Degradación creciente de la vida en Barcelona
Redacción.- En apenas una semana se han producido en Barcelona dos episodios de singular violencia sobre los que vale la pena meditar. Hemos tenido noticia de estos incidentes a través de los medios al encontrarnos, afortunadamente, lejos de la ciudad en la que nacimos. El ejemplo de Barcelona indica la velocidad con la que puede degradarse la vida en las grandes ciudades. Barcelona tiene su espejo en Marsella. Y la imagen no es excesivamente agradable.
Incidentes en las Fiestas de Gracia
Uno de los barrios más tradicionales de Barcelona, Gracia, celebra sus fiestas a mediados de agosto. Nada que ver las fiestas tradicionales que se han celebrado siempre en los barrios, con estas fiestas actuales que progresivamente son cada vez más insoportables para los vecinos. Esta año, era evidente, para quien tuviera ojos y quisiera ver, que las fiestas iban a terminar mal.
La Plaza del Diamante es una más que discreta plaza del barrio de Gracia que no tendría nada relevante de no haber sido por la novela del mismo título escrita por Mercé Rodoreda. El sábado 14 de agosto, punto culminante de la fiesta mayor de Gracia, una de tantas bandas de rock atronó el lugar hasta las 2:30 de la madrugada. Era el cuarto día de fíestas y el barrio, a esas alturas ya estaba plagado de vómitos, pintadas, colgados. A las 2:00 de la madrugada la plaza estaría ocupada por unos 500 jóvenes como máximo, la mayoría bebiendo litronas y fumando porros a destajo. Entre tanto, una música particularmente estridente impedía que los vecinos conciliaran el sueño.
Pocos vecinos de Gracia resisten en los últimos años las fiestas de su barrio. Lo más habitual es que prefieran ausentarse. Es curioso que la fiesta mayor de un barrio, fuerce a los vecinos de ese barrio, a "exiliarse" por todo el tiempo en que se prolongan. Gracia en esas fechas se convierte en un barrio poblado por foráneos y, progresivamente, ha pasado a ser el receptáculo de colgados de toda la ciudad. Este año, la tendencia fue mucho más acusada que en fiestas anteriores. Sería absurdo hablar de politización de las fiestas: no existen facciones políticas, como máximo lo que hay son tribus urbanas enfrentadas sin el más mínimo contenido político.
El ayuntamiento no ha sabido entender la peligrosidad de estas tribus urbanas y la necesidad de que la autoridad municipal mantenga el orden e impida los enfrentamientos tribales. Gobernada por la izquierda lunática, el ayuntamiento tiene una visión maniquea de las tribus: a una lado los juiciosos y conscientes okupas, antiglobalización, independentistas, anarquistas y demás, a otro skins nazis y fachas, asesinos, criminales e irresponsables. Pues bien, de esta visión maniquea, irreal y buenista, emana la responsabilidad del ayuntamiento en la muerte de un joven a las 2:30 de la madrugada de la noche del sábado 14 de agosto.
En efecto, repetimos, para cualquiera que tuviera ojos y viera, memoria y recordara, a la vista del panorama en la Plaza del Diamant, era evidente que podía ocurrir cualquier cosa: la combinación alcohol-porros de un lado y de otro la tradicional enemistad entre tribus urbanas, no podía dar como resultado sino enfrentamientos de consecuencias imprevisibles que, finalmente, sucedieron.
Tribus urbanas enfrentadas. Para el Ayuntamiento hay buenos y malos
En la calle Mayor de Gracia, a las 2:00 de la madrugada, un grupo de skins que deambulaban por la zona y un grupo de ocupas procedentes del fumadero de porros de la plaza del Diamant, con algún que otro independentista radical, chocaron. Un joven resultó apuñalado por skins entrando en un coma irreversible que se ha prolongado hasta el mes de diciembre en que falleció.
Los grupos ocupas, Independentistas y anarquistas, tronaron contra el nazismo y el fascismo y en pocos días han cubierto el barrio de Gracia con pintadas amenazadoras que no dejan prever nada bueno en los próximos meses. El Ayuntamiento ha callado, limitándose a intentar calmar a los ultras de izquierda. Por supuesto, el tradicional seny catalán ha brillado por su ausencia y nadie ha recordado la renuncia de las autoridades municipales a mantener el orden público en las fiestas de Gracia, nadie ha recordado el desmadre absoluto de aquella noche, la ausencia completa de dotaciones policiales en la zona y la absoluta impunidad con la que se maltrataba la tranquilidad y el derecho al descanso de los vecinos de Gracia. Es más, el ayuntamiento culpó a los skins de los incidentes. Estaba claro que, efectivamente, los skins eran una parte del problema, pero no la totalidad del problema, ni mucho menos la parte más culpable.
El verdadero culpable de la muerte de ese joven fue la inhibición municipal ante el desmadre alcohólico y porrero. Lo que ocurrió era previsible que ocurriera y, de hecho, ocurrió gracias a la ausencia de dotaciones policiales. Sin olvidar que el Ayuntamiento ni siquiera fue capaz de instalar urinarios públicos en la plaza del Diamant. Efectivamente, al día siguiente cientos de litros de orines daban al barrio un aroma particularmente desagradable, apto solo para amantes de la lluvia dorada y guarros empedernidos. Menuda fiesta...
La Plaza de Sant Jaime y el belen arrasados
Ayer, 23 de diciembre, una manifestación convocada por las tribus urbanas no skins en protesta por la muerte del joven apuñalado en Gracia, provocó gravísimos incidentes en el centro de Barcelona y en las inmediaciones de la Plaza de Sant Jaume. Mozos de Esquadra y Guardia Urbana resultaron arrinconados ante la puerta del Ayuntamiento y del Palacio de la Generalitat, acorralados por un millar de manifestantes. Lo que allí quedó arrinconado fue también los últimos destellos que podían quedar en el edificio de la Generalitat y en el Ayuntamiento. El pesebre colocado en la plaza fue saqueado y varios establecimientos sufrieron la rotura de las lunas. El Ayuntamiento se ha limitado a reparar inmediatamente los destrozos del pesebre, borrar las pintadas y callar. La política de la renuncia preventiva instaurada por ZP ha llegado al ayuntamiento de Barcelona que, seguramente, seguirá pensando que la culpa es de los skins.
El ayuntamiento ha demostrado no estar en condiciones de mantener el orden público; la seguridad ciudadana ha quedado pulverizada en la manifestación del 23 de diciembre, como lo estuvo en las fiestas de Gracia. Y así seguirá mientras el ayuntamiento no reconozca que existe un riesgo de violencia procedente, no solo de las tribus skins, sino también de los ambientes antiglobalizadores, ocupas, ácratas e independentistas
La acampada del 07%
Pero a principios de semana ocurrió otro incidente digno de mención. Los grupos antiglobalización llevaron a cabo un conato de acampada frente a los jardines del Palacio de Pedralbes en la Diagonal barcelonesa. Hay que decir que dicha zona está relativamente aislada del resto de la ciudad. Por allí solo se encuentran próximos los edificios universitarios y se trata de una zona de entrada y salida de la ciudad por carretera. Pues bien, en ese lugar, inofensivo e irrelevante, la reacción del ayuntamiento fue brutal, envió a los equipos antidisturbios de la Guardia Urbana a desalojar la acampada (tan inútil como irrelevante). Y lo hicieron con una brutalidad desmesurada que resultó inesperada para todos.
La cuestión no es esta, sino el hecho de que ese mismo consistorio municipal, hace un año, permitió que durante tres meses, se realizara una acampada en la plaza de Francesc Macià como protesta por la guerra de Irak. Ahora bien, hay que precisar que esta plaza se encuentra en una zona populosa de la ciudad y que a 50 metros de distancia se encuentra la sede del PP. Hay que añadir, así mismo, que la zona en la que se realizó la acampada es un jardín de belleza particular que resultó prácticamente arrasado por la acampada. El ayuntamiento tardó tres meses en reaccionar y cuando lo hizo, finalmente, fue con guante blanco.
¿Qué ha cambiado para que en un año las cañas se volvieran lanzas? Simplemente que hace un año, gobernaba el PP y ahora gobierna ZP. El ayuntamiento de Barcelona dio una muestra particular de talante permitiendo que la acampada del año pasado erosionara la imagen pública del PP, pero un año después, ese mismo ayuntamiento ha reaccionado bestialmente ante una campaña que corría el riesgo de evidenciar que ni el tripartito catalán ni el gobierno ZP, tienen el más mínimo interés en acceder a las exigencias de los del 07%.
Los latin-kings han irrumpido
A esto hay que añadir otro fenómeno cuya importancia solamente se escapa a los responsables municipales. En los barrios periféricos han aparecido las bandas de latin kings que hasta ahora eran privativas de la periferia madrileña. Como se sabe estas bandas de delincuentes juveniles están formadas por adolescentes latinoamericanos recién llegados a España. En los últimos meses, estas bandas han sido responsables de innumerables incidentes en las inmediaciones de institutos de enseñanza media, discotecas y barrios periféricos, robos con intimidación y tres asesinatos. Huelga toda condena y cualquier comentario.
Con los latin-kings la Generalitat se ha encontrado con la horma de su zapato. A mediados de los años 90, cuando empezó a evidenciarse que la inmigración iba a ser masiva en pocos años, la Generalitat optó por un plan tan suicida como irresponsable: priorizar la inmigración magrebí antes que la iberoamericana, dado que a los primeros se les podía enseñar la lengua catalana, mientras que los segundos serían más reacios a causa de disponer de un lenguaje vehicular con el que podían hacerse comprender en Catalunya, la lengua española.
Esa política incompetente y suicida se tradujo en la creación de una delegación de la Generalitat en Marruecos que canalizó importantes flujos migratorios magrebíes a Catalunya. Cualquier observador del fenómeno, sin prejuicios apriorísticos, hubiera advertido sobre las dificultades de integración de los contingentes mabregíes y sobre la dudosa posibilidad de que, incluso aprendiendo catalán, pudiera hacerse de ellos, ciudadanos catalanes que comieran sin prejuicios pá amb tomaquet i pernil o ví dAlella. El resultado ha sido el que podía preverse: la inmigración magrebí ha causado innumerables problemas de adaptación en todo el cinturón industrial de Barcelona y en su inmensa mayoría se ha mostrado inintegrable, ha conservado y reforzado sus tradiciones de origen e incluso ha protagonizado episodios de terrorismo (buena parte de las detenciones de la Audiencia Nacional por terrorismo islamista han tenido lugar en Barcelona).
Pero esto no es lo más significativo. Mientras que las comunidades magrebíes han ido creciendo y han sido amamantadas con cargo a los presupuestos públicos la emigración ecuatoriana y colombiana, no prevista y no querida por la Generalitat, en tanto que hispanoparlantes, ha ido creciendo, igualmente, como la espuma en los tres últimos años. El resultado en Barcelona ha sido el mismo que el que se había generado en Madrid desde el 2001: formación de bandas étnicas constituidas por adolescentes colombianos, ecuatorianos y peruanos. Pues bien, hoy, a pesar de la existencia de cuatro cuerpos policiales diferenciados que operan en Catalunya, estas bandas, hoy, están completamente fuera de control.
La ciudad irrespirable
Barcelona se ha convertido en una ciudad irrespirable y en decadencia. Su crecimiento es muy inferior al de otros puertos del Mediterráneo español (incluido el de Tarragona y superado por el de Valencia). La Barcelona cosmopolita es una ficción generada por Maragall en su período de alcalde de la ciudad. Barcelona, a partir de Maragall y a velocidad creciente, se ha convertido cada vez más en una ciudad encerrada en sí misma, mirándose el ombligo, ejerciendo de ecume de Catalunya con un centralismo y una burocratización creciente y asfixiante. Catalunya, de hecho, no existe, lo que existe es la Gran Barcelona y su periferia. Se gobierno para Barcelona, desde Barcelona y por Barcelona. Es en Barcelona en donde se realizan los grandes eventos, mientras que las comarcas de Tarragona o de Lérida siguen deprimidas, acaso hoy más que nunca.
Catalunya actualmente no llega a 7.000.000 de habitantes, de los que 800.000 son ciudadanos extranjeros con una tasa de natalidad disparada que hace que desde 2000, el número de Mohameds inscritos en el registro civil, sea superior al de Jordis, algo que ya en aquel momento escalofrió a Jordi Pujol.
La Barcelona de Maragall-Clos ha desarrollado todo tipo de patologías sociales: sus fiestas mayores de barrio, se han convertido en desmadres insufribles para los vecinos que atraen a los colgados de todo el cinturón metropolitano, hurtando cada vez más espacio a los habitantes de esos barrios; las manifestaciones públicas se han convertido en ocasiones para que distintos grupos y tribus urbanas realicen sus operaciones de venganza y represalia contra sus adversarios. El mismo episodio una acampaña- puede suscitar reacciones de pasividad o de histeria represiva, en función, no del impacto en la vida ciudadana que puede acarrear, sino por la situación política del país. Se mira con condescendencia a los grupos ocupas, independentistas y ácratas, que día a día cubren los barrios de pintadas y carteles, mientras que se considera que el único enemigo de la convivencia son los grupos skins (que efectivamente son un riesgo, pero no el único, ni siquiera el más importante). Se ignora, por aquello de no excitar las tensiones étnicas, la existencia de latin-kings, el alto nivel de alcoholismo y falta de educación cívica de buena parte de los contingentes que han llegado de los países andinos en los últimos años. Y se cree, finalmente, que todos los desajustes generados por la inmigración masiva pueden ser rectificados inyectando fondos.
La Marsella de hoy, es la Barcelona del mañana. Desde principios de los años 80, cada año, sistemáticamente, 50.000 marselleses han abandonado su ciudad y se han ido a la periferia o a otras regiones. Marsella era en 1980 el gran puerto del Mediterráneo, hoy es una ruina en cuyo centro histórico cuesta encontrar franceses autóctonos. Inútil recordar que en los barrios del Raval y la Ribera, la tasa de inmigrantes se aproxima ya al 50%. En el metro de Barcelona es fácil reconocer a los carteristas: van de dos en dos, son de aspecto magrebí y su mirada solo se orienta hacia bolsillos y bolsos. El ayuntamiento dice que la situación ha mejorado y que se cometen menos delitos en la ciudad. No es esa la percepción que tiene el ciudadano de a pie. Lo que ocurre es que la víctima de un robo sabe que pierde el tiempo denunciándolo. El proceso de marsellización de Barcelona es creciente e irreversible. Si en la ciudad de Pitheas, el proceso de colonización magrebí ha durado 20 años, no hay ningún motivo para pensar que en Barcelona no va a seguirse un proceso similar de alteración étnico-cultural.
Los incidentes del 19 y del 23 de diciembre de 2004, se olvidarán pronto. Entre otras cosas por que otros incidentes tendrán lugar en los próximos meses y, sin duda, serán de violencia creciente. Los crímenes de los "latin-kings" serán olvidados por otros crímenes mayores. Pero es imposible, insistimos, para quien tenga ojos y vea y entendimiento y entienda, es imposible no responsabilizar al Ayuntamiento del proceso de degradación que vive la ciudad. De hecho, el talante de ZP tiene un precedente en el talante de Clos. En efecto, ambos han realizado una renuncia preventiva al ejercicio de la autoridad. Ambos están creando el fermento de un desorden social permanente. Ambos son responsables.
La ciudad es cada vez más hostil. Yo, por el momento, ya he renunciado a mi ciudadanía barcelonesa. Y no me pesa. Es como una liberación.
(c) Ernesto Milà - infokrisis -infokrisis@yahoo.es
Incidentes en las Fiestas de Gracia
Uno de los barrios más tradicionales de Barcelona, Gracia, celebra sus fiestas a mediados de agosto. Nada que ver las fiestas tradicionales que se han celebrado siempre en los barrios, con estas fiestas actuales que progresivamente son cada vez más insoportables para los vecinos. Esta año, era evidente, para quien tuviera ojos y quisiera ver, que las fiestas iban a terminar mal.
La Plaza del Diamante es una más que discreta plaza del barrio de Gracia que no tendría nada relevante de no haber sido por la novela del mismo título escrita por Mercé Rodoreda. El sábado 14 de agosto, punto culminante de la fiesta mayor de Gracia, una de tantas bandas de rock atronó el lugar hasta las 2:30 de la madrugada. Era el cuarto día de fíestas y el barrio, a esas alturas ya estaba plagado de vómitos, pintadas, colgados. A las 2:00 de la madrugada la plaza estaría ocupada por unos 500 jóvenes como máximo, la mayoría bebiendo litronas y fumando porros a destajo. Entre tanto, una música particularmente estridente impedía que los vecinos conciliaran el sueño.
Pocos vecinos de Gracia resisten en los últimos años las fiestas de su barrio. Lo más habitual es que prefieran ausentarse. Es curioso que la fiesta mayor de un barrio, fuerce a los vecinos de ese barrio, a "exiliarse" por todo el tiempo en que se prolongan. Gracia en esas fechas se convierte en un barrio poblado por foráneos y, progresivamente, ha pasado a ser el receptáculo de colgados de toda la ciudad. Este año, la tendencia fue mucho más acusada que en fiestas anteriores. Sería absurdo hablar de politización de las fiestas: no existen facciones políticas, como máximo lo que hay son tribus urbanas enfrentadas sin el más mínimo contenido político.
El ayuntamiento no ha sabido entender la peligrosidad de estas tribus urbanas y la necesidad de que la autoridad municipal mantenga el orden e impida los enfrentamientos tribales. Gobernada por la izquierda lunática, el ayuntamiento tiene una visión maniquea de las tribus: a una lado los juiciosos y conscientes okupas, antiglobalización, independentistas, anarquistas y demás, a otro skins nazis y fachas, asesinos, criminales e irresponsables. Pues bien, de esta visión maniquea, irreal y buenista, emana la responsabilidad del ayuntamiento en la muerte de un joven a las 2:30 de la madrugada de la noche del sábado 14 de agosto.
En efecto, repetimos, para cualquiera que tuviera ojos y viera, memoria y recordara, a la vista del panorama en la Plaza del Diamant, era evidente que podía ocurrir cualquier cosa: la combinación alcohol-porros de un lado y de otro la tradicional enemistad entre tribus urbanas, no podía dar como resultado sino enfrentamientos de consecuencias imprevisibles que, finalmente, sucedieron.
Tribus urbanas enfrentadas. Para el Ayuntamiento hay buenos y malos
En la calle Mayor de Gracia, a las 2:00 de la madrugada, un grupo de skins que deambulaban por la zona y un grupo de ocupas procedentes del fumadero de porros de la plaza del Diamant, con algún que otro independentista radical, chocaron. Un joven resultó apuñalado por skins entrando en un coma irreversible que se ha prolongado hasta el mes de diciembre en que falleció.
Los grupos ocupas, Independentistas y anarquistas, tronaron contra el nazismo y el fascismo y en pocos días han cubierto el barrio de Gracia con pintadas amenazadoras que no dejan prever nada bueno en los próximos meses. El Ayuntamiento ha callado, limitándose a intentar calmar a los ultras de izquierda. Por supuesto, el tradicional seny catalán ha brillado por su ausencia y nadie ha recordado la renuncia de las autoridades municipales a mantener el orden público en las fiestas de Gracia, nadie ha recordado el desmadre absoluto de aquella noche, la ausencia completa de dotaciones policiales en la zona y la absoluta impunidad con la que se maltrataba la tranquilidad y el derecho al descanso de los vecinos de Gracia. Es más, el ayuntamiento culpó a los skins de los incidentes. Estaba claro que, efectivamente, los skins eran una parte del problema, pero no la totalidad del problema, ni mucho menos la parte más culpable.
El verdadero culpable de la muerte de ese joven fue la inhibición municipal ante el desmadre alcohólico y porrero. Lo que ocurrió era previsible que ocurriera y, de hecho, ocurrió gracias a la ausencia de dotaciones policiales. Sin olvidar que el Ayuntamiento ni siquiera fue capaz de instalar urinarios públicos en la plaza del Diamant. Efectivamente, al día siguiente cientos de litros de orines daban al barrio un aroma particularmente desagradable, apto solo para amantes de la lluvia dorada y guarros empedernidos. Menuda fiesta...
La Plaza de Sant Jaime y el belen arrasados
Ayer, 23 de diciembre, una manifestación convocada por las tribus urbanas no skins en protesta por la muerte del joven apuñalado en Gracia, provocó gravísimos incidentes en el centro de Barcelona y en las inmediaciones de la Plaza de Sant Jaume. Mozos de Esquadra y Guardia Urbana resultaron arrinconados ante la puerta del Ayuntamiento y del Palacio de la Generalitat, acorralados por un millar de manifestantes. Lo que allí quedó arrinconado fue también los últimos destellos que podían quedar en el edificio de la Generalitat y en el Ayuntamiento. El pesebre colocado en la plaza fue saqueado y varios establecimientos sufrieron la rotura de las lunas. El Ayuntamiento se ha limitado a reparar inmediatamente los destrozos del pesebre, borrar las pintadas y callar. La política de la renuncia preventiva instaurada por ZP ha llegado al ayuntamiento de Barcelona que, seguramente, seguirá pensando que la culpa es de los skins.
El ayuntamiento ha demostrado no estar en condiciones de mantener el orden público; la seguridad ciudadana ha quedado pulverizada en la manifestación del 23 de diciembre, como lo estuvo en las fiestas de Gracia. Y así seguirá mientras el ayuntamiento no reconozca que existe un riesgo de violencia procedente, no solo de las tribus skins, sino también de los ambientes antiglobalizadores, ocupas, ácratas e independentistas
La acampada del 07%
Pero a principios de semana ocurrió otro incidente digno de mención. Los grupos antiglobalización llevaron a cabo un conato de acampada frente a los jardines del Palacio de Pedralbes en la Diagonal barcelonesa. Hay que decir que dicha zona está relativamente aislada del resto de la ciudad. Por allí solo se encuentran próximos los edificios universitarios y se trata de una zona de entrada y salida de la ciudad por carretera. Pues bien, en ese lugar, inofensivo e irrelevante, la reacción del ayuntamiento fue brutal, envió a los equipos antidisturbios de la Guardia Urbana a desalojar la acampada (tan inútil como irrelevante). Y lo hicieron con una brutalidad desmesurada que resultó inesperada para todos.
La cuestión no es esta, sino el hecho de que ese mismo consistorio municipal, hace un año, permitió que durante tres meses, se realizara una acampada en la plaza de Francesc Macià como protesta por la guerra de Irak. Ahora bien, hay que precisar que esta plaza se encuentra en una zona populosa de la ciudad y que a 50 metros de distancia se encuentra la sede del PP. Hay que añadir, así mismo, que la zona en la que se realizó la acampada es un jardín de belleza particular que resultó prácticamente arrasado por la acampada. El ayuntamiento tardó tres meses en reaccionar y cuando lo hizo, finalmente, fue con guante blanco.
¿Qué ha cambiado para que en un año las cañas se volvieran lanzas? Simplemente que hace un año, gobernaba el PP y ahora gobierna ZP. El ayuntamiento de Barcelona dio una muestra particular de talante permitiendo que la acampada del año pasado erosionara la imagen pública del PP, pero un año después, ese mismo ayuntamiento ha reaccionado bestialmente ante una campaña que corría el riesgo de evidenciar que ni el tripartito catalán ni el gobierno ZP, tienen el más mínimo interés en acceder a las exigencias de los del 07%.
Los latin-kings han irrumpido
A esto hay que añadir otro fenómeno cuya importancia solamente se escapa a los responsables municipales. En los barrios periféricos han aparecido las bandas de latin kings que hasta ahora eran privativas de la periferia madrileña. Como se sabe estas bandas de delincuentes juveniles están formadas por adolescentes latinoamericanos recién llegados a España. En los últimos meses, estas bandas han sido responsables de innumerables incidentes en las inmediaciones de institutos de enseñanza media, discotecas y barrios periféricos, robos con intimidación y tres asesinatos. Huelga toda condena y cualquier comentario.
Con los latin-kings la Generalitat se ha encontrado con la horma de su zapato. A mediados de los años 90, cuando empezó a evidenciarse que la inmigración iba a ser masiva en pocos años, la Generalitat optó por un plan tan suicida como irresponsable: priorizar la inmigración magrebí antes que la iberoamericana, dado que a los primeros se les podía enseñar la lengua catalana, mientras que los segundos serían más reacios a causa de disponer de un lenguaje vehicular con el que podían hacerse comprender en Catalunya, la lengua española.
Esa política incompetente y suicida se tradujo en la creación de una delegación de la Generalitat en Marruecos que canalizó importantes flujos migratorios magrebíes a Catalunya. Cualquier observador del fenómeno, sin prejuicios apriorísticos, hubiera advertido sobre las dificultades de integración de los contingentes mabregíes y sobre la dudosa posibilidad de que, incluso aprendiendo catalán, pudiera hacerse de ellos, ciudadanos catalanes que comieran sin prejuicios pá amb tomaquet i pernil o ví dAlella. El resultado ha sido el que podía preverse: la inmigración magrebí ha causado innumerables problemas de adaptación en todo el cinturón industrial de Barcelona y en su inmensa mayoría se ha mostrado inintegrable, ha conservado y reforzado sus tradiciones de origen e incluso ha protagonizado episodios de terrorismo (buena parte de las detenciones de la Audiencia Nacional por terrorismo islamista han tenido lugar en Barcelona).
Pero esto no es lo más significativo. Mientras que las comunidades magrebíes han ido creciendo y han sido amamantadas con cargo a los presupuestos públicos la emigración ecuatoriana y colombiana, no prevista y no querida por la Generalitat, en tanto que hispanoparlantes, ha ido creciendo, igualmente, como la espuma en los tres últimos años. El resultado en Barcelona ha sido el mismo que el que se había generado en Madrid desde el 2001: formación de bandas étnicas constituidas por adolescentes colombianos, ecuatorianos y peruanos. Pues bien, hoy, a pesar de la existencia de cuatro cuerpos policiales diferenciados que operan en Catalunya, estas bandas, hoy, están completamente fuera de control.
La ciudad irrespirable
Barcelona se ha convertido en una ciudad irrespirable y en decadencia. Su crecimiento es muy inferior al de otros puertos del Mediterráneo español (incluido el de Tarragona y superado por el de Valencia). La Barcelona cosmopolita es una ficción generada por Maragall en su período de alcalde de la ciudad. Barcelona, a partir de Maragall y a velocidad creciente, se ha convertido cada vez más en una ciudad encerrada en sí misma, mirándose el ombligo, ejerciendo de ecume de Catalunya con un centralismo y una burocratización creciente y asfixiante. Catalunya, de hecho, no existe, lo que existe es la Gran Barcelona y su periferia. Se gobierno para Barcelona, desde Barcelona y por Barcelona. Es en Barcelona en donde se realizan los grandes eventos, mientras que las comarcas de Tarragona o de Lérida siguen deprimidas, acaso hoy más que nunca.
Catalunya actualmente no llega a 7.000.000 de habitantes, de los que 800.000 son ciudadanos extranjeros con una tasa de natalidad disparada que hace que desde 2000, el número de Mohameds inscritos en el registro civil, sea superior al de Jordis, algo que ya en aquel momento escalofrió a Jordi Pujol.
La Barcelona de Maragall-Clos ha desarrollado todo tipo de patologías sociales: sus fiestas mayores de barrio, se han convertido en desmadres insufribles para los vecinos que atraen a los colgados de todo el cinturón metropolitano, hurtando cada vez más espacio a los habitantes de esos barrios; las manifestaciones públicas se han convertido en ocasiones para que distintos grupos y tribus urbanas realicen sus operaciones de venganza y represalia contra sus adversarios. El mismo episodio una acampaña- puede suscitar reacciones de pasividad o de histeria represiva, en función, no del impacto en la vida ciudadana que puede acarrear, sino por la situación política del país. Se mira con condescendencia a los grupos ocupas, independentistas y ácratas, que día a día cubren los barrios de pintadas y carteles, mientras que se considera que el único enemigo de la convivencia son los grupos skins (que efectivamente son un riesgo, pero no el único, ni siquiera el más importante). Se ignora, por aquello de no excitar las tensiones étnicas, la existencia de latin-kings, el alto nivel de alcoholismo y falta de educación cívica de buena parte de los contingentes que han llegado de los países andinos en los últimos años. Y se cree, finalmente, que todos los desajustes generados por la inmigración masiva pueden ser rectificados inyectando fondos.
La Marsella de hoy, es la Barcelona del mañana. Desde principios de los años 80, cada año, sistemáticamente, 50.000 marselleses han abandonado su ciudad y se han ido a la periferia o a otras regiones. Marsella era en 1980 el gran puerto del Mediterráneo, hoy es una ruina en cuyo centro histórico cuesta encontrar franceses autóctonos. Inútil recordar que en los barrios del Raval y la Ribera, la tasa de inmigrantes se aproxima ya al 50%. En el metro de Barcelona es fácil reconocer a los carteristas: van de dos en dos, son de aspecto magrebí y su mirada solo se orienta hacia bolsillos y bolsos. El ayuntamiento dice que la situación ha mejorado y que se cometen menos delitos en la ciudad. No es esa la percepción que tiene el ciudadano de a pie. Lo que ocurre es que la víctima de un robo sabe que pierde el tiempo denunciándolo. El proceso de marsellización de Barcelona es creciente e irreversible. Si en la ciudad de Pitheas, el proceso de colonización magrebí ha durado 20 años, no hay ningún motivo para pensar que en Barcelona no va a seguirse un proceso similar de alteración étnico-cultural.
Los incidentes del 19 y del 23 de diciembre de 2004, se olvidarán pronto. Entre otras cosas por que otros incidentes tendrán lugar en los próximos meses y, sin duda, serán de violencia creciente. Los crímenes de los "latin-kings" serán olvidados por otros crímenes mayores. Pero es imposible, insistimos, para quien tenga ojos y vea y entendimiento y entienda, es imposible no responsabilizar al Ayuntamiento del proceso de degradación que vive la ciudad. De hecho, el talante de ZP tiene un precedente en el talante de Clos. En efecto, ambos han realizado una renuncia preventiva al ejercicio de la autoridad. Ambos están creando el fermento de un desorden social permanente. Ambos son responsables.
La ciudad es cada vez más hostil. Yo, por el momento, ya he renunciado a mi ciudadanía barcelonesa. Y no me pesa. Es como una liberación.
(c) Ernesto Milà - infokrisis -infokrisis@yahoo.es
4 comentarios
gle.org -
xiquet -
Tant de bo la palmis demà. Ja se que borraràs aquest comentari, però a que fot pensar que hi ha gent que no pensa ni parla com tu? Doncs xato, a fortre's... :)
Fco Javier -
¡FELICIDADES!
barcelones -
Especialmente me ha gustado que resaltes k se señala a los skins como muy culpables, los cuales lo son de las tonterias que hacen, pero luego viene un inmigrante de cualquier parte, hace lo mismo, y hay miedo a señalarle por miedo a ser tachado de racista, un verdadero asco, pero bueno... aun resistire un tiempo mas en barcelona.
Saludos :)