Nada es lo que parece...
Infokrisis.- Tiene gracia que hoy precisamente hayan inhabilitado mi perfil de Facebook. No ayer, ni hace un mes, ni siquiera dentro de una semana, sino hoy, precisamente cuando el que suscribe se preparaba para ejercer sus dotes de videncia. Ayer lo comenté con quienes tuve ocasión: “El asesino de los niños judíos, será sitiado, morirá y la gran prueba de su responsabilidad en el crimen será… la cámara y la filmación que realizó”. Era fácil preverlo, ¿de qué otra manera podía encajarse la anormalidad de un asesino que llevara una cámara? Simplemente para autorresponsabilizarse: aquel a quien se encuentra con la cámara a dos metros de su cadáver, aquel será, impepinablemente, el asesino de los niños judíos. El crimen, una vez más, apesta a servicios de inteligencia (o a “agencias de intoxicación”). Ahora explicaré por qué.
Siempre se elije emotividad
Existe antisemitismo, claro está, pero incluso el antisemita más antisemita no puede evitar tener un bagaje cultural. Todas las civilizaciones, todos los horizontes culturales, abominan de matar a niños. Es casi un tabú. No en vano incluso en los despiadados EEUU se ejecuta a jóvenes… una vez cumplida la mayoría de edad, nunca antes. Solamente los psicópatas no tienen ningún reparo en matar a niños. El problema es que psicópatas hay en todas partes (un 2% de la población, lo es). Los hay en grupos terroristas, al frente de empresas, sentados en el gobierno, y los hay, claro está, en los “servicios especiales” y, por supuesto, entre los grupos de delincuentes.
Para los terroristas matar a un niño implica inmediatamente desprestigiar su propia causa. Supone apelar a la fibra emotiva y sentimental de la población: “Yo estoy con la causa árabe, pero eso de que maten a niños judíos me repele”. Lo coloco entre comillas, pero ese es mi pensamiento y el de casi toda España. Doy por sentado que solamente pueden matar a niños judíos, gentes xenófobas, racistas, fundamentalistas islámicos, antisemitas recalcitrantes y psicópatas de todos los pelajes. Luego, haciendo un ejercicio crítico empieza a pensar que alguien que efectivamente fuera antisemita apuntaría más alto: ¿para qué matar a cuatro niños judíos habiendo un Embajador del Estado de Israel o un presidente de la comunidad judía de Francia, varias docenas de rabinos titulados o incluso adultos judíos? Cualquier rabino, por ejemplo, es accesible para una bala de 9 mm y un anciano indefenso no es mucho menos vulnerable que unos niños. Máxime cuando los rabinos son, desde el período de la diáspora, los que han dado forma a la comunidad judía modelándola como el alfarero actúa sobre el barro.
Si han elegido como víctimas a niños es por el impacto emotivo y sentimental que la muerte de todo infante provoca en la opinión pública. No se trataba de matar a “judíos”, sino de matar a “niños judíos” para que el impacto fuera mayor. Y también, dicho sea de paso, para desprestigiar absolutamente a la causa que se dice defender: la causa palestina, la causa del mundo árabe contra Israel, la causa del “repatriacionismo” de inmigrantes, etc.
No es el primer atentado “extraño” que se comete en los últimos 200 años de historia, atentados que no benefician en nada a la causa que dicen defender sus autores reales o supuestos. En Sarajevo murió el archiduque Francisco-José y no puede dudarse de que Gavrilo Prinzip lo asesinó a la vista de todos. El archiduque era una buena pieza de caza… pero no los niños judíos.
A veces es preciso que mueran pobres gentes para que las masas reaccionen. Fijaros en el 11-S, se dijo inicialmente que habían muerto 30.000 personas, luego fueron solo 3.000, pero la inmensa mayoría de esas 3.000 eran pobres genes, turistas extranjeros, personal de limpieza, bomberos de Nueva York y policías. O fijaros en el 11-M, sin ir más lejos: un atentado que hace bascular 2.000.000 de votos del PP al PSOE a cambio de las vidas de 192 personas modestas, en buena medida inmigrantes y trabajadores que acudían a sus puestos de trabajo. En todos estos crímenes no hay ni una sola persona con capacidad económica suficiente y valorada socialmente como para inducir a abrir una investigación más exhaustiva sobre estos crímenes. Todos son pobres gentes cuyas familias enjugarán su dolor con una indemnización más o menos modesta, pero que para ellos supondrá una ayuda incalculable. Y callarán sus dudas sobre el crimen. En el Caso Papus, por ejemplo, quienes no están dispuestos a hacer declaraciones son los herederos del conserje asesinado: como si una indemnización les hubiera taponado la boca, las entrañas y el corazón. A pesar de que ellos son los primeros en saber que el asesino de su ser querido sigue en la impunidad.
En esta ocasión ha sido preciso que murieran cuatro niños judíos para edificar otro altar a la infamia. En “operaciones psicológicas” nada es lo que parece: se trata de crear un impacto en la opinión pública partiendo de un hecho traumático que, o bien se genera o bien se aprovecha habiendo sido generado por otros.
¿A quién beneficia el crimen?
El principio de toda investigación criminal es responder a esta cuestión “¿a quién beneficia el crimen?”. Podemos establecer dos hipótesis “conspirativas” (más no conspiranoicas):
- En Francia, en 2012, en la primavera, resulta imposible separar cualquier episodio traumático de la campaña electoral para las elecciones presidenciales que tendrán lugar próximamente. En ellas hay tres candidatos muy igualados: Hollande, Sarkozy, Marina Le Pen… Sarkozy ha decepcionado en estos cinco años, tras fotocopiar el programa electoral, los gestos y las actitudes del Front National, una vez conocidos los resultados electorales, dejó esas buenas intenciones en el baúl de los recuerdos y en Francia, tanto la situación del orden público, como de la inmigración, por citar dos temas sensibles de la derecha, han ido empeorando. En condiciones normales, varios millones de votantes de 2007 no le volverían a votar y el voto originario de la derecha-dura volvería a su caladero originario, el Front National que parte con candidato e imagen renovada. La acusación que se suele hacer al Front National es que es “xenófobo, racista y antisemita” que es precisamente la catalogación que se ha dado al asesino de los niños judíos… aun a pesar de que se trate de un argelino. Habrá que esperar las declaraciones de Sarkozy que tronarán contra los inmigrantes procedentes de Argelia para satisfacer al electorado de la derecha-dura y le permitirán articular un discurso anti-inmigracionista y de orden público sobre bases que satisfarían a los electores naturales del Front National (porque si Sarkozy llega a la segunda vuelta de las elecciones será porque logra retener esos votos, no por otra cosa). Desde este punto de vista, el crimen habría estado organizado por “servicios especiales” (públicos o privados, que los hay) a efectos de alterar la campaña electoral. Realmente poco, si tenemos en cuenta que en España fueron necesarios 192 víctimas para lograr el efecto que se pretendía de desplazar dos millones de votos de una candidatura a otra.
- A nivel internacional, cada vez resulta más evidente que buena parte de los contenidos de la información diaria están vinculados a la guerra que estallará en Oriente Medio, la guerra para salvar al capitalismo y poner en marcha de nuevo los mecanismos de producción, consumo y enjugar grandes beneficios por la reconstrucción de las zonas afectadas. Toda guerra precisa de una etapa de “preparación psicológica” de las poblaciones, hasta que estas se hacen a la idea, no solamente de que la guerra es inevitable, sino de que es necesaria, justa y conveniente. Se hace la guerra a los “malvados”, y los malvados son, en primer lugar y sobre todo, los que matan a niños. En la otra “acera” ocurre exactamente lo mismo: cuando se quiere desprestigiar a la causa judía se colocan fotos de niños palestinos asesinados. ¿O es que creéis todavía que hay alguien “inocente” en cualquier escenario de cualquier conflicto? Este tipo de atentados, con víctimas inocentes judías (o árabes), proliferarán en los próximos meses en Europa. Los EEUU (y los “señores del dinero” que se atrincheran en el skyline neoyorkino) precisan el concurso de los países de la OTAN en la agresión contra Irán y contra el mundo árabe. Hace falta, pues, crear entre la opinión pública europea un clima favorable a la intervención al lado de Israel: para ello hace falta que mueran niños judíos… y que el asesino sea de origen árabe.
Hay “operaciones psicológicas” (auténticos crímenes sin justificación) que se realizan obedeciendo a varias orientaciones. Tras ellos no hay solamente una mente criminal y unos intereses concretos, sino que responden a un “pool” (un grupo de intereses) que los instiga, siendo realizados por una agencia de “trabajos especiales” (pública o privada, que las hay, como decía antes). Es pronto para intuir a qué obedece todo esto. Y si redactamos estas líneas que tienen algo de ambiguo es, sin duda, para estimular el espíritu crítico de los lectores: “¿A quién beneficia el crimen?”… lo iremos viendo con más claridad a medida que pasen los días.
PD.- ¡Que mala mata que, precisamente hoy, me hayan inhabilitado el perfil de Facebook! Este artículo lo podrían haber leído 4.000 personas solamente apretando una tecla y hubiera podido ser reproducido para otras 8-12.000… ¿Es que hay alguien que no quiere que se estimule el espíritu crítico? ¿o es que el que suscribe se está volviendo conspiranoico? Me temo que es lo primero porque lo que he aprendido en la vida –Evola me lo enseñó- era la objetividad: ver el mundo tal cual es, no tal como nos quieren presentarlo.
© Ernesto Milà – prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.
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