Catástrofes sociales (III-A)
En los años 60 la sociedad burguesa occidental entró en crisis y poco a poco vio como todos los valores que hasta ese momento habían sido emblemáticos se fueron derrumbando a velocidad siempre creciente. Primero irrumpió la revolución sexual a través de la contracultural, de la comercialización del Enovid (la píldora anticonceptiva) y de la minifalda. Estos elementos colocaron la piqueta de demolición sobre la sociedad burguesa. A esto se unió la crisis de la religión que hasta ese momento había sido tradicional y que empezó su autodemolición con las conclusiones del Concilio Vaticano II. En España, todo esto coincidió con el tardofranquismo y con la mutación radical de la sociedad a lo largo de los años 70. La llegada a España de millones de turistas en los años 60-70, provistos de otras costumbres, volvió a alterar la médula de la sociedad y de la moral burguesa española. A esto se añadieron los distintos avances tecnológicos que desde el vídeo hasta el ordenador personal y luego Internet supusieron cambios acelerados, no solo en las costumbres, sino también en la difusión de las ideas y en las actitudes de las gentes.
El problema ha consistido en que la sustitución de la sociedad burguesa por otro modelo de sociedad nunca ha conseguido estabilizarse y ha sido fuente de alteraciones y desequilibrios sociales. Para colmo, la llegada del zapaterismo, con su vacuidad ideológica, supuso el triunfo de la ideología de ONG, dictada desde las instancias de la UNESCO y elevó al rango de ley las ideas de “ingeniería social” (matrimonio gay, divorcio exprés, aborto libre, sociedad multicultural, igualdad sexual, nuevos modelos familiares) que se unían a las alteraciones generadas en los períodos inmediatamente anteriores y que, especialmente, cristalizaron en las sucesivas reformas educativas, cada una de las cuales sumió a la enseñanza pública y privada en una crisis más profunda. Esto nos llevó a una sociedad absolutamente individualista, en donde cada persona se encontraba replegada sobre sí misma, ausente casi por completo de las estructuras de la sociedad civil, desinteresada por cualquier cosa que supusiera el gobierno de la nación o de responsabilidades de cualquier tipo y, castrada absolutamente, de dos factores esencial para la supervivencia: cultura y espíritu crítico.
Para colmo, desde los medios de comunicación se impuso un proceso brutal de aculturización y bastardización de las masas, especialmente a partir de 1985 con la aparición de las televisiones privadas y los primeros despuntes de la Telebasura.
En la actualidad, la tercera crisis irresoluble que está sucediendo en España tras las crisis política (el sistema político nacido en 1978 está agotado) y la crisis económica (no hay modelo económico, luego no hay posibilidades de salir de al crisis), es la crisis social. Esta crisis se manifiesta en distintos terrenos:
a. Crisis demográfica.- El pueblo español ha dejado de tener hijos en número suficiente para perpetuarse en la historia. Como si su vitalidad se hubiera agotado y se resignara a desaparecer.
- En la actualidad, la tasa de natalidad española es una de las más bajas del mundo y está muy por debajo del mínimo exigido para asegurar la continuidad de la población (ver artículos en Infokrisis sobre la demografía española).
- Este dato se oculta adicionando la tasa de natalidad de nuestro pueblo a la tasa de natalidad traída por los inmigrantes. Más que una ocultación es un engaño basado en la norma humanitarista y liberal de “todos somos iguales”, sí, todos somos iguales, pero todas las culturas son diferentes y aquí de lo que se trata no es de lograr una tasa de natalidad que perpetúe el Islam sino de una tasa de natalidad que perpetúa al pueblo español.
- La crisis demográfica es síntoma de distintas patología sociales:
1) crisis de la familia tradicional,
3) modelo social y sexual igualitario que olvida que hombre y mujer tienen distinta fisiología y, por tanto, distintas funciones,
5) crisis económica y falta de ayudas del Estado a las nuevas parejas que les resta posibilidad de formar familias y tener hijos (salarios bajos, imposibilidad de acceder a viviendas dignas, elevadas tasas de paro juvenil, etc.)
6) Ideología de los “derechos” que ha sustituido a la realidad de los “deberes”, uno de los cuales es la perpetuación de la especie.
- En una sociedad así llama la atención el énfasis puesto en el aborto y la despreocupación que los Estados tienen hacia la tercera edad. Cuando una sociedad no duda en golpear u olvidar a sus capas más débiles es que una amplia patología social se ha apoderado de toda ella.
- En la actualidad no hay absolutamente ninguna razón por la que se pueda pensar que la natalidad del grupo étnico “español” aumentará y todo induce a pensar que hacia mediados del siglo XXI apenas será de un 25% a un 35% del total de la población residente en nuestro país y con una edad media próxima a los 40 años.
b. Inmigración masiva.- Estamos ante el principal problema económico-social del siglo XXI, que está fermentando ante nuestra mirada, sin que los poderes públicos, no solamente no hagan nada, sino llegando a negar que, efectivamente, sea un problema:
- El problema no es solamente que la natalidad española haya caído en picado, sino que 1 de cada 4 nacimientos en España es hijo de inmigrantes y en breve llegaremos a 1 de cada 3. Esto supondrá, junto a la llegada masiva de inmigración, una alteración sin precedentes históricos y en un período mínimo (en apenas 20 años) del sustrato étnico y cultural de nuestro país. Que nadie piense que esta alteración se va a producir sin generar enormes tensiones y conflictos.
- La inmigración se hace masiva por culpa del modelo económico generado por José María Aznar que entreabrió las puertas a la inmigración y lo hizo para abaratar el precio de la mano de obra. Luego vino Zapatero que abrió las puertas de par en par a la inmigración a causa de sus fantasías ideológicas, especialmente las de la “sociedad mestiza” y la “multiculturalidad”.
- Hoy, el problema de la inmigración es un problema económico-social de primera magnitud hasta el punto de que si no se resuelve (y la única solución es la repatriación masiva de los excedentes migratorios que llegaron entre 1997 y 2012) podemos afirmar con seguridad que no hay solución ni para disminuir las tasas de paro, ni para aliviar el déficit del Estado, ni para liquidar la economía sumergida, ni para alcanzar unos salarios dignos.
- La sociología enseña que la presencia de inmigración en un país no genera conflictos mientras esta se mantiene por debajo del umbral del 5%, a partir del momento en el que supera ese umbral se generan desequilibrios crecientes atendiendo a tres factores: el volumen de inmigración, su concentración en determinados barrios y zonas y su origen (pues no en vano hay colectivos inmigrantes más conflictivos y otros menos conflictivos).
- La llegada masiva de inmigrantes para alimentar el modelo económico del aznarismo supuso la llegada de 7.000.000 de personas en un país que mantenía un paro residual mínimo de 1.750.000 personas. Antes de llegar al “pleno empleo” (lo que hubiera encarecido el valor de la mano de obra) se prefirió abrir las puertas a la inmigración olvidando que el ciclo de la construcción es limitado y que ninguna economía mundial ha podido mantener una tasa de crecimiento basada en la construcción y que se prolongase más allá de 6-7 años. Nadie pensó en lo que ocurriría cuando las bases del crecimiento económico español (el ladrillo) se desplomara: nadie cayó en la cuenta de que tendríamos un ejército de parados inmigrantes que sería necesario subsidiar para evitar revueltas étnico-sociales e inflación de la delincuencia.
- Cuando se recuerda la presencia de 7.000.000 de inmigrantes en nuestro país (1.000.000 naturalizados españoles, 600.000 ilegales y 5.400.000 regularizados) se evita decir que solamente 1.500.000 está dado de alta en la Seguridad Social, 600.000 son jubilados europeos con un aceptable nivel de vida y el resto se trata de un grupo subsidiado que nuestro país no se puede permitir, ni en tiempos de crisis, ni en tiempos de bonanza económica.
- El aznarismo, basó el crecimiento económico y el aumento del PIB en la llegada anual de 600.000 inmigrantes, que alcanzaron una cota de 800.000 en el año 2005 cuando ya gobernaba ZP. La euforia económica de aquellos años venía dado por un PIB que subía continuamente ¡motivado no por una economía real creadora de riqueza sino por una economía especulativa y por el mayor movimiento económico que generaba la inserción anual de 600.000 consumidores adultos más llegados del extranjero.
- Cuando se afronta el problema de la inmigración hay que tener en cuenta que es, a la vez, un problema cultural, religioso, étnico, jurídico y económico: buena parte de los contingentes de inmigración que han llegado y están llegando son absolutamente inintegrables, tal como han demostrado décadas de intentos en esa dirección en los países europeos. Ni la inyección de fondos para la integración, ni una sociedad predispuesta a integrarlos, ha conseguido hacerlo con grupos étnicos separados por una brecha cultural y antropológica.
- A esto se une el problema del Islam, religión nacida fuera de Europa que concibe su expansión como conquista y que conforma un eje en torno a la cual debe girar la ordenación de todas las actividades a través de la “sharia”, la ley coránica. La imposibilidad de adaptar la “sharia” a la legislación europea es una fuente de conflictos que solamente se evidencia allí en aquellos territorios europeos en los que el Islam es mayoritario.
- Sería absurdo negarse a reconocer que la presencia de inmigración masiva en España ha alterado todas las cifras y todas las estadísticas sobre los comportamientos sociales: accidentes de carretera generados por alcoholismo, cifras de violencia doméstica, robos con intimidación, aparición de enfermedades tropicales, reaparición de enfermedades desterradas de nuestro país, etc.
- Hay que entender cuál es la naturaleza compleja del problema y aceptar el hecho de que han llegado a nuestro país unos contingentes de inmigración imposibles de integrar en el mercado laboral y en la propia sociedad española. Y solamente hay una disyuntiva: o repatriarlos o subsidiarlos, a la vista que integrarlos es algo imposible.
- Le negativa a afrontar este problema será –está siendo- el embrión de una crisis étnico-social sin precedentes que planea, no solamente sobre España, sino sobre toda Europa y que adquirirá su máxima virulencia a partir de 2020. Ninguno de los partidos mayoritarios en España acepta la inmigración como problema (en la medida en que PP y PSOE han generado el problema) y, por tanto, carecen de soluciones realistas para abordarlo. Por otra parte, la irrelevancia de las opciones que alertan en estos momentos sobre los riesgos de la presencia de 7.000.000 de inmigrantes, hace que no existan voces discordantes y la unanimidad sea total: no existe problema migratorio ni mucho menos étnico-social, así pues, no hay soluciones previstas.
c. Hundimiento del sistema educativo.- El sistema educativo español no responde a las necesidades de la sociedad española y, por tanto, no puede formar en ningún terreno (ni técnico, ni científico, ni humanitario) a los nuevos reemplazos.
- La crisis del sistema educativo español se inició a principios de los años 70 con la Ley General de Educación elaborada por los tecnócratas del Opus Dei. Desde entonces, y siempre a velocidad creciente, esta crisis se ha ido agravando con el paso de los años y hoy resulta completamente irresoluble: desde hace 20 años están saliendo de las escuelas promociones de adolescentes que ni están preparados para afrontar el futuro ni siquiera tienen la formación mínima suficiente como para poder decir que han salido del analfabetismo estructural.
- La educación española está en la cola de la europea y no hay absolutamente ningún motivo para pensar que en las próximas décadas los gobiernos que se irán sucediendo tomarán medida alguna para corregir este problema desde una perspectiva realista: hasta ahora todas las medidas que han ido adoptando se han caracterizado por generar un mayor hundimiento del sistema educativo y una mayor ineficacia en la tarea de formación de los jóvenes.
- Buena parte de este hundimiento se debe a las concepciones pedagógicas que se han ido imponiendo desde 1973 y que suponen distintas variaciones del mismo tema de la educación progresista: aprender jugando, sustituir los valores instrumentales (cultivo de la memoria, esfuerzo, sacrificio, constancia, deber) por valores finalistas (pacifismo, buenismo, igualitarismo, etc).
- El peor problema que afrontamos en estos momentos no es solamente que la doctrina pedagógica no funciona, ni siquiera que el ordenamiento educativo es completamente absurdo, sino que los profesores que deben aplicarlo han sido formados en escuelas normales que difundían esos criterios pedagógicos que, una vez puestos en práctica, se muestran como inviables generando un efecto demoledor en los enseñantes: pérdida de vocación, búsqueda de períodos de baja para eludir responsabilidades, inadecuación de la formación recibida con la realidad del medio pedagógico, etc.
- La presencia masiva de inmigrantes en las aulas (1 de cada 4 niños) se suma a estos efectos demoledores. A fin de “integrarlos” lo más rápidamente posibles, se han amontonado a niños procedentes de distintas nacionalidades la mayoría de los cuales ni siquiera hablan español, en una misma aula con el resultado que cabía esperar desde el principio: cuantos más inmigrantes están en un aula, más desciende el rendimiento académico de todos. Sin olvidar que algunas cultural (como la islámica en particular) desprecian el tipo de formación, para los cuales de lo que se trata es de que el niño, trabaje lo antes posible. Por otra parte, podemos pensar lo que supone para un niño de color el ver que todos los autores literarios, históricos, científicos, etc, son “blancos”.
- A esto se une el dogma de la coeducación que hoy es considerado como uno de los grandes errores de las concepciones progresistas: niños y niñas tienen distintos tiempos de evolución psicológica y agruparlos bajo la misma aula, hoy se sabe que constituye un error que no beneficia ni a unos ni a otros, sin embargo, el dogma implica que quien no lo cumple no recibe subvención.
- Hemos visto durante décadas como los niños pasaban de un curso a otro con asignaturas suspendidas sin que nadie advirtiera que se estaban generando analfabetos estructurales incapaces de dividir porque antes nadie se había preocupado de que sumaran, restaran y multiplicaran bien. Nadie, absolutamente nadie, alertó de este problema que ha destrozado culturalmente a una generación.
- Ante la imposibilidad de alcanzar un rendimiento aceptable del sistema educativo, la escuela se ha convertido en un lugar de almacenamiento de los niños cuando sus padres están en el trabajo, buscando trabajo, o simplemente abatidos sin trabajo. La escuela-almacén ha sustituido a la escuela-formadora.
- En España todo esto ha ido todavía más lejos dado el particular sistema autonómico de nuestro país en el que la enseñanza es una de las competencias descentralizadas, con lo cual, todas las autonomías, especialmente aquellas en las que existen formaciones nacionalistas, han tendido a constituir y difundir a través de la enseñanza una “historia” subjetiva y favorable a sus intereses regionales. El problema se agrava todavía más en aquellas autonomías en las que se enseña en una lengua propia a la que se añaden clases de castellano, comprimiendo a las asignaturas de ciencias a un espacio cada vez más residual (pensemos por ejemplo que en el Valle de Arán se enseña aranés, catalán, castellano y lengua extranjera, lo sorprendente es que queden horas lectivas para enseñar matemática, física, química, ciencias naturales o filosofía…).
- La única posibilidad de enderezar todo esto sería:
1) Que el Estado recuperara competencias en materia educativa.
2) Que los enseñantes actuales se reciclaran y siguieran cursos de formación obligatorios para liberarse de las escorias de las concepciones pedagógicas progresistas.
3) Que se habilitaran aulas para inmigrantes segregadas de las aulas con alumnado autóctono y que las clases en aquellas aulas fueran dadas por profesores originarios de su país.
4) Que los valores instrumentales pasaran a ser los únicos que se transmitieran en la escuela y que quedara al albur de los padres la transmisión de valores finalistas.
5) Que el esfuerzo, el mérito, la dedicación y la superación de las pruebas, fueran el único elemento que permitiera el paso de un nivel de enseñanza al superior.
- Ahora bien, para que todo esto pudiera realizarse haría falta una voluntad política presente en alguno de los partidos mayoritarios, voluntad que está completamente ausente en la totalidad. Y por otra parte, debería de estar extendida entre los docentes la necesidad de otras concepciones pedagógicas (o el retorno a las antiguas), algo que dista mucho de existir. De ahí que no veamos de qué manera el sistema educativo español podría salir del último puesto de la educación europea y cómo podrían superarse los niveles de fracaso escolar.
- La quiebra del sistema educativo no sería un drama si las familias españolas funcionaran aceptablemente bien. La familia es un buen marco para la transmisión de conocimientos y para la educación. Lo que no da la escuela lo puede dar la familia. Pero esto no ocurre sino todo lo contrario: ya hemos visto como la familia está en quiebra y lo que es peor: llevamos ya dos generaciones de jóvenes que han salido de una escuela en crisis y que, por tanto, ellos mismos, al formar una familia, tienen déficits de formación que se transmiten siempre y se agravan habitualmente en los hijos.
© Ernesto Milà – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción de este artículo sin indicar origen.
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