Manifestarse por la Unidad de España, si, pero
Redacción.- Últimamente vienen proliferando las manifestaciones callejeras por grandes temas que, efectivamente, son claves en nuestro momento político. El problema es la baja respuesta ciudadana a esas manifestaciones. Cuando solamente se manifiestan 300 ó 400 personas contra la inmigración o una cifra parecida (o incluso multiplicada por 10) por la Unidad Nacional, parece que a nadie le interesen ambos temas. Creo necesario realizar las reflexiones que siguen.
El recuerdo de Tejero y de Solidaridad Española
El golpismo español se desactivó definitivamente en dos momentos: el 23-F cuando en una loca iniciativa aventurera, sin ninguna base política, ni social, ni proyecto, unos guardias civiles entraron en el Congreso de los diputados y cuando en las elecciones de septiembre de 1983, Tejero, alma mater del golpismo hispano, se presentó con la candidatura Solidaridad Española obteniendo un número de votos misérrimo que demostraba el nulo apoyo social al golpismo. Asunto resuelto: nunca más el golpismo fue tomado en serio.
Son los riesgos de salir a la superficie cuando se tiene detrás un apoyo mínimo. Las llamadas fuerzas nacionales deberían de haber extraído alguna consecuencia de la malhadada experiencia de Solidaridad Española (en la que Tejero fue arrastrado, no lo olvidemos, esto es, inducido por segunda vez, a trenzar la cuerda, hacer el nudo corredizo y colocársela en el cuello). Pero el problema es que en 20 años al frente de esas organizaciones se han sucedido tres generaciones de dirigentes, cada una de las cuales ha surgido, no como continuación de las anteriores, sino como ruptura con esas. De ahí que no se haya podido acumular experiencia histórica. Dejando aparte que, ciertamente, la capacidad de reflexión no es uno de los adornos que sobran en este ambiente político.
Los grandes temas exigen grandes movilizaciones
Cuando en España existió un movimiento contra la guerra de Irak superficial, pero real-, el error del PP, fue ignorar la voz de la opinión pública. En las manifestaciones de febrero de 2003 y en las que siguieron hasta mediados de marzo, fueron MILLONES los españoles que se manifestaron contra la guerra, contra la presencia de Aznar en la Cumbre de las Azores y contra lo que, era previsible, que ocurriera y que, finalmente, ocurrió.
Cuando, tras la guerra, algunos mentores de estos grupos, intentaron movilizar a la población de nuevo, ésta no respondió y donde dos meses antes se habían manifestado entre 600 y 900.000 personas, ahora se manifestaban menos de 5.000. La diferencia era tal que el movimiento contra la guerra murió ahí mismo y de él como del movimiento antiglobalizador- no ha vuelto a tenerse noticias. Cuando ocurre lo previsto y lo irreversible se muestra como tal, entonces ya no tiene sentido persistir en las mismas posiciones.
Grandes temas precisan grandes movilizaciones o, de lo contrario, se vuelven en contra de las ideas que pretenden sostener. Una manifestación por la unidad nacional, en Madrid y con menos de 500.000 personas es un fracaso para la idea de la unidad nacional. No digamos con 1.000 o menos
Claro está que la organización convocante, tiene la presunción de que manejando este tema y desempeñando un activismo callejero continuo, logrará afianzarse y crecer. Y sobre esta estrategia hay que hacer algunas matizaciones.
Dejarse ver en la calle y crecer en la sociedad
El activismo callejero se ha practicado en tantas ocasiones que es fácil realizar un análisis de a donde lleva:
- Al agotamiento de la militancia que tiene un límite (mucho más ahora cuando el voluntarismo es muy inferior por el cambio de hábitos sociales) a su predisposición a realizar un trabajo político continuado y limita su vida útil. El hecho de que el activismo haga que venga nueva militancia, no puede eludir el hecho de que los recién llegados, cubren las bajas de los que se han ido agotados.
- A un tipo de nuevos afiliados que son, fundamentalmente, jóvenes con ganas de acción, esto es, grupos sociales, políticamente inestables a los que hay que alimentar a base de mas activismo en un ciclo infernal que jamás termina hasta que un incidente con contramanifestantes o con la propia policía, lo coloca en una difícil situación.
- A olvidar que lo esencial no es dejarse ver por la sociedad, sino penetrar en la sociedad y para esto, lo que se precisa son cuadros políticos, no jefes activistas hiperactivos. Los cuadros políticos son aquellos que saben explicar a la sociedad las ideas-fuerza de su organización, no quienes son capaces de pegar más carteles en menos tiempo.
Cuando un tema se quema, algo suyo se quema
Cuando se ha lanzado un tema y éste no ha tenido eco suficiente (ni mediático ni social) ese tema está quemado. Quemar temas es ir agotando las propias posibilidades, no sólo de la organización que abandera el tema, sino de todo el ambiente al que pertenece. Tengo la impresión de que organizar en Madrid una manifestación unilateral contra la inmigración masiva o por la unidad nacional, temas ambos justísimos, y no lograr atraer a unos cuantos miles de ciudadanos de todas las edades, profesiones y estamentos sociales, es un fracaso no sólo para los convocantes, sino para todo el ambiente del que se reclaman los convocantes.
A esto se añade otro problema: existen muchos miles millones, sin duda, si hemos de creer al CIS- dispuestos a manifestarse contra la inmigración ilegal y masiva o por la unidad nacional pero muy pocas decenas, dispuestos a hacerlo tras una pancarta de un grupo que enarbole banderas, doctrinas y colores de hace 70 años. Sinceramente, no entendemos que este razonamiento, que resulta absolutamente claro para la mayoría, no sea advertido por los convocantes de este tipo de manifestaciones. A veces, para conservar una clientela política que responde sólo a unos estímulos simbólicos e ideológicos arcaicos se pierden las posibilidades de ganar otra mucho más amplia.
Alguién nos dirá: es mejor hacer esto que nada. Algo que ponemos en duda: es mejor no quemar un tema que quemarlo. Tejero remember. Es mejor salir a la superficie cuando existe un soporte social real y capitalizable, que hacerlo cuando no se dispone de ningún tipo de arraigo social y lo único que se evidencia es la propia debilidad.
Pero, entonces, ¿cómo avanzar?
Se nos puede reprochar que juguemos a la contra y critiquemos acciones de otros. Lo único que pretendemos hacer, sinceramente, es lanzar un aviso: cuidadín, cuidadín, estas actividades no os van a llevar muy lejos, os van a exigir un esfuerzo superior a vuestras fuerzas, vais a quemar militancia y temas, y no vais a estar en condiciones de constuir partido que, a la postre es lo que interesa. Puede creerse o no lo que acabamos de decir, pero, finalmente, serán los hechos, de aquí a un año, los que podremos discutir a toro pasado y con lo incontrovertible de la realidad de los hechos.
¿Cómo avanzar? Ante todo intentando que los deseos no se confundan con la realidad no lo decimos sólo por el grupo convocante de la manifestación, sino por todo el ambiente político-, una justa línea política solo nace de una percepción justa de la realidad: de la propia realidad (somos tantos, tenemos lo que tenemos en nuestro activo y nos falta lo que nos falta, son las famosas condiciones subjetivas), de la realidad política (las famosas condiciones objetivas) y lo que estamos dispuestos a hacer y queremos comprometernos a hacer (las condiciones voluntaristas).
Un vistazo somero a las opciones que avanzan por Europa y a la realidad social e histórica actual nos indican que un movimiento actual surgido de ideas, formas e imagen de los años 30 no llegará muy lejos. Lo que puede motivar su activismo, lo desmotiva su imagen. Si esto no se percibe, el fracaso está cantado.
¿Cómo avanzar? Creando cuadros, mediante cursos, conferencias, seminarios, documentos, llevando a cabo tareas de agitación y propaganda, haciendo girar el ciclo agitación-propaganda-organización, etc.; y esto se hace mediante proyectos poco ambiciosos, pero realistas, localistas ante la imposibilidad de mover grandes campañas a nivel nacional, intentando el despegue en una zona puede producirse el efecto contagio (es lo que los franceses del Front Nacional conocen muy bien y llaman Efecto Dreux), concentrándose en algunas zonas geográficas en las que se tienen fuerzas suficientes y existen motivos suficientes como para calar en la sociedad. No avanza más el que tiene más buzones de e-mail sino el que tiene un peso real en alguna zona. ¿Cómo avanzar? Aproximándose a otros grupos que están en la misma o parecida situación. Sumando fuerzas, en definitiva. Nadie tiene un esquema de partido completo: todos están obligados a colaborar entre sí, aproximarse... o bien extinguirse, perpetuarse en la minoría ínfina y, en cualquier caso, malvivir.
¿Hacia dónde avanzar? El modelo de partido activista no suele ir muy lejos. De hecho no existe ningún partido activista en Europa que haya llegado excesivamente lejos. El techo es bajo: si uno se plantea alcanzar solamente unos pocos cientos de militantes jóvenes, el activismo es lo que paga. Si uno pretende convertirse en un partido parlamentario con capacidad para influir en la vida política nacional, el activismo es accesorio: sirve para muy poco, apenas nada. Lo que cuenta en ese caso son las propuestas políticas, la capacidad para ofrecer ideas nuevas, aceptables para el electorado y capaces de llevarlo a tomar la papeleta concreta de tu opción sin reservas mentales.
El ciclo del activismo es finito: entre dos y cuatro años, no más, acabado el cual se produce el derrumbe de la opción construida en función de la agitación hiperactiva y se levanta otra opción exactamente igual, con caras nuevas, con dirigentes nuevos, con algunos militantes nuevos que sustituyen a los dirigentes y militantes requemados. Es la eterna historia del radicalismo político, bienintencionado pero limitado.
Hoy, aquí y ahora, avanzar en este espacio político implica, por este orden: aproximarse, negociar, reflexionar, adoptar una justa línea política en tres niveles: imagen, programa y estrategia. Todo lo demás, son fuegos fatuos y exteriorización de la propia impotencia política.
© Ernesto Milà infokrisis infokrisis@yahoo.es
El recuerdo de Tejero y de Solidaridad Española
El golpismo español se desactivó definitivamente en dos momentos: el 23-F cuando en una loca iniciativa aventurera, sin ninguna base política, ni social, ni proyecto, unos guardias civiles entraron en el Congreso de los diputados y cuando en las elecciones de septiembre de 1983, Tejero, alma mater del golpismo hispano, se presentó con la candidatura Solidaridad Española obteniendo un número de votos misérrimo que demostraba el nulo apoyo social al golpismo. Asunto resuelto: nunca más el golpismo fue tomado en serio.
Son los riesgos de salir a la superficie cuando se tiene detrás un apoyo mínimo. Las llamadas fuerzas nacionales deberían de haber extraído alguna consecuencia de la malhadada experiencia de Solidaridad Española (en la que Tejero fue arrastrado, no lo olvidemos, esto es, inducido por segunda vez, a trenzar la cuerda, hacer el nudo corredizo y colocársela en el cuello). Pero el problema es que en 20 años al frente de esas organizaciones se han sucedido tres generaciones de dirigentes, cada una de las cuales ha surgido, no como continuación de las anteriores, sino como ruptura con esas. De ahí que no se haya podido acumular experiencia histórica. Dejando aparte que, ciertamente, la capacidad de reflexión no es uno de los adornos que sobran en este ambiente político.
Los grandes temas exigen grandes movilizaciones
Cuando en España existió un movimiento contra la guerra de Irak superficial, pero real-, el error del PP, fue ignorar la voz de la opinión pública. En las manifestaciones de febrero de 2003 y en las que siguieron hasta mediados de marzo, fueron MILLONES los españoles que se manifestaron contra la guerra, contra la presencia de Aznar en la Cumbre de las Azores y contra lo que, era previsible, que ocurriera y que, finalmente, ocurrió.
Cuando, tras la guerra, algunos mentores de estos grupos, intentaron movilizar a la población de nuevo, ésta no respondió y donde dos meses antes se habían manifestado entre 600 y 900.000 personas, ahora se manifestaban menos de 5.000. La diferencia era tal que el movimiento contra la guerra murió ahí mismo y de él como del movimiento antiglobalizador- no ha vuelto a tenerse noticias. Cuando ocurre lo previsto y lo irreversible se muestra como tal, entonces ya no tiene sentido persistir en las mismas posiciones.
Grandes temas precisan grandes movilizaciones o, de lo contrario, se vuelven en contra de las ideas que pretenden sostener. Una manifestación por la unidad nacional, en Madrid y con menos de 500.000 personas es un fracaso para la idea de la unidad nacional. No digamos con 1.000 o menos
Claro está que la organización convocante, tiene la presunción de que manejando este tema y desempeñando un activismo callejero continuo, logrará afianzarse y crecer. Y sobre esta estrategia hay que hacer algunas matizaciones.
Dejarse ver en la calle y crecer en la sociedad
El activismo callejero se ha practicado en tantas ocasiones que es fácil realizar un análisis de a donde lleva:
- Al agotamiento de la militancia que tiene un límite (mucho más ahora cuando el voluntarismo es muy inferior por el cambio de hábitos sociales) a su predisposición a realizar un trabajo político continuado y limita su vida útil. El hecho de que el activismo haga que venga nueva militancia, no puede eludir el hecho de que los recién llegados, cubren las bajas de los que se han ido agotados.
- A un tipo de nuevos afiliados que son, fundamentalmente, jóvenes con ganas de acción, esto es, grupos sociales, políticamente inestables a los que hay que alimentar a base de mas activismo en un ciclo infernal que jamás termina hasta que un incidente con contramanifestantes o con la propia policía, lo coloca en una difícil situación.
- A olvidar que lo esencial no es dejarse ver por la sociedad, sino penetrar en la sociedad y para esto, lo que se precisa son cuadros políticos, no jefes activistas hiperactivos. Los cuadros políticos son aquellos que saben explicar a la sociedad las ideas-fuerza de su organización, no quienes son capaces de pegar más carteles en menos tiempo.
Cuando un tema se quema, algo suyo se quema
Cuando se ha lanzado un tema y éste no ha tenido eco suficiente (ni mediático ni social) ese tema está quemado. Quemar temas es ir agotando las propias posibilidades, no sólo de la organización que abandera el tema, sino de todo el ambiente al que pertenece. Tengo la impresión de que organizar en Madrid una manifestación unilateral contra la inmigración masiva o por la unidad nacional, temas ambos justísimos, y no lograr atraer a unos cuantos miles de ciudadanos de todas las edades, profesiones y estamentos sociales, es un fracaso no sólo para los convocantes, sino para todo el ambiente del que se reclaman los convocantes.
A esto se añade otro problema: existen muchos miles millones, sin duda, si hemos de creer al CIS- dispuestos a manifestarse contra la inmigración ilegal y masiva o por la unidad nacional pero muy pocas decenas, dispuestos a hacerlo tras una pancarta de un grupo que enarbole banderas, doctrinas y colores de hace 70 años. Sinceramente, no entendemos que este razonamiento, que resulta absolutamente claro para la mayoría, no sea advertido por los convocantes de este tipo de manifestaciones. A veces, para conservar una clientela política que responde sólo a unos estímulos simbólicos e ideológicos arcaicos se pierden las posibilidades de ganar otra mucho más amplia.
Alguién nos dirá: es mejor hacer esto que nada. Algo que ponemos en duda: es mejor no quemar un tema que quemarlo. Tejero remember. Es mejor salir a la superficie cuando existe un soporte social real y capitalizable, que hacerlo cuando no se dispone de ningún tipo de arraigo social y lo único que se evidencia es la propia debilidad.
Pero, entonces, ¿cómo avanzar?
Se nos puede reprochar que juguemos a la contra y critiquemos acciones de otros. Lo único que pretendemos hacer, sinceramente, es lanzar un aviso: cuidadín, cuidadín, estas actividades no os van a llevar muy lejos, os van a exigir un esfuerzo superior a vuestras fuerzas, vais a quemar militancia y temas, y no vais a estar en condiciones de constuir partido que, a la postre es lo que interesa. Puede creerse o no lo que acabamos de decir, pero, finalmente, serán los hechos, de aquí a un año, los que podremos discutir a toro pasado y con lo incontrovertible de la realidad de los hechos.
¿Cómo avanzar? Ante todo intentando que los deseos no se confundan con la realidad no lo decimos sólo por el grupo convocante de la manifestación, sino por todo el ambiente político-, una justa línea política solo nace de una percepción justa de la realidad: de la propia realidad (somos tantos, tenemos lo que tenemos en nuestro activo y nos falta lo que nos falta, son las famosas condiciones subjetivas), de la realidad política (las famosas condiciones objetivas) y lo que estamos dispuestos a hacer y queremos comprometernos a hacer (las condiciones voluntaristas).
Un vistazo somero a las opciones que avanzan por Europa y a la realidad social e histórica actual nos indican que un movimiento actual surgido de ideas, formas e imagen de los años 30 no llegará muy lejos. Lo que puede motivar su activismo, lo desmotiva su imagen. Si esto no se percibe, el fracaso está cantado.
¿Cómo avanzar? Creando cuadros, mediante cursos, conferencias, seminarios, documentos, llevando a cabo tareas de agitación y propaganda, haciendo girar el ciclo agitación-propaganda-organización, etc.; y esto se hace mediante proyectos poco ambiciosos, pero realistas, localistas ante la imposibilidad de mover grandes campañas a nivel nacional, intentando el despegue en una zona puede producirse el efecto contagio (es lo que los franceses del Front Nacional conocen muy bien y llaman Efecto Dreux), concentrándose en algunas zonas geográficas en las que se tienen fuerzas suficientes y existen motivos suficientes como para calar en la sociedad. No avanza más el que tiene más buzones de e-mail sino el que tiene un peso real en alguna zona. ¿Cómo avanzar? Aproximándose a otros grupos que están en la misma o parecida situación. Sumando fuerzas, en definitiva. Nadie tiene un esquema de partido completo: todos están obligados a colaborar entre sí, aproximarse... o bien extinguirse, perpetuarse en la minoría ínfina y, en cualquier caso, malvivir.
¿Hacia dónde avanzar? El modelo de partido activista no suele ir muy lejos. De hecho no existe ningún partido activista en Europa que haya llegado excesivamente lejos. El techo es bajo: si uno se plantea alcanzar solamente unos pocos cientos de militantes jóvenes, el activismo es lo que paga. Si uno pretende convertirse en un partido parlamentario con capacidad para influir en la vida política nacional, el activismo es accesorio: sirve para muy poco, apenas nada. Lo que cuenta en ese caso son las propuestas políticas, la capacidad para ofrecer ideas nuevas, aceptables para el electorado y capaces de llevarlo a tomar la papeleta concreta de tu opción sin reservas mentales.
El ciclo del activismo es finito: entre dos y cuatro años, no más, acabado el cual se produce el derrumbe de la opción construida en función de la agitación hiperactiva y se levanta otra opción exactamente igual, con caras nuevas, con dirigentes nuevos, con algunos militantes nuevos que sustituyen a los dirigentes y militantes requemados. Es la eterna historia del radicalismo político, bienintencionado pero limitado.
Hoy, aquí y ahora, avanzar en este espacio político implica, por este orden: aproximarse, negociar, reflexionar, adoptar una justa línea política en tres niveles: imagen, programa y estrategia. Todo lo demás, son fuegos fatuos y exteriorización de la propia impotencia política.
© Ernesto Milà infokrisis infokrisis@yahoo.es
10 comentarios
benito -
en la sociedad, ganando con
ello influencia politica. en-
tiendo que la estrtegia de empapar con lluvia fina es superior a descargarse en torrentes de secado instantaneo. dentro de esta
practica estrategica, la expresion tactica concreta de
biera ser la saturacion de zona, mediante actos de visivilidad cuando fuesen oportunos y no perjudicaran
el esfuerzo principal. este
no puede ser otro que la peda
gogia politica, pues al movi-
miento siempre le precedio
el pensamiento. la algarada
y sus efectos se disipan rapido, segun algunos intervinientes han observado
ya.
Activista (sin partido) -
Mientras no se construya ese nuevo movimiento nacional-popular que propones o al menos haya contactos para ello, es lógico que los diferentes grupos vayan a su rollo y a hacer su política sin pensar en los demás. No se van a quedar parados mientras tanto. Tampoco creo que una escasa participación sea dar un balón de oxígeno a nadie, más que nada porque al principio todas las manifestaciones van a ser así. No se puede llegar a los 3000 manifestantes sin pasar por los 800. ¿Qué cantidad de gente consideras apropiada para que deje de ser un balón de oxígeno? Más o menos para saber de qué estamos hablando...
Por otra parte, eso que dices de que "nunca ha sido peligroso militar en las fuerzas nacionales" es muy relativo. En la II República lo fue, en la Transición lo fue (varios asesinados, no todos por ETA), y ahora mismo lo es debido a actitud violenta de las bandas de ultraizquierda, como pudísteis comprobar en la presentación de La Rioja. Ocurre que tenemos muy mala memoria y no nos solemos acordar de las víctimas de la Transición, cuando lo cierto es que las hubo.
Finalmente apuestas por realizar manifestaciones y campañas conjuntas. Me parece un gran paso que abogues por eso, pero me temo que como siempre el debate se va a ver "obstruido" por el tema de los símbolos, etc. ¿Sería posible que el debate se centrara en las ideas y en el programa?
Activista (sin partido) -
Estoy de acuerdo en que el ciclo del activismo es de 4 años, más o menos lo que duré yo en la Falange. Pero la gente se va a los 4 años por falta de unas estructuras sólidas, no por el activismo en sí mismo. Ahí es dónde deberían entrar los cuadros, cursos, seminarios, documentos, etc que tú mencionas, Ernesto, para evitar esa sangría de militantes. Por eso digo que ambas estrategias se complementan. Un partido activista sin cuadros, cursos, etc, se queda manco, al igual que un partido de cuadros sin actividad se queda también manco. Lo ideal sería que englobase las 2 vertientes. ¿Por qué elegir entre una y otra cuando puedo tener las dos?
Veo que mencionas en varias ocasiones que la manifestación contra la inmigración convocó a 200 personas. Creo que manejas datos erróneos, porque yo estuve allí y te aseguro que éramos más. De hecho te puedo decir que es la manifestación más numerosa a la que he asistido nunca dentro del "área". Quizás tú en la Transición asistirías a manifestaciones muchísimo más nutridas, pero yo ésta es la más nutrida que recuerdo (tengo 27 años). En cualquier caso, tampoco interesa entrar en una guerra de cifras.
(...)
A activista sin partido -
Si hay interés en realizar una manifestación unitaria por la unidad de España, lo primero es convocarla unitariamente. Las cartas y los contactos son siempre PREVIOS a la convocatoria, no A POSTERIORI. Es una simple cuestión de "procedimiento político".
Por otra parte, insisto: además de manifestaciones -conflictivas por el riesgo de choque con los "guarretes" y de aparecer en prensa como "extremismos opuestos"- es posible realizar conjuntamente mítines, campañas (de las que, eventualmente, una manifestación o el mitin sería sólo el cierre de la misma) que tienen más calado, movilizan a más gente y demuestran más intencionalidad política que una descarga adrenalínica ede 45 minutos y a casa, con la garganta carraspeando.
á Activista sin partido -
- que si Tejero se cargó el solito y sin ayuda de casi nadie el golpismo,
- que si una manifestación contra la inmigración que reuna a 200 personas es un balón de oxígeno a la inmigración,
- que si una manifestación de gente que va a Bilbao a manifestarse por España y no hay vascos, y apenas son 300 llegados de fuera en autocares, eso es un balón de oxígeno al PNV.
La única actividad que puede realizarse hoy no son solo manifestaciones. La manifa es lo más adrenalínico que existe, pero lo más inútil cuando se trabaja con ínfimas minorías.
¿Has pensado en realizar asambleas, reuniones, mítines en donde explicar posiciones? Por ejemplo...
Hay una forma de neurosis que experimentan algunos militantes: es el deseo frenético de agitarse y dar la sensación de que se está haciendo "algo", cuando en realidad se permanece siempre en el mismo punto, dando vueltas en torno a manifestaciones casi iguales, con casi el mismo número de gente. Entiendo que haya gente que le pueda atraer, pero, políticamente, es cero. Y, como ya he dicho a otro, veremos dentro de un año los beneficios que ha reportado.
.
a Activista sin partido -
Sobre si la militancia se cansa o no, podemos discutir todo lo que quieras. Llego observando este ambiente y participando desde 1968: si no hay éxitos, el ciclo vital de la militancia tiene un máximo de 4 años. Lo habitual es entre 12 y 18 meses. Que tu sean inasequible al desalient, es harina de otro costal. La mayoría de militancia tiene un ciclo vital corto y finito.
El fascismo italiano y la RSI supuso la muerte violenta del fascismo: se lucho heróicamente hasta el final. Donde hay héroes hay partidarios. Incluso en los años 70 militar en el MSI era hasta cierto punto un acto heróico. En España, Falange y el movimiento franquista se extinguieron sin pena ni gloria. Aquí nunca ha sido difícil militar en las "fuerzas nacionales", ni peligroso, salvo en el País Vasco. Por otra parte... el ejemplo que pones es discutible. El hecho de que haya gente que tome el fascismo como muestra, no quiere decir que vayan a ir muy lejos. Más lejos que aquí, si, pero no mucho más lejos...
Activista sin partido -
- Creo que la labor de "penetrar en la sociedad" se debe llevar a cabo en paralelo a la de "dejarse ver". Una y otra se realimentan. Sino nos podemos encontrar con partidos con unos cuadros con una preparación de la ostia o que realizan excelentes conferencias, como el MSR, pero que no van a ningún sitio. ¿Tanta preparación para qué?
- No creo que se pueda acusar a nadie de "quemar temas". Si otros no se manifiestan o tampoco son capaces de construir ese nuevo movimiento nacional-popular, no se le puede exigir a nadie que deje de quemar temas. No se van a quedar parados hasta que se construya ese nuevo movimiento, y más cuando no se ha dado ningún paso en ese sentido.
Activista sin partido -
- No creo que el activismo contínuo produzca el cansancio de la militancia, como sugiere Ernesto. Yo precisamente me fuí de la Falange porque en su día tenía poca actividad. Lo que produce el cansancio es la falta de actividad, al menos en mi caso.
- El argumento de que posiblemente se manifestaría más gente si no se llevaran esos símbolos no es válido, en tanto no se consiga demostrar que sin esos símbolos se mueve a una mayor cantidad de gente. Y hasta ahora no se ha demostrado que alguno de los grupos "sin lastres del pasado" logré mover un número de manifestantes similar o mayor.
- No es cierto que en toda Europa el modelo carezca de referencias a los años 30. Para botón de muestra Italia, donde es habitual que la Fiamma saque pegatinas con la efigie de Mussolini, o se hagan homenajes a los caídos de la RSI. Creo que incluso se hacen más referencias al pasado que en España. No entro en si es postivo o negativo.
(...)
JC -
¿Es la línea polítca la correcta para vender nuestro producto? Parece que no porque la gente desconfía de la política y de los partidos.
¿Y si nos orientáramos por una línea social de iniciativas ciudadanas? En principio la apolitización de estas estructuras es suceptible (en principio) de tener menos recelos y más apoyos.
Identidad -
El problema es el tiempo de ventaja con el que cuentan los rupturistas de España....creo tiene que ser una labor contra-reloj la preparatoria para ofrecer una opción seria y eficaz en contra de la desintegración moral y material de España.