La colonización de Europa. Guillaume Faye. Capítulo VIII. Tabús y mentiras
"Es preciso derribar a los ídolos". Nietzsche
Las cuestiones vinculadas a la inmigración y al racismo constituyen, en Europa, la reserva más importante de tabúes, de mentiras y de sofismas de nuestra época; más aún que los dogmas económicos en Francia contemporánea, más todavía que los prejuicios sexuales del siglo XIX, más todavía que las elucubraciones médicas de Diafoirus del el siglo XVII, y por lo menos tanto como el tabú de la irreligiosidad en la misma época.
Los poderes, cualquiera que sea su naturaleza, siempre han querido dirigir las sociedades humanas mediante la propagación de ideas falsas, de rumores infundados, de doctrinas patituertas fundadas sobre hechos imaginarios, pero sobre todo sobre la prohibición de proferir las insoportables verdades-tabúes. Mentir, mentir, siempre quedará algo. Contra más gruesas son las mallas, mejor: esto marcha. Engañar el pueblo, tal es la vieja técnica para dominarlo.
Cuando una amenaza mortal cobra forma sobre una sociedad o una civilización, las élites procuran negarla, aniquilarla, tanto para desprenderse de su propia responsabilidad e impericia como para conjurar su propio miedo. Es, pues, natural que los tabúes y las verdades prefabricadas abunden a propósito de la mortal colonización que sufrimos. El avestruz entierra su cabeza en la arena cuando llega el león.
Los once clichés y ideas erróneas sobre la la inmigración y el islám
A raíz de haberse convertido la cuestión racial en Europa en una obsesión central, el temor a ser sospechoso de "racismo" convierte en totalmente ilegibles todos los discursos sobre la inmigración y ahoga toda objetividad en una lengua de palo, más exactamente una lengua de algodón, difícilmente descifrable. Las mentiras vertidas por la clase político-mediática se parecen, en versión soft mucho más sutil, a la propaganda stalinista de los más malos tiempos. Son la expresión directa de estos tabúes. Decir la verdad sobre la naturaleza, las causas y las consecuencias de la inmigración masiva de las poblaciones del Tercer Mundo en Europa, supone exponerse al ostracismo social, al destierro profesional y a la condena moral o penal.
Debería ser una mina para los humoristas, si todavía existieran. Muchos sketches de Coluche serían hoy impensables, en la medida en que la censura (social y penal) y la autocensura han progresado desde los años ochenta.
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He aquí pues, para servir de argumentación a todos los que combaten la colonización de población, los diez lugares comunes y las mentiras más corrientemente destiladas en la opinión y los más utilizadas por el partido inmigracionista y supuestamente antirracista. Todos estos lugares comunes giran alrededor de la idea que fue el título de un ensayo miserable de Bernard Stasi: La inmigración es una posibilidad para Francia. El enderezamiento de la verdad frente a las mentiras contenidas en el conjunto de este libro es imprescindible, pero es bueno efectuar un tipo de resumen.
Cliché nº 1: "Somos nosotros quienes hicimos venir a los inmigrados, porque económicamente eran indispensables fueron y son el motor del crecimiento".
Thierry Desjardin, en su ensayo Carta al Presidente a propósito de la inmigración, destruye este cliché que formula así: "Les hicimos venir, les necesitábamos". Efectivamente, del 1960 al 1973, el empresariado reclutaba en el Magreb una mano de obra dócil y poco onerosa, con la complicidad de los sindicatos. ¡Mientras que la mano de obra europea no faltaba! Nosotros no teníamos "necesidad de ellos", el capitalismo explotador, sí. Fue un error económico, un cálculo miope; porque esta inmigración limitó la inversión; los países europeos que no acudieron a la mano de obra afromagrebí conocieron un crecimiento más fuerte que el de Francia. Desde el 1973, las llegadas de emigrantes se hacen por "presión", es decir, imponiéndose. El por interés por emigrar, no es nuestro, es suyo. Un extranjero parado o asistido aquí vive mucho mejor que trabajando en su casa. Con la llegada masiva de clandestinos, desde mediados de los años setanta, se percibe perfectamente que no es Europa quien llama los alógenos por necesidad económica, sino que ellos imponen su presencia. La presencia de los inmigrados (naturalizados o no) es un freno al crecimiento por su coste enorme, su débil competencia profesional a pesar de todas las formaciones que se les propone, pero también la causa de una degradación general de la calidad de Gie y de la cohesión social.
Contra eslogan: la inmensa mayoría de los alógenos está aquí voluntariamente y es un freno para el crecimiento, el empleo, el nivel y la calidad de la vida.
Cliché n°2: "Hacen los trabajos que los franceses no quieren hacer".
Tal como escribía Alain Griotteray, el trabajador emigrante ha sido reemplazado desde hace tiempo por el parado y el inmigrado subsidiado. Este mito del inmigrado-esclavo tiene siete vidas como los gatos. Además, el partido inmigracionista intenta ahora imponer cuotas la contratación para los alógenos, reservándoles empleos de los que los franceses europeos son excluidos. Muchos empleos, que a los autótonos les gustaría mucho ejercer, hoy son reservados para estos alógenos, desde los ayuntamientos a las grandes superficies, pasando por las administraciones se practica una política preferente de discriminación positiva oculta. No hablemos, evidentemente, de "empleos-jóvenes" y "contratos empleos-solidaridad "...
Contra eslogan: los inmigrantes restringen el volumen de empleo de los franceses autóctonos.
Cliché n°3: "los magrebíes y los africanos son los italianos y los polacos de ayer. Francia siempre fue un país de inmigración. Nada ha cambiado".
Esto significa una burla, ya que no son europeos y son de costumbres y de mentalidad extremadamente alejadas a las europeas. Comparar las inmigraciones intereuropeas, que jamás plantearon problemas de integración, con las llegadas masivas de poblaciones afroasiáticas, es ocultar la realidad étnica de las sociedades humanas. No hay que centrarse en la noción de "nacionalidad", tan querida por la ideología republicana. Un flamenco de nacionalidad belga, un toscano de nacionalidad italiana, un provenzal de nacionalidad francesa están mucho más próximos entre sí que, por ejemplo, un antillano y un saboyano. ¡Sin embargo los primeros son "franceses" desde hace mucho más tiempo que los segundos!
Contra eslogan: Francia jamás fue un país de inmigración extraeuropea. Se le obligó a serlo.
Cliché n°4: "los inmigrados son los excluidos, víctimas del racismo y del pauperismo económico".
Demuestro, por el contrario, en esta obra que los inmigrados gozan de muchas más ayudas y prestaciones sociales que los franceses de origen. Los jóvenes inmigrados son el objeto de medidas costosas de ayudas para el empleo, la formación, el ocio.
En las "ciudades", gracias a las prestaciones y gracias a la economía paralela, los alógenos tienen un nivel de vida muy correcto. Presentarlos como un lumpen-proletariado es una impostura. Los sin techo y los vagabundos de origen afroasiático son por otra parte raros, contrariamente a lo que pretende la leyenda. Muchos inmigrados no se sienten de ninguna manera excluidos, sino que voluntariamente se excluyen, por odio étnico hacia una sociedad que combaten. Su racismo antieuropeo (el famoso "odio") es más fuerte que cualquier forma del pretendido racismo de los autóctonos. Por otra parte, la xenofobia, que siempre fue un fenómeno minoritario en Francia (lo que para los alógenos es una suerte milogrosa), es provocado por los destrozos de los jóvenes inmigrados y no se emparenta con un acismo intrínseco hacia los árabes o los africanos
Contra eslogan: Los inmigrados son económica y socialmente favorecidos, a pesar de que muchos rechazan a la sociedad de acogida.
Cliché n°5: "La elevada criminalidad de los jóvenes Afromagrebíes procede de que son desarraigados o (variante) porque viven en guetos", tal es el eslogan que incita a los poderes públicos a querer diseminar a los alógenos sobre el territorio: lo que vuelve a ahuyentar a los autóctonos (no por racismo, sino porque la convivencia étnica es físicamente insoportable) y a reconstituir nuevos guetos. Vivir en guetos, o más bien, de su punto de vista, sobre territorios libertados de las leyes europeas, extendidos sin cesar, tal es su estrategia. Por otra parte, los interesados no se sienten de ninguna manera desarraigados: echan raíces a la vez en el Islam, el arabisme y en la cultura étnica black-americana. Los fenómens conjnto de las "culturas" rap y raï lo atestiguan.
Los intelectuales de salón que explican las desviaciones sociales de los jóvenes afromagrebíes a través de una "pérdida de identidad", una "americanización", un abandono aculturizador de las raíces árabes-africanas en provecho de una "subcultura americana" alucinógena, profieren mentiras lastimeras que se explican por su ignorancia sobre el asunto y su falta de conocimiento del terreno. Los jóvenes magrebíes afincados en Europa no están "americanizados" en el sentido en el que los jóvenes europeos lo están. Estos últimos si que están aculturalizados y desarraigados, pero no los primeros. Estos solamente retienen de la cultura americana la componente "rap - black", en su carácter de protesta antiblanca. Y, en cambio (fenómeno raï) se impregnan de arabisme afirmativo, con la mayor satisfacción de los imanes de las ciudades.
Contrariamente a los fantasmas de la derecha comunitarista que se imagina que el islamo-arabisme de los suburbios es un vector de lucha contra la americanización, hay que responder: los jóvenes inmigrados han creado una contracultura (que es al mismo tiempo una subcultura de baja cota) que asocia el black-americanismo con el árabo-islamismo.
Los jóvenes inmigrados están muy bien en su piel, no se preocupe usted por ellos; se piensan y se perciben como invasores. Son desculturizadores, no desculturizados. La prueba: la actitud de los jóvenes blancos que están en contacto con ellos y que, por mimetismo, adoptan su forma de hablar, sus modas, sus músicas, se someten totalmente a su influencia y sufren una inquietante regresión cultural.
Añadamos que, para tener la paz (relativa) y como forma de sujeción sobre todo, cierto número de jóvenes europeas se convierte al Islam y aceptan su inferiorización.
Contra eslogan: los jóvenes inmigrados echan raíces en una nueva cultura neoprimitivo y en guetos en expansión, lo que les satisface plenamente.
Cliché n°6: "La delincuencia de los jóvenes hijos de inmigrados, al igual que la violencia de los jóvenes es el resultado del paro, del neoliberalismo y del endurecimiento de las relaciones económicas".
Es una variante del cliché n°5. Este cliché pretende confundir lucha de clases y lucha étnica. La delincuencia actual no reconstruye la lucha de clases. Soy el primero en denunciar las malas prácticas del neoliberalismo, del librecambio desenfrenado, de la autonomía de la economía financiera y especulativa, en definitiva de la dictadura de la función mercantil que lamina las relaciones sociales, quebranta las solidaridades y atiza el pauperismo. Pero sin embargo, este cliché tampoco se tiene en pie. ¿Por qué?
1) Las solidaridades comunitarias (étnicas) de los inmigrados no han sido fracturadas de ninguna manera por el neoliberalismo. Al contrario. El desmantelamiento de las solidaridades afecta a los europeos y no a otros.
2) Durante la crisis de los años treinta, donde el paro y el pauperismo en Europa eran mucho más importantes que hoy, donde la proporción de las jóvenes generaciones era un 10% más elevada, donde la dureza del mundo del trabajo sobrepasaba con mucho la de hoy, ningún fenómeno de delincuencia masiva apareció. Los emigrantes italianos, españoles, portugueses y polacos del período 1890-1960, mucho más pobres y despojados que los jóvenes alógenos extraeuropeos de hoy, no planteaban problemas de seguridad pública.
3) La violencia y la delincuencia principalmente afectan a los jóvenes afromagrebíes y muy poco a los asiáticos (chinos, paquistaníes, etc.). El argumento económico pues no se mantiene.
Contra eslogan: la causa de la delincuencia y de la violencia de los jóvenes nacidos de la inmigración es endógena y étnica; deriva de un choque étnico casi mecánico, profundamente inevitable y por tanto no reducible a los análisis criminológico ordinarios.
Contre-slogan : Toute société multiraciale est multiraciste, aucune société pluriculturelle ou multiethnique n’est créatrice.
Cliché n°7: "la sociedad multirracial, multicultural y pluri-religiosa supone un enriquecimiento. La aportación de los inmigrados es considerable, tanto cultural como económicamente. Viva Europa multicolor y mestiza"…
Conocemos el eslogan de SOS Racismo, adepto de "Negro-Blanco-Marrón": "Francia está como un ciclomotor, marcha con mezcla". A lo largo de toda la historia, todas las sociedades multiculturales y pluri-étnicas jamás fueron muy creadoras y siempre conflictivas. La excepción a la regla es Japón, sociedad monoétnica. El coste económico y social de la inmigración es enorme; es un factor de conflictos sociales y un ensayo general de falta de competencia y de impreparación. La aportación cultural y económica de los inmigrados es despreciable en número y en calidad. Ni en la investigación, creación de empresas, artes, medicina, etc., muestran sus capacidades. Su proporción entre las élites creadoras es ínfima en relación a su proporción en la población, excepción hecha de los asiáticos de extremo-oriente. Y este hecho no es explicable por racismo o por exclusión.
Este cliché muestra romanticismo social. Los que lo destilan dan el ejemplo de los EEUU: ¡vea, dicen, como esta sociedad multirracial y multicultural! ¡es perfecta! El problema de los americanólatras como el de los americanófobos, es que no conocen USA en dónde jamás han vivido. La situación americana no es comparable a la de Europa.
Contra eslogan: toda sociedad multirracial es multirracista, ninguna sociedad pluriculturelle o multiétnica es creadora.
Cliché n°8: "Hoy no hay más extranjeros en Francia que en 1936".
Tal es uno de los sofismas más bellos que se repiten hoy desde los medios regularmente copados por la izquierda, con la intención de calmar. Descansa en fundamentos estadísticos más o menos verdaderos. Simplemente, la noción de "francés", a causa de las naturalizaciones masivas (200.000 al año aproximadamente) y del derecho del suelo (automatismo de la nacionalidad en caso de nacimiento sobre el territorio) pierde poco a poco todo su sentido. Antaño, la República, rechazando el criterio racial, se enorgullecía que se convirtieran en franses los que, cultural y lingüísticamente, adoptaban con sumisión la "integración" en la "comunidad francesa". Pero hoy no es más el caso. Los nuevos franceses no se sienten franceses y no se reconocen en la cultura europea. Se sienten siempre solidarios de su pertenencia originaria. La noción de "nacionalidad francesa", privada de sus fundamentos etno-culturales a causa del cosmopolitismo republicano, ya no quiere decir gran cosa. Hay cada vez más emigrantes alógenos y jurídicamente franceses, que apenas saben utilizar la lengua famosa y nacional, mucho peor que los extranjeros francófonos de África negra o de Quebec. La misma noción de "francés" pierde poco a poco de su sentido. Toda definición de nacionalidad que no descanse sobre una base étnica pero estrictamente jurídica conduce al suicidio, tal como comprobó el Imperio Romano. Esta noción de "nacionalidad jurídica ", heredada de las guerras europeas del siglo XIX, no debería tener lugar en Europa. La noción de "extranjero" debe pues ser revisada de nuevo.
Contra eslogan: hay diez veces más alógenos no europeos en Francia que en 1936, esto es extranjeros en sentido étnico.
Cliché n°9: "Existe un Islam pacífico laico moderado perfectamente capaz de integrarse en los valores de la República".
El desconocimiento profundo del Islam y del Corán, como la incultura histórica están en el fundamento de este prejuicio, y ya hemos demostrado su inanidad en un capítulo precedente. El Islam es un bloque. Todo musulmán "moderado" puede hacerse, mañana, un mujahidin o amigo de guerreros islámicos, tal como se vió claramente durante la guerra de Argelia.
Contra eslogan: el Islam es una religión conquistadora, intolerante, teocrática, por esencia incompatible con todos los valores políticos europeos.
Cliché n°10: "La violencia en la escuela se debe a un mal entorno urbano, a una falta de medios y a un pauperismo".
La escuela de la III y de la IV República disponían del 80 % de medios menos que la escuela de la V República, era perfectamente integradora y aseguraba el ascenso social de los más desprovistos de riqueza, además de haber erradicado el analfabetismo y la ignorancia, desde el fin de la primaria. Hoy, con medios considerables, la Educación nacional vacila sobre sus bases. La transmisión de los conocimientos y de las reglas sociales no queda asegurada más que en el 50 % de los establecimientos, el otro 50 es presa de la anarquía y de la violencia. Este punto es tratado detalladamente en un capítulo precedente.
Contra eslogan: La violencia en la escuela se explica por el dogma pedagogista y antiautoritario, pero sobre todo por una presencia masiva de afromagrebíes mayoritariamente inasimilables.
Cliché n°11: "Para un Negro o un Magrebí es mucho más difícil de encontrar una vivienda o un empleo que para un francés autóctono".
Este cliché denuncia la legendaria "discriminación" de la que serían víctimas los afromagrebíes. Es verdad en primer lugar que ciertos propietarios rechazan alquilar a inmigrados. La razón no es racial sino que valora los problemas de vecindad que generan estas poblaciones, y las dificultades a menudo encontradas a la hora del pago. La negativa a la contratación de afromagrebíes valora en la mayoría de las veces la ausencia de competencia de los candidatos. Calixte Beyala y su Collectif Égalités (que no tiene nada igualitario ya que pretende imponer por la fuerza de las cuotas raciales en las contrataciones, particularmente en los medios de comunicación audiovisuales) jamás se ha preguntado por qué "hay tan pocos Negros en la televisión". ¿Discriminación por parte de las cadenas? Ciertamente no. Simplemente, los candidatos -es demasiado simple pues demasiado complicado de comprender para un intelectual- no están a la altura. La asociación Droit au Logement (DAL) para-trotskiste pretende que la mayoría de los ocupantes ilegales de una vivienda y los expulsados de viviendas ocupadas ilegalmente son familias africanas y magrebíes. Olvida precisar que estas personas son clandestinos ilegales que imponen su presencia, que raramente son expulsados como la ley prevé y que en general son realojados en otras casas, que gozan de la conmiseración oficial y acaban raramente con los sin techo franceses autóctonos en la miseria de la que los políticos y los medios de comunicación se burlan.
En realidad, las poblaciones alógenas gozan de facilidad de acceso a las viviendas sociales, privilegios de contratación (particularmente para los "empleos-jóvenes"), privilegios de ayudas y de subsidios múltiples, beneficios de los que los franceses autóctonos y los extranjeros de origen europeo son excluidos.
Contra eslogan: para un Negro o un Magrebí, es más fácil acceder a los empleos, a las viviendas, a los subsidios(asignaciones) que para un proletario de origen europeo.
Vamos ahora a examinar un cierto número de estos clichés y demostrar concretamente su absurdo.
(c) Por el texto Guillaume Faye
(c) Por la edición francesa: Editions de l’Aencre
(c) Por la traduccion castellana: Ernesto Milà
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