267.975, a los que hay que sumar un número indeterminado –pero, en cualquier caso, algo- de ilegales entre empadronados y no empadronados, posiblemente en torno a los 60-70.000. A principios de 2008 residían 41.000 ilegales empadronados en la provincia: el 40% del total de los empadronados en la Comunidad Valenciana.

Las cifras dadas por Rafael Blasco, conseller de inmigración de la Comunidad Valenciana, son espectaculares: esta comunidad albergaba en 2008 a 839.224 extranjeros “empadronados”, de los que casi 300.000 son ilegales. Lamentablemente, el conseller no quiso alarmar a la población y evitó dar el número de ilegales no empadronados o cuyo empadronamiento ha caducado (cada año los extranjeros deben renovar su empadronamiento, algo que una parte importante ignora). Por tanto, es más que probable que los extranjeros legales, ilegales empadronados e ilegales no empadronados, asciendan hoy a un 1.150.000. La edad media de estos inmigrantes se sitúa en los 37 años.

Lejos de estabilizarse o disminuir a causa de la crisis y de la recesión económica los inmigrantes siguen afluyendo a la provincia de Alicante. Rafael Blasco no se alarma (aunque tendría razones para ello): “Nuestra Comunitat es una tierra de oportunidades y acogida. Resulta indudable que los inmigrantes eligen, cada vez más, nuestra región para vivir y prosperar”, declaró en a principios de octubre.

Pero la provincia de Alicante tiene otra característica: aún hoy es una provincia de destino de las migraciones en el interior del Estado. En la provincia de Alicante residen más de 88.000 andaluces, 74.000 manchegos, 51.000 murcianos y 41.000 madrileños, y existen 11 asociaciones y centros. Entre ellos componen el total de más de 352.000 ciudadanos españoles de otras comunidades que han cambiado su lugar de residencia. Sin embargo, son pocos los alicantinos que residen en otras autonomías del Estado. Así pues, si tenemos en cuenta que la población total de la provincia es de 1.783.555 habitantes, al deducir 350.000 inmigrantes y los 352.000 ciudadanos de otras provincias españolas, veremos que Alicante es una provincia con casi la mitad de nacidos fuera. Está claro que la inmigración española y la procedente de la UE (excluida, hasta ahora, la comunidad gitana rumana) no crean problemas, pero el nivel de desarraigo en esa provincia es excesivo y genera evidentes desequilibrios.

Entre 1996 y 2008 la población inmigrante aumentó un 800% en la provincia de Alicante y, especialmente en la capital. Las barriadas del Carmen (las antiguas Mil Viviendas), Virgen del Remedio y San Agustín han llegado en ese período incrementos de residentes extranjeros del 5.000%. La zona norte de la ciudad de la Alicante es un gueto inmigrante. En Colonia Requena y Cuatrocientas Viviendas hay crecimientos superiores al 3.000%, Sidi Ifni, Nou Alacant y Ciudad de Asís experimentan un aumento superior al 2.000%, mientras que Carolinas Altas, Campoamor, Los Ángeles, Altozano, la zona de Conde Lumiares, el Garbinet, Carolinas Bajas, Juan XXIII y Ciudad Jardín, han registrado aumentos superiores al 1.000% desde 1997. Los otros dos barrios que menores aumentos han experimentado son la Albufereta y Cabo Huertas, que albergan a población extranjera de origen europeo. Los barrios del centro de la ciudad de Alicante se han visto enormemente degradados, habiendo denunciado algunos comerciantes procesos de “limpieza étnica”.

Aumenta la inmigración conflictiva, disminuye la europea

Las perspectivas son sombrías para la provincia de Alicante en materia de inmigración. El Anuario CeiMigra preveía en 2007 que el 25% de la población de la región será inmigrante… pero el anuario evita –acaso por desconocerlo- explicar que lo que variará extraordinariamente será la composición nacional de los colectivos inmigrantes. Y este es el aspecto más grave del problema.

En efecto, hasta ahora ingleses, alemanes y holandeses jubilados constituían el mayor contingente de la inmigración en la provincia de Alicante. Se trata de una inmigración que no “crea problemas”: al establecerse en la provincia han estimulado el movimiento económico (una pensión media de un pareja inglesa es de 3.000 euros), no han generado deudas (habitualmente, compran sus casas al contado) y han estimulado el sector de la construcción como en ninguna otra provincia creando urbanizaciones enteras en la comarcas de la costa. Pero eso flujo de inmigrantes ya se ha acabado.

A partir de 2004 ya era evidente que este flujo –que alcanzó entre 2001 y 2002 su período álgido- estaba disminuyendo. Los precios se habían encarecido extraordinariamente. Hasta entonces, el precio de un chalet en la costa se situaba en torno a los 25-30.000.000 de las antiguas pesetas. A un inglés le bastaba con vender su plaza de parking en Londres para adquirirlo. Pero a partir de 2001 se produje una revaloración del euro en relación a la libra esterlina, con lo que el precio en libras iba creciendo, al tiempo que también aumentaba el precio del propio chalet.

Además, a partir de 2002 empezó a advertirse un aumento de la delincuencia en las comarcas de Alicante. Los jubilados extranjeros que venían en busca de sol y tranquilidad, se encontraron con que en el pack encerraba también una inseguridad creciente. Además, promotores poco escrupulosos que vendieron chalets sin célula de habitabilidad o completamente ilegales. Al mismo tiempo, desde la implantación del euro, toda España asistió a un proceso inflacionista que en pocos meses encareció los bienes básicos.

A esto se sumó otra problema: “pacificada” a partir de los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia en 1998, la zona costera del Adriático de la antigua Yugoslavia, los promotores inmobiliarios vieron en las islas del Adriático, pertenecientes a Croacia, un nuevo horizonte para los jubilados europeos: en efecto, un chalet de similares dimensiones en una isla del Adriático costaba 5 veces menos que en las costas alicantinas. A lo que había que sumar que el coste de la vida era allí un 50% más barato que en Alicante. Es evidente, con estos datos en la mano, que el flujo de jubilados europeos se ha detenido para siempre.

Así mismo, la inmigración polaca, numerosa en Alicante hasta 2005, empezó a descender y hoy es prácticamente inapreciable. Se trataba de una inmigración con buena capacitación laboral. En algunos pueblos del interior, entre 2002 y 2003, los polacos sustituyeron a los marroquíes que eran percibidos como “conflictivos” por los agricultores. El hecho de los polacos fueran mayoritariamente católicos y participaran en las ceremonias religiosas tradicionales los hizo muy apreciados en toda la provincia.

Así pues, hay una inmigración que disminuye en Alicante: la de origen europeo. Paralelamente, hay otra inmigración que aumenta: la de origen andino y, especialmente la magrebí.

Es evidente que los datos que considera CeiMigra ignoran este hecho básico: aumenta la inmigración que está separada por una brecha cultural y antropológica y disminuye la inmigración que pertenece a nuestro ámbito cultural y geopolítico, Europa. Dicho con palabras más descarnadas: aumenta la inmigración poco cualificada y sin posibilidades de insertarse en el mercado laboral, y disminuye la inmigración cuya mera presencia ha generado movimiento económico y riqueza. La perspectiva, de la provincia de Alicante, por tanto, no puede ser más sombría. Y, hay que decir que se trata de un caso único que tiene, solamente, ciertas similitudes con Canarias y Baleares, donde también empieza a disminuir la inmigración europea y aumenta la “conflictiva”.

La hipótesis de trabajo con la que se mueve CeiMigra es correcta: en los próximos ocho años se producirán 600.000 nuevos asentamientos de inmigrantes en la Comunidad Valenciana de los que la mitad se asentarán en Alicante, pero, en su inmensa mayoría serán subsaharianos, magrebíes y andinos. Según esto, en 2017, el 25% de la población de Alicante (y, por extensión de la Comunidad Valenciana) será extranjero. Pero esta proporción es posible que se alcance mucho antes: pues los datos que maneja CeiMigra son los ofrecidos por el gobierno… y, por tanto, erróneos, pues ignoran la existencia de entre un 15 y un 20% de ilegales no empadronados.  

El estudio tampoco tiene en cuenta que la natalidad de los alicantinos autóctonos está en declive, mientras que la de magrebíes y andinos es explosiva. Ya hoy, en  San Fulgencio, Llíber, Rojales, Benitachell, Algorfa, Alcalí, Benijófar, San Miguel de Salinas y Teulada, los nacimientos de estos grupos étnicos son superiores a los españoles. Así pues, introduciendo estas rectificaciones –tasa demográfica e ilegales no empadronados- se llega a la conclusión de que entre el 2011 y el 2012 uno de cada cuatro residentes en Alicante sea inmigrante.

También es significativo que de los 1.000 millones de euros que movieron en 2007 los inmigrantes en el mercado inmobiliario de la Comunidad Valenciana, 675 correspondan a la provincia de Alicante… en un momento en el que las compras de viviendas por parte de jubilados de la UE ya se había ralentizada. En 2007, 4.700 viviendas fueron vendidas a ciudadanos extranjeros. Habrá que ver cómo afectan el paro y la crisis al pago de las hipotecas firmadas demasiado alegremente. Esta cifra suponía el 18% de las ventas de pisos a extranjeros de toda España.

Todos estos datos confirman la impresión de que, en las actuales circunstancias, la provincia de Alicante es insostenible y camina a pasos agigantados hacia un conflicto que será a la vez étnico, económico y social. Se podía haber previsto a partir de 2001, se podían haber tomado medidas a partir de 2004 cuando estallaron los incidentes en el Polígono Carrús de Elche y cuando resultó evidente que la deslocalización iba a masacrar a la industria provincial. No se hizo nada: ahora toda aguardar las consecuencias más deletéreas. El umbral de la inviabilidad ya se ha alcanzado.

ANEXO I

Alicante ciudad: los guetos se extienden

La capital de la provincia es una de las ciudades con mayor índice de inmigración de toda España. Además, la inmigración ésta concentrada en algunos barrios. Los que un día fueron barrios de trabajadores alicantinos son hoy verdaderos guetos de inmigrantes: en especial el núcleo histórico de la ciudad y algunas barriadas periféricas. Los problemas generados están multiplicándose: deterioro de la convivencia, deterioro urbano y marginación.

Al igual que ha ocurrido en toda Europa, el proceso de “guetización” de los barrios alicantinos ha sido acelerado: unas pocas familias, habitualmente, magrebíes, instaladas en un barrio concreto, operaban el mismo fenómeno que en París o Berlín, en Roma o en Londres: a la vista de los recién llegados, se iniciaba un traslado masivo de familias autóctonas hacia nuevas urbanizaciones. Los huecos generados eran rápidamente cubiertos por más inmigrantes, lo que hacía que el fenómeno se acelerara y que, en tiempos record, apenas cinco años, el paisaje de muchos barrios alicantinos haya cambiado radicalmente.

En la actualidad viven en la ciudad de Alicante entre 55 y 65.000 inmigrantes (entre legales, ilegales empadronados e ilegales no empadronados), lo que representa un 18% del total de la población. Mientras la población autóctona –según un estudio de la Universidad de Alicante- apenas había crecido a partir de 1996, la inmigrante había aumentado en un 900%.

El gobierno municipal (en manos del PP) no supo o no quiso hacer absolutamente nada para poner alto y prever estas modificaciones en la sociología de la ciudad. A fin de cuentas, muchos concejales estaban vinculados a promotoras e inmobiliarias que veían con muy buenos ojos, el baile de compra y venta de viviendas y la bajada del precio de la mano de obra. Esto ha generado una “segregación espacial” que ha terminado acentuando la degradación de determinados barrios de la ciudad.

En dicho estudio de la Universidad de Alicante, se hacía constar que “en 1997, las tres barriadas que recogían a un mayor número de extranjeros se situaban precisamente en la zona de playas: Playa de San Juan (5,3%), Albufereta (7,5%) y Cabo Huertas (5%)”. Se trataba, por supuesto de una población mayoritariamente europea y con elevada capacidad adquisitiva. Pero en 2005 este panorama había cambiado radicalmente: las zonas periféricas de la ciudad –junto al núcleo histórico- albergan al grueso de inmigrantes, en buena medida ilegales, que viven del trabajo negro o bien legales con sueldos limitados. En 2005, los barrios de Colonia Requena, con un 35% de población extranjera, Virgen del Remedio, con un 21,8%, o Juan XXIII, 18,5%, estaban convirtiéndose en verdaderos guetos. Pero hay más. Barrios como Virgen del Carmen, Virgen del Remedio y San Agustín han experimentado crecimientos de su población inmigrante entre 1996 y 2005 superiores al 4.000%; Colonia Requena y Cuatrocientas Viviendas registraron crecimientos superiores a los 3.000%... ¡Se trata de cifras record en Europa! En ninguna ciudad europea el proceso de “guetización” se ha producido de manera tan acelerada y con tanta profundidad.

Y el ayuntamiento, a todo esto, callado ante una ciudad sociológicamente cada vez más inviable.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen