Lo esencial en Grecia
Info|krisis.- Hace casi exactamente 2.500 años, en la llanura de Marathon, Grecia detuvo la invasión asiática. Sin llegar a establecer paralelismos históricos dramáticos y desmesurados, cabe decir que, hoy, en Grecia se dirime el derecho de las naciones a su plena soberanía, por encima de organismos internacionales espúreos y de intereses de las élites neoliberales y de su corrupta partidocracia. Si hay que seguir de cerca la evolución del “caso griego” es precisamente porque nos afecta a todos y su conclusión nos dirá si vivimos un período en el que es posible la esperanza o la frase previa a la constitución de todas las naciones será la que Dante situó en la puerta de su Infierno: “Abandonad toda esperanza”.
Parece como si el “Caso Griego” se haya generado por casualidad, como resultado único de la crisis iniciada en 2007 y como si la responsabilidad de lo que está ocurriendo en estos momentos radicara sobre Syriza y su socio de gobierno, los nacionalistas antiglobalización, o incluso, para algunos, sobre Amanecer Dorado. El gobierno griego, según esto, se negaría pertinazmente a pagar una “deuda nacional”. Tal es la posición de la “troika”: “Grecia tiene que pagar, son las reglas del juego europeo”. Pero esta es solamente una parte de la verdad: ¿hasta qué punto un país es “responsable solidario” de los desmanes que ha hecho su clase política en las últimas cuatro décadas? La pregunta es especialmente pertinente teniendo en cuenta que quienes han gobernado en Grecia ininterrumpidamente en esta época son los “socios” de los mismos partidos que gobernaban en Europa y que han “dejado hacer” a sus parteners griegos.
La vieja clase política griega está, no sólo desprestigiada, sino liquidada de la vida política nacional. De convocarse elecciones, tanto el Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) y Nueva Democracia obtendrían algo más que una escuálida representación. Miembro de la Internacional Socialista (que llegó a presidir, incluso, Gyorgos Papandreu hace menos de diez años) el primero, y miembro del Partido Popular Europeo en el Parlamento Europeo, y de la Unión Internacional Demócrata y de la Internacional Demócrata de Centro (de los que el PP y Mariano Rajoy son representantes por España), ambos partidos griegos de centro-izquierda y de centro-derecha han tenido en sus socios europeos a los cómplices más conspicuos y co-responsables de lo ocurrido en la cuna de la democracia. ¿O es que ahora vamos a negar que la actual situación de miseria política, desorientación económica, servilismo hacia los EEUU y ausencia de política exterior que existe en toda Europa tienen como ÚNICOS responsables solidarios al centro-derecha y al centro-izquierda que ha gobernado ininterrumpidamente en el continente desde 1945? Esa situación, en Grecia es todavía más dramática por los niveles de parasitismo, clientelismo e ineficacia que se han dado después de la caída del gobierno de “los Coroneles” en 1973.
No fueron “los griegos” quienes mintieron a las instituciones financieras internacionales a la hora de presentar el balance económico del país a fin de recabar nuevos créditos fue Kostas Karamanlis de Nueva Democracia quien falseó las cuentas con la aquiescencia del Pasok. No han sido ni Amanecer Dorado, ni Syriza, los responsables de que el PIB griego se redujera en una cuarta parte desde el inicio de la crisis, sino la pésima gestión del Pasok y ND, que siguieron obteniendo mayorías mediante políticas clientelares similares a las que han conservado en el poder al PSOE andaluz casi 40 años. No fueron “los griegos” quienes dieron como buenos los datos falseados sobre su economía dados por el gobierno ¡sino Golman Sachs que auditada las cuentas y cuyo responsable en Europa era Mario Draghi hoy preside el Banco Central Europeo!
No fueron “los griegos” los que, un buen día decidieran vivir “por encima de sus posibilidades”, sino la casta degenerada y corrupta que ha gobernado ese país más de cuarenta años, la que enmascaró la verdad con declaraciones y proyectos triunfalistas que sugerían el “progreso económico” del país, la “solidez del sistema bancario griego” y del propio país (¿a que todo esto suena?), convirtiendo lo que, en realidad, era una gestión irresponsable y desastrosa en un “éxito” y en el “todo va bien” a fin de no conservar y aumentar su clientela electoral (a recordar sólo que el salario mínimo griego se fue elevando en períodos electorales… no por criterios “sociales”, ni económicos, sino simplemente por puro clientelismo electoral).
No fueron “los griegos” los responsables de la quiebra de su banca, sino los directivos de esos mismos bancos que durante décadas fueron apuntalando al gobierno griego (para evitar que el poder pasara a cualquier otro que no fuera el Pasok y Nueva Democracia) comprando su deuda sin preocuparse de si era “segura” o más bien impagable (la quita del 50% de la deuda en 2011 les privo de suculentos beneficios y demostró su falta de una política inversiones responsable). No han sido “los griegos” los que han generado una burocracia insostenible, o los que han descuidado la recaudación fiscal para evitar reacciones en contra, no han sido “los griegos” quienes han nombrado miles de asesores (e incluso de jardineros) amamantados con cargo a los presupuestos generales del Estado que ni siquiera tenían que ir a fichar a primera hora de la mañana, sino que eran pura y simplemente puestos de trabajo fraudulentos destinados “a los amigos” o a los habituales “cuñados”. Sin olvidar que un funcionario griego ganaba más que un funcionario alemán uniendo pluses, pagas extras, incentivos, salario base, etc: 70.000 euros en Grecia por 55.000 en Alemania… Este derroche abarcaba, naturalmente, al sector público de la economía, particularmente pesado e ineficiente, con cientos de empresas estatales, todas absolutamente deficitarias y casi todas absolutamente prescindibles. El “sector publico” creado por Pasok y Nueva Democracia era, simplemente, otra recurso clientelar de ambos partidos, refugio de familiares, segundones del partido, amigos de los amigos, etc, completamente inviable según los criterios de eficacia empresarial u cuya “utilidad social” quedaba reservada al puro enchufismo.
Y, por supuesto, si en Grecia apenas existía recaudación fiscal (ni siquiera en aquellos sectores más fácilmente controlables desde el punto de vista impositivo) se debió a la misma obsesión de ambos partidos por mantenerse en el poder, así como a la convicción de que permanentemente el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea harían todo lo posible para ir otorgando créditos con garantías poco exigentes al gobierno de turno sin necesidad de reformar la hacienda del Estado. Lo cual se pudo mantener… hasta que estallaron las burbujas inmobiliaria y financiera en 2007-2008 generando un parón económico internacional, una brusca y prolongada recesión y la interrupción inesperada del período del despilfarro. Desde entonces, el país alberga unas cifras de paro parecidas a las de España (27%, con un 50% de desocupación entre los menores de 25 años).
Es, a partir de 2009 cuando el “caso griego” empieza a inquietar. Se habla de los “países PIGS” (iniciales de Portugal, Irlanda, Grecia y España) que habían vivido demasiado por encima de sus posibilidades y que encontrarían dificultades para pagar su deuda. De todos estos países, Grecia es el eslabón más débil. Así pues, la “troika” (formada por representantes del BC, el FMI y la Comisión Europea) decide imponer medidas excepcionales en este país: no tanto para “disciplinarlo”, como para ejemplarizar, especialmente, a España cuya economía tiene bastante más peso en el conjunto europeo.
A partir de 2011, en Grecia se produce un golpe de Estado permanente por parte de la “troika” que cuenta con la ayuda inestimable, en primer lugar, de los dos grandes partidos que han gobernado el país, en segundo lugar con las noticias cada vez más catastróficas de aquellas mismas agencias de calificación (Moody’s, Golman Sachs) que hasta ese momento habían minimizado el riesgo de la deuda griega y que a partir de entonces lo elevan hasta hacer imposible la inversión extranjera y generar fuga de capitales, y, finalmente de los medios de comunicación locales e internacionales, verdadera voz de su amo (los consorcios financieros internacionales).
¿Cuál es el riesgo de Grecia? No es económico (de hecho, en la globalización, la economía especulativa no es más que una serie de notaciones electrónicas virtuales con poco impacto sobre la riqueza real de las naciones), es especialmente político. Porque si en Grecia cae el Pasok y Nueva Democracia, si en Grecia aparece por la derecha Amanecer Dorado y los Griegos Independientes, y por la izquierda Syriza, y sus fórmulas dan un mínimo resultado, el ejemplo puede cundir en toda Europa, especialmente en España en donde Podemos se configuraba en 2014 (el Podemos de hace un año, con la frescura de la oposición y la virginidad de origen suscitaba, desde luego, muchos más entusiasmos que el Podemos del verano de 2015 que en pocas semanas ha demostrado reproducir las mismas lacras que cualquier otro partido tras constituirse los ayuntamientos), como una fuerza alternativa en la que podía esperarse que renovara el panorama político.
Así que había que “disciplinar” a quienes soñasen con la esperanza. Había que evitar que algo parecido a Syriza o a Amanecer Dorado o a los Griegos Independientes alcanzara el poder en algún otro país europeo. Y esto solamente podía hacerse creando un “escaparate” en el que se percibiera la inutilidad de votar a opciones que no “fueran razonables”, es decir, que no pusieran como clave de bóveda de su programa el sometimiento a la “troika”, el pago de la deuda, la privatización extrema neoliberal y… el situarse fuera del cerco de centro-izquierda y de centro-derecha en el que se incluye todo lo que es “aceptable” para el sistema y para su gobernanza económica.
A partir de este momento, resultaba evidente que las elecciones (que desde 1945 habían sido el ritual democrático imprescindible para entrar en el club de la corrección política) pasaban a muy segundo plano. Bastaba con que un gobierno no encajara en las intenciones de los poderes económicos para se iniciara, justo después de las elecciones, una campaña de acoso y derribo contra él. Ni siquiera se trataba de “votar en libertad”, sino de que el gobierno que resultara elegido –cualquier gobierno en cualquier país– careciera de margen de maniobra (no fue por casualidad que tres días antes de las últimas elecciones griegas, Draghi explicara que Grecia no tendría acceso a los 60.000 millones de euros mensuales destinados a comprar deuda nacional de los Estados… salvo en ciertas condiciones; o que, después de las elecciones, Moody’s anunció que los resultados electorales “perjudicaban las perspectivas de crecimiento griegas”). No había lugar a la esperanza: sólo para los compromisos ¿adquiridos por los votantes? sólo de manera muy secundaria: adquiridos sobre todo por las clases políticas degeneradas y corruptas que durante años habían tratado de eternizarse en el poder.
Desde el mes de enero estamos asistiendo a un golpe de Estado que la “troika” y los poderes financieros están realizando contra el gobierno griego salido de las urnas. Antes, solamente unos pocos visionarios eran conscientes de que, desde 1945, se vivía una situación de “soberanía limitada”: solamente podían existir “Estados soberanos” en la medida en que aceptaban ciertas reglas del juego, la partidocracia la primera de todas, el liberalismo económico a continuación, la prioridad de la economía sobre la política como corolario. Ese esquema sigue hoy vigente. Solamente se puede votar a quien acepta estos principios. Si se vota a cualquier otra opción empieza el golpe de Estado económico. En Grecia, los nuevos partidos se encuentran en este momento ante la tesitura de insistir en llevar adelante su programa –con lo que están abocados a soportar la “guerra económica”- o bien renunciar a él… y ser abandonados por los votantes. En estas condiciones ¿qué sentido tiene celebrar nuevas elecciones?
El discurso parlamentario de Alexis Tsipras convocando el próximo referéndum sobre la aceptación o no de las condiciones impuestas por la “troika” puede ser suscrito sin dificultades por cualquiera que sea consciente de lo que está en juego (la soberanía de las naciones, la condena a la acción mancomunada de una clase política corrupta con la élite financiera). En los dirigentes griegos de Syriza, de los Griegos Independientes y de Amanecer Dorado, está muy claro lo que está en juego: someterse o desaparecer. Dudo mucho que en España, Podemos o Ciudadanos (las nuevas opciones) tengan el valor, la capacidad y los redaños para admitir algo siquiera remotamente parecido.
© Ernesto Milá – info|krisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com
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