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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

TRADUCCIONES

La Colonización de Europa. Guillaume Faye. Capítulo II. CONTRA EL FATALISMO, PENSAR LO IMPENSABLE

Los intelectuales, los periodistas, los políticos, sean integracionistas como Chevènement y Pasqua, o comunitaristas de derecha o de izquierda, dicen con este fatalismo al que se llama como realismo: "es imposible expulsar de Francia y de Europa a los millones de inmigrantes o de niños de inmigrantes nacidos otros continentes. La única solución es contemplar una sociedad etnopluralista y multicultural, y  preservar, por nuestra parte, nuestra identidad europea".

Este discurso supone pues, para el comunitaristas, que los europeos, en Europa, formarían una comunidad entre otras. Y para el integracionista, el origen etno-cultural importa muy poco; ser francés es simplemente un contrato, un molde abstracto en cuál todas las identidades, todas memorias deben disolverse. Europa se conformaría pues con el modelo pluriétnico los Estados Unidos, nación cuyas personas precitadas allí rechazan sin embargo sus propios principios constitutivos. Pero no podemos a la vez abjurar del modelo social americano -"como nación contra el pueblo" - y preconizarlo para Europa. Recordemos estas palabras llenas de sentido común pronunciadas por el general De Gaulle, que nadie se atrevería a tasar de racista, reveladas por el libro de Alain Peyrefitte C'était de Gaulle: "no quiero que Colombey-les-deux-Églises sea un día Colombey-les-deux-Mosquées. Francia puede acoger a algunos ciudadanos de origen africano, pero es fundamentalmente un país de raza blanca y de cultura católica".

Que la política gaullista no se haya preocupado por velar por el cumplimiento de este precepto, no es el fondo de la cuestión. De Gaulle expresaba un discurso de sentido común que los intelectuales jacobinos o etnopluralistas no pueden comprender, porque son desrealizados. Intelectualmente no es elegante, intelectualmente no es chic suponer que el fundamento de una civilización sea étnico. Evocaré más adelante la utopía de esta visión comunitarista o integracionista de Europa, defendiendo el principio de la unidad étnica y del etnocentrismo contra el etnopluralismo.

Admitir el carácter definitivo de esta colonización de población que continúa cada vez más acelerada y que trastoca los fundamentos de nuestra civilización, preferir la organización de una realidad inaceptable a la noción de resistencia, es el signo de una dimisión histórica extremadamente grave.

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Creo que existe la tercera vía. La función de los que piensan y los que escriben es formular lo impensable. Cualesquiera sea que el riesgo que corran. Porque formular lo impensable es volverlo posible en la historia. Es la fuerza del Verbo, del verbo tentador. Julio Verne describió el Nautilus y el viaje lunar: gracias a la fuerza del poeta, se cumplieron. Mi fin es liberar a hombres de acción y de poder del futuro, es decir la juventud, de cualquier sentimiento de culpa, e incitarles a contemplar la solución irrealista.

Hay que prepararse para eso desde ahora. Se hará posible por una catástrofe previsible, una guerra civil étnica que trastocaría el estado actual de las mentalidades. No puedo decir sobre eso más por el momento. El último capítulo levantará una pequeña parte del velo.

El General Bigeard declaró un día off the records a uno de mis amigos, un gran reportero que le entrevistaba sobre la guerra de Kosovo: "Allí no se da una batalla muy importante. La verdadera guerra está en otro lugar, allí dónde nadie repara en ella". Luego precisó: "La verdadera guerra tiene lugar en las maternidades". Recordemos la cifra citada anteriormente: sobre 780.000 nacimientos anuales, 250.000 conciernen a recién nacidos afromagrebíes.

© Por el texto: Guillaume Faye

© Por la edición francesa: Editions de l'Aencre

© Por la traducción al castellano: Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http//infokrisis.blogia.com

Prohibida la reproducción de este texto sin citar origen.

La Colonización de Europa. Guillaume Faye. Capítulo II. CUANDO LOS CLANDESTINOS SE HACEN INEXPULSABLES

Como en Italia en 1998, donde, siguiendo el mal ejemplo de Francia, se procedió a una ola de regularizaciones, para " tener la paz con los ilegales" (siempre la política del avestruz), las regularizaciones (ilegales y derogatorias) de clandestinos tienen como resultado siempre animar nuevas llegadas de más ilegales.

Por otra parte, las regularizaciones hacen descender el número de las expulsiones legales. ¿No es más barato a corto plazo de regularizar que encarcelar? ¿para qué expulsar por avión con lo que cuesta? ¿Np es menor dejar correr al clandestino? Tras el asunto de los "ilegales de San Bernardo", donde los  clandestinos habían ocupado una iglesia parisina con acuerdo del párroco, que había conmocionado a los medios de comunicación, tras algunos desalojos tumultuarios, combinados con detenciones de delincuentes clandestinos multirreincidentes que habían sorprendido a la conciencia de los defensores de los derechos humanos en Francia, en Bélgica, en Austria, podemos decir en lo sucesivo que no sólo los europeos no se atreven ya a aplicar sus propias leyes, muy laxistas por otra parte, o el control sobre las fronteras, sino que tampoco se atreven a expulsar a la casi totalidad de los clandestinos. ¿Aplicar la ley es "inhumano", sabe usted? La ley, la democracia, la voluntad del pueblo quedan burladas, evidentemente, pero estamos acostumbrados, ya que se emplean precisamente para "cambiar de pueblo".

Tras las regularizaciones de junio de 1997, las expulsiones en la frontera de ilegales o de extranjeros delincuentes, como medidas de alejamiento, disminuyeron del 40 % en los doce meses siguientes. En 1996, 43.861 sentencias de expulsión han sido pronunciadas por la justicia y 12.330 cumplidas de facto, es decir, apenas un 28 %. En 1997 y 1998, la cifra de las expulsiones efectivas se hundió, cayendo a 7.200 según el Ministerio del Interior. El índice de ejecución de sentencias quedó en torno al 25%, por tanto la administración y la justicia "ya no se atreven a ejecutar sentencias de expulsión". No podemos  expulsar a los pobres colonos venidos del Tercer Mundo, ¿verdad?

Chevènement dio instrucciones precisas a los prefectos a finales de 1998 para que "sin papeles" no fueran inquietados ni siquiera cuando estuvieran en posesión de una convocatoria administrativa para examinar su petición de regularización. Incluso si se trata de delincuentes. Cuanta clemencia... Los múltiples recursos jurídicos de los "sin papeles" amenazados por una despedida en la frontera, son reforzados y ayudados por los medios de comunicación, por sus abogados, por las asociaciones, se benefician de plazos demasiado cortos de retención administrativa, negándose con frecuencia a confesar su nacionalidad, apoyados también por la conmiseración de jueces de izquierda, por la negativa de los pilotos a embarcarlos a la menor crisis simulada de nervio, todo lo cual contribuye a hacerlos inexpulsables de hecho..

Sin cesar se conceden moratorias que Le Monde califica de "prácticas generosas" con las que se obsequia a todos los que empiezan una huelga de hambre, o fundan "colectivos", ayudados por curas y por militantes trotskistas. Empieza entonces un "recurso jerárquico", al término del cual el 80% salen regularizados sin importar que se trate de delincuentes multireincidentes. Especialmente si son africanos o magrebíes, pero no polacos o serbios.

Actualmente, la mayoría de los extranjeros presentes en los centros de retención son clandestinos recién salidos de prisión. Pasando el plazo legal de detención, serán puestos en libertad en territorio francés. La camarilla inmigracionista se subleva contra la "doble pena" (aplicada, sin embargo, en todos los países del mundo) y conforme al derecho internacional público y al principio de las nacionalidades inscrito en la Carta de la ONU: un extranjero condenado, tras salid de prisión al término de su condena inmediatamente pasa a ser expulsable. Esta regla se aplica a todos los europeos condenados en otros continentes y es objeto de acuerdos de reciprocidad, pero no es aplicable en Francia, el "país de los derechos humanos". Pagamos caro este eslogan revolucionario estúpido y pronunciado entonces de manera completamente abstractamente y gratuita: "todo hombre tiene dos patrias, la suya y Francia".

Los medios de comunicación, con Le Monde, Libération, Franc 2 a la cabeza cuentan sin cesar las historias edificantes de estas falsas víctimas, perseguidas por el moloch de una administración y de una policía supuestamente racistas. Sin evocar jamás su inexpulsabilidad de hecho. Un delincuente extranjero clandestino expulsable arrestado por la pólice estará mucho más protegido por camarillas diversas y asociaciones que el francés de origen que no pagó sus tasas, arrestado, en un aeropuerto. ¡Además, las pocas expulsiones en la frontera (¡hasta no el 10 % de las nuevas llegadas de clandestinos!), no son eficaces: los colonos expulsados vuelven menos de un año después, tal como muestran las estadísticas de las condenas del Ministerio de la Justicia, donde la proporción de los "resucitados" es impresionante.

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Observaremos la organización por los inmigrados mismos de "colectivos de sin papeles", a partir de 1998, que no vacilan en desafiar abiertamente el estado de derecho y ocupar por la fuerza edificios civiles. Se imponen, provocan, colonizan jugando sobre los buenos sentimientos, sobre la piedad de las poblaciones europeas. "No somos unos flujos migratorios, tenemos cada uno nuestra vida y nuestra historia", dice una de las octavillas del "tercer Colectivo".

En lo sucesivo, los clandestinos, advirtiendo la complicidad de sus colaboradores y la mansedumbre del Estado, pasarán a la ofensiva y abiertamente se burlarán de las leyes. Los inmigrados se organizan para imponer por la fuerza la presencia definitiva de los clandestinos, siempre en nombre de estos derechos humanos que tienen tan anchas las espaldas, evidentemente.

Quien podrá negar, después de todo eso, que no se trata de una colonización deseada e impuesta a los pueblos europeos.

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Y siempre, en la primera fila de los colaboradores encontramos a la jerarquía católica, que pone tanto ardor en desfigurar a la civilización europea como los primeros cristianos que destruyeron el patriotismo romano; pero también, hombro con hombre, encontramos a los Verdes, estos pseudosecologistas.

Los Verdes no se interesan por la lucha contra la polución: ciertamente prefieren las centrales térmicas o de fuel-oil a las centrales nucleares, pero su principal proyecto político en Europa es la apertura generalizada de fronteras a la inmigración, el "papeles para todos". En Alemania, obtuvieron en 1998 del gobierno del triste Schröder la naturalización casi automática, con derecho a la doble nacionalidad para los extranjeros instalados desde ocho años antes, reemplazando así el derecho de la sangre por la peligrosa fórmula francesa del derecho del suelo. "Los Verdes alemanes lamentan sobre todo, anota Jean-Paul Picaper en Le Figaro (16/11/1999), que los socialistas limiten la inmigración".

En materia de etnomasoquismo y en materia de colaboración con los colonizadores de Europa, los Verdes alemanes son los mejores. Pero gracias al trotskista Cohn-Bendit, Dany le Rouge, repintado de verde, tiene émulos en toda Europa.

En el curso de la campaña para las elecciones europeas de 1999, la apertura de las fronteras a toda inmigración y la regularización de los clandestinos estaban en el centro de las exigencias de Cohn-Bendit, Nöel Mamère y Dominique Voynet, junto a las presiones que ejercían sobre Jospin y a su estrategia de "fascisación" del pobre Chevènement. El 10 % de proposiciones para defender el medio ambiente, el 90 % para defender a los inmigrados, el 0 % contra el paro y el empobrecimiento. Dominique Voynet, ministro de medio ambiente, dirigió un "llamamiento al sentido común" a su gobierno, publicando un comunicado que precisaba simplemente: "la regularización de sin papeles se hace cada día ineludible, por generosidad o por realismo".

Con esto todo está dicho. Generosidad y realismo; pseudoderechos humanos y fatalismo. El desciframiento semántico de este mensaje da: "todo clandestino que entra en Francia tiene el derecho a quedarse allí por el simple hecho de formular la petición; aunque esto contravenga a la ley y la viole". Este género de declaración no cae en oídos sordos. Esta debilidad de las autoridades hacia los clandestinos, estos lagrimeos de los medios de comunicación hacia sus "desgracias", estas ayudas humanitarias aportadas gratuitamente a los "sin papeles", mientras son negadas a los europeos de origen en la miseria, constituyen para los candidatos a la entrada a Europa un estímulo poderoso.

Por todas partes en el Tercer Mundo, se están pasando la consigna: "Los europeos no se defienden, les damos lástima, no se atreven a expulsarnos, podemos ir pues a su casa ilegalmente sin gran riesgo". Siempre en la historia, una falta global de firmeza y de virilidad atrajo las agresiones y las invasiones.

Sobre todo de poblaciones que, por razones etno-culturales respetan sobre todo el lenguaje de la fuerza y desprecian el de la conmiseración

(c) Por la obra: Fuillaume Faye

(c) Por la ediicón en francés: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción al castellano: Ernest Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Se prohibe la reproducción de este texto sin cirtar origen

La Colonización de Europa. Guillaume Faye. Capítulo II. LA IMPOSTURA DEL DERECHO DE LOS "SIN PAPELES"

La camarilla inmigracionista, compuesta por dirigentes trotskistes bien formados y por una masa militante de sentimentalistas ingenuos y manipulados, apoyado por una parte por la clase intelectualoide-mediática y por el mundo del espectáculo, encontró en la defensa de los "sin papeles" su principal caballo de batalla, mucho más interesante que la de la defensa de los desempleados franceses y de sus derechos.

Por otra parte, el mismo término de " sin papeles " es increíble. ¡Cómo si los hubieran perdido! Como si gozaran de un derecho automático a tener "los papeles" por el mero hecho de su presencia en Francia. No son clandestinos, no son persona fuera de la ley, no, están "sin papeles".

Se habla de los derechos de los sin papeles, cuando no tienen ninguno. Son invasores, colonos ilegales. En cualquier país de África o de Asia, serían rechazados por sus demandas y expulsados. En Francia, se manifiestan para defender sus "derechos" abiertamente creando "colectivos" y ocupando edificios públicos y privados. Con algunas excepciones cada vez más raras (la expulsión manu militari de los ocupantes de la Iglesia de San Bernardo en 1997), las autoridades, amedrentadas por la camarilla inmigracionista que da gritos histéricos en cada expulsión, dejan hacer.

Hay que ver allí el desvío jurídico completo en el cual desemboca el humanitarismo de los derechos humanos. En el derecho internacional público, las manifestaciones de ciudadanos de países extranjeros para obtener la "regularización" de su presencia ilegal en Francia, constituyen un delito. Cada año varias decenas de europeos son expulsadas de países africanos y asiáticos, sin contemplaciones. Un alemán recientemente ha sido condenado a la prisión en Irán porque había tenido relaciones sexuales con una autóctona musulmana. Nadie protesta...

Regularmente la prensa bienpensante hace llorar en los hogares describiendo las "dificultades de los clandestinos", como si fueran víctimas de racismo y de discriminación, como si tuvieran un derecho automático a instalarse ilegalmente e, inmediatamente, gozar de empleo y de subsidios públicos. Concebimos pues implícitamente Europa como un asilo gigantesco donde, moralmente, todo hombre puede venir para instalarse.

Tal como explico en otro lugar, la situación económica de los calificados como "sin papeles" es mucho mejor que la de los excluidos y sin derechos de origen francés de los que la prensa humanista o de extrema-izquierda se burla como de alguien que ha tenido mala suerte. Llevando hasta el final este raciocinio, leyendo los artículos de Liberation y de Le Monde sobre los "derechos de sin papeles", toda la población de la Tierra tiene pues el "derecho" a desembarcar en Europa. Implícitamente, todo inmigrante, por el mero hecho de su presencia sobre el territorio, tiene automáticamente acceso a una tarjeta de residente en Francia o en España y, por tanto, a causa del "espacio Shengen", a toda la Unión Europea. He aquí una nueva categoría del derecho internacional público inventada por la clase intelectualoide-mediática: el derecho natural de todo ser humano que se instala en Europa occidental, sin ninguna reciprocidad para los europeos. Cuando se sabe que en los países de África, una parte importante e incluso mayoritaria, de la población joven es candidata a la emigración en Europa, imaginamos el extremo peligro de esta posición de defensa incondicional de los "sin papeles". Con su irresponsabilidad acostumbrada, el Abate Pierre declaró que, moralmente, Francia podía acoger a 50 millones de emigrantes del Tercer Mundo.

El diario Le Monde, Biblia de los ministerios, se especializó en la apología y defensa de los "sin papeles". Tan dispuesto siempre a predicar el Estado de Derecho, Le Monde en este tema trata sin cesar de demostrar la legitimidad de la ilegalidad de los clandestinos. Haciendo apología de una llegada "colectiva" de inmigrados clandestinos chinos, el diario bienpensante escribió: "los jóvenes chinos sin papeles recientemente llegados a Francia salieron de su reserva manifestándose en la calle por la regularización. La creación de una asociación parece ser un nuevo paso hacia la integración". (20/01/1999). Es decir, los extranjeros que "llegan" clandestinamente ya que manifiestan inmediatamente su exigencia de ser regularizados (sin gozar de ninguna condición jurídica) hacen sanamente progresar la noción de integración republicana. Como prueba de esta integración, el periódico cita el caso de Lin Ye, regularizada en julio de 1998 gracias a las presiones del "tercer colectivo" de sin papeles. Lin Ye no tiene trabajo, no habla francés, pero recibe ahora subsidios por su maternidad, Seguridad Social e indemnidades de paro; es intocable, puede sin problema trabajar clandestinamente en su comunidad.

¿Cuántas jóvenes de origen francés desempleadas y sin derecho al paro no envidiarían el privilegio exorbitante, la discriminación positiva de la que goza esta extranjera clandestina? En realidad, se llama "integración", en la lengua de palo, a lo que es justo lo contrario: la organización de comunidades alógenas protegidas que tendrán vocación de acoger en su seno a nuevos clandestinos.

Al hablar de Hassan Sibidé, clandestino oriundo de malí llegado ilegalmente con mujer (en cinta por supuesto) y niños, y, por otro lado, recién salido de prisión, luego interrogado y puesto en libertad tras la ocupación de una iglesia, Le Monde se maravilla: "condenado a seis meses de prisión y a cinco años de prohibición de retornar al territorio, no ha sido acompañado a la frontera tras su detención. Hassan dice que no está desanimado y que jamás volverá a Mali. Su vida está en Francia. Sus niños van a la escuela primaria. La esperanza volvió desde que su mujer ha sido regularizada [tuvo el parto en Francia, el niño, por tanto, es francés, así que la regularizamos, evidentemente], lo que suspende el efecto la prohibición de regresar al territorio pronunciada contra Hassan. Esperando los papeles, continúa su vida ilegal, a la vista de todos".

Siempre en Le Monde, Alexandre García estudia con conmiseración el caso de "Sr. Abdelkader Khallafi". Edificante historia. Este chico, "adorable y siempre sonriente", es un argelino de 27 años que entró clandestinamente en Francia en 1991; consiguió hacerse admitir en el Centro de Reinserción Social de Nanterre, a expensas del contribuyente. En enero de 1999, la policía le interpela, pero no lo expulsa. Indignación del personal del CRS y movilización de las asociaciones de apoyo a los sin papeles. No toques a nuestro colega. La prefectura precisa que el "joven hombre" "no ha sido interrogado en relación a su solicitud de regularización sino debido a tres condenas penales, combinadas por una sentencia de prohibición temporal de residencia en el territorio nacional". El "sin papeles argelino" es, de hecho, un atracador y un delincuente. ¡Sin embargo, debido a las presiones de las "asociaciones de apoyo a los ilegales", es puesto en libertad! Y la policía pierde su rastro. Algunos años después sale de nuevo a la superficie, tomado a su cargo por el Colectivo de sin papeles de Hauts-de-Seine, y a espera su regularización. Creemos que sueñan, pero no soñamos. Un pícaro clandestino argelino e inmigrado, protegido por las ligas antirracistas y los colectivos de defensa de ilegales, puede provocar con insolencia el Estado de Derecho y vivir en Francia en la impunidad más absoluta. Todo esto se sabe y se dice por todas partes en el Tercer Mundo, animando el flujo de más ilegales.

(c) Por la obra: Fuillaume Faye

(c) Por la ediicón en francés: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción al castellano: Ernest Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Se prohibe la reproducción de este texto sin cirtar origen

La colonización de Europa. Guillaume Faye. ANEXOS. EL ISLAM Y LA VIOLACIÓN, HAGAMOS UN GAG DEL DERECHO INTERNACIONAL

Divirtámonos un poco. Imaginémonos que se aplica, en Europa, al islam, exactamente las mismas reglas que se aplican al catolicismo, a la ortodoxia o al judaísmo en más de la mitad de los países musulmanes del planeta. Según la regla de la reciprocidad. Esto resultaría en: erradicación total del islam en Europa, sin ninguna excepción de tolerancia. Aquí tienen la transposición, aplicada al islam, de esto que los últimos inflingen a las otras religiones en la "Tierra del Islam" 

1) Prohibición de todo culto mahometano público

2) Cierre de la mayor parte de las mezquitas y prohibición absoluta de construirlas. Más fondos públicos para el mantenimiento de las mezquitas existentes. Prohibición a los países musulmanes de subvencionar el mantenimiento o, como mucho, la construcción de mezquitas en Europa.

3) Disolución de todas las asociaciones islámicas y prohibición de toda asociación pública que solamente congregue musulmanes

4) Dura penalización de todo proselitismo musulmán. 

5) Abolición de los privilegios extra-legales de masacrar por el l'Aït-el-Khébir; abolición de todos los privilegios ligados al ramadán; abolición de todos los privilegios alimentarios acordados con los musulmanes en los comedores públicos y en las escuelas

5) Prohibición de la práctica del ramadán por los menores

6) Prohibición de las escuelas coránicas, represión en el vestir de todo símbolo religioso en los lugares públicos, y en consecuencia del velo para las mujeres, especialmente en la escuela.

7) Penalización grave de todos los casos de poligamia.

8) Revocación inmediata de la función pública de toda persona que se entrega al proseletismo musulman.

9) Sobrefiscalización de toda empresa comercial ligada de cerca o de lejos al islam.

10) Expulsión inmediata o prohibición de todos los jueces coránicos.

11) Tolerancia de los imames y de cualesquiera mezquitas con la condición de que su actividad no sea la del proselitismo religioso pero sí la caridad pública (en cuanto a las religiones católicas instaladas en Algeria) 

12) Tolerancia hacia la práctica privada del islam, en familia o en lugar cerrado (con excepción del ramadán para los menores), con la condición de pagar un impuesto especial; este impuesto puede ser recaudado en caso de abjuración de la religión anteriormente mencionada.

13) Prohibición de la unión de hecho, de relaciones sexuales o de matrimonio entre toda mujer no musulmana y todo hombre musulmán.

14) Prohibición de la presencia física de todo musulmán en un lugar de culto no-musulmán.

Se podría continuar. La lista es muy larga. ¿Qué significa esta parábola? Es simple: es evidente que las medidas de discriminación extremadamente duras impactarían a la opinión pública actual y serían consideradas como tiránicas, fascistas, o incluso peor. Por tanto, al contrario de los no musulmanes, el equivalente de estas medidas se aplica en más de una decena de países musulmanes.

Si estas medidas anti-islam fuesen aplicadas en Europa, la ONU elevaría altivamente su voz. Seríamos defenestrados de la humanidad. Por tanto, nadie se moviliza contra los países musulmanes que proceden a estas discriminaciones contra los no-musulmanes, ni la ONU, ni Amnistía Internacional, mi la misma Iglesia católica, aún prohibidos para albergarse en los países mencionados. Salman Rushdie y Taslima Nasreen estuvieron amenazados por haber denunciado esta religión bárbara. Pero ningún intelectual se hizo eco de las auténticas consecuencias.  

Estas medidas de protección contra el islam contravendrían evidentemente la carta de la ONU como a la Declaración universal de los derechos del hombre; son consecuentemente la reproducción exacta de aquellos que practica el islam a la vista y en presencia de la comunidad internacional, especialmente respecto de los matrimonios. Las disposiciones prohíben toda unión, de hecho o matrimonial, entre un musulmán y un no-musulmán (un alemán ha sido condenado en Irán por haber tenido una amante iraní) se asemejan a las leyes nacional-socialistas de Nuremberg. ¡Pero yo no critico el islam! Que conste.

Yo constato que el islam y los países musulmanes violan impunemente la libertad religiosa y el derecho internacional. Y nadie dice nada. Los países musulmanes, que han todos firmado la carta de la ONU, no la aplican respecto de este punto fundamental. Ninguno ha sido llamado al orden ni sancionado. El carácter vengativo y absolutista del islam se impone a la comunidad internacional, que tendría en efecto los medios de hacer cesar este desorden. El charia es jurídicamente incompatible con la Carta de la ONU. Y, hipócritamente, nadie ha planteado una mínima protesta. ¿Por qué? De acuerdo total con Alexandre del Valle, autor de Islamismo y los Estados Unidos: Una alianza contra Europa (Éditions L'Age d'Homme), pienso que esto es porque los Estados Unidos presionan para que nada se proponga que pueda "lastimar" a los países musulmanes y exigir del islam una reciprocidad de tolerancia. En efecto, ellos controlan y explotan los recursos petrolíferos de toda la península arábica y de Algeria. Esto es el pacto petrolífero árabe-americano, dimensión capital de las relaciones internacionales de las cuales nadie habla nunca. que explica esta indulgencia hacia el islam, en la cual Europa evidentemente queda mal parada. ¿Pero no existe acaso una familiaridad secreta entre el puritanismo profundo del americano y el fanatismo consustancial al islam?   

(c) Por el texto: Guillaume Faye

(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández

La colonización de Europa. Guillaume Faye. CONCLUSION. LA SOLUCIÓN DE PROMETEO Y DEL DOCTOR FAUSTO

Ahora os pareceré increíblemente utópico, tanto como aquellos que, a principios del siglo, preveían que para hacer funcionar las fábricas, no se necesitarían más máquinas pesadas de vapor que suministrasen energía a las máquinas, pero de simples enchufes eléctricos incorporadas en las paredes. Tan utópico como aquellos que creían que algo más pesado que el aire podía volar, que el papel-carbón pudiera ser reemplazado por las fotocopiadoras, que el Comunismo era solucionable en el liberalismo, y que la primera religión en Francia podría ser tal vez un día el islam.

La característica principal de la historia, es que ella misma es más surrealista que la ciencia ficción. Sobre el torrente de la historia, lo impensable es posible. Me explico. Los historiadores del futuro, digamos del año 3000, considerarían posiblemente que el mayor suceso del siglo XX, no habría sido la Primera o la Segunda Guerra Mundial, ni el comunismo y su final, ni la aviación, ni el automóvil, pero la metamorfosis -palabra más impactante que "revolución"  -de las civilizaciones humanas debido al hecho de la conjunción de la ingeniería biológica y de la informática. 

La tecnociencia es un factor histórico de una dimensión suprema. Rompe la baraja. Incluso aquellas de la geopolítica y de las capacidades genéticas innatas de los pueblos. Afecta a la espiritualidad y transforma los contenidos de la religión y de la filosofía. 

Sin entrar en detalles, sabemos actualmente que 1°) la potencia de los ordenadores se centuplicará, o incluso más desde ahora al 2020; 2°) Se establecen algunos puentes entre la ingeniería genética y la informática; 3°) La capacidad de modificación sobre el genoma (humanos, animales, plantas) sigue una progresión geométrica. 

No, nosotros no iremos a las estrellas, no colonizaremos otros planetas, u otros sistemas solares (de hecho, ¿Para qué sirve esto?, pero legaremos lo superior, y en la mayor cantidad posible: modificaremos al hombre interior. Dicho de otro modo, esto es el fin del humanismo. En bio-informática, todo corre el riesgo de hacerse posible. Desde la fabricación de quimeras (híbridos hombres-ainimales), hasta el hombre biónico (el hombre asistido por ordenador, HOA), pasando, en masa, por: la eugenesia positiva (fabricación de humanos especializados, hiperinteligentes, hiper-resistentes, hiper-guerreros, o de muy larga longevidad, etc., a elegir); clones, fabricación de híbridos medicinales suministradores de órganos o de genes de emergencia, nacimientos sin embarazos en incubadores con esporádicas programaciones fetales (granjas de cría humanas), creación de ordenadores biológicos hasta nanotecnología dotada de metainteligencia y metasensibilidad, androides del mismo tipo. Etc 


* * *

Desde esta perspectiva, la noción de "raza" se arriesga a explotar o implosionar, a merced de los manipuladores. De hecho, el robot biotrónico X-27 de la firma Typhoone, comercializado en el año 2037, ¿De qué raza es? ¿Blanco, Negro, Asiático? No, es de la raza X-27. ¿Es esto un "hombre"? No, diréis. ¿Qué es? ¿Qué es, entonces? No se sabe. Lo que sí se sabe, es que, como había predicho Michel Foucault, el humanismo se hundirá y la noción misma de "hombre" se relativizará. Esta perturbación será un maelstrom respecto del cual la revolución neolítica y la revolución industrial habrían sido unos bailes provincianos y la revolución francesa ni siquiera un hecho.

Por primera vez en la historia humana, los discursos, sean filosóficos, metafísicos o epistemológicos, no aportarán explicaciones que tengan en cuenta o definan la acción.

Enfrentando este desafío, que toca al orden fundamental de lo vivo, que el mito griego de Prometeo había previsto, como Goethe, en su alegoría del Fausto, todas las filosofías, todas las metafísicas se desploman. El hombre se automodifica. Entra en contacto con el orden vital. Se erige en sustituto de Dios, maestro creador y organizador del universo. Martin Heidegger, él también, en su texto Frage über die Technik (La cuestión de la técnica), había predicho que la técnica iba a ser una auténtica "racionalización del mundo" y enseñó que el hombre y sobre todo la civilización greco-europea que dio lugar a esta tecnociencia, podría ser cualificado con el concepto presocrático de deinotatos, "lo que hay de más peligroso". La alegoría judía medieval del Golem, esta muñeca que toma vida y se enoja, constituye también una significativa previsión de lo que nos sucede. Esta alegoría pretende poner al hombre en guardia respecto de "no buscar la imitación de Dios" substituyéndolo como creador de la materia viviente. 
En efecto, las teologías judías, cristianas o musulmanes, parten del principio que el mundo es "creado" y separado, al contrario que el panteísmo, lo sagrado y lo profano. El hombre, en su actividad terrestre, el trabajo, pareciéndose al profano, no puede en ningún caso sustituir la acción creativa divina, ni modificar la naturaleza, obra de Dios. Para el judeo-cristianismo, el hombre puede dominarla y utilizarla como siendo inquilino, pero ciertamente no para recrear -como hará la ingeniería genética- otra naturaleza, una meta-naturaleza partiendo de la naturaleza original. En la concepción judeo-cristiana, las manipulaciones genéticas vuelven todas simplemente para repetir -aún más grave- el pecado original de Adán: el apropiamiento del conocimiento divino con el objetivo de competir él mismo con Dios, y para así negar su existencia. Es comprometerse, por el peor de los pecados, aquel del orgullo, una verdadera OPA hostil a Dios.        

El desencadenamiento previsible de las biotecnologías -que ningún "comité ético" sabría parar a escala planetaria -alcanza a esta paradoja filosófica de la asunción misma del hombre, a través de su potencia tecnocientífica, alcanza el humanismo griego y aquel del Renacimiento, y vuelve para abolir al hombre mismo y para poner punto y final al humanismo, que será en consecuencia destruido. Se trata del "retorno dialéctico" del cual hablaron justamente Hegel y Marx, y ¿No es vanidoso oponerse a él?

Las biotecnologías que vendrán, aliadas a la centuplicación de la potencia informática, van a igualmente pulverizar todas las nociones éticas. El antropocentrismo -producto del teocentrismo- de las visiones del mundo monoteístas no tendrá más razón de ser. Como lo vio Baudrillard, la genética y la informática distienden igualmente el naturalismo y la noción misma de naturaleza, pues relacionado con esto último aparece una naturaleza virtual (informática) y una meta-naturaleza (biológica), que además podrán tener la oportunidad de fusionarse.

Toda nuestra percepción de lo real, heredado del cristianismo y de el aristotelismo, va a ser alterado. Las "marionetas" de la caverna de Platón (ta aggalmata) no volverán a ser ilusiones, sueños despiertos (phantasmoï), pero alcanzarán el estatuto de presencia, de para-realidad.  

Por otro lado, este advenimiento, este desencadenamiento de la bioinformática, es conforme a las concepciones del mundo del paganismo más arcaico, como yo he intentado demostrar en mi ensayo El Arquefuturismo. En estas concepciones, el hombre es ya considerado como divino. Dios está en todas partes y en ninguna. Solamente existe el cosmos y todo es sagrado. El mundo no ha sido jamás creado por un Ser supremo, es increado, el es el mismo el Ser supremo. Desde que no existe un dominio profano, no puede existir profanadores ni profanaciones. En el chamanismo, el hombre adora los animales y se transforma, por la magia, en lobo, en búho, en serpiente, en animales míticos. Lo humano no es consustancialmente diferente al reino animal, como sucede en el augistianismo y el judeocristianismo. 

Como ya he mencionado en otra ocasión, la biología venidera introducirá el retorno de la magia. La manipulación mágica de lo vivo, su transformación, no es considerada como perversa en el antiguo paganismo chamánico de África, del Tibet, de la India o de los países celtas. La bioinformática reintroduce la sensibilidad mágica y confronta la visión naturalista y humanista, teo-antropocéntrica y racional del mundo.

Increíble paradoja: ésta es la consecuencia tecnocientífica del racionalismo griego anti-mágico que, veinticinco siglos más tarde, restablece la visión mágica del mundo. Retorno dialéctico, allí de nuevo...

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En Alemania, país de todos los tabúes ideológicos, un filósofo, Peter Sloterdijk, ha provocado un escándalo al posicionarse como "posthumanista", luego de una conferencia sobre las biotecnologías en Elmau. La revista Der Spiegel, para criticarlo, lo tituló así "Un proyecto genético: el Superhombre", adornado de estatuas de Breker, uno de los escultores del IIIer Reich. De hecho, para Stolerdijk, que no se atreve a ir más allá de su pensamiento, el humanismo ha fracasado en domesticar a la especie humana y en construir una modernidad satisfactoria; las biotecnologías, entre otras, podrán entonces  "ir hacia una reforma de las cualidades de la especie".  Ya no habrá reparo en hablar de "una tecnología antropológica, incluyendo una planificación explícita de las características humanas". Retomemos las tesis eugenistas de Carrel y de Rostand (que hablaban entonces por hablar porque en su época las tecnologías del genoma no existían), Sloterdijk se pregunta " si toda la especie humana no pasará de un fatalismo del nacimiento a un nacimiento a elección y a una selección prenatal". Toda la especie humana, lo dudo, pero ¿Por qué no una parte de  ellas? Para el, las biotecnologías permitieron "nuevas posibilidades de optimización y de selección de la especie" bastante más eficaces que las inmemoriales prácticas sociales (matrimonio, educación, castas, clases, etc). La indignación mediática de los alemanes se explica por el hecho evidente de remitirse en origen al humanismo que retoma de la concepción del mundo nacional-socialista y sobre todo porque los poderes hitlerianos practicaron la eugenesia -como por cierto los Americanos, y los escandinavos en la misma época. Pero se olvida que la eugenesia nacional-socialista no reposa más que sobre la vieja técnica de los matrimonios preferentes y de la selección fenotípica de los padres, una práctica corriente por ejemplo en numerosas familias asiáticas o indias. Pero allí se trata de otra cosa bien diferente. Las biotecnologías van a permitir una eugenesia que no va a reposar más sobre la lenta selección familiar, pero será endógena e inmediata. En una sola generación, se modificará el patrimonio genético de todo un linaje, a través de al intermediación de una técnica de "ataque directo" al genoma.

Peter Sloterdijk destroza a los bien-pensantes de lo políticamente correcto, cuando, en una entrevista en el semanario Focus, se pregunta si ha llegado la época "de intensificar el combate de los grandes criadores de hombres contra los pequeños criadores (los sacerdotes y maestros de Nietzsche) y el combate de los humanistas y de los super-humanistas, de los amigos del hombre y los amigos del superhombre".

Se sitúa sobre los pasos del pensamiento inegualitario del superhumanismo nietscheano, y vislumbra así implícitamente un "hombre natural" y un "superhombre", fabricado, que será de algún modo el Hijo del Hombre, pero que le será superior. Se piensa irresistiblemente en la muerte del Padre... Soñemos un poco: este superhombre, asistido de algunos androides biónicos, no sólo podrá servir de "padre", el hombre natural, pero crear a su vez un super-superhombre. Esto constituye una espiral sin fin, vertiginosa, que ofrece la tentación de las biotecnologías durante el siglo XXI.

Una cosa está clara: durante el momento mismo en el que la ideología igualitaria reina dominando en los espíritus, está condenado por los hechos, tanto en la economía como en la biotecnología. La tecnociencia condena el igualitarismo y todos los fundamentos del judeocristianismo. La aventura comenzada con Galileo continúa y se acelera..."Y sin embargo se mueve! "

Se estaría tentado de citar la frase del matemático Ian Malcolm sobre la novela de Michael Crighton, Jurassic Park: "Dios ha creado los dinosaurios. Dios ha matado a los dinosaurios. Dios ha creado al hombre. Dios ha matado al hombre. El hombre ha recreado a los dinosaurios. Los dinosaurios han matado al hombre".

Según el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Sloterdijk llama a todos simplemente al fin de la "hipermoral", que reina en las sociedades occidentales. Nosotros rememoramos el mito de Prometeo, que en mi opinión ilumina el sentido de toda la civilización europea. Prometeo da el fuego a los hombres y, como castigo, los diosos celosos lo encadenan y un buitre le devora el hígado. El fuego: su dominio. La lucha del hombre griego contra los dioses, contra sus propios dioses, con el objetivo de transformarse el mismo en dios, o más bien en superhombre.

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Hará falta tiempo para que esta metamorfosis civilizacional (que los autores visionarios como Philip K. Dick fueron culpables de prever) tenga lugar, como ha hecho falta tiempo para que la electricidad se instalase en las granjas de Francia, que el fax (el "belinografo" del siglo XXI, aliado de la fotografía y del telégrafo) se impusiese o que el teléfono móvil se generalizase a máxima velocidad en los años noventa, luego de que fuese inventado en 1915 por un tal Amédée Méchin y utilizado por la artillería francesa para ajustar sus tiros durante las encarnizadas ofensivas de 1916-1918. Del mismo modo, la televisión, inventado en los años veinte, no se generalizó a gran velocidad hasta los años sesenta. El "tiempo de latencia" de la tecnociencia es larga, como toda incubación, pero luego se percibe una aceleración de las aplicaciones. Toda va a ir muy rápido, desde el comienzo del siglo XXI. 

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¿Pero en qué podrá la ingeniería genética entrar en nuestra temática sobre la colonización de Europa? Pues en que ella va rápidamente proporcionar los instrumentos artificiales para compensar y enderezar nuestra declinación demográfica y biológica. No nos atreveremos quizá a utilizarlas. Pero en todo caso existirán. 

Porque las soluciones naturalistas ya no son suficientes, ¿No será necesario contenerlos en detrimento de los procesos tecnológicos? ¿No es esto según la lógica del prometeísmo de la civilización europea, que consiste en tomar la vida y el destino a cuenta de uno mismo y quitarlas de las manos de los dioses? Bien entendido, los regímenes actuales, inmersos en el antropocentrismo y el humanitarismo antiguo, rechazarían hoy tales bosquejos de solución, considerándolos de modo comprensible (desde su punto de vista) como diabólicos. Pero, atendiendo a la presión de las circunstancias, los viejos prejuicios antropomaníacos pueden cambiar. La barbarie de hoy será probablemente la civilización de mañana como fue la de ayer, se podría responder de una manera muy arqueofuturista. 

La tecnociencia puede aportar dos clases de remedios artificiales a una declinación natural de la civilización europea y de su germen.

1°) Los nacimientos artificiales por incubadoras (sin embarazo) que permitirán enderezar la natalidad de una manera artificial ;

2°) La eugenesia positiva, aliada con la ingeniería genética y la "neo-informática" que permitirán el emerger de una nueva élite, en las que las capacidades globales compensarán la ley del número de las poblaciones demográficamente amenazadas.

Esta teoría, la dejo a vuestra perspicacia. Puede ser que sea acusado de loco, como Julio Verne, cuando predijo los submarinos y los aviones, o que mis temas no tengan más interés que los sueños de la ciencia-ficción, dignos de Philip K. Dick, de Barjavel o de Lovecraft. Pero ojo: también puede ser que no.

DE GAULLE Y LA INMIGRACIÓN

Otro de los argumentos contra la inmigración citados por Alain Peyrefitte en C'était De Gaulle, en el que el general ha podido declarar: "Respecto del plan étnico, conviene limitar el flujo de los Mediterráneos y de los orientales, que después de medio siglo han modificado profundamente la composición de la población francesa. Sin llegar a utilizar, como en Estados Unidos, el sistema rígido de cuotas, es deseable consentir la prioridad a las naturalizaciones nórdicas (belgas, luxemburgueses, suizos, holandeses, daneses, ingleses, alemanes, etc) " (junio 1945, citado por Philippe Alméras, en Retour sur le siècle, Les Cahiers de Jalle, Boston y Paris, 1999, p. 101).

(c) Por el texto: Guillaume Faye

(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández

La colonización de Europa. Guillaume Faye. CONCLUSION. EL RIESGO DE DESMOVILIZACIÓN POR PARTE DE LOS TEÓRICOS DE LA ACTUAL NUEVA DERECHA

Muchos dicen, sobre todo en entornos emparentados a cierta derecha antiliberal (pero que en el fondo sólo es sobre el plano económico y no político, lo cual es contradictorio) que "no es necesario vincular a los extranjeros, a los inmigrantes al fenómeno de la inmigración y sobre todo considerar que ellos la han provocado, sino que la verdadera raíz es nuestra propia decadencia ideológica y moral, en la cual las raíces son el individualismo, el materialismo, y el olvido de las solidaridades comunitarias como de las raíces populares. Tal es la causa última de la decadencia y de la inmigración masiva". Esta visión de las cosas es a la vez muy cierta, pero sin embargo insuficiente. Termina en la inacción.

Cierto, el hombre europeo es responsable de su propia decadencia y de su propia laxitud. El mal está en nosotros. Europa, civilización trágica y prometeica, ha producido Occidente, que se revuelve ahora contra ella.

Una cosa es curarnos de nuestro mal interior (nosotros hemos dominado y luego, por decadencia endógena, nos hemos dejado dominar, aquí mismo). Otra cosa es extinguir el fuego con urgencia.

En tres generaciones pasaremos de la condición de colonizadores a aquel de colonizados. Hay urgencia. Es éste el problema que hace falta tratar al principio por una lógica de ruptura y de conflicto antes de el de pensar en la reconquista moral de los europeos que llevará mucho tiempo.

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Yo ya tuve la ocasión de ponerme en guardia contra la retórica de algunos teóricos de la actual Nueva Derecha que, en Francia, en Bélgica, en Italia, en España y en Alemania, han tenido una influencia muy desmovilizadora hacia la inmigración y el islam. Estas posiciones, yo las compartí hace quince años. Pero la fuerza de los hechos me ha hecho totalmente revisar mi punto de vista, mientras que otros persisten en el error, viendo incluso acentuada sin sentido común una ideología de la tolerancia y del optimismo totalmente oníricos

Critico las tesis de mis amigos De Benoist y Champetier sobre el comunitarismo. He aquí otros ejemplos emblemáticos de las posiciones de los teóricos de la actual Nueva Derecha europea, que debido a sofismas esnobistas proceden a defender tesis objetivamente anti-europeas, y que pueden ser francamente asimilados a los dogmas social-demócratas. Inútil decir que el público natural de la Nueva Derecha y bastantes otros están completamente desorientados por estas posiciones precipitadas.

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En una entrevista en la revista Éléments (n°87), uno de los líderes de la Nueva Derecha española, José Javier Esparza, director de la revista madrileña Hespérides, alaba francamente las posiciones colaboracionistas. Negando a ver que su país sigue la misma pendiente que Francia y está siendo presa, vía Marruecos, del retorno masivo de moros musulmanes, afirma tranquilamente: "Nosotros miramos con simpatía los movimientos de los pueblos que quieren afirmar su identidad. (Él habla de los árabes. Les está agradecidos. Pero los pueblos, como los Europeos, que pierden su identidad encarando a los nuevos colonizadores ¿Qué piensa de ello M. Esparza?) Nuestra posición es en consecuencia clara: el islam no es un enemigo de Europa. (No, por supuesto, es un amigo. Además, todo lo que el islam hace en su casa por promover la cultura europea lo prueba, ¿no es así?) Nosotros somos vecinos, compartimos un mar y una historia comunes, tanto como la voluntad de escapar a la máquina exprimidora del nuevo orden mundial". ¿Respecto de qué el hecho de ser vecinos los convierte en aliados? Es todo lo contrario lo que es cierto. En cuanto a la "historia común", este español deberá saber que fue esencialmente belicosa. Por otro lado, los Arabo-musulmanes participaron alegremente en el nuevo orden mundial, ¡Pero mano a mano con los americanos! ¿Había M. Esparza alguna vez escuchado hablar de la cuestión petrolífera? El ignora evidentemente que las potencias musulmanas son las primeras en demandar el libre intercambio generalizado y la apertura de Europa a todos sus productos. Etc.

Luego viene el lenguaje almidonado, al estilo Balladur: "Conviene abrir las vías del diálogo y de la comprensión ". Más adelante, ya se hace lírico:  "Nuestros dioses respectivos, incluso si son diferentes, pueden erigirse juntos encarándose al mundo de los titanes." El totalitarismo de Alá aceptará por supuesto ponerse de parte de los paganos y los católicos contra Wall Street. Y luego el final: "En este sentido, el "pacto olímpico" con el islam no concierne solamente a España por razones geopolíticas: es también la misión de todos aquellos que quieren una Europa libre y soberana". Pero con buena sangre, esto por supuesto: para liberarnos de nuestra sujeción vis-à-vis de los Estados Unidos, para ser soberanos , necesitamos del islam liberador... y de un "pacto olímpico".

Las posiciones del líder de la Nueva Derecha española son un ejemplo mismo del espíritu falso. Ojo al romanticismo: Puede resultar a veces en infantilismo intelectual.

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Todavía más alucinante e irrealista es un texto de Michel Marmin (Éléments n°88) que asimila la acogida de los inmigrantes y de los clandestinos ¡Al viejo deber de asilo y de hospitalidad de los Europeos! Escuchemos este trozo de bravura inmigracionista titulada La Nación recompensa al denunciante para fustigar la ley Debré sobre el alojamiento de los extranjeros "Antes de este género de ley, el hombre derecha puede plantearse estas cuestiones: una tal ley ¿Hubiera sido pensable en una sociedad tal como aquella que retrató Homero? ¿Cuál hubiera sido la actitud de Don Quijote? ¿Cómo hubieran reaccionado un Péguy o un Bernanos?[...] En las sociedades tradicionales el deber de asilo y de hospitalidad es sagrado[...] El anfitrión podía preguntarle "su nombre, su raza" sin jamás además obligarlo a responder". Etc. El resto del texto, que se autoproclama entre otras cosas proceder de los valores de La Ilíada, de la caballería, y del tintero de las "tradiciones", vierte una sucesión de ideas totalmente confusas. Partiendo de valores que el ve como "de derecha", llega a las mismas conclusiones que los trotskistas, que Mgr Gaillot, que el Pr. Schwrtzemberg y otros cineastas "derecho-humanistas" que abogan por los "sin papeles". Marmin realiza un desvío de los valores europeos que pretende defender. Confunde -con sinceridad, lo cual es todavía más confuso- la acogida provisional de algunos huéspedes en galeras (generalmente de etnias próximas) en la Antigüedad y la Edad Media, con la llegada masiva de extranjeros. ¿Sobre qué planeta de Disneylandia vive esta gente?

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Otro teórico talentoso próximo de la Nueva Derecha, Arnaud Guyot-Jeannin, en un artículo sobre René Guénon (Éléments, n°88) utiliza el mismo desvío de los valores europeos "tradicionales" para formular una defensa pro-musulmana y, aún más, implícitamente pro-inmigración. Evidentemente, en nombre de los principios espiritualistas demasiado llenos de humo, hace apología de Guénon, convertido al Islam, asimismo que el arabófilo de esteta y "libertino" Gabriel Matzneff: "abrir a la diversidad del mundo y al esplendor de Oriente" y consecuentemente la preocupación es la de " ayudar al mundo árabe". Ayudar al mundo europeo, esto es ya otro problema. El autor, siguiendo las tesis más o menos delirantes de los autores gnósticos (Parvulesco, Thibon, Simone Weil), confiesa que Guénon (Abdel Wahed Yahia según su nuevo seudónimo está "desprovisto de todo proselitismo". En resumidas cuentas, un "musulmán-pagano", la alianza de la carpa y el conejo.

Nada es más peligrosos que este falso espíritu superficial y mal asimilado, este sentimiento de autodidacta, que reniega a la vez el buen sentido y el conocimiento de las religiones. El resultado concreto es una simpatía o una indiferencia vis-à-vis de la colonización y de la desculturización de Europa. Es necesario acabar con este pretexto del falso espiritualismo y de la "Tradición" distorsionada, en el que el resultado concreto es la despolitización de cierta juventud. En La Ilíada los dioses combaten, espada en puño. El evolianismo o el guenoianismo tuvieron una influencia mal interpretada y alucinatoria a la cual se debería escapar, por ejemplo, -debido a su cultura- Christopher Gérard, director de la extraordinaria revista Antaïos.

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Otro teórico de la Nueva Derecha europea, El austriaco Jürgen Hatzenbichler, preguntado por la misma publicación trimestral (nº91), redactor de la revista Zur Zeit, se desentiende, al ser preguntado por su entrevistador de " la reacción nacionalista y xenófoba respecto de los desafíos de la inmigración" y estima que "el populismo es ante todo un oportunismo". Defender el pueblo de uno, no es sincero, crea desorden y es vulgar. Continua con el intelectualismo burgués, y aunque se opone a lo "políticamente correcto", el austriaco afirma: "soy miembro de una organización muy abierta de tendencia conservadora y nacional-liberal". Sin embargo, no se encuentra en sus propuestas ningún derrotero a favor de la tolerancia hacia la inmigración. De ello no habla. Sin duda, en Austria, el problema no ha surgido, no?

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Por lo demás, dos dirigentes del movimiento alemán de la Nueva Derecha, Dieter Stein y Hans von Sothen (que se dicen cristianos), proponen ellos también análisis dudosos (en el trimestral nº86 anteriormente citado). Incentivan el diario berlinés Junge Freiheit, un gran éxito periodístico al otro lado del Rin, en la cual la estrategia hacia el gran público, muy pertinente, prohíbe evidentemente toda proposición provocadora. Los dos teóricos evocan de modo comprensible la democracia contra los "espabilados" de la cultura, la necesaria defensa del gran patrimonio cultural alemán que enferma por una americanización desesperada, el imperativo de la solidaridad europea, el necesario renacimiento de los pueblos de Europa central, etc. Pero todo esto huele demasiado a intelectualismo y a charlatanería. ¿Dónde está el combate en todos estos discursos?

La cuestión central, relativo a la biología, de la declinación demográfica alemana -y europea- absolutamente catastrófica, ¡No es jamás abordada en esta profesión de fe ideológica! Exactamente como en el reciente "Manifiesto de la Nueva Derecha" francesa, un destacado fracaso, además abstruso y lleno de jerga. Ninguna alusión, en estos alemanes, al catastrófico "derecho del suelo", de inspiración francesa, y que amenaza al pueblo alemán, limitándose a disertar sobre Carl Schmitt, Jünger y de la Revolución Conservadora, sujetos bastante secundarios y ¿Convenientes en estos tiempos de incendios? Nunca, pero nunca jamás, el sujeto central no es abordado. Esto es un signo de los tiempos. No se habla de la soga en la casa de un colgado ¿no?

Hechas estas críticas, se puede aplicar un silencio estruendoso en la descripción de la atmósfera ideológica del país. Pero sin embargo es una pena. Se tiene realmente la impresión de que la moderación burguesa ha emasculado a todos los guerreros de las Ideas.

Bien entendido, si me alzo contra los derroteros de la Nueva Derecha francesa y europea a la cual yo antes pertenecía, esto no quiere decir que no este en perfecto acuerdo con los análisis geopolíticos comunes y la concepción de una Europa soberana y no sometida a los micronacionalismos diversos, como de nuestras posiciones convergentes en contra del reino usurpador de la mercancía y por una resistencia eficaz respecto de las empresas americanas. Esto no quiere decir, que a los autores que critico duramente, que no sea capaz de reconocer un innegable talento y una perspicacia evidente. Si pero...

Pero sobre el capítulo de la inmigración y del islam, la Nueva Derecha se descarrila muy, muy gravemente, respecto de un sujeto esencial. Sin saberlo, dilapida un capital irremplazable y que no fomenta y desvía la única manera que cuenta hoy para despertar a la juventud y hacerla reflexionar: la Resistencia contra el verdadero enemigo. Escabullida inconsciente.

* * *

Vis-à-vis con el mundo arabo-musulman, la alianza, repitamos, no es posible salvo con la hipótesis del cada uno en su sitio y en paz armada. Corregir las posiciones erróneas de la Nueva Derecha francesa y europea, esto es lo que conviene decir: no podemos pactar con la gran civilización arabo-musulman si 1º) No está étnicamente interpenetrado, 2º) El islam carece de espacio mínimo en Europa 3º) los Estados musulmanes no cesan en su política de colaboración y de alianza subterránea con los Estados Unidos contra Europa  4º) el derecho a la dominación total y sin reserva alguna está reconocida en los pueblos de zócalo europeo sobre el espacio que va desde el sur de Portugal al estrecho de Behring, incluyendo el norte del Cáucaso y la totalidad del espacio siberiano. Todo lo demás no son más que propuestas de salón.  
 
FINAL

Si Europa sucumbe, si nuestra civilización desapareciera, ahogado por el caos étnico, subordinado al orden imbécil y habitualmente criminal de la World Company americana, nuestros colonizadores habrán quedado encantados. Ellos nos habrán colonizados y descerebrado, pero no habrán dejado ninguna pincelada en la historia. Ellos no fundarán ninguna civilización durable, ya que no tienen el talento histórico. No dejarán más que campos de ruinas y desolación tras ellos. Habrán serrado la rama sobre la que se asentaron. Sic transit gloria mundi.

Es necesario que algunas cosas sean dichas. Por las generaciones futuras. Que al menos la posteridad sepa que algunos lo sabían. Que nuestra generación no es del todo pusilánime y estúpida.

Cada pueblo está sólo encarando su destino. Un pueblo privado de sus dioses, porque los abandonó, no tiene ya más la fuerza de pelear. Ya no osa derramar la sangre de sus enemigos, ya que su propio sangre no circula más en sus venas.

Nosotros somos descendientes de una civilización superior. Contra los censores e intelectuales, hace falta afirmar esta evidencia.

Hace falta combatir, combatir, siempre combatir -y primero contra uno mismo- para no dejarse ir. Esta es la lección del Cid  de Pierre Corneille. Hace falta capturar la desesperación, afrontarla y, al final, vencerla. El horizonte es negro, pero como decía Hölderlin, este es el momento más profundo de la noche, esta es la medianoche del mundo en la que uno está seguro de que el sol se elevará y que la hora de la mañana se aproxima. Lo esencial es mantener el alma serena y recorrer el fondo del psiquismo individual y popular, los manantiales de la fuerza y de la reconquista.

El islam piensa a largo plazo. Su objetivo es aplastar todo laicismo y no tolerarlas, mientras las somete y oprime, ya que las únicas religiones de Libro, las dos primeras, la judía y la cristiana son totalmente sumisas a su voluntad. 

Es el espíritu burgués el que hace falta abolir. Este espíritu burgués que desarma al hombre europeo. Que lo impide defender sus mujeres e hijos, que lo desviriliza. La tolerancia, la conmiseración, la piedad por el Otro, el más alejado: la indiferencia por aquellos de su clan, por su prójimo: tal es la lógica del espíritu burgués, este peste que hace falta combatir según la orden nietzscheana de el Umwertung, la "transvaloración de todos los valores". Nuestro veneno interior es totalmente el individualismo materialista burgués, esta mezcla de xenofilia abstracta y de angustia xenófoba inconfesable.

El burgués, sobre todo si pretende ser moderno y guay, firma las demandas para acoger siempre más "sin-papeles" impunes, pero rechaza inscribir sus hijos en las escuelas públicas demasiado densas en inmigrantes. Al burgués no le preocupa nada el pueblo al que pertenece, su principal preocupación es su enriquecimiento y seguridad personal. Durante el siglo XX, incluso perdió el sentido de la comunidad familiar. No tiene ideas: sus ideas no son más que reclamos publicitarios sociales, que varían a merced de las modas y de los intereses. 

En este sentido, respecto de la colonización del pueblo, de la desfiguración de la civilización europea y de su germen el burgués siente poca preocupación; ya que no le afecta (aún) personalmente. La burguesía sólo cambiará cuando los desórdenes étnicos la toquen directa y concretamente. En este sentido, la burguesía es significativamente una masa blanda, fácilmente manipulable y pusilánime, que cede a todo poder y que se organiza siempre arrimándose al sol que más calienta. Las minorías activas, surgidas del pueblo, pueden trastocarlo en caso de crisis. Una pauperización económica como una guerra civil será suficiente para dislocar al espíritu burgués.

Los médicos de la fe musulmana, las élites musulmanas, conciben de modo comprensible a los Europeos de muy ingenuos, incapaces de descubrir su artería. Pero se equivocan. Deben acordarse de la reconquista española y de la detención en seco del francés Charles Marte. Contra el sable de Allah, la espada cruciforme de los Cruzados resguardados en su funda. Y la Cruz de Cristo a la intemperie, al mismo tiempo que las iglesias son ofrecidas y transformadas en mezquitas y que en la Roma misma, símbolo donde los haya, se apresuran a construir allí mismo una inmensa. Algún día caerá el Rayo de Zeus o el Martillo de Thor.

(c) Por el texto: Guillaume Faye

(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández

La colonización de Europa. Guillaume Faye. CONCLUSION. LOS VALORES FUNDAMENTALES

1º) Saber designar al enemigo principal

Una invasión cultural o económica, una sujeción estratégica son recuperables. Es mucho más difícil cuando la colonización es demográfica o religiosa. Esto es porque se trata de combatir a la vez la americanización y la colonización étnica del islam. Y sobre todo nunca debemos rebajarnos a la estupidez intelectual de utilizar el tercermundismo y la islamofilia como armas contra la americanización. Este último es bastante menos peligroso y bastante más débil de lo que se cree. Los Estados Unidos, como ya he explicado, en otra obra, son un adversario y no un enemigo.

2º) Desarrollar una conciencia étnica europea global.


El horizonte del nacionalismo francés es insuficiente, ya que esta noción es puramente política y porque los millones de extranjeros son jurídicamente franceses. No están mas emparentados ni "hermanados" sobre este Continente que los pueblos étnicamente europeos, aquellos que cuidan de su nacionalidad y de sus orígenes regionales. Los miembros de otros pueblos son perfectamente respetables, como huéspedes provisionales, no como ocupantes permanentes. Todas las civilizaciones razonan de este modo. ¿Por qué nosotros no?

3º) Rechazar el "derecho a la diferencia"

Esta noción perversa ha sido inventada por ciertos entornos de derecha, con el objetivo de afirmar el derecho a la diferencia étnica.... ¡De los europeos en su propia tierra! Esto es un poco un concepto homólogo del etnopluralismo pero más avanzada. El "derecho a la diferencia" sirve para afirmar el derecho a la existencia de las ideas identitarias de derecha así como la de las etnias europeas preservadas de toda mezcla. Pierre-André Taguieff ha creído ver en ello la afirmación de un racismo diferencialista. Esto es un error grave. Y es que este derecho a la diferencia, teorizado por mi amigo Alain de Benoist, es en realidad una noción profundamente igualitaria, recuperada por el arsenal ideológico del antirracismo y del antiinmigracionismo.

El autor previamente mencionado escribió (en Éléments n°88) : " En virtud de su historia específica, Francia siempre ha tenido problemas para admitir la diferencia, tanto si son de sus ideas, de sus hombres, mujeres o de los inmigrantes". El argumento es muy equívoco. Se confunde el problema de las lenguas regionales y el de la inmigración. Se olvida que para los "Pacs", Francia es el primer país en admitir las uniones homosexuales, y sobre todo, que concede concretamente a los extranjeros, sobre todo musulmanes, como demuestro por otro lado exhaustivamente, derechos exorbitantes. En realidad este reclamo del derecho a la diferencia no será nunca reconocido en Francia y está sociológicamente contradicho por los hechos. El autor de estas propuestas sucumbe al intelectualismo, se hace defensor del igualitarista "misma dignidad para todos".

Hace falta afirmar, al contrario, que en el seno de una misma unidad política, que en el seno de un mismo pueblo, la diferencia sólo puede ser limitada, que ella no constituye  en ningún caso, un "derecho" que ella deberá estar absolutamente subordinada al principio de la homogeneidad (con el fin de preservar la coherencia del todo), y que la diferencia sólo es pensable como subordinable a la regla de la jerarquía y que debe en todos los casos ampararse ante la noción central de pertenencia. Regla imperativa: contra el derecho a la diferencia, hace falta imponer el deber de pertenencia. Si existe un derecho, será aquel de la "divergencia", y limitado también al dominio de las ideas. En toda sociedad, la heterogeneidad debe primar la heterogeneidad para que el organismo pueda vivir y crecer.

Incluso respecto del plano de las costumbres y a fortiori sobre el correspondiente de los orígenes, la diferencia no puede ser tolerada salvo si se rinde en su ataque contra el organismo social. Por otro lado, la inmigración, el feminismo exacerbado o la homofilia son factores de desagregación orgánica de la sociedad, ya que tocan a sus fundaciones mismas, es decir a su zócalo biológico.       

Esto que surge, según los deseos de Benoist o de Maffesoli (teórico del neo-tribalismo), de grupos que reivindican una demasiada gran diferencia, no solamente deviene en una sociedad caleidoscópica de yuxtaposiciones, no solamente toda noción de destino de los pueblos desaparece, pero es que además esta sociedad deviene conflictiva y vuelve a la jungla, como lo vio en sus tiempos Herbert Spencer.

Los teóricos del derecho a la diferencia reproducen, de hecho, a pesar de su anti-americanismo, ¡El modelo tribal americano! Pretenden ser "anti-modernos", mientras que la característica de la modernidad es la disolución del lazo social de las clases, castas, grupos raciales o individuos aislados, todos sobresalidos por el Estado administrativo sin peso histórico y por el reino de la mercancía.  El neo-totalitarismo actual tiene visos de privilegiar la heterogeneidad (étnica, sexual, social) en beneficio de un orden despótico ideológico, fiscal, penal y mediático. Ser del lado del "derecho a la diferencia" reconforta al sistema, es el ejemplo mismo de una falsa contestación, de un simulacro de rebelión.

Los adeptos de este derecho a la diferencia pretenden combatir una "sociedad de clones" mientras incluso todos los "clones" se organizan: blancos, negros, homosexuales, lesbianas, musulmanes, cristianos, budistas, paganos, fetichstas, etc, etc. ¡Qué mas da! Que vivan juntos si quieren, mientras tengan todos teléfono móvil y se comporten atómicamente activos en el Mercado. El derecho a la diferencia: ésta es la hábil estrategia del Gran Hermano: dividir para reinar, romper el sistema nervioso unificador del organismo social, relegar la cuestión de la pertenencia al rango de folclore, negar la importancia del hecho étnico.

Pero los defensores de esta concepción peudo-emancipatoria y angélica de la sociedad se quedan a medio camino: y esto porque las diferencias étnicas que toleran y apoyan no alcanzarán nunca una armonía, pero a una serie incesante de guerras intestinas en la que asistimos a los preliminares.

Una gran civilización no puede ser fundada más que sobre la noción de destino colectivo y de comunidad global de un Pueblo; comunidad jerárquica y orgánica, como lo ve Ferdinand Tônnies, comunidad que abarque y federe de arriba abajo las familias, los clanes, y las etnias según la autoridad de una Soberanía central que aporte al conjunto un mismo sentido, un mismo proyecto, y que no legitime los desvíos perjudiciales, principalmente aquellos de consecuencias biológicas.   

Hace falta invertir los términos de la ecuación e inventar una sociedad de heterogeneidad social jerarquizada y orgánica, de homogeneidad étnica fundada sobre la noción de proximidad grupal. En pocas palabras, el derecho a la diferencia es una doctrina de apariencia anárquica y libertaria, que puede dar lugar al conflicto generalizado y al despotismo light.

4º) Rechazar el etnopluralismo a favor del etnocentrismo,

El etnopluralismo es una noción desprovista de todo sentido común. El planeta Tierra es etnoplural, todo el mundo lo sabe. Es inútil hacer doctrina de esto: ésta es la realidad. El etnopluralismo, complementario del "derecho a la diferencia", apunta de hecho a hacer admisible en Europa la idea de una cohabitación de Europeos y de comunidades extranjeras beneficiándose de un tipo de derecho de instalación y de extra-terrritorialidad. Todavía es una idea falsa, irrealista y inmovilizadora. desgraciadamente inventada por cierta derecha de la cual hablé más arriba. Y que hace falta combatir sin piedad.

No repetiré más los argumentos desarrollados en un capítulo precedente. Toda gran civilización para sobrevivir debe anclar en el alma de su juventud la idea fundamental de su superioridad. Los posibles argumentos de los intelectuales, más talentosos que de conciencia histórica, no valen nada frente a esta simple evidencia: una civilización que no se cree el centro del mundo será invadida o marginada.

Nuestro destino no es el de todo el mundo.  ¿Cómo se puede atrever a comparar con buen sentido histórico y de creación la inmensa civilización europea con aquellas de las culturas primitivas, de las tribus en agonía, de las culturas inferiores cuyo destino nos debería ser indiferente? Volvamos a lo real. Sepamos como cultivar la indiferencia del mismo modo que la dominación. ¿Qué nos importa el destino y la supervivencia de todas estas culturas extra-europeas? ¿Han tenido ellos preocupación de nuestra supervivencia? Los Europeos no cesan, por complejo de culpabilidad, de elogiar y de querer proteger las culturas exteriores. ¿Pero quién en el mundo se ha preocupado de las culturas europeas? Nosotros estamos tan enfermos que estamos más interesados por las culturas extranjeras -que no han tenido en el fondo un interés secundario- que de la nuestra propia. Seamos resueltamente egoístas, etnocéntricos.   

La juventud europea debe tomar conciencia (como sanamente hacen todas las juventudes árabes, chinas o indias) que es la heredera de una de las más grandes civilizaciones de la humanidad. Y cada uno lucha por su propio terruño, con la certeza de ser el mejor equipo.

5º) Redefinir la tradición europea de Libertad.

En relación a las civilizaciones orientales y meridionales, la esfera europea siempre ha puesto en valor la idea de libertad y de creación individual, mientras el comunismo totalitario como el islam se inspiran de las mismas fuentes que el despotismo oriental. La grandeza de Europa se explica por esta tradición de libertad, que permite a las energías de la sociedad civil aportar toda su capacidad.

Pero la idea de libertad es fecunda si está disciplinada y normalizada, deviene funesta si es exagerada. La decadencia de Europa proviene de una degeneración de la idea de libertad individual (sobre todo en las costumbres vis-à-vis con la inmigración). La libertad se transforma en libertinaje y, paradójicamente, la policía del pensamiento se refuerza contra toda opinión disidente que osa afirmar la identidad europea. Libertad absoluta de las costumbres, pero censura de los espíritus: ésto es lo que vivimos actualmente. La libertad debe conseguirse con sudor, disciplina, y esto es una habilidad de volatineros. La libertad de comportamiento de las autoridades públicas como de la sociedad civil debe detenerse desde el momento en que retrocede en razón el destino del pueblo. Aristoteles dixit. 

6º) Combatir, en uno mismo primero, el individualismo burgués.

No se trata de alabar el ascetismo ni la mortificación, pero de reconocer que el modo de vida y de pensar burgueses predispone a una indiferencia hacia todo lo que es colectivo, al destino común de su propio pueblo. El islam defiende este valor de la solidaridad comunitaria, de modo comprensible, y se jacta de invadirnos porque nosotros lo hemos olvidado, porque los Europeos están sólo preocupados por el materialismo individual de corto plazo. Estemos de acuerdo con estos musulmanes: no olvidar su propio pueblo, su propia comunidad al largo plazo. El hombre no encuentra el bienestar interior, como lo había visto perfectamente Charles Champetier en su Homo Consumans, en la predación y en el cálculo individual, o en la acumulación de riquezas superfluas, sino en el dar, en la gratuidad del "sí a la vida", en la obra ofrecida. Iré más lejos: es en el combate por su propio pueblo donde el ser humano encuentra, etológicamente y espiritualmente, su razón de vida y su logro. Por lo menos para aquellos que no han sido totalmente esclavizados y fascinados por el sistema.

7º) No ser altruista salvo para el propio pueblo

Al comienzo, el humanitarismo (versión moderna de la caridad) parte de un buen sentimiento, muy opuesto al egoísmo burgués: nos realizamos ayudando a los otros. Pero, según este defecto constante del alma europea, y del cristianismo europeo, hemos ido demasiado lejos. Queremos ayudar a los demás antes de ayudarnos a nosotros mismos. Las estrellas mediáticas se movilizan por los "sin-papeles" africanos, las ONG humanitaristas preconizan el derecho a la ingerencia y se derrocha en las poblaciones extranjeras. Este etnomasoquismo ha derramado su veneno; las canciones de Claude Nougaro o de Ferrat. Tengo mucho respeto por estos jóvenes médicos, religiosos, y tantos otros, que con abnegación arriesgan su vida y desprecian su comodidad para partir a ayudar a las poblaciones extranjeras con dificultades. Su altruismo los honra, pero ¿Qué hacen ellos por los millones de Europeos con dificultades, SDF, familias precarias por el paro, las innumerables víctimas de la inseguridad y del racismo en las banlieus? Y los medios siguen la dinámica.

Si se trata de ir a luchar por una causa, ya que es ésta la que proporciona un sentido a la vida, mejor querer dedicarse por aquel del propio pueblo. Los otros pueden arreglárselas solos. Son adultos, no dejan de repetírnoslo. Pues que lo demuestren.

En pocas palabras la energía altruista de la juventud europea (de una parte de ella) se debe centrar sobre la diferencia de su propio pueblo. Estas nociones me parecen más claros y más concretos que el humo del "derecho a la diferencia", "etnopluralismo" o de la "ingerencia humanitaria"

8º) Inteligencia y no intelectualismo

Es necesario desconfiar de los diletantes. Éstos son maestros en las ideas falsas. Se cubren de citas, se disfrazan con referencias, cultivan la jerga, tapan sus estupideces con sofismas cinceladas. El pensamiento justo, el pensamiento radical va directo al objetivo, directo a lo real. Dice que llueve. Como ratificó Boileau: " Lo que se concibe bien se enuncia claramente y las palabras para decirlo nos vienen fácilmente".

El culto hacia las ideas abstractas es funesto; desmoviliza. El intelectualismo es la inversión misma de la inteligencia y de la lucidez. Las ideas complicadas son en general falsas, las ideas simples no son siempre brillantes como el cromo, pero tienen más posibilidades de ser justas.

El intelectualismo no apunta a la verdad, pero sí al llamar la atención. Cuando viene de la derecha, es aún peor, ya que se decora con los hábitos de la duda y de la ironía. Todos los razonamientos humanitarios, etnopluralistas, universalistas (la "aldea global" de la pan-comunicación concebido como "nuevo cerebro de la humanidad"), todas profecías de gurús burgueses ignorantes de la realidad social, todas ideas chic que fascinan a la élite de la juventud y le impiden ver la evidencia, la ceguera evidente ante la puesta en peligro del substrato antropológico de Europa, que es la base de todo lo demás, de la política, de la estrategia, de la economía, etc. El síntoma del intelectualismo es la de nunca abordar las cuestiones centrales, la colonización de Europa; esta última es considerada como primitiva, vulgar, trivial. Se prefiere hablar de sujetos secundarios, más chics, es decir, disertar sobre el sexo de los ángeles. 

Tolerancia, flexibilidad, comunicación, apertura, los dueños del sistema no tienen más que estas palabras en la boca. Y los intelectuales repiten como loros las ideas de moda, que son por tanto totalmente anticuados por ser totalmente inactuales. El intelectual occidental no sabe ya pensar, discernir y analizar. Vive en las bibliotecas y, delante de sus pantallas. Piensa primero en su notoriedad, en su carrera mediática, como las stars de la tele. Un uno por ciento solamente será mediatizado, pero todos cortejan las ideas del sistema en la esperanza de un reconocimiento o de gloria. Y, en general, aquellos que encarnan lo "políticamente incorrecto", aquellos que fustigan al pensamiento único son los primeros en practicarlo, por un simulacro perverso que incluso Baudrillard no se ha atrevido a analizar. El intelectual que se dice en ruptura, que se pretende rebelde, va indudablemente a criticar el ultraliberalismo o la americanización, pero se guarda bien de abordar la colonización de Europa. Éste es un retardador, un colaborador camuflado con la etiqueta de la resistencia.

El intelectualismo es culpable de haber desmovilizado, sobre todo en Francia, en Italia, en Bélgica, y en Alemania, todo una franja de la juventud militante desviándola de la designación del enemigo principal, desviándola de la evidencia, debido a los espejismos del espíritu falso.  

El intelectual occidental, de derecha como de izquierda, es la asunción de la mentalidad burguesa, es decir, de la superficialidad disimulada bajo la máscara pretenciosa del científico circunstancial. Es sarcástico pero no se ríe. Chismorrea pero no habla. Chupa tinta pero no escribe. Deslumbra pero no convence. Critica pero no condena. Ornamenta pero no construye. El intelectual domina el discurso, pero ignora el hablar. Quiere ser el amo del pensamiento, mientras que no es más que un marchante de ilusiones. Quiere ser un iluminador, pero engañando a su audiencia. Existe una suerte de imbecilidad en el intelectual de hoy en día. Y para reconocer a los más absurdos, tomen nota de aquellos que se dicen "filósofos" al estilo de Bernard-Henri Lévy.  

9º) El coraje

Algunas voces se elevan, entre los más lúcidos y los más valientes, para denunciar el peligro mortal de la colonización de Europa, pero ellos son realmente poco numerosos.

En todas partes, se riza el rizo. La cobardía que se encara a lo prohibido y a los tabúes del sistema alcanza elevadas cotas. Incluso a la izquierda, muchos son conscientes del peligro, pero no es cuestión hablar de ello. A la derecha, se escuchan argumentos confusos : " sin provocaciones, no hablar ¡El sistema espera sólo esto!". Consecuentemente se sigue la lógica del sistema. Se habla de otra cosa. Se diserta acerca de puntos inesenciales, del sexo de los ángeles. Se prefiere el confort al coraje, ya que siempre la cobardía se cubre y legitima con palabrería.

En la derecha, se escucha numerosas críticas acerca de la inmigración, pero ellos son muy frecuentemente ristras de prevenciones y de excusas: "nosotros no estamos contra los inmigrantes, comprendéis, pero contra la inmigración ¡Que quede claro!" O: "si ellos se integraran y se convirtieran en buenos franceses, todo iría bien " (discurso soberanista). " Pero ¿usted ve? Es América la que nos amenaza, no el islam", "Sobre todo, mantengámonos en calma, ¡Quedaremos marcados! Hablemos de otra cosa, por favor, es demasiado peligroso, alertaremos a la policía!". Banda de imbéciles. Ya estáis marcados, fichados, involucrados.  

Los partidos políticos que han ido demasiado lejos en la denuncia del peligro han sido demonizados por los medios, y, lo más extraordinario, es que esta demonización ha dado buenos resultados. Por una mezcla de cobardía y de conformismo, el electorado, incluso confrontando la evidencia, no se dejo llevar masivamente hacia aquellos que incluso hicieron sonar las alarmas.

En realidad es la carencia de coraje lo que explica todos estos hechos entrelazados, incluso si ellos se decoran de argumentos sofisticados a los cuales los propios predicadores no creen ellos mismos más. Vilfredo Pareto lo había mostrado bien: los sentimientos y los intereses, los miedos también, son a menudo la explicación de las ideas y de los comportamientos que se pretenden racionales.

Comprendo que un trotskista sea favorable a la colonización de Europa, o un prelado inmigracionista de izquierda. Esta es la lógica de su pensamiento. Los respeto también, como enemigos dignos de interés, al musulmán conquistador, al joven norafricano con pasión de odio y venganza. Como en el póker, juegan su juego.

Pero lo que es intolerable, son precisamente estos Europeos que saben y no dicen nada. Un amigo irakí me confió recientemente: " os dejáis invadir y no decís nada. Toda vuestra energía se dirige a negar la invasión y no a combatirla".

(c) Por el texto: Guillaume Faye

(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández

La colonización de Europa. Guillaume Faye. CONCLUSION. EXHORTATIONES A LA JUVENTUD EUROPEA. LA FUERZA DEL CID

La novela de Jean Raspail, Le Camp des Saints, escrito en 1973, fue premonitorio. Escribir esta novela es imaginable hoy en día. Cualquier gran editor lo rechazaría. Muchos peligros se definen, muchos tabúes se refuerzan, muchas defensas inmunitarias se derrumban, se instaura aún más la ley del silencio, como si alrededor de un paciente se acercase un mal incurable. ¡Silencio! Nadie tiene la idea de observar, de decir la verdad a la cara, de describirla, de analizarla y de formular remedios para combatirla. Ya que incluso los más lúcidos temen el juicio de la burocracia y el castigo del sistema y de sus leyes, escritas o no escritas.   

No, no fantaseo. En 1997, el Instituto de Francia organizó bajo la presidencia de Pierre Messmee un simposio sobre esta cuestión donde todos los presentes, desde Jean-Claude Casanova a Alain Peyrefitte, estimaron que la inmigración es el problema esencial de la sociedad francesa y pronto de toda Europa. Alain Griotteray firmó un artículo (Le Figaro Magazine, 13/12/1997)  titulado La inmigración puede destruir Francia. Su tesis es que la IV República está muerta de no haber sabido tratar el problema algeriano y que la V puede morir sin que nada lo detenga, pero aún peor, repentinamente por negar y apoyar, la colonización de nuestro pueblo.

Por tanto, estos grandes espíritus conscientes no se movilizan realmente en el combate. Contrariamente a De Gaulle, al cual ellos adulan y al cual admiran, de modo comprensible su espíritu de resistencia, sin aplicarla realmente. ¿Es necesario hacer conscientes a las élites? No. Es siempre de la profundidad de los pueblos, de su energía misteriosa que surge la salvación. El pueblo es como una tierra fecunda para el simiente de ciertas ideas. Y la esencia del pueblo, esto es su juventud, es la aristocracia de su juventud.
 
* * *

Seamos pesimistas: Francia, luego algunos países de Europa, se arriesgan mucho, en un futuro próximo, por simples razones demográficas, de verlo primero en comunidades enteras, luego regionalmente, caer entre las manos de los inmigrantes o de partidos islamistas que, como en Inglaterra o en Bélgica, comienzan ya a despuntar. Los norafricanos no votan, por desinterés, por los partidos "europeos", pero votan por sus candidatos y a sus partidos. Luego, cuando colateralmente los poderes electos, a todos los niveles, caigan entre las manos de los extranjeros, algunos despertarán, pero será probablemente demasiado tarde.

Respecto de la amenaza del islam, el geopolítico austríaco, el general Jordis von Lohausen, reconoce que este último, en plena expansión, ataca a la vez a Europa por el mediterráneo, el Cáucaso y Asia Central " disponiendo de reductos combativos en todas las capitales europeas". Añade, apuntando la colusión islam-Estados Unidos: " A pesar de la alianza de los americanos con los príncipes del petróleo, la guerra del Golfo ha conseguido reavivar en los Árabes las dolorosas heridas de la humillación inflingidos por las potencias coloniales europeas [...] Los soberanos de los Estados islámicos se reapropian siempre del mismo discurso del Corán "Besa la mano que no puedes rechazar. Pero es más bien Europa, situada a las puertas del islam y no los Estados Unidos, que será inevitablemente la primera en pasar por el aro. El envejecimiento de la población, el poco gusto de la población por las cuestiones militares, la inconsistencia de las políticas de la inmigración, la cobardía de los políticos o aún la ceguera de las masas condicionadas por un consumismo desenfrenado, llaman a un futuro sombrío. El resultado para los musulmanes podrá ser bueno un día." (en Éléments n°88, abril 1997).

Francia ha conocido bien las invasiones militares, que no han dejado de proporcionar vestigios indelebles. La última en fecha, la ocupación alemana de 1940 a 1944 para nada ha germanizado Francia. Esta ocupación no fue más que un golpecito histórico en relación a lo que nos estaba sucediendo. Por la primera vez, desde el origen de su historia, desde el fin del Imperio Romano, Europa está en proceso de ser colonizado, y por los pueblos radicalmente diferentes de ella. Incluso las invasiones arabo-musulmanes en España, en Aquitania y en Provenza del período medieval fueron bastante menos graves y masivas que la que nos sucede actualmente. A la arabización, a la africanización biológica, a la islamización, se añade ahora la americanización cultural, estratégica y económica. Jamás hemos conocido una situación histórica así preocupante. Hoy. Europa es el hombre enfermo del mundo. 

* * *

¿Quiere decir esto que estamos perdidos, que nuestra civilización, o que nuestras viejas etnias europeas han empezado una declinación irremediable, preludio a su desaparición en el magma? La respuesta es clara, se inspira en el pesimismo activo de Nietzsche. Tiene cinco puntos:

1º) Aún hay tiempo, pero queda poco.

2º) La Historia no es un largo torrente tranquilo. Es imprevisible después de que desde los meandros lentos pueden surgir los rápidos y las cataratas.

3º) El renacimiento no podrá nacer más que de la crisis y del caos. Esto quiere decir, de la conjunción de una crisis económica muy grave y de una guerra civil étnica. Situación que es necesario desear, y que por sí sólo, puede hacer oscilar las mentalidades y provocar el despertar.

4º) Toda nuestra salvación reposa sobre la juventud europea, porque es ella la que deberá conducir la guerra y ganarla. Por "juventud" hace falta entender evidentemente una minoría activa. Como siempre, la gran masa de la población asistirá temerosa a las confrontaciones sin participar en ellas y se organizará del lado del ganador. Poco importa.

5º) En caso de reconquista exitosa, Europa deberá reformar profundamente sus modelos de sociedad, pero precisamente para transformarlas, adoptando valores no burgueses y etnocéntricos.

* * *

Se trata en consecuencia de preparar mental e ideológicamente a la juventud europea a afrontar el caos probable y de asegurar el post-caos. Bien entendido, la mayoría de la juventud europea es incapaz de reacción. Es demasiado inconsciente, demasiado adherida al etnomasoquismo. Un importante porcentaje, aterrorizada por el fantasma del paro y de la precariedad económica, se refugian en los valores pequeño-burgueses, soñando con el status de funcionario.

Pero en la historia, sólo cuentan las minorías activas. Las masas siguen a las minorías voluntariosas, como lo había comprendido Lenin. Se trata de una élite de la juventud que es necesario ahora formar, preparar y endurecer. Sabiendo que, cuando sobrevenga la crisis, muchas mentalidades se desmoronarán, y que alrededor de un núcleo duro se agregarán los nuevos combatientes, porque estarán personalmente preocupados de su seguridad y de su supervivencia.

Este es el tema del famosos monólogo del Cid de Corneille, hoy políticamente incorrecto, reproducido al principio de esta obra. Para repeler a los moros que desembarcan, una pequeña tropa de voluntarios galvanizados comienzan, según las órdenes del Cid, pronto a congregarse en movimientos de nuevos combatientes. Y la victoria imposible se transforma en victoria real. 

A esta minoría activa, a este núcleo duro que desde ahora se debe organizar y federar en red a través de toda Europa, hace falta inculcar algunos valores de base. ¿Cuáles son estos valores?

(c) Por el texto: Guillaume Faye

(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández