Reunión unitaria en Valencia
Info|krisis.- Ayer me llegaron noticias de que había tenido lugar en Valencia la segunda reunión entre España 2000, Plataforma per Catalunya y Partido por la Libertad, de cara a formar una alternativa política unitaria que esté en condiciones de hacerse un hueco en la política española en el espacio euroescéntico, identitario y de patriotismo social. La lejanía me impidió estar allí, pero no plantearme la cuestión de si una formación de este tipo es necesario o solamente es una fuga hacia adelante que no llegará a ningún sitio. Decepciones todos hemos tenido demasiadas, así que una mas no sería una novedad. Ahora bien, el planteamiento correcto no es ese, sino este otro: ¿tiene espacio político y razón de ser una nueva formación que proponga un programa parecido al de los partidos euroescépticos europeos (además de una profunda reforma constitucional)? La respuesta es sí. Sin duda alguna. Puede decirse que los españoles llegamos tarde a una fiesta que en Europa lleva años, sino décadas, comenzada. Lo que en Europa está presente, también es necesario en España. Si ese espacio político existe en Europa ¿por qué diablos no va a existir en España?
Así pues, celebro que haya tenido lugar esta segunda reunión entre los tres partidos implicados. Creo que se trata de ir ampliando los contactos e integrando a más gente interesada en el proyecto. En ese proyecto. No en otro. Voy a ser claro: hay opciones a excluir de cualquier maniobra unitaria. Citaré algunas: proyectos inmaduros, poco meditados, integrados por gentes que prefieren mirar atrás antes que comprender qué es lo que está pasando en la política española y cómo conviene actuar aquí y ahora, ya tienen su “coalición” y ya han comprobado su techo (LEM), si están felices con él, allá ellos; otros queremos algo muy diferente; proyectos que nacieron hace ochenta y tantos años, presos de esquemas ideológicos, estéticas arcaicas y libros sagrados propios de un pasado que no volverá, tienen sus aniversarios y se reconfortan asistiendo a piezas teatrales recién estrenadas, regocijándose con el ayer ante la ausencia de presente y la inviabilidad de un futuro; gentes que han permanecido lejos de la actividad política o que la conocen solamente a través de Internet; gentes que no entienden que a la palabra “unidad” hay que darle un contenido programático y que, además, debe ser el resultado de una práctica política que haya demostrado una mínima eficacia en su aplicación y que, sin ello, la “unidad” no es nada… todos ellos pueden ser gente muy honesta y bienintencionada, pero me da la sensación de que no tiene lugar en este proyecto.
A los que piensan en la “unidad” les haría un llamamiento al realismo: la unidad pasa por las siglas que se reunieron en Valencia ayer sábado. Cualquier pretensión unitaria que quiera desarrollarse fuera de este entorno, jamás conseguirá consolidarse. Y es fácil entender el por qué: será posible que se reúnan seis o dieciséis pequeñas siglas o foros de Internet, será posible que, en su neurosis activista, convoquen manifestaciones que reúnan a 500 o a 1.000 personas una tarde, será posible que éste o aquél personaje aparezca una o veinte veces entrevistado por no importa quién, pero fuera de eso no dispondrán de algo fundamental: un mínimo contacto con el electorado que es, a fin de cuentas, lo que da peso político. Éste, hoy por hoy, solamente está al alcance de la Asamblea de Concejales que reúne a los cargos públicos de los tres partidos implicados en la iniciativa unitaria.
De todas las maniobras unitarias posibles solamente hay una en la que estén presentes cargos públicos elegidos por sus vecinos, lo que indica que ahí 1) hay una estructura capaz de organizar una campaña política, 2) que un porcentaje de vecinos les ha votado en número suficiente para ejercer el cargo, 3) que han presentado un programa susceptible de interesar a la población… Por todo ello, éste no es un nuevo episodio activista o uno de tantos procesos unitarios apresurados sin nada sólido detrás.
Yo animaría a que las personas interesadas en “hacer política” que hoy todavía figuran como independientes o cyberactivistas, terminaran con su aislamiento o con iniciativas de poco futuro e ingresaran en cualquiera de los partidos que mueven esta iniciativa. Animaría a círculos y grupos locales organizados a contactar con este proyecto y, al menos, a permanecer a la expectativa o manifestando interés en colaborar. Y a grupos políticos organizados que respiren el mismo orden de ideas a entablar contactos y negociar posibilidades de integración. Animaría a blogs, webs y digitales, a hacerse eco de la iniciativa y a integrarse en ella. El no haber asistido a la reunión que tuvo lugar en Valencia, ni tener autoridad en ninguno de estos grupos, me impide, obviamente, ser más preciso.
Es preciso entender el fondo de la cuestión y la naturaleza del gran problema de nuestro país y de nuestra sociedad: España va a entrar a partir del 20-D en una nueva situación histórica caracterizada por una inestabilidad permanente en medio de una crisis económico-social insuperable, insertada en unas serie de sacudidas internacionales causadas por la globalización y por la lucha entre el unilateralismo y el multilateralismo, todo ello, para colmo, dentro de una crisis de carácter ecológico y energético, que no ha hecho más que empezar. Va a hacer falta, pues: 1) tener un justo análisis de todos estos problemas y saberlos explicar a la población con palabras sencillas y contundentes, 2) hacerse con un programa que apunte a la raíz de los problemas y que haga gala de radicalismo en el análisis y sutilidad en las formas de expresión, 3) buscar medios económicos para poder afrontar una lucha política de larga duración y 4) perfilar un programa estratégico y un diseño táctico que sea capaz en cuatro años de lograr un vuelco y una presencia en las instituciones. Eso, o la prolongación de esta crisis, va a acabar con la esperanza en que algún día pueda salirse de ella.
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