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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

La memoria histórica hemipléjica, enésima estupidez de un bobo ilustre

La memoria histórica hemipléjica, enésima estupidez de un bobo ilustre

InfokrisisLa historia nunca perdonará a José Luís Rodríguez Zapatero y a sus aliados políticos el haber cubierto su incapacidad intrínseca para el ejercicio del poder creando señuelos y ejecutando maniobras de diversión como ésta. La Ley de Memoria Histórica no es sino un nuevo aborto legislativo que merece muy poca atención. Los argumentos en contra de esta ley son muchos y multiformes, los hemos resumido para los amigos de infokrisis.

Argumentos en contra de la ley de memoria histórica:

1)   Era innecesaria: desde 1979 los militares republicanos ya había obtenido compensaciones, tanto ellos como sus huérfanos. En tiempos de UCD ya se establecieron dotaciones presupuestarias para compensar en la medida de lo posible los perjuicios causados a los oficiales de carrera republicanos y a sus huérfanos.

2)   Es inoportuna: nuestro país tiene hoy problemas mucho más graves que afrontar en medio de la crisis económica y social que se avecina. Pensar que un país en el que está a punto de reventar la burbuja inmobiliaria, con 6.000.000 de parados, en pleno proceso de desertización industrial y con un problema de modelo de Estado bien presente, pueda dedicarse ahora a “revisar” la historia, constituye un puro sinsentido.

3)   Es hemipléjica: no considera una “memoria histórica” global, sino que solamente alude a los derechos de los represaliados por el franquismo, callando los excesos y desmanes del otro bando. No se entiende por qué, setenta años después de concluida la guerra, se intenta establecer por ley que un bando era asesino y el otro puro y virginal, cuando absolutamente toda la opinión pública sabe que en aquella guerra se cometieron excesos en ambos bandos y, desde luego, los defensores de la República lo van a tener crudo para evitar que la mirada se vuelva sobre los crímenes cometidos en ese bando.

4)   Es inaplicable: en la medida en que los procesos del franquismo están fallados y se atienen a la legalidad vigente en aquel momento. La revisión de todos los procesos de aquella época es algo tan inútil como innecesario y está carente de efectos jurídicos. De la guerra civil emergió una nueva legalidad en función de la cual se dictaron las sentencias. Las leyes van cambiando con el paso del tiempo y lo que en un momento dado es delictivo, deja de serlo en años siguientes. Resulta imposible declarar en bloque “injustas” las sentencias dictadas después de la guerra, especialmente porque nadie duda de que cierto número de condenados lo fueron por delitos de sangre particularmente odiosos. La revisión, juicio por juicio, es una monstruosidad que solamente contribuiría a paralizar aún más los servicios jurídicos de nuestro país.

5)   Es conflictiva: porque  ni siquiera hay líneas claras sobre los símbolos que deben desaparecer obligatoriamente y porque se corre el riesgo de eliminar símbolos históricos o esculturas de interés arquitectónico. Se tiende a pensar que todos los fusilados, encarcelados o represaliados por el bando franquista lo fueron injustamente, y se olvidan los excesos cometidos por el otro bando, lo que lleva a avivar en unos y en otros el recuerdo de la guerra civil y reactualizarla sólo para intentar compensar la debilidad política de ZP. A nadie se le escapa que el intento de ZP, en su esquematismo de manual, de asimilar franquismo – derecha – PP y de otro lado legalidad republicana – izquierda – PSOE. Ese, como todos los esquematismos es falso y mendaz.

Argumentos políticos:

1)    Esta ley obedece a la necesidad de ZP de compensar su debilidad parlamentaria especialmente en el momento del debate presupuestario y precisar el apoyo de IU que aparece como el partido del “carril bici”, cuando en realidad lo único que ha quedado en el PCE es el residuo de nostálgicos de la guerra civil. Algo así como una falange de la izquierda.

2)    El debate sobre esta ley permite a ZP, además, desviar la atención de otros temas de mucho mayor calado: estamos zambullidos en plena crisis económica, con un riesgo de estallido de la burbuja inmobiliaria para el segundo semestre de 2008 y con un PIB hinchado artificialmente gracias a la inyección de 6.000.000 de consumidores en la economía española que han dado la sensación ficticia de crecimiento. Los “logros” económicos son el único argumento de ZP para seguir gobernando… pero ahora ya es imposible ocultar la realidad de la crisis, así que hay que crear espantajos que centren el debate mediático y desvíen la atención. La ley de memoria es uno de estos espantajos.

Argumentos institucionales:

1)    La “memoria histórica” es algo resuelto desde los consensos constitucionales de 1978 que abrieron la presente etapa en la historia de España.

2)    En 1975, la izquierda no tenía fuerza social suficiente para desencadenar una ruptura democrática y en el franquismo ya existía desde 1972-73 una intención de evolucionar hacia formas, más o menos democráticas, especialmente por la necesidad del incipiente empresariado español a ingresar en el entonces llamado Mercado Común. Para eso era necesaria una democracia formal. Así pues, se alcanzaron los consensos que implicaban:

-        Una tabla rasa, sin vencedores ni vencidos: no se producirían juicios de responsabilidades por la gestión de las autoridades franquistas durante el ejercicio de su cargo y a cambio se ofrecía una amnistía general, incluso para delitos de sangre.

-        Un marco jurídico que en el que la izquierda democrática estuviera en condiciones de gestionar el poder en cuanto las urnas lo decidieran, sin limitaciones. A cambio la izquierda reconocía a la monarquía que instauró Franco y renunciaba a la bandera y a las reivindicaciones republicanas.

-        Se aislaba a la extrema-derecha y a la extrema-izquierda mediante maniobras mediáticas y provocaciones: desde el Caso Scala y Montejurra 76 hasta el 23-F y se impedía a ambos sectores extremos el participar en la nueva situación democrática

-        Se evitaba hurgar en el tema de la guerra civil, eludiéndose volver a debatir las responsabilidades: sobre si hubo más o menos fusilados en Málaga o en Paracuellos y si Carrillo era o no responsable de estos últimos (a cambio se le reconocía su papel fundamental en la reconducción del partido comunista por la vía democrática.

3)    Todo esto se respetó hasta que apareció ZP y la falta absoluta de logros en sus políticas (mucho más que sus estúpidos recuerdos sobre su abuelito y demás), hicieron necesario sacar el tema de la memoria histórica del desván y reactualizarlo.

4)    La historia de España ha dado una marcha atrás de 30 años. La irresponsabilidad de ZP puede generar un efecto dominó sobre nuestro ordenamiento constitucional: si una parte rompe el consenso ¿por qué la otra debería respetarlo? En este tema, mucho más que en las cuestiones puntuales del “proceso de paz”, la “alianza de civilización”, la “regularización masiva”, etc., ZP ha mostrado su absoluta incapacidad para gestionar el poder y su falta completa de visión de Estado y de perspectiva histórica.

Argumentos históricos:

1)    El franquismo y la guerra civil son historia. Ocurrieron hace más de 30 años y eso los sitúa dentro de la historia. Haría falta saber por qué no la “memoria histórica” no abarca los sucesos de Asturias y por qué no se empiezan a investigar los asesinatos políticos cometidos en tiempo de la República, o los hechos de octubre de 1934 en Catalunya y Asturias.

2)    La historia no puede estar permanentemente sometida a revisión por ley. La historia es una ciencia que tiene sus leyes y sus procesos. Stalin ya intentó regular la biología a través de leyes dictadas de espaldas a la lógica científica. La investigación científica y la investigación histórica deben estar siempre abiertas, pero no en absoluto reguladas por ley y mucho menos sometidas a dogmas establecidos por ley.

3)    Las guerras civiles son siempre terribles para un país y dejan heridas que es preciso cicatrizar lo antes posible. Un país no puede estar permanentemente enfrentado por cuestiones históricas. A las autoridades les corresponde que el debate histórico sobre los crímenes de los unos o de los otros discurran por canales científicos, no políticos.

4)    El peor escenario es cuando se resucita toda la cuestión de la guerra civil para establecer un nuevo dogma histórico, a saber: que el bando republicano llevó adelante una guerra limpia y humanitaria y que toda la responsabilidad y los crímenes corresponden a los franquistas. Eso es una memoria histórica “hemipléjica” de consecuencias imprevisibles.

5)    Incluso en las profundidades del franquismo se procuró olvidar y superar la guerra civil. No en vano en el Valle de los Caídos fueron enterrados un 55% de muertos del bando republicano y un 45% de muertos del bando franquista.

Argumentos sobre los símbolos:

1)    Ya durante la guerra civil, grupos anarquistas destrozaron todos los símbolos del yugo y de las flechas que encontraron considerándolos símbolos de la Falange cuando eran símbolos de los reyes católicos.

2)    Resulta absurdo que se exija la retirada de los símbolos de los fusilados católicos de las Iglesias con la  amenaza de retirar subvenciones. A eso se le llama chantaje para ocultar una realidad histórica: la de que hubo crímenes también en la zona republicana. Ahora no podemos entrar en la mezquindad de señalar que bando fue más asesino, y mucho menos de establecerlo por ley. Esto es todavía más grotesco cuando se subvencionan placas de homenaje a los muertos del otro bando.

3)    Sobre el Valle de los Caídos vale la pena resaltar su valor artístico y monumental. Más que por “trabajadores esclavos” fue construido por presos que recibían reducciones notables de sus condenas.  El resultado fue una obra monumental de indudable interés artístico o arquitectónico que está ahí y que no debe ser modificado. Es el testimonio de una época y el hecho de que allí descansen los restos del anterior jefe del Estado no implica que deban ser ni desplazados ni destruidos. Bajo la Cúpula de los Inválidos en París se encuentra el féretro del que probablemente fue el hombre más sanguinario de Europa, Napoleón Bonaparte que incendió en continente desde Cádiz hasta Moscú y desde Prusia hasta Egipto. Nadie ha cuestionado nunca la presencia del cadáver de Bonaparte en Los Inválidos, ni siquiera cuando su recuerdo estaba próximo. El franquismo, para bien o para mal, eso lo establecerán los historiadores, supuso 40 años en la historia de España. Y esos 40 años deben recordarse de alguna manera. Un país no puede tener un vacío histórico, además, hemipléjico. La ley de memoria histórica, condenando al franquismo como si se tratara de un fenómeno político actual, contribuye a establecer ese agujero negro en nuestra historia en el cual no se puede penetrar sino es con una predisposición condenatoria. La historia, como ciencia, exige objetividad.

Aspectos contingentes:

1)     No hay ningún partido –salvo los pequeños grupos falangistas o los herederos de fuerza nueva interesado en reivindicar la memoria del franquismo. Mucho menos España 2000 que mira hacia delante y procura dar solución a los problemas reales de la población.

2)      Ahora bien, es preciso reconocer que en 1936 la República era inviable, especialmente a partir de las sublevaciones de Asturias y Catalunya, protagonizados por los socialistas. Los tiroteos entre unas y otras facciones eran diarios. La inestabilidad política constante y el estancamiento económico del país, unido al atraso que se prolongaba desde el siglo XIX, hacían inviable que pudiera despegar el país en aquellas circunstancias.

3)     Debates de este tipo para ser fructíferos solamente pueden ser desarrollados en el ámbito académico y fuera de los condicionamientos políticos o de las conveniencias temporales.

Todo esto puede sintetizarse en cuatro ideas:

-        La consideración de los 40 años de franquismo y de la guerra civil como parte natural de la historia de España.

-        Juzgar a los gobiernos de hoy por los problemas que son capaces de resolver, no por los que son capaces de rescatar y reactualizar, o generar.

-        Superar de una vez y para siempre la simplificación partidista de un conflicto de las dimensiones de la República, la Guerra Civil y el Franquismo.

-        La condena a quienes pretenden mantener viva la Guerra Civil.

Por todo esto creemos poder decir: ¿Ley de Memoria Histórica? No gracias.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

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