La inmigración explicada a mi hija en 20 diálogos. 13. Pero ¿puede solucionarse el problema?
Infokrisis.- La inmigración es un problema que ha llegado demasiado lejos. El hecho de que en menos de 10 años la población de nuestro país haya aumentado un 12% es un hecho sin precedentes en la historia. Aun así y reconocmiento la gravedad del problema, hay que reconocer que todavía puede resolverse, siempre y cuando exista una voluntad política de hacerlo y la fuerza y el prestigio suficientes para acometer esta ingrata tarea. Lo realmente necesario es actuar en dos fases: contener a la inmigración y repatriar progresivamente a los excedentes.
Diálogo XIII
Pero ¿puede solucionarse el problema?
[31 de octubre de 2006]
Tengo la sensación de que el problema de la inmigración ha llegado demasiado lejos y va a resultar muy difícil resolverlo, ¿qué opinas tú?
Tienes en parte razón. El problema ha llegado demasiado lejos, existen entre 24 y 30 millones de inmigrantes en el territorio de la UE y va a resultar muy difícil resolverlo. Ahora bien… difícil no quiere decir imposible y, por lo demás, contra más se tarde en coger el toro por los cuernos y afrontarnos a él con decisión, más se enquistará y más difícil se hará acceder a la solución. Y esto por dos factores: el tipo de inmigración que está llegando a España, no tiene, en su inmensa mayoría, intención de retornar a sus países de origen, sino todo lo contrario: tienen la intención de traer aquí a sus familiares y amigos y ampliar su número de hijos… De seguir así, hacia 2050, estaremos la población inmigrante probablemente sea el 50% de la población española o quizás más. Así pues, o el conflicto se resuelve en los próximos diez años o vamos a entrar en una espiral inmigracionistas que culminará en un clima de convulsión e inestabilidad, en primer lugar, y finalmente, en una situación en la que los propios autóctonos nos vamos a sentir extranjeros en nuestro propio país.
¿Qué crees que puede hacerse?
Hay políticas blandas y políticas de fuerza. Las primeras ya se han ensayado. ZP es la quintaesencia de la blandura, la falta de carácter y la fofez personificada, incluso físicamente, el hombre sin nervio, sin músculo, sin energía interior, que refleja las cualidades de su alma en políticas cobardes y de renuncia por anticipado. Ahora llega el tiempo de las segundas, las políticas de fuerza. Es evidente que con un individuo coriáceo y sin nervio en La Moncloa, políticas de este tipo resultan imposibles de aplicar. Pero son necesarias: por eso, el primer paso para enderezar la cuestión de la inmigración es enviar a las letrinas a ZP en las próximas elecciones. Sea lo que sea lo que venga, desde luego, no será peor.
¿En qué se concretan estas políticas de fuerza que propones?
Mira, el primer paso es la contención, el segundo la reversión del fenómeno. La política de contención es urgente y, si me permites, debe ser brutal, como mínimo de la misma intensidad que el efecto llamada que se ha generado. Hoy vivimos un efecto llamada desconocido en la historia de Europa y generado por las políticas socialistas puestas en marcha desde los años 80 con la primera ley de inmigración aprobada por el gobierno de los GAL y de la corrupción. Si el efecto llamada es un vector de magnitud 10, por ejemplo, la política de contención, como mínimo debe constituir otro vector de la misma magnitud y sentido compuesto 180º. Es así de simple. Un efecto indeseable solamente es contrarrestado por otro de la misma intensidad y sentido opuesto. Eso es lo que llamamos “política de contención”.
¿En qué se concreta? Muy sencillo en iniciativas en los países generadores de inmigrantes. Eso le corresponde a nuestras embajadas. Aunque le parezca imposible a Moratinos, existen temas que nos afectan mucho más directamente que enviar tropas al Líbano o a Afganistán. Nuestros diplomáticos deben dedicar menos presupuesto a recepciones y mucho más a colocar avisos en los medios locales, alertando sobre: 1) cruzar el océano en Cayuko lleva un alto porcentaje de fallecer y 2) si se sobrevive, se retorna al país de origen, expeditivamente. O dicho de otra manera: intentar la inmigración ilegal, es fracasar. De Marruecos a Nigeria es preciso, no solamente difundir esta idea, sino además, hacer todo lo posible para que no haya la menor duda de que se cumple a rajatabla. Cuando en los principales medios de comunicaciones de los países emisores de inmigrantes, se difundan las fotos, día tras día, de los repatriados con cara de haber fracasado, el trabajo de las mafias de la inmigración será estéril.
Facilitar la repatriación al país más próximo al que se ha encontrado el cayuko (no al país de origen). Exigir a los andinos que llegan a Barajas presentación en la terminal internacional el día en que concluya su visado, so pena de ser incluido automáticamente en la lista de busca y captura y perder cualquier posibilidad para regularizarse en España de por vida. Reducir a 30 días la prolongación de los visados. Cortar cualquier tipo de ayuda económica y prohibir la ayuda humanitaria de las ONGs españolas, a los países sobre los que exista la más mínima sospecha de no cooperar en la vigilancia de sus costas o en la admisión de repatriados. Eliminar la figura de la “expulsión por trámite normal”: ciudadano expulsado, ciudadano puesto en la frontera más próxima a su país de origen. Aplicación del tipo delictivo de “fraude de ley”, con la consiguiente pena de prisión, para los que intenten engañar a la administración española alejando su condición de “perseguido político”. No admisión de “refugiados políticos” en España, si no tramitan su solicitud a través del consulado español más próximo a su país. Aumento de penas a los ciudadanos españoles que accedan a colaborar en matrimonios de conveniencia… y así sucesivamente.
Y eso no es justamente lo que se está haciendo, sino todo lo contrario…
Efectivamente. Mira, llama mucho la atención que repatriar a un inmigrante chino –óyelo bien- cuesta casi 4.500 euros. Vuelan a su país acompañados por dos funcionarios de policía y en avión. Y otro tanto a los repatriados a países africanos. Con los inmigrantes andinos no hay tanto problema: son fácilmente identificables sus lugares de origen y, el que llega por Barajas, vuelve por Barajas. En cambio, por algún motivo, el gobierno juzga que quienes entran en cayuko, vuelven el business class… No, eso es demasiado caro. Hay un error en todo esto. Cuando se produce un fenómeno de oleada como el que sufrimos actualmente, no se pueden tener contemplaciones, ni hacer tan cómoda la aventura de retorno que casi constituya en premio de consolación. Vienes por mar, vuelves por mar. Es inevitable y sería muy educativo de cara a la contención del fenómeno, crear campos de repatriación en los que esperarían los inmigrantes de cada nacionalidad a que hubiera contingentes suficientes como para fletar medios de transporte de repatriados a cada país. Es más barato repatriar 2000 inmigrantes en carguero fletado ad hoc, que por goteo en avión. Por otra parte, estoy a favor de que en esos campos para inmigrantes puedan realizarse determinados trabajos para que el inmigrante 1) compense la merma económica que supone la repatriación, 2) pague los gastos que ha generado su estancia y que son perfectamente cuantificables (desde su rescate en mar, hasta su manutención, hasta los gastos de gestiones burocráticas), 3) paguen la indemnización civil en caso de haber cometido algún delito. Es duro, ya lo sé. Te diré más: una medida así, sería durísima. Pero, no por ello, menos necesario. Lo que cuenta es el objetivo: contener la inmigración y desactivar el efecto llamada… eso, o de lo contrario, seguirá muriendo gente en el Estrecho y en el Atlántico. ¿Qué es más duro, volver a tener el próximo año 5.000 ahogados en el mar y así por tiempo indefinido, o bien adoptar medidas excepcionales durante un corto espacio de tiempo (que, por lo demás, no son lesivas ni para los derechos humanos, ni para la vida de ningún ilegal)? En ocasiones, individuos fofos y blandos provocan más desastres que medidas decididas y enérgicas.
Infringir una ley merece un castigo, aunque sea una ley como la de inmigración. Lo que no puede hacerse es premiar la infracción de la ley, con una regularización masiva o con una repatriación dorada, o simplemente con una orden de expulsión “normal” que todos los inmigrantes, sin excepción, consideran papel mojado…
Será necesario modificar las leyes actuales, ¿no?
No necesariamente. Basta con aplicarlas y creer en ellas. ZP no cree en ninguna ley que hable de fronteras. Él es la quintaesencia del político de la era de la globalización. Su diputada Leyre Patín, no hace mucho, cuando le preguntaban si se sentía “española”, respondía: “Yo me siento ciudadana del mundo”… sería bueno que a estos ciudadanos del mundo, fuera “el mundo”, quien les pagara sus caprichos, en lugar de todos los ciudadanos de éste país.
Las leyes están para cumplirse y si la ley de inmigración establece los canales a través de los cuales los inmigrantes pueden acceder a tener permiso de residencia y de trabajo en nuestro país, ese es el camino y no otro. Querer buscar atajos, vulnerar la ley, imponer hechos consumados, no debe ser pasado por alto, ni mucho menos premiado: debe ser observado escrupulosamente, tal como los ciudadanos de este país tenemos que observar escrupulosamente cualquier legislación que nos afecte.
Bastaría, por ejemplo, una breve circular del fiscal general del Estado, para que los jueces dejaran de extender órdenes de expulsión “normales” y se prioricen las órdenes de expulsión por “vía de urgencia”.
Ahora bien, tienes razón en que, en ocasiones, alguna ley se queda corta y no puede afrontar la necesidad de contención que experimenta hoy la sociedad española. Pero componer una ley o, mejor dicho, un decreto, no es algo largo. Basta que exista voluntad política. El gobierno ZP, cuando se ha tratado de defender los intereses de la Caixa de Catalunya y de Gas Natural en la OPA a Hiberdrola, ha tardado solamente un día en emitir el correspondiente decreto, sin embargo, en el tema de la inmigración permanece autista. Esto es intolerable.
Hace falta un decreto ley que establezca que en períodos excepcionales (aquellos en los que fluyen a nuestras frontera más inmigrantes de los que las plantillas de los cuerpos de seguridad del Estado pueden tratar) los escrúpulos de la ley de inmigración en relación a plazos, quedarán sin efecto: la petición –habitualmente, falsa- de asilo político solamente puede tramitarse en consulados próximos al país de origen… no territorio nacional. O bien, cuando conste claramente el país de origen y se capture al cayuco o a la patera el alta mar, inmediatamente y sin más dilación, tras los cuidados médicos y humanitarios necesarios, se procederá a la repatriación del ilegal al país del que ha partido el cayuko. O lo que hablábamos antes: países con los que no existen posibilidades de mantener un diálogo franco y sincero, en lugar del chantaje económico al que nos someten, no tendrán derecho a percibir ningún tipo de ayuda al desarrollo.
Es evidente que algunas de estas leyes deberían ser refrendadas y adoptadas en todo el territorio de la Unión Europea. Bien, pero esto no es un gran obstáculo. Basta con que un país se atreva a plantearlas para que el resto les siga. Hay que tener en cuenta que solamente minorías muy marginales y extremistas, siguen hoy sosteniendo el “papeles para todos”, tan habitual hace diez años, incluso cuatro años. Hoy existe una sensación generalizada de que la inmigración ha rebasado los límites de lo normal para convertirse en un problema.
¿No crees que también habría que multar a los empresarios que contraten a ilegales?
No creo que los patronos que contraten a ilegales sean “peligros públicos”. En realidad, lo que están haciendo es descargar al erario público de subvencionar a inmigrantes ilegales y darles propios medios de vida. No creo que haya que castigarlos… como máximo habría que castigar a los gilipollas irresponsables que aspiran a “solucionar el problema de la inmigración” trasladando en business-class a los ilegales llegados a Canarias y desparramarlos por toda la geografía nacional, especialmente por las comunidades gobernadas por el partido de la oposición… ¿De qué va a vivir un senegalés arrojado sin papeles a Aragón? Obviamente, o el gobierno aragonés lo financia, o bien un empresario se arriesga a contratarlo. Y puesto a asumir una responsabilidad, me quedo con la segunda. Más bien creo que si alguien debería sentarse en el banquillo de los acusados es el bobó –ilustre o no- que se niega a repatriar inmigrantes y que los arroja sin medios de vida en cualquier comunidad.
Los empresarios contratan lo que hay en la realidad… los políticos, en cambio, crean esa realidad.
Supongamos ahora que estas políticas de contención tienen éxito. ¿Y luego?
La energía siempre tiene éxito, la dejadez y el buenismo, en cambio, son el camino más directo al fracaso. ¿Luego? Muy sencillo: los inmigrantes que están, bienvenidos entre nosotros… siempre y cuando muestren afán de asimilarse a la población española, no creen problemas más allá de los que ya sufrimos toda la comunidad autóctona y constituyan una fuerza productiva, no subsidiada.
Ahora bien, en los períodos de vacas flacas a nivel económico, se debe dar la opción a los trabajadores inmigrantes en paro, sobre si quieren percibir de una vez la totalidad de la percepción por desempleo a cambio de retornar a su país. Por que de lo que se trata, a partir de haber logrado “contener” a la inmigración, es de reducirla a las dimensiones necesarias y aceptables para nuestra sociedad. Eso supone entre millón y medio y dos millones y medio de inmigrantes.
También aquí va a ser preciso actuar con máxima determinación: por ejemplo, inmigrante legal o ilegal detenido en flagrante delito, repatriado inmediatamente, sea su primer delito o su milésimo. Inmigrante que permanece más tiempo en paro que trabajando o durante tres meses consecutivos en paro: repatriación. Limitación de la reagrupación familiar solamente a esposa e hijos. Y así sucesivamente. Creo que no es difícil elaborar una panoplia de medidas suficientes como para que el número de inmigrantes en nuestro país adquiera unos límites razonables y saludables para nuestra sociedad.
¿Así que el problema de la inmigración puede resolverse?
Si, miente quien dice que el futuro mestizo es nuestro destino.
© Ernesto Milá – infokrisis – infokrisis@yahoo.es
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