Referendos de chichinabo para una independencia de pixiglás
Infokrisis.- El regionalismo en Catalunya siempre ha sido una tendencia desde el bombardeo de Barcelona por Espartero y desde la lucha por el proteccionismo para la industria del textil. Esto basta para intuir que en Catalunya, como en el resto de Europa, el nacionalismo que nacería quedaría indeleblemente vinculado a la burguesía local. Vamos a realizar una pequeña excursión que nos llevará a la formación del independentismo moderno y a la actual oleada de referendos independentistas.
La formación del independentismo actual
A diferencia de Euskalherria, en Catalunya la burguesía alumbró un "regionalismo", más que un nacionalismo. Inicialmente, eran pocos los que sostenían que Catalunya debería separarse de España, su idea era que, Catalunya era la parte "seria" del Estado español y reivindicaba llevar el timón de España. A lo largo del primer tercio del siglo XX, en cambio, una parte del regionalismo catalán se desliza hacia el independentismo.
En este proceso no es que las "clases populares" (que antes de la guerra fueron primero lerrouxistas y luego anarcosindicalistas) se incorporaran al independentismo, sino que fue la burguesía de izquierdas las que lo hizo.
Después de la guerra civil el independentismo estuvo ausente por completo de la oposición antifranquista que lo único que fue capaz de alumbrar fueron protestas cívicas, habitualmente encabezadas por Jordi Pujol y su entorno. Los partidos independentistas fueron pocos y escasos de militancia: el Front Nacional de Catalunya, a pesar de su nombre, nunca reunión a más de 150 personas, su escisión el Partit Socialista d’Alliberament Nacional apenas fue un poco más lejos y el grupo armado Front d’Alliberament de Catalunya sobrevivió no más de tres años quedándose a distancia de ser la "ETA catalana". Poco ruido, pocas nueces y solamente un guardia civil asesinado frente a la delegación de Hacienda. Afortunadamente, quedaría por decir.
Sin embargo, durante la transición se produjo un fenómeno digno de mención: los partidos de la oposición democrática, absolutamente todos, se contagiaron pronto del "regionalismo" catalanista que hasta hacía poco había sido solamente patrimonio del centro-derecha y de la derecha catalana. Esto puede atribuirse al elemento emotivo y sentimental presente en todo fenómeno regionalista que aleja siempre de la racionalidad y del sentido común y pasa a valorarlo todo con el corazón.
El resultado de los primeros procesos electorales en Catalunya desdijo la primera impresión: el PSUC que hasta ese momento había sido con mucho (y con sus 130.000 afiliados en 1978) la columna vertebral y la fuerza hegemónica en la oposición democrática se quedó con apenas un 14%. Emergió de la nada un PSC-PSOE que hasta ese momento jamás tuvo más de 200 afiliados y CiU que nunca antes había pasado de ser un círculo informal en torno a Pujol. Sin embargo, fueron estos últimos los que se configuraron -utilizando el elemento "regionalista" que, a todo esto, ya se había convertido en "nacionalismo"- como fuerza hegemónica. La izquierda comprobó que sus llamamientos a la liberación de la clase obrera, a la "construcción del socialismo", caían en la atonía: lo que lograba subyugar a las masas era la emotividad y el sentimiento. Así pues, por razones electorales, la izquierda catalana PSUC y PSC-PSOE -ERC había sido durante la transición inexistente y después minúscula- emprendió una enloquecida carrera, cada vez más descarada, para demostrar que eran más nacionalistas que los nacionalistas.
El proceso tuvo como resultado el que siempre en Catalunya (y por razones diferentes de Galicia) los niveles de participación electoral siempre fueran descendiendo. La explicación reside en que el cinturón industrial de Barcelona, mayoritariamente formado por inmigrantes de otras regiones del Estado durante el período 1950-1870, estaba débilmente catalanizado y rechazaba el nacionalismo creciente de la izquierda. Este proceso explica porque en las zonas en donde hasta 1986 el PSUC era fuerte, a partir de ese momento empezara a registrar las zonas con más abstención en Catalunya… y con más votos para la derecha, el Partido Popular, proceso que culminó en las elecciones de 2000 y tuvo su punto de inflexión en el gigantesco error político e histórico de Aznar apoyando la invasión de Irak: las masas llegadas de la izquierda encontraron un eco en su "antiimperialismo" de otros tiempos y rechazaron en 2004 dar el voto al PP. En sucesivas consultas electorales, especialmente a partir de 2004 el abstencionismo ha ido creciendo en Catalunya, llegando a participar menos del 50% del electorado en el referendo sobre el Nou Estatut y llegando al 50% en la ciudad de Barcelona en las elecciones municipales de 2007.
Como en todos los procesos socio-electorales, a lo largo del periplo 1986-2009, también en Catalunya ha existido voto de protesta y procesos sociológicos curiosos. Entre los primeros destaca el que pequeños sectores de CiU, especialmente de Convergencia Democrática de Catalunya, el partido de Pujol, se han ido desencantando con la línea pactista, oscilante, oportunista y, en buena medida corrupta (tanto por parte de CDC como de UDC) y, si experimentaban el "tirón" emotivo del nacionalismo, dieran un paso más allá y dieran forma a su protesta a ERC partido que, históricamente, tras la transición, ha englobado el voto de protesta llegado del nacionalismo y llevado hasta el independentismo. Básicamente, ERC no "subía" cuando lo hacía "bien", sino que lo hacía cuando CiU lo había "mal" o "muy mal".
Sin embargo, la inconsistencia de ERC ha sido palpable a lo largo de los últimos 30 años, se ha demostrado en que su crecimiento y mengua ha tenido el perfil de unos dientes de sierra. Tuvo cierto despunte con Heribert Barrera; luego cayó; volvió a tener cierto protagonismo con Ángel Colom y Pilar Rahola; luego, tras expoliar las arcas del partido, ERC volvió a la atonía; más tarde con Carod subió algo y gobernó: era su techo histórico. En ERC ni hay ideólogos, ni líderes políticos, sino como máximo agitadores de bajo perfil a los que se les ha dado la posibilidad de lanzar sus arengas por TV y especialmente por la televisión catalana.
A diferencia de CiU, ERC se marca como objetivo la independencia… y tiene prisa o de lo contrario sabe que el reflujo le alcanzará. La operación de los "referendos de chichinabo" era la esperanza de ERC de llegar reforzado a las elecciones autonómicas del próximo mes de noviembre. Las encuestas le son desfavorables, casi diríamos, ampliamente desfavorables. La trayectoria del diente de sierra apunta hacia abajo.
Luego está el fenómeno sociológico al que aludía: desde 1986 se ha ido formando un nuevo independentismo sin apenas precedentes en la historia de Catalunya. Antes de la guerra ya existieron formaciones como Palestra o Nosaltres Sols, incluso en cierta medida los Escamots de Estat Catalá, que agrupaban al independentismo radical, juvenil y con cierta propensión a la violencia verbal o física. El revival de todos estos grupos en la transición constituyó un fracaso absoluto. Sin embargo, el rechazo a la política de CiU, la desconexión completa del PSUC con las masas populares a partir de 1990, la identificación del PSC con la corrupción felipista que tuvo en Catalunya buena parte de su campo de acción, todo ello generaron que, a partir de 1980 en los institutos de enseñanza media en Catalunya fuera habitual la formación de una extrema-izquierda independentista y de una extrema-derecha españolista. Tras la disolución de Fuerza Nueva y con la progresiva pérdida de vigor de estos últimos, los independentistas quedaron durante un tiempo como dueños del terreno juvenil (1986-1989). Es en ese preciso momento en el que se constituye el Moviment de Defensa de la Terra, como opción "frentista" del PSAN. En la lógica de estos grupos extremistas, el MDT era el "frente político" justificado por la existencia de un "frente militar", "Terra Lliure".
Esta dinámica logró galvanizar durante unos años (86-89) al independentismo con consignas de "visca la terra lliure", "lluita armada", "propaganda armada", etc. El problema era que se trataba de un terrorismo de faixa y barretina, mucho más folklórico que efectivo y que se saldó con la espectacular cifra de cuatro muertos: tres entre los propios terroristas por accidentes durante el manejo de explosivos y una mujer asesinada al derrumbarse el edificio en el que vivía tras explotar un ingenio. De no haber sido desarticulado todo el grupo poco antes de las Olimpiadas de 1992, seguramente varios militantes más hubieran sido víctimas de esa impericia en el manejo de explosivos. TLl jamás logró generar una dinámica terrorista digna de tal nombre, se trató como máximo de un terrorismo inexperto, metepatas, juvenil, inconsciente y alocado que jamás despertó el más mínimo interés entre la sociedad catalana.
Al entrar en recesión la actividad de TLl y al escindirse en dos ramas tanto el "frente político" (MDT y Catalunya Lliure) y el "frente militar" (dos TLl) y coincidir ese período con uno de los puntos álgidos de ERC (220 militantes de Catalunya Lliure se sumaron públicamente a ERC en 1991), el independentismo radical perdió la posibilidad de convertirse en un fenómeno político. Iba a seguir vivo pero atomizado, incapaz de converger en una sola organización, refugiados sus exponentes en sus pueblos formando Candidaturas de Unidad Popular o candidaturas independientes e independentistas. De todos los sectores del independentismo radical sobrevivieron solamente algunos "casales independentistas" y una organización juvenil, en buena medida informal, los "Maulets" que, poco a poco, fue monopolizando la actividad de los jóvenes independentistas radicales. Pero ya desde finales del milenio, los Maulets se habían transformado en una organización etérea y gaseosa, sin cabeza, ni dirección, sin programa y sin medios, que, para colmo, estaba imbricado en el universo "antifascista" y "antisistema". A medida que sus militantes maduraban, en su inmensa mayoría abandonaban la actividad política, unos pocos pasaban a ERC, otros, los más inteligentes, a CiU, y otros pasaban a alimentar las candidaturas independentistas en pueblos de Catalunya. En realidad, todos estos rasgos configuran a los maulets como una verdadera tribu urbana, incluso con vestimenta específica (pañuelo palestino, macuto, cierto desaliño, distintivo propio: bandera estelada con triángulo azul…) y música propia (Els Pets y media docena de bandas de rock más o menos estridente que se jactan de independentismo así como admiración por sus homólogos euskeras). De ahí que, más que un fenómeno político, sea sociológico. Sus enemigos ya no son los miembros de Fuerza Nueva… sino los skin-heads del barrio.
Tanto ERC como los círculos independentistas radicales (CIEMEN, CAJEI, CUPs, OSAN, Convenció per l’Independencia, etc.) siempre, repito, siempre, han recibido algún tipo de ayuda de la Generalitat -estuviera quien estuviera al frente- al considerar que los pocos votos que podía arrastrar, ante determinadas simetrías electorales, podrían ser interesantes de captar. En algunos casos, CIEMEN o Convenció per l’Independencia, es curioso constatar como cuanto más minúsculos eran, más subsidios recibían.
Es todo este entramado (ERC, maulets antisistema, CUPs, círculos independentistas radicales) quienes han convocado esta oleada de referendos en los últimos meses. Carod Rovira expresó en 2003 su profecía de que en 2014 Catalunya sería independiente: nos acercamos a esa fecha y el gran paso para llegar a ese objetivo final han sido estos referendos que hemos calificado de chichinabo.
Los referendos independentistas y la realidad catalana
Como todo grupo que piensa con el corazón (de ahí la emotividad y el sentimentalismo de todo nacionalismo), el independentismo atiende más a sus sugestiones y fantasmagorías que a la realidad. Es curioso constatar como en 1986-89, los dirigentes del PSAN y del MDT estaban convencidos de que la población catalana apoyaba a TLl… y se decían entonces que había llegado la hora de la "propaganda armada". En realidad, eran víctimas del "ombliguismo": solamente hablaban entre ellos, solamente leían lo que ellos mismos escribían, cualquier cosa que no entraba en sus planteamientos era inmediatamente anatemizado como "botifler", "españolista" o "fascista", y por tanto arrojado a su peculiar índice. Tenían la sensación de que a cada manifestación les acudía más gente y sus dirigentes empezaban a sufrir la crisis de los 40 en las que un adulto intenta regresar a su juventud perdida. Habían crecido, pero distaban mucho de tener la más mínima fuerza social. En los años siguientes se enteraron de la realidad.
Carod-Rovira a finales de 2003, cuando ya era "conseller en cap" logró asombrar a los participantes en una conferencia en el Fomento del Trabajo explicándoles que su objetivo era la independencia y que -ante las preguntas de los empresarios convocantes del evento- lo que ocurriera después no le interesaba. Ese es el independentismo: primero la independencia, ningún proyecto salvo la independencia, ningún futuro después de la independencia. Ese es el hombre que profetizó, cual Malaquías o Jeremías, la independencia de Catalunya para el 2014… un irresponsable.
Sin embargo, el sistema educativo catalán ha logrado difundir entre algunos jóvenes el mensaje independentista. Este sistema está en vigor desde principios de los 80, así que en la actualidad quienes se educaron en aquella escuela que parecía haber descubierto las virtudes de Catalunya, tienen ya 30-35 años. Muchos de ellos están hoy en CiU y en el PSC y contribuyen a radicalizar el mensaje catalanista de estos partidos y hacer que buena parte de su peso electoral depende del mismo. El PSC nunca ha obtenido un mayoría notable en las autonómicas catalanas (pero si en las generales) gracias a que su mensaje ha sido excesivamente catalanista y ha dado la espalda a la población catalana castellano parlante. El PSC se muestra ambiguo y titubeante, haciendo en el fondo, como CiU, optar por lo que cree que mejor conviene a sus negocios en ese momento. El PSC en el fondo se ha dejado arrastrar por el sistema educativo creado por CiU que tiende solamente a formar en el catalanismo, mucho más que en ciencias o humanidades. Incluso el PP se siente limitado y comprimido en su papel de "único partido estatalista" presente en Catalunya y suele aplicar una política de paños calientes que le ha llevado a sucesivas crisis interiores desde la defenestración de Aleix Vidal-Quadras en el que el PP de Catalunya alcanzó su techo máximo.
Con todo este pastiche político se convocó el referendo en Arenys de Munt: un pequeño pueblo del interior con un 25% de inmigración, gobernado por independentistas. Convocado en el verano, el referendo fue considerado por Montilla como una oportunidad para reafirmar su "centralidad": a un lado los independentistas, a otro los falangistas… Por limitados políticamente que sean los independentistas, saben que si alguien convoca un referendo es para ganarlo. Y lo ganaron. Es la única vez que Arenys de Munt ha aparecido en la prensa en las últimas décadas. Eran los tiempos en los que se temía que la sentencia del Constitucional sobre el Nou Estatut se publicara en otoño, así que tanto al PSC como a CiU le interesaba agitar el fantasma independentista para presionar: "si no se aprueba el Estatut, vendrá la hora de los radicales de derechas e izquierdas". De ahí que un referendo en pueblo perdido, mínimo, cuyo gran problema es la inmigración masiva, irrelevante en todos los sentidos, dirigido por marginales de la política catalana, se convertía en ejemplo para el independentismo. Era cuestión de tiempo que allí en donde ERC y su constelación de minucias independentistas tenían cierta mayoría lograran arrastrar a CiU y a PSC en la convocatoria de más consultar de chichinabo. En este magma, Joan Laporta, ex miembro del Partit per l’Independencia (invento de Ángel Colom tras abandonar ERC y antes de integrarse en CiU), ha intentado asumir un protagonismo político a partir de su papel como presidente del Barça, que le ha llevado a tratar de extremizar las opiniones de sus socios… el misterio es qué consume Laporta para comportarse con el desmadre del que hace gala en los últimos años.
Con estos referendos lo que el independentismo intenta es hacer valer oficialmente el "derecho de autodeterminación", en realidad, se preocupa más por generar un movimiento popular a favor de la independencia… para la inefable fecha establecida por el profeta iracundo: 2014. La idea de Carod es que surja un clamor independentista a partir de estos referendos que permita revalidar lo que ocurrió durante las elecciones municipales convocadas por la dictadura de Berenguer que hicieron salir a las masas republicanas a la calle… aun cuando los resultados globales fueron ampliamente favorables para la monarquía. En ese momento, Companys, aprovechando la confusión reinante se presentó en el Ajuntament de Barcelona y proclamó el "Estat Catalá". En el 34 volvió a hacerlo desde el balcón opuesto, en el Palau de la Generalitat. Con el mismo resultado, por cierto.
De los 700.000 catalanes convocados han acudido a votar 200.000, incluidos inmigrantes y jóvenes de menos de 16 años. Si el referendo era un chiste con este planteamiento pasaba a ser una irrisión: los 1.300.000 inmigrantes presentes en Catalunya desde ayer tienen el mismo derecho que los ciudadanos catalanes… lo que indica que también en esto para ERC la independencia está muy por encima de la identidad catalana. En cuanto a que adolescentes de 16 a 18 años, voten es un intento desesperado de hinchar las cifras de partidarios de la independencia a un sector que todavía está en edad preuniversitaria y, por tanto, sometida al sistema educativo creado con la intención de transmitir la idea de que Catalunya es algo completamente aparte del Estado Español.
En principio, si unimos el que los referendos en cada población han sido convocados de una manera diferente, que la Coordinadora que en teoría los encadenaba ha sido criticada por algunos ayuntamientos, si tenemos en cuenta que no ha habido campaña en contra, ni por supuesto debate a fondo, los resultados se podían haber previsto sin necesidad de convocar el referendo: allí en donde ERC e independentistas tenía mayoría y donde CiU iba a remolque, han tenido un tercio de votos que, restando el número de votos nulos, en blanco y negativos, menos el número de inmigrantes y menores de 18 años votantes, dan en torno al 20% a favor del Si a la independencia… justo lo que cabía esperar.
Esta cifra ha facilitado el que cada cual tomara los resultados según su lógica: para los convocantes, se trataba de un "éxito", dado que el referendo se había convocado en "circunstancias heroicas" (el grado de "heroísmo" parece algo relajado desde que entre los independentistas que en 1992 consideraban como "malos tratos" el que un policía les hablara en castellano o les gritara…), fuera de Catalunya el resultado ha sido considerado como un "fracaso estrepitoso" (así lo registran la mayor parte de los diarios digitales). Público destaca, siempre al servicio del PSC-PSOE que "Artur Mas permaneció desaparecido" y la noticia ocupa un lugar secundario. La Razón destaca, en cambio, que "el referéndum abre una brecha en el tripartito entre PSC y ERC", destacando que la "botifarrada anti-independentista" de Molins agrupó a "centenares de personas". La noticia también ocupa un lugar extremadamente secundario en su web. Con cierto criterio periodístico, ABC no habla en portada de la consulta, sino que dedica una noticia a Joan Laporta y al hecho de que tanto ERC como CiU le han cerrado el paso en sus listas. Avui, por supuesto, trata el tema en portada como noticia más destacada… a pesar de ser propiedad de Planeta. Titulan: "El soberanismo gana influencia en una consulta irregular". Lo mismo prácticamente die El Punt Diari, destacando que en Osona (Vic) y La Garrotxa (Olot) es donde han obtenido mejores resultados, añadiendo que "muchos inmigrantes acudieron a las urnas para ser ciudadanos de pleno derecho".La Vanguardia , con su ambigüedad comedida, se limita a dar una información fría de los datos: "Gana el Sí". El Periódico juega la carta de la ambigüedad humorística y pasotista: "Todos contentos". En cuanto a los diarios nacionales, El País destaca la baja participación y El Mundo destaca la "crisis entre los promotores de las consultas independentistas"…
Parece difícil que todo esto suscite una oleada de entusiasmo que desborde las instituciones. A decir verdad, a medida que se leen las informaciones, las condiciones y los resultados, se percibe que teníamos razón al titular este artículo "referéndum de chichinabo". Quizás es que el independentismo catalán no está en condiciones de ir más allá de donde ha llegado. Y los dientes de sierra van a prolongar su sentido descendente: irrupción de Laporta en política con una candidatura propia, disgregando aún más el independentismo, crisis de ERC, incapacidad por parte del independentismo de integrar a la inmigración, incapacidad por integrar a los cientos de miles de parados y subempleados, errores en ambos tripartitos, etc. Lo hemos dicho siempre: el independentismo carece de clase política, tiene, como máximo algunos agitadores de tertulia y de casino, poco más.
Algunas conclusiones a vuelapluma
Lo que si es cierto es que en los últimos meses el problema de la vertebración de España parece haber pasado de Euzkadi a Catalunya. ¿Es así? En realidad, no. Lo que ocurre es que nunca como hoy la clase política catalana ha tenido un perfil tan bajo, casi diríamos, tan miserable, paupérrimo y pobretón. No hay figuras que destaquen en la política catalana y, precisamente por eso, un Joan Laporta puede llamar la atención o se pueden tomar en serio referendos sainetescos. Ese es el gran problema de la política catalana: el nacionalismo piensa con las vísceras, pero hay algo peor, el que pone sus vísceras al servicio de su cartera. Y en eso está toda la clase política catalana que emplea el sentimiento de identidad para justificar cualquier exacción.
Otro problema fundamental es que si bien es cierto que el independentismo sigue siendo minoritario -casi diríamos, ampliamente minoritario- no es menos cierto que España resulta indiferente en Catalunya y que uno de los motivos por los que la patronal catalana se muestra como firme partidaria de mantener el vínculo con España no es por motivos "patrióticos", sino exclusivamente comerciales. La idea de "nación española" está ausente en una parte sustancial de los catalanes. El hecho real y objetivo es que en Catalunya existen dos identidades: una la que era específicamente originaria, con los apellidos catalanes; otra la que fue llegando en distintas oleadas a lo largo del último tercio del siglo XIX y durante todo el siglo XX: una es la identidad española traída por los inmigrantes del resto del Estado, otra es la originaria. En estos momentos estamos en trance de ver cómo se forma una tercera identidad: la inmigrante, fundamentalmente islámica.
El hecho es que la identidad española y la catalana son contiguas, pero con la islámica existe una brecha cultural, étnica y antropológica. Si bien no han existido resistencias notables a la integración de la identidad española en Catalunya (misma etnia, misma religión, parecidas tradiciones antropológicas y culturales), no ocurre lo mismo con la inmigración (diferente etnia, diferente religión, tradiciones antropológicas y culturales contrarias). Y más vale que el independentismo se vaya convenciendo (si es capaz de convencerse de algo) de que el islamismo es inintegrable y que no está ante un fenómeno que se parezca en algo a la inmigración llegada a Catalunya del resto del Estado.
El problema de fondo es aceptar o rechazar que Catalunya forma parte del Estado Español. Aceptar o rechazar que la historia de Catalunya y del resto de España han marchado juntas desde hace más de dos milenios. Aceptar o rechazar que el catalán es una lengua hispano-romance. Aceptar o rechazar que el futuro de Catalunya está en España y, por tanto, en Europa. Aceptar o rechazar que en Catalunya en este momento existen dos identidades. Aceptar o rechazar que el islam es otra cosa.
Por que el problema de Catalunya no es la independencia sino estos otros: crisis económica - inmigración masiva islámica - corrupción de la clase política. Nada más (y nada menos). Pobres independentistas que ante estos problemas solamente responden con la fecha-mito: 2014. En 2014 seguirá existiendo crisis económica - inmigración masiva islámica - corrupción de la clase política… y ellos empeñados en su manía soberanista y en seguir a sus vísceras en lugar de a su cabeza.
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