Cinco canciones para un ideal (I) La frustración hecha música: "Envío" de Ángel María Pascual
Infokrisis.- Debió ser hacia 1970, poco después del Proceso de Burgos contra los militantes de ETA que habían participado en los primeros asesinatos de la banda (¡Quién me iba a decir que 15 años después, uno de los abogados de los acusados, José María Bandrés, a pesar de nuestras diferencias políticas, iba a presentar mi petición de indulto cuando ya había empezado a cumplir dos años de condena por manifestación ilícita en la prisión Modelo de Barcelona!). No recuerdo exactamente el motivo, seguramente era en tareas de captación, el caso es que visité un sábado por la tarde el Hogar Extremadura de la OJE. Allí en "el bunker" estaba un camarada cantando a pleno pulmón y sin acompañamiento, una canción que desde el primer momento me pareció un himno a la nostalgia y a la frustración.
Volví a ver a aquel camarada en otras muchas ocasiones. Su canto de entonces era el Envío, cuya letra había sido escrita por Ángel María Pascual. Quiso ser arquitecto, pero la vida le llevó por el derecho y la filosofía; Fermín de Yzurdiaga lo condujo a la falange navarra en 1934. Pasó la guerra y la inmediata postguerra en redacciones dando vida a las publicaciones del movimiento franquista, primero al Arriba y luego a JERARQVIA, así escrita con el grafismo que apasionaba a Pascual. Eugenio d’Ors que lo conoció en esa época lo pinto como adicto a los olores de la imprenta: "Pasaron, primero para mí, las noches de Pamplona. Después para los españoles terminó la guerra. Cada cual entre nosotros cambió, a medida de las nuevas circunstancias, el estilo de sus días. Unicamente no cambió el estilo de días, que eran noches, de Ángel María Pascual. Híbrido de camisa azul y zapatos de orillo, el oscurecimiento en que lo conocí siguió acompañándole en los años de paz como en los de guerra, siempre al pie de sus máquinas; siempre, con el ojo sin nube fijado en las platinas; siempre Laocoonte de galeradas; siempre arbitrando primores entre hedores; siempre en la abnegación de una asfixia del propio mérito". (Eugenio d´Ors, Novísimo Glosario, Noches de Pamplona. Arriba 2520 (1947)
Amadís es su primer libro escrito en 1942. Es joven pero su vida se agota. Muere en 1947 cuando apenas ha cumplido 35 años. Algunos de sus amigos dijeron que murió, simplemente, de tristeza. Miguel Ángel Vázquez publicó a finales de los 80 una de sus pocas obras: San Jorge o la política del dragón. Europa, en esos momentos, está ardiendo. A este lado de los Pirineos los "camisas nuevas" celebran las victorias del Eje y las glorias del "caudillo invicto". Pascual en cambio se dedica en ese libro a hacer una crítica al franquismo desde el punto de vista de un fundador de la Falange.
Lo que se presiente en San Jorge o la política del dragón se hace música con el Envío. Su hay algún subtítulo que pudiera aplicarse a estas estrofas es el de "Canción de la Falange perdida". A fin de cuentas, el Envío es la canción que expresa el desencanto de los falangistas que creyeron verdaderamente en la necesidad de una revolución nacional y poco después de calladas las armas en España vieron que habían contribuido a alumbrar un régimen en el que el oportunismo, el contrabando, la corrupción, las restricciones y las injusticias que querían desterrar gozaban de buena salud. El franquismo no fue ninguna ganga y quienes más lo sintieron fueron aquellos que habían contribuido a auparlo. Pascual entre ellos. Unos se sumergieron en el olvido, otros colaboraron con el régimen por inercia, algunos optaron por morir en Rusia para evitar el pronunciarse por o contra el franquismo (a veces una guerra es mucho más fácil de soportar que una paz y la posibilidad de morir en el frente infinitamente más atractiva que la muerte por aburrimiento). Y luego estaba Ángel María Pascual que, simplemente, murió de pena.
Creo que las estrofas, con la métrica de un soneto, de aquella canción que oí cantar a aquel camarada resumían perfectamente el estado de ánimo de muchos falangistas. La experiencia falangista había sido "un verso malogrado". El militante que creyó en el ideal se sintió abandonado por muchos, incluso por los que no debían fallar ("A ti que gimes sin oír al lado aquella voz segura de otras ves"). Lo construido al precio de la sangre no sirvió de nada ("En tu propio solar quedaste fuera"). Muchos se han relajado o han abandonado el ideal ("Si desfalleces, del acoso de todos y cansado"). El franquismo ha decepcionado ("Ves tu afán como un verso malogrado"). Queda la camaradería ("Bebamos juntos en las mismas heces"), pero poco más. El ideal ha sido traicionado ("Del orbe de tus sueños hacen criba"). Sólo hay una posibilidad de mantenerse en pie ("Allí donde estés, cree y espera"). A la espera de que un día retorne la Primavera ("El cielo es limpio y en sus bordes liba claros vinos del alba"). Aunque quizás, la esperanza solamente pueda anidar en el otro mundo ("Por arriba tus ojos. Siempre arriba"). Sería difícil expresar con menos estrofas un estado de ánimo frustrado y depresivo.
Letra y música fueron incorporadas a los canciones del Frente de Juventudes, a la vista de que se cantaba sin cesar en los Hogares de la OJE y en las centurias del Movimiento. Se le dio, por supuesto, otra explicación, pero la que he aportado recogía el sentimiento de los camaradas que de 1945 a 1975 la cantaron como encarnación de su frustración y en muchos casos de su desesperación por el ideal perdido.
Aquella tarde de sábado de 1970, las estrofas de una canción habían conseguido transmitirme un estado de ánimo y un drama. Muchos falangistas habían luchado por Franco y tras la victoria de 1939 se vieron literalmente "pillados" entre la fidelidad al que había sido su jefe en la guerra y la fidelidad a unos principios que no terminaban de llevarse a la práctica. A decir verdad, nunca terminaron de superar esa contradicción.
Es lo malo que tienen los movimientos políticos con inflación de poetas entre sus filas: la melancolía termina jugando malas pasadas. En la falange, acaso hubo demasiados poetas. Faltaron hombres duros como el acero que, curvado una mil veces, recupera siempre su posición originaria dispuesto de nuevo para herir. Quizás fue que estos poetas tenían la vista puesta en el Párnaso y no en la montaña de Zaratustra donde la posibilidad de morir de pena o de asco está proscrita. Quien cree en algo solamente tiene un camino por delante: el que lleva a hacer realidad el ideal.
Letra de Envío
"A ti, fiel camarada, que padeces
El cerco del olvido atormentado.
A ti, que gimes, sin oír al lado
Aquella voz segura que otras veces.
Te envío mi dolor. Si desfalleces
Del acoso de todos y, cansado,
Ves tu afán como un verso malogrado,
Bebamos juntos en las mismas heces.
En tu propio solar quedaste fuera.
Del orbe de tus sueños hacen criba.
Pero, allí donde estés, cree y espera.
El cielo es limpio y en sus bordes liba
Claros vinos del alba, Primavera.
Pon arriba tus ojos. Siempre arriba".
La música puede encontrarse en Rumbos.net
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