Independentismo y tempos
Lo reconoce hoy Mas, el capitán araña de la peripecia: “Catalunya no está preparada para la independencia”. Lo habían medido todo: décadas de inmersión lingüística y de adoctrinamiento en las escuelas, subvenciones sin límite a los medios de comunicación adoctrinadores, canales de radio y televisión que solamente difundirían retórica y mitos independentistas, tres referéndums… y, coño, cuando parecía que habían ganado y que, los neutrales se reblandecían por unos porrazos de los picos, resulta que el independentismo, a poco que sobreviva a la semana horrible que tiene por delante, tardará años en recuperarse. E incluso, lo más probable es que entre en el camino de la marginalidad.
Uno ha visto ya tantos movimientos e ideologías que eran “cool” y guais un día y al día siguiente eran tenidos como arcaísmos, que no alberga la menor duda en que en 20 años el 11-S se celebrará en un teatrito próximo a cualquier gediátrico.
El mensaje del Rey llegó en el momento en el que los independentistas estaban más crecidos: ya solamente –pensaban- quedaba proclamar los resultados del referéndum y declarar la independencia. Total, a fin de cuentas al resto de España todo parecía importarles un higo, no tenían apenas respuesta en Cataluña y nada impedía cortar el débil hilo que mantenía unida Cataluña al resto del Estado.
Sin embargo, después del discurso del Rey todo se puso en marcha:
1) primero reaccionaron, tímidamente, vecinos que estaban hartos de caceroladas y trapos colgados desde hace siete años,
2) seguido por la declaración del constitucional de que el pleno del parlament del martes es ilegal,
3) un par de días más y los buques insignias de la alta burguesía catalana (el Sabadell, CaixaBank, Gas Natural, etc, etc) migraron al resto del Estado,
4) cada vez más movilización popular españolista, primero en el resto de España, luego en la propia Cataluña… hasta el domingo en donde la manifestación se acerca al estándar del 11-S
El domingo a las 14:00 horas se tiene la sensación de que no son “cuatro partidillos fachas” los que están contra la independencia, sino que existe todo un movimiento nacional y popular que despunta, incluso en los rincones de la “Catalunya mes profona”…
Si algún tontopollas cree que con un referéndum cuestionable desde todos los puntos de vista (¿hay que creer obligatoriamente los resultados de la “consulta popular” dadas por la gencat del “mandato del pueblo catalán” –como titulaba ayer La Vanguardia- a Puigdemont para que declare la independencia?) se puede declarar la independencia pasado mañana esperando que la reconozca algún país (además de Kosovo, claro), lo lleva pero que muy mal.
El techo de la “magna obra” de Puigdemont, Mas, Junqueras y las virgencitas de Sant Jaume, ha sido, simplemente, romper la sociedad catalana en dos y llegar al punto de no retorno. El margen para “negociar” (que era la única salida que tenían desde el principio) se les ha reducido extraordinariamente después de la manifestación de hoy. Los “líderes independentistas” harían bien en valorar la nueva situación creada a las 14:00: no podía haber más detenciones sin antes demostrar que buena parte de la sociedad catalana estaba a favor de acabar por la vía drástica con siete años de revuelta independentista. Hoy, su libertad pende de un hilo ¡por que ya se ha demostrado que una operación de busca y captura sería apoyada por una parte de la sociedad catalana!
Siempre hemos albergado la oscura sospecha de que el independentismo ha estado dirigido por individuos tan ambiciosos e interesados como torpes, cortitos y minusvalidos intelectuales y con una débil capacidad de razonamiento lógico. Todo lo que ha sucedido en Cataluña en las últimas semanas nos ha confirmado en esta sospecha.
Ahora, claro está, toca “negociar”. ¿El qué? ¿Más autonomía? Esperemos que el Estado haya aprendido la lección: confiar en un nacionalista es como acostarte con un nido de alacranes en los pies y con una boa constrictor al otro lado de la cama. Ni siquiera se puede negociar el que la “banda de los cuatro” (Puchi, Junqueras, Forcadell, Trapero) salga indemne de la aventurilla ¿o es que ahora resulta que la “democracia español” va a confirmar que no existe “división de poderes”? ¿Quedarnos como estábamos? ¿Con los medios de comunicación y las escuelas adoctrinando a otro par de generaciones de catalanes? Va a ser complicado. Aquí ya nos conocemos todos, en el período desde 1979 hasta hoy “nos hemos mojado el culo juntos muchas veces”: aquí ya todos han desvelado sus cartas. Hay muy poco margen para la negociación, aunque, siempre, claro está existe la posibilidad de una rendición incondicional. Negociar implica tener confianza. El Estado ya no la tiene en el independentismo y el independentismo ha demostrado sus intenciones: ¿negociación? ¿sobre qué bases? ¿para llegar a dónde?
A una semana del 1-O hasta los más ciegos empiezan a reconocer que aquí termina la aventura independentista. La única duda es si el Estado va a tratar de resolver el asunto por la vía moderada (procesos y multas sobre el patrimonio) o bien por la vía drástica (recuperación de competencias en materia de educación, disolución de la Comisión Catalana de Medios de Comunicación, intervención económica de la Generalitat, revisión del estatuto de los mozos de escuadra…). Sea como fuere, todo indica que la broma ha entrado en la fase terminal. Lo que hoy ha quedado claro es que un sector de la sociedad catalana y buena parte de la sociedad española piden medidas ejemplares para que estas situaciones de inseguridad y de división no se repitan nunca más. Puchi y lo que queda de su gobierno, deberían pensar en dimitir, convocar nuevas elecciones autonómicas, antes de entrar en el furgón-jaula camino de Meco.
Queda una última cosa por decir. El 30 de septiembre el patriotismo español estaba muerto. Una semana después, salido de no se sabe dónde, ha resucitado. Claro está que el patriotismo español, de las últimas décadas es cíclico y ligado a éxitos deportivos, mientras que el independentismo es obsesivo y victimista. Lo que sí parece evidente es que los partidos de izquierdas que se han intentado colocar como “tercera fuerza” con sus llamamientos a manifestarse “vestidos de blanco”, por la negociación, han demostrado que, ni en Cataluña ni en el resto del Estado interesan a muchos.
¿Qué le ha fallado al independentismo?
1) No entender que en el siglo XXI la formación de nuevos Estados es algo que pertenece al pasado, no al mundo globalizado,
2) Creerse más fuerte de lo que es y creer sus cifras de asistencia a sus 11-S, pensar que representaba a “toda Cataluña” y no a un 30-35% y hablar en nombre de “toda Cataluña”, creyendo que el 65-70% no tenía nada que decir o renunciaba a decir nada.
3) Creer que existía una realidad social independentista más allá de un tejido asociativo irreal hinchado artificialmente mediante subvenciones, olvidando que los sectores que le apoyaban eran un mosaico de funcionarios de la gencat, borrokillas del a CUP, periferia de la “Cataluña profunda” y tejido social subsidiado.
4) Haber manejado mal los “tempos”, ignorando que, al final, los últimos movimientos son los que deciden la partida.
5) Calcular mal los “apoyos internacionales” que estaban a su favor: ahí la responsabilidad ha sido de Romeva del que esperamos un buen día conocer sus gastos en viajes aquí y allí ¡todo para hacerse una foto con Jimmy Carter el cacahuetero, foto pagada off curse!
Por todo ello, el independentismo está hoy a las 14:00 horas en situación de jaque dado por el adversario. Decimos jaque, no jaque-mate. Pero en apenas una semana ha pasado de “ofensiva estratégica” a “defensiva estratética”, después de unos días de “equilibrio de fuerzas”. Los “tempos”, ah los tempos…
Para el independentismo todo terminaba el día en que se proclamaran los resultados del “mandato dado por el pueblo catalán a su presidente”… Después, “lógicamente” (según la lógica absurda del independentismo), tenía que declararse la independencia que, dado que según su imaginario, “Catalunya es rica i plena” debería ser aceptada por todos, empezando por el Estado Español que seguiría comerciando con Cataluña, comprando a Cataluña y avalándolo en su entrada triunfal y rápida en la UE. ¡Señor, señor!
Cualquier mentalidad lógica es capaz de identificar los “tempos” con los que se ha movido el Estado:
1) Identificándolo con la corrupción del 3%, con el clan mafioso de los Pujol desde que se inició el “procés” hasta que una semana antes del 1-O se pringó a Puchi en una estafa de la compañía de aguas en Gerona mientras era alcalde.
2) Utilizando los recursos jurídicos del Estado para advertir primero, presionar después e imputar finalmente a los insensatos que movían el sarao independentista.
3) Mostrando en los días previos al 1-O síntomas de que podía reaccionar y que, de hecho iba a reaccionar y hacer, sino imposible el referendo, sí al menos restándole, no sólo legalidad, sino incluso legitimidad.
4) Reaccionar el 1-O con fuerza limitada dejando que salieran de la madriguera los núcleos más duros del independentismo.
5) Sacando la figura del Rey y, a partir de ahí, dejando que fuera la sociedad la que reaccionara tanto en Cataluña como en el resto del Estado.
¿El resultado final? Que sólo quienes ven TV3 (un 13% de la población catalana, tampoco vayamos a exagerar), leen La Vanguardia (el Ara no sirve ni para envolver bocatacalamares) y oyen CatRadio y RAC1, creen que el independentismo está vivo. En realidad, es un zombi que se mueve porque la gencat todavía aporta fondos… el día que tengan dificultades por pagar la broma, el zombi dejará de tener carburante y ni siquiera hará falta volarle la cabeza.
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