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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

ESOTERISMO

El Misterio de la Catedral de Barcelona. La doma del dragón.

Infokrisis.- El dragón es uno de los elementos recurrentes en todas las tradiciones populares y está, por supuesto, presente en la Catedral de Barcelona. Esto nos ha permitido reconocer en él uno de los elementos que imprimen carácter a la catedral y que suponen un nuevo factor de interrelación entre el edificio y la tradición hermática al que lo vinculamos en esta obra. El material legendario que utilizamos tiene fuentes múltiples, habitualmente setecentistas y alguna recopilación realizada por Joan Amadés.

 

El Misterio de la Catedral de Barcelona
Primera Parte
Capítulo XIX
El alquimista y el dragón

 

I. NUESTRA PIEDRA ANGULAR

Un alquimista monta guardia en el claustro de nuestra Catedral. Próximo a los capiteles que acabamos de analizar se halla la Puerta de la Piedad que abre el claustro a la calle del mismo nombre. En la parte interior del muro, labrado en piedra a modo de ménsula, nos sorprende una imagen, por su actitud, mezcla de energía, agudeza y penetración; diríase que el artista que la labró estaba inspirado por Dios. Entre sus manos sostiene una larga filacteria sin palabras inscritas; su cuerpo está cubierto de ropajes, espesos y densos; mira fijamente a un lugar situado a 45º del muro que parece querer abandonar. Nos sentimos vivamente impresionados la primera vez que reparamos en la presencia de aquella imagen tan evocadora como afortunada. El objetivo de su mirada está situado junto a las columnillas del pórtico románico, es una pequeña hornacina apuntada, de apenas 25 cm. de anchura y profundidad, y poco más de altura, cerrada por un forjado que, en otro tiempo, podría y abrirse. Dentro existe una vieja lámpara en forma de dragón estilizado, igualmente realizada en forja, convertida ayer en soporte para dos pequeñas bombillas maltratadas e inutilizadas por algún bárbaro. La ornacina es desde hace muy poco el lugar donde los turistas, sin saber por qué, arrojan calderilla. Hay que suponer que el humo del aceite o de las candelas que allí se debían encender, ennegreció la imagen y su minúsculo habitáculo y que el restaurador estimó que era más importante llevar la luz artificial que respetar la intención originaria con que fue construido.

En otro tiempo, existió en Notre Dame de París, una curiosa figura, hoy desgraciadamente desaparecida, situada también en el interior de un muro y con una función relativamente similar. Le llamaban Maister Pierre du Coignet, literalmente "la piedra mestra del rinconcito" ("coignet" es un diminutivo de rincón) y representaba a un diablo dotado de gigantesca boca abierta, en la que los fieles apagaban cirios y candelas. La sucesión de devotas generaciones, había ennegrecido, hasta lo indecible, la imagen y acumulado una gruesa capa de cera y hollín; pero tal era la intención originaria que debió ser respetada. La "piedra maestra del rinconcito", evocaba el drama de la naturaleza humana: a ella va a parar todo lo que la ennegrece y recubre de un velo pastoso y opaco, hecho de residuos inservibles y groseros. Hay quien la identifica con el más bello de los arcángeles, Lucifer, príncipe de la luz y portador de la piedra verde en la frente con la que se talló el Grial; devenido avatar del Maligno y "mico de Dios", es el imitador. Pero también es nuestra piedra angular sobre la que se sostiene todo el edificio de lo humano. Sin ella, lo humano es inconcebible. Maister Pierre du Coignet recordaba a los fieles el verdadero aspecto de sí mismos y la necesidad de disolver la escoria del Ego que recubre el Alma y se enseñorea del cuerpo; por qué sobre el cuerpo físico se apoya todo nuestro Templo. [Foto 34.- EL DRAGON EN SU ORNACINA]

II. EL CONCURSO DE LO DIVINO


Algo parecido nos dice nuestro alquimista y su dragón inciso en la piedra. Una figura angélica se muestra junto a él en la otra ménsula del pórtico. Esta última nos habla del concurso de lo divino, sin lo cual nada puede obrar el milagro transmutatorio. ¿Cómo pensar que con las meras fuerzas humanas puede operarse un resultado que excede con mucho las posibilidades de lo humano? ¿Cómo puede un espíritu ciego desconsiderar la parte trascendente que concurre en la Obra y que el ángel reivindica con su presencia?; la manipulación de los cuerpos más próximos a la naturaleza del oro -los sulfuros metálicos- que realiza el alquimista en su laboratorio, precisa de algo más que la habilidad del químico: tal es el mensaje del principio angélico.

Tenemos así, a uno y otro lado del interior de la Puerta de la Piedad, a un alquimista inspirado por un ángel que mira al dragón ¿qué nos quiso decir el maestro de obras con tan singulares sugerencias simbólicas? El símbolo del dragón en todo el proceso de renovación interior y metálico que acomete el hermetista es lo suficientemente delicada y completa como para que antes de responder a la cuestión planteada, examinemos los relieves de la puerta de San Ivo que tienen mucho que ver con este tema. [Foto 35.- EL ALQUIMISTA CUBIERTO CON LOS VELOS DE LA CIENCIA Y EL PRINCIPIO ANGELICO, SU COMPLEMENTO]

La puerta de San Ivo abre la Catedral al ala Norte del crucero. La opuesta, limita con el claustro. Ambos extremos son el Alfa y el Omega de la Catedral. Antiguamente, las cruces católicas iban acompañas de las dos letras extremas del alfabeto griego, indicando que Cristo es "el Principio y el Fin de todas las cosas". Pero estas dos letras conforman otra idea que penetra de lleno en el terreno del hermetismo. Paracelso, el gran médico rosacruz alemán, se acompañaba de una espada en la que tenía escrita la palabra "AZOTH", compuesta por la primera y la ultima letra de los alfabetos griego, latino y hebreo. Y es que el Azoth es el principio y el fin de la Gran Obra el símbolo de la propia piedra de transmutación.

Da la sensación de que faltan estatuas bajo las arquivoltas, pero esta primera impresión se ve compensada por los relieves en forma de frisos situados a uno y otro lado de la puerta. Su trazado, como el pórtico opuesto -el del claustro- responde a la divina proporción. Se ha sugerido que los frisos procedían de la Catedral románica o bien que llegaron de Pisa en 1327 junto con otras piezas (las columnillas que sostienen el sarcófago de Santa Eulalia, los elementos decorativos situados en la puerta que abre la Catedral al claustro y que precederían al sarcófago de Santa Eulalia, situado en la cripta y que llegaría cinco años después). Nadie duda que estos frisos no son propios del gótico, ni tampoco del románico; en ellos se perciben trazas de una transición entre ambos estilos.

Estos frisos nos muestran seis escenas, aparentemente sin ninguna ligazón y, desde luego, sin el más mínimo contenido devoto. Si están en la Catedral es, sin duda, por la enseñanza hermética que contienen. En la parte izquierda, próximo al antiguo puente ya desaparecido que unía la Catedral con el Palau del Lloctinent, se muestra un glifo que mata a un león y en la esquina, un guerrero peludo provisto de escudo y lanza; más a la derecha, en la parte frontal, otro guerrero combate contra un glifo rampante, cubierto con casco y dotado de escudo. En la parte derecha, un guerrero introduce una espada en la boca de un león a cuyos lomos permanece montado. Finalmente, un ciervo y una leona, protegiendo ésta a sus cachorros, mientras desde un árbol, un asno y una lechuza observan las escenas. [Foto 36.- RELIEVES DE LA PUERTA DE SAN IVO.]

Se ha sugerido que la secuencia de los relieves está desordenada y ningún autor se ha atrevido a dar una interpretación de las escenas que, repetimos, no tienen ni un solo punto de contacto con el dogma católico. Nosotros, por el contrario, sostenemos que los relieves fueron colocados en el orden que correspondía y con una intención precisa que remite a la tradición hermética. En el "Pequeño tratado de la Piedra Filosofal" de Lambsprinck y en sus 17 grabados se comprueba que todos los temas y símbolos de la Puerta de San Ivo están presentes, sin excepción, en los textos herméticos. Vanamente buscaríamos en las páginas de la Biblia símbolos siguiera aproximados. [Foto 37.- GRABADOS 5, 10, 2, 6, 3, 7 Y 4 DEL LIBRO DE LAMBSPRINCK]

La primera imagen de la izquierda nos muestra un glifo que mata a un león. La izquierda es la mano siniestra (en italiano ha conservado incluso este sentido maligno, "sinistra"). La escena es el paradigma de la condición existencial del hombre que no ha experimentado la renovación de su naturaleza que nos propone la Ciencia Hermética. La enseñanza de este primer relieve es paladina: el Mercurio (Glifo), asfixia al Azufre (León). El espíritu ahoga y envuelve al alma y le priva de la posibilidad de manifestarse.

El Glifo es el guardián del oro hermético. Animal mitológico, presente en todos los bestiarios medievales, se decía que olfateaba el oro y cuando lo poseía, nada humano ni divino conseguía separarlo de él. Aparece, en ocasiones, con aspecto de león dotado de garras, alas y cabeza de águila. Volatilidad, fiereza y movilidad son las ideas que nos sugiere el Glifo, es decir, las cualidades propias de un espíritu aún indómito. Nos ha sido dado ver distintas encomiendas templarias -como la de Cahors, restaurada recientemente por los "compagnons"- que ostentaban glifos a ambos lados de la puerta. ¿Custodiaba el mítico animal los haberes de la Pobre Milicia de Cristo? ¿Acaso no tenían los templarios armas y defensas suficientes para asumir una tarea cuya delegación hubiera constituido vergüenza y deshonor para una heroica orden guerrera?

El oro que custodiaba el Glifo era muy otro, diferente del oro físico salido de la mina; aquel alude al oro que se obtendrá por destilación y sucesivas sublimaciones que llevarán a la materia prima, desde la rugosidad y aspereza originaria, a la sutilización y refinamiento progresivo e irreversible y, finalmente, a mostrar su naturaleza de Oro y Fuego. Es la naturaleza Real representada por los símbolos solares del León y el Aguila; unidos ambos animales en el mítico Glifo, representan lo fijo y lo volatil, indiferenciados, amalgama que será preciso separar y destilar sucesivamente hasta que  se transforme en  . Esta "rectificación" del Mercurio implica situarlo cerca de las calidades del Oro. Por eso se dice que el glifo huele el oro -"lo semejante se une a lo semejante" recuerda el axioma hermético- y que una vez obtenido, ya nunca más se separa de él.

III. EL GUERRERO PELUDO

Vale la pena detenerse en la imagen del guerrero peludo que puede verse a continuación. Entre el siglo V y el VIII, en toda Europa aparecieron monarquías de las que se sabe muy poco, situadas a medio camino entre la historia y la leyenda, unidas, todas ellas, por su común referencia al oso, como animal totémico; las leyendas tejidas en torno a estos monarcas hacen de ellos seres míticos que incorporan a su personalidad las cualidades de los osos. ¿Cuál es la razón de ser de un tema tan peregrino?

Todo el período que se abre desde la retirada romana de Bretaña y la aparición de la dinastía artúrica, hasta los primeros focos de la reconquista española, hacia el último tercio del siglo VIII, constituye un período de poco más de trescientos años, de los que la historia apenas nos sabe decir gran cosa. El recurso a la leyenda es entonces obligado para conocer como era la Europa de aquellas centurias oscuras.

Este ciclo legendario se inicia con la retirada romana de las actuales islas británicas, inaugurando un período de luchas tribales. La leyenda refiere que un tal Ambrosio, ciudadano romano, logró restablecer la paz. Algunas crónicas sitúan en Ambrosio el origen de la dinastía artúrica. Uther y Uther Pendragon (cabeza de dragón) serían sus descendientes y, de ellos, la corona pasaría al Rey Arturo protagonista de los ciclos heroicos medievales. No hay discusión posible sobre la etimología del nombre "Arturo"; se acepta unánimemente que procede de la palabra "arkthos", oso, y se atribuye este nombre a la fuerza sobrehumana que poseería el nuevo rey. Esto, como veremos, no es del todo cierto. En realidad, el mundo medieval (y el clásico) veían en la fuerza de un rey, no un atributo totémico, sino la muestra evidente de que era justo, amado por los dioses y que, por tanto, obtenía de estos -no de ningún totem- su vigor y su fuerza.

Posterior en solo unas décadas al origen de la dinastía astur, en el territorio de la actual Francia y tras un lago proceso de federación de tribus, fue coronado rey -y reconocido como sucesor de los Césares  Romanos por el Emperador de Constantinopla- Meroveo, inaugurador de la dinastía que lleva su nombre. Clovis fue el gran monarca de esta familia. De los reyes y de la sociedad merovingia se sabe muy poco y, desde luego, mucho menos si pretendemos movernos solo en el terreno de los datos objetivos facilitados por la historia. Se decía de ellos que tenían una fuerza hercúlea que procedía de su extrema pilosidad relacionada con los osos.

Entre los antiguos íberos el culto al oso queda atestiguado por distintas inscripciones en las que figura la palabra "arconi" o "arko" (idéntica en su raíz a "arkthos" y a la mítica y paradisíaca Arcadia) referidas a una diosa de la tierra y de la naturaleza. Los germanos adoraron al oso y los godos trajeron hasta España este culto que quedó ligado a la nobleza visigoda superviviente después de la invasión árabe. El primer conde de Barcelona se llamó Bera (= el oso, de Ber-), y varios de sus sucesores Berenguer (= el que es como un oso).

Al producirse la invasión musulmana, España sufrió una sacudida social mucho más grave que la que representó las invasiones germánicas. Las estructuras de la sociedad hispano-visigoda se derrumbaron y con ellas el Estado. El ciclo legendario de la historia de España encuentra su momento áureo entre el desembarco musulmán y la culminación de la dinastía astur. Nada se sabe sobre el destino de Don Rodrigo, el último rey visigodo. Permanece incierto si sobrevivió tras la batalla del Guadalete o de la Janda. Solo los cronistas musulmanes afirmaron que murió en el curso del combate, probablemente para desalentar cualquier resistencia. Sin embargo se tiene presunción de que se retiró a Mérida y allí libró otra batalla contra los invasores. En realidad, en los siguientes cien años, los núcleos resistentes astures combatieron a los musulmanes en nombre de la reconstrucción del reino visigodo y de la dinastía legítima encarnada por el rey desaparecido. De hecho, Don Pelayo fue elegido rey, no tanto por haber encabezado al pequeño grupo de resistentes, como por ser último vástago y portaespada de la dinastía visigoda.

Del hijo de Pelayo, Favila, solamente se sabe que murió "abrazado por un oso". Pero a la luz de la óptica legendaria y de las estructuras míticas tradicionales -para las cuales un acto solo tiene interés y valor si reproduce un arquetipo- este dato no hay que tomarlo -como hace frecuentemente la historiografía oficial- como un desgraciado accidente, sino como la asunción por parte de Favila y de sus descendientes, de las características propias del oso: vigor, vitalidad, fortaleza, valor, energía, etc. que, mediante el acto del abrazo, quedarían incorporadas al rey. Este moriría como hombre para renacer en sus descendientes con fuerzas renovadas. Tal esquema, muerte/renacimiento es frecuente en las mitologías y en las dramatizaciones con fines iniciáticos. Otro tanto puede decirse de Wilfredo el Velloso, figura capital en la historia legendaria de Cataluña, cuya proverbial pilosidad lo relaciona con el vigor y la naturaleza del Oso.

¿Por qué esta insistencia de la humanidad medieval en la figura de los osos y en su vinculación con las monarquías legítimas? La respuesta está en el cielo; las constelaciones llamadas Osas tienen una estrella de singular importancia, la Polar, es decir, aquella en torno a la cual gira todo el firmamento e indica el Norte. La ideología medieval consideraba que el rey estaba dotado de una función polar: marcaba el camino a seguir, era inmóvil e inaccesible, frecuentemente su castillo se encontraba en una montaña elevada, o su trono se alzaba sobre el nivel del suelo en las salas palaciegas. Todos estos eran símbolos o alegorías "polares". La teoría del origen divino de las monarquías se presenta así bajo una óptica más rigurosa y originaria: el rey era rey en tanto evidenciaba, a través de sus obras (de su valor, de sus victorias, de la prosperidad de su reino), cualidades supranormales que indicaban que estaba en contacto con potencias trascendentes.

Estas tradiciones eran propias de los pueblos indo-arios desde los orígenes: las mitologías de todos estos linajes proclamaban que su origen común estaba en el Norte, en el Polo y que distintas catástrofes naturales los habían arrojado de allí. Esta pérdida del contacto con la tierra de los antepasados les habría hecho caer en la indigencia y las cualidades que en principio eran comunes a toda la población, se habrían restringido con la migración a unos pocos, a los reyes legítimos, que seguirían teniendo un contacto con los orígenes: con el Polo, con el Norte, con la Estrella situada en la Constelación del Oso. Con el Oro Filosofal.

Una vieja tradición montserratina alude a "Fra Garí" el ermitaño de Montserrat. Cerca de la calle Condal en Barcelona, hay un edificio singular que fue, en otro tiempo, el palacio del conde Guifré (precisamente, Wilfredo el Belloso al que aludíamos), donde fue encerrado Fra Garí, el ermitaño que tentado por el diablo. Garí sedujo a Riquilda, la hija del conde Guifré, pero, horrorizado por su pecado y para borrar rastros, la mata en un momento de locura. Luego decide ir a Roma a implorar perdón al Papa. El Pontífice le indicó que si la tierra se abría bajo sus pies, él no podría darle la absolución; afirtunadamente no se abrió y el Santo Padre le impuso como penitencia el andar a cuatro patas, sin comer otra cosa que hierbas y raíces, ni lavarse, ni cortarse el pelo, hasta que el Niño Jesús lo perdonara. Durante años, Fra Garí, vivió como un animal en las montañas de Montserrat. En el curso de una cacería, el Conde Guifré lo capturó, cuando ya estaba cubierto de pelo hasta los pies; todos ignoraban qué o quién era, convencidos que se trataba de un animal desconocido. Cuando el Conde celebraba un bautizo en palacio, ordenó que trajeran a presencia de los invitados al desconocido animal por si alguién podía decir de qué especie se trataba. Al llegar a la sala Fra Garí bailó y se contorsionó hasta que el recién nacido exclamó: "Fra Garí, levántate, que Dios te ha perdonado". Riquilda, la hija del conde, apareció entonces viva y rodeada de rosas frescas.

La leyenda que no es específicamente catalana, recoje elementos graélicos bien identificados. Fra Garí es Amfortas, el rey del Grial que gobierna la montaña sagrada de Montsalvat en el relato de Wolfram von Eschembach. Un pecado coloca a Amfortas en situación de postración (como Fra Garí por la penitencia impuesta por el Papa). En alguna versión de la leyenda se dice que sufrió una herida en los genitales (el pecado de Fra Garí es, precisamente, un pecado de la carne). Será, en ambos casos, un niño quien los redima de su culpa y los sitúe nuevamente en pié, en posición vertical.

La leyenda nos habla de un pecado (la caída de Fra Garí, que lo postra en actitud horizontal, - ), una muerte (Riquilda o el espíritu puro asfixiado y perdido), una expiación (pérdida de la naturaleza trascendente y caido en la animalidad), una resurrección (recuperación de la posición vertical, ¦ ) y un elemento redentor (el Niño que representa el Alma). La leyenda repite el viejo arquetipo iniciático muerte-renacimiento, caída-resurrección. El tema del ermitaño peludo se repite en la leyenda francesa del "Hombre de los Bosques" de Thiers que comentó ampliamente Fulcanelli y se reproduce también en los frisos de la puerta de San Ivo.

Allí, la figura extremadamente belluda, armada y en lucha contra el dragón, situada en el friso izquierdo, representa al hermetista decidido a abordar el combate y conquistar la naturaleza del Oro. Su pilosidad y actitud agresiva indican la voluntad de combatir y vencer al dragón ígneo que quema y consume. Bajo sus pies, el maestro de obras colocó la pequeña figura de un dragón con alas de murciélago, indicando la voluntad del combatiente de vencer al poder del Mercurio. De la misma forma que algunos hermetistas utilizaron el símbolo de la peregrinación para simbolizar su búsqueda de la Piedra Filosofal, otros -y en particular la escuela italiana; ¿será cierto, a la postre, que los relieves de Sant Ivo procedían de talleres pisanos?- empleaban el símbolo del combate: Cesare della Riviera llama a su tratado hermético "El Mundo Mágico de los Héroes" y Lambsprinck, como Michel Maier, se presenta a sí mismo como caballero revestido de yelmo y armadura similares a los que encontramos en el relieve siguiente de la puerta de Sant Ivo.

El caballero que muestra en su escudo la cruz de los cuatro elementos, combate contra el glifo. Ya no es la pilosidad lo que indica una voluntad de combate salvaje y primitiva, sino una reluciente armadura y unos eficaces pertrechos (escudo y espada) que utiliza el guerrero hermético para domar al Mercurio-Glifo. Existe en la escena una idea de orden, implícita en la presencia de la cruz trebolada de los cuatro elementos en el escudo. Esos cuatro elementos (Fuego, Tierra, Agua y Aire), identificados, aislados y vividos, están en el cuerpo del alquimista (sangre, huesos, humores nerviosos y pulmones, respectivamente) y será a través de cada uno de ellos que, una vez obtenida la Piedra Filosofal, se provoque su regeneración física. [Foto 39.- UN CABALLERO COMBATE CONTRA UN GLIFO][Foto 40.- EL CABALLERO CABALGA SOBRE UN LEON]

En el friso siguiente, a la derecha del pórtico, puede verse como el León recibe una espada en su boca. El guerrero utiliza al León como montura. Simbólicamente, montar algo es dominarlo. La espada es el símbolo del Logos creador, del Verbo y de su Palabra. El caballero aparece cubierto por el manto purpúreo que indica nobleza y dignidad. Matar al león y cabalgarlo, supone integrar su poder. Caballero (cuerpo), León (espíritu), Espada (alma), forman un circuito cerrado, ordenado e interpenetrado, similar al Ouróboros enroscado sobre sí mismo. La  naturaleza del Caballero ha pasado a ser leonina e ígnea; ha conectado con el Logos y entendido su Verbo. No está matando al León, está obteniendo de él su fuerza y vigor, su cualidad renovada de hombre más allá y por encima de lo humano. Y lo está obteniendo a través de la espada: a través del combate heróico.

Cerca, observan la escena, entre perplejos y sorprendidos, un asno y un buho en un bosque. Símbolo de lo que mora en la noche, entre tinieblas; quieto por impotente, el búho no soporta la luz del día, de la misma forma que el asno rechaza la inteligencia. Ambos están inmersos en la floración desordenada del bosque (naturaleza caótica), el símbolo opuesto al jardín (naturaleza ordenada).

IV. LA DOMA DEL DRAGON IGNEO

Y ahora volvamos a nuestro dragón. Hay casi tantos en nuestra Catedral como en la historia de la ciencia hermética y a ellos volveremos una y otra vez. Una vieja leyenda de la que existen varias versiones nos habla de un caballero tan noble del que diríase que por sus venas corría oro líquido; su nombre era Soler de Vilardell y vivía cerca de la Catedral. Un mendigo le pidió limosna cuando el caballero se disponía a partir, pero no llevaba bien alguno; así que descendió de la montura y entró en su casa en busca del óbolo; más al salir, el mendigo había desaparecido y en su lugar se encontraba, clavada en tierra una filosa espada. Soler de Vilardell atribuyó el milagro a San Martín  y supuso que el mendigo era el mismísimo Santo; tomó la espada y se creyó poseído por la santa misión de liberar a las tierras de Cataluña del terror causado por un dragón liberado por los moros en su retirada. Soler de Vilardell localizó la bestia en su cubil, próximo a Sant Llorenç de Munt, la combatió y venció tras hacer el signo de la cruz con su espada y una rama. Derrotado el monstruo, lanzó su espada al cielo gritando de júbilo, pero una gota de la sangre del dragón le salpicó en un brazo y la gangrena le mató.

El Arte enseña que hay que domar al dragón; en absoluto matarlo.     En una capilla lateral se encuentra la clave de bóveda que representa a Santa Marta, hermana de Lázaro. Marta y su familia, huyendo de sus perseguidores, se establecieron en la Francia mediterránea a donde llegaron fatalmente, en un navío sin timón. La región era devastada por un dragón que devoraba personas. Cuando Marta se encontró ante la bestia le bastó hacer la señal de la cruz para vencerla y transformarla en su dócil servidor. La cruz -el orden de los cuatro elementos- no puede sino imponerse al dragón -el caos indiferenciado-. La historia tiene el mismo protagonista que la de Soler de Vilardell, pero en esta versión del mito, Marta no mata al dragón, lo doma.

En el templete del claustro se encuentra una fuente que nos muestra a San Jorge dominando al dragón y su clave de bóveda reproduce el mismo tema. La figura de San Jorge se reitera en otros muchos lugares de la geografía barcelonesa y el santo ha quedado ligado a la ciudad hasta el punto de que, la "Fiesta de la Rosa", celebrada en su onomástica, es una de las más relevantes del calendario local.

El dragón no es más que una serpiente alada y con patas; en ocasiones escupe fuego por la boca y su aliento es ardiente. Se trata de una imagen simbólica ambivalente. A veces el dragón es fiero y acarrea todo tipo de desgracias, en otras, beneficioso; también se le puede ver en estado de completa libertad o encerrado en cualquier antro; en solitario y devorándose a sí mismo o bien mutuamente. Hay dragones de todos los colores, pero fundamentalmente, verdes, bancos y rojos; nunca negros. Su sangre siempre está dotada de cualidades especiales y poderes particulares: sana o mata. Hay unos días en los que el dragón se muestra más peligroso que en otros...

Esta multiplicidad simbólica viene acompañada de gran número de fiestas y tradiciones que conmemoran a héroes sauróctonos, matadores de dragones. San Miguel y San Jorge, patrones de la caballería medieval, figuran, sin duda, entre los más famosos de la iconografía cristiana. Las cualidades heroicas y polares son, sin embargo, más visibles en San Miguel, cuya leyenda se urdiera, probablemente, en las inmediaciones del siglo X, sobre la base de antiguos mitos celtas; su parecido con el dios galo Bel o Belenos es innegable y la fiesta de ambos se aproxima mucho a la del San Jorge cristianizado: el 1º de mayo. Antiguamente San Jorge se celebraba el 4 de mayo y solo se transfirió al 23 de abril con la reforma gregoriana del calendario. Bel es el hermano de Bran, el detentador del caldero mágico, fuente de prosperidad, inmortalidad y felicidad, virtudes que detentará el Grial.

La versión más antigua de la leyenda de San Jorge habla de un dragón que saqueaba periódicamente la ciudad de Selene en Libia, exigiendo tributo a sus habitantes. En un momento dado, debían sacrificar a la hija del rey para satisfacer al monstruo; fue entonces cuando intervino San Jorge, matándolo. La primera referencia a San Jorge se tiene en las Islas Británicas hacia el siglo VI, coincidiendo, a pocas décadas de distancia, con el período en que vivió el Rey Arturo.

Algunos autores ven en el tema de San Jorge y su peripecia con el dragón, un rito de floración. El esfuerzo del caballero, acabando con el dragón, hace que la sangre de éste riegue la tierra y dé sus frutos. En toda Europa Occidental las fiestas relativas a héroes sauróctonos, tienen lugar con una diferencia de doce días, entre finales de abril y los primeros días de mayo; un momento en el que, muchos pueblos primitivos, celebraban sus cultos a la naturaleza victoriosa y emergente sobre las tinieblas y la esterilidad de los meses de invierno. Aun sin excluir completamente esta interpretación, fundamentalmente de corte naturalista y, por tanto, alejada de la práctica alquímica, se pueden añadir otras relacionadas más directamente con la Tradición Hermética.

La multiplicidad simbólica del dragón llega, en ocasiones, a resultar contradictoria. El dragón, como el mercurio, parece ser emblema de algo, para después serlo de su contrario. Ciertamente se trata de atender a las características con las que es descrita la bestia para poder juzgar que papel simbólico se le concede. Y también es cierto que en la versión más antigua de la leyenda existen unos cuantos detalles suficientemente elocuentes. Por lo pronto, el pueblo con el que se relaciona al dragón en la leyenda originaria es "Selene", pobre ocultación del nombre de la diosa lunar; esto nos indica que los hermetistas, constantes tejedores de mitos y leyendas, otorgaron al dragón, múltiples características, sin importarles siquiera si eran contradictorias, por que percibieron en él la naturaleza de la Luna, el astro de la noche, frío, metálico, cambiante, carente de luz propia, que identificaron con el espíritu mercurial. Por que el dragón es, en buena parte, el símbolo de este Mercurio, próximo al caos primordial, especialmente cuando se le representa sin alas, ligado, pues, a la tierra. Nicolás Flamel comentando su libro de las Figuras Jeroglíficas hablaba, no de uno, sino de dos dragones, uno de ellos cercano a la naturaleza del Azufre, al que llama "Azufre Seco" y del que dice es próximo al Sol. El otro, "alado, con hocico de liebre, volátil y hembra" alude al Mercurio. Lambsprink representa los dos dragones devorándose uno al otro; otros autores clásicos sintetizan la imagen en un solo dragón enroscado sobre sí mismo y mordiéndose la cola y dicen de él que es el "Ouróboros", aquello que lo contiene todo.

La unión de ambos dragones supone el encuentro entre el Azufre y el Mercurio, el principio solar y el lunar, por excelencia. En ocasiones y a efectos de dramatización del relato, la lucha del caballero con el dragón se zanja con la muerte de éste, en otras ocasiones se llega incluso al descuartizamiento. En ciertas versiones de la leyenda, el dragón resulta simplemente dominado y puesto al servicio del caballero que lo ha vencido. Tras la purificación de los tres santuarios -corazón, cabeza y vientre- la energía contenida en la base de la columna vertebral, asciende con el empuje de un dragón desbocado; la experiencia del despertar de esta fuerza basal es tal que el sujeto parece sentirse arrastrado e invadido por una fuerte luminosidad interior de tonalidad roja; acaece entonces la sensación de calor, muy sentida, que llega a desprender gruesos goterones de sudor; hasta que corona la cúspide de la cabeza y solo entonces parece remitir y estabilizarse. La materia prima se está purgando. El dragón, dormido en su caverna -la base de la columna- se ha desatado, pero la purificación previa de los tres santuarios, ha dotado al arrojado caballero de las armas adecuadas para contener la potencia de la bestia, encauzarla y dominarla.

La "hija del rey" a la que alude la leyenda de San Jorge es una referencia al mundo de la dualidad, emanada del Padre Todopoderoso, rey de los tres mundos. Se trata de contener la potencia del dragón que amenaza con irrumpir en lo contingente. Es entonces cuando aparece el caballero heroico. Gracias a él, la potencia del dragón es reconducida y sirve, no a una causa contingente, sino trascendente, convirtiéndose en el inmenso poder transmutatorio que impregna a la piedra filosofal. Si no hubiera sido así, si el Santo Caballero no le hubiera cerrado al paso a la altura del santuario del corazón, la potencia se habría desviado hacia objetivos menos nobles y ambiciosos, aquellos que vienen implícitos en todas las llamadas "vías siniestras", en las que no se trata sino de obtener resultados en vistas a lograr, no la superación del Ego y de la condición humana, sino el más alto desarrollo de la personalidad física mediante la manipulación de ciertas fuerzas de la Naturaleza inferior. Tal es la realidad, dramática y siniestra, de los magos negros, mucho más frecuentes de lo que generalmente se cree y que nos acechan desde los tejados de las Catedrales. Son sus gárgolas.

(c) Ernesto Milá - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción total o parcial de este texto

El Misterio de la Catedral de Barcelona. Las gárgolas de la Catedral.

Infokrisis.- Con este capítulo termina la primera parte de esta obra, una reflexión sobre las gárgolas de la Catedral y, por extensión sobre las gárgolas de la ciudad de Barcelona. A pesar de su aparente utilitarismo, la gárgola no responde solamente a una necesidad arquitectónica, sino que tambien tiene su simbolismo hermético y su significado simbólico. Vale a pena recalcar que los datos técnicos históricos sobre las gárgolas fueron extraidas de la edición originaria en francés del Diccionario Razonado de Arquitectura Francesa y los datos sobre las gárgolas de Barcelona, de la olvidada obra de Norberto Sagués de ese mismo título.

 

El misterio de la Catedral de Barcelona
Primera Parte
Capítulo XXIV
LAS GARGOLAS DE LA CATEDRAL

Doscientas cincuenta gárgolas miran a los barceloneses desde las cornisas de los distintos monumentos góticos. Se suele aceptar que no son otra cosa que representaciones del demonio o de los vicios personificados en distintos animales simbólicos. Derivado del latín gurges-gurgitis, torbellino, masa de agua, el término se transformó en la raíz garg- por corrupción fonética. Algunos hacen derivar la palabra "gárgola" del nombre de los dos auxiliares del anticristo, Gog y Magog; el primero es el "príncipe del Aire", y en hebreo indica lo que es aéreo o procede del aire, lo cual coincidiría con el elevado emplazamiento de las gárgolas. Gargagliare, en italiano, tiene el mismo sentido que gargarizar en español -gargarizar- y una cierta correlación con la función de estas obras de arte situadas en lo más alto de las Catedrales: hacer de canal.

No hay gárgolas anteriores al siglo XIII; la sencillez de las primeras construcciones románicas obvió situar desagües en los tejados; luego, cuando estas se fueron sofisticando, aparecieron algunos canalillos que evacuaban el agua de lluvia, sin que tuvieran el más mínimo mérito artístico, ni su elaboración requiriera algo más que el concurso de aprendices. Hacia el 1220 aparecieron las primeras gárgolas en la Catedral de Laon. Sencillas, tenían formas animales excepcionalmente simples y constaban de dos piezas, la superior no era más que el recubrimiento de la inferior por donde discurría el canal de desagüe. A lo largo de ese mismo siglo se fueron generalizando, depuraron sus formas y se estilizaron; ya no eran labradas por novatos, sino encargadas a los más hábiles artesanos. Hay miles de gárgolas en todas nuestras Catedrales, pero no existe una pareja idéntica, cada una de ellas es original y única; cada una tiene una personalidad propia y un estilo que denota una vitalidad específica y unos rasgos concretos del carácter, un momento de inspiración, en definitiva, distinto de cualquier otro. Los artistas que construyeron Notre Dame de París las emplearon sistemáticamente a partir de 1240 en la coronación de las cornisas superiores. Eran todavía compactas y robustas, no excesivamente separadas del edificio. Luego aparecen otras, mucho más esbeltas y largas, sobre los contrafuertes. La mayoría reproduce monstruos mitológicos, animales fantásticos salidos de los ingenuos bestiarios medievales, cada vez más detallistas. Los que ornan la Saint Chapele, al otro lado del Sena, representan animales enteros, con sus más pequeños detalles, en absoluto hieráticos, da la sensación que están a punto de saltar sobre la población a la que miran amenazadoramente. Están en los ángulos de los contrafuertes y en las cornisas. Hay gárgolas que muestran diablos aullando, secuestrando infantes, algunas son representaciones humanas, pero solo aparecen hacia finales del siglo XIII, cuando la técnica de la gárgola se ha depurado.

Un cortejo de horrores nos mira desde las alturas...

Todavía no existían en la Catedral de Barcelona, cuando una procesión presidida por un obispo desconocido, se vio acosada por una cohorte de magos, brujos y archidiablos que intentaban hacerse con la hostia, para Dios sabe que rito abominable. El más osado de los brujos, arrojó una piedra sobre el sacerdote que llevaba la custodia; pero ésta rebotó y mató al que la había lanzado. Los brujos jamás volvieron a hostigar la Sagrada Forma y en recuerdo de tan infausto episodio se colocaron las gárgolas de nuestra Catedral. [Foto 42.- GARGOLAS GÓTICAS DIBUJADAS POR VIOLLET LE DUC EN SU DICCIONARIO DE ARQUITECTURA]

Algunas son, en efecto, animales monstruosos, pero otras son nobles caballeros, hay algunas que incitan al pánico y difunden el terror, pero también existen amables y benéficas. ¿Cómo calificar el unicornio que mira al viandante y apunta hacia la Plaza del Rey? ¿o al elefante que ha sufrido la merma de sus cuernos y la sustitución de su trompa por una tubería de uralita? ¿Hay que tener a estos animales por fieras vencidas y por el principio del mal, petrificadas por su impotencia ante la falange de los justos? Se suele afirmar que las gárgolas están ahí, en lo alto de las Catedrales, prisioneras de un principio superior, subordinadas a las entidades angélicas.

Debemos a Norbert Font i Sagué el haber inventariado todas las gárgolas góticas de la Ciudad de Barcelona. Encontró ochenta y cinco que representaban a diversos tipos de dragones alados, de ellos, sesenta y tres con alas de águila y el resto de murciélago; algunos de estos dragones incluían formas de perro en la mitad inferior y algunas más de macho cabrío. Siguen los leones en número de veinticuatro y luego catorce perros, todos ellos extremadamente delgados hasta el punto de poderse contar sus costillas. Existen algunos animales domésticos como el puerco de la Capilla de Santa Agueda y otros salvajes, en ellos varios jabalíes, hasta un total de ocho. En el ábside de la Catedral, hay tres gárgolas que representan un puerco con el pelo muy largo que cobija a dos lechones, otro puerco, en la siguiente, con la boca muy abierta y el morro plano, también con dos lechones y finalmente, en la tercera un perro de extrañas formas, junto a dos cachorros. La imagen del sátiro aparece en distintas ocasiones y debió llamar poderosamente la atención del gremio de zapateros -al tener pezuñas de buco- que lo colocaron en una gárgola de su sede, cuando se encontraba frente a la Catedral en la desaparecida calle de la Corribia. Hoy puede verse el mismo edificio, despiezado y reconstruido de nuevo, en la Plaza de San Felipe Neri, frente al antiguo cementerio de la Catedral. Las menos, son antropomórficas. Pero una llama poderosamente la atención, la situada en la fachada de Sant Ivo que representa a un hombre con el gorro frigio propio de los iniciados, la boca bien abierta y en posición de defecar... ¡Santo e inagotable humor el de los maestros talladores! o ¿desprecio a lo que solamente es mero exoterismo y culto exterior...? [Foto 43.- GARGOLAS DE LA CATEDRAL DE BARCELONA]

¿Qué conclusión hay que sacar de todo esto? ¿Acaso un capricho estético? ¿o una simple enseñanza moral? Clemente de Alejandría, uno de los Padres de la Iglesia, escribió que Moisés al haber sido príncipe de los egipcios e instruido por ellos en la sabiduría, explicaba los preceptos de la ley moral por medio de jeroglíficos, es decir, bajo símbolos misteriosos de animales. Si aceptáramos esto, reduciríamos todo el simbolismo de las Catedrales al rango de la moralidad más banal. Es bien cierto que una de las intenciones con las que el artífice colocó las gárgolas en las cornisas de las Catedrales fue el recordar la eterna lucha del bien contra el mal. Pero este mal tenía múltiples rostros. Y por lo demás, no todas las gárgolas tienen el mismo carácter; basta observar las diferencias morfológicas entre unos y otros motivos. Las alas de águila estarán más en relación con la luz luminosa que las del murciélago, animal nocturno por excelencia. Y en cuando a los cerdos representados, su carácter variará si son salvajes -jabalíes- o bestias de corral. ¿Y qué decir del unicornio situado en un contrafuerte que nos indica, con precisión milimétrica, el Este, el lugar por donde sale el Sol?

Mientras unas orientan, otras acechan desde las alturas pero nada pueden contra aquellos que han penetrado en el interior del Templo. Se diría que su fuerza y poder solamente se cierne sobre quienes están desprotegidos fuera de los muros y las bóvedas; quienes aun no han iniciado la construcción de su Templo Interior, pueden sentir el terror que inspiran esas formas blasfemas y monstruosas. Unas gárgolas son anuncio de la función de la Catedral (el Unicornio), invitan a penetrar en ella. Otras recuerdan los peligros de los que protege el Templo.    

Pero, finalmente, su función delimita perfectamente su simbolismo, mucho más que sus formas. Y su función es la misma cualquiera que sea lo que representan. Las gárgolas no son más que desagües concebidos para alejar el flujo de las aguas de las paredes y de los fundamentos de la Catedral. Por su "alma" no pasa nada que no sea agua y son completamente inútiles para cualquier otra tarea. Todas ellas están vacías en su interior; las primeras que se labraron en Francia, no eran sino algo parecido a una cáscara exterior, hueca, muchas de ellas sin recubrimiento superior, salvo por la cabeza. En el Palau del Llochtinent y en el Reial, en la Capilla de Santa Agueda y en la Torre del Rei Martí, a pocos metros de la Catedral de Barcelona, pueden verse algunas gárgolas antropomórfias en la que el canal de desagüe ocupa, precisamente, el lugar de la columna vertebral. De su boca mana el agua de lluvia. La intención del maestro de obras que allí las colocó, era demostrar lo monstruoso y absurdo de una vida por la que solo fluye el devenir. Tras la tempestad, nada queda en la gárgola sino la esperanza de que la siguiente sea más amable, al igual que nosotros, rendidos y agotados cada noche, caímos sobre la cama, sin percibir que nuestro interior está igualmente vacío y que nuestra cotidianeidad se construye de un flujo de situaciones que se suceden en infernal cadencia. Pero a la quietud de cada noche, sigue la tempestad del nuevo amanecer y así, día tras día, nos vamos, nosotros mismos, convirtiendo en devenir, flujo incontenible, que llega incluso a desgastar la piedra más dura. Es así como envejecemos. Hemos visto gárgolas en Notre Dame de París, pero también en Barcelona, desleídas como un azucarillo, romos los ángulos, desgastadas las facciones y enferma la piedra... tal es el destino de quien no sabe zafarse de la corriente del devenir.

El secreto de la Tradición Hermética es alcanzar un estado interior incondicionado del que la serenidad y la quietud calmada sean su reflejo en el comportamiento cotidiano. Esa serenidad indica el tránsito operado del mundo del devenir al del Ser. Un viejo refrán nacido a la sombra de nuestra Seo, denuncia la insensatez de verse arrastrado por el flujo enloquecido de lo cotidiano: "Ballas més que el gegant de la Ciutat" [Bailas más que el gigante de la Ciudad]... Y otra muestra de la sabiduría popular dice a ritmo marcial "Tram-pes, tram-pes, tot son tram-pes" [trampas, trampas, todo son trampas].  Hemos elegido ambos refranes por que están ligados a la que, para nosotros, constituye la más entrañable de las festividades barcelonesas, el Corpus Christi; es entonces cuando los gigantes ocupan las calles de la ciudad antigua. La Ciudad Condal, a poco de tenerse conocimiento que el Papa había instituido dicha festividad, puso todo su empeño en que el segundo gran jueves del año -siguiente al Jueves Santo, pero precediendo al de la Ascensión- alcanzara relieve y vistosidad. Aun hoy, en la explanada de la Catedral, puede verse a los últimos menestrales de Barcelona, hombres de edad madura, casi todos jubilados, siempre pulcros, modestos pero aseados, con un estilo muy personal y el gesto de serenidad en el rostro, visten, junto a sus esposas, las mejores galas de día festivo y se reúnen para asistir a la misa concelebrada y luego seguir al Águila y al León de la Ciudad, así como al Gigante, en la procesión. El Águila y el León, reyes, respectivamente del Aire y de la Tierra, tienen ambos un carácter solar e imperial, como igualmente Imperial es el gigante gótico de la ciudad; tras sus rasgos de cartón piedra hemos de ver la personificación idealizada de Carlomagno, el emperador de Occidente que tanto empeño puso en avanzar las marcas de sus fronteras; a él y a sus herederos se debe, más que a nadie, la liberación de Barcelona y la repoblación de la comarca con sus provenzales que dejaron recuerdo en la toponimia de algún barrio periférico (Sant Martí de Provençals). Pues bien, en el curso de esa procesión, el tambor bate a un ritmo descrito de forma admirable por el refrán, "Tram-pes, tram-pes, tot son tram-pes", que al mismo tiempo nos define -junto con el movimiento perpetuo del gigante de la ciudad en el curso de su desfile- el acecho que sufre la naturaleza humana arrastrada por el devenir continuo: una verdadera trampa para quien se considera algo más que carne mortal.

No es raro que en la leyenda de las gárgolas de nuestra Catedral sea la Sagrada Forma quien ahuyenta las amenazas de los brujos y diablos. Situada en el centro de la custodia, irradia destellos de oro, levantada entre los fieles por las manos de un hombre santo. Nada hay más alejado de la estabilidad crística ubicada en el centro de la custodia, como el Sol en el centro mismo del Universo, que la canalización de las gárgolas que no tiene otra posibilidad que aceptar pasivamente el líquido que por ella fluye. En lo alto de la Catedral estarán siempre las gárgolas mostrando a quien quiera verlo el drama de lo humano antes de acometer los trabajos de construcción del puente de oro que le permitirán pasar de la física a la metafísica, del devenir al ser, del flujo a la estabilidad, de lo contingente a lo trascendente.

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El Misterio de la Catedral de Barcelona. La comprensión del Caos primordial

Infokrisis.-La segunda parte del Misterio de la Catedral de Barcelona que empieza con este capítulo se titula genéricamente: "Santa Eulalia y los Principios de la Ciencia Hermética" y no es más que una síntesis de estos principios, y una descripción general del proceso hermético realizado en el capítulo específico sobre Santa Eularia. Así como en la primera parte nos hemos centrado en la Catedral extrayendo de ella las enseñanzas herméticas que contiene, en esta segunda parte, partiremos de la tradición hermética para ver reflejados en los muros de la catedral esas mismas enseñanzas.

 

El misterio de la Catedral de Barcelona
Segunda Parte
EL SIMBOLISMO DEL CAOS Y EL HUEVO COSMICO
Capítulo I
La comprensión del Caos Primordial


Cuando el sincero investigador de las artes herméticas desea penetrar en sus misterios, la primera dificultad estriba en encontrar el modo de situarse en el atrio del templo de la ciencia. Es imposible acceder al trabajo operativo en el Laboratorio sin antes consagrar interminables horas al estudio de los textos clásicos del hermetismo. Solo después de un largo tránsito por la investigación y la meditación, el neófito podrá percibir el punto de partida, a saber, la noción de Caos Primordial.

Tras una memorable transmutación habida el 15 de enero de 1648,  Richthausen fue nombrado "Barón del Caos". Los alquimistas en su laboratorio no pretendían otra cosa que ordenar el Caos, reproduciendo la obra de la Creación, tal como fue descrita en los primeros versículos del Génesis, cuando "la tierra era algo sin forma y vacío; la oscuridad cubría el abismo y sobre las aguas se movía el Espíritu de Dios".

La acción de alzar una Catedral suponía llevar el Orden allí donde antes había solo Caos. Mediante el rito que hemos descrito, el obispo trazaba el Espacio Sagrado que luego el maestro de obras se encargaba de diseñar y que era fundamentalmente distinto al Espacio Profano exterior: mientras en éste seguía reinando el Caos, en el otro, el orden armónico de la construcción trasladaba al fiel que entraba en él, con apertura de corazón y simplicidad de espíritu, a un espacio creado para favorecer su crecimiento interior. El rito "sacralizaba", es decir, convertía en sagrado, y era eficaz en tanto que reproducía un arquetipo (la fundación del Templo de Jerusalén, la fundación de Roma...). Sabiendo lo que es el Caos, el aprendiz inferirá, fácilmente, que Orden precisa y cómo llegar a él.

Según la ley de las analogías, el Caos vive, tanto en el sujeto mineral que el artista toma para sus operaciones, como en su propio interior. Precisamente, la toma de conciencia de tal estado informe y desordenado, es el primer paso para emprender los trabajos.

Fulcanelli, en "Las moradas filosofales", abunda en este supuesto explicando que "los cuatro elementos están encerrados, confusos y desordenados"  y añade que "los antiguos lo compararon al caos de la Creación, donde los elementos y los principios se encontraban confundidos, entremezclados y sin posibilidad de reaccionar unos sobre otros". Este alquimista contemporáneo cita, finalmente, un texto clásico, atribuido a Basilio Valentino, para recordarnos como representó simbólicamente su materia bajo la figura del mundo que contenía en sí los elementos de nuestro globo hermético o microcosmos,  reunidos "sin orden, forma, ritmo, ni medida".

La acepción común de Caos, confusión, desorden, vale también para el hermetismo. La diferencia radica en que éste Caos  que, nos cansaremos de repetir es el "arcano de los arcanos"- está presente en el microcosmos del hermetista al iniciar sus trabajos como lo estuvo en el Cosmos al comienzo de la creación. En su interior se contienen los cuatro elementos (Fuego, Tierra, Agua, Aire), los tres mundos (Divino, Intermedio y Material, el reino del Azufre, el Mercurio y la Sal) y los dos principios (Activo y Pasivo, o si se prefiere, Sol y Luna, Oro y Plata, etc.) que conforman la Unidad. Hortulano anota al respecto: "La piedra surge de una masa confusa que contiene en sí a todos los elementos" y  añade: "...lo mismo que el mundo ha surgido de un caos confuso, la piedra ha surgido también de la misma forma".

La labor hermética, en su primera fase, ha sido llamada también "el arte de la separatoria", pues de separar los distintos elementos que confluyen en este caos, y ordenarlos según una ley de armonía, es de lo que se trata. En esa confusión inicial se encuentra nuestra Materia Prima.

Los maestros albañiles y los canteros que construyeron la Catedral de Barcelona, distinguían tres tipos de piedra: la piedra en bruto, salida de la cantera, que es preciso pulir y transformar en piedra cúbica; en esta clave simbólica, la piedra basta equivale al caos primitivo, mientras que la piedra cúbica simboliza los trabajos de ordenación del caos. Esta, a su vez, contiene en su interior todas las formas que el cantero quiera encontrar en ella con el cincel y el mazo. Si los trabajos llegan a buen término, la resultante será tallada en forma de piedra puntiaguda, en cuyo perfil se une el cuaternario inferior (los cuatro elementos de cada uno de los lados del cuadrilátero) y el triángulo equilátero superior (los tres "mundos", o los tres vehículos de lo humano), cuyo vértice ascendente será acaso la mejor figuración de lo que ya no está condicionado solo por la materia.

Esta tarea de llevar el orden allí donde hasta entonces solo había caos adquiría los rasgos de un ritual sagrado. En las canteras situadas en Montjuich y en las inmediaciones de las obras de la Catedral, si la estatua de cualquier santo o una clave de bóveda se dañaba por un inoportuno y descuidado martillazo, el maestro de obras comprobaba si era posible repararla, y en caso contrario se procedía a enterrarla solemnemente pues se consideraba que a partir de un cierto punto de desbastado y pulido de la piedra, ésta había adquirido algo del alma del operario que la labró; si la obra se echaba a perder, era también una parte del artesano impérito la que moría allí. El Caos que empezaba a dejar de ser Caos, reaparecía entonces de nuevo y era preciso realizar el sacrificio expiatorio implícito en la ceremonia fúnebre.

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El Misterio de la Catedral de Barcelona. Lo Activo y lo Pasivo

Infokrisis.- Este segundo capítulo de la II Parte, tiene como objetivo aclarar uno de los conceptos primordiales de la tradición hermética: la dualidad. Entender lo que implican estos conceptos, implica entender también la visión tradicional de la vida. Por otra parte, lo activo y lo pasivo están presentes en cualquier catedral en la bóveda (se dice que la bóveda nunca descansa) y en los contrafuertes que anulan el paso de la bóveda.

 

El misterio de la Catedral de Barcelona
Segunda Parte
Capítulo II
LO ACTIVO Y LO PASIVO

Son varios los textos que enigmáticamente subrayan que este caos es neutro, "activo" y "pasivo" , dicen de él que "es macho y hembra a la vez". "El Cosmopolita" tras definir el caos como "mezcla y  confusión", dice de él que "constituía la materia del Universo antes de obtener forma" y explica que se trata de "un compuesto agitado de agua y fuego vivificante" añadiendo que es la "materia que contiene a todas las formas en potencia". [Foto 44.- LA IIª Y IXª CLAVE DE BASILIO VALENTINO]

La "Novena Clave" de Basilio Valentino  muestra, en su parte inferior, a un hombre y una mujer, cuyos cuerpos están en posición horizontal y las piernas en línea vertical, componiendo una cruz, en cada uno de los extremos de la cual encontramos los símbolos de los cuatro elementos y en la parte superior, tres serpientes.

Ya hemos señalado que en el único Caos están contenidos los cuatro elementos de la naturaleza, las tres partes del ser humano y los dos principios, activo y pasivo. La sucesión numérica 1 + 2 + 3 + 4 = 10, define la totalidad del ciclo de lo manifestado. Nos limitaremos ahora a examinar la dualidad. Principio activo, expansivo, masculino, dominante y principio pasivo, compresivo, femenino, dominado, están inmersos en este caos, contrarrestándose uno a otro; de ahí el carácter neutro del conjunto. Esta dualidad está expresada en muchos puntos de la Catedral de Barcelona. Los campanarios son quizás la más evidente. El campanario de San Ivo, orientado hacia Nor-Este y el del "Seny de las Horas", hacia el Sud-Oeste, están decorados por Trifolios y Cuatrifolios, elementos masculinos y femeninos respectivamente. [Foto 45.- TRIFOLIOS, SIMBOLO MASCULINO, EN EL CAMPANARIO DE SAN IVO Y CUATRIFOLIOS, SÍMBOLO FEMENINO EN EL CAMPANARIO DEL SENY DE LAS HORAS]

En la "Novena clave" del ya mencionado libro de Basilio Valentino, los personajes no están coronados y sus cuerpos se encuentran en oposición, desnudos y sin otros atributos que los que corresponden al "fuego" y al "agua", a lo masculino y a lo femenino. La obra de la creación  el arte de la separatoria  todavía no ha comenzado. Habrá que remitirse a la "Sexta Clave" del mismo texto para comprobar como el elemento masculino y el femenino, separados y presentados ahora como el "rey" y la "reina", cooperan en la realización de la obra. Son múltiples los textos que repiten el simbolismo de la pareja real. El caos está ya ordenado y la primera fase de la obra, consumada. [Foto 46.- PUERTA SITUADA AL FINAL DE LA NAVE ORIENTAL DEL CLAUSTRO QUE DA ACCESO A LA SALA CAPITULAR, PRESIDIDA POR EL SIMBOLO QUE REMITE AL YIN-YANG]

En nuestras Catedrales el principio activo y dinámico está representado por las bóvedas cuyas fuerzas actúan siempre, aun a pesar de su aparente estabilidad. Un antiguo dicho musulmán recuerda que una bóveda nunca descansa. El principio pasivo, por el contrario, está constituido por los contrafuertes y arbotantes que nivelan y neutralizan las cargas. Uno no puede existir sin el otro, ambos son completamente interdependientes e inseparables. Y sobre ellos no puede hablarse en términos absolutos. La bóveda es "relativamente" activa y los contrafuertes son solo "relativamente" pasivos. El "yin-yang", símbolo suficientemente conocido llegado de Oriente, expresa de manera muy acertada este orden de ideas. Pues bien, al término de la nave oriental del claustro puede verse sobre las archivoltas de la puerta que constituye la entrada lateral de la Sala Capitular, hoy raramente abierta, un círculo dividido en cuatro partes y dentro de cada una de ellas, otro pequeño círculo, en una estilización simbólica muy próxima al yin-yang que sorprende por su belleza. Así mismo, en las claves de bóveda del claustro paralelas a la calle de la Piedad, se ven idénticos motivos que indican dualidad y movimiento y que parecen más directamente tomados de la tradición celta. [Foto 47.- CONTRAFUERTES DE LA BOVEDA MAYOR DE LA CATEDRAL DE BARCELONA]

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El Misterio de la Catedral de Barcelona. Símbolos del Caos

Infokrisis.- El caos está representado herméticamente por un círculo vacío y el "caos ordenado" por un círculo con un punto central. Todo esto permite considerar a las claves de bóveda de las catedrales como símbolos del equilibrio y del orden y, por tanto, a partir de esta idea, realizamos una primera excursión que se ampliará en los capítulos siguientes sobre el Caos y su simbolismo. Al mismo tiempo se aprovecha, como es la costumbre en esta pequeña obra, para aportar algunos datos curiosos sobre la historia objetiva de la Catedral.

 

El Misterio de la Catedral de Barcelona
Segunda Parte
Capítulo III
SIMBOLOS DEL CAOS



Lo activo (bóveda y nervaduras) y lo pasivo (contrafuertes, arbotantes y pináculos) no serían nada sin las claves de bóveda. La clave de bóveda equilibra ambos aspectos del Cosmos presentes en la Catedral. Para poder observar la magnificencia de las seis situadas en la nave central de la Seo barcelonesa, es preciso acceder al triforio y adquirir una nueva perspectiva de la Catedral inalcanzable para el fiel que ora desde las losas. Los seis colosos miden dos metros de diámetro y pesan cinco toneladas; policromadas y exquisitamente labradas, su forma circular indica, no Caos, sino Totalidad y perfección. Los motivos representados indican que, dentro del círculo, el Caos se ha transformado en Orden. Las claves de bóveda superan e integran la ruptura del Orden originario que implica la dualidad. En el arte gótico, la Totalidad (el círculo de las claves) contiene a las partes (el mundo de la dualidad) representadas mediante las escenas sagradas policromadas; en el arte románico, se sigue un orden inverso. El Pantocrator, situado en el centro y, por tanto, evocador de Totalidad, está rodeado de la "almendra" trazada el base a una figura geométrica, la "vésica piscis" que surje de la descomposición del círculo en dos partes (la dualidad) que se interseccionan. Siendo el símbolo diferente, su metafísica es idéntica.

El Caos primordial suele representarse en los viejos tratados de Alquimia con la imagen de un círculo vacío. Este círculo, a la vez principio y fin, activo y pasivo, contenedor de todas las cosas y del poder de la generación, se simboliza también por el Ouróboros, la serpiente que se muerde la cola, recurso de origen gnóstico. Junto a estas representaciones se suele añadir la leyenda "Todo en uno" (?? ?o ???). La superioridad del hermetismo en relación a la física se refleja en la anticipación con que hombres que no disponían de mas instrumento de observación que su intuición y su calmada capacidad de observación, enunciaron la teoría de la unidad del universo y del común origen de todas sus partes. Sellaron este conocimiento otorgando al objeto de su observación el nombre de "Universo", vocablo derivado de Uno. El "uno" era la totalidad, y la totalidad se concebía como sagrado y se contemplaba como tal; no en vano, en inglés "wholly" (totalidad) deriva de "holly" (sagrado).

Pero el caos primitivo también ha recibido otros apelativos, todos ellos igualmente ciertos y precisos, pues no en vano, lo que es el "Todo" puede ser llamado de casi todas las formas. Unos lo han llamado "nuestro Saturno": Saturno, dios maléfico por excelencia, astrológicamente está asociado al planeta del mismo nombre y al plomo. Su opacidad hace que se le atribuya el color negro y ello abre la posibilidad a decenas de asociaciones: el  caos es la "gallina negra", también el "Dragón negro", las "rosas  negras", las tinieblas y la noche, poéticamente se ha aludido a él llamándole "sombra cimeria"; pero quizás sea más simple adjetivarlo solo con la palabra "muerte"...

Los maestros de obras medievales reflejaron este conocimiento sagrado del universo en las Catedrales erigidas por obra de su ciencia y por la fe del pueblo. La gran serpiente del Todo se convirtió en el círculo de los gigantescos rosetones que ornaban las fachadas y muchos de ellos contuvieron en su interior el sello de Salomón, signatura complesiva de los cuatro elementos ordenados en el interior del caos. No esperéis ver un gran rosetón en la Catedral de Barcelona; los de Santa María del Mar y de San Cugat del Vallés, nos ofrecen lo que está ausente en la Seo. El rosetón alveolado del pórtico principal es un falso rosetón con forma de estrella hexagonal. Y, a pesar de haber sido diseñado por el "Maestro Carlí" en el siglo XV, no fue construido hasta finales del siglo pasado. Hasta ese momento, nuestra Catedral tenía por fachada un desagradable muro encalado y en el terrado solo existía el tambor del cimborrio, que se detenia en el actual arranque de los ventanales, cubierto por un entramado de madera y tejas. A mediados del XIX, Manuel Girona, rico hacendado e industrial, encargó al arquitecto Oriol Mestres el proyecto de terminación de la Catedral. [Foto 48.- LA CATEDRAL, A PRINCIPIOS DE SIGLO, ANTES DE CONSTRUIRSE LA FACHADA]

Tres años trabajó Mestres en una pequeña oficina situada cerca del triforio. Al cabo de ese tiempo, el arquitecto entregó al prócer dos libros de 1 m. x 0'75 m. encuadernados de manera monumental -no en vano Girona había advertido que no se reparara en gastos- que contenían, cada uno de ellos, 42 hojas con los nuevos planos del conjunto. Todo estaba previsto para empezar las obras cuando estalló la revolución de 1868 y hubo que esperar dos años más, para que se organizara una "Caja de Obras de la Santa Iglesia Catedral" con objeto de recaudar fondos para completar su construcción. En 1883, la gestión de la asociación se había saldado con el más estrepitoso fracaso, hasta el punto de que fue, una vez más, Manuel Girona quien, a sus 66 años, asumió la financiación completa de las obras de la fachada. El 4 de julio de 1887, más de 20 años después de que se manifestara la voluntad decidida de dar a la Catedral una culminación digna, pudieron comenzar las obras con el derribo del muro provisional que databa del siglo XVI. Apenas tres años después, lo esencial de la obra se inauguró el día de Santa Eulalia; los trabajos habían durado dos años y ocho meses "sin haber ocurrido ninguna desgracia", tal como consta en la memoria de las obras. Se aprovecharon unos planos realizados en 1408 por el "maestro Carlí de Ruán", pero no pudo evitarse que el falso rosetón no alcanzara el nivel de perfección que tienen hoy los de San Cugat del Vallés, la Iglesia del Pino o la misma Santa María del Mar. [Foto 49.- EN EL ARRANQUE DE LAS ARCHIVOLTAS, A DERECHA E IZQUIERDA, UN DRAGON Y UN REPTIL DE DOS COLAS ENTRELAZADAS]

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El Misterio de la Catedral de Barcelona. Caos primordial y caos de los filósofos

Infokrisis.- Siguiendo los capítulos de la Segunda Parte del trabajo titulado El Misterio de la Catedral de Barcelona, iniciamos una reflexión sobre el Caos que se continuó en el capítulo siguiente y que, por su importancia, se sitúa en el centro de toda la temática que estamos siguiendo. Las fuentes de donde se extraen las referencias están constituidas esencialmente por los textos clásicos sobre hermatismo y alquimia. Cuando confeccionamos este pequeño trabajo tuvimos que consultar estos textos, algunos de ellos de difícil acceso, situados solamente en bibliotecas privadas pertenecientes a heruditos, hoy, en cambio, ha variado extraordinariamente el panorama y todos estos textos pueden consultarse en web y descargarse en nuestros ordenadores.

 

El Misterio de la Catedral de Barcelona
Segunda Parte
Capítulo IV
CAOS PRIMORDIAL Y CAOS DE LOS FILOSOFOS

 

La lectura prolongada de los textos canónicos de la alquimia demuestra que son voluntariamente engañosos y hábiles en confundir al observador poco avisado. Cuando un hermetista nos habla de Caos, no podemos hacer mucho caso de la palabra en sí, debemos ver que atributos le siguen o preceden, debemos, en fin, examinar el contexto en el que se incluye y la intención precisa de cada autor, en cada momento concreto. [Foto 50.- TIMPANO, ARCHIVOLTAS Y ROSETON ALVEOLADO DE LA FACHADA]

Así pues, si bien en algunos autores, la palabra "Caos" aparece aislada y sin más precisiones, en otros textos se acompaña de una indicación no desdeñable, "Caos primitivo"  caos que entra en el orden de explicaciones que hemos expuesto hasta ahora , en otros, "Caos de los filósofos". Entre ambos conceptos existe una diferencia fundamental. Así mismo, el "caos de los filósofos" expresa una idea que aparece también bajo diferentes apelativos, aparentemente contradictorios, pero perfectamente acordes con los conceptos simbólicos del Arte: si se le llama "Saturnia vegetal", y no simplemente Saturno, es por que en él se ha individuado un principio animado  el vegetativo , si se le conoce como "Tierra Santa" y no como "Tierra" es para expresar en aquella una actividad que está ausente en ésta. Otros textos dicen de él que es el "hijo" o "Niño de Saturno", es decir, una emanación del primer caos. También lo han apodado "leche de la virgen", para aludir a su poder generador y fructificador. Trabajar sobre el "Caos primitivo" es preparar el "Caos de los filósofos". Filaleto dice de éste último que "de él se saca el Mercurio tintóreo que contiene el oro místico".

El "Caos primitivo" existe como tal en la mayoría de los humanos. El hermetista y solo él, lo advierte en sí, dentro de sí, en torno suyo. Y decide afrontar el milagro de la obra hermética: toma conciencia de ese caos, medita sobre él, se instruye sobre su composición; de sufrirlo quiere pasar a dominarlo; poco a poco, va percibiendo que todo lo que precisa  la energía desconocida que opera la transmutación alterando la estructura atómica de los elementos  está incluido en ese mismo caos y empieza a distinguir sus partes, primero con dificultad, luego elige la que le interesa, la destaca de las otras, la separa más tarde. El "Caos primitivo", inconsciente, es sustituido por el "caos de los filósofos", consciente y verdadera materia prima. ¡Cuán hermosa es esa primera transmutación interior operada en lo más íntimo del artista!; esa decisión soberana de la voluntad que reconoce sus límites y está dispuesto a superarlos, es el primer producto de la reflexión del operador sobre sí mismo. No se puede conocer el mundo de la Naturaleza, sin conocer antes aquella parcela íntima que se rige por los mismos impulsos que el Universo. Cuando el estudioso advierte su caos interior, ha dado un primer paso para adentrarse en la Ciencia que le reportará las mayores satisfacciones de su existencia.

Es importante negar la identidad entre caos y subconsciente, sostenida por alguna escuela disidente del freudismo. El caos de los filósofos va más allá del subconsciente del cual es sólo una parte, pero no el todo. El subconsciente, tal como es entendido por la psiquiatría moderna, tiene algunas analogías con el caos, pero se trata de un concepto mucho más restringido. Se ha hablado del subconsciente como de las profundidades del ser humano, atribuyéndole un contenido acuoso y movedizo, en donde residen monstruos y formas terribles que imponen su ley al consciente. Pero este es el dominio de la psiquiatría, no del hermetismo. Los procesos de la psicología se resuelven en el cerebro, los del hermetismo en el Atanor.

La historia de Moisés está narrada en los capiteles corridos del claustro de la Catedral de Barcelona, especialmente en tres series particularmente notables. Puede verse en el primero los "palacios de Egipto", sobre ellos vuela el "ángel exterminador". Tales construcciones, esquematizan el horno de los filósofos, representado habitualmente con la forma de un torreón, provisto de dos aberturas. En la inferior arden los carbones, en la superior se cuece el huevo filosofal. El ángel, una vez más, nos habla de la presencia del elemento superior quintaesenciado, sin cuyo concurso la transformación es altamente improbable; es el Ángel de la Espada, el emisario del Logos.

El siguiente capitel nos muestra las cabezas de tres soldados egipcios anegados por las aguas. La falta de espacio ha sido resuelta por el artista que labró la escena, colocando las olas en vertical. La escena alude, no solo al episodio de la huida del Israel de Egipto, sino también al fracaso en la experiencia hermética; el poder desencadenado con la liberación del Mercurio, durante la primera fase de los trabajos, no ha podido ser controlado por el operador y ha terminado anegándolo. Cuando lo que la antigua alquimia llama el "espíritu mercurial" -es decir, el psiquismo- se liberaba de su soporte físico, desdoblándose de él y alcanzando un estado incondicionado que sumía al cuerpo físico en un estado similar a la muerte, podía ocurrir que el alquimista experimentara una sensación de terror, algo así como sentir que el suelo falta bajo los pies, el vértigo de una caída o ser arrastrado por las aguas. En cualquier caso, estas dramatizaciones de experiencias psíquicas indicaban que el Mercurio no estaba lo suficientemente purificado para su "extracción" de tal forma que una vez provocada ésta, era imposible controlarlo y, como el Faraón ante el Mar Rojo, debía volverse atrás y buscar un anclaje firme (el cuerpo físico o la ribera del Mar Rojo).[Foto 51.- LAS AGUAS DEL MAR ROJO AHOGAN A TRES EGIPCIOS] [Foto 52.- MOISES IRRADIANDO LUZ E IMPLORANDO EL CONCURSO DE LO DIVINO]

En el siguiente capitel del claustro, Moisés aparece ante Dios irradiante de luz que porta las Tablas de la Ley, dispuesto a entregarlas. Al otro lado del árbol, puede verse también a Moisés implorando ayuda a los cielos. Frente a él se alinean los hombres y mujeres judíos que habían rendido culto al becerro de oro, vistiendo trajes que corresponden a los judíos de la corona de Aragón en el siglo XV. Las alusiones a Moisés deben ser tenidas como referencias al mago que efectúa los trabajos herméticos y arquetipo del alquimista. Algunos investigadores han asegurado que se trataría de un príncipe del Nilo. Su nombre egipcio era Osarsiph y la Biblia reconoce que fue instruido en los misterios de aquella religión, pero ¿cuáles eran tales misterios? Asistió, según la tradición, a la escuela del templo de On, ciudad que, más tarde, sería conocida con el nombre de Heliópolis. Allí aprendería todo lo necesario para legislar la vida nómada del pueblo judío y escribir para ellos los libros del Pentateuco de cuya exégesis se encargarían los khabalistas. Toda la peripecia del pueblo elegido, desde sus orígenes hasta su libertad, debe ser entendida, no tanto como una experiencia histórica objetiva, sino como una dramatización de experiencias interiores de carácter metafísico. Al igual que hiciera Flamel legando a la posteridad el relato de su peregrinación a Santiago de Compostela, tres mil años antes, Moisés ya utilizó la alegoría del viaje iniciático para iluminar la mente de sus coetáneos y enseñar que la búsqueda espiritual empieza dejando atrás la "Tierra Negra" de Egipto, superando la tentación del becerro de oro -la vía de la mano izquierda- atravesando el Mar Rojo, ascendiendo a la cumbre del Sinaí y contemplando la zarza ardiente, peregrinando durante cuarenta años antes de entrar en la Tierra Prometida. Otros, han preferido el símbolo de la aventura contra el dragón y otros, como Cyrano de Bergerac, el relato del viaje a la Luna... La trayectoria del Pueblo Elegido que culmina con la entrada en Palestina, se inicia con la descripción del Caos Primordial, en los primeros versículos del Génesis.

En la parte lateral del contrafuerte derecho de la fachada de la Catedral, justo bajo una terrorífica gárgola en forma de Dragón alado, existe una vigorosa estatua de San Roque que muestra -como aquella otra que se encuentra en el arranque de la escalinata del Hospital de Sant Pau- los atributos del peregrino -el bordón y la merella- y la rodilla izquierda descubierta, símbolo de los iniciados. Aun hoy, los neófitos que ingresan en la masonería, deben caminar sobre el enlosado ajedrezado del Templo, con la rodilla izquierda descubierta, antes de ser investidos como Aprendices. La versión barcelonesa de la leyenda de San Roque cuenta que un cuervo negro -jeroglífico de la primera fase de la obra hermética- sobrevoló Barcelona pero cayó muerto sobre la ciudad. Sus entrañas se abrieron expandiendo un olor fétido. Así comenzó una epidemia de peste. San Roque, que acababa de llegar, se contagió y debió abandonar su morada, acompañado de un perro que lamió sus heridas. Esta leyenda presenta al Santo como eterno viajero, con hatillo y un perro caracoleando entre sus piernas; representación similar a aquella otra del Tarot que nos muestra en su primera carta al "El Loco", un joven que camina directamente al abismo -la vida- con un perro mordiéndole  -símbolo de sus bajos instintos y pasiones, su psiquismo indomeñable-; resulta evidente que San Roque y "El Loco" tienen el mismo origen, sin embargo lo que en éste representa fiereza y agresividad -el perro- en aquel se limita a ser un manso can que lame las heridas del Santo. Por eso el Santo figura en el contrafuerte de la fachada: ha domado "su Mercurio", ha disciplinado su psiquismo, es digno de mostrar su rodilla izquierda al recibir la iniciación. "El Loco" del Tarot representa al "Caos Primordial", que tiene ante sí el abismo y la oscuridad; San Roque, por el contrario, representa el "Caos de los Filósofos", aquel que ya está dispuesto, mediante la iniciación  -evocada por su rodilla descubierta- a transformarse en Orden. [Foto 53.- SAN ROQUE EN LA FACHADA DE LA CATEDRAL]

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El Misterio de la Catedral de Barcelona. Caos y oro filosófico

Infokrisis.- En la segunda parte de esta pequeña obra abordamos la definición de algunos aspectos propios del hermetismo. En realidad, buena parte de la reflexión hermética se realiza en torno a la existencia del "caos" y a la idea de lo que este "caos" representa para el ser humano. Se trata de un concepto que habitualmente los textos herméticos repiten incesantemente, pero del que apenas dan definiciones, ni cuyo concepto acota. Tal es la función que nos planteamos en este capítulo.

 

El Misterio de la Catedral de Barcelona
Segunda Parte
Capítulo V
CAOS Y ORO FILOSOFICO


En el caos están comprendidos todos los aspectos del cosmos, desordenados y mezclados, entre ellos el oro. Fulcanelli explica: "El oro filosófico, cubierto de  impurezas, rodeado de espesas tinieblas y cubierto de tristeza y duelo, debe ser considerado como la verdadera y única materia prima de la obra, al igual que sucede con el Mercurio, de donde ese oro invisible, miserable y desconocido, ha nacido". A continuación, citando a otros maestros del arte, pasa a recordar los epítetos que lanzan contra la envoltura que rodea al oro filosófico: Valentino le llama estiércol y abomina de él,  otros lo califican de "baba del dragón", "vil y preciosa" al  mismo tiempo. Lo describen como "de color negro y olor cadavérico", "bodrio grasiento y pimentado que recubre su  solución".

En el Caos reside la semilla del oro, tal es la firme convicción que ha animado a los hermetistas de todos los tiempos. Al hablar de la caída de Adán ya hemos referido como el "espíritu de Dios" se fue retirando progresivamente hasta quedar reducido a una chispa en el interior del ser humano, que éste no percibe en condiciones normales y que se ve incapacitado para pasar de la potencia al acto. Tal es el principio activo, inhabilitado por las impurezas que lo bloquean. Este proceso de retracción de la llama divina a su mínima expresión en el microcosmos humano, se repite también en la materia. Algunos minerales, en sus yacimientos, contienen en potencia, la "naturaleza" del oro: es preciso, también, purificarlos. Pero de la misma forma que, no en todo lo que tiene vida animal, late la chispa divina, tampoco en todo mineral está presente la cualidad áurea. Unos minerales, enseñan los alquimistas, están más próximos al oro que otros. Perderíamos el tiempo si intentáramos realizar comparaciones tomando como referencia los números atómicos de los distintos elementos; estos carecen de importancia para la obra hermética y solo han entrado en consideración por investigadores modernos a la búsqueda de una explicación racional y científica para la transmutación metálica; en cambio, las indicaciones de los artífices son relativamente claras y el mismo Fulcanelli las resume "[la estrella de seis  puntas] subraya las propiedades de esta sustancia que el Creador  marcó con su sello".

Pues bien, solamente existe un mineral que, tras ser fundido, se solidifica, sin experimentar el efecto de retracción que es normal para los otros; éste, al enfriarse, rompe su superficie con una figura geométrica perfecta, la estrella de seis puntas. Se trata del bisulfuro de antimonio, también conocido como "régulo [=reyezuelo] de antimonio". Extraído de la mina, el bisulfuro de antimonio, contiene también el "espíritu de vida" anunciada por esta peculiar estrella que aparece en su superficie. Todos los hermetistas que se han referido a ella, lo han hecho comparándola a la estrella de los "Magos de Oriente" que señaló el nacimiento del Niño Dios.

Esa estrella de seis puntas nos mira desde la fachada de la Catedral cuando nos aproximamos a ella por la Plaça Nova. Es el rosetón, en forma de estrella exagonal alveolada. [Foto 54.- EL PLANO DEL MAESTRO CARLI DE ROUAN QUE INCLUIA EL ROSETON EXAGONAL]

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El Misterio de la Catedral de Barcelona. Del caos y la luz: los vitrales de la Catedral

Infokrisis.- Todo lo que tiene que ver con la tradición hermética tiene relación directa con la "Luz". Tal es el tema de este capítulo que alude especialmente a los vitrales de la Catedral de Barcelona, en sí mismos, obras de arte sorprendentes, pero que, como en toda Catedral gótica, tenían un significado y una función especial. Se aprovecha también para explicar, a partir de los textos del "Cosmopolita" el sentido de las distintas "regiones" iluminadas por la "Luz". Seguramente este capítulo aportará algo a quienes acudan a la Catedral de Barcelona a deleitarse con los vitrales que abren sus paredes a la luz.

 

El misterio de la Catedral de Barcelona
Segunda Parte
Capítulo VI
Del caos y la luz: Los vitrales de la Catedral


En la misma carta filosófica antes citada, el Cosmopolita nos explica que, a pesar de su estado de caos, esta materia primera tiene tres partes: una superior ("iluminada y eminentemente sutil"), la inferior ("tenebrosa, impura, mugrienta y grosera (...) pero que contiene todas las esencias y virtudes de las  superiores") y la media ("mezcla de una y otra"). El Cosmopolita alude, evidentemente, a las Grandes Tríadas, Azufre, Mercurio y Sal, Cuerpo, Alma y Espíritu, Cielo, Purgatorio e Infierno, etc. La Catedral como intersección entre el mundo de Dios y el mundo del Hombre, como espacio sagrado y auténtica ventana de comunicación entre uno y otro mundo, constituye un volumen intermedio que reproduce, a su vez, la Tríada en las Tres Tablas a las que hemos aludido cuando describíamos el trazado de la Catedral. La "región superior, iluminada y sutil" a la que se refería el Cosmopolita, corresponde a la Tabla Rectangular, donde se encuentra el Altar Mayor de la Catedral, sobre la Cripta de Santa Eulalia, bajo la Santa Cruz y la clave de bóveda mayor del presbiterio que representa a Cristo en la Cruz entre el Sol y la Luna, entre la Virgen y San Juan. La región inferior está situada en la Tabla Redonda, bajo el cimborrio, en el atrio del Templo, el lugar sagrado más próximo al mundo profano. Por eso dice el Cosmopolita que, esta zona, siendo impura contiene todas las esencias superiores. Finalmente, el centro de la Catedral, la Tabla Cuadrada, es una mezcla de ambas; los fieles manifiestan su voluntad de unirse a lo Sagrado, dejando atrás el mundo de lo contingente y aproximándose al mundo trascendente que anida en el Altar.

"La región inferior no está totalmente desprovista de luz, ni la superior de alguna mezcla de tinieblas" ¿cómo podía ser de otra manera, si todo lo contenido en el caos está formado por una sola y misma materia?. Esta materia tiene distintos grados de vibración, que dan como resultado, una materia sutil  que sigue siendo materia, acaso rarificada, pero materia, al fin y al cabo  y una materia densa  no completamente densa pero si con la opacidad suficiente como para ser considerada antítesis de la primera.

Las contradicción esencial en el interior del caos es la producida por el "agua primera e informe" y el "fuego vivificante que agita el agua"; volvemos a encontrar aquí los dos principios  a los que se refieren todos los hermetistas. El "agua primera" es el principio pasivo y femenino, mientras que el "fuego vivificante" es principio activo. Materia y forma estaban confundidas en el caos que constituía el habitáculo natural de la primera. La forma disipa al caos. Al igual que la piedra recién extraída contiene, confundida en ella, la materia y la forma, el caos primitivo contiene en su interior "las tinturas propias para crear los seres particulares". Los seres individuales son producidos por el Caos mediante estas tinturas que el "Cosmopolita" llama "potencias astrales puntuales", es decir, una parte de la materia divina albergada en un soporte tangible; "el Fuego no es un cuerpo, pero toma uno". Si no fuera a través de la materia, la esencia divina no podría manifestarse. La existencia del Creador se mide y manifiesta a través de su obra; sin ella no sería posible comprender todo su poder y armonía.

Lo que distingue estas tres regiones es la mayor o menor presencia de Luz. La Luz penetra en la Catedral por los vitrales y se genera en el interior con cirios y velas; pero son dos luces de diferente naturaleza. Hasta la restauración iniciada a finales de los años sesenta, la Catedral de Barcelona era oscura y tenebrosa, el hollín de los cirios había cubierto hasta lo indecible las bóvedas, claves y sus nervios; se había depositado incluso en las paredes. Para colmo, hasta no hace mucho era frecuente que bastara una capa de cal para disimular el hollín depositado. Capas de hollín y cal se alternaban hasta disimular por completo relieves, ocultar materiales preciosos y borrar cualquier rastro de policromía. Algunas capillas, como la del Cristo de Lepanto, llegaban a tener en algunos lugares varios centímetros de suciedad. Los mismos vitrales, ennegrecidos, ahogaban la luz exterior, en lugar de potenciarla y filtrarla. Con la limpieza y restauración iniciada al acabar los sesenta, todo esto debía cambiar. Hoy sabemos que la Seo barcelonesa es luminosa y que su trazado tenía en cuenta las posiciones del Sol para que su Luz llegara hasta los fieles.

El primer proyecto moderno de iluminación de la Catedral data de 1911. Gaudí participó en su elaboración e imprimió su particular concepción mística. Sostenía que la Catedral no es un monumento cualquiera hecho para conmemorar una gesta o admirar una estética: es un lugar de recogimiento y plegaria, un espacio que debe favorecer la meditación. De ahí que la luz deba iluminar lo esencial y ser solo la necesaria, nada más. El altar mayor debe recoger las miradas y la atención de los fieles; pero, tanto ahí como en cualquier otro punto, sostenía Gaudí, deben evitarse focos y fuentes de luz que distraigan. Fue precisamente un discípulo de Gaudí, Bernardino Martorell, quien iluminó la capilla del Cristo de Lepanto siguiendo las enseñanzas de su maestro ya muerto y que seguramente habría aprobado el trabajo realizado.

Las Catedrales fueron construidas en un tiempo en el que solamente podían alumbrarse con luz natural o cirios, candelas y lámparas de aceite. La luz natural penetraba por los rosetones y las vidrieras. Dado el ángulo de inclinación del Sol y el ritmo de las estaciones, no toda la Catedral quedaba iluminada por igual, ni la iluminación era uniforme durante todo el año. El curso solar marcaba los ritmos. De ahí la importancia en la orientación del eje central del Templo en la operación de trazado de la Primera Tabla. Pero además estaban los vitrales. El vidrio utilizado en su elaboración, originariamente, no era de la misma naturaleza que el vidrio común. Era un producto elaborado alquímicamente. El procedimiento consiste en realizar la separación del Azufre sobre el Cobre, generándose una tintura capaz de fijarse en el vidrio. Un tratado alquímico explica que "Nuestra piedra tiene dos virtudes. La primera con relación al vidrio, al que da en su interior toda clase de colores, como en las vidrieras de la Sainte Chapelle de París".

Los primeros vitrales aparecieron en Persia en laboratorios alquímicos y llegaron a Europa trescientos años después, en el período de las Cruzadas, formando parte del flujo cultural que de Oriente llegó a nuestras latitudes a través del templarismo. En un principio carecían de color y solo proyectaban una luz blanca. La primera construcción gótica, la Abadía de Saint Dennis, tiene ya vitrales impregnados con tinturas azul y roja. De ahí pasó a Notre-Dame de París y a Chartres, ciudad en la que se estableció el colegio de alquimistas que los fabricaron hasta mediados del siglo XII. Luego ya no hubo más. Solo aproximaciones surgidas no de "tinturas" herméticas, sino de colores profanos. Pero aun así, durante mucho tiempo, los maestros vidrieros fueron considerados de rango igual al de los caballeros y autorizados a llevar espadas. El dominio de la Gran Obra, hacía del Artista el mas heroico de los combatientes. Se había vencido a sí mismo y había inyectado en la masa pastosa del vidrio fundido su Oro. De ahí que los análisis químicos modernos hayan advertido que el vitral rojo contuviera rastros de "púrpura de Casio", compuesta, entre otros elementos, por el metal regio y solar. Antes, las pocas aberturas de las iglesias románicas estaban cubiertas con "cristal de antimonio".

Se ha sostenido que el vitral alquímico contiene propiedades diferentes a las del vidrio ordinario. Hoy, la ciencia moderna ha identificado en la luz, partículas de energía y vibraciones lumínicas. Energía destructora y vibración constructiva. Al igual que los Sagrados Corazones irradiantes que, alternativamente, muestran rayos ondulantes (la vibración constructiva) y rectilíneos (la energía destructiva), el Sol tiene el doble poder de la vida y de la muerte. La noche es necesaria para las operaciones herméticas, como si las partículas de energía lumínica, al impactar contra el compuesto hermético lo neutralizaran e hicieran imposible su transmutación en un mineral más perfeccionado. La función del vitral alquímico es polarizar la Luz, hacer que la partícula se estrelle contra el vidrio y sea repelida por él, mientras que la onda vibracional penetra en el interior del Templo. Los conservadores de las Catedrales en las que quedan rastros de vitral alquímico sostienen que, por algún efecto que ignoran, la suciedad, el polvo y los agentes contaminantes, son repelidos por estos productos de la Ciencia Hermética. El vitral hermético rechaza el Caos y abre el paso a la verdadera Luz.

Los vitrales de la Catedral de Barcelona fueron producidos 250 años después de que se agotase la escuela de Chartres. Los más antiguas son las de la girola y sus motivos decorativos tienen siempre que ver con la advocación de las capillas que iluminan. Las más modernas son los situadas en el cimborrio que incluyen las efigies de Manuel Girona, su esposa y el arquitecto que terminó la Catedral. Aun cuando estos vitrales no fueron elaborados por procedimientos alquímicos, logran el fin deseado que Gaudí supo entender con singular agudeza: estimular el recogimiento y la meditación.

El patrón de los artesanos del vidrio es San Marcos, cuya imagen está representada en la capilla de San Bernardino de Siena que, en otro tiempo, fue lugar de culto del gremio de Zapateros que tiene al evangelista como patrón. Martirizado cerca de Alejandría, unos mercaderes venecianos llevaron sus reliquias a la ciudad de los canales de la que es patrón. En el curso de un viaje apostólico a Alejandría, San Marcos sufrió la rotura del calzado y acudió a Aniano, un maestro zapatero, que al repararlo se hirió accidentalmente. Marcos sanó la herida con fango y Aniano se convirtió siendo martirizado poco después. La relación de Marcos con los vidrieros procede de los frecuentes accidentes que se producen en esta profesión. El símbolo de San Marcos, el León, remite al signo astrológico del mismo nombre, por donde discurre el curso del Sol en el mes más ardiente y luminoso del año, ese mismo sol que ilumina los vitrales y puede llegar hasta nuestro Santuario del Corazón a poco que nosotros le abramos las puertas.

De entre todas las imágenes representadas en los vitrales, una destaca por su reiteración y por la confusión que genera en quien la advierte. Se trata de casi 250 papagayos situados en las vidrieras del ábside, rodeando los escudos de las casas reales. La posibilidad de articular unos pocos sonidos a costa de imitar al hombre, el hecho de que vuelen y sus colores (rojo, verde, azul y blanco) situaron a estas aves próximas al símbolo de la realeza.

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