Petiot: su coartada era auténtica
Infokrisis.- Félix Petiot, más conocido como el Doctor Petiot consiguió llamar la atención en los últimos meses de la II Guerra Mundial y fue guillotinado como asesino en serie en 1946. Las biografías dicen de él que se “hizo pasar” por miembro de la Resistencia francesa para atraer a sus víctimas, la mayoría judíos, y asesinarlas con tranquilidad. Se cree que el número total de asesinatos que cometió a partir de 1942 estuvo próximo al centenar. Atraía a gente que deseaba huir de Francia explicándoles que él podría sacarles hacia Argentina ya que dirigía una red de la “resistencia”.Luego, desaparecían y con ellos sus joyas y riquezas que intentaban trasladar. En el curso del proceso al que fue sometido se estimó que se había quedado con 200 millones de francos… que jamás fueron encontrados. Petiot era miembro de La Charca…
En el ambiente enrarecido y cruel de una Guerra Mundial, la figura del “Doctor Petiot” emergió con personalidad propia, por encima de las crueldades propias de toda guerra. Es normal a la vista de su historial pasado que le daba todos los rasgos del psicópata. En su infancia no tuvo el afecto de sus madres (que murieron muy jóvenes) siendo cuidado por sus tías. Desde muy joven evidenció tenencias sádicas. Lanzo un gato a una olla de agua hirviendo y se entretenía sacando los ojos a los animales y viendo luego como chocaban contra las paredes. Además, era un ladrón empedernido: robó a sus compañeros de clase y de universidad y luego saqueaba la enfermería de la unidad en la que prestó servicio militar. Cuando ocupó un cargo en la municipalidad de Villeneuve-sur-Yonne, también robó en el Ayuntamiento siendo procesado por ello. Pirómano, ludópata crónico, maníaco depresivo, paranoide, era uno de aquellos casos de psicópata irremediable y absoluto, sin tratamiento posible. Y no puede decirse que fuera un psicópata “integrado”, sino como máximo, un psicópata con cierta cultura y titulación universitaria, pero con los mismos instintos sanguinarios de un Landrú o de un Arropiero.
La vida de un psicópata
Como la mayoría de psicópatas destilaba cierto encanto personal en los primeros contactos y eso le permitió ocultar sus problemas mentales y su peligrosidad. Participó brevemente en la I Guerra Mundial, siendo herido en un pie y licenciado antes del término del conflicto por sus evidentes desórdenes mentales y su neurastenia. Tras la guerra acabó la carrera de medicina gracias a subsidios para excombatientes. Entre 1927 y 1935 fue alcalde de Villeneuve-Sur-Yonne.
En marzo de 1930, la policía descubrió el cuerpo semicalcinado de Madame Debauwe, una persona muy conocida en Villeneuve-sur-Yonne. Había sido asesinada a martillazos y luego su cuerpo quemado. Desaparecieron 180.000 francos. Petiot fue considerado como sospechoso del crimen e incluso un testigo lo situó en el escenario. El testigo, poco después fue a consultar a Petiot y al salir de la consulta murió fulminado por un ataque al corazón. Petiot firmó el acta de defunción…
En ese período ya ocurrió un episodio extraño y propio de la personalidad de un psicópata. En su consulta proliferaban los rumores sobre abusos sexuales y en el pueblo de Villeneuve-sur-Yonne se hablaba a menudo de Petiot como de un conquistador. Sin embargo, en 1927, su asistenta explica que ha quedado encinta del doctor. Poco después desaparece. Siempre existirá la duda de si se trató de su primer crimen.
Petiot evitó cualquier procesamiento en esa época pero no pudo evitar que en el pueblo se extendieran rumores sobre sus responsabilidades en estos crímenes y desapariciones misteriosas. Pero, no sólo es el médico, también es el alcalde de Villeneuve. Cuando es detenido por robar electricidad, finalmente debe dimitir de su cargo.
Luego instaló en París un consultorio médico perfectamente equipado con la tecnología de punta de la época. Decía ser el crear de un sistema de parto sin dolor y de poder curar la ciática, el reumatismo, las neuralgias, ulceraciones y cáncer. Decía haber creado con un físico conocido, un material y una técnica que permitía la curación de cualquier tumor. Era mentira, pero en tanto que psicópata, era completamente indiferente a los sufrimientos de los demás. O a los problemas que genera en otros: cuando fue detenido en la librería Gibert del Barrio Latino robando un libro, explicó que “los genios no se preocupan de las bajas cosas materiales”.
Un asesino en serie en la resistencia antialemana
Al estallar la guerra, inicialmente, no dio que hablar, pero en 1941 compró una mansión (sin que haya podido explicarse fehacientemente de dónde salieron los fondos) que remodeló elevando los muros y transformando en consultorio clínico. En el sótano instaló una cámara de gas provista de una mirilla para poder ver en directo la agonía de sus víctimas.
A finales de 1941, un amigo médico le explica que un amigo suyo judío quiere abandonar Francia y le pregunta si le puede ayudar pues no en vano Petiot le ha confiado que dirige una red de la resistencia. El 2 de febrero de 1942, el interesado acude a la consulta de Petiot siguiendo el consejo de Petiot: “Venga con todo lo que tiene de valor, en pocas semanas estará en Argentina”. Nunca más se le volverá a ver. Inmediatamente desaparece un toxicómano que había denunciado a Petiot como traficante de droga. Y poco después, le toca el turno a una mujer que lo había rechazado.
Seguramente son estos primeros asesinatos durante la guerra lo que le dan la idea de sistematizar sus crímenes. En junio de 1942 los historiadores establecen que Petiot pone en marcha una red de la resistencia. A partir de ese momento se multiplican las desapariciones de judíos que buscaban huir, pero también de no judíos.
La Gestapo empieza a tener idea de que hay una red que permite a los judíos adinerados huir. Tarda poco en saber que el nombre clave de quien dirige esta red es “doctor Eugène” y consigue infiltrar a colaborador… judío, Yan Dreyfus. Dreyfus, detenido espera infiltrarse en la red y luego… aprovechar para huir a Argentina. Desaparecerá unos días después… Un segundo infiltrado tendrá más suerte y Petiot terminará siendo arrestado por la Gestapo el 21 de mayo de 1943. Su estancia en prisión le permitirá ser considerado “héroe de la resistencia”. El 8 de febrero de 1944 es liberado ante la falta de pruebas.
Ante la justicia y bajo la guillotina
Una vez volvió a su domicilio, los vecinos alertaron a la policía y a los bomberos de la humareda y el olor que salían de la casa de Petiot. Cuando entraron los bomberos pudieron ver la hoguera que ardía en el sótano formada por 27 cuerpos. Petiot, sin embargo, no se inmutó. Explicó que se trataba de retos de soldados alemanes y de colaboracionistas. Y, lo más sorprendente, fue que, por segunda veces, salió indemne y fue, no sólo liberado, sino además felicitado. Incluso se permitió alardear de que no eran 24 sus víctimas sino 63. Pero un examen pormenorizado de las víctimas demostró que no había entre ellas ningún alemán. El registro de su casa dio como resultado el hallazgo de más cuerpos en un pozo de cal, 150 kilos de restos humanos ya calcinados, y de más cuerpos descuartizados y dispuestos para ser quemados.
El 19 de septiembre de 1944, un periodista publica un artículo en el que acusa a Petiot de ser un “soldado del Reich”. Inexplicablemente, Petiot escribe una contestación de su puño y letra presentándose como un “auténtico resistente”. A partir de ese momento, la policía empieza a buscarlo en las filas de la resistencia en París, desde donde ha sido enviada la carta y, efectivamente, localizan a un capitán Wetterwald, alias Valéry en la Resistencia, médico-capitán del 1er Bataillon, de verdadero nombre Marcel Petiot… Un nombre que saltó inmediatamente a la fama ocupando las primeras páginas de la prensa francesa incluso cuando los alemanes realizaron su última ofensiva en las Ardenas
A lo largo del juicio, todas las partes salvo el interesado, recalcaron que Petiot nunca había tenido relaciones con la resistencia y que solamente se trataba de un criminal excepcionalmente cruel y extremadamente degenerado. Pero no había actuado solo. Se inculpó a su hermana de complicidad a la vista de que reconoció haberle entregado 400 kilos de cal viva “para combatir contra las cucarachas”.
Los testimonios de aquella época coinciden en que se trató de un proceso extraño. Sorprendió el que el propio Petiot ironizara respecto a su situación y no faltaron los escándalos y las situaciones imprevistas como que acusara a su propio abogado de traicionarle y de ser un “defensor de los judíos”.
Lo único que el juicio fue capaz de demostrar fue que Petiot atraía a las víctimas –siempre extremadamente adineradas- a su domicilio con la excusa de ayudarles a escapar de los alemanes. Luego les administraba una inyección letal con la excusa de cumplir formalidades sanitarias del país de destino y se quedaba con sus objetos de valor. Fue declarado culpable de 24 de las 27 víctimas encontradas en su sótano. Nadie dudaba que las víctimas pudieran llegar al centenar. El 25 de mayo de 1946 fue guillotinado en La Santé.
Petiot, agente clave de La Charca
Durante el proceso, tanto la acusación como el abogado defensor como los medios de prensa se preocuparon de difundir la noticia de que Petiot no había tenido nunca nada que ver con la resistencia francesa. Todo lo que había hecho en nombre de la resistencia era por su cuenta y para atraer a las víctimas. Ninguna relación entre Petiot y la sacrosanta Resistencia… sin embargo, Petiot insistía una y otra vez, siempre que podía en dar nombres de resistentes y episodios que había protagonizado, siendo constantemente acallado por el juez. Cuando cayó la guillotina sobre el cuello de Petiot, la sociedad francesa optó por olvidar un episodio tan desagradable y muchos interrogantes quedaron en el aire.
Sin embargo, en 1980 se publicó la obra de Grombach The Great Liquidator en el que reconoce que Petiot era miembro de La Charca y que realizó importantes servicios para la red. Petiot tenía contactos en París entre los que se encontraban oficiales de la Abwher (la inteligencia militar alemana) y refugiados del Este. Ahora sabemos, gracias a Grombach que Petiot fue el primero en alertar del descubrimiento de las fosas de Katyn en donde la NKVD había asesinado a 18.000 oficiales polacos. Grombach mismo tramitó el informe hacia el Departamento de Guerra, pero éste fue suprimido al ser la URSS aliado de EEUU. Loa alemanes hicieron público el descubrimiento más tarde, en 1943. Así mismo, Petiot identificó a agentes de la Abwehr que habían sido enviados a EEUU, algunos de los cuales consiguieron ser detenidos.
Otro mérito en el haber de Petiot fue informar a La Charca de que los alemanes estaban fabricando armas secretas en Peenemunde, e incluso estuvo en condiciones de informar sobre la naturaleza de esas armas: bombas volantes V-1 y V-2. La información fue aprovechada por La Charca para fotografiar –desde pesqueros noruegos- las instalaciones de Peenemunde. Las fotos llegaron a Suecia y a través de valija diplomática se enviaron a los EEUU a través de Londres. Sin embargo, Grombach explica, que la valija fue abierta en Londres y que a partir de ese momento los informes de La Charca fueron enviados por otros procedimientos.
Grombach en su último libro lo consideraba un informante valioso debido a sus contactos. Las preguntas que se imponen son varias: ¿Fue Petiot algo más que un asesino en serie? ¿Pudieron pasar desapercibidos para la inteligencia norteamericana la desaparición de un centenar de millonarios judíos? De lo que no cabe la menor duda, después de la lectura del libro de Grombach es que Petiot no fue un agente entre otros muchos, sino un agente extremadamente valioso (como buen psicópata era diestro en el arte de la simulación, estilaba cierto encanto y carecía por completo de escrúpulos, daba el perfil perfecto de un agente de La Charca) que informó anticipadamente de detalles cruciales importantes en la II Guerra Mundial. No era un agente de base entre otros muchos.
Ahora bien, si Petiot logró formar una red de la resistencia (red vinculada a La Charca) es lícito preguntar a qué dedicaba su tiempo y qué episodios protagonizó. La dirección de La Charca, debía necesariamente “controlar” o “supervisar” a la red de Petiot. Y la pregunta extremadamente inquietante que se plantea ahora es si La Charca permitió los asesinatos de Petiot con el fin de autofinanciarse… De lo que no cabe la menor duda es que La Charca, apreció el trabajo de Petiot, lo cubrió, durante 35 años lo ignoró hasta que, finalmente, en la ancianidad, Grombach se creyó obligado a escribir sus memorias y aludir a la figura, ya olvidada por todos, del “Doctor Petiot”.
Nadie supo exactamente cómo se había financiado La charca. Nadie supo tampoco el destino de los 200 millones de francos que se estima Petiot sustrajo a sus víctimas. Dinero judío para pagar a una red creada por otro judío…
(c) Ernesto Milá - infokrisis - Prohibida la reproducción de ete texto sin indicar origen.
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