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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

NACIONAL

Las elecciones del caos

Las elecciones del caos

Info|krisis.- Después de una primera valoración realizada apenas dos horas después de cerrarse los colegios electorales, un estudio más reposado de las cifras nos confirma en las primeras conclusiones, si bien creemos interesante ampliarlas. Cabe decir que no hemos tenido acceso a estas horas de la noche (6:20 de la mañana en España y 23.20 en Costa Rica) ni a los comentarios de los “tertulianos”, ni a las declaraciones de los distintos partidos. Así pues, para las notas que siguen nos hemos fiado solamente de los resultados electorales emitidos por el Ministerio del Interior.

1. ¿En dónde se ha notado la irrupción de nuevos partidos?

Las siglas nuevas, la galaxia Podemos y los neo-centristas de Cs, han suscitado la esperanza en una parte del nuevo electorado. Esto explica el por qué ha descendido el número de abstenciones, de votos nulos y de votos en blanco: una parte del electorado ha creído que estaba ante nuevas alternativas en las que valía la pena confiar.

Las cifras son:

- Se han sumado al censo 683.383 nuevos electores cuyos votos han ido a parar mayoritariamente a las nuevas formaciones políticas.

- Por otra parte los votos nulos han descendido de 317.555 a 226.994, es decir, ha habido 90.561 votantes que en otras elecciones votaron nulo como error o forma de protesta y ahora votan a una opción.

- Los votos en blanco han pasado de 333.461 a 187.766, es decir, ha disminuido en 145.695 votos y esta es siempre un voto de protesta.

- En cuanto a las abstenciones se han reducido también: de 11.112.050 en 20122 a 9.280.429 en 2015, es decir: 1.932.625 ciudadanos que se habían abstenido han votado ahora.

En total se ha registrado un descenso global de estos votos que asciende  2.168.881.

Si consideramos los nuevos electores, el descenso es menor, pero igualmente significativo: 1.485.498 votos más.

Puede deducirse que si en anteriores comicios se habían abstenido y el 20-D votaron es porque tenían esperanzas en las nuevas formaciones políticas que en 2011 no estaban presentes y ahora sí lo están.

En cuanto a los nuevos votantes, las encuestas a pie de urna indican que mayoritariamente han dado su voto a Podemos y Cs,

2. El batacazo del centro-derecha en cifras

Las optimistas cifras macroeconómicas, no confirmadas por la realidad cotidiana de los ciudadanos, el tancredismo de Rajoy ante problemas como el desafío soberanista y los casos de corrupción en la cúpula del PP, han hecho que este partido perdiera 1/3 de sus votos y de sus diputados. Aún siendo el partido mayoritario, el varapalo que se ha llevado el PP ha sido notable perdiendo votos especialmente hacia Cs, pero también hacia la galaxia Podemos.

En cifras:

- El PP ha pasado de 10.866.566 votos en 2011 a 7.215.530 en 2015. Es decir, una merma de 3.651.036 votos, con la consiguiente pérdida de 63 diputados, pasando de 186 a 123.

- La mayoría de esos votos han pasado a Cs: cuando el PP pierde 3.651.036 votos, Cs obtiene 3.500.446 votos… es evidente que existen vasos comunicantes. Lo hace que Rivera no tenga las manos libres para pactar con el PSOE dado que el voto de centrista que procede de la derecha es mayoritario en sus filas.

3. En batacazo del centro-izquierda en cifras

El PSOE puede darse con un canto en los dientes: ha perdido y ha perdido mucho, especialmente en lugares clave como Madrid y Cataluña, pero ha salvado, al menos, los muebles y Pedro Sánchez ha visto como su rival, Madina, ha quedado descabalgado para siempre y Susana Díaz no ha cargado contra él. Ahora bien su derrota es clara e inapelable:

- Ha perdido en total 1/5 de sus votos, pasando de 7.003.511 en 2011 a 5.530.693 en 2015. Es decir, una pérdida total de 1.472.818 votos.

- El mismo porcentaje se da prácticamente en pérdida de diputados: tenía 110 y se queda con 90, una pérdida de 20.

Las razones de esta derrota son claras: la herencia del zaparatismo no ha sido remontada y la debacle que supuso la pérdida de de identidad socialista en aquel período, con el fracaso de una socialdemocracia que a la hora de la verdad apoyó a la banda y inició el endeudamiento meteórico del país, dista mucho de haberse superado. La crisis del PSOE es la crisis de la socialdemocracia y, además, de la izquierda. Mientras que la derecha ha perdido mucho pero le queda bastante y ese “bastante” está concentrado en una sola sigla, el PSOE, y por extensión toda la izquierda, se ha convertido en una olla de grillos en la que cada formación no es más que una suma de grupos y grupúsculos regionales y locales, o de federaciones ingobernables y en las que cada una toma las decisiones que más le convienen.

Sin olvidar que el PSOE está identificado como una de las dos columnas sobre las que se mantiene el sistema constitucional de 1978 (la otra es el centro-derecha que resiste, mientras que las dos columnas secundarias: el PNV cada vez está más replegado en sí mismo y CiU, simplemente, ha desaparecido). La erosión creciente del sistema político español y el descrédito de la constitución, así como los casos de corrupción y la mediocridad absoluta de TODA su clase política dirigente, han generado estos resultados adversos.

3. Izquierda Unida: adiós PCE, adiós

IU, simplemente se ha contraído tanto que ha quedado al borde de la extinción. Muy mermada en 2011, obtuvo todavía 1.686.140 votos y 11 diputados  que han quedado convertidos en apenas 923.105 votos y 2 diputados. La mema en votos es de 762.935 y la pérdida de 9 diputados. Insuperable para una formación cuyo espacio político ha quedado completamente ocupado por Podemos.

Las causas que han generado esta debacle son muchas: la obsesión por la “memoria histórica”, por los “movimientos sociales”, por el “antifascismo”, y el hecho de que la coalición desde el momento mismo de su fundación sufriera un proceso de burocratización creciente que ha terminado enfrentando a los “aparatchiks” de siempre con la generaciones cada vez más impacientes de reemplazo, hartas de “chupar banquillo” (y que, finalmente dieron vida a Podemos), han llevado a esta coalición (y con ella al PCE) al límite de la extinción.

Indudablemente o 765.935 votos perdidos han ido a parar a la galaxia Podemos.

4. Podemos o Mister Potato

Si el PSOE ha cedido 1.472.818 a Podemos e IU otros 762.935 votos, es decir, un total de 2.235.753 votos ¿De dónde han salido el resto de votos hasta completar los 5.189.333 que tiene lo que hemos denominado “galaxia Podemos” y que incluye:

- En Comú – Podemos con sus 927.940 votos

- Compromís con sus 671.071 votos

- En Marea con 408.370 votos

- Y la franquicia Podemos con 3.181.952 votos

Parece claro que a los votos perdidos por PSOE e IU, hay que sumarlo los también perdidos por UPyD que en 2011 obtuvo 1.143.224 votos y ahora apenas 153.498, perdiendo sus cinco diputados, lo que supone un engrose de 989.726 votos para los distintos grupos de la “galaxia Podemos”, lo que asciende a un total de 3.225.479 votos presuntamente arrebatados a otros. Quedarían todavía casi dos millones por justificar. Parece claro, como veremos, que una parte procede de los grupos independentistas de capa caída en “Galeusca” (en torno a 288.000) y el resto procede de los nuevos votantes (683.383) y de votos nulos que esta vez han votado (90.561), en blanco que han votado a alguna elección (145.695) y votantes que se abstuvieron en 2011 y ahora votan (1.932.625). A partir de ahí obtenemos una cifra que ya permite explicar de dónde han surgido los votos que han ido a parar a la “galaxia Podemos”.

La cuestión es ¿qué han visto en esta opción para confiarle el voto? 1) Es la opción más alejada del PP, 2) Todavía no ha demostrado su ineficacia en la gestión municipales, 3) Sigue aprovechándose del tirón inicial y la virginidad del recién llegado, 4) El electorado todavía no ha advertido sus limitaciones cualitativas, ni lo estrafalario de su programa que se parece mucho más al zapaterismo con coleta y algún maximalismo altisonante difícil de llevar a la práctica.

5. El declive de los soberanistas

La constitución de 1978 hacía de los nacionalistas catalanes y vascos las piedras angulares de la política española en los casos en los que no existían mayorías absolutas. Eso les hizo mantenerse en el candelero mucho más que en cualquier otro lugar de Europa. El “bipartidismo imperfecto” era el caldo de cultivo ideal para los virus nacionalistas. Sin embargo en la última legislatura han ocurrido dos fenómenos que han jugado en su contra: la rendición de ETA y la locura del soberanismo catalán desatado a una carrera hacia la improbable independencia solamente para evitar que la clase política dirigente histórica de CDC terminara en la cárcel. El resultado de lo primero ha sido el olvido literal del País Vasco en la política española (ya nadie “golpea el árbol” y no hay “nueces” que recoger…) y el fracaso de las elecciones del 27-S en donde el soberanismo alcanzó su techo histórico a partir del cual solamente le quedaba remitir.

Los resultados en Cataluña han sido catastróficos para la exCiU y no excesivamente buenos para ERC. Si en 2011 CiU (CDC+UDC) obtuvo 1.015.691 votos y 16 diputados, en esta convocatoria sus herederos han perdido el 50% de ese capital: Democracia i Llibertad (ex CDC) ha pasado a 565.510 votos y 8 diputados), mientras que UDC se ha quedado con 64.726. Es decir, la merma global de ambas formaciones se eleva a 385.464 votos.

Pero no todos esos votos han ido a parar a ERC como podía pensarse: esta formación obtuvo en 2011 256.985 votos y ahora ha obtenido 599.501, es decir, un ascenso de 342.516. Hay que pensar que CUP no se presentaba a las elecciones estatales, pero también que buena parte del voto de CiU y de CUP ha pasado a la franquicia de Podemos en Cataluña. Hay unos 43.000 votos menos en las dos candidaturas nacionalistas catalanas.

En el País Vasco las cosas no van mejor: el PNV ha ganado un diputado, pero ha perdido 23.000 votos, pasando en 324.317 en 2011 a 301.585 el 20-D. En cuanto a Amaiur (334.498 votos y 7 diputados) ha pasado con Bildu a 218.467 votos y 2 diputados… esto es, una pérdida de 116.031 votos. Parece claro que también aquí se ha producido un desplazamiento del voto independentista a la galaxia Podemos.

Y otro tanto cabe decir de Galicia en donde el desplome del BNG ha sido absoluto pasando de 184.037 votos a 70.464 a pesar de ir en coalición con otros grupos y perdiendo los 2 diputados que tuvo.

En total, el soberanismo desciende en “Galeusca” casi 300.000 votos, marcando lo que parece el punto de inflexión fatal que, poco a poco, irá conduciendo al soberanismo hacia la cloaca de la historia: en la era de la globalización y de los grandes espacios geopolíticos, en la Unión Europea, ya ha quedado claro que ni hay ni interesan micronacionalismos de ningún tipo.

6. Ciudadanos, flor de un día

No es que con sus 3.500.000 de votos y sus 40 diputados, Cs sea una opción irrelevante: es que es innecesaria en una coalición a lo Frankenstein entre distintos grupos de izquierda y no tiene votos suficientes para que Rajoy siga gobernando. Ciudadanos realizo un tránsito apresurado de Cataluña (en donde su ÚNICO punto fuerte era el antisoberanismo) a la totalidad del Estado (cuando aún no tenía ni cuadros, ni programa, ni siquiera idea de cómo presentarse). Rivera redescubrió el “centrismo”… pero, a la hora de la verdad, en lugar de ser la nueva UCD, propietaria en exclusiva de un amplio espacio, se tiene que limitar a ser el nuevo CDS, aquella formación creada por Suárez para perpetuarse como político activo y que apenas tuvo buenos resultados en unas elecciones, siendo barrido en las siguientes.

Los problemas que ha afrontado Ciudadanos son varios: en primer lugar su líder en los debates en los que ha participado ha demostrado ser un “chico simpático” especialmente por sus invectivas contra el soberanismo: por lo demás, las propuestas económicas de Cs y las mismas respuestas de Rivera a infinidad de problemas, han demostrado que, para ser el anti-Podemos, no basta con ser un “chico simpático” y “positivo”: hace falta tener un programa que enlace, no con los intereses del capitalismo español, sino con grupo sociales interpretando sus problemas y dándoles una solución. Fuera de Cataluña Cs se extinguirá en apenas una legislatura y, a partir de ahora, le queda solamente ir sufriendo escisiones, fugas de diputados, contradicciones en sus declaraciones e intervenciones pobres y tristes de Rivera en el Parlamento del Estado.

Y ahora queda, la actitud que tome ante la formación de un nuevo gobierno, a la vista de que ni a Rajoy ni a Sánchez le resuelve nada.

Rivera además debe ser consciente de dónde le han llegado los 3.50.446 votos que ha obtenido y a los que no puede traicionar… al menos completamente. Se trata de votos, mayoritariamente peperos y en cierta medida procedentes de la debacle de Rosa Díaz y UPyD. Si no los quiere perder inmediatamente, su margen de negociación solamente puede ser con Rajoy. Pero éste ya ha declarado durante la campaña su interés en negociar preferentemente con el PSOE.

7. Un país partido por el eje

Lo más sorprendente de estas elecciones, y al mismo tiempo lo más diabólico y el fatum de España, ha consistido en revalidar, confirmar y eternizar la existencia de “dos Españas”. En efecto, si la galaxia podemos suma 5.189.333 votos, cifra extraordinariamente próxima a los votantes del PSOE (5.530.693), lo que hace un total de 10.720.031 votos… las cifras del centro-derecha no son muy diferentes: 7.215.530 para el PP y 3.500.446 para Cs, es decir… 10.715.976… (¿y los soberanistas? Los soberanistas son un incordio para todos. Como máximo la galaxia Podemos asumirá la retórica del “derecho a la autodeterminación”… pero siendo contrarios a la independencia).

Así pues lo que separa al bloque del centro-izquierda del de centro-derecha son apenas ¡4.060 votos!

8. O “gran coalición” o “mister potato con una rosa”

Las dos alternativas por orden de probabilidades son: o bien un gobierno del PP en coalición con el PSOE, o bien un gobierno de izquierdas en el que formarían cinco o seis partidos (la galaxia Podemos más el PSOE) y que contaría con el apoyo exterior de los nacionalistas contra la promesa de convocar referendos por la autodeterminación en todas las comunidades que lo solicitaran… con los resultados que se podrían esperar (absurdos en muchos casos).

O “gran coalición” o “mister potato con una rosa”, tales son las alternativas. Indudablemente, la alternativa más sólida –y la que se amarían en Europa- es la primera. Si tenemos en cuenta que los partidos que componen la galaxia Podemos y el propio PSOE son agregados de piezas locales y regionales, muchas veces en conflicto y siempre polemizando unas con otras, podemos hacernos cargo de lo inestable que sería esta segunda opción. Pero la primera tiene también su alto nivel de inestabilidad: PP y PSOE ¿podrían llegar a gobernar juntos cuando durante 40 años se han negado a hacerlo y no han faltado ocasiones en las que esta fórmula hubiera sido precisa. Ciertamente el PSOE lleva ya 4 años alejado del poder y corre el riesgo de llevar otros 8: demasiado tiempo, especialmente cuando ha perdido poder municipal. Los riesgos para esta formación son: recibir el “abrazo del oso” que inevitablemente sacude a la formación más débil en un gobierno de coalición, aumentar las fugas hacia la izquierda, hacer saltar a muchos gobiernos municipales. Pero pactar con “mister Potato” puede ser todavía peor: rupturas interiores, problemas en Andalucía y en otras federaciones, desaparición de la base electoral del PSC, y sobre todo, mala calificación por parte de los socios alemanes del SPD que, a fin de cuentas, fueron los que montaron el PSOE en 1973-1978 y que siempre han mandado dentro en el interior de esa formación.

Ambas fórmulas tienen, en primer lugar, cierto grado de improbabilidad y, en segundo lugar de inestabilidad. El gran drama de España es que el país está PARTIDO AL 50% EN DOS entre centro-derecha y centro-izquierda. El segundo drama es que ni el bloque de los partidos tradicionales tiene fuerza para mantenerse por mucho tiempo en su privilegiada situación, ni las siglas “nuevas” tienen fuerza suficiente para promover una alternativa. El tercero, que la crisis política permanente en la que entramos a partir de hoy lunes, va a tener que coexistir con la segunda oleada de la crisis económica cuyos efectos se notarán especialmente a partir de 2017 y que serán enormes en una España incapaz de generar un nuevo modelo económico.

© Ernesto Milà – info|krisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

 

  

 

 

 

 

20-D. Navidades inestables…

20-D. Navidades inestables…

Info|krisis.- La ventaja que tiene estar lejos cuando se convocan elecciones generales consiste en que lo que los medios de comunicación y los tertulianos profesionales anuncian tiene poco interés. Desde hace dos meses, todo inducía a pensar que el PP se mantendría como opción más votada. La duda consistía en si en esa posición le favorecería la Ley d’Hont hasta el punto de aproximarlo a un mayoría absoluta. Lo que ocurriría después era fácil de prever: el PP, o pactaría con el PSOE o pactaría con Cs. Nunca pactan dos vencedores: el primero pacta con el gran derrotado (PSOE) o con el que tenía expectativas más altas y se ha quedado a medio camino (Cs). ¿Y Podemos? Sube, pero no arrasa. Es el partido de los outsiders que va a quedar al margen de cualquier acuerdo. Las cosas se decidirán entre PP, PSOE y en última instancia, con Cs. La única combinación que “funciona” hasta ahora es PP+PSOE (118+95 diputados), cualquier otra queda lejos de los 176 necesarios para obtener mayoría absoluta.

España, a partir de este momento, pasa a ser ingobernable. Aparecen tres contradicciones:

-  entre partidos del “viejo orden” (PP y PSOE) y partidos de “nuevo cuño” (Cs y Podemos).

- entre partidos “estatalistas” (PSOE+PP+Cs) y partidos “soberanistas” (ERC+Bildu-DyL) y

- entre votantes “cerriles” (del PP y del PSOE) y votantes “abiertos” (voto nulo+voto blanco+Podemos+Cs).

La primera garantiza que la fórmula futura de gobierno será una “gran coalición” recomendada por la socialdemocracia alemana y por la Merkel (que, a fin de cuentas, son las que tienen la ultima palabra). Cualquier otra fórmula no será bien aceptada por el Bundesbank porque implicaría modificar el estatuto generado en 1978.

La segunda implica que para compensar posiciones de mayorías-minoritarias, ya no son precisos los nacionalistas. Es decir: que el estatus de 1978 en el que se daba a los partidos nacionalistas catalán y vasco un papel político muy superior a lo que implicaba su importancia numérica, ha quedado ya superado. El “proceso soberanista” catalán, además, ha contribuido a vacunar a PP y PSOE sobre lo que implican alianzas con estos partidos: ser mal vistos por la UE que, a fin de cuentas, es la que dicta sus normas en España.

Lo tercero indica a las claras que tanto PP como PSOE tienen un “suelo” electoral, poco importa lo mal que lo hagan, lo zotes que sean sus líderes o los niveles de corrupción y mediocridad electoral que les aureole: hay un sector del electorado que siempre, inevitablemente, les votará a ellos.

En definitiva:

1)  No existe masa crítica suficiente para un recambio del sistema, ni siquiera de las siglas mayoritarias. PP y PSOE, en pérdida, siguen siendo hegemónicos y mayoritarios. No se plantean pactar con otros que puedan modificar el estatuto de 1978, ahora les toca a ellos defenderlo en solitario: POR QUE NO OBTENDRÁN MÁS APOYOS. Cs, ha jugado su carta. No parece posible que el bluf centrista se pueda mantener mucho tiempo más allá del que Rivera ha conseguido mantenerlo (habida cuenta de la alianza con el “partido de la corrución” en Andalucía, que ha generado dudas sobre la capacidad de Cs de afrontar esta verdadera lacra de la democracia).

2) Las siglas mayoritarias están “tocadas”: ya no pueden gobernar en solitario. El período de las “mayorías absolutas” ha pasado para siempre. A partir de ahora, se gobernará en coalición. Los socialistas pueden temer –legítimemente- que un pacto con el PP suponga un “abrazo del oso” y que en las elecciones siguientes, muchos votos socialistas vayan a parar al “partido de los porreros” (Podemos), a condición de no hacer excesivamente el ridículo en el gobierno de los ayuntamientos (premio de consolación que se ha llevado Podemos y que muy probablemente sea su “manzana envenenada”).

3) Las “nuevas siglas” carecen de fuerza suficiente para desembocar en una alternativa al sistema: esta va a ser la legislatura de la “gran coalición” pero ésta va a fracasar en el gobierno de la nación: no tienen posición única en el tratamiento de la vertebración del Estado, de la reforma constitucional, ni siquiera un “nuevo modelo económico”, luego: el fracaso está cantado.

4) Lo que se ha instalado a partir de ahora en España y mientras dure la actual constitución es una situación de inestabilidad permanente: Vale la pena que nos vayamos dando cuenta de que el gran problema que tiene nuestro país, no es que la constitución de 1978 esté muerte y enterada, sino de que no hay posibilidades de alcanzar consensos razonables para su modificación y que ni siquiera existe una mayoría de 2/3 para modificarla. Luego, la inestabilidad es el destino de España.

¿Qué interpretación puede darse a estos resultados?

Después de ocho años de crisis económica, era evidente que se iba a generar una crisis social que generaría un malestar creciente en la sociedad española, una parte de la cual volvería la espalda a las opciones tradicionales (cuando se lleva un 78% escrutado PP+PSOE pierden 70 diputados en conjunto en relación a 2011, el PP pierde 62 y el PSOE 17). El voto de izquierda era evidente que buscaría otras vías (Podemos era la mejor situada y la que gozaba de más seguimiento mediático y Cs se presentaba como una reedición del centrismo de UCD), pero ni una ni otra han conseguido sustituir a ninguno de los grandes.

Poco importa lo que ocurre entre los soberanistas y si CiU se ha desplomado en sus dos vertientes (la moderada de UCD y la nacionalista de DyL), o si ERC ha subido (entre otras cosas porque CUP no se ha presentado) o si el PNV se ha mantenido… Lo que importa de todo este sector político es que las simetrías parlamentarias surgidas de estas elecciones les restan toda posibilidad de tener un papel decisivo en la formación de nuevas mayorías.

Crisis económica, versus crisis social, versus críticas política, todo ello bajo el denominador común de una crisis cultural y de un hundimiento del sistema educativo y de la capacidad crítica de los españoles que se ha evidenciado en los debates electorales, en las propuestas de los candidatos y en el “nivelazo” de los tertulianos jaleadno a unos y denigrando a otros. Lo más abyecto de estas elecciones es la demostración, no solamente del nivel ínfimo de la clase política del poder y de la oposición, de las viejas siglas y de las nuevas, sino el papel igualmente rastrero y miserable de los tertulianos profesionales.

España será gobernada por una “gran coalición” que surgirá de una dura negociación entre PP y PSOE, pero que esta será una coalición inestable. A esto se unirán los efectos de la segunda oleada de la crisis económica mundial que se hará sentir en España en los próximos dos años y que entrañará el descarrilamiento de la formula “gran coalición” (cada partido procurará no aparecer como cómplice ante el electorado de unas cifras macroeconómicas desfavorables y de una economía real miserable). En 2016, nos veremos otra vez en las urnas. Y entonces esperemos que haya UNA OPOSICIÓN DIGNA DE TAL NOMBRE, no a la “gran coalición” sino a todo lo que ella implica: constitución de 1978, Estado de las Autonomías, corrupción generalizada, ausencia de modelo económico más allá de los dictados por el Bundesbank, globalización, aceptación de la UE en su actual configuración, seguimiento de los EEUU en sus aventuras neo-coloniales…

© Ernesto Milá - info|krisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

Diario de la Desesperanza (57)

Diario de la Desesperanza (57)

Querido Diario:

La “temporada de lluvias” debería haber disminuido su intensidad por estas latitudes o, simplemente, debería haber pasado. Sin embargo, el diluvio de hoy ha durado más de tres horas. Me cuentan que es que la temporada de lluvias empezó tarde y el tiempo anda como revolucionado. Será eso. Y yo pienso en lo que está ocurriendo en España y me doy cuenta de que el clima allí también es hostil, no tanto por el “problema soberanista” (que, a fin de cuentas, ya está visto para) como por la acumulación de problemas que se ha ido pudriendo en los últimos treinta y ocho años. A fin de cuentas, la solución al problema catalán, ha tardado en llegar –como las lluvias de este año en Costa Rica- tarde, pero ha llegado: ahora sólo falta aplicarla.

El problema soberanista es un falso problema, existe porque existen “nacionalistas”: la razón de ser de todo nacionalista es crear su nación, por pequeña y redondita que sea y era evidente, desde 1978 que el nacionalismo terminaría en donde está terminando: en una revuelta contra el Estado. Si no existieran nacionalistas, la historia no se habría retorcido y falsificado hasta el punto que se ha hecho, las bandas mafiosas de CDC jamás se hubieran constituido y la política catalana no hubiera llevado como 20 años estancada con la obsesión soberanista.

Hay otros problemas mucho más importantes en España y que no tienen tan fácil resolución. El proceso de desindustrialización, el monocultivo turístico, la atomización del próximo parlamento, el fin de la época de las mayorías absolutas, el inicio del tiempo de las coaliciones inestables, las revueltas étnicas que antes o después estallarán, el yihadismo que ya tiene DNI español, la deuda de más de un billón de euros que apenas da para pagar los intereses, pero no para disminuir el mayor, los constructores que, a falta de imaginación, han vuelto a poner en marcha las grúas cuando aún no se han extinguido los ecos de la anterior crisis inmobiliaria, la falta de política exterior coherente, el no saber que pasó el 11-M con el riesgo de que en cualquier momento vuelta a repetirse algo parecido, unas instituciones que funcionan de manera muy deficiente, un sistema de enseñanza quebrado y una seguridad social de la que se nos anuncia que en apenas 7-10 años ya no tendrá dinero para pagar las pensiones, una natalidad que no se recupera y que es ligeramente positiva por los nacimientos de hijos de inmigrantes, una división de poderes que no existe en la práctica, por no hablar, claro está de la corrupción, ni de los procesos sin fin, ni de los jueces incómodos que son sustituidos por otros jueces que comen de la mano de quien les pone, con cárceles sobrepobladas, país preocupado por si el tabaco mata pero que ni se preocupa de que las drogas estén, sino legalizadas, sí al menos normalizadas socialmente… un país, en definitiva, sin objetivos, sin fines, sin misión, sin destino, con una sociedad apática, indiferente, refugiada en lo individual y que prefiere no pensar en el abismo que tiene por delante y en el vacío que aguarda a sus hijos. Eso es España.

Por eso, en España puede preverse que, también como aquí, la temporada de lluvias, se retrasa pero, finalmente, ya estamos a las puertas del gran diluvio político-económico-social: ha tardado 38 años en llegar, pero, finalmente, ya está entre nosotros. No es que el pueblo español vaya a reaccionar (si se ha narcotizado a la población es precisamente para que no reacciones ni a las duras ni a las más duras), es que el propio sistema corre el riesgo de colapsar al estar gestionado por una clase política surgida de una selección a la inversa: especie de sumidero al que, cada vez de manera más evidente, van a parar desechos sociales, ambiciosos sin escrúpulos y depredadores de la hacienda pública.

La noche se cierne sobre San José, pero a las 5:30 saldrá el Sol. La noche se cierne sobre España, pero vivimos una situación especular en relación al Imperio: efectivamente, “El país en donde nunca nace el Sol”. A no confundir la luz del día con el Sol de la vida y del esplendor de un pueblo. La temporada de lluvias políticas y sociales está a punto de comenzar en España.

 

40º ANIVERSARIO DE LA “MARCHA VERDE”: ENCUADRAR AQUEL EPISODIO DENTRO DEL EXPANSIONISMO MARROQUÍ Y ANTICIPO DE QUE EL NUEVO CURSO EN ESPAÑA IRÍA MAL

Se cumplen estas semanas cuarenta años de aquel episodio triste y bochornoso que fue la “Marcha Verde”. En primer lugar, porque Hassan II, tuvo la habilidad de aprovechar el momento en el que Franco estaba enfermo y moribundo para asestar un zarpazo a España y casi duplicar su territorio anexionándose el Sáhara Español. La primera gestión de Juan Carlos I fue firmar la salida del ejército español del Sáhara. En tanto que comisionista nato que era (y es) cabría preguntar si cobró mordida de su “primo marroquí”. A estas alturas, todo es posible.

Vale la pena mencionar el papel de los saharuís… Fue triste en todo este embrollo. Desde 1970, el Frente POLISARIO iba matando esporádicamente soldados españoles, realizando emboscadas y acciones de puro bandidaje. Absurdo, porque España ya había aceptado iniciar el proceso de descolonización del territorio al amparo de las Naciones Unidas. Los “polisarios” tuvieron lo que su aventurerismo y acciones criminales merecían: una guerra que no podían ganar jamás y los campamentos de refugiados de Tinduf al final del camino. Y en eso siguen. Mientras, el Sáhara ha sido recolonizado por marroquíes y ahora ya es completamente imposible realizar un referéndum. Solo queda plegarse a la realidad de facto y aceptarla: Marruecos que, en principio fue la potencia “administradora”, ha incorporado el territorio del Sáhara y nada le hará cambiar de opinión. Soy de los que lloran por los soldados españoles muertos por las balas “polisarias”, antes que salir en defensa del F.Polisario, que hoy representa ya muy poco.

Y vale la pena enmarcar la Marcha Verde dentro del expansionismo marroquí y la inexorable marcha hacia esa ficción geopolítica llamada el Gran Marruecos que incorpora al territorio del Reino de Marruecos, a Sidi Ifni y al Sáhara Occidental, a los territorios de Tinduf y Bechar pertenecientes a Argelia, a buena parte de Mauritania, a las plazas de Ceuta y Melilla, a las Islas Adyacentes, a las Islas Canarias… Eso es lo que los doctrinarios del Istiqal llamaron “Gran Marruecos”, proyecto nacionalista buena parte del cual se realiza a expensas de España. Así que si el 40º aniversario de la Marcha Verde debe servir para algo, es para recordar que España tiene un enemigo en el Sur, un enemigo que está practicando una “guerra de baja cota” exportando inmigración islámica, toneladas de haschís y haciendo competencia desleal a los productos agrícolas españoles. Y este es el problema, que estamos en guerra y no nos hemos dado cuenta.

http://politica.elpais.com/politica/2015/11/05/actualidad/1446751626_091227.html

 

ROBERT LACEY: “MUCHOS JÓVENES BRITÁNICOS SON YIHADISTAS DE VACACIONES”… UN PROBLEMA DE IDENTIDAD

Robert Lacey es historiador especializado en Arabia Saudí: “En teoría, Arabia Saudí no debería existir... Su supervivencia desafía las leyes de la lógica y de la historia. Se trata de un país que lleva el nombre de la familia que lo gobierna. Los cinco monarcas saudíes que han gobernado el reino desde la década de los cincuenta son todos hermanastros (…) Las tiendas cierran cinco veces al día para la plegaria, las ejecuciones son públicas.., y para qué hablar de la situación de las mujeres. Para averiguar por qué 16 de los 19 terroristas eran saudíes. (…) El wahabismo, fuente del fundamentalismo islámico, ayudó a que la casa de Saud conquistara Arabia Saudí. Fueron los saudíes los que explotaron la yihad”… y este es el problema porque los príncipes del petróleo que crearon la “yihad” ahora han perdido su control.

Desde finales de los años 60, Occidente debió elegir entre el panarabismo y el islamismo. En lugar de eso, los EEUU lanzaron el canto de sirena de la democracia. Destruyeron el panarabismo (el egipcio con el desenlace de la Tercera Guerra Árabe-Israelí, el baasismo iraquí con la invasión de 2003, el régimen laico de Gadhafi con los bombardeos de 2012 y ahora apuntan contra el baasismo sirio), pero las democracias jamás nacieron: en su lugar se abrió el paso al fundamentalismo. Europa se equivocó al seguir a los EEUU en sus locas aventuras coloniales. Ahora ya es tarde para rectificar. Mucho más tarde aún si tenemos en cuenta que el islamismo ya está dentro de Europa.

Lacey se muestra pesimista: “Es que hay un montón de jóvenes británicos musulmanes -que hablan, comen y visten como yo mismo- que se han convertido en un enemigo difícil de controlar. Hasta ahora los jóvenes alienados salían a manifestarse o, antaño, se iban a luchar a la guerra civil española, de lo que los ingleses se sienten muy orgulloso. La yihad no es tan diferente, aunque por supuesto no sea un orgullo nacional”. Son los “yihadistas de vacaciones”.

¿Qué se puede hacer ante este fenómeno? Plantarle cara y ser implacables con él. El mismo Lacey lo apunta: “lo único que nos queda es no permitir en casa los lavados de cerebro. Yo era contrario a la radicalización de los franceses contra el velo, ahora lo apruebo”. No basta: hay un planteamiento más correcto. El fundamentalismo islámico no es una religión. Es una superstición. Las supersticiones no pueden acogerse a las mismas leyes de libertad religiosa que permiten la difusión y predicación de cualquier credo… entre otras cosas porque el Islam no es una religión como las demás: es la única que propone como uno de sus “pilares”, la guerra santa. Permitir la difusión del Islam en Europa es, simplemente, una de las muchas formas que los europeos han elegido para suicidarse.

http://www.lavanguardia.com/lacontra/20141114/54419285135/la-contra-robert-lacey.html

 

EL CONSTITUCIONAL APRUEBA POR UNANIMIDAD NO SUSPENDER EL PLENO SOBERANISTA… COMO EL CAZADOR QUE NO IMPIDE QUE LA RATA SE APROXIME AL QUESO DE LA TRAMPA

La decisión del Tribunal Constitucional de no suspender el pleno soberanista parece hasta razonable: la constitución no impide “los debates”… ahora bien, si impide las consecuencias que se deriven de ese debate. Que es como no prohibir los garbanzos, pero condenar las flatulencias, como recomendar hartarse de porros, pero juzgar inaceptables las psicosis canábicas subsiguientes… Si esta es una muestra de “democracia”, nosotros casi preferimos mejor definirla como hipocresía. Todos saben de lo que se va a hablar en el Parlament en el pleno del día 9 y qué es lo que se va a aprobar: la desconexión y la desobediencia cívica.

¿Hay que esperar a que se produzcan los primeros actos de desobediencia y se tenga el texto definitivo de la declaración del Parlament de Catalunya? Para el Tribunal Constitucional, sí. En su inefable optimismo, los sesudos magistrados se dirigen al Parlament par que “en un plazo que no exceda de 10 días remitan certificación de las actuaciones parlamentarias correspondientes a los acuerdos impugnados”… olvidando que cerrado el pleno se iniciará la desconexión porque el Parlament se declarará soberano y constituyente. Pero las formas quedan salvadas.

Todos los síntomas indican que el Estado ya ha tomado una decisión sobre lo que hacer: suspender algunas transferencias, asumir directamente los pagos de la Generalitat sin que el dinero pase por sus manos, transferir el control de la Consellería de Gobernació a la delegación del gobierno, y, por supuesto, empapelar a la “tieta” que preside el Parlament y que, como el propio Mas y la banda mafiosa de CDC, ha cometido el error de sentirse más fuertes de lo que realmente son (a fuerza de creer sus propias cifras falseadas sobre los asistentes al 11-S y de esa absurda manía a hablar en nombre de toda Cataluña) y creer que el Estado es más débil e lo que realmente es.

La semana que viene terminarán casi 15 años de parálisis soberanista en Cataluña. Y terminarán mal. No se puede decir que el soberanismo no lo haya buscado. Lo más gracioso es que el Tribunal Constitucional, parece incitar a la Forcadell a que tire adelante con el plan soberanista, simplemente para luego poder golpear más y mejor; así tendrán los magistrados un casus belli. Tiempos aquellos en los que a la hipocresía se le llamaba “hipocresía” y no “libertad de debate”…

http://www.libertaddigital.com/espana/2015-11-05/el-tc-aprueba-por-unanimidad-permitir-el-pleno-independentista-en-el-parlamento-catalan-1276560843/

 

LOS BRITÁNICOS DECLARAN LA GUERRA A BENIDORM… CUANDO BENIDORM NO ES UNA EXCEPCIÓN Y DELINCUENTES DE TODA LA GALAXIA SE HAN CITADO EN ESPAÑA

El monocultivo turístico es un modelo económico difícil e inestable. Se basa en dos factores: los gustos del turismo y la comodidad de las zonas a visitar. Los gustos cambian… o se les hace cambiar. En cuanto a la comodidad es fundamental: los turistas aspiran a relajarse, no a visitar comisarías, presentar denuncias, sufrir tirones o, simplemente, ser expoliados. Y esto es lo que está pasando, no solamente en Benidorm sino en toda la costa mediterránea. Además no es algo nuevo, es una situación de inseguridad que se viene registrando desde hace un par de décadas. Un turista que circule por las Ramblas de Barcelona a según qué horas, es una “presunta víctima”. Si no le roban hoy, le expoliarán mañana, de eso puede estar seguro.

Ahora bien, la masificación de la delincuencia es algo que solamente aflora de tanto en tanto en la prensa extranjera. Los intereses de los tour operadores que desvían turismo hacia España bloquean que este tipo de noticias salga frecuentemente a la superficie. Sólo muy de tanto, en tanto, algún diario publica cartas y reportajes, declaraciones y sueltos con testimonios de turistas que han ejercido de víctimas en su visita a España.

Pero ahora las cosas han cambiado. Las redes sociales existen y es fácil formar “grupos” para denunciar algo. Es lo que ha ocurrido cuando un turista que fue sometido a robo en su visita a Benidorm ha abierto un grupo en Facebook denunciando a Benidorm como “ciudad sin ley”. De momento se han apuntado 3.000 personas. Su objetivo es que las “autoridades españoles reacciones y sepan que el turista no va a consentir que todo siga igual”. No es el único “grupo” inglés que denuncia este tipo de cosas. Otro, British Benidorm, afirma que la Policía Nacional se “muestra pasiva ante la delincuencia”.

Igualmente harta está la colonia británica afincada y empadronada en la ciudad alicantina: unas 6.000 personas. Para el 23 de noviembre se manifestarán ante el Ayuntamiento para pedir medidas contra la delincuencia. Los residentes ingleses denuncian la presencia masiva de carteristas violentos, timadores, prostitución con niños en barrios residenciales… Un panorama desolador, ciertamente.

Siempre hemos dicho que España tiene en sus manos la gallina de los huevos de oro en forma de negocio turístico. No es un negocio de alto valor añadido, pero al menos es un sector en el que España podría destacar ofreciendo servicios turísticos de calidad. Benidorm es la meca del turismo masificado, de los tostaderos en la playa y los viajes del Inserso. Pues bien, incluso todo esto puede perderse, no solamente en Benidorm, sino en toda España, a poco que se conozca la verdad oculta: que el turista al cruzar la frontera o descender del avión merece la calificación de “presunta víctima” de delincuentes llegados de todo el mundo. Bastaría que uno de estos delincuentes matara a algún turista para que repercutiera en el Reino Unido disminuyendo drásticamente las pernoctaciones en España. El turismo es un negocio que siempre pende de un hilo y en España este hilo está ya muy deshilachado.

http://www.elconfidencial.com/espana/2015-11-06/prostitucion-atracos-carteristas-los-britanicos-declaran-la-guerra-a-benidorm_1085396/

 

 




 

Efecto secundario del "procés"

Efecto secundario del "procés"

Info|krisis.- Si uno fuera conspiranoico y mal pensado estaría por decir que Artur Mas es un agente del nacionalismo español, pagado para liquidar más de un siglo de nacionalismo catalán. Nada más lejos de la realidad, obviamente; pero sí que es rigurosamente cierto que después del entierro definitivo del “procés” ya nada será igual en Cataluña, ni en las relaciones de la clase política nacionalista catalana con el resto del Estado. La fosa del “procés” ya está cavada (acuerdo PP-PSOE-Cs) ahora sólo queda enterrar al cadáver.

Hasta ahora, el nacionalismo catalán ha podido ir sobreviviendo gracias a su innegable capacidad de negociación con el Estado Español. Lo hizo durante la Restauración, durante la República, volvió a hacerlo en la transición logrando –a través de Miquel Roca– una Constitución en la que el nacionalismo moderado se situaba en disposición de negociar siempre mayores techos autonómicos y competencias a cambio de apoyar al gobierno del Estado cuando no alcanzaba a obtener mayorías absolutas.

Este papel de “refuerzo” ha sido pagado a precio de oro por el centro-derecha y por el centro-izquierda español. Durante los últimos 38 años, el nacionalismo moderado evitó entrar en los gobiernos de Felipe González, Aznar o Zapatero, pero no dudó en apoyarlos, cuando fue requerido, a cambio de algunas contraprestaciones autonómicas. Esta estrategia ha llegado a ser odiosa: todo el mundo sabía que CiU terminaría apoyando a quien se sentara en Moncloa si le faltaban algunos diputados para gobernar en mayoría. Y todo el mundo sabía que, al margen de lo que declarasen las partes, en el fondo, todo se quedaba en una negociación a cambio de transferencias cuantificables en cientos de millones de Euros.

A nadie le gusta tener que pagar a un “aliado” a precio de oro. Desde el tiempo de Felipe González, era más que evidente que el nacionalismo no era “leal” e incluso que estaba protagonizando casos de corrupción sin el más mínimo recato y, además, aspiraba a la impunidad… amparándose en el apoyo que prestaba al gobierno de turno en Madrid. Cataluña empezó a perder peso estratégico dentro del Estado. La constitución del eje Lisboa-Madrid-Valencia fue el primer toque de atención. Atlántico y Mediterráneo unidos a través de Madrid y en línea recta, sin pasar por Barcelona. El segundo golpe fue todavía más duro: el eje pirenaico que comunicará Madrid y Valencia con Francia a través de los Pirineos centrales (Aragón), eludiendo el “corredor mediterráneo” que, inevitablemente pasaría por Cataluña.

Todo iría viento en popa para el nacionalismo, mientras se mantuvieran los equilibrios y consensos que habían dado lugar a la constitución de 1979. Pero a partir de 2007 se pusieron de manifiesto varios problemas: el primero de todos que Cataluña cada vez iba perdiendo más peso en el conjunto de la economía española y se veía sometida a un proceso de pérdida de tejido industrial. Entre 2000 y 2007 Cataluña perdió el 30% de su capacidad industrial, en los años de la crisis siguió transformándose en una zona de servicios. Las hilaturas han desaparecido, sustituidas por la hostelería y el turismo, sectores de muy bajo valor añadido.

A esto se añadió la pérdida de vigor de los que hasta hace poco habían sido los únicos partidos mayoritarios en los que se sustentaba la estabilidad del sistema: dos columnas, una de centro-derecha y otra de centro-izquierda en alternancia, apoyados por un partido nacionalista cuando no tienen mayoría absoluta para gobernar… El sistema funcionaba, a condición de que los partidos mayoritarios siguieran siéndolo ad infinitum y que el partido nacionalista no rompiera la baraja. Lo sucedido en los últimos dos años como producto, sin duda, de la crisis económica, ha hecho saltar todo esto por los aires: PP y PSOE han ido perdiendo fuerza social, lo mismo les ha ocurrido al PNV y a CiU; en su lugar han aparecido siglas nuevas (Podemos, Ciudadanos, Bildu, o siglas que hasta hace poco apenas habían tenido relevancia, como ERC). Los “actores parlamentarios” ya no son cuatro; se han convertido en ocho. La era de las mayorías absolutas parece haber terminado y el papel de CiU como partido de apuntalamiento se ha desvanecido por completo.

Pero ha ocurrido otro elemento que ha puesto en guardia a cualquier partido de ámbito estatal ante el nacionalismo. Un partido que, bruscamente, de un día para otro, cambia su argumentación y, de nacionalista moderado, pasa a ser soberanista radical generando un problema de centrifugación del Estado, no parece digno de confianza para nadie, ni siquiera para los socialistas tan predispuestos a las “terceras vías”. La crisis desencadenada por Artur Mas lo apea, prácticamente para siempre, de la gobernabilidad el Estado, mientras que la aparición de otras fuerzas (especialmente de Ciudadanos)  hace que la “tercera fuerza” que daba o quitaba el poder cuando un partido estatalista carecía de mayoría absoluta, ya no sea el nacionalismo ¡sino precisamente el partido más antinacionalista del espectro político español: Ciudadanos!

El problema del nacionalismo –ahora cuando el “procés” ya puede darse por fracasado (hoy las declaraciones de Ban Ki-Mun negando que Cataluña entrara en la definición de “territorio con derecho a la autodeterminación” o los primeros síntomas de enfrentamiento entre Mas y sus Consellers, son nuevas puntillas que está recibiendo; y van…)– es que ha perdido la iniciativa estratégica y apelar a la desobediencia cívica no va a hacer que la recupere. Para hacerlo, debería contar con algún aliado en el resto del Estado. Y sí, estos aliados existen, básicamente Podemos e IU, que no tendrían inconveniente en que se convocara un referéndum por la autodeterminación… el pequeño problema es que se trata de partidos cuya “solidaridad” empieza y termina con la propuesta de referéndum (que perdería el soberanismo) y que se trata de dos organizaciones a las que les repugna la corrupción en Cataluña, el nacionalismo catalán y su gestión en los últimos 38 años. Sin olvidar que, difícilmente gobernarán en la próxima legislatura.

En la última semana, ante la proclama independentista en el Parlament y el anuncio de acciones de desobediencia, se ha reconstruido un nuevo consenso del que el nacionalismo es el principal perjudicado al quedar fuera. Los años de constante cambalacheo protagonizados por el nacionalismo (dinero a cambio de apoyo en Madrid) han terminado. El soberanismo va a conocer la dramática sensación que se siente al estar aislado, contra las cuerdas, sometido a procesos sin fin, presentado como el malo de la película y sin posibilidad de reconstruir una estrategia para salir del hoyo en el que le ha introducido el aventurerismo de Artur Mas.

Nada de todo esto habría ocurrido si Mas no hubiera adoptado la deriva soberanista en cuanto los pro-hombres de CiU percibieron que empezaban a investigarse sus cuentas. En aquel momento hubiera bastado rebajar la presión sobre el Estado, demostrar mayor colaboracionismo en la gobernabilidad a cambio de congelar estas investigaciones. Pero Artur Mas, empujado inicialmente por el clan Pujol y luego por el soberanismo más radical (ERC, las CUP, las “tietas”), realizó una fuga adelante a partir del 11-S de 2011, fuga cada vez más acelerada que, de momento, le ha costado el que la coalición CiU saltara por los aires y el que ahora mismo esté teniendo problemas dentro de su propio partido.

Artur Mas y el soberanismo (hasta ayer “nacionalismo moderado”) están siendo víctimas de sí mismos. Mas debe saber a estas alturas –si le queda algo de realismo– que con el pacto PP-PSOE-Cs ya ha perdido la partida. Debería avisar a sus socios de que dejaran de comportarse como si tuvieran la independencia de Cataluña al alcance de la mano… porque nunca como hoy están tan lejos de obtenerla. El hecho de que un cretino próximo al proyecto de Mas de crear una “hacienda catalana”, ayer mismo se jactara con aire de suficiencia de que “el que no quiera pagar impuestos a la Hacienda Catalana que se vaya” es el síntoma de las estupideces que se pueden cometer cuando solamente se escuchan los informativos de TV3 y uno está completamente desconectado de la realidad.

© Ernesto Milá – http://info-krisis.blogspot.comernesto.mila.rodri@gmail.com

Cuanto peor, más caos"

Cuanto peor, más caos"

Info|krisis.- Hace un año Podemos se presentaba como la más sólida respuesta al PP y al PSOE. Hace seis meses, Ciudadanos era la mejor alternativa de centro para los decepcionados del PP. Los analistas políticos observaban a Pablo Iglesias y a Albert Rivera con la curiosidad propia de quienes están llamados a desempeñar un papel histórico en la renovación de la lánguida y triste democracia española. Han bastado apenas dos semanas para que entre el electorado se levantaran las más serias dudas sobre la viabilidad de las “nuevas opciones”. Para muchos, el carpetovetónico “más vale malo conocido que bueno por conocer”, se vuelve a convertir en la opción más aceptable… Lo que no deja de ser triste.

Podemos y Ciudadanos han perdido definitivamente la virginidad. Y en política, la virginidad no es algo que se pueda reconstruir mediante un simple pase por el quirófano. La constitución de los nuevos ayuntamientos y de los gobiernos autonómicos ha demostrado muchas cosas en un espacio de tiempo excepcionalmente breve.

En primer lugar se ha observado la falta de criterios sólidos para argumentar los pactos suscritos: Ciudadanos, por ejemplo, no ha tenido el más mínimo empacho en pactar con el partido de la corrupción institucionalizada en Andalucía y sin pedir mucho a cambio. ¿Qué ha ocurrido? Que su dirigente en aquella región tenía hambre atrasada. Sabe que difícilmente revalidará alguna vez los votos que logró acaparar sorprendentemente hace dos meses y que todo lo que no obtenga hoy, le estará vedado para siempre. Es de los que se venden barato. Porque Antonio Marín no es un hombre de partido, el partido, para él –como para tantos otros, para todos los políticos democráticos nos atreveríamos a decir– no es más que el vehículo para satisfacer sus ambiciones personales. Rivera ya tuvo problemas a poco de saberse el resultado de las elecciones para ocultar que la opción de “su hombre en Andalucía” no era otra que la de apoyar al partido de la corrupción institucionalizada. Consiguió, apenas, retrasar la formalización del acuerdo hasta pasadas las elecciones municipales. Pero, poco importa cuando se pierde la virginidad: se pierde, eso es todo, y la misma falta de virginidad tiene una muchacha desflorada accidentalmente que un putón desorejado y sesentón.

En segundo lugar se han producido pactos contradictorios: Ciudadanos pactando con el PSOE en algunas comunidades y con el PP en otras, Podemos formando gobiernos de izquierda aquí, pero negándose a ello en otras circunscripciones, e incluso tratando de pactar –maravilla de maravillas– en algunos ayuntamientos como Villena (dando lugar al primer tránsfuga de la legislatura), PP y PSOE mirándose a sí mismos y comprendiendo que la “gran coalición” también es una opción si de lo que se trata es de permanecer en el machito una legislatura más… Estos pactos contradictorios indican que para las direcciones de estos partidos no existe nada parecido a una “estrategia nacional”, sino que todo en ellos está al albur de los pequeños dirigentes locales, la mayoría de los cuales nadie sabe ni de donde han venido ni siquiera poseen un pasado político previo.

Y luego viene lo peor: la solvencia moral y el “estilo” de buena parte de los cargos electos. La democracia española despenalizó en 1983 el consumo de drogas… pero sus efectos en política solamente han empezado a notarse 33 años después, cuando aquellos niños que nacieron asumiendo que podían consumir cualquier sustancia, empiezan a representar un porcentaje notable de la sociedad, suficiente, no solo para ser considerados como “grupo de presión” sino para aspirar (y nunca mejor dicho)  a ser ellos mismos electos. De la misma forma que en Bolivia, país de mayoría indígena, jamás volverá a haber un presidente que no proceda de cualquiera de las etnias andinas, en esta nuestra pobre España, será difícil que en las instancias representativas se sienten cargos con la lucidez y la claridad mental suficientes que da el no alterar la química del cerebro con cualquier alcaloide. Han sorprendido algunas fotos, declaraciones, tuits y algunos gestos de los primeros electos de Podemos. No hay duda: si no iban colocados es que en su tejido adiposo todavía albergaban demasiados restos de THC como para poder actuar como alguien no alienado por este alcaloide.

Es normal, no solamente que las expresiones de júbilo de algunos de los nuevos cargos electos haya evidenciado consumos que nublan el cerebro, como normal es que muy pronto se haya evidenciado que otros tienen una irreprimible tendencia por los menores y otros, pura y simplemente, se ganan la vida trapicheando con drogas. Es evidente que Podemos es algo más que estas anécdotas resaltadas por la derecha, pero también es evidente que el clima de permisividad, de relativismo moral, de ausencia de una ética definida y de pasotismo ante lo que el zapaterismo llamaba “ingeniería social”, no figura precisamente entre los mejores activos de Podemos, sino entre lo más problemático que viaja en sus alforjas… algo de lo que esta formación no tienen ni la más remota posibilidad de liberarse.

Y luego está la aceptación a la corrección política más conformista. Ciudadanos ya se identificó como el mejor “cazador de brujas” de la democracia, expulsando de sus listas a una docena de antiguos miembros de formaciones de extrema-derecha (ninguno de los cuales, por lo demás, había ocupado responsabilidades relevantes, sino que en su mayoría eran nombres de relleno que suelen colocarse en las formaciones de extrema-derecha para completar listas). Pero el problema es que en esas mismas listas figuraban otros nombres que, a diferencia de los ultras, procedían de partidos que han ido gobernando en estos últimos años en este país y generando directamente todos los problemas –la corrupción el primero de todos ellos– contra los que Ciudadanos dice combatir. Ninguna medida punitiva se ha tomado contra ellos… evidenciando que las “marcas blancas” del régimen tienen los mismos comportamientos que la “vieja banda de los cuatro” y que la “lucha contra la corrupción” es sobre todo un eslogan electoral.

En Podemos, tal aceptación de la corrección política es todavía más peligrosa. La vieja idea habitual entre la izquierda de que alguien que está preso es, en principio, una “víctima del sistema” más que un criminal, sigue vigente como en aquel PSOE de los primeros tiempos de la democracia cuando impuso que desapareciera la “cadena perpetua” de la constitución. Hoy, para Pablo Iglesias, un chalado detenido en plena calle con explosivos, con antecedentes por violencia, se convierte en un “preso político”, aprovechando, de paso, para elevar a la categoría de “presos de conciencia” a los 500 matarifes de ETA que purgan por casi un millar de asesinatos. No es raro que Manuela Carmena fuera la jueza más tolerante con el fenómeno etarra mientras estuvo en ejercicio.

En realidad, la Carmena poco después de ser investida ya “revisó” su programa de gobierno y explicitó que buena parte del mismo no podría llevarse a cabo. Esta nueva situación se ha evidenciado en todos los ayuntamientos en los que gobierna gente del entorno de Podemos, mediante el cambio de la bicicleta por el coche oficial en apenas 48 horas, perífrasis simbólica de una “metanoia” (cambio radical de conciencia) realizado con apenas jurar el cargo.

Mucho más importante que todo esto, incluso, es la experiencia de los nuevos cargos electos y su capacidad de gestión al frente de ayuntamientos que manejan en ocasiones cientos de millones de euros. No nos engañemos: es nula. Y lo peor: nada en su historial profesional hace presagiar algo bueno. Incluso los que tienen una titulación universitaria, apenas han ejercido sus profesiones. Y muchos son producto directo de la quiebra del sistema educativo. Incluso de la haraganería pura y simple. Inevitable referirse al “Kichy”, flamante alcalde de Cádiz del que no dudamos que dará mucho que hablar y ofrecerá suculentos titulares  a la derecha. No es el único.

Tampoco es que veamos mucha profundidad crítica en toda esta fauna. ¿Se sabe algo más de Ada Colau aparte de que se opone a los desahucios? ¿Hay algo que indique que es consciente de los mecanismos de la globalización más allá de cuatro ideas sacadas malamente de documentales de Naomi Klein o de Michael Moore y muy poco elaboradas? ¿Puede estar tranquilo el ciudadano barcelonés en que después de los sucesivos destrozos ininterrumpidos en los últimos 25 años de ayuntamientos socialistas y convergentes, Ada Colau (socia por lo demás de ERC, co-responsable de haber convertido BCN en un estercolero) logrará otra cosa que no sea convertir a BCN en la capital europea del porro y de los clubs del cannabis, meca de okupas y polo de atracción de inmigrantes y carteristas? ¿Alguien duda que la decisión más importante de la Colau en los años venideros será el jactarse de haber construido en la otrora Ciudad Condal, la mezquita más grande de Europa? A la Colau solamente le quedan ahora cuatro años para sorprender a los últimos barceloneses que quedan en la ciudad y decepcionar a su afición. Y no dudamos que conseguirá ambas cosas utilizando solamente su espontaneidad característica y sin mucho esfuerzo. Sus socios de gobierno pondrán el resto. Carmena, por su parte, es de otra pasta, de aquella vieja izquierda resentida que volverá a estimular el tema de la memoria histórica hemipléjica, mientras llena el ayuntamiento de enchufados y consabidos nipotes. De momento, lo menos que puede decirse, es que ya ha empezado a recorrer esta senda.

La culpa no es de ellos, ni siquiera del electorado que, a fin de cuentas, ha creído votar a las mejores opciones harto de que “los de siempre” sigan haciendo “lo de siempre”. El electorado, siempre es el perpetuo engañado, el convidado de piedra cuya función es votar, callar y soportar las consecuencias de su voto. Nada ha cambiado, pues. Los verdaderos culpables de que se haya producido un vuelco electoral y la decantación del voto hacia opciones dirigidas por insolventes que han colocado a “presuntos inútiles” en puestos clave, son los partidos que han gobernado de manera desastrosa el país durante los últimos 38 años (centro-derecha y centro-izquierda), ninguno es más inocente que el otro, ambos son culpables solidarios del desastre educativo, de la desintegración social, de la decadencia de las costumbres, de la falta de cohesión de nuestra sociedad, de la centrifugación nacional. ¿Qué se le puede reprochar al electorado que, en el fondo, es víctima y que no es más que aquellos en lo que lo han convertido PP y PSOE?

Venimos repitiendo desde hace meses que lo que se ha instalado en la política española es la inestabilidad y la atomización. La constitución de los nuevos ayuntamientos y la formación de los gobiernos en las comunidades autónomas, confirma que teníamos razón: no es que las nuevas opciones estén aquí para reparar los destrozos generados por las antiguas, sino que a las ya existentes se van a sumar el producto de la falta de experiencia, el utopismo de baja estofa, el relativismo a veces enmascarado con aires de pedantería intelectual, y el resultado de aplicar las “nuevas ideas” de ingeniería social. Estaremos, en definitiva, un poco más cerca del caos.

Cabría decir aquello que ya estableció Lenin: “cuanto peor, mejor”. Pero no. La frase de Lenin podría tomarse en consideración solamente cuando existían élites o soluciones de reemplazo. No ahora, en una situación como la española, en la que cabría decir, parafraseando al apergaminado bolchevique: “cuando peor, más directos al caos”. Porque, de momento, reconozcámoslo, no hay alternativa.

© Ernesto Milá – info|krisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

 

 

 

Vuelco político

Vuelco político

Info|krisis.- Lo que hemos visto este fin de semana con la constitución de los nuevos ayuntamientos no deja lugar a dudas: la derecha ha perdido poder, sigue siendo el partido mayoritario, pero de mayorías relativas, mientras el centro y la izquierda están fracturados, pero en buena parte del país, sumados, forman mayorás. El PP está pagando ahora su error histórico que data desde los tiempos de Fraga (probablemente el gran responsable del desastre de constitución que se alumbró en 1979): “sin enemigos a la derecha”. Falto de aliados, el PP se encamina hacia un desastre electoral en noviembre, a menos que en los próximos meses los pactos de izquierdas no dejen lugar a dudas sobre su incapacidad para gobernar las ciudades en las que ayer tomaron posesión. Y no está claro lo que ocurrirá. Lo único claro es que pintan bastos sobre la coyuntura mundial (la crisis inmobiliaria brasileña se está agudizando cada mes) cuando aun no se han disipado en España los efectos de la crisis iniciada en 2007.

El primer aviso se produjo antes de las elecciones municipales: la aproximación de C’s al PSOE en Andalucía apenas quince días después de celebradas las elecciones regionales no dejaba lugar a dudas. El partido que había nacido con la excusa de “luchar contra la corrupción” (C’s) se aliaba ¡con el “partido de la corrupción”! Porque si en Andalucía ha sido posible escándalos como el de los EREs o el de los cursos de formación para parados, es solamente porque durante treinta y tantos años ha gobernado de manera continuada un partido clientelar y corrupto. En Andalucía no ha habido lucha por el poder, lo único que se ha producido es lucha en el interior del PSOE por gestionar el poder: Escuredo, Borbolla, Chávez, Zarrias, Griñán, Díaz… El PER ha mantenido al PSOE en el poder, pero no al margen de las luchas intestinas por ese mismo poder. Sin olvidar, por supuesto, que el AVE Madrid-Sevilla fue la “madre de todas las corrupciones” en Andalucía durante el felipismo (el “Caso Juan Guerra” fue una simple anécdota). Todo aquello salió gratis a los dirigentes  socialistas que se salvaron sin grandes problemas de las imputaciones y los años de cárcel que hubieran sido preceptivos de haber existido justicia en Andalucía. Pero, ya se sabe que fue por aquellas fechas cuando el jerezano Pacheco, líder del PSA, sentenció que “la justicia era un cachondeo”… Y, ciertamente, lo era.

Aquellas aguas trajeron estos lodos: cuando C’s se encontró con una inesperada bolsa de diputados dirigidos por un oportunista de la peor especie que había recorrido todo el espectro político en los diez años anteriores intentando hacerse un espacio a codazos (sin conseguirlo), supo que había llegado su hora. Marín negoció el apoyo a Susana Díaz a cambio de algunos ayuntamientos. Albert Rivera solamente le pidió una cosa: que la formalización del pacto se hiciera después de las elecciones municipales, o de lo contrario, C’s perdería ese perfil con el que se presentaba en todo el territorio nacional (el partido anticorrupción, con americana y pelo corto, nada de panas ni de coletas, nada de aspectos desgarbados y tatus). Lo siguiente fue preservar la imagen democrática de C’s iniciando una caza interior de brujas y purgando a todo aquel que hubiera tenido una presencia episódica en listas de Falange o de PxC… Con ese marchamo, C’s ha obtenido un gran éxito. Pero también ha perdido la virginidad. Especialmente en Andalucía que, en los próximos meses constituirá su verdadero cáncer.

Las nuevas clases políticas, las nuevas siglas emergentes, no parecen ser mucho mejores que las viejas, al menos en sus contenidos. Buscan ocupar el poder, como sea y con quien sea. En un momento en el que el salario medio de este país son 1.400 euros (haciendo la media entre los sueldos de la Botín y de los sub-mileuristas, en realidad, estamos hablando de sueldos medios de 800-1000 euros, una vez restadas las mentiras estadísticas), cobrar 2.300 como “altruistamente” han declarado las nuevas alcaldesas de Madrid y Barcelona, es decir poco, porque no se alude ni a primas por asistencia a plenos y a comisiones de trabajo, dietas y acceso a “cajas negras” o a porcentajes por comisiones. Y dudo mucho que alguno de los nuevos cargos municipales denuncie que por cualquier contrato con la administración y por toda intermediacion se cobran comisiones.

Por lo demás, una cosa es votar a una lista y otra muy distinta ver el aspecto de los concejales una vez elegidos, oírles hablar, no en campaña sino las tomas de posesión, conocer sus tuits pasados, observar sus tatus, su aspecto presente… ha resultado demoledor incluso para muchos de sus votantes. ¿Son alternativos? Sí, a condición de considerar a los porreros compulsivos como signo de “alternativismo”.  Porque algunos de los nuevos concejales de las grande ciudades son solamente eso, porreros compulsivos. Podía esperarse: desde que Alfonso Guerra comprobó en 1983 que tres millones de ciudadano votarían a quien prometiera la “despenalización de las drogas”, han pasado 32 años: lo justo para que los nacidos entonces pudieran ejercer de concejales entre porro y porro. Luego les resulta raro que alguno llegue tarde a las votaciones porque se ha dormido…

Con la constitución de 1978 se inició una decadencia de la sociedad española. Decadencia cada vez más pronunciada y acusada. Decadencia que implicaba también desintegración. No es que la constitución fuera culpable de este proceso de caída acelerada, es que la constitución ha favorecido este proceso que está implícito en todas las formas de modernidad que se han apoderado de “Occidente”, queridas, promovidas y provocadas por los actores económicos: solamente es posible dominar durante mucho tiempo a una sociedad, a condición de atomizarla, desmovilizarla y adormecerla: “nuevos modelos familiares”, pensamiento único y legalización del porro. En este modelo de sociedad, votar implica que siempre gobernarán quienes sintonicen con estas tendencias mayoritarias. Céline decía: “Nunca voto, siempre estoy convencido de que los imbéciles son mayoría”.

Pero los “pactos” a los que están llegando la “vieja banda de los cuatro” y la “nueva banda de los cuatro” son absolutamente inimaginables. En Villena estuvo a punto de alumbrarse un acuerdo de gobierno PP-Podemos, que finalmente no llegó a concretarse por la aparición del primer tránsfuga de la legislatura. C’s se ha aliado con Podemos en unos lugares, con los socialistas en otros, con los populares donde conviniera… sin que Rivera se inmutara lo más mínimo: total, las elecciones generales se celebrarán a finales del otoño y la memoria popular es corta. Podemos, después de negar que alguna vez pudiera pactar con el PSOE lo ha hecho con ese mismo PSOE que, por activa y por pasiva, había insistido en lo mismo. Sin olvidar que las distintas marcas vinculadas a Podemos en las regiones periféricas, han obtenido sus votos de sectores no soberanistas… pero, los entregaran al soberanismo con un desinterés y una indiferencia absolutas por la “cuestión nacional” y sin tener ni la más remota idea de lo que es una “nación”, ni un “destino histórico”, ni nada mas allá de las cuatro reglas.

Se suele aceptar que la clase política dirigente de Podemos está bien preparaba. Se trata de universitarios con títulos superiores. Pero eso no basta para aceptar que alguien está preparado para gobernar. Hace falta experiencia directa de gestión y sobre todo claridad y lucidez mental. En lugar de eso, la constitución de los nuevos ayuntamientos ha evidenciado demasiado olor a porro y a litrona, miseria cultural, pobreza humana y aculturización que ha sorprendido incluso a los que no teníamos particular encono contra Podemos. El fracaso está anunciado y será fulminante. De aquí a las elecciones generales, muchos de estos gobiernos municipales (e incluso autonómicos) habrán caído, se habrán evidenciado los primeros casos de corrupción e incluso algún “reporter Tribulete” habrá sacado a la superficie los sueldos reales de quienes hoy dicen que no superarán los 2.300 euros de remuneración. ¿Cómo reaccionará el electorado al percibir que, una vez más, siempre, eternamente resulta traicionado? Reaccionará distribuyendo su voto entre las opciones actuales y opciones que aún estar por venir. Atomización e inestabilidad, tal es nuestro destino político.

El problema es que estos nuevos gobiernos de amateurs, contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, SI pueden ser más nefastos que los viejos gobiernos municipales: a su falta de preparación en gestión, a su amateurismo, profesan tópicos propios de la izquierda más utópica, y, sobre todo, odian todo lo que no es lo propio. El odio en política es una muestra de primitivismo. Cuando un porrero compulsivo odia, sus tuits son los que hemos conocido estos últimos días escritos por concejales que van a gobernar grandes ciudades.

En Barcelona, solamente queda dictar alguna medida “ecológica” para cortar en seco la llegada de turistas (que han situado a la ciudad ante la disyuntiva de muerte por sobredosis de turismo o muerte económica). Y no dudamos que el nuevo gobierno municipal la adoptará. Barcelona en apenas 10 años habrá desaparecido como ciudad europea. La Sagrada Familia concluida mostrará su extraordinaria fealdad al último japo que se atreva a llegar para fotografiarla, pero en su entorno ya no habrán barceloneses. A menos, claro está, de considerar a mujeres cubiertas con velos islámicos como las “nuevas barcelonesas”. CiU, PSC y ERC han dejado a la ciudad de Barcelona sumida en una crisis irreversible: ya poco importa quién gobierne, Barcelona no tiene salida airosa se adopten las medidas que se adopten y mucho menos con un gobierno municipal como el recién estrenado. Y Barcelona es el espejo de la decadencia para otras ciudades españolas. El vídeo Bye, bye Barcelona (https://www.youtube.com/watch?v=kdXcFChRpmI&feature=iv&src_vid=eH7GBl_m-oU&annotation_id=annotation_3650869879) no ha sido elaborado por ningún reaccionario sino por un grupo de ciudadanos de distintas tendencias preocupados por la deriva de la ciudad. Ninguno de ellos tiene el valor de reconocer la irreversibilidad del proceso de decadencia, pero el documento vale la pena verlo y horrorizarse por lo que está ocurriendo ante nuestros años.

Hay que congratularse de que la derecha haya perdido peso, sí. Ni Rajoy, ni antes Aznar, ni Fraga, lo hicieron bien y de nada sirve discutir si los socialistas lo hicieron igual de mal o peor. Fraga fue uno de los responsables de la constitución. Aznar ideó un modelo económico inviable que era pan para entonces y hambre para el futuro. Y Rajoy se ha preocupado tan solo de demostrar que el país era atractivo para los grandes inversores, los señores del dinero y los fondos inmobiliarios. Es bueno que hayan recibido el varapalo del electorado y la puñalada de las simetrías electorales que ellos mismos crearon. Pero, que nadie se engañe: lo que sube es igualmente problemática y acelerará el proceso de decadencia tanto a nivel nacional como a nivel local. Y todo esto en medio del olor a porro cada vez más persistente en nuestra sociedad, banalizado y convertido en cobertura que oculta el hecho real: que la gente joven carece de futuro en este país y, lo que es peor, que evidencia la ausencia de voluntad de la juventud para labrarse un futuro en la que fue tierra de sus padres.

© Ernesto Milá – infokrisis – ernestomila@yahoo.es – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

España en vía muerta (I de II)

España en vía muerta (I de II)

Info|krisis.- El resultado de las elecciones del pasado 24–M ha sido, de todos los posibles, el más perverso y problemático para el futuro de nuestra nación. Cuando aún ni siquiera se ha resuelto el entuerto soberanista catalán; cuando Andalucía lleva dos meses sin gobierno y cuatro desde que Susana Díaz disolvió el parlamento andaluz y convocó nuevas elecciones; cuando ya las elecciones catalanas se anuncian en el horizonte y, pocas semanas después, las generales; cuando la situación económica sigue sin resolverse, España da muestras de cansancio en todos los sentidos, absentismo electoral creciente, el gobierno cierra acuerdos que aumentan la colonización político–militar por parte de los EEUU, prosigue acelerada nuestra pérdida de influencia en Europa, sigue llegando más y más inmigración improductiva, inasimilable y subsidiada, aumentan las bolas de población próxima al umbral de la pobreza (una cuarta parte del país) y la presión fiscal solamente sirve para pagar, a duras penas, los intereses de la deuda, pero en absoluto para disminuirla… es ahora, con una coyuntura internacional extremadamente desfavorable, cuando las urnas dan un resultado que convierte el país en una olla de grillos extraordinariamente inestable, prácticamente imposible de gobernar y decepcionante para todas las partes, incluso para aquellas nuevas que han conseguido avanzar e implantarse.

Lo verdaderamente terrible no es que durante casi cuarenta años nuestro país haya sido presa de bandas de desaprensivos que, amparados en el voto, lo han saqueado y hayan hecho que, desde la Corona hasta el último ayuntamiento, la corrupción se haya hecho el rasgo principal del ciclo histórico iniciado en 1978. Lo terrible es que mucho antes de que la unidad del Estado se declare oficial e irreversiblemente rota, ya lo estaba virtualmente desde hace décadas. Lo terrible no es que se hayan acumulado errores en política económica encadenados (el tratado de adhesión a la UE firmado por el felipismo, el modelo económico de Aznar, el endeudamiento como solución torpe del zapaterismo, o la presión fiscal sobre las clases medias y los salarios de Rajoy), o que no existan luces que indiquen el final del túnel, ni siquiera la sensación de que las que podrían verse son las que percibe quien ha caído en el fondo de un pozo del que puede salir… sino que precisamente, a medida que pasan los días, da la sensación de que ese pozo va ganando en profundidad y de que cuantos más días pasan más difícil resulta remontar todos los problemas.

Enumeración de “catástrofes” que tenemos por delante

Porque la característica de nuestro tiempo y lo que estamos viviendo es, a fin de cuentas, una convergencia de catástrofes que actúan en sinergia a modo de barreno que cada vez aumenta más la profundidad del pozo en el que nos encontramos. Aun a riesgo de parecer catastrofistas, nos parece demasiado evidente que estamos atravesando el peor momento de nuestra historia. Intentaremos resumir las catástrofes que convergen:

Catástrofe política: que ha atravesado cuatro fases y que es el resultado, en buena medida, de la crisis económica iniciada en 2007 que pronto se transformó en crisis social, para devenir, finalmente, crisis política. Estas cuatro fases son:

1) Agotamiento del modelo constitucional de 1978 a causa de la identificación de sus actores con los diarios casos de corrupción y con la crisis y con los problemas no resueltos de nuestro país,

2) Esperanza en la posibilidad de que nuevas opciones aparecieran en el horizonte para sanear y aportar aire fresco al país,

3) Estupor al contemplar que estas nuevas opciones, no solamente no han logrado imponerse, sino que, una vez avalados por los votos en Comunidades Autónomas y municipios optan por pactar con las viejas opciones a fin de apuntalarlas (tal es la fase en la que nos encontramos ahora),

4) Perspectivas de inestabilidad permanente por decepción de las nuevas opciones, persistencia de las antiguas y pactos, realizados no para regenerar el sistema, sino para mantener al régimen.

Catástrofe económica: después de casi un año de afirmar por activa y por pasiva que la crisis económica ha remitido, que se están creando nuevos puestos de trabajo, lo cierto es que solamente las cifras macroeconómicas mejoran (y por circunstancias muy concretas), pero no mejora en absoluto la situación económica de los ciudadanos. El empleo–basura es el único que se crea, las desigualdades aumentan, el coste de la vida está muy por encima de las subidas salariales (si es que existen), se falsean los datos reales del PIB considerando las actividades ilícitas como “movimiento económico” (cuando lo son pero, como en otro terreno el capital especulativo, no crean riqueza, ni generan puestos de trabajo de calidad, a menos, naturalmente que el de prostituta o de narcotraficante se consideren como tales) y nuestra “prosperidad” depende, no de nosotros, sino de la bondad de la coyuntura internacional… que está cambiando especialmente en Iberoamérica y tomando un sesgo negativo que está ya afectando a nuestras exportaciones. Mientras, seguimos sin modelo económico más allá del turismo y la hostelería y sin que los dos últimos hayan sido capaces de establecer uno.

Catástrofe social: la creciente precariedad de las condiciones de vida en España, y las políticas de inmigración del PSOE y del PP han tenido consecuencias irreversibles para la sociedad española: 8.000.000 de inmigrantes llegados dese 1996 de los que algo más de 2.000.000 tienen ya nacionalidad española, y hundimiento de la natalidad en nuestro país, imposibilidad de constituir nuevas familias e imposibilidad para la mayoría de las que se constituyan de tener más de un hijo, con lo que en apenas una generación se está experimentando un vuelco étnico–cultural y demográfico sin precedentes en la historia. A esto hay que añadir que las políticas de los gobiernos que se han ido sucediendo desde los años 80, al golpear fiscalmente a las rentas procedentes del trabajo y a aligerar la presión sobre las rentas procedentes del capital, ha generado:

1) Compresión de las clases medias que son las que están pagando este país,

2) Fin del Estado del Bienestar (del que nos beneficiábamos todos) devorado por el Estado de las Autonomías (del que se benefician especialmente las burocracias partidocráticas regionales),

3) Aumento de las desigualdades de renta y consiguiente de las bolsas de pobreza,

4) Inseguridad en toda la sociedad ante los contratos–basura, el aumento del coste de la vida, que impiden a la mayoría hacer proyectos de futuro,

5) Exilio económico de medio millón de jóvenes perfectamente formados que no se resignan a salarios de miseria y condiciones laborales abusivas y los últimos gobiernos socialista y popular han expulsado de la tierra que les ha visto nacer.

Catástrofe cultural: desde hace más de dos décadas el sistema educativo español ha dejado de funcionar correctamente, ha renunciado a formar jóvenes  limitándose a ser un sistema de almacenaje de los niños y adolescentes durante unas horas al día, dando por sentado que se les educará en el hogar y en el seno de la familia. Los padres, por su parte, están renunciando a ejercer las tareas educativas creyendo que el Estado cumple esa función con el sistema de enseñanza. Al haber sido víctima nuestro sistema educativo de los modelos “progresistas”, se ha disuelto todo rastro de autoridad del profesor, los valores finalistas han sustituido a los instrumentales y los niños se han convertido, no sólo en “reyes de la casa” sino en “emperadores de la escuela”. La noción de esfuerzo, sacrificio, constancia, han desaparecido de nuestras aulas. A esto hay que unir un empobrecimiento cultural generalizado en todos los sectores de la sociedad caracterizado por la sustitución de lo real por lo virtual, el repliegue a lo personal, el aumento del analfabetismo estructural y, especialmente, por la renuncia del Estado a hacer triunfar un modelo humano, un modelo de educación y un modelo cultural concreto, necesario para el país... Para colmo, las drogas y cualquier tipo de “enganche”, se han generalizado en una sociedad en la que proliferan cada vez elementos más despersonalizados, modas culturales progresivamente de peor calidad y de más bajo nivel, modelos de comportamiento miserables, ante un Estado que prefiere jóvenes sumisos, pasivos, “colgados” y apáticos antes que vigilantes y en guardia, culturalmente formados y maduros. El índice de la crisis cultural lo da los bajos índices de lectura, la bajada en las tiradas de los libros convencionales, la poca lectura de e–books, un actividad cultural cada vez mas empobrecida que redunda en la ignorando de nuestro pasado, de nuestra cultura y de nuestras tradiciones y por tanto en una pérdida global de señas de identidad. Y, por supuesto, el figurar como farolillo rojo en la UE en materia educativa.

Catástrofe internacional: la crisis económica iniciada en 2007, no fue una crisis coyuntural, sino la primera gran crisis estructural de la globalización, ese modelo económico que satisface solamente los intereses de las grandes fortunas y de las acumulaciones de capital y perjudica al resto de la población mundial. El estallido de esta crisis no ha hecho reflexionar a los gobiernos (que comen de la mano de los “señores del dinero”, les temen y no están dispuestos a ponerles ninguna traba para evitar el desencadenamiento de campañas contra ellos) que, contra toda lógica, en lugar de poner límites a la globalización, la ha facilitado más y más. El resultado ha sido un sistema en el que la aparición de una crisis en cualquier parte del globo, inmediatamente afecta a todo el resto. La crisis argentino–brasileña que está larvando en estos momentos volverá a desequilibrar el sistema mundial. En este contexto, los EEUU intenta mantenerse como potencia hegemónica. Se trata de un gigante con pies de barro, infraestructuras avejentadas, una sociedad cada vez más “soft”, obsesionada por el “terrorismo internacional”, pero despreocupada de que sus cimientos de vayan socavando cada vez más, ansioso por mantener (especialmente en Europa) su sistema de alianzas que le garantizan el que el viejo continente seguiría siendo escenario de una conflagración con Rusia y aplicando la “doctrina del caos” en Oriente Medio (cuanto más caos exista en los Países Árabes más se garantiza la seguridad del Estado de Israel) y preocupado por mantener una hegemonía militar que compense la debilidad mundial del dólar. La UE, siempre a remolque de los EEUU, acepta sancionar a Rusia, hacer causa común con los EEUU en nombre de “Occidente”, manteniendo ese engendro de la guerra fría, la OTAN, que nos sitúa en permanente riesgo de vernos envueltos en un conflicto que ni hemos iniciado, ni queremos, ni nos puede reportar satisfacción alguna o garantía de paz duradera. Mientras nuestro alineamiento en política internacional nos sitúe en el bando de los EEUU, como comparsas en las aventuras desestabilizadoras del Pentágono en todo el planeta, el gobierno de turno enviará a nuestros soldados, sin explicaciones, a morir por nada en los teatros más alejados de nuestro país y que nada tienen que ver con nuestra soberanía y defensa nacional.

Pues bien, todos estos elementos coinciden fatalmente en el tiempo y ponen en entredicho nuestro futuro, justo cuando las urnas nos han hecho pasar de cuatro actores principales (la “vieja banda de los cuatro”, PP+PSOE+CiU+PNV) a ocho actores principales (con la “nueva banda de los cuatro”, Podemos+Ciudadanos+Bildu+ERC).

La coincidencia de todos estos frentes de crisis con unos resultados perversos que hacen ingobernable e inestable el país, indican que la crisis tiene unas dimensiones desconocidas en nuestra historia y va más allá de lo político o coyuntural: es una crisis estructural de nuestro país y de nuestra sociedad que corre el riesgo de precipitar su liquidación.

Los grandes riesgos del momento

Consideramos que un sistema con todos estos frentes abiertos de crisis y en el que el mapa político es extraordinariamente inestable y volátil, es inviable a medio plazo. La implantación de este nuevo mapa político podía preverse desde las pasadas elecciones europeas, pero ha sido ahora cuando ha llegado la hora de la verdad y las próximas semanas marcarán la hora de las decepciones:

- Es cierto que la vieja clase política está desgastada, cubierta con el alquitrán maloliente de la corrupción, y es la responsable solidaria de todo lo que ha ocurrido en España en los últimos 38 años, sin excepción. Su balance es desolador; así pues, bienvenido sea cualquier cambio… Que se hundan las dos columnas del antiguo régimen nacido en 1978 (PP y PSOE) y “muera Sansón con todos los filisteos”

- Pero el gran problema, el verdadero problema es que las opciones que “suben” han demostrado en apenas unos meses: capacidad para decepcionar a buena parte de sus votantes, tendencia a cambiar el discurso una vez han recibido el voto, a moderarse hasta convertirse en “marcas blancas” del régimen y, finalmente, están demostrando que ni tienen el valor para afrontar los verdaderos problemas del país (ni mucho menos el temple para alertar sobre los riesgos de la globalización), ni van a generar reformas en profundidad, ni siquiera tienen conciencia del conjunto de problemas que deberían encarar (y que hemos definido al mencionar las cinco catástrofes que nos amenazan aquí y ahora).

- La nueva clase política que asciende hace tal gala de amateurismo e inconsciencia, su mediocridad e incluso bajeza es tal que no dejan presagiar que la sensatez se haya instalado de una vez por todas en el poder. Si están donde están, si han alcanzado resultados buenos (pero no tanto como ellos pretendían) no es tanto por el carisma de su gente, por sus promesas electorales indefendibles y que se van modificando cada día que pasa, como por la crisis de confianza en la gestión del centro–derecha y el recuerdo demasiado cercano del destrozo zapaterista. Amén, por supuesto, de los favores mediáticos.

- El resultado ha sido el que anunciamos repetidamente desde hace un año, el que podía preverse tanto en municipios como en la mayoría de comunidades autónomas y que se ampliará en las próximas elecciones generales: ha terminado la era de las mayorías absolutas, se gobernará a base de pactos entre las distintas fuerzas políticas y las coaliciones serán siempre inestables y procurarán no comprometer a ninguna de las partes en los fracasos, mientras que la paternidad de los éxitos se disputará a navajazo limpio.

- En este contexto de debilidad de los gobiernos, es previsible:

a) Que se redoblen las ofensivas soberanistas ante la progresiva debilidad del Estado.

b) Que se formen coaliciones y más coaliciones contra natura y que pequeños partidos jueguen papeles que no les corresponden ni por su consistencia, ni por sus diputados, ni por su peso político real.

c) Que se reproduzcan los mismos comportamientos de la vieja casta en las nuevas formaciones políticas, en buena medidas con clases dirigentes formadas por oportunistas sin escrúpulos, aventureros políticos o, simplemente, piratas desaprensivos, segundas filas hasta hace sólo unas semanas del PP y del PSOE o de IU, con hambre atrasada y ganas de tocar el “complejo PMP” (poltrona – moqueta – presupuesto).

d) Que este juego de oportunismos, componendas, alianzas provisionales seguidas de rupturas clamorosas (como ha ocurrido en Andalucía dando paso a las elecciones anticipadas), con cambios bruscos en las intenciones de voto, dé lugar a gobiernos débiles ¡justo en el momento en el que tenemos sobre nuestras cabezas la convergencia de las catástrofes! Y cuándo hace falta un gobierno y un Estado fuertes.

Por todo ello hay que definir la hora actual, sin duda, como la más crítica que ha vivido nuestro país y nuestra sociedad hasta el punto de que cabe preguntarse si tendrá remedio o viviremos el final de España como Nación, la desintegración de nuestro pueblo y una situación de atomización política creciente, ruina material, presión atenazadora sobre las clases medias y todos los que vivimos de un salario, bastardización cultural, catástrofe económica previsible y paralización de las instituciones.

Lo que ha ocurrido desde las elecciones andaluzas es síntoma de lo que va a pasar en los próximos años en el país. Los partidos esperan que se agote el ciclo electoral municipal y de las generales, para enseñar sus cartas… de lo contrario, tanto si el PSOE pacta con Podemos (perdiendo el voto centrista y Podemos su virginidad), tanto si el PP (para paliar su caída) pacta con Ciudadanos  (que se ofrecerá al mejor postor, perdiendo, no sólo la virginidad, sino su credibilidad), como si se genera una “gran coalición” PP+PSOE (que estabilizaría durante cuatro años el Estado… pero decepcionaría a votantes de ambas formaciones y exacerbaría el afán depredador de ambos y el resentimiento de la “nueva banda de los cuatro”), en cualquier fórmula que se dé, todas las partes implicadas están calculando lo que pueden ganar y lo que van a perder. A nadie, absolutamente a nadie, parece importarle lo que ganará y lo que perderá el país y la sociedad. Ellos, ganarán el poder durante cuatro años. Perderán cualquier resto de credibilidad que pueda quedarles, especialmente cuando se demuestre que ninguna de estas ocho fuerzas políticas cuestionan lo esencial, ni están dispuestos a realizar grandes reformas, sino simplemente a repartirse la tarta esos cuatro años… sin importarles lo más mínimo lo que ocurra luego y, como máximo, tratando en los últimos meses de la legislatura hacer todo lo posible para poder extender su presencia en el complejo PMP durante otro ciclo electoral en el que inevitablemente donde antes había ocho partidos, sin duda habrá todavía más. Y hoy lo que es preciso en España es ¡planificar a largo plazo! (para lo que hay que unir al cuerpo social… no fracturarlo en autonomías, ni en partidos).

Hemos entrado en una época de atomización: los partidos y el electorado se están volviendo progresivamente más volátiles, gaseosos, gozan de buena salud un día, suben como la espuma, otro día empiezan a caer en picado, sin saber ni porqué suban, ni porqué se produce su inflexión, aparecen otras fuerzas, otros rostros, hasta el punto de que resulta difícil saber quién está ahora en Podemos, quién lo dirigen, incluso si es que hay alguien que lo dirija, y quien hay en Ciudadanos además de Albert Rivera. Pero lo peor es que detrás de estas siglas no hay proyectos sólidos acompañados de una voluntad inquebrantable de llevarlos a la práctica. Todavía estamos esperando una declaración de Podemos o de Ciudadanos contra la globalización, denunciando su inviabilidad, reconociendo que es responsable de la crisis iniciada en 2007. Todavía esperamos que alguna formación de nuevo cuño aborde la nacionalización de las compañías eléctricas, ponga condiciones a la banca, castigue la economía especulativa y libere de cargas fiscales a las clases trabajadoras. Por no decir, que todavía esperamos que alguno de estos “nuevos líderes” reconozca que la inmigración es un grave problema, que la falta de natalidad está generando un vuelco demográfico, y nos hagan saber qué modelo cultural y de enseñanza aspiran a implantar…

Ciudadanos y Podemos: el reemplazo, complemento y puntal de la partidocracia

A estas alturas, las nuevas opciones en busca de un espacio electoral amplio, están decepcionando a quienes pensaban que iban a contribuir a generar una nueva dinámica política: no son el anuncio de las reformas del mañana, sino la garantía de que el sistema nacido en 1978 prolongará su agonía. Estas posibilidades de supervivencia se reducen a dos:

1) O bien, después de las elecciones generales, Ciudadanos pacta con el PP y Podemos lo hace con el PSOE para compensar las pérdidas del centro–derecha y del centro–izquierda y seguir manteniendo el sistema político, en la práctica, sobre dos opciones.

2) O bien, PP y PSOE  aceptan, más o menos a regañadientes, la “fórmula alemana” de “gran coalición”, a la vista de que la irrupción de Podemos y de los soberanistas de ERC–CUP y Bildu–Sortu, están en estos momentos deteniendo en seco las inversiones extranjeras.

En el momento de escribir estas líneas, ambas opciones están tomando cuerpo y es inútil preguntarse cuál de las dos terminará imponiéndose, aunque sí sabemos por qué se impondrá una u otra: para garantizar la supervivencia de la partidocracia con la misma configuración que tuvo en 1978.

Porque el problema –y es esto lo que hace falta transmitir al pueblo español– es la partidocracia, el sistema en el cual los partidos políticos ocupan todas las parcelas de poder, a pesar de su descrédito, a pesar de la abstención del 51% del electorado, a pesar de la endeblez de sus cifras de afiliados, a pesar de su ausencia completa de doctrina, ideas y su constante tendencia a traicionar e incumplir sus propios programas. Todo esto –la ausencia completa de principios y la búsqueda del poder como una alternativa personal para enriquecerse sin excesivo esfuerzo– es lo que ha hecho que la corrupción se adueñara del terreno político, lo que ahora mismo está generando la atomización del panorama político y el que hayan aparecido cabezas de ratón necesarias para que los “leones” de siempre puedan seguir gobernando. Es decir, para que nada esencial cambie.

El éxito de Podemos se debe a haber popularizado su mensaje contra “la casta”… pero se equivocan: “la casta” se reconstruye en cualquier partido que opere dentro del actual marco constitucional, pensado e ideado para que los partidos puedan seguir actuando a su antojo y preocupándose solamente del ciudadano una vez cada cuatro años. Unas pocas medidas cosméticas no bastan para destruir el poder de la casta que deriva de la misma constitución, que está grabada a fuego en su alma tal como han demostrado 38 años de “democracia formal”.

En el Código Penal existen artículos suficientes para perseguir la corrupción política. Más leyes no van a hacer desaparecer la corrupción (insistimos: la principal característica del régimen nacido en 1978, unido a la fragmentación del país en 17 taifas autonómicas y a la destrucción de las clases medias) porque la estructura del poder, las interrelaciones entre los tres poderes, la ineficacia del legislativo, unido a la dependencia y subordinación del judicial, hacen imposible luchar eficazmente contra la corrupción.

No es contra “la casta” contra quien hay que apuntar las baterías: sino contra la partidocracia. El tiempo en el que los partidos eran expresiones de corrientes de pensamiento hace décadas que ha quedado atrás. Los partidos, como su nombre indica, son hoy nada más que la concreción de intereses de parte, de fracciones de la clase política que ni siquiera son independientes, sino que comen de la mano de los grupos económico–mediáticos. Todo lo que no implique la sociedad española apunte sus baterías contra los partidos, es un error que pagará y pagará caro.

© Ernesto Milá – imfo|krisis – ernestomil@yahoo.es – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

24-M: inestabilidad/volatilidad

24-M: inestabilidad/volatilidad

Info|krisis.- La pérdida de 2.000.000 de votos por parte del PP, la pérdida de 800.000 votos por el PSOE. La subida de que las candidaturas ligadas a Podemos y a Ciudadanos, pero no tanto como ellos deseaban y esperaban. La derecha no se ha derrumbado, ha reaparecido el centro y la izquierda se ha fracturado. Los distintos partidos van a tener que pactar y antes de llegar a las elecciones generales de otoño se verá cuáles son las preferencias y cómo reaccionan los electores de cada opción. Porque lo que ha demostrado estas elecciones y los meses previos es que las nuevas opciones tienen un alto grado de volatilidad en sus votos. Inestabilidad y fin del bipartidismo, tal podría ser el paradigma interpretativo de las elecciones municipales de 2015.

El contexto: unas elecciones al final de la crisis

Estas elecciones se han convocado en un momento en el que, no solamente el PP sino también los indicativos macroeconómicos, afirman que se ha llegado al fin de la crisis y se vuelven a oír cantinelas hace tiempo olvidadas del género de “España crece más que ningún otro país europeo”. Efectivamente, ha terminado la crisis… para las grandes fortunas y porque a lo largo de los siete años que se han sucedido desde el 2008, la caída en picado de los precios de la vivienda ha generado una reactivación de las ventas de inmuebles… comprados por grandes inversores, fondos de alto riesgo y empresas interesadas en disminuir su cuenta de beneficios. Pero, a pesar de haberse relajado la cerrazón de la banca a conceder créditos, las viviendas compradas por ciudadanos de a pie siguen a mínimos.

En cuanto a los salarios siguen disminuyendo su poder adquisitivo, mientras la presión fiscal no disminuye especialmente para las rentas procedentes del trabajo. Es cierto que cada mes hay cifras espectaculares de creación de empleo, pero se trata en su inmensa mayoría de “empleo basura” que no servirá a los contratados más que para sobrevivir unos meses, pero nunca para vivir dignamente, ni para crear una familia, ni mucho menos para tener hijos o estabilidad en el futuro.

Igualmente, si bien es cierto que España ha abandonado la franja de países candidatos al rescate por parte de la UE, no es menos cierto que la extraordinaria presión fiscal que está viviendo la clase media especialmente, sirve solamente para pagar los intereses de la deuda, no para disminuirla significativamente. Lo que implica que esta presión fiscal, gobierne quien gobierne, se mantendrá y que la deuda será heredada, no solamente por nuestros hijos, sino también por nuestros nietos.

Y todo esto dentro de un país que carece de “modelo económico” más allá de la hostelería y el turismo, es decir, de un país periférico dentro de la UE y que ocupa un lugar muy alejado de actividades económicas de alto valor añadido.

El contexto político del último año

La pérdida de fuelle de las opciones mayoritarias en las pasadas elecciones europeas y especialmente el tirón de Podemos pareció indicar un cambio de signo político que se ha ido confirmado, en general, en los meses siguientes con la salvedad de que Ciudadanos en los dos últimos meses despegó sobre UPD y se confirmó como el referente del voto de protesta de la derecha. Así mismo, en Cataluña, el nacionalismo soberanista moderado pasó de alcanzar su límite máximo el 9-N con su recurso al seudo-referendum, a dar síntomas de agotamiento.

No es que la “vieja banda de los cuatro” (PP+PSOE+CiU+PNV) fueran a desaparecer, sino que en la nueva fase que se anunciaba debería de convivir con la “nueva banda de los cuatro” (Podemos, Ciudadanos, ERC-CUP, Bildu). Los grandes no serán tan grandes y los pequeños crecerán, no lo suficiente como para desplazar completamente a los partidos hasta ahora mayoritarios, pero si lo necesario para pesar. Al menos esto es lo que empezó a estar claro a partir del mes de enero cuando los ataques contra Podemos empezaron a dar sus frutos liquidando a buena parte de su clase dirigente y cuando la crisis interior de UPD barrió a esta opción al tiempo que decantaba buena parte de su votos hacia Ciudadanos.

Cuando se convocaron las elecciones andaluzas de manera imprevista, tanto Podemos como Ciudadanos empezaron a “perder la virginidad”. Ciudadanos tuvo “reflejos” suficientes como para cortar la deriva que su delegación andaluza que ya una semana después había fraguado un pacto con Susana Díaz. En cuanto a las condiciones que Podemos presentó para pactar eran solamente cosméticas. Ambos partidos, Ciudadanos y Podemos deseaban, especialmente, que sus sucursales andaluzas no llegaran a pactos antes de las elecciones municipales, para evitar desvelar sus cartas hasta ese momento (y, por tanto, no decepcionar al elector, al menos, antes de que hubiera depositado su voto el día 24).

Por otra parte, durante estos meses se ha producido la llegada al poder de la nueva izquierda griega, algo que se presentaba como una convulsión de alcance “cósmico”. Sin embargo, en los meses que han seguido a la victoria de Syriza se ha demostrado que se trataba de una izquierda “posibilista” y dispuesta a pactar, en absoluto a romper la baraja, promover un nuevo tipo de alianzas y de hacer política en Europa, ni siquiera a replantear el sistema de alianzas internacionales… más o menos, la misma línea de moderación que ha adoptado Podemos en España.

Si a esto unimos que Ciudadanos, ha dejado de ser un partido de “centro-izquierda”, para aspirar a ocupar un “nuevo espacio de centralidad”, tendremos el cuadro completo de la situación política en España: una situación en la que la derecha, desgastada por cuatro años de ejercicio del poder y el PSOE no recuperado del destrozo zapaterista, no podían sino perder votos en beneficio especialmente de dos nuevas opciones que han ido adoptando el beneficio de la moderación a cambio de su aceptación como “opciones de recambio”.

Inestabilidad y volatilidad

Lo que ha ocurrido en España en el último ha sido digno de ser estudiado en los anales de la prospectiva política: a medida que iban pasando los meses se percibía que la opinión del electorado iba cambiando y era incapaz de fijarse en algún punto estable y definitivo. Cada encuesta publicada (al menos cada encuesta, más o menos, realizada seriamente) indicaba una situación completamente diferente a la del mes siguiente y radicalmente diferente a la realizada anteriormente. Podemos tocó el cielo en el otoño pasado y solamente empezó a descender cuando mostró tener una mandíbula blanda ante los ataques de la derecha y deseo de moderación ante sus primeros excesos verbales y programáticos. Para colmo, el lanzamiento de Ciudadanos, que pasó de ser un partido antisoberanista en Cataluña, a una opción de centro-izquierda que se disputaba el mismo espacio que UPD y, finalmente, la “nueva centralidad”, o el CDS redivivo, hizo que parte de los votos de protesta que guardaba Podemos en su morral fueran a parar a la formación de Albert Rivera.

Una vez más, como ha ocurrido durante 35 años, los españoles no han votado por la “mejor opción” sino en “contra” de las opciones de poder. Hasta ahora ha sido habitual que la inmensa mayoría de los votos del PP no fueran votos de “convencidos” (el voto cerril), sino votos “contra” el PSOE. Y viceversa. Ahora sigue siendo igual: los votantes de Ciudadanos y de Podemos lo son en tanto que votos contra el PP y contra el PSOE. Sus contornos ideológicos y sus programas siguen sin estar definidos y el elector lo único que aspira es a castigar a quienes le han decepcionado. Hoy, nadie vota a nadie sin algún tipo de reserva mental y poniendo la mano en el fuego por la opción a la que entrega su voto. De ahí la “volatilidad” que se auguraba en las encuestas que se han ido sucediendo a lo largo de los últimos doce meses.

El panorama político que sale de estas elecciones está completamente atomizado. Se ha terminado la época de las mayorías absolutas. A partir de ahora, en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas será necesario llegar a pactos para gobernar. Y estos pactos, con un electorado volátil, aportarán inestabilidad generalizada, especialmente a partir de la segunda mitad de las legislaturas.

No vale la pena, en el momento actual, prever cuáles van a ser los escenarios que se abren para estos pactos: serán, por todo lo dicho anteriormente, inestables. Bastará que una encuesta indique el electorado vuelve la espalda a tal o cual fórmula de coalición para que esta se rompa y cada partido intente recuperar votos para las siguientes elecciones. Por otra parte, estas coaliciones serán contradictorias. La misma formación pactará con partidos diferentes en cada autonomía o ayuntamiento. En menos de un año el electorado percibirá, horrorizado, que el oportunismo sin principios no era solamente cosa de la “vieja banda de los cuatro” sino que también está implícita en la “nueva banda de los cuatro”.

Y luego está la cuestión soberanista en Cataluña y Euskadi. En Cataluña, la deriva soberanista ha perjudicado extraordinariamente a CiU que ha perdido 1.100 concejales, 110.000 votos. Pero, sin embargo, quienes han ganado han sido los grupos radicales (ERC ha pasado de 271.503 votos a 5.12.263 ganando 1.000 concejales, mientras que CUP ha multiplicado por cuatro sus resultados de 2011, quedándose con 222.207 votos y 374 concejales, 260 más que en 2011). En general, el soberanismo en sus distintas variantes, ha ganado 27.000 votos que, sin duda, han procedido del PSC, prácticamente desahuciado como en ningún otro lugar de España (pérdida de un 7% y más 200.00 votos).

En las provincias vascas, el PNV sigue siendo el partido mayoritario pero a muy corta distancia de Bildu. Es significativo que en Guipúzcoa Bildu haya obtenido 120 concejalías más que el PNV a pesar de estar separados solamente por 4.000 votos (a favor del PNV), lo que indica que Bildu ha vencido en muchos pueblos pequeños de la “Guipúzcoa profunda”.

Globalmente puede decirse que tanto en Cataluña como en Euskadi, el soberanismo avanza.

¿Quién ha ganado?

El PP ha perdido votos (que ha perdido ciudades), ha perdido el PSOE (que pierde concejales y votos), pierden UPD y IU que pasan a ser irrelevantes, ha perdido CiU, mientras que Podemos y Ciudadanos han quedado por debajo de sus expectativas. Los comentaristas han acompañado con cierta frecuencia esta sentencia añadiendo que “Ha ganado la democracia”. En realidad, no ha sido así; quien ha ganado, lo hemos dicho antes, es la inestabilidad que, poco a poco se irá enseñoreando del mapa político español.

Amarga victoria para el PP, dulce derrota para el PSOE. Para ambos podía ser peor. Derrota para CiU que indicará a Artur Mas lo poco conveniente de convocar elecciones anticipadas para septiembre. El PP va a ser víctima a partir de ahora de su propia estrategia, aquella que se remonta al período de Fraga cuando decía “sin enemigo a mi derecha”… sin enemigos, pero también sin candidaturas con quien pactar. La derecha del PP se ha difuminado por completo, Vox no ha podido hacerse con un espacio político, como tampoco consiguió conquistarlo el PADE, por ser demasiado parecidos ambos al modelo original.

Se da la paradoja de que el PP habiendo sido partido mayoritario en muchas capitales de provincia, perderá una importante cuota de poder municipal por esa incapacidad para pactar. Veremos a quien apoyará Ciudadanos a la hora de la verdad… sin duda a quien le resulte menos oneroso y a quien le prometa más cuotas poder. Lo propio del centrismo: una forma de oportunismo sin principios. De ahí a reconstruir todo un sistema de corruptelas y favoritismos no hay más que un paso.

Queda hablar de quienes no han acudido a las urnas. A pesar de existir opciones nuevas, a pesar de las proclamas sobre el final de la crisis, lo cierto es que en 2011 la suma de votos en blanco, nulos y abstención sumó un 38%, y que este mismo ha sido el porcentaje cuatro años después. Medio millón más de ciudadanos se han sumado a la abstención que ha alcanzado la impresionante cifra de 12.240.792 votos que, por motivos muy diferentes, se han negado a ir a las urnas. Los votos en blanco han disminuido en 200.000 que, sin duda, han ido a parar a Podemos en buena medida. Y también se han dado 37.000 votos nulos menos que en 2015 con idéntica interpretación global. Todo esto indica que muchos ciudadanos ni siquiera se han tomado el interés en manifestar su abstención activa.

No ha ganado, pues, nadie. Como máximo puede decirse que quien ha ganado ha sido la constitución de 1978 que logrará prolongar su vigencia al no ser cuestionada frontalmente por nadie… y al darse una situación de atomización del voto que impedirá los dos tercios de consenso en el próximo parlamento de la nación para reformarla. Y esta “democracia” se parece tanto a la constitución de 1978 como un huevo a una castaña. De lo formal a lo real.

¿Y las generales de noviembre?

Se suele decir que quien gana las elecciones municipales, gana también las municipales. Si esto es cierto, el esquema que se dará en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas de inestabilidad, se trasladará en noviembre próximo a toda la nación. En efecto, el PP, puede perfectamente seguir siendo el partido mayoritario, pero distará mucho de alcanzar la mayoría absoluta y, por supuesto, ni el PSOE se aproximará, ni las nuevas opciones parecen en condiciones de generar fenómenos parecidos. Así pues, en noviembre, las elecciones, también, las ganará la inestabilidad.

¿Gran coalición? ¿Gobierno de coalición de izquierdas? No hay muchas más opciones. En el primer caso, PP-PSOE serían la coalición de “lo viejo” contra “lo nuevo”, pero también una coalición del jacobinismo contra el soberanismo. Gobierno fuerte de mera supervivencia de la “vieja banda de los cuatro”. El segundo caso solamente sería viable si alguna formación de izquierdas fuera mayoritaria, lo que parece poco probable. Así pues, Rajoy tiene cantada una segunda legislatura en situación minoritaria y en la que estaría completamente acorralado en el parlamento y sin capacidad de maniobra con crisis soberanista en Cataluña.

No es que España no tenga solución: es que cada vez más se aleja de cualquier situación que parezca una solución definitiva y radical. España, país de parches y de males menores que terminan siendo chapuzas irresolubles. España, país sin esperanzas y sin remedios, gobernado por gañanes e impresentables, pinochos y fantasmas desabanados, salteadores de caminos y piratas con sable de abordaje entre los dientes. España con pueblo, ciudades y caminos repletos de votantes suicidas. País éste de abstenciones masivas, que muere entre el sopor y la fanfarria, entre la corruptela y el nepotismo. Donde solamente hay espacio para el pesimismo y donde ya no parece quedar absolutamente nada a donde agarrarse para tener un gramo de esperanza. Con el máximo de inestabilidad y el mínimo de seguridad. Con oportunismo antes que con convicción y conveniencias antes que lealtades. País envidiable guiado por políticos impresentables elegidos por electores indolentes. País, en definitiva, del que uno puede sentir cualquier cosa, menos el orgullo de ser español en estos comienzos del siglo XXI.

© Ernesto Milá- infokrisis – ernestomila@yahoo.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen