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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Cuatrimestre de ruinas

Cuatrimestre de ruinas

Info|krisis.- Concluido el mes de agosto y retornados sin excusa a los puestos de trabajo, falta saber qué nos depara el último cuatrimestre del año. Los dos tercios de 2014 que hemos consumido han sido particularmente interesantes desde el punto de vista informativo, pero los próximos meses van a ser, simplemente, de infarto. Vale la pena, hoy primero de septiembre, dar un repaso a lo que tenemos ante la vista.

Repasando los dos tercios cubiertos de 2014

Hasta ahora, 2014 va en camino de ser un “año histórico”. Si ahora terminara el año y juzgáramos lo que ha representado 2014 para la historia de España, sin duda diríamos que el suceso más importante ha sido el relevo en la monarquía y lo que ha supuesto la ceremonia de entronización de Felipe VI. Pero, a la vista de cómo se han hecho las cosas (muerte de Adolfo Suárez, aparición del libro de Pilar Urbano, mal estado de salud de Juan Carlos I, campaña de promoción de Felipe-Leticia, abdicación, ceremonia laico-parlamentaria descafeinada de “entronización”, consabido viaje de la nueva pareja real a Marruecos) el episodio indica una banalización creciente de la monarquía y parece tener mucho más impacto en los lectores de la prensa del colorín que en la política real.

Desde el punto de vista económico, desde hace seis meses venimos oyendo al gobierno afirmando por activa y por pasiva que, finalmente, se ha revertido la situación económica y el país está generando empleo. Realmente los datos económicos positivos  empiezan todos los años en el mes de marzo o, como máximo, en abril (un poco antes de que se inicie el empleo estacional). El fin del invierno y el inicio de la campaña turística de Semana Santa son los únicos elementos que favorecen ese repunte anual del empleo. Eso ha generado en los últimos seis meses un aumento del consumo interior que puede explicarse precisamente porque este año han aumentado las visitas turísticas a nuestro país.

Las exportaciones, en cambio, no han ido bien a la vista del parón de las economías centroeuropeas y de que se empiezan a notar los problemas generados por la quiebra argentina y la recesión brasileña, preludio de lo que vendrá. Así como la primera oleada de la crisis económica tuvo como ejes a los EEUU y a los países PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia, España), siendo primero crisis inmobiliaria, luego crisis bancaria, luego crisis de deuda soberana y en España y Grecia convirtiéndose en crisis social y desembocando en una crisis política), la segunda oleada de la crisis de la globalización está teniendo su eje en Iberoamérica, cuando ya se empieza a hablar de la futura crisis de la deuda china y del estallido de la burbuja inmobiliaria en el gigante asiático.

Al gobierno Rajoy no parece importarle mucho que el empleo que se genera sea “empleo-basura” con ciclos de tres-cuatro meses de permanencia, fin de contrato y vuelta al paro, y que esté íntimamente ligado al sector de la hostelería, esto es al aumento del “turismo-basura” que indica muy a las claras en el callejón sin salida en el que nos ha llevado el presente modelo económico de nuestro país. Éste nos conduce aceleradamente a convertirnos en un país de camareros, reponedores de supermercados y empleados en la limpieza de hoteles, capaz de convertirse en la meca del peor turismo que pueda concebirse y sin esperanzas de que la tendencia se vaya a invertir en beneficio de un turismo de calidad, menos masificado, con más pernoctaciones y más consumo per cápita.

El turismo declinará a finales de septiembre. Esto hará que las  cifras del empleo vuelvan a ser negativas en octubre y se prolongue esta tenencia hasta el mes de marzo abril, cuando, de no haber ocurrido aquí una catástrofe, el turismo de chancletas y botellón, balconing y porro, repuntará de nuevo y con él el empleo, en un ciclo infernal desde el punto de vista económico y deprimente desde una óptica patriótica.

Las elecciones europeas de mayo demostraron la crisis de la “banda de los cuatro” (PP, PSOE, CiU y PNV) abocados a perder votos. Se evidenció que la crisis del PSOE era estructural (lo que ha confirmado, además, el hecho de que la elección de Pedro Sánchez como secretario general no haya impedido que el partido siga perdiendo intención de voto), que en Cataluña y el País Vasco, los independentistas radicales habían superado o estaban en trance de hacerlo a los nacionalistas moderados y que el PP perdía votos. Sin embargo, la gran convulsión se produjo con los resultados de Podemos que desde entonces no ha hecho más que mejorar en las encuestas y situarse a la cabeza de la izquierda.

Raro ha sido el día en que la corrupción no ha aparecido en los medios de comunicación ligada especialmente a las comunidades autónomas de Cataluña y Andalucía, hermanadas en esto y con graves sospechas hacia quienes las dirigieron (y las dirigen). En el caso catalán, evidentemente, se ha tratado de sacar a la superficie algo que los jueces de allá y la fraudulenta Oficina Antifraude de la Generalitat no han estado en condiciones de hacer. Y si esta salida a la superficie de algo que todos los analistas conocían desde hace décadas (el increíble nivel de corrupción enfeudado en la Generalitat) se ha producido por la proximidad del desenlace del “proceso soberanista”, lo cierto es que también se ha revelado que los sucesivos gobiernos que se han sentado en La Moncloa habían mirado a otra parte inducidos por la colaboración que recibían de la Generalitat, lo que no dice mucho hacia la honestidad y moralidad de nuestros gobernantes.

La inmigración ha repuntado en forma de asaltos masivos  dramáticos a las vallas de Ceuta y, especialmente, de Melilla y a la llegada de oleadas de pateras. Una vez más se ha percibido la actitud equívoca de Marruecos que ha permitido estos asaltos (incluso inmediatamente después de la entrevista entre Felipe VI y Mohamed VI) y la perplejidad de un gobierno que desde hace décadas se niega a ejercer la autoridad y actuar contundentemente para desarticular un fenómeno a cuya peligrosidad social y al lastre económico, también se une el riesgo sanitario que implica llegadas descontroladas de inmigrantes procedentes de zonas en las que se extienden enfermedades infecciosas y virus tropicales del que el Ébola es, sin duda, el último ejemplo, pero no el único.

El décimo aniversario del 11-M se celebró cuando empezaran a salir de las cárceles algunos de los marroquíes condenados. El gobierno prefirió no dar mucho relieve al aniversario y hacer oídos sordos a las voces que desde hace años recuerdan que ni la investigación ni la sentencia llegaron a demostrar nada esencial del crimen, limitándose a aceptar la versión oficial y dejando un gigantesco agujero negro que recuerda que el asesinato de 192 sigue impune.

En lo que se refiere al “proceso de paz”, las protestas de las asociaciones de víctimas del terrorismo no lograron detener la excarcelación gradual de presos, sin duda, pactas por el PP antes de ocupar el gobierno, cuando ETA exigió a Zapatero la aquiescencia de Rajoy para reiniciar las conversaciones.

La eliminación de la selección española de fútbol del mundial de Brasil supuso un trauma nacional para algunos superior a lo que pudiera suponer el fallecimiento de un ser querido. Solamente los hinchas del Atlético de Madrid tuvieron la satisfacción de ver a su equipo como campeó de la liga. Estas son, desde luego, las noticias más relevantes desde el punto de vista “cultural” y a la vista de que la cultura, como tal, se ha ausentado del país sin dejar señas.

Desde el punto de vista internacional cabe recordar la entrada del conflicto ucraniano en su última fase con el golpe de Estado de Kiev que situó a una camarilla pro-OTAN en el poder y el inicio de la secesión de las zonas mineras del Este del país. El aumento de la tensión en Palestina a raíz del asesinato de tres jóvenes judíos y de las represalias que siguieron, indica la imposibilidad de resolver el conflicto por vía de la negociación. En Irak se ha ido desvelando lo que ya era previsible desde la invasión norteamericana de 2003: que la caída del régimen laico de Saddan Hussein no supondría el establecimiento de una democracia digna de tal nombre, sino la liberación del potencial explosivo del fundamentalismo islámico en la zona. La guerra civil siria, por su parte, ha confirmado lo mismo: el yihadismo acude al olor a pólvora y se sitúa a la ofensiva al margen de que el conflicto haya sido iniciado por grupos más moderados… Hay que decir que ante estos conflictos internacionales, España ha demostrado tener muy poco que decir. Rajoy se ha limitado a ponerse a remolque de la OTAN, de la UE y de los EEUU sin aportar ningún matiz, ni ninguna propuesta propia.

A la vista de este resumen podría sentenciarse que los dos primeros tercios de 2014 no han sido particularmente positivos en ningún terreno (salvo la mirada de Rajoy hacia el “vaso medio lleno”), pero cabría añadir que lo peor está por llegar.

Lo que queda de 2014…

Cronológicamente, el primer problema que se va a plantear en el último tercio de 2014 es la “cuestión catalana”. El 11 de septiembre se cumplirá el tricentenario de la caída de Barcelona en manos de las fuerzas borbónicas. La Generalitat intenta transformar la fecha en una apoteosis independentista sin el más mínimo respeto por la verdad histórica, ni por las necesidades actuales de una Cataluña desertizada industrialmente, con una capital saqueada por el turismo, que por voluntad de Jordi Pujol agrupa al mayor contingente de inmigrantes islámicos de todo el Estado y, para colmo, con unos niveles de corrupción tan solo semejantes a los andaluces.

Todo induce a pensar que la salida a la superficie de la corrupción impulsada por el gang Pujol ha “hecho pupa” en el independentismo. A esto se une la firmeza con la que Rajoy afirma que se “cumplirá la ley”, firmeza simétrica a la que hacen gala Mas y Oriol Junqueras quienes insisten en que “habrá referéndum el día 9 de noviembre, sí o sí”… Todo induce a pensar que las dos partes se han tomado la cuestión como una partida de póker en la que se trata de jugar de farol hasta el límite del infarto. La correlación de fuerzas juega a favor del Estado: aparte de que las masas nacionalistas se han ido radicalizando en los últimos dos años, distan mucho de tener el consenso necesario para alcanzar la secesión incluso en el caso en que el Estado Español se despreocupara por la suerte de Cataluña. Incluso puede pensarse que si se celebrara el famoso referéndum, la hipotética respuesta de las urnas sería ampliamente contraria a la secesión.

En toda esta historia, el personaje más dramático es Artur Mas, que inicia este proceso a poco de llegar al poder y tras siete años de verse apeado por los dos tripartitos de izquierda. Simplemente, para poder negociar con Madrid teniendo ases en la manga, Mas inyectó fondos en los circuitos independentistas que pronto cobraron vida propia y superaron los límites que les había marcado Pujol tiempo atrás. Poco a poco, Más se ha ido viendo superado primero y arrastrado después por la marea que él mismo creó, disponiendo cada vez de menos margen de maniobra. Tres años después su situación es extremadamente difícil y, sea como fuere lo que ocurra luego, ha llegado al final de su carrera política. Las alternativas para él son pocas.

O bien Mas celebra, contra viento y marea el referéndum amparado en la ley catalana de consultas que se aprobará en los próximos días y que será recurrida (y su aplicación paralizada, por tanto) en el Tribunal Constitucional, o bien la retrasa. Si la celebra de manera ilegal, la consulta constituirá un fracaso de participación (no más del 35%) y se arriesga a que las presiones sobre Rajoy sean extremas y se vea obligado a suspender la autonomía catalana y a procesar a Mas por sedición, dando con sus huesos en la cárcel. Hipótesis remota, por lo demás. Si no celebra la consulta, ERC le resta su apoyo parlamentario, con lo que Mas se verá abocado a convocar unas elecciones anticipadas en las que ni siquiera se presentará y que CiU perderá por goleada, obteniendo ERC el rango de partido más votado. De ahí la firmeza de Oriol Junqueras que intuye perfectamente que la consulta jamás verá la luz y que aparentar dureza y aplomo le reportará más votos desencantados con la ambigüedad de Mas y con las corruptelas de CiU. Junqueras sabe que la alternativa al referéndum son las elecciones anticipadas… y que las ganará indiscutiblemente. El año terminará en Cataluña, previsiblemente, con la convocatoria de elecciones autonómicas para Enero.

A partir de Octubre la sonrisa de Rajoy se disipará: las cifras macroeconómicas dejarán de ser “favorables” y se demostrará la triste realidad de que dependemos completamente del turismo, es decir… de un negocio estacional. Las cifras del paro repuntarán de nuevo. Por otra parte, se percibirá sin sombra de dudas que el empleo que se ha creado a lo largo del año ha sido simplemente estacional con un altísimo nivel de rotación y que el 80% de los contratos apenas han supuesto trabajo durante cuatro meses antes de reingresar en las listas del paro. La estructura económica de nuestro país está configurada de tal manera que el paro es endémico y el empleo desde hace décadas se concentra mayoritariamente en sectores con poco valor añadido (hostelería, construcción y agricultura). La hostelería está sometida a los gustos del turismo, a la situación internacional (caída del turismo magrebí y turco favorecen la llegada a España de turistas de Europa Occidental) y a la posición modesta de otros competidores (Croacia, Eslovenia, Chequia) que no durará siempre. Sin olvidar que un pequeño incidente generado por independentistas o yihadistas podría simplemente cortar en seco la llegada de turistas y un desplome del PIB en apenas unos meses.

El repunte del paro provocado por el fin del trabajo estacional se unirá a la desaceleración de la economía europea (a la que va a parar una parte sustancial de nuestras exportaciones) y a la recesión de las economías argentino-brasileña que contribuirán a revitalizar la crisis de la globalización iniciada en 2007. Cuando se convoquen las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015, la campaña se iniciará con el mal sabor de boca de esta crisis y su repercusión en el empleo y la sensación de que la palabra de Rajoy vale tanto como la de Zapatero o de cualquier otro que le haya precedido, lo que permite entrever que los resultados para el PP serán limitados y que perderá algunas grandes ciudades y el control de algunas comunidades autónomas en las que hoy gobierna.

La acumulación de casos de corrupción producida en los últimos años no parece que vaya a desembocar en el último tercio de 2014 en juicios públicos. Tanto la trama Gürtel, como el caso de los EREs, si bien han superado la fase de instrucción, no se ha concretado todavía una fecha para su celebración y en cuanto al destino procesal del gang Pujol (y de otros casos que puedan aparecer hasta que se sustancie el conflicto soberanista en Cataluña) ni siquiera se han abierto las instrucciones. En cuanto al Caso Urdangarín, a medida que se dilate su instrucción, y vaya quedando atrás la abdicación de Juan Carlos I, la corrupción en el entorno de la Casa Real tenderá a identificarse con la imagen del nuevo monarca en lugar de estar ligada al precedente. De ahí que, de entre todos, éste posiblemente sea el caso que aparezca antes en los tribunales, pero difícilmente en el cuatrimestre que se inicia ahora.

Parece inevitable que se produzca una recomposición de la izquierda en torno a Podemos, a la vista de la tendencia iniciada a partir de las elecciones europeas y de la incapacidad del PSOE para superar su crisis estructural. La falta de talla política de Pedro Sánchez, evidenciada en sus dos meses de gestión, siembra las más serias dudas sobre el futuro de este partido. Con una Izquierda Unida en descomposición y un tránsito por goteo hacia Podemos, el silencio atemorizado de Equo ante el ascenso de su inmediato competidor, es inevitable que el partido de Pablo Iglesias, si consigue superar su dinámica asamblearia y pone orden en sus estructuras organizativas, se convertirá antes de las elecciones municipales en vector principal de la izquierda.

Todo esto induce a pensar que una vez resuelta la fecha mítica del 9-N en la que probablemente lo único que pase sea que Artur Mas se vea obligado a convocar elecciones anticipadas, el problema catalán quedará conjurado, como mínimo hasta que no se siente un gobierno de izquierdas en La Moncloa, gobierno que no podrá sino surgir de una coalición entre un PSOE declinante, un Podemos aun capaz de suscitar el entusiasmo propio de las utopías y una IU enfrentada al dilema “desaparición o tocar poder como socio secundario”. Solamente en esas circunstancias un gobierno español podría autorizar la convocatoria de un referéndum en Cataluña de efectos imprevistos.

El último cuatrimestre de 2014 demostrará en primer lugar el error de pensar que estamos ante un nuevo ciclo de “vacas gordas” y que el problema del paro dista mucho de estar resuelto incluso en una mínima parte. Demostrará, así mismo, la crisis de confianza del electorado ante las opciones tradicionales y aumentará la sensación de que se está acabando un ciclo político. La ausencia de juicios públicos contra la corrupción (y la posibilidad de que aparezcan más casos) aumentará el encono de la población contra la clase política, una población que quiere ver ya de una vez por todas sustanciados los innumerables procesos abiertos o en vías de incoarse y necesita, de una vez por todas, ver a políticos de primera fila, entrando en fila en la cárcel.

El nombramiento de algún español (¿De Guindos, Arias Cañete?) para ocupar puestos de relevancia en la administración de la UE sería para Rajoy un argumento más para “vender” su idea de “eficacia en la gestión, discreción en la actuación”. Pero, difícilmente esta idea podría llegar al grueso del electorado mucho más pendiente de lo que ocurre en el barrio que de las novedades llegadas de Bruselas por importantes que sean. Por otra parte, el nombramiento de un miembro del PP para un cargo de relevancia internacional, dará argumentos a la oposición para recordar el caso de Rodrigo Rato. Sin olvidar que los comisarios españoles de la UE, frecuentemente, han realizado una gestión completamente aséptica y alejada de cualquier forma de patriotismo.

La publicación del dato de que medio centenar de “españoles” figuran entre los yihadistas que combaten en Siria ha conseguido desplazar el eje del terrorismo al fundamentalismo islámico y exige medidas para frenar las generosas concesiones de nacionalidad en virtud del ius solis de las que la aparición repentina de yihadistas es solamente una de las muchas consecuencias del problema, siendo la primera en importancia, el desfiguramiento creciente de la identidad española. 

El problema de la inmigración, como la caída en picado de la calidad del turismo, deberían de obligar al gobierno a tomar medidas, especialmente por las repercusiones que tienen la llegada constante de oleadas de inmigrantes subsaharianos convertidos en verdaderos transmisores de enfermedades víricas. En cuanto al turismo, el gobierno debería plantearse con el verano aún caliente, si el turismo-basura es el modelo que deseamos y necesitamos. Ahora bien, si tenemos en cuenta la velocidad con la que el gobierno Rajoy suele procesar los datos cotidianos, la respuesta a todos estos problemas no se producirá desde luego en 2014 y suerte tendremos si el gobierno hace algo antes de las próximas elecciones generales.

Cuando oigamos el primer mensaje de Navidad de Felipe VI en el que nos hablará de estar unidos y tener un destino común, mantener una actitud optimista y constructiva a pesar de los nubarrones internacionales y las dudas sobre el futuro… la audiencia será indudablemente más baja que en años anteriores, indicativo que la desconfianza creciente que alberga la población ante la clase política. Y es que el sistema se va marchitando progresivamente como la naturaleza en otoño, su base social se ve cada vez más erosionada como los árboles que a partir de ahora empezarán perder hojas…

© Ernesto Milá – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción de este texto sin citar origen.

 

 

 

 

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