A 40 años de mayo del 68 (XVI de XVI) Epílogo: ni fue como nos lo contaron, ni fue una revolución
Infokrisis.- Llegamos al final de nuestro recorrido y al capítulo de las conclusiones. Hemos podido establecer, como resumen de todo lo dicho, quince puntos a los que nos han llevado las catorce entregas anteriores. Después de 250 folios de análisis, búsqueda de información y revisión de archivos personales, podemos concluir que el título de éste epílogo es correcto: "Mayo del 68 no fue como nos lo contaron, ni fue una revolución". Harina de otro costal es si la proverbial vagancia de muchos analistas e informadores les ha hecho repetir los tópicos que desde hace 40 años vienen repitiéndose sobre mayo 68 o si se limitan a difundir mercancía averiada que ya en su momento fue pura intoxicación. Las conclusiones a las que por nuestra parte hemos llegado, difieren extraordinariamente de las apreciaciones que generamente se han difundido en el cuarenta aniversario de aquellos sucesos. Estas son:
Epílogo
Mayo 68 ni fue como nos lo contaron, ni fue una revolución
15 puntos para una conclusión
1) El movimiento de mayo del 68 fue casi completamente un episodio banal en la historia de los movimientos sociales y en la historia de las ideas políticas. Su impronta “revolucionaria” fue de muy escasa entidad. Ni siquiera puede ser calificado como “motín”; como máximo constituyó una serie de algaradas que tuvieron como denominador común la ocupación de algunas facultades. Si mayo del 68 fue algo desde el punto de vista social, fue un movimiento lúdico con aspecto de aventura iniciática. En una Europa en la que no existían fronteras que indicasen el momento en el que el joven dejaba atrás la adolescencia y entraba en la madurez. En ese momento toda una generación reconstruyó un rito de tránsito que, como cualquier otro rito de este estilo implica: un signo físico (en el caso de los adolescentes africanos, la circuncisión y en el caso de los jóvenes europeos del 68 el dejarse el pelo largo y la barba) y una aventura iniciática (la ocupación de facultades, la toma de la palabra, la manifestación en la calle, el enfrentamiento con la policía o contra otros grupos de jóvenes, la barricada). Como todo rito iniciático, éste también fue breve en el tiempo: duró menos de 40 días, tras los cuales, la inmensa mayoría de contestatarios dio por terminaba su “aventura iniciática” y, simplemente, se fue en junio de vacaciones. A partir de ese momento tendría toda la vida para recordar que habían vivido mayo del 68.
2) No podemos hablar con propiedad de una “ideología de mayo del 68”. Simplemente, no existió. Lo mejor de mayo del 68 (y del período inmediatamente anterior e inmediatamente posterior) fue la reflexión sobre la condición estudiantil que realizaron algunos grupos de estudiantes. No todas las conclusiones a las que llegaron pueden soportar hoy un análisis en profundidad. Una parte sustancial del análisis está lastrado por las consideraciones propias del marxismo. Pero, especialmente, en el inicio del curso 67-68 se produce –no solamente en Francia, sino especialmente en Italia y el año anterior en Alemania- una reflexión sobre la Universidad, sobre su necesaria reforma y sobre los problemas que el estudiante iba a tener al concluir sus estudios. Pero esta reflexión afectó a un porcentaje reducido de estudiantes. En el momento en el que se inician los incidentes, los grupúsculos tienen, en toda Francia, en torno a 1.500 militantes y al terminar no sumaban más de 3.500 jóvenes. Así pues, se trató de un movimiento de minorías que arrastró temporalmente a un porcentaje de estudiantes difícil de evaluar. Como es habitual en procesos de este tipo, la mayoría siguió siendo silenciosa y ni siquiera estuvo identificada con el análisis realizado sobre la condición estudiantil y el papel de la universidad.
3) La “revolución de mayo” es incomprensible sin el gran cambio social que se produjo en el curso de aquella década (Concilio Vaticano II, aparición de la píldora anticonceptiva y de la minifalda que facilitaron la revolución sexual, irrupción de la música pop, aparición de nuevas vanguardias artísticas, irreversibilidad de la sociedad del consumo, guerra del Vietnam, contracultura, etc.). De hecho, lo importante de aquellas fechas, no fueron los incidentes del mayo francés, sino que la verdadera revolución fue el gran cambio social y cultural que se produjo.
4) Cuando se vuelven a visionar las filmaciones de 1968 en las que toman la palabra los líderes de la contestación estudiantil (Rudi Dutschke, Daniel Cohn Bendit, Jacques Sauvageot, Alain Geissmar, Kravetz, etc.) se percibe inmediatamente el tono de autosuficiencia y petulancia que utilizaban propia de adolescentes díscolos y maximalistas que ejercen poses revolucionarias para afirmar su ego, afirmarse como adultos y revelarse contra la “autoridad”, no solamente contra la autoridad paterna, sino contra toda forma de autoridad considerada como una derivación de ésta. Tras esa autosuficiencia lo que se percibe son las consecuencias de una lucha generacional: el mundo ha cambiado demasiado rápidamente y los padres no pueden seguir el mundo de los hijos que no comprenden, en el que no se reconocen y que consideran pernicioso para sus hijos. Éstos, a su vez, han sido creados en la abundancia, super-protegidos y no han vivido los traumatismos de la generación de sus padres (guerra mundial, guerras coloniales, miserias de la posguerra, etc.). Hasta ese momento, todas las revoluciones se habían generado en momentos de crisis y pauperización de las masas, las situaciones de carestía y la incapacidad de los gobiernos para resolverlas habían prendido las mechas de las grandes revolucionarios del siglo XVIII-XX. Sin embargo, en mayo del 68, estamos ante un movimiento encabezado por gente que jamás ha conocido las privaciones ni las situaciones de miseria. No es raro que la búsqueda de los contestatarios se orientase en dos direcciones: una a criticar el mundo de la abundancia construido por el capitalismo avanzado, la otra a buscar desesperadamente a grupos sociales en los que identificasen las situaciones de miseria descritos en los clásicos del marxismo. Pero los obreros, ni eran tan ignorantes, ni estaban tan depauperados como en los tiempos en los que Marx escribió el Manifiesto Comunista, ni existía en la mayor parte de los trabajadores un “espíritu de clase” que supusiera una toma de conciencia anticapitalista y revolucionaria. Observando las entrevistas realizadas a aquellos pos-adolescentes se percibe que para ellos la revolución era una “pose” ejercida simplemente para poder afirmar su personalidad en el mundo de los adultos.
5) Si hubo algo de lo que adoleció la revolución de mayo del 68 fue precisamente, y contra todos sus problemas, de falta de imaginación: los contestatarios no se sentían burgueses, pero tampoco eran proletarios en la medida en que no era ese su papel en el proceso de producción. Eran consumidores, como máximo. Y, además, consumidores integrados, mucho más que obreros alienados. No querían ser burgueses –aunque llevaban una vida inequívocamente de burgueses- y, desde luego, no eran proletarios, porque ni siquiera esta era su voluntad (salvo la de los maoístas que llamaban a sus militantes a proletarizarse ejerciendo 4 horas de trabajo y cuatro horas de estudio). Eran burgueses que no querían serlo y que no sabían como dejar de serlo porque ni siquiera estaban dispuestos a renunciar a sus comodidades. No hubo imaginación, ni agudeza intelectual para crear un arquetipo nuevo que superara al burgués o al proletario. Había modelos intelectuales pero estos estaban implícitos en un tipo de literatura que ya no era la de esa época y que los contestatarios ni siquiera tuvieron la ocasión de conocer. Ernst Jünger o Julius Evola hubiera podido aportar esos modelos pos-burgueses… pero aquella generación fue la primera que vivió de modas: el marxismo fue una moda, los escritos de Marcuse fueron una moda pasajera, manifestarse contra la guerra del Vietnam estuvo tan de moda como los discos de los Rolling o de los Beatles. Incluso el maoísmo estuvo de moda…. Ir más allá de la moda, suponía situarse fuera de los focos de atención oficiales. Por tanto no proporcionaba notoriedad. La mayoría de “líderes” contestatarios de mayo 68 precisaban la notoriedad –y la autoafirmación con la misma ansiedad que se percibe hoy en los castings de El Gran Hermano u Operación Triunfo.
6) Mayo del 68 no aportó nada a la historia de las ideas políticas. De hecho, la generación de mayo fue de una pobreza intelectual mayor que cualquier otra generación anterior hasta ese momento. La prueba es que, una vez pasada el episodio iniciático y su resaca (más o menos larga para unos y más o menos breve para otros), todos los contestatarios que siguieron en política se reciclaron en opciones de izquierda parlamentaria moderada a las que tanto habían criticado y en cuya crítica encontraron su razón de ser. Lo hubo ideología, sino histrionismo en mayo del 68. Si bien no aportaron nada a la historia de las ideas políticas (las vanguardias artísticas estaban aportando eslóganes mucho más brillantes y planteamientos infinitamente más originales desde principios del siglo XX que la docena y media de consignas y carteles que han quedado como iconos de mayo 68) aportan mucho al universo del espectáculo. Sí, porque, a pesar de que Veneigen y Debord habían hecho de la crítica a la “sociedad del espectáculo” el eje de su pensamiento, no es menos cierto que la contestación fue el primer movimiento íntegramente reducido a su mera dimensión de espectáculo que se vio en el siglo XX. Todo en mayo del 68 fue un espectáculo: los eslóganes (completamente irracionales y que al analizarlos evidenciaban su vacuidad absoluta), las barricadas (que no podían tener ninguna eficacia defensiva, pero sí constituían mero espectáculo desde el momento mismo en el que eran levantadas), las asambleas (en donde cualquier actor secundario podía tomar la palabra y vivir sus cinco minutos de fama), las manifestaciones (donde el gregarismo y la agresividad ofrecieron las mejores instantáneas a los fotógrafos), etc. Cada cual pareció jugar un rol en esta gigantesca representación teatral , cada cual pudo tener su pequeño papel que le hizo (y le hace aún hoy, 40 años después), sentirse “grande” e “importante” (¿cuando millones de occidentales siguen viviendo la fantasía de que estuvieron en París en mayo 68 y cuántos cuentan su presunta o real participación en los sucesos taladrando los oídos de sus nietecillos con las historias, siempre mejoradas, del abuelo Cebolleta en las barricadas de mayo?).
7) Mayo del 68 fue una gigantesca representación, a ratos dramática, frecuentemente lúdico-festiva y, muy frecuentemente, banal. Pero el libreto no había sido escrito por los contestatarios. La complejidad de las sociedades modernas excluye por completo el que un movimiento surgido espontáneamente tenga algo de eco. Para que un movimiento tenga eco, precisa, no solamente beneficiarse de un clima socio-cultural y político-económico, sino del concurso e interés de los medios de comunicación, de medios económicos y técnicos, de profesionales de la información que “orientan” a la audiencia según sus intereses (mucho más que según sus preferencias personales). Para que un “espectáculo” tenga éxito en una sociedad compleja como ya lo era la sociedad europea occidental de los años 60 era preciso el concurso de instituciones y centros muy diversos que no estaban ni al alcance de los contestatarios, ni mucho menos tenían el control sobre ellos. A muchos contestatarios les sorprendió su propio éxito que excedía con mucho sus posibilidades reales. Vale la pena recordar que “el sistema” no es un conjunto homogéneo sino que está formado por distintas facciones y grupos que mantienen una posición ventajosa y que buscan afianzar sus ventajas sobre otras facciones. Si mayo del 68 tuvo repercusiones fue sobre todo porque una de las facciones lanzó a los contestatarios contra la otra facción y puso a disposición de estos todo el amplio arsenal mediático del que disponía. Y, no sólo eso, sino que la operación fue planificada desde la privilegiada atalaya de los servicios de inteligencia norteamericanos. Una parte sustancial del libreto fue escrito por ellos. En el momento en que la representación se puso en marcha, otras facciones del sistema intentaron extraer ventajas del espectáculo a pesar de que el copyright no era de su propiedad.
8) Mayo del 68 tuvo beneficiarios que no fueron desde luego los contestatarios. Estos, bastante tuvieron con lamerse las heridas y los golpes de la policía. Básicamente, los efectos directos de mayo del 68 fueron tres: de un lado el debilitamiento de la figura del general De Gaulle (que había retirado a Francia del mando militar de la OTAN y que se había atrevido a pedir un “Québec Libre” frente a un Canadá alineado perennemente a los EEUU). De otro el pasar página definitivamente de la Guerra de Argelia y del episodio de la OAS; De Gaulle pudo asegurarse el apoyo de las unidades francesas acantonadas en Alemania a cambio de la amnistía general para los presos y exiliados de la OAS y de “Argelia Francesa” (y era evidente que los servicios de inteligencia franceses habían exagerado la importancia del movimiento de mayo del 68 hasta el punto de que De Gaulle creyó estar ante un proceso subversivo generalizado y buscar el apoyo de las unidades militares con más capacidad ofensiva). Finalmente, la CIA logro –no solamente en Francia, sino en Italia- hurtar a los Partidos Comunistas pro-soviéticos a sus elementos más jóvenes. Tras los hechos de mayo del 68 y tras los episodios similares que tuvieron lugar en Italia, los partidos comunistas fueron rebasados y superador en las universidades por los grupos ultraizquierdistas. Es evidente que para la CIA el “enemigo principal” en Europa, no eran las formaciones juveniles trotskystas y maoístas (escuálidas por lo demás), sino los partidos comunistas prosoviéticos. Todo esto explica el porqué un movimiento banal que no tuvo apenas importancia fuera de la universidad hasta que la CGT, por motivos muy distintos, declaró la “huelga general”, llegó a alcanzar una desmesurada fama y una atención desproporcionada por parte de los medios de comunicación.
9) Mayo del 68 y la contestación fueron el producto de los operaciones de la CIA organizadas en la primera mitad de los años 60 y que cristalizaron en esa época: la operación MK-Ultra sobre control mental y utilización de drogas psicodélicas con fines de condicionamiento de las poblaciones y la Operación CHAOS programada para debilitar a los partidos comunistas prosoviéticos. En esta operación, el elemento de base era la creación de formaciones comunistas de carácter “marxista-leninistas”, afectas al maoísmo chino, pero también se utilizaron residuos de anteriores operaciones: grupos trotskyas que habían merecido la atención del OSS y del FBI desde los años 30 a causa de su anti-stalinismo. También puede añadirse –como intuición- que los servicios de información nacionales de los países europeos, en el momento en el que se desencadenaron las revueltas universitarias, iniciaron una infiltración en esos medios, especialmente en los que más rápida y fácilmente podían penetrar: los medios anarquistas que facilitaban la infiltración a causa de su rusticidad doctrinal reducida a unos pocos principios tópicos fácilmente asimilables y a la ausencia total de estructuras organizativas y a lo abierto de su encuadramiento.
10) A pesar de que el situacionismo ha sido a menudo considerado como una variante del anarquismo, con interpolaciones marxistas-revolucionarias, lo cierto es que los escasos situacionistas que participaron en mayo del 68 lo hicieron desde las filas del Movimiento 22 de Marzo y en su entorno se encuentra, probablemente, lo más válido y creativo de la contestación. Es en los medios inspirados por la Internacional Situacionista en donde aparece un modelo de análisis que no es reductible a la tradición marxista, en donde se inicia la reflexión sobre “la miseria en el medio estudiantil” y en donde se rechaza tanto el papel de la izquierda institucional como de los sindicatos que se empiezan a considerar como amaestrados. Fuera del situacionismo no es precisamente “imaginación” lo que rebosa el movimiento de mayo. El situacionismo es la única componente verdaderamente creativa de la contestación y la que aporta lo poco que de original hay en ella. El resto de la potencia de revuelta que manifestaron los estudiantes en los primeros momentos de la revuelta, fue pronto absorbido por los grupúsculos maoístas, trotskystas o anarquistas. Estas capillas “revolucionaristas” se inspiraban en las revoluciones de 1789 (revolución francesa), de 1918 (revolución bolchevique) o de 1947 (revolución maoista) que no eran sino la reedición del “libertad, igualdad, fraternidad”, siempre reivindicado y nunca alcanzado en la realidad.
11) Tanto en Italia como en Francia, una parte de la extrema-derecha jugó un papel importante en los sucesos revolucionarios que frecuentemente ha sido eludida por los analistas. De un lado, en Italia, algunos elementos de extrema-derecha contribuyeron a la operación de formación de los partidos comunistas de orientación pro-china y participaron en las ocupaciones y en la agitación universitaria del primer semestre de 1968 en Roma; de otro, los sucesos de mayo tuvieron como desencadenante los choques entre maoístas y miembros del movimiento de extrema-derecha Occident. Así mismo, en algunos episodios de mayor violencia en las barricadas, algunos miembros de la extrema-derecha participaron al lado de los contestatarios. Así mismo, algunos sectores nebulosos de la extrema-derecha internacional –el grupo Aginter-Press- participaron en la creación de opciones maoístas en Europa. En todos estos casos, hay que ver tales actitudes no como provocaciones o actos de entrismo al servicio de la CIA, sino que estaban motivados por la consideración de que China podía ser el factor desencadenante de un proceso de desestabilización en Europa que contribuyera a superar la situación creada a partir de 1945, cuando el continente pasó a estar “tutelado” por los EEUU y la URSS.
12) La contracultura americana, al acabar Vietnam, se profesionalizó y se reorganizó en el movimiento de la New Age al que fueron a parar antiguas feministas, líderes estudiantiles, etc, abandonando cualquier actividad o veleidad política. En Francia, mayo del 68 generó una proliferación de grupos trotskystas que siguieron jugando hasta 1974 un papel extremadamente violento y provocador y, a partir de esa fecha hasta hoy, se reconvirtió en un área que intentó dejar de ser extraparlamentaria con diversa fortuna. Solamente unos pocos anarquistas alucinados intentaron la vía del enfrentamiento directo con el Estado (los GARI) siendo completamente liquidados en 1975. En Italia, en cambio, el estallido de marzo de 1968 generó en los 15 años siguientes una proliferación de grupos terroristas cuya impronta se prolongó hasta 1983, viviendo una nueva situación de estallido juvenil en el “movimiento autónomo” de 1977. En Alemania, tras el sarampión de la Fracción del Ejército Rojo (RAF) que pudo prolongar su existencia hasta 1977-8, el movimiento contestatario que ya se había deshinchado desde 1973, dio origen al movimiento ecologista. En general, los “líderes” de la revuelta estudiantil de 68, tras una paso por la extrema-izquierda, buscaron acomodo en formaciones socialistas de las que en Alemania con Schröeder, llegaron a dirigir, o bien en grupos eco-pacifistas. Este “adaptacionismo” solamente fue posible gracias a la endeblez doctrinal del movimiento de mayo del 68, que, una vez pasado el sarampión revolucionario facilitó cuadros de reemplazo a la izquierda tradicional que tan frecuentemente había sido acusada de “oporutnista” por los contestatarios.
13) En España, mayo del 68 como tal jamás existió, si bien hasta aquí llegó la Operación CHAOS por medio del PCE(m-l) y, posteriormente, del FRAP (cuyo embrión nació en 1965 y que fue “quemado” en 1975,cuando se empezaban a negociar la renovación de los acuerdos bilaterales de España con los EEUU). La universidad española vivió a mediados de los años 60 el desmantelamiento del sindicalismo estudiantil oficial (el SEU) y no conoció erupciones que fueran más allá de la reivindicación de libertades políticas. En aquel momento, la organización más fuerte era el Frente de Liberación Popular que, como es habitual, aportó luego, tanto a la derecha como a la izquierda cuadros, ministros y secretarios de Estado… en España, el curso 1966-67 fue más violento que el 67-68. Se produjeron también mítines de apoyo al Vietcong, choques entre fracciones estudiantiles (extrema izquierda de un lado y Defensas Universitarias de otro). Aquí no estaban los tiempos para “imaginaciones al poder”, ni “prohibido prohibir”. Simplemente, los estudiantes que se movilizaron en aquella época, reivindicaban solamente libertades políticas… si bien es cierto que lo esencial del movimiento de mayo que hemos definido en los primeros puntos (histrionismo, superficialidad, ludismo, ortodoxia marxista, ritos de tránsito, etc.) estaban igualmente presentes.
14) En el año 68 una generación llegó a la mayoría de edad. Eran los que habían nacido en la posguerra europea. No habían conocido ni los bombardeos, ni el miedo, ni los frentes de batalla, ni siquiera las privaciones de la posguerra. Cuando tuvieron uso de razón, Europa estaba en fase de reconstrucción y su adolescencia tuvo lugar en los primeros años de abundancia. Fue una generación hiper-protegida por sus padres que no querían que sus hijos vivieran lo que a ellos les había sido dado vivir. Quienes habían nacido antes de 1940, especialmente en Alemania e Italia, había sido educados en las escuelas del fascismo y del nazismo y los valores que les insertaron en esa época, habían sobrevivido en su cerebro en buena medida. De hecho, Alemania se consideró vencida, pero no “culpable” hasta que la generación del 68 fue ganando protagonismo. A partir del 68 la generación que irrumpe es la de los hijos de la abundancia y de la superprotección. Se afirman mediante la gesticulación revolucionaria. Luego, la propia simplicidad de su ideología les permitirá justificar todas sus piruetas políticas hasta acabar en los partidos más intrascendentes y faltos de imaginación de la izquierda europea, los partidos socialistas y socialdemócratas. La generación de mayo del 68, ni fue la más imaginativa, ni la más activista, ni la más entregada, ni siquiera la más revolucionaria… fue, simplemente, la primera generación resguardada y mimada por sus mayores y la primera que vivió sin guerra y en plena abundancia. El fruto de todo eso fue la mayor simplicidad ideológica y la mayor falta de imaginación de la que hizo gala. La revolución solamente fermenta en la dureza y en las dificultades, en la privación y entre las devastaciones, no entre sedas y viandas abundantes, ni en las playas veraniegas o entre las estaciones de sky.
15) Por todo ello, podemos concluir: Mayo del 68 no fue como nos lo contaron, no fue como nos lo cuentan hoy, ni fue la última vez en la que los jóvenes tomaron la palabra, ni mucho menos, el último acto de rebeldía juvenil. Mayo del 68 fue apenas nada.
© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com
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