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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Los Goyas hundidos, eso sí, mar adentro

Los Goyas hundidos, eso sí, mar adentro Redacción.- Como ZP se sienta en la poltrona, ningún “académico” del cine considera que debe llevar pegatina alguna ni protestar por nada. Los progres iracundos de las dos últimas ediciones de los Goya, son ahora mansos corderitos a la espera de la subvención perdida. Eso sí, en 12 meses, el cine español ha perdido 3 millones de espectadores y no hay motivos para creer que el próximo año las cosas van a cambiar.

Ni “Mar adentro” es una película tan buena para recibir una oleada de Goyas, ni la industria española del cine goza de una salud envidiable. De hecho, ésta película tristona y sobre un tema malhadado, ha podido cosechar este rosario de estatuillas, por que no había nada mejor. Si lo único que podía cerrar el paso a “Mar adentro” era Almodóvar… podemos imaginar cómo está la industria del cine.

“Mar Adentro” no es una película genial, es una peliculilla sin mucha historia que hace de un tema dramático, una cinta que deja un regusto amargo. No está bien interpretada. Bardem no es un gran actor. Le falta mucho por aprender y, en EEUU que de esto del busines-show entienden mucho, no lo han seleccionado como candidato a “mejor actor”. No lo es. Por lo demás, en cuanto a Belén Rueda… tampoco puede decirse que estemos ante una gran actriz. En los teatros universitarios hay gente con el mismo o superior talento. En cuanto al Goya al mejor maquillaje… el premio no puede sino hacernos sonreír.

El problema no es que la Academia del Cine haya querido castigar a Almodóvar (cuya película, por lo demás, es sencillamente, deleznable) sino que con semejantes argumentos, con este tipo de planteamientos, a nadie con dos dedos de frente, le puede sorprender que la pérdida de espectadores sea una sangría insoportable para la industria española del cine.

Entre estas películas y las astracanadas al estilo de “Pocholo y Borja Mari” o “Ei si di si”, la industria del cine agoniza y uno se entrega a los peores productos americanos, del estilo de “La Búsqueda”, “Alejandro” o “Troya”, que, al menos, venden espectáculo, aventura, efectos especiales, dinamismo, agilidad y, en algún caso, incluso glamour. El cine español carece de glamur: cuando los premiados suben al escenario y dicen unas palabras, su aspecto es lamentable y lo que dicen todavía peor. Por una fatal coincidencia la llegada de Dustin Hoffman se ha producido en los mismos días en los que tenía lugar la entrega de los Goya. Observen las diferencias: los actores españoles creen que su trabajo termina cuando el director anuncia el fin del rodaje. Dustin Hoffman genera empatía, poco importa lo que se piense de él y de sus películas, el tipo sabe cómo atraer y vender simpatía. Ningún actor español premiado en los tres últimos años es capaz de dar esa imagen, así que ¿puede extrañarnos que nuestro cine agonice?

Por otra parte, es común a todo el cine europeo esa mala costumbre que tienen todos los directores de ser un nuevo Fellini o un nuevo Bergman, buscar realizar productos “intelectualmente” muy elaborados que inducen al bostezo sin elegancia, al aburrimiento irremediable y a obviar la ausencia en las salas. ¿Cine español? No, lo siento, es aburrido en unos casos y casposo sin gracia en otros. El cine, debe entretener y divertir, debe ser espectáculo, trepidante, debe de llevarnos allí donde el día a día no nos muestra, debe ser aventura o crónica, debe ser cine negro o biopic, debe ser comedia o intriga, cualquier cosa antes que inducir al bostezo, concluir en un drama esperado o, simplemente, como en el caso Almodóvar, ser un deja vu, de todo lo anterior.

Allí estaba ZP, ante el público al que tanto debe y que tanto quiere. En esta ocasión, nadie chistó, todos hacían cara de buenos chicos, responsables, gente de la Academia del Cine en la que se puede confiar, merecedores de la subvención a fondo perdido, sopa boba que de año en año desintegra cada vez más nuestra industria cinematográfica.

Ni uno solo recordó que la comisión del 11-M no ha servido para nada. Ni uno solo recordó que, a pesar de que los 1000 soldados españoles se hayan ido de Irak, se han reciclado en Afganistán y que en Irak las cosas hoy están mucho peor –pero mucho- que cuando se produjo la invasión americana y la retirada española. Por no hablar de los nuevos atentados de ETA. Hay motivos para protestar. De hecho, en la encuesta del CIS de 30 de diciembre pasado, la inmensa mayoría de españoles percibía que el próximo año iba a ser más duro y terrible que el 2004 y apenas ninguno creía que su situación familiar y personal iba a mejorar. Esta es la esperanza que ha generado ZP. Al parecer, solamente ha contentado a los miembros de la Academia del Cine.

Obtener 14 goyas sobre 15 es un gran éxito, si. Pero es que no había competencia, por que en 2004 no ha habido cine español digno de tal nombre. Las candidaturas de “La mala educación”, de Pedro Almodóvar, “Tiovivo c.1950”, de José Luis Garci, o “Roma”, del argentino Adolfo Arostarain, no eran competencia para “Mar adentro” ni para nadie. Eran películas muy mediocres, con directores que se repiten a sí mismos y en donde la genialidad está ausente.

El único Goya que valió la pena fue, sin duda, el que la Academia concedió a José Luís López Vázquez, verano de 82 años, superviviente de una generación de actores de talla, con múltiples registros y que se han negado a jugar un papel social que no fuera otro que el de “cómicos”. Si repasamos la filmografía de López Vázquez, veremos que parte de las mejores producciones del cine español, pasan a través suyo y lo tuvieron como protagonista. Esa generación está llegando al final del camino. No pasa un año sin que algunos de sus mejores, nos abandonen. Este año le ha tocado a Agustín González y a nuestro amigo Cris Huertas, cuyo nombre fue también evocado en la gala de los goya.

Ahora quedan los Oscars el próximo 27 de febrero. Gane quien gane, no tenemos absolutamente ninguna duda, de que ganará el espectáculo. Y eso es lo que importa, por que nuestros Bergman, Passolini y Fellini de baratillo no caen en la cuenta, es que no hace falta vender filosofías y problemas de alto contenido metafísico y existencial… es mucho más sencillo: basta con no aburrir, basta con entretener, que aburrirnos ya nos aburren entre ZP y el lendakari, entre Carod y Maragall. El día en que el cine español recuerde que es espectáculo, debe ser espectáculo y el espectáculo es lo único que atrae espectadores, posiblemente ese día el cine español remonte la sima en la que se hunde irremisiblemente.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

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