365 QUEJÍOS (283) contra
365 QUEJÍOS (283) – PEQUEÑA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DE UN CONTRA-REVOLUCIONARIO
Hará unos años, redacté unos cuantos puntos que explicaban por qué me siento un contra-volucionario en la mejor tradición europea. Asumo sin complejos, el calificativo de reaccionario, en tanto que reacciono ante lo que se avecina y ante las implicaciones del “pensamiento débil”. Todo esto está en la presentación del blog Info-Krisis que cumplirá este año 16 años:
APOLÍTICO (pero no indiferente, sino distanciado),
ANARCA (al margen del pensamiento masificado),
CONSERVADOR (consciente de que ya no hay casi nada que merezca del conservado) y
REVOLUCIONARIO (por la revolución del Orden).
Pero en esa autodefinición figura también la palabra “revolucionario”. Lejos de ser una contradicción, ambos conceptos “revolución” y “contra-revolución” no están en contradicción. Ésta aparece solamente cuando, por un efecto de perversión del lenguaje, se atribuye a la palabra “revolución”, un carácter “progresista”, mientras que la “contra-revolución viene a ser la quintaesencia del conservadurismo. Pero si observa la etimología de la palabra “revolución” (de “revolveré” = volver otra vez) como “retorno a los orígenes”, puede concluirse que el revolucionario auténtico no es el progresista que pretende una continua fuga lineal hacia adelante, sino el que se adhiere, se identifica y promueve los principios de la contra-revolución, es decir, que llama a reaccionar contra el progresismo. Porque si hay un enemigo, ese es el progresismo.
En estos 10 puntos baso mi “credo” contra-revolucionario:
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