Nuevo Estatuto catalán: centrifugación sin consenso
Redacción.- El viernes 8 de julio, el Parlament de Catalunya aprobó el borrador del nuevo Estatuto. Capítulo I: Catalunya es una nación
texto inconstitucional y que, por lo tanto, no podrá ser aprobado por la mayoría de dos tercios del Parlamento Español. Si ERC traga, su electorado puede volverle la espalda. Si ERC no traga, el gobierno de catalán puede caer y arrastrar en su caída a ZP. Un "estatut" que llega sin muestras de alegría ni apoyo popular.
Sin alegría, sin apoyo popular.
Después de un año y medio de trabajos, el borrador del nou estatut ha pasado el primer obstáculo: su aprobación por el pleno del Parlament de Catalunya. Resulta curioso que un texto tan importante como un estatuto de autonomía no haya suscitado el más mínimo debate social, ni el cierre del borrador haya merecido algo más que un lugar preferencial en los informativos de la televisión regional.
La población catalana está de espaldas al nou estatut. Durante el verano pasado, el autobús habilitado por la Generalitat para recorrer todas las poblaciones catalanas, recogiendo sugerencias que incorporar al borrador, volvió al Palau de Pza. Sant Jaime, habiendo recorrido 2400 kilómetros entre la indiferencia general. La única reacción notable que suscitó, en Berga, fue el apedreamiento por parte de adolescentes independentistas radicales. En ese momento, ya estaba claro que la población estaría desvinculada de esta iniciativa.
A partir del escándalo del 3% y de la ignominiosa comisión parlamentaria que investigó el caso Carmelo, esa indiferencia se tornó en algunos ambientes en hostilidad manifiesta: una clase política bajo sospecha de corrupción, no es lo más adecuado para reivindicar para sí el 100% de la gestión fiscal y reclamar más y más recursos, lo que está haciendo.
El nou Estatut, presentado por la clase política catalana como una reivindicación ineludible, un clamor unánime de la sociedad o una exigencia del autogobierno, solamente ha cosechado indiferencia, cuando no hostilidad; no ha sido, desde luego, un texto capaz de generar entusiasmo entre otras cosas, por que, desde el punto de vista de la población, es innecesario.
Un nou estatut, sin unanimidad
Dejando aparte a ICV-EUiA, que apenas es un cero a la izquierda en el espectro político catalán, y cuyas opiniones son solo prolongaciones de las de ERC unos días y de las del PSC otros, el hecho es que el resto de fuerzas políticas mantienen todas posiciones particulares, diferentes a las de los demás. Las contradicciones entre todas estas fuerzas son insuperables y proporcionan al nou estatut un alto grado de inestabilidad.
De un lado, el PP catalán, se sitúa al margen. A pesar de que a Piqué le cueste reconocer que Catalunya no es una nación y de sus veleidades centristas, la inmensa mayoría del PP catalán y, por supuesto, la totalidad del PP del resto del Estado, consideran inaceptable el artículo I, del proyecto. Que nadie espere que un consenso inesperado y surrealista, varíe la posición del PP en el Parlamento Español y aporte sus votos para alcanzar los dos tercios necesarios para que, sea cual sea, el texto del nou estatut, éste pueda superar la aprobación parlamentaria. El voto en contra del PP estaba, por todo esto, cantado.
El otro partido de la oposición, CiU, vive una situación dramática: una parte de la coalición, UDC, se está desmigajando. Buena parte de sus cuadros gerundenses se han pasado al PP y el próximo otoño se verán algunos juicios por corrupción en los que están implicados funcionarios y cuadros de éste partido. Por lo demás, el carácter democristiano de este grupo, genera factores adicionales de oposición en relación a la política de ZP y a quien la apoya (el tripartito catalán). Pero, además, lo que está en juego es la hegemonía en el campo nacionalista catalán. Hasta ahora, la hegemonía había caído del lado de CiU, pero, tras la pérdida de las elecciones autonómicas del 2003, y del vertiginoso ascenso de ERC, las cosas ya no están tan claras: si se produce el surpasso (esto es, que ERC superara en número de votos a CiU), la coalición nacionalista-democristiana, entraría en descomposición, una parte pasaría directamente a ERC, siguiendo a los que ya lo han hecho, mientras que otra, se integraría en el PP. Hoy, CiU juega a la contra. Está en la oposición y puede permitirse el lujo de jugar la carta del radicalismo nacionalista (no independentista). CiU ha votado contra el borrador del nou estatut. ¿Los motivos? Que no asegura la plena soberanía fiscal, que no blinda las competencias, que no dice nada sobre equilibrios territoriales y que prioriza una educación laica CiU, en la negociación que va a seguir en los próximos meses, aspira a presentarse como más nacionalista que ERC, a la que tachará de oportunista y de colaboracionista con un partido estatal. Comprimido entre el PP de un lado, que convence a los más moderados de UDC, y de otro por los independentistas de ERC, parece difícil que CiU logre explicar a la opinión pública, los motivos de su rechazo al nou estatut y que sea entendido por alguien.
Los otros dos partidos, ERC y PSC, a pesar de que gobiernan juntos desde hace casi dos años, han ido aumentando los puntos de fricción. ERC ha dado marcha atrás y ha renunciado a algunos de sus maximalismos iniciales. Los principales desencuentros entre ERC y el PSC son a causa de la pretensión de Carod de que el borrador recogiera el derecho de autodeterminación (no lo recoge), el régimen local y la legislación electoral. ERC defiende de manera histérica la cuestión de las veguerías, comarcas que deberían de convertirse en provincias, deshaciendo la actual división de Catalunya en cuatro provincias que pasarían a convertirse en seis. Esta cuestión de las veguerías ni siquiera es conocida por la población e incluso los informativos de TV3 la suelen pasar por alto: transformar cuatro provincias en seis veguerias, con el problema que entraña seleccionar la capitalidad de las dos nuevas veguerías recién constituidas, es tan surrealista que, de conocerlo la opinión pública, evidenciaría lo superfluo, obsesivo y banal de los falsos problemas creados por el tripartito.
Para colmo, hay que distinguir entre Maragall y su apoyo político Ciudadanos por el Cambio-PSC y el PSC real, es decir, el que gobierna en buen número de municipios catalanes. Precisamente, la presión ejercida por los alcaldes socialistas catalanes que prefieren seguir dependiendo del Estado y se resisten a depender de la generalitat, generó un malestar que situó al tripartito al borde de la ruptura en la semana que acaba de terminar.
En conclusión: esta situación genera tres contradicciones insuperables:
1) La contradicción entre el tripartito (ERC, PSC y ICV-EUi) y la oposición (CDC, UDC y PP).
2) La contradicción entre ERC y PSC y
3) La contradicción en la familia nacionalista, entre ERC y CiU
Estas tres contradicciones, no eran esenciales en la dinámica del gobierno catalán, en donde, durante el período de Pujol, la oposición se oponía a las decisiones del gobierno catalán y el gobierno, gobernaba. Desde la subida al poder de Maragall, Pero, en la discusión sobre el nou estatut, estas contradicciones corren el riesgo de centrifugar la política catalana. De hecho, hoy, el panorama político catalán es mucho más confuso que hace solo dos años. No existe una división nítida entre gobierno y oposición. Da la sensación de que ERC está en la oposición y que no ha asumido el hecho de que co-gobierna la generalitat. En cuanto a Maragall, cada día parece más evidente que sus ideas excéntricas y su personalidad errática, le inducen a hacer cualquier cosa menos gobernar, es decir, gestionar recursos públicos y dirigir a una comunidad hacia la su bienestar.
Se avecina el tiempo de las grandes rupturas
¿Qué ocurrirá si durante la discusión del Estatut en el Parlament de Catalunya, CiU sigue sin aceptar el texto del borrador? ¿Qué ocurrirá si, aún habiéndolo aceptado, el nou Estatut embarranca en el Parlamento Español que no está dispuesto a aprobarlo con dos tercios de los votos? ¿Qué ocurrirá, a partir de ese momento, con el apoyo de ERC a ZP, el cual había prometido que apoyaría lo que aprobara el Parlament de Catalunya? ¿Qué ocurrirá en Catalunya cuando se produzca esta situación? ¿Seguirá apoyando ERC al gobierno de Maragall? ¿romperá?
Todos los observadores políticos coinciden en afirmar que ERC se ha aficionado pronto a la poltrona. ERC sigue siendo un partido independentista en un marco en el que la independencia es imposible constitucionalmente. El discurso de ERC, a nivel de opinión pública sigue siendo extremadamente radical pero, a nivel de gestión es extremadamente conservador. Sus cuadros se aferran a la poltrona y lo que más les asusta no es la perspectiva de que Catalunya no obtenga su independencia sino perder la poltrona. De hecho, el drama que tiene ERC es la mediocridad absoluta de su clase política dirigente: tanto ayer, cuando Angel Colom estaba al frente de los destinos de ERC, como hoy con Carod, lo que ambos han tenido detrás, son dirigentes de una mediocridad exasperante. Lo sabíamos quienes seguimos el día a día de la política catalana, pero ha hecho falta que gobernaran durante año y medio para que la población lo percibiera con sus propios ojos. A parte de Carod, el resto de rostros de ERC son desconocidos para la opinión pública: de Ridao (al que se debe buena parte del nou estatut) la opinión pública ni siquiera conoce su existencia; de Benach no se sabe mucho, tan sólo que ha duplicado su peso durante el tiempo en el que ha sido presidente del Parlament; Puigcercós, está en Madrid ha donde Carod lo alejó para evitar que le hiciera sombra y que tuviera la tentación de matar al padre. Y de Joan Tardá, los iniciados saben que es un toca collons. Nada más. El resto de nombres de ERC, son unos perfectos desconocidos, unas ilustres mediocridades ignorados completamente por la opinión pública. Una banda de mediocres, aferrados a la poltrona.
Pero la ruptura del tripartito es inevitable: se producirá cuando las encuestas confirmen a Carod que puede alcanzar el surpasso. Si no ha roto con ZP, ni con Maragall es porque las encuestan empiezan a serle desfavorables y el voto nacionalista-independentista está perdiendo fuerza. La eficacia en la gestión no es una de las cualidades que adornan a ERC, precisamente.
Mayor drama tiene el PSC. El gran problema de este partido es ¿cómo jubilar a Maragall? Lo que aterroriza a Montilla y a otros líderes socialistas catalanes es que Maragall tienda a eternizarse en la política regional como ha ocurrido con Fraga. Es evidente que la oposición se centrará en las próximas elecciones en la falta de eficacia de Maragall y en el famoso 3%. Y es evidente que, Maragall, difícilmente va a poder soportar una nueva campaña electoral, si el nou estatut se embarranca en alguna trinchera constitucional. Es, así mismo, evidente, como mínimo tan evidente como hace dos años, que Maragall no está en condiciones físicas de repetir legislatura pero ¿cómo lo licencian?
La situación del PSC en estos momentos es confusa. El nuevo partido antinacionalista es, en la práctica, una escisión del PSC y va a agrupar votos que, hasta ahora, han ido a parar a Maragall. El PSC, hoy, carece de liderazgo. Maragall es poco más que un zombi de la política, sin rumbo fijo que, ha convertido al partido socialista de Catalunya en un partido más nacionalista que CiU. Pero, aparte de Maragall, ¿quién puede dirigir el PSC? Hasta ahora no existe ningún líder reconocido que pueda reemplazarlo. Montilla, el aspirante hasta hace poco, se ha desentendido de la política regional. Nadal, está quemado por el asunto del tunel del Carmelo. Un cartel electoral presidido de nuevo por Maragall va a ser problemático: no es garantía de éxito, pero sí asegura fricciones en el interior del PSC e incluso del PSOE.
Además, está el pleno del senado sobre el Estado de la Nación. Tendrá lugar en septiembre. Para entonces, el talante será un recuerdo (ya lo es, de hecho), y tanto ERC, como el PNV, como el BNG, y si se nos apura, hasta el PSA, van a pedir hechos y no palabras y ZP lo único que va a estar en condiciones es de ofrecer vana palabrería. ZP ha abierto el interruptor de la centrifugadora desde el momento en que ha abierto un debate sobre la configuración del Estado, sin tener ideas propias ni saber hacia dónde conducirlo. ZP ha pensado que otros aportarían ideas y que él, situado en su olimpo de la Moncloa, se limitaría a recoger las ideas como el buen Dios, recoge oraciones. De manera increíble, durante 18 meses, ZP ha logrado esquivar cualquier pronunciamiento propio sobre la materia. Pero ahora ya se le han acabado los argumentos y el tiempo. Ha llegado el momento en el que va a tener que decir a los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos que, constitucionalmente, el derecho de autodeterminación es legalmente inviable. Y deberá decírselo ahora, precisamente, cuando la palabrería vana y hueca de ZP, los ha envalentonado y cuando su increíble incapacidad para decir NO, les ha hecho creer que pueden alcanzar cualquier techo autonómico o, incluso, la independencia pura y simple. Siempre es mejor decir NO desde el principio, que crear falsas expectativas. Y, desde luego, siempre es mejor mostrar carácter, fortaleza y convicciones propias que un talante como camuflaje para la falta de personalidad e ideas.
Alfonso Guerra ha estado sembrado cuando ha resumido el problema con unas palabras muy claras: Cuando un estatuto reconoce a una comunidad el rango de nación, nada asegura que pasado el tiempo, esa nación no reivindicará un Estado propio. Ahora bien, debería de decirle a su jefe, ZP, que cuando se dispone de un estatuto de autonomía que garantiza un razonable nivel de competencias, abrir un debate para redactar un nuevo estatuto es una deslealtad en sí misma. Porque, a decir verdad y a poco que se examine de cerca la cuestión, más allá de los actuales estatutos de autonomía, no existe otra frontera más que la conversión de España en Estado Federal. Sería la primera vez en la historia que una unidad se fragmenta, para luego reconstruirse en forma de federación. Habitualmente, las federación se forman por aproximación de nuevos Estados a un núcleo federador, no por unión de partes previamente fracturadas.
El problema de ZP es que tiene miedo a las palabras: el proceso que ha abierto no tiene otra nueva frontera más que el Estado Federal y esto es lo que está en discusión, mucho más que nuevos techos competenciales o la reforma de estatutos regionales. El problema para ZP es que el día en que anuncie esta perspectiva, es probable que muchos de sus propios correligionarios, se lo coman.
© Ernesto Milà infokrisis infokrisis@yahoo.es
Sin alegría, sin apoyo popular.
Después de un año y medio de trabajos, el borrador del nou estatut ha pasado el primer obstáculo: su aprobación por el pleno del Parlament de Catalunya. Resulta curioso que un texto tan importante como un estatuto de autonomía no haya suscitado el más mínimo debate social, ni el cierre del borrador haya merecido algo más que un lugar preferencial en los informativos de la televisión regional.
La población catalana está de espaldas al nou estatut. Durante el verano pasado, el autobús habilitado por la Generalitat para recorrer todas las poblaciones catalanas, recogiendo sugerencias que incorporar al borrador, volvió al Palau de Pza. Sant Jaime, habiendo recorrido 2400 kilómetros entre la indiferencia general. La única reacción notable que suscitó, en Berga, fue el apedreamiento por parte de adolescentes independentistas radicales. En ese momento, ya estaba claro que la población estaría desvinculada de esta iniciativa.
A partir del escándalo del 3% y de la ignominiosa comisión parlamentaria que investigó el caso Carmelo, esa indiferencia se tornó en algunos ambientes en hostilidad manifiesta: una clase política bajo sospecha de corrupción, no es lo más adecuado para reivindicar para sí el 100% de la gestión fiscal y reclamar más y más recursos, lo que está haciendo.
El nou Estatut, presentado por la clase política catalana como una reivindicación ineludible, un clamor unánime de la sociedad o una exigencia del autogobierno, solamente ha cosechado indiferencia, cuando no hostilidad; no ha sido, desde luego, un texto capaz de generar entusiasmo entre otras cosas, por que, desde el punto de vista de la población, es innecesario.
Un nou estatut, sin unanimidad
Dejando aparte a ICV-EUiA, que apenas es un cero a la izquierda en el espectro político catalán, y cuyas opiniones son solo prolongaciones de las de ERC unos días y de las del PSC otros, el hecho es que el resto de fuerzas políticas mantienen todas posiciones particulares, diferentes a las de los demás. Las contradicciones entre todas estas fuerzas son insuperables y proporcionan al nou estatut un alto grado de inestabilidad.
De un lado, el PP catalán, se sitúa al margen. A pesar de que a Piqué le cueste reconocer que Catalunya no es una nación y de sus veleidades centristas, la inmensa mayoría del PP catalán y, por supuesto, la totalidad del PP del resto del Estado, consideran inaceptable el artículo I, del proyecto. Que nadie espere que un consenso inesperado y surrealista, varíe la posición del PP en el Parlamento Español y aporte sus votos para alcanzar los dos tercios necesarios para que, sea cual sea, el texto del nou estatut, éste pueda superar la aprobación parlamentaria. El voto en contra del PP estaba, por todo esto, cantado.
El otro partido de la oposición, CiU, vive una situación dramática: una parte de la coalición, UDC, se está desmigajando. Buena parte de sus cuadros gerundenses se han pasado al PP y el próximo otoño se verán algunos juicios por corrupción en los que están implicados funcionarios y cuadros de éste partido. Por lo demás, el carácter democristiano de este grupo, genera factores adicionales de oposición en relación a la política de ZP y a quien la apoya (el tripartito catalán). Pero, además, lo que está en juego es la hegemonía en el campo nacionalista catalán. Hasta ahora, la hegemonía había caído del lado de CiU, pero, tras la pérdida de las elecciones autonómicas del 2003, y del vertiginoso ascenso de ERC, las cosas ya no están tan claras: si se produce el surpasso (esto es, que ERC superara en número de votos a CiU), la coalición nacionalista-democristiana, entraría en descomposición, una parte pasaría directamente a ERC, siguiendo a los que ya lo han hecho, mientras que otra, se integraría en el PP. Hoy, CiU juega a la contra. Está en la oposición y puede permitirse el lujo de jugar la carta del radicalismo nacionalista (no independentista). CiU ha votado contra el borrador del nou estatut. ¿Los motivos? Que no asegura la plena soberanía fiscal, que no blinda las competencias, que no dice nada sobre equilibrios territoriales y que prioriza una educación laica CiU, en la negociación que va a seguir en los próximos meses, aspira a presentarse como más nacionalista que ERC, a la que tachará de oportunista y de colaboracionista con un partido estatal. Comprimido entre el PP de un lado, que convence a los más moderados de UDC, y de otro por los independentistas de ERC, parece difícil que CiU logre explicar a la opinión pública, los motivos de su rechazo al nou estatut y que sea entendido por alguien.
Los otros dos partidos, ERC y PSC, a pesar de que gobiernan juntos desde hace casi dos años, han ido aumentando los puntos de fricción. ERC ha dado marcha atrás y ha renunciado a algunos de sus maximalismos iniciales. Los principales desencuentros entre ERC y el PSC son a causa de la pretensión de Carod de que el borrador recogiera el derecho de autodeterminación (no lo recoge), el régimen local y la legislación electoral. ERC defiende de manera histérica la cuestión de las veguerías, comarcas que deberían de convertirse en provincias, deshaciendo la actual división de Catalunya en cuatro provincias que pasarían a convertirse en seis. Esta cuestión de las veguerías ni siquiera es conocida por la población e incluso los informativos de TV3 la suelen pasar por alto: transformar cuatro provincias en seis veguerias, con el problema que entraña seleccionar la capitalidad de las dos nuevas veguerías recién constituidas, es tan surrealista que, de conocerlo la opinión pública, evidenciaría lo superfluo, obsesivo y banal de los falsos problemas creados por el tripartito.
Para colmo, hay que distinguir entre Maragall y su apoyo político Ciudadanos por el Cambio-PSC y el PSC real, es decir, el que gobierna en buen número de municipios catalanes. Precisamente, la presión ejercida por los alcaldes socialistas catalanes que prefieren seguir dependiendo del Estado y se resisten a depender de la generalitat, generó un malestar que situó al tripartito al borde de la ruptura en la semana que acaba de terminar.
En conclusión: esta situación genera tres contradicciones insuperables:
1) La contradicción entre el tripartito (ERC, PSC y ICV-EUi) y la oposición (CDC, UDC y PP).
2) La contradicción entre ERC y PSC y
3) La contradicción en la familia nacionalista, entre ERC y CiU
Estas tres contradicciones, no eran esenciales en la dinámica del gobierno catalán, en donde, durante el período de Pujol, la oposición se oponía a las decisiones del gobierno catalán y el gobierno, gobernaba. Desde la subida al poder de Maragall, Pero, en la discusión sobre el nou estatut, estas contradicciones corren el riesgo de centrifugar la política catalana. De hecho, hoy, el panorama político catalán es mucho más confuso que hace solo dos años. No existe una división nítida entre gobierno y oposición. Da la sensación de que ERC está en la oposición y que no ha asumido el hecho de que co-gobierna la generalitat. En cuanto a Maragall, cada día parece más evidente que sus ideas excéntricas y su personalidad errática, le inducen a hacer cualquier cosa menos gobernar, es decir, gestionar recursos públicos y dirigir a una comunidad hacia la su bienestar.
Se avecina el tiempo de las grandes rupturas
¿Qué ocurrirá si durante la discusión del Estatut en el Parlament de Catalunya, CiU sigue sin aceptar el texto del borrador? ¿Qué ocurrirá si, aún habiéndolo aceptado, el nou Estatut embarranca en el Parlamento Español que no está dispuesto a aprobarlo con dos tercios de los votos? ¿Qué ocurrirá, a partir de ese momento, con el apoyo de ERC a ZP, el cual había prometido que apoyaría lo que aprobara el Parlament de Catalunya? ¿Qué ocurrirá en Catalunya cuando se produzca esta situación? ¿Seguirá apoyando ERC al gobierno de Maragall? ¿romperá?
Todos los observadores políticos coinciden en afirmar que ERC se ha aficionado pronto a la poltrona. ERC sigue siendo un partido independentista en un marco en el que la independencia es imposible constitucionalmente. El discurso de ERC, a nivel de opinión pública sigue siendo extremadamente radical pero, a nivel de gestión es extremadamente conservador. Sus cuadros se aferran a la poltrona y lo que más les asusta no es la perspectiva de que Catalunya no obtenga su independencia sino perder la poltrona. De hecho, el drama que tiene ERC es la mediocridad absoluta de su clase política dirigente: tanto ayer, cuando Angel Colom estaba al frente de los destinos de ERC, como hoy con Carod, lo que ambos han tenido detrás, son dirigentes de una mediocridad exasperante. Lo sabíamos quienes seguimos el día a día de la política catalana, pero ha hecho falta que gobernaran durante año y medio para que la población lo percibiera con sus propios ojos. A parte de Carod, el resto de rostros de ERC son desconocidos para la opinión pública: de Ridao (al que se debe buena parte del nou estatut) la opinión pública ni siquiera conoce su existencia; de Benach no se sabe mucho, tan sólo que ha duplicado su peso durante el tiempo en el que ha sido presidente del Parlament; Puigcercós, está en Madrid ha donde Carod lo alejó para evitar que le hiciera sombra y que tuviera la tentación de matar al padre. Y de Joan Tardá, los iniciados saben que es un toca collons. Nada más. El resto de nombres de ERC, son unos perfectos desconocidos, unas ilustres mediocridades ignorados completamente por la opinión pública. Una banda de mediocres, aferrados a la poltrona.
Pero la ruptura del tripartito es inevitable: se producirá cuando las encuestas confirmen a Carod que puede alcanzar el surpasso. Si no ha roto con ZP, ni con Maragall es porque las encuestan empiezan a serle desfavorables y el voto nacionalista-independentista está perdiendo fuerza. La eficacia en la gestión no es una de las cualidades que adornan a ERC, precisamente.
Mayor drama tiene el PSC. El gran problema de este partido es ¿cómo jubilar a Maragall? Lo que aterroriza a Montilla y a otros líderes socialistas catalanes es que Maragall tienda a eternizarse en la política regional como ha ocurrido con Fraga. Es evidente que la oposición se centrará en las próximas elecciones en la falta de eficacia de Maragall y en el famoso 3%. Y es evidente que, Maragall, difícilmente va a poder soportar una nueva campaña electoral, si el nou estatut se embarranca en alguna trinchera constitucional. Es, así mismo, evidente, como mínimo tan evidente como hace dos años, que Maragall no está en condiciones físicas de repetir legislatura pero ¿cómo lo licencian?
La situación del PSC en estos momentos es confusa. El nuevo partido antinacionalista es, en la práctica, una escisión del PSC y va a agrupar votos que, hasta ahora, han ido a parar a Maragall. El PSC, hoy, carece de liderazgo. Maragall es poco más que un zombi de la política, sin rumbo fijo que, ha convertido al partido socialista de Catalunya en un partido más nacionalista que CiU. Pero, aparte de Maragall, ¿quién puede dirigir el PSC? Hasta ahora no existe ningún líder reconocido que pueda reemplazarlo. Montilla, el aspirante hasta hace poco, se ha desentendido de la política regional. Nadal, está quemado por el asunto del tunel del Carmelo. Un cartel electoral presidido de nuevo por Maragall va a ser problemático: no es garantía de éxito, pero sí asegura fricciones en el interior del PSC e incluso del PSOE.
Además, está el pleno del senado sobre el Estado de la Nación. Tendrá lugar en septiembre. Para entonces, el talante será un recuerdo (ya lo es, de hecho), y tanto ERC, como el PNV, como el BNG, y si se nos apura, hasta el PSA, van a pedir hechos y no palabras y ZP lo único que va a estar en condiciones es de ofrecer vana palabrería. ZP ha abierto el interruptor de la centrifugadora desde el momento en que ha abierto un debate sobre la configuración del Estado, sin tener ideas propias ni saber hacia dónde conducirlo. ZP ha pensado que otros aportarían ideas y que él, situado en su olimpo de la Moncloa, se limitaría a recoger las ideas como el buen Dios, recoge oraciones. De manera increíble, durante 18 meses, ZP ha logrado esquivar cualquier pronunciamiento propio sobre la materia. Pero ahora ya se le han acabado los argumentos y el tiempo. Ha llegado el momento en el que va a tener que decir a los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos que, constitucionalmente, el derecho de autodeterminación es legalmente inviable. Y deberá decírselo ahora, precisamente, cuando la palabrería vana y hueca de ZP, los ha envalentonado y cuando su increíble incapacidad para decir NO, les ha hecho creer que pueden alcanzar cualquier techo autonómico o, incluso, la independencia pura y simple. Siempre es mejor decir NO desde el principio, que crear falsas expectativas. Y, desde luego, siempre es mejor mostrar carácter, fortaleza y convicciones propias que un talante como camuflaje para la falta de personalidad e ideas.
Alfonso Guerra ha estado sembrado cuando ha resumido el problema con unas palabras muy claras: Cuando un estatuto reconoce a una comunidad el rango de nación, nada asegura que pasado el tiempo, esa nación no reivindicará un Estado propio. Ahora bien, debería de decirle a su jefe, ZP, que cuando se dispone de un estatuto de autonomía que garantiza un razonable nivel de competencias, abrir un debate para redactar un nuevo estatuto es una deslealtad en sí misma. Porque, a decir verdad y a poco que se examine de cerca la cuestión, más allá de los actuales estatutos de autonomía, no existe otra frontera más que la conversión de España en Estado Federal. Sería la primera vez en la historia que una unidad se fragmenta, para luego reconstruirse en forma de federación. Habitualmente, las federación se forman por aproximación de nuevos Estados a un núcleo federador, no por unión de partes previamente fracturadas.
El problema de ZP es que tiene miedo a las palabras: el proceso que ha abierto no tiene otra nueva frontera más que el Estado Federal y esto es lo que está en discusión, mucho más que nuevos techos competenciales o la reforma de estatutos regionales. El problema para ZP es que el día en que anuncie esta perspectiva, es probable que muchos de sus propios correligionarios, se lo coman.
© Ernesto Milà infokrisis infokrisis@yahoo.es
4 comentarios
Te lo explico -
para ernest -
Es muy aconsejable el artículo de Alfonso Guerra aparecido en El Mundo este pasado domingo, muy muy clarificador. Es uno de los pocos políticos que habla claro en este país, lastima que no esté en la derecha.
BRUNO -
A los separatistas ni agua, puesto que cualquier cesión por parte del estado( sin dar nada a cambio, que no sea odio antiespañol, xenofobia, y deslealtad), es considerada una nueva batalla ganada a España. Ya que el nacionalismo vasco-catalán sólo puede aportar a la historia derrotas vergonzosas, Muret, 1714, la Guerra Civil, 1640. Las únicas "victorias", son el archivo de Salamanca( si los salmantinos se dejan), el statut etc. Zp dice gobernar para el pueblo español( por pueblo español zp, entiende maricones, lesbianas, separatistas, indios ecuatorianos, integristas, judios, masones, okupas drogadictos, ben laden), pues la verdad, yo no me considero nada de eso, ¿Eso quiere decir que yo no soy español?. Todos los ataques del Psoe-erc-iu a la unidad de España, sus historia, mitos, cultura, religión, cohesión social, bienestar, raza, tendrán tarde o temprano su "castigo". Cuando el pueblo español, se canse de toda esta mierda, les recomiendo a esos masones, que no estén delante, porque van a sufrir mucho dolor.
Un saludo Bruno
Anónimo -