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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

CONSPIRACION

Zeitgeist addendum (I de IV): cuando lo mejor se junta con lo peor.

Infokrisis.- Con todas las salvedades y advertencias, recomendamos a nuestros lectores el documental Zeitgeist Addendum, segunda parte de Zeitgeist. Insistimos: lo recomendamos, sí, pero con todas las salvedades. Hoy día, nada puede asumirse sin algún tipo de reserva mental. Es lo que le ocurre a este documental –servido gratuitamente a través de Internet en versión castellana subtitulada- en el que lo mejor se junta con lo peor. Pero creemos que vale la pena dedicarla algunas líneas, pues no en vano, el “espiritu del tiempo” (el Zeitgeist) es precisamente ese: lo mejor mezclado inextricablemente con lo peor.

 

Hemos decidido realizar nuestro análisis dividiéndolo en cuatro partes:

1)    Jiddu Khrisnamurti abre fuego en Addendum

2)    La crítica al mecanismo monetario

3)    La crítica a la política de los EEUU

4)    La crítia a las propustas de Zeitgeist

Como siempre, ignoramos el tiempo que tardaremos en desarrollar estas cuatro partes, habida cuenta del poco tiempo del que disponemos. Pero sea cual sea, la continuación consistirá en abordar la matriz, es decir, el primer documental de Zeitgeist.

Como siempre intentaremos ser críticos, pero constructivos y resaltar algunos valores del documental que merecen serlo y que difícilmente encontraríamos en otras producciones. A fin de cuentas el documental no es otra cosa más que el “signo de los tiempos”: cada vez mayores franjas de la sociedad se sienten alejadas y divorciadas de la miserable realidad que se les ofrece y permanecen en un exilio interior cada vez más extendido. Sin embargo, falta la tarea de síntesis que precipite voluntades, ilumine y depierte –en el sentido espiritual de estos conceptos: como velo que cae y sensación renovada de “vitalidad”, de matenoia, esto es, de cambio radical de conciencia- y que está aún por hacer. De ahí que lo mejor se junte con lo peor. De ahí que gurús mediocres pero mediáticos como Jiddu Khrisnamurti hayan logrado atraer a los productores y guionistas de Zeitgest.

Mientras no haya síntesis lúcida y galvanizadora, no habrá reacción ni revolución, sino tan solo un confusionismo incapaz de separar los problemas reales de los imaginarios, de engarzar todos los aspectos de la crisis y de respnder coherentemente y sin fisuras, sin lastres ideológicos y sin apriorismos. En el documental, todas estas carencias se ponen dramáticamente de relieve: pero, insistimos, la crítica de algunos aspectos parciales –como la economía, el papel de la deuda en la creación de dinero, la política norteamericana, la ausencia de democracia real, la falsedad de la guerra contra el terrorismo, etc.- es válida y debe rescatarse de la hojarasca confusionista en la que está arropada.

 

Jiddu Khrisnamurti abre fuego en Addendum

Mal asunto un documental que empieza con un sermón de Jiddu Khrisnamurti. En los 60 todo joven que se preciara de serlo debía haber leído a Jiddu Khrisnamurti y a Marcusse y luego elegir entre ambos. Yo los rechacé a los dos. Hace falta no dejarse seducir por los cantos de sirena de quienes van de maestros y luego resulta que son especialmente maestros de la mentira de los de “no te fijes en lo que hago sino en lo que digo”. Y ahí estaba Khrisnamurti, en Zeitgeist Addendum explicando una vez más que no había maestros ni discípulos, que nadie debía buscar un gurú, que todos debíamos buscar la verdad dentro de nosotros mismos. Y esto lo decía en cursos de fin de semana a los que solamente podían acceder los niños bien y las jet-set de la época, los únicos que podían pagarse el costo no precisamente elevado y teniendo las economías más modestas la posibilidad de comprar unos libros en las que machaconamente se nos repetía de que nadie debe buscar un gurú. Este era el mensaje del gurú –por que lo era- Jiddu Khrisnamurti.

Tras su muerte se pusieron de relieve aspectos de la vida de Khrisnamurti que desdecian tal alta ética. Khrisnamurti era un gurú ocmo otro cualquiera. Mejor dicho, peor que cualquier otro en la medida en que se había curtido en esas lides desde su juventud cuando el pederasta y teósofo Leadbeater “leyó su áura” e identificó en el al “Cristo de la Nueva Era”, al “Guía de la Humanidad”. De esa época, Khrisnamurti aprendió que hay que desconfiar en los que dicen hablar continuamente con los espíritus desencarnados y mucho más de los que te arrogan misiones sobrehumanas en las que sólo los tntos creerían. Por el contrario, el gurú debe vender modestia, tener un mensaje excepcionalmente claro y directo. Lo que Leadbeater quería que vendiera era algo así como un proyecto cósmico de dimensiones “kolosales”. Él supo pronto que debía aparentar ser el más modesto de los hombres… pero buscar codearse con los poderosos. Cuesta más vender cursos de a 20 euros fin de semana, que retiros espirituales para ociosos a 3.000 euros. Khrisnamurti supo pronto que esa era la clientela que buscaba. En los año 60 se había configurado como el “gurú de las clases pudientes”.

Su mensaje era tan superficial que solo contarlo aburre: siempre volvía a la idea de que no hay gurús, no hay “vía”, todas las religiones son mentira, no hay maestros, cada uno es su propio maestro. A decir verdad, lo que proponía era una especie de “anarquía espiritual” y en donde no hay nada más aparte de estas ideas extremadamente simples, aptas para que las entendieran todos los cerebros. Ni uno sólo de sus discípulos se preguntaba: “Si no hay gurús, ni vías hacia la verdad ¿por qué diablo habré pagado 2.000 dólares para que este gurú me enseñe su vía hacia la verdad?”.

A su muerte, en 1986, su mensaje se difuminó y solamente algunos miembros de la New Age siguieron leyenda sus obritas. Como tantos otros gurús, su muerte puso fin a un mensaje que pretendía iluminar a la especie humana durante milenios. Y la permanente cantinela de Jiddu Khrisnamurti sobre que no hay gurús, ni vías hacia la verdad, que todas las religiones son falsas y que la verdad está dentro de ti, se olvidó. Entonces llegaron los productores y guionistas de Zeitgeist y nos lo colocaron en las primeras escenas de su Addendum.

Imaginen la grabación con la que Khrisnamurti rompe el fuego del documental. Si los guionistas de Zeitgeist Addendum han recuperado al fallecido Khrisnamurti es por que comparte con ellos cierta forma de anarquismo que está muy en la cabeza del público norteamericano una de cuyas bases de su nación es precisamente la reducción del Estado a la mínima expresión y el anhelo de que el Estado intervenga lo menos posible en la vida de los ciudadanos. Paradójicamente, en los EEUU, el ultraconservadurismo es la ideología más cercana al anarquismo: en efecto, ambos pretenden que el Estado sea exiguo y residual. No puede extrañar, por tanto, que Zeitgeist –y el grupo activista que ha elaborado los documentales- pidiera el voto para Ron Paul, formando parte del grupo de voluntarios que promovían la “Ron Paul Revolution”… y sin embargo, Paul luchaba por la nominación como candidato presidencial por el Partido Republicano. Finalmente, McCain se quedó con la nominación, pero ahora podemos intruir que quizás, Ron Paul hubiera podido despertar entre los republicanos las mismas espectativas que Obama lo hizo entre los demócratas. Ah, pro cierto, el teóricamente conservador Paul, había militado durante años en el Partido Libertario…

Khrisnamurti empieza explicando en el documental que: “Veremos cuan importe es despertar en la mente humana una revolución radical. La crisis, es una crisis de la conciencia, una crisis donde ya no podemos aceptar las antiguas normas, los antiguos moldes, las tradiciones antiguas. Considerando el estado actual del mundo, con toda su miseria, sus conflictos, su brutalidad destructiva, su agresividad, etc, y que el hombre continúa igual, aún es brutal, agresivo, violento, competitivo, y ha construido una sociedad de acuerdo con esto”. Y termina con una frase lapidaria: “No es saludable el estar adaptado a una sociedad profundamente enferma”

Ahora bien… todo esto está muy bien, pero lo que Khrisna –y los guionistas de Zeitgeist- han olvidado es que hay algo en la naturaleza del ser humano que remite a la biología, pues no en vano nuestro sustrato es biológico, sobre el cual se eleva el pensamiento.

El razonamiento de Khrisnamurti es erróneo. De hecho, cuando atribuye a los antiguos moldes y a las antiguas tradiciones, los problemas actuales y afirma que las soluciones propuestas ya no sirven, habría que recordarle –con Julius Evola- que lo que está hoy en crisis son los modelos burgueses, los modelos de civilización que triunfaron desde 1789 y, claro está, desde la revoluión americana. Así mismo, habría que recordarle que los “antiguos moldes” y las “antiguas tradiciones” dieron lugar a sociedades extremadamente estables, mientras que la modernidad –es decir, la ruptura con las que en rigor eran “antiguas tradiciones”- han generado un mundo absolutamente inestable y en crisis generalizada. Pero, no nos engañemos: hoy la crisis es la de los valores burgueses, de la gestión del capitalismo, de los valores de la sociedad liberal y de los mitos y sugesitones progresistas. La “sociedad tradicional” es otra cosa.

Khrisnamurti, la UNESCO, Zapatero y cualquier humanista universalista del tres al cuarto, lo que afirman es que el “mal” está en el ser humano que no logra zafarse de su “brutalidad destructiva”, su “agresividad”, etc. Hoy sabemos que los instintos son necesarios para que cualquier ser biológico sea capaz de responder a los desafíos del medio: sabemos que los instintos territoriales, de agresividad, de supervivencia y reproducción de la especie son comunes a todos los mamíferos superiores. Sabemos que cualquier especie biológica se organiza jerárquicamente y se especializa. Sabemos que el comportamiento humano está regulado por hormonas y que estas hormonas tienen mucho que ver en las actitudes ante la vida. Un ser humani sin agresividad y sin instintos, no sería un ser humano sino que posiblemente estuviera más cerca del mundo vegeral que del animal. Contrariamente a lo que afirma Khrisnamurti y la progresía actual, fueron las armas y la decisión del combate la agresividad y la capacidad para afrontar los desafíos, lo que hicieron que un homínido pudiera en un remoto pasado descender de un árbol, armarse con un femur de gacela y un cuchillo hecho con mandíbula de cérvido y triunfar ante sus competidores. Las armas y la agresividad han hecho evolucionar al ser humano. Desposee a éste de aresividad y tendrás un manso corderito incapaz de afrontar los desafíos de su tiempo.

Por eso, ni Khrisnamurti da soluciones aceptables, en la medida en que en su análisis místico faltan los elementos para comprender esa naturaleza humana en la que dice que están todas las respuestas. El hecho de que la jerarquía sea algo que está presente en todas las especies biológicas superiores, hace que sí existan “gurús”, que sí existan “vías”, que sí exista “verdad”. Y la prueba es que el mismo Khrisnamurti defendía su vía, era un gurú que se vendía a precio de oro e iba acompañado de una verdad propia.

La anarquía espiritual que predicaba Khrisnamurti solamente podía ser bien acogida en los EEUU y sólo allí podía haber superado los 20 años de desaparición de quien ostentaba su copyright. Y por eso, los neo-libertarios que han elaborado el documental Zeitgeist, muchos de ellos nutridos también al calor de las doctrinas de la New Age, se han identificado con su mensaje. Pero hay un error en todo esto.

En efecto: los grandes problemas de la modernidad no tienen nada que ver con el mensaje de Khrisnamurti. A fin de cuentas, la naturaleza humana está compensada: el cerebro modula los impulsos extremos del instinto y la justicia está para restablecer los equilibrios en caso de que se rompan. Esto no le gusta a Khrisnamurti: cree que los instintos son malvados y nos impulsan indefectiblemente al abuso y a la agresividad. Y, en cuanto a la justicia, la hace un instrumento de los poderosos contra los débiles, cuando en realidad se debería a estos protegerlos para evitar que cayeran en la maldad… Y a esto algunos le llaman “filosofía de la vida”, cuando a decir verdad no pasa de ser una colección de citas extraídas de obras clásicas del orientalismo, descontextualizadas y tamizadas por el cerebro de Khrisnamurti que quería huir de los “gurús”, porque el suyo, Leadbeater, fue un miserable pederasta, quería huir de las “religiones tradicionales” porque era un mestizo espiritual, nacido en la India, educado por la teosofía ocultista y vivido en los EEUU, y por tanto, era, simplemente, un desarraigado espiritual.

En cierta forma Khrisnamurti recuerda el rol desempeñado por buena parte de los judíos separados de la sinagoga, que han renunciado a su fe tradicional y se sienten predispuestos a luchar contra todas las tradiciones. Los encontramos entre los revolucionarios de todos los tiempos, los encontramos en los movimientos artísticos más corrosivos y entre los humoristas más ácidos, desde los hermanos Marx hasta “Krusty el payaso”. Quien no tiene tradición propia, quien es un desarraigado espiritual, busca destruir todas las tradiciones como forma de igualarse por lo bajo.

Este es el principal reproche que se puede formular a los productores y guionistas de Zeitgeist Addendum: haber partido de una forma de “pensamiento débil” como base para enraizar uan crítica a la modernidad. Y en este terreno, el  documental es extremadamente débil, confusionista. Por eso hemos dicho en el título que en Zeitgeist lo mejor se confunde y se entremezcla con lo peor. Y, a todo esto, ¿qué es lo mejor del documental? La crítica al mecanismo económico.

 

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com

 

 

 

Los sinarquistas y la revolución nacional. De Henri Coston

Infokrisis.- Reuniendo material para otros temas, nos hemos encontrado con el libro de Henri Coston "Con dinero rueda el mundo", publicado en 1957 por Samarán Ediciones, cuyo capítulo XI (págs. 115-130) hemos escaneado para nuestros migos y lectores. En otras ocasiones hemos hablado de "sinarquía" en estas mismas columnas de infokrisis y siempre hemos procurado remontarnos a las fuentes originarias. Incluso en la obra Gaudí y la Masonería aludimos ampliamente a la sinarquía. Todo lo que se suele repetir sobre la sinarquía en los últimos años deriva de este capítulo de Henri Coston que ha sido manejado, adulterado, retorcido por escritores posteriores en busca de la "conspiración perdida". El propio Coston percibe, durante su estudio que la sinarquía es algo "extraño". Inicialmente creía que se trataba de un proyecto masónico, pero cuando examina el programa del M.S.E. percibe que es más bien el de una formación casi tradicionalista. Todavía no se ha escrito la última página sobre la sinarquía. Cuando se escriba, sin duda, será la continuación de estas líneas de Costón.

 

CAPITULO XI

LOS SINARCAS DE LA REVOLUCIÓN NACIONAL

 

1940. Francia vencida -momentáneamente vencida, piensan algunos- se entrega al viejo jefe que la había salvado en Verdún.

El régimen parlamentario se ha hundido. Los dirigentes de ayer se han dado a la fuga. Un personal renovado, si no enteramente nuevo, ha tomado su puesto. Hay allí, en torno al mariscal Pétain, exministros de la difunta República, hombres, políticos, soldados y marinos. Hay también hombres de negocios y banqueros, que representan esas “coaliciones de intereses económicos” que el jefe del Estado espera poder meter en cintura:

«Dos principios esenciales van a guiarnos, declara: la economía debe ser organizada y controlada; "la coordinación por el Estado de las actividades privadas debe acabar con la potencia de los Irus1s y su poder de corrupción"” (1).

He aquí algo que no interesa a las «potencias del dinero». Estas se encuentran demasiado bien colocadas en Vichy, para no oponer a la «revolución nacional» una fuerza de inercia capaz de agostar el movimiento. ¿Se ha dado cuenta de ello el mariscal Pétain?

En agosto de 1941 afirma «querer vencer la resistencia de todos estos adversarios del nuevo orden y acabar con sus empresas diezmando a sus jefes».

«En cuanto a la potencia de los trusts, proclama, ha buscado la manera de afirmarse de nuevo, utilizando para sus fines particulares la institución de los Comités de Organización Económica. Estos Comités habían sido creados, no obstante, para enderezar los errores del capitalismo... Estos organismos provisionales, creados bajo el imperio de una necesidad acuciante, han sido demasiado numerosos, demasiado centralizados y demasiado posados. Las grandes sociedades se han atribuido en ellos una autoridad excesiva y un control muchas veces inadmisible.

A la luz de la experiencia, corregiré la obra emprendida y emprenderé, contra el capitalismo egoísta y ciego, la lucha que los soberanos de Francia han entablado y ganado contra el feudalismo.

Quiero que nuestro país se vea libre de la más despreciable de las tutelas: la del dinero» (2).

Estas palabras eran pronunciadas pocos días después de la publicación, en el periódico de Marcel Déat, de un artículo muy notado, contra la Banca Worms, acusada de «colonizar» el gobierno del mariscal Pétain:

«Hablábamos ayer, escribe el editorialista de "L’Oeuvre", del equipo adoctrinado, sostenido e impulsado hacia el poder por la Banca Worms, a la que, por otra parte, sería mejor llamar la... banda Worms. Es ella quien después de la siniestra calaverada del 13 de diciembre, domina en Vichy» (3).

Seguía una diatriba contra ciertos ministros y secretarios de Estado pertenecientes a la «banda Worms». Y el redactor concluía: “En todo caso, Francia vale más que la Banca Worms”.

Creemos, no obstante, que seria injusto querer ver en una u otra personalidad que el periódico de Marcel Déat ponía en el paredón a un falso patriota e incluso a un vulgar soporte de la finanza internacional. Había entre ellos excelentes franceses; a decir verdad, eran raros los agentes de la Alta Banca.

No obstante, unos y otros pertenecían a una camarilla, a un clan, puede que a un grupo que les ligaba estrechamente a estos “intereses económicos” de los que hablaba el mariscal Pétain. Una vez más no son los hombres lo peor en el sistema. No son los «capitalistas» (4), es el mismo capitalismo, el capitalismo que corrompe a veces a los que se le acercan y que los marca para siempre.

Sirviendo al mariscal Pétain pensaban servir al Estado y, muchas veces, lo servían realmente.

Pero la buena voluntad no es bastante en semejante asunto, y el Estado, entidad un poco abstracta, no es todo. Existe también la nación y existe también el pueblo. Un Estado entregado a una oligarquía financiera puede parecer fuerte y dar la sensación de la honestidad y el orden. No es más que una fachada dorada, tras la cual todo un pueblo oculta su miseria.

Y esto es el mayor reproche que haremos a estos hombres de los trusts y de la finanza, convertidos, de golpe, en ministros. Creyeron, sin duda, con la mayor buena fe, que Francia era una sociedad anónima que podía dirigirse como una empresa. La administraron lo mejor que supieron (5). Pero lo hicieron como corrientemente lo hacen los administradores de las sociedades, no para la masa de los accionistas, sino para los grupos que se repartían la administración y las ventajas del negocio. Lo hicieron por cuenta de los consorcios, de los trusts, de las bancas, de los que eran ya altos empleados o representantes. Prisioneros de su medio, de sus amistades, de sus intereses, no han podido romper las ataduras que les impedían ser los grandes representantes de Francia.

Al poner a M. Hypolite Worms en evidencia, Marcel Déat respondía a un reflejo natural, el mismo del labriego cuando se encuentra en presencia de un hombre de negocios. A la desconfianza del labriego, cuya hucha se ha vaciado desde hace un siglo para enriquecer al financiero, se ha unido la hostilidad del intelectual «de izquierda» y del burgués “de derecha” (6). Al denunciar el dominio de la Banca Woms sobre Vichy, Marcel Déat cedía a su instinto.

No decimos que jamás se equivocara. Nosotros, que hemos sido sus adversarios y que estábamos de acuerdo con él para denunciar la ingerencia de la alta finanza en los asuntos de Francia, sabemos muy bien que cometió graves, muy graves errores. Pero ante este francés que volvió a la fe de sus padres en la dureza del exilio, agonizando lejos de esta tierra de Francia, que había amado con pasión, a su manera sin duda, pero con todo su corazón, nos es imposible no echar un velo de olvido sobre cuanto antes pudo separarnos (7). Al igual que nos es difícil de olvidar que aquel a quien había acogido cerca de sí, y formado como a un hijo, está hoy al servicio de estos mismos Worms que él fustigaba con tanto ardor.

¿Es posible, como se ha hecho tantas veces, asimilar la casa Worms a una «Banca judía»? ¿Se puede clasificar a M. Hypolíte Worms entre los sinarcas?

Es más fácil responder a la primera pregunta que a la segunda. M. Hypolite Worms, que tuvo bastantes dificultades pese a su patronímico peligroso (8), no era considerado como «judío» por la legislación del Estado francés. Nacido en París el 26 de mayo de 1889, hijo de M. Lucien Worms y de Mme. Virginia Adela Houcke, su esposa, M. Hypolite Worms es el nieto del fundador de la casa, de la que lleva el apellido. Su madre, que era cristiana, le hizo bautizar poco después de su nacimiento. Habiendo roto con el judaísmo de su familia paterna. M. Worms casó el 14 de febrero de 1912 con una cristiana, Mlle. Gladys Mar Lewis-Morgan, en la ig1esia de All Saints-Mararet Street, parroquia de Marylebone, en el condado de Londres, «de acuerdo con los ritos y las

caremonias de la Iglesia establecida». Su hija única, Mlle. Marguerite Viviane, se casó a su vez con un cristiano, M. Robert Wilfrid Kennet Clive, hijo de M. Robert Henry Clive, embajador de Inglaterra en el Japón (9).

Así pues, a la vista de los decretos y ordenanzas de 1940-1944, M. Hypolite Worms no era “judío”. Pero uno de sus socios, M. Michel Goudeaux, y Mme. Labbé, de soltera Daudehaux, comanditaria de la casa, lo eran.

Según una información pericial efectuada después de la liberación por el Tribunal de Justicia, se desprende que las autoridades alemanas fijaron su atención sobre la Banca Worms, «tanto por el origen parcialmente israelita del capital como por la importancia de la actividad de la sociedad y por la personalidad de M. Worms, cuyas relaciones familiares anglosajonas eran conocidas» (10).

Aun cuando M. Goudchaux y Mme. Labbé habían transferido a sus hijos sus participaciones en la sociedad y que M. Hypolite Worms, anticipándose a los acontecimientos, habían hecho designar por el ministro de Hacienda de entonces un comisario provisional (M. Olivier de Seze), las autoridades de ocupación nombraron, el 25 de octubre de 1940, un “administrador ario”.

Pese a este handicap, el Banco pudo proseguir sus actividades. El apoyo que recibía de los medios oficiales franceses se lo permitía. Por otra parte, según propia confesión de M. Barnaud, los comisarios alemanes jamás habían sido incorrectos y jamás habían usado de sus poderes en perjuicio de la casa Worms (11).

Las operaciones de la Banca, principalmente se han relacionado con el aumento de capital en favor de las sociedades que, directa o indirectamente, estaban bajo su control.

¿Cómo se ha llegado a identificar la casa Worms con la Sinarquia? Parece ser que la presencia de M. Barnaud en la dirección de la Banca sea la causa originaria de esta acusación.

M. Jacques Barnaud, ex inspector de finanzas, ex director adjunto del Movimiento General de Fondos, socio de la casa Worms, amigo de Jean Coutret, el animador de la Sinarquia (12), era, en efecto, uno de los miembros activos de esta sociedad secreta, que contaba con numerosos adeptos en las altas esferas de Vichy.

M. Pierre Nicolle, ex presidente del Comité de Salud Económica, anota en su diario (13), en fecha 3 de junio de 1941: «Sé habla, en voz baja, de una organización secreta (Sinarquia) que agrupa a los politécnicos”.

Después, en fecha 14 de julio:

«Durante el día me entero de fuentes muy distintas que la Sinarquia ha sido descubierta y conocida. Esta revelación causaría grandes dificultades a sus miembros. Según la investigación llevada a cabo por los adictos al mariscal, se afirma que ciento cuarenta personas serán detenidas».

¿Qué es esta famosa Sinarquia y cómo ha sido revelada su existencia?

Es durante la guerra y en plena ocupación que un ex venerable de una logia masónica, M. Jean Mainy, llamado Paul Riche, publicó un día por la mañana en “L’Appel” (14) el archivo de cierta organización secreta de teócratas y de financieros. Los hechos que revelaba y que habían permanecido casi secretos hasta entonces parecían demostrar que el Estado francés estaba no sólo investido, sino literalmente invadido por los adherentes al Movimiento Sinarquista del Imperio (M. S. E.).

El autor, que relacionaba la agrupación con la franc-masonería, exageraba tal vez la influencia de los afiliados al M. S. E., pero no por esto parecía menos informado sobre sus intenciones y sobre su identidad. Las autoridades alemanas -no olvidemos que la censura de la Propagandaslaffel alteraba considerablemente los textos que le eran sometidos (15)- había suprimido buena parte del texto inicial, después de haber dudado sobre la oportunidad de tal publicación. En cuanto el ministro del Interior tuvo conocimiento de tal divulgación lanzó una orden de arresto contra el autor del artículo y contra el director de la publicación (16).

La intervención de M. Pierre Pucheu se comprende tanto más cuanto que se sentía personalmente señalado por estas revelaciones. Acababa de separar a M. Chavin, inspector general de la Seguridad Nacional en Vichy, autor de una información sobre esta misma Sinarquía. Estando en relación con los principales dirigentes del M. S. E. su gesto de mal humor en relación con M. Chavin y los periodistas parisienses se comprende perfectamente.

El “informe Chavin”, titulado «Informe confidencial sobre la sociedad secreta politécnica, llamada M. S. E. (Movimiento Sinarquista del Imperio) o C. S. R. (Convención Sinarquista Revolucionaria», revelaba que dicho movimiento había sido acaparado por grupos que no se limitaban a querer reemplazar al Gobierno parlamentario por otro gobierno autoritario, sino que se proponían instaurar un régimen en el que, «todos los poderes estarían concentrados entre las manos del gran patronato y de los representantes debidamente designados por los grupos bancarios, especialmente designados en cada país. En resumen, añadía, el sistema propuesto consiste en dar a cada país una constitución política y una economía nacional de estructura peculiar, organizada conjuntamente con el propósito de:

1º. Colocar el Poder político directamente entre las manos de mandatarios de los grupos interesados;

2º. Realizar una concentración máxima dentro de cada rama de la industria, con el objeto de suprimir toda competencia;

3º. Ser dueños absolutos de los precios de todas las mercancías;

4º. Encerrar al obrero dentro de un cuadro jurídico y social que no le permita más ejercer acción reivindicadora alguna.»

Este informe y las notas confidenciales que le siguieron no han sido conocidos del público en general hasta después de la liberación. Pero a partir de 1941, gracias a L’Appel, primero, y a los «Documentos masónicos» (17) luego, se sabía lo que era la Sinarquia.

Los dos estudios publicados por esta última revista comprendían una historia de la Sinarquia y una exposición critica de su doctrina y de su organización. Se explicaba en ellos que a la muerte de Saint-Yves, ocurrida en 1909, el grupo que lo había fundado pareció vegetar, falto de un animador de prestigio. Pero en 1922 un “Movimiento Sinarquista de Imperio” había nacido de la necesidad, según un documento citado, “de definir por el pensamiento, por la experiencia y por la acción el sentido de la actual "Revolución mundial”. Este movimiento se proponía preparar una revolución sinarquista en Francia, o más exac1ainente en el imperio federal francés.

Los documentos citados hablan sido descubiertos durante las pesquisas efectuadas en casa de los francmasones, especialinerite en casa del ex diputado Gaston Martin, masón importante y autor obras históricassobre la francmasonería. Se habían encontrado igualmente en Lyon, en un templo martinista de la calle de los Macabeos, sede de la “Orden Martinista”, ilustrada por Papus, y de la “Orden de Momphis y Misraïm”, reorganizada por el difunto patriarca Juan II (en lo civil, M. Jean Bricaud), en ocasión de una investigación efectuada el 25 de septiembre de 1941 por la policía de Vichy.

Estos documentos se presentaban bajo la forma do libros. Uno de ellos, en cieloestilo, llevaba el siguiente título:

«Los 13 puntos fundamentales y las 598 proposiciones del Pacto Sinarquista Revolucionario para el Imperio francés (P. S. R.)».

El segundo impreso se titulaba:

«Esquema del arquetipo social» (18).

Una de estas obras publicaba en primera página esta advertencia:

«Toda posesión ilícita del presente documento expone a sanciones sin límite previsible», sea cual fuere el conducto por el que se ha recibido. Lo mejor, en este caso, es quemarlo y que no se hable más. La Revolución no es una broma, sino la acción implacable recogida por una ley de hierro.»

A la página siguiente, una «explicación más cortés» afirmaba que la obra era confidencial y debía seguir siéndolo durante la fase de la «Revolución invisible».

«Esta, añadía, es la base de la «Convención Sinárquica Revolucionaria» del Imperio francés, (C. S. B.), cuyo objetivo es apoderarse del Poder para la instauración, cueste lo que cueste, de un régimen sinárquico apropiado» (P. VI.)

Y precisaba:

«1º. Que se trata de una "Revolución que debe hacerse desde arriba". No se hará la "Revolución desde abajo", con su secuela de motines populares.

2º. Que durante el periodo preparatorio habrá de permanecer en secreto y hacer la propaganda "de la boca al oído", y así "hasta el día en que se haya alcanzado el punto de cristalización sinárquica del país".»

En la página siguiente figuraba el texto del «Pacto Sinárquico Revolucionario», que copiamos, presentado en un círculo:

“Yo, el que firma, habiendo reconocido a través de los "trece puntos fundamentales" del M. S. E. la línea general de la revolución que conviene a la civilización francesa en su fase actual, aceptó, por el presente Pacto Sinárquico Francés, ligarme al C. S. R. con los promotores del Movimiento por la Francia Metropolitana y los países que de ella depende.

Por mi parte, garantizo este pacto, y comprometo en él mi vida.

Me comprometo a no romper este pacto, pase lo que pase, antes de que sea instaurado en el Imperio Francés un régimen sinárquico apropiado.

Me comprometo a cumplir con todas mis fuerzas cada misión que me sea confiada para tal fin.

Me comprometo a no proponer este pacto a ningún súbdito francés, sea cual fuere, y a ningún extranjero ya orientado, más que bajo prueba y caución y sólo bajo la indicación de un mandatario del C. S. R.

En fe de lo cual firmo aquí y sello el Pacto Sinárquico Francés, en plena libertad de mi conciencia.

Hecho en ……… el ………….. en presencia de mi fiador y de mis jueces.»

Por debajo de este texto, el recipiendario había estampado su firma secreta, las letras C. S. R. (Convención Sinárquica Revolucionaria), seguidas de su número de orden en esta organización. Sobre una página anexa se encontraban las mismas letras con otro número de orden.

Un examen precipitado de los trece puntos daba la impresión de que el Movimiento Sinárquico: era un movimiento nacional inclinado a la derecha. En efecto, desde las primeras proposiciones, desde las severas apreciaciones sobre el parlamentarismo “régimen de importación extranjera”, sobre el sufragio universal y el uso que de él hace el pueblo, «este soberano eternamente menor», parece indicar que estamos en presencia de un movimiento realista o fascista. Tanto más cuanto que se afirma altamente que, «la Revolución Sinárquica, en el eje de la vida no puede destruir ninguno de los valores tradicionales elaborados durante el curso de nuestra civilización nacional y que han quedado en los instintos, en el corazón y en los cerebros, en las costumbres de la gran mayoría de los pueblos de Francia.»

De hecho, las proposiciones que siguen contradicen tales afirmaciones, demostrando que la Sinarquia quiere, por métodos antiparlamentarios y antidemocráticos, establecer un régimen tan alejado de la República como de la Monarquía.

Por otra parte, la proposición 424 especifica que «toda propiedad debe ser un servicio público, una función social», y la 433 precisa que, «el esfuerzo de la Revolución sinárquica debe tender a terminar con el régimen de la escasez y a instaurar el reino de la abundancia, que hará toda propiedad indeseable, como un motivo de preocupaciones molestas, reemplazando entonces el pleno disfrute personal de los bienes a la relativa posesión personal de los mismos».

El sistema sinárquico se proponía, pues, una socialización general. Los bienes de todos estarían colocados bajo la dependencia de algunos privilegiados, que ejercerían un poder casi discrecional sobre el conjunto.

El cuadro previsto por esta experiencia excede en mucho al plan nacional. Francia, por ejemplo, estaría integrada en una Europa sin Rusia y sin Inglaterra, a la que se uniría la parte del África que no es inglesa: «El Imperio sinárquico francés se quiere ya que sea como el promotor de la Paneuroáfrica, la futura Unión Federal de los pueblos y de las naciones liberadas de Europa y de Africa.» (Proposición 586.)

«"La Paneuroáfrica" se impone del mismo hecho de la existencia de una "Europa superpoblada", dinámica y sobreequipada, al lado de un "Africa subpoblada, estática y retrasada".» (Proposición 587.)

«La Unión Europea debe salir, tarde o temprano, de un justo equilibrio o de una conjugación sinárquica de los impulsos romanos, germánicos, eslavos, en juego en la Europa actual. "El Movináento Sinárquico del Imperio reconoce todos estos impulsos y los sirve a todos".” (Proposiciones 582 y 583.)

Al lado de esta Paneuroáfrica y del Commonweall británico se constituirían tres grandes imperios federales raciales (19): Paneurasia (U. R. S. S.), Panamérica y Panasia.

He aquí algo que se parece raramente a las concepciones de M. Jean Monnet -o a las que se le atribuyen-, y se comprende que algunos (20) hayan visto en él al ejecutor testamentario de M. Jean Coutrot, uno de los dirigentes del M. S. E., muerto misteriosamente algunas semanas antes de las revelaciones del informe Chavin y de la publicación de “L’Appel”.

Toda la organización del M. S. E. descansaba sobre un grupo de afiliados, extraordinariamente activos y bien situados.

«Cuando se estudia la naturaleza de los afiliados del M. S. E., las funciones sociales ejercidas por ellos, se les encuentra exclusivamente situados en la alta administración civil y militar del Estado, en los puestos directivos de las grandes administraciones privadas (Banca, industria, comercio, etc.), en el seno de los organismos directivos de los principales partidos políticos y de las grandes, organizaciones sindicales, en el Parlamento o en asambleas análogas, e incluso algunas veces en los consejos gubernamentales» (21).

La acción de los sinarquistas fué, al parecer, determinante en la famosa disidencia del Africa del Norte. Hoy día es cosa sabida que la empresa había sido cuidadosa y secretamente organizada por los miembros del M. S. E. (22). En un editorial de «Je suis parleul», bajo el título «Rocambole, príncipe del real secreto, o historia de los trece», Robert Brasillach escribía:

«Es cosa cierta que la Sinarquía es uno de los nombres del capitalismo. Tiene incluso su plan para la "victoria": los rusos son sólo instrumentos; hay que servirse, pues, de ellos, pero con cuidado. Para esto es necesario que la Alemania vencida no se encuentre desamparada. La Renania y el Rhur, ya los americanos nos lo han dicho muy seriamente, quedarán bajo control anglosajón. Pero no se les permitirá bolchevizar a Alemania. Se les dará un buen rey católico y con sentido común: no hay que decir que el Vaticano está de acuerdo (23). Lo esencial es desembarazarse del nacionalsocialismo, que es el enemigo de las potencias del dinero. Está tendida una cadena desde América hasta Alemania, y en todos los países no faltan los hombres que favorecen este plan magnífico, del que, con palabras encubiertas, habla Vichy desde hace meses. El asunto de Africa ha aclarado el plan de la Sinarquia. Y de la Masonería. La Masonería está en Londres, en Washington, claro está. Está en Argel, donde se han abierto de nuevo las logias. Está en Vichy y se encuentra a menudo en París, bajo todas las máscaras. Y la Sinarquía está por todas partes, y en particular en Argel, con Pucheu. Cae por su peso que los únicos armadores judíos que ha habido después de Noé están a la cabeza de la Sinarquía en Francia. Si Hirani corresponde al Thibet, confesemos que todo ocurre como si la Masonería y la Sinarquía trabajasen de acuerdo para el triunfo de la IV República capitalista» (24).

La presencia cerca del general Giraud de M. Pose, de la «Banca Nacional del Comercio y de la Industria», de M. Lemaigre-Dubreuil, de los «Aceites Lésicur», y de diversas personalidades eminentes del mundo de los negocios, demuestra claramente que «la calaverada de Argel» no era ajena a las preocupaciones de la finanza. Incluso allí la dualidad Standard-Royal-Dutch es visible. La victoria de la segunda sobre la primera explica la evicción del “americanófilo” Giraud en provecho del “anglófilo” De Gaulle. Es cierto que en todo esto la casa Worms jugó un papel de primer plano. La mayor parte de los conspicuos estaban más o menos ligados a ella, incluso el desgraciado Pucheu, que encontramos como administrador de Japy Freres, firma controlada por la Banca.

Al mismo tiempo “pétenista” en Vichy, “colaboracionista” en París, “pro-nazi” en Berlín (25), «giraudista» en Argel y «gaullista» en Londres, la alta Banca no ha cesado de jugar, con o sin Worms, con o sin la Sinarquia, el doble juego que causa la admiración de los picaros.

Como lo ha dicho un día Dominique Sordet, «el fin de los fines (para los financieros) era jugar por la colaboración franco-alemana, al contado; y por la victoria anglo-americana, a término.»

Gracias a esta política hábil, los señores André Dobray (26), André Postel-Vinay (27) y Frangois Bloch-Lainé (28) han podido financiar los movimientos de la Resistencia sin ser deportados ni fusilados por los alemanes, y M. Hypolite Worms no ha conocido la suerte de su amigo Pucheu o de su adversario Robert Brasillach (29).

 

 

Notas a pie de página

 

(1) “Méssage” del 11 de octubre de 1940.

(2) “Méssage” del 12 de agosto de 1941.

(3) «L’Ouvre», 3 de agosto de 1941.

(4) O sus «fideicomisarios», altos empleados o representantes-

(5) La administración financiera de M. Bouthilier, por ejemplo, es una realización magnífica, si se toma en cuenta la presencia, del ocupante.

(6) M. Worms pasaba ya por un conservador.

(7) Esto estaba escrito cuando la prensa nos informa de la muerte de Marcel Déat en Italia. Hemos, en efecto, polemizado y sin amenidad con el leader del R. N. P. durante la ocupación. Sus últimos artículos en el «L’Oevre» contra “el más hombretón de los submaurrasianos” y el “Loriquel” datan de febrero de 1944.

(8) Menos afortunado, su homónimo Pierre Worms, hermano del banquero Edouard-Rapháel Worms y padre del periodista Roger Stéphane, fue asesinado durante la guerra.

(9) Cf. «Les Documents, febrero de 1949

(10) Cf. «Les Documents, abril de 1952, pág. 20.

(11) Commision parlémantaire d’Enquete sur les evénemenis survenus en France du 1933 á 1945. Declaraciones, tomo VIII, págs. 2.288-2.889.

(12) Creó con él, y en último término con su colaboración, “Les Neuveaux Cahiers ...” donde se encontraban los miembros más notables de la Sinarquia.

(13) Pierre Nicolle, «Cinquante mois d’Armislice».

(14) «L’Appel», 21 de agosto de 1941.

(15) Esto no se notaba mucho en la prensa ya que la redacción del periódico censurado debía obligatoriamente llenar los «blancos» con otros textos aceptados por la

Censura.

(16) Los policías no habrían podido ejecutar su mandato.

(17) Les Documents maónniques, febrero y abril, 1944.

(18) O “Esquema del tipo perfecto del Estado Social”.

(19) Para los sinarcas, una raza, «es el conjunto de individuos visibles e invisibles que han alcanzado la conciencia de la unidad religiosa de sociabilidad racial”.

(20) «Les Documents», agosto, septiembre, octubre y noviembre de 1952.

(21) Geoffrey de Charnay, Op. Cit., pág. 16.

(22) Geoffrey de Charnay, Op. cit., pág. 23.

(23) Este “rey”, ¿no sería el bueno del presidente Adenauer?

(24) «Je suis partoul», 18 de diciembre de 1942.

(25) Hay que recordar que ni el doctor Schacht, synarc y masón alemán, ni M. Von Papen, ligado a la gran industmria renana, han sido alcanzados en Nuremberg, mientras que ha sido condenado a muerte el anticapitalista Julius Streicher. Si el primero fue el gran argentero de Hítler hasta el final, y el segundo desplegó toda su diplomacia en favor de la Alemania nazi durante la guerra, el turbulento antisemita del Sturmer había sido separado, desde 1939, de «todos los puestos oficiales que ocupaba a causa de su oposición a la guerra».

(26) M. André Dobray, muerto en junio de 1954, en el momento de asumir la presidencia de la WINAREP (Sociedad Financiera de Petróleos), era un alto empleado de la Banca de París y de los Países Bajos, habiendo ejercido, durante la ocupación, el cargo de tesorero del Comité Nacional de la Resistencia («Entreprise», del 15-VII-1954 le designa como uno de los tres “argenteros” de los movimientos clandestinos.)

(27) Inspector de Hacienda.

(28) Véase nuestro capítulo sobre la Banca Lazard fréres et Cie.

(29) Los «capitalistas» de la colaboración, los gordos, en general han salido bastante bien parados. Aquellos que se enfrascaron en los grupos que ellos comanditaban, han tenido menos suerte. En cuanto a los antisinarquistas, los tribunales de Depuración, no les han olvidado: Paul Riche, autor de los estudios aparecidos en el «Appel» (21-VIII-1941 y 13-VII-1944) ha sido fusilado. Paul Benedix, que había desenmascarado la «tecnocracia humanista» de Coutrot, desde antes de la guerra. (“Courrier Royal”, 16-1-1937) ha sido condenado a veinte años de reclusión. Los dirigentes de “Documents maçonniques”, M. Bernard Fay, el comandante Labat, el coronel de Verchére y Jacques de Boistel, han sido, respectivamente, condenados a trabajos forzados y perpetuidad (para los dos primeros) y a quince años de la misma pena (para los otros dos). Dos de entre ellos han muerto en la cárcel: el comandante Labat, muerto por un guardia del campo de concentración de Noé y el coronel de Verchéres, enviado a la cárcel de fuerza, de Caen. En cuanto a su jefe y amigo, el almirante Platón, colocado en “residencia forzosa” por el presidente Pierre Laval, en pleno maquis perurgino, fué raptado y asesinado en julio de 1944.

 

 

LOS ROTHSCHILD EN ESPAÑA por Henry Coston

Infokrisis.- A causa de un estudio sobre el conde Coudenhove-Kalerghi, hemos desempolvado algunos libros que hacía tiempo no consultábamos encontrando algún material curioso por varios motivos. Concretamente en el volumen La Europa de los Banqueros (Henri Coston, Librería-Editorial Argos, Barcelona 1963) en su capítulo XXIX, páginas 245-250, hemos encontrado esta referencia a España y a la dinastía Rothschild. Se trata de una página desconocida de nuestra historia pasada que transcurre con el trasfondo de la I Guerra Carlista. y demuestra que con dinero rueda el mundo y que en 150 años nada ha cambiado. Lo hemos scaneado para nuestros lectores.

 

LOS ROTHSCHILD EN ESPAÑA
por Henry Coston

Desde la intervención armada de Francia, en 1823, para restaurar el poder absoluto del rev de España, Fernando VII, la situación había evolucionado extraordinariamente en Europa. La Santa Alianza estaba adormecida y la rama menor de los Borbones había tenido que ceder el trono de San Luis al hijo de Felipe-Igualdad, el antiguo Gran Maestre del Gran Oriente, que había votado la muerte de su primo Louis XVI. En España, Fernando había muerto y su hermano Carlos se oponía a su viuda, María Cristina, regente del Reino. Las dos facciones se enfrentaban sañudamente.

Si la Austria tradicionalista tomaba partido por Carlos, la Inglaterra liberal, imitada por la Francia de Luis-Felipe, apoyaba a María Cristina, cuyas tendencias agradaban a la City.

Los dos partidos, que se batían con las armas en la mano desde 1835, estaban faltos de fondos. Las bancas privadas, suspicaces, se mostraban algo reacias, y, en todo caso, se negaban a abrir créditos a la parte que no les placía. Los Rothschild de Viena, Francfort y Nápoles, estaban demasiado ligados a los intereses de Austria para inclinarse por la Regente liberal, Al vivir en la esfera de influencia de Metternich, adoptaban oficialmente el punto de vista de éste. En cuanto a James, que se encontraba en constante contacto con Luis-Felipe, sabía que el rey de los franceses, a pesar de su liberalidad, soñaba secretamente con una unión entre su heredero, el Duque de Orleáns, y una archiduquesa austríaca. Esto le aconsejaba no comprometerse en el avispero español.

Nathan tenía una doble razón para conceder un empréstito a España, es decir, a la Regente María Cristina. Por una parte, así respondía a un anhelo del Gobierno de Londres, del que era banquero, y, por otra, realizaría una operación excepcional.

«En efecto, en aquella época, el mercado europeo no recibía mercurio más que de dos centros de producción situados en el continente europeo, mientras que, a este respecto, los países de ultramar no contaban, en realidad. Estas dos minas de mercurio eran, la de Indria, que la casa Rothschild había comprado al Estado austríaco, explotándola desde entonces, y la de Almadén, en España, cuyo rendimiento constituía una importante fuente de ingresos para el Estado español. El que estuviera en posesión de estas dos minas, dominarla el mercado en forma de monopolio y podría fijar, el precio de este metal.

Nathan había concebido esta idea y trataba de comprar a España, que tenía constante necesidad de dinero, la mina de Almadén, proyectando incrementar su rendimiento mediante el concurso financiero adecuado. Además, aquella explotación había pertenecido, en el siglo XVI, a los Fugger, y a Nathan Rothschild le halagaba subrayar el paralelo, frecuentemente establecido, entre la importancia de dicha casa y la de la suya. Envió a su hijo Lionel a Madrid, para poner en vías de ejecución su proyecto. El Gobierno español, con la aprobación de la Regente, había decidido el 27 de noviembre de 1834, adjudicar al mejor postor, durante cinco años, la explotación de las minas de Almadén, que entonces no producían más que unos dieciséis o dieciocho mil quintales de mercurio, esto con la idea de incrementar el rendimiento de la mina, por medio de capitales extranjeros, para lograr un mayor beneficio. Las ofertas debían de ser enviadas bajo pliego sellado al ministerio de Finanzas, y examinadas simultáneamente.» (1)

¿Cómo supo Rothschild que la oferta más elevada, la de la banca Zelueta, no montaba más que cincuenta y cuatro piastras? Misterio, De cualquier forma, fue él quien ofreció cinco reales más que su competidor y quien ganó la subasta. El 21 de febrero de 1835 se firmaba un contrato entre Lionel Rothschild, hijo de Nathan, y el conde José María Toreno, ministro Español de Fínanzas. Además, en esta ocasión, Lionel recibió la orden de Isabel la Católica.

Este Toreno, con el que los Rothschild mantenían excelentes relaciones desde hacía años, era el hombre de la City en España. El fue quien concluyó, en 1808, la alianza entre España e Inglaterra. Probablemente masón, pertenecía a la fracción más radical del partido liberal español. Su anticlericalismo feroz le había apartado del Poder bajo el reinado de Fernando VII. Vivió, entonces, en el exilio, en París, donde James Rothschild le hizo algunos favores. Después de la muerte del rey, la Regente le hizo llamar para nombrarle ministro de Finanzas, en cuyo cargo, desde el 15 de junio de 1834, gozó de un poder que había de resultar de extrema importancia para la City y para Nathan Rothschild.

No deseando dar lugar a críticas demasiado abiertas, Toreno no modificó para Rothschild el contrato que se había establecido con ocasión de la adjudicación de las minas de mercurio, pero, poco después, introdujo ciertas enmiendas en el mismo. Así, mediante una pequeña elevación en el precio del quintal -y diversos presentes en especies a la Corte--- el Gobierno español renunció al derecho de denunciar el contrato a su vencimiento. Los Rothschild detentaban así el monopolio del mercurio y podían vender en Londres por setenta y seis u ochenta piastras, lo que pagaban a unas cincuenta y cinco.

Entretanto, la situación financiera de España se agravaba, y los Rothschild exigieron el reembolso de los quince millones prestados. Como el conde de Toreno no se apresurara demasiado en cumplir, lo compraron pura y simplemente (se habla de un regalo de 1.660.000 francos oro). Por este medio, los Rothschild recuperaron casi totalmente sus fondos. Pero nunca perdonaron «la infame ingratitud y la codicia sin escrúpulos» del ministro de Finanzas español, para el Estado español. El que estuviera en posesión de estas dos minas, dominaría el mercado en forma de monopolio y podría fijar el precio. de este metal.

Nathan habla concebido esta idea y trataba de comprar a España, que tenía constante necesidad de dinero, la mina de Almadén, proyectando incrementar su rendimiento mediante el concurso financiero adecuado. Además, aquella explotación había pertenecido, en el siglo XVI, a los Fugger, y a Nathan Rothschild le halagaba subrayar el paralelo, frecuentemente establecido, entre la importancia de dicha casa y la de la suya. Envió a su hijo Lionel a Madrid, para poner en vías de ejecución su proyecto. El Gobierno español, con la aprobación de- la Regente, había decidido el 27 de noviembre de 1834, adjudicar al mejor postor, durante cinco años,. la explotación de las minas de Almadén, que entonces no producían más que unos dieciséis o dieciocho mil quintales de mercurio, esto con la idea de incrementar el rendimiento de la mina, por medio de capitales extranjeros, para lograr un mayor beneficio. Las ofertas debían de ser enviadas bajo pliego sellado al ministerio de Finanzas, y examinadas simultáneamente.» (1)

¿Cómo supo Rothschild que la oferta más elevada, la de la banca Zulueta, no montaba más que cincuenta y cuatro piastras? Misterio, De cualquier forma, fue él quien ofreció cinco reales más que su competidor y quien ganó la subasta, El 21 de febrero de 1835 se firmaba un contrato entre Lionel Rothschild, hijo de Nathan, y el conde José María Toreno, ministro Español de Finanzas. Además, en esta ocasión, Lionel recibió la orden de Isabel la Católica.

Este Toreno, con el que los Rothschild mantenían excelentes relaciones desde hacía años, era el hombre de la City en España. El fue quien concluyó, en 1808, la alianza entre España e Inglaterra. Probablemente masón, pertenecía a la fracción más radical del partido liberal español. Su anticlericalismo feroz le había apartado del Poder bajo el reinado de Fernando VII. Vivió, entonces, en el exilio, en París, donde James Rothschild le hizo algunos favores. Después de la muerte del rey, la Regente le hizo llamar para nombrarle ministro de Finanzas, en cuyo cargo, desde el 15 de junio de 1834, gozó de un poder que había de resultar de extrema importancia para la City y para Nathan Rothschild.

No deseando dar lugar a críticas demasiado abiertas, Toreno no modificó para Rothschild el contrato que se había establecido con ocasión de la adjudicación de las minas de mercurio, pero, poco después, introdujo ciertas enmiendas en el mismo. As!, mediante una pequeña elevación en el precio del quintal -y diversos presentes en especies a la Corte- el Gobierno español renunció al derecho de denunciar el contrato a su vencimiento. Los Rothschild detentaban así el monopolio del mercurio y podían vender en Londres por setenta y seis u ochenta piastras, lo que pagaban a unas cincuenta y cinco.

Entretanto, la situación financiera de España se agravaba, y los Rothschild exigieron el reembolso de los quince millones prestados. Como el conde de Toreno no se apresurara demasiado en cumplir, lo compraron pura y simplemente (se habla de un regalo de 1.660.000 francos oro). Por este medio, los Rothschild recuperaron casi totalmente sus fondos. Pero nunca perdonaron «la infame ingratitud y la codicia sin escrúpulos» del ministro de Finanzas español, sido del todo regular. Rothschild hizo intervenir a los embajadores de Inglaterra y Francia cerca del Gobierno español.

Al cabo de poco tiempo, Toreno era nombrado Primer Ministro y designaba miembro de su Gabinete a Mendizábal, que era amigo de los Rothschild. Con tal motivo, circuló el rumor de una inminente intervención de Inglaterra y Francia en favor de María Cristina. Las tropas gubernamentales resistían difícilmente los encarnizados asaltos de los carlistas. Nathan, que temblaba por sus minas de mercurio, tan lucrativas, sabía perfectamente que si el íntegro Carlos llegaba al poder, se habían acabado sus concesiones. Su hermano James fue a verle a Londres, con el ánimo de subvencionar los preparativos ingleses en favor de la Regente, y, con ello, hacer que se remontaran los valores españoles. Luego, jugando inopinadamente a la baja, las casas Rothschild de Londres y París, especularon sobre dichos valores, llegando a la suma de 1.800.000 libras esterlinas en sus operaciones al descubierto.

En pocos días, el curso de la renta española descendió de setenta, a treinta y siete. Millares de tenedores de títulos perdieron las dos terceras partes de su dinero, mientras los Rothschild recuperaban holgadamente las sumas que les había costado el conde Toreno (2).

«Mientras sucedía esto, se había producido en España un cambio, de graves consecuencias, al que no era ajena la influencia de los Rotschild. A consecuencia de dificultades financieras insuperables y de las vicisitudes de la guerra con Don Carlos, el conde de Toreno hubo de dimitir y ceder paso a Mendizábal. Este, israelita de origen y de confesión, había llevado una vida en extremo aventurera, y siendo muy capaz desde el punto de vista financiero, había participado desde el principio en el suministro de municiones, por haber entrado al servicio del rico banquero de Madrid, Bertrán de Lys...» (3).

Este Mendizábal, que estaba en muy buenas relaciones con don Pedro de Portugal, mantenía estrecha amistad con los Rothschild. Nathan le había conocido en Londres, cuando Mendizábal vivía en el exilio, y le había puesto entonces en relación con los medios directivos ingleses. No es, pues, extraño que el nuevo Primer Ministro estuviera considerado en todas partes como «agente de los banqueros más importantes de la City de Londres». El duque de Wellington, que veía mal que el Gobierno inglés apoyara a Mendizábal, declaró cierto día que aquel hombre no era más que «un puesto avanzado» de los Rothschild.

La acción de estos últimos en favor de Mendizábal se manifestaba bajo todos los aspectos: en el financiero, desde luego, pero, además, en el político y en el diplomático. Urdieron toda clase de intrigas e hicieron los imposibles porque fracasaran los esfuerzos del banquero Ouvrard en favor de Don Carlos.

A todo esto, murió Nathan (28 de julio de 1836), y la dirección pasó a James., París se convirtió en centro de las actividades de los Rothschild, y de allí partieron, en lo sucesivo, las consignas.

La situación de los banqueros franceses estaba gravemente amenazada. Su representante en España, Weisweiller, les hizo saber que si no concedían un anticipo de dos millones de francos al Gobierno español, el asunto de las minas de mercurio quedaba enteramente perdido, pues Don Carlos parecía próximo a triunfar. Se le atribuía la intención de tomar Madrid por asalto, y sus victorias habían producido el pánico en el campo liberal y entre los Rothschild.

Por otra parte, las Cortes ponían en duda la validez del contrato existente sobre las minas de mercurio, Se hacía observar que la adjudicación no había sido del todo regular. Rothschild hizo intervenir a los embajadores de Inglaterra y Francia cerca del gobierno español.

Según el conde Apponyi, estos incidentes afectaron mucho a James Rothschild.

«Parecía estar extraordinariamente conmovido por la tentativa realizada por la Corte para privarle de un negocio que había de reportarle, según una estimación aproximada, de un millón y medio a dos millones de francos anuales» (4).

La presión de Londres y París sobre Madrid, y la retirada del canon correspondiente al Estado español sobre cada quintal de mercurio extraído, lograron que, finalmente se llegara a un acuerdo. A pesar de las promesas hechas por los Rothschild a Austria de no hacer más anticipos y de no conceder más préstamos, es decir de no apoyar financieramente al Gobierno de María Cristina, Don Carlos fue aplastado; puesto definitivamente fuera de combate, el pretendiente de los tradicionalistas hubo de expatriarse. A la casa Rothschild correspondió, pues, la última palabra: durante varios decenios, detentaría el monopolio mundial del mercurio. Cuando el Estado español recuperó las minas objeto de las concesiones, otros ricos yacimientos habían sido descubiertos en el nuevo mundo...

Este episodio, que hemos relatado superficialmente, deja ver de un modo claro hasta qué punto van entremezclados los negocios y la política. Demuestra, también, que, desde la primera mitad del siglo XIX, los Rothschild se habían convertido en los banqueros de Europa.

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Notas a pié de página

(1) Conde Corti, ob. cit., Tomo II, pp. 121-122.

(2) En una carta que Salomón Rothschild dirigía el 24 de junio de 1835 a uno de sus secretarios, explicaba que las especulaciones de su hermano Nathan habían dado lugar a que le amenazaran de muerte. "Tengo miedo de salir de noche", confesaba.

(3) Corti, ob. cit., T. II, p. 138.

(4) Carta del conde Apponyi a Metternich, París, 2 de noviembre de 1837. Archivos del Estado austríaco. (Cf. conde Corti, ob. cit., p. l6l.)

© Scaneado del original por Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com

 

Ahora que se abren las olimpiadas de Pekín: Sociedades Secretas en la China de Mao

Infokrisis.- De pura casualidad, buscando un antiguo artículo sobre Rumanía, hemos encontrado este otro sobre China hoy cuando se inauguran las olimpiadas de Pekín. Dicho artículo fue publicado en el número especial de la revista Mas Allá, titulado “¿Quién mueve los hilos?”, dedicado a sociedades secretas políticas. En aquel mismo número publicamos otros artículos con varios seudónimos que vamos a intentar recuperar para nuestros amigos.

 

SOCIEDADES SECRETAS EN LA CHINA DE MAO

 

La historia del Partico Comunista China, de tanta incidencia en la sociedad internacional del siglo XX, se diferencia del resto de organizaciones similares en que debió de actuar sobre una sociedad agraria fuertemente impregnada por la sabiduría tradicional: el triunfo de la revolución maóista radicó en haber incorporado a su concepción del comunismo elementos procedentes del confucianismo y ganado para su práctica política a una parte de las sociedades secretas que, hundiendo sus raíces en la historia china, habían tenido desde el siglo XI un notorio protagonismo político.

Los biógrafos de Mao Tse Tung coinciden en que éste forjó lo básico de su pensamiento hacia los diez años; a esa edad se nutría de la abundante literatura popular china destinada a ensalzar héroes míticos, frecuentemente miembros de sociedades secretas de bandidos. Estos relatos -como por ejemplo, el Romante de los Tres Reinos y los textos sobre la epopeya de Las doce docenas de héroes del Lian Shan Po- estaban fuertmenete impregna­das de confucionismo. Por entonces se produjo el levantamiento anti-manchú, organizado por la sociedad secreta "Ko-Lao-Hui", de la que Mae era un fervoroso admirador. Loando a esta sociedad, Mao aseguró que "prefiero parecerme a un bandido que lucha contra el hambre y la injusticia social, antes que a un emperador que las propaga".

Esta sublevación le enseñ tres cosas: la importancia de las sociedades secretas en la historia china, el papel de los campesinos como columna vertebral de la sociedad

china y la estrategia guerrillera como método de acción. Tres enseñanzas que le serían útiles a lo largo de su vida política.

 

LAS SOCIEDADES SECRETAS CHINAS

Desde la noche de los tiempos, los campesinos, para hacer frente a epidemias, invasiones mongolas, catástrofes naturales, etc. se agruparon en sociedades secretas de asistencia y ayuda mutua. A pesar de que no hay muestras de interrelaciones entre las sociedades corporativas y pre-masónicas europeas y estas sociedades chinas, ambas derivaron por los mismos derroteros: palabras e paso, ritos secretos, iniciaciones, división de los afiliados en grados, secretismo, metafísica, signos y gestos distintivos. Ningún historiador serio duda hoy que tales sociedades -cuya trayectoria es imposible reconstruir en detalle al carecer todas ellas de documentos escritos y mantener todavía hoy el culto al secreto- constituyeron a partir del siglo XI un poder en la sombra.

La gran extensión de China ahcia muy difícil la existencia de un gobierno central; incluso los mandarines locales tenían dificultades para controlar las extensas zonas asignadas. Todo poder oficial y sus representantes quedaban lejos para el campesino que, en cambio, podía ponerse en contacto fácilmente con el jefe de la sociedad secreta local y poder su ayuda o protecicón. La proximidad e inmediatez fueron la garantía de éxito de las sociedades secretas chinas. Habiendo meditado sobre todo esto, tuvo ocasión de aplicar sus conclusiones por primera vez en la región de Yenan, situada al norte del país, en donde el partido comunista enfrentá al Kuomintang (partido nacionalis­ta) utilizando las mismas técnicas empleadas secularmente por las sociedades secretas en sus guerras contra las dinastías reinan­tes. Mao reformuló estas técnicas, intetó -con mejor o peor furtuna- incorporarlas al acervo marxista y las llamó "guerra popular prolongada" e "insurrección armada de masas". El hecho de que el eje de su actividad fueran las comunidades campesinas y no las zonas industriales -pocas, pero existentes- en la costa, demuestra la poca ortodoxia de su práctica marxista.

 

LA SOCIEDAD DEL LOTO BLANCO

Es imposible entender la historia china si no es siguiendo la trayectoria de la Sociedad del Loto Blanco, la más antigua y arraigada, hoy todavía existente. Fue fundada por un monje budista en el año 380 y, desde sus inicio, apenas contó con 18 miembros. Se trataba de una secta ascética cuyos miembros vastían túnicas grises y marchaban descalzos por los caminos. Su distintivo era un flor de loto blanca que lucían e la orja. Setecientos años despues la sociedad se había transformado en una red clandestina de carácter político y antiimperial empeñada en el derrocamiento de los emperadores Sung.

Al producirse la invasión mongola, el "Loto Blanco" firmó la paz con ellos, pero pronto surgieron fricciones y la secta tuvo un papel importante en el aniquilamiento del poderío mongol y en la instauración de la dinastía Ming. Este proceso -etudiado concienzudamente por Mao- constituía una auténtica revolución campesina de carácter antiimperialista. A pesar de la victoria y como consecuencia del peso adquirido por el "Loto Blanco", el nuevo poder Ming la proscribió en 1358. sin embargo, continuó sus actividades clandetinas, especialmente en el sur...

Durante trescientos años la sociedad permaneció en el más estricto secreto. A pesar de que muchos creyeron que se había extinguido, lo más probable es que mantuviese su influencia sobre las pequeñas comunidades campesinas, eludiendo adquirir protago­nismo a nivel imperial, y creciendo -sin duda- en la sombra. En 1760 dió muestras de mantener intacto su espíritu revolucionario, intentando insurrecciones en varias zonas contra el emperador Chien Lung, que fracasaron y supusieron la ejecución sumaria para sus dirigentes. Pero a éste siguieron otros intentos que consolidaron el control de amplias zonas de China. En 1807 era evidente que el Sur de China estaba en sus manos y amenazaba gravemente al poder imperial.

El intento de las autoridades por cortar la influencia de la sociedadtuvo como respuesta la condena a muerte del emperador que, tras haber sobrevivido a dos atentados, fue asesinado en la Ciudad Prohibida. Un cocinero manchú, miembro del "Loto Blanco" fue el ejecutor. El verdugo imperial acabó por sufrir la tortura de las "mil cuchilladas", de reputada crueldad. Dos años despues trescientos miembros de la sociedad asaltaron el palacio imperial y nuevamente la dinastía se salvó de puro milagro. Los supervi­vientes, todos, fueron torturados hasta la muerte.

 

LA SOCIEDAD DE LOS PUÑETAZOS JUSTOS

A partir de ese momento, ante el vacío dejado por el "Loto Blanco" -que una vez más, regresó a la clandestinidad más absoluta- las sociedades secretas proliferaron por doquier. Nombres como la "Sociedad de las Cejas Blancas", la de los "Ocho Diagramas", la "Sociedad de la Divina Madre", los "Nubes Blancas" o los "Fanáticos blancos", protagonizaron distintas conspiracio­nes estableciendo puntales poderes paralelos. Estas sociedades tenían su origen en jerarquias locales del "Loto Blanco" al que sustituyeron a lo largo del siglo XIX.

En 1900, varios de estos grupos se fusionaron, adoptando el nombre de la "Sociedad de los Puñetazos Justos", que los occidentales conocieron como "Sociedad de los Boxers". Su intención era preservar las tradiciones y costumbres locales ante lacreicente influencia occidental; esto transformó a los "boxers" en una secta xenófoba y antioccidental.

Los "Boxers" creían en su invulnerabilidad y superioridad ante los occidentales y no fue sino hasta muy avanzadas las hostilidades cuando comprendieron que las balas penetraban en su piel y destrozaban sus cuerpos. Su nombre procedía de los gestos que realizaban en el curso de sus cultos y rituales.

En 1921 se funda el Partido Comunista Chino. No hay huellas de la presencia de dirigentes del Loto Blanco o de otras sectas similares en ese acto, del cual, por lo demás, las informaciones sobre asistentes y fechas, son contradictorias, como si la historiografía oficial del comunismo chino, hubiera querido borrar deliberadamente pruebas. Sin embargo, la presencia de miembros destacados de sociedades secretas será visible en los meses siguientes.

A partir de 1922 el PCCh decide colaborar con el Partido Nacionalista (Kuimintang) de Sun Yat Sen. Las rleaciones  entre ambas formaciones serán coordinadas por el propio Mao. Este idilio durará hasta 1924, año en que surgirán las primeras desavenencias que culminarán tres años despues con la orden de busca y captura emitida por el Kuimintang contra Mao. Pero el PCCh está lejosd e la zona de control nacionalista; Mao combate en las provincias del Norte y logra captar para su causa a los jefes de dos sociedades secretas de bandidos, Yüan Wen Tsai y Wang Tso, que se incorporarán a la fracción militar del partido con seiscientos de sus hombres. Los dos habían participado en las insurrecciones de 1911 inspiradas por la secta secreta Ko-Lao Hui y, por tanto, tenían una no desdeñable experiencia en conducción de masas. Fue la primera incorporación de contingentes sectarios, pero no sería la última.

 

LA SOCIEDAD DE LOS ANTEPASADOS

En julio de 1936, Mao Tse Tung, en nombre del Comité Central del Partido Comunista, se dirigió a los miembros de la "Sociedad de los Antepasados y de los Antiguios", otra estructura secreta derivada de la sociedad Hung, conocida también como "Tríada", similar a la franc-masonería occidental. Escribió Mao: "Espera­mos, deseamos acoger con entusiasmo a los jefes de los Antepasa­dos y de los Antiguos de todo el país, a los jefes de todas las logias de la montaña (...) a realizar con nosotros el proyecto de salvar al país". Muchos escucharon su llamamiento.

Zhu-de, que llegaría a responsable del Ejército Rojo y conocido como el "Napoleón Chino"; Wu Chi Wang, que sería prominente miembro del Comité Central del Partido; el propio Liu Chao Chi, que caería en desgracias tras haber alcanzado puestos de primer orden en la jerarquía comunista; Xie Zi Chang, otro destacado dirigente de la "larga marcha", pertenecieron a la "Sociedad de los Antepasados". Del mismo Chu En Lai, hijo de mandarines, se ha escrito que perteneció a la Tríada;.alguno de ellos, como Zhu-de, una vez en el poder, reconocieron abiertamen­te haber pertenecido a esta sociedad secreta.

 

SOCIEDADES SECRETAS, MEDICINAS OCULTAS

Hay elementos en el maoismo que inducen a pensar en un sincretismo entre la tradición china y el marxismo ortodoxo. Del confucionismo, Mao aprende e incorpora su análisis de la sociedad rural y de la condición humana. Pero no sólo se siente atraído por la teoría sino que pasa a incroporar bellas imágenes poéticas a su propaganda comunista; igualmente solía ensalzar las realizaciones prácticas de la tradición china que nos han llegado hasta el siglo XX; la acupuntura gozaba, en particular, de sus preferencias.

En varios escritos glosa la eficacia de la medicina autóctona y en concreto de la acupuntura. Dice, por ejemplo, en 1954: "La medicina china ha hecho grandes méritos por nuestro pueblo (...). Si se la compara con la occidental advertimos que la nuestra tiene una historia de milenios y es seguida por más de quinientos millones de chinos (...) Lo más importante es que los médicos estudien también medicina china y que la medicina occidental no sea aprendida por los médicos chinos". Y en otro discurso de 1959, añadió: "Cuando los americanos aún se comunica­ban por señas, nosotros ya teníamos más de cinco mil años de cultura; entre ella, la cultura médica, claro". Es útil recordar­que la medicina china parte de la base de la existencia de un "cuerpo sutil" o "cuerpo de energía" sobre el cual opera a través de la acupuntura, no reductible a los esquemas del amterialismo marxista. Además, el conjunto de técnicas que emplea tienen su base metafísica directa en elconfucionismo

         Asímismo, las concepciones militares de Mao derivan, como ya hemos visto, de la práctica milenaria de las sociedades secretas y, estas a su vez, se remiten a las concepciones estratégicas expuestas pr Sun Tzu en "El arte de la guerra", otra obra impregnada de pracmatismo lúcido y de principios de psicología confucionista. Este exto fue para Mae el libro de cabecera mientras duró la "larga marcha".

         Todo lo anterior hizo del comunismo chino algo aparte en relación al movimiento comunista internacional. Esencialmente voluntarista, las "condiciones objetivas" tan tenidas en cuenta por los partidos comunistas rotodoxos, contaban poco: la misma "larga marcha" era, sobre el papel, una locura. Mientras que los dirigentes comunistas rusos, rumanos, etc. vivían en el lujo y la abundancia y constituían -Milovan Djilas acetó en la califica­ción- una "nueva clase", burocrática y estabilizada, el comunismo chino creó una clase política enteramente nueva que tenía mucho de ascética: desde Mao hasta el último guardia rojo, el "hábito" era el mismo -el llamado "traje Mao" en Occidente- quizás por eso el sistema comunista chino ha logrado sobrevivir a sus hermanos del Este Europeo. En el curso de la "revolución cultural" los guardias rojos no dudaron en utilizar los mismos castigos prescritos por las "tríadas" para golpear a sus enemigos: el corte de la coleta se convirtió en un castigo ominoso para los disidentes de fines de los años sesenta, como ayer lo fue para los mandarines y los burgueses colaboracionistas con el poder mongol.

 

FRANCMASONERIA, CARBONARISMO Y MAFIA

         Las sociedades secretas chinas (Tríada, Hung, Loto Blanco, etc.) tienen su equivalente occidental en la francmasonería, el carbonarismo y la magia. Al igual que el grueso de la francmaso­nería, las sectas chinas impulsaron y tuvieron un papel destacado en las "revoluciones democráticas y nacionalistas", derrocando monarquías absolutas y abriendo la brecha a regímenes liberales. La fragilidad de la burguesía china -unido a la invasión japonesa y la estructura rural de la socieda-d hizo que el Kuomintang no pudiera consolidar su poder y que las fuerzas campesinas organizadas en torno al PCCh terminaran imponiéndose. En ete proceso, algunos de los hombres que participaron  en las actividades del Kuomintang en los primeros tiempos, pasaron al Partido Comunista y, entre ese contingente, figuraban miembros de las sociedades secretas aludidas. En los partidos comunistas occidentales se produjeron fenómenos análogos, especialmente en el PCF entre 1919 y 1922 y durante unos años mantuvieron doble militancia. Finalmente el III Congreso de la Internacional Comunista declaró incompatibles filiaciones.

         La masonería occidental tuvo en China una implantación que venía de antiguo. Las primeras logias fueron establecidas por los ingleses en 1767 y ochenta años despues la Gran Logia de Londres autorizaba la creación de una Gran Logia Provincial China, con dos secciones, para los sectores norte y sur del país. Antes de la guerra chino-japonesa existieron en la totalidad del país, no menos de 40 logias pertenecientes a distintas obediencias: desde el Rito Escocés, hasta dependientes de la Logia Tres Globos de Berlín pasando por centros subsidiarios de los Grandes Orientes de Francia, Filadelfia y Filipinas. Los distintos avatares de la política china hicieron desaparecer a las logias del continente; los supervivientes sufrieron todo tipo de visicitudes: quienes no se integraron en el partido, huyeron a la República de Formosa, allí constituyeron en 1949 una "Gran Logia" de la que a principios de los años 90 dependían nueve logias. Otro sector de la emigración china radicó en Hon-Kong en donde en nuestros días trabajan 20 talleres masónicos.

         Con todo, en la China continental, a pesar de una legisla­ción restrictiva las sociedades secretas nunca terminaron por desaparecer completamente. Tras la muerte de Mao, con la relativa liberalización del régimen, se restablecieron buena parte de las instituciones y costumbres ancestrales. La lejanía y complejidad del continente chino hacen que sea difícil saber si las socieda­des secretas han logrado reconstituirse, pero es presumible que así haya sido. Lejos de allí, en la Barcelona post-olímpica, la policía desarticuló en Noviembre de 1992 una "tríada" en fase de implantación entre la comunidad china de la Ciudad Condal que pretendía cobrar un raket de protección  a los restaurantes chinos...

         Y es que las sociedades secretas, de conspiradores o de bandidos, o ambas a la vez, no han desaparecido todavía, forman parte de la China de siempre.

 

© Ernesto Milá – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com

 

Conspiraciones, conspirativos y conspiranoicos (VIII de X). Modelos de conspiraciones y conspiradores (B)

Infokrisis.- A pesar del calor pegajoso e insoportable de estos días avanzamos en nuestras disquisiciones sobre conspiradores y conspiraciones. En esta entrega abordamos algunas de las características de conspiraciones muy distintas: veremos que nada de lo que ha aparecido en el atentado del 11-M -absolutamente nada- es nuevo, sino que todos los elementos han sido extraídos de conspiraciones anteriores suficientemente conocidas. Hemos aludido particularmente a dos: la conspiración del atentado de Canvis Nous en 1896 en Barcelona y el atentado a la estación de Bolonia en 18980.

 

En 1893 se inició un nuevo período de atentados anarquistas en España que duraría hasta 1897. La serie empieza con un atentado a la casa de Cánovas del Castillo en la que el anarquista que coloca la bomba intenta luego apagarla cuando ve que se acerca un grupo de niños, muriendo por la explosión. Luego se produce el famoso atentado del Liceo de Barcelona en respuesta a la ejecución de Paulino Pallás que había atentado contra el General Martínez Campos. En 1894, Ramón Murull atenta contra el gobernador civil Larroca. Pero el atentado que tiene más repercusiones se producirá en 1896 cuando una mano desconocida arroja una bomba sobre la procesión del Corpus en la barcelonesa calle de Canvis Nous. A diferencia de los anteriores atentados que el movimiento anarquista reivindicó como propio, en éste último caso negó su responsabilidad. Se habían producido doce muertos, la mayoría de ellos proletarios o gente modesta y la represión que se abatió sobre el anarquismo barcelonés en los meses siguientes llevó a 1.000 anarquistas al Castillo de Montjuich y, tras el proceso, al fusilamiento de cinco de ellos, del total de 28 condenas a muerte que obtuvo el fiscal junto con 59 cadenas perpetuas. Pero el atentado tendría una prolongación cuando el anarquista italiano Angiolillo asesinó al presidente del consejo de ministros, Canovas del Castillo y Ramón Sempau atentó contra el teniente Portas conocido como “el botxí de Montjuich” (el verdugo de Montjuich). La represión que siguió al atentado de Canvis Nous, de todas formas, hizo que en el período entre 1898 y 1903 el terrorismo anarquista descendiera extraordinariamente. El atentado tuvo repercusión internacional cuando uno de los procesados, el republicano y francmasón Tarrida del Mármol se expatrió a Francia desde donde publicó en la Revue Blanche las torturas de singular crueldad a la que habían sido sometidos los detenidos en Montjuich.

Es significativo que en un período de gran actividad terrorista, los anarquista se negaran a aceptar la responsabilidad del atentado de Canvis Nous. Lo hicieron con vehemencia e insistencia hasta el punto de que parecía imposible no creer en su sinceridad. La versión oficial indicó que el autor material del crimen había sido un anarquista francés que tras lanzar la bomba retornó a su país sin dejar rastros. Pero la cosa no era tan simple.

El verdadero enigma de todo el proceso era el papel desempeñado por Tomás Ascheri que algunas investigaciones anteriores han considerado como el verdadero autor material del atentado. Ahora bien, Ascheri era mucho más un confidente de la policía –está fuera de toda duda- que un verdadero anarquista. De hecho, durante el proceso fue el que denunció a más militantes anarquistas, basándose la acusación de buena parte de los procesados en las declaraciones de Ascheri de las que se dijo habían sido arrancadas mediante la tortura. Sea como fuere, Ascheri era el hombre de la policía en el movimiento anarquista. Se dijo también que actuó por su cuenta y que él mismo generaba terrorismo para hacer valer más sus confidencias: montaba células terroristas y las entregaba luego a la policía. Lo importante es que éste atentado enajenó las simpatías que tenía el movimiento anarquista entre intelectuales e incluso en algunos sectores de la pequeña burguesía. Personajes como Gaudí que hasta ese momento habían sido proclives a este sector político se desvincularon completamente tras el atentado del Liceo y tras este crimen. Lo esencial, de todas formas, es que el movimiento anarquista barcelonés quedo prácticamente desarticulado.

El atentado inauguraba el período de atentados opacos en los que aparecían mezclados individuos ambiguos que no se sabía bien para quien trabajaban. A medio camino entre el anarquismo y la delincuencia común, el caso de Ascheri no sería único sino que recuerda extraordinariamente el episodio que ocurrió en Barcelona, no muy lejos de la calle Canvis Nous… 70 años después. El paralelismo es increíble.

En 1978 el contexto no era tan diferente como el de 1896. En efecto, en ambos momentos el anarquismo constituía una gran fuerza social organizada. A pesar de que desde las huelgas de 1956 el anarquismo había sido casi completamente desarticulado en el interior, en los últimos años del franquismo y en los primeros de la transición, la CNT reverdeció y logró captar a miles y miles de jóvenes hasta el punto de que era el segundo sindicato implantado en Catalunya con 100.000 afiliados,  muy por delante de la UGT y rivalizando con CCOO. En esta situación, la CNT-FAI seguía haciendo gala de un radicalismo incompatible con la transición democrática que solamente era posible realizar, más o menos tranquilamente si los extremistas de derechas y de izquierdas quedaban reducidos a la mínima expresión. Si bien en 1896 el anarquismo tenía una influencia ampliamente mayoritaria en la clase obrera, setenta y dos años después volvía a disponer de una fuerte implantación. Y ocurrió exactamente lo mismo que en 1896: un atentado de dudosa factura que causó cuatro muertes (tres de los cuales estaban afiliados al sindicato) en el incendio de la sala de fiestas Scala en el curso de una manifestación convocada por la propia CNT- consiguió detener el crecimiento de la CNT e iniciar un proceso de desafiliaciones de la que el sindicato anarquista no se recuperó jamás.

En esta ocasión, el confidente no era Ascheri sino un tal Joaquín Gambín, recién llegado a la CNT y pequeño delincuente común. Y no se arrojó una bomba… sino un número indeterminado de cócteles molotov sobre el local, en el curso de una manifestación de protesta contra los Pactos de la Moncloa convocada por la CNT. Fueron detenidos en apenas 48 horas entre los 15.000 asistentes a la manifestación. Los cinco procesados pasaron una media de ocho años de prisión, sin embargo, el confidente que había preparado y ejecutado la operación no se sentó en el banquillo de los acusados.

Hubo que esperar a un segundo juicio para que Gambín compareciera ante el juez. Tras desaparecer de Barcelona una vez ejecutada la provocación, Gambín siguió vinculado a la delincuencia común siendo detenido en el curso de un atraco en Valencia en 1981. El juicio se vió en 1983, pero Gambín solamente fue condenado a 7 años de prisión por acudir a la manifestación provisto de armas y cócteles molotov, no como instigador. Y era el instigador. Las declaraciones de quienes lo conocieron en aquella época dentro de la CNT no dejan lugar a dudas. Él confidente no se limitaba solamente a informar de las actividades de los más radicales, también estimulaba acciones radicales ¿por iniciativa propia? ¿a las órdenes de alguien? Si tenemos en cuenta que en aquellos momentos se acababan de firmar los Pacos de la Moncloa y que solamente la CNT se oponía en el terreno sindical a esto, utilizando una estrategia que le estaba dando buenos resultados, se percibirá que en ese momento, más que nunca, era preciso para la estabilidad de un sistema político todavía en absoluto asentado, que la CNT desapareciera. A raíz de Scala desapareció para siempre.

En el primer proceso los abogados de los demás acusados solicitaron la presencia de Rodolfo Martín Villa como testigo a fin de argumentar que el episodio había sido una provocación policial orquestada por el entonces alcalde de Barcelona que en el momento del juicio ya era ministro del interior.

El caso de la calle Canvis Nous y su reiteración setenta y dos años después en el Caso Scala tienen tantos paralelismos que llama la atención como ni siquiera los propios anarquistas lo resaltaron en la época. Para nosotros no hay ninguna duda de que ambos episodios –por encima del tiempo- son hijos de la misma madre, la provocación y que el brazo ejecutor es en ambos casos un confidente policial. Dicho de otra manera, ambos episodios son conspiraciones en las que se pretende criminalizar a un ambiente político mediante una acción traumática que le hurte simpatías por parte de sus simpatizantes naturales, aislándolo y ejerciendo sobre él una pérdida de vigor. Los procesos celebrados con 75 años de diferencia no logran aclarar nada, se limitan a responsabilizar y condenar a los chivos expiatorios de turno. Ambos ejemplos son muestras una conspiración que solamente puede realizarse mediante el concurso de un infiltrado. Realmente poco, porque en el proceso del 11-M se demostró que buena parte de los acusados eran confidentes de los distintos servicios de seguridad del Estado.

El confidente es siempre el individuo más adecuado para situarse en el centro de una conspiración. Esta siempre dispuesto a hacer algo por dinero, en primer lugar; se fía de los policías a los que entrega sus confidencias pensando que ha establecido con ellos una situación de amistad y empatía; éstos, además, lo saben todo sobre él, sobre sus contactos, sobre los ambientes que frecuenta, sobre sus actividades; habitualmente tiene un pasado y se dedica a unas actividades que dejan pensar que, efectivamente, es capaz de hacer cualquier cosa por truculenta que sea; y, finalmente, carece de medios económicos y de relaciones sociales de interés como para asegurar su defensa y salir airoso del trance en el que se introduce y, por supuesto, tiene tendencia a fiarse de los abogados que la propia policía le envía una vez ha sido detenido. Sí, por que, frecuentemente, en cierto modelo conspirativo, el papel de chivo expiatoria corresponde directamente al confidente. El confidente nunca dispone de un proyecto propio, siempre está incluido en los proyectos de aquellos lugares donde está infiltrado o bien en los proyectos de aquellos a los que vende confidencias. Además, siempre se encuentra ante la tesitura de no poder revelar cuál es su juego: si, tras el desencadenamiento de una conspiración –en la que el confidente siempre, inevitablemente, se encuentra implicado en el episodio traumático para el que ha sido designado chivo expiatorio- termina en la cárcel, sabe que no puede precisar con mucho detalle cuñal ha sido su nivel de colaboración con la policía porque eso podría disgustar al resto de presos con los que tiene que compartir vida en los próximos años, además, él nunca dispone de pruebas: nunca ha grabado conversaciones con los policías que han sido sus contactos, nunca se ha preocupado de que algún amigo les siguiera ni de elaborar dossier alguno sobre quiénes eran sus interlocutores. En el momento de la detención, ni siquiera le basta con decir que es confidente de tal o cual servicio de seguridad del Estado… simplemente está incapacitado para demostrar la veracidad de su testimonio.

No siempre el chivo expiatorio responde a las mismas características. En ocasiones se trata de alguien suficientemente conocido por la seguridad del Estado porque sobre él se han realizado múltiples servicios de seguimiento y control, o quizás porque sobre esa persona se dispone de una fuente privilegiada de información cuando cerca suyo se encuentra un confidente de la policía que es capaz de advertir con anticipación cuáles van a ser sus movimientos. Es difícil explicar porqué alguien decide que tal persona va a ser el chivo expiatoria de esta o aquella operación. En ocasiones se debe a motivos banales (un policía sabe que el sujeto en cuestión lo desprecia, se mofa de él y lo tiene por un inútil redomado, solamente porque durante meses ha intervenido las comunicaciones del sujeto y sabe perfectamente lo que piensa y las frases concretas que comenta con otros amigos; el policía se siente herido en su amor propio y decide tener una ajuste de cuentas personal con el sujeto), en otras a motivos políticos (un individuo es particularmente peligroso para la seguridad del Estado, simplemente porque tiene una visión política y una integridad moral que pueden hacer de él un tipo peligroso, incluso alguien que en el futuro corra el riesgo de desequilibrar un status quo político arrastrando el nacimiento de nuevas opciones, en ese caso es preciso acallarlo, destruir su reputación e inhabilitarlo de por vida para que pueda dedicarse a la política activa), y en otras simplemente a casualidades (el individuo está en un lugar equivocado en el momento equivocado y eso le convierte en el chivo expiatorio perfecto sin necesidad de forzar mucho la situación). O también es posible que estas tres circunstancias estén presentes y la elección del individuo en cuestión como chivo expiatorio sea casi un producto de las circunstancias.

Durante casi veinte años, en Italia las “stragi” (masacres) han sido una constante. De hecho, casi se ha tratado de un “costumbre” típicamente italiana a partir de la masacre de la Portella delle Ginestre en la inmediata posguerra, el 1º de mayo de 1947, hasta la masacre de Bolonia el 2 de agosto de 1980. De hecho, el 11-M es hijo directo de las masacres cometidas en Italia por servicios especiales de la inteligencia italiana hasta el punto de que es posible sospechas en alguna connivencia entre servicios italianos (o personas que pertenecieron a estos servicios) y los autores operativos del 11-M: al igual que en el Tren Itálicus, al ogial que en la llamada “strage di Goia Tauro” cuyo objetivo fue hacer descarrilar al tren Flecia dal Sud, al igual que en la masacre de la estación de Bolonia, todo gira en torno a trenes y es de Italia desde donde llega la información –falsa por supuesto- sobre “El Egipcio” considerado fraudulentamente como “autor intelectual” de la masacre.

La connivencia entre medios españoles e italianos tuvo lugar en los primeros años de la transición cuando, como efecto de la situación anterior, todavía se encontraban en nuestro país exiliados italianos de extrema-derecha. Esta colaboración llegó al máximo entre 1976 y 78, cuando a través de iniciativas de intoxicación informativa, se exageró la presencia de estos italianos y se vertieron todo tipo de informaciones fraudulentas sobre sus actividades en nuestro país. A partir de ese momento los puentes están tendidos entre servicios especiales españoles e italianos. Es inevitable pensar que existe una “pista italiana” en el atentado del 11-M.

La diferencia entre los servicios italianos y la operación 11-M radicó en que mientras en el primer caso, inevitablemente, se culpaba a la extrema-derecha de los atentados, el 11-M el “culpable perfecto” fueron los medios islamistas. Ya hemos explicado el por qué y hemos añadido que eso solamente fue posible gracias a la política de seguridad de Aznar que contribuyó a crear el fantasma de que existían en España células de Al Qaeda. Aznar, pagó la ligereza en su propia piel. Ahora bien, en otros artículos en este blog ya hemos señalado que existen motivos y datos suficientes como para pensar que alguno de los autores operativos del 11-M pensó en crear una línea defensiva dejando la puerta abierta para una culpabilización de la extrema-derecha. Y este es otro elemento común entre el 11-M y la “práctica operativa” utilizada por los “servicios” italianos en los 20 años de ”stragi”.

En efecto, cualquier técnica conspirativa debe de tener en cuenta:

1.- la creación de pistas falsas: un año después del atentado a la estación de Bolonia cuando los investigadores se encontraban completamente perplejos, no por la ausencia de pistas sobre los criminales, sino por la superabundancia de pistas falsas, apareció una maleta en un compartimiento del tren Tarento-Milán, con explosivos del mismo tipo que los que habían detonado en la estación de Bolonia. Y si eran los mismos, es porque los “fascistas” preparaban una nueva masacre. Sin embargo, la pista era falsa. La maleta había sido colocada personalmente por dos oficiales del SISMI: el general Musumeci y el coronel Belmonte, el primero jefe de la Oficina de Control y Seguridad del SISMI (servicio de información del ejército). La operación hacía sido planeada en el ámbito de la Logia Propaganda 2 (a la que pertenecían los dos oficiales del SISMI) por Francesco Pazienza y el general Santovito. Dentro de la maleta se encontraron pasajes de avión a nombre de un francés, Rápale Legrante y de un alemán Dimitris Martín… de los que unos días antes el Sismo había “identificado” como terroristas de extrema derecha, sin especificar cuáles eran sus fuentes. Ambos oficiales fueron juzgados, condenados y degradados. Ahora bien…

El episodio recuerda extraordinariamente el de la “mochila de Vallecas”, la “prueba perfecta” dentro de la cual se encuentran todos los elementos que llevan al locutorio de Vallecas y de la que a pesar del juicio sigue sin estar claro de dónde salió y quién la puso allí.

Otro elemento que lleva a suponer que entre los autores operativos del 11-M se encontraba algún funcionario que había tenido cierta participación en los episodios de la transición española fue el extraño caso de la tarjeta de Gráficas Bilbaínas encontrada en la Renaul Kangoo. De las 2000 pequeñas imprentas que hay en Madrid, sólo una pertenece al secretario general de un pequeño partido de extrema-derecha, cuya delegación –de paso- en Alcalá –a 200 metros de la estación desde la que, al parecer, partieron algunas de las bombas, había recibido la visita de un provocador de nacionalidad siria días antes del atentado, y el partido al que pertenecía el autor de estas líneas… veinte años antes vinculado, especialmente por un servicio de seguridad del Estado, a la inexistente “Internacional Negra”. Bien, pero es que además, en la transición, se insistió mucho, a partir de la visita del coronel De Meer a Libia y a la proliferación de declaraciones de Antonio Assiego sobre sus vínculos –reales o supuestos o quizás mucho más supuestos que reales- con ese país. Así mismo, estaba reciente el tiempo en el que algunos militantes de la extrema-derecha –entre ellos el que suscribe- de los últimos años 70 y primeros de los 80, había tomado contacto con “estudiantes islámicos” y multiplicado sus contactos con el régimen de Khomeyni. Sin olvidar que Gullón Walker, Antonio Izquierdo y Jesús Palacios, compañeros de correrías en El Alcázar, habían llegado a viajar a Arabia Saudí vendiendo la idea de que querían lanzar un partido “antisionista” en España y buscaban, claro, financiación… Así mismo, eran los años en los que el Gran Mufti de Jerusalén había financiado la edición de un libro antisionista editado en España por un círculo cultural suficientemente conocido. Para colmo, uno de los jefes andaluces del mismo partido al que pertenecía el impresor de Gráficas Bilbaínas, había mantenido contacto con el régimen libio desde mediados de los años 80…

Todos estos elementos –y algunos más que la prudencia nos recomienda no revelar por el momento- crearon un fantasma entre 1982 y 1986: el que existía un vínculo preferencial entre la extrema-derecha española y determinados países árabes… Recuerdo que un buen día un conocido periodista de la Cadena Z me presentó a Martín Lee, periodista norteamericano, que venía de Manhattan para investigar tales vinculaciones…

Estaba claro que no había nada y que todos estos elementos que hemos enumerado eran accidentales y puntuales y no obedecían a ninguna estrategia predefinida sino que apenas eran iniciativas individuales e inconexas de militantes que intentaban buscas apoyos para llevar una iniciativa antisoviética y antiamericana en Europa Occidental en un momento concreto.

Es casi seguro que, al menos uno de los cerebros operativos del 11-M tuvo todos estos elementos en cuenta… seguramente porque los había seguido en los años 80. Sin embargo, el 11-M del 2004 ninguno de estos elementos seguía vigentes: el responsable andaluz de DN que había tenido relaciones con el gobierno libio ya estaba fuera del partido, los militantes de Alcalá que se habían entrevistado con el provocador sirio que les visitó estaban fuera de la organización desde poco después del 11-M, yo mismo del que se dijo que pertenecía a la Internacional Negra y que mantenía contactos en el mundo árabe incluido Irak, estaba también fuera de DN y, para colmo, me apresuré en escribir una de las primeras obras –sino la primera- que cuestionaron la “versión oficial” sobre el atentado y daba testimonio de que se trataba de una conspiración (ese libro hoy agotado es 11-M: los perros del infierno, subtitulado: En el terrorismo internaciona nada es lo que parece), todo lo cual indicaba que al menos en la “dirección operativa” del 11-M había, como mínimo, un elemento “de la vieja escuela” que conocía los dossier elaborados en los años 80… pero que no seguía diariamente a este sector.

En cualquier caso, por lo que a nosotros respecta, no nos cabe la menor duda de que todo el material contenido en la Renault Kangoo (y, por supuesto la tarjeta del pobre Luisito Mateos), en la mochila de Vallecas, en la casa de Morata, eran “pistas falsas” que permitían “avanzar” a las investigaciones policiales en la dirección prestablecida.

2.- la creación de “cortafuegos”: un cortafuegos es un procedimiento defensivo para limitar los destrozos que podrían ocurrir si alguna parte de la conspiración sale mal. Es evidente que los escalones “peligrosos” son los que señalan el tránsito de los ejecutores materiales a los directores operativos de la conspiración. Si uno de los asesinos del 11-M hubiera sido detenido en la estación por cualquier motivo, el único problema que se planteaba es como limitar la crisis a este escalón y evitar que una investigación, por concienzuda que fuera, pudiera entrever el escalón superior. No es algo particularmente difícil: basta con que el sujeto carezca completamente de información sobre el nivel superior. No deben existir ni pruebas, ni documentos, ni fotografías. Y si existen, solamente debe tratarse de relaciones “profesionales”… por eso, es habitual que se elijan a confidentes como chivos expiatorios. El “cortafuegos” no solamente sirve para detener las investigaciones en su nivel, también suele aportar falsos culpables.

3.- la creación de “falsos culpables” o “chivos expiatorios”. Más similitudes entre la conspiración del 11-M y el atentado a la estación de Bolonia. En ambos casos, lo esencial era encontrar falsos culpables que fueran señalados con el aval de pruebas fabricadas ad hoc como responsables de los atentados… porque está claro que crímenes como aquellos en los que desembocan algunas conspiraciones, la opinión pública va a exigir detenciones y conocer los rostros de los culpables. Que los culpables presentados como tales no pueden ser los verdaderos es algo que no se le escapa a nadie: si son los verdaderos, pueden llevar a pistas que permitan remontar la cadena y salvar la protección de los cortafuegos. Así pues deben ser falsos culpables y no importa si están vivos o muertos. Crear un falso culpable es fácil: basta con encontrar un testigo que se presta a reconocer que ha visto a tal o cual persona en el escenario de un crimen.

Véase el paralelismo entre la masacre de Bolonia y la del 11-M:

- el reconocimiento de “los autores materiales”: en el caso de la estación de Bolonia el testimonio de los “arrepentidos” fue esencial, uno de ellos identificó a Francesca Mambro y Valerio Fioravanti (de 23 años en la época) como autores materiales de la masacre. Nadie más los identificó, ni siquiera el “arrepentido” estuvo en condiciones de aportar un solo dato más. Eso no impidió que fueran condenados como autores materiales con la protesta de buena parte de la sociedad italiana y de sus intelectuales, perfectamente conscientes del papel de “chivos expiatorios” de la pareja. En el caso del 11-M dos de los presuntos autores materiales son identificados por pasajeros, cuando su foto ya había aparecido en todos los medios de comunicación como “culpables”. El testimonio contra uno de ellos es juzgado como insostenible por el tribunal, sin embargo, los dos que acusaban a Jamal Zougam si es aceptado a pesar de las incongruencias (fue visto en dos trenes prácticamente a la misma hora). En ciencias  se dice: “a grandes teorías, grandes demostraciones” que, al parecer no rige en la sentencia por las conspiraciones. Así pues basta un indicio extremadamente débil e inseguro para resolver una masacre y condenar a 40 cadenas perpetuas a un delincuente.

- los muertos siempre se “comen el marrón”: Un año después de la masacre de Bolonia la “versión oficial” sostenía que era una operación de la Internacional Negra y se lanzaron cinco órdenes de busca y captura contra los presuntos autores de la masacre: Stefano delle Chiaie, Adriano Tilgher, Carmine Palladino, Pier Luigi Pagliai y el frances Olivier Danet… Carmine Palladino fue asesinado en la cárcel por un loco homicida intoxicado (Piero Concutelli), Pier Luigi Pagliai fue asesinado por un comando del NOCS (núcleo operativo de los carabinieri) desplazado a Bolivia, se mismo comando intentó secuestrar a Stefano delle Chiaie, quien sin embargo había viajado un semana antes a Venezuela. Poco después se hizo pública la entrada de un ciudadano en EEUU con pasaporte a nombre de “Alfredo Modugno”, nombre utilizado por Della Chiaie en Sudamérica. Y sin embargo, él no había entrado en EEUU. Era evidente lo que ocurría: la falsa entrada en EEUU se realizó antes de que fracasara el intento de secuestro en Bolivia. Se trataba simplemente de hacer desaparecer a otro de los “presuntos implicados”, pero dejar constancia de que seguía con vida. En cuanto a Tilgher pasó 7 años en cárcel para ser exonerado por completo. La idea de quienes participaran en esa operación era simple: lanzar unos mandatos de captura avalados en testimonios más que dudosos y eliminar a cada uno de los imputados para evitar que se pudieran defender. Eso evitaría el juicio. El muerto se “comía –como siempre- el marrón”. Eso ocurría en septiembre 1983.

En España, 21 años después ocurría algo parecido: los muertos de Leganés volvían a “comerse el marrón”. Este es uno de los aspectos más controvertidos de la sentencia: el evitar pronunciar sobre la culpabilidad de los muertos en Laganés dado que “la muerte extingue sus responsabilidades”. Lo que en Italia no pudo realizarse, en España tuvo éxito: el atentado fue cometido… por los muertos de Leganés que, por cierto, ya no están en condiciones de opinar.

El paralelismo entre el atentado de la Estación de Bolonia y el atentado del 11-M son hasta tal punto evidentes que solamente hace falta encontrar nexos comunes con rostros, nombres y apellidos.

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Conspiradores, conspirativos y conspiranoicos (VII de X). Modelos de conspiraciones y de conspiradores (A)

Infokrisis.- Vamos a entrar durante tres entregas en la casuísticas de las conspiraciones para poder inferir en la última de estas entregas unos ragos comunes que están presentes en todas ellas. Hemos elegido algunas conspiraciones suficientemente conocidas en España para facilitar la comprensión de los mecanismos que desvelamos. La serie se ha alargado más de lo previsto al querer agotar el tema.

11. Modelos de conspiraciones y de conspiradores (A)

Toda conspiración siempre ha tenido cierto margen de riesgo. Ahora cualquier conspiración es, a la postre, una máquina de asesinar. Se diría que en sociedades como la moderna, insensibilizadas por el consumo, abotargadas por el ocio y  con un repliegue hacia lo individual, la gente solamente reacciona ante baños de sangre y solamente ante estos está dispuesta a modificar sus opiniones. No es raro que atentados como el 11-S o el 11-M hayan buscado realizar estrategias concretas causando el mayor número de víctimas posibles. Pero la cosa no es nueva. La conspiración de patricios que culminó en el asesinato de Julio César puede ser considerada como la primera con resultado de muerte de un líder político. A decir verdad, esta conspiración queda demasiado lejos como para que podamos encajarla con los esquemas de las conspiraciones que se viven hoy en día. Si queremos referencias históricas más recientes, sin duda habrá que recurrir a los atentados sufridos por Napoleón (tres especialmente, el llamado “atentado de la máquina infernal”, la conspiración de Cadoudal, uno de los jefes de la “chouannerie”, los rebeldes vandeanos que ya tuvo que ver con el anterior atentado y, especialmente, la llamada “conspiración de los puñales”). Y aquí las cosas ya empiezan a estar más oscuras. Fouché ya se encargada de la seguridad del Consulado y con Fouché no es solamente un concepto moderno de policía el que irrumpe, sino también el maestro del doble juego, de la infiltración, la provocación, la manipulación y el engaño. Y se ve.

En efecto, en la llamada “conspiración de los puñales” (ocasionalmente también conocido como el Complot de la Opéra, Napoleón –al decir de Fouché- deberñia haber sido asesinado por unos presuntos conspiradores a la salida del edificio de la Ópera de París el 18 vendimiario del año IX, o más claramente, el 10 de octubre de 1800. Pero Fouché estaba allí para impedirlo… El ministro de policía afirmó en sus memorias que a mediados de septiembre se había enterado a través de las confidencias de uno de los presuntos conjurados, un tal Harel, realizadas a Bourienne, secretario del Primer Cónsul, de la intención de atentar con el primer cónsul (Napoleón) en la Ópera. El confidente menciona a una larga lista de conjurados, todos ellos personajes importantes pero procedentes de distintos horizontes políticos. Cuando esto llega a oídos de Fouché, encarga a Harel que prepare una trampa contra los conjurados. Éste les promete que dispondrá de cuatro hombres armados dispuestos a disparar contra Napoleón cuando salga de ver la ópera Los Horacios. Apostados en las inmediaciones del céntrico teatro, en lugar de disparar contra Napoleón los cuatro “asesinos” detienen a dos de los conjurados in situa y al resto en sus domicilios.

Hoy, la crítica histórica considera el “complot de los puñales” como fraudulento. Fouché se sirvió de un provocador, Harel, para detener a algunos opositores y presentar la intentona como un complot jacobino, contribuyendo a reforzar el poder del Primer Cónsul y su propia imagen como guardián de la seguridad. Cuatro de los acusados serán guillotinados.

Estamos ante un complot típico de la modernidad con la variante de que el atentado, finalmente, no llega a cometerse, pero sirve para acentuar la represión contra los adversarios políticos. Es lo que podemos llamar el “falso complot”: basta simplemente con que un provocador se infiltre en las filas de la oposición –y especialmente en los más radicales- para convencerles de que es posible cometer una atentado. Antes de ejecutarlo, todos los detenidos y la represión se abata, no solamente contra el pequeño grupo de conspiradores sino que apunta al ambiente político considerado en aquel momento como “enemigo principal”. Tal es la técnica y el modelo que se ha repetido a lo largo de los últimos 200 años… y también en España y en un tiempo muy reciente.

En efecto, como hemos dicho, el 23-F tuvo como objetivo de sus “aceleradores” el terminar para siempre con los movimientos golpistas y con la amenaza militar ¿cómo? Con la vieja técnica de hacer “saltar la liebre”: su hace que los conspiradores salgan a la superficie fuera de sus madrigueras… y entonces se les caza. Técnicamente era mucho más rentable acelerar el golpe y hacerlo fracasar acelerándolo para que tuviera lugar antes de que las redes golpistas estuvieran más solidificadas, antes que detener a ocho capitanes generales con el escándalo consiguiente. Pero quedó un fleco que no fue desarticulado para guardarlo para mejor ocasión.

En efecto, un año después todavía quedaban en Madrid rescoldos golpistas, desarticulados, desorganizados y sin líderes naturales ni gente con la capacidad organizativa y política de un coronal San Martín. Lo sé porque cuando se cumplió el primer aniversario del 23-F recalé en Madrid y me entrevisté con algunos de los golpistas que seguían en libertad. Con el comandante Sáenz de Ynestrillas, entre otros. Este sector había donado una respetable cantidad de dinero al Frente de la Juventud del que yo todavía formaba parte, si bien me encontraba en clandestinidad, para que organizaran manifestaciones y protestas ante el Congreso de los Diputados el primer aniversario del 23-F. Vi lo suficiente como para percibir que los ambientes golpistas estaban absolutamente desintegrados y sin posibilidad de operar en ningún sentido. Existía una corriente golpista cuyos elementos más imprudentes todavía –según me comentó el comandante Sáenz de Ynestrillas- cogían las monedas con la efigie del Rey, la escupían y la arrojaban al suelo en las salas de banderas. A pesar de este testimonio, la impresión que me llevé en otros encuentros, era que solamente un grupo muy reducido de militares de opiniones muy radicales que habían participado en la intentona golpista, inexplicablemente no habían sido detenidos ni con posterioridad al episodio del 23-F, ni sancionados posteriormente por sus opiniones. Y me fui de Madrid sin terminar de entender el motivo por el que oficiales que habían tenido que ver con el semidesconocido episodio que tuvo lugar en la tarde del 23-F en el Gobierno Militar de Madrid (que durante unas horas estuvo sublevado y a donde acudieron militantes de extrema-derecha a prestar su apoyo) no habían sido molestados.

Poco después volvía a Sudamérica y no regresaría hasta octubre de 1983 cuando después de que los socialistas hubieran ganado las elecciones. Sin embargo, cuando volví ya era consciente de lo que había ocurrido con aquellos golpistas.

En efecto, el 27 de octubre de 1982 casi todos los militares que habían tenido algo que ver con la ocupación del Gobierno Militar de Madrid el 23-F resultaron detenidos… con dieciocho meses de retraso. En los meses del verano algunos de estos militares habían recorrido algunas provincias españolas contactando con exponentes de la extrema-derecha, especialmente con individuos aislados que habían tenido un mínimo protagonismo en los últimos años del franquismo. Recuerdo concretamente que C. B. A., con quien milité en el Frente Nacional de Juventud y seguí en contacto durante muchos años después, había sido concejal de Mataró en los últimos años del franquismo. Uno de esos militares, reunido con él en el Hotel Ritz de Barcelona y estando presentes otros simpatizantes de la extrema-derecha, le propuso que se hiciera cargo de la alcaldía de Mataró “después del golpe”. En un local –propiedad de un “routier” de la extrema-derecha de la época de origen carlistas y que había pasado un tiempo por Fuerza Nueva- del pasaje situado en la calle de la Montera tuvieron lugar reuniones similares a mediados de 1982 en la que militares golpistas se reunieron con militantes de extrema-derecha (frecuentemente con militantes no adscritos a ninguna organización). Entre otros participaron en estas reuniones individuos como A. Asiego. Cuando poco después Asiego fue detenido en relación a una pequeña organización escindida de Fuerza Nacional del Trabajo (el sindicato de Fuerza Nueva)  cuando se descubrió que poseía unas cuantas armas viejas, Asiego fue interrogado sobre esas reuniones y quedó claro que todo lo habado en aquel local había sido grabado por la policía. Sin embargo, a pesar de que los servicios de seguridad del Estado tenían material más que suficiente para imputar el delito de sedición a los militares implicados, nada ocurrió.

Por eso miente la información oficial que sostuvo que solamente el 1º de octubre de 1983 e ministro Rosón tuvo conocimiento del proyecto golpista. Manglano que ya dirigía el CESID detuvo el día 2 a los tres máximos implicados, tres coroneles. Se les ocuparon listas en las que figuraban 400 nombres. El plan golpista recibía el nombre de clave de MN (iniciales de “movimiento nacional”). El día 27 de octubre era la fecha de la que se dijo que los golpistas habían elegido para actuar a partir de la Academia de Artillería de Fuencarral, se ocuparía la Capitanía General de Madrid y la sede del Estado Mayor. Se dijo que estaban comprometidas la dos COES y el grupo de helicópteros de Calmenar Viejo. El detonante sería una explosión en un bloque de viviendas militares que se atribuiría a ETA. A pesar de que los  militares fueron juzgados y condenados a 12 años de prisión, ninguna investigación profundizó en todas estas informaciones que parecían altamente improbables y, mucho más, para quienes conocíamos en aquel momento la situación exacta de las redes golpistas: no quedaba absolutamente nada sólido en pie, salvo algunos oficiales dispersos, sin ninguna experiencia política, que alegremente concedían alcaldías y repartían cargos antes en su mayoría a gentes irrelevantes dentro de la extrema-derecha, ya de por sí muy atomizada en aquel momento.

¿Qué había ocurrido? Cuando se convocan las elecciones del 28 de octubre, las encuestas afirmaban unánimemente que UCD se desplomaría y que la victoria socialista estaba cantada. La información sobre la desarticulación de las redes golpistas que apareció en el diario barcelonés El Noticiero Universal tenía un título muy preciso: “Ante la victoria socialista se oye ruido de sables”. Esa era realidad: una vez más el golpismo, por segunda vez en menos de dos años, había sido el chivo utilizado para fines muy distintos a sus pretensiones. En efecto, cuando fue evidente que UCD iba a perder, el ministro del interior Rosón, buen conocedor de todas estas técnicas, echó mano a aquel pequeño grupo de imprudentes golpistas cuyas conversaciones y seguimientos tenía grabados desde hacía meses. Si no había actuado antes contra ellos era, precisamente, porque esperaba la situación política más favorable. La posibilidad de perder el poder le hizo recuperar el dossier: “Si los socialistas vencen, peligra la democracia y la prueba es que los golpistas están todavía vivos y activos y amenazan con un nuevo golpe. Así pues, no voten socialista por que volverá el ruido de sables y terminarán por arruinar a la joven democracia española”.

Esto explica el por qué los medios favorables a la UCD pintaran este golpe con tintes particularmente sangrientos: campaña de atentados previos en los que se buscaba matar cuanta más gente mejor para justificar el movimiento militar, un golpe de singular crueldad que contaba con la complicidad de unidades militares y cientos de fascistas armados, etc. Realmente, no había nada y la prueba de que no había nada más que titulares de prensa era que ninguna de las dramáticas informaciones vertidas en los días posteriores a la detención pudieron investigarse con posterioridad… simplemente porque jamás existieron. El plan era informal, estaba en pañales y ninguno de los implicados tenía capacidad, prestigio dentro de la milicia y relaciones políticas suficientes como para poder haber llevado adelante. Los militares detenidos fueron acusados de delitos menores (las conversaciones grabadas, los seguimientos eran suficiente prueba de cargo).

El intento de utilizar la amenaza golpista para detener la victoria socialista fue la última maniobra de Rosón. El 28 de octubre vencieron los socialistas y no hubo “ruido de sables”, simplemente porque en ese momento ya no había golpismo organizado.

Veintiún años después una conspiración –la del 11-M- sí estaría en condiciones de alterar el resultado electoral. Pero, como vemos, no era la primera vez. Fouché ha tenido distintas reencarnaciones en España.

Pero hay otros modelos conspirativos que datan igualmente del siglo XIX.

(c) Ernesto Milá - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com

 

Conspiradores, conspirativos y conspiranoicos (VI de VIII). La mentalidad conspiranoica

Infokrisis.- La verdad es al conspiracionismo, lo que la democracia es a los partidos mayoritarios en España: pura coincidencia. A decir verdad el peor enemigo de la "teoría de la conspiración" (entendiendo por tal, la opuesta a la "verdad oficial") es el conspiranoico que reduce su punto de vista al nivel puramente grotesco, exótico y risible. Sin embargo, es interesante, desde de la perspectiva de esta serie abordar la mentalidad conspiranoica y sus características.

10. La mentalidad conspiranoica.

El conspiranoico es algo diferente al que intenta establecer una teoría de la conspiración. El mismo neologismo indica una familiaridad y entendimiento con determinaba enfermedad mental: la paranoia. Se trata de una enfermedad curiosa pero suficientemente conocida.

Toda forma de paranoia es un trastorno delirante que hace que el sujeto mantenga una o unas pocas ideas delirantes como única sintomatología. Para que una idea sea delirante debe tener necesariamente tres características:

1) estar firmemente sostenida por el sujeto a base de razonamientos inadecuados;

2) ser fija y no corregirse mediante la experiencia o mediante demostración de su falsedad.

3) ser errónea y sin fundamento lógico.

No toda idea sostenida con firmeza es muestra de paranoia. Una arraigada convicción religiosa o política, por ejemplo, no lo es, siempre y cuando el sujeto sea capaz de presentar su posición como anclara en razonamientos aceptados por la sociedad. Una idea religiosa o política empieza a ser paranoide cuando se radicaliza en extremo y está más allá de cualquier razonamiento lógico y ponderación y cuando es afirmada mediante cualquier razonamiento extravagante.

Existen dos tipos de delirios, lo “impositivos” (cuando el sujeto quiere comunicar a otros sus posturas y sus creencias por encima de cualquier otra cosa) y los “defensivos” (cuando el sujeto se siente amenazado y experimenta la sensación de vivir clandestinamente  oculto ante las amenazas contra él que imagina). Es importante señalar que el paranoico utiliza silogismos y razonamientos para justificar su creencia, e incluso que tales sistemas son adecuados y correctos, pero parte de bases erróneas. Se han dado casos de individuos que se creían Napoleón y eran capaces de establecer estrategias adecuadas ante war-games… el problema es obvio: ellos no eran –no podían ser- Napoleón.

A diferencia de los trastornos esquizoides, los trastornos delirantes no implican alucinaciones (sensaciones irreales que el sujeto toma como integrantes de su cotidianeidad). El delirante solamente muestra un comportamiento extraño en relación a la idea delirante que le domina, si bien es cierto que cada vez ocupa más espacio en su cerebro.  El paranoico es aquel que asume, sostiene y defiende un pensamiento delirante. Un conspiranoico será quien perciba detrás de episodios traumáticos de una conspiración, una idea delirante.

Los rasgos del conspiranoico son pues:

- asume una creencia con una persistencia obsesiva que ocupa un papel de centralidad en su vida: todo lo que le ocurre está vinculado a la “conspiración”.

- la creencia es improbable o, al menos, él no está en condiciones de demostrar su realidad con argumentos comprensibles para la gente normal.

- sostiene esta creencia con un énfasis desmesurado por encima de toda medida.

- esta creencia hace que su vida se altere profundamente.

- en ocasiones el sujeto adopta una posición secretista cuando es preguntado por desconocidos de los que recela y a quien íntimamente considera partícipes en la conspiración.

- esto le lleva a un estad de hipersensibilidad  en relación a su idea delirante que termina en un desgaste nervioso del sujeto.

- cuando se le lleva la contraria reacciona con una hostilidad desmesurada. El tiempo le vuele cada vez más irritable en todos los aspectos de su vida.

- la obsesión delirante va creciendo y, a medida que el sujeto avanza en esa dirección, no nota que cualquier otra tendencia de su espíritu (incluida la sexualidad) va siendo absorbida por la obsesión. La vida del sujeto se va empobreciendo progresivamente.

- en el límite la obsesión tiende a exteriorizarse. En algunos casos el sujeto aspira a transmitir a otros su obsesión, compartir sus delirios y ganar adeptos para lo que considera su causa.

El conspiranoico tiene algunas variaciones notables: su idea central es el descubrimiento de las causas últimas que han provocado tal o cual episodio. No es raro que el conspiranoico haga un viaje hacia atrás en el historia que puede oscilar de unas décadas a incluso varios siglos. Habitualmente, ni tiene formación en Historia, ni siquiera en periodismo, ni mucho menos conoce los mecanismos de la política, ni tampoco le interesa excesivamente la actualidad. Simplemente, cuando ocurre un suceso traumático, se obsesiona con él y empieza a recopilar su arsenal de datos paranoicamente ordenados. Eugenio D’Ors decía de los paranoicos que es imposible discutir con ellos porque siempre tienen razón… tienen razón a condición de aceptar su lógica y su selección de datos.

Existe cierta predisposición en algunas ecuaciones personales. Los trastornos conspiranoicos solamente se manifiestan en personalidades extremadamente desconfiadas con poca empatía con el mundo que les rodea; suelen aparecer en individuos ególatras y extremadamente orgullosos (de hecho el dominar una temática conspiranoica les alimenta tanto en su egolatría como en su orgullo pues no en vano consideran que así saben algo que les está vedado a la mayoría). Frecuentemente la conspiranoia viene acompañada por manía persecutoria. El sujeto se sabe seguido, si ocurre algo en su vida lo interpreta como conspiración contra él, cree que le siguen los pasos, su teléfono está intervenido, su correspondencia abierta por otros, su correo electrónico vigilado. A diferencia de otras manifestaciones paranoicas, el conspiranoico no está particularmente dominado por delirios de grandeza, a menos que en su particular escala de valores el hacer sido capaz de desentrañar el nudo de una conspiración lo sitúa en el Empíreo de los elegidos.

Así pues, la personalidad conspiranoica es un narcisista que ha experimentado frustraciones de distintos tipos o complejos de culpabilidad que le han llevado a tener un muy bajo nivel de autoestima. Algunos ejemplos aclararán estos conceptos:

- el antifascista: el rechazo al fascismo o a sus formas extremas puede ser considerado como lógico para determinado espacio político. El problema no es cuando el antifascismo es la consecuencia de una opción política, sino cuando aparece en individuos sin ningún tipo de criterio político. Habitualmente, en estos casos corresponde a deseos edípicos. Se considera al fascismo como el “padre” que ha destrozado la infancia y hurta el cariño de la madre (en este caso de la población), por tanto habrá que “matar al padre” pare recuperar la iniciativa social. Habitualmente el antifascismo aparece en sectores políticos extremadamente minoritarios, inadaptados y extremistas con ideas muy mal definidas que dicen hablar en nombre del pueblo pero que son rechazadas por ese mismo pueblo. Cuando este ocurre aflora su complejo edípico no resuelto e intenta solucionarlo mediante el ejercicio del antifascismo que, frecuentemente, tiene también un carácter necrológico (homenajes reiterados a los “antifascistas muertos” prescindiendo de cómo y por qué murieron). En su tiempo, el anticomunismo obedecía a pautas relativamente similares.

- el antisemitismo: es hijo directo siempre de un complejo de culpabilidad, habitualmente ligado a la enseñanza de la religión cristiana y especialmente cuando este adoctrinamiento reviste caracteres sombríos (especialmente basados en idea del pecado y del homenaje que debe todo católico a quien murió y resucitó por él). También aquí el culto necrológico y sadomasoquista está presente de manera desmesurada. Cuando se ha “mamado” esa educación desde la infancia y se ha hecho del “pecado” el eje de la vida, es evidente que, antes o después el sujeto “peca”. La religión católica, consciente de la debilidad de la naturaleza humana y de la inevitabilidad del pecado, había previsto esa situación psicológica ofreciendo a cambio el sacramento de la confesión: el sujeto peca, pero confesar implica limpiar el pecado. Pero para individuos que han recibido en su infancia una educación excesivamente estricta y que luego, por algún motivo, tienen la sensación de ser “grandes pecadores”, la única forma de expiar su culpabilidad y encontrar una coartada gratificante es encontrando a alguien más culpable que ellos, al lado de los que el propio pecado (una masturbación, un pensamiento obsceno, un deseo erótico, dada la hostilidad del catolicismo hacia el sexo, las principales ideas “pecaminosas” del sujeto tienen que ver con el sexo) sea casi una bagatela. Los antisemitas subliman este complejo de culpabilidad en los judíos que crucificaron, torturaron y asesinaron a Cristo. El delirio antisemita no es, pues, más que una sublimación de un complejo de culpabilidad que se argumenta sobre una casuística inconexa de judíos que aparecen en el arte, en la política, en la filosofía, etc.

El conspiranoico trabaja con un esquema mental muy sencillo basado en tres puntos:

- selección maniquea de hechos: no todas las informaciones sirven a efectos conspiranoicos sino solamente aquellas que refuerzan al sujeto en su obsesión. No se trata de hecho que no encajen con la “versión oficial”, sino con su particular visión de la conspiración. Esto ha sido muy evidente en relación a algunos “trabajos” sobre el 11-M cuando un sector que empezó haciéndose eco de la “verdad oficial” de las primeras 72 horas posteriores al atentado cuando “había sido ETA” y que han seguido sosteniéndolo a lo largo de los cinco años siguientes. Es particularmente interesante el vídeo colgado en youTube del momento de las explosiones en Atocha cuando el comentarista señala con una voz trémula a un pasajero que pasa ante la cámara huyendo del que dice es un conocido etarra que “lleva un par de mandos a distancia en las manos”. El parecido es muy relativo y los mandos a distancia no aparecen por ningún sitio.

- desconsideración por la calidad de las fuentes: cualquier dato aparecido en una web sin padre ni madre, de más que dudosa fiabilidad, es tomado como un dato “bueno” si corresponde con la visión conspiranoica. Es evidente que el universo conspiranoico se retroalimenta a sí mismo, los datos ofrecidos por unos son recuperados por otros sumándose a los datos no menos extravagantes e inverosímiles que uno mismo va incorporando. El resultado es que a medida que pasa el tiempo la visión conspiranoica va ganando en exotismo y delirio. El conspiranoico otorga solamente fiabilidad a la fuente que confirma sus delirios. Así ha sido posible que durante 20 años circulara el fantasma de un llamado Priorato de Sión que “movía los hilos” desde el período de los reyes merovingios en Francia. A pesar de que absolutamente nada más que una casuística mal armada conseguía demostrar algunas vaguedades, el tema despertó el interés de grandes grupos editoriales que convirtieron en best sellers lo que no era más que mediocres novelitas de capa y espada. Durante ese tiempo, incluido hoy, han proliferado los conspiranoicos que “lo saben todo” sobre el Priorato de Sión y que, de tanto en tanto, añaden algo más de leña al fuego.

- pensamiento teleológico: como resultado de los dos elementos anteriores, el pensamiento conspiranoico es fundamentalmente teleológico es decir traza la dirección previa por la que deben concurrir todas las pruebas que le interesan y en función de esta dirección las acepta, las rechaza, las intuye o, simplemente, las crea sobre la base de indicios, sospechas o criterios específicamente paranoides.

En función de todo esto, no es raro que una de las líneas de defensa de toda conspiración consista en ridiculizar a los críticos con la versión oficial reduciéndolos a la mera categoría de conspiranoicos. El conspiranoico es una contraimagen grotesca del investigador o del buscador ponderado y sincero. Para el conspiranoico lo que cuenta no es la búsqueda de la verdad (a menudo, si fuera capaz de encontrarla, la rechazaría por que no responde a sus expectativas), y su verdad es, necesariamente, compleja, extremadamente retorcida y en absoluto demostrable. Si se pudiera demostrar, para el tal demostración no sería más que una artimaña conspirativa.

© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com

Conspiradores, conspirativos y conspiranoicos (V de VIII). La actitud ante las conspiraciones

Infokrisis.- Sabemos lo que son las conspiraciones y cómo actúan, nos falta ahora saber cuáles son las opiniones y las actitudes de la sociedad. Dejaremos esta entrega en la frontera con los conspiranoicos que serán el objeto de la siguiente. Dada la extensión del tema hemos prefeirdo ampliar las entregas de la serie para poder tratar toda la materia con cierto detalle. 

 

9. La actitud ante las conspiraciones

Ocurrida una tragedia y lanzada una versión oficial, casi inmediatamente empieza a ser cuestionada si se percibe que hay en ella elementos lógicos que no encajan. Incluso cuando los muertos están todavía calientes, si tales elementos anómalos están presentes, empieza a forjarse lo esencial de la “teoría de la conspiración”.

¿Quiénes son los que están en mejores condiciones de percibir tales “elementos anómalos”. Tres tipos de personas:

- los intuitivos que, por algún motivo, perciben que algo falta en la versión oficial y que ese algo es precisamente lo esencial; advierten que esa versión es débil y está constituida sobre premisas previas cuya veracidad no se ha confirmado.

- los que “saben”: conocen el estilo de trabajo de las agencias de seguridad (públicas o privadas) y perciben el aroma inequívoco que de lo que ha sido construido ad hoc; para ellos, cualquier conspiración es un problema técnico que se programa precisamente para que sus autores intelectuales no sean identificados; reconoce el contenido de las informaciones y aspectos de la conspiración como elementos que, posiblemente, él mismo haya utilizado, o incluso de los que haya sido víctimas, o que conoce porque está incluido en un servicio especial.

- los “buscadores” que quienes leer la prensa y tienen el habito de confrontar informaciones, atribuir a cada información el valor de veracidad que le corresponde según la fuente, quienes analizan lo que leen y lo valoran en su conjunto. Es natural que sean precisamente periodistas experimentados que ya se han tomado en ocasiones anteriores con episodios similares o que han oído hablar de ellos, o simplemente, que conocen cuáles son los mecanismos de manipulación, quienes primero adviertan que no todo encaja en la versión oficial y que, a fin de cuentas, en el terrorismo internacional, nada es lo que parece.

- los “profesionales” quienes conocen profesionalmente alguno de los aspectos incluidos en la versión oficial y experimentan perplejidad al comprobar que lo dicho no coincide con la realidad, luego lo incluido en la versión oficial es falso y si todo está tan claro ¿por qué introducir elementos falsos? A partir de este razonamiento van advirtiendo otros datos aislados que no encajan, hasta finalmente, adherirse a la teoría de la conspiración.

Era del todo evidente que cuando entre los cientos de informaciones que se publicaron en los días posteriores a los ataques del 11-S uno era particularmente espectacular: entre las ruinas del WTC se había encontrado el pasaporte semiquemado de Mohamed Atta. Era la prueba definitiva… sólo que era imposible a la vista de la inmensa bola de fuego en el que se convirtió el avión en cuyo interior se encontraba Atta. En el caso del 11-M, la prueba del 9 de que algo no funcionaba y que se estaba recurriendo a introducir informaciones falsas fue la noticia ya mencionada de que en el registro al locutorio de Vallecas se había encontrado el trozo de plástico que faltaba en la carcasa del teléfono móvil encontrado en la mochilla que no explotó. Era demasiado perfecto para ser cierto. Y, por supuesto, no lo era. Los periodistas no publicamos noticias simplemente por capricho o por que nos las inventemos, sino porque alguien nos comunica informaciones, a las que dada la calidad del informador, consideramos ciertas. Que lo sean o no, es harina de otro costal. Resulta evidente que cuando la noticia del pasaporte de Atta fue publicada en el New York Times o cuando la noticia del fragmento de carcasa apareció en El País, eso se debía a que “alguien” había dado a algún periodista el dato concreto y ese dato venía de una fuente lo suficientemente cualificada como para se tomara tan en serio hasta el punto de publicarlo.

A esta primera fase la podríamos llamar: el “levantado de la liebre”. Por distintos motivos, algunos observadores perciben que no todo está claro en la versión oficial. A nivel de opinión pública global, las actitudes varían:

- La inmensa mayoría de la opinión pública queda traumatizada con el instante traumático de la conspiración. Siempre que se produce un atentado (11-M, 11-S) o una acción espectacular (23-F), la tendencia de la población es a confiar en el Estado y en sus aparatos. Es la frase que oí en cierta ocasión: “Cuando llueve, es preciso colocarse bajo el paraguas”. El paraguas protector es el Estado. Incluso en un momento como el 11-M en el que el objetivo era barrer las posibilidades de que el PP venciera por tercera vez consecutiva, la opinión pública en su conjunto mostró confianza hacia las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y todos los sectores de la sociedad revalidaron su apoyo a las instituciones democráticas, sin fisuras y sin matices. Así pues, cuando se produce el estallido de la conspiración, la opinión pública queda, por este orden: aterrorizada y paralizada. El terror desorienta, impide pensar con claridad, genera un desgaste nervioso en el sujeto que merma incluso sus fuerzas físicas, en una palabra: paraliza. No es raro, por ejemplo, que el 11-S siguiera acompañado en el año siguiente por el episodio del ántrax (que nunca se ha investigado hasta el final pero del que se sabe que la cepa del virus salio de un laboratorio militar de los EEUU) y de dos docenas de alarmas de nuevos ataques cuyo impacto en la opinión pública fue demoledor: curiosamente, tras cumplirse la última fase de la conspiración del 11-S –la invasión de Irak- estas alarmas desaparecieron por completo. Así mismo no es raro que la opinión pública norteamericana que permaneció paralizada entre el 11-S y el inicio de la invasión de Irak, la opinión pública norteamericana no se había recuperado de una alarma de ataque cuando ya se veía sometida a otro. Estos anuncios, emitidos a través de la prensa, de los informativos de TV, de programas infantiles que se interrumpían para anunciar una nueva alarma, generaron tal terror que la sociedad americana confió en su gobierno y toleró con mansedumbre bovina que su gobierno se embarcara en las agresiones contra Afganistán y contra Irak. Buena parte de esa opinión pública ha seguido lastrada por las impresiones grabadas a fuego en su subconsciente y han seguido aceptando la versión oficial sobre los atentados del 11-S.  Este primer grupo podemos llamarlo “sumiso” en la medida en que acepta como cierto cualquier información y versión que emane del gobierno y que sea considerada como “versión oficial”.

- El grupo de la desconfianza: miran con reservas, tanto de lo que ha visto como de lo que le han dado como “versión oficial”. Ahí entran las categorías que hemos enumerado antes. Este grupo tiene tres elementos en su contra: es un sector minoritario de la sociedad; no dispone de los recursos propios de quienes han promovido la “versión oficial”; y, finalmente, se trata de un sector heterogéneo y, en cierto sentido, incluso caótico como veremos más adelante. Es posible que, como ha ocurrido en España, algunos medios de comunicación hayan visto en la construcción de una “teoría de la conspiración” un elemento para ampliar la audiencia de sus medios, o como está ocurriendo en EEUU, a pesar de que la totalidad de las grandes plataformas y medios de comunicación acepte sin reservas la “versión oficial”, exista un fuerte movimiento cívico que utiliza Internet como vehículo de transmisión de la información e incluso sale a la calle para protestar, formado en parte por las familias de las víctimas, algo inédito hasta ahora y que no había ocurrido en anteriores conspiraciones (caso del asesinato de Kennedy, por ejemplo). Este grupo es el que podemos llamar “levadura”, por una parte desmonta la versión oficial denunciando sus inconsecuencias y levantando ladrillo a ladrillo la teoría de la conspiración. Este grupo incluye tanto a quienes investigan como a quienes asumen los resultados de esa tarea de demolición de la versión oficial y son completamente conscientes de que se ha producido una conspiración inconfesable, aun cuando una parte sustancial de este grupo no maneje bien todos los datos. Este grupo supone un 10-15% de la sociedad, lo suficiente como para hacerse oir y poner en peligro la versión oficial.

- El grupo de la denuncia. Un grupo que puede abarcar a un 20% de la sociedad y que está formado por el grupo social que se interesa por la teoría de la conspiración e incluso comparte buena parte de sus contenidos, pero que evita exteriorizar su protesta simplemente por miedo o por prudencia. Ese miedo puede emanar de la sensación de que quien es capaz de firmar fríamente el asesinato de cientos de personas, es verdaderamente peligroso y prefiere no evidenciar su adhesión a la teoría de la conspiración; así pues, calla y practica la política del avestruz. Otros, adoptan una posición similar como producto de un razonamiento diverso: “sí, la versión oficial falla en varios puntos, pero la teoría de la conspiración está todavía en pañales”… el razonamiento desemboca en el axioma de que “una mala teoría es mejor que ninguna teoría”, pues no en vano, la teoría oficial puede criticarse, pero ofrece alguna certidumbre (aunque sea falsa), mientras que la ausencia de una teoría impide realizar una crítica sistematizada y sume en un vacío que nada es capaz de llenar. Este grupo, tiene razón en algo: si bien existen “versiones oficiales cerradas” (Kennedy fue asesinado por un loco solitario, el 11-S fue planificado y ejecutado por Bin-Laden desde Afganistán, el 11-M fue el producto de la acción de una célula islamista fanatizada por la adhesión de Aznar a la Conferencia de las Azores), no puede decirse lo mismo de la “teoría de la conspiración”. En efecto, cada “teoría de la conspiración” dista mucho de estar “cerrada”. Muy frecuentemente ni siquiera existe como tal (caso de España con el 11-M, en donde hasta ahora lo que se ha hecho ha sido encontrar agujeros negros a la versión oficial pero no enunciar ninguna “teoría de la conspiración” (salvo el pequeño grupo que ha sostenido siempre y contra toda lógica que  “era ETA”). En EEUU, donde sí se han cerrado teorías de la conspiración, esas son contradictorias o, incluso, deslabazadas. Una técnica de operaciones psicológicas en este terreno consiste en el lanzamiento deliberado de “teorías de la conspiración” absurdas y basadas en datos erróneos con el fin de desprestigiar las investigaciones contrarias a la versión oficial. A esto se le puede considerar “intoxicación informativa” y es emitido por el mismo núcleo autor de la versión oficial con fines de desprestigio.

Y luego están los “conspiranoicos”…

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com