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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

ESOTERISMO

LAS SECTAS ARIOSOFICAS: LA ORDO NOVI TEMPLI Y LA GERMANENORDEN

Infokrisis.-  En 1986 se publicó en Francia en la editorial Pardes nuestra obre "Nazisme et Esoterisme" que escribimos en la prisión Modelo de Barcelona, mientras cumplíamos condena por manifstación ilegal. Estábamos en aquel momento limitados por la escasez de documentación. Al salir, en pocos meses elaboramos una ampliación de aquel texto que, hemos ido ampliando con el paso del tiempo, pero que nunca ha terminado de cobrar la forma de obra terminada. Rescatamos los apuntes que son ampliamente tributarios de la obra de Goodrick-Clarke.

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I. LA ORDO NOVI TEMPLI


En 1907 Jöris Lanz von Liebensfeld establece que los "caballeros del Grial" mencionados por Wolfram, los "templeissen", no eran otros que los miembros de la Orden del Temple, los históricos templarios. A partir de aquí Lanz concibe la reconstrucción de la orden en tanto que custodio del Grial.

Pero la concepción que Lanz se hacía sobre la misión de los templarios, la naturaleza del Grial y el papel de la orden reconstruida, diferían sensiblemente de la creencia general sostenida por la tradición. En el número 69 de la revista "Ostara" Lanz escribe un ensayo sobre el Grial: presenta la copa sagrada como una especie de "acumulador de energía" de la que la raza aria extrae sus poderes y su legitimidad superior. En tanto que "hijos de los dioses", los arios han recibido el Grial para mantener sus facultades superiores (intuición, clarividencia, poder dominar las energías y fuerzas de la naturaleza, etc.). En otro capítulo examinaremos más detenidamente las posiciones ideológicas de Lanz.

En 1907 la Orden del Nuevo Temple es constituida como continuadora y heredera de la gloriosa hermandad de monjes  guerreros. En las navidades de ese año inaugurarán la "comandería" templaria de Werfenstein en donde establecerán el centro de la orden. De lo más alto de su torreón central ondeará el estandarte de la orden: una svástica roja sobre campo de oro con cuatro flores de lis en los ángulos.

Nada hay en la orden que parezca demasiado secreto, ni excesivamente inquietante, tampoco sus documentos internos ofrecen algo que no haya dicho ya la revista "Ostara". Es más, la espectacularidad y arcaísmo de los rituales de la orden, fotografiados hasta la saciedad por la prensa, contribuyeron a ampliar el número de suscriptores y la influencia de "Ostara", que probablemente tiraba en esa época en torno a los 100.000 ejemplares.

Hasta su disolución por las autoridades nazis en el año 1942 la ONT logró extender sus "comanderías" por Europa central, estabilizó sus núcleos en Hungría, Austria, Alemania y Suiza. Sus miembros activos jamás excedieron los 500 y algunos autores opinan que como máximo fueron 300 en su momento de máximo apogeo (1925). Sin embargo es evidente que las actividades y la historia de la ONT entroncan con el nacional socialismo. El mismo Phileas Levesque es su artículo ya mencionado en "Lago Nouveau", cuando afirma que Hitler perteneció a la orden teutónica, en realidad se hace eco de una información distorsionada: que existía en Alemania una orden militar inspirada en las que existieron en la Edad Media y que utilizaba, mucho antes que el nazismo, la svástica como estandarte.

La orden estaba regida por un documento elaborado por el propio Lanz titulado Regularium Fratum Ordinis Novi Templi, compuesto por nueve artículos:

-  exposición de los motivos que llevaron a la reconstrucción de la orden neo templaria.
-  condiciones y aptitudes raciales de los aspirantes.
-  deberes y derechos de los miembros.
-  ritos y ceremoniales de la orden.
-  procedimiento de admisión de nuevos miembros.
-  órganos de dirección y encuadramiento de la Orden.
-  administración y titularidad de los bienes de la orden.

Era condición sine qua non para ser admitido en la orden, un aspecto físico nórdico ario. Sus actividades eran oficialmente culturales y religiosas, pero nada hay en ella que nos impida el que la califiquemos de "secta racista". Se insistía mucho en la "ayuda mutua" entre los miembros de la orden.

Las prácticas esotéricas de la orden son descritas en los números de Ostara y en el Regularium de la orden. Sus rituales eran un híbrido de elementos imaginados por el propio Lanz, a los que había añadido ritos tradicionales de la iglesia católica así como hallazgos ofrecidos por la arqueología relativos a la antigüedad nórdica.

Entre 1919 y 1923 Lanz redacta los rituales de la orden y compone gruesos volúmenes en los que ofrece los textos de reflexión y meditación, los contenidos de los cánticos y los significados esotéricos y ocultistas que creía ver en cualquier parte de la naturaleza. Los libros ideados por Lanz para su utilización en la orden eran:

-  Cantuarium: libro de salmos y cánticos.
-  Imaginarium Novi Templi: libro de imágenes sacras que respondiendo a determinadas proporciones geométricas debía ser utilizado en sesiones de meditación y visualización.
-  Evangelarium: textos de lectura y rituales para los oficios de medio día.
-  Visionarium: textos de lectura y rituales para los oficios nocturnos.
-  Festivarium Novi Templi: textos de lectura para oficios en días festivos.
-  Hebdomadarium: textos de los rituales diarios de la orden, dividios en tres sesiones diarias a leer durante la salida del sol, cuando éste ocupa el cenit y al ponerse.
-  Legendarium: libro en el que Lanz resumía las viejas leyendas del mundo nórdico ario impregnándolas de su peculiar gnosis racista. Todos estos textos parecen incluso tener una inspiración católica de la que no era ajena el pasado cisterciense de Lanz que había modelado su orden y las jerarquías de la misma al modo de la orden de San Bernardo. Por supuesto había introducido en la gradación jerárquica el factor racial, en función de esto, pero también  aunque de forma  secundaria  de su tiempo de permanencia en la Orden y de su dedicación y actitudes, el neo templario era encuadrado en siete grados divididos en dos "órdenes:

Ordenes inferiores:

1. Acólitos: pureza racial estimada en menos del 50% y personas menores de 24 años. Hábito blanco.
2. Familiares: miembros honorarios de la orden, colaboradores ocasionales que no deseaban ingresar como miembros de pleno derecho. Hábito blanco.
3. Novicios: miembros que esperaban a ser iniciados en los grados superiores y que cumplían los requisitos raciales y de edad para ello. Hábito blanco.

Ordenes superiores:

4. Maestres: 50 75% de pureza racial. Se les conocía por el anagrama MONT. Hábito blanco. Título de honorable.
5. Canónigos: 75 100% de pureza racial. Anagrama CONT. Hábito blanco. Título de "honorable".
6. Sacerdotes: canónigos que han logrado constituir una "casa de la orden". Anagrama pONT. Hábito blanco, birrete rojo y estola. Título de "reverendo".
7. Priores: sacerdotes en cuya "casa de la orden" se cuentan más de cinco maestres o canónigos. Anagrama PONT. Hábito blanco, birrete rojo, estola y bastón de mando dorado. Título de "reverendo".

A pesar de la puerilidad y de lo espúreo de los textos base de la ONT, la organización de Lanz respondía cada vez más a las necesidades de su tiempo. Primero la guerra mundial, luego la derrota del 18, finalmente los episodios insurreccionales de la izquierda comunista, la crisis económica, las condiciones humillantes de Versalles, el ambiente de corrupción de la república de Weimar... en esos momentos, cuando todo era caos y desolación, Lanz llamaba a iniciar una nueva cruzada, contra el bolchevismo, contra la república infectada por judíos y masones, contra la decadencia y la debilidad, en nombre de una concepción nórdico aria del mundo que hundía sus raíces en el pasado germánico. No es de extrañar que un puñado de idealistas y desesperados, hombres que no comprendían lo que estaba pasando a su alrededor y cuyo estado de ánimo lo expresaron a la perfección Jünger y von Salomon  "no sabemos que hay que hacer, pero lo haremos"  se prestaran a vestir la túnica blanca de la ONT.

En cuanto a la burguesía y a las clases populares alemanas se les ofreció otro polo de referencia que pudieron asumir más fácilmente, el hitlerismo, el crecimiento de la ONT se estancó, al menos en Alemania. Lanz, que tuvo parte de responsabilidad en la formación de las primeras opiniones racistas de Adolf Hitler, vió con buenos ojos el ascenso del movimiento nacional socialista en cuyo emblema se reconocía. Pero pronto pudo advertir que Hitler estaba muy alejado ya de sus orígenes y en 1933, cuando las llamas cubrían las cúpulas del Reichtag, Lanz se desplazó a Hungría y posteriormente se pondría a salvo del "gotterdamerung" hitleriano en Suiza. Allí escribió sus últimas páginas que serían publicadas en 1945. Las secciones húngara y austriaca de la ONT serían disueltas a principios de los años cuarenta. La sección austriaca, que más aún que la Alemana, había estado íntimamente conectada al movimiento nacional socialista que hizo prácticamente ingobernable el país durante el período autoritario del Canciller
Dolfuss. Los neo templarios austriacos dirigidos por Johann Walthari Wölff fundaron en 1932 el Lumenclub a modo de correa de transmisión de la orden; en su manifiesto fundacional mostraban una innegable veta teosófica, pero también una voluntad de extender en Austria las revoluciones fascista y nacional  socialista. Los contactos de Wölff llegaban incluso a Francia en donde estaba en contacto con las "ligas fascistas" de Valois, Doriot, etc.  y a los países anglo sajones. Goodrick Clarke considera al Lumenclub como un "refugio y vivero para el Partido Nazi, ilegal en Austria, en los años que precedieron a la caida de la República y al Anschluss en marzo de 1935".

Con todo la ONT evitó actuar en política, sus actividades fueron ocultistas y, en lo exotérico, culturales; dada su estética y doctrina no podía sino ser extremadamente minoritaria, aun a pesar de que sus publicaciones llegaron a tener una gran difusión. Otra organización de similares características llegaría a disponer de una implantación superior y contribuiría directamente a la fundación del NSDAP: de la misma forma que en la ONT Ostara se encuentran algunos de los elementos y obsesiones que se repetirán en Hitler (la pretensión de explicar la historia mediante la lucha de razas, la necesidad de los procedimientos eugenésicos y la importancia de la pureza racial) en la Germanenorden y en su extensión bávara  la Logia Thule  encontraremos el embrión orgánico del NSDAP.

II. LA GERMANENORDEN

Pocos años antes de la primera guerra mundial, los núcleos völkisch empiezan a ser frecuentados por antiguos franc masones, entre ellos Johannes Hering, muniqués y adscrito a una logia regular desde finales del siglo XIX. Entre él y el periodista Philip Stauff, empiezan a contemplar la posibilidad de estructurar logias antisemitas a imagen de la orden de los Iluminados de Baviera, cuyo antisemitismo no se les había escapado. Hermann Pohl se unió a su proyecto enviando circulares a los viejos conocidos antisemitas.

El proyecto era simple: crear una franc masonería "alemana", liberada del dominio judío que ellos creían ver en las obediencias regulares y que, al ser secreta, evitara las posibilidades de penetración de los espías hebreos. Debería tratarse de una logia secreta, que actuara directamente y con criterios propios en la acción política. No querían limitarse como la Orden del Nuevo Temple a ser una institución místico  cultural, más o menos arcaica y exótica, tenían vocación de élite y querían reunir en sus filas a lo "mejor" del Reich. No pretendieron formar un partido político, sino condicionar y controlar a los distintos grupos "volkisch", estructurar correas de transmisión cada vez más eficaces y lograr que su corriente ideológica alcanzase un peso específico en la política alemana.

El núcleo fundacional lo constituyeron los llamados "Grupos Hammer", asociaciones culturales patrióticas y antisemitas. Así el 5 de abril de 1911 tuvo lugar en Magdeburg la constitución de la "Logia Wotan" y Hermann Pohl elevado a la categoría de maestre, los documentos doctrinarios y rituales de la futura orden serán encargados a este primer grupo. Diez días más tarde los distintos Grupos Hammer que aceptan el programa antisemita de Phol, Hering, Stauff y Theodor Fritsch, notorio antisemita, se federan y constituyen una Gran Logia con este último como maestre. No será sino hasta 1912 cuando esta Gran Logia adoptará el nombre de Orden de los Germanos.

Von Sebotendorf, artífice de la rama bávara de la orden y, conexión entre esta y el nazismo explica la filiación "ideal" de la orden:

"La antigua masonería había sido, en el pasado, custodio de una doctrina secreta, trasmitida a los miembros de aquellas hermandades de constructores medievales que erigieron las Catedrales góticas. Reencontramos en la doctrina profesada por los alquimistas y los rosa+cruces, que se habían afiliado a las corporaciones, una masa imponente de enseñanza sapienciales arias. Con el declinar del arte gótico entraron en crisis también las hermandades artesanales relacionadas con él; la sabiduría secreta aria permaneció confiada a la custodia de unos pocos depositarios. El fin de la guerra de los treinta años y de los choques entre protestantes y católicos, motivados por la convicción común a unos y a otros, de detentar la verdadera fe, ofreció a Judá la ocasión de reconstruir la masonería sobre nuevas bases. Hacia fines del siglo XVII fueron fundadas las primeras logias, unificadas luego en York en una Gran Logia. El secreto de la antigua Hermandad de Moradores era contenido en la doctrina que exhortaba al individuo a trabajar en busca del propio perfeccionamiento interior, para luego irradiar,como un sol, el Bien en torno suyo. Cada individuo era  llevado a operar para traer el completo desarrollo a la propia y latente naturaleza solar. Para un individuo, completada su realización interior sobre la base de enseñanzas transmitidas por la primordial sabiduría aria, habrá alcanzado un nivel psíquico suficiente para hacer de él un Compañero, luego como Maestro alcanzará una irradiación espiritual capaz de tender hacia el perfeccionamiento también de las circunstancias exteriores. La reconstruida masonería invirtió los términos de la cuestión acordando prioridad a la mejora de las condiciones materiales, de las que, según sostenía, debía derivarse el perfeccionamiento humano. Correspodientemente a los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, presentes en la Masonería Operativa, la masonería moderna instituyó tres grados simbólicos con el mismo nombre; su ritual simbólico fue extraído del Antiguo Testamento. En las Logias se trabajaba simbólicamente en la construcción del Templo de Sión. De la articulación en tres grados jerárquicos se pasó gradualmente, partiendo del tercer grado, a otros más elevados, hasta construir en 1780, el Sistema de los Altos Grados Masónicos. Inspiradores y coordinadores, en el interior de las Logias, eran siempre los judíos. Los obtusos alemanes se dejaron embaucar con sus ideas de fraternidad universal, igualdad y libertad. "Nathan el Sabio", compuesta por Lessing, es una obra inspirada en las tesis masónicas. Federico el Grande, que había sido iniciado en una logia de Brunswick, una vez entronizado fundó en Prusia la Gran Logia Real de York. Doctrina, propaganda y acción revolucionaria, fueron elaboradas y programadas en Francia en el interior de las Logias Masónicas. Al finalizar la Guerra de la Independencia, la masonería se había implantado en todo el mundo (...) La antítesis de fondo que  separa a las Logias Germánicas, de la Masonería, está expresada por la concepción de la vida que profesamos. Nosotros consideramos el mundo, este mundo exterior, como resultado de la acción ejercitada por el hombre. Los masones, por el contrario, sostienen que el hombre es un producto de las circunstancias.

Nosotros no reconocemos ninguna fraternidad internacional, sino solamente intereses nacionales, no reconocemos la fraternidad abstracta y genérica de todos los hombres, sino solamente la real y concreta que deriva de la comunidad de la sangre.

Nosotros aspiramos a la libertad, pero no aquella del hombre del rebaño, sino a la libertad del ámbito del Deber.

Nosotros detestamos el slogan igualitario. La lucha es matriz de todo, la igualdad es muerte.

Nosotros cultivamos el propósito de vivir, largo tiempo y felizmente. Consideramos válida solamente la igualdad frente al Deber. Solo así estaremos en grado de sostener la próxima e inevitable lucha entre Arios y Hebreos (...)

Toda concepción materialista conduce a la decadencia.

En lo que se refiere al ritual no tenemos nada que ver con los masones. (...) [Frente a construcción del Templo de Sión] empuñamos la espada de hierro y el martillo de hierro y dedicamos nuestro empeño a la edificación del Halgadom germánico.

(...) La historia nos ha enseñado que mientras que el ario construye, el hebreo destruye".

La cita es larga pero ha valido la pena, no solo porque en ella Sebotendorf se identifica con las logias "germanas", sino también por las similitudes entre esta descripción y las concepciones desarrolladas por Hitler en "Mein Kampf". Volvamos ahora a la descripción de la Germanenorden.

El desarrollo de la orden fue rápido y espectacular especialmente en el norte y este del Reich. En los primeros manifiestos y circulares de la orden se percibe claramente su intento de remontar su filiación a la Orden de los Iluminados de Baviera y con las logias "antiguo prusianas".  En 1912 los miembros de la docena de logias eran poco más de trescientos, pero se doblarían antes de que  estallase la guerra mundial y, con todo, el relativamente bajo número no debe engañarnos, se trataba de gentes influyentes en los medios "volkisch", bien relacionados y con amplia experiencia agitativa. En 1916 en el encabezamiento de las publicaciones de la orden empieza a aparecer la esvástica.

Nicholas Goodrik Clarke nos relata como eran los rituales y ceremoniales de la orden:

"La ceremonia y el ritual de la Germanenorden evidenciaban el extraño sistema que la inspira, uniendo racismo, masoneríoa y wagnerianismo. Una convocatoria de la provincia de Berlín a una ceremonia de iniciación, el 11 de enero de 1912, informaba a los hermanos de que se trataba de una reunión "de etiqueta" y que los nuevos candidatos deberían someterse a exámenes raciales efectuados por el frenologista berlinés Robert Berger Villingen, que había inventado el "plastómero", un instrumento que servía para determinar el  grado de pureza racial del sujeto por medio de las medidas craneales... Un documento ritual de 1912, que nos ha quedado, describe la iniciación de los novicios en el grado más bajo de la Orden. Mientras que los novicios esperaban en una estancia vecina, los hermanos se reunían en la sala de ceremonias de la logia. El Maestre se colocaba frente a la sala, bajo el baldaquino, flanqueado por dos caballeros vestidos con ropas blancas y cascos ornados con cuernos y apoyándose sobre sus espadas. Frente a ellos se sentaban el tesorero y el secretario, llevando cordones masónicos blancos, mientras que el heraldo se situaba en el centro de la sala. En el fondo de esta, en el "bosque del Grial", permanecía el Bardo con ropa blanca, ante el maestro de ceremonias revestido con ropa azul, mientras que los otros hermanos de la logia se disponían en semi círculo en torno suyo, a la altura de las masas del tesorero y el secretario. Tras el "bosque del Grial" se encontraba una sala de música donde un armonium y un piano eran acompañados por un pequeño coro de "elfos del bosque".

La ceremonia empezaba con una dulce música de armonium, mientras que los hermanos entonaban el coro de los peregrinos de Tannhäuser. El ritual empieza a la luz de la candela, los hermanos hacían el signo de la svástica y el maestre respondía con el mismo gesto. Entonces los novicios con los ojos vendados, revestidos con la ropa del peregrino, eran introducidos por el maestro de ceremonias en la sala. Allí, el maestre les hablaba de la weltanschaung ario germánica y aristocrática de la orden, antes de que el bardo alumbraba la llama sagrada en el "bosque" y que los novicios fueran despojados de su manto y de su bando. En este momento, el Maestre tomaba la lanza de Wotan y la mantenía ante él, mientras que dos caballeros cruzaban sus espadas delante de este. Una serie de preguntas y respuestas, acompañadas por la música de Lohengrin, acompañaba el juramento de los novicios. Siguiendo su consagración, con los clamores de los "elfos del bosque" cuando los nuevos hermanos eran conducidos en el "bosque del Grial" en torno a la llama sagrada del Bardo. Con el ritual que hacían los miembros de la logia, figuras arquetípicas de la mitología germánica, este ceremonial debía producir una impresión profunda en los candidatos".

En mayo de 1914 la orden celebra su primer congreso en Thale. Sebotendorf no se había adherido todavía a la orden sin embargo, en su libro sobre la logia Thule resume las conclusiones de la asamblea celebrada el domingo de pentecostés:

1) La Orden de los Germanos autorizaba a acoger entre sus miembros exclusivamente a Alemanes en condiciones de demostrar la propia integridad hasta la tercera generación. (...) estaba prevista la admisión de mujeres en el Grado de Amistad de la Orden.

2) Se insistía en la difusión de conocimientos antropológicos, aplicando a los seres humanos los resultados de las experiencias realizadas en el reino animal y vegetal y demostrando como la mezcla racial es el origen de toda tara y miseria.

3) La Orden de los Germanos se proponía extender a toda la raza alemana los principios informativos del pangermanismo, realizando la unificación de todas las estirpes de sangre germánica.

4) Una lucha a ultranza debía ser conducida contra todo lo que no es germánico, empeñando todas las energías disponibles para contrastar el internacionalismo y combatir las tendencias judaizantes presentes en el ánimo alemán".

Pero las conclusiones más importantes no se plasmaron en letra impresa. Es más, la reunión de Thale fue una asamblea bastante confusa en la que se fraguó la futura escisión de la orden. En efecto, allí los "congresistas más serios"  refiere Jean Mabire en su libro "Thule", gracias al testimonio directo de un participante en la reunión  "comprendieron pronto la necesidad de un "aparato clandestino" para organizar y controlar lo que aparecía, por esencia, como una manifestación colectiva de individualismo. (...) Ya le he dicho hasta que punto Hermann Pohl era un verdadero maniaco del secreto. Su prudencia llegaba en ocasiones hasta la pusilanimidad, mientras  que Fritsch era un camorrista (...). Así va a nacer, en el seno mismo de la Germanenorden, el Geheimbund, una asociación clandestina, cuyo fin será reencontrar la verdadera tradición nórdica e imponer un fin común a todos estos grupúsculos que se desgarraban". Jean Mabire concluye: "es en Pentecostés de 1914 cuando todo empieza verdaderamente".

La ruptura no tardó en producirse: el 8 de octubre de 1916 se constituye la Germanenorden Walvater del Santo Grial, dirigida por Hermann Phol. Es a este núcleo al que se adherirá Rudolf von Sebotendorf y cuya rama bávara dirigirá durante tres años: la Logia Thule.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - htttp://infokrisis.blogia.com - infokrisis@yahoo.es - Prohibida la reproduccion de este texto sin indicar origen

MOSSEN CINTO : UN SACERDOTE ENTRE LA ATLANTIDA Y EL DIABLO

Infokrisis.- Publicamos inicialmente este artículo en la revista Saber MAS y posteriormente lo recuperamos e incluimos en nuestro libro titulada "El misterio Gaudí" (Ed. Martínez Roca, Barcelona 1994), cuando escribimos "Gaudí y la Masonería" reagrupamos en uno de los capítulos material complementario (especialmente sobre el padre Palau Quer, inspirador de la tendencia antisatánica del obispado de Barcelona) que cerraban el tema del Verdaguer antisatanista.

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Jacinto Verdaguer es, con mucho, el mejor poeta en lengua catalana ; se le considera uno de los forjadores del catalán moderno. Sus textos se aprenden hoy en las escuelas de la Generalitat y, las reediciones de sus obras son frecuentes. El popular "Mossen Cinto", aun a pesar de haber muerto hace menos de cien años, es ya un clásico de la literatura occidental.

Nacido en el corazón de Cataluña y reivindicado por el nacionalismo regionalista como una de sus piedras angulares, lo importante en Verdaguer es su universalidad, esa habilidad que tuvo para elevar lo local a la categoría de universal, lo particular a lo global. Ciertamente fue uno de los grandes constructores de la lengua catalana, pero fue también y sobre todo, alguién que asumió los grandes temas de Occidente : la Atlántida, la lucha eterna entre el Bien y el Mal, entendidos como principios metafísicos, y, en el terreno moral, la renuncia a todo tipo de egoismo, actitud que Verdaguer practicó sin límites y que hizo de él una de las figuras más figuras más populares de la Barcelona de finales del XIX.

LA ATLANTIDA, EL GRAN POEMA DE LA RENAIXENÇA


En mayo de 1877 tuvieron lugar en el Teatro Principal los Juegos Florales de Barcelona, certamen que rememoraba los concursos trovadorescos que se desarrollaron en la Occitania post-cátara, durante la edad media. Ese año, Jacinto Verdaguer, presentó a concurso su poema "La Atlántida" ; tenía 32 años y fue el gran triunfador -junto con Angel Guimerá, nombrado "maestre en Gay Saber"- del certamen. El poema "L'Atlántida", considerado obra cumbre de la poesía catalana, es un canto al continente desaparecido y al héroe redentor, Hércules. Es también un canto a la Hispanidad.

Pero no fue sino hasta 1878 cuando se publicó la versión definitiva del poema. En la portada, de diseño modernista, pueden verse dos peñascos que salen del Mar, sobrevolados por la maza de Hércules, con la leyenda "Separando Junxit".  La gestación del poema había sido larga. La edición fue financiada por el Marqués de Comillas a quien iba dedicado el poema.

Verdaguer vivía en el palacio Moya, propiedad del Marqués, situado en las barcelonesas Ramblas, justo delante de la iglesia de Belén, donde ejercería el sacerdocio en los últimos años de su vida. Desde 1874, Verdaguer, fue capellán en buques de la Compañía Transmediterránea, propiedad del Marqués de Comillas, realizando nueve viajes al continente americano, en el curso de los cuales fué madurando el proyecto en el que venía trabajando desde hacía siete años.

Entre 1865 y 1867, Verdaguer, entonces seminarista, había concebido un poema inacabado, "Colón", que pasó sin pena ni gloria ; en él narra la expedición de Cristóbal Colón al nuevo mundo; explica como el diablo intentaba desmoralizarlo, mostrándole la infinitud del océano y explicando que en el lugar ocupado por aquellas aguas, hubo un día un continente. El diablo quería impedir que, gracias a Colón, pudieran evangelizar aquellas tierras. En 1868, archivado ya el poema, Verdaguer empieza a trabajar sobre la idea del continente desaparecido y desarrolla este episodio, teniendo a Hércules como protagonista, y los trabajos décimo y doceavo del héroe cantados por Virgilio, si bien ligeramente modificados.

En el poema de Verdaguer, Hércules salva de perecer en un incendio, a Pyrene, reina de España y se proclama su heredero. Partirá en busca del Jardín de las Hespérides. En el curso de esta aventura, Hércules, fundará la ciudad de Barcelona. Se enfrentará a Ladón, el fiero dragón que custodia el Jardín y robará unas ramas del Naranjo que da los frutos de oro. Hesperis, dueña del jardín, encolerizada, provocará la reacción de Hércules, y con ella el gran cataclismo : una tierras se hunden en el centro del Atlántico y otras emergen en el Mediterráneo. Verdaguer, sigue en esto la creencia muy extendida en su tiempo en medios ocultistas, según la cual las arenas del Sahara no sería sino el fondo del mar atlante que, como resultado del cataclismo, habría emergido (en aquella época se ignoraba el proceso de formación de la arena). Después de esta aventura, Hércules regresa a España y planta en nuestro suelo el esqueje del maranjo dorado. Dejará en sus ramas la lira de Hesperis, el otro símbolo de la Atlantida.

"La Atlántida" está compuesta por 10 cantos. El episodio del hundimiento del continente será contado a Colón, náufrago en Portugal, por un ermitaño que ve en él a un elegido. Colón, de regreso de su aventura en el Nuevo Mundo, ser´visto por el ermitaño desde una atalaya y exclamará : "Vuela Colón... ahora puedo morir". La Reina Isabel de Castilla también ve a Colón como a un elegido que se le aparece en el curso de un sueño.

Todo el ambiente que crea Verdaguer en torno al poema es mistérico y no faltan las alusiones al mundo mágico y paranormal. Otro tanto ocurrirá con su segundo gran poema épico, el "Canigó", monte mágico de la Cataluña pirenáica, lugar de residencia de hadas y seres míticos, lugar que Verdaguer conoció bien en sus múltiples desplazamientos por tierra cátara.

GAUDI Y VERDAGUER : LA BLANCA SATALIA


En 1883 murió su benefactor el primer Marqués de Comillas ; Verdaguer vivía entonces su gran momento de gloria, con aquella sencillez de cura rural que nunca le abandonó. El y Gaudí estaban en esa época excepcionalmente próximos ; solían verse, casi a diario y coincidían en el domicilio del Conde de Güell, yerno del fallecido Marqués. El Conde de Güell estaba en esa época construyendo una lujosa torre en el barrio barcelonés de Pedralbes y encargó las caballerizas y la urbanización del jardín a Gaudí. El proyecto estuvo, desde el principio, muy ligado a Verdaguer. Gaudí colocó una inmensa figura del dragón Ladón en la verja de cierre, que aun se sostiene en una columna sobre la que se encuentra un naranjo realizado en antimonio (metal utilizado, por lo demás, como materia prima en la obra alquímica). Los especialistas admiten que este edificio diseñado por Gaudí, cuya planta es octogonal (como el de las construcciones templarias) rematado por un cupulín e interiormente reforzado con delgados arcos parabólicos, deriva del diseño presentado por Viollet le Duc en el Tomo IV de su "Diccionario Razonado de Arquitectura". Viollet, había sido el maestro del alquimista Fulcanelli y quien le imbuyó el amor hacia el arte gótico.

Los Güell regalaron el lujoso chalet a Alfonso XIII y, el llamado "Palacio de Pedralbes", fue luego utilizado también como residencia por el General Franco en sus desplazamientos a Barcelona. Gaudí instaló en el jardín una fuente cuyo caño tenía forma de dragón, en una nueva y evidente alusión a Ladón. Verdaguer escribió a un amigo : "En casa el Señor Güell hay un manantial bajo un busto romano !si hallaras un hermoso nombre latino ! Gaudí me lo pide y de mi cabeza no sale nada interesante"... Finalmente, el arquitecto propuso el nombre de "Villa Satalia" para nombrar la propiedad. Satalia es una ciudad de Asia Menor famosa por sus naranjos. Pero la "Blanca Satalia" es también una variedad de rosa ; la tradición dice que Paracelso, el médico y alquimista, quemaba, una de estas flores para luego, pronunciando la "palabra de poder", volver a reconstruir su esplendor, partiendo de las cenizas.

Es evidente que Gaudí y Verdaguer estaban ideológicamente próximos a los grupos católico-esotéricos en los cuales participaban también los marqueses de Comillas y la familia Güell, para los que el arquitecto y el poeta trabajaban. En 1881, tuvieron lugar las fiestas del milenario de Montserrat, promocionadas por el Conde de Güell ; Verdaguer escribió un poema en el que podía leerse :

            "La blanca satalia dice suavemente
            que es la Virgen María su Jardín.
            Como una rosa mi patria
            os pone sobre el Corazón".


La asimilación entre el corazón y la rosa es una constante en todo el esoterismo occidental y particularmente en ese intento de reconstruir una variante cristiana partiendo de los textos evangélicos que fué el rosacrucianismo. Gaudí, en la Cripta de la Colonia Güell ya había utilizado la rosa y el corazón como recursos decorativos y todo induce a pensar que, tanto él como Verdaguer, conocían perfectamente el simbolismo mistico cristiano.

VERDAGUER Y "JUAN ORTH"

Rubén Darío en su "Epístola a Madame Lugones" escribió: "Hay no lejos de aquí un archiduque austríaco... es un pariente de Jean Orth". Darío alude a Luis Salvador de Habsburgo. Conocido como el "archiduque viajero", Luis Salvador fue un personaje muy ligado a España y así mismo, llevó una vida anómala para un noble.  A los 19 años llegó a Mallorca y a partir de ese momento frecuentaría la isla hasta su muerte, convirtiéndose en un personaje popular y conocido entre los lugareños.

Hombre muy erudito, Luis Salvador, ingresó en la Real Academia de Historia española y fue nombrado Hijo Adoptivo de Mallorca. Su verdadera casa era el yate "Nixe" con el cual viajó por todo el mundo. Conoció a los máximos exponentes de la Renaixença cultural catalana de finales del siglo pasado, entre otros a Santiago Rusiñol y a Jacinto Verdaguer. Se interesó por las ciencias ocultas e incluso escribió un ensayo sobre espiritismo.

Su hermano "Juan Orth" -de verdadero nombre Juan Salvador de Habsurbo-Lorena- visitó, al menos en cuatro ocasiones el pequeño pueblo de Rennes-le-Château, y mantuvo cordiales relaciones con el misterioso padre Berenger Sauniere, sacerdote ganado por los ritos rosacrucianos. "Juan Orth" también participaba de la actividad  de estos círculos ocultistas y él mismo había escrito algunos libros sobre espiritismo y metapsíquica.

En cierta ocasión, Luis Salvador pidió a Verdaguer que le acompañara en una travesía a Argelia. Verdaguer respondió que "la Moreneta", es decir, la Virgen Negra de Montserrat, le había dicho que no fuera por que no podrían regresar a tiempo. El Archiduque austríaco no hizo mucho caso de aquellas palabras, pero lo cierto es que, inopinadamente, estalló un temporal que le impidió regresar durante varios días. La profecía de "la Moreneta" se había cumplido.

El propio Archiduque recuerda en sus memorias como en otra ocasión encontró a Verdaguer mirando las estrellas : "¿Qué hace aquí a oscuras, don Cinto?", a lo que el poeta respondió : "Estoy mirando las estrellas y en ellas veo toda la grandeza de Dios : me parece que me hablan y no me canso de mirarlas".

CONTRA EL DIABLO EN LA "CASA DE ORACION"

En 1886 Verdaguer peregrinó a Tierra Santa y aprovechó para hacer un balance de sus cuarenta años de vida. Extremadamente descontento y percibiendo en su personalidad rasgos de egoismo y vanidad, imprimió un giro a su vida. Quiso alcanzar la humildad y la pobreza evangélica que caracterizan el estado de santiadad e hizo de San Francisco de Asis un modelo de vida. Se reprochó haber buscado el alcanzar la gloria literaria y, volcado a los pobres y a la entrega a los demás, a poco abandonó casi totalmente su vocación literara.

El sacerdote Juan Güell, familiar y confidente de Verdaguer fue un día a visitarlo en su habitación del Palacio Moya, propiedad de Antonio López, marqués de Comillas, en donde el poeta efectuaba tareas de limosnero y capellán. El padre Güell se sorprendió cuando Verdaguer le presentó a otro sacerdote alto, de algo más de cincuenta años y mirada alucinada, tal como lo describió luego. Verdaguer le dijo : "Si algún día enfermara, vas a buscarme a este sacerdote que es mi médico y maestro". Era el padre Joaquín Piñol.

Piñol era discípulo del místico carmelita Francisco Palau Quer, hoy santificado, que creó en Barcelona una "Escuela de Virtud" y practicó exorcismos a principios del siglo XIX. El padre Palau construyó un oratorio en Vallcarca, en las afueras de Barcelona. Piñol, por su parte, había sido anteriormente presbítero en la localidad barcelonesa de Villanueva y Geltrú. En la Parroquia de San Antonio aun hoy recuerdan sus manías demoníacas. Destinado posteriormente a Barcelona, con otras piadosas gentes habían abierto una "Casa de Oración" en el número 7 de la céntrica calle Mirallers, en un edificio que todavía existe. Pronto, lo que debía ser un lugar de recogimiento devoto para un grupo de católicos, se convirtió en un centro de exorcismos, donde diariamente Piñol luchaba contra el diablo.

Las anécdotas e historias que corrían sobre Piñol en la diócesis barcelonesa hacían de él un personaje estrafalario. La jerarquía diocesana consideraba que estaba poseido por una verdadera manía demoníaca; y tenía tendencia a ver la acción diabólica detrás de cada episodio humano. Verdaguer lo consideraba su maestro. Realmente se habían conocido en circunstancias muy chocantes.

En cierta ocasión el Padre Piñol estaba exorcisando infructuosamente a una mujer y el diablo, que hablaba por su boca, le dijo : "No me echarás jamás". Piñol le contestó : "Pues tu me dirás quien te ha de echar". Y el diablo contestó : "El Verdagueret, aquel si"... La anécdota es rigurosamente cierta, como cierto es que, a las pocas horas, Piñol se presentó en el domicilio de Verdaguer, diciéndose : "Le mando de parte de Dios que venga a echar el demonio". Aquel fue el primer exorcismo del poeta y, a partir de él, Verdaguer es ganado por las tesis de Piñol.

Los exorcismos se celebraran siempre en el oratorio de la calle Mirallers. El piso había sido acondicionado al efecto. Se derribó un tabique y en el centro de la gran sala resultante se situó un altar; a un lado y a otro se colocaban los enfermos, mientras que sus familiares y los devotos que acudían todas las tardes, lo hacían hacia el fondo de la sala. Hemos podido conocer detalles espeluznantes de estos exorcismos gracias a al testimonio del padre Güell, entonces un joven cura, recién salido del seminario, ligado por vínculos familiares a Verdaguer y si bien es posible que algunos de los "endemoniados" que frecuentaron el oratorio, fueran apenas casos de histeria grave, en otros resulta evidente la presencia demoníaca o, en cualquier caso, paranormal.

Practicaron el exorcismo más famoso en la persona de una joven, María de Sarrià, de apenas 19 años, "sencilla y candorosa que rompía a blasfemar cada vez que oía el nombre de Cristo", según cuenta el padre Güell. La joven, gritaba y se convulsionaba a pesar de estar inmovilizada por los sacerdotes y sus acólitos; no había forma humana de impedir que tragara agujas, trozos de vidrio y objetos punzantes. Cuando la crisis terminaba, la desgraciada no recordaba nada de lo que había sucedido, sin embargo, en la noche sufría fuertes dolores en el estómago y el intestino. Al día siguiente, en el oratorio, escupía el vidrio y los alfileres que aparecían retorcidos. El padre Güell conservó varios de estos alfileres durante toda su vida y depositó otros en el Obispado de Barcelona que, inexplicablemente, hoy nos dan por extraviados.

Verdaguer, que también exorcisaba utilizando el Ritual Romano apropiado, pasó a obsesionarse con la idea de la presencia demoníaca. En cierta ocasión comentó a la Marquesa de Comillas que él mismo había visto como el alma de un enfermo que había rechazado los Santos Oleos se introducía en un gato tras el momento de la muerte. La historia impresionó hasta tal punto a la familia Comillas que una de las hijas sufrió durante toda su vida aversión hacia los felinos, por considerarlos un vehículo del diablo.

SANCIONADO POR SUS SUPERIORES

La Iglesia ha permanecido siempre muy crítica respecto a la posesión demoníaca y ha evitado, especialmente a partir de principios del siglo XIX, pronunciarse sobre este tipo de casos sin realizar antes exámenes en profundidad. Por otra parte, una condición requerida por la Iglesia para sus exorcistas es que no crean fácilmente en la posesión demoníaca : "In primis ne facile credat aliquenor a daemonis obssesum esse", tal como dice el Ritual Romano. Era evidente que, antes o después, los tres sacerdotes implicados en los exorcismos serían amonestados.

El padre Piñol, al ser citado por el obispo de Barcelona, compadeció con una gran cruz de madera en el pecho a la que atribuía particulares poderes antidiabólicos ; se negó a desprenderse de ella por orden del obispo y éste le prohibió oficiar misa hasta que  volviera sin la cruz. Verdaguer, en mayo de 1893, fue enviado al santuario de La Gleba, a 8 km. de la diócesis de Vich, para que se alejara del ambiente anti-diabólico generado por Piñol. Verdaguer, con gran dolor en su corazón, dejó a sus endemoniados y partió hacia lo que consideraba el exilio. En cuando al padre Güell, entregó las pruebas de las posesiones diabólicas al obispo y solo fué amonestado.

El oratorio de calle Mirallers, fundado el 16 de julio de 1892, se desmanteló el 23 de marzo del año siguiente; más adelante prosiguieron los exorcismos en la Capilla Francesa de Barcelona, cuando Verdaguer y Piñol ya habían muerto. La epidemia de posesiones satánicas, que se había iniciado en Jaca en 1881, alcanzó su punto álgido en Barcelona entre 1888 y 1893, luego comenzó a ceder en la Península Ibérica y en toda Europa. Los sacerdotes satanistas se reintegraron a quehaceres más habituales. Algunos de ellos fueron derrotados por el diablo. En Francia es conocido el caso del abate Boullan, que cayó en ritos y prácticas satánicas, al igual que otros muchos sacerdotes de su tiempo, en un ambiente del que el escritor Huyssmans dió una colorida descripción en su novela "Allá Abajo". Otros, como el cura de Rennes-le-Château, el Padre Sauniere, se decantaron por la senda del ocultismo e ingresaron en asociaciones masónicas o rosacruces. Sauniere, no dudó en colocar una imagen de Asmodeo, el "diablo cojuelo", bajo los "Cuatro Angeles de la Rosa+Cruz", en la puerta de su iglesia. Aun hubo otros, como Piñol o Verdaguer, cuyo equilibrio psíquico se resintió por los años de contacto con el Maligno.

LAS SESIONES ESPIRITISTAS DE LA VIUDA DURAN

Verdaguer, abandonó en 1895 el santuario de La Gleba y fue a residir a casa de, Deseada Martínez Guerrero, viuda de Durán, que vivía con sus tres hijos, en un modesto piso en la calle Botella. Verdaguer, que había sido desposeído de su cargo de limosnero, debió abandonar sus habitaciones en el palacio del Marqués de Comillas. El sacerdote y poeta, pidió prestados 300 duros -una fortuna en la época- a su primo, el padre Güell, que, según le dijo, "habían de servir para comprar una finca, para que no fuese a parar a manos de los franc-masones" ; dicha cantidad iría a parar al bolsillo de Deseada Martínez y contribuirían a sacar a la familia de su precaria situación económica..

No contento con ello, Verdaguer cedió por una cantidad insignificante, los derechos de la mayor parte de su obra literaria y declaró a Doña Deseada y a su familia, herederos universales, aun a pesar de que la hermana del poeta y otros parientes próximos se encontraban en mala situación económica.

A poco de recibir todos estos favores -desinteresados y con un único motivo piadoso- de Verdaguer, la viuda Durán cambió de domicilio, se instaló en una calle céntrica y frecuentó las mejores tiendas de la zona gastándose verdaderas fortunas que en buena medida procedían de los derechos de autor y de las sucesivas reediciones de las obras del poeta.

La viuda Durán ejercía como medium en sesiones en las que participaba el propio Verdaguer, el cual sostenía que las manifestaciones espíritas no eran sino almas en pena que no habían encontrado el camino hacia Dios.

En un libro autobiográfico escrito por el Conde de Güell se puede leer una descripción de las sesiones espiritistas protagonizadas por Verdaguer y la viuda Durán :

"Mi preceptor llegó a mi cuarto de estudios, pálido y descompuesto... El hombre apenas podía hablar ; tan impresionado estaba ; por fin rompió su silención y dijo :

- Pues además del Padre Verdaguer y de ella y su madre [se refiere a la viuda Durán y a su hija], estaban allí dos personas : un señor y un sacerdote...

Después de un rato, ella dijo : - Empiezo a sentir la comunicación.

Luego comenzó a palidecer y al poco rato cayó tendida en el suelo ; entonces le dieron unos temblores muy fuertes, como convulsivos, por todo el cuerpo.

¿Te acuerdas que yo te dije que había ex profeso averiguado que ella no entendía ni el francés ni el inglés, para poder hacer esta prueba con ella y desbaratar toda su farsa ? Pues he hecho la prueba. Le he hablado en francés y en inglés, lenguas que ella nunca ha sabido y que me ha contestado a la perfección. Ya sabes que yo creía que todo esto era una paparrucha... Pues te aseguro que estoy enfermo de la impresión que me ha hecho".

EL FINAL DE UNA VIDA : TRIUNFO Y TRAGEDIA

Los episodios de satanismo y su vinculación con la Viuda Durán y con sus prácticas, ensombrecieron los últimos años de la vida del que ya era popularmente conocido como "Mossen Cinto". Aquel hombre jovial y sensible, cuyas fotos de juventud denotan vigor, fortaleza y voluntad inquebrantable, no pudo soportar la suspensión episcopal, el alejamiento de muchos de sus amigos y las críticas inmisericordes hacia su persona. Las últimas fotos que se disponen de él evidencian una insuperable amargura interior. La suspensión "a divinis" laceró particularmente su voluntad. Cuando le fue levantada y pudo decir su primera misa en el oratorio agustino de Madrid, un testigo describió como Verdaguer se emocionó en el Sanctus y en la Consagración : "creí que aquel hermoso y blando corazón se le salía por los ojos desecho en lágrimas".

Verdaguer vivió de cerca los grandes problemas de su tiempo ; quizás demasiado cerca. Vió la miseria y la depauperación de las clases desfavorecidas a quienes procuró aliviar con las limosnas que salían de su propio bolsillo y las que administraba de la familia del Marqués de Comillas. Ni sus más radicales críticos, osaron jamás achacarle el que utilizara en beneficio propio los cuantiosos fondos que pasaron por sus manos. Pidió dinero prestado para entregarlo a los menesterosos y, siempre hubo quien intentó aprovecharse de su bondad. Estuvo también demasiado cerca del Maligno y fué una víctima indirecta de su acción hasta llegar un momento en que no supo distinguir la presencia real del Diablo de lo que no es sino pura y simplemente maldad humana o enfermedad psíquica. La obsesión demoníaca le enajenó amistades y apoyos. En su poesía hizo abstracción de sí mismo para intentar describir la belleza y lo indómito de las fuerzas de la Naturaleza desencadenada. En sus versos y en su diaria cotidianeidad, pereció como si el yo de Jacinto Verdaguer  jamás hubiera existido. En efecto, hasta ahí llegó su generosidad y su renuncia a todo egoismo...

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1893, HACE AHORA CIEN AÑOS: LA GUERRA DE LOS MAGOS

Infokrisis.- La historia de este artículo es azarosa. Escrito en 1993 (cuando se cumplían realmente 100 años de los hechos narrados), pasó la fecha y no conseguí "colocar" el artículo en ninguna revista. Los datos quedaron olvidados en un diskete de 3,5 pulgadas hasta que en 2006 estuve reuniendo material para elaborar un libro sobre la historia del satanismo. Sin embargo, abandonamos el proyecto al comprobar que este tema de la "guerra de los magos" era lo único que podíamos aportar como novedoso. Hoy, revisando disketes magneto-ópticos antiguos lo hemos encontrado y ahí queda para el archivo. El artículo fue escrito tras la lectura de La bás (Allá abajo) de Huyssmans, uno de los protagonistas de los hechos narrados.

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En siglo XIX consagró a Francia como la "capital de la razón". El espíritu cartesiano se fue afianzando en el vecino país y la batalla de las ideas fue ganada por el racionalismo. ¿En toda Francia? Podemos dudarlo. Fue en esa misma francia en donde floreció el ocultismo con figuras como "Papus" o Eliphas Levi, fue allí donde aparecieron movimientos neotemplarios  con Fabre Palaprat  iglesias gnósticas con obispos y prelados, sectas ocultistas de todos los pelages y condiciones y, finalmente, en la apoteosis de lo irracional, movimientos satánicos de un lado y rosacrucianos de otro. Hace ahora 100 años, unos y otros se enzarzaron en una extraña disputa que fue conocido como la "guerra de los magos".

Estos son los personajes y estas las situaciones...

EL SACERDOTE SATANISTA: EL ABATE BOULLAN


Joseph Antoine Boullan fue uno de los muchos sacerdotes franceses que en el último tercio del siglo pasado cambiaron la adoración a Cristo por el cultos heréticos, sino satánicos.

Tras haber fundado en 1850 la Congregación Misionera de la Preciosa Sange, se familiariza con la mística católica del Siglo de Oro español. Estas enseñanzas le inspiran una vía diferente y para hacerla efectiva funda la Obra de la Reparación. Las apariciones marianas de la virgen de La Salette (no reconocidas por la Iglesia) le guían, si hemos de creer en sus palabras, por el camino de la devoción exaltada.

Será en el curso de una peregrinación a La Salette donde conocerá a una monja belga, Adela Chevalier, que será su alma gemela en la espiritualidad y, de paso, su amante. Ambos redactarán los estatutos de la Obra que serán rechazados por Roma. Á pesar de este contratiempo juntos seguirán su camino, Boullan autoridad espiritual de la secta y Adele encargada de la organización.

La exaltación de Boullan fue creciendo con los años. Poco a poco se convenció de sus dotes de curandero: si el pecado estaba en el origen de las enfermedades, decía, ¿acaso la penitencia no redimiría consecuentemente de la enfermedad? El, Boullan, administraba la confesión... redimiento almas creía, paralelamente, redimir cuerpos.

Ahora bien, cuando Boullan hablaba de administrar "penitencias" lo que hacía, más bien, era realizar prácticas sado masoquistas y escatològicas con sus fieles: les escupía en la boca, los azotes eran tan frecuentes para expiar pecados como el Ave María, su orina y la de su amante, en proporciones adecuadas redimían de cualquier culpa... y así sucesivamente.

EL ROSACRUZ: STANISLAS DE GUAITA


A finales de siglo, dos hombres excepcionales se elevan sobre el magma ocultista parisino y renuevan el movimiento rosacruciano: se trata de Josephin Peladan y de Stanislas de Guaita; ambos tienen carácteres contrapuestos y, hasta cierto punto complementarios. Ambos constituirán la "Orden Cabalística de la Rosa Cruz". Peladan, finalmente, terminará por chocar con Guaita y funda su Orden de la Rosa Cruz Católica que tendrá cierto protagonismo en el desarrollo del "affaire" del tesoro de Rennes le Chateau.

Para Guaita ser rosacruciano era una forma de conjugar el cabalismo hebreo con el catolicismo. Entendía que el movimiento rosacruz surgido en Alemania en el siglo XVII era una interpretación cabalística del cristianismo y, por tanto, tendía a rescatar los aspectos "mágicos" de éste último. Cuando Guaita habla de "magia" se refiere a "magia blanca".

En su libro "El problema del mal", escrito en colaboración con el prominente masón Oswald Wirth, explica que la antítesis fundamental del mundo es la que se da entre dos tipos de magia: aquella que supone manipular esencias divinas y aquellas otra que consiste en entregarse a las fuerzas demoníacas. El, opta por la primera y se considera un "mago blanco".

En su comportamiento ético y moral, Guaita practicaba un ascetismo estricto que le llevó a aborrecer sinceramente las prácticas desarrolladas por Boullan.

Oswald Wirth consiguió ganarse la amistad de Boullan y penetrar en su Obra de la Misericordia, asistiendo horrorizado a los exhorcismos y ritos de trasfondo sado masoquista; miembro de la Orden Cabalística de la Rosa Cruz, informó a su Gran Maestre, Guaita, de lo que acontecía en el entorno de Boullan.

En este hecho reside el origen de "la guerra de los magos".

HUYSMANS Y LA MODA DEL SATANISMO


Suficientemente conocidos a nivel de sectas esotéricas y ocultistas, ni el abate Boullan, ni probablemente De Guaita, hubieran tenidola repercusión que tuvieron en la sociedad francesa de lo ser por la amplia difusión que obtuvo la noveda de Joris Huysmans "Allá abajo". Con ella el satanismo se puso de moda en la sociedad francesa.

Aparecida en 1881, Huysmans se inspira en la figura del abate Boullan, para crear su doctor Johannes, el cual junto al resto de los personajes se mueve en un entorno snob atraido irresistiblemente por todo lo paranormal y muy especialmente por el satanismo. Pero junto a esta historia ochocentistas, Huysmans restaca del olvido a un siniestro personaje que durante siglos la historia francesa habìa pretendido olvidar: Gilles de Rais.

De Rais, fue mariscal de Francia y combatió junto a Juana de Arco antes de que la Doncella de Orleans fuera prendida, juzgada y quemada como hereje. Hasta entonces De Rais habìa sido un guerrero valeroso del que no se conoce ningún exceso sanguinario; pero su vida cobró un giro siniestro tras retirarse a su castillo.

Obsesionado porla búsqueda del elixir de la eterna juventud creyó hallarlo en la sangre de varias decenas de niños que dos de sus lacayos fueron secuestrando sistemáticamente durante años. De Rais los asesinaba sádicamente, no ahorrando prácticas sexuales aberrantes sobre los cuerpos agonizantes o ya muertos. Bebía su sangre y solía caer en crisis histéricas,en el curso de las cuales su mismos rasgos físicos de alteraban.

Detenido y juzgado, se arrepintió ante el tribunal que lo juzgaba y realizó un sincero acto de contricción. La crónica de sus crueldades y excesos se conoce gracias a los registros de la inquisición que transcribieron con excepcional detalle toda la confesión voluntaria de Gilles de Rais y de sus dos lacayos. Utilizando estos registros, Huysmans compuso una parte de su novela, "Alla Abajo".

Como muchos católicos de fin de siglo, Huysmans mantuvo relaciones con medios esotéricos ambiguos, a un paso de la heregía y conoció de cerca los medios satanistas y demoníacos. Su círculo de amigos estaba compuesto por intelectuales y artistas frecuentemente relacionados son las ordenes rosacrucianas de Stanislas de Guaita y Josephin Peladan.

El enorme impacto que tuvo su novela contribuyó a interesar a todas las clases sociales por el fenómeno satánico y llegó en un momento de crecimiento económico, justo cuando la burguesía ociosa buscaba emociones fuertes. Ocultismo, espiritismo, satanismo, teosofía, se ofrecían en el "supermercado espiritual" para que cada cual eligiera a su antojo. Muchos optaron por el satanismo y así puede entenderse que una década después de la aparición de la novela, la prensa francesa sehiciera eco a toda plana y en grandes caracteres de lo que se conoce como "la guerra de los magos".

LA GUERRA DE LOS MAGOS

Boullan y Guaita, ambos católicos heréticos, ambos implicados en el submundo ocultista de París, los dos lectores de Allan Kardec y en algún momento de sus vidas, espiritistas devotos, disputándose incluso una clientela parecida y, sobre todo, firmemente convencidos de la justeza de sus posiciones, no podían tardar en enfrentarse.

Boullan, que se decía "mago blanco", calificaba a los rosacruces como "magos negros". Guaita opinaba justamente lo contrario y con idéntica behemencia lanzó acusaciones  más o menos justificadas  contra Boullan por sus sexualidad patológica. en su famoso libro "La serpiente del Génesis" se refería a Boullan como satanista y le calificaba de "pontìfice de la infanmia" e "ídolo abyecto de la Sodoma mística".

En 1886 la disputa se torna excepcionalmente agria y alcanza sus más altas cotas. El prominente masón y ocultista Oswald Wirth acudió en ayuda de Guaita y ambos constituyeron un "tribunal iniciático" compuesto por personalidades ocultistas de la época. El acta de acusación implicaba tres cargos: desviaciones sexuales y promiscuidad con los discìpulos; adulterio, incesto y zoofilia; y finalmente invocación a íncubos. El tribunal, después de escuchar las pruebas a favor y en contra condenó a Boullan a la "muerte iniciática".

Esta sentencia equivalía a arrojar a Boullan extramuros del universo ocultista parisino y divulgar por todos los medios las acusacionesque ya se daban como probadas. Guaita y Wirth siempre mantuvieron que este era el alcance de la "condena". ¿Hubo más?

Para Boullan era evidente que sí y otro tanto ocurría con Huysmans. Este se quejaba de que una "entidad astral" le despertaba por las noches haciéndole sentir una sensación de contacto frío y húmedo en el rostro. Atribuía tal fenómeno a un conjuro de los rosacruces. Boullan, por su parte, vió como Adele Chevalier, su compañera, caía misteriosamente enferma. Ningún médico supo interpretar el origen de su dolencia. Para Boullan, sin embargo, estaba claro.

Intentó sanar a Adele a base de exorcismos e imposición de hostias consagradas por él; emplastos de excrementos y orines de caballo junto a fórmulas mágicas, lograron solo una recuperación parcial de la desafortunada mujer.

A todo esto Huysmans había buscado remedio a los íncubos que le atormentaban entre los exorcistas de Notre Dame que lograron aliviarle. En 1893, Boullan, con sus nervios progresivamente deshechos tanto por los esfuerzos realizados para protegerse de los reales o supuestos conjuros rosacruces, como debilitado por los contraataques mágicos que lanzó contra Wirth y Guaita, empezó a sufrir ahogos, aparentemente inexplicables. En una de estas crisis murió.

Jules Bois acusó públicamente a Guaita de ser el culpable de esta muerte y recibió como réplica a los padrinos de éste. Cuando Bois acudió a la cita, su carruaje sufrió dos accidentes: un caballo falleció instantáneamente y, sustituido por otro, el carruaje volcó. Bois llegó al "campo del honor" ensangrentado. Pero ni Guaita, ni bois resultaron heridos y el honor quedó a salvo...

Tal fue la "guerra de los magos" que para el París de hace cien años constituyó un espectáculo que mantuvo en vilo a la sociedad francesa de la época. Y es que ciertas prácticas mágicas pueden ser, no solo arcaismos o vana palabrería, sino amenazas directas a la integridad de las personas. Boullan murió creyéndolo y Huysmans se refugió en lugares santos y se rodeó de exhorcismos para evitar los "ataques fluídicos" del medio rosacruciano...

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EL MAS MISTERIOSO DE LOS SIMBOLOS ALQUIMICOS: EL ARBOL SECO

Infokrisis.- Se trata éste de un artículo hasta cierto punto juvenil escrito en la prisión de la Santé durante el verano de 1981 a donde fuimos a parar por "uso de documentos falsos" forzada por la situación de clandestinidad que vivía en la época.  Es curiosa la fuerza que puede dar un símbolo. En aquel período sombrio nos propusimos visitar las distintas "moradas filosofales" que podían contener como símbolo el árbol seco. Y así lo hicimos unos pocos años después. Paradójicamente, una de las mejores representaciones de este tema se encuentra en los capiteles del claustro de la Catedral de Barcelona

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Existe en el centro de la ciudad de Avignon una calle de apenas 30 pasos, muy cerca del Palacio de los Papas. Se llama la rue de la Coquille  la concha de Santiago  pero la escultura que daba nombre a la calle y que evidenciaba lo que en tiempos fue la morada de un alquimista, resultó destrozada en el curso de una reforma del inmueble; de todas formas aún puede intuírsela.

Pero si la rue de la Coquille  hoy conocida como rue Esperandieu  es importante es por que se abre ante la puerta de entrada del Palacio Baroncelli, una de las más antiguas casas de Avignon. En su pórtico señorial puede verse todavía otro de los signos que evidenciaban la presencia de un avisado hermetista: un extraordinario árbol seco.

DOS "MORADAS FILOSOFALES"

Fulcanelli no tuvo en cuenta estas  "moradas filosofales" cuando escribió sus dos inimitables tratados de alquimia. Hoy, cuando uno pasea por Avignon, todavía puede imaginarse a estos dos vecinos desconocidos, separados por unos pocos metros de distancia, aquel que moraba en la casa del árbol seco y aquel otro que tenía por distintivo de su vivienda la concha de Santiago; seguro que por las noches practicaban ante el horno alquímico y que en las mañanas  con los ojos enrojecidos por la vela ante el athanor  se encontraban jubilosos intercambiándose experiencias y consejos...

Nadie puede evitar que nos vuele la imaginación, pero si hay algo cierto en todo esto es que estos dos símbolos herméticos denotan la vivienda de un alquimista.

EL "ARBOL SECO" COMO EMBLEMA DEL SER HUMANO

Como se sabe, el simbolismo alquímico está repleto de imágenes relacionadas con la agricultura y el reino vegetal. En ocasiones se ha asimilado la Alquimia a un "cultivo celeste" y algunos autores han presentado todo el procedimiento alquímico asimilándolo a las operaciones realizadas sobre el reino vegetal: no en vano, dicen los alquimistas, el azufre  símbolo del alma  es como una semilla muy pequeña,  el grano de mostaza  que es necesario plantar en las condiciones requeridas, para que genere un árbol de tronco recio.

Pero otras claves simbólicos  igualmente relacionadas por la agricultura  parten de presupuestos diferentes. Así, por ejemplo, Fulcanelli, repasando los artesonados del castillo de Dampierre llega a aquel que representa un árbol seco sobre el cual, una filacteria, muestra las notaciones alquímicas correspondientes al azufre y al fuego. Para Fulcanelli el mensaje es paladino y nos lo transmite.

El árbol seco es  nos dice  el símbolo de los metales reducidos de sus minerales y fundidos; la temperatura del horno les ha hecho perder la vida que tenían en el yacimiento y son impropios para los alquimistas, deben ser "reincrudados", es decir, vivificados.

La "temperatura del horno"  las pasiones, los sentimientos, las voliciones, todo lo "mental", en definitiva  ha separado el metal de su mineral: en otras palabras, ha hecho caer sobre el binomio alma espíritu el principio de individuación: lo ha separado del Todo, el "Spiritus Mundi".

Si Fulcanelli nos indica que "son impropios para el alquimista" ello hace alusión a la tarea de reintegración en el estado primordial que supone el trabajo del hermetista. Las distintas fases de la obra hermética son pues los distintos niveles de reintegración del hombre en el estado primordial, o si se quiere, las distintas fases de realización espiritual.

Pues bien, el "árbol seco" es la imagen del ser humano. Para comprenderlo mejor habrá que citar una vieja leyenda medieval.

LA LEYENDA DEL ARBOL SECO

Un manuscrito de la Biblioteca Nacional de París recoge el llamado "Libro de Messire Gaill de Mandeville", su autor nos da cuenta de la leyenda que habla de la maldición con que Yavhé cubrió a Adán y Eva al expulsarlos del Paraiso tras la "caida".

El tercer hijo de la pareja primordial, Set, logró llevarse una rama del Arbol de la Ciencia y lo plantó en el valle de Hebrón, en Palestina.

Cuando murió Cristo el árbol se secó y no reverdecerá sino hasta que un príncipe de Occidente haga cantar misa bajo sus resecas ramas...

Esta bella leyenda nos lleva a una cuestión capital que nos sitúa en el centro del misterio y de la problemática alquímica.

REVERDECER EL ARBOL MEDIANTE EL AZUFRE

En el "árbol seco" existe siempre una brizna de vida, aquella que permite su resurrección. Así mismo, los alquimistas  y posteriormente los rosa+cruces  identificarán en el ser humano, caido y cortado de sus orígenes, una chispa de divinidad, no activa, pero sí latente en él. De hecho, en elárbol seco de Avignon pueden verse unas cuantas hojas que indican la posibilidad de que reverdezca de nuevo.

Los rosa+cruces (incluso los modernos), lo llamarán el "átomo de vida", único capaz de activar el "Cristo Intimo"; incluso lo situarán en la fisiología del cuerpo humano a la altura del ventrículo izquierdo del corazón. Su activación produciría una visión tan plástica como la apertura de una rosa exhuberante en el centro del torax.


Otro famoso mago y ocultista occidental de nuestros días, Aleister Crowley, enunciaba entre los principios de su sistema operativo, este: "todo hombre y toda mujer son una estrella", indicando que en cualquier ser humano late este principio superior, luminoso y extremadamente potente en caso de ser activado.

La activación de esa fuerza interior vivificadora se realiza mediante  nos dice la imagen del castillo de Dampierre  la combinación del azufre y el fuego.

Este azufre es tanto el símbolo del alma, como el de la inmortalidad. "Sulfur" en griego quiere decir tanto divino como maravilloso, es el dios animador. Su notación alquímica está compuesta por el símbolo del fuego (el triángulo) que se superpone a la cruz de los cuatro elementos (símbolo de la corporeidad y del devenir del mundo).

Es a través del fuego y mediante él  símbolo del triángulo  como se logra purificar el "espíritu", asimilado al mercurio por los hermetistas y ese mercurio agrupa al flujo mental y volitivo. 

Tal activación supone la culminación de la obra hermética y en tanto que el hermetismo se llama también "Arte Real" o Ars Regia, el operador pasa a asimilarse a un "príncipe". Ahora la leyenda ya nos es más clara y accesible.

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ESOTERISMO E INICIACION EN EL MUNDO DEL TRABAJO:

Todavía no repuestos del incendio de Notre Dame, recuperamos este artículo que escribimos hace 25 años este artículo, y que, por lo que creemos, fue el primero que se publicó en España dedicado al fenómeno francés del "compagnonage" (el movimiento de las hermandades artesanales). Se trataba de un artículo muy generalista que, posteriormente ampliamos en uno dedicado al Tour de France realizado por los jóvenes artesanos franceses que habían superado el grado de Aprendiz. El artículo fue publicado en la revista Saber MAS (suplemento de El Mundo de Catalunya), de la que fui redactor-jefe. Hoy volvemos a recuperarlo convencidos de que las obras de reconstrucción de Notre Dame serán realizadas por estos gremios artesanales que todavía hoy siguen practicando las mismas técnicas que en la Edad Media, cuando se construyeron las catedrales.

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En la pequeña ciudad francesa de Figeac existe una encomienda templaria restaurada con todo rigor en los últimos tres años. Las tareas han corrido a cargo de las distintas corporaciones de artesanos: los "compañeros", en francés "compagnons". Gracias a ellos ha sido posible restaurar este edificio y otros muchos más de resonancias medievales. Pero también gracias a ellos, Francia ha alzado monumentos como la Torre Eiffel y restaurado todo el gótico francés maltrecho tras la revolución de 1789.

¿QUE ES EL "COMPAÑERISMO"?

Existieron hermandades obreras, o, al menos,  se las supone,  en el Egipto faraónico y a ellas se atribuye la construcción de las pirámides. En la historia de Roma se menciona a uno de sus primeros reyes míticos, Numa, como fundador de las corporaciones artesanales. Dice la leyenda que si hay que buscar en Roma el antecedente directo de las gremios, sus ritos proceden de Egipto.

La Biblia otorga al trabajo el valor de un castigo. Los que practican un trabajo, “les compagnons”, están afiliados a un gremio y, por tanto, ejercen el “compagnonnage”, términos que en castellano pueden traducirse como “compañeros” y “compañerismo”, si bien, con un significado completamente diferente. El “compañerismo” enseña la forma de convertir tal castigo en vehículo de salvación. Luc Benoist, conservador de los museos de Francia, define el fin del "compañerismo" como el "logro del perfeccionamiento profesional, moral y espiritual de sus integrantes"; esto en lo que se refiere a la vida personal, interior y social, del "compañero".

Pero este movimiento tiene también una dimensión colectiva al asumir: la defensa corporativa de sus miembros, la solidaridad entre ellos y la ayuda mutua, eran sus objetivos. Todo de lo que hoy "venden" los sindicatos modernos nos lo ofreció ya el “compañerismo". Pero, a diferencia del sindicalismo, el "compañerismo" consideraba esta defensa corporativa como accesoria. Le importaba mucho más el artesano como ser en sí y la formación de su carácter tanto como la preparación técnica y profesional. No es raro que le impusiera una disciplina extrema a sus miembros y les exigieran unos sacrificios que hoy pueden parecer incluso crueles: los "compañeros" aceptaran todo esto como etapas de su aprendizaje, asumiéndolo de buen grado. Todos los datos que han llegado hasta nosotros y la misma práctica del “compagnonnage”, que sigue vivo y activo en nuestros días, indica la gran alegría y hermandad que presidía las reuniones, el trabajo y la vida cotidiana de sus miembros.

DÓNDE ENCUADRAR EL COMPAÑERISMO

A pesar de los intentos (realizados con cierto éxito) para adaptarse al mundo moderno, el "compañerismo" pertenece a otra época: está presente en el siglo XX, pero no es del siglo XX, ni siquiera tiene mucho que ver con la sociedad nacida de las convulsiones sucesivas que han supuesto para Europa la Revolución Francesa de 1789.

Hay que encuadrar el movimiento de los "compañeros" dentro de las "sociedades tradicionales". Estos gremios, considerados como “órdenes corporativas”, solamente tienen lugar en la estructura trifuncional de las sociedades indo-europeas. Estas sociedades se dividían en “estamentos” que agrupaban cada uno de ellos a la función guerrera, función sacerdotal y función artesanal, partiendo de la base de que existen tres tipos de caracteres: uno con tendencia a la acción, otro en el que prevale la meditación y un tercero que prefiere operar sobre la materia.

La función guerrera estaba protagonizada por la nobleza en armas, una nobleza sedentaria o "andante", pero siempre dividida interiormente en tres grados de aprendizaje, con siete años cada uno: paje, escudero y caballero. Dio vida a las “órdenes militares” medievales. La función sacerdotal, por su parte, estuvo encomendada a los hijos de la Iglesia, encuadrados en las distintas “órdenes religiosas”. Finalmente la función artesanal, la producción de bienes de uso, quedaba encomendada a la tercera casta, la cual instituyó las "corporaciones" u “ordenes gremiales”, correspondientes a cada oficio. Estas últimas eran, ante todo, organismos de enseñanza profesional, autodefensa y ayuda mutua. Interiormente estaban organizados en tres grados, “aprendices”, “compañeros” y “maestros”

LA LEYENDA DE LOS ORIGENES

Varias son las leyendas sobre el origen de las corporaciones. En realidad, todas ellas son reflejo del mismo mito fundador introduciendo ciertas variaciones. Todas hacen referencia a Salomón. Salomón quiso cumplir la promesa que su padre, el Rey David, realizó a Yavhé: la construcción de un templo.

Al no existir constructores de pericia en Israel, Salomón debió recurrir al rey de Tiro quien le envió a su maestro de obras favorito, Hiran o Adonhiram. Hiran formó a los carpinteros, canteros y demás profesiones que, en siete años, alzaron el primer templo de Jerusalén. Hasta aquí el relato bíblico.

A partir de ahora es la leyenda de los "compañeros" la que habla: Hirán otorgó a cada especialidad artesanal una “palabra de paso” (consigna) que descubriera el rango y la especialidad de cada uno. Tres compañeros que al juicio de Hirán no habían alcanzado la perfección en el dominio de su oficio, no pudieron alcanzar el grado de maestros y, furiosos, decidieron arrancar por la fuerza a Hirán la “palabra de paso”: uno de ellos, Holem, se situó en la puerta sur del Templo y golpeó a Hirán con un mazo; otro, Streckin, lo golpeó con una regla en el pórtico de occidente. Finalmente, el tercero, Hoterfut, oculto en la puerta de oriente, le golpeó con el nivel.

Los despojos de Hirán fueron enterrados por separado: por una parte, su cuerpo, en otra sus hábitos y más lejos la vara, emblema de su mando. Una rama de acacia nació de cada fosa y permitió recuperar el cadáver y los símbolos de oficio.

La leyenda fue luego recuperada por la masonería moderna con ligeros cambios en los nombres de sus protagonistas. Al mismo tiempo, otra leyenda medieval,  la de los tres hijos de Aymon,  muestra una versión de contenidos simbólicos similares. Un cantar del siglo XIII nos dice que un noble caballero, el más joven de los hijos de Aymon, al regresar de las cruzadas vistió el hábito de pelegrino; se enroló como cantero y participa en la construcción de la catedral de Colonia. No quería dinero por su trabajo y algunos de sus compañeros, celosos de su entrega a la profesión, lo asesinaron... Algunos esoteristas quieren ver en el nombre de Aymon una reminiscencia de Amon, el dios egipcio.

¿QUE SON LOS "DEBERES"?

A partir del "mito fundador" casi todo diverge. En un período histórico indeterminado, quizás hacia mediados del siglo XIII, se producen fracturas dentro del movimiento corporativo. Por razones quizás puramente contingentes, los distintos gremios entran en conflicto entre sí y se producen desgarrones en su interior. Estas escisiones tienen como consecuencia la aparición de ritos y asociaciones diferentes que se agrupan bajo el nombre de "Deberes" (Devoirs, en francés). Luc Benoist define un “Deber” como el conjunto de reglas que rigen cada rito, la historia legendaria de su fundador, la secuencia de los símbolos que constituyeron la iniciación y las costumbres de cada uno. El Deber es a la vez una historia, un ritual y una regla de acción.

Tres son los "deberes" tradicionales: los Hijos del Padre Soubise, los Hijos del Maestre Jacques y los Hijos de Salomón, que dieron lugar a tres asociaciones distintas. Posteriormente, escisiones de estas y refundaciones de las mismas, han dado lugar a las actuales Unión de los Compañeros, la Federación de Compañeros de los Oficios de la Construcción y la Asociación Obrera de los Compañeros del Deber.

Los Hijos del Padre Soubise parece que estuvieron en su origen bajo la protección de los benedictinos y con ellos construyeron los mejores monumentos románicos de la cristiandad. En cuanto a los Hijos del Maestre Jacques es la rama dotada de un mayor acompañamiento de leyendas. Su fundador es el "maestre Jacques" que habría construido una de las dos columnas del Templo de Salomón, aquella que se llamó Jakin (y que hoy está todavía presente con este nombre en cada una de las logias masónicas). Louis Charpentier opina que esta hermandad la jalonó con sus construcciones el camino de Santiago (=Jacques) y construyó las catedrales de Chartres, Reims y Amiens. Finalmente los Hijos de Salomón, sería la Hermandad próxima a los caballeros templarios y a la orden cisterciense; en otras palabras, la creadora del estilo gótico.

Si bien en Francia los "deberes" arraigaron con más fuerza y sobrevivieron a las convulsiones históricas de los siglos, también en Alemania, Inglaterra y España estuvieron presentes. En el área anglosajona se tienen trazas de los "stonemasons" y ciertas leyendas germánicas hablan de Arminius, vencedor de los romanos en la batalla del Bosque de Teotoburgo, como institutor de las logias artesanales en Alemania. En cuanto a España los datos históricos son fragmentarios y escasamente representativos, pero existen signos de las hermandades en muchas construcciones del camino de Santiago; tal es la prueba más palpable de la presencia de los "compañeros" en nuestro país. Por lo demás no es extraño que existan pocos datos históricos sobre los "compañeros". Los archivos de sus logias  "cayenas"  se queman al final de cada año...

EL PRIMER "TOUR DE FRANCE"

Quizás una de las instituciones más sorprendentes del "compagnonage" fue el "tour de France" que consistía en un recorrido a través de las principales ciudades de Francia con una duración de entre dos y cinco años. Era emprendido por los jóvenes que alcanzaban el grado de "compañeros" y tenían cierto dominio sobre su oficio. Se trataba de una peregrinación en el curso de la cual el "compañero" era contratado durante cierto tiempo por algún "maestro" de la ciudad que visitaba, hasta pasar a la siguiente en un recorrido ritual perfectamente fijado. Este sistema tenía mucho de pedagógico: de un lado, el "compañero" aprendía los distintos trucos del oficio propios de cada región, pero además, "conocía mundo" en una época en la que se viajaba poco.

La ruta que la hermandad les trazaba estaba jalonada por enclaves de la asociación que les recibían, alojaban, cubrían sus primeras necesidades y, eran quienes les buscaban trabajo en el taller de algún "maestro" de la hermandad. El cuidado de los recién llegados corría a cargo de una figura muy popular entre los "compañeros": "La Madre". Debía tratarse de una mujer casada, de buenas costumbres, cuya familia perteneciera desde generaciones a la hermandad; conocedora de los ritos de la asociación, ostentaba en la muñeca izquierda un brazalete distintivo de su rango y función. Aun hoy esta tradición no se ha perdido y el brazalete, hecho de hierro forjado y del que cuelgan doce medallas de oro con los emblemas de los doce oficios, se transmite de "Madre" a "Madre". Estas "Madres" tratan a los "compañeros" como a sus propios hijos, les enseñan educación y buenas costumbres. Si, al partir, dejaban alguna deuda, procuran pagarla, si tenían alguna necesidad trataban de cubrirla. La "Madre" es, sin duda, la institución más querida entre los "compañeros".

Con la garantía de encontrar una "Madre" en cada etapa del "Tour" y ,con la seguridad de unos primeros pasos bien aprendidos en su oficio, el "compañero" partía de Lyon, capital de las hermandades  gremiales, para recorrer cinco paradas obligatorias:  Lyon, Marsella, Burdeos, Nantes y Orleans , visitando sucesivamente Nimes, Marsella, Toulouse, Agen, Burdeos, Rochefort, Nantes, Angers, Tours, Orleans, Paris, Auxerre y Dijon. No es extraño que, a lo largo de este recorrido, se encuentren hoy algunas de las más famosas catedrales románicas y góticas: desde la iglesia de los Jacobinos de Toulouse, hasta Notre Dame de París.

Si en los polvorientos caminos de Francia se encontraban dos "compañeros" iniciaban un diálogo ritual en el que el nombre propio contaba poco; primero se identificaban como "compañeros", luego establecían cuál era su "Deber" y finalmente compartían el "pan": no en vano "compañeros" son “aquellos que comen juntos el mismo pan”.

DE LAS HERMANDADES OPERATIVAS A LA MASONERIA ESPECULATIVA

Algunas hermandades empezaron hacia el siglo XIV a admitir en sus filas a gentes que no practicaban el oficio. Se trataba de nobles o burgueses de reconocido prestigio que eran invitados a ingresar en la hermandad a modo de "comité de patronato". En ocasiones, donaban ciertas cantidades de dinero y participaban en las deliberaciones y en los ágapes.

Poco a poco, el número de gentes que no practicaban el oficio fue creciendo en el interior de las logias gremiales. Esto sucedió justo cuando las hermandades empezaron a entrar en crisis a causa de los cambios económicos y sociales del siglo XVII y XVIII. Poco a poco, especialmente en las islas británicas, fueran perdiendo su carácter "operativo"  (es decir, de práctica de un trabajo manual)  e incluso que se extinguieran como tales, pero subsistieron los "secretos de oficio", el "lenguaje de la profesión" y los ritos de iniciación.

Aun cuando la franc masonería sostiene que su antigüedad se remonta a un período muy anterior, en realidad, deriva de las corporaciones artesanales que van entrando en crisis y de las que se terminarán desgajando en el siglo XVIII. La propia masonería reconoce un “período de transición” entre la etapa anterior, la Edad Media, que con la construcción de las grandes catedrales  sería el "período operativo" y el posterior  a partir de 1717  que sería el "especulativo" (donde se hablaría de filosofía y problemas sociales, pero no se ejercitaría ningún oficio).

EL "COMPAÑERISMO HOY"

La historia de las hermandades de "compañeros" ha sido siempre azarosa: sabedor de sus vinculaciones con la orden de los templarios y ansioso de recortar los fueros que le impedían ser monarca absoluto, Felipe el Hermoso, rey de Francia, prohibió las asociaciones de "compañeros". Los “compañeros” protestaron contra la decisión dejando durante siglos, inacabados los campanarios de las catedrales góticas que estaban en curso de construcción: así puede verse hoy todavía como las torres de Notre Dame de París están no están rematadas por las puntiagudas agujas góticas presentes en otras ciudades.

Más tarde la revolución francesa prohibió los gremios. Rehabilitados luego, sufrieron la crisis de la primera revolución industrial en el siglo pasado. ¿Qué papel podía tener el "compañerismo" en una producción dominada por las cadenas de montaje y el taylorismo? De una parte, gracias al "compañerismo" (a sus secretos de oficio, a su combinación del trabajo manual con la meditación, a la necesidad de una autodisciplina) un obrero manual puede superar psicológicamente la dicotomía denunciada por Marx entre "trabajo manual y trabajo intelectual". El "compañerismo" evita los riesgos de la especialización, haciendo de cada uno de sus hombres un "especialista", o si se prefiere, un obrero de alta cualificación.

Emmanuel Viollet le Duc, comisionado para restaurar los edificios del gótico francés destruidos por el tiempo y por la barbarie revolucionaria de 1789, tuvo que recurrir a las diferentes hermandades de compañeros para que le ayudaran en su tarea: la ciudadela fortificada de Carcasona, y el aspecto actual de Notre Dame de París y de Chartres, por citar tres ejemplos entre cientos, son obra del “compagnonnage”. Eiffel tuvo que recurrir a la pericia de los "compañeros" para una obra tan audaz como su torre de hierro que corona París.

Estas hermandades gremiales, a pesar de conservar su espíritu tradicional, han incorporado a su instrucción nuevas tecnologías y apoyados por los instrumentales más modernos prosiguen la formación de nuevas promociones de artesanos. En realidad, lo que están haciendo es algo inigualable: recuperar un estilo de trabajo y un modelo humano tradicional, para una época determinada como la nuestra.

Honor, pues a los "compañeros" que han sabido transmitir sus tradiciones de una a otra generación. Honor a estos hombres que saben encontrar una vía para la realización del ser por medio de su trabajo y que cantan con orgullo su condición con esta vieja tonada:

"Viva los compañeros

que hacen el Tour de France
pues si el rey supiera
la vida que llevamos
abandonaría su palacio
y se haría compañero.

 

[RECUADRO FUERA DE TEXTO]

 

EL LENGUAJE DEL BASTON

Para un compañero llevar el bastón del peregrino durante su vuelta a Francia era un arte. Existían 16 maneras diferentes de empuñar el bastón y cada una de ellas con un significado preciso. Se trataba del "lenguaje de los gestos" que ha estado vigente hasta hace muy poco (recuérdese que todavía a principios de siglo existían para las mujeres distintas formas de manejar el abanico y cada una entrañaba un mensaje concreto).

Arrastrar el bastón tras de sí significaba, por ejemplo, desprecio hacia la persona que se cruzaba con el "compañero".

Por el contrario, empuñar el bastón y alzarlo hasta la altura de la frente, era signo de amistad y de entrega.

Si al hablar el compañero mantenía el bastón tras de sí ello significaba confianza con su interlocutor.

Mostrarle la empuñadura era símbolo de paz.

Si deseaba provocar a alguien durante el día sólo tenía que adelantar exageradamente el bastón, casi como si fuera un arma presta a ser empuñada (de hecho así era).

Esta misma actitud, durante la noche, era signo de prudencia y tenía como objeto intimidar al presunto agresor.

Se sabe que los "compañeros" eran diestros en el manejo de las armas. De hecho, las milicias gremiales tuvieron mucha importancia en la Europa medieval. Son célebres las disputas entre las distintas asociaciones gremiales pertenecientes a "Deberes" diferentes por la disputa de una ciudad. En estos casos la cuestión se dirimía mediante la elección de campeones cada uno de los cuales debía realizar una "obra maestra" de su especialidad. Aquel que vencía daba a su hermandad el "control" de la ciudad en litigio. Pero muy frecuentemente estas competiciones se convertían en peleas a garrotazos. En ellas era fundamental saber manejar el bastón del peregrino e incluso las alpargatas se solían utilizar, cogidas por sus cuerdas, a modo de boleadoras o "nunchakus".

Todo esto pertenece también a la realidad de las hermandades, tanto como la increíble perfección de una catedral.

 

 Bibliografía:

"Le Compagnonnage et les metiers", Luc Benoist, Que sais je?, P.U.F., París 1977.

"El enigma de la catedral de Chartres", Louis Charpentier, Plaza&Janes, Barcelona 1976.

"El mensaje de los constructores de Catedrales", Christian Jacq y Francis Brunier, Plaza&Janes, Barcelona 1981.

"El secreto masónico", Robert Ambelain, Martínez Roca, Barcelona 1989. 

 

 (c) Ernesto Milà - infokrisis - htttp://infokrisis.blogia.com - infokrisis@yahoo.es - Prohibida la reproduccion de este texto sin indicar origen

 

EL ATANOR, HORNO DE LOS ALQUIMISTAS Y CRISOL DE LA VIDA ETERNA

Infokrisis.- En 1984, cuando terminamos nuestra etapa de exilio publicamos una pequeña revista dedicada a los estudios tradicionales en la línea de Julius Evola y René Guénon de la que salieron siete números. La revista se llamaba "Atanor" y dedicamos el primer artículo a explicar lo que era ese instrumento que precisamente daba título a la publicación. En aquella época, la tradición hermética era uno de nuestros objetos de estudio.

*     *     *

En todo laboratorio alquímico el instrumento central y el más característico es el horno de fusión, también conocido como atanor. Las descripciones sobre su forma y estructura así como las notas sobre su utilidad, son, por lo demás, la prueba más fehaciente de que la alquimia no era solo una técnica espiritual o una forma de mística, sino que suponía ante todo un trabajo sobre ciertos minerales y unas operaciones físicas muy concretas.

LA LEY DE LAS CORRESPONDENCIAS

Uno de los principios de la alquimia es la ley de las correspondencias según la cual existe una simetría entre dos órdenes distintos de realidad: entre el macrocosmos y el microcosmos fundamentalmente ("lo que está arriba es como lo que está abajo"), pero también entre el alquimista y su obra.

Este intenta reproducir en los trabajos alquímicos su propio cuerpo utilizando minerales o tomándolos como símbolo: así cuando el alquimista habla de "sal" y utiliza para sus trabajos ciertas sales minerales, entiende que el equivalente a esta "sal" en él mismo es su cuerpo físico; cuando habla de "azufre" no alude tanto al metaloide conocido con este nombre como a su propia alma; y finalmente si menciona el "mercurio", esta refiriéndose a su propio espíritu.

Cada mineral y cada elemento físico se reconocen en el cuerpo del alquimista y tiene en él su equivalente. Si habla del "sol" habrá que entender que está aludiendo a su propio corazón y si menciona al "fuego" estará indicándonos su propia sangre.

Esto nos sitúa ante el gran misterio de la alquimia: la equivalencia y el paralelismo entre las operaciones sobre los minerales en el laboratorio y las experiencias interiores que el alquimista atraviesa en su propio cuerpo. Así, por ejemplo, cuando habla de "separar" se refiere a la separación entre el mineral y su ganga, pero también a la separación entre su cuerpo y su espíritu (una especie de desdoblamiento astral, podríamos decir).

EL ATANOR, REPRODUCCION DEL CUERPO HUMANO

Dicho lo anterior podrá comprenderse que el alquimista intente reproducir en el laboratorio su propio cuerpo bajo la forma de un atanor, esto es, de un horno de fusión.

Las etimologías de la palabra son dos: de un lado atanor derivaría del término árabe "attannûr", horno. De otro procedería de la palabra griega "thanatos", muerte, la cual, precedida de la partícula "a", que indica negación, expresaría no-muerte, o si se quiere, resurrección, vida eterna, etc.

Aunque posteriormente daremos más indicaciones sobre la estructura del atanor baste indicar ahora que básicamente consta de una envoltura exterior compuesta de ladrillos refractarios, cemento o cualquier otro material sólido; en el interior está lleno de cenizas (los textos clásicos recomiendan cenizas de encina), las cuales envuelven completamente el "huevo filosófico", es decir, la esfera de vidrio o el matraz en el interior de la cual se encuentra la materia prima. Un fuego situado en la parte interior calienta el "huevo", pero no le llega directamente sino que es difuminado y suavizado por las cenizas.

Esta estructura encuentra su correspondencia en el cuerpo humano: la envoltura sólida es en el hombre el cuerpo físico, las cenizas equivalen al "espíritu" (el bagaje mental de pasiones, obsesiones, instintos, etc. que han sido "purificados", esto es, reducidos a cenizas) y, finalmente, el "huevo" es el receptáculo del alma, la parte más íntima del ser humano que, como la semilla del oro, los alquimistas intentan reavivar.

LA INYECCION DE AIRE EN EL HORNO Y LA RESPIRACION

El fuego suele situarse en la parte inferior y es regulado mediante la inyección de aire a través de un fuelle o soplete. Dependerá del aire que se inyecte que la llama será más o menos viva y la temperatura variará consecuentemente. No todas las operaciones alquímicas se realizan con la misma temperatura. Los textos clásicos de la alquimia insisten en que en ocasiones es preciso una temperatura natural constante (como la que la gallina da a sus huevos incubándolos). Sin embargo, en algún momento dado es preciso obtener una subida brusca de calor. Es regulando la inyección de aire como se obtiene tales efectos.

Y esto precisamente tiene su equivalente en el ser humano. Siendo el atanor una reproducción del cuerpo, es evidente que existirá una correspondencia entre la temperatura del horno y la del cuerpo humano. Para entender esto es conveniente que recordemos los fundamentos del yoga.

Según teorizan los distintos yogas, en la base de la columna vertebral radica una serpiente enroscada que es preciso despertar y lograr que ascienda por la columna vertebral. Esto se consigue a través del control sobre la respiración. Es difícil no ver en lo anterior el fuego que arde en la base del atanor y en la regulación de la respiración -es decir, de la entrada y salida del aire en los pulmones- un equivalente del fuelle.

¿COMO ES UN ATANOR?

Los textos clásicos de la alquimia suelen presentar al atanor como una especie de torre pequeña cubierta por una cúpula, en cuyo centro está situado el huevo que contiene la materia prima. Pero esto no debe engañarnos; existen muchos tipos de hornos alquímicos y cualquier puede construirlo a su gusto respetando una serie de normas. En principio el método más seguro y allí donde podemos encontrar más datos es en las obras de química del siglo XVII, en ellas se explica minuciosamente como eran los hornos de fusión utilizados en la época que la química de entonces había heredado de la alquimia.

También en algún texto clásico se dan indicaciones abundantes. Señalemos tan solo a título ilustrativo el que nos parece más completo, "La entrada abierta al palacio cerrado del rey" de Ireneo Filaleto, en su capítulo XVIII.

Nicolás Lemery en su "Curs de Chymie" (en realidad se refiere a la alquimia) marca las líneas generales: "... se compone de ladrillos, que se unirán con un zulaque hecho de una parte de arcilla, otro tanto de excremento de caballo y dos partes de arena, todo ello empapado en agua: los ladrillos se colocarán en doble fila, para que el horno, al ser más grueso, mantenga el calor más tiempo; el cenicero será de un pié de alto y tendrá la puerta del lado de donde viene el aire, para que al abrirla el fuego se encienda o aumente fácilmente; la altura del fogón no será como la del cenicero y terminará en la parte superior en dos barras de hierro del grosor de un pulgar que servirán para sostener la retorta y se elevará el horno a la altura de más o menos un pie, de modo que oculte la retorta. Se adaptará encima una bóveda como tapadera, que tendrá un agujero en medio con su tapón, y una pequeña chimenea de un pie de altura, para introducir por este agujero, cuando esté destapado, y cuando se quiera excitar un gran fuego, pues la llama, al conservarse por medio de esta pequeña chimenea, reverbera antes sobre la retorta". El fuego procede de la combustión de carbón.

Otros autores dan indicaciones diferentes. Eugene Canseliet, por ejemplo, -discípulo de Fulcanelli y fallecido en 1983- disponía de un horno de fusión compuesto por dos grandes crisoles unidos por flejes metálicos, a los que había practicado una abertura a través de la cual podía ver el "huevo" y el estado de la materia prima contenida en su interior.

¿... Y LAS NUEVAS TECNOLOGIAS?

Es evidente que en todo este proceso lo más difícil es controlar la temperatura del fuego y lograr que sea constante durante horas e incluso, habitualmente, días. Se tiene tendencia a que la temperatura de combustión varíe a medida que se consumen los carbones... y el hecho de que la materia prima esté envuelta en ceniza y atenúe las variaciones de temperatura no bastan para asegurar el éxito de los trabajos.

Así pues, desde el invento de las planchas térmicas o de los hornos eléctricos, no existe unanimidad sobre su adecuación a los trabajos alquímicos. En realidad, una plancha térmica conectada a la red eléctrica dará con mucha más facilidad una temperatura constante, sin que haya que preocuparse por inyectar aire o por introducir carbones.

Las controversias al respecto entre los alquimistas actuales son muy fuertes. Podríamos sintetizar diciendo que existe una escuela europea para la que la incorporación de circuitos eléctricos en los trabajos alquímicos crea, no solo problemas de inducción magnética, sino que también desvirtúa el principio de equivalencia entre las operaciones sobre la materia y las operaciones en el interior del cuerpo humano: si se elimina el fuelle inyector de aire ¿qué queda de la semejanza entre el atanor y el cuerpo humano?

La otra escuela, que podríamos llamar "americana", es partidaria de introducir las planchas térmicas. El huevo filosófico o la retorta que contiene la materia primera es colocada encima de la plancha, para lograr que la temperatura sea homogénea sobre la plancha colocan una caja de cartón forrada interiormente de asbesto o algún otro material refractario.

Es posible que ambas soluciones sean igualmente válidas si atenemos a los fines: el horno tradicional, el atanor, se utiliza en alquimia clásica, mientras que el horno eléctrico parece más adecuado a las operaciones "espagíricas", es decir, a un pariente cercano de la alquimia que no trabaja con minerales, sino con plantas y extractos vegetales.

CONCLUSION: UN ALQUIMISTA, UN HORNO

Elemento central del laboratorio alquímico, el atanor aparece descrito en numerosos libros clásicos de alquimia, con todas las formas inimaginables, se diría que se trata de un instrumento personalizado que cada alquimista se construye a su medida. Y así es en efecto.

Basta contemplar las láminas del "Mutus Liber" para advertir la relación entre el alquimista y su atanor: éste está arrodillado ante él, en una posición que parece de yoga, indicando la simetría existente entre uno y otro. Está en el laboratorio. Hay que diseccionar la palabra laboratorio para advertir su sentido hermético originario: lab-oratorio, siendo "lab", corazón en hebreo, laboratorio será allí donde se realiza la "oración del corazón".

Y ciertamente uno de los fines de la alquimia es transferir la conciencia del cerebro al corazón

(c) Ernesto Milà - infokrisis - htttp://infokrisis.blogia.com - infokrisis@yahoo.es - Prohibida la reproduccion de este texto sin indicar origen

El Misterio de la Catedral de Barcelona. Intención e Introducción

El Misterio de la Catedral de Barcelona. Intención e Introducción

Infokrisis.- Esta obra fue escrita hace 20 años y ha permanecido todo ese tiempo en un cajón. De tanto en tanto, hemos estado tentados de retocarla, ampliarla o perfilarla, pero finalmente, jamás hemos abordado esa tarea. La hemos recuperado para desintoxicarnos de los temas políticos que seguramente nos han ocupado demasiado tiempo en las últimas semanas. Releer este texto y reproducirlo es, ante todo un grito: "existe vida más allá de la política". En 1989, empezamos a tomar notas para lo que luego sería este texto. El libro fue firmado por "Aion, el amigo de las Catedrales", nombre con el que fuí admitido en una fraternidad gremial francesa durante mi período de exilio (también el exilio puede ser aprovechado para hacer algo más que militancia política). Este libro está destinado a quienes buscan una puerta de acceso para introducirse en la temática del hermetismo y de la alquimia tradicional. Consideramos que este es el momento oportuno para rescatarlo del olvido, no sea que alguien vaya a pensar que la política nos interesa más de lo que nos interesa realmente [en días sucesivos iremos colocando las ilustraciones en los lugares que corresponden].

 



A los constructores de las
Catedrales

A la fuente de su inmenso Saber
A Sofía para que Haga honor a su nombre: Sabiduría.

 

 

I N T E N C I Ó N

Yo, Aion, "El amigo de las Catedrales", os saludo
y le pido a Dios,
que todos aquellos que lean estas notas
rueguen por mi alma,
sedienta de Luz, Vacío y Armonía.
En este libro,
entendiendo el lenguaje de las piedras de la
Catedral de Barcelona,
encontraréis muletas para dar los primeros pasos en la comprensión del
Noble Arte de la Alquimia.
Que vuestras obras os conviertan en
Apóstoles de la Ciencia Hermética

 
INTRODUCCION


Recordamos perfectamente la primera vez que visitamos la catedral de Barcelona. Fue en la ya lejana infancia, acompañado por nuestros padres; debió ser en cualquier Semana Santa, cuando los fieles solían "visitar monumentos", devota simplificación del rito de la peregrinación. Impulsados por el inagotable e ingenuo motor de su fe, los fieles debían recorrer un mínimo de tres iglesias y rezar en cada una de ellas un Paternoster y tres Avemarías. Los templos, ornados con las primeras flores de la Primavera, no se permitían otro color ni hábito que el morado. Los mismos Santos se mostraban cubiertos con lienzos del color que indica muerte y dolor, pero también púrpura y realeza.

En aquella primera visita -que ha dejado en nuestro recuerdo una indeleble sensación- debió sorprendernos el claustro, y muy en especial los graznidos de las ocas que allí moran. No fue sino años después, cuando huíamos de la rutina de un bachillerato aburrido y que no sabíamos apreciar, que volvimos a aquellos lugares y entonces comprendimos por primera vez que ese espacio constituía un lugar diferente, un lugar que, sin saber ni cómo ni porqué, alimentaba el espíritu. Intuíamos que, en sus medidas y proporciones, en sus ritmos y líneas, símbolos y tradiciones, aquella Catedral era un lugar sagrado y, como tal, depositario de un saber antiguo, prohibido y universal.

Volvimos una y otra vez; en cada visita hicimos gala de una renovada pasión y de una inconmensurable sed de saber. Deseo desesperado por que se nos escapaban las claves; sabíamos la atracción de la Catedral; ignorábamos, sin embargo, por qué nos atraía. Fue así como terminó naciendo, a lo largo de nuestras visitas, una relación casi amorosa con la Seo. Amor nace como una chispa imprevista, aparece "como un ladrón en la noche", nunca nadie sabe por qué extraño arcano surge, ni que opera su extinción; pocos amantes son capaces de establecer la raíz exacta y objetiva de su amor. Saberlo implica identificarse con él, dejar de ser lo que somos, para ser solo Amor.

Entender lo que significan las formas y tradiciones de nuestra Catedral, implica igualmente llevar a nuestro interior ese mismo Orden y Armonía escritos en la piedra, esto es, construir un templo dentro de nosotros mismos: Amar es Construir. El verdadero Amor, lejos de ser una percepción emotiva o sentimental, constituye la experiencia objetiva y lúcida de lo que carece de contradicción y forma parte del orden cósmico.

Y un buen día ocurrió el milagro. Durante nuestro último curso de bachillerato, las matemáticas se nos hacían insoportables; nadie nos había enseñado a apreciar esta ciencia y lo abstracto de sus premisas nos repugnaba. Preferíamos eludir las clases y acudir a la Catedral, pasear por su claustro, buscar las explicaciones y respuestas que, intuíamos, contenía. Íbamos acompañados de un buen amigo. Y fue entonces, acaso por mandato del Destino, cuando conocimos a un anciano; tenía no menos de ochenta años y solamente mirando en la profundidad de sus ojos, podía percibirse que en aquel hombre latía una vida extraordinariamente intensa y consciente de sí misma. Era un hermetista; no lo dijo en aquella ocasión, pero yo lo sé hoy. Nos mostró algunos de los secretos guardados por la Catedral y luego se despidió; nunca más lo volveríamos a ver; ocupó en nuestra vida un instante de eternidad que dejó su impronta profunda hasta el punto de marcar el sendero que recorreríamos gustosos durante años. De eso hace más de tres décadas. Desde aquel día hemos meditado, una y otra vez, sobre muchas de las ideas que aquel hombre extraño nos desveló; hemos completado algunas y desechado otras, pero, a decir verdad, creo que aquel desconocido, más que ningún otro, fue quien mejor hubo entendido en nuestro tiempo el mensaje de la Catedral de Barcelona.

No tengo la menor duda que aquel hombre recibió tan inmenso saber de otro y posiblemente éste, a su vez, se hubiera beneficiado de confidencias de otro anterior y así sucesivamente, quizás hasta remontarnos al maestro de obras, de nombre desconocido, que trazó los planos de nuestra Seo. Nos gusta pensar que estas páginas contribuirán a que una parte de ese saber no se pierda del todo. Mientras exista la Seo existirá la ciencia en ella contenida; pero decir esto no basta, es necesario penetrar en sus misterios, explicar a nuestros contemporáneos que allí donde se alza una Catedral, aparece algo mas que un bello edificio: es un libro abierto el que nos habla con la voz de la Tradición. Entender sus frases supone conocer un saber antiguo y prohibido, codiciado por los necios, ansiado por los sabios, complejo para los ignorantes, sutil para los sencillos de espíritu. Accesible para los constantes y abiertos de espíritu.

Este libro quiere servir de homenaje a un Templo, nuestra Catedral, y a una técnica, el Noble Arte de la Alquimia que es, a la postre, su clave interpretativa. Quiere ser también un homenaje a los hombres que la construyeron y a su inmenso saber. Nuestras pobres palabras aspiran a ser el tambor que despierte espíritus y estimule vocaciones. Tenemos en el centro de la Ciudad un símbolo, el Templo, un faro que puede iluminar aun en medio de la espesa niebla que cubre nuestro pobre mundo moderno. Es un Templo vivo. Yo quiero sintonizar mi vida con él. Es posible que aun me quede tiempo.


Barcelona, Agosto de 1989, al pie de la Catedral de Barcelona

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El Misterio de la Catedral de Barcelona. El sepulcro de Sant Raymond de Penyafort

Infokrisis.- Barcelona es una ciudad extraña, de espaldas casi completamente al epsíritu religioso. Por eso se comprende mal que en otro tiempo fuera llamada "la ciudad de las tres catedrales" en referencia a la Catedral, a Santa María del Mar y a la desaparecida iglesia gótica del convento de Santa Caterina. Las tres iglesias estaban dispuestas en forma de triángulo ractángulo. Hay un misterio en esta disposición y la llave para penetrar en él está en la tumba de Sant Raymond de Penyafort.

 

 

El misterio de la Catedral de Barcelona
Primera Parte
Capítulo I
BARCELONA: LA CIUDAD DE LAS TRES CATEDRALES



Hacia el siglo XV Barcelona era llamada por los forasteros la "Ciudad de las Tres Catedrales". Desde los albores del siglo XI, la vieja "Faventia Patricia Barcino" vivió un período de paz y prosperidad, más o menos continuado. A principios del milenio se reconstruyó la muralla romana, reforzándola en varios puntos; dentro del recinto, la ciudad no era muy diferente de la fundada por las heroicas legiones de Augustio; fuera, los barrios florecían a uno y otro lado del Táber, la pequeña elevación donde aun se veían los restos del Templo consagrado al Divino Augusto y a la Diosa de la Victoria, así como las construcciones del Foro, que yacían sumergidas entre abigarrados edificios. Los rectilíneos cardus y decumanus, vías de la vieja Barcino habían dejado paso a un anárquico entramado de callejas estrechas y umbrías. Las grandes piedras que mostraban inscripciones romanas fueron utilizadas como sillares en el palacio condal a pocos pasos del baptisterio octagonal.

En una ciudad tan populosa, no podía faltar una Catedral. Y Barcelona tuvo tres. El destino ha hurtado a los barceloneses el poder admirar la que acaso fuera más hermosa de todas ellas, el convento de Santa Caterina; nos queda, sin embargo, abundante documentación para imaginar cómo fue el más sobrio edificio que alzara el gótico catalán y que sólo el odio instigado en los bajos fondos del conspiracionismo extremista del siglo pasado, pudo ser capaz de abatir.

Situado en la actual plaza del mismo nombre, a menos de ciento cincuenta metros de la Catedral, el convento de Santa Caterina fue construido por los canteros catalanes durante la segunda mitad del siglo XIII. Sus formas supusieron una revolución en el nuevo estilo gótico; las claves de bóveda de sus claustros superaban los diez metros de altura; espaciosos y estilizados, por ellos pasearon los dominicos y desde allí partieron en manifestación los revoltosos que saquearon en "call" judío en el 1391. La historia del lugar estuvo ligada, desde sus orígenes, a los padres predicadores de Santo Domingo. En 1219, el famoso obispo Berenguer de Palou les ofreció asentarse en Barcelona y, pocos años después, los dominicos pudieron consagrar una capilla a Santa Caterina, próxima al convento de monjas de Sant Pere de les Puelles. Orden de predicadores, sempiternamente preocupados por la estricta observancia del dogma, lograron acrecentar su peso en la sociedad barcelonesa de la época y acumular patrimonio suficiente para construir el convento más altivo de la urbe. La primera piedra fue colocada en 1243; resultaría increíble la celeridad con la que discurrieron las obras si no tuviéramos en cuenta la fe del pueblo; todos los estamentos, pero muy especialmente los menestrales de los distintos gremios, colaboraron, con sus brazos y sus bolsas, a levantar Santa Caterina. En 1275 se había completado el coro y a finales de ese mismo siglo ya estaba concluida la totalidad del conjunto. En la Sala Capitular se celebraron los Juegos Florales entre los siglos XIV y XV y del pozo situado en el claustro se extraía un agua particularmente bondadosa para curar las fiebres.

El convento de Santa Caterina resultaría incendiado en los tumultos de 1835 y, dos años después, sus muros serían abatidos para mayor gloria de los agitadores radicales que veían todo lo que procedía del Medievo como algo contaminado y primitivo. Por aquellas fechas el maestro de obras y fuentes de la ciudad, José Más Vila, derribó la iglesia de Sant Jaume, construida en el siglo XV. Más Vila a lo largo de su gestión mostró, como muchos de su generación, un odio enconado hacia todo lo que fuera el gótico medieval, lo cual no fue óbice para que proyectara por encargo una fuente neo-gótica, de más que mediocre factura, en la Plaza del Rey, hoy felizmente desaparecida... Cuanta razón tenían en percibir la lejana época medieval como la inversión exacta de la sociedad nacida a finales del siglo XVIII. No es raro pues que los revolucionarios franceses golpearan salvajemente hasta desmenuzarlas las estatuas del pórtico de Santa Ana en Notre Dame o la fachada principal de Chartres; con el mismo espíritu, ciego, torpe y mendaz, actuaron las turbas barcelonesas en 1835. Así cayó el convento de Santa Caterina, pero también el de los trinitarios y el de los agustinos, el convento del Carmen y el de San Francisco, otra joya del gótico barcelonés construido según los mismos patrones que el de Santa Caterina, y también el fuerte de los Templarios del que solo queda hoy la austera y olvida capilla románica en la calle Ataulfo. De estar todo este patrimonio en pie, Barcelona tendría mucho más acusado aun su carácter gótico. Vergüenza y maldición a una época y a unos principios hechos de odio y vesanía, que no podían ver sino un enemigo en la perfección sublime y vertical de las formas góticas, algo para ellos tan inalcanzable e incomprensible, como es, para la rata de la cloaca, la grandeza del espacio infinito.

En Santa Caterina se ensayó una nueva forma del gótico que sería luego habitual en las construcciones de las órdenes mendicantes; una sola nave central, extremadamente larga, salpicada de capillas laterales seriadas, aprovechando los espacios situados entre los contrafuertes de la bóveda; grandes y estirados ventanales de arco apuntado, cubiertos con los más hermosos vitrales, permitían que la luz alcanzara sin dificultad el centro de la nave. Un ábside poligonal completaba esta variante que ha sido llamado "gótico meridional" y que abarcó el ámbito de influencia de la corona de Aragón. Particular fama tenía la biblioteca del convento dotada con 22.000 volúmenes que, en su gran mayoría, terminaron pasto del fuego. Se decía que en la sala de lectura era imposible lanzar una pelota desde un extremo y que llegara al otro. Tenía 365 ventanas y cuenta la tradición que fueron también 365 las bombas que recibió en el asedio de 1714. Lamentablemente carecemos de información suficiente como para poder hablar de la decoración y de los símbolos de Santa Caterina; llamada "catedral dels frares", rivalizaba en belleza con la iglesia de Santa María del Mar, popularmente conocida como "la catedral sin claustro" y "sede de la peixetería".

La construcción de la Iglesia de Santa María se abordó tardíamente, en 1328, prolongándose hasta 1383. En el mismo lugar existió anteriormente, una pequeña capilla románica, conocida con el nombre de Santa María de las Arenas. A pesar de sus cicatrices debidas a las convulsiones políticas de los tiempos modernos -el último incendio se debió a la irresponsabilidad de algunos anarquistas en 1936- la tercera catedral barcelonesa sigue en pie. Es el templo gremial por excelencia, la iglesia de los canteros y los constructores, y en las medidas y proporciones de sus naves y campanarios, la reiteración de la divina proporción y el número áureo, dan constancia de la inmensa habilidad de quienes la trazaron.

Una tradición gremial cuenta que la construcción de la iglesia de Santa María duró tantos días como piedras tiene. Cada amanecer los canteros labraban una piedra en las faldas de Montjuich, los "bastaixos de capçana"  la transportaban hasta las obras y los maestros albañiles la colocaban en el lugar que le correspondía. Lo cierto es que el proyecto de Santa María se remonta al año 1000 cuando el obispo Aecio levantó un templo en sustitución de la pequeña capilla de Santa María de las Arenas en el barrio de Vilanova dels Sarraïns. Esta zona había experimentado un extraordinario crecimiento después de la invasión de Almansur y en el 1006 la iglesia levantada por Aecio ya se había convertido en parroquia. El clero de la época era muy diferente del que hemos conocido en nuestra desgraciada época. Aecio, hombre de oración, no dudó en participar en la expedición guerrera acaudillada por Ramón Borrell y Armengol de Urgell contra Córdoba, al servicio de una de las facciones que se disputaban la primacía en la ciudad de los califas. Con Aecio perdieron la vida otros dos belicosos obispos catalanes, Arnulfo de Vich y Otón de Gerona. En verdad la guerra era tan Santa para los fieles de Cristo como lo era para los de Mahoma. La figura de Aecio decora hoy uno de los vitrales del cimborrio de la catedral, construido gracias a la munificencia de Manuel Girona i Agrafel y de sus hijos, cuyas imágenes, por lo demás, estuvieron también representadas en otro vitral.

Pues bien, las dos catedrales populares de Barcelona, Santa Caterina, Santa María del Mar, junto con la Basílica de la Santa Cruz, la Catedral oficial, están muy próximas entre sí y lo que es más sorprendente, sus ábsides están dispuestos en forma de triángulo rectángulo, del que el convento de Santa Caterina estaría en el vértice del ángulo recto y la catedral basílica y Santa María del Mar en los límites de la hipotenusa. Los maestros de obras y los obispos que erigieron nuestros templos y catedrales, decididamente querían hacer de la ciudad antigua, un espacio sagrado, pues por sagrada se tenía a esta forma geométrica. Determinadas formas poligonales -el triángulo rectángulo, el cuadrado, el octógono, el pentágono- se consideraban expresiones de la armonía divina y por tanto estaban presentes en las construcciones sagradas o bien en aquellas que buscaban reproducir los arquetipos celestiales. No en vano Platón afirmó rotundamente que "Dios es geómetra" y los maestros artesanos franceses colocaron una placa en Notre Dame con la inscripción "A la Gloria del Arquitecto del Universo" que, siglos después, los franc-masones recuperaron sin entender completamente lo que expresaba. Precisamente Pío XI, uno de los grandes adversarios de la masonería, dijo hace poco más de un siglo, cuando aun la iglesia no había perdido completamente la tradición de los constructores: "Una matemática, una divina combinación de números rige los movimientos del Universo, pues la Escritura nos dice que Dios lo creó todo con número, peso y medida".

Existe en el barrio otro punto, situado como proyección del vértice de 90º del triángulo formado por las tres catedrales. Tomando como eje la hipotenusa, tendremos un cuarto punto en el mapa barcelonés, situado en la Plaza de Traginers, a menos de diez metros de la calle del Pom d'Or. Joan Amadés sostiene que el nombre de esta calle se debe a que en el siglo XVIII se trató de un barrio distinguido en el que todas las casas lucían en el portal un pomo de oro macizo; algo que, a decir verdad, parece altamente improbable. Documentos antiguos otorgan a esta calle, el nombre de Pont d'Or y hacia principios del XIX se conocía como Carrer Vermell. Todas estas denominaciones dan que pensar y remiten al noble arte de la alquimia.

El "pom" d'Or es también la "poma" d'Or, manzana de Oro, el fruto del jardín de las Hespérides que da la inmortalidad y constituye un símbolo del conocimiento. Su color es el "vermell", rojo o bermellón, otro antiguo nombre de la calle, como hemos visto. Y en cuanto al nombre anterior, el de Puente de Oro, es suficientemente explícito para que todo amante de la ciencia hermética pueda comprender que alude a la vía de acceso al mundo del espíritu, el mundo del conocimiento trascendente. El Puente de Oro es aquel que, según Limojón de Saint Didier y otros muchos antes que él, une el mundo físico al metafísico y es recorrido por los adeptos que han consumado su maestrazgo. [FOTO 1.- LAS TRES CATEDRALES Y EL CUARTO PUNTO]

Así pues el cuarto punto que liga entre sí las tres catedrales barcelonesas, no es un templo, sino, antes bien, la resolución a un enigma. No deberemos buscar sentido a la disposición y símbolos contenidos en nuestras tres catedrales, sino dentro de la alquimia. Y para ello nos hará falta una llave. La llave está en posesión de un monje que residió buena parte de su vida en la "Catedral dels frares" y su nombre es San Raimundo de Peñafort.


 
EL SEPULCRO DE SAN RAIMUNDO: LA LLAVE


Había sido prior de Santa Caterina y era, por tanto, predicador dominico. Nadie dudaba que los portentos realizados por Raimundo de Peñafort, hombre santo y milagrero, eran don del Divino Hacedor. Había nacido en la tierra de nuestros padres, el Penedés, hacia 1175. Viajó y estudió en Bolonia y, de regreso a Barcelona, ganó la confianza de Jaime I quien lo nombró su confesor. El rey lo llevó consigo a la campaña de Mallorca, pero Raimundo no dudó en censurar que el Conquistador se hiciera acompañar también por Berenguela, su amante. Furioso, el dominico pretendió abandonar la isla, pero el Rey prohibió a los barqueros que lo transportasen en sus naves. De Palma fue a Soller, pero también allí había llegado la prohibición real. Solo entonces decidió desplegar su capa sobre las aguas, ató un extremo a su callado que hizo de palo mayor; orientándolo hacia el viento, la tela se hinchó y fue así como cruzó el Mediterráneo hasta llegar a la Plaza del Vino, situado ante el actual puerto de Barcelona, más o menos donde hoy se encuentra la Plaza de Antonio López y el edificio de Correos; la zona, en aquel brumoso y lejano tiempo, era apenas un acantilado rocoso.

Esta proeza la valió ser nombrado patrón de los marinos catalanes y, en recuerdo del milagro, se levantó una capilla con las piedras extraídas del acantilado. Al golpear una de ellas, apareció en su interior la imagen de Santa Caterina. Más tarde, dicha imagen fue colocada en el convento del mismo nombre, no lejos de donde sería enterrado Raimundo, muerto en olor de santidad. Allí estuvo durante más de quinientos años hasta que, tras la demolición del monumento, pasó a una capilla de la catedral, ante cuya tumba el visitante puede orar y meditar. La losa está concebida en mármol blanco y negro, los colores del hábito de los padres predicadores, como la dualidad que reina sobre el mundo de lo contingente; la cabeza es igualmente de mármol, pero su rostro es el de una antigua estatua romana que ha prestado su fisonomía al Santo. Todos tenemos una personalidad; en griego la palabra de la que deriva personalidad quiere decir "máscara". Todos tenemos una máscara. La cabeza que nos muestra San Raimundo desde su tumba es la máscara que encubre aquella otra personalidad del Hombre a quien se atribuye el conocimiento de la Vía Hermética. El carácter de los milagros atribuidos al Santo dice mucho de la filosofía alquímica. [Foto 2.- SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT ATRAVESANDO EL MEDITERRANEO: SATURNO SOBRE LAS AGUAS]
 
No se nos escapa la importancia alegórica del primer milagro de San Raimundo. Al buen rey Jaime, en este relato, le ha ocupado asumir el papel de lo que los hermetistas han llamado "nuestro Mercurio", unido a Berenguela, cuyo nombre delata su naturaleza. La raíz, Ber- significa oso y Berg- montaña; por su fiereza y pilosidad, el Oso está relacionado con lo salvaje y desenfrenado. Por su altura y dificultad de acceso, la montaña muestra la vía difícil de conquistar, escarpada y casi inaccesible. La pareja espúrea representa la alianza entre lo mental -el Rey Jaime, generalmente representado con un dragón en la cimera- y lo emotivo -Berenguela-, entre el cerebro y el corazón. No es raro que el episodio se desarrolle en una isla, pues indica hasta qué punto este Mercurio está situado en medio de un caos de aguas fluyentes del que no puede escapar. Y es que la corriente de pensamientos e impulsos emotivos tiene los rasgos de lo que es acuoso: fluidez, inestabilidad, movilidad constante; por eso se le asimila al Mercurio mineral o a las aguas marinas. Raimundo intenta, por todos los medios, alcanzar tierras más estables, sin conseguirlo; el Santo prefigura aquí al hermetista que ha alcanzado un cierto grado de conocimiento del Arte y ha elegido la Vía; entonces se despoja de la túnica y la arroja sobre el agua, toma uno de sus extremos y la une al báculo cruciforme. El viento sopla y el santo consigue navegar sobre las aguas. La combinación gráfica del báculo con la forma que adquiere el manto hinchado por los vientos, hacen aparecer el signo de Saturno <<<>>> (raíz sánscrita Sat-, el que es). Lulio equiparó la naturaleza de Saturno a la cualidad del vitriolo azoico que separa los metales. Para Isaac el Holandés, Saturno se presta, mejor que ningún otro metal, a dejarse extraer el Mercurio que hay en él. De ahí que San Raimundo pudiera así abandonar la isla, convertida en el "reino de Mercurio" y gracias al dominio sobre él, operase la primera parte de la obra hermética, la separatoria, pudiendo alzarse sobre el caos mercurial representado por la negrura de las aguas fluyentes. Las velas se hinchan gracias a la ayuda de un principio superior, el aliento de los dioses, el viento, sin cuyo concurso, con las meras fuerzas humanas, nada es posible. La leyenda resume en su parte final los contenidos de la segunda y tercera fase de la Obra: llegado al rocadal, golpea la piedra y del interior aparece una Virgen blanca, signo inequívoco de coronación de la segunda fase de la obra, el Albedo, cuyas características ya detallaremos más adelante. Pero el Santo no llega a un lugar cualquiera, sino que desembarca en un punto específico del puerto, conocido como la Plaza del Vino que, en su color rojizo, evoca el Rubedo, la tercera fase de la obra hermética; la piedra obtenida en la fase anterior, blancuzca e inconsistente, va multiplicando su poder y ganando en concentración, y, por tanto, en peso y dureza. La aparición del rojo en el matraz indica la feliz culminación de la obra. Estos tres colores son fundamentales en la operativa hermética. Están presentes en la leyenda de San Raimundo y en los muros de Barcelona. La Casa Xifré, en la Plaza del Palacio, frente a la Lonja de Mar, muestra en sus porches, entre caduceos de Mercurio y Cuernos de la Abundancia (ambas alegorías herméticas entre las más clásicas) las imágenes de un hombre Negro, un Eolo Blanco y un Piel Roja. En la mismo mausoleo de José Xifré en Arenys de Mar vuelven a encontrarse los tres colores simbólicos los mármoles que constituyen su panteón, cincelado por Aquille Gumery. Y en el Palacio Güell, no lejos de allí, Antonio Gaudí utilizó para el revestimiento del cupulín del terrado, una extraña piedra, negro azabache, obtenida de hornos de cal amortizados; dicha piedra, inicialmente roja y refractaria, se convertía al cabo de una veintena de cocciones en pastosa y blanquecina; diez hornadas más terminaban ennegreciéndola y vitrificándola. Esta misma piedra reviste el exterior de la cripta Güell en Santa Coloma de Cervelló. Xifré con símbolos, Gaudí con un material que adopta sucesivamente los colores canónicos de la Obra Hermética y San Raimundo con su devota leyenda, nos hablan de una materia prima que atraviesa tres estadios caracterizados por tres colores que definen las fases de la operativa hermética.

Los barceloneses que visitan la Catedral Basílica difícilmente llegan a estas conclusiones al pasar, la mayoría rápida y despistadamente, ante la capilla que el santo tiene dedicada en la nave sur, frente al coro y próxima al claustro. Allí pueden ver solamente la lápida, en la que destaca sobre el manto blanco y negro de los padres predicadores, una inmensa y descomunal llave de oro. Encima de esta lápida se encuentra el sarcófago con los restos del Santo y once extraordinarios relieves, de los que el primero muestra el milagro de su singladura mediterránea.

Cada 7 de enero, se celebraba en otro tiempo la exaltación del Santo; en esa fecha los fieles podían acercarse a su féretro e introducir un dedo en la parte inferior para tocar su cráneo. Perdida la tradición, no le queda hoy al visitante sino intentar comprender los motivos grabados en la urna, tarea difícil a tenor de la distancia a que la verja detiene al postulante de ciencia hermética. Pero la llave es fácilmente visible para todo aquel cuya mirada atenta busque respuestas. La llave esta pintada en Oro, mientras que el Mar, representado en la primera de las escenas esculpidas en el sarcófago del Santo, tiene el color de la Plata. Oro y Plata, nuestro Azufre y nuestro Mercurio, Alma y Espíritu; tales son las veladas alusiones que se esconden tras la iconografía que acompaña a San Raimundo.

Sendivogius, "filósofo por el fuego", autor de una memorable transmutación cuya lápida conmemorativa se encontraba hasta mediados del siglo XVIII, en el castillo de Praga -"Que alguien haga lo que hizo el polaco Sendivogius", podía leerse- sintetizó así el planteamiento de la Obra Hermética: "El Arcano de la Obra se contiene en el Azufre de los Filósofos, el cual, sin embargo se halla en una tenebrosísima cárcel, cuyas llaves guarda Mercurio. Mercurio, a su vez, se halla bajo la custodia de Saturno". Y Julius Evola, nuestro maestro, que comentó acertadamente este párrafo es mucho más claro y generoso en sus explicaciones: "Se trata de emancipar la forma sutil de vida (Mercurio) que une Alma y Cuerpo, de Saturno, que es el mismo cuerpo físico, el cual, en estado de ensimismamiento, atrae y fija en sí al Mercurio del modo específico indicado por <<>> (en oposición a <<>> )". Y más adelante añade: "Herméticamente, separar quiere decir extraer el Mercurio del cuerpo; una vez suspendida la acción del organismo animal sobre la fuerza vital, quedan también libres virtualmente los demás principios. Por eso se dice que Mercurio es la única llave <<capaz de abrir el palacio del rey que está cerrado>>". Gracias a la separación, el Mercurio vuelve a ser libre, en estado de posibilidad vital indeterminada (es lo que se conoce por "conversión de la Materia Prima") y así el Azufre interno encuentra abiertas las vías de toda acción trascendente y de cualquier transformación. Cesare Della Riviera había escrito al respecto: "El artista debe conocer bien el Azufre, que es la base de sus operaciones y debe liberarle a él y al Mercurio, prisioneros de Saturno. Solo entonces el Niño podrá manifestarse".

El Niño. Uno de los milagros más populares de San Raimundo, la resurrección de un niño que se creía muerto, está representado en el sepulcro del Santo. Pues bien, este "niño" simboliza nuestro Azufre, la semilla del oro, sofocado por el Mercurio e imposibilitado de brillar con luz propia, ahogado entre impurezas. Otra de las escenas milagreras, muestra a San Raimundo en el momento de la Consagración, levantando la hostia ante un hombre dominado por la lascivia y con sincero afán de "metanoia", arrepentimiento. En ese momento, el hombre, llamado Martín (de Marte, dios de la guerra, evocador de furia visceral e irrascible), vió a la Sagrada Forma transformarse en un Niño Radiante. Este milagro representado en la cuarta escena del sepulcro del Santo, indica el momento en el que el Adepto siente que algo dentro de sí ha cambiado y está naciendo; y lo siente como percepción viva y directa, completamente objetiva y con poder transfigurante y transformador. Es el nacimiento del Hombre Nuevo, el Niño del relato milagrero.

En el episodio siguiente, Raimundo resucitará a una mujer; la mujer, el elemento femenino, es siempre el símbolo de la parte emotiva y vital, mental e inteligible; la consiguiente purificación que ha sufrido el espíritu del adepto, triturando la materia prima, moliéndola en el mortero de ágata y uniéndola al primer agente, disolviéndola y coagulándola hasta que la textura del conjunto y su color nos den un blanco hojaldrado, se simboliza mediante la resurrección. Ahora si es posible renovar el espíritu, puesto que el alma -el Azufre de los alquimistas- ya ha lanzado sus primeros destellos y es a la luz de éste como se opera la transformación del espíritu mercurial.

El milagro siguiente escenificado en el sarcófago, es la curación de la mujer; a la purificación del espíritu, debía seguir su rehabilitación. Al Mercurio cambiante y lunar, representado por la notación <<>> , debía de sustituirle el Mercurio en la forma <<>>; éste, gracias a la luz trascendente -el Niño, el Hombre Nuevo, el renacido-, puede operar el milagro de la sanación del espíritu-mujer, o si se quiere del espíritu mercurial. La sustitución del signo lunar en la notación del Mercurio por la del símbolo de Aries, primer signo del Zodíaco, jefe de la manada, signo de carácter solar y olímpico, simboliza el cambio de cualidad de este elemento. Finalmente, Raimundo operará el milagro de la fecundidad.

Ahora ya no se trata de sanar ni curar nada, todo ha sido purificado y se encuentra preparado para formar un nuevo compuesto cuyo poder solamente hay que multiplicar. Esta última fase del trabajo hermético es representado en ocasiones por un árbol de múltiples ramas y en otras por el cuerno de la abundancia. Se trata de potenciar la unión entre Azufre y Mercurio, entre alma y espíritu, de manera cada vez más estrecha, hasta que aquel impregne completamente a éste y multiplique su poder. Según sea más o menos perfecta la unión entre Azufre y Mercurio, la capacidad transmutatoria de la piedra será mayor o menor, y tal es la explicación de porqué los distintos textos canónicos nos hablan de pesos, tiempos y cantidades diferentes de piedra transmutatoria para obrar la maravillosa alteración de la plata o el plomo en oro resplandeciente. Pero una vez más hay que recordar la clave: "El Arcano de la Obra se contiene en el Azufre de los Filósofos, el cual, sin embargo se halla en una tenebrosísima cárcel, cuyas llaves guarda Mercurio. Mercurio, a su vez, se halla bajo la custodia de Saturno". Saturno es el cuerpo físico. Mercurio, el espíritu. El Azufre, el alma. Para utilizar la llave de oro que nos muestra San Raimundo deberemos antes hacernos con el control del Mercurio y dominarlo, doblegar a ese elemento cuya textura es absolutamente similar a las aguas marinas, en su negrura y fluidez, gracias a lo cual puede entenderse que el primer y gran milagro de San Raimundo -navegar sobre aguas- abra las ilustraciones de su sarcófago.

Es importante comprender, pues, este proceso que se produce tanto en los minerales como en el interior del compuesto humano. Y es que en los sulfuros metálicos, como en el hombre, se encuentra la semilla del oro; hace falta ayudar a la evolución de estos metales para alcanzar la naturaleza incorruptible y regia del oro; para ello hará falta desprenderlos de su ganga, de todo lo que es superfluo y deleznable, habrá que eliminar los recubrimientos groseros que ahogan la semilla del oro. Una vez alcanzado un grado de refinamiento, casi diríamos, virginal, es preciso acelerar la multiplicación de esa semilla y fortalecer su poder. Obtendremos un catalizador susceptible de transformar el más bajo, opaco, pesado y maleable de los metales en oro resplandeciente. Pero esta operación no tendría sentido alguno más que satisfacer la ambición de los "sopladores" (falsos alquimistas), sino fuera por que tiene necesariamente un paralelo con el proceso interior que experimenta el alquimista en su propia ser. La chispa divina -el alma- está en su naturaleza, pero el soporte de la personalidad es material, de una sustancia muy diferente, densificada y opaca, que nada tiene que ver con el alma, sutil, incorpórea y luminosa. El cuerpo físico, hecho de materia, es atraído por esa misma materia y nuestros sentidos no perciben otra realidad que la material. Para colmo, entre el cuerpo y el alma existe una entidad intermedia, el espíritu, lo mental, lo volitivo, sujeto a la dualidad y cuya ley es el cambio, la mutación y la superfluidez. Ese espíritu es de una naturaleza diferente al cuerpo y al alma; sus procesos están íntimamente ligados al primero y, por tanto, el espíritu, está más próximo al mundo material y terrenal, que al de la pura luz divina. Sin embargo, rectificando este espíritu, limpiándolo de toda mácula, desligándolo de su servidumbre a la materia, triturándolo, en definitiva, calcinándolo y reduciendo su todopoder a la nada, se producirá una "ruptura del mixto". Por eso se dice que la alquimia es el arte de la separatoria: por que se trata de extraer el espíritu y, una vez desprendido, someterlo primero y exterminarlo después, sin contemplación. La unión cuerpo-espíritu-alma quedará entonces rota. Se producirá una situación parecida a la muerte. El cuerpo físico no podrá beneficiarse del concurso del espíritu; pero el alma es demasiado sutil para que pueda gobernar el cuerpo directamente. Será necesario que el espíritu purificado -la "rectificación del mercurio" es la operación alquímica concreta- se reinserte y recomponga la unidad del "mixto", pero no bajo la égida del cuerpo material, sino del alma. El peso de las operaciones recae sobre el espíritu, esto es sobre el Mercurio. El es la llave, él es la puerta, él es el misterio a penetrar y el tesoro que conquistar. Todo depende del Mercurio. Todo está en el Mercurio. Todo se genera dentro del Mercurio. Por eso el Mercurio es la Llave. [Foto 3.- LA TUMBA DE SAN RAIMUNDO]

Una llave de oro es el precioso símbolo que el guerrero, peregrino o buscador tiene para indicarle que está sobre el buen camino; la llave que le permitirá el acceso a los secretos herméticos celosamente guardados por la catedral, cerrará al obtuso todo encuentro con la Verdad. La llave, símbolo pristino de la iniciación, es, para quien ha podido situarse en el atrio del templo del saber, el instrumento que le permite penetrar en sus misterios. La llave es, a la vez, el símbolo del misterio a penetrar y del enigma a resolver; herméticamente la llave se identifica con el Mercurio. En la medida en que permite abrir, es símbolo de descubrimiento. ¿Qué mejor símbolo para indicar que ahí está la puerta de entrada al misterio hermético que una llave dentro de una Catedral?

La propia Catedral está sostenida a su vez y estabilizada en sus bóvedas por esas piedras circulares, finamente grabadas, que coronan el edificio y que son, también, sus claves. Los términos clave y llave proceden del mismo vocablo latino, clavis; el claviger era quien llevaba las llaves de Jano, dios bifronte de las puertas y de los caminos, pero también, y sobre todo, de la iniciación; la clave de bóveda y la llave de San Raimundo dan acceso, ambas, a la Puerto de los Cielos.

Hecha de oro, esta llave indica la más alta etapa de iniciación. El oro es también el metal que remite a los orígenes.

(c) Ernesto Milá - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción total o parcial de este texto