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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

El pontificado de Juan Pablo II: Los viajes pastorales

El pontificado de Juan Pablo II: Los viajes pastorales Redacción.- En esta tercera entrega de la serie sobre Juan Pablo II, abordamos una de las actividades más llamativas de su pontificado: los viajes pastorales. Se ha tratado, efectivamente, de un Papa viajero. Sus desplazamientos han superado el centenar y, prácticamente, hasta que su salud no se ha visto extremadamente debilitado, estos viajes no cesaron.

Desde su entronización en 1969, Juan Pablo II realizó cada año algún desplazamiento fuera del Vaticano. Resulta imposible encontrar alguna lógica a estos viajes. En todos los casos se trató de desplazamientos pastorales, pero resulta difícil establecer el por qué se eligió ese orden y no otro. En muchos casos resulta incluso difícil de comprender por el motivo mismo del viaje. En 1979, entre el 25 de enero y el 1 de febrero, el Papa se desplazó a Santo Domingo, México y Bahamas... Salvo la visita a México, las otras dos resultan difícilmente explicables por el número de católicos que se encuentran en esas islas. Mayor calado pastoral tuvo la visita siguiente, ese mismo año del 29 de septiembre al 1 de octubre que lo llevó a Irlanda y Estados Unidos. Y llama precisamente la atención el que dedicara 3 días a recorrer estos puntos fuertes del catolicismo anglosajón y dedicara el mismo tiempo a las pequeñas y muy secundarias comunidades católicas de Santo Domingo y Bahamas... El noviembre de ese mismo año fue a Turquía tres días, una nación mayoritariamente islámica en donde los católicos fueron masacrados incluso físicamente entre los siglos XV y XVI y las catedrales convertidas en mezquitas.
Esta ausencia de lógica en la planificación de las visitas se pone de manifiesto al repasar la lista, año por año hasta el 2001:

- 1979.- Santo Domingo, México, Bahamas (25 de enero al 1 de febrero) Polonia (2 al 10 de junio) Irlanda y Estados Unidos (29 de setiembre al 1 de octubre) Turquía (28 al 30 de noviembre)
- 1980.- Zaire, Congo, Kenia, Gana, Alto Volta y Costa de Marfil (2 al 12 de mayo) Francia (30 de mayo al 2 de junio) Brasil (30 de junio al 12 de julio) Alemania (15 al 19 de noviembre)
- 1981.- Pakistán, Filipinas, Japón, Guam y Anchorage-Alaska (16 al 27 de febrero)
- 1982.- Nigeria, Benín, Gabón, Guinea Ecuatorial (12 al 19 de febrero) Portugal (10 al 15 de mayo) Gran Bretaña (28 de mayo al 2 de junio), Argentina (11 al 12 de junio),Ginebra-Suiza (15 de junio), San Marino (29 de agosto), España (31 de octubre al 10 de noviembre).
- 1983.- Costa Rica, Nicaragua, Panamá, El Salvador, Guatemala, Belice, Haití (2 al 9 de marzo), Polonia (16 al 23 de junio), Francia (14 al 15 de julio), Austria (10 al 13 de setiembre).
- 1984,. Alaska (Fairbanks), Corea, Papúa -Nueva Guinea, Islas Salomón, Tailandia (2 al 12 de mayo), Suiza (12 al 17 de junio), Canadá (9 al 19 de setiembre), España, República Dominicana, Puerto Rico (10 al 12 de octubre).
- 1985.- Perú, Ecuador, Venezuela (26 enero al 6 de febrero), Bélgica, Holanda, Luxemburgo (11 al 21 de mayo), Togo, Costa de Marfil, Camerún, República CentroÁfricana, Zaire, Kenia, Marruecos (8 al 19 de agosto), Liechtenstein (8 de setiembre).
- 1986.- Nueva Delhi, Calcuta, Goa, Trichur y Bombay (31 de enero al 10 de febrero), Colombia (1 al 8 de julio), Francia (4 al 7 de octubre), Bangladesh, Singapur, Islas Fiji, Nueva Zelanda, Australia (18 de noviembre al 1 de diciembre).
- 1987.- Uruguay, Chile, Argentina (31 de marzo al 13 de abril), Alemania Federal (30 de abril al 4 de mayo), Polonia (8 al 14 de junio), Estados Unidos, Canadá (10 al 20 de setiembre).
- 1988.- Uruguay, Bolivia, Perú y Paraguay (7 al 19 de mayo) Austria (24 al 27 de junio) Zimbawe, Mozambique, Botswana, Swazilandia, Lesotho (9 al 19 de setiembre)
- 1989.- Madagascar, Isla la Reunión, Zambia y Malawi (28 de abril al 6 de mayo) Santiago de Compostela y Oviedo (1 al 10 de junio) Corea del Sur, Indonesia, Timor Oriental y Mauricio (6 al 15 de octubre).
- 1990.- Cabo Verde, Guinea Bissau, Mali, Burkina Fasso y Chad (fines de enero al 2 de febrero) Checoslovaquia (21 al 22 de abril), México (6 al 14 de mayo), Malta (25 al 27 de mayo), Burundi, Ruanda y Costa de Marfil (setiembre).
- 1991.- Lisboa, Fátima, Islas Azores y Funchal (10 al 13 de mayo), Polonia (1 al 9 de junio), Brasil (12 al 21 de octubre).
- 1992.- Senegal, Gambia y Guinea Conakri (9 al 26 de febrero), Angola, Santo Tomé y Príncipe (14 al 10 de junio), República Dominicana (9 al 14 de octubre).
- 1993.- Benín, Uganda y Jartum (3 al 10 de febrero), Sicilia (mayo), España (12 al 17 de junio), Jamaica, México, Estados Unidos (9 al 16 de agosto), Lituania, Estonia y Letonia (4 al 10 de setiembre).
- 1994.- Zagreb, Croacia (10 al 11 de setiembre).
- 1995.- Bélgica (4 de junio), Camerún, Sudáfrica y Kenia (14 al 20 de setiembre), Estados Unidos (4 al 9 de octubre).
- 1996.- Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Venezuela (5 al 12 de febrero), Túnez (14 de abril), Eslovenia (17 al 19 de mayo), República Federal de Alemania (21 al 23 de junio), Hungría (6 al 7 de setiembre), Francia (19 al 22 de setiembre).
- 1997.- Bosnia-Herzegovina (12 al 13 de abril), República Checa (25-28 de abril), Líbano (10 al de mayo), Polonia (31 de mayo al 10 de junio), Francia (21 al 24 de agosto), Brasil (2 al 5 de octubre).
- 1998.- Cuba (21 al 26 de enero), Nigeria (12 al 13 de marzo), Austria (19 al 21 de junio), Croacia (2 al 4 de octubre).
- 1999.- México (22 al 26 de enero), Estados Unidos (26 y 27 de enero), Polonia (5 de al 18 de junio), India (5 al 8 de noviembre), Georgia (8 al 9 de noviembre).
- 2000.- Egipto (24 al 26 de febrero), Peregrinación jubilar a Tierra Santa (20 al 26 de marzo).
- 2001.- Grecia, Siria y Malta (4 al 9 de mayo), Ucrania (23 al 27 de junio)¿a qué se debía todo este frenesí viajero?

Pero, si no existía lógica alguna en estos desplazamientos, ¿a qué obedecían? En primer lugar a las peticiones de las Conferencias Episcopales locales. En segundo lugar al carácter simbólico de esos lugares. La visita a Egipto no estaba marcada, desde luego, por la importancia de la comunidad católica local, sino por el valor que Egipto tuvo para el pueblo judío y para la infancia de Jesús. Pero difícilmente podríamos aplicar criterio alguno a Malta o Túnez donde el catolicismo es irrelevante e incluso la importancia política de estos países está muy disminuida. Pensemos además que, a partir de 1981 el Papa ha visto su salud extremadamente debilitada, especialmente a partir de 1991.

En 1999 se publicó en Italia un libro curioso “Via col vento in Vaticano” que fue traducido libremente en la edición española como “El Vaticano contra Dios”. Se trataba de una obra que destilaba un tufillo ligeramente integrista, pero tras las informaciones espectaculares que propagaba –especialmente las relativas a la presencia de cultos satánicos y logias masónicas- era evidente que se ocultaba alguna alta jerarquía vaticana o alguien que conocía perfectamente los entresijos de la Santa Sede. Alguien, en definitiva, sorprendido y dolido por la deriva que ha tomado la Iglesia en las últimas décadas.

Pues bien, en la página 336 de la edición española se da una explicación a este frenesí viajero, explicación que compartimos por completo: “Con el advenimiento del papa Wojtyla, casi todos esperaban un cambio radical en la Curia romana. No hubo un terremoto, pero se creó un aislamiento a su alrededor. Una especie de crujía destinada a convertirlo en prisionero de su dorado aislamiento. Ahora, a su alrededor, en la recta final de trayecto, todo está peligrosamente estancado, menos los viajes que lo convierten en un ser extraño, distraído y trastornado. Pero en el faro, como un centinela enfermo, él sigue reflejando la luz divina inmarcesible.

Al finalizar la orgía televisiva en ocasión de los festejos conmemorativos de los veinte años de este pontificado, los festejados eran, en realidad, los organizadores de los festejos que, de vez en cuando, permitían que él, situado en segundo plano, se asomara a la pantalla como un meteoro con acompañamiento. Delante del mundo entero, mientras las lágrimas le surcaban las mejillas, Juan Pablo II se preguntó si había cumplido debidamente y hasta el fondo su ministerio papal, pensando tal vez en toda aquella caterva de purpúreos metomentodos que, enviándolo a los cinco continentes cual si fuera un procesado en rebeldía, se han pasado veinte años tomándole el pelo y sustituyéndolo en el gobierno del timón de la barca de Pedro”.

La tesis del anónimo autor de estas líneas es que la curia vaticana es un cáncer para la Iglesia. Le atribuye a ella la responsabilidad de decidir donde enviar al Papa, tenerlo entretenido con visitas pastorales, mientras ellos asumen el gobierno efectivo de la Iglesia. Por que, en estos momentos de pérdida de fe y marasmo en la institución eclesiástica, la catolicidad es algo más que unos cientos de millones de fieles, es sobre todo un patrimonio de riquezas incalculables, acumuladas a través de los siglos, cuya gestión puede dar cuantiosos beneficios. Si el Papa ha sido enviado a los lugares más extremos e inverosímiles ha sido para que no pudiera atender directamente el día a día de la Iglesia. Y para que, obviamente, alguien, pudiera beneficiarse.

¿Cuáles han sido los resultados de estos viajes? En ocasiones nulos. El viaje emprendido del 7 al 19 de mayo de 1988 a Uruguay, Bolivia, Perú y Paraguay, por poner un ejemplo, no se tradujo ni en crecimiento del número de fieles que acudían a las iglesias, ni en aumento de las vocaciones, ni en una mayor credibilidad de la Iglesia ante la sociedad, ni mucho menos lograron detener la marejada ascendente de las sectas evangélicas, pentecostales o milenaristas. Si hemos destacado este viaje por encima de otros, es por que tuvo lugar hace más de 13 años y puede ser visto con perspectiva. Lo mismo podría decirse de los anteriores. En todos ellos, incluidos los desplazamientos a Polonia, siempre ha dado la sensación, durante el viaje, de que la Iglesia local conseguía revitalizar sus filas, pero siempre se ha tratado de un espejismo: al acabar los fastos y las multitudes regresar a sus hogares, las iglesias al domingo siguiente, nuevamente, se han visto vacías, los fieles han sido mujeres y ancianos.

Los viajes del Papa a España en 1982 y 1993 no lograron rectificar la crisis de la Iglesia Española. Y esto lo sabe cualquier persona que visite los templos en días de culto. Solamente la Conferencia Episcopal se empeña en dar cifras triunfalistas y a todas luces excesivas sobre la situación de bonanza del catolicismo en España. No podemos resistir realizar un paralelismo. En 1973, en partido único franquista, el llamado “Movimiento Nacional” tenía una tupida red de secretarios, jefes de centuria, distritos, etc. tras la cual, no quedaba absolutamente nada. Eso no impedía que los secretarios políticos de los distritos, cada mes enviaran partes de actividades a sus respectivas jefaturas provinciales. Esos partes eran triunfalistas, del género: “El martes pasado tuvo lugar la reunión de afiliados del distrito, asistieron 150 camaradas y se debatieron cuestiones de interés político”... Se trataba de ficciones: ni habían reuniones de afiliados en los distritos, ni habían afiliados en las bases, solamente unas jerarquías que solo podían seguir cobrando su salario, a costa de maquillar la realidad. Lo sorprendente es que era algo que todo el mundo conocía. Los Consejos Locales del Movimiento, eran perfectamente conscientes de que no habían afiliados, la Jefatura Nacional del Movimiento, se limitaba a reunir los partes de actividades y confeccionar informes triunfalistas: “En el pasado mes, más de 120.000 camaradas de toda España se reunieron en los Distritos del Movimiento para debatir el último discurso del Jefe del Estado”. Y detrás no había nada: ni una sola reunión. Pero la ficción se mantenía por que era la única forma de que una burocracia esclerotizada pudiera seguir cobrando sus emolumentos... Un buen día, muerto Franco, todo se derrumbó y el movimiento Nacional se disolvió sin que hubiera ni una sola reunión en sus distritos. La situación de la Iglesia recuerda extraordinariamente el período terminal del Movimiento franquista. Una curia cada vez con menos base social, una institución en crisis pero que se niega públicamente a reconocer esta crisis. Un Papa que durante veinte años ha sido enviado de un sitio para otro, mientras que la institución languidecía y la crisis se enseñoreaba de las diócesis... Así está la Iglesia, pero quizás el Papa no lo advierta. La tesis de algunos autores –que nosotros estamos tentados de compartir- es que la Curia ha generado un cerco sanitario en torno a Juan Pablo II que le impide tener un contacto con la realidad del catolicismo. La única posibilidad que tiene el Papa de contactar con la Iglesia Militante es a través de las visitas pastorales. Y lo que ve son grandes masas oceánicas, en torno suyo, vitoreándole y siguiendo emocionadas los ritos vacíos de contenido desde la reforma del Vaticano II. ¿Qué puede pensar Juan Pablo II? Evidentemente, que todo va bien... La frase que resume la contradicción existente entre las masas agrupadas en torno a Wojtyla en cada uno de sus viajes y la situación real de la Iglesia es “De victoria en victoria, hasta la derrota final”.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

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