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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

Tras la declaración de Pilar Manjón, hoy más que nunca...

Tras la declaración de Pilar Manjón, hoy más que nunca... Redacción.- Hoy más que nunca la necesidad de una reforma del sistema democrático aparece como algo ineludible. Ha hecho falta que pasaran seis meses de "actividad" de la Comisión 11-M para que, finalmente, apareciera allí alguien que realmente aportaba algo: Pilar Manjón, directiva de la Asociación Víctimas del 11-M. Manjón ha evidenciado, quizás sin quererlo, la distancia que separa la "España Oficial" de la "España Real".

Durante seis meses, todo un país ha visto como los fondos públicos se dilapidaban en una comisión de investigación que, desde los primeros momentos, era evidente que no iba a servir para nada. Aún antes de que se constituyera esta comisión, en nuestro libro "11-M: Los Perros del Infierno ya aludimos en las conclusiones finales a la necesidad de que se estableciera una comisión de investigación formada por "técnicos y expertos" y personalidades de la sociedad civil, para hacer algo que le venía muy grande al parlamento.

El parlamento es, no lo olvidemos, el "lugar donde se habla". Pero las chácharas -y los parlamentarios son especialistas en chácharas- no llevan a ningún lugar tangible. Las chácharas son lo propio de los mezquinos y los cotillas, de quienes son incapaces de anteponer el todo a la parte. No en vano "parte", viene de "partido". Nuestro país vive, como nunca, una situación que no es democrática en sentido propio, sino "partitocrática": la representación popular que se sienta en el parlamento es la representación de los partidos políticos y de sus estados mayores. El de parlamentario es un trabajo con contrato de cuatro años que si se quiere renovar precisa evidenciar una fidelidad perruna hacia los deseos del partido por el que se ha sido elegido. Y los parlamentarios son fieles a su jefe de grupo parlamentario, como los perros lo son a su amo. No evidencian jamás criterio propio. De hecho, hay que dudar de que lo tengan. Su opinión no existe, es apenas uno de los dos botones que hay en su escaño y que, finalmente, pulsan según los deseos de su jefe de grupo parlamentario. Antes se decía que no hay nada tan inútil como un almirante de marina suizo. Hoy puede decirse, en rigor, que nada es tan inútil como un parlamentario español.

La democracia ha degenerado, primero en partitocracia y luego -proeso actual- en plutocracia: poder del dinero. Se goiberno para los que tienen dinero, para los que gestionan el dinero y para los que acumulan dinero. El elector es solamente una masa informe a la que se seduce solo para que dé su voto, para nada más. La crítica a la democracia formal que realizaron distintos movimientos de izquierdas y derecha en los años 30, sigue siendo válida. Cada vez más válida a tenor de la crisis del sistema democrática en torno a la cual todos los partidos políticos convergen en negarla. Pero existe. En raras ocasiones se sale a la superficie y se percibe. Hoy, con la intervención de Pilar Manjón se ha llegado a uno de esos extraños momentos en los que el sistema democrático evidencia su decrepitud.

Y a ZP se le ocurre paliar esta crisis estructural con un parche coyuntural: colocando al bueno de Pérez Barba como "comisionado para las víctimas del terrorismo". Eso si que es reaccionar rápidamente. ¡Payaso! Hasta última hora, tanto ZP como la comisión 11-M ha intentado que los medios no retransmitieran en directo la intervención de Pilar Manjón. Era muy sencillo, resumir su intervención diciendo que se emocionó y que pidió "comprensión" para las víctimas. Pero, a medida que se sondeaba el contenido de su intervención, especialmente en la tarde antes de su intervención, los "fontaneros" informaron que si el mensaje de la Manjón no era transmitido en directo, volvería a leer los mismos folios "entre los leones de las Cortes", ante los medios... así que era inevitable que al menos durante 24 horas, la clase política apareciera como lo que es: una banda de desaprensivos sin escrúpulos, entre los que unos lamentan la pérdida del poder y otros no quieren reconocer que llegaron al poder gracias a 192 ataudes.

Por que aquí no hay simetría posible. Entre todas las representaciones políticas, el PSOE encarna la vesanía personificada. La intervención de ZP en la Comisión fue la de un personaje mediocre que se niega a reconocer lo que toda España sabe: está ahí gracias a 192 ataúdes... y cada vez que abre la boca, él o cualquier miembro de su gobierno (o de su entorno) se evidencia la impreparación, estupidez y mediocridad del equipo de gobierno en pleno. Al menos Aznar mantuvo el interés de la audiencia por la habilidad con que regateó las preguntas de la comisión, quedó claro, tanto lo que decía, como lo que intuía, como lo que callaba. Con ZP, lo que ha quedado claro es que el "talante" es como una mierda pero sin el "como". Resulta difícil hablar durante 14 horas sin decir absolutamente nada, repitiendo las mismas historias de mediocridad y espíritu escultista. No, cuando ZP niega la mayor, es decir, que él fue el principal beneficiario de los atentados, miente, miente y miente. Y lo peor es que lo sabe. Pepín Blanco, también sabe lo del "te lo digo para que no me lo digas" y sabe que acusando eternamente al PP de mentir, va a hacer que aquellos que quieren olvidar que ZP está en el poder gracias a los ataúdes, lo crean cada vez con más fidelidad.

Pero la cuestión es que en este tema la razón está del lado de Pilar Manjón, pero luego del lado de Aznar. El problema es que, como ya hemos dicho en artículos anteriores, el PP se equivoca defendiendo la implicación de ETA en el crimen. Y ZP se aferra a este error estratégico para machacar al PP. Lo hemos dicho en "11-M: Los Perros del Infierno: el ideador de los atentados del 11-M trazó una trampa para que los responsables de Interior atribuyeran durante las primeras horas la responsabilidad de los atentados a ETA. Fue una trampa perfectamente calculada que partía de la fractura vertical que rompía (y rompe) a la sociedad española: los simpatizantes del PP creerían a pie juntillas en las responsabilidad de ETA, pero mientras, a la misma hora, los simpatizantes del PSOE y del centro-izquierda, empezarían a conocer la "pista islámica", aun antes de que se hubiera descubierto la más que sospechosa furgoneta con la cinta en árabe... La Comisión de los Inútiles (la Comisión 11-M) ni siquiera ha sido capaz de establecer de dónde diablos surgieron las primeras informaciones que creaban la sugestión sobre la pista islámica desde la SER, cinco minutos después del atentado. Ni siquiera eso...

"No utilicen nuestro dolor para fines partidistas", ha dicho Pilar Manjón. "Que se disuelva esta comisión", ha pedido. Y no es para menos.

En "11-M: Los Perros del Infierno nos temíamos esta situación que seis meses después ya se ha evidenciado. "Ustedes, los políticos, sólo han hablado de ustedes", ha dicho la Manjón. Sus palabras han tenido el mismo eco de un bombazo. Bruscamente, las instituciones han aparecido como perfectamente inútiles. Esta intervención va a pasar a la historia de la democracia española como la primera crítica formal al sistema democrático y a su gestión, realizada en el santo de los santos de la democracia: el parlamento. De haber parlamentarios capaces de asumir la representación de sus electores, en lugar de la representación de su partido, probablemente, el foro de la carrera de San Jerónimo, serviría para algo.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es

Presentamos a continuación la introducción de "¿Aún votas merluzo?" en donde Pol Ubach presenta una crítica estructurada a la democracia formal que sufrimos cada día, cuyo texto supone una requisitoria a favor de la reforma de la democracia. Por que, a fin de cuentas, a eso nos enfrentamos: a la reforma o a la desintegración del siste´ma de representación democrática.

Pol Ubach - Editorial PYRE - 144 páginas - 10 Euros.

INTRODUCCION

Lo más sorprendente de la democracia española es que los partidos mayoritarios sigan siendo mayoritarios, a la vista de que lo que verdaderamente es mayoritario, son sus errores y esa sensación generalizada de hastío, sino de náusea, que hemos vivido en los últimos años: el caso GAL, la guerra de Irak, la relación Carod-Rovira/ETA, etc. Pero da la sensación de que el votante está constreñido, por aquello del "voto útil" a decidir entre el PP o el PSOE y en la periferia, entre estos y CiU o PNV. Hace veinte años se hablaba de la "joven democracia española". Pero ha llovido mucho desde entonces. Hoy la democracia española, como cualquier otra, ha alcanzado su estado de madurez y la prueba es que no existen movimientos golpistas de derechas o insurreccionales de izquierdas que atenten contra nuestro ordenamiento político. Lo que no implica que sea perfecto. Pero esta es otra historia.

En realidad, lo que importa es que la "joven democracia española" ha alcanzado mayoría de edad y nuestro país recuperó los cuarenta años perdidos de interregno franquista (desde 1945 hasta 1975), homologándose al resto de Estados europeos. De hecho hoy "somos" Europa y lo seríamos más si existiera una política exterior real y digna, pero Ana de Palacio, siguiendo órdenes de Aznar, se ha encargado de que cualquier forma de coherencia en este terreno sea pura ficción.

Hace falta, para entrar materia, centrarnos y realizar un breve repaso a la historia de las últimas décadas.

En 1945, Europa estaba hecha trizas. Seis años de guerra habían pulverizado la industria, las ciudades, las infraestructuras y a la propia población europea. Gracias al Plan Marshall, en 10 años fue posible remontar la mayor destrucción que haya sufrido la Vieja Europa en toda su milenaria historia. España, a todo esto, estaba en 1945 en pleno período nacional-católico, que había sustituido al período falangista-imperial y precedería al período tecnocrático-opusdeista del tardo-franquismo. Aquí todo funcionaba a golpes de intervensionismo estatal y planes de desarrollo, subordinando las libertades políticas, al desarrollo económico. No era raro. En el otro extremo de Europa y en el otro extremo ideológico, la URSS había hecho otro tanto: atrasada en 1917, sin apenas industria, aquel gigantesco país se dotó de una dictadura que concentró esfuerzos, abolió libertades, y en apenas treinta años (de 1917 a 1947) consiguió ser la segunda potencia mundial. Se tiene la presunción de que nadie pasa del atraso secular al desarrollo extremo en un régimen de libertades públicas.

Llegó un momento en el que el crecimiento de las "fuerzas productivas" y los intereses del capitalismo español, alcanzaron el límite de lo que podían obtener mediante la concentración de poder y la planificación franquistas. Esto ocurrió entre 1972 y 1975. Incluso los sectores más franquistas del franquismo advirtieron que era necesario caminar hacia Europa, que el régimen no podría subsistir como hasta entonces y que la democracia formal era inevitablemente nuestro destino. El propio Carrero Blanco estaba convencido de lo ineluctable de esta marcha: partidos y democracia hasta el partido socialista, más allá, no. El recuerdo de Paracuellos del Jarama estaba vivo y bien vivo entre los reformistas del régimen. No es raro; aún hoy, los anarquistas y trotskystas tienen vivo el recuerdo de la represión en mayo del 37 contra sus efectivos.

Muerto Carrero, muerto Franco, todo el proceso reformista se desató inmediatamente. En enero de 1977, cuando terminó la "Semana Trágica", estaba claro que las elecciones generales abiertas a todos los partidos, se celebrarían en los próximos meses. Aprovechando la Semana Santa se legalizó el Partido Comunista. Paracuellos quedaba aparcado definitivamente. Y en junio de 1977 se convocó al electorado a las urnas.

Ganó el que ganó por que tenía que ganar y lo tenía todo para ganar: dinero, medios, cuadros, ambiciones, etc. Perdió el que tenía que perder: la oposición democrática que carecía de fuerza social suficiente. Si la hubieran tenido, no les habría hecho falta pactar la reforma, ni Carrillo hubiera tenido que aparecer con la bandera nacional a la espalda, ni a Felipe esperar ocho años hasta lograr el poder...

Las cosas, desde entonces, no se puede decir que hayan ido mal. Es lógico que nos acordemos, sobre todo, de los grandes escándalos que se han ido sucediendo en la democracia española. Aparte de estos puntuales, pero gigantescos, disparates y errores, no nos ha ido mal. Existe un buen nivel de libertades públicas, así que tampoco está justificada la queja de oficio. Pero es rigurosamente cierto que nuestro sistema democrático aún tiene deficiencias. Ni el sistema electoral es todo lo representativo que debería ser, ni los mecanismos de poder están exentos de desviaciones y, ciertamente, se ven aquejados de procesos degenerativos. Por que, a la postre, la democracia es algo que, o se renueva día a día o termina apareciendo un desfase entre lo que pretende ser y lo que es realmente, desfase que surge del mismo discurrir del tiempo y del cambio del marco sociopolítico sobre el que se desarrolla.

Este libro tiene como objeto realizar un apresurado viaje hacia el origen de estos derivas degenerativos y proponer algunas soluciones parciales, pero que podrían ser remedios paliativos.

Si tenemos en cuenta los incumplimientos de programas, el transfuguismo, el nivel absolutamente pedestre sino zafio de las campañas electorales, el carácter demagógico de las mismas, la desconexión entre representantes y representados, la falta de resolución de los problemas más acuciantes de la cotidianeidad, y un largo etcétera, a la vista de todo ello votar parece algo inútil e incluso frívolo. Vamos a las urnas sin estar convencidos de que servirá para algo. De hecho, muy frecuentemente, no votamos "a favor de", sino "en contra de". Favorecemos indirectamente a unos por que tenemos más interés en castigar a los que no han sido capaces de solventar nuestros problemas. Y lo peor es que no albergamos ninguna confianza en que los que asciendan al poder, hagan nada por nosotros. Tenemos distintos niveles representativos (municipal, autonómico, estatal, europeo), pero realmente no tenemos conciencia de participar en la vida política, ni sabemos exactamente quienes son nuestros representantes. Cuando queremos solicitar ayuda o amparo del poder, la Constitución nos deriva hacia el "defensor del pueblo" cuyas atribuciones son mínimas. Sin olvidar que entre un 30 y un 40% de la población rechaza sistemáticamente acercarse a las urnas y un número creciente manifiesta su protesta en forma de votos nulos o en blanco.

En tal contexto, el título de este libro no es absurdo, ni siquiera provocador, es la cristalización de una realidad: por que en estas condiciones a alguien se le puede antojar que creer que el voto sirve para algo es hacer, literalmente, el merluzo.

El pez –y el merluzo es un pez- es el animal con una memoria más corta. Se dice que apenas dura tres segundos, aunque algunos científicos tienen a bien polemizar sobre si el recuerdo queda fijado en las más que dudosas neuronas del merluzo, hasta siete segundos; acto seguido, el recuerdo se desvanece. La clase política tiene la suerte de que la capacidad de olvido del electorado sea alta. Recuerdo un perro que me reconoció aun cuando hacía cuatro años –una legislatura- que no lo había visto, algo que para él equivalía a 30 años humanos. En los cuatro años que median entre un ritual electoral y el siguiente, el elector suele olvidar hasta que punto han llegado a mentirle, torearle, manipularle y defraudarle aquellos a los que votó. Como a un merluzo, ¿entienden? Por eso, el título de este libro es como es.

"Pol Ubach" - copyright PYRE, SL - pyre@pyresl.com

Este libro puede ser adquirido en Pyre Libros "¿AUN VOTAS, MERLUZO?"

1 comentario

fabián -

Las declaraciones de Pilar Manjón han puesto de relieve la distancia que existe entre la clase política y la ciudadanía.