La colonización de Europa. Guillaume Faye. Capítulo VIII. LA VALORIZACIÓN FORZOSA DE LAS "CULTURAS" ALÓGENAS
En una sociedad sacudida de etnomasoquismo debido al hecho de la colonización de la población que ahora le acontece, resulta normal que el mestizaje deviene referencia suprema y que se asista por tanto a una sobrevalorización de las culturas africanas y magrebí-musulmanes.
El tabú se define así: ¡no tiene usted el derecho a criticar estas culturas!
Durante la celebración de los 2600 años de la fundación de Marsella, en junio de 1999, organizada con un coste elevado por el municipio de política derechista, las festejos y la animación no querían solamente mostrar que Marsella era una ciudad "mestiza" sino que la mezcla de culturas y sobre todo de las razas es una "enriquecedora apertura hacia el otro", según la jerga habitual, pero sobre todo, de manera muy perversa, mostrar que Marsella es ante todo una gran ciudad africana. Se tenía derecho por ejemplo a una versión rap del Coupo Santo, el célebre himno provenzal, cantado por 700 coristas. Ninguna manifestación fue prevista evocando la cultura provenzal original. Por otro lado, las animaciones exaltando las culturales originarias de la África subsahariana y del Magreb fueron legión, del mismo modo que las aportaciones efectuadas por grupos tradicionales folklóricos asiáticos y comorenses.
Se olvidó adrede -y censurando- el hecho de que la fundación de la ciudad marsellesa por los helenos, en el año 601 A.C, fue simbolizada por las nupcias del Griego Protis con Ségobrige Gyptis, en otras palabras, por la unión de dos pueblos hermanos europeos, de cosmogonía y de etnias vecinas. Se mantiene el mito de que Marsella fue "siempre" una ciudad de encuentros entre todos los pueblos de la cuenca mediterránea, o incluso del mundo. Indudablemente, como todo gran puerto, los extranjeros han sido estado siempre presentes (como en Burdeos, Nantes, Rótterdam, etc). Pero no olvidemos que hasta una fecha muy reciente, y la obra de Pagnol lo testifica, Marsella no fue en absoluto, por tradición, una villa cosmopolita, pero una ciudad provenzal por su población. ¿Acaso recordar las raíces provenzales es una provocación? ¿Es racista y reaccionario, incluso fascista, el reivindicar un arraigo europeo? Cuando el municipio de Megret de Vitrolles quiso llamar a esta villa "Vitrolles-enProvence" todos los medios habían calificado esta iniciativa de provocación racista y fascista. Ver para creer. Evocar una identidad europea ha devenido sospechoso, políticamente incorrecto. Sobre todo si esta identidad es regional, y es que la ideología jacobina y republicana conoce bien la dimensión étnica arraigada en la pertenencia regional. Identificarse como "republicano" está autorizado, y es que este término abstracto no entraña consecuencias.
Por otro lado, celebrar las tradiciones africanas y arabo-musulmanes ha devenido un pasaporte para los bien-pensantes. Es suficiente escuchar los programas de la emisora oficial xenófila Radio France Internationale. Es cierto que al ritmo demográfico actual, Marsella, la Seine-Saint-Denis, una parte de la aglomeración de Lille y los suburbios de todas las ciudades de más de 100.000 habitantes serán presumiblemente en menos de 15 años porciones de territorio de mayoría afro-magrebí.
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Las "Fiestas musicales", organizadas por Jack Lang el día del solsticio de verano, y que terminan siempre en coacciones por parte de las bandas étnicas, y agresiones contra los Europeos, ofrecen el mismo espectáculo: sobrevaloración de las músicas alógenas, en las cuales la riqueza artística no es siempre evidente.
En junio de 1999, no se encontró nada mejor que organizar en el parque del castillo de Chambord tres "días africanos", de gran ostentación de medios siendo costeados por una villa africana con conciertos de tam-tam en las escalinatas, en la corte de honor del castillo de François I, y en el parque también. Se trataban de unas "jornadas de caza y pesca" iniciadas por el Ministerio de Agricultura y de Cultura, supuestamente para la puesta en valor del patrimonio francés. Habría sido indecente e incorrecto soplar trompetas de caza o reconstituir una villa del Touraine del siglo XVI.
En los libros escolares, la enseñanza de la historia de Francia y de la de los pueblos europeos se reducen a cada nueva reforma en beneficio de las "disciplinas" de concienciación, en las que por ejemplo aparece la enseñanza de los dogmas de la doctrina multirracista oficial. Ha sido necesaria toda la furiosa determinación de Éric Tabarly y de bastantes otros para detener el calamitoso proyecto de Jacques Chirac de trasladar el excepcional Trocadero al Museo de la Marina a costa de un "Museo de las artes primeras" (no se dice "primitivas") consagradas esencialmente a las artes de la sábana africana, de las cuales ya se sabe la aportación que constituyeron para la humanidad. El "museo de las artes primeras", deseada por un Presidente que quiere dejar su cagada en la historia, para ser capaz de dejar su sello en ella, será a pesar de todo construido con elevados costes en algún lugar de París. No se le ocurrió a nadie la idea de que el dinero que se comió esta operación de la administración tentacular de la ciudad de París habría sido quizá mejor empleada en -por ejemplo- restaurar los castillos en peligro, en dar un alivio a l'Institut francés d'Athènes, o de ayudar a la supervivencia del lugar arqueológico de Pompeya, etc.
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Los medios no escapan menos a esta sobrevalorización de todo aquello que es "negro" y africano. En la música, se silencia (y no se subvenciona) las obras de los jóvenes europeos hiper-creativos, a la vez arraigadas y futuristas, pero la más mínima obra "negra" suscita lágrimas y resoplidos fervorosos de admiración. Recientemente, la ciudad de París organizó costosamente sobre el Pont des Arts, de cara al Institut, una exposición de esculturas en barro seco de un artista africano, de realismo torpe y mediocre. Pero desgraciado de aquel que se atreva a criticar a este genio. Las esculturas francesas de la escuela de Rodin y de Maillot están limitadas a su exposición y venta en California y Japón.
Si usted quiere obtener una subvención de Bruselas, cree una asociación de promoción de la cultura y del arte africano. Obtendrá más fácilmente un cheque que declarando una asociación de promoción de tradiciones de la Flandre, de la Provenza o de la Borgoña. Con motivo del Festival de Avignon de 1999, el grupo teátrico-musical Royal de Luxe organizó un espectáculo escrito y escenificado por una compañía teatral africana. La emisora Radio France Internationale, la "voz de Francia en el mundo", la describió el 17 de julio de 1999 a las 19h, acompañada de críticas especializadas. Luego un concierto de cantos ditirámbicos. Y repentinamente, uno de los invitados, olvidando la ley de lo políticamente correcto, un hombre de izquierda por tanto, dejó hablar a su profesionalismo y sinceridad. Declaró que el espectáculo era "ingenuamente mediocre, plagado de clichés, sin creatividad" y que una "publicidad engañosa" rodeó al espectáculo, además de ser excesivamente caro (500 F la localidad). Fue insultado en antena y el animador no le concedió más la palabra. Había cometido el crimen supremo de herir a la africanidad.
¿Qué se concluye? La ideología hegemónica, igualitaria y sobre todo cosmopolita, sólo tiene de igualitaria su nombre. No se trata más de afirmar la igualdad en el genio de todas las culturas del mundo (tesis etnopluralista aun así muy discutible), pero de pretender que se diga y repita que toda cultura, africana, "negra", o incluso arabo-musulman es superior. El rap y el raï serían en el fondo no sólo interesantes sino.. ¿Más que Vivaldi? ¿Serían las contorsiones del hip-hop más esenciales que el inmenso espectro de las danzas europeas, orquestrales y populares? ¿No serán MC Solaar y NTM más creativos que Brel? ¿Y los graffiti? Chapucerías gracias a las cuales las bandas étnicas marcan su territorio, como perros meando, ¿No son, como se ha podido leer en las páginas "culturales" de Libération (30/07/99) " la expresión de una creatividad herida que ponen en cuestión lo cánones congelados de cierta estética europea" ?
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Este discurso implícito se debe descifrar como un proyecto a largo plazo de desvalorización y de olvido de la personalidad y del patrimonio cultural y histórico europeo. Hacer del Europeo un islote en su tierra, un apátrida sin raíces. Sustituir la memoria del colonizador para su auto-exterminio. Aturdirlo a través de un magma de subcultura a base de videojuegos, de inmediatez pseudo-lúdica, de presentismo audiovisual y virtual, de beatitud analfabeta, de ignorancia respecto de su linaje, de admiración por los tam-tam y los cantos monótonos de baja intensidad: tal es el proyecto de los neotrotskistas que pilotan la ideología hegemónica, situados en los puestos claves en los ministerios de Cultura y de la Educación nacional, como en los principales medios.
Esto es el retorno de las llamas. Francia y otros países europeos habían intentado antes, en una estúpida lógica universalista, abolir la memoria y la cultura de los pueblos colonizados ("nuestros ancestros los Galos" enseñado a los Senegaleses) y de desvalorizar ingenuamente sus raíces. A quien a hierro mata a hierro muere. Estamos desculturizados por aquellos mismos que nos han deculturizado por el colonialismo. La historia, antes de ser una trama de las confrontaciones militares y económicas está tejida de competiciones demográficas y de una guerra global de concepciones del mundo.
Quien gane la guerra cultural y la guerra de la natalidad será el vencedor y eliminará a su enemigo. Se trata de castrarnos (ver la valorización de la homosexualidad y del feminismo obtuso) y de descerebrarnos más que matarnos. La reconquista de la tierra europea, antes colonizadora, hoy colonizada, pasa también evidentemente por la reapropiación y la afirmación soberana de nuestra propia memoria. El mundo futuro no será dominado por pueblos sin cultura, inmersos en el presentismo electrónico o la adulación del mestizaje caótico, pero por aquellos que cultivaron el orgullo de su linaje ancestral y de sus realizaciones históricas. Un amnésico, un alienado, luego un suicida; he aquí lo que se pretende hacer del pueblo europeo.
En materia de regularización y de negativa a la expulsión de los clandestinos, a veces se llega a casos inverosímiles. En septiembre de 1999, el tribunal administrativo de Paris anuló el decreto de traslado a la frontera de Annihal D, un colombiano homosexual y sin papeles, presente ilegalmente en Francia desde hacía 10 años. ¿El motivo? El individuo " lleva una vida normal de familia y una relación estable" ¿Con quién lleva una vida familiar normal? Con otro inmigrante, homosexual clandestino, que se benefició de las regularizaciones masivas de 1991.
Esta interpretación extremadamente laxista de la ley Chevénement del 11 de mayo de 1998 desgraciadamente sentará jurisprudencia. La ley anteriormente citada establece un permiso de residencia temporal a todo clandestino que viva en Francia después de 10 años (no habiendo conseguido localizarlo durante 10 años, por tanto) sobre todo si vive en familia. Se trataría así de evitar los casos de expulsiones de clandestinos extranjeros con hijos franceses. Respecto de esto, uno cree estar soñando: la noción de "familia" se extiende a las parejas homosexuales, como me explicó, satisfecho, el abogado del clandestino, Dupont de Sercey : " Esto demuestra bien que el legislador francés va tomar en consideración la familia que abarque a las parejas homosexuales". Otra vez prevalece la regla de los "dos pesos, dos medidas": un inmigrante clandestino homosexual tiene derecho a todos las implicaciones de la ley; tres características que lejos de marginarlo, lo integran al contrario plenamente en una sociedad descontrolada, que ha invertido todas sus referencias.
(c) Por el texto: Guillaume Faye
(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre
(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández
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