La necesidad de fijar un vocabulario político: partido, movimiento, frente, ideología, concepción del mundo...
Infokrisis.- A veces es preciso pararse a reflexionar. Si se hace con otra persona se percibe claramente la imposibilidad de debatir cuando se están utilizando lenguas distintas. De ahí la necesidad de fijar estándares de lenguaje que, en ningún caso pueden ser caprichosos o unilaterales. De la misma forma que en lengua española el Si es el Oui francés o el yes inglés, y esto es así porque se acepta unánimemente y porque los significados corresponden a los significantes en estos tres idiomas, es preciso utilizar el mismo lenguaje que está en la calle o que se acepta en los círculos académicos. Otra cosa sería introducir más elementos de confusión en un debate que es bastante lineal. Tal es lo que hemos pretendido en estas notas.
1) Qué es un "partido", que es un "movimiento" y qué es un "frente":
- Un "partido" es una formación cohesionada en torno a un programa y dirigido por una clase política dirigente, formado habitualmente por una estructura "horizontal" (sobre el plano geográfico, delegaciones) y "vertical" (sobre el plano corporativo o profesional: grupo juvenil, grupos profesionales o sindicatos, etc.). Para que un partido exista se precisa: doctrina (ideología o concepción del mundo), clase política dirigente, objetivos políticos, estrategia y táctica.
- Un "movimiento" es una constelación de partidos, asociaciones culturales, cívicas, profesionales, corrientes de opinión, revistas, etc. que, coordinadas o no, tienen los mismos intereses, tocan los mismos temas aun no formando una estructura orgánica: se dice, por ejemplo "el movimiento antifascista", el "movimiento anti-inmigración", el "movimiento antiimperialista", etc. dando por supuesto que se trata de una corriente de opinión en la que algunas de sus partes están organizadas y cristalizadas y que tiene como denominador común un polo de agregación (la lucha contra el fascismo, contra la inmigración, contra el imperialismo, etc.).
- Un "frente" es una unión de distintos partidos que adoptan un programa común tienen una voluntad de trabajar en común en función de una estrategia y de unos objetivos comunes. Hasta cierto punto, un "frente" es la cristalización política de un "movimiento" y suele estar impulsado por un "partido". Ejemplo: el Frente Popular era la cristalización del movimiento antifascista en los años 30 y de las distintas izquierdas, promovido por los Partidos Comunistas.
2) Derecha Nacional y Nacional-Revolucionarios
- Una cosa es demostrar voluntad de existir como espacio político y otro tener existencia real. No se puede hablar en relación a España en donde ninguno de los dos sectores tiene actualmente un espacio propio (menos de un 1% de cuota electoral no permite hablar de "espacios" propios ni de nada parecido), pero sí en Europa en donde la presencia electoral de los partidos que podrían definirse como de "derecha nacional" es amplia, en contraste con el espacio "nacional-revolucionario" que es prácticamente inexistente y que, habitualmente, allí en donde existe (Francia y poco más) sigue a remolque de la "derecha nacional". Y lo lamento, pero es así: no existe "partido nacional-revolucionario" alguno que haya tenido un mínimo peso político en ningún momento de la historia, en ningún lugar de Europa.
- Por otra parte, habría que distinguir entre "ambiente", "área" y "tendencia". Y en España, dada la irrelevancia de los distintos grupos que componen el "ambiente" (eso que desde el exterior se ve como "extrema-derecha"), no puede hablarse de "corrientes ideológicos", sino de "áreas": y la clasificación más simple es la anti-inmigración, la católica y la falangista. Y, como máximo, dentro de cada "área" podría hablarse de "tendencias". Los falangistas tendrían, pues, una tendencia de "derechas", otra de "izquierdas", y demás. Los católicos, por ejemplo, estarían divididos entre "social-cristianos" (AES) y "anti-abortistas monotemáticos" (FyV) y dentro de la "corriente anti-inmigración" habría que hablar de dos corrientes, una de ellas sería la "nacional-revolucionaria" y dentro de esta habría que hablar de tendencias más: los nacional-revolucionarios "de izquierdas", los nacional-revolucionarios comprendidos como eufemismo de lo que es fascista o nacionalsocialista pero sin utilizar esta tipología por motivos legales (los que suelen poner NS-NR) y los nacional-revolucionarios "de derechas" que no tienen inconveniente en beber y agitar con gente de partidos de derechas, o los nacional-revolucionarios identitarios que, a su vez, podrían ser "nacionales" y "nacionalistas" (esto es, regionalistas)... Y seguramente habrá alguna otra subespecie más que se me escapa.
- La pregunta sería: ¿tiene entidad numérica y coherencia ideológica esta tendencia nacional-revolucionaria como para ser considerada como algo diferente a cualquier otra tendencia? Para los que la componen, claro está, sí, pero para el resto, casi que no. Las características de todos los sectores políticos en crisis es el fraccionamiento extremo: llama, por ejemplo, la atención como en los distintos foros nacional-revolucionarios, cuando alguien quiere descalificar a otro, alude a tal o cual diferencia de matiz (el recurso a tachar al otro de "pro-sionista" es un recurso habitual). El problema de fondo es que no existe una definición de lo que es "lo nacional-revolucionario" y, por tanto, cada cual tiene algo en la cabeza que, seguramente, no coincide con la mayor parte de lo que tienen otros. ¿El pensamiento de Evola es "nacional-revolucionario"? No, desde luego. ¿El de la Nouvelle Droite lo es? Me temo que ni Benoist, ni Faye, ni Vial han pretendido alumbrar nunca nada parecido. ¿Drieu? Es apenas un intelectual y a los intelectuales les está todo perdonado, incluso sus contradicciones. ¿Duprat? Ejem… creo que tengo derecho a hablar sobre Duprat en la medida en que fui creo que el único corresponsal que tuvo en España… Duprat era alguien que se sentía bien acompañado de gentes de "derecha nacional" (y lo estuvo siempre: en Occident, en Ordre Nouveau y en el Front National) en momentos en los que existían grupos "solidaristas" en Francia a los que le cabía mucho más el calificativo de "nacional-revolucionarios". El hecho de que Duprat fuera a la vez secretario general del Front National e inspirador de los "Grupos Nacional Revolucionarios de Base", lo único que quiere decir es que Duprat montó una estructura militante propia… pero no que atribuyera a este concepto un calado ideológico preciso, sino que le atribuía una dimensión política. De hecho, Duprat se definía como "nacionalista" y el calificativo "nacional revolucionario" no era más que una catalogación política que quería indicar cierto radicalismo y activismo, mucho más que una determinada catalogación ideológica. ¿Mishima nacional-revolucionario? Reaccionario japo, como máximo y esteticista barroco. ¿Jünger nacional-revolucionario? Mal asunto, cuando él se definía como "revolucionario conservador". ¿Entonces? ¿Dónde está el corpus doctrinal nacional-revolucionario que permita hablar de una ideología "nacional-revolucionaria"? No lo sé y probablemente moriré sin saberlo.
3) Ideología y concepción del mundo
- La ideología es algo relativamente reciente. Aparecen en el siglo XIX con el marxismo y, de manera mucho más amplia con la trinidad progresista: el marxismo, el evolucionismo y el freudismo. De las tres solamente sobrevive el evolucionismo a costa de modificaciones profundas y en el nivel de teoría. Es innegable que el marxismo constituye una ideología "cerrada", coherente y perfectamente concatenada en el que unos razonamientos llevan inevitablemente a otros y así se obtiene un edificio doctrinal… en el que poner en duda alguno de sus postulados puede contribuir a erosionar el conjunto y a hundirlo.
- Lo malo de las ideologías cerradas es que se constituyen en momentos concretos de la historia, pasados los cuales, pasa también la actualidad de la ideología y lo que se presentaba como algo "cerrado" debe, o bien abrirse para encajar con la realidad, o bien encajar a martillazos con ella. Los escritos de los trotskistas hasta hace poco eran patéticos: Trotsky había sentenciado que la URSS era un "estado socialista degenerado" y los últimos mohicanos de la IV Internacional siguieron sosteniéndolo hasta bien entrado el período Elstin. Aún hoy los últimos marxistas sostienen que la clase obrera sigue siendo "objetivamente revolucionaria"… lo que en el otro lado equivaldría a afirmar que el terrorismo, el "ejército al poder", la consagración de España al Sagrado Corazón o el anticomunismo siguen siendo los ejes de un movimiento político de derechas…
- En el pasado existieron "corrientes económicas", "escuelas filosóficas", nunca hasta Marx se hablo de "ideologías". La primera vez que aparece el término ideología es solamente en 1796 de la mano de Destutt de Tracy, aristócrata ilustrado y lo hizo para definir una rama de la filosofía a la que definía como "estudio de las ideas", como la sociología es el "estudio de la sociedad". Así que no cuenta. Es Marx quien alude a la ideología… y, además, lo hace en sentido peyorativo como "conjunto de ideas erróneas cuyo objetivo es evitar que los oprimidos perciban su opresión". ¡Quién la iba a decir al pobre Marx que su patrimonio doctrinal iba a terminar siendo considerado como "ideología"!
- Hacia finales del siglo XIX, el impacto del marxismo, obliga a reordenar el pensamiento de la derecha. Esto lleva a Charles Maurras a intentar actualizar y reordenar el corpus doctrinal conservador existente en su tiempo (y completamente desarbolado por las querellas monárquicas y las distintas tendencias en las que había estallado el conservadurismo francés de la segunda mitad del XIX) a través de sus obras y del semanario Action Française. De ahí surgirá el "nacionalismo integral", quintaesencia de la extrema-derecha francesa hasta la aparición de los fascismos y que influirá en toda Europa. ¿Podía hablarse de una "ideología"? Sí, por supuesto: lo tenía todo para serlo, voluntad de coherencia, rigor intelectual, concatenamiento de silogismos y desembocadura política concreta en el conservadurismo activista de los Camelots du Roi. Claro que era una ideología. Y, sobre todo, lo era en la medida en que quería responder al marxismo y se consideraba a sí misma, como un patrimonio de ideas anti-marxistas.
- Luego llegan los fascismos que inicialmente maman de fuentes muy diversas según el país. Tanto en Italia como en Francia (en absoluto en España o en Portugal o en Bélgica y apenas en el Reino Unido y, poco, muy poco en Alemania), los fascismos europeos se configuran como una síntesis de ideologías de derechas (nacionalismo) y de ideologías de izquierdas (socialismo no marxista). También los fascismos debieron competir con el marxismo considerado como ideología y, por tanto, en aras de dar una "talla" intelectual a su opción se ven obligados a autodeclarar que asumen la defensa de una "ideología". Es cuestionable: Mussolini en El Fascismo, habla solo de "pensamiento". En Alemania, Hitler parte de la ideología "völkisch", pero diluye la píldora hasta hacer este pensamiento prácticamente irreconocible, incluso antes de su encierro en Landsberg. De hecho, ¡y esto es lo sorprendente! el nacional-socialismo es definido como "ideología", no tanto por sí mismo, ¡como por sus enemigos! los cuales recuperaron el sentido peyorativo que dio Marx a este concepto…
He tenido que dar un vistazo al libro de George Mosse La Cultura Nazi para ver si los textos nacionalsocialistas originarios aludían a "ideología". Y no lo hacen. En realidad, el nacionalsocialismo fue mucho más una concepción del mundo que una ideología y el hecho de que estuviera anclada en el pensamiento mítico mucho más que en una racionalidad objetiva, abunda en esa sensación. El fascismo francés, en cambio, si fue "ideológico" en algunas de sus corrientes, quizás porque allí es donde arraigó con más fuerza entre intelectuales de primera fila y porque la mayoría de ellos procedían del nacionalismo integral maurrasiano y, por tanto, estaban predispuestos a formular su pensamiento en términos de sistema cerrado e ideología. Esto explica la dificultad del pensamiento de Drieu (el menos maurrasiano de todo este grupo) en encontrar una linealidad y su permanente baile izquierda-derecha que terminó en el suicidio y en la duda de lo que habría dicho al día siguiente.
Lo sorprendente es que el fascismo alemán ni siquiera se definía como "ideología", sino más bien como "concepción del mundo", por parte del que fuera su principal ideólogo, Alfred Rosemberg. En El Mito el Siglo XX, habitualmente considerado como "piedra angular" de la "ideología" nacional-socialista… la palabra "ideología" solamente aparece en dos ocasiones… referida a la "ideología sionista", nunca y repito, NUNCA, respecto a la propia ideología. Ni siquiera se alude al liberalismo como "ideología" sino como "concepción del mundo" que ¡es cómo se define el nacional-socialismo!
Y, a todo esto, ¿qué dice Hitler en el Mein Kampf? Es curioso porque en el segundo párrafo del Capítulo IV de la Segunda Parte de esta obra se alude a "ideología" y acto seguido, entre paréntesis, se añade "Welstanchaaung", esto es, "concepción del mundo". Habrá que esperar a una nueva traducción para aclarar este aspecto. Análogo problema se encuentra en los escritos de Goebels, pero su lectura permite entender que el genio de la propaganda hitleriana siempre, inevitablemente, se refiere a "ideología" cuando alude a marxismo, liberalismo, ideología burguesa, etc., pero cuando lo hace a lo propio opta por el término "concepción del mundo". Lo mismo podríamos decir de El bolchevismo desde Moisés a Lenin, donde Eckart alude a "ideología" en una sola ocasión… seguida entre paréntesis por la palabra "Weltanschauung" lo que implica que el traductor, poco familiarizado con las ideas políticas y con su historia ha dudado: cuando todos estos autores hablan de algo que no es propio, aluden a "ideología" y cuando lo hacen de lo propio optan por "Weltanschauung", de cuya traducción no están muy seguros y prefieren colocarla entre paréntesis en versión original. Y no es lo mismo.
- La Weltanschauung es algo muy distinto a una ideología: en primer lugar, no olvidemos que, desde Marx la palabra "ideología" ha tenido una connotación peyorativa: una forma de subjetivismo que se intenta transplantar a las masas para… engañarlas. En realidad, Marx creía haber constituido una doctrina económica y un método de interpretación de la historia que desembocaba en un programa político y en un manifiesto que necesitó redactar cuando se formó la I Internacional. Al oír la palabra "ideología" repetida una y otra vez, muchos -incluso algunos marxistas tardíos- la han asumido como definitoria de su propio pensamiento: para Marx, hemos visto, no lo fue. Marx fue economista y filósofo de la historia, sobre todo. Sólo en última instancia y para llevar su pensamiento a la práctica debió dotarse de una vertiente política innegable con el Manifiesto del Partido Comunista. Ha sido así como, después de Marx, gentes que ignoraban ese carácter peyorativo de la noción de "ideología", la han asumido como lo más natural del mundo… aun cuando ni siquiera defendieran un sistema "cerrado", ni coherente.
- Las sociedades europeas siempre han admitido la contradicción en su interior. Lo contradictorio, es decir, lo que encierra dentro de sí mismo, un principio de oposición, se dio en las distintas concepciones filosóficas de Grecia y Roma. El mundo clásico greco-latino jamás tuvo una "ideología" pero si una concepción del mundo dentro de la coexistieron distintos puntos de vista. El romano estoico podía debatir con el romano neoplatónico en la medida en que ambas concepciones partían de las mismas ideas: "ser uno mismo" y "nada de más", inscritas ya en las dos columnas que abrían el templo de Delfos en la Grecia clásica. Para definir una concepción del mundo no hace falta nada más que unos cuantos principios enunciados a modo de paradigma a partir de los cuales se puede deducir todo lo demás. Así pues, desde el mundo clásico, la "concepción del mundo" es un sistema "abierto" que supone la presencia de un denominador común sobre el cual pueden adoptarse posiciones contradictorias… aunque no opuestas radicalmente (esto es, opuestas en la raíz). De hecho, el ensayo marxista demostró que cuando una ideología "cerrada" inspira a un experimento político, éste se sella con el totalitarismo: aunque Marx jamás pretendiera crear una "ideología", Stalin consideró el marxismo-leninismo como ideología cerrada y por tanto excluyente de cualquier oposición. El episodio de Lysenko y de los genetistas rusos que percibieron la contradicción entre el materialismo dialéctico y las leyes de la genética clásica y de la genética molecular, se saldaron como se suele saldar toda polémica con un sistema cerrado que pugna por sobrevivir: con una estancia en el GULAG.
4) Los elementos de una concepción del mundo:
El que suscribe no tiene ningún problema en entrar en discusiones doctrinales (doctrinales, más que ideológicas). Mis dos fuentes intelectuales de inspiración son el pensamiento tradicional tal como fue formulado por Julius Evola y René Guénon y el pensamiento de la Nouvelle Droite francesa tal como ha sido enunciado por Alain de Benoist o Guillaume Faye. No se trata de ninguna ideología, sino de una "concepción del mundo".
Alguno preguntará cual es el punto de partida de esa concepción del mundo. Sencilla: soy partidario de un punto de vista holístico, en oposición al proceso de la modernidad que puede ser definido como una forma de fragmentación y un proceso ininterrumpido de rupturas. Si se acepta el principio clásico de que la unidad es superior a lo múltiples y que lo uno es superior a lo fragmentado, un análisis de la modernidad nos da 10 rupturas, reconocerlas implica reconocer cuál es el problema, de dónde deriva, y cuál es la situación ideal, implica, en definitiva, definir una concepción del mundo:
a) LA RUPTURA DEL HOMBRE CONSIGO MISMO
El hombre moderno ignora cual es su verdadera naturaleza: apenas sabe nada importante de sí mismo. Conoce solo sus necesidades cotidianas y contingentes y al actuar en función de ellas termina convencido de que no es nada más que un tubo digestivo que es preciso alimentar y satisfacer en unas pocas necesidades más.
Pero el hombre es algo más que eso. Cualquier antropología tradicional implica una concepción más completa y realista: el hombre es cuerpo físico, pero también flujo mental (que puede controlar o mediante el cual puede ser controlado) y finalmente, late en él una chispa sobrenatural que hace de él algo diferente al resto de la naturaleza.
Una concepción reduccionista -utilitarista, si se quiere- hace del hombre un cuerpo, hecho de materia, que es preciso mantener y una mente atraída por las necesidades de esa misma materia que hay que satisfacer en lo que pida: el eje de la vida se desplaza de un polo trascendente (la concepción del hombre como un ser integrado en la naturaleza, pero al mismo tiempo radicalmente diferente a la misma, es decir, una vida orientada a satisfacerlos aspectos trascendentes) a un polo contingente (la vida como búsqueda del hedonismo más elemental y materialista).
b) LA RUPTURA DEL HOMBRE CON LA NATURALEZA
Una concepción materialista y economicista de la vida, debía repercutir, antes o después, en la naturaleza: optimización de los beneficios, las leyes del mercado, la de la rentabilidad, de la productividad a todo trance, debía finalmente, agredir a la naturaleza. Los tiempos en los que el hombre tenía conciencia de que, en su parte contingente, formaba parte de esa misma naturaleza, han acabado.
La sobreexplotación de la naturaleza, los problemas del medio ambiente, las catástrofes derivadas de la energía nuclear, los experimentos genéticos descabellados, todo ello no son sino pruebas fehacientes del enfrentamiento del hombre con la naturaleza. Una lucha titánica en la que el hombre -como el Titán mitológico- siempre tiene las de perder.
Una vida integrada del hombre en relación a la naturaleza implica la utilización racional de los recursos que ésta ofrece; una ruptura, en cambio, implica sobreexplotación, agresión y conflicto. A estas alturas es imposible seguir compartiendo actitudes "progresistas" según las cuales el progreso científico irá compensando y corrigiendo el deterioro del entorno ecológico. Más aún: el encarrilamiento actual del progreso científico supone, día a día, una ruptura mayor del hombre con la naturaleza. La carrera entre una ciencia que deteriora el medio y otra ciencia que intenta paliar este deterioro prosigue frenética y sin cesar, con un resultado problemático al final del camino.
c) RUPTURA DEL HOMBRE SUS SEMEJANTES
Las sociedades modernas son profundamente insolidarias. El fenómeno no es nuevo. Desde que se definieron las relaciones entre los hombre como "homo homine lupus", estaban sentadas las bases para la aparición de un hiperindividualismo y para la abolición de todo lazo de solidaridad.
Fenómenos posteriores como el nacionalismo (que aparece con la revolución francesa, siendo en la práctica el individualismo de los pueblos), el racismo (que se afirma a lo largo del siglo XIX), el individualismo (para el cual el hombre es una unidad atómica separada de otras idénticas a él y necesariamente enfrentada), unido a la acumulación de capital y al afán de lucro y de usura, se van extremizando a lo largo del siglo XIX y XX y hoy no dan pié a ningún optimismo.
El repliegue individualista que registran las sociedades modernas, en las que nadie está dispuesto a sacrificarse por nada y ningún valor es defendido fuera de los estrictamente economicistas, hacen de la sociedad algo profundamente fragmentado y en crisis irreversible.
d) RUPTURA DEL HOMBRE CON LA MUJER
Sería injusto afirmar que la concepción tradicional de la pareja ha entrado en crisis; lo que está en crisis es la concepción burguesa de las relaciones hombre-mujer: la sumisión fálica de la mujer al hombre, ha sido sustituida por el igualitarismo a ultranza y en todos los órdenes. Pero la alternativa no está ahí; si la sociedad burguesa hubo roto la complementareidad hombre-mujer, lo que siguió después, no fue un "ir a más", sino un descender un peldaño: el de la reducción de la feminidad al tipo de varón, integrándose progresivamente en todas las actividades de éste, como si esto fuera una conquista, cuando en realidad lo que implicaba era llegar a las últimas consecuencias de una sociedad machista, la integración de la mujer en el modelo "macho". Pero esto supuso olvidar muchas cosas.
En primer lugar este planteamiento ignora la importancia de la sexualidad en la vida humana. Existe atracción sexual en tanto que existe polaridad entre los dos sexos. Polaridad implica atracción: más fuerte es la polaridad, más fuerte es la atracción, más atenuada está, más débil es la atracción erótica. Un mundo en el que los dos sexos tienden a igualar sus perfomances es un mundo sin polaridad, luego un mundo en el que la tensión erótica se ha relajado o desviado.
Nunca una sociedad ha sido tan libre y permisiva desde el punto de vista sexual como hoy, nunca al hombre se le han dado tantas posibilidades de gozar, pero nunca como hoy han existido tantas psicopatías sexuales.
La integración de la mujer en el mercado de trabajo (como trabajadora alienada y consumidora integrada), su incorporación a las filas militares y a trabajos ingratos y desfeminizantes, solamente puede ser considerada como una "conquista" por mentes abyectas y deformadas, nunca por cerebros sanos y objetivos.
e) RUPTURA DEL HOMBRE CON SUS HIJOS
La aceleración de los ritmos de la historia ha hecho prácticamente imposible la comunicación generacional. Las jóvenes generaciones lo ignoran casi todo de sus padres y lo que estos pueden transmitirles ya ha periclitado o carece de valor.
En este contexto el papel educador de los padres (en el supuesto de que estuvieran en condiciones y supieran educar a los hijos) se ha difuminado: los padres, delegando en la "educación obligatoria" la formación de sus hijos, han renunciado a aportarles algo de sí mismos, confiando en los buenos oficios del Estado o de entidades privadas.
Pero la educación es algo más que cinco horas de clase al día. La educación global implica convivencia, transmisión continua, y, sobre todo, ejemplo. El papel del padre de familia se ha devaluado y deja de ser, ejemplo, educador y orientador de sus hijos, para pasar a ser la persona que trae dinero a casa, tarea a la que se ha reducido la paternidad en nuestras sociedades.
No es de extrañar que el impulso vital que hace que una sociedad se prolongue en sus hijos, haya disminuido en Occidente y la pirámide de población se invierta. ¿Para qué tener hijos? Desde el punto de vista económico, son ruinosos; y tal es el único punto de vista que hoy cuenta, el economicista.
f) RUPTURA DEL HOMBRE CON LA "RES PUBLICA"
Occidente entero, el Primer Mundo, vive regímenes de democracia formal. En la práctica estos regímenes no son otra cosa que partitocracias tuteladas por una oligarquía económica. La libertad de expresión ("se puede decir todo pero no sirve para nada") es una ilusión formal. Las elecciones "democráticas", no solo se celebran ante una indiferencia cada vez mayor, sino que además las opciones en liza han sido uniformizadas en función del "realismo" y del "posibilismo": derechas e izquierdas liman sus aristas y se convierten en confusos conglomerados de centro.
Hoy, democracia, en Occidente, supone elegir solo, cada cuatro años, a unos sujetos con los cuales no existe la más mínima relación, divorciados completamente de sus electores, impuestos por las cúpulas de los partidos (esto es, por los grupos de presión a los que sirven), y cuya tarea se limita a apretar un botón siguiendo las consignas de su jefe de grupo parlamentario. No tienen iniciativa propia, ni autonomía de decisión, ni relación con sus electores...
Para colmo, la pared que separa la vida política de la económica es tan fina como un papel de fumar: los grandes negocios se realizan al abrigo del poder que, frecuentemente es cortejado por mafias corruptas y corruptoras. Esta degeneración de la vida pública -corrupción- aumenta, día a día, la separación entre el país real y el país legal. Por lo demás, puede intuirse el ejemplo de unas instituciones corruptas sobre una sociedad presionada por necesidades economicistas: es el "aquí vale todo" que vivimos. La economía dirige a la política, el poder económico al poder político, las necesidades del rendimiento máximo del capital se traducen en decisiones políticas...
La separación de poderes, base del liberalismo democrático, es mera entelequia y solo existe de manera teórica; la representatividad de las instituciones es más que cuestionable en tanto que los electores no reciben suficiente información (sino consignas y falacias publicitarias) a la hora de votar. Por lo demás, es tradicional que los partidos traicionen el voto de los electores y hagan todo lo contrario de lo que han dicho...
En estas condiciones el hombre moderno no participa de la vida pública. Esta ha sido usurpada y acaparada por una clique de políticos profesionales para los que la gestión del poder por el poder es la única norma y ley.
g) RUPTURA DEL HOMBRE CON LO TRASCENDENTE
Entendemos por trascendencia el impulso del hombre hacia el conocimiento de lo divino. La trascendencia forma parte de la naturaleza humana, tanto como su aspecto biológico o su flujo mental. El marco a través del cual el hombre pudo vivir en el pasado la trascendencia, no era únicamente el religioso; buena parte de las técnicas de ascesis no están necesariamente ligados a ninguna forma religiosa concreta. Estas técnicas forman parte del esoterismo, que se sitúa en un plano superior a la mera religiosidad exotérica.
En Occidente, la Iglesia Católica, renunciando a su esoterismo, poniendo el énfasis solo la fe y en el culto ritual, ha sido uno de los responsables de la ruptura del hombre con la trascendencia. El esoterismo implica la posibilidad de tener directamente la experiencia de lo Absoluto. La Iglesia, hace pasar tal experiencia a través del sacerdote y de la fé, no de un ascesis interior.
El resultado ha sido, no solo la disolución progresiva de los lazos del hombre con lo trascendente -lo que se operó en una primera fase- sino la desviación posterior del impulso hacia la trascendencia. Esta desviación se operó en dos direcciones diferentes: de un lado con la aparición de ideologías político-sociales que implicaban la aceptación de dogmas, ritos, culto, sacerdotes, escritos sagrados, etc. (el marxismo en primer lugar), y de otro, la proliferación de sectas seudo-religiosas, cultos exóticos, ocultismo de distintos pelages, etc. que han constituido lo que podemos llamar "supermercado espiritual".
h) RUPTURA DEL HOMBRE CON LA ECONOMIA
La economía ha pasado, en el decurso de los siglos, de ser un accesorio para facilitar la vida social, a dirigir la totalidad de las actividades humanas. El hombre ha dejado de utilizar la economía para su beneficio y se ha convertido en una pieza más del complicado engranaje de producción y consumo.
La economía en las sociedades tradicionales estaba situada en el nivel que le correspondía: junto a la función productora. Ahora bien, al convertirse la burguesía en clase social preeminente, impuso sus valores a la totalidad de la sociedad y los convirtió en hegemónicos: afán de lucro y usura, leyes del mercado, de la oferta y la demanda, etc.
Pero el burgués utilizaba un arma peligrosa para alcanzar sus fines: el capital. Poco a poco, la acumulación de capital se ha ido concentrando en cada vez menos manos y ha cobrado vida propia: la economía se ha vuelto onmipresente, rige los destinos de los hombres y de las naciones, dirige la política e impone sus leyes en todos los campos de actividad humana y millones de hombres sufren las oscilaciones de un sistema económico que ya nadie controla.
Ya hemos dicho que la economía, para servir a la realización de sus leyes objetivas, ha terminado por agredir, de un lado al hombre, de otro a la naturaleza; pero esto no es todo. En los últimos 200 años se han ido produciendo crisis coyunturales en el sistema económico capitalista, que, mejor o peor, se corregían mediante ajustes técnicos; pero hoy, un examente pormenorizado de la actual crisis económica demuestra que no es coyuntural, sino estructural: pero la reforma de las estructuras económicas, pasa por el rompimiento de las leyes del capital y éste hoy, es hegemónico e inamovible y camina hacia sus últimas consecuencias lógicas: máxima acumulación de bienes, optimización de los costos de producción, regímenes de oligopolio, etc. con sus secuelas sociales: alienación del trabajo, legiones de parados, desfase entre la oferta de consumo y las posibilidades reales de consumir, marginación de sectores cada vez mayores de la población, etc.
i) RUPTURA DEL HOMBRE CON EL SABER
A partir del triunfo de las nociones mecanicistas de la ciencia, se operó un cambio sustancial en ésta: el saber dejó de ser algo universal y se fragmentó en especializaciones horizontes progresivamente más restringidos. La educación integral de los científicos se olvidó y la ciencia se convirtió en una búsqueda ciega y sin conciencia, en la que el desprecio más profundo por la dignidad humana, la seguridad del entorno ecológico y la calidad de vida, se utilizó en beneficio de los intereses de las multinaciones y de los gobiernos: unos y otros preocupados por los problemas de competencia.
El saber -como la economía- ha pasado de ser un instrumento en manos del hombre, a ser una cadena de hierro que marca su esclavitud. Hoy sabemos que la idea del progreso indefinido en falaz y engañosa y que los avances técnicos solo mejoran la vida en sus aspectos más superficiales, sino banales.
Ahora bien, dado el proceso economicista de las sociedades modernas, el saber -que en otro tiempo abarcaba ramas muy diferentes del pensamiento humano- ha quedado reducido al saber científico y éste, a su vez, al saber utilitarista: solo merece ser investigado aquello de lo que puede derivar un beneficio, sin importar cualquier otra consideración ética o moral: los espectaculares avances en biología son significativos a este respecto.
Dado que las humanidades no rinden un beneficio directo, pasan a ocupar un plano muy secundario en la enseñanza y son desvalorizadas por las nuevas generaciones. Idiomas como el latín y el griego, cuyo aprendizaje no es un alarde de mera erudición, sino un instrumento para comprender el significado de las palabras y la génesis de las ideas, desaparecen de los programas de bachillerato. La memoria -ese "músculo" a desarrollar- es estigmatizada por una pedagogía "progresista" y su práctica -que todas las civilizaciones tradicionales han colocado en el centro de su sistema pedagógico- borrada literalmente de los nuevos planes de estudio. El resultado son niños que utilizan constantemente la calculadora para sumar cantidades mínimas y que ignoran todo sobre el origen de su cultura y su pasado. El empobrecimiento humanístico de un saber así concebido, es tan evidente como dramático.
j) RUPTURA DEL SER HUMANO CON LA HISTORIA
Buena parte de las desgracias de la modernidad proceden de esta ruptura que impide a los pueblos y sus integrantes entrar en contacto con sus orígenes y, mediante sugestiones cosmopolitas, multiculturales y universalistas, generar sugestiones subjetivas que convierten en innecesarios los sistemas de identidad de los pueblos.
La historia es la crónica de las acciones de los hombres y vale la pena tenerla presente para identificar cuál es la propia tradición. Tradición deriva de "transmisión". Si se olvida la historia, se olvida la tradición, si se olvida la tradición se olvidan las raíces. Si se olvidan, finalmente, las raíces se desconoce la propia identidad. Por eso es importante mantener siempre un contacto con la historia y con el pasado: para tener un trampolín sobre el que proyectarse en el futuro.
Existen dos formas de concebir la historia: como progreso o como eterno retorno. La concepción marxista de la historia (y, por extensión, la concepción progresista) es lineal, mientras que el eterno retorno (que la sabiduría antigua fijó con la expresión: "No hay nada nuevo bajo el sol") se expresa a través de un círculo.
Existen muchas formas de interpretar la historia y muchos patrones interpretativos: desde la historia como azar, hasta la historia como sucesión de ciclos imperiales, pasando por la historia como expresión de la voluntad de poder de distintos pueblos. ¡Qué importa! La historia es el nexo entre las generaciones y el fundamento que explica, a fin de cuentas, sea cual sea el sistema interpretativo, por qué determinado pueblo ha adquirido unas características identitarias que lo hacen él mismo y radicalmente diferentes a cualquier otro.
SOLDAR LAS RUPTURAS COMO TAREA
De todas estas rupturas emana una psicopatología social que hace que la humanidad viva una crisis progresivamente generalizada que afecta a las sociedades en tanto que tales y a los individuos aislados en tanto que miembros de unas sociedades en crisis.
Aislando los males es posible evaluar los remedios eventuales. Hay que ver la marcha actual de la civilización, en su tendencia dominante, como una bola de nieve que cae por una ladera arrastrándolo todo y a velocidad progresiva. Parece como si a lo largo de los últimos doscientos años la historia se hubiera acelerado adquiriendo la forma de una curva asindótica en la que las fechas son el eje de ordenadas y el la desintegración el eje de abcisas. Pues bien, la existencia del hombre antes de la muerte, se desenvuelve en ese marco espectral.
Una vida "rota" no es vida, es un sucedáneo de vida. Frente a las rupturas y desintegraciones de hoy no queda más que una vía: recuperar el sentido -etimológico- de lo religioso. La palabra religión procede del latín, "religare", volver a unir. En sánskrito, la palabra "yoga", deriva igualmente de "yug", (raíz que, por derivación directa a dado origen a la palabra latina "yugo", unión) cuyo sentido es idéntico. Al hablar de "religión" nos estamos refiriendo no a dogmáticas concretas, ni a cultos o fes particulares, sino a la recuperación de una sabiduría capaz de reintegrar los distintos aspectos de la vida del hombre en una totalidad holística, en un conjunto unitario. Eso y solo eso, puede ser considerado como verdadera vida.
* * *
Esto es una concepción del mundo: partiendo de una concepción del mundo "holística" (no de la "ideología" holística) se puede identificar cualquier problema en cualquier frente con brevedad y concisión suficiente como para que, a partir de aquí, sea perceptible cualquier riesgo e incorporable cualquier fenómeno nuevo que aparezca en la historia.
5) ¿Sirve una ideología para algo en la actualidad?
Si tenemos en cuenta que el origen de la palabra "ideología" es peyorativo, la respuesta a esta pregunta no puede ser más que negativa. Una ideología hoy puede servir para establecer una diferencia… cuando se quiere establecer diferencias. El factor diferencial es necesario cuando se participa en intentos unitarios y se recurre al "rigor ideológico" para explicar las propias posiciones. Bueno… es una opción.
El problema no es ese, sino la confusión en la ideas: la polisemia del lenguaje es peligrosa cuando se debate, porque en todo debate lo que cuenta es el lenguaje común. Es imposible debatir con quien habla otra lengua. Y de la misma forma que hoy el inglés es una "lingua franca" útil para la comunicación universal, también en los debates en la propia área conviene unificar lenguaje y conceptos. Esta es la única función de estas notas.
Por que lo terrible es cuando alguien se empeña en discurrir por senderos semánticos que no tienen nada que ver con los códigos de comunicación que están en uso en la sociedad, pensando que los únicos. A fuerza de oír hablar de la "ideología de extrema-derecha", alguien parece haber asumido que la extrema derecha tiene "ideología". O, lo que es peor, que debería tenerla. Por que solamente la ideología da "caché" y es garantía de "profundidad". En realidad, hemos visto que es todo lo contrario. La ideología es otra cosa. En nuestra tradición política la ideología nunca ha sido el centro, sino la concepción del mundo.
¡Y yo qué más podría añadir! Esto es lo que hay. Me gustaría que se me explicara en qué consiste la ideología nacional-revolucionaria, no solamente para entender a qué se refieren los camaradas y amigos, sino también para poder articular una crítica constructiva. Tal como escribí en un kaiku de juventud (juro que no lo volveré a hacer):
"Yo espero el qué,
Lo ignoro
Tu esperas el qué,
Lo ignoras.
Y esperando y esperando
Transcurren monótonas las horas".
Sí, ya lo sé: es muy malo. Pero es que yo no soy poeta de la misma forma que probablemente otros no son ideólogos.
6) Pregunta final
Nuestra desgraciada época en estos de las ideologías no aporta nada nuevo. Siempre, las ideologías han importado solamente a escuálidas minorías. Hace poco, cuando explicamos detenidamente la ideología del cosmismo ruso, aludíamos a que el éxito de la revolución de octubre no tenía nada que ver con la ideología marxista, sino con la concepción del mundo del marxismo que enlazaba perfectamente con los valores de una sociedad rural como la rusa de 1917 en la que los proletarios tenían todavía los "genes" campesinos y sus valores a flor de piel: solidaridad entre los hombres, destino y esfuerzo común, comunidad de bienes, etc. Muy pocos, apenas unos cientos de "revolucionarios", conocían el método marxista de interpetación de la historia, menos aún se sentían identificados con el materialismo dialéctico y Lenin solamente escribió su Materialismo y Empirocriticismo para unos cuantos cientos de cuadros políticos que quería arrancar de las garras de lo que consideraba "falsificaciones del materialismo dialéctico".
La ideología nunca ha interesado a amplios sectores de la población y los intelectuales que se han visto atraídos por las cuestiones teóricas han preferido trabajar en términos de "paradigma", de "sistema teórico" o de "concepción del mundo". Por tanto, no solamente nos resulta casi increíble que existan hoy partidos que aspiren a una visión "ideológica", sino que incluso puedan pensar -a eso en la edad media se le llamaría "orgullo intelectual" y no llevaba a lo hoguera, pero si a la picota- que hoy puede disponerse de algo remotamente parecido a una ideología, esto es, a un sistema cerrado de conocimientos e interpretación de la realidad a través de un principio.
© Ernest Milà - Infokrisis - Infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.
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