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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

La Reconquista en 1609

Fernando Cantalapiedra, madrileño licenciado en Derecho y Económicas. Comienza su actividad política en la gestión pública como representante universitario en la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido Presidente Nacional de la Confederación de Asociaciones de Representación Universitaria y del Sindicato Español Universitario. En la actualidad ocupa la presidencia del Frente Nacional. Atraído por la historia de España vino a Valencia a dar una conferencia en la sede de E2000 sobre el IV Centenario de la Expulsión de los Moriscos. Con él mantuvimos una conversación sobre este tema que ha pasado desapercibida para los medios de comunicación.

EM.- Los centenarios suelen celebrarse ¿por qué este no ha gozado del favor mediático?

Fernando Cantalapiedra.- Porque chocan con la doctrina oficial compuesta por palabras fetiche: multiculturalismo, alianza de civilizaciones, cultura mestiza, integración. Todos esos fetiches fracasaron en nuestra tierra entre 1492 y 1609. Los Reyes Católicos y los Grandes Austrias intentaron generosamente integrar a los moriscos y el resultado después de un siglo de mano tendida fue cero. El IV Centenario de su expulsión ha sido la patata caliente que nadie sabía ni quería abordar. Es inevitable realizar paralelismos con lo que está ocurriendo aquí y ahora.

EM.- Moriscos de ayer y moriscos de hoy ¿Cuáles son esos paralelismos?

FC.- A finales del siglo XVI existían en España 500.000 musulmanes sobre una población de 7.500.000 de españoles, lo que representaba en torno al 6-7% de la población. En la actualidad, existe una proporción superior de inmigrantes residentes en España y los islamistas son en torno a 2.000.000… más o menos la misma proporción que hace 400 años. Hoy, al igual que en el siglo XVI la minoría islámica se autoexcluye en sus guetos, se organiza en sus propios partidos, practica costumbres brutales (es inevitable aludir a la ablación del clítoris), viste de manera diferenciada, etc. La tolerancia ni ayer ni hoy ha dado resultado para integrar a esta minoría.

EM.- Sin embargo la expulsión de los moriscos fue muy criticada…

FC.- Nunca hasta ahora en nuestro país se había cuestionado la legitimidad y necesidad de la expulsión. Es una visión moderna. Historiadores e intelectuales consideraron justa la expulsión de los moriscos. Un liberal como Jovellanos la elogió. Meléndez Valdés, Manuel Quintana, el historiador y Presidente de la II República en el exilio Sánchez Albornoz la calificó de “gran acierto”. Falta encontrar en la historia de España, hasta los años 80, un solo autor que la condene.

EM.- ¿La historia de España hubiera evolucionado de otra manera?

FC.- Todos los grandes nombres de nuestra cultura coinciden en que si no se les hubiera expulsado en 1609, 30 años después España hubiera dejado de existir, se habrían perdido las posesiones europeas, los piratas argelinos –aliados de los moriscos- hubieran multiplicado sus saqueos en España y el mismo reino hubiera podido dividirse en tres. La expulsión fue necesaria para que España fuera como es hoy. De lo contrario, España se hubiera configurado como un mosaico multiétnico parecido a lo que fue Yugoslavia y a las guerras internas que acompañaron su descomposición.

EM.- ¿Cómo se desarrolla el proceso histórico que lleva a la expulsión?

FC.- En 1492, tras la expulsión del penúltimo reino moro de la península se produce el fracaso absoluto de la integración. Fernando de Talavera y sus misioneros no logran mover un ápice de sus posiciones a los moriscos…

EM.- …Disculpa que te interrumpa, ¿por qué hablas del “penúltimo reino moro”?

FC.- El último reino moro fue el de las Alpujarras. Dicho de otra forma: la reconquista no terminó en 1492 sino en 1609.

EM.- ¿Realmente puede hablarse de un “reino moro” tras 1492?

FC.- Sin duda, los moriscos después de esa fecha viven en Granada y las alpujarras sin respetar la legalidad de la nueva situación creada por los Reyes Católicos, maltratan a los cristianos, se producen continuos delitos de sangre; a cada medida de integración siguen más y más delitos, los bautismos que se producen son falsos, sacrílegos y masivos. Poco a poco en la población va cobrando forma la idea de que la expulsión es la única solución. También entonces, la aristocracia terrateniente se oponía porque juzgaba que esa medida perjudicaría a sus intereses. Pero la población no tenía dudas. Frecuentemente la clase política española ha ido por detrás de nuestro pueblo.

EM.- ¿En qué contexto histórico se produce la expulsión?

FC.- España está en ese momento sola frente a una doble pinza. De un lado la lucha contra los protestantes. Francisco I de Francia pacta con Solimán un acercamiento para aislar a España. Los hugonotes franceses atizan la beligerancia contra España. Felipe II en 1567 exige desarmar a los moriscos, prohíbe el vestido y los cantos islámicos. La dureza de las medidas es de tal magnitud que los moriscos que en ese momento preparaban la revuelta junto a los piratas berberiscos, dan marcha atrás. En ese momento los turcos sitiaban Chipre y España fomenta la Santa Alianza junto al papado y a Venecia. En ese momento (1571) tiene lugar la victoria de Lepanto en donde 3 de cada 4 soldados eran españoles.

EM.- ¿Cómo eran los moriscos?

FC.- Sus barrios eran completamente inhabitables para un cristiano: con leyes, lengua, justicia, vestimenta propia… e incluso en Extremadura con moneda propia. Abundaban las crueldades contra los cristianos. Cientos de misioneros llegados con la intención de evangelizar esas zonas fueron mutilados, castrados y asesinados. Marcos Criado, trinitario de Andújar resultó lapidado, le abrieron el pecho y le sacaron el corazón. Hubo casos de canibalismo. Todo esto está documentado   con nombres y apellidos

EM.- ¿Cómo se decide la expulsión?

FC.- El hartazgo de la población era generalizado, pero las circunstancias internacionales del Reino hicieron que solamente al producirse la llamada tregua de los 12 años con Holanda, existiera un respiro para asumir la tarea cuando las esperanzas de integración se habían diluido desde principios del siglo XVI. La expulsión era una medida problemática porque el 30% de la población del Reino de Valencia, por ejemplo, era morisca

EM.- Así pues, el balance final fue “globalmente positivo”…

FC.- Es innegable que la España de la época entendió que existían razones metapolíticas para la medida. Era imposible integrar a un grupo social que tenía una concepción de la vida completamente diferente. Fue una medida necesaria para lograr la cohesión nacional. Se resolvió también un contencioso histórico: los moriscos eran los últimos integrantes de la invasión islámica.

EM.- Pero han vuelto…

FC.- En efecto, llegados con la inmigración siguen considerando a Al-Ándalus –nuestra patria- como tierra islámica, vuelven a autoexcluirse en guetos, forman organizaciones y partidos como el PRUNE que simbólicamente han abierto dos sedes: en Asturias, arranque de la Reconquista, y en Granada. Hay miles de casos de ablación del clítoris, el tema del velo islámico está a la orden del día, imponen su costumbre, sus zonas de limpieza étnica y sus símbolos religiosos. Santiago ya no puede ser llamado “matamoros”. En La Rioja aparece un calendario que incorpora las festividades islámicas. En las cárceles se cambias los menús para satisfacer a los presos islamistas. Incluso intentan imponer una doble legislación: una para islamistas y otra para no-islamistas…

EM.- ¿Mismos parámetros, mismos resultados?

FC.- La integración, hoy como ayer, está llamada al fracaso. No sólo España, Europa es estúpida en su tolerancia sin reciprocidad. Los musulmanes residentes en nuestra tierra deben adaptarse… o irse. Cuando hayan pasado (en virtud de las migraciones masivas procedentes de África y de Oriente y de sus tasas de reproducción disparadas) del 5% al 20% intentarán islamizar a toda la sociedad. De momento, hoy, ya hay 200 mezquitas. Los alcaldes dan suelo público y licencias para la construcción de mezquitas.

EM.- Y una conclusión…

FC.- Hoy vivimos la misma situación. Podemos y debemos aprender de nuestra historia pasada tanto como del día a día actual. Se expulsó a los moriscos para que pudiéramos conservar nuestra cultura y para proteger nuestra forma de vida. Y hoy va siendo cuestión de empezar a pensar en repatriaciones masivas: intégrate o vete, creo que es el mensaje a transmitir.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen

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