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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Reflexiones sobre la crisis de Gaza. Contra la simplificación mecanicista

Infokrisis.- Había decidido no hablar del conflicto de Gaza porque cualquier toma de posición a favor de unos o de otros puede ser malentendida. Este es un tipo de conflicto en el que el único enfoque razonable sería, en principio, el humanitario. Intentar dirimir quién tiene razón es un completo absurdo: las causas originarias del conflicto datan de hace más de 60 años y ya se ha perdido su recuerdo. En lo que se refiere al “enfoque humanitario” para eso ya están las ONGs y los gobiernos y medios de comunicación que lo utilizarán para obtener alguna tajada acorde a sus intereses. Lo único que podemos hacer desde infokrisis es extraer algunas enseñanzas de este conflicto.

Sobre un conflicto poliédrico

Como cualquier poliedro, el conflicto de Oriente Medio tiene múltiples caras y siempre se corre el riesgo olvidar alguans al examinarlo  No hay que  recordar que el conflicto dura más de sesenta años y que en ese tiempo ha ido acumulando capas y capas que cada vez lo han alejado más del problema originario que, a fin de cuentas no era otro que si Israel tenía o no derecho a un Estado propio en una tierra que hasta ese momento había pertenecido a los palestinos y cuyos derechos históricos se remontaban a la destrucción del segundo templo de Jerusalén y a la marcha victoriosa de los legionarios de Tito en la Avenida de los Foros Imperiales, llevando la Némorah y Arca de la Alianza.

Plantearse ahora la cuestión, reduciéndolo sólo a esto es absurdo: la historia avanza y las situaciones de hecho suelen ser irrevocables. Ya en 1967, cuando se iniciaba la Guerra de los Seis Días, el tema empezaba a ser ocioso y, no digamos en 1973 con la Tercera Guerra Árabe Israelí. ¿Quién tiene la razón en el asunto de la territorialidad? ¿Los palestinos que estaban o los judíos que estuvieron hace casi dos mil años y que volvieron en 1948 y los que se han ido sumando desde entonces? No puede haber una respuesta clara.

La historia del conflicto judío-palestino es la sucesión de unos agravios mutuos continuados que duran ya 60 años. ¿A quién le importa quién disparó primero? ¿Serviría de algo señalar a los judíos como usurpadores? ¿Sirve de algo condenar el lanzamiento indiscriminado de cohetes sobre territorios judíos o los atentados suicidas en mercados y estaciones de autobús? Sirve tanto como condenar el muro construido por los judíos o los asentamientos realizados por derecho de conquista… Es imposible establecer quién tiene razón y meterse en el berenjenal de dirimir quien tiene “más” razón que el otro (que sería lo único a lo que, en buena lógica podría aspirarse) tiene poco sentido… las “filias” y las “fobias” son totales, o lo son al 100%, o no son nada.

La ley del Talión no es desde luego la mejor forma de resolver los asuntos. Para los que no creemos ni en el dios del Antiguo ni en el del Nuevo Testamento, para los que, en realidad no creemos en ningún dios personal, ni en Iahvé, ni en Ala, matar en nombre de uno o del otro nos parece la muestra más absurda de brutalidad humana. Israel ha enmascarado frecuentemente su afán de supervivencia detrás de una brutalidad inmisericorde y de iniciativas desafiantes y represalias incalificables. ¿Y los palestinos? Los palestinos han demostrado una completa ineptitud para manejar su conflicto: anteayer, ayer y hoy.

Los palestinos en la actualidad solamente tienen un apoyo seguro: la Liga Árabe. Todo lo demás son, o bien grupos de izquierda europea que, a falta de mejor causa o bien de una ausencia total de causas claras por las que luchar, han optado por manifestarse a favor de los palestinos, o bien ONGs con tendencia a ponerse siempre de parte del que parece más débil (como si la debilidad mereciera, por sí misma, solidaridad). Rusia ha optado por la solidaridad con Palestina a distancia; los rusos conocen de tiempo a los palestinos y conocen perfectamente la fenomenal olla de grillos que es la comunidad palestina. La solidaridad rusa es más bien una toma de posición antiamericana –es decir, una defensa de las propias posiciones– que una solidaridad activa con los palestinos.
 
Los rusos conocen perfectamente los motivos del apoyo norteamericano al Estado de Israel: no es desde luego por interés geopolítico, no es sólo por contar con una base segura en las inmediaciones de las zonas petroleras de Oriente Medio (para eso ya están los turcos al norte, Arabia Saudí en el centro y Egipto, sin olvidar las bases en Irak en donde están atrincherados los marines), ni siquiera porque los americanos tengan una deuda moral con el holocausto judío. Ni siquiera porque los cristianos renacidos hayan querido unir el destino de los EEUU al del Estado de Israel en función de la novela bíblica tenido por ellos como manual de referencia política. Eso, en última instancia, ha servido para galvanizar a ciertos sectores del conservadurismo norteamericano hacia la causa de Israel, pero la administración americana nunca se ha regido por estos sentimentalismos, sino que los ha utilizado como coartadas para justificar el único motivo por el que apoyan a Israel: por el peso del lobby judío en los EEUU.

Este peso es determinante. Ningún presidente de los EEUU sale elegido sino es con la bendición de la comunidad judía. Ésta podrá inclinar mayoritariamente sus preferencias por uno u otro candidato en función de sus afinidades políticas, pero siempre tiene la seguridad de que, ambos candidatos, apoyarán al Estado de Israel.  Si los palestinos tuvieran en los EEUU un lobby de las mismas características, seguramente los EEUU rectificarían sus argumentos, los cristianos renacidos considerarían a los judíos como responsables de la crucifixión de Cristo y a los palestinos como aquellos que, en el fondo creen, que Cristo era otro profeta… Pero los palestinos no tienen, literalmente, dónde caerse muertos, así que el poder norteamericano los ningunea a diferencia de la comunidad judía norteamericana.

Por su parte, los judíos tienen influencia en la economía, en los medios y en Hollywood, por tanto, también en la política del país y en la formación de la opinión pública. Eso es poder y ese poder se traduce en la solidaridad continua de las distintas administraciones norteamericanas hacia el Estado de Israel. Sólo un tonto de baba como ZP podía pensar que con la llegada de Obama cambiaría algo la situación. Obama ha pasado por las mismas “etapas iniciáticas” para ser elegido presidente como cualquier otro candidato que haya llegado a las primarias de sus respectivos partidos: manifestar su solidaridad con Israel, fotografiarse con la kippa, llevar sus buenos deseos al Estado de Israel y lamentarse de tanta pantomima ante el Muro de las Lamentaciones. Cada una de estas etapas le ha dado “cuartelillo” en los medios controlados por capital judío, le ha valido apoyos en la industria del cine y donaciones económicas. ¿A alguien le extraña? Lo realmente curioso sería que ahora alguien se sorprendiera por la actitud de los EEUU ante el conflicto: con una opinión pública supersticiosa y con el cerebro lavado, centrifugado, aclarado, secado y resecado por la lectura indigesta del novelón bíblico y estando a la espera del Armagedón que dirimirá la suerte y la conversión (¡pobres criaturas!) de los judíos, con unas dinastías hermanadas todas por el capital y la búsqueda de inversiones, y una clase política que necesita votos, dinero y campañas mediáticas, ¿qué postura podría esperarse de los EEUU?

¿Y en Europa? En Europa estupor, porque aquí sectores más amplios de la opinión pública creen todas esa cantinela de los “derechos humanos” vendida por el eje NNUU-UNESCO y que tienen en las ONGs y en la izquierda europea a sus principales valedores.  Pero no nos engañemos tampoco en esto: a la clase política, los derechos de los palestinos y la “paz” en Oriente Medio, se la traen literalmente al fresco. ¿O acaso creéis que a algún político europeo de derecha, de centro o de izquierdas le interesa algo más que el mantenimiento de la poltrona? Si la UE le pagó los muebles, la casa y la herencia a la viuda de Arafat y repone las infraestructuras de la administración palestina que de tanto en tanto pulverizan los judíos, no es por un amor desmesurado o por una “comprensión” hacia la causa palestina, sino simplemente para estar presente en un escenario de tensión internacional. Sin olvidar que también aquí, en Europa, existen medios de comunicación y poder financiero en manos judías. Europa es un enano político y el papelito de los gobiernos europeos por separado o todos juntos en unión… ha sido la que corresponde a  sus dimensiones de enano: ayudar algo a los palestinos con dinero público para que la conciencia esté satisfecha, intentando no romper puentes con Israel no sea que la prensa y las finanzas más o menos próximas a Israel les monten una campaña que podría erosionarles con cualquier motivo.

Lo dramático del conflicto judío-palestino se reduce a cuatro puntos y así hay que aceptarlo:

- No tiene remedio: 60 años de conflicto demuestran que si las dos partes no tienen voluntad de entenderse –y no la tienen porque cada uno tiene una desconfianza atávica en el otro- el conflicto seguirá permanentemente en estado de latencia.

- Es imposible dar la razón a uno o a otros: ni los judíos tienen razón en su aplicación sistemática de la Ley del Talión, ni los palestinos tienen defensa con sus atentados indiscriminados y con su falta de visión política que los ha aislado.

- Cualquier toma de posición se presta a confusiones: se tome posición a favor de los judíos o de los palestinos, siempre habrá alguien que tomará esta toma de posición como “filia” o “fobia” y actuará en consecuencia. Incluso el silencio es sospechoso porque cada parte “exige” que se tome postura a su favor en un todo o nada excluyente. Como en cualquier conflicto, el sentido común es el menos común de todos los sentidos.

- Es un conflicto interminable:  cuando los propios interesados han sido incapaces de ponerse de acuerdo en 60 años, termina afectando a la psicología profunda de las poblaciones. El judío sólo ve al palestino como enemigo y viceversa: tres generaciones completas de guerra han anidado en la psicología de las poblaciones de la zona este punto de vista que, a la postre, termina siendo una “herencia” legada a las generaciones que seguirán. Cuando un conflicto no tiene solución, lo único que puede hacerse es aislarse, impedir que trascienda de su zona geográfica y que no se traslade, ni siquiera, a la mentalidad de otras zonas geográficas.

Las dos actitudes en el conflicto

Los medios de comunicación españoles se han dividido en dos (como, por lo demás, todos los medios internacionales), en ocasiones con una brutalidad, una subjetividad y un partidismo (estaba tentado de llamarlo “bandolerismo”, no en vano, la palabra deriva de “bando”) que suponen un verdadero asesinato de una de las características que han evidenciado todas las culturas indo-europeas: el afán de objetividad, la búsqueda de la realidad, el intento casi obsesivo de llegar al fondo de la cuestión de los problemas y de percibir la realidad tal cual es. De eso que estuvo presente en la sagrada tierra de Europa desde la filosofía clásica y tuvo posteriormente al estoicismo como su más acrisolado representante en la romanidad, parece quedar poco.

Las dos posturas sostenidas por los medios de comunicación y los “tertulianos” son:

- O bien reducir el problema a una legítima defensa del Estado de Israel ante el “terrorismo”.

Esta postura, utilizada desde España tiene su pivote psicológico en el rechazo de la población a cualquier forma de terrorismo político. Utilizando la palabra “terrorismo” al aludir a Hamás, lo que se está haciendo es traspasar el rechazo en términos locales a ETA o al 11-M: “el terrorismo es malo, luego cualquier Estado tiene derecho a defenderse del terrorismo”. Por tanto, Israel tiene derecho a atacar a los terroristas que disparan kazzan o katiushas contra sus colonos. Además a un terrorismo indiscriminado corresponden unas represalias no menos indiscriminadas.

El razonamiento es falaz y tiene su corolario en otro aún más atroz: “todo palestino es terrorista”. No se es capaz de distinguir entre Hamás, Hezbollah, ni los alumnos palestinos de cualquier escuela, o de las familias que viven en las inmediaciones de un barrio con fuerte presencia de estas organizaciones.

En el fondo, el principio de toda lucha antiterrorista efectiva es la erradicación del terrorismo de la mentalidad de las poblaciones: si se quiere golpear al terrorismo de una vez y para siempre, los manuales -esos que nunca serán vendidos como best-sellers pero que se enseñan en la Escuelas de las Américas y e n cualquier otra institución similar de cualquier otro servicio de inteligencia- enseñan que hay que actuar contundentemente: el mejor terrorista es el terrorista muerto y el mejor clima para que no reaparezca de nuevo terrorismo sobre esa misma tierra es realizar represalias y ejecuciones, no sólo contra terroristas, sino contra familiares de terroristas, amigos de terroristas, hermanos de terroristas, hijos de terroristas, vecinos de los terroristas, hasta que el fantasma del terrorismo queda alejado, no sólo de la práctica política, sino de la mentalidad de las poblaciones, sustituida por un terror subconsciente. Es la línea adoptada por Israel: golpear indiscriminadamente. Y para hacerlo con coartada moral, responsabilizar a todo un pueblo de aquello que solamente unas minorías han generado. Es lo que dice el "manual"...

Y a todo esto: ¿Dónde están los terroristas? ¿cuál es su origen? A los palestinos se les llama “las putas de Oriente Medio” por la facilidad con que muchos de los sutos se venden al mejor postor. No son los únicos. Ese mismo calificativo se le ha atribuido al exilio cubano en donde han podido reclutar todos los servicios de inteligencia norteamericanos e incluso soviéticos o cubanos con facilidad. En Palestina, el Mosad y todos los servicios occidentales tienen “antenas” reclutadas en los campos de refugiados, en los partidos radicales y en las oficinas de la Administración Palestina. TODOS. De ahí que los líderes de Hamás sean localizados con tanta facilidad e Israel actúe con tanta precisión. Pero aún hay más.

En 1980 el Estado de Israel, a través de sus servicios de inteligencia, contribuyó a la creación de los partidos radicales chiitas en las filas palestinas.  Lo recordamos muy bien porque lo vivimos de cerca. La operación tendía a romper el frente de la resistencia palestina aprovechando la reciente revuelta chiita en Irán y exportando los ideales de la “revolución de Jhomeini”. Por otra parte, todos los servicios de inteligencia, suelen tener controlado a alguna formación terrorista, algo que no es tan paradójico como a primera vista parece. Con eso se obtiene –simplemente aflojando la presión o poniendo en acción a los peones de que se dispone– que se cometan atentados en momentos puntuales (una campaña electoral, un momento de crisis) que modifiquen mediante la brutalidad de un crimen los equilibrios de fuerzas y creen otros nuevos. Así se crean los “casus belli”. Las guerras solamente estallan cuando hay voluntad de emprenderlas y en ese momento solamente hace falta la excusa. Y si no existe, se crea. Son las operaciones de “bandera falsa” que tan bien conocen todos los servicios.

No es que Hamás o Hezbollah sean “títeres” del Mosad, es que, sin olvidar que fueron generados en buena medida por la inteligencia judía,–ellos y la miríada de pequeñas células terroristas que nadie sabe quién controla ni a qué intereses sirven– es que “por la boca muere el pez”: el radicalismo verbalista de estos grupos palestinos, que emana de su psicologia profunda aunque no viniera ya acompañado de una práctica terrorista, sería suficiente como para que Israel se permita calificarlos como “incendiarios” y “terroristas” y en Europa sean vistos como tales.

- O reducir el conflicto a una lucha de los palestinos por sus derechos

Es evidente que Israel está matando moscas a cañonazos. La creación del muro que separa a ambas comunidades y su negativa continua a buscar una salida razonable al problema no son la mejor de las políticas. Habitualmente, la percepción subjetiva indica que, ante un conflicto, la parte más débil es siempre la que tiene la razón. En este caso, los más débiles son los palestinos, ergo ellos tienen la razón. Pero la cosa no está tan clara.

En 1948 se podía discutir si los judíos tenían el derecho de asentarse en Palestina porque allí habían estado antes de la Diáspora. Si se acepto era porque se quería compensar a los judíos por los perjuicios causados durante la II Guerra Mundial a causa del antisemitismo del III Reich. (dejando aparte que el propio régimen nacional socialista, a través de la SD !proponía la formación de un Estado judío en Palestina!). La excusa para satisfacer al sionismo era el resultado de la guerra. Los palestinos quedaban como los primeros perjudicados. No en vano, algunos de sus representantes habían tomado partido por el bando hitleriano, entre ellos el Gran Muftí de Jerusalén y, en general, en un período entre 1933 y 1948 –incluso más tarde en determinados países– el mundo árabe vio con buenos ojos el antisemitismo hitleriano, que respondía a su propio antisemitismo y, al mismo tiempo, a su oposición a los colonialistas ingleses que les dominaban en aquel momento.

Pero esa visión tiene ya sesenta años, más de medio siglo. Hoy –lo hemos dicho– ya es ocioso discutir sobre los derechos de palestinos o de judíos para estar en aquellas tierras. Dirimir sobre esta tema es imposible: simplemente están ahí, son los hechos consumados, están unos y otros. Están, pues, condenados a vivir en paz o a matarse eternamente hasta que el último judío ahorque al última palestino con sus propias tripas. Sea lo que sea lo que decidan, nosotros, desde Europa no podemos hacer gran cosa. No somos los "Neyras" de esta historia.

La memoria del origen del conflicto se ha perdido. Los palestinos que viven dentro de Israel, se reproducen con más rapidez que los judíos, luego a la vuelta de pocos años, el conflicto, no solamente estará entre comunidades nacionales, sino dentro del propio Estado de Israel. Por otra parte, no de ahora, sino de siempre, los palestinos han sabido defender muy mal su causa. No se puede atribuir solamente a “provocaciones” o a la acción de servicios infiltrados, el haber cometido atentados horribles y gratuitos mediante suicidas hoy y ayer mediante atentados contra granjeros o colonos aislados.

 

Por mucha simpatía que incluso nosotros pudiéramos tener en otro tiempo hacia la resistencia palestina, lo cierto es que el paso del tiempo y determinados atentados sistemáticos contra Israel que no obedecían a objetivos estratégicos, sino simplemente al intento de asesinar indiscriminadamente a población civil, no han sido la mejor carta de presentación de los palestinos. Sin olvidar, por supuesto, que la administración palestina de Arafat y el propio Arafat fueron corruptos entre los corruptos y que el dinero enviado por la UE terminó en buena medida en sus cuentas corrientes. No es nada nuevo entre la clase política y la palestina no desdice la norma de político = chorizo, pero es preocupante que el líder de un pueblo que sufre hambre y miseria, sea un corrupto y haya muerto como un corrupto. Sin olvidar, tampoco, que todo el mundo árabe, del que los palestinos forman parte, no ha superado su atraso secular indisolublemente ligado a sus principios religiosos, ni su mentalidad de zoco, regateo y corrupción que son una constante en los países árabes. Incluso en los países árabes en donde, como en el caso de Irán, se ha producido una “revolución islámica”, la cosa lejos de mejorar ha empeorado: corrupción, toxicomanías y sensación de abatimiento entre los jóvenes son los tres rasgos que definen el estado actual de la sociedad iraní tras casi treinta años de ayatolas, sharias e islamización. ¡Como para solidarizarse con esta patulea!

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Si estos son los dos campos en los que se divide la opinión pública, ninguno de ellos parece aceptable y valdría la pena preguntarse por qué nuestros medios de comunicación optan por uno u otro. La respuesta es simple: optan en razón de los intereses de su empresa. Nada más. Así pues, quienes no tenemos los mismos intereses, no tenemos por qué acompañarles hasta ahí, sino que podemos permitirnos el lujo de la objetividad.

Problemas añadidos

Pero este problema se une con otros muchos en una inextricable maraña. Citemos unos cuantos.

1) Es muy difícil separar la defensa del pueblo palestino de otro problema que nos afecta extraordinariamente: la islamización de Europa.

No podemos perder de vista que los incidentes de El Ejido se iniciaron cuando un refugiado político palestino asesinó a dos agricultores porque el perro del primero le había ladrado. Como se sabe, el Corán considera al perro como una especie de animal satánico. Ningún musulmán tiene perros, ni los ha tenido jamás como animales de compañía; es un rasgo identitario de esta cultura. Pero asesinar a un agricultor porque su perro le había ladrado y a otro que había acudido a ayudar al primero, parece un despropósito. Esto lleva a otra cuestión: los palestinos son islamistas: y el Islam es, por muchos motivos, una religión que no tiene lugar en Europa y que si está presente hoy se debe a la oleada migratoria y a las bolsas dejadas durante las conquistas otomanas en los Balcanes. Históricamente el Islam es extra-europeo y, lo que es peor, contra-europeo. Sus principios religiosos son irreconocibles desde la tradición cultural europea y tienen razón quienes han atribuido su monoteísmo obsesivo y reduccionista a la visión monótona propia del paisaje del desierto.

Los intelectuales sofisticados que se convirtieron al Islam hace 25 años o incluso 10, lo hicieron a menudo siguiendo el consejo de René Guénon, buscando en el sufismo mucho más que en el exoterismo islámico, lo que veían muerto en Europa: una forma de esoterismo tradicional. Dejando aparte que en infokrisis ya contestamos este peligroso punto de vista guenoniano que ha llevado a vías muertas a varias generaciones de tradicionalistas (véase el artículo René Guénon o la madre de todas las confusiones), no es menos cierto que hace 20 años, el islam en Europa estaba constituido por gentes intelectualmente sofisticadas, europeas o procedentes de los cuerpos diplomáticos de los países árabes… mientras que hoy es un islam de “sal gruesa”, masificado, llegado con una inmigración que portaba en sus maletas no tanto los fundamentos de la teología islámica, como supersticiones y actos rituales de algo que solamente es “pensamiento mágico”, de baratillo, sino supersticioso.

Defender la causa palestina, cuando al mismo tiempo se cree que el islam es un problema en Europa, es una contradicción. La pregunta es: ¿crees que el islam es un riesgo para la identidad europea? ¿Crees que la inmigración islámica no es un riesgo para Europa?

Si la respuesta es no, adelante con las manifestaciones pro-palestinas. De lo contrario, si alguien que ve la inmigración como problema en Europa, acude a una de estas manifestaciones solidarias con la causa palestina, corre el riesgo de ser reconocido como militante “anti-inmigración” por los integrantes de la mayoría de estas manifestaciones: inmigrantes islámicos o miembros de grupos mayoritariamente pro-inmigracionistas.

Si la respuesta es sí, la actitud que corresponde es quedarse en casa y dejar que lo semejante se una a lo semejante y que los palestinos reciban la solidaridad de los inmigrantes islámicos en Europa y de una izquierda radical europea que, a falta de mejor causa aquí, prefiere manifestarse por una causa ubicada a 6.000 km de distancia.

2) La postura antiamericana se confunde con la postura pro-palestina, cuando ambas son posturas diferentes

En infokrisis siempre hemos sostenido la necesaria independencia y libertad de Europa: Europa es un bloque geopolítico y el eje Madrid-París-Berlín-Moscú, la alternativa al triángulo Washington-Londres-Israel. Así están las simetrías y hay que elegir, una u otra. Desde luego, el eje Madrid-Gaza-Inmigración islámica, no parece el más realista. La larga noche de Europa se inició en 1945 y duró hasta el final de la guerra fría en 1989. Entonces, los gobiernos europeos renunciaron a su neta libertad, aceptaron ampliar la OTAN, siguieron viendo a Rusia como el enemigo que ya no era (la URSS, el otro enemigo, ya no existía), siguieron a los neoconservadores en sus locas aventuras y cayeron en la contradicción de apoyar a la administración palestino y, al mismo tiempo, enviar tropas de la OTAN a Afganistán. La política para ser Gran Política precisa coherencia y los gestores temporales de los Estados europeos –en absoluto “estadistas”– no están a la altura de las circunstancias.

La realidad es que la condena a las aventuras imperialistas de los EEUU no lleva directa ni necesariamente a una postura contraria a su aliado en la zona, el Estado de Israel. Las razones por las que EEUU apoya a Israel son múltiples y profundas. Se reducen a tres:

- Las bases bíblicas de los EEUU que hacen del dios de Israel el dios al que se venera incluso en los billetes de a dólar.

- La existencia de una base social amplia compuesta por los “cristianos renacidos” y teledirigida por los neoconservadores que une la misión histórica de los EEUU (considerado por ellos como “pueblo elegido” en la modernidad) con Israel (“pueblo elegido” del mismo Iahvé)

- La existencia de un fuerte lobby judío en los EEUU que presiona para que permanentemente cualquier administración (ayer con Bush, hoy con Obama, la “gran esperanza” ya amortizada de los obamamones que esperaban giros radicales en política exterior) opte posiciones de apoyo a Israel.

Así se ven las cosas desde EEUU y así las rechazamos. Pero Palestina está a 15.000 km de Washington y a 6.000 de Madrid. Las cosas no se tienen porque ver necesariamente igual. Tomar partido por la libertad de Europa no implica necesaria y automáticamente tomar partido junto a otros enemigos de EEUU: el mundo árabe, por ejemplo. El mundo islámico no es tanto “enemigo de EEUU” (le sirven carburante y le facilitaron operaciones triangulares –caso Irán-contras-, países como Marruecos o Argelia son hoy los bastiones más sólidos de los EEUU en el Mediterráneo…, la “dorsal islámica” desde las costas del Atlas marroquí hasta Filipinas es, en buena medida, pro-americana y los palestinos no lo son porque el lobby palestino en EEUU tiene una fuerza menor al lobby judío.

No; es malo mezclar la velocidad con el tocino y mucho más si se trata del mundo islámico. Las cosas no son tan simples ni tan automáticas como algunos ingenuos “militantes europeístas” se lo toman. Lucir el pañuelo palestino es una moda, como lo es lucir un Benetton o un Buyton en Pijolandia -distinta calidad, pero la misma cualidad de moda-, no una necesidad para la independencia y la libertad de Europa.

3) Frente a la islamización de Europa ¿tomar partido por Israel? Eurabia

Algunos medios anti-inmigracionistas del continente animan a tomar partido por el Estado de Israel en la medida en que es un “bastión anti-islámico”. Los servicios de inteligencia israelíes, mucho haciendo honor a su título y mucho más inteligentes, han desarrollado en Europa una operación de “guerra psicológica” extremadamente hábil y bien dispuesta: es la difusión de la idea de “Eurabia”.

La operación consiste en lo siguiente: dado que en Europa cada vez existe una opinión pública más contraria a la inmigración masiva, todo consiste en alimentar las razones de este sector alarmado de la población, vendiendo mercancía averiada y transmitiendo la sensación de que estar contra la islamización de Europa implica “lógicamente” apoyar a Israel en su lucha contra el “islam”. Esa idea se vende desde esos blogs que proliferan, sin padre ni madre reconocidos, con el denominador común de “opuestos a Eurabia”. La operación es antológica: vale la pena leer esos blogs, porque frecuentemente, probos funcionarios de inteligencia, van colocando metódicamente noticias ciertas sobre la islamización de Europa y, de tanto en tanto, razones para apoyar a Israel... lo que, a fin de cuentas, es lo que les interesa realmente. 

Si el Mosad está tan interesado en estimular la “lucha” contra Eurabia no es porque les interese un carajo que en España haya millón y medio de islamistas que serán tres en pocos años… es simplemente porque estimulando esto puede acompañarlo por propaganda a favor del Estado de Israel.

 

Y esta es la cuestión: que Europa no es hija del Pentateuco, sino del “Amigo de Platón, pero más amigo de la Verdad”.
 
Conclusión: la unidimensionalización de los conflictos como signo de nuestro tiempo

Los medios de comunicación entiende perfectamente lo que es la psicología de las muchedumbres tal como fue enunciada por Gustav Le bon hace 100 años: las masas son simples, no razonan, creen; les resulta imposible alcanzar niveles de razonamiento de una complejidad mínima, su capacidad de retención se reduce a unas pocas consignas siempre que estén enunciadas fácilmente. El nivel medio de comprensión de las masas se sitúa por debajo del nivel de compresión de cada uno de sus miembros. Las masas tienen una mentalidad femenina, les gusta ser seducidas. Las masas, en definitiva, no van nunca al fondo de las cuestiones... y es que, son eso: masas. Ellas... son asín.

Estamos viendo las últimas consecuencias del paradigma mecanicista que domina la cultura occidental desde el siglo XVII y que supone un alejamiento de nuestras raíces. Este paradigma que tiene tres nombres señeros, Bacon, Newton, Descartes, y se plasma en la consideración del “mundo” como un organismo compuesto por distintos mecanismos cada uno de los cuales puede ser aislado y estudiado independientemente de todos los demás. De ese punto de vista derivan consecuencias tan deletéreas como la destrucción del medio ambiente o… la toma de posición maniquea a favor de uno u otro contendiente en el asunto de Gaza.

El paradigma mecanicista se aleja de las raíces en las que hunde nuestra identidad como europeos: la percepción del cosmos como un todo (el Ση τσ ραη, todo en uno, de la filosofía hermética y neoplatónica representada por el ouróboros, la serpiente que se muerde la cola y encierra en sí misma la totalidad del cosmos). Esa visión holística del cosmos como totalidad lleva necesariamente por pura rutina intelectual a una búsqueda sistemática de la objetividad, un intento desesperado de percibir el mundo tal cual es, empezando por el propio ser humano (en una de las columnas de entrada al Templo de Delfos, capital del paganismo europeo) estaba escrito “se tú mismo” y en la otra “nada de más”, principios del saber vivir clásico. Lo holístico es lo contrario del reduccionismo y del mecanicismo.

Las posturas unidimensionales en relación al conflicto de Gaza evidencian que unos y otros caen en ese reduccionismo. La facilidad con la que los medios “venden” una postura u otra, la frivolidad con la que opinan, desde los tertulianos al último blog escrito por el último patán, es significativa de nuestro tiempo. No es este un tiempo de “complicaciones” si complicación es pensar, es ser coherente, es no mezclar los términos ni dar un paso más  adelante para aumentar la confusión, no realizar razonamientos gratuitos arrastrado por las filias o las fobias, las leyendas urbanas o los conceptos mal aprendidos peor digeridos y apenas parciales. No es éste, en definitiva, el tiempo en el que valga la pena opinar sin conocer hasta el fondo de los problemas.

Puede ocurrir que, en determinado momento, sea difícil explicar razones y argumentos, puede, incluso que las cosas no estén lo suficientemente claras para tomar partido por uno u otro. Puede que asalten las dudas sobre quién tiene la razón o lo que es más importante en ese momento: ¿qué puede hacerse desde Europa? En estos casos en los que no hay respuesta posible, lo mejor es el silencio. La virtud del silencio es, en ocasiones, elocuente.

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¿A qué viene todo esto ? Viene a que estamos cerrando el último número de la revista en la que participo. En ella, voluntariamente, no se habla ni una sola línea del conflicto de Gaza. Sin embargo en cada línea se está hablando de nuestro tiempo, se está tomando partido por nuestro tiempo, se está intentando definir los rasgos de nuestro tiempo con la mayor nitidez posible.

Si el lector lee la revista, inmediatamente sabrá cuál es la posición ante el conflicto de Gaza y cómo lo situamos jerárquicamente en el orden de prioridades de una agenda europea, que no es, ni puede ser naturalmente, las prioridades que se tienen en Jan Juniss o en la Karantina, o a la sombra del Muro de las Lamentaciones o en los corredores de la Casa Blanca o en la última “church” del cinturón bíblico de la América profunda.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com

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