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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Blas Infante: 3M

Blas Infante: 3M

BLAS INFANTE, 3M: MUSULMÁN, MASÓN, MISTICO.´El nombre de Blas Infante ha pasado a la historia como el “padre de la patria andaluza”, fundador del nacionalismo andaluz. Pero se suelen olvidar otras connotaciones que avalan la idea de que el personaje. La primera de todas, su condición de miembro de la masonería española; la segunda, su conversión al islam. Ambas filiaciones han sido negadas por la hija de Blas Infante, sin embargo, los testimonios (incluso familiares) que se agolpan en dirección contraria son abrumadores.

Infante, que murió fusilado por incontrolados en los primeros días de la guerra civil, ingresó en la masonería en 1913 (no lo dice un conspiranoico empedernido, sino su nieto, Estanislao Naranjo Infante). La lectura de su obra Ideal Andaluz contiene “una marcada terminología masónica”. Al acabar sus estudios, Blas Infante sufrió una crisis de fe, abandonó el catolicismo y empezó a interesarse por la masonería y los el ocultismo. Es lo que ha podido deducir su nieto al examinar la biblioteca familiar heredada. Es incluso probable que perteneciera a la Sociedad Teosófica que insistía extraordinariamente en la relatividad de todas las religiones y en la formación de una “religión universal”.

En cualquier caso, lo que aparece como cierto en todas sus biografías es que tenía una irreprimible tendencia a las fugas místicas y al sincretismo religioso. La doctrina de Blas Infante no es más que la aplicación del nacionalismo jacobino que irrumpió en la historia con las logias masónicas francesas, a escala andaluza. Su fracaso derivó de la escasa envergadura de la “burguesía andaluza” para encarnar un “proyecto nacional”. Y fue, entonces, cuando buscó apoyos históricos en algo que no tenía nada que ver con Andalucía: el Islam. El salto de la masonería al islam no era en el vacío: la masonería teosófica con la que se identificaba Infante no era atea ni agnóstica, sino deísta. Infante, para defender la especificidad de la “patria andaluza” se limitó a aislar a la religión que, según él, más presencia había tenido en Andalucía: el islam.

Su monstruo ideológico demuestra únicamente lo limitado de sus concepciones ideológicas. En cuanto a la certidumbre –que algunos han negado- de su pertenencia al islam es también incuestionable: él mismo acudió el 15 de septiembre de 1924 a Marruecos ante la tumba de Al-Mutamid, cerca de Marrakech es donde realizó la “shadala” (conversión al islam). Se conoce incluso el nombre islámico que adopto: “Ahmad”. Fueron testigos de su conversión dos descendientes de moriscos. El relato es del estudioso Muhammed Ali Cherif Kettami en su libro Inbia’t al Islam fi Al-Andalus, publicado por la Universidad de Islamabad en 1992.

Hasta hace poco, no solamente su hija, sino sus biógrafos pasaban alto o negaban este hecho. Después de la llegada masiva de inmigrantes al sur y al este de España, y concretamente, a Andalucía, este hecho ya no es tan incómodo como antes, cuando el nacionalismo andaluz precisaba de un fundador que fuera ateo (si era de izquierdas) o católico (si era de derechas). Es innegable que, cuando Infante “diseñó la bandera andaluza” lo hizo en función de los colores del Islam.

Infante no participó en el Congreso de los Pueblos sin Estado celebrado en Delhi en 1930, pero entregó un manuscrito al poeta Abel Gudra para que lo leyera en la asamblea y que demuestra su conocimiento del islam: “Nos queda del Islam el sentimiento de poder de Allah y su equilibrio. El Islam no es sólo espiritualidad, es también movimiento. Vivir no es solamente una idea, sino un conocimiento, y este conocimiento es nuestra experiencia de Al-Andalus en su época de esplendor”

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