Elecciones catalanas: triunfo y ocaso de ZP
Infokrisis.- Las elecciones catalanas no han empezado bien para el PSC. Las encuestas le dan solamente una débil bajada de votos y de escaños, pero todo induce a pensar que el descalabro va a ser mayor. Los tres años de gestión infame, nefasta y paralizante de Maragall van a terminar pasando factura. Y lo que es más: la participación de ZP en la elaboración del nuevo estatuto, no va a aportar, desde luego, los votos esperados.
Del final del tripartito a las elecciones catalanas
El tripartito cayó, no porque existieran circunstancias políticas nuevas, sino porque las tensiones interiores desde el principio, se convirtieron en insoportables a partir de la llamada realizada por ZP a Artur Mas para obtener el voto favorable de éste al anteproyecto de Estatuto en el Parlamento de Catalunya. A partir de ese momento, Carod Rovira se convirtió en un cadáver político. ZP había entendido que Carod era un lastre que era preciso soltar si quería dejar de seguir hundiéndose en las encuestas de intención de voto.
Pero no solamente era Carod, sino “botellón Maragall” quien se había convertido en una compañía peligrosa. Lo raro es que ZP no lo advirtiera desde el congreso socialista del 2000 en el que le aportó votos. No nos cabe la menor duda de que, hasta última hora, Maragall seguirá realizando sus declaraciones excéntricas y exóticas, hundiendo poco a poco al PSC y sustrayendo intención de voto al PSOE. ¿Qué dirá en esta campaña electoral “botellón Maragall”? Dirá que se ha conseguido un Estatuto histórico que sitúa a Catalunya con todas las ventajas de la independencia, pero sin ninguno de los problemas que pudiera acarrear. Dirá que ha tenido en Carod a un colaborador y a un confidente mucho más digno de confianza que alguno de los miembros de su propio partido. Se le llenará la boca gritando con esa voz de resaca mañanera “vissca Catalunyya, hics”. Y reirá inconscientemente, como hizo en el “encuentro internacional” Catalunya-Euzkadi, mientras las fotos de los matarifes de ETA colgaban de las tribunas del Camp Nou o se quemaban banderas españolas, o se vitoreaba a ETA, a la independencia y a cualquier otra lindeza… A pesar de que, al día siguiente, se desconvocara –para sorpresa de toda la UE y oprobio del gobierno de “botellón Maragall”- la reunión de ministros de la vivienda de la Unión en Barcelona, porque el gobierno catalán no podía asegurar la seguridad… El gobierno de la Generalitat ha logrado ser más débil que cuatro independentistas, seis “antiglobalizadores” y ocho “okupas” que, “tots plegats”, no tienen media hostia, por hablar mal y pronto.
Maragall ha sido una tragedia sainetesca, ridícula e irreal en la política catalana. El Estatuto que ha surgido de su gestión va a provocar las peores tensiones en los próximos años, sea quien sea el próximo presidente de la Generalitat. A todo esto, ¿quién va a ser?
Las perspectivas electorales: Mas presidente.
No cabe ninguna duda del acuerdo tomado por Mas y ZP en su conversación íntima de febrero de 2006. Los dos pipiolos pactaron la liquidación del tripartito a cambio del apoyo de Mas al proyecto de nuevo Estatuto, acentuar la presión sobre Maragall para lograr que liquidara su período de gobierno en el momento en el que se votara el Estatuto y, finalmente, pactar un gobierno de coalición PSC-CiU en caso de que ninguna de las dos fuerzas obtuviera mayoría absoluta, presidiéndola el dirigente del partido más votado, a cambio del apoyo de CiU en el parlamento madrileño y del mantenimiento de alguna de las cláusulas del Pacto del Tinell, especialmente aquella en la que se aísla al PP completamente.
Ahora ya caben pocas dudas de lo que va a pasar, a pesar de que todos los candidatos aseguren que no van a pactar con nadie. Van a tener que pactar, especialmente Mas, porque nadie tendrá mayoría absoluta. Así pues las perspectivas que se pueden producir son las siguientes, de menor a mayor:
- Reconstruir el tripartito: descartada para el PSC y especialmente para ZP. Los resultados del tripartito no pudieron ser menores mientras han durado. Ni ZP puede tolerar el revoloteo de Carod en torno suyo, máxime cuando las generales de 2008 se acercan, y ni siquiera Carod podría soportar la presión de sus bases ante la eventualidad de repetir una coalición que no les ha favorecido. Con el tripartito no solamente ha caído Maragall, sino el proyecto estratégico de Carod (el compromiso del socialismo catalán con el nacionalismo independentista para alcanzar una masa crítica suficiente como para hacer viable el proceso independentista). Los que, sobre todo, se declararán a favor de reconstruir el tripartito serán los residuos terminales de ICV-EUiA, a falta de donde caer muertos.
- Mayoría absoluta de CiU: no es completamente descartable, pero sí algo lejana. De las dos componentes de CiU, UDC vive uno de sus peores momentos; la mayoría de sus sedes han cerrado, el partido está quebrado después de su “ventennio” de financiarse con el desvío de fondos públicos y el aroma a corrupción. En cuanto a CiU vive un momento de consolidación del liderazgo de Mas, pero su imagen todavía no goza del favor del electorado que gozó Pujol. Y, por lo demás, los giros copernicanos de Mas en los últimos tres años han resultado demasiado absurdos como para que no hubiera descontentos entre sus electores naturales: tan pronto se ha mostrado más independentista que ERC como más partidario de pactar con ZP, ha intentado no perder a su ala radical en beneficio de ERC y se ha alejado de su ala moderada fronteriza con el PP. Los bandazos a un lado y otro le han restado apoyos suficientes como para alcanzar mayoría absoluta.
- CiU partido mayoritario con apoyo parlamentario del PP: es la hipótesis que más gustaría a una parte sustancial de la patronal catalana, pero que Mas va a rechazar con más contundencia en el curso de la campaña. Pero ya se sabe lo que valen las promesas electorales de la clase política española (y la catalana no es una excepción, sino su confirmación extrema). Habrá que ver la reacción de Mas si las simetrías electorales son favorables para el PP y solamente con el apoyo parlamentario de esos 15-20 escaños CiU podría gobernar cómodamente. Pero, claro, está el acuerdo con ZP que crea una especie de control sanitario en torno al PP. Es una hipótesis que no hay que perder de vista, pero que en las actuales circunstancias parece altamente improbable. Por lo demás, históricamente, CiU solamente se ha vendido al partido que ocupa el poder en Madrid. No en vano la persona que más veces ha sido ministrable en este país es Durán Lleida…
- Gran coalición PSC-CiU con Montilla como presidente: debería destacar mucho Montilla y realizar una campaña absolutamente brillante e impoluta para que se convirtiera en partido mayoritario en Catalunya. Es difícil que ocurra: Montilla es un candidato completamente gris e, incluso, no hay que excluir que durante la campaña se le recuerden algunas de sus gestiones en el ámbito municipal catalán donde no alcanzó una fama precisamente de político honesto. Montilla intenta no decantarse mucho hacia posiciones nacional-maragallistas (no estuvo presente en el partido “internacional” Catalunya-Euzkadi), ni hacia posiciones estatalistas. Creo que el hecho de ser andaluz le va a facilitar votos, por eso mismo, de la amplia comunidad de esta región residente en Catalunya. No es evidente. En cuanto a Mas, siguiendo los consejos de Pujol, jamás aceptaría una cohabitación de este tipo en un plano secundario. Pero lo que desdice esta posibilidad es la caída de la intención de voto socialista.
- Gran coalición CiU-PSC con Mas como presidente: es, sin duda, la hipótesis más probable. El PSC sin el poder regional perdería como un tercio de sus efectivos (si no más) y es fácil que aceptara una coalición en condiciones de subordinación hacia CiU. Probablemente, Montilla abandonaría el escaño y el PSC partiría de cero de cara a las elecciones autonómicas del 2011 modelando un nuevo candidato. Así pues, según las encuestas de intención de voto de principios de octubre, todo induce a pensar que ésta es la hipótesis que terminará convirtiéndose en realidad.
De todas formas, justo es reconocer que Montilla o Mas no cambiarían nada la situación…
Lo que le queda a Catalunya por pasar…
El “problema catalán” no ha hecho más que empezar. Sea quien sea el próximo presidente de la Generalitat su principal tarea será aplicar el nuevo Estatuto, esto es, desenganchar Catalunya de España. Y esto no se va a lograr sin que aparezcan tensiones insoportables para la sociedad catalana.
Aplicar un Estatuto que supone organizar un “Estado Catalán”, liquidando progresivamente la presencia del “Estado Español” en Catalunya, es la médula de la reforma del Estatuto votada inconscientemente por los diputados socialistas en el parlamento español. A la vista de lo hablado y de lo votado en aquella ocasión, resultó demasiado evidente que los diputados socialistas, no solamente no habían leído el texto del Estatuto, sino que ni siquiera les interesaba: lo había promocionado ZP, así que debía de ser bueno… Pero basta leer al azar algunos de los artículos del Estatuto para darse cuenta de lo que implicaba.
Ha bastado que el Defensor del Pueblo diera un repaso al texto, para que presentara recurso de inconstitucionalidad, unido al presentado por el PP contra 141 artículos del Estatuto. Ahora bien: ¿qué ocurrirá en Catalunya cuando el Tribunal Constitucional dé la razón a los recursos contra algunos de estos artículos? ¿Cómo reaccionará la clase política catalana, débil, demagógica y autista?
La visión del partido de fútbol “internacional” no deja de producir escalofríos, no tanto por la presencia de unos miles de mequetrefes vociferantes, sino por la presencia de unas autoridades autonómicas a las que parecía no importarles la certificación pública de la centrifugación del Estado, la implicación separatismo-radicalismo, la exaltación de la violencia y la inconstitucionalidad o los gritos a favor del terrorismo y de los matarifes de ETA. Y esa visión resulta todavía más escalofriante si tenemos en cuenta que la crisis yugoslava y kosovar se inició con un partido de fútbol polémico.
Clos –el sucesor de “botellón Maragall” al frente del Ayuntamiento de BCN- ha convertido a esta ciudad es una aglomeración inhóspita y desarmada ante los antiglobalización, los ocupas y los independentistas radicales. Algunos sabemos muy bien que esta patulea es inofensiva y sirven más como corredores olímpicos que como activistas políticos. De hecho, cuando se les planta cara, toda esa amalgama independentista tiene una irreprimible tendencia a correr en dirección contraria. Pero para disolver a estos grupos hace falta una voluntad y una decisión que no tienen ninguna de las dos orillas de la Plaza de Sant Jaume: ni el Ayuntamiento ni la Generalitat son capaces de asegurar la ley y el orden en Catalunya, por muchas revistas que pasen sus capos a los “mossos d’esquadra”. En Catalunya y en el “cap i casal” hay dejación de autoridad hasta extremos bochornosos, como es la suspensión del encuentro de ministros europeos sobre vivienda. ¿Cómo pueden aspirar a gobernar algo más que una comunidad de vecinos aquellos que son incapaces de afrontar la violencia antiglobalización, okupa e independentista de cuatro criajos díscolos, descerebrados y marginales?
Y esta situación no va a mejorar porque los políticos de “raza”, con autoridad y respeto ya han desaparecido del panorama político catalán.
Esto sin olvidar que, según se plantee la aplicación del Estatuto, el empresariado catalán corre el riesgo de ver mermados sus beneficios en el mercado español, como ya ha ocurrido con la patronal del cava.
A nivel nacional, la aplicación del Estatuto también va a tener su repercusión en el gobierno ZP: él ha sido el principal impulsor de este aborto legislativo y, para su desgracia, entre la subida al poder de la Gran Coalición CiU-PSC y la convocatoria de elecciones generales va a mediar un año y medio, suficiente como para que incluso los electores más proclives al voto socialista perciban el inmenso resbalón que va a suponer este texto estatutario. ZP va a tener que pactar mucho (en especial revalidar los aspectos aislacionistas hacia el PP del Pacto del Tinell con los nacionalistas y el pago exigido va a ser tan grande que parece difícil que no le merme la intención de voto).
La “era ZP” inicia su ocaso. La defección de Bono el 11 de octubre ha sido el primer gran revés, mantenerse de pie ante el paso de la bandera norteamericana y el desfile militar del día 12 (cuando se sabe que la invasión norteamericana en Irak ha causado 600.000 muertos) cuando estaba mucho más justificado volverse de espaldas hoy que sentarse hace cuatro años, no le va a aportar ni un cambio de actitud de los EEUU ni más votos de izquierdas. La que se presenta como derrota del PSC en las elecciones catalanas va a suponer un primer golpe electoral.
No es que preveamos la derrota de ZP en las elecciones de 2008, es que estamos convencidos de que las costuras de éste país no resistirían otros cuatro años de iniciativas absurdas, erróneas e ignorantes.
El misterio de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía
Los tránsitos de voto en las elecciones catalanas parecen muy evidentes: algunos de los votos del PSC volverán al PP y otros a CiU, votos de ERC y de CiU se trasvasarán en las dos direcciones, no va a haber en esto mucha sorpresa sino los vaivenes naturales. El gran misterio es la capacidad de atracción de votos de la candidatura Ciutadans-Partido de la Ciudadanía.
La naturaleza de este partido es la de un partido de izquierda no nacionalista, casi jacobino, sin que el resto de temas políticos le interesen excesivamente. De hecho, C-PC es, sobre todo, el voto más seguro contra el nacionalismo y el independentismo. Esta candidatura cuenta, no solamente con el apoyo de cierto número de intelectuales, periodistas y artistas de cierta relevancia, sino también con algunos políticos de primera fila surgidos del PSC, especialmente en el cinturón industrial de Barcelona. Su fisonomía y su lanzamiento, así como algunos elementos de su programa han sido muy bien acogidos por sectores de la juventud catalana que han viajado por España o incluso a otros países y son conscientes de que uno de los bienes que poseemos es nuestra lengua. Estos sectores se manifiestan a favor de una cooficialidad lingüística y de dejar la lengua a merced de la oferta y la demanda (lingüística), lo cual beneficia al castellano, evidentemente.
Si de lo que se trata es de rechazar el nacionalismo y el independentismo, esta candidatura es la opción más aconsejable pero, sin embargo, es un misterio el resultado que alcanzará. Sus impulsores están convencidos de que lograrán crear grupo parlamentario propio, algo que parece excesivamente optimista. Es evidente que esta candidatura va a restar votos, especialmente, al PSC y, en segundo lugar, al PP. En cualquier caso, si esta candidatura pudiera irrumpir en el parlamento catalán, el panorama quedaría profundamente modificado: por primera vez en Catalunya, un partido “no tradicional” y francamente antinacionalista, lograría irrumpir. Lo deseamos fervientemente.
Lamentablemente, la Plataforma per Catalunya ha decidido no presentarse a las elecciones, reservándose para las elecciones municipales en las que experimentará un nuevo tirón, especialmente en algunas zonas del interior de la provincia de Barcelona y, seguramente, en el centro-sur de la provincia de Tarragona. El hecho de que las autonómicas se adelantaran ha hecho aconsejable que esta formación no se presentara. De haberse agotado la legislatura, la PxC hubiera podido revalidar su previsible avance en las municipales.
En cuanto a Adelante Catalunya, su falta de medios, de ideas, programa, cuadros y militantes, así como su encuadramiento dentro del ultramontanismo histórico hace que no sea sino una anécdota a la que irán a parar entre 2000 y 3000 votos. Para colmo, mientras DN pacta con AES en Catalunya, lo hace con una de las fracciones falangistas en Madrid, evidenciando su grado de despiste y ni siquiera reconociendo públicamente el haber firmado el pacto…
En Catalunya, las cosas se van a poner más duras en los próximos años: la comunidad con más porcentaje de inmigrantes es también la que tiene menos autoridad. Barcelona se ha convertido en la ciudad-santuario de okupas de toda Europa. Los ghettos de la inmigración se extienden como una mancha de aceite por toda la ciudad, a partir de las bases del Raval y la Ribera. La desertización industrial que ha vivido Catalunya en los tres últimos años va a ser solamente un ensayo de la que se avecina: el dinero huye de allí donde hay problemas; no solamente las multinacionales huyen de Catalunya sino que incluso el propio dinero catalán mira de invertirse en otras regiones menos conflictivas y más prometedoras (la Comunidad Valenciana, especialmente). Catalunya en cuatro años va a ser una sombra fantasmal de lo que es hoy. Y en veinte años, Barcelona será una ciudad-ghetto de inmigración (como lo es Marsella), habiendo perdido su atractivo turístico, convertida en paraíso de la delincuencia y de los “movimientos sociales”, en el centro de una región desertificada industrialmente, reclamando cada vez más dinero al Estado y con una case política eternamente mirándose el ombligo.
Cada región tiene lo que se merece y Catalunya votó a Maragall, votó al Estatut y votará a Mas. Catalunya es culpable de elegir mal. Catalunya, ella misma, está trazando su destino, a pulso, hacia la vía muerta. De la misma forma que los ciudadanos de Marbella no pueden pedir responsabilidades a la clase política que saqueó el ayuntamiento y a la que ellos mismos votaron, la Catalunya del futuro no podrá pedir responsabilidades sino a la Catalunya del pasado, y a ZP, sobre cómo fue posible que la región más rica del Estado se convirtiera en una selva empobrecida y con su identidad europea carcomida por la mancha de aceite migratoria.
© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es
0 comentarios