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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Eduardo Arias: eternamente agradecido por tu

Infokrisis.- Hay dos leyes de la mercadotecnia que el libro de Arias nunca toca: La primera la hemos mencionado ya ("para vender algo hace falta que el producto sea actual y demandado por un sector de la población"), la otra es de fácil enunciado: "un producto caído no se levanta jamás, por mucho dinero y esfuerzos que se inviertan". Lo sabe cualquier aprendiz de brujo de marketing y es lo que se enseña en los primeros meses y siempre con el mismo ejemplo: el Agua de Solares, líder de venta en aguas minerales durante el franquismo y en una de cuyas botellas apareció un "bichito" que entrañó una caída de ventas radical e instantánea. La marca había caído. Todo el dinero invertido en tratar de levantar la marca se perdió y nunca se recuperaron los niveles de ventas de otro tiempo (ni siquiera hoy a 40 años de distancia). El franquismo, la falange, el ramirismo, son modelos caídos, más que caídos, desaparecidos por completo. Se inviertan 1.000 o se inviertan 100.000, la cosa no varía: han dejado de interesar. Están muertos y enterrados y son historia. Y ya es preocupante que un libro sobre marketing no mencione esto que sí es una "ley inmutable".

En cuanto a la primera ley, también ausente (seguramente por demasiado obvia) vale la pena planteársela: ¿Existe demanda social para un producto que contenga tres aristas (inmigración - corrupción - crisis)? Y la segunda pregunta: en el caso de que exista esa demanda social, ¿estaríamos en condiciones de realizar una guerra de posiciones?

La respuesta a la primera pregunta es : hay demanda social tal como demuestran las encuestas mensuales del CIS. Hay gente preocupada por la inmigración, hay gente preocupada por la corrupción y hay gente preocupada por la crisis. No se puede dudar de que estos tres temas tienen interés para la población. Respuesta siguiente: sí, podemos hacer algo en estas tres materias… Hay buenos argumentos para realizar esta afirmación.

El primero de todos es que ni PP ni PSOE pueden abordar estos tres temas sin traicionarse a sí mismos. En algún caso extremo -Sarkozy en Francia en las últimas presidenciales- la derecha liberal se limita a copiar el programa de otro partido anti-inmigración y ofrecerlo con altavoces mucho más potentes. Más dura será la caída. El electorado exige soluciones rápidas: y Sarkozy no las tiene porque tenerlas implicaría situarse fuera del tren de la globalización. Así pues, en este 2010 veremos la recuperación de Front National francés. En España, el PP (incluso CiU o el PNV) pueden adoptar coyunturalmente alguna consigna anti-inmigración (si bien prefieren trabajar el voto inmigrante) pero sólo ocasionalmente. El problema ha alcanzado tan grado de profundidad que ya no se requiere un mero parche sino que hacen falta políticas enérgicas que el PP no está en condiciones de practicar dada la heterogeneidad de sus partes y sus compromisos internacionales.

No, la derecha puede aprovechar poco todos estos tres fenómenos (inmigración - corrupción - crisis) porque es parte de ellos y porque, en esencia, sus puntos de vista no varían mucho del PSOE. Por otra parte, no es menos cierto que los damnificados por estos fenómenos no figuran entre los electores de la derecha, sino más bien entre los de izquierdas y entre las bolsas de abstención. Es ahí en donde hay que mirar de identificar a esos "sectores sociales" que… por supuesto, no están dispuestos ni a seguir al águila franquista, ni a las banderas de la falange.

Vender un productor político precisa una estrategia de marketing previa y eso pasa por seleccionar al grupo target (al objetivo que debe de consumir ese producto) realmente existente. Hecho esto, todo lo demás es mucho más fácil: se trata simplemente de idear consignas que puedan interesar a esos grupos sociales y difundirlas en su entorno. ¿Y el resto de la población? ¿Para qué perder el tiempo? El marketing es así de implacable: si un producto lo puede aceptar un grupo, ¿para qué perder tiempo y energías tratando de difundir en otros sectores?

Pero lo esencial es identificar al "consumidor final": jóvenes preocupados por el paro, sectores modestos de la población que han visto sus ingresos disminuidos por la llegada de inmigrantes, gentes con dificultades para llegar a fin de mes que contemplan airados los casos de corrupción, pequeños empresarios asfixiados por la crisis y la política gubernamental, parados, etc. La habilidad es llegar a ellos con discursos simples y sencillos, sin duplicidad, sin sensación de mercancía averiada, sin dobleces. Eso solamente puede hacerse agrupando a cuadros políticos de cierta calidad. Y esto solamente puede lograrse adoptando dos actitudes: abrirse a la sociedad (todo lo que hemos dicho antes sobre tratar con grupos independientes, con asociaciones de vecinos, impulsarlas, etc) y generando en los gropúsculos hoy existentes una dinámica de lucidez política consistente en: dar el mando a los cuadros que obtengan mejores resultados, adoptar las iniciativas que hayan dado en algún lugar beneficios, abandonar cualquier veleidad de tocar otros temas que no sea la "trilogía crisis - inmigración - corrupción", elaborar un programa imaginativo y atractivo sobre estos temas; en una palabra: generar un nuevo sistema de jerarquías dentro del movimiento.

Para "abrirse a la sociedad" hace falta disponer de "algo". De la misma forma que los destilados surgen de fermentados atrapando el grado alcohólico y desechando otros elementos generalmente aromáticos, en la actualidad de lo que se trata es de destilar las organizaciones existentes, agrupar a los mejores cuadros y generar su apertura a la sociedad. No es fácil, pero es la única vía. Sin una masa crítica inicial de cuadros no hay posibilidades de realizar absolutamente nada, pero si esos cuadros permanecen afectos a la extrema-derecha clásica, por buena que sea su calidad, tampoco lograrán efectos de ningún tipo. Esos cuadros, por el contrario, deben buscar y encontrar en los sectores sanos de la sociedad a elementos que respondan a estímulos concretos: "inmigración - crisis - corrupción".

La lucha política es una gigantesca operación psicológica en la que se trata de penetrar en la mentalidad del consumidor, esto es del elector. Hacen falta medios… pero también ideas. Concentrando esfuerzos en un pequeño sector del "frente" se optimizan inversiones y se concentran medios. Lo que hacen falta son cuadros capacitados e ideas originales. Arias nos viene ahora con memorias históricas, 20-N y "grandes innovaciones" (banderas españolas en vertical en lugar de en horizontal).  Ni nos parecen grandes ideas, ni con ellas se puede movilizar a cuadros capacitados. No se va a penetrar en las mentalidades modernas vendiendo próximo pasado, sino temas de interés presente.

Post criptum


Y ahora unos comentarios a la respuesta de Arias en patriotas.es. Arias se aferra al tema de la "autonomía histórica" que yo solamente he mencionado en una ocasión y lo hace sin darse cuenta de que también aquí, dentro de cinco años, hará 20 que Laureano formuló este tema. Hoy no creo que lo hiciera y por una sencilla razón. Muy poca gente cree hoy que haya que estar vinculado necesariamente a una opción histórica. En 1995 era diferente. Había todavía sectores amplios de la ultraderecha que seguían afectos al sector histórico. Todo esto ha ido disminuyendo y en realidad salvo unas cuantas decenas de ultras siguen declarándose franquistas o falangistas. Y casi diría que, visiblemente, cada vez menos.

Dice Arias que no le extraña que yo no sea franquista pero que le sorprende que trate de que otros no lo sean. Pues no debería de sorprenderle: el agua y el vino cada uno en su terreno son la leche… pero el agua mezclado con vino es lo peor que puede hacer un tabernero y el vino mezclado con agua de riego puede dar al traste una cosecha. Mi razonamiento es muy simple y parece increíble que después de 11 años debatiendo esta cuestión Arias todavía no haya pillado mi posición: si en un movimiento político se extrapolan temas que interesan a sectores de la población, con temas que no interesan, aparece la sensación de que vende "mercancía averiada". Y esto ocurre en el momento en que se asume un modelo histórico -el franquismo- para un tiempo que no tiene nada que ver con lo que fue el franquismo -el tiempo presente-.

Hay camaradas con los que se ha hecho parte del camino y siempre queda algún tipo de compromiso con ellos. El mío en este terreno es recordar a carlistas, falangistas y franquistas que con esas ideas HOY no se puede hacer política y que cualquier intento que hagan se toparán con la inevitable inadecuación de sus ideas al tiempo presente. Lo normal sería que esos camaradas intentaran sobre todo hacer trabajo cultural, divulgativo, archivos, conferencias, charlas, etc, en el marco de fundaciones ya existentes (y que, en buena medida están medio muertas) o de otras que podrían nacer. Pero hoy, en 2010 colgar carteles de Franco, José Antonio o Ramiro en la calle, pensando que con eso se está haciendo política y militancia es algo tan ingenuo que parece increíble que haya gente que todavía lo piense, tal como lo hace Eduardo Arias.

Hay algo más y no precisamente secundario. El hombre es el único animal que tropieza varias veces con la misma piedra. Lo normal, cuando se tropieza con una piedra, es rectificar el tiro y pasar por otra parte, no darse de nuevo el mismo coscorrón en el mismo sitio. ¿Tropezar? Sí, tropezar: cuando no se tiene ni un diputado nacional, ni autonómico, cuando no se tiene ningún peso político, es evidente que se ha tropezado. Arias, en cambio opina que lo normal es hacer siempre lo mismo, de la misma manera para tropezar en la misma piedra: no es la primera vez que Arias intenta vender estos planteamientos: son ya 30 años en la misma onda sin variar un solo punto la orientación. Demasiado tiempo y en una soledad creciente: menos militancia y la poca que hay cada vez menos motivada por estos temas. De no ver por Internet, seguramente ésta prédica de Arias ya se realizaría en solitario.

La otra actitud consiste en ir rectificando el tiro: si falla un experimento se analiza por qué ha fracasado y se tira por otro lugar. Nunca por el mismo, porque las leyes de la física imponen que si en un proceso están presentes los mismos elementos en las mismas condiciones el efecto es siempre el mismo: fracaso, fracaso, fracaso. Por eso la extrema-derecha ha fracasado en estas últimas décadas y donde fracasó Fuerza Joven, Nación Joven, fracasarán sus avatares actuales. Y en ocasiones, a uno le jode que amigos y camaradas pierdan el tiempo miserablemente en intentar abrir caminos que desde el principio se ve que son impracticables. El de Arias no es que sea impracticable es que es inexistente.

La situación de España hoy en 2010 comparada con la de España en 1936 se parecen como un huevo a una castaña y no estoy dispuestos a perder el tiempo aportando datos de todo tipo para algo que sólo Arias no ve.

Ahora resulta que el libro que me pasó Arias como Marketing de Guerra… no es Marketing de Guerra, sino un resumen.

El contador de Word me marca 9.753 palabras y 17 páginas. Demasiado, me apeo en 10.000 palabras. No creo que el planteamiento de Arias precise tanta explicación. Mira camarada: Si tú crees que la ultraderecha va a conseguir crecer con tus planteamientos, pues, ánimo y adelante. Por mí te dejo campo libre. .

Decir que existe un mercado porque hace 10, 15, 20 o 30 años existían 350.000, 750.000, 1.500.000 de franquistas, me parece algo tan insensato que no merece ni comentarse, ni siquiera volver a comentar algo que ignora por completo todas las reglas de la mercadotecnia expuestos en ese maravilloso libro que ahora resulta que no he leído: que una base de datos con más de tres años de antigüedad no sirve absolutamente para nada. Así que vete haciendo a la idea de que lo que se movilizó hace 10, 15, 20 o 30 años (que no era tanto por mucho que El Alcázar hinchara las cifras de manera casi infantil) nunca más, volverás a verlo salvo en sueños. Que hables de nuestra capacidad de movilización hace ¡30 putos años! y la intentes transferir a 2010 es un chiste que habla por sí mismo. Y ante lo cual no creo que haga falta decir nada más, ahora que he llegado a las 10.000 palabras añadiendo firma...

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