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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Protesta española y límites (I)

Infokrisis.- El movimiento de protesta que se está extendiendo por España y que tiene su foco central en la Puerta del Sol obliga a una reflexión al margen de las filias y las fobias que ha suscitado. Como todos los movimientos emergentes se trata de un fenómeno contradictorio cuyas características iniciales serán muy diferentes de las que tenga cuando haya alcanzado su punto máximo. Dada la velocidad con la que se desarrollan los acontecimientos resulta todavía imposible realizar una interpretación orgánica del fenómeno, pero sí creemos estar en condiciones de aportar unas pocas reflexiones puntuales a partir de las cuales será posible realizar una aproximación más precisa en las semanas que vendrán.

1. Un movimiento es siempre más que las partes que lo impulsaron

Los distintos colectivos que dieron vida a este movimiento surgieron en los dos años anteriores sin que consiguieran atraer mucho interés, ni tuvieran excesivos resultados. Podría decirse que, en general, se trataba de un magma compuesto de un lado por restos de la antigua izquierda radical, grupúsculos libertarios, cyberactivistas y, esencialmente, grupos alternativos muy minoritarios que ni siquiera tenían una presencia efectiva en las universidades. Su ámbito de aplicación era Internet y su desencadenante la crisis económica y las nulas perspectivas de la juventud para encontrar empleo. Estos grupos no contaron con el favor de los medios de comunicación que siempre los ignoró (tanto de derechas como de izquierdas).

Las protestas contra el Plan Bolonia, contra la imposibilidad de adquirir una vivienda y contra la Ley Sinde (#nolesvotes) supusieron una primera oportunidad para que la ira de la nueva generación pudiera demostrarse en las calles y se tradujera en una serie de iniciativas en la red que cristalizaron en la manifestación del 15 de mayo realizada por Democracia Real Ya (DRY).

Naturalmente mirando al dedillo a quienes convocaron la manifestación aparecen algunos nombres de izquierda y especialmente de izquierda radical especialmente en los primeros pasos de los “colectivos” que luego han tenido más presencia en la protesta. Sin embargo a poco que uno lo examina con más amplitud se percibe que esos colectivos, en el momento de escribir estas líneas, han ido perdiendo protagonismo y han sido completamente rebasados por el movimiento de protesta que se ha generado.

2. ¿Por qué este movimiento de protesta ha calado tan rápidamente?

Los movimientos de protesta solamente tienen éxito cuando operan a modo de catalizador precipitando una sensación que estaba difusa en buena parte de la sociedad.

En este caso esa sensación era la de hastío hacia la clase política, hartazgo ante una crisis de la que nadie nos explica ni porqué se ha gestionado tan mal como se ha hecho, ni porqué la oposición carece de soluciones, porqué lo único que se han defendido son los intereses de la alta finanza y de la banca, porqué siendo esta crisis un subproducto de la globalización, ningún partido mayoritario ha osado decir ni mú contra esta lacra, a qué se debe que a pesar de protagonizar 30 años de corruptelas e ineficacia el sistema político español siga dominado por dos grandes partidos que son la cara y la cruz de la misma moneda y sectores del electorado les sigan votando; porqué estamos ante una situación en la que los jóvenes no tienen perspectivas de tener empleos estables y bien remunerados a pesar de su preparación y porqué nadie se preocupa por la ruina de nuestro sistema educativo, porqué han entrado en España 6.000.000 de inmigrantes ante la indiferencia de las autoridades aun cuando nuestro país tuvo siempre unas tasas de paro superiores al 8%, porqué las ciudades se muestran cada vez más hostiles e inhabitables, porqué tenemos unos políticos cuyo nivel técnico está próximo a cero y sus razonamientos ofenden al sentido común. Porqué cada vez existe una brecha mayor entre la población y la clase política, entre los ciudadanos y las instituciones. Y así sucesivamente.

En millones de conversaciones, cada día, durante décadas, las carencias de nuestro sistema político han sido comentadas por todos nosotros. Pero nunca, nuestros políticos han hecho nada por resolverlas. Eso ha generado una sensación difusa de cansancio y desesperanza que ya desde principios de los años 80 se tradujo en “el desencanto”, luego pasó a ser el “repliegue a lo personal”, con la consiguiente destrucción de la sociedad civil, la protesta desapareció de las calles pero fue creciendo en nuestros cerebros. Cortos períodos de crecimiento económico parecían indicarnos que las cosas iban mejor, pero luego, inmediatamente, comprobábamos que eran burbujas, ficciones y que cada día perdíamos poder adquisitivo, nuestra situación social tendía a precarizarse, vivíamos cada vez más dependientes del crédito y, finalmente, a la hora de cambiar las cosas, siempre, inevitablemente, aparecían las mismas siglas en las que nadie que tuviera dos dedos de frente podía entregarse sin reservas mentales.

Resulta un misterio cómo la sociedad española ha soportado estoicamente cifras adversas en todos los conceptos. Hace cuatro años se decía: 2.000.000 de parados es una estadística, 3.000.000 de parados un problema laboral, 4.000.000 de parados un problema social y 5.000.000 de parados una revolución. Y nada ocurría. Sálvame y demás exponentes de la telebasura mantenían audiencias millonarias como si nada ocurriera, los castings de los reality-shows atraían  a decenas de miles de jóvenes que veían en la fama la única posibilidad de huir de la miseria. Un gobierno empeñado en la más absurda de las ingenierías sociales parecía preocupado en cualquier otro problema menos en los problemas que afectaban a la mayoría. Para colmo, cuando sonaron los tiempos de las vacas flacas, ese gobierno –y esa oposición que gobierna también en otras áreas- no estuvieron en condiciones de aplicar ni una sola medida eficiente. Y siguieron pidiendo nuestro voto hasta el extremo grotesco de que en 2008, el PSOE ganó las elecciones amparado en una sola y grotesca mentira: la de que no existía crisis económica, ni se la esperaba. Aludir a ella era antipatriótico. Y en cuanto a la oposición, quizás la hubiéramos mirado de otra manera si no fuera porque el PP tenía también su arte y parte en la crisis (a fin de cuentas el modelo que había estallado era el de Aznar) y porque era completamente incapaz de decirnos qué modelo sustituiría al modelo derrumbado.

¿Cómo no iba a cristalizar una protesta antes o después en un clima como éste? Lo raro es que no hubiera estallado en 2008. Poco importa, pues, quién ha impulsado el movimiento: lo importante es que la protesta está aquí, ante nosotros y ha desencadenado el más gigantesco movimiento de protesta que se ha conocido en democracia en nuestro país.

3. ¿Cuál es el espíritu de la protesta?

Es simple. Si quieres saber porqué se protesta basta leer el manifiesto del Movimiento 15-M que reproducimos a continuación, sin tocar ni una sola coma:

Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean.

Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie.

Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor. Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:

Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.

Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.

El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.

La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE.

El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso.

La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices.

Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos el mundo.

Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos.

Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.

Por todo lo anterior, estoy indignado. Creo que puedo cambiarlo. Creo que puedo ayudar. Sé que unidos podemos. Sal con nosotros. Es tu derecho”.

Indudablemente quien esto escribe comparte sin fisuras lo escrito aun cuando eche en falta algunos elementos importantes que no están contenidos en el manifiesto entre otros: la necesidad de una profunda reforma constitucional, la necesidad de emancipar a Europa de la globalización y de cortar los flujos de inmigración a Europa para reconstruir el mercado de trabajo español y hace falta replantearse la existencia de niveles parasitarios de administración del Estado que ya han demostrado ineficacia (el Estado de las Autonomías se ha convertido en una fuente de problemas y desigualdades, las Diputaciones carecen de razón para existir y hay miles de ayuntamientos cuya existencia no está justificada).

Pero el documento que ha desencadenado el movimiento de protesta es un manifiesto, no un programa de gobierno. Y si de lo que se trata es de pronunciarse sobre él, está claro que cuenta con la adhesión de este pobre indignado. Tal es el espíritu de la protesta. Tal es el documento que ha cristalizado finalmente la frustración y el hartazgo de nuestro pueblo.

4. La evolución de la protesta

Se ha sugerido que la protesta made in Spain sería del mismo género de las que se han dado en el norte de África. Es falso. Nada que ver entre lo sucedido en Egipto, Túnez, Libia o Siria, con lo que está sucediendo aquí. De hecho, lo sucedido en el norte de África –y lo que está sucediendo y lo que, sin duda, sucederá en Marruecos y Argelia- tiene poco que ver entre sí (en Libia lo que se produjo es una ruptura interior del gobierno de Gadafi cuando anunció la nacionalización del petróleo, en Egipto es el ejército el que una vez más ha decidido tomar las riendas, en Túnez fue una situación económica muy deteriorada). De hecho, el único factor común a las revoluciones árabes y lo que explica que hayan estallado ahora y no hace cinco a diez años cuando la situación política era idéntica, es el aumento del precio de los cereales. El movimiento español si se parece a alguno es, por supuesto, al griego.

No es, sin duda, por casualidad que España y Grecia son los países que se encuentran ante una situación económica más difícil. Además de ser países “pobres” (en el sentido de que carecen de una infraestructura industrial pujante y con iniciativa) son los países con un mercado laboral más abandonado y convulso. Países en los que ese mercado laboral se ha visto engordado en los últimos 15 años por millones de inmigrantes que llegaban a dos países en los que ya existía un alto número de parados y salarios bajos. No eran, pues, países muy atractivos para ir a trabajar. Sin embargo, eran los eslabones más débiles –y peor gobernados- de la cadena europea y por donde era mejor instalarse en Europa. Países de bipartidismo imperfecto en donde o gobierna el centro-derecha o gobierna el centro-izquierda por malos recuerdos que hayan dejado en anteriores etapas.

Sin embargo, la sociedad griega ha demostrado ser más combativa que la española. No solamente su despertar fue más temprano sino que se produjo con una extensión desconocida hasta ahora en España. Sí, porque a pesar de las protestas nacidas el 15-M, la sensación que percibimos es que todavía en nuestro país se trata de sectores muy minoritarios los que están saliendo a la calle y lo hacen de manera pasiva, con concentraciones de cientos de personas, pero todavía sin masas.

Para colmo, estas concentraciones se están produciendo justo cuando tienen lugar las elecciones municipales y el propio llamamiento de los indignados parece abarcar solamente hasta la jornada electoral: llaman a no votar al PP y al PSOE ¿y luego?

Por otra parte, hay un intento por parte de todos los partidos por recuperar el movimiento, especialmente por los partidos de izquierdas, IU y UPyD. Y en este sentido cabría decir que la gestión reciente de IU ha demostrado ser una fuerza con la mirada puesta más hacia el pasado que hacia el futuro, ha evidenciado estar más preocupado por la “memoria histórica” que por ofrecer alternativas viables, nos ha dicho mucho más sobre las “fosas” que sobre los problemas y, sobre todo, se trata de una formación esquelética cuyos miembros y antes los del PCE han ido transitando de este sector al PSOE a poco que se les excitara con un cargo bien remunerado. En cuando a Rosa Díez todo lo que teníamos que decir sobre ella, ya lo dijimos en sendos artículos: http://infokrisis.blogia.com/2010/090202-alternativas-que-no-lo-es-tanto-upyd-el-partido-de-rosa-en-busca-de-la-bisagra-e.php y en http://infokrisis.blogia.com/2008/012501-rosa-diez-progre-sin-mas.-reflexiones-sobre-progreso-y-democracia-.php.

Incluso el PP intenta hacer olvidar que los “iracundos” protestan también contra su propia política y Rajoy ha llegado a sugerir que si están en las calles es para protestar contra la política del PSOE. Claro está que esta interpretación, siendo incorrecta, es mucho más de la que ha sido capaz de articular Intereconomía que, sin duda, se ha consolidado como la cadena mediática más odiosa y desagradable de estos días. A los reporteros de Intereconomía les sorprende que sean mal recibidos en las concentraciones. A los que hemos observado el desarrollo de los acontecimientos lo que nos sorprende es esa explicación de que “la protesta la mueve Rubalcaba”…

De hecho, lo mejor que tiene este movimiento es que es completamente irrecuperable por los partidos habituales precisamente porque es un movimiento antipartido. De este movimiento, el PPSOE y sus eventuales aliados (CiU, PNV, IU) obtendrán ningún beneficio.

De todas formas el lunes las protestas, presumiblemente, remitirán. Alcanzado el hito máximo de la crisis (el 22-M) a partir de ese momento entrarán en reflujo para reaparecer justo cuando Zapatero se vea obligado a adoptar una nueva batería de medidas económicas para salir de la crisis que apunten contra la línea de flotación de las clases más modestas: más recortes a los funcionarios, más presión fiscal, menos prestaciones sociales, etc.

Durante las protestas ha pasado casi desapercibida la noticia de nuevas maniobras especulativas contra nuestra economía que nos sitúan a un paso de la intervención. Zapatero tendrá el 23-M dos opciones: convocar elecciones anticipadas para el arranque del otoño (contando con cifras de empleo estaciones que le serán favorables) para que las reformas las haga Rajoy (y se hunda con ellas) o bien mantener la fecha de marzo de 2012 (cuando las cifras de paro hará varios meses que estarán repuntando y cuando él mismo se habrá visto obligado a adoptar las medidas anticrisis que definitivamente pulverizarán las esperanzas del PSOE de sobrevivir a este ciclo electoral).

Si el 23-M se producirá el reflujo, esta habrá sido la primera marejadilla. No es una revolución, ni siquiera un motín o una revuelta, hasta ahora todo ha sido el inicio de una protesta. Y un inicio es prometedor solamente cuando tiene continuación. (continúa)

© Ernest Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.eshttp://infokrisis.blogia.comhttp://info-krisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

 

 

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