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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

El rostro de Breivik (I)

Anders Behring Breivik

Lo que no es, lo que cree ser, lo que es,
lo que podría ser y a quién sirve su crimen

 

Introducción

Es preciso leer los 1.500 folios escritos por el autor de la masacre de Oslo con la intención de situar su locura en el panorama político. Vaya por delante que los locos –y asesinar a 73 personas define, por sí misma, su personalidad– no merecen la molestia de leer los productos de su alienación mental, pero si en este caso es necesario repasar su escrito es solamente para poder establecer los contornos ideológicos precisos que asumía. El único testimonio que tenemos de él es el documento titulado “2083, Una declaración de independencia europea – De Laude Novae Militia – Pauperes Commilitones Christi Templiqui Salomonici” y firmado por el propio interesado By Andrew Berwick, London – 2011”.

El documento es frecuentemente contradictorio, da la impresión de que está escrito por varias manos y en algunas partes parece que el autor haya intentado realizar una investigación “seria” mientras que en otras se muestra simplemente como un loco; desde luego, la primera impresión que se tiene en la parte relativa al diario donde cuenta cómo elaboró la bomba y preparó sus crímenes, hay errores incluso de expresión que dan que pensar sobre si se trata de un texto manipulado escrito por otra persona, no por el autor de los atentados. Aún así, vamos a dar el documento por bueno, especialmente en la parte “doctrinal” lo que nos permitirá tener una visión aproximativa del pensamiento de Anders Behring Breivik

1. Lo que no era Anders Behring Breivik

En esta Europa construida a golpes de fraudes económicos, insuficiencias políticas, simplicidad educacional e insolvencia mediática, la imagen que tenemos del “asesino de Oslo” ha pasado a ser la de un militante político fanático que por originalidad se metió en la francmasonería pero que en realidad era un neonazi que apoyaba a los partidos identitarios situados en la extrema–derecha del espacio político. Pues bien, ni una sola de estas sugestiones generadas y transmitidas por los medios tiene razón de ser. Veamos:

a.– No era un militante político

Se ha querido ver en Breivik a un militante de extrema–derecha e incluso en cada país europeo se han emprendido campañas contra organizaciones y militantes identitarios y anti–inmigración presentándolos como émulos del asesino de Oslo. Y sin embargo, la militancia política de Anders Behring Breivik es quizás más tenue que cualquiera otra de las características que le han atribuido. En una entrevista concedida al diario El Periódico (28 de julio de 2011), el líder de las juventudes del Partido del Progreso, Ove A. Venbo, explicaba que en el momento de cometer la masacre, Breivik ya no era miembro de las juventudes del partido en las que militó entre 1997 y 2007 añadiendo que Hemos hablado con gente que estuvo en contacto con él y nos dicen que como miembro de las juventudes del Partido del Progreso era muy pasivo”. Dicho con otras palabras: la militancia política nunca le interesó lo más mínimo, ni siquiera cuando estaba afiliado a las juventudes del partido, pero no participaba en sus actividades. Venbo recordó que Breivik había perdido la fe en el Partido del Progreso: “Decía que éramos parte del problema”. Su opinión tenía muy poco que ver con criterios políticos: estaba convencido de que era necesario forzar un enfrentamiento directo con el Islam y estaba dispuesto a utilizar –como luego se vio– el terrorismo como estrategia. La política, por tanto, no podía interesarle. Si le hubiera interesado, habría estado en condiciones de advertir que el terrorismo SIEMPRE daña a la causa que se pretende defender en la medida en que genera una reacción en dirección contraria a la que el grupo terrorista pretende suscitar: le ocurrió a Al Qaeda, le ocurrió a ETA y le ocurrió al GRAPO, por citar unos pocos ejemplos más habituales en nuestro país. Pero Breivik lo ignoraba todo sobre las leyes de la política y de la sociología (las 1500 páginas de su escrito nos hablan de las cosas más inverosímiles pero no se adentran en terrenos de la política y cuando lo hace sus interpretaciones resultan delirantes y demuestran la falta de solidez de sus conocimientos sobre la materia.

El moderantismo del Partido del Progreso (del que la entrevista citada con Venbo es una clara muestra) debió ponerle en la puerta de salida del mismo. Breivik precisaba posiciones más radicales y agresivas, posiciones que, en realidad, no defendía ninguna organización con mínima entidad de la extrema–derecha europea. Afirmaba que el Partido del Progreso no era la solución sino una parte del problema y, por tanto, jamás manifestó entusiasmo ni interés por realizar un trabajo político bajo esta filiación. Breivik cita en 46 ocasiones al Partido del Progreso y confirma las explicaciones dadas por Venbo:

“Traté de formalizar la cooperación entre el Partido del Progreso y del documento (tanto los moderados como culturales entidades conservador), al menos en un período de incubación. Sin  embargo, después de discutir esto con tanto en fibra de vidrio y Hans, parece como que no quieren tomar parte en cualquier forma de la cooperación entre nosotros” (pág. 1416).

“Voy a suspender mi participación en el Partido del Progreso noruego, he perdido la fe en la lucha democrática para salvar a Europa de la islamización. Después de 65 años de duras la opresión política, la demonización y ridiculización de la cultura comunista-globalización establecimiento, dirigido a todo aquel que se opone al multiculturalismo, todavía no hay indicios de que esta hegemonía comunista-globalización nunca permitirá que PP para tomar el control. Mi
partido es sistemáticamente vilipendiada y saboteado por un medio de comunicación unidos ante todos y cada uno elección. E incluso si alguna vez se las arregló para formar un gobierno de mayoría con Høyre (el Partido Conservador), sus principios y programa del partido no serían suficientemente conservadores para poner fin a la actual guerra demográfica islámica o aumentar la tasa de fertilidad de la etnia noruega del 1,4 a 2,1. Lo único que el PP ha logrado hasta ahora es dar falsas esperanzas a noruegos. Dicen que la lucha democrática es la única solución, cuando  claramente ya se ha perdido. ¿Cómo podemos competir democráticamente con un régimen que importa a masas de cientos de miles de nuevos votantes? El PP pacifica a los noruegos, dándoles falsas espero y me niego a seguir teniendo participación alguna en esto. La lucha armada aparece
inútil en este momento, pero es la única manera de avanzar.” (pág. 1414)

Estos juicios se repiten en varias ocasiones a lo largo del texto.

El Fremskrittspartiet (FRP) o Partido del Progreso, había conseguido asentarse cómodamente como segundo partido del país aventajando a la socialdemocracia que había quedado en las últimas legislativas de septiembre del 2009 en tercer lugar. En esa ocasión logró el 22,9% de los votos y 41 escaños en el Parlamento. No se trata, en absoluto, como han repetido por activa y por pasiva, los medios de prensa de Europa Occidental, de un partido “extremista y xenófobo”: ni siquiera pide la expulsión de los islamistas presentes en aquella sociedad, sino tan solo su integración. Desde el punto de vista económico es un partido liberal (en su programa pide la bajada de impuestos, la desregulación de la economía y el libre mercado) y desde el punto de vista político es conservador y populista (propone límites estrictos a la entrada de inmigrantes y en política internacional no se diferencia en nada de cualquier otra opción conservadora de Europa del Sur: limitar y regular las llegadas de inmigrantes, aumentar la cooperación con la OTAN, con los EEUU y con el Estado de Israel, junto a la descentralización del Estado).

El partido fue creado el 8 de abril de 1973 por Arders Lange que aspiraba a impulsar un movimiento de protesta contra la socialdemocracia y sus principios intervencionistas en la vida pública y económica. Durante sus primeros cuatro años se llamó en realidad “Partido de Anders Lange para una reducción de impuestos, tasas y del intervencionismo público”. Solamente en 1977 tomó su nombre actual. Su primer éxito tuvo lugar a poco de su fundación cuando en septiembre de 1973 recogió el 5% de los votos y cinco diputados en las legislativas. En 1978 Carl Hagen asumirá la presidencia del partido que ostentará hasta 2006, período en el cual de ser un partido marginal pasará a ser el segundo partido nacional de Noruega. En 1997 obtendrá su primer gran resultado: el 17% de los votos en las municipales obteniendo decenas de concejales y algunos alcaldes.

La vida de este partido no estará exenta nunca de problemas interiores, luchas fraccionales y escisiones. Surgirá de su interior en 1983 una tendencia “libertariana”, más adelante aparecerán tendencias “populistas” que terminarán yéndose del partido y formando el grupo Los Demócratas presidido por Vidar Kleppe que ya antes había protagonizado la escisión de los “solistas”. A pesar de los frecuentes problemas internos que aparecen en su interior será a partir de las legislativas de 2005 cuando el partido inicia la progresión que ha durado hasta el atentado de Oslo: el 22,1% en las legislativas de 2005, 27,8% en las elecciones legislativas de septiembre de 2009 ascendía hasta el 22,9% (los laboristas obtenían el 34,5%) con tres diputados más que no son suficientes para forzar una coalición de derechas con el Partido Conservador (86 votos para la izquierda contra 84 para la derecha).

Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, y a diferencia de los populismos de la Europa central y del Sur, el Partido del Progreso menciona el tema de la inmigración como una más de sus ejes de propaganda –en absoluto el central- que, en realidad, tienen mucho más que ver con la economía y la reducción de impuestos, especialmente de impuestos para las rentas procedentes del trabajo, y sobre el precio de los alimentos. Contrario a las regulaciones en el mercado de trabajo, lo es también a la intervención del poder en la economía y partidario de un “adelgazamiento” del aparato del Estado y la privatización de los servicios públicos. Así pues, en el supuesto de que Breivik hubiera asumido la ideología del partido en el que militó 10 años (con interés decreciente), se trataría de una doctrina ultraliberal que tendría que ver más con posiciones sostenidas por Margaret Tatcher o Ronald Reagan a principios de los años 80 que con las actitudes de Marina Le Pen, Jörg Haider o cualquier otro líder de la derecha radical antiinmigracionista de la Europa del Sur.

Es cierto que durante los años 90 y a la vista de su ascenso, el Partido del Progreso recibió cada vez más en su país la calificación de “extrema derecha” e incluso de “derecha radical extremista”. Este cambio en la valoración (hasta entonces había sido calificado como “partido populista” o “partido anti-impuestos”, pero nunca implicado en el radicalismo político), es comprensible. A partir de ese período el ascenso del Partido del Progreso amenaza el estatus del centro–derecha y del centro–izquierda noruegos y estos no pueden permitir que un club político nuevo compita con ellos, porque si se produce el ascenso de una nueva fuerza política, nada garantizará que otras no hagan otro tanto y ambos partidos pierdan el monopolio del ejercicio del poder. Pero, en realidad, ni la dirección del partido, ni su base militante, se han implicado jamás en episodios de violencia política o social, ni siquiera habían protagonizado declaraciones racistas o xenófobas. La excusa para esta radicalización de las opiniones en contra procedía de la consideración –a partir de 1995– de la inmigración como problema. El cordón sanitario creado por los partidos noruegos tradicionales (y apoyados por la extrema–izquierda) ha persistido desde esos años, pero su crecimiento electoral en las últimas elecciones permitía pensar antes de los atentados de Oslo y Utoya que la derecha conservadora terminaría pactando con él en caso de no obtener mayoría absoluta para batir a los socialistas.

Pero hay poco de radical en las propuestas del Partido del Progreso en materia de inmigración. A penas propone otra cosa que la aceptación de los inmigrantes que trabajen en el país y la expulsión de los inmigrantes que hayan protagonizado episodios de delincuencia. Por otra parte, el partido criticó en la campaña electoral de 2007 la política de inmigración a la que calificó de “fracaso”, pero no aludía a la integración, sino a que los inmigrantes que habían protagonizado delitos no fueran expulsados. Las estadísticas les dan la razón: en el informe titulado Kriminalitet gjennom ungdomstiden blant nordmenn og ikke–vestlige innvandrere (“La delincuencia juvenil entre los noruegos y los inmigrantes no occidentales”, que puede ser leído en Internet gracias a la traducción automática al castellano en http://www.ssb.no/emner/03/05/notat_200633/notat_200633.pdf , Torbjørn Skarðhamar, Oficina Central de Estadísticas de Noruega, 2006), se demuestra que la delincuencia crece entre los adolescentes del grupo de inmigrantes a mayor velocidad que entre los adolescentes autóctonos. En las conclusiones se apunta: “Los inmigrantes no occidentales están sobre representados en las estadísticas de personas acusadas en relación con el grupo de comparación de personas no inmigrantes. Ese exceso de representación en las estadísticas también se ha detectado en otras actividades y no es nueva en sí misma”. El Partido del Progreso siempre ha negado tener huellas de racismo y ha insistido en que sus propuestas en materia de inmigración se limitan a controlar a los delincuentes extranjeros y a evitar que se falseen las peticiones de asilo político. En 2005, la publicación de un panfleto del partido en el que se mencionaba la nacionalidad de un criminal le valió ataques desproporcionados por parte de los democristianos a pesar de que en el mismo panfleto se repetía que no había nada en contra de la inmigración y se pedía respeto por las leyes que defienden a la sociedad noruega de cualquier discriminación basada en el color de la piel y los orígenes étnicos o religiosos.

No es raro pues, a la vista de la línea política extremadamente centrista y moderada seguida por el Partido del Progreso que Anders Behring Breivik no hubiera ido más allá de afiliarse a este partido sin tener protagonismo alguno (se presentó como candidato en una lista del partido en 2002 y fue vicepresidente en 2002-3 de la juventudes del partido en Olso-Este, según explica en la pág. 1.399). La moderación no correspondía a su análisis; tan sólo veía una estrategia en la lucha armada, los atentados terroristas, las ejecuciones sumarias de traidores (eso fue precisamente lo que le llevó a disparar a jóvenes socialistas en Utoya en lugar de apostarse ante una mezquita y realizar la carnicería en la piel de sus odiados islamistas). Cuando comenta su presentación como candidato a las elecciones escribe: “Ese momento supuso para mi una "encrucijada". En esos momentos estaba decidido a abandonar la política convencional (y la carrera que podía hacer como político convencional) o aprovecharla como solución para adquirir fondos para la futura operación o abandonar la política convencional completamente y dedicarme a impulsar una iniciativa empresarial como fuente de  financiación para mi participación en la futura y clandestina Movimiento de la Revolución Conservadora Paneuropea Movimiento / Movimiento de  Resistencia Paneuropeo”. Pero luego fundó su orden neo-templaria de la que dice, no sin cierta ingenuidad, que fue uno de los primeros “comandantes justicieros templarios” (pág. 1.399)

Ni antes ni después mantuvo contactos tampoco con otras fuerzas del populismo noruego a las que cita únicamente de pasada en su enumeración de grupos anti-inmigracionistas del continente Europeo; de su país menciona a otros dos grupos, además del Partido del Progreso, el NorgesPatriotene y el Federlandspartiet. El primero, cuyo nombre traducido es Patriotas de Noruega (NP) es un verdadero partido antiinmigración fundado en 2007 al que se incorporaron los Demócratas Nacionales un año después. A diferencia del Partido del Progreso, este grupo es particularmente beligerante en materia de inmigración y de islamismo. Cabría pensar que Breivik, por pura lógica, debería haberse aproximado a esta organización que hacía gala de cierto radicalismo político e incluso anti–islámico. No lo hizo. Se trata, en realidad, de una partido identitario próximo a los de Europa Occidental y más en concreto a la Lega Nord, el BNP inglés o al Vlaams Belang. En las elecciones de 2009 obtuvo un número despreciable de votos y algunos militantes fueron procesados y condenados por amenazas al ministro de Justicia, Knut Storberget. En junio de 2009 en el curso de una manifestación autorizada del partido, la extrema–izquierda realizó ataques produciéndose algunos incidentes que causaron estupor en la balsa de aceite noruega. El 28 de agosto de 2009, el presidente del partido Øyvind Heian fue atacado en el curso de un debate. La interrelación entre los malos resultados, los procesos judiciales abiertos y los ataques de la extrema–izquierda, determinaron que la cúpula del partido anunciara que la organización entrara en letargo 17 de septiembre de 2009. La propia web de la organización dejó de existir poco después. Parecido sendero recorrió el Fedrelanspartiet o Partido Patriótico fundado en Bergen en 1990 y de carácter nacionalista, que obtuvo su mejor resultado en las elecciones de 1993 (el 0’5% de los votos y algo más de 11.000 votos) autodisolviéndose el 31 de diciembre de 2008.

Llama la atención que Breivik en su listado de “partidos antiinmigración europeos” (págs. 1244–1252) cometa errores de bulto, lo que no es tan comprensible es que cite junto al Partido del Progreso a otras dos fuerzas bastante más radicales pero que ni siquiera existían desde hacía tres años. Si comete estos errores en su “testamento político” es precisamente porque no creía en las posibilidades de la lucha electoral y permanecía ajeno y de espaldas a ella. Los errores no son menores cuando habla de otros países, España, donde realiza una enumeración incompleta del “freakysmo nacional”, cuyas informaciones se remontan… al año 2007 las más recientes. Cita por ejemplo a la “Plataforma España” (en realidad, España 2000) “creada por Democracia Nacional ese año”. En el colmo de la desinformación llega a decir que el minúsculo partido Democracia Nacional obtuvo tres diputados en 2007 y da a Fuerza Nueva como todavía existente (partido disuelto en 1983), o menciona al Partido de Acción Demócrata Española (PADE), disuelto en 2008 como poseedor de 20 concejales y finalmente llega a decir que en las elecciones de 2007, resultaron electos 50 concejales anti–inmigración. En otros países los desfases entre la realidad y la versión que Breivik se ha construido rozan casi el surrealismo más absoluto, lo que demuestra muy a las claras que el autor de la masacre de Oslo ni siquiera había sido capaz de establecer a través de Internet relación con grupos de extrema–derecha europeos o con grupos antiinmigración.

En absoluto se trataba de un militante “antiinmigración”, sino exclusivamente anti islámico. Su obsesión anti-islámica llega hasta el extremo de explicar la expulsión de los gitanos de la península indostánica como una iniciativa de los islamistas y, por tanto, los “rom” (los gitanos rumanos a quienes cita elogiosamente en 18 lugares de su manifiesto) pasan a ser considerados como aliados en la lucha anti-islámica y les promete que tendrán un Estado independiente en Europa. No le interesa en absoluto que el rechazo que buena parte de la población europea a la presencia de Roms es, frecuentemente, mucho más intenso incluso que en relación a buena parte de la inmigración islámica. No es la inmigración lo que le interesa sino la lucha contra el Islam.

Todo esto demuestra, en definitiva, que la acción política no era precisamente aquella actividad para la que estaba predispuesto, al menos desde 2002, seguramente por una deformación mental que incluiría desde paranoia hasta rasgos propios del psicópata, lo único que le interesaba era la salida “caballeresca” que en su peculiar manera de entender el mundo, se reducía al terrorismo en tanto que “caballero justiciero”. Esto explica la propensión de Breivik a considerarse heredero de los templarios, los guardianes de Tierra Santa a la que otorgaba un protagonismo en la lucha anti-islámica y su alejamiento de cualquier forma de acción política. De paso, esta constatación es suficiente para establecer que jamás tuvo relaciones con grupos organizados de extrema–derecha, ni con partidos anti–inmigración, ni siquiera con militantes de base de estas formaciones en las distintas naciones europeas. Y esto explica la segunda confusión con la que Breivik ha aparecido ante los medios de comunicación.

b.– No era un miembro integrado en la francmasonería 

La prensa de derechas ha insistido mucho en la militancia masónica de Breivik. En la derecha rige la misma hemiplejia mental que en la izquierda. Si ésta última se obsesiona en sostener que el asesino de Oslo es “de extrema–derecha”, la derecha, por su parte, se aferra a su condición de francmasón. En realidad ambas posiciones son erróneas e interesadas.

Efectivamente, Breivik militó durante unos años en la francmasonería noruega; para quien conoce la triste realidad de la masonería moderna sabe perfectamente que esa militancia supone muy poco. En efecto, en la masonería actual nos encontramos con una inmensa mayoría de afiliados que han entrado para “buscar algo”, y no precisamente la “palabra perdida”; buscan, por lo general, mejorar su posición y sus contactos, habitualmente para realizar buenos negocios o simplemente buscar un empleo. Nada más. El documento de Breivik no da la sensación de que estuviera particularmente integrado en la masonería, sino más bien que buscaba allí apoyos para su enloquecido proyecto y especialmente miembros que engrosaran la orden neotemplaria que había constituido en 2002. No era la primera vez en la historia de la masonería que alguien entraba en sus filas para reclutar allí con facilidad a miembros para los más variados proyectos: lo hizo Adam Weishaupt en el siglo XVIII para encontrar nuevos miembros para su Orden de los Iluminados de Baviera creando una tradición que han realizado la mayoría de entidades neo–templarias, neo–rosacrucianas y neo–ocultistas desde entonces. En ocasiones –y tal parece ser el caso de Breivik– además de utilizar a la masonería como lugar de reclutamiento, también es posible que la utilizara para inspirar los rituales de su orden neotemplaria.

Este detalle no ha pasado desapercibido del investigador católico Massimo Introvigne quien publicó un primer y breve informe sobre la personalidad del asesino realizado en base a las 1.500 páginas de su manifiesto. En efecto, en el documento existen apenas tres referencias a la masonería (pág. 815 y dos en la página 1.865… pero estas dos últimas alude apenas a la “albañilería” que en lengua inglesa tiene el mismo nombre a causa de su origen –las corporaciones de constructores del siglo XVIII–  que la orden secreta; la distinción se establece añadiendo el prefijo “free” para referirse a ésta), sin embargo existen en el mismo documento 207 referencias a los “caballeros templarios”, especialmente de las páginas 812 a 833 en donde describe los objetivos, los rituales, la uniformidad y los distintivos y la historia de la Orden histórica de los templarios y la reconstrucción que él mismo ha hecho. Y es aquí en donde Introvigne encuentra distintas influencias de los “grados templarios” del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Franc–Masonería escribiendo al respecto: “El terrorista habría fundado, en 2002, en Londres, junto a otros activistas, la orden templar de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, inspirado en los grados Templarios de la  Masonería – una organización de la que forma parte Breivik y a la que alabó por su “papel esencial”, pero a la que considera incapaz de pasar a la acción militar”. Pero Breivik pertenecía a la Logia Søilene que practicaba el Rito Sueco (adaptado para “hermanos” de origen cristiano y resulta incomprensible que abandonara la masonería pero, sin embargo, colocase en su perfil de Facebook en 2011 su foto con el mandil masónico con la nota “Mi logia…”

En realidad, lo que Breivik ha escrito en la página 815 de su manifiesto era muy interesante porque sitúa el papel de la “caballería” y de la “masonería” en su pensamiento. Escribe: “Las modernas organizaciones de caballería no tienen nada que ver con la caballería, el martirio, valentía y honor a través del servicio militar (para la protección de los europeos o de la cristiandad). La Caballería se erosionó gradualmente en una tradición corrupta y ahora está principalmente orientada a conferir prestigio a las personas, muy a menudo los productores de música, los deportes, estrellas u otras personalidades de la cultura. Masonería y similares órdenes cristianas no son más que las redes de la novedad y completamente apolíticas. No obstante, debe ser elogiada por su labor en la conservación de los antiguos rituales”.

Breivik tiene una concepción extremadamente limitada de la “caballería” a pesar de estar fascinado por ella. Sólo ha retenido de ella una idea: asumió la lucha contra el Islam. Olvida que existió una “caballería errante” como realidad histórica (véase la obra de Martín de Riquer sobre Caballeros andantes españoles y que las órdenes “caballerescas” tuvieron otros enemigos además del Islam). Esa analogía abusiva “caballería – anti islamismo” le lleva a considerar que la masonería, junto con algunos autores como heredera del templarismo, en otra interpretación no menos abusiva que debería limitarse como máximo a determinadas logias escocesas del siglo XVII cuyo origen estaría en los templarios franceses que huirían a Escocia cuando se produjo la persecución de la orden por Felipe el Hermoso y que participaron en la batalla de Bannockburn junto al Rey Bruce. El resultado victorioso de la batalla determinó que Bruce creara para ellos la Orden de San Andrés del Cardo (símbolo de Escocia), en la que algunos historiadores masónicos sitúan el origen del Rito Escocés Antiguo y Aceptado compuesto por 33 grados, algunos de los cuales remiten a temas templarios.

Es evidente que la desproporción entre el tratamiento que Breivik da a la masonería (citándola en apenas una ocasión) y la que otorga a los caballeros templarios (207 menciones) así como el hecho de que él mismo fuera el fundador de una nueva orden neo–templaria en 2002, indican muy a las claras cuáles eran sus simpatías y porqué entró en la masonería.

Breivik consideraba que dentro de la masonería había pervivido la tradición cristiana en una de sus formas originales y lo que le interesa, a pesar de ser completamente agnóstico, es disponer de un trampolín que le permita abordar una lucha contra el islam. Se fija en la Edad Media –y en particular en la Reconquista de los reinos ibéricos en la Edad Media–, le llama la atención el papel del templarismo en la lucha contra el Islam e intenta reproducir el mismo esquema 700 años después de la disolución de la Orden. De hecho, cita en 14 ocasiones la palabra “reconquista” en su forma castellana, en ocho ocasiones con mayúsculas, y no en su forma inglesa –en la que está escrito el manifiesto– “reconquest”.

La orden que dice haber creado en Londres tiene como siglas latinas PCCTS de Pauperes Commilitones Christi Templique Solomonici (Pobres Soldados de Cristo y del Templo de Salomón), cuyo nombre y símbolo –la cruz templaria– aparecen en la portada y en la firma del documento de 1.500 páginas. Por algún motivo confuso, considera que la orden no es solamente una orden combatiente contra el Islam sino también un “tribunal” encargado de impartir justicia y de cumplir sentencias. Y este tema será clave a la hora de establecer porqué cometió el crimen de Oslo y de Utoya: cumplir una sentencia (él mismo se había otorgado el nombre de “Caballero de la Justicia”) contra los socialistas noruegos considerados como marxistas y multiculturalistas, quinta columna del islam. Fija como objetivo de su orden “la defensa de Europa, la defensa de la cristiandad europea, la  destrucción del marxismo y la reconquista. Explica (todo ello en las págs. 832–834) que la orden debe lealtad a “los pueblos indígenas libres de Europa y los católicos europeos, Iglesia Protestante y Ortodoxa”. Para actuar precisa “entre 15 y 80 caballeros”. Su patrón y protector es Bernardo de Claraval y Jacques de Molay, su Santo Guardián San Jorge de Lydda y su bandera “la Cruz de los mártires”. Y el lema “El martirio antes que la dhimmitud”, palabra procedente del francés como neologismo, derivada del término árabe dhimmi que significa tanto sumisión de los no musulmanes a la autoridad musulmana como relación del no musulmán con el mundo islámico. Es evidente que Breivik lo toma en la primera acepción.

Las características de la orden serán “el amor fraternal, la obediencia fiel, la aceptación del martirio y la pobreza voluntaria. El “tipo de organización” la define como “orden militar y tribunal penal” considerándolo como “uno de los muchos movimientos patrióticos de resistencia armada en Europa, movimiento de los derechos de los indígenas europeos y movimiento paneuropeo de cruzados. Los objetivos no eran menos delirantes: “plan para hacerse con el poder político y militar en todos los países de Europa occidental y destrucción del marxismo político y cultural (el multiculturalismo), como política y la expulsión del Islam por tercera vez. No oculta sus intenciones terroristas en la táctica: la destrucción del multiculturalismo y del marxismo se hará, nos dice: “A través de golpes militares, derrocar a todos los multiculturalistas (cultural marxista) en los regímenes de Europa occidental en el año 2100 y reemplazarlos por los gobiernos (…) conservadores y nacionalistas, siempre demócratas, dentro de un nuevo ordenamiento constitucional que restringa los derechos “de las compañías mediáticas, de los periodistas independientes y de la globalización”. Acto seguido explica su plan estratégico:

– Fase 1 (1999–2030): ataques basados en células de choque, el sabotaje, etc.

– Fase 2 (2030–2070): Igual que el anterior, pero las células más grandes y redes, creación de milicias armadas.

– Fase 3 (2070–2100): golpe de Estado y asunción de responsabilidades en materia de seguridad y las ejecuciones de (…) traidores.

Este proyecto debería culminar en el 2083 con la constitución en Europa de un “modelo japonés, Corea del Sur (un monocultivo, muy desarrollado y progresista de la sociedad)”. Solamente después de la expulsión del Islam habrá –sigue– que pensar en la creación de la Unión Europea con forma federal que define como “un sistema descentralizado de la UE con un fuerte énfasis en la soberanía nacional, una nueva hegemonía cultural conservadora / nacionalista (anti–marxista)” con puentes hacia Rusia, EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Es proyecto será llevado a cabo –Breivik prosigue su delirio– mediante una “dirección descentralizada con una estructura de liderazgo y una red de código abierto, en lugar de una estructura jerárquica típica”. Al frente de cada célula estará “un auto designado comandante de células voluntarias (Justiciar Knight Commander) que mandará a dos colaboradores operativos, los Knight Justiciar (caballeros justicieros), o que hizo pensar a la policía que Breivik había contado con dos colaboradores para cometer los atentados de Oslo y Utoya a la vista de que él mismo se había atribuido el título de Justiciar Knight Commander. Cada célula será “independiente y autónoma” en un estructura celular piramidal.

El diseño de la orden neotemplaria prosigue dando cada vez más la sensación de que se trata de un delirio casi infantil y que haría sonreír de no ser por los 73 asesinados. Ni es la primera ni la única, si la última orden de este tipo que alguna mente calenturienta ha diseñado sobre el papel y que jamás ha contado más que con su presencia y la de unos pocos amigos. Breivik menciona que la orden fue constituida en Londres por 9 personas pertenecientes a ocho nacionalidades diferentes “cuyos nombres son confidenciales”. Sin embargo, 15 días después del atentado no se conocía ningún dato nuevo sobre la orden más allá de lo contenido en las 1.500 páginas del manifiesto redactado por Breivik, lo que hace pensar que la orden jamás tuvo existencia real y nunca, por supuesto, hizo trabajos de reclutamiento.

Ninguno de estos proyectos pasa por nada que se haya conocido en la masonería que aparece sólo tangencialmente en el escenario que rodeó al asesino de Oslo y que solamente ha sido resaltado por la prensa de derechas, de la misma forma que solamente los grupos ateos militantes destacaron que Breivik insistía en que toda su acción tenía como finalidad apelar a la herencia cristiana de Europa como punta de lanza para su lucha contra el islam, olvidando que el llamamiento de Breivik iba dirigido a “cristianos, cristianos–agnósticos y ateos–cristianos”, esto es a todos los que reconocían la importancia del cristianismo en la formación de la personalidad del continente. Incluso iba más allá: llamaba también a “paganos y nórdicos” a incorporarse a la lucha en tanto que enemigos del islam. Los judíos, de hecho, son nombrados en 155 ocasiones en el manifiesto y siempre de manera elogiosa, alude en 22 ocasiones al “mutacionismo” pero en relación a otros genocidios y nunca pone en duda la muerte de los 6.000.000 de judíos atribuidos al “holocausto” y a la persona de Adolf Eichmann como su ejecutor (págs. 16, 134, 640, 712, 735, 1.366, especialmente). La obsesión de Breivik es el Islam y todo lo mide en función de quién puede apoyar su lucha contra esta religión y poco le importa si estas fuerzas anti-islámicas son, en sí mismas contradictorias: ahí está para él la masonería (como expresión de los “rituales cristianos”), los judíos (enfrentados a los palestinos islámicos), los EEUU (que proclamaron la lucha contra el “terrorismo internacional”, especialmente de matriz islamista), los liberales (cuyos conceptos están enfrentados a los de la economía islámica), los armenios (masacrados por los turcos tras la I Guerra Mundial) y un largo etcétera.

Breivik, finalmente, entra en la masonería en 2008, pero seis años antes da la fecha de fundación de su orden neotemplaria con la que firma su manifiesto, por lo que es forzoso reconocer que para él su paso por la masonería, era puramente instrumental –acaso, como hemos dicho, para captar miembros para su orden, habida cuenta de la importancia que el Rito Escocés atribuye a los “grados templarios”, o acaso para inspirarse en sus rituales para crear el de su propia orden. Sea como fuere, no hay nada profundo en la presencia de Breivik en la masonería, ni por supuesto nada que comprometa a esta estructura en los atentados de Oslo y Utoya.

Resulta imposible atribuir a Anders Behring Breivik una inspiración masónica en su crimen.

c.– No era un neo–nazi 

Algunos medios de comunicación se obstinarán en llamarle por tiempo indefinido como “neo–nazi” a pesar de que en los 1.500 de su manifiesto en muchísimas ocasiones sitúa al nazismo al mismo nivel que el comunismo o el Islam y lo considera como su tercer enemigo. Esto, por supuesto, no importa mucho a los constructores de la opinión pública que realizan el siguiente razonamiento: “el nazismo es el mal absoluto, Breivik ha realizado un atentado criminal incomprensible… luego Breivik es neo–nazi”. Razonamiento falaz donde los haya y que demuestran la pereza mental de ciertos comunicadores que no afrontan el coste temporal de leer los 1.500 folios de su manifiesto.

Breivik menciona en 30 ocasiones al nazismo en su manifiesto. En ni una sola ocasión lo hace de manera encomiástica. La principal crítica que hace al nazismo es el haber sido “amigo” de los árabes y ser “socialista”. Llega incluso a afirmar que el socialismo de los países nórdicos es altamente tributario del nacional–socialismo hitleriano. En la página 638 escribe: “Los nazis estuvieron, por lo tanto, económicamente a la izquierda, en comparación con muchos de los partidos obreros de Europa occidental en la actualidad”. Como Adolf Hitler declaró –Breivik lo cita- en 1927: "Somos socialistas, enemigos, enemigos mortales de la economía capitalista actual sistema con la explotación de los económicamente débiles, con la injusticia de los salarios, con sus evaluación inmoral de los individuos de acuerdo a la riqueza y el dinero en vez de la responsabilidad y el logro, y estamos decididos en todas las circunstancias para erradicar esta sistema". En la misma página denuncia que los socialistas suecos aplicaron en su país medidas eugenésicas antes de que el nazismo hubiera llegado al poder.

En su manifiesto, la palabra nazismo aparece siempre acompaña de una connotación crítica y negativa: ya sea por su “socialismo”, por el apoyo que prestó a los árabes, o, finalmente, por su real o supuesto anticristianismo. Breivik no es cristiano, pero considera que el cristianismo es “una herencia”. De ahí que cuando constituyó en 2.002 en Londres –o al menos eso es lo que dice en su manifiesto– la Orden Templaria de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, la hace “abierta a “los cristianos, cristianos–agnósticos y ateos–cristianos”, es decir, a todos aquellos que reconocen la importancia de las raíces culturales cristianas, “pero también a las judías e ilustradas”, así como a las “paganas y nórdicas” por oponerse a los verdaderos enemigos, el Islam y la inmigración.

En la página 1.162 dice: “Cuando alguien me pregunta si soy un nacional–socialista me siento profundamente ofendido. Si hay una figura histórica y líder germano al que odio es Adolf Hitler. Si pudiera viajar en una máquina del tiempo para Berlín en 1933, sería la primera persona en ir a ver con el propósito de matarlo. ¿Por qué? Ninguna persona ha cometido un crimen más horrible en contra de su pueblo que Hitler. Gracias a él, las tribus germánicas se están muriendo y pueden desaparecer por completo a menos que consigamos ganar dentro de 20–70 años”. De hecho, Breivik propone en varias páginas de su manifiesto una gran alianza de los pueblos nórdicos y los judíos para luchar contra el enemigo que le obsesiona, el Islam (véase página 1.163).

En tanto que “neo–templario” se muestra obsesionado por la “liberación de los Santos Lugares”. Escribe en página 1163: “Si verdaderamente amamos a nuestra tribu, las tribus nórdicas o cualquier tribu europea, debemos reconocer que Hitler es un traidor a Alemania y a todas las tribus europeas, NO es un héroe. Hitler tenía las capacidades militares necesarias para liberar a Jerusalén y la las provincias cercanas de la ocupación islámica. Fácilmente podría haber elaborado un acuerdo con el Reino Unido y Francia para liberar a los antiguos territorios cristiano–judíos con la propósito de dar a los Judíos de nuevo sus tierras ancestrales”, fragmento que, además nos pone en la pista de otro elemento que lo hace incompatible con el nazismo pero que se repite con cierta frecuencia en el texto: sus posiciones favorables al Estado de Israel y a la causa judía (que ya trataremos en otro lugar).

Para Breivik uno de los errores de Hitler fue el haber roto contra la tradición cristiana debido a su ideología político–religiosa “pro–semita” y “pro–israelí”. En la página 687 compara a Hitler con Stalin y con Saddan Husseim. En la página 712 afirma que el Holocausto estuvo inspirado en el genocidio armenio, cometido por islamistas turcos. Más adelante, en la página 805 escribe: “Hitler, Stalin y Pol Pot eran idealistas a su manera equivocada. Independientemente de sus intenciones torcidas todos son todos los asesinos en masa y deben ser tratados como tales”. En la página 1.261 considera que las juventudes socialistas son las “nuevas Hitler Jugend”… hasta el punto de que cabe recordar que su masacre tuvo como escenario un campamento de los jóvenes socialistas noruegos.

Sin duda, en los capítulos en donde más se percibe el alejamiento del autor del nazismo es en los relativos a la “orden neo–templaria” que constituyó. Escribe, por ejemplo, en la página 1.102: “El saludo militar de la PCCTS, los Caballeros Templarios es el saludo puño en alto. Consiste en levantar el brazo derecho con el puño cerrado (preferiblemente con un guante blanco). El puño simboliza la fuerza, el honor y el desafío contra el marxismo tirano de Europa, mientras que el guante blanco simboliza la pureza, el deber, el parentesco y el martirio. Utilizar el brazo derecho simboliza la tradición de la "Oposición de Derecha". Nuestro saludo militar no tiene nada que ver con el llamado "poder blanco" o con el "saludo romano" (Saluto Romano), con la palma de la mano y los dedos extendidos, a menudo conocido como el saludo de Hitler utilizado por los nacionalsocialistas”…

No nos resistimos a dar una última prueba de que Breivik, el asesino de Oslo distaba mucho de ser un neonazi. En la página 1097 el autor describe cómo es la insignia de “Caballero Justiciero”, uno de los grados de la orden neo–templaria que dice haber constituido en 2.002. Si traemos a colación este apartado es porque gráficamente resulta inapelable:

Emblema de los

La insignia, tal como puede verse en la ilustración que acompaña el texto de Breivik, como el mismo explica está compuesto por “una calavera blanca, marcada con los símbolos del comunismo, el Islam y el nazismo en la frente, junto a la cruz de los mártires clavada y sobre fondo es negro. La insignia de Caballero Justiciero Mayor ilustra nuestra lucha patriótica / oposición contra las tres ideologías de odio primario de nuestro tiempo: el Islam, Multiculturalismo (el comunismo) y el nazismo. La insignia de Caballero Justiciero Mayor se lleva en la parte superior izquierda brazo, mientras que la bandera nacional se lleva en la parte superior del brazo derecho. Nuestro uniforme militar con menciones, insignias y tarjeta de identificación deberán ser usados después de cualquier operación exitosa en los casos en que el Caballero Justiciar sobrevive”. A modo de curiosidad, el autor añade en una letra de cuerpo menor: “Pedí dos insignias a la Compañía de Arte Indio (indianartco@gmail.com) que poseen una imagen de alta resolución en el archivo (nombre de archivo: daga y el cráneo). Las dos insignias me ha costado un total de 220 USD (150 USD para las insignias y otros USD 70 por Fedex gastos de envío)…

Esta obsesión por equiparar nazismo – comunismo – Islam estuvo presente a lo largo de los últimos años de Breivik. Así, por ejemplo, en el blog noruego http://www.document.no (que define como “blog noruego de derechas equivalente en contenidos a BrusselsJournal.com, GatesOfVienna.blogspot.com, JihadWatch.org o AtlasShrugs2000.typepad.com”, pág. 670), al que en los tres últimos años envió numerosos posts, aparece uno fechado el 17 de febrero de 2.010 en el que concluye: “El Islam ha conducido históricamente a 300 millones de muertes.  El comunismo ha conducido históricamente a 100 millones de muertes. El nazismo ha conducido históricamente a 6–20 millones de muertes. Todas las ideologías de odio deben ser tratados igualmente”.

¿Todavía hay alguien que siga sosteniendo seriamente que Breivik es un neo–nazi?

© Ernesto Milà – infokrisis – http://infokrisis.blogia.comhttp://info–krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

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