365 QUEJÍOS (201) Leonor
365 QUEJÍOS (201) – LIBERARSE DEL CRISTAL QUE DA COLOR A LO QUE SE VE
Se conoce la expresión según la cual “todo es del color del cristal con que se mira”, que es lo mismo que aquello otro del “vaso medio lleno o medio vacío”, que, a su vez como decir que un optimista es un imbécil alegre y un pesimista un imbécil triste. Sí, me quejo de que estemos en la época del relativismo en donde parece que lo Absoluto (y no me refiero a lo “divino”, sino a los valores unánimemente aceptados y aplicables, en función de los cuales una sociedad es viable y en torno a los que se unifica) hayan desaparecido. De la docena de volúmenes que escribió Evola, retuve, especialmente, una idea: la necesidad de estar alerta y de, en todo momento, tratar de ver el mundo tal cual es. Sin prismas deformantes. Eso, claro está, conduce directamente a algunas certidumbres que llevan a la dura opción de tirarse por un precipicio, solución extrema, pero siempre viable; seguir el consejo surrealista de Eugene Ionesco en su obra El Rinoceronte: “puesto que no es pecado ser rinoceronte, seámoslo”; o, simplemente, vivir feliz sintiéndose distante de todo y de todos. Yo he optado por esta última opción. Hoy, desde mi retrete, un buen momento para leer, esta repasando de nuevo uno de mis libros de cabecera Leonor de Aquitania de Régine Pernoud (Colección Austral, 1454). Leo en el capítulo final: “Hay reinos, ya no reyes; condados sin condes ni barones; marcas hay, más no marqueses, bellos castillos, moradas, pero ya no hay castellanos”, fragmento de una trova de Bertrand de Born, contemporáneo de Leonor. Este fragmento me ha hecho meditar.
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