La conspiración de los Iluminados
Infokrisis.- Pocos temas históricos como la "conjura de los iluminados" han hecho verter tanta tinta. De hecho, se trata de la "madre de todas las conspiraciones" e incluso del origen de toda teoría conspiranoica. Este hecho nos impulsó, a la vista de las notorias exageraciones sobre la conspiración de los iluminados, a estudiar brevemente el estado de las investigaciones históricas sobre el asunto. Lo que nos encontramos fue menos de lo que los conspiranoicos venían sosteniendo y más de lo que hast hace poco le ha reconocido la crítica histórica. El artículo se publicó en el número especial de Más Allá titulado "¿Quién mueve los hilos?".
Un antiguo alumno de los jesuitas, Adam Weishaupt, profesor de derecho en Ingolstad, elaboró durante años el primer proyecto conspirativo de la Edad Moderna. Hasta entones la masonería y el rosacrucianismo habían sido escuelas de pensamiento. Con Weishaupt se tratra de llevar los principios a la práctica. Antimonárquico y anticristiano, creerá que sobre las ruinas de las monarquías y de la iglesia se podrá levantar un Orden Nuevo. Esta es su portentosa aventura...
ADAM WEISHAUPT Y SU PROGRAMA
En 1775, un alumno de Weishaupt, Arnold Massenhausen, antiguo afiliado a las Corporaciones Estudiantiles (que ostentaban rituales, signos y palabras de paso secretas) funda la Orden de los Perfectibilistas. Proponían que la sociedad fuera regida por seres humanos en camino hacia la perfección. Estaban inspirados en el aristotelismo griego. Adam Weishaupt se incorporó pronto. Dos años despues, tras concretar su programa, se transformaron en la Orden de los Iluminados de Baviera, la Noche de Walpurgis de 1776.
En 1778 contaban con 18 miembros y 38 dos años después. En 1779 la orden empezó a jerarquizarse interiormente. Eso lo que Weishaupt llamaba "Círculos Concéntricos" cada uno de los cuales ampliaba la información, los datos sobre la Orden y concretaba los proyectos, más que el anterior. Los tres grados iniciales fueron "Novicial", "Minerval" e "Iluminado".
No se trataba de una asociación "discreta" como la masonería, sino completamente secreta. Existía un código cifrado y cada afiiado tenía un nombre iniciático. Durante el primer período de su prendizaje el nuevo afiliado tenía solo relación con la persona que lo había introducido en la Orden. El ingreso se preparaba con un ayuno prolongrado; durante la noche se le presentaba desnudo y con los genitales atados ante los iniciadores enmascarados. Tras el juramento de lealtad a la orden, el afiliado debía redactar un "pensum", en el que describía su vida anterior, explicaba los motivos que le impulsaban a ingresar y su grado de compromiso. La fase de "noviciado" solía durar un par de años.
El grado siguiente, "Minerval", comenzaba con la iniciación propiamente dicha. Debía estudiar ciencias físicas, matemáticas y morales. El rito consistía en un diálogo entre iniciado e iniciador seguido de nuevo juramento de lealtad. A partir de entonces, el afiliado podía introducir a nuevos miembros en la orden. El acceso al grado siguiente se realizaba sin pompa ni boato. Simplemente, se alcanzaba el grado de "Iluminado" mediante una ceremonia a la que solo asistían el aspirante y los miembros del mismo grado de la localidad donde tenía lugar la ceremonia.
Hasta ese momento el afiliado desconocía la existencia de grados superiores. Si mostraba una dedicación y entrega total a la orden se le daba a elegir entre los signos reales (corona, báculo y armiño) y los de la sabiduría (túnica de lico y cinto de seda). Si elegía los segundos tenía acceso a los grados superiores. El segundo bloque eran los "grados de masonería" (Iluminado Mayor e Iluminado Diligente) y finalmente, los "grados de los misterios" (sacerdote, regente, mago y rey). En total un sistema copiado de la masonería y dividido en nueve grados o círculos concéntricos. El grado de Iluminado marcaba la separación clásica entre "Pequeños", dominio sobre las capacidades humanas, y "Grandes Misterios", dominio y poder sobre el mundo. Cuando los Iluminados hablaban de "poder sobre el mundo" se referían efectivamente a poder político, entendido, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para alcanzar un fin, la transformación de la sociedad.
La orden destacó pronto por su propaganda anticlerical. Weishaupt, antiguo alumno de los jesuitas, cargó duramente contra sus educadores. En 1777 Weishaupt ingresa en la Logia "De la Prudencia" de Rito Templario. La idea de Weishaupt consistía en utilizar la masonería, por entonces muy extendida en Baviera, para captar nuevos militantes y copiar los rituales de los altos grados masónicos. Pronto contaron con maestros masones en número suficiente para tener logias propias. En 1779 resucitaron la logia "Teodoro del Buen Consejo" de Munich e incorporaron al barón Ferdinand von Knigge, alquimista fracasado y miembro de la Estricta Observancia Templario (un rito masónico disidente). Knigge daría a la Orden de los Iluminados su aspecto definitivo. Sus fracasos en la práctica de la alquimia lo habían vuelto escéptico en cuanto a las posibilidades de la magia y del esoterismo; conocía el racionalismo francés y lo incorporó a la filosofía de la Orden. Knigge, creía que era necesario un entendimiento con la masonería para asegurar la expansión de la Orden. Propuso a las autoridades masónicas francesas e inglesas un pacto de federación en el que la Orden de los Iluminados aceptaba los tres grados "azules" de la masonería (aprendiz, compañero y maestro) a cambio de que ésta reconociera los tres primeros grados iluministas. El pacto, que pudo concretarse con algunas obediencias masónicas alemanas, extendió la Orden de los Iluminados fuera de Baviera, en Renania, Austria, Hungría, Tirol, Suiza y Francia. El total de efectivos ascendió entre 1776 y 1789 a 3000 afiliados de los que se conoce el nombre de 650. Se trataba de aristócratas, profesores universitarios y burgueses enriquecidos, gente, en definitiva, con poder político, económico y cultural. Entre otros se encontraba un antepasado de Metternich, el escritor Goethe y el filósofo Herder.
EL FIN DE LOS ILUMINADOS
Mientras existió, la orden demostró sobradamente su eficacia. El reclutamiento entre las élites fue imparable y no existieron fisuras. Weishaupt preconizó la delación interior, el espionaje y la observación de otros miembros para garantizar la estanqueidad y seguridad interna ("El segundo grado convierta a cada uno en espía de los otros", decía el ritual de acceso).
Las diferencias entre Von Knigge y Weishaupt, el primero más dotado para el ocultismo y la parafernalia ocultistas y el segundo, agitador eminentemente práctico, agrietaron interiormente a la orden y constituyeron el principal obstáculo para su progresión futura. El pacto con la masonería se rompió y la logia "De los Tres Globos" el 11 de noviembre 1783, declaró la guerra a los Iluminados mediante una proclama, en la que se les definía como "una secta masónica que quiere destruir la religión cristiana y hacer de la masonería un sistema político". Los rosacruces de Viena y Munich secundaron a la masonería cuando quedó suficientemente claro que los Iluminados estaban llevando a la práctica proyectos de desestabilización política.
El 22 de junio de 1784, Carlos Teodoro, elector de Baviera, proclamó la prohibición de los Iluminados, después de que un correo de la Orden resultara muerto y en el doble fondo de su casaca se encontraran documentos que probaban el carácter conspirativo de la asociación. Weishaupt fue procesado en 1876 y consiguió fugarse prisión tres años después. Murió en 1830 cuando, indirectamente, se habían consumado algunos de sus planes. Históricamente, la Orden de los Iluminados de Baviera murió con él.
ILUMINISMO Y REVOLUCION FRANCESA
La implicación de "Iluminados" en la revolución francesa está fuera de dudas. El introductor de la Orden en Francia, fue el Conde de Mirabeau. Saint-Just, Camile Desmoulins, Danton, Hebert y, seguramente, Marat, combinaron su militancia masónica con la iniciación "iluminista". Salvo en el caso de Mirabeau, el resto eran jacobinos extremistas. Y otro tanto puede decirse del Giuseppe Balsamo, más conocido como el Conde Cagliostro, iniciado por el propio Weishaupt en una ermita próxima al castillo de los Knigge que se ha conservado hasta hace poco.
Los "iluminados" franceses jamás tuvieron que enfrentarse a problemas con la justicia, ni persecuciones, contrariamente a sus hermanos del otro lado del Rhin. Cuando se examina al detalle la historia de la revolución francesa se percibe -especialmente en sus primeros momentos- una inteligencia que actúa entre bastidores y va quemando etapas. Algunos analistas han creído descubrir esa mano conspirativa en la masonería. Pero la masonería francesa en aquella época estaba fuertemente fraccionada y, en buena medida, compuesta por nobles y sacerdotes que fueron guillotinados en el curso de los sucesos. Parte de los masones de la época eran monárquicos e incluso tomaron las armas para defender a Luis XVI una vez estallada la revolución y hubieran detectado perfectamente (y denunciado) una conspiración antimonárquica urdida por las logias. Si bien no hay duda de que la masonería generó el caldo de cultivo que facilitó el derrocamiento de la monarquía, como máximo puede ser tachada de "responsable intelectual" de la revolución. El brazo ejecutor y la estructura organizativa hay que encontrarla en otra parte.
Los datos fragmentarios de que disponemos inducen a pensar que es, a partir del Convenio Masónico de Wilhelmsbad (16 de julio de 1782), cuando se produjeron los intercambio e iniciaciones entre los Iluminados alemanes y los masones franceses.
El Convenio fue convocado por el Duque de Brunswik para responder a 10 preguntas que se repetían insistentemente los masones y que carecían de respuesta: antigüedad de la Orden, existencia de "superiores desconocidos", origen de los rituales, etc. La asistencia era sumamente heterogénea: de un lado místicos católicos afiliados a las logias (Willermoz, de Maistre), de otro ocultistas (los "filaletos" de Chefdebien de Zagarriga, representantes del Rito Egipcio de Cagliostro), finalmente ambiciosos interesados en obtener poder político-social (núcleo que luego daría vida al Rito de Menphis-Misraïm). Una de las cuestiones que polarizó las discusión fue si el objetivo de la masonería era "mandar o instruir". El historiador masónico T. Clavel reconoce que en las 29 sesiones celebradas no se aclaró ni una sola de las preguntas planteadas. Sin embargo quienes pensaban que la finalidad de la masonería era "mandar" (mandar para alcanzar el poder político, efectuar la "venganza templaria" contra la monarquía francesa y una vez en el poder instruir a las masas), se conocieron entre sí y coaligaron sus fuerza. Si bien era imposible concebir la masonería de ese momento como una estructura capaz de organizar una operación clandestina de envergadura, los Iluminados aportaron sus experiencias, su sistema iniciático y su programa de acción.
Una vez iniciado el proceso revolucionario, en 1789, y a partir de cierto momento -tras la toma de la Bastilla y el posterior guillotinamiento de Luis XVI- resultó muy difícil poder controlar los acontecimientos. Las logias masónicas estaban diezmadas y la mayoría de ellas habían "abatido columnas" (disuelto) o bien estaban "en sueños" (inactividad temporal). A las dificultades en la comunicación se unieron las diferencias en los proyectos; había moderados como Mirabeau, pero sobre todo una gama de radicalismo que iba endureciéndose progresivamente: Dantón, Desmoulins, Marat, y finalmente Hebert, literalmente un asesino sanguinario con la excusa de los "nobles principios". Uno tras otro, terminaron por enfrentarse entre sí y llevarse unos a otros al patíbulo.
Cuando Napoleón liquida el Directorio y se coloca la corona imperial, ni uno solo de los Iluminados franceses ha sobrevivido. La transmisión iniciática se ha roto. A partir de ese momento, las conspiraciones contra la Restauración serán asumidas por otras organizaciones republicanas (a partir de 1820 la masonería francesa y europea volverá a destacar como fuerza antimonárquica, junto con nuevas sectas conspirativas: carbonarios en Italia, Francia, España y Polonia, Sociedad Comunera en España, etc.). Pero ¿desaparecieron completamente los Iluminados?
SU PROLONGACION EN EL TIEMPO: NAZISMO Y COMUNISMO
No existe ninguna duda sobre la extinción de la Orden de los Iluminados de Baviere a finales del siglo XVIII. Si bien en el siglo XX, distintos grupos marginales han intentado resucitar la Orden fundado por Weishaupt y Knigge, se trata de intentos insignificantes y anecdóticos, constituidos por individuos de muy escaso relieve y sin ningún enlace con la orden histórica.
Pero es rigurosamente cierto que el espíritu de la "Orden de los Iluminados" fue heredado por otras organizaciones. Distintos historiadores han encontrado similitudes entre el programa de los Iluminados y movimientos tan diferentes como el nazismo y el comunismo.
Fuera de sus diferencias formales, comunismo y nazismo se constituyen como dos formas de totalitarismo. Son, acaso los representantes extremos, de movimientos políticos de masas, encuadradas por una "clase política dirigente" (un partido fuertemente ideologizado y jerarquizado con un encuadramiento y una disciplina férreas). Defienden -como los Iluminados- algo más que un programa político, una concepción del mundo y una revolución que altere los valores dominantes hasta ese momento en la sociedad. Ambos se quieren "expresiones populares de la voluntad de las masas" (Hitler apeló en diversas ocasiones a referendums que le dieron resultados aplastantes; la constitución rusa de Stalin, dice que el Partido Comunista es la "expresión organizada de la voluntad de la clase obrera"). Ambas ideologias mantuvieron corrientes ocultas y subterráneas (en el Partido Nazi la Sociedad Thule, grupo desgajado de la "ariosofía", rama desgajada de la Sociedad Teosófica alemana; el Partido Comunista Ruso contó hasta mediados de los años 60 con la secta "cosmista", de la que hoy empiezan a llegar los primeros datos a Occidente, pero de la que se sabe que su peso fue extraordinario en el momento de desencadenarse la revolución comunista de 1919). El nacionalismo de los nazis aparece por primera vez en la ideología de los Iluminados. Igualmente está presente la noción de explotación de las clases desfavorecidas por los "tiranos" (identificados con la monarquía) en una temática que el comunismo llevará hasta el límite.
Comunismo y nazismo, al igual que los Iluminados, consideraron que la monarquía era su principal enemigo (el comunismo derribó a la dinastía de los Romanov, el nazismo ironizó cruelmente al último emperador alemán y en el libro "Mi Lucha" de Hitler, abundan los ataques a la institución monárquica). Finalmente ambas corrientes intentan alcanzar la "felicidad de la raza humana" mediante el ejercicio de un despotismo excepcionalmente cruel.
El foco inicial del Partido Nazi alemán fue Baviera, la tierra privilegiada de los Iluminados. Munich, la capital bávara, es elegida por Hitler para que la svástica irradiara a toda Alemania. Por cierto que el príncipe de Hesse-Cassel, uno de los asistentes al Convenio de Wilhelmsbad, tras reorganizar el Grado Masónico de los Caballeros de la Ciudad Santa, les dará la svástica como símbolo de reconocimiento. A partir de 1919, la Liga Espartakista agitaba la bandera roja de la revolución comunista. Probablemente el nombre de "Espartaco" hubiera sido olvidado por los comunistas alemanes de no haber sido por que fue el nombre iniciático de Adam Weishaupt. ¿No conmemoraría algún espartakista la fecha de la fundación de los Iluminados en el Día del Trabajo, el 1 de mayo?
[RECUADROS FUERA DE TEXTO]
EL "ILUMINISMO": CLAUDE DE SAINT MARTIN Y MARTINEZ DE PASQUALLY
Habitualmente se confunde la organización de los "Iluminados de Baviera" con el "iluminismo". Se trata, en realidad, de dos movimientos completamente diferentes. En realidad el único vínculo que pudieron tener fue a través del alquimista y rosacruz alemán Franz von Baader, discípulo de Louis-Claude de Saint Martin. Von Baader había formado parte del grupo "Erwckten" (los "despiertos") del que Armand Beyer escribe: "vivían en un estado de felicidad interior por que Cristo estaba en ellos. Decían no conocer el pecado mortal. Solo aquel que está "despierto" puede despertar a otro mediante un beso". Baader, por lo demás, fue iniciado en la masonería en 1793 y prosiguió su militancia hasta su muerte en 1822. Su padre, Ferdinand-María había introducido a Adam Weishaupt en la masonería (logia "Teodoro del Buen Consejo"). Tal es el único vínculo entre las dos corrientes.
Mientras la "Orden de los Iluminados" es un fenómeno fundamentalmente alemán, los iluministas suelen ser franceses. Sus dos teóricos son Louis-Claude de Saint Martin, Martinez de Pasqually y el monje benedictino dom Pernety, fundador del grupo "Iluminados de Avignon".
La diferencia fundamental entre esta corriente y el grupo de Weishaupt es el absoluto desinterés de los primeros en la acción política y la organización de conspiraciones contra las monarquías. Saint Martin y Pasqually desarrollaron métodos -no precisamente simples- para favorecer el "despertar interior". Frecuentemente a los "iluministas" franceses se les llama "martinistas". Su doctrina está directamente inspirada en los estudios del místico sueco Emmanuel Swedemborg.
Pasqually creó la "Orden de los Elegidos Cohens", grupo místico-masónico que se extinguió tras su muerte. Resucitada en 1890 por Gerard d’Encausse, más conocido por su nombre iniciático, "Papus", estuvo nuevamente al borde la extinción, tras el fallecimiento de éste. El conocido escritor Robert Ambelain reconstituyó la Orden en 1942, llamándola "Orden Martinista de los Elegidos Cohens" que aun existe contando con un millar de afiliados. No confundirla con la "Orden Martinista Tradicional", especie de "círculo interior" vinculado a AMORC, la Antigua y Mística Orden Rosacruz, fundada por Spencer-Lewis.
ILUMINADOS Y ALUMBRADOS
Por defectos de traducción, se confunde la "Orden de los Iluminados de Baviera" con los "iluministas" y ambos con los "alumbrados". Estos últimos corresponden a una secta organizada en Europa Central cien años antes de que Adam Weishaupt concibiera su siniestra organización conspirativa.
De carácter cristiano, pero contraria a la jerarquía y a la autoridad de Roma, los "alumbrados" aborrecían de cualquier tipo de práctica religiosa externa. Concebían que el cristianismo debía vivirse interiormente y propugnaban el ejercicio continuo de la oración y las prácticas meditativas para alcanzar un estado de lucidez interior al que llamaban "alumbramiento". De hecho, todas las corrientes místicas insisten en que el éxito de sus prácticas llevan al sujeto a un estado similar al "despertar", que produce una claridad interior y una forma diferenciada y directa de ver el mundo. Mircea Eliade, el famoso historiador de las religiones, ha podido reunir un abundante material sobre las experiencias de la "luz interior", una especie de fogonazo iluminador que sufre el sujeto cuando su aventura espiritual empieza a dar sus frutos.
Lo más sorprendente es que los "alumbrados" tuvieron su origen en España, donde aparecieron en torno a 1509. Resultaron exterminados por la Inquisición pero pudieron extender sus doctrinas por Europa Central. Su principal foco de expansión fue Andalucía. Se sabe de ellos en Guadalajara (1512) y Salamanca (1515). Menéndez Pelayo afirma que hubo colonias "alumbradas" en Guadalajara, Segovia, Madrid, Avila, Toledo y Valladolid. Los focos iniciales estuvieron constituidos por judíos conversos. Puede comprenderse por qué llamaban idolatría a la genuflexión, "palo" a la cruz, etc. En 1544 se produce el último proceso inquisitorial contra una monja "alumbrada" (la clarisa Sor Magdalena de la Cruz). A partir de entonces, los "alumbrados" desaparecerán de la historia de España.
© Ernest Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Se prohíbe la reproducción de este artículo sin indicar procedencia
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