365 QUEJÍOS (220) sabores
365 QUEJÍOS (220) – LA ORGIA DE LOS SABORES FALSOS
Debo reconocer que mi vocación frustrada es la de “probador de alimentos”. Todos conocemos el sabor de unos callos a la madrileña, de unas habas a la catalana o de unas migas extremeñas. Es el sabor familiar, el de siempre, el que, por sí mismo, nos lleva a los recuerdos de nuestra infancia. Es como un simple olor, que es capaz de servir como trampolín para reconstruir momentos pasados. Los sentidos, a fin de cuentas, nos ayuda a tener pasado, a estar arraigados, a tener tradiciones propias, algo que está en el ánimo de todo conservador como el que suscribe. Pero, de hecho, el mirar atrás, solamente genera una inevitable tortícolis, por tanto, junto al arraigo -las raíces del árbol- deben estar también las hojas que tienden hacia lo alto y que nos lleva a todo lo que es presente y futuro. De ahí que mencionara mi vocación frustrada. Me encanta probar los nuevos sabores. Es duro y difícil, lo sé, pero es una de las pocas posibilidades que todavía me quedan para “vivir peligrosamente”.
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