MARCEL DEAT, el neo-socialismo o la izquierda nacional
Infokrisis.- Debió ser al retornar del exilio en 1983 cuando "José Tordesillas" me propuso coordinar con él una obra en la que intenraríamos resumir lo esencial de la literatura fascista. La obra se publicó algo después formada por más de una treintena de artículos, con el título de "Thule. La cultura de la otra Europa", recientemente reeditada. En aquella obra estaban incluidos casi una decena de artículos publicados con las siglas "E.M.". Uno de ellos era éste que hemos rescatado dedicado a Marcel Deat. Lo hemos encontrado justo cuando buscábamos materiales y documentación para componer un pequeño artículo sobre Thierry Maulnier y los no-conformistas de los años 30 que estará on line esta misma semana.
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La bandera del "socialismo constructivo" fué recuperada en 1930 por un joven diputado socialista francés: Marcel Deat. La lectura de la obra cumbre de De Man le había transformado. En "Más allá del socialismo" y "El Placer de Trabajar", Deat encontró nuevos enfoques al socialismo: siendo el socialismo una lucha de los explotados, éstos no son solamente obreros sino campesinos, intelectuales, inquilinos, pequeños comerciantes, etc; la lucha contra el capitalismo, mejor dicho, la necesidad de luchar contra el capitalismo, es el común denominador de todas estas franjas de la sociedad.
Ahora bien, la lucha contra el capitalismo requiere una estrategia que Deat considera debe consistir en la lucha por una economía comunitaria y cooperativa (socialización de la propiedad), la lucha contra la tiranía del interés del capital (socialización de los beneficios), la lucha contra el vacío de poder y el Estado débil (socialización del poder). ¿Y las tácticas? Las distintas luchas parciales contra el capitalismo, la participación en las elecciones democráticas que harán avanzar a los explotados y recuperar parcelas del poder. ¿El objetivo? Un Estado planificado y coordinador de las distintas ramas de la actividad humana. Tal es el esquema completo que animaba a Marcel Deat poco antes de su conversión decidida al fascismo.
Estamos en 1940, la evolución hasta esa fecha había sido larga...
Marcel Deat es sin duda la figura más atractiva, junto a Jacques Doriot, del fascismo francés. Frangois Duprat lo definió como "el ideólogo de la colaboración" con los alemanes durante la ocupación. Había nacido en 1894 en el Nievre y cursó estudios en la famosa Escuela Normal de rue Ulm. El año 1914 es trascendental para su vida, en él se producirán dos acontecimientos que le marcarán profundamente: ingresa en la S.F.I.0. (partido socialista francés, entonces llamado Sección Francesa de la Internacional Obrera) y marcha al frente como soldado de infantería. Su valor será reconocido en ambos campos: como socialista llegará al parlamento y como militar obtendrá la Legión de Honor y el grado de capitán. En 1928 escribió su primer libro "Perspectivas Socialistas", cuyo editor fué precisamente Georges Valois (1). Sus tesis son el eco y la traducción en Francia de las expuestas por de Man en Bélgica. Quizás la tesis que más ampollas levantó durante la guerra, fué la que negaba el carácter revolucionario a la SFIO.
En el congreso socialista de 1930 agrupa tras de sí a una tendencia denominada "Derecha NeoSocialista", que representa prácticamente la mitad del partido. Pero poco a poco, la tendencia oficialista irá recuperando terreno hasta que en 1933 son expulsados, tras un Congreso Extraordinario del partido en el que Deat y los suyos (especialmente Marquet) defenderán una moción titulada "¿Neo-Socialismo?: Orden, Autoridad, Nación". León Blum, el futuro presidente bajo el nefasto Frente Popular, tildará esta moción de "fascismo puro y simple".
Los expulsados - aproximadamente un 20 por ciento de la SFIO- constituyeron el "Partido Socialista de Francia- Unión Jean Jaurés", organización de vida corta y agitada y que terminará convergiendo con otros escindidos del partido radical para constituir la Unión Socialista Republicana, de vida no menos agitada. Deat profesaba por entonces tesis antifascistas y no dudó en adherirse al "Comité de Vigilancia de los Intelectuales Antifascistas", pero sus colaboraciones con intelectuales reputados como "derechistas" e incluso "fascistas", como Jules Romains, menudeaban cada vez más. Junto a Romain y Lacoste, redacta el "Plan del 9 de julio", destinado a dar una salida -al menos sobre el papel- a la crisis social y económica de la Francia de principios de los años treinta. Ministro del aire en el gobierno centro-izquierdista de Sarraut (enero 36), pierde su escaño en mayo. Secretario General de la USR, vive alejado del "Frente Popular", aunque es partidario de un "apoyo crítico", lo que traducido quiere decir "enfrentamiento limitado". Pero poco a poco la oposición entre Deat y Blum irá en aumento.
Aplaudirá los acuerdos de Munich como un paso adelante para la pacificación europea. Volverá al parlamento en abril de 1939 con un programa anticomunista, y pocos meses después, cuando se presagiaba ya la guerra en Europa, escribirá un famoso artículo que pasará a la Historia del periodismo y de la política: "¿Morir por Danzig?", decidido alegato pacifista. Más tarde dirigirá el diario "L'Oeuvre", manteniendo bajo la ocupación alemana sus teorías anticapitalistas y anticomunistas y atacando frecuentemente a los "reaccionarios de Vichy". Sus campañas contra los reaccionarios tendrán como primeros resultados el enfrentamiento entre tendencias del gobierno de Vichy y la caida de Laval el 13 de diciembre de 1940.
El 9 de julio de 1940 Deat, en su periódico, escribía un histórico editorial cuyo párrafo más importante decía: "Los partidos han muerto... Francia no será reconstruida sobre el equívoco de una "unión nacional"... como todos los pueblos que han hecho su revolución... nos hace falta un partido, un partido único que resalte y oriente las aspiraciones comunes. Un partido que, al lado del estado y del gobierno, encuadre, anime, sostenga a la nación. El parlamento ha desaparecido, el partido asumirá el contacto entre el gobierno y la opinión"... El Ressemblament National Populaire iba a nacer como fruto maduro de estas líneas unos pocos días después.
Deat y su RNP consiguieron cierta notoriedad, si bien es cierto que quedaron distanciados años luz de ser "el partido único" que pretendían. El turbulento período de la ocupación alemana en Francia, la división que duró hasta 1943 entre la "Zona ocupada" y el territorio del gobierno de Vichy, y la convergencia de otros partidos (el PPF principalmente) y grupúsculos (el Francismo sobre todo) le privaron de la audiencia que en buena lógica le hubiera correspondido. Por otra parte, algunos de sus militantes fueron asesinados por la resistencia comunista. Con todo, y a pesar de sus diferencias, fueron precisamente Jacques Doriot, excomunista y líder del PPF, junto con Deat, ex-socialista y líder del RNP, quienes más énfasis pusieron en la creación de una Legión de Voluntarios Franceses que lucharon en el Frente del Este, participando en el común combate de Europa contra el comunismo. Los alemanes no concedieron la petición de los dirigentes franceses de que sus voluntarios marcharan a la lucha en uniforme galo; la LVF, como la División Azul y el resto de voluntarios de todo Occidente, lucieron así en hermandad viril y combatiente el uniforme "feldgrau" alemán.
Después de la guerra, Marcel Deat fue juzgado por colaboracionista y, naturalmente, condenado a muerte... en rebeldía.
Sería muy extenso explicar los distintos avatares del RNP hasta el final de la guerra. Baste decir que con él las formulaciones neo-socialistas de Henri de Man, unido a la personalidad política de Marcel Deat, encuentran una 'línea de masas" propia que coincide exactamente -la prueba es justamente su "colaboracionismo", aunque preferimos llamarlo "su patriotismo" durante la guerra mundial- con el movimiento de juventudes nacional revolucionarias que se estaba desarrollando por toda Europa.
Pero si Deat y de Man habían ido "más allá del socialismo", el colectivo "Ordre Nouveau", por esas mismas fechas, pretendía marchar, "más allá del nacionalismo". Las intenciones del colectivo quedaban diáfanamente expuestas en el párrafo final de la obra que dió fama al personaje más representativo del grupo, Thierry Maulnier: "La conciencia nacional y la conciencia revolucionaria separadas, erigidas frente a frente, no constituyen, una con mejor título que la otra, las fuerzas dialécticas de la creación del futuro, son tan solo estériles productos de una sociedad que muere. La conciencia nacional se hace conservadora, es decir, asocia estúpidamente al esfuerzo para perpetuar la realidad nacional, el esfuerzo para conservar en ella el poder de las fuerzas que la destruyen; la conciencia revolucionaria se hace antihistórica y antinacional, es decir trabaja para aniquilar lo que quiere liberar. Las mismas palabras 'nacional' y 'revolucionario' han sido hasta tal punto deshonradas por la demagogia, la mediocridad y el verbalismo, que son ya recibidas en Francia con una indiferencia bastante parecida al disgusto. El problema consiste hoy en superar esos mitos políticos fundados sobre los antagonismos económicos de una sociedad dividida; en liberar al nacionalismo de su carácter burgués y a la revolución de su carácter proletario; en interesar de una manera orgánica y total a la nación en la revolución, ya que sólo la nación es capaz de llevarla a cabo; en interesar igualmente a la revolución en la nación ya que sólo la revolución puede salvarla" (Más allá del nacionalismo).
Así como el fenómeno de Marcel Deat y Henry de Man se le llamó "neo-socialismo", a estos círculos se les apodó "neo-tradicionalismo" y también "nueva derecha", nombres que en realidad no nos dicen gran cosa.
El desencanto por el socialismo y el rechazo hacia la derecha y el capitalismo liberal hizo que algunos intelectuales que no mantenían inicialmente excesivas simpatías por los regímenes fascistas se agruparan en torno a revistas y sociedades culturales que defendían en la práctica los mismos postulados fascistas, pero sólo a nivel intelectual: Jean Pierre Maxence fundó "Les Cahiers" en 1928, dos años después Jean de Fabregues publicaba el primer número de "Reaction" y, por fin, en mayo de 1933, Arrnand Dandieu y Robert Aron iniciaba la edición de "L'Ordre Nouveau". Más tarde y en su misma tónica aparecerán "La lutte des jeunes" teniendo a Bertrandt de Jouvenel como animador, "L'Homme reel" y "Combat", de Roditi y Maulnier respectivamente, y así varios más. Toda esta amplia gama de publicaciones nos indica que el colectivo no tenía un carácter unitario, es la síntesis que estamos realizando la que sí lo tiene en función de que resalta los aspectos comunes, fuera de los dilettantismos que no fueron pocos. El interés revolucionario, la superación de las derechas y de las izquierdas, el rechazo al parlamentarismo, la definición que de ellos mismos se hacen en "Manifeste pour l'Ordre Nouveau" ("tradicionalistas pero no conservadores, realistas pero no oportunistas, revolucionarios pero no rebeldes, constructores pero no destructores, ni belicistas ni pacifistas, patriotas pero no nacionalistas, socialistas pero no materialistas, personalistas pero no anarquistas, humanos pero no humanitarios") y una visión planificada y corporativa de la economía, dan la idea de lo que unía y separaba a este colectivo con el fenómeno nacional y revolucionario, que en teoría era poco. También se puede traslucir lo que les unía con la escuela personalista de Emmanuel Maunier (que rechazaba el stalinismo y el capitalismo en nombre del redescubrimiento de la persona humana, todo ello enmarcado dentro de una visión cristiana de la vida y cuyo pensamiento ha sido utilizado por elementos renovadores del catolicismo desde la derecha y desde la izquierda) y con el pensamiento nietzscheano.
Durante la guerra, la vorágine de los acontecimientos sumergió en el olvido todas estas teorías. Sin embargo, algunas personalidades siguieron trabajando en parecidas coordenadas. Thierry Maulnier, por ejemplo, en 1942, bajo la ocupación pudo escribir "Violencia y conciencia" y en 1951, "El rostro de medusa del comunismo" que, junto con "sociología del marxismo", de Jules Monnerot, pueden considerarse las "Biblia" del anticomunismo contemporáneo. Jouvenel y Aron también han seguido escribiendo pero, como en el caso de Junger en otro terreno, sus obras están desprovistas ya del carácter juvenil y rebelde de sus primeros escritos, se han transformado en conservadores a ultranza. El mismo título de la obra de Maulnier, "El rostro de Medusa..." es significativo: como aquel ser mitológico, el comunismo es la nueva Medusa que hiela la sangre de los civilizados y rectifica, disculpándose, sus arrebatos juveniles de antaño: "El derecho a equivocarse es el derecho fundamental del ser humano...... No menos se puede decir de Aron, quien considera que sólo la afirmación de los valores "cristianos y occidentales" puede detener al marxismo (curiosamente apenas llega a explicar cuáles son esos valores).
Pero esto poco importa. Lo escrito, escrito está, poco importa que quienes lo escribieran rectificaran luego su pensamiento si no hacían la crítica de lo que pensaran antes. De la "revolución del orden" de antes de la guerra, al "orden por el orden", es decir al conservadurismo reaccionario posterior, no había una secuencia evolutiva lógica, sólo un salto repentino. Nosotros nos quedamos con su pensamiento revolucionario, el que intenta hacer la síntesis del socialismo desprovisto de su componente materialista y del nacionalismo desprovisto de chauvinismo pequeño burgués. Y eso no se quedó en mera teoría: el PPF y el RNP lo asumieron... y lo pagaron con su sangre.
(1) George Valois fue un sindicalista en la preguerra que fundó en 1923 "Le Faisceau", primer movimiento fascista hecho a imagen y semejanza del modelo italiano. Más tarde, después de distintos avatares, Valois disolvió "Le Faisceau", adhiriéndose a SFIO. Resistente durante la guerra, fundó una editorial.
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