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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

ULTRAMEMORIAS

Un texto de hace 12 años: COMENTARIOS A "LA TENTACION NEOFASCISTA EN ESPAÑA" de Javier Casals (II de II)

Infokrisis.- La segunda parte de este texto está casi completamente consagrada al 23-F y todo lo que le rodeó. En la actualidad dispongo de más datos sobre todo aquello que, en realidad confirman -con pequeñas rectificaciones- lo dicho aquí. Por lo demás, este material ya fue tratado con cierto detenimiento en las Ultramemorias que publiqué en primavera-verano de 2009. No tengo gran cosa que añadir y me he limitado a colocar algunos comentarios entre corchetes. Si acaso valdría la pena rectificar que el nombre del norteamericano que aparece es más probable que perteneciera al Departamento de Estado o algún otro de los múltiples servicios de seguridad norteamericanos, que a la CIA. Sin embargo, no he rectificado ese punto, porque yo en aquel momento tenía esa convicción.

10. EL 23-F Y LA TRAMA CIVIL. ANTONIO IZQUIERDO.

Por algún motivo que desconozco el Sr. Casals que intentó ponerse en contacto con Tejero (el cual muy solícito siempre contesta a cualquier carta que se le envíe, no se dignó responder a las tres que le envió el Sr. Casals) y que logró un amplio intercambio epistolar con Blas Piñar, no quiso conectar con Antonio Izquierdo, de El Alcázar y uno de los personajes claves de la extrema-derecha durante la transición... personaje al que la extrema-derecha debe una parte considerable de su fracaso.

Antonio Izquierdo procedía de la burocracia movimentista. Era un personaje que recuerdo como una mezcla de mitómano y mediocre. Recuerdo en 1983, a poco de haber lanzado Juntas Españolas, cuando se excusó de una reunión diciendo que iba a ver a su "asesor de imagen". Tres meses después volví a verlo, con la misma caspa clamando al cielo sobre el mismo blazer azul marino... Supe entonces que Izquierdo era un mitómano capaz de creerse sus propias mentiras. Otro ejemplo: en una cena que organizamos en Madrid en mi último período de militancia en "Patria y Libertad", Izquierdo presidía la mesa; a un lado se sentaba Jorge Cutillas. Izquierdo, con la mayor frialdad, me dijo que había tenido entrevistas con oficiales de la OTAN que le habían confirmado que los tanques rusos cruzarían el Elba a finales de ese año. Yo intenté explicarle que, la prensa decía justo lo contrario y que los informes de inteligencia demostraban que la URSS empezaba a dar signos de agotamiento. Izquierdo seguía una y otra vez con sus improbables oficiales de la OTAN, así que decidí dejarlo por imposible. La foto que publicó El Alcázar al día siguiente, estaba recortada y era asimétrica. Izquierdo, Cutillas y no recuerdo quien más aparecían, de mí se veía solo el brazo de la cazadora...

Bien, situado el personaje, no hay que olvidar que Izquierdo fue un personaje clave en la trama del 23-F. Creo que no se ha publicado el dato de que su nombre circuló entre los golpistas como futuro "ministro de economía"... a lo cual el editor Vasallo de Mumbert alzó su protesta: "¿Izquierdo? Pero si ha hundido económicamente al Alcázar". En otras palabras: existió un entorno de extrema-derecha, del que el único nombre que salió a la superficie fue el de García-Carrés, que, no solamente querían dar un golpe de Estado, sino repartirse el Estado. ¿Quiénes eran? Digámoslo apresuradamente: mediocridades de extrema-derecha que no habían encontrado sitio en el partido de Blas Piñar, o mejor dicho, que, siendo de muy inferior peso político a Blas Piñar, no siendo nada, no representando nada, habían sido figuras secundarias del anterior régimen. Se querían aprovechar de las masas movilizadas por Blas Piñar. Tras de sí no tenían ni militancia, ni partidarios, ni partido, eran unas pocas docenas de notables, segundones del antiguo régimen que ni entendían lo que estaba pasando, ni sabían verdaderamente que hacer: y no se les ocurrió nada mejor que seguir a los militares que conocían, Tejero el primero. Habían oído que los "militantes" preparaban un golpe y estos besugos se creyeron tan buenos, tan listos y tan inteligentes como para aprovechar la situación y "constituir un gobierno" al que los militares debían entregar el poder. Era absurdo, pero es que los personajillos en cuestión eran igualmente absurdos: en 1978-81, en la extrema-derecha, o bien se militaba en Fuerza Nueva, o bien se era joven y se militaba en alguna liga radical como el Frente de la Juventud, o se era un falangista adoctrinado de buena fe y se militaba en Falange Española... fuera de esto, todo era incoherencia y mediocridad.

Izquierdo estaba hecho a partes iguales de incoherencia y mediocridad. Como director de Arriba logró que tanto la tirada como los lectores disminuyeran notablemente. Ese fue mérito suficiente como para que, apoyado por la Hermandad de Ex- Combatientes, Izquierdo fuera nombrado director de El Alcázar. Nunca apoyó ni a Falange Española, ni a Fuerza Nueva, ni siquiera a las "fuerzas nacionales" en su conjunto, nunca aprovechando que casi llegó a 100.000 ejemplares de tirada, realizó campaña alguna por la unidad de la extrema-derecha, siempre; por el contrario, mantuvo una postura ecléctica y ambigua que, a la postre, jugaba a favor de Alianza Popular.

¿Y qué decir del diario desde el punto de vista técnico y periodístico? Los militantes más conscientes de extrema-derecha en la época debíamos comprar dos diarios: "El País" para estar informados y El Alcázar por aquello de la militancia. Recuerdo un titular espectacular de El Alcázar: "Veintitrés asesinados por los terroristas", titular de primera página, a la grandes carácteres y a seis columnas. Leyéndolo con más calma se veía que los asesinatos habían sido en Filipinas... Otro ejemplo: la noche que estalló la bomba palestina en el restaurante "El Descanso", pasé por el lugar del atentado solo unos minutos después, cuando aquello era, un caos de bomberos, ambulancias, coches incendiados, etc. No era más tarde de las 10:30 de la noche. Poco antes habíamos estado en El Alcázar. A las 9:30, allí no había nadie. Conclusión: al día siguiente, El Alcázar no publicó nada de uno de los atentados más clamorosos de los años 80. Aquel diario, a poco que uno lo conociera, advertía que estaba mal organizado, mal gestionado y mal dirigido. Izquierdo era el responsable.

Lo peor de El Alcázar era su absoluta nulidad en interpretar la realidad política española de la transición. Ni formaba, ni informada, solo deformaba. La extrema-derecha durante la transición fue deformada por la mediocridad de El Alcázar. Cabe a la Confederación de Combatientes, de quien dependía el diario, la responsabilidad de no haber atajado esta situación. En realidad la Confederación leía su diario y... se lo creía. En la tardía fecha del otoño de 1984, durante un mitin en el Colegio Mayor Antonio Ribera, me referí al partido socialista, como "socialdemócratas", en absoluto como los "agentes comunistas" que pintaba El Alcázar. Luego habló Valero Vermejo, primer espada de la Confederación que, en tono paternalista, disculpó mi juventud y haber sido engañado por los cantos de sirena socialistas: el PSOE de entonces eran "agentes de Moscú" revestidos con piel de cordero. Hay que recordar que Blas Piñar disolvió Fuerza Nueva por las deudas y por el miedo que le causaba haber perdido el acta de diputado: "no quiero ser el nuevo José Antonio" le dijo a David Martínez Loza que compartía cárcel conmigo en Alcalá-Meco en febrero de 1983. Temía que los socialistas revivieran las "sacas" y lo fusilaran. No era una opinión única sino extremadamente extendida. Véase otra perla. El testimonio es de primera mano. Y en cuando al teniente general Milans del Bosch, comunicó a otro de nuestros camaradas pocos días después de la llegada de los socialistas al poder que "espero en cualquier momento las "sacas", estoy en paz con Dios". La lectura de "El Alcázar" había generado entre el 1975 y 1981, la ficción de que los socialistas eran "agentes de Moscú", cuando eran todo lo contrario: "agentes de la Internacional Socialista", es decir, del Capital multinacional... como por lo demás demostraron ampliamente en los trece años de su gobierno.

Decíamos que Izquierdo tuvo algo de mitómano. Lo fue hasta los últimos días de su gestión en "El Alcázar" y, naturalmente, lo fue en lo relativo al 23-F. Siempre hemos tenido la sospecha de que el "Colectivo Almendros" jamás existió. Fue Antonio Izquierdo y nadie más (bueno, quizás, el bueno de su adjunto, un ex-CEDADE, pero nadie más). En los libros y estudios escritos sobre la transición, la importancia que tuvo el "Colectivo Almendros" no se le escapa a nadie. Se decía y se dice aún que fue un colectivo militar ultra. Lo dudamos. Quizás algún artículo fuera firmado por algún alto oficial, pero nada más. Y desde luego ni los militares del "Grupo de los coroneles", ni los del entorno de Tejero-Milans, ni los de Armada, tuvieron nada que ver. Izquierdo era la voz de su amo y tuvo muchos amos: cada vez que creía que iba a poder sacar algunos duros de alguien hacía lo que ese alguien pretendía que hiciera. Para Izquierdo jamás existió un proyecto político de extrema-derecha, ni siquiera la necesidad de crear un partido político lo suficientemente fuerte como para tener diputados en el parlamento. No es extraño que Blas Piñar soñara en algún momento en lanzar un diario propio. Si detrás de ese proyecto hubieran estado profesionales, probablemente el partido existiría aun y el diario hubiera eclipsado a "El Alcázar" a poco de aparecer. La cuestión es "¿cuál era el amo de Izquierdo poco antes del 23-F?".

Vamos a contar otra anécdota que vivimos directamente. En 1978 apareció en Madrid un extraño personaje que luego volvimos a encontrar en nuestra peripecia sudamericana. Se llamaba Lewis A. Tambs y era profesor de historia en la Universidad de Waco, Texas. Vestía como una caricatura de agente de la CIA y, además, no lo ocultaba, sino que daba las insinuaciones suficientes como para que se pensara que, efectivamente, era un importante agente destacado en España. Tambs no era ningún mitómano, su nombre fue suficientemente conocido años después por ocupar cargos oficiales siempre en América Latina. Era un hombre bien informado y de una excepcional agudeza política. Nada más lejos de Izquierdo. Su excusa para introducirse en la extrema-derecha era el haber escrito un libro sobre la División Azul. Fue recibido por todas las instancias de extrema-derecha, incluso por las golpistas... Somos testigos.

11. EL PAPEL DE LA CIA, JAMAS CONTADO...

En agosto de 1978 tuvo lugar en Madrid un extraño seminario organizado por las "instancias clandestinas" de la Confederación de Combatientes. Fui invitado como miembro del FNJ junto a otros camaradas de Canarias, Galicia, Euzkadi y Cataluña. Se trataba de crear una organización clandestina, golpista, que englobase militantes de otras organizaciones. Era aquello tan típico de: “monta el partido tú que me aprovecho yo”. La cosa estaba dirigida por un personajillo de tercera fila, de procedencia carlista, cuyas iniciales eran Emilio M. de B. Aquello sirvió para patearse unos cuantos cientos de miles de pesetas de la Confederación y a nosotros para pasar unos calurosísimos días en Madrid que aprovechamos para entablar relaciones con otros grupos. Resulta que tras esta red estaba un militar en activo que nos recibió al concluir el curso, uno a uno, para ver nuestro grado de compromiso. Aquello era poco serio. El curso fue una desastre y las conferencias y seminarios, más que mediocres, simplemente una sarta de estupideces dadas por golpistas de pacotilla. La única conferencia que valió la pena fue la de Lewis Tambs. Fue mi primer contacto con la geopolítica que con el tiempo he ido reforzando.

Era evidente que Tambs había llegado a España para sondear las posibilidades reales de los medios de extrema-derecha de dar un golpe de Estado. La cobertura del libro sobre la "División Azul" le sirvió de excusa para introducirse en todas partes y llegar incluso a esta reunión tan clandestina que comentaba. Era especialista en temas latinoamericanos, había "trabajado" en Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia. Y no eran baladronadas: conocía y muy bien detalles que luego, años después, pude confirmar sobre el terreno. Por lo demás Tambs fue luego "embajador de choque" en Colombia: él lanzó la primera campaña psicológica contra los "narcos". Al producirse el golpe de García Meza en Bolivia, el "Diario" de La Paz recibió un amplio artículo... sobre geopolítica, donde Tambs exponía las mismas ideas que nos comunicó en el curso de Madrid. Es más, fue uno de los inspiradores de la campaña contra los "narcoterroristas"... es decir, !contra nosotros!.

Tambs, naturalmente, fue entrevistado por "El Alcázar" y, lo de menos fue lo que publicó el diario. Es fácil suponer que un agente experimentado supo extraer a Izquierdo todos los datos que necesitaba.

La cuestión es: ¿la CIA estaba interesada solamente en analizar las posibilidades golpistas en España? ¿o tenía algún otro tipo de interés? Nosotros intuimos esto último. Para analizar las posibilidades de golpe en España bastaba solo con los agentes de plantilla en la antena de la CIA en Madrid, en absoluto era necesario enviar un peso pesado. Los informes que se podían elaborar con poco esfuerzo eran suficientes para realizar un seguimiento rutinario. Tambs, en realidad, era un imán: él mismo se presentaba como lo que era, insinuándolo de una manera tan poco sutil que hasta los tontos que dirigían "El Alcázar" captaron su función. Antes de seguir hay que decir otra cosa.

12. SOBRE LAS CONCEPCIONES GOLPISTAS DE LA EXTREMA- DERECHA

Lo más curioso es que salvo un pequeño grupo de extrema-derecha, entre los que me encontraba y un cierto número de cuadros militares, la extrema-derecha de la época era presa de las concepciones golpistas difundidas por la izquierda. Se creía que el golpismo de extrema-derecha se basaba en la "estrategia de la tensión": había que hacer contra más atentados mejor para subir al poder. Se había hecho en Chile, se pretendió hacer en Italia y se estaba haciendo en esos momentos en España... Error total. La "estrategia de la tensión" no la provocamos militantes de extrema-derecha, sino el Poder: generando terrorismo de derechas y de izquierdas se lograba que la mayoría se plegara bajo el paraguas protector del poder establecido en busca de seguridad. Hasta que el consumismo, la sociedad tecnológica y las comunicaciones, no hicieron que la población se encaminara borreguilmente hacia el "pensamiento único" y el "centro amplio", en los años setenta y principios de los ochenta, la "estrategia de la tensión" generó efectos parecidos.

En 1987 me vino a ver Antonio Asiego, entonces uno de los hombres de confianza de Tejero. En esa tardía fecha me habló de que un grupo de oficiales estaba preparando un "golpe de Estado". No había nada de nada y la cosa era tan chusca como grotesca. Tanto que merece ser contada.

Debió ser hacia abril o mayo de 1987. Yo acababa de cumplir mis 14 meses de cárcel y, de tanto en tanto, me venía a ver gente enviada por servicios de información para sondearme. Así que cuando me llamó Asiego, a quien no conocía pero cuya "fama" le precedía, me preparé para alguno de estos intemperantes. La cosa resultó mucho más grotesca de lo que intuía al principio. Asiego, sostenía en 1987 que había oficiales dispuestos a "hacer algo". Acudimos a ver a Tejero -hay que decir que en esa época, yo ya había abandonado cualquier tipo de militancia, pero seguía de cerca la evolución de la extrema-derecha. Incluyo fui a Madrid con Bernardo Sánchez a buscar los famosos "autobuses de Tejero" que estaban abandonados en un descampado y había comprado Alberto Royuela... Asiego me preguntaba si yo le podía presentar "capitalistas", que entregaran dinero "para la causa". Por supuesto no le presenté a nadie. Estaba seguro de lo que hubiera pasado después... Pero juzgué interesante seguir la trama. Un buen día de mayo de 1987, Antonio Asiego, Bernardo Sánchez y yo subimos al Castillo de Figueras donde estaba preso Tejero. La conversación a la que asistí fue todo un portento del nivel político del golpismo español. Atiéndase bien:

La conversación empezó con un informe de Asiego a Tejero: "el gallego está bien, está de acuerdo en lo de Libia solo que pide 200 millones de pesetas para su mujer y sus hijos". En ese momento Tejero exclamó: "Si es que Jaime siempre ha sido un soldado de fortuna". En síntesis: Asiego afirmaba haber viajado a Libia y haberse entrevistado con Ghadafi (le pregunté: "¿en qué idioma hablabais?" me dijo: "por señas; él -Ghadafi- me decía, nosotros somos como vosotros, moros", "¿y dónde os reunisteis?", respuesta "En una jaima, en el desierto". Asiego era otro mitómano, no había visto a Ghadafi más que en fotos y tuve ocasión de comprobarlo por vías más directas, a través de un periodista italiano amigo del líder libio. Por cierto que el Señor Casals en su libro no menciona para nada un episodio capital de la crisis de la extrema-derecha: los contactos del coronel de Meer con Libia y los contactos de Izquierdo (a través de Gullón Walker) con Arabia Saudita. A reseñar solo que el "escándalo De Meer", coincidió en el tiempo -en la misma semana- con la providencial desarticulación del grupo seudoterrorista seudopalestino "La llamada de Jesucristo". En EE.UU. estas dos acciones tuvieron gran repercusión en los medios de comunicación. Se trataba de dos provocaciones encaminadas a hacer digerible el bombardeo de Trípolí por los cazabombarderos de la VIª Flota. El cómo se gestó la provocación no es éste el momento de relatarlo minuciosamente.

Volvamos a la entrevista con Tejero a la que fui testigo: Asiego afirmaba haber “pactado” con Ghadafi el establecimiento de un gobierno español de extrema-derecha en el exilio que estaría presidido por Jaime Milans del Bosch. Según Asiego, consultado Milans por él, respondió afirmativamente... sólo quería 200 millones para "su mujer y sus hijos". Milans que hasta entonces se había negado a pedir el indulto, se manifestaba -siempre según Tejero- ahora partidario de hacerlo para ser puesto en libertad y exiliarse a Libia... Resultaba evidente que Asiego buscaba la llave de los fondos que se creía que tenía acceso Tejero y que durante años había recogido la Asociación de Mujeres de Militares para los presos del 23-F que estos jamás aceptaron. Resulta, así mismo, fácil suponer que el dinero se hubiera perdido entre la prisión militar de Figueras y la de Galicia donde se encontraba Milans. Todo era, en definitiva, una pura invención de Asiego con fines lucrativos. Lo más curioso es que solamente yo le dije que no me lo creía, intenté convencerles a él, a Tejero y a Bernardo de que la política libia en el Mediterráneo no iba a enturbiarse por albergar a un gobierno español en el exilio. Inútil. A partir de ese momento, Asiego se preocupó de calumniarme en el entorno de Tejero, aduciendo mis "contactos con la prensa". Calumnias que Tejero creyó a pie juntillas.

Pues bien, para Asiego en 1987, las concepciones golpistas que me vendía eran tan primitivas como estúpidas: hacer atentados para acosar al Estado y abrir las puertas a los militares. Asiego no había leído ni a Curzio Malaparte, ni a Trotsky, ni siquiera La Salamandra de Maughan. Por no leer apenas había leído nada, lo cual es comprensible y disculpable; lo peor es que no había aprendido nada en 10 años de militancia. Cuando ese filón se agotó, Asiego pasó al entorno del pobre Ruiz-Mateos, a quien, por supuesto, también embarcó en aventuras que terminaron mal para mister Rumasa. Pero esta es otra historia.

13. SOBRE EL 23-F Y LA INTELIGENCIA QUE ESTUVO DETRAS

Básicamente estoy de acuerdo con la tesis del Sr. Casals sobre el 23-F. En realidad, buena parte del material que utiliza ha sido entregado por mí y el Sr. Casals lo ha transcrito con buen rigor. Ahora bien, quedan algunas cosas por decir y quizás algo por clarificar.

Quiero explicar, en primer lugar por qué di las informaciones al Sr. Casals. Siempre he tenido la convicción de que el golpe del 23-F hubo un muerto: Juan Ignacio González, secretario general del Frente de la Juventud. Defender la memoria de mi amigo y camarada asesinado era para mí un deber. En segundo lugar, la historia. Hoy el 23-F es historia. Y permitir que el episodio pasara a la historia con la versión oficial me parece una tropelía para con la memoria histórica. En último lugar, nosotros -los antiguos militantes del Frente de la Juventud- solo tenemos algunas claves del 23-F, no todas. Creo recordar que la frase "testimonio único, testimonio nulo" que cita el señor Casals al iniciar el capítulo, fui yo quien se la recordé al penetrar en este escabroso tema. Así pues, yo era consciente de que mis informaciones, aun dando lógica al contexto del 23-F podían ser malinterpretados como la enésima mitomanía que ha producido la extrema-derecha. Aun así valía la pena porque lanzando a través del libro del Sr. Casals una piedra en el estanque, podían provocarse reacciones y salir a la superficie más testimonios, no solo que validaran el mío, sino también que contribuyeran a clarificar más lo que pasó en aquellos penosos días. A decir verdad, en el momento actual, el libro no ha suscitado comentarios, ha sido ignorado por completo por los medios, aun a pesar de haber sido editado por una prestigiosa colección, de una no menos prestigiosa editorial. Para muchos medios de comunicación, la versión oficial del 23-F es un dogma a mantener y sostener por encima de cualquier respeto a la verdad. Allá ellos...

Dicho pasemos al análisis del 23-F.

14. CONTEXTO DEL 23-F

1º. Desde 1976 resultaba evidente que la democracia española no se podría estabilizar mientras los extremos fueran fuertes. Así pues ese salchichón que era la "sociedad política" española debió sufrir la amputación de sus extremos: los anarquistas a la izquierda y otros grupos marxistas y la extrema-derecha. Desde 1976 se advierten acciones por parte de los servicios de seguridad del Estado para aislar, criminalizar y provocar a estos grupos: "Caso Scala", "Caso Atocha", "Caso PCE(i)", "Caso Cesarsky", etc.

El Sr. Casals en su libro cita varias provocaciones contra la extrema-derecha. Por casualidades de la vida, años después alquilé una masía próxima a Vich junto con el Secretario General de la CNT, Pepe Ros; tuvimos horas y horas para sincerarnos y contar cada uno cómo vivió aquellos años de plomo. Ambos sectores del espectro político fuimos barridos cuando el Estado generó una violencia artificial de la que nos responsabilizó.

2º. Desde 1978 resultaba evidente que existía descontento militar que, poco a poco, podría coagularse en redes golpistas. El "Caso Galaxia" fue un primer intento, pero existían otros muchos más serios. En especial el llamado "Grupo de los Coroneles", algunos de cuyos líderes tenían suficiente (y reciente) experiencia política como para liderar una iniciativa golpista a la chilena a medio plazo.

Si se quería preservar "la democracia" había que evitar que las redes golpistas se coagularan: había que desmantelarlas cuando aún estaban en embrión. Pero en 1979 ya se contaba entre los descontentos con nombres de prestigio, no se trataba de desmantelar un nuevo "Caso Galaxia", sino de cortar para siempre la posibilidad golpista.

3º. A nivel internacional, España no estaba integrada en la OTAN, pero era cuestión de tiempo. Se vivían los peores momentos del enfrentamiento Este-Oeste y España debía integrarse en la OTAN para dar profundidad a la Alianza Atlántica, como zona de repliegue en caso de asalto soviético. Pero un golpe de Estado en España hubiera generado un rechazo en la OTAN al nuevo régimen español y hubiera neutralizado la Península Ibérica para satisfacción de la URSS.

Esto explica el interés de la CIA en destacar a uno de sus agentes a España y explica, sobre todo, donde se encontraba la "inteligencia organizadora" que no reconocemos en ningún estamento español.

4º. La situación española en 1980 era catastrófica: el terrorismo de ETA, incontrolado, desafiaba al Estado, el partido del poder se deshacía como un azucarillo, había no solo vacío de poder, sino ausencia de todo poder, toda esta inestabilidad se traducía en crisis económica y caos financiero. La inflación en la época era de infarto. Los niveles de abstención eran altísimos y, finalmente, amplios sectores sociales empezaban a pensar que esa democracia que no terminaba de estabilizarse, no era lo que se les había prometido.

15. OBJETIVO DEL 23-F

Así pues, los principales objetivos del 23-F fueron:

1º. Estabilizar de una vez y para siempre la democracia española, renovando el entusiasmo de la mayoría por el sistema política.

2º. Desmantelar de una vez y para siempre las redes golpistas sin que tuvieran la posibilidad de reconstruirse y sin provocar una reacción en cadena en los estamentos militares.

3º. Dejar expédito el camino a los socialistas para llegar al poder sin traumas y para que pudieran integrar España en la OTAN.

El enunciado de estos puntos ya implica el que vemos el 23-F, no tanto como un golpe sino como un antigolpe. Si hubo un golpe éste fue contra la extrema-derecha.

16. CENTRO POLITICO GOLPISTA

¿Dónde identificamos el centro politico golpista? ¿la Casa Real? !por favor! ¿UCD? bromas, no, gracias... ¿Entonces? Es bien simple: el antigolpe del 23-F es una maniobra típica articulada por servicios de seguridad del Estado bajo la dirección de la CIA, a uno de cuyos agentes en España hemos identificado, rondando el ambiente golpista y cuyo interés directo (por la ampliación de la OTAN) ya hemos comentado.  

17. ESTRATEGIA GOLPISTA Y ANTIGOLPISTA

1º. Aprovechar los distintos proyectos golpistas, inmaduros unos (Tejero, Milans), utópicos otros (Armada) o en embrión (San Martín), ligándolos mediante un ficticio hilo conductor que, en buena medida se había tejido así mismo.

2º. Superponer a estas distintas tramas inconexas de tipo golpista, otra, el antigolpismo, tal que maniobrara los hilos.

3º. Comprometer en una acción grotesca a un grupo reducido de oficiales, lo suficientemente significativa y de manera lo suficientemente clara como para que su posición ante la opinión pública y los medios de comunicación fuera insostenible e indefendible, y, sobre todo, lo suficientemente impactante como para disuadir a otros oficiales de seguir por ese camino. En otras palabras: se trataba de hacer saltar la liebre para cazarla mejor, y hacerla saltar cuando aun no era lo suficientemente adulta como para correr.

18. MAPA GOLPISTA

En 1984 en la entrevista que Vázquez Montálban incluyó en su libro "Encuentros con gente inquietante" ya tuve ocasión de insinuar algo de todo esto: existían distintos estratos golpistas que no estaban unidos ni por objetivo, ni por motivaciones, ni por provecto. Básicamente eran:

- Sector ultra: Tejero. Partidario del golpe cívico-militar, apoyado sobre grupos de extrema-derecha. A este círculo se vinculaba García Carrés y el proyecto de formar un gobierno ultra del que Izquierdo debía ser "ministro", tal como hemos comentado antes.

- Sector duro: Milans. Partidario del golpe militar-militar, sin participación civil y sin partidos ultras. A este golpe seguiría un gobierno militar, una dictadura pura y dura sin más problemas.

- Sector concentración: Armada. Partidario del golpe militar- constitucional, sin extrema-derecha y contra la extrema-derecha. Proyecto: gobierno de concentración nacional que salvara a la monarquía que se creía en entredicho.

- Sector embrionario: San Martín, grupo de los coroneles. Sin proyecto político definido en la época. En cualquier caso hubiera sido un golpe "carreriano", de Carrero Blanco, que muy probablemente hubiera reemprendido el diseño político que estableció el Almirante Carrero a principios de los 70: democracia vigilada -transición a la chilena- sin comunistas y con cierta participación de la extrema-derecha "presentable" (Derecha Democrática Española, Alianza Popular)

Finalmente se encontraba el "antigolpe" que identificamos en un sector de los servicios de seguridad del Estado que recorrían transversalmente los sectores que antes hemos mencionado.

19. TACTICAS

- Táctica golpista:

1º. Un núcleo militar no identificado por nosotros tomó a fines de noviembre de 1980 contacto con el Frente de la Juventud, a través de uno de sus responsables en Madrid, hijo de un alto mando militar. Se le propuso, textualmente, que un comando del Frente tomara el Congreso de los Diputados. No todos los responsables del Frente fueron informados. Durante unas semanas, un sargento del entorno de Tejero, se reunió con uno de nuestros militantes y juntos repasaron el famoso dossier sobre el Congreso de los Diputados. Todo el guión que este camarada pudo ver, se correspondía con lo que luego protagonizó Tejero: luego, el plan era el mismo, solo que fue protagonizado por otros actores.

2º. La táctica golpista consistía en generar una situación ficticia de terrorismo no identificado -en el dossier al que tuvo acceso nuestro camarada se especificaba que los militantes entrarían "armados, encapuchados y sin signos externos", en otras palabras se les pedía que su acción fuera de terrorismo no identificado: ¿ETA? ¿los GRAPO? ¿la extrema-derecha? ¿los anarquistas? No hay terror más eficaz que aquel cuyo origen se ignora- que apuntara a las alturas del país y ante la cual las Fuerzas Armadas -en su calidad de baluarte de la lucha antiterrorista- se vieran obligadas a salir a la calle y salvar a España. Era evidente que el grupo que entrase en el parlamento quedaba sacrificado por que la idea del núcleo golpista no era identificarse con la extrema-derecha, sino actuar a causa de una acción terrorista de la extrema-derecha. Para salvar la cara de ese grupo se preveía un avión en Barajas que llevaría al comando a Argentina o Chile.

Desde el punto de vista del Frente de la Juventud, entrar en el parlamento y retener a los diputados, hubiera significado ser dueños del guión y, si bien, se tenía conciencia de que el plan adolecía de puntos débiles y era bastante inviable, e incluso se temía una provocación, lo cierto es que se decidió seguir adelante para ver hasta donde llegaban estos contactos, siendo conscientes de que en caso de negativa, el núcleo militar buscaría otros contactos y nosotros perderíamos el tren de lo que estaba ocurriendo. Por lo demás siempre se estaba a tiempo de decir "hasta aquí hemos llegado y ya basta".

¿Qué datos objetivos avalan esté diseño táctico? El Sr. Casals lo recuerda:

a. La compra de decenas de casacas militares en el Rastro de Madrid por parte de Tejero en el mes de noviembre de 1908.

b. La compra de seis autobuses a Martín Berrocal, el promotor de boxeo, por parte de Tejero y con un crédito firmado por su mujer.

c. El que el camarada que tenía el contacto con el suboficial que propuso la acción, sabía el 17 de febrero de 1981 lo que iba a ocurrir en el Parlamento, tal como comentó a su compañero de celda, Pepe de las Heras.

d. El que sólo esta hipótesis contribuye a dar una explicación coherente a lo que ocurrió el 23-F.

- Táctica antigolpista:

La táctica antigolpista consistió en varias iniciativas demoledoras:

a. Infiltrar las redes golpistas de miembros de la Seguridad del Estado. Mientras estas redes estaban fracturadas horizontalmente, la Seguridad del Estado tenía una visión transversal de lo que ocurría en cada estrato y como manipularlo.

b. Desmantelar el grupo que tenía asignada la toma del Congreso de los Diputados y

c. Convencer a Tejero de que "por seguridad" fuera él mismo y en persona quien asumiera la acción del Congreso.

d. Preparar cuidadosamente el "día siguiente".

Inútil recordar qué militares y miembros de la Seguridad del Estado se infiltraron en las redes golpistas. Dos fueron procesados en el juicio de "Campamento"; pero no eran los únicos. En Barcelona pocas semanas antes se registraron visitar de oficiales del ejército adscritos a determinado servicio que sondearon a notables de la extrema-derecha más civilizada. Los enviaba el General Armada desde Lérida.

El grupo que tenía asignada la toma del Congreso, el Frente de la Juventud, fue desmantelado de un plumazo:

- El 14 de noviembre yo fui acusado de colocar la bomba en la Sinagoga de París. No tuve absolutamente nada que ver [el verdadero culpable fue identificado desde el primer momento y finalmente detenido, ¡en agosto de 2008!, perteneciendo a un red de terroristas palestinos. Añadido 9.10.10]. La bomba fue palestina, como ya se sabía a las pocas horas del atentado. Sin embargo, la noticia de mi responsabilidad corrió por Francia y me obligó a alejarme. Es muy duro ser sospechoso de haber matado a cuatro personas, créanme. Yo hoy conozco el rostro de la persona que orquestó la maniobra y conozco el organismo al que pertenecía en la época. Así que por mi parte no tengo dudas de lo que ocurrió y por qué ocurrió. Los datos falsos sobre mi responsabilidad en el atentado consistieron en un dossier que incluía unos pocos datos policiales y sobre todo la declaración de un abogado de Barcelona, Ramón Graells [colaborador de la policía de Barcelona desde finales de los 60 cuando estaba unido por lazos de amistad con la familia Creix, cuyos dos hermanos, como recordarán los demócratas que pasaron por Vía Layetana en aquellos años, eran jefes de la Brigada Político-Social; Graells estaba especialmente unido al hijo de uno de los Creix. Añadido 9.10.10] que fue dirigente del FNJ y que, al tener que huir de Barcelona a raíz de la manifestación ilegal del Frente en junio de 1980, fue a declarar voluntariamente contra mí, convencido de que la policía lo buscaba a él. El por qué creía que lo buscaban es simple: el día que huí de la policía saltando por la ventana de mi casa, casualmente me encontré poco después a Albert Viladot, entonces joven periodista que pocos años después sería director del diario Avui, desgraciadamente fallecido y con el que, en sus últimos años, me unió una buena amistad. Comuniqué a Viladot que había una redada contra la extrema-derecha. Viladot que me conocía a mí y a Graells se confundió y publicó al día siguiente en El Periódico que la policía buscaba a un "joven abogado de extrema- derecha". El abogado era Graells. Eso le llevó a pensar que la policía lo buscaba y fue voluntariamente a declarar a la policía. Se comportó como un cobarde y un traidor, pero esto es lo de menos y allá él con su conciencia. Por lo demás no sería la última de sus tropelías.

El dossier sobre mi responsabilidad en el atentado de la calle Copérnico de París. Se intentó publicar en L'Aurore, luego en Le Figaro y, finalmente, solo fue aceptado por el muy estalinista L'Humanité del Partido Comunista de Francia. Prensa creíble donde las haya. Luego, algunos medios se vieron arrastrados por la campaña, sobre todo en España. El correo fue un sindicalista de la Unión Sindical de Policías, sindicatos de izquierda de la policía española, que entregó el dossier a un policía sindicalista francés, el cual intentó "colocarlo" en varios medios hasta que llegó a ese panfleto pervertido apto solo para tontos, que era L'Humanité.

- quince días después era asesinado al llegar a su domicilio, a altas horas de la noche, Juan Ignacio González. El Sr. Casals olvida decir que tres horas después del asesinato, Radio Nacional ya tenía una versión de lo que había ocurrido: "se trata de un ajuste de cuentas entre miembros de la extrema-derecha". No y mil veces no. Si hubiera sido algún miembro del Frente, el crimen se hubiera esclarecido poco después, como veremos. Lo que sí es cierto es que desde el primer momento un tal "Cocoliso", personaje que rondaba el Frente, antiguo infiltrado en ETA y siempre ambiguo, pero trabajando para los servicios de seguridad del Estado, intentó que las sospechas recayeran sobre uno de nuestros camaradas. "Cocoliso" había acompañado aquella noche a Juan Ignacio y a los otro camarada y sabía cuáles eran sus pasos esa noche. Lo cierto es que el camarada al que acusó fue uno de los que más lamentaron la muerte de Juan Ignacio a quien le unía una gran amistad.

Niego rotundamente la afirmación del Sr. Casals de que Juan Ignacio trabajara para alguien más que para el Frente. En aquella época, todos teníamos contactos con personajes más o menos turbios. Era una regla del juego y todos lo sabíamos. La cuestión no era con quién se hablaba, sino sobre lo que se hablaba y a lo que uno se comprometía. Y Juan Ignacio jamás traicionó al Frente. Todos teníamos muy claro que no era cuestión de trabajar para servicios de seguridad del Estado, creados, entre otras, con la función de destruir nuestro ambiente político. Lo que sí es cierto es que Juan Ignacio había tenido buena amistad con un policía relacionado con la muerte del etarra Arregui y cuyo nombre voy a obviar. Los antiguos militantes del Frente estamos convencidos de que gracias a esta amistad se creó una barrera protectora en torno al Frente. No es ningún secreto -y el Sr. Casals lo cuenta porque nosotros mismos lo comentamos- que el Frente se financiaba con "golpes económicos". Y esto duró durante años. No todos los grupos que realizaban este tipo de acciones tuvieron suerte, ni la discreción necesaria. Que a nosotros nos conste, desde principios de 1980, había demasiada gente que conocía el sistema de financiación del Frente. Necesariamente, la policía debía conocerlo igualmente. Y sin embargo, no pasó nada.

No es raro que el CESID pensara en aquella época que el Frente "trabajaba para la policía". Y sin embargo no era así. Pero en aquel ambiente de confusión, recelos y caos, era frecuente que se produjera este tipo de malentendidos.

Entre la muerte de Juan Ignacio y la desarticulación del Frente median tres semanas. En otras palabras: solo la muerte de Juan Ignacio permitió la desarticulación del Frente.

- A principio de 1981 se producía la desarticulación total de los grupos de acción del Frente y su desmantelamiento total. A partir de aquí el Frente no pudo reconstruir jamás su estrategia, ni su aparato organizativo. ¿Por qué se desarticuló el Frente en ese momento y no antes, un año antes por ejemplo? Por dos motivos: porque, hacerlo a mes y medio vista del 23-F impedía que los golpistas encontraran y formaran otro grupo de acción para tomar el Congreso de los Diputados y por qué, con Juan Ignacio asesinado, se rompía el cordón protector que hubiera podido disuadir a la Seguridad del Estado de emprender una tarea represiva, ante la amenaza de desvelar operaciones, manejos, maniobras, etc. que habían protagonizado desde la transición.

Así pues en poco menos de un mes y medio, la troika dirigente del Frente (Juan Ignacio, Pepe Las Heras y yo) habíamos sido barridos de una forma u otra. Y luego vino el 23-F. ¿Quién fue la persona que convenció a Tejero de que protagonizara él, personalmente, la toma del Congreso. ¿Por qué Tejero en persona? Por qué pertenecía al entorno golpista, porque su físico era inconfundible y por qué ya había protagonizado el caso Galaxia. Se puede decir que Tejero era en 1981 el Guardia Civil cuya foto había sido más conocida en toda España. Si los Capitanes Generales comprometidos con el golpe, esperaban la tarde del 23-F a las 6:22, una "acción terrorista", sus cerebros se debieron cortocircuitar cuando vieron aparecer en el Parlamento, no a un grupo terrorista, sino a una fuerza de la Guardia Civil dirigida por el Guardia Civil más conocido de toda España: no había duda. No se trataba de una acción terrorista indefinida que provocase un mecanismo de reacción y defensa por parte del ejército, sino de una acción militar ante la cual la lógica estratégica del golpe se desmontaba sola: ¿para qué sacar al Ejército para "salvar el país" de una situación que el propio ejército había generado? ¿no era más lógico, a la luz de a lectura del Bando de Milans del Bosch en Valencia, que el propio Milans hubiera llamado a Tejero para ordenarle que abandonara el Congreso, en lugar de lanzar lo tanques a la calle?

La táctica antigolpista consistió en anular credibilidad estratégica al golpe. Aquí Tejero debería explicar a quince años vista de aquellos sucesos cuándo, cómo y quién le introdujo en la cabeza que debía de ser él personalmente, él y no un grupo civil, quien entrara en el Congreso.

- La verdadera finalidad del 23-F se percibió claramente tres días después cuando se produjo la gran manifestación democrática en Madrid: con Fraga, Camacho, González y demás, todos juntos en unión, la democracia se había salvado. El impacto emotivo que causó en las masas el sentirse amenazadas por el golpismo, la necesidad de "salvaguardar las conquistas democráticas", regeneró la democracia española -hasta ese momento, desgarrada y en crisis-, hizo que en torno al Rey se creara una aureola de "salvador de la democracia" y, finalmente, desmovilizó las redes golpistas -a fin de cuentas era mejor seguir recibiendo la paga mensual que comprometerse en la aventura golpista-. Esto permitió a los socialistas tener el camino expédito para llegar al poder y, sobre todo, para integrar el país en la OTAN.

Cuando UCD percibió en las encuestas que tenía irremediablemente perdidas las elecciones de octubre de 1982, no dudó en inventarse otro golpe de Estado del que el SR. Casals no habla. Estalló poco antes de las elecciones; el Noticiero Universal de Barcelona en su titular definía perfectamente la situación: "Ante la previsible victoria socialista, ruido de sables". Los detenidos pertenecían a un pequeño grupo de militares madrileños, últimos amigos de Tejero. Era un núcleo al que se había dejado de lado en las investigaciones sobre el 23-F, a pesar de que su papel fue decisivo en la toma del Gobierno Militar de Madrid en la misma tarde de febrero. Se le dejó en al reserva para detenerlo cuando hiciera falta: UCD juzgó que la amenaza del "ruido de sables" era la única esperanza para no perder el poder, la "carta del miedo". Este episodio, fácilmente comprensible para quien se tome la molestia de mirar los diarios de la época, muestra que existía en las esferas del poder una tendencia a utilizar el impacto del tema golpista para manipularlo a su conveniencia. Claro que los hermanos Crespo Cuspinera y Garchitorena eran golpistas, y claro que se estaban moviendo en ambientes de extrema-derecha con fines golpistas. Esto no es lo importante: lo importante es que les dejaron hacer. En mayo de 1981 ya se sabía que este grupo estaba conspirando. Existían incluso grabaciones realizadas en cierto pasaje de Madrid, en el local propiedad de un antiguo carlista, militante de Fuerza Nueva. Era evidente que aquel grupo militar fue seguido de cerca y sacrificado cuando se juzgó que, políticamente, era rentable hacerlo así. Pues bien, otro tanto, y a una mayor escala sucedió el 23-F.

20. EL MITO CHILENO

Estos días se habla mucho a propósito de Chile. La nueva "garzonada" ha desestabilizado la transición en un país, Chile, y finalmente, ha causado un problema internacional: me gustaría denunciar a Felipe González en Francia por el tema GAL, o a la Reina Isabel de Inglaterra por las masacres en Kenia en los años 60, o a cualquier otro gobernante. Pero, en fin, seamos serios. La detención de Pinochet en Londres ha servido para reabrir el tema del golpe de Estado chileno. El Sr. Casals se refiere a este episodio despachándolo como una acción americana en Chile, ¿la prueba? el que Pablo Rodríguez, dirigente de "Patria y Libertad", era "abogado de la ITT"... y de otras muchas empresas, podríamos añadir, y por lo demás, no era el único abogado que tenía la ITT.

La izquierda a fuerza de repetir la misma mentira esquemática que lanzó en el momento mismo del golpe, ha terminado por creérsela aun a pesar de que ningún dato contribuyera a darle la razón. ¿Por qué, por ejemplo, los EE.UU. desde el momento mismo del golpe, lo condenaron e hicieron la vida imposible al régimen? ¿por qué esa misma hostilidad ha proseguido hasta la fecha? ¿por qué Towley lleva preso en EE.UU. desde hace veinte años por el atentado contra Letelier? La respuesta es que los EE.UU. no tuvieron nada que ver con el golpe de Chile, ni con ningún otro golpe que hubiera en los años 70 y 80 en América Latina, sino todo lo contrario: EE.UU. hizo cualquier cosa por detener el golpe chileno y cualquier otro golpe militar.

La situación geopolítica de América Latina en 1973 era diferente de la actual. Existía un gobierno militar en Brasil que tenía un preciso diseño geopolítico de lo que debía ser el Nuevo Orden para la zona. En geopolítica el dominio de los mares es fuente de poder. Para que una nación sea poderosa es preciso que sus costas estén bañadas por dos océanos o que dominen en el mar, casos de Inglaterra y Estados Unidos y pretensión frustrada de la URSS. Brasil tenía casi todos los elementos para ser una gran potencia local -la pretensión del gobierno militar-, tenía tecnología, tenía recursos y tenía masa de población. No tenía en cambio salida al Pacífico.

Pero Brasil a partir de finales de los años 60 estaba siguiendo una política de penetración hacia su oeste: promovía la carretera transamazónica, había convertido el cruceiro en moneda de cambio en el Este boliviano, habían condicionado los sucesos de Uruguay mediante el "Plan 24 horas" (ocupación de Uruguay en caso de que los tupamaros conquistaran el poder) y, sobre todo, estaba interesado en pesar políticamente en Chile. ¿Por qué Chile? Por dos motivo: por que Chile es apenas una franja costera y por que Chile estaba geopolíticamente enfrentado a Argentina, a su vez, vecino y rival geopolítico de Brasil.

Augusto Pinochet pertenecía a la misma logia masónica que Salvador Allende -la "fraternidad masónica" fue lo que hizo que le ofreciera la salida de abandonar Chile en avión, a lo que Allende se negó, suicidándose- pero Pinochet tenía otra afición: se había formado en la Escuela Geopolítica de Brasil, incluso escribió un libro sobre Geopolítica del Cono Sur. Era el hombre de confianza de los brasileños en política chilena. Y al decir "brasileños" nos referimos al SNI, Servicio Nacional de Inteligencia. Con un gobierno de confianza en Chile, el diseño político brasileño, avanzaba a pasos agigantados.

¿Y los americanos? ¿qué interés tenían en Chile? El primero de todos era que no gobernaran los comunistas. Es decir, romper la Unidad Popular. El segundo, que subieran al poder los amigos seculares de los EE.UU., la Democracia Cristiana. Fue con ese proyecto que los americanos intervinieran en Chile ¿cómo? Solo se ha demostrado una operación: la financiación de la huelga de mineros de "El Teniente"... pero es que el sindicato de esa cuenca minera !estaba en manos de los democristianos! Nada más, el resto de maniobras de salón que protagonizaron los agentes de la CIA en Chile tendían: 1) tareas de información, especialmente sobre la creciente presencia cubana en la zona y 2) maniobras maquiavélicas para descabalgar a los comunistas del poder, sugiriendo un gobierno socialista con la DC, con un Partido Nacional neutral. Pero nunca un golpe de Estado.

Nosotros mismos hemos visto de cerca como el gobierno americano de la época torpedeaba a los gobiernos militares de Chile, Brasil, Argentina, Bolivia y Uruguay... y de qué manera. Y lo hacían por un único motivo: habitualmente, aun a pesar de que muchos habían sido formados por el Souther Command en la "Escuela de las Américas", la mayoría de militares latinoamericanos eran nacionalista y odiaban profundamente a los norteamericanos (de la misma forma, por lo demás, que solían odiar, salvo excepciones, a los países vecinos...). Eso hacía que los diplomáticos americanos pudieran entenderse mejor con los democristianos y, posteriormente, con los socialdemócratas locales, que con los militares. Nosotros recordamos decenas de episodios que confirman lo que decimos. Por lo demás, hay que decir que los socialdemócratas se peleaban por acudir a las recepciones en las Embajadas Norteamericanas, mientras que los militares habitualmente no eran invitados.

En Chile y Argentina existió un drama, el de los desaparecidos. Pero este drama es posterior a otro que le precede: el de la guerra civil virtual que vivieron esos países. Esa guerra civil se caracterizaba en Chile por un encaminamiento hacia una dictadura de izquierdas: mientras los socialistas chilenos se dedicaban a la pequeña corruptela, los comunistas y el MAPU, estructuraban grupos armados y soldaban lazos con Cuba, es decir, con la URSS. Legalmente la oposición fue sofocada hasta el punto de negar al principal diario de la oposición "El Mercurio", el papel para imprimirse. Aquello no fue la panacea de la libertad que los familiares de los desaparecidos pretenden hoy. En cuando a Argentina, la situación de guerra civil provocada por los montoneros, el ERP y grupos menores, no era menos palpable. Buena parte de los hijos de las "Madres de la Plaza de Mayo" -con toda la carga emotiva y sentimental y todo el dolor que reconocemos en estas mujeres- eran guerrilleros que habían iniciado una guerra civil contra el Estado. Y vivieron en su propia piel las dramáticas consecuencias.

Técnicamente hay dos medios para acabar con una guerrilla: a barrerla de un plumazo y preocuparse que el mazazo haya sido tan espectacular que corte cualquier posibilidad de insurrección futura, o bien, las medidas policiales habituales que provocan detenciones tras investigaciones lentas. En el primer caso la violencia del Estado es máxima durante un corto período de tiempo, la contrapartida, es que la violencia acaba bruscamente. En el segundo, la ley no se infringe, ni se atenta contra los derechos humanos, pero la violencia se prolonga en el tiempo. El primero es el caso Argentino, el segundo el español. No hay otra forma de tratar a una guerrilla. En Argentina apenas duró tres años, en España más de treinta. No me pregunten que es mejor. Probablemente lo mejor es que nunca hubiera existido guerrilla. En toda guerra hay bajas.

Si hemos hablado un poco sobre Chile es por que el tema ha revivido a causa de la "garzonada". No por qué tengamos hoy un interés particular por "restablecer la verdad". La Biblia dice que el número de necios es infinito y si la izquierda quiere ver en el golpe de Chile una "acción americana", nosotros no tenemos nada que decir, es una demostración de que la Biblia tiene razón. Por cierto que el Sr. Casals tiene también razón cuando dice que Blas Piñar me expulsó del partido por haberme casado por lo civil... pero esta es otra historia.

21. ...Y OTRA HISTORIA MÁS: LA NUEVA DERECHA

El título del parágrafo que le da el Sr. Casals a este sector es suficientemente significativo y adecuado para España: Una Nueva Derecha sin intelectuales ni seguidores. Con todo el Sr. Casals no llega hasta el fondo de la cuestión de por qué fracasó en España la Nueva Derecha y por qué tuvo en Francia un relativo éxito o menor en Italia.

Veamos. Los límites de la Nueva Derecha. La ND parte de un análisis justo realizado en 1968: no existe un clima cultural favorable, el clima cultural es lo que hace que unas opciones políticas tengan posibilidad de ser hegemónicas o no; luego dediquémonos a hacer "cultura" para poder hacer luego "política". En el fondo era lo que decía Pujol en 1970. Pero además de decirlo, el Sr. Pujol "hacía banca" (Catalana, por supuesto). Y, por lo demás, no quería un cambio cultural radical, sino solamente un cambio que favoreciera su propaganda nacionalista. En el caso de la ND francesa éste planteamiento culturalista es su mejor hallazgo y... también su límite más acusado. Hace ya treinta años que salió el primer número de "Nouvelle Ecole" y ni ha cambiado gran cosa en la cultura francesa gracias a la ND, ni siquiera Le Pen tiene un 14% de votos gracias a la ND.

La ND era como un entrenador que proponía durante años entrenarse para jugar un partido que nunca llegaba. La ND surge como reacción a la decepción que la Federation des Etudians Nationalistes y Europe Action tuvieron en su breve maridaje con la extrema-derecha clásica de Tixier Vignancourt. Los cerebros de sus dirigentes quedaron quemados para colaborar con la extrema-derecha clásica y adoptaron unas posiciones de rechazo: rechazo estratégico (lucha cultural frente a lucha política), rechazo a sus tácticas (revolución cultural frente a conservadurismo y orden), rechazo ideológico (pro-germanismo, frente a anti-alemanismo, Nietzsche antes que Maurras, Europa antes que Francia, en definitiva, un rechazo a la derecha anti- alemana asumiendo los valores de la cultura alemana). Todo esto estaba muy bien para arrancar e incluso para tener un cierto éxito inicial, pero -como nos pasó a nosotros en el terreno político, sin ir más lejos- los valores culturales dominantes estaban tan arraigados y tenían tal peso en los medios de comunicación y de transmisión de cultura, que a la postre, la acción de la ND apenas supuso unos granitos de arena en los engranajes del sistema. Hoy se puede constatar, sin dificultad, el fracaso del proyecto de la Nueva Derecha. En España, en Italia, en Francia...

Si en Francia la ND tuvo algo más de éxito fue por dos factores: 1) la viveza habitual con la que se viven en Francia los debates culturales y 2) el que tras la ND existían algunos intelectuales que, sobre todo, tenían una gran capacidad de síntesis, con un patronato de profesores de fama suficientemente asentada como para permitirse comprometer su nombre con unos jóvenes lobos de la cultura. Eso no se dió sino en muy débil medida en Italia y en ninguna medida en Francia, en donde la ND surgió de sectores de universitarios que querían tener vitrinas para publicar sus trabajos con ambiciones de progresar en esta o aquella cátedra y, en segundo lugar, de sectores excesivamente vinculados a la extrema-derecha y, sin gran capacidad de divulgación: solo de ofrecer "ladrillos" culturales ilegibles para quienes no les interesara mucho el tema o para quienes no fueran los papás y la novia del autor. Y no bromeamos.

La primera aparición de la ND, El Martillo, se hizo sin medios humanos, ni materiales; fue una tarea heroica en la que participé. De no haber sido por la voluntad (y los dineros) de su fundador (al que no cito porque no sé si le hará ilusión que se vincule su nombre a este tema veinte años después) aquello no hubiera arrancado jamás. En 1997 desaparecía Próximo Milenio, último intento de irrupción de este ambiente (en el que también participé). Aquí habían medios de sobras (los ponía un grupo editorial de dimensiones medias), lo que no hubo fue calidad, ni líneas. La delegada de ventas de este grupo en Cataluña me decía angustiada: "¿cómo crees que se podría vender esta revista?". Ni yo ni nadie teníamos las respuestas. Siempre me pregunté, eso sí, por qué de mis relaciones de artículos se publicaban siempre los que yo juzgaba más malos e intrascendentes. Siempre me pregunté por qué Ernst Jünger se llegaba a mencionar en media docena de veces en distintos artículos en un solo número y al número siguiente un presunto chamán de medio pelo aparecía en seis artículos distintos a pesar de su evidente estulticia. Y todo así. No había línea ni cultural, ni periodística, solo un deseo de quedar bien con unos o con otros. Cómo se sabe esa publicación "Próximo Milenio" tuvo dos etapas, en la primera la dirigía una chica sin ningún criterio "doctrinal", en la segunda un viejo militante de la Nueva Derecha española. Pues bien, recuerdo artículos míos mucho más duros desde el punto de vista cultural en la primera fase que en la segunda. Y no me pregunten por qué. En otras palabras: había medios económicos y técnicos, pero no había equipo detrás. La cosa no podía funcionar.

Hoy ya han pasado los furores de la ND. Se ha visto que su análisis es falaz: no solamente entran en juego elementos culturales para conformar la cultura de una civilización. El análisis gramsciano -como todo lo que viene del marxismo era parcial, subjetivo y reduccionista, a pesar de que cautivara a la ND- ignoraba las causas psicológicas, históricas, fácticas, que tienen mucho más peso que la cultura. El paradigma mecanicista jamás se habría impuesto de no haber sido por el desgaste del paradigma medieval, si no hubiera sido por las guerras de religión, sino hubiera sido por las nuevas perspectivas psicológicas de la ciencia de su tiempo, etc. La teoría gramsciana ha sido superada, olvidada y enterrada por la teoría sobre los "paradigmas". Ni hoy, ni ayer servía. A menos que uno lo que pretenda es lo que decía Drieu: "Intelectual no es alguien que piensa sino alguien que hace del pensar una profesión".

Por lo demás y en lo que se refiere al Proyecto Cultual Aurora, francamente les deseo la mejor de las suertes posibles. Aunque con 500 ejemplares de tirada, convendrán conmigo que no puede llegarse muy lejos. Por cierto, de los 500 ejemplares ¿cuántos se leen de cabo a rabo?

[Este es uno de parágrafos que lamento haber escrito en la actualidad. Creo que mi juicio sobre la Nueva Derecha fue excepcionalmente duro e inconsistente y, en la actualidad, tiendo a opinar que la lectura de las obras de Alain de Benoist y de otros miembros de su entorno, es imprescindible para comprender las realidades que acompañan a la modernidad.  Ciertamente, la Nueva Derecha merece una crítica que posteriormente fue realizada por Guillaume Faye en su obra El Arquefuturismo y no es cuestión de repetirla. Lamento haber escrito estas líneas en 1998, de las cuales me arrepiento 12 años después]

22. LA NUEVA DERECHA POLITICA: DE JJ.EE. A DN

Los últimos pasos que di en política antes de entrar en la cárcel para cumplir mi condena por la manifestación de junio de 1980, los di en Juntas Españolas. Reconozco lo traumático de la experiencia, como traumáticos fueron sus distintos avatares.

El tránsito de JJEE a ADN fue una larga marcha hacia ningún sitio. La historia empezó mal y es lamentable que el Sr. Casals no haya insistido más, por qué ella, más que ninguna otra cosa, la explicación de por qué en España la extrema-derecha haya desaparecido. Tras el fracaso de FN, que es el fracaso de un líder y de una forma de hacer política (a la antigua usanza del Movimiento Nacional), la extrema-derecha no podía soportar el fracaso en cadena de las distintas emanaciones lógicas que la sucedieron. Estas causas subjetivas, unidas a las objetivas (repliegue a lo personal y desmovilización de la sociedad civil durante los años socialistas) explican la ruina actual de la extrema-derecha.

JJ.EE. nació de los restos de un sector de FN (Jaime Alonso) a los que se sumaron gentes que habían permanecido ajenas al Partido (Carvajal el antiguo presidente del Colegio de Arquitectos de Madrid) y Pablo Ortega (sobrino, de Ortega y Gasset), con el apoyo inicial de Antonio Izquierdo. Se trató de un equívoco. Nosotros organizamos "Patria y Libertad" para impedir la desmovilización de la militancia del Frente y de Fuerza Nueva, con la idea de ser la rama juvenil del Partido. "Patria y Libertad" solamente tenía lógica, si existía Partido. No hubo tal, a pesar de las apariencias.

A poco de publicarse un más que mediocre "Manifiesto" empezaron a recibirse adhesiones (Izquierdo en persona me dijo: "Más de 100.000" y a los pocos días "casi 200.000". En realidad no pasaban de 10.000). Tres meses después nada se había hecho con esas adhesiones sino enviarles una circular para que pagaran cuota. Algunos ingenuos incluso picaron. A todo esto ya se había producido un golpe de estado palaciego y el tandem Alonso-Carvajal había sido descabalgado por Izquierdo. Izquierdo tomó la decisión de que el partido adoptara un nombre aséptico y grisáceo -Juntas Españolas- e incluso nombró una junta provisional presidida por  Pablo Ortega. En el puesto clave de vocal de finanzas, colocó a un ex-combatiente aquejado de una enfermedad terminal y que jamás acudiría a reunión alguna... eso le permitía tener la llave de las finanzas en su propia mano, justo en un momento en que las arcas de "El Alcázar" estaban más que mermadas. De hecho, el lanzamiento de JJEE obedeció a la voracidad crematística de Izquierdo, el cual desvió fondos, desde el principio, desde la cuenta de JJEE hasta El Alcázar. Es decir, hasta él mismo.

Pero el partido no arrancaba. Hubo un congreso inicial en un gran hotel de Madrid con cena y fiesta en el marchito "Florida Park" de Madrid. Sabemos quien cobró las comisiones por este rancio espectáculo, pero no me pidan que lo escriba aquí, casi parecería mezquino. Aquel Congreso fue el areópago de la mediocridad: las famosas "200.000 adhesiones" eran apenas nada. Menos que nada. No había gente nueva, ni ideas nuevas, el sentir de la mayoría de los delegados producía tortícolis de tan mirando al pasado que estaban. Izquierdo en aquella ocasión nos dijo que estaban buscando un local para hacer una "gran mitin", "el campo del Atletic o el Bernabeu...", "va a venir tanta gente que no encontramos local para reunirnos". Luego vino el capítulo en fondos: había unos cuantos millones en cartera. La barra del hotel era libre, así que en aquel congreso nos fundimos buena parte de esa reserva.

Tras este congreso me fui a Latinoamérica unas semanas. Al volver, aproveché la escala del avión en Madrid para visitar El Alcázar. Nadie sabía nada. Ni Palacios, ni Ortega, ni nadie. Y lo que era peor: se advertían los primeros síntomas de que algo no funcionaba. Pregunté a Pablo Ortega por qué no se había hecho el gran mitin: "no hay fondos". Tilt.

De regreso a Barcelona, hablé con la dirección de Patria y Libertad y con el que entonces era Delegado de Izquierdo en Barcelona, un tal Castejón, amigo de Izquierdo que, al calor de la confusión de la transición, logró ser por unos meses gobernador civil de Tarragona. Castejón "esperaba órdenes". Así que al cabo de un mes -debió ser en febrero de 1984- volví con otro camarada a Madrid y me fui directo a ver a Pablo Ortega. Había un cuello de botella, era Izquierdo; y, efectivamente, los fondos de Juntas se habían desviado a "El Alcázar". El propio Ortega hacía más de un mes que no veía a Izquierdo, éste le reuía. La Junta no se reunía y el partido estaba embarrancado. Volví a Barcelona con la idea de que aquello se había acabado. Comuniqué el resultado de la reunión al tal Castejón. Delante mio habló por teléfono con Izquierdo: "¿vas viendo a Ortega?", le preguntó. "Todos los días", contestó Izquierdo. Cuando colgó, Castejón acertó solo a decir: "Entonces ¿tú crees que me pagará los libros que me debe?", efectivamente, Castejón le había enviado unas cuantas decenas del libro La Cataluña de Franco. Y eso era la preocupación de Castejón en la época.

Aun a pesar de eso, celebramos una asamblea en Madrid con los delegados de "Patria y Libertad". La reunión tuvo lugar en El Alcázar. Izquierdo asistió durante una hora. Creía que iba a encontrar a un grupito de jovencitos sin experiencia. Y nos encontró hechos unos hombrecitos. Intentó explicar lo que había pasado: "nos han torpedeado", "nos siguen y persiguen", y lo mejor, "en realidad Gullón Walker, Palacios y yo, estuvimos en Arabia Saudita, gestionando una financiación de aquel gobierno para hacer propaganda antisionista, lo que ocurrió fue que Fraga nos torpedeó desde Madrid"... lo que traducido quería decir que el trío fue a Arabia vendiendo humo, los despacharon con palabras diplomáticas y ellos entendieron estas palabras diplomáticas como concesiones... que jamás terminaron de concretarse.

A partir de aquí lo que quedó fue un cadáver irrecuperable. "Patria y Libertad" se autodisolvió, a partir de ese momento, cuando ya no tenía lógica su existencia como sección juvenil de un partido inexistente. Juntas Españolas tiró miserablemente adelante gracias a que desde Cataluña "tiraron del carro". Primero por parte de este caballero que ya hemos mencionado, Agustín Castejón y luego por parte de Ramón Graells, que ocuparon la jefatura nacional de ese partido nacido muerto. Luego la cosa se fue disgregando. Electoralmente todo fueron derrotas, desde el punto de vista militante la cosa no fue mejor. Ni siquiera existió fuerza y voluntad para separar a los skins que se les pegaron como lapas. De repente, por causas que el Sr. Casals explica, el partido se transformó en ADN, dirigido por un tal Juan Peligro.

Cuando parecía que el partido había entrado en barrena, sus restos fueron a converger con otros núcleos para transformarse en Democracia Nacional. Todavía es pronto para establecer si DN logrará alcanzar los objetivos propuestos en sus documentos fundacionales. Existe en el grupo una auténtica voluntad de superar errores pasados y realizar una acción política seria y en ruptura con anteriores concepciones de la extrema-derecha. Resulta evidente que, en el momento de escribir estas líneas, el partido, aun realizando frecuentes conferencias y actos públicos, adolece de falta de "masa crítica". Sus núcleos son aún pequeños como para poder afrontar tareas de envergadura, por lo demás, carece de lo que debe ser el primer instrumento de un partido político: un órgano de agitación y propaganda competitivo. En esas circunstancias, lo más aconsejable sería, de cara a futuras contiendas electorales, pactar candidaturas unitarias en las provincias en las que ello sea posible, con otras fuerzas (¿AUN? ¿FE/JONS? ¿restos de FN?... hoy nos confesamos muy alejados de la práctica política como para poder dar consejos o sugerir orientaciones, sin embargo nos parece lógico y necesario que, dada la limitación cualitativa y cuantitativa de las actuales formaciones políticas, los elementos válidos, más preparados y activos, se reúnan y labres acuerdos puntuales en vistas a obtener lo que sería el más precioso tesoro para todos ellos: un éxito electoral, aunque sea pequeño y localizado, pero un éxito después de tantos años de bloqueo.

[Ejem… mis esperanzas en DN se disiparon hacia 2004, cuando asumió la dirección del grupo Manuel Canduela y realizó una regresión increíble hacia la extrema-derecha clásica, impulsada por su propia tosquedad y escaso dominio de las propias líneas que habían dado nacimiento a Democracia Nacional. Desde ese momento, DN sufrió un rosario de crisis, expulsiones, fugas, abandonos y un aislamiento general que han borrado prácticamente toda huella de actividad pública. Descanse en paz]

23. BALANCE FINAL

Como podrá advertirse si es que usted ha tenido paciencia de llegar hasta aquí, este largo Web no es tanto una crítica del libro del Sr. Casals, como un complemento y unas precisiones desde nuestro particular punto de vista que no es el del historiador, sino del, por así decirlo, ex-combatiente. Consideramos la obra del Sr. Casals extremadamente positiva en todos los aspectos que toca, al margen de las precisiones que le hayamos podido hacer en alguno de sus capítulos o interpretaciones. Es, desde luego muy superior a la productos como la obra de José Luis Rodríguez y desde luego muy superior al miserable panfleto, "Los hijos del 20-N" escrito por el periodista llorón cuyo nombre me niego a reproducir. En este último libro se miente descaradamente en tantos extremos que más que criticarlo lo que habría que hacer es reescribirlo. Entre otras cosas y en lo que a nosotros se refiere, el sujeto en cuestión afirma que nosotros mismos fuimos detenidos junto a Luis Antonio García Rodríguez en la frontera, con un cargamento de "mariettas". Hay algo peor que estar mal informado... ser un cretino. Los hijos del 20-N muestran una vez más que el número de necios es infinito. Dejemos los panfletos de lado y concluyamos.

El reproche que se le puede hacer al Sr. Casals, es no haber agotado el tema. Han quedado muchos cabos sueltos. Incluso, como hemos intentado demostrar, los hechos sobre los que se han centrado son susceptibles de ser interpretados de formas muy diversas. Como siempre la interpretación a un episodio no se consigue a través de un único elemento: siempre son muchos los factores que entran en juego y el efecto producido es la resultante de todos ellos. En mi caso el libro del Sr. Casals me ha ayudado a reflexionar sobre unos años que para mí empiezan a quedar lejos. Me ha servido para interrogarme sobre muchos episodios de mi vida como militante de extrema-derecha. Los errores fueron muchos, errores políticos, errores estratégicos, cálculos erróneos en muchos sentidos. Lo pagamos y yo personalmente, lo he pagado caro. La cuestión no es si nos equivocamos, sino como tituló el coronel Skorzeny uno de sus libros, la cuestión es que "luchamos y perdimos" y la lucha, al menos la nuestra, la que abordamos un pequeño grupo de camaradas, fue -lo he dicho en otras ocasiones- una buena lucha.

Creo que lo que resta por decir es qué queda de los ideales que defendimos, qué hemos conservado y que hemos superado. Hace años que damos vueltas a este tema. Si se lee el documento que elaboramos sobre los "Años de Plomo" italianos, puede decirse que nuestra variación en los últimos quince años es la que va de los ideales que expuso Julius Evola en "Los hombres y las ruinas" y aquellos otros que expuso en "Cabalgar el Tigre". El que quiera entender, que entienda.

Así pues, nuestra felicitación al Sr. Casals y

Sursum corda!

E.M.
día del 8º Aniversario de mi hija Sofía, 1998

PD.- Lamento si las líneas anteriores han podido ofender a alguien. No está en mi intención polemizar, sino decir como he visto episodios del pasado. Por lo demás, como Santa Teresita del Niño Jesús, sigo sin leer, ni repasar lo que escribo. Así que lo escrito, escrito está. Para bien o para mal.

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

 

Un texto de hace 12 años: COMENTARIOS A "LA TENTACION NEOFASCISTA EN ESPAÑA" de Javier Casals (I de II)

Infokrisis.- Por pura casualidad, hoy alguien que tiene que presentar una comunicación en unas próximas jornadas sobre la transición a celebrar en la Universidad de La Rioja, me ha pedido algunas especificaciones sobre un texto que yacía olvidado en Disidencias online|press, mi primera web hará algo así como 12 o 14 años, casi en la prehistoria de Internet. He recuperado el texto, he corregido algunas faltas de ortografía y de expresión, sin cambiarlo apenas, introduciendo algunos comentarios entre corchetes. Lo añado en el tema "ultramemorias" porque es es, en el fondo, este artículo



 

COMENTARIOS A "LA TENTACION NEOFASCISTA EN ESPAÑA" de Javier Casals

 

Sumario

 

1. SOBRE LA INFLUENCIA DE DEGRELLE EN EL NEOFASCISMO ESPAÑOL
2. SOBRE LA INFLUENCIA DE CODREANU EN EL NEOFASCISMO ESPAÑOL
3. LA MATRIZ IDEOLOGICA DEL PIÑARISMO
4. SOBRE LA MODERNIZACION DE LA EXTREMA-DERECHA ESPAÑOLA
5. LA "AUTENTICA": EL AUTENTICO FRACASO
6. CEDADE: NAZISMO EN DISNEYWORLD
7. LOS NACIONAL-BOLCHEVIQUES: MADURAD, MUCHACHOS, MADURAD
8. VIOLENCIA DE EXTREMA-DERECHA
9. LA VIOLENCIA DE FUERZA NUEVA Y SU RESPONSABLE
10. EL 23-F Y LA TRAMA CIVIL. ANTONIO IZQUIERDO
11. EL PAPEL DE LA CIA, JAMAS CONTADO...
12. SOBRE LAS CONCEPCIONES GOLPISTAS DE LA EXTREMA- DERECHA
13. SOBRE EL 23-F Y LA INTELIGENCIA QUE ESTUVO DETRAS
14. CONTEXTO DEL 23-F
15. OBJETIVO DEL 23-F
16. CENTRO POLITICO GOLPISTA
17. ESTRATEGIA GOLPISTA Y ANTIGOLPISTA
18. MAPA GOLPISTA
19. TACTICAS GOLPISTAS Y ANTIGOLPISTAS
20. EL MITO CHILENO
21. ...Y OTRA HISTORIA MÁS: LA NUEVA DERECHA
22. LA NUEVA DERECHA POLITICA: DE JJ.EE. A DN
23. BALANCE FINAL




1. SOBRE LA INFLUENCIA DE DEGRELLE EN EL NEOFASCISMO ESPAÑOL

 

Contrariamente a la tesis del Sr. Xavier Casals, en nuestra opinión, ni el Rex de Degrelle, ni la Guardia de Hierro tuvieron un papel preponderante en la conformación de la extrema derecha española del postfranquismo, sino muy secundario e incluso mínimo en un partido relativamente similar a ellos como fue Fuerza Nueva. Es en este punto donde el Sr. Casals ha complicado algo que en principio era simple y se ha dejado seducir por unos cuantos documentos escritos que apenas tuvieron importancia en el desarrollo de los distintos grupos de extrema-derecha.

 

Ciertamente muchos eran los militantes neofascistas que visitaban a Degrelle en su residencia española. Y él los recibía a todos. Ciertamente, la hija de Degrelle se casó con Servando Balaguer, durante un tiempo jefe de Fuerza Joven. Ciertamente, Degrelle era católico antes que cualquier otra cosa. Ciertamente, por último, Degrelle fue un soldado heroico pluricondecorado antes que un criminal de guerra. Pero también es cierto que Degrelle nunca participó en la postguerra en operaciones de reconstrucción de lo que podríamos llamar "internacionales negras", ni siquiera sus compañeros de exilio, con los cuales mantuvo relaciones de cordial amistad -Skorzeny, Borghese, etc.- pensaron en incorporarlo a los proyectos políticos que impulsaron hasta que murieron. El motivo es que Degrelle era "poco práctico". Quienes lo conocieron saben que era capaz de hablar hasta altas horas de la madrugada de la defensa de tal o cual cota en el frente ruso, y de divagar: pero jamás fue capaz, ni estuvo en condiciones, ni probablemente quiso en la postguerra, hacer política, asesorar a las generaciones posteriores, ni hacer otra cosa que reconstruir sus memorias y deleitarse en episodios bélicos.

 

El hecho de que grupos como CEDADE difundieran alguna de sus obras, o que la prensa se preocupara frecuentemente de él, o quizás diera alguna conferencia en el Aula de Fuerza Nueva (no lo podríamos asegurar), o que distintos boletines neofascistas le dedicaran artículos, no implica que su influencia fuera mucho más allá. He conocido simpatizantes de extrema-derecha de toda Europa que alardeaban de haber conocido a Degrelle; yo mismo lo conocí casualmente en una fecha tardía y por casualidad hacia 1985. En general, quienes iban a ver a Degrelle eran jóvenes admiradores del fascismo y del nazismo; nostálgicos más que militantes políticos, más apasionados por las condecoraciones y la literatura bélica sobre la segunda guerra mundial que por la acción política.

 

Aparte de esto hay que tener en cuenta otro elemento que va en contra de la tesis del Sr. Casals. Blas Piñar era (y es, naturalmente) católico y, dato importante, anti-nazi. Se ha recordado su papel en la fundación de la Amistad Judeo-Cristiana y su catolicismo propio del "converso". Como para muchos católicos conservadores, para Blas, el nazismo era una forma de neopaganismo, y no existía nada fundamental que diferenciara la revolución comunista de la revolución nacional-socialista. El catolicismo de Degrelle era sensiblemente diferente: Degrelle estaba más cerca del nacionalsocialismo en lo político y en lo personal las simpatías de Degrelle hacia el Führer lo hacían sospechoso a ojos del catolicismo de Piñar. Y este elemento es capital para limitar extraordinariamente la influencia de Degrelle en la extrema derecha española: simplemente no existió.

 

2. SOBRE LA INFLUENCIA DE CODREANU EN EL NEOFASCISMO ESPAÑOL

 

Con Codreanu las cosas se plantean de otra forma. En 1976 asistí al Primer Congreso de Fuerza Nueva como ponente de organización. La cosa tuvo gracia. Normalmente un congreso - incluso de un partido de extrema-derecha- se convoca cuando ya se han difundido unos textos de base que son discutidos previamente. A los congresos asisten delegados de pleno derecho y delegados elegidos por las bases, se procura -como en cualquier otro partido- que todos los elementos representativos estén presentes en el Congreso que es, en el fondo, quien marca la dirección estratégica del partido. Pues bien, un buen día recibo una carta de Blas que me encarga preparar la ponencia de organización. Como es natural, yo tenía ideas propias que antes hubiera sido necesario contrastar con la dirección del partido, porque en realidad no coincidían con aquellas por las que se regía el partido. Nadie pensó en eso. Simplemente, aterricé en Madrid, fui a la sede del partido, entré en la sala justo en el momento que me tocaba hablar y, así, parachutado, me encontré delante de unas cincuenta personas que constituían el "congreso" del partido. En realidad aquello no pasaba de ser una reunión de delegados provinciales de Fuerza Nueva, elegidos todos ellos, a dedo por Blas. Inicié mi alocución y, en cierto momento, abordé la organización de la Guardia de Hierro rumana, como modelo organizativo. Poco después de abordar este tema, reparé en un caballero, menudo, de unos setenta años, situado en la segunda fila: era Horia Sima. La presencia de Sima y mi intervención contribuirían a afianzar la idea de que el exotismo de la Guardia de Hierro, pesó en Fuerza Nueva. Contrariamente a la tesis del Sr. Casals, no es así. Se trata sólo de un espejismo basado en pruebas circunstanciales.

 

También, como en el caso de Degrelle, buscando, existe mucha información documental, revistas, artículos, unos pocos libros, sobre la Guardia de Hierro, que demostrarían el interés del neofascismo español por este movimiento. Espejismo.

 

Vamos a ver: las revistas de los grupos neofascistas de todo el mundo se escriben en base a revistas anteriores ya desaparecidas. Es frecuente encontrar en cualquier revista cultural neofascista de los años 60, 70 y 80, de España y Francia, de Australia o Argentina, artículos sobre Drieu la Rochelle, Celine, Brasillach, Codreanu y las Flechas Cruzadas húngaras. Se trata de temas recurrentes. Y la presencia del artículo no implica nada más.

 

Puedo conceder que Sima y el ejemplo de Codreanu confirmaran a Blas en su forma de ver las cosas: Blas encontraba en el legionarismo rumano y en su catolicismo militante una confirmación de su ultramontanismo y de la justeza de llevarlo al plano político. Nada más. Blas jamás tuvo en cuenta ningún otro extremo de la -por otra parte, muy rica- doctrina legionaria: ni el antisemitismo, ni sus tesis racistas -perfectamente explicadas por el propio Codreanu a Julius Evola- ni la organización en "cuibs" (nidos); para Blas, la Guardia de Hierro y la muerte de Ion Motta y Basile Marin en Majadahonda, constituían un recurso oratorio más, un alarde retórico, sincero y emocionado, pero sin prolongaciones.

 

En los primeros años 70, gracias a Claudio Mutti, entre otros, la Guardia de Hierro rumana y los Flechas Cruzadas húngaros, tuvieron mucha repercusión en los estratos jóvenes de la militancia neofascista. Y no se quedó solo en teoría: la organización de los Campos Hobbit en Italia respondía al descubrimiento de la riqueza de la Guardia de Hierro: incluso las células del Fronte della Giuventú empezaron a llamarse "cuibs" al modo rumano. En 1979, existía la intención de crear una "Legión" de carácter operativo y solo para la acción directa, entre militantes neofascistas de media docena de países europeos. De hecho, en las crónicas judiciales de los Nuclei Armati Rivoluzionari, ya aparecen alusiones a "la Legione", sin que los investigadores insistieran mucho en esa dirección y sin que pudieran entrever la dimensión europea del proyecto. No fue por casualidad que se eligió ese nombre: era en recuerdo de Codreanu y de sus hombres. En aquella época estábamos experimentando el mismo estilo de vida: núcleos cerrados, haciendo vida comunitaria, compartiendo bienes, dispuestos a luchar cómo fuera y en el marco geográfico que fuera. Nada de esto se dio en el entorno de Blas Piñar. Ni siquiera Horia Sima dio cursillos entre la militancia joven, apenas participó en la vida del partido, nunca ejerció funciones de dirigentes. Todo su papel, y el de otros rumanos exiliados no pasó de una relación de amistad con la persona de Blas Piñar, más que con el partido en sí. Y nunca se trató de un intercambio ideológico o doctrinario en profundidad, pues, como ya he comentado, los temas esenciales del movimiento rumano permanecieron siempre ausentes del ideario fuerzanuevista.

 

Ciertamente Fuerza Nueva Editorial le publicó varios libros que evidenciaron solo que Horia Sima -persona por la que sentí en su momento y aun siento, una gran admiración y simpatía- se había quedado anticuado. Su libro "¿Qué es el comunismo?" es cualquier cosa menos la respuesta a la pregunta que plantea: el comunismo es una conspiración, concluye. Nosotros recibimos del SEDEC un buen paquete de libros que intentamos utilizar en algunos cursillos: en aquella época -principios de los años setenta- el comunismo que describía Sima era complemente diferente al comunismo real que encontrábamos en la Universidad y en los foros intelectuales. El libro de Sima nos fue completamente inútil para alimentar nuestro arsenal teórico anticomunista. Resulta significativo que Fuerza Nueva Editorial no publicara otras obras procedentes del ambiente rumano mucho más útiles: El libro del jefe del Cuib, ni que reeditara las canciones de la guardia de hierra en formato disco o casette, o que simplemente procurara popularizar mediante posters, folletos y proliferación de artículos, la trayectoria de Codreanu y de la Guardia de Hierro. Por lo que recuerdo el Director de Ediciones Acervo que por entonces (1971) había editado la biografía de Codreanu escrita por Sburlati, se quejaba de que Fuerza Nueva había hecho oídos sordos a su oferta de que adquiriera una cantidad de ejemplares. Cuando las obras de Codreanu estaban publicadas en Francia, Italia y Alemania, Fuerza Nueva no se había tomado la molestia de traducir ni un solo libro o biografía de Codreanu. !Menuda prueba sobre el interés de Blas por el fenómeno rumano! Cuando en París, Munich y Lombardía se publicaban noticias sobre la resistencia anticomunista en Rumania, cuando se apoyaban redes de apoyo que falsificaban pasaportes, recibían exiliados, se buscaban fondos, se editaban boletines mensuales de noticias, etc. en las páginas de Fuerza Nueva apenas aparecía otra noticia sobre Rumania que el acto anual de Majadahonda. Inútilmente buscaríamos otras noticias ni otras muestras, más prácticas, más actuales, más "políticas", de la identificación entre Fuerza Nueva y la Guardia de Hierro.

 

De otro lado, incluso los propios neofascistas ignoraron en los años 60 y 70 cómo había nacido y a qué influencias obedecía la creación de la Guardia de Hierro, quién era su inspirador "místico", del que Codreanu sería su portavoz. Hemos tenido que esperar a leer el Dossier Reyor, precisamente en Internet, para conocer las rápidas alusiones que su autor hace a la figura de Michel Valsân, diplomático rumano miembro de la Guardia de Hierro, posteriormente llegado al Islam sufí y dirigente de una tariqah, todavía en actividad. Fue en el curso de los años 30, cuando Valsân llegó a París, ingresó en los círculos guenonianos, y relató a Reyor la historia "del Viejo", especie de profeta que habría inspirado la creación del partido de Codreanu. Esta veta está todavía por explotar y pertenece a la nueva generación rumana trabajar en esa dirección. No hay que olvidar que tras la caída del Muro de Berlín, en los primeros momentos del hundimiento del régimen de Ceaucescu, aparecieron guenonianos en lugares capitales. Jerzsy Voyjkan (excúsenos la ortografía), fue uno de ellos y estuvo presente en el juicio contra Ceaucescu y en su posterior ejecución que consideró como un "sacrificio expiatorio". En fin, esta es otra historia, apasionante, pero que no afecta al contenido del libro que comentamos.

 

Hay un error capital en esta parte del libro, por cierto. Alude a la Tacuara. Conocimos personalmente a varios Tacuaras, así que podemos hablar con conocimiento de causa. La Tacuara (planta local, que se utilizó para confeccionar lanzar en los conflictos civiles argentinos del siglo pasado) fue una organización nacionalista argentina -no peronista- que surgió en los años sesenta, junto con la Acción Restauradora Nacionalista. Sufrió distintas visicitudes y derivó hacia la acción directa, sufriendo, consiguientemente, redadas, persecuciones y no pocas bajas. Tacuara nunca jamás, y somos tajantes en esto, tuvo la más mínima relación con el legionarismo rumano. Por lo demás, no toda la Tacuara era católica. Impulsado por los acontecimientos siguió una deriva similar a la de la Falange Auténtica: un sector fue corriéndose hacia lo que podríamos llamar "izquierda nacional". Una parte de los tacuaras, Joe Baxter, entre ellos, ingresaron en el Secretariado Latinoamericano de la IV Internacional y formaron el núcleo originario del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Baxter murió en accidente aéreo cuando acudía a Bruselas -si no recordamos mal- para asistir a una reunión de la Internacional trostkysta. Es curioso constatar como una parte de la Tacuara, derivo hacia posiciones troskystas y tuvo arte y parte en la constitución del Ejército Revolucionario del Pueblo, en el seno del cual los antiguos militantes antisemitas encontraron su "media naranja", en las numerosas mujeres de origen judío incorporados a la guerrilla. Los Tacuara nacionalistas participaron, igualmente, en los primeros pasos del Movimiento "Tupamaro" uruguayo, hasta que Raúl Sendic logró hacerse con el control del mismo y derivarlo hacia posiciones marxistas y castristas.

 

Niego rotundamente, contrariamente a lo afirma el Sr. Casals, que los "carapintadas" de Aldo Rido, Seineldin y demás, tuvieran la más mínima influencia de la Legión de Codreanu y otro tanto vale para la Triple A que no fue sino una emanación personal de López Rega para deshacerse, no solo de lo más molesto de la guerrilla (no olvidar que en Argentina, además de desaparecidos, hubo una guerra civil de baja cota iniciada por los distintos grupos guerrilleros que desencadenaron una espiral de violencia que luego terminó arrasándolos) sino de sus propios adversarios políticos (incluidos los de su propio partido). La cuestión de qué referentes ideológicas tenían los "carapintadas" es sencilla. En los años, el Ejército Argentino, cuidó por la preparación ideológica de sus cuadros. Doctrinalmente los militantes argentinos han sido siempre en los años 60, 70 y 80, nacionalistas, antiperonistas y, finalmente, han sido formados en las doctrinas católicas militantes de la "Cité Catholique". Ni Codreanu, ni Degrelle tuvieron absolutamente nada que ver en la formación de las opiniones ideológicas de los carapintadas. Solo el nacionalismo y la "Cité Catholique".

 

3. LA MATRIZ IDEOLOGICA DEL PIÑARISMO

 

El franquismo no fue otra cosa que una forma de pragmatismo. La España atrasada y rural de los años 30, con unas instituciones republicanas fracasadas, precisó cuarenta años de "dictadura" -es decir, de mando único, dirigismo, control estatal sobre muchos sectores de la producción- para recuperar el retraso. La estructura política se adecuó a las necesidades económicas, hasta que, entraron en contradicción: entonces, para alcanzar nuevos y saludables estados de evolución económica, hizo falta una adecuación política del Estado. Eso coincidió con la muerte de Franco, la transición, la incorporación a Europa, una incorporación que no podía hacerse manteniendo un marco político "orgánico" y rechazando el sistema de partidos.

 

No es nuestra intención juzgar al franquismo, solo situarlo como una forma de pragmatismo: aun hoy resulta difícil establecer cuáles eran sus ideas políticas, en el caso de que las tuviera. Si lo tenemos que comparar con algo, lo haríamos con la ideología del Mariscal Petain y del gobierno de Vichy. Pero esta es otra historia.

 

La cuestión es que las fuentes ideológicas de Blas Piñar son dos: la primera una forma de franquismo, el nacionalcatolicismo. No la única, ni siquiera la última, solo una forma más de pragmatismo franquista. La segunda es más importante. Antes aludíamos a que el Sr. Casals había complicado algo que en lo personal siempre hemos considerado simple: Blas era un católico integrista y un franquista... nada más. Ni nada menos.

 

La cuestión es a qué catolicismo respondía Blas. Tridentino, sin duda. Preconciliar, naturalmente. Pero aquí cometeríamos otro error si simplificáramos las cosas. El sector ultramontano de la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, lejos de ser uniforme, era un conjunto de tendencias, frecuentemente en polémica unas con otras. Y, por lo demás, consideramos que la tendencia católica a la que se refiere Piñar es anterior al concilio. Esta es la cuestión. Es en el seno del "aparicionismo" mariano del siglo pasado en donde se gestan las ideas básicas del integrismo europeo. Todo empieza en las apariciones de La Salette. Por primera vez la manifestación de la Virgen alude al clero: lo ataca, explica a dos niños que la crisis de la Iglesia es la crisis de sus pastores, que la Iglesia está en peligro porque la jerarquía y el clero se han corrompido. La Virgen de La Salette hace un llamamiento a los "Apóstoles de los Últimos Días" para que formen un conjunto de combatientes por Cristo... aun que sea al margen de Roma donde en el futuro calará también la corrupción. No es extraño que la Iglesia aceptara difícilmente las apariciones de La Salette y que se reconfortara con las de Lourdes, mucho más tranquilizadoras...

 

A esto hay que unir otras concepciones que aparecieron, más o menos en la misma época: la idea de que los regímenes republicanos -novedad en el siglo pasado- habían cometido iniquidades y degradado la moral pública, hizo que la iglesia promoviera la creación de "templos expiatorios" que contribuyeran a aplacar la ira de Dios por los pecados de su pueblo y expiaran las culpas de la humanidad de la época. En Cataluña algún historiador ha seguido las huellas del integrismo regional en el siglo pasado que culmina precisamente en dos templos expiatorios: el del Tibidabo y el de la Sagrada Familia. El templo del Sacré Coeur de Montmartre obedece al mismo designio ideológico.

 

Pues bien, esta idea de "los Apóstoles de los Últimos Tiempos" se convirtió en una constante en el catolicismo conservador europeo del siglo XX, progresivamente recluido en un ghetto, a medida que la Iglesia se "aggiornaba". Y llegamos a mediados de los años sesenta: el catolicismo integrista estaba desorientado por los resultados del Concilio; justo en ese momento empiezan a ser conocidas las apariciones marianas de Garabandal, en territorio español, pero que alcanzarían fama entre el catolicismo integrista mundial. La última aparición de la Virgen en Garabandal -tampoco aquí han sido reconocidas por la Iglesia- se produjo en 1965, a partir de entonces la polémica se fue enconando.

 

Existía en aquel momento cuatro publicaciones integristas en España que se vendían en la calle: Cruzado Español, ¿Qué Pasa?, Iglesia Mundo y Fuerza Nueva. Las dos primeras aceptaron las apariciones de Garabandal de una manera extremadamente militante. No hay que olvidar tampoco que el nombre de "Guerrilleros de Cristo Rey" surge, no en el ambiente fuerzanuevista por asimilación con el Rex belga o con los legionarios rumanos, sino en el ambiente de ¿Qué pasa? que nada tenía que ver con el neofascismo europeo. Repásense los números atrasados de aquella revista, dirigida por el otrora diputado radical-socialista, Pérez Madrigal, y se tendrá una nueva visión de todo esto. Creemos que esta es la principal carencia del texto del Sr. Casals: que ha ignorado la explicación más simple que, a la postre, siempre suele ser la verdadera. Fuerza Nueva fue como fue, por que era un partido hecho a imagen y semejanza de su líder y éste era solo una católico ultramontano criado al abrigo de Acción Católica y de la Asociación Católica de Popagandistas, no de la Falange y para el que el Rex o la Guardia de Hierra eran apenas un par de fotos en el despacho y la posibilidad de tener asegurado un discurso al año en Majadahonda.

 

Hay otro dato fundamental para valorar lo que hemos dicho hasta ahora. Entre 1976 y 1981, un rumor corría por las altas esferas del partido piñarista en Madrid: Blas Piñar era llamado "el Caudillo del Tajo"... el dato no está carente de interés y tiene su explicación. Un personaje sevillano lo suficientemente conocido luego, en uno de sus éxtasis místicos, "recibió" un mensaje de Cristo en persona: "!Ay España! Pobre de ti el día que Franco termine de gobernar en España !Ay España! Cuánta desolación vendrá sobre España... Los españoles dirán: !Señor Trae a otro Franco a España, porque así nos hundimos! Y entonces yo os traeré al gran caudillo del Tajo, el segundo Franco. Ya veis cómo os amo"... El personaje sevillano no es otro que Clemente Domínguez, vidente -o seudovidente- del Palmar de Troya y hoy autocoronado Papa... [fallecido ya cuando realizamos la corrección de este artículo]

 

Lo que ocurría era que desde 1968 Clemente Domínguez aseguraba tener estas visiones. En aquel tiempo los sectores católicos integristas ignoraban la evolución posterior de Clemente, lo tenían por un vidente, acaso inspirado por Dios, cuyos Carmelitas de la Santa Faz, aun no habían entrado en disidencia con la Iglesia. Existía entonces una ósmosis entre el catolicismo integrista de Fuerza Nueva y el catolicismo integrista de los primeros adeptos del Palmar de Troya. Estos, a su vez, atrajeron temporalmente el interés, no solo de quienes rechazaron el Concilio, sino también de aquellos otros que habían asumido las profecías sobre los "Apóstoles de los Últimos Tiempos".

 

Con el tiempo, las posiciones se fueron matizando: Lefevre emergió como la respuesta más elaborada al Vaticano II, luego los "sedevacantistas" se hicieron con otro espacio más crítico, finalmente, surgió toda una serie de antipapas de los que Clemente Domínguez es, sin duda, el que tiene menos fundamento. De otra parte, la actitud de la Iglesia en relación a Lefevre hizo que muchos fuerzanuevistas de la cúpula se retiraran del partido cuando Blas autorizó a que Monseñor Lefevre diera una misa tridentina en el local de Fuerza Nueva. Este sector, estaba contra las innovaciones doctrinales del Vaticano, pero aceptaron someterse al Papa y, aun compartiendo las posiciones doctrinales de Lefevre, prefirieron no seguirle en su tarea pastoral.

 

Por caminos que, en su momento no nos interesó elucidar y que actualmente, a decir verdad, nos siguen trayendo sin cuidado, la profecía del "caudillo del Tajo" se extendió como una mancha de aceite entre la militancia de Fuerza Nueva, especialmente en el partido, más que entre la juventud, y más en Madrid y Andalucía que en cualquier otro lugar. Pero esa profecía contribuía a otorgar a Blas Piñar una misión cósmica y divina. Blas no podía ignorar la existencia de esa profecía: nunca se refirió en público a ella, ni nosotros tuvimos la ocasión de preguntarle directamente qué opinaba al respecto. Fuimos expulsados del partido por haber contraído matrimonio civil en agosto de 1977. Este gesto que nos afectó en su momento, lo hemos mencionado solo porque es significativo del talante de Blas: catolicismo ante todo, catolicismo sobre todo, catolicismo por encima de todo, nada más que catolicismo; y nosotros, que hemos tenido ocasión de trabajar políticamente con antiguos cuadros de la Guardia de Hierro, con antiguos miembros de unidades comandadas por Degrelle, jamás encontramos el más mínimo problema. Con Blas, en cambio, sí, ¿por qué? por que las fuentes ideológicas de Blas no eran ni Degrelle, ni Codreanu, sólo una interpretación fragmentaria de Franco a la luz del catolicismo preconciliar.

 

No pretendemos haberlo demostrado en las líneas que preceden, pero sí haber marcado líneas por donde debería discurrir la investigación histórica (puesto que de historia se trata). Por lo demás, lo que hemos pretendido hacer, no es criticar la obra del Sr. Casals que apreciamos en su totalidad, sino construir una hipótesis contraria capaz de medirse con ella. Y en este sentido, creemos que el Sr. Casals en su afán investigador ha agotado todo el material en defensa de su hipótesis, mientras que nosotros apenas hemos apelado a otra cosa que a nuestros recuerdos. Pero es que nosotros no somos historiadores... en realidad, lamentamos haber sido protagonistas de algunos eventos.

 

4. SOBRE LA MODERNIZACION DE LA EXTREMA-DERECHA ESPAÑOLA

 

En algún lugar de su libro el Sr. Casals destaca una frase que escribimos en algún opúsculo: "Las fuerzas nacionales precisan renovación". Esas líneas debieron escribirse en 1981 ó 1982. Si hoy continuáramos la militancia política no la habríamos escrito así sino de esta otra forma, en estilo "marxiano": "Tras treinta años de dura lucha la extrema-derecha ha llegado desde la nada a la más absoluta miseria; la renovación es imposible".

 

En efecto, si atendemos en lo que se han convertido los distintos sectores de extrema-derecha que han intentado la renovación, hubiera sido mejor que todo se hubiera quedado como antes. No es la extrema-derecha el único sector cuyas renovaciones han constituido una auténtica metida de pata: el trotskysmo ha seguido idéntica deriva. Recordamos un ex-trotskysta que después de veinte años de "renovación", hablando con un miembro de CEDADE le dijo: "No toquéis nada del nazismo histórico, fijaos en nosotros cuando se nos ocurrió cuestionar que la URSS fuera un Estado Socialista, el caos que creamos fue tal que desaparecimos". Aparte de lo surrealista que supone el que un ex-trotzkysta diera consejos sinceros a un militante de CEDADE, certificamos que la frase es auténtica.

 

5. LA "AUTENTICA": EL AUTENTICO FRACASO

 

Y ya que estamos con lo auténtico. El gran error político de la transición y de la extrema-derecha fue Falange Española de las JONS (Auténtica). Sabemos que esto no hará gracia a sus exmilitantes que, con el tiempo, han ido idealizando sus recuerdos de juventud y convirtiéndolos en el único referente político de sus vidas. De hecho, cuando Gustavo Morales y unos pocos más ex-miembros de la Auténtica, se hacen con el poder en FE-JONS en 1996, lo hacen provistos de cierto espíritu revanchista: "por fin hemos triunfado, por fin el espíritu de la Auténtica imbuye a toda la Falange". Incluso incluyen algunos de sus tópicos en la nueva formación: la imagen del Ché Guevara con yugo y flechas en la boina, no es sólo una incoherencia, es una muestra de incultura política. No es raro que dos años después de aquella aventura, Morales se retirara, constatando el empantanamiento del partido y la imposibilidad de construir una estrategia. Hay vías que pueden fracasar, pero cuyo fracaso se advierte solo cuando el camino ya se ha emprendido. Otras vías están llamadas a fracasar de partido. La "Auténtica" pertenecía a este segundo tipo.

 

En este punto coincido con lo escrito por el Sr. Casals en su libro y agradecemos que uno de sus libros de referencia a la hora de construir algunas partes de este capítulo haya sigo nuestro Falange, Años Oscuros, escrito en 1983. Lamentablemente, el Sr. Casals desconocía un artículo nuestro que apareció en 1978 en la revista Fuerza Nueva y que se titulaba "Tres tesis sobre la Falange Auténtica". En el libro en cuestión nos limitábamos a abordar las vicisitudes de los distintos grupos políticos, en el artículo, abordábamos las causas primeras que determinaban que esa historia hubiera sido así y no de otra manera.

 

Decíamos en ese artículo:

 

Primera Tesis.- José Antonio, Ramiro y Onésimo se vieron obligados a crear Falange en un momento extremadamente difícil: combates callejeros, organización del partido, situación extremadamente dramática a nivel de calle, etc. En esas condiciones no lograron construir un sistema ideológico completo, sino extremadamente incompleto y en evolución.

Segunda Tesis.- Es imposible intuir hacia donde hubiera evolucionado el pensamiento y la organización falangista de no haberse producido la guerra civil. Con posterioridad a la guerra, no existieron intentos serios de "cerrar" el pensamiento falangista. Los intentos que hubo de completar el pensamiento joseantoniano fueron parciales, nunca sistemáticos y nunca realizados por gentes con capacidad de síntesis.

Tercera Tesis.- Desde sus orígenes Falange -incluso con José Antonio- ha ido confundiendo ideología y estrategia. Ha situado como cuestiones ideológicas de primer orden, aquellas que no eran más que estratégicas e incluso, en ocasiones, tácticas. La Auténtica en esto fue maestra: la posición en relación al franquismo o a la monarquía no dejan de ser posiciones estratégicas que no deberían de afectar al núcleo ideológico. No fue así: la gesticulación táctica de la Auténtica afectó a la propia ideología. Bruscamente vimos una falange republicana, guevarista, partidaria de la ruptura democrática, sindicalista en la voluntad y anárquica en el comportamiento.

 

En algún lugar del artículo incluíamos lo que luego comentamos al Sr. Casals y él recogió en su libro: la Auténtica no era más que el producto de un complejo de inferioridad de algunos jóvenes falangista en relación a la izquierda. No aportó nada más a los jóvenes que ingresaron en sus filas que las emociones fuertes de toda iniciación tribal; la mayoría luego la olvidaron y jamás volvieron a interesarse por la falange. Sólo para algunos fue algo realmente importante en sus vidas y siempre la recordarán como ligada a los mejores años de su vida.

 

Pero ¿qué es la Falange? ¿qué podía ser? Como siempre vimos la luz gracias a una frase inspirada. Volvíamos del Primer Congreso Nacional Sindicalista (1976), realmente compungidos: se había votado en la ponencia ideológica si el hombre era portador o no de valores eternos. Resultó que sí pero por apretado margen mínimo de votos. En la ponencia internacional, se negaba lo que la geografía y la historia afirmaban -Europa- en beneficio de la Hispanidad -de la que nos separan 14.000 km, apenas-. Nuestro camarada de la época J.H.(a) "el boinas", catalán muy sensato y cabal respondió a nuestra pregunta de por qué se procuraba en cualquiera de las falanges que los nuevos programas aprobados tuvieran "26 puntos" nos desveló el secreto de la Falange: "Falange son los 26 puntos fundacionales, Falange es la camisa azul, una serie de flechas, el Cara al Sol, el yugo y las flechas y poco más. Si se altera alguno de estos elementos la falange se queda en nada". La frase tiene mucho más valor en la medida en que "el boinas" llevaba muchos más años de militancia que nosotros. Fue tras ese malhadado Congreso cuando decidimos ingresar en Fuerza Nueva. Estaba claro que la mayoría de los que ingresábamos en FN en aquellas fechas estábamos en contra de la línea del partido, pero había esperanzas de modificarla y, por lo demás, era un reto. En Falange estaba claro que no había nada que hacer en 1976. Cuando escribimos "La Ofensiva Neofascista" en 1977 preveíamos que la Auténtica se partiría en dos (como así ocurrió dos años después) y que los raimundistas entrarían en la órbita de FN o desaparecerían. En 1979, FE-JONS de Fernández Cuesta vivió su momento álgido... junto a Blas Piñas y, desde el momento en que quisieron volar completamente solos, iniciaron su ocaso que aun dura (y nos cuesta escribir estas palabras cuando tenemos a muchos amigos en la dirección de Falange, pero "nobleza obliga").

 

6. CEDADE: NACIONAL-SOCIALISMO EN DISNEYWORLD

 

Peor fueron los intentos de renovación que realizaron otros sectores de extrema-derecha. Suponiendo que podamos hablar de renovación y no de obsesiones que unos u otros impusieron a sus más que menguadas huestes. CEDADE mientras existió, "renovó" en nacional-socialismo... Es rigurosamente cierto que CEDADE idealizó el nazismo y lo convirtió en algo parecido al ecologismo moderado. La primera novedad de CEDADE consistió en incorporar Walt Disney, Wagner y el vegetarianismo al nacional-socialismo y en querer demostrar lo indemostrable: que Hitler fue cristiano... Lo que pudo salir de aquí era previsible.

 

Ahora bien, CEDADE tuvo una virtud: fue un receptáculo de militantes en busca de iniciación tribal -una vez más; para quien quiera interesarse por este concepto, lea nuestro artículo sobre los Skin Heads, en DisidenciaS onLines/Press- luego la militancia se autidividía en tres: los que se iban a casa (los más), los que permanecían en CEDADE (los menos) y los que pasaban a otras formaciones (algunos). Pasar por CEDADE tenía algo positivo para la militancia de extrema-derecha: en lugar de entrar en FN, encorsetada en el nacional-catolicismo, sin posibilidades de recibir otro tipo de formación, en lugar de ingresar en el caos ideológico de Falange, los cedadianos de la época lo hacían en una organización que estaba regularmente en contacto con todos los grupos extranjeros de extrema-derecha, se recibían muchas revistas y una pequeña minoría de la dirección, culturalmente, tenían una formación completa. No es raro que los intentos más ambiciosos de la extrema-derecha, desde el punto de vista cultural, hayan sido protagonizados siempre por ex- militantes de CEDADE. Recordamos El Martillo, recordamos Graal, recordamos Fundamentos, recordamos Punto y Coma, etc. revistas que, en su contenido remitieron a un núcleo cultural que era más propio de la Nueva Derecha francesa que de CEDADE. También es innegable que estas iniciativas provocaron tensiones y rupturas dentro de CEDADE.

 

[quitaría ese título, deliberadamente provocativo e insolente y por el que pido disculpas a quien pueda ofender, pero no así el contenido de los dos párrafos anteriores. El nacional-socialismo que difundió CEDADE era una idealización de este movimiento que aumento introduciendo elementos que respondían a las características y gustos personales de algunos de sus fundadores. Y, cierta sigue siendo que CEDADE fue una especie de semillero que fructificó en todos los sectores de la extrema-derecha hasta principios del nuevo milenio]

 

7. LOS NACIONAL-BOLCHEVIQUES: MADURAD, MUCHACHOS, MADURAD

 

Queda otro sector "renovador" del que vale la pena escribir un par de líneas. Son los "nacional-bolcheviques". Desde mediados de los ochenta, un núcleo reducidísimo de militantes muy jóvenes se empeñaron en hacer algo que la Auténtica ya había hecho: imitar a la extrema-izquierda. La diferencia era que la Auténtica lo hizo con unos cuantos cientos de militantes detrás y conquistando con mucho esfuerzo militante un cierto protagonismo en la calle, mientras de estos "nacional-bolcheviques" lo repitieron con no más de dos decenas de militantes. Cuando se es joven las equivocaciones son comprensibles, la falta de criterio político es habitual, las vísceras y las obsesiones personales, tiran mucho más que el análisis y la ideología. Casi quince años después del inicio de actividades del núcleo "nacional- bolchevique" aquellos jóvenes de 20 años, tienen 35 y... siguen como ayer. Llama la atención que estos grupos contra más pequeños son, más aumentan su volumen de correspondencia y sus pactos con grupos extranjeros y más grandilocuentes son sus siglas, más provocadores son sus mensajes y más verbalismo izquierdista -no del "mayo blanco", precisamente, sino del otro...- utilizan en sus publicaciones.

 

Quizás éste sea uno de los aspectos criticables del libro del Sr. Casals. Aceptando el Sr. Casals que "lo pequeño es hermoso", dedica unas páginas a algo que, en sí, no tuvo ni importancia teórica, ni entidad numérica, ni protagonizó ninguna "justa" política o ideológica; todo su trabajo político ha consistido en dedicar interminables horas muertas a colocar pegatinas en las farolas como muestra pristina de talante "revolucionario" y editar revistas de mínima tirada. El Sr. Casals tuvo, hace unos años, la enorme habilidad de escribir 500 largas páginas sobre un fenómeno a poco inexistente. Nos referimos a su Neonazis en Cataluña. En realidad apenas han existido neonazis en Cataluña. Y mucho menos neonazis separatistas. Una cosa es la anécdota, otra la historia. La minuciosidad y seriedad con la que el Sr. Casals suele trabajar es digna de mejores causas que dedicar 500 páginas a los 5-7 militantes de "Nosaltres Sols", a los 25-50 de CEDADE en Barcelona en sus mejores tiempos y a una cifra análoga que tuvo el PENS hacia principios de los 70. Y otro tanto puede aplicarse a este otro libro. Junto a Tejero, Blas Piñar, la Falange, el Frente de la Juventud aparecen otros grupos como La Alcantarilla o los "nacional-bolcheviques".

 

Estamos en el terreno de la pura anécdota. Y ya que de anécdotas se trata vamos a revelar una suficientemente significativa del estado de inanición en que se han encontrado estos grupos. Resulta que un militante de estos grupos, sospechoso desde hacia más de cinco años de pasar datos a algún servicio de información, asiste a un reunión. En un momento dado se levanta y va al lavabo. Los otros aprovechan para mirarle la carpeta y las notas y encuentran, oh maravilla, una relación de asistentes a una reunión anterior: evidentemente se trataba de la confirmación a las sospechas que desde siempre habían existido sobre este militante. Sin embargo, optan por no decirle nada. Expulsarlo o hablar francamente con él, hubiera supuesto la posibilidad de perder un 20% de los efectivos... Únase a esto lo pobre de la teorización política y se tendrá un cuadro exacto del pomposamente llamado "nacional- bolchevismo", o la extrema-derecha en su fase más infantil.

Madurad, muchachos, madurad.

 

[je..., pues no, no han madurado, y es curioso, porque precisamente hoy he colocado un post en un foro en el que se hablaba del último avatar de estos nacional-bolcheviques de 1998: Corto y pego, sin añadir ni quitar nada:

 

Ese grupo (el MSR, avatar de los nacional-bolcheviques), el problema que tiene es que vive en un estado de confusión permanente:

1) Confusión en torno a lo qué es una "ideología"
2) Confusión entre lo que es una "ideología" y lo que es un "programa"
3) Confusión entre lo que es "imagen" y lo que es "estrategia"
4) Confusión entre lo que es "estrategia" y lo que es "táctica".

En apenas diez años han pasado por todo tipo de "fiebres ideológicas": nacional-bolchevismo, nacionalismo-revolucionario, fascismo y neo-fascismo, izquierda nacional, identitarismo, federalismo, socialismo, y seguramente me olvido alguno. No es, desde luego, la mejor trayectoria para hablar de "purismo ideológico", sino más bien de "bandazos".

El grupo se adapta a los que llegan... no los que llegan se adaptan a la "ideología" del grupo.

Esto sitúa al MSR como un grupo INESTABLE.
Y todo esto les ha repercutido:

- Interiormente: en una conflictividad cíclica y permanente (fundadores del grupos que se ausentan sin dejar señas, identitarios que se van, izquierda nacional que se va, militantes que son hoy "jefes" y mañana desaparecen)
- Exteriormente: en unas alianzas siempre breves y que terminan en ruptura (con la misma PxC, con el Partit per Catalunya, con el Tripartito, con asociaciones ecologistas, con Izquierda Republicana y ecologistas en las anteriores municipales, con el Tripartito...)

Si el problema es que, más que "purismo ideologico", de lo que conviene hablar cuando nos referimos a este grupo es de "rarezas ideológicas y políticas".

Les conté en cierta ocasión un chiste que creo que no entendieron:

"Dos caníbales se están comiendo a uno del MSR. Y uno le dice al otro: oye, esto sabe raro".

Y este es el problema: que aquello ha terminado siendo un grupo de gente rara en lo personal, en lo psicológico, en lo político, en lo "ideológico", en sus relaciones con otros grupos, en lo dicen, en lo que hacen, en lo que son, etc, etc, etc.

Fin de la cita y del añadida el 9.10.10].

 

8. VIOLENCIA DE EXTREMA-DERECHA

 

Existió violencia de extrema-derecha, eso es innegable. Como hoy existe violencia de los hooligans. Creemos que en un 90% la violencia de extrema-derecha que vagó por España entre mediados de los 70 y principios de los 80 era una violencia tribal de jóvenes en busca iniciación a la pubertad. Nada más. En el otro lado del espectro político ocurría exactamente lo mismo. Y el hecho de que las cúpulas de extrema-izquierda teorizaran la violencia y la justificaran como "defensa antifascistas" o "gimnasia revolucionaria" para preparar la "guerra popular prolongada" o la "insurrección armada de masas", no implica más que confirmar la vocación de plastas intelectuales de la izquierda. En la extrema-derecha los plastas intelectuales hemos sido menos. Y aquí me incluyo pretenciosamente.

 

En lo personal siempre he sido contrario a la violencia. Ayer y hoy. No necesité violencia para sentir que había abandonado la infancia y me había convertido en hombre. Me bastó con emociones fuertes de muchos tipos. Nadie me puede acusar de haberle agredido, ni en política, ni fuera de la política. Eso no implica que sea pacifista. El hecho de que no me guste la violencia no me arroja necesariamente en manos del humanismo pacifista de lo "políticamente correcto". Lo que ocurre es que en política algunos efectos no pueden conseguirse sino es a través de la violencia. Al menos yo pensaba eso en 1977; lo que pienso hoy al respecto carece de interés dado que hace muchos años concluía mi militancia política en la extrema-derecha. En 1977 no se trataba para nosotros de ser "maquiavélicos", considerábamos ayer que cualquier fin no justificaba no importa que medios. Pero nosotros teníamos entonces un “Fin” -así, con mayúsculas- que justificaba la utilización limitada de algunos medios. La violencia de baja cota era uno de ellos. Nosotros intentamos tensionar la situación a nivel de calle. Esto no implicaba necesariamente enfrentamientos callejeros, ni violencia: suponía solo una presencia militante en la calle, una ocupación de la calle, la interrupción del tráfico, la dislocación de la normalidad ciudadana que demostraba a las masas algo que para nosotros resultaba evidente: que las cosas no iban bien y no podían funcionar bien. En aquella época hicimos cientos de pequeñas manifestaciones, cortamos el tráfico durante horas en las grandes ciudades, nos manifestamos una y otra vez en las calles, unas veces cientos de miles, otras veces decenas; en algunas ocasiones surgieron choques. Por nuestra parte pagamos nuestra cuota de sangre, de exilio y de cárcel. Hemos tenido muchos camaradas caídos. Recuerdo más de una docena de rostros de mis camaradas a los que no veré nunca más. Fueron asesinados, unos por policías de distintos Estados, otros por grupos terroristas de izquierda. Muchos de los asesinados, tras serlo, han sido calumniados. Hoy no milito políticamente, pero no me pidan que los olvide.

 

Nuestro error consistió, fundamentalmente, en enfrentarnos a la Bestia -los Estados modernos- y a sus lacayos -marxistas en la época y liberales de todos los pelajes- y creer que existía una posibilidad de vencerla. Olimos su fétido aliento, nos cubrió con su baba ardiente y nos barrió. Durante años fuimos apestados. Bastaba que alguien recordara que habíamos militado en la extrema-derecha para que se justificara cualquier marginación. El año pasado, un periódico, El País, se creyó en la obligación de recordar nuestra pasada afiliación a la extrema-derecha solo para torpedear al periódico de la competencia con el que colaboraba. Nos enfrentamos a la Bestia y perdimos; en realidad, no teníamos ninguna posibilidad de vencer. Para algunos de nosotros, el combate valió la pena: tuvimos experiencias humanas de una intensidad inigualable y comprendimos algunas frases de Jünger en Tempestades de Acero o de Evola en Cabalgar el Tigre. Dado que militábamos en lugares extremos, parte de la militancia que acudía era también extrema: conocimos seres de una bajeza y vileza infame, pero también y sobre todo, tuvimos la suerte de relacionarnos con monumentos de austeridad y valor, heroísmo y entrega. Los años de lucha política nos transformaron como el crisol y el atanor transformaban la materia prima de los alquimistas. Gracias a los años de militancia encontramos nuestra verdadera vocación que nada tenía que ver con la política.

 

9. LA VIOLENCIA DE FUERZA NUEVA Y SU RESPONSABLE

 

Volvamos a la violencia. Salvo en el Frente de la Juventud que conscientemente inició en 1978 una estrategia de movilización y presencia directa en la calle. El resto de organizaciones que, posiblemente se vieran más implicados en episodios de violencia callejera, no tenían estrategias similares: solamente el descontrol de la militancia provocó tales episodios.

 

Es ineludible hablar del papel de Blas Piñar en este tema. Blas no fue jamás un personaje ni violento, ni que enviara a otros a practicar una violencia de la que él siempre huía. Pero Fuerza Nueva, más que cualquier otra organización, vio a su militancia implicada en episodios de violencia. Y en esto Blas tuvo responsabilidad. Recuerdo sus mítines: asistían cientos de jóvenes y oían extasiados aquellas proclamas de Blas en sus discursos, lanzadas con toda la gesticulación y pasión del gran orador que era. Y Blas les decía que la Patria estaba en peligro, que había que salvarla, que la situación era grave y sólo ellos podían hacer algo ante la desidia general... Luego, acabado el mitin, los jóvenes salían a la calle con el cerebro hirviendo: solo que carecían de consignas, Blas les había pintado una situación dramática, pero no les había dicho lo que tenían que hacer (o no le habían entendido en ese punto). Y ellos, esos cientos de jóvenes, lo interpretaron en su clave tribal: unos se fueron al Retiro y batearon el cráneo de un pobre joven que nada tenía que ver con la militancia. Otros se vieron implicados en la muerte de Yolanda González, otros en el acuchillamiento de un joven en la Gran Vía, muchos asaltaron la Facultad de Derecho de Madrid, etc. Todas estas acciones no eran justificables desde ningún punto de vista, sin embargo, la responsabilidad de estos crímenes no pertenecía solo a sus ejecutores: se había instaurado en la sociedad un clima que guetizaba a la extrema-derecha y, finalmente, la organización en la que militaban -Fuerza Nueva- carecía de estrategia y tácticas. En esto es significativo que la organización más radical y extremista, el Frente de la Juventud, cuyos comandos operativos realizaron atracos, estaban armados hasta los dientes y poseían una capacidad de acción que ninguna otra organización de extrema- derecha tuvo jamás, hasta el punto de ser considerados por el Ministro del Interior Juan José Rosón como la organización más peligrosa después de ETA, es significativo, decíamos que el Frente de la Juventud se viera implicada en mucho menos episodios de violencia que Fuerza Nueva. Al existir estrategia y tácticas, la violencia estaba encauzada y limitada.

 

Tras el asesinato del Secretario General del Frente de la Juventud, nuestro amigo Juan Ignacio González, existió un conato descontrolado de represalia. Es en ese contexto en el que hay que encuadrar el intento de atentado contra Peces-Barba, uno de los padres de la Constitución. El Sr. Casals narra el episodio correctamente, si bien con algún elemento de redacción equívoco. Da la sensación al leer sus líneas sobre este tema, que fuera yo quien di la orden del atentado. No fue así. Tras producirse el asesinato de Juan Ignacio –yo estaba en aquel momento en el exilio- llamé a mi contacto en Madrid con el Frente, una chica de la Dirección. Fue el último contacto con la dirección y sólo a título informativo; a partir de ese momento, las mutuas medidas de seguridad y prudencia hicieron que no hubiera más posibilidades de relación y que no estuviera en condiciones de dar ninguna orden. Por lo demás, yo me encontraba en aquel momento extremadamente lejos de España -no en el país en el que, sin duda por un malentendido, dice el Sr. Casals, pero lejos, a fin de cuentas- y las comunicaciones no eran tan sencillas como en la actualidad. A las pocas semanas de la muerte de Juan Ignacio estaba previsto el atentado, pero la policía lo evitó "providencialmente", deteniendo a una treintena de militantes (si no recuerdo mal, en algún momento estaban detenidos casi 60, solo que no todos entraron en la cárcel) y recuperando buena parte del armamento. Y si quieren mi opinión yo jamás habría dado la orden de atentar contra Peces Barba. Su participación en la elaboración de la "constitución" bastará por sí misma para arrojarlo a la cloaca de la historia... esa constitución cuya ambigüedad será en el próximo futuro germen de discordias civiles. Sólo deseamos que el Sr. Peces Barba y los demás "padres de la constitución" vivan lo suficiente para sentir vergüenza y abominar de su obra.

 

A estas alturas, como decimos, el Frente había visto roto su estrategia, su estructura organizativa, su dirección y era previsible que las bases y, sobre todo, los comandos de acción se descontrolaran. Hay que decir en esto, que el Frente de la Juventud pagó caro su voluntad de enfrentamiento al Estado: muchos militantes pasaron largas temporadas en la cárcel y en el exilio, e incluso algunos fueron detenidos, torturados y encarcelados en prisiones de otros países.

 

Sobre la violencia de nuestros camaradas italianos de los que el Sr. Casals apenas habla en su libro, remito a mi reciente comunicación a las "Primeras Jornadas sobre el Movimiento Social Italiano" celebradas a finales de septiembre de 1998 y a las que fui invitado, excusando mi asistencia por causa de fuerza mayor.

 

(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

Por qué la extrema-derecha está muerta y enterrada en España

Infokrisis.- Algunos dicen que la extrema-derecha volverá a ser algo en España. Yo les digo que no, que la ultra está muerta y enterrada y que nunca, absolutamente nunca más, volverá a reconstruirse con la fisonomía que tuvo en la transición y mucho menos en períodos históricos anteriores. El que suscribe hace tiempo que dejó de considerarse “ultra”, pero no ha podido evitar seguir manteniendo relaciones y contactos con gentes que así se siguen considerando o cuyos actitudes obligan necesariamente a considerarlos como últimos mohicanos de la ultra carpetovetónica. Voy a dar unas cuantas razones para apoyar mi opinión de que la extrema-derecha está muerta y enterrada. Esta enumeración dista mucho de ser exhaustiva y si no sentimos un particular interés en apurar el tema es por el distanciamiento absoluto que experimentamos hacia ese sector.

La ultraderecha nacional no volverá nunca a ser “algo” ni sobre el plano político, ni sobre el plano militante por las siguientes razones:

1) Los pactos de la transición siguen vivos y siguen bloqueando sistemáticamente cualquier crecimiento de la extrema-derecha franquista. Estos pactos mostraron una eficacia absoluta en contener a la extrema-derecha entre 1976 y 1983, limitando primero su impacto a un único diputado parlamentario y luego consiguiendo su eliminación política completa. Estos pactos siguen en vigor y apuntan permanentemente contra todo lo que representa ecos del antiguo régimen.

2) La extrema-derecha de la transición tenía tres temas característicos: “unidad nacional”, “dureza en materia antiterrorista” y “defensa de su memoria histórica”. La “unidad nacional” está hoy más asegurada que nunca, la “lucha antiterrorista” ha liquidado definitivamente a ETA que si sigue existiendo es por necesidades del zapaterismo crepuscular; en cuanto a la “memoria histórica”, cada vez se habla más de ella, también por instigación del zapaterismo, y cada vez interesa menos al quedar más lejos en el tiempo.

3) La extrema-derecha en la actualidad sigue teniendo esas mismas temáticas: sigue colocando en primer término de su programa el tema de la “unidad nacional” sin advertir que el dominio de este tema está completamente en manos del PP y que puede movilizar más banderas nacionales que toda la ultraderecha junta. Nunca podrá horadar esta posición del PP, ni siquiera aunque este partido pacte con los nacionalistas periféricos como ya ha hecho.

4) En cuanto a la “memoria histórica”, la ultraderecha sigue sin situarla en donde le corresponde que no es, precisamente, el terreno político. Mientras persista en esa actitud, la “memoria histórica” comprometerá y lastrará su imagen política, dándole siempre una imagen de “mirar eternamente al pasado”, en unos momentos de crisis sin precedentes. Otro tanto le ocurre a la izquierda comunista, cada vez más aislada de la realidad y más volcada a homenajear a los brigadistas internacionales, a los últimos maquis y a un pasado cada vez más lejano.

5) La extrema-derecha española no ha advertido todavía que lo esencial de su clientela en Europa no deriva de ganar el voto conservador (bien atado por la derecha liberal), sino de hacerse con el voto que ha quedado huérfano por la crisis de la izquierda. Pero ¿quién entre los ultras se ha preocupado de conocer en qué consiste la crisis de la izquierda?

6) Cuando se mezclan temas de “derechas” (como el reiterativo tema de la “España una”) con temas “sociales” (en eso que se ha dado en llamar “patriotismo social”), el combinado no funciona: no puedes tentar a un electorado situado en la abstención o en la izquierda en crisis, mezclando temas sociales con referencias a la “España una” que remiten directamente al franquismo y que está incorporado, debidamente pulidos, al programa electoral de la derecha liberal.

7) Por eso mismo, los llamamientos de la extrema-derecha a luchar contra problemas reales como la “inmigración”, la “corrupción” o la “crisis económica”, siempre serán ignorados; en efecto: pasan a un plano completamente secundario en su imagen al lado de lo que hemos llamado en otras ocasiones “sobreactuación patriótica” ante la cual, todo lo demás pasa a un plano completamente secundario.

8) A fuerza de no adaptarse a las realidades e insistir en sus obsesiones, la extrema-derecha se ha ido empequeñeciendo cada vez más y fracturando. De una situación así solamente se sale rectificando el tiro y modificando interiormente los criterios organizativos. Eso pudo hacerse entre 1976-1979, pero no luego en donde el aislamiento acumulado en esa época ya hacía imposible seguir con ese cliché.

9) Hoy ese empequeñecimiento ha llegado a su límite que se percibe: en la malísima calidad de la mayoría de direcciones políticas (seudo-direcciones) de ese ambiente, en la evidente incultura política de la inmensa mayoría de su militancia que se obstina en hablar un lenguaje y unos temas que ya no tienen ninguna relación con los debates políticos que se dan en la sociedad e incluso cuando auténticos tarados que difícilmente superarían un examen psiquiátrico están dirigiendo algunos grupos.

10) Ya no queda gente capaz de formar cuadros políticos, ya no quedan estrategas, ni siquiera militantes, lo que queda en toda España es no más de 6-700 militantes (los afiliados pueden llegar a 6-7.000, no más repartidos en una docena de grupos) con un nivel político muy bajo: ni siquiera tienen interés en “formarse”, ni aunque lo tuvieran existirían cuadros capaces de asumir esta tarea educativa.

11) Desde hace más de 45 años, la ultraderecha no ha generado ideas nuevas a pesar de que a partir de los años 60 su inadecuación con la realidad española ha ido creciendo. Esto es particularmente grave en lo que se refiere al concepto de “España” que para la ultraderecha es el valor máximo, pero que, paradójicamente, no ha revisado sus contenidos. Si una nación es, a la vez, “misión” y “destino” haría falta preguntar cuál es hoy la misión y el destino de España y nos sorprendería encontrar algún ultra capaz de contestar a una pregunta que ese ambiente no se ha formulado desde hace décadas.

12) Si la reflexión ideológica ha sido habitualmente desdeñada por la ultra, la reflexión estratégica ha sido todavía más primitiva y ni siquiera el concepto de lo que es “estrategia” ha quedado claro. Desde la “época histórica” (años 30) la ultra no ha conseguido distinguir con claridad lo que era ideología, de lo que era programa, y frecuentemente se confundía todo ello con lo que era estrategia. Nadie en la ultraderecha actual está en condiciones de realizar un análisis integral y definir orgánica y coherentemente: doctrina, programa, estrategia e imagen…

13) Esto ha contribuido a que el nivel de educación política de la militancia sea cero. Habitualmente, los nuevos militantes extraen sus conceptos más del clima de los campos de fútbol que en boletines, revistas, webs y portales políticos. Decididamente el nivel de conocimientos políticos de la militancia sería lo más triste de la ultra nacional de no ser por la falta de calidad de la mayor parte de sus direcciones.

14) La extrema-derecha española, para colmo, ha sido víctima también de la degeneración de la clase política que ha vivido este país en los últimos 30 años, de la pérdida de calidad del debate político en España y de la transformación de una sociedad que se ha hecho de espaldas a la clase política y, en general, abominando de ella y de todo lo que es político.

15) “Antes muerto que sencillo”, tal debería ser el lema de la ultra que se obstina en esgrimir temas sin tirón entre el electorado, especialmente cuando bastaría simplemente observar a opciones similares en otros países de Europa para encontrar una vía de transformación. ¿Para qué hacerlo? Ya no queda gente con capacidad de adaptación y con energía suficiente como para alumbrar proyectos de mínimo calado político. El panorama es desolador y ni siquiera muchos de sus dirigentes lo han advertido en todo su dramatismo.

Y es por todo ello, por lo que la extrema-derecha nunca remontará en nuestro país. ¿Y entonces qué? Es sencillo: si alguno de los últimos mohicanos de la extrema-derecha quiere adquirir un peso político similar al que tienen formaciones identitarias o antiinmigración en Europa, lo primero que debe de hacer es dejar de ser extrema-derecha. Eso, o resignarse a irse extinguiendo poco a poco.

© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.eshttp://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

Cinco canciones para un ideal (II). "Budapest" de Leo Valeriano. Siempre hay causa por la que luchar

En el verano de 1968 los tanques del Pacto de Varsovia habían invadido las calles de Praga. Unos meses después, Jac Pallach se había quemado vivo como protesta por la invasión. Yo apenas tenía 16 años pero hacía seis meses que estaba comprometido políticamente. La muerte de Jan Pallac y la invasión de Checoslovaquia supusieron un mazazo para mi generación. A partir de ese momento, ser comunista se me volvió incomprensible. Tres meses antes la revolución de mayo del 68 había supuesto otro aldabonazo para mi generación. A fin de cuentas, tanto en Praga como en París eran jóvenes los que habían saltado a las calles. Los dos episodios florecieron bajo el símbolo de la juventud y de la libertad. Daba la sensación de que un mundo nuevo y original estaba naciendo y que se había llegado al final del status quo generado en Yalta. Salvador Dalí acababa de pintar uno de sus grandes cuadros: La Pesca del Atún en el que podía ver a un joven apuñalando a dos atunes. En la hermenéutica daliniana los dos atunes era el símbolo de la Era de Piscis y el joven asesino, el heraldo de la Era de Acuario que vendría. Pop-art, op-art, puntillismo, realismo fantástico, pintura surrealista, figurativismo, parecían sintetizarse en un cuadro extraordinario que, solo por él le hubiera valido a Salvador Dalí un lugar destacado en la pintura del siglo XX. Eran todo ilusiones, y más que ilusiones mitos movilizadores.

En el espacio político en el que militaba en la época todos hubiéramos querido estar en las calles de Praga en aquellos días. O en París. Teníamos la sensación de que ahí se estaba construyendo la historia y nosotros desperdiciábamos nuestra vida terminando el bachillerato franquista o aburriéndonos en los primeros años de Universidad. Pero, como cantaba en Europa Cliff Richard y en España el Dúo Dinámico y los Mustang: "Jóvenes éramos tan jóvenes, soñabas tú soñaba yo...".

En esa época ya tarareábamos en inglés The House Of The Rising Sun (La Casa del Sol Naciente), sin saber que aquella música encantadora que había llegado de la mano de Dylan y de la Báez aludía a un putiferio de Nueva Orleans. Muchos nos identificamos con la canción de Peete Seger sobre Woody Gootry ("Hola, hola, Woody Gootry, te he escrito una canción, sobre un raro mundo que muere y que apenas sí acaba de nacer"). Poníamos una y otra vez la Balada de Sacco y Vanzetti, El Preso nº 9, o Te recuerdo Amanda, pero solo cantada por Joan Báez.

De Dylan admirábamos Los tiempos van cambiando (Venid senadores, congresistas / Por favor haced caso de la llamada / No os quedéis en la puerta de entrada / No bloqueéis el vestíbulo / Hay una batalla afuera / Y está bramando / Esto pronto sacudirá vuestras ventanas / Y hará retumbar vuestras paredes / Porque los tiempos están cambiando…) y el Blowin’ in the Wind (¿Cuántas carreteras debe un hombre caminar, antes de que le llamen hombre? / ¿Cuántos mares debe una paloma navegar, / antes de que se duerma en la arena? / La respuesta, amigo mio, la respuesta está soplando en el viento).

Era inevitable tener los últimos discos de los Beatles. Un año antes, en junio de 1967 había ido por primera vez a Londres solamente para comprar en Carnaby Street la primera Edición de Sargent Pepper’s, la Banda del Club de los Corazones Solitarios con su portada con los cien rostros, muchos de los cuales influirían luego en nuestra formación intelectual, desde Aldous Huxley hasta Cromwley, desde Jung hasta Poe, desde William Bourroughs hasta Bernard Shaw.

A algunos nos interesaba incluso la música de protesta de nuestro país aunque respirara otro aroma político. El Paco Ibáñez de aquella época era todavía un soplo de aire fresco, en gran medida patrótico (el Nosotros somos quien somos, el A cabalgar, hasta enterrarlos en el Mar, y seguramente todas las demás canciones de su recital en el Olimpia de París suscitaron nuestra atención). Por proximidad, la Nova Canço me quedaba cerca. Uno de sus puntos de encuentro era un pub situado a 50 metros del colegio escolapio en el que languidecía en Tusset Street, pequeña calle barcelonesa de apenas 200 metros que aspiraba a emular al Carnaby Street originario, meca de lo pop. Conocí a varios y varias de los que frecuentaban aquel pub -La Cova del Drac- reconvertido hoy en un fast-food: María del Mar Bonet, que entonces frecuentaba el grup de folk del bipolar Cesco Boix, Guillermina Mota, Guillermota para los íntimos, Guillem d’Efak, señor del lugar y del otro pub, La Cucafera, el pianista mestizo hijo de funcionario colonial y guineana, que interpretaba blues como nadie.

Los camaradas de CEDADE, en cambio, iban al Liceo. Hice un esfuerzo, pero aquello no resultó. La música tiene algo de matemáticas -compases, ritmos, tempos, a la postre, no son más que posibilidades matemáticas- y en Wagner había demasiada pasión y exceso de arrebatos románticos, luego mucha emotividad y sentimentalismo y poca matemática. He compartido la idea medieval de que "Dios es geómetra", aunque es muy probable que no exista… hay algo perfecto en el cosmos que responde a leyes matemáticas. La matemática es objetividad y hecha arte conduce a un modelo de arte objetivo, incuestionable, permanente. Todo lo que es sentimentalismo o arrebato, es, por definición, puntual, efímero, perecedero, en definitiva. Por eso Wagner nunca me atrajo en exceso, a diferencia de la música barroca o de la música clásica. Además quería vivir la música de mi tiempo, la de mi generación. Quería estar al tanto de la música de nuestro tiempo y de nuestro tiempo. Por algún motivo la nostalgia nunca ha encontrado un eco en mi corazón que siempre ha precisado ritmo, medida y armonía.

En 1969 un camarada italiano (Marco Tarchi quien ahora dirige la revista Transgressione y pasa por ser la quintaesencia de la nuova destra italiana) me envió la dirección de Edizioni Europa, una empresa editorial vinculada a Ordine Nuovo. Pedí el catálogo que tuvo una importancia decisiva para mi formación cultural: supe a través de este catálogo de la existencia de un Drieu la Rochelle, de un Evola, supe de la importancia de la obra de Guénon a quién tres años antes había visto mencionado en aquella ominosa obra, El Retorno de los Brujos de Louis Pauwels y Jacques Bergier, y, finalmente, como único disco anunciaban uno de un tal Leo Valeriano. Me interesé por él y al cabo de unas semanas me sorprendió saber que era un "uomo de destra", próximo a Ordine Nuovo, en la órbita del MSI, cantautor que tenía el hábito de salir al escenario vestido completamente de negro, no para imitar a los cantantes existencialistas franceses o nuestro carpetovetónico Paco Ibáñez, sino como lealtad a los colores del fascismo. Pedí el disco de Valeriano.

Hará unos cinco años, le dediqué un artículo a su obra en este mismo blog, que traigo de nuevo a colación. Lo reproduzco a continuación. Valeriano y su obra fueron representativos de la ideología del neofascismo italiano de los años 60. En aquella ocasión escribí esto:

"Hemos rescatado del baúl de los recuerdos una cinta casette de canciones de Leo Valeriano. Está grabada sobre un vinilo de 1968. Leo Valeriano fue el primer cantautor italiano del ambiente "neofascista" y en las letras de sus canciones se percibe perfectamente el ambiente que impregnó a toda una generación. Vale la pena rescatar este casette, lamentando que no se haya remasterizado, y emplearlo como excusa para realizar un viaje a través del tiempo y retroceder al neofascismo italiano de los años 60.

La fuerza de ser uno mismo

"Padre Nuestro" es casi una oración. Iniciada con las palabras de la oración católica más conocida, esta canción de Valeriano tiene que ver con lo que podríamos llamar "la concepción del mundo del neofascismo". De hecho, en todas las obras de Evola está implícito este mensaje: "Conócete a ti mismo" y "Prueba tu calidad a través de la lucha". Valeriano arranca la canción -musicalmente muy seductora- con estas estrofas en las que está muy presente la necesidad de diferenciación:

"Padre nuestro que estás en el Cielo
Y también entre la gente,
que ya no puedes esperar nada
cada vez que alguien te llama.
Padre nuestro que estás en el Cielo
también yo te he llamado
días enteros en voz alta.
Me ha respondido sólo el silencio,
Pero no te pido reposo
No te pido riqueza,
Poder o tranquilidad";

En las estrofas siguientes de la canción, la letra asume la vocación heroica que Evola propone en sus obras como condición indispensable para alumbrar un "hombre nuevo" capaz de mantenerse en pie ante las destrucciones culturales que se avecinan y termina implorando al dios desconocido que le dé la fuerza para ser él mismo. Análogo mensaje se encontraba en el santuario de Delfos: "Sé tu mismo". La canción dice así:

"Dame Dios mío, aquello que te queda,
Aquello que nadie pide nunca.
Dame la lucha, dame la inquietud
Y la desesperada ansiedad,
Dame el tormento, dame la rabia
De esta condenada realidad,
Dámelo ahora, definitivamente,
Porque yo no sé,
Si tendré siempre tanto valor
Para poder pedírtelo
Padre nuestro que estás en el Cielo
Y también entre la gente,
Dame, Dios mío, aquello que te quede
Aquello que nadie pide jamás,
Pero dame la fe, dame el valor,
La fuerza de ser yo".

El anticomunismo: Budapest

Una de las canciones más hermosas de Valeriano estaba dedicado a los héroes de Budapest. Se trata de una de las composiciones más bellas que hayamos escuchado, tanto por su letra como por su música. En 1956, los tanques rusos cercenaron el ansia de libertad del pueblo húngaro. Stalin había muerto y en Occidente se creía que la URSS había moderado su intervencionismo exterior. Era todo lo contrario. Valeriano logró sintetizar en una estremecedora música la gesta de los patriotas húngaros.

"Estoy sobre el monte mirando
donde estaba una ciudad
sobre las torres de las iglesias
grita fuerte el gallo rojo,
rojo el cielo por las llamas,
rojas las calles por la sangre,
rojos son los carros de combate,
¡está ardiendo Budapest!"

La juventud europea se estremeció con aquel horrendo ataque. En París, los grupos de patriotas, entre los que se encontraban Pierre Sidos y Jean Marie Le Pen, se manifestaron ante la sede del Partido Comunista que resultó asaltada por la población. En Roma abundaron las manifestaciones de protesta en la que se curtieron los militantes que luego crearían Ordine Nuevo y Avanguardia Nazionale. Valeriano era uno de estos jóvenes que quedó, literalmente, horrorizado por la masacre de Budapest y por la dejadez con que las democracias occidentales. Sigue la canción de Valeriano:

Oh Budapest... Oh Budapest..
Tu burgués de Occidente,
tu que tienes mujer, hijos y amante,
tus casas son cálidas
y no vas a arriesgarte por Budapest.
Tu burgués de occidente
has recogido sacos de oro
nacidos de la sangre
¡y luego te has encadenado al gigante del Este!

En esa época estaba claro para el neofascismo que las democracias occidentales, las democracias burguesas, no estaban en condiciones de enfrentarse a la URSS y que Europa, tras la guerra, estaba viviendo el esplendor de la civilización burguesa que había pactado un statuquo con la URSS: la convivencia pacífica. A esa burguesía bienpensante no le importaba la suerte de los patriotas húngaros. El anticomunismo del que hace gala Valeriano, y por extensión, el neofascismo de la época, viene acompañado de un acusado tinte antiburgués.

Esa sensación de que las democracias occidentales no tenían arrestos suficientes para detener al comunismo, se evidencia en la última estrofa de la canción:

"Yo te acuso Occidente,
mañana también tu llorarás
como los magiares abandonados por ti en Budapest.
Aquí sobre el monte estoy mirando
El fin de una ilusión
Nacida a lo largo de nuestro río
Y que muere asesinada
Con Budapest"

El sentimiento antiburgués: "Tiempo de Lobos"

Otra canción a tener en cuenta de Valeriano es "Tiempo de Lobos". Se trata de otro alegato antiburgués, en donde se percibe fácilmente el aroma de la nueva era de la contestación juvenil que ya se percibía en el horizonte. Los padres que habían vivido la guerra y las privaciones querían que sus hijos fueran educados de espaldas a cualquier idea política y, cuando la tenían, lo que les exigían era que las ocultaran. Era la forma de "triunfar" en la sociedad, especialmente si se sostenían posiciones neofascistas. Dice Valeriano:

"Tu padre te ha dicho: sé astuto hijito
No debes arriesgar nada,
porque de nada sirve tener ideas
guárdalas para ti".


Tal era la normalidad de aquel tiempo. El padre le dice al hijo: "Este es un tiempo de lobos, un tiempo de perros, ¿qué harás con tu futuro? Es un tiempo de lobos, ya no es un tiempo de héroes". En las estrofas finales, Valeriano aporta las conclusiones:

"El miedo es una bestia que florece en el corazón
de aquella gente que no sabe lo que es el honor.
Es el miedo que te vuelve prudente
que va donde el viento la lleva.
Pero que no te suceda nunca como a quien no pueda
cantar la libertad"


La idea sostenida por el neofascismo de la época era que el comunismo era una ideología demasiado brutal como para poder ser contenida por el espíritu burgués. Hacia falta una movilización de los espíritus más duros y más decididos, para poder articular un frente anticomunista que no amenazada las libertades, como había ocurrido en Praga. Y para ello era preciso lugar en las filas del Movimiento Social y de las organizaciones decididamente anticomunistas y antiburguesas crecidas a la luz de la doctrina evoliana.

El espíritu de la contestación: El coraje de decir no

A partir de 1967 la contestación estaba en el ambiente. Al año siguiente estalla el mayo francés y pocas semanas después el "otoño cálido" italiano. En aquel momento, la universidad italiana registra una presencia importante de militantes neofascistas encuadrados en el FUAN y en otras organizaciones menores. En Valle Giulia, los estudiantes de estas formaciones ocupan la facultad de derecho y se enfrentan durante varios días a la policía. Los contestatarios de otras tendencias, ocupan filosofía y arquitectura. En los días que seguirán, Giorgio Almirante, secretario general del MSI, da la orden a su servicio de orden de desalojar las facultades, incluidas, derecho. Los contestatarios neofascistas se enfrentan a la disyuntiva de unirse a los "gorilas" de Almirante (dirigido por Giulio Caradonna) o bien permanecer defendiendo una "contestación de derechas". Optan por la segunda opción en lo que luego, la mayoría, considerará un error. Eso implica dar la excusa para que el antifascismo prendiera en la universidad. A partir de ese momento, el grueso del neofascismo se va "domesticando" y convirtiéndose en el apéndice juvenil de un partido de derecha radical. La influencia de Evola se va reduciendo en esa generación de militantes de los que, finalmente, por iniciativa propia y por la misma presión de los acontecimientos, no acentuarán otra cosa más que su anticomunismo. Las veleidades de lucha contra el sistema, poco a poco, se van retirando del MSI y recluyéndose, bien en sectores disidentes, o bien en grupos extraparlamentarios que mantendrán hasta principios de los años 80 la etiqueta "neofascista"

Pero cuando Leo Valeriano redacta la letra de esta canción, está todavía impregnado por el espíritu de la contestación que se trasluce desde el mismo título: "El coraje de decir no":

"Dicen siempre que todo va mal, que haría falta una revolución
Pero bastaría encontrar, el menos para comenzar,
El coraje de decir no, a la gente que dice Si
El coraje de rechazar las falsas etiquetas de la sociedad.
El coraje de decir no a un mundo que todo de da,
El coraje de estar solo en medio de la masa tranquila del Si.
El coraje de decir no a las ofertas que el mundo te hace,
El coraje de saber arriesgar descendiendo solo a la calle que quieres…
Pero es una fábula nacida así y que hoy no está de moda…
Una cosa para no escucharse porque puede hacer daño advertir que
No tienes el valor de decir no… el valor de decir no."

El modelo histórico: la República Social

Mientras que en España, el franquismo cayó sin que existiera un "último pelotón" de fieles que resistieran. Ninguna sede del Movimiento, ni de la OJE, ninguna delegación de la Sección Femenina o de la Guardia de Franco, fue ocupada por sus militantes. La "rendición" se hizo sin que nadie resistiera. Por eso ha sido imposible reconstruir un "neo-franquismo", por que sus principales valedores no quisieron jugarse nada esencial y se resignaron a ser barridos, intentando acomodarse unos o bien haciéndose olvidar la mayoría. Pero en Italia no ocurrió lo mismo. En 1943, con las tropas americanas en Sicilia, con Roma bombardeada a diario, con los partisanos asesinando constantemente, con la traición en el interior (Badoglio), el fascismo resistió y endureció sus posiciones. El resultado fue la creación de la República Social Italiana a la que se adhirieron cientos de miles de italianos, cuando la derrota estaba ya presintiéndose en el horizonte. Resistieron hasta el final en las más precarias condiciones que pueda imaginarse. Luego vino la represión de los partisanos comunistas. Casi 200.000 asesinatos sin juicio fue el precio de la "literación".

No es raro que, ante esta situación, el neofascismo reconociera como modelo histórico, la experiencia de la República Social que, en definitiva, era un ejemplo de lealtad. Evola había inspirado a la primera generación de militantes del MSI y sus dos obras "Orientaciones" y "Los hombres y las ruinas" eran los manifiestos de referencia que se manejaban en la época. Evola había hecho de la lealtad el valor esencial del "hombre nuevo" que coincidía con el que se había forjado al calor del a RSI. Mussolini era un ejemplo y a la figura del Duce, Valeriano le dedicó una canción que aprovechó, tanto para glosar la figura humana del Duce:

"Un hombre es siempre un hombre
aunque sea fuerte"


Pero sobre todo, aprovechó para denunciar la odiosa figura de los que colaboraron con el Duce para luego traicionarlo. A estos les dedicó esta estrofa:

"Aquellos que han vivido de su gloria
Y bajo su estrella han caminado
Aquellos que le han dicho
"Tu eres la historia",
son los mismos que luego le han traicionado".


Denunciando la cobardía de los Amíntore Fanfani que luego pasaron a ser los grandes líderes del pentapartido, y antes los grandes albaceas del ventennio, Valeriano exaltaba la fidelidad y el honor de los combatientes de la República Social y la dimensión humana del Duce.

El antiamericanismo: Banzai

Así como en el neofascismo de los años 50-70, todos estaban de acuerdo en el anticomunismo, la posiciones respecto a los EEUU no era unánime. La polémica se originó en el interior del MSI cuando un sector sostenía que Europa, por sí misma, carecía de capacidad para defenderse y era, por tanto, necesario apelar a la ayuda americana. Luego sería tiempo de arreglar cuentas, pero, inicialmente, era preciso entregar la defensa de Europa a los EEUU. No todos estaban de acuerdo, por supuesto, y en el interior del propio MSI, existía un amplio sector antiamericano; en el exterior del MSI, los grupos extraparlamentarios, adoptaron siempre una posición antiamericana. Julius Evola, por su parte, sostenía que era preciso oponerse a la "concepción del mundo" emanada del americanismo que, a la postre, era exactamente la misma que la que se desprendía del bolchevismo y a demostrarlo dedicó la conclusión brillante de su obra cumbre "Revuelta contra el mundo moderno".

Esta relativa indefinición en el interior del neofascismo hizo que Valeriano no adoptara un antiamericanismo extremo ni radical, que podía ser rechazado por una parte del MSI. Optó por contornear el problema. En aquel momento empezaba a leerse a Yukio Mishima en ambientes neofascistas. Valeriano aprovechó esta admiración creciente por el Japón y por los samurais para aludir a la gesta de los pilotos kamikaze en la Guerra del Pacífico. Era evidente que, el mensaje final, era antiamericano, pues, no en vano, el objetivo eran los buques de ese país. Pero llama la atención que optara por ese rodeo para llegar a algo que en los ambientes juveniles del MSI de la época era un dogma: "Ni Washington, ni Moscú".

La música de la canción evoca voluntariamente ritmos orientales y tiene un encanto particular. En cuanto a la letra, destacamos algunas estrofas:

"Jóvenes de veinte años, vestidos de blanco,
perlas vivas frente al color de la noche,
sobre un bimotor que extiende sus alas blancas,
van al encuentra con la muerte en el cielo del Japón.
Está escrito entre las estrellas el valor de los pinos
que no cambian de color con el peso de la nieve".


Luego, Valeriano recupera el tema de los samurais que ejercieron una seducción particular sobre el neofascismo. La propia existencia de una casta guerrera con la que los neofascistas se identificaban y que crean que podía forjarse mediante la militancia política, es reflejada por Valeriano en las estrofas siguientes de la misma canción:

"Cuando has dejado a tu madre, no ha llorado,
pero cuando esté sola, llorará en silencio al último de sus hijos.
Mientras el sol naciente tiñe de rojo el alba,
el último samurai, ofrece su vida al cielo".


¿El elemento antinorteamericano? Hace falta cierta condescendencia para verlo en las últimas estrofas de la canción, cuyo lirismo parece intentar olvidar su ambigüedad en este terreno. Y no es raro porque la cúpula del MSI siempre fue, tanto con Michelini como con Almirante y, finalmente, con Fini, absolutamente pronorteamericana, incluso cuando ya ni siquiera hacía falta (a partir de 1989 cuando cayó el Muro de Berlín). Pero esa no era, desde luego, la opinión de las bases militantes. Valeriano dice:

"Las flores del cerezo están iluminadas en ese instante
Cuando se abre al sol y caen en el viento
Pero sobre el Fujiyama, el hongo de Hiroshima
Mata toda esperanza en el corazón del Japón.
Con tu muerte escribes una condena eterna
Que tu enemigo arda en la tierra de oriente
A su último hijo.
Cien aviones se alzan en el cielo
Hacia el paraíso eterno de los héroes
Parece una rama de melocotonero suspendido sobre el Japón".

Hasta aquí el artículo escrito hace unos años. De todas estas canciones hubo una que particularmente me impresionó quizás por que en 1969 estaba todavía bajo el impacto del suicidio patriótico de Jan Pallach y de la invasión de Checoslovaquia. Era Budapest. En el fondo, los hechos de Hungría en 1956, se habían repetido casi al pie de la letra en Checoslovaquia catorce años después. No tengo absolutamente ningún recuerdo de los hechos de Budapest, ni de la gesta de los patriotas húngaros. Y es raro porque tengo recuerdos (¿o acaso serán "falsos recuerdos" injertados como a los androides de Blade Runner) mucho anteriores. Creo que estuve con mi padre en el puerto de Barcelona, por ejemplo, cuando llegó el Semiramis con los presos de la División Azul que habían permanecido en Rusia diez años. Recuerdo incluso el aroma del mar, el que un fotógrafo de la saga de los Pérez de Rozas cayó al mar, recuerdo la antigua Estación Marítima de Barcelona. Sin embargo, no logro recordar nada sobre la invasión de Checoslovaquia.

En 1969 yo hubiera deseado estar en las calles de Praga. No tenía edad. Luego acepté la opinión de Jean Thiriart de que el próximo episodio agresivo del Pacto de Varsovia debía ser contestado por la juventud europea enviando a brigadas de voluntarios a luchar contra los T-72. Nunca más debía ocurrir lo que ocurrió en Budapest cuando Occidente dejó morir a los patriotas húngaros. Nunca más debería ocurrir lo que vi en mi juventud, cuando todas las protestas generadas en Occidente contra la invasión de Checoslovaquia, no pasaron del mero formalismo. Nuestra generación quería estar presente en algún hecho histórico como lo había estado la División Azul casi tres décadas antes.

Entonces creíamos que había un belga, Roger Coudroy que había muerto con las armas en la mano al frente de un comando de Al-Assifa, luchando junto a la resistencia palestina. Era un mito. Las versiones que he podido recoger no hace mucho indican dos posibilidades: o se le disparó el arma en un entrenamiento o simplemente fue ejecutado por la resistencia palestina como traidor. Hubo otros, sin embargo, que tomaron las armas y llegaron al final de su aventura: Almerigo Griltz, padovano, dirigente del Fronte della Giuventú y concejal del MSI, terminó con un RPG al hombro lanzando granadas contra los mismos tanques rusos que habían aplastado la sublevación húngara y habían roto el asfalto del centro de la capital checa. Un bombardeo ruso lo mató en Afganistán cuando luchaba como mujaidyn. ¿Quién dijo que cada época no tiene una causa para morir?

Por mi parte, cuando escuchaba a los 17 años, las baladas de Leo Valeriano, lo que me excitaban en mí era un afán de vivir intensamente, quemarme al servicio de un ideal. Ya se sabe: "Jóvenes, éramos tan jóvenes". A partir de ese momento, la vida fue para mí una aventura y la acción política en donde fuera, la posibilidad de vivir la aventura. Había -y hay. En esta posición mucho de nihilismo y de desprecio a las categorías burguesas que, por algún motivo, nunca han encontrado eco en mi interior.

Las tristes estrofas y la música dramática del Budapest de Leo Valeriano, crearon dentro de mí una necesidad de hacer algo y la convicción de que mi pupitre en los escolapios o en la Escuela de Ingenieros Técnicos eran tristes formas de vivir. Aquella música me sugirió que siempre hay alguna buena causa por la que luchar y me enseñó también que un paso al frente es lo menos que un hombre que cree en algo puede dar.

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PD.- Leo Valeriano mantiene una web con las letras de sus canciones: LINK

BUDAPEST

Estoy en el momento mirando
allí donde había una ciudad
sobre las torres de las iglesias
picotea el "Gallo rojo".

Rojos el cielo por las llamas
Roja la calle de sangre
Rojos son los tanques
Está ardiendo Budapest
Oh Budapest....

Hemos perdido sólos
éramos tantos hablando
cuando no costaba nada,
pero hoy ¿quién muere con nosotros?
Oh Budapest...

Y tú, burgués de Occidente,
tú que tienes mujer, hijos y amante
tus casas son cálidas
Y te arriesgarás por Budapest

Y tú burgués de Occidente,
que has amasado sacos de oro
nacidas de la sangre magiar
y luego nos has encadenado
al gigante del Este.

(hablado)

¡Yo acuso! Yo, poeta mudo de 12 años
Que quizás esté mudo para siempre ¡acuso!
Y no te acuso a ti, horda enorme de Asia;
a ti oso brutal que no conseguiste
ser europeo. Y no te acuso a ti, canalla vil
que has permitido la nueva invasión de los tártaros
para salvar así tu existencia
pero te acuso a ti, Occidente, que no has atendido
a nuestro último grito de ayuda. Te acuso, Occidente,
que has preferido la Asia lejana
Al pueblo de San Esteban.
Y luego sobre las ruinas
de París, Londres, Nueva York
Marcharán los carros armados de nuestro tirano.
Recuerda entonces que todo se habrá realizado,
incluso la maldición
del magiar que has abandonado

Yo te acuso, Occidente
mañana tu también llorarás
como el magiar
por ti abandonado en Budapest
Oh Budapest...

Aquí sobre el monte estoy mirando
el fin de una ilusión
nacida a lo largo de nuestro río
y que muere asesinada con Budapest
Oh Budapest...



© Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.

Ultramemorias (X de X). Flecos de una experiencia. (1ª parte). Detenido.

Lo he dejado casi para el final por muchos motivos, no porque tenga miedo al recuerdo, sino para pensar exacamente lo que iba a escribir. El 15 de febrero de 1983 después de casi tres años de clandestinidad y recorrer medio mundo fui detenido en Barcelona, pasé el 23 de febrero a la Audiencia Nacional y esa misma tarde ingresé en la prisión de máxima seguridad de Alcalá Meco. Un año después fui juzgado y condenado a dos años de prisión por “manifestación ilegal”. El 2 de septiembre de 1985 la sentencia fue confirmada e ingresé en la cárcel Modelo para salir a finales de octubre de 1986 en tercer grado. Debieron  pasar unos meses más antes de que extinguiera completamente la condena. Este período es lo que se resume en las notas que siguen.

                                               *     *     *

El primer problema a plantear es cómo diablos me localizó la policía en Barcelona. Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, estar “en busca y captura”, no representa que la policía te “busque” para “capturarte”, especialmente si uno no es un terrorista –y yo no lo era, repito: estaba buscado simplemente por una manifestación ilegal– en activo y no va asesinando gente con la misma velocidad con que cambia de calzoncillos. Estar en “busca y captura” supone que tu nombre está en una lista informatizada y que si apareces por un hotel, llenas la ficha, ésta llega a la policía, la introducen en el ordenador y da “marrón”; entonces, van y te detienen. O que, simplemente, pases por una frontera con tu nombre y tu pasaporte, lo comprueben y suene el “marrón”. O que vayas conduciendo y te paren por una infracción de tráfico o porque tienes un piloto apagado y, claro, “marrón”. Con el paso del tiempo, incluso los mismos policías que te buscan pueden dejar de seguir el asunto e incluso de pensar en tí –hay incluso mucha movilidad de funcionarios entre distintos grupos policiales y mucha movilidad provincial–, puedes cruzártelos por la calle y pensarán que ya estás normalizado. Yo no incurrí en ninguno de estos supuestos, por tanto, alguien me delató.

Había llegado de Sudamérica dispuesto a presentarme en la Audiencia Nacional en noviembre de 1982. Aproveché el tiempo para estar con mis mujer y mis dos hijos y recomponiendo notas e ideas. Pasé la frontera con un pasaporte boliviano a nombre de “Francisco José Aguilar Láinez” y con otro italiano en el forro de la maleta a nombre de “Antonio Tedeschi”, nacido en Milán y residente en Barcelona, que me serviría para moverme en España. No hubo ningún problema ni en el aeropuerto de salida ni en Barajas. Evité toda relación en Madrid con camaradas y amigos (tras la manifestación del Frente de la Juventud el 23-F de 1983 se había producido otra oleada de detenciones que liquidó prácticamente a la organización en Madrid) y llegué a Barcelona inmediatamente. Traía algunos libros que había comprado en diversos mercadillos de libros antiguos en Bogotá, Lima, Santa Cruz y La Paz, un ejemplar del diario El Mundo de Santa Cruz con las fotos realizadas en el aeropuerto de esa villa a los policía italianos del NOCS que habían asesinado a Pier Luigi Pagliai, y un disquete informático cuya custodia me habían encomendado (para un ordenador que no tenía).

El breve paso por Colombia había sido desagradable. Ya he contado que mi objetivo era alcanzar Venezuela donde me esperaban los camaradas, pero llevaba pasarpote boliviano sin visado para ese país, así que decidí desviarme a España en cuanto la persona que me acompañaba –un boliviano– desapareció sin dejar huellas. Simplemente, salió del hotel y no volvió a verlo nadie jamás. Entonces decidí deshacerme de la documentación que había llevado hasta ese momento y utilizar otra, inédita, que jamás había utilizado hasta entonces. Abandoné el hotel inmediatamente y me trasladé al Tequendama, el mejor hotel de la capital y, por tanto, el más seguro. Fui a retirar el billete a la oficina de Iberia situada en una gran avenida de la capital colombiana. Al salir, pude ver como unos autobuses, guaguas de morro potente y de interior abigarrado, paraban en doble y triple fila apenas a 15 metros de donde me encontraba. Me dio la impresión de que alguien descendía de un autobús y, bruscamente, desaparecía tapado por otro que había pasado delante de él. Intrigado, cruce la calle pensando que había sido víctima de un espejismo o que no tenía los sentidos suficientemente alerta. No, no me había equivocado: en el suelo, literalmente destrozado y encharcado en sangre, había un tipo andino que había resultado literalmente aplastado por la guagua. Intenté tomarle el pulso y reanimarlo, pero estaba muerto y bien muerto. Nadie, absolutamente nadie, le hacía caso. Intenté buscar a un policía pero bruscamente me di cuenta de mi situación de clandestino provisto de documentos falsos. Fue entonces cuando reparé que en los países andinos la vida no vale absolutamente nada y, por tanto, tampoco la muerte tiene mucho interés.

Hacía más de seis meses que no veía a mi familia, así que, como antes me había ocurrido, tuve que superar el amargo trago de que mis hijos no me reconocieran. Al cabo de una semana ya había normalizado mi vida en una guardilla y pasaba muchos días en el domicilio familiar al que llegaba y del que salía en horas extremas que facilitaban el que nadie del inmueble me viera y el poder chequear si ocurría algo anómalo en la calle. Tras los primeros días, a la vista de que todo era normal, relaje las medidas de seguridad y me puse en contacto con un par de camaradas de toda confianza, veteranos del FNJ y del Frente de la Juventud. Uno de ellos era Carlos Blasco, con quien trabajaba mi mujer en aquella empresa líder del sector de la reprografái en el primer tercio de los 80 que fue OFIMO. Se había separado y vivía en la calle Villarroel cerca del hospital Clínico de Barcelona. En varias ocasiones nos vimos y comentamos la marcha de los acontecimientos, hicimos algunos proyectos para reorganizar el Frente e incluso tuvimos el sentido del humor suficiente como para elaborar dos números de El Cadenazo, la antigua revista satírica del FNJ que ahora, junto con Mario Blanco, recuperábamos para mayor gloria del “descojono nacional”. En Navidad organizamos una fiesta para nuestros hijos y Mario, el otro camarada que conocía mi presencia en España, tuvo a bien disfrazarse de Papa Nöel, entrando incluso por la ventana tras haber permanecido media hora en el balcón y estando casi al punto de congelación. Eran los pequeños placeres que debían preceder a mi visita a la Audiencia Nacional.

Sin embargo, en una de aquellas fiestas hubo un problema inesperado. Blasco –que por entonces todavía creía en papa Nöel y en los Reyes Magos– se había empeñado en reconciliarnos a Graells y a mí. No había vuelto a ver a éste desde el día en que me marché del FNJ. Ignoraba en aquella época, la historieta de sus “cursillos particulares” impartidos a chicas del FNJ, pero tenía interés en saber exactamente lo que había declarado voluntariamente ante la policía en junio de 1980. Graells acudió con su novia, una tal Maita Díaz, hija de militares y cuyo hermano era también acababa de ser troquelado en la Academia Militar. Finalmente, Graells había hecho realidad su anhelo de rodearse de entorchados, galones y charreteras. A veces, cuando alguien logra su objetivo en la vida, se relaja y va por el camino de la normalidad. Otros no. Este era de los que no.

Le pregunté por la declaración voluntaria que realizó ante la policía en 1980. Me aseguró que la policía lo iba a detener y él simplemente se adelantó (aunque no supo explicarme el por qué). Le argumenté que no le iban a detener y que Albert Viladot, publicó un artículo en El Periódico en el que confundió su profesión de abogado y me la atribuyó a mí; todo era el error de un periodista despistado. Insistió en que le iban a detener en aquel momento de un momento a otro y que optó por adelantarse. Añadió además, mientras sus manos estaban absolutamente temblorosas como  un flan sobre un tren de mercancías, que la prueba era que había ido a declarar acompañado por Eduardo Oriente. En aquel momento me dí cuenta de que no valía la pena insistir mucho en este asunto: o le partía la cabeza allí mismo o me olvidaba de la cuestión, a fin de cuentas Graells nunca había demostrado una valentía excesiva y siempre había logrado escaquearse de cualquier peripecia que implicara algún riesgo físico. Un cobardón, vaya. Así que era posible que al leer el artículo de Viladot, tomara la frase de “la policía busca a un conocido abogado ultra” (que el propio Viladot reconoció errónea) como una alusión a sí mismo y le hubiera dado el ataque de pánico y ansiedad. Sobre lo que hubiera dicho estaba más claro que el agua. Era lo que había publicado la prensa al airear mi falsa participación en el atentado de la rue Copernic. Pero, a fin de cuentas, no era el único que había hablado. Casi todos los detenidos en junio de 1980 experimentaron un inexplicable  impulso a sincerarse con la policía y explicar todo lo que sabían, lo que suponían y lo que se imaginaban. Así que, en esto, tampoco había gran cosa a reprocharle. Y, finalmente, estaba la espinosa cuestión de que delante estaba su novia, mi mujer, las dos hijas de Blasco (de 5 y 7 años), los dos hijos míos (de 4 y 2 años), la compañera de Blasco y, para colmo, Mario con el “jo-jo-jo” y el disfraz ventripotente de Papa Nöel. No era cuestión de prolongar aquella situación violenta y hacerla extensible a todos los presentes.

No hará mucho supe que Graells jamás había estado acompañado por Eduardo Oriente. Jamás le pregunté, ni a Eduardo, ni a sus hermanos, algo sobre este asunto, dando por supuesto que éste había acudido en calidad de abogado a realizar una asistencia en comisaría a su cliente y, por tanto, preguntarle sobre el tema, hubiera supuesto vulnerar su obligación al secreto profesional. El problema era que Eduardo, no había acompañado a Graells en junio de 1980 por una sencilla razón: no era abogado, algo que yo había dado por supuesto. Y, en cuanto a su hermano, que luego, años después, acabó la carrera de Derecho, en 1980 estaba cumpliendo el servicio militar… ¿Por qué otra mentira y por qué citar a Eduardo? La explicación es más simple que el mecanismo de un botijo: Eduardo estaba casado con la hija de un conocido coronel de Estado Mayor responsable de la Comisión de Estudios del Estado Mayor en Catalunya, este hecho, hacía que Graells le deparara una consideración especial pues, no en vano, sus entorchados y galones eran más rotundos. A la hora de agarrarse a un clavo ardiendo y para confirmar su versión de que “lo iban a detener” me citó a Eduardo que era como decir: “detrás está el ejército”, como protegido por él… lo que para él era garantía de que yo me creería la versión o al menos evitaría que le recordara delante de otros lo que era: un cobardón.

Pasaron unas semanas y Blasco, empeñado en su papel de buen samaritano, se empeñó en reconciliarnos para integrar a Graells en un proyecto que estábamos creando en ese momento: la idea de lo que luego sería Patria y Libertad. Blasco había decidido cambiar de casa y se empeñó en conocer mi opinión sobre su nueva vivienda. Había invitado también a Graells. A poco de verme me dijo una frase que no tomé en cuenta: “Me he encontrado a Simón y me ha preguntado por ti. Le he dicho que no te veía desde el 79”. Imaginé que era una simple mentira piadosa para intentar quedar bien. Simón no era otro que Alfonso Simón Viñao, subcomisario jefe entonces del IV Grupo de la Brigada Regional de Información y que hoy, ascendido ya a comisario recibió la consabida patada para arriba catapultado a alguna oficina de DNI de Navarra a raíz de sus actuaciones cuestionables en la jefatura de Barcelona.

Vimos el piso, luego fui a ver al abogado Celestino Chinchilla a quien no conocía y que me saludó calurosamente (si bien tres años antes se había preocupado, cuando yo estaba a 14.000 km de distancia, de responsabilizarme moralmente de las detenciones de 1980 al haber convocado la manifestación contra UCD extendiendo esta responsabilidad a mi mujer –que jamás participó en las actividades del Frente de la Juventud– presente en la reunión). Luego fui a encontrar a Albert Viladot para ver si me podía presentar a alguien de la redacción de Interviu para venderle los trabajos periodísticos que había realizado en Iberoamérica y, en contrapartida, me pedía que le oganizara una entrevista telefónica con Della Chiaie para que éste pudiera desmentir su participación en el rififí que había tenido lugar poco antes en un banco en la Costa del Sol y al que le vinculaba el amarillismo periodístico.

Cuando la policía me detuvo advertí sin dificultad que me habían empezado a seguir desde el momento en que encontré a Viladot, en la calle Calabria esquina Gran Vía. Incluso fueron capaces de recordarme que Viladot había tenido dificultades en arrancar la moto, pero no fueron capaces de explicarme como conectamos con Della Chiaie, por lo tanto Viladot –el muy querido y llorado Viladot al que aún le faltaban unos años para ser director del Avui– no podía ser el delator. Además, era evidente que la policía ignoraba que a las 12:00 de la mañana de ese mismo día me había encontrado con un norteamericano y un venezolano miembros de nuestra red, cuya detención resultaba mucho más “golosa” para la policía. Así pues, me habían localizado al salir de la oficina de Chinchilla (o eso pensaba yo). Para colmo, mientras duraron los interrogatorios, algunos policías, conscientes  de que no iban a poder sacarme absolutamente ningún dato, se conformaban con hablar para impedir que me durmiera. Desde siempre he dormido muy poco y en aquella época llevaba ya varios años practicando yoga, uno de cuyos efectos secundarios es aprovechar más las horas de sueño por pocas que sean. Así que aproveché aquellas noches en las que me ponían delante de un funcionario con tan poco interés como yo en estar allí, para hablar de actualidad política, de formas de trabajo de la policía, e incluso en ganar alguna amistad de cara al futuro. Fue así como uno de ellos se sinceró conmigo: “Te ha delatado un abogado”. Inmediatamente pensé en Chinchilla, seguramente porque no lo había conocido hasta ese momento y también porque me resultaba absolutamente increíble que Graells hubiera podido realizar la bellaquería de marcarme a la policía el momento en el que se encontró con Blasco y conmigo.

Sin embargo, en Alcalá Meco aproveché para tomar algunos contactos y para analizar todos los datos obtenidos durante la detención. Algunas cosas empezaban a no encajar. Chinchilla no había tenido tiempo de avisar a la policía entre que salíamos de su oficina y llegábamos a la calle, no se había ausentado en ningún momento del despacho. Sabía que le iba a visitar Mario, pero no que le acompañaría yo. Por tanto, Chinchilla tampoco podía ser “el abogado” que me había delatado. No había muchos más...

Por otra parte, Mario mismo había resultado detenido conmigo, pero, sin embargo, Carlos Blasco no, cuando, en realidad, era mucho más posible que éste hubiera resultado detenido. En efecto, a partir de principios de febrero la policía empezó a seguirme. En cierta ocasión, yendo por la noche a la casa de Blasco, portando un pesado macuto en el que llevaba unos prismáticos, un transformador y un taladro, había tenido la sensación de que alguien me seguía. Efectivamente, me seguían, pero la persona que lo hacía en ese momento, tuvo la habilidad de cortar el seguimiento (seguramente le debió sustituir otra persona en coche), si bien por la dirección que había tomado, era evidente que me dirigía a casa de Carlos Blasco. Y si era así, era seguro que aque policía o cualquier otro me estarían esperando cuando saliera de la casa a eso de las 2:00 de la madrugada, para reanudar el seguimiento. Y salí sin el macuto. La policía tenía todo el derecho del mundo a pensar que en esa bolsa se escondía una ametralladora Ingram M-10 “Marietta” que buscaban –y que por algún motivo se empeñaban en que la tenía yo– y otras armas cortas. Sabían, así mismo, que frecuentaba la casa de Blasco (a diferencia de la de Mario en donde jamás estuve), con lo que era más que posible que éste fuera detenido. Sin embargo, ni siquiera fue molestado y apenas lo mencionaron en los interrogatorios. Así pues, alguien debía de haber “protegido” a Blasco, indicando a la policía que el contenido del macuto era inocuo y que Blasco no guardaba absolutamente nada de interés para la policía (en realidad me guardaba los juegos de documentos falsos, los sellos para falsificar pasaportes, los troqueles, el disquete informático que había traído de Sudamérica y algunos documentos). La única persona cuyo testimonio tenía fuerza y convicción suficiente para despejar las dudas que pudiera tener la policía sobre Blasco, solamente las podía disipar la persona que me había delatado.

Por si todo esto fuera poco, años después, uno de los policías que me interrogó y con el que establecí vínculos posteriores de amistad me confirmó que la delación había venido directamente de Graells y, que él lo sabía justo porque se lo había dicho el jefe del grupo, Alfonso Simón Viñao. Y no solamente, eso, sino que en su ficha personal depositada en el IVº Grupo, él y otras dos personas del FNJ estaban consideradas como “colaboradores”. En otras palabras, “membrillos” o “confites”.

La detención demostró como trabajaba el IVº Grupo de la Brigada Regional de Información en aquella época: un estilo de trabajo de la que poco después, los propios miembros del grupo que se sucedieron en el tiempo, abominaron. Era ese estilo de trabajo que tanto gusta en las autoridades de Interior y que da grandes titulares que mas tarde se deshinchan y luego se olvidan. Las historias de aquella época del IVº Grupo serían suficientes para llenar un libro. La mía es solamente una más, paradigmática en tanto que representativa.

Quince días antes de nuestra detención, la prensa publicó que un grupo de extrema-derecha había agredido a un estudiante de económicas y le había grabado una cruz céltica en la frente. Era posible que, efectivamente, existiera algún grupo ultraviolento que hubiera cometido esa acción. Raro, pero posible. Lo que ya no era tan posible es que, a partir de esta agresión, la policía pidiera al juez autorización para intervenir precisamente los teléfonos (que previamente ya tenían intervenidos) de media docena de militantes ultras, solo uno de los cuales, Mario Blanco, tenía relación conmigo. Por supuesto, todos eran completamente ajenos a la agresión. Uno de estos militantes había vendido a otro la pistola de su abuelo… con lo cual había un arma… esto dio a la policía la excusa buscada para que lo mío no fuera una detención normal, sino que se me pudiera aplicar la ley antiterrorista al existir “arma” y “grupo”, esto es “banda armada”. La “banda” estaba formada por el que había comprado el arma, el que se la había vendido, el que había hecho de intermediario,  y, finalmente, el que los conocía a todos ellos y tenía contacto conmigo, Mario Blanco. Por lo tanto, yo también estaba incluido en esta "banda". De no haber sido por éste arma –que evidentemente no tenía ninguna relación conmigo– mi detención hubiera sido “normal” y ni siquiera habría pasado por la Audiencia Nacional (la cual se inhibió luego en favor de la Audiencia Provincial). Como no existía ningún rastro de hecho delictivo,  como no existía arma alguna, como no existía "grupo armado"  que realizara actividades terroristas, alguien, simplemente, lo montó artificialmente –y no es difícil suponer quién– con la agresión a aquel chaval al que le grabaron, tatuaron o pintaron una cruz céltica en la frente. Al existir una sospecha de “atentado” y de “arma” ya se me podía aplicar la ley antiterrorista y retenerme hasta 12 días, el tiempo que la policía esperaba que sería suficiente para que aparecieran armas, tramas negras, relaciones internacionales y llevara a la detención de otras figuras del “terrorismo negro internacional”, además de aclararse atentados anti-ETA que, por algún motivo, tenían tendencia a pensar que yo estaba implicado… a través, precisamente, del teniente coronel Segura, cuyos hijos habían militado en el FNJ y que, para colmo, en excedencia del servicio, era el director general de OFIMO, la empresa en la que tabajaba mi esposa.

Así pues, Alfonso Simón Viñao se creía en ese momento con el ascenso a comisario al alcance de la mano. En lugar de ello, entre éste y otros errores (por llamarlos de alguna manera) cometidos en la desarticulación de células del GRAPO y del comando de ETA responsable del atentado a Hipercor (que, por cierto, vivía en la misma manzana del Eixample que yo y, mira por donde, al que le encontraron una de las buscadas "mariettas") terminó eyectado hacia Navarra como sanción. Algunos buscadores del estrellato, salen estrellados.

Así pues, el 15 de febrero mi mujer se fue a trabajar y yo me quedé en la cama. Al cabo de 45 segundos oí que el ascensor llegaba otra vez al rellano, se oyeron demasiados pasos… así pues,  estaba claro que la policía me había localizado y estaba a punto de detenerme. Utilizaron a mi mujer como escudo tras la que aparecíeron dos o tres, o quizás cuatro, cañones de pistolas. Me detuvieron y procedieron a un registro que duró hora y media y en el que nada encontraron. Tuve que decirle a uno de ellos que se abstuviera de llevarse cuatro velas unidas con una banda que ponía “Peligro TNT” o se reirían de él en el juzgado. Se llevaron una agenda de 1977 con algunas decenas de teléfonos y poco más.

Poco después empezaron los interrogatorios. Bueno, a fin de cuentas, la cosa no era grave: una simple manifestación. Sobre la pistola ocupada a los chicos del Frente de la Juventud era algo que a mí no me competía y era fácil demostrarlo: ninguno de ellos había tenido relación conmigo y, salvo a uno, al resto ni los conocía. Por otra parte, era evidente que estos chicos iban de acompañamiento y mera coreografía y su presencia solo estaba justificada para meternos a todos en el mismo saco y que se me aplicara la “ley antiterrorista”.

No habían aparecido las esperadas armas en mi domicilio, así que se trataba de encontrarlas. Y además, se trataba de que describiera mis andanzas en aquellos últimos tres años para llevar a cabo la detención de Della Chiaie concretamente y podérsela servir a la policía italiana. Por algún motivo –seguramente alguna confidencia imaginativa del “confite” de turno– la policía tenía la convicción de que Delle Chiaie estaba en España… o quizás fuera por que, al leer la entrevista que le había realizado Viladot, pensaron que la había realizado directamente. Además, no terminaban de entender cómo era posible que, estando mi teléfono intervenido, y no existiendo teléfonos móviles, jamás hubieran podido intervenir ninguna conversación con Delle Chiaie o con cualquier otro. La explicación que entonces no dí a la policía, la doy ahora: era extremadamente simple subir al terrado del edificio donde me encontraba (con apenas tres vecinos), abrir la caja de empalmes de telefónica, buscar el teléfono que correspondía a la cabina telefónica más próxima, desconectarla y conectar un teléfono con dos dientes de dragón. La llamada, no solamente era ilocalizable, sino gratuita. Así había hablado durante los últimos meses con los camaradas que se encontraban en cualquier parte del mundo. Disponía en aquella época de material procedente de un cajón de telefónica cuyo contenido me habían pasado unos camaradas, así que no me resultaba muy difícil hablar en cualquier situación, en cualquier momento, sin posibilidades de ser localizado.

Me sorprendió el enfoque inicial que dio Alfonso Simón Viñao al interrogatorio: ¿cómo diablos se le ocurría preguntarme por los atentados anti-ETA? Seguramente por el rumor que había circulado de que yo estaba en posesión de una Ingram M-10. ¿Era eso todo o el “confite” había añadido algún dato imaginativo para acrecentar el interés de la policía sobre mí? Lo ignoro aunque tengo una teoría: Graells odiaba en ese momento a alguien más que a mí; era  a la mujer y le había dado un “curso privado”, que acarreó el que la chica se separa de los restos del FNJ, bastaba saber con quien estaba emparentado la chica para que todo lo que le habían contado al pobre Simón Voñao fuera una simple paranoia que tomó como cierta.
 
El caso es que en la primera tarde todo giró en torno al tema que menos me esperaba: “Te han abandonado. Los patrones que te contrataron te han dejado tirado. Va siendo hora de que nos digas sus nombres y te salves tú. Tú no nos interesas, lo que nos interesan son los militares que te han embarcado en las operaciones anti-ETA…”. El enfoque me parecía enormemente interesante, porque todos los caminos por ahí, iban en vía muerta. Así que opté por hacerme el compungido, poner cara de novia traicionada, mostrarme progresivamente hundido, abatido y derrotado, contestar con sonidos gutu-nasales que parecían indicarles a Simón y a sus boys que aquello iba en dirección prometedora. Era una forma de ganar tiempo: se trataba de ganar una semana, hora a hora, minuto a minuto. Al cabo de cuatro horas de estos devaneos era evidente que la cosa por ahí no podía extenderse mucho más. Así que aproveché para pedir ir al lavabo, después de tocarme varias veces el estómago y simular arcadas. Creyeron que estaba muy afectado por haber sido “abandonado” por los que me habían contratado y que tenía náuseas. Aproveché para deshacerme de un pequeño papel con teléfonos realmente importantes que llevaba en el pantalón y para echar una meaica que nunca viene mal en estos tragos. Al retornar, cuando el policía machaca se puso a tomarme la declaración y anotar todas las respuestas a las preguntas de Alfonso Simón Viñao, mi primera respuesta a la primera pregunta (que ni recuerdo) con una sonrisa de oreja a oreja fue “No tengo nada que decir”. Esa frase se convirtió en mi muletilla a lo largo de los ocho días siguientes. “No tengo nada que decir”, que equivalía a decir: “No me váis a sacar ni un solo dato de interés que no tenga que ver con la manifestación contra UCD”.

No tengo demasiado claro si fue por ineptitud (que es poco posible) de Simón Viñao que orientó desde el principio mal en interrogatorio, o si fue por los “adornos del confite” (lo que es muy probable), el caso fue que esa misma tarde, el jefe superior de policía de Barcelona llamó al Ministro del Interior recién estrenado para comunicarle que se había producido la detención de “un grupo vinculado con el terrorismo internacional y que se esperaba en breve esclarecer atentados que han tenido lugar en toda Europa”.
 

La persona que me contó esta versión con todos los detalles, fue Carlos Yarnoz que, entonces era redactor de “nacional”, en El País, luego pasó a la crónica de temas militares y actualmente ocupa la subdirección del diario de PRISA. Yarnoz vino a excusarse por lo publicado –y, supongo que, de paso, a conocerme- por El País en los días siguientes a mi detención. Pasados tres días, les resultó claro que les habían “metido un gol”, pero, ya se sabe que las rectificaciones a informaciones publicadas o no se hacen o se hacen en página interior izquierda, en la primera columna y en la parte baja, es decir, en donde nadie lo lee. Así que hallándome en Alcalá-Meco me vino a visitar para darme sus excusas y, de paso, datos sobre cómo se había originado la información. Barrionuevo, ignorante como era de todo lo que tenía que ver con la gestión racional de un ministerio, e incluso de las técnicas de magnificar hasta la más simple detención, picó y al acabar el consejo de ministros de los martes dio rueda de prensa en la que nos presentaba como “peligrosos terroristas internacionales” explicando lo que le había dicho el jefe de policía de Barcelona que, a su vez, era lo que le había dicho el jefe del IV Grupo Alfonso Simón Viñao… el cual, a su vez, sin duda, creyó lo que el confite que me había delatado le dijo. Una cadena que iba de la incompetencia en la cúspide, a la cobardía y el odio en el origen.

Por la tarde, acabada la jornada laboral, empezaron los malos tratos. Llamarlo tortura sería lo propio de algún militante de ETA o de Terra Lliure al que no le han servido el bocata a las 20:00 horas. o sopa fría a las 21:00. Malos tratos o torturas, para mí eran, simplemente, “pruebas”. Veríamos a ver quien ganaba. Tengo los nombres de los policías que mayor protagonismo tuvieron en los malos tratos de los que fui objeto. Sé que siguieron en el grupo unos años más, que eran amigos entrañables, incluso salían juntos y se les veía en los veranos tomando copas en chiringuitos de Arenys, se que terminaron peleándose a causa de una rubia, policía también y miembro del grupo, e incluso sabía sus direcciones en la época. No creo que hayan hecho mucha carrera en el cuerpo, así que imagino que bastantes problemas deben tener y, lo pasado, pasado está. Ellos, a fin de cuentas cumplían con la lógica que su trabajo y su ambición les imponía en la época, aunque ese “Dharma” implicara inflarme a hostias. Me llamó la atención que en los malos tratos participó un número limitado de policías. Salvo cuando, en los últimos días, me aplicaron la técnica –poco sofisticada, por cierto– de la bolsa de plástico envolviendo la cabeza, algo que no dejaba signos externos, en el resto de malos tratos salvo Simón y estos dos subordinados no había nadie. Era evidente que en la transición algo había cambiado. El resto de grupos policiales ya había abandonado la práctica de malos tratos al que recurrían con facilidad durante el franquismo. Además, nadie podía evitar que, en un cuerpo en el que los ascensos, implican pasar por delante de otros compañeros, realizar codazos y asumir rivalidades y dar y recibir golpes bajos, alguien denunciara malos tratos y hubieran sanciones. Cuando Barrionuevo llevaba cien días de ministro del interior, el trío del IVº Grupo seguía basando sus ascensos futuros en malos tratos presentes. Así pues, los malos tratos solamente los practicaba un número muy limitado de policías y sólo cuando los otros habían acabado su jornada laboral.

Me sentaron y tras repetirles una vez más el estribillo de que “No tengo nada que decir”, simplemente recibí un puñetazo en el esternón y luego un estrangulamiento de la garganta. Entonces supe que la cosa iba a ser dura, pero también estas situaciones siempre generan experiencias nuevas y son, en cualquier caso, pruebas que te pone por delante la vida: o te derrumbas o las superas. El puñetazo y la estrangulación tienen unos curiosos efectos: la vista hay un momento en que falla, se ve solamente un negro más negro que el negro, pero el sentido del sonido se experimenta con singular agudeza. No se experimenta dolor, sino tan solo una alteración de la percepción y la sensación de inmenso vacío. Basta con concentrarse en ese vacío para superar el trance sin problemas. Luego me mostraron una porra flexible, de la que ironizaron diciendo que se la habían ocupado a algún camarada. Recibí unos cuantos golpes en la planta de los pies que, efectivamente, dolieron lo suyo, aunque en ese tiempo llevaba ya dos años haciendo yoga y era posible atenuar ese dolor simplemente concentrando toda la atención en un solo punto del cuerpo (el espacio situado bajo los orificios nasales y sobre el labio superior). Los pies se me hincharon como un globo e incluso cuando ocho días después revisó mi estado el médico de la Audiencia Nacional todavía quedaba un pequeño derrame interno de sangre y algo de hinchazón.

Con los pies del tamaño de neumáticos, y con experiencias sensoriales casi alucinógenas, el caso es que yo seguía con el “No tengo nada que decir” y de ahí no había forma de sacarme. En los días siguientes siguieron este tipo de tratamientos, hasta que, en última instancia, a la vista de que el último día estábamos como en el primero y Barrionuevo empezaba a pensar que lo suyo, por mucha cara de represor que tuviera, no era estar al frente del Ministerio, optaron por aplicarme durante toda una mañana la bolsa de plástico en la cabeza en distintas fases. Si se hubieran molestado en analizar los libros de mi biblioteca, no les hubiera costado trabajo encontrar varios textos clásicos que demostraban mi interé en el yoga: los yogasutras de Patanjali, el incomparable libro de Mircea Eliade sobre los distintos yoyas, el de Arthur Avalon y los textos de Evola sobre el Yoga tántrico y el canon budista palí. Les hubiera bastado preguntarme si practicaba yoga para entender que estos jueguecitos con bolsas de plásticos les iban a aburrir mucho más a ellos mientras que para mí era una forma de ganar tiempo. Con no perder los nervios dentro de la bolsa, retener el máximo de tiempo posible el aire en los pulmones e irlo expulsando lentamente, era cierto que al cabo de entre 10 y 15 minutos la concentración de CO2 dentro de la bolsa era excesiva y tendía al desmayo. Entonces, ellos se ponían más nerviosos que el que suscribe, te quitaban la bolsa de la cabeza, no fuera a ser que el ahogo se transformara en ambolia, y vuelta a empezar. Aquello empezaba a ser casi un chiste, en lugar de un repertorio de artes inquisitoriales.

Desde el primer momento supe que aquello iba a ser una lucha y estaba claro que yo no iba a perder.  Estaba mentalmente preparado para afrontar esa situación. Era muy fácil para mí –como años después comentó el único policía que utilizaba técnicas más sofisticadas en los interrogatorios- “agarrarme a un clavo ardiendo”. Ese clavo era una frase mil veces repetida: “No tengo nada que decir”. El papel de este policía era curioso: observaba mis reacciones ante las preguntas, se fijaba en los momentos en los que repetía la muletilla y en aquellos otros en los que daba cuerda a los interrogadores con cuestiones absolutamente secundarias. Se fijaba, analizaba y deducía. A pesar de que era de los más jóvenes de la plantilla, le tenía verdadero pánico: era el único que, simplemente, por pura deducción lógica sabía –y repito, sabía– donde estaba lo que sus compañeros buscaban, qué había ocurrido y en qué momento. El problema es que sus superiores jerárquicos no le hacían ni caso, preferían esa rueda ridícula y tópica de media docena de policías rodeándote y gritándote: “Lo sabemos todo”, “Confiesa cabrón o te  damos de hostias”, “Dilo todo y te salvamos” y así sucesivamente… en estas situaciones aquel policía quedaba sumergido y silenciado por el coro de Euménides propias de tragedia griega que apagaban su voz y desconsideraban su buen criterio. Eso implica que no hace falta dar más hostias que lentejas a un detenido para llegar al fondo de la cuestión...

El problema para Alfonso Simón Viñao era que había levantado tantas expectativas en Barrionuevo que cada vez  se sentía más presionado: ni aparecían armas, ni terroristas internacionales solo existentes en su imaginación (y en la confidencia de su “confite”), ni por aparecer aparecía una declaración firmada por mí. Su cabreo iba creciendo especialmente cuando me preguntó cómo enmascaraba los teléfonos y se lo enseñé: bastaba con restar un número concreta a cada teléfono para llegar al número auténtico. Se lo enseñé con el único teléfono con el que había operado ese procedimiento. Luego se dedicó a restar ese mismo número en los 200 teléfonos restantes… llegando a la conclusión que ni uno sólo de ellos daba una cifra correcta. Con eso gané otras horas y la satisfacción de verlo más cabreado que un cartero buscando el Barrio Sésamo.

Durante la detención me mostraron un diario: la noticia de nuestra detención salía en primera página. Y era evidente que toda la información había salido del IVº Grupo. Era otro motivo para no decir ni una palabra: cualquier cosa que dijera al día siguiente aparecería publicada en la prensa. Era otro argumento más para reforzarme en mi silencio. Se lo tuve que explicar unos días después a Garzón: “No he declarado nada, en primer lugar porque el IVº Grupo dio informaciones falsas y aventuradas sobre mi detención y en segundo lugar porque no me lo preguntaron correctamente”. Denuncié los malos tratos en mi declaración ante el juez y fui sometido a examen médico en los calabozos de la Audiencia Nacional que certificaron hinchazón en pies, un pequeño derrame en la planta del pie izquierdo y una señal de haber recibido golpes en el cráneo, bajo el cabello.
 
Durante mi detención, en un momento dado pude hablar con un detenido común que iba a ser puesto en libertad a las pocas horas, así que le pedí que pusiera en conocimiento del President del Parlament de Catalunya que en esos momentos estaba siendo objeto de malos tratos sistematizados. El Parlament había creado una comisión de derechos humanos que seguía este tipo de actuaciones policiales, así que era una posibilidad de encontrar una ayuda exterior. Si lo hizo o no, lo ignoro porque nunca jamás volví a verlo. Al salir de Alcalá-Meco envié un escrito a esa misma Comisión de Derechos Humanos del Parlament de Catalunya para poner en su conocimiento estos hechos, presidida por una diputada del PSUC. La respuesta fue entre ridícula y decepcionante: “nombre un abogado”… Le respondí que no necesitaba abogado, que yo me había limitado a recordarles que a 100 días del inicio del gobierno socialista, “su policía” me había hecho objeto de malos tratos en la Jefatura Superior de Policía de Barcelona. Para colmo, la Audiencia Nacional se inhibió del caso –como era lógico– y lo remitió a la Audiencia Provincial… perdiéndose en el camino todo el sumario, incluido el certificado médico de la Audiencia Nacional. ¿Casualidad, incapacidad o conspiración? A mí me daba absolutamente sin cuidado: había ganado yo. No me habían sacado ningún dato, Simón Viñao había hecho quedar a Barrionuevo como el inepto que era, aquel que, luego, durante todo el episodio de los GAL se demostró que ni siquiera era capaz de cumplir  satisfactoriamente una orden del “Señor X”. No habían encontrado absolutamente nada de lo que buscaban. Blasco, a todo esto, el primer día de mi detención, había cogido todas mis documentos, una barca en la playa de Mataró y lo había arrojado todo mar adentro…

En las últimas horas de mi detención me interrogó el Jefe Superior de policía de Barcelona. Todavía no sé por qué, ni para qué, ni lo que pensaba obtener. Si sus alegres muchachos no habían obtenido nada por las malas, sus trucos psicológicos estuvieron a punto de causarme alguna que otra cartajada: “Muchacho, te han abandonado… ahora estás a punto de dejar atrás un abismo y dudas a la hora de dar el salto, pero yo, desde aquí puedo ayudarte”. Le agradecí tanta deferencia pero le revalidé que, mira por donde, “No tengo nada que decir”.

Nos llevaron a Madrid en diferentes vehículos, como siempre exagerando las medidas de seguridad. En el primero tres policías me acompañaban en un turismo, manteniéndome esposado. En el segundo iba Rafael Tormo, detenido en Valencia por la busca y captura de 1980. El tercero era un furgón en el que estaban literalmente tirados, Mario y los chavales del Frente de la Juventud, alguno de los cuales no me perdonó jamás el que me llevaran a Madrid en turismo, sin resignarse a su papel de actor secundario, sino de atrezzo para la operación policial. Creo recordar incluso que hubo un segundo furgón con números de la policía nacional no fuera a ser que alguien interceptara el convoy y nos liberara…

De Francia llegaron los mismos inspectores que me habían interrogado por la muerte de Jacques Mesrine, atraídos por el hecho de que pudiera descubrirse alguna vinculación mía con el Líbano. Al parecer la policía española les había informado de que existían datos sobre mi presencia en aquel país en el valle de la Bekaa durante el cerco de la ciudad cristiana de Zahale en noviembre-diciembre de 1980. Ya me conocían de Francia así que sabían perfectamente cuál iba a ser mi respuesta, la misma que les había dado entonces en francés macarrónico: “Moi, je n’ai pas autorisation pour parler sur ça”. Era lo esperado, así que aprovechamos para comentar cuatro cosas de cómo seguía París, se quedaron un día más haciendo como que revisaban todo el expediente e intercambiaban datos sobre mí en su poder y de nuevo para la Ciudad de la Luz.

El viaje a Madrid fue tortuoso. A eso de las 3:00 de la madrugada llegamos al cuartel de la Policía Nacional en Zaragoza, creo recordar que comimos algo. Tormo aprovechó para telefonear a su compañera y no dudó en irse a una cabina de teléfono próxima y volver con espanto de los policías que aparentemente tenían que custodiarlo. Luego prosiguió la marcha hasta un bar de carretera en donde desayunamos. Aproveché para tomarme dos cervezas pagadas por el Estado, un verdadero placer después de ocho días en los que yo mismo terminé harto de la muletilla de “No tengo nada que decir” y los otros más aburridos aún.

En el calabozo de la Audiencia Nacional éramos los únicos usuarios, así que pudimos deleitarnos con las miserias del lugar. Había polvo pegajoso en las paredes y podían leerse algunas inscripciones realizadas por los militantes del Frente de la Juventud, detenidos en enero de 1981. Eran visibles incluso sus nombres. Una de ellas era particularmente evocadora: “Aguanta camarada”, la firma de “Lupe”, otra camarada del Frente. Como ya he dicho, fui interrogado por un juez joven con pinta de entre guay y julay que luego resultó ser Baltasar Garzón. No tuve el más mínimo inconveninte en responder a todas sus preguntas, ni él el más mínimo problema en enviarme a Alcalá-Meco: “A la vista de su declaración, éste juzgado no tiene ningún cargo contra usted por lo que debería ponerlo en libertad, sin embargo, existe una requisitoria de un juzgado de Barcelona, así que le trasladamos todo el expediente para juzgue lo que estime oportuno”. Y a Meco.

En el furgón, los Guardias Civiles estaban extremadamente joviales:

-    Así que mataís etarras…
-    Que no hombre, que no, que eso es lo que decía la policía de Barcelona, que no vamos de ese palo.
-    Ya, ya, claro… bueno en Meco hay 300 etarras presos, a ver si matáis a algunos.
-    Muy bonito, hombre, pues dame tu metralleta…
-    Nooo, con mi metralleta no…
-    Pues los matas tú, tío listo.

En aquel momento no sé si lo peor era la compañía o saber que iba a estar una temporada en Meco. El aspecto de Meco era casi de complejo aséptico más próximo de la imagen que uno tiene de un hospital que de una cárcel tradicional. Al llegar, nos encerraron en una especie de jaula, aislados de todos donde permanecimos seis horas. Se nos ocurrió que teníamos que ir de duros o los presos comunes se nos comerían. Hay que reconocer que en aquel momento carecía por completo de experiencia carcelaria en España y los tres o cuatro días que pasé en La Modelo en 1974 no eran una muestra significativa. Se nos ocurrió que teníamos que entrevistarnos con el “jefe” de todo aquello. Habíamos visto demasiadas películas así que llamamos a un funcionario y le dijimos que nos queríamos entrevistar con “el alcaide”… El carcelero nos miró con aire entre perplejo e irónico: “¿Con que “el alcaide”, eh? Así que vais de chulos…”. Aquello no empezaba bien y solamente un par de días después no nos enteramos que en la galaxia penitenciaria española la figura del “alcaide” es inexistente, apenas un nombre traído por las películas americanas sobre Alcatráz, San Quintín o la Isla del Diablo; la identidad penitenciaria española hace del “big boss” de la cárcel simplemente la figura aséptica y sin el encanto propio del género negro del “director”.

Por la mañana del día siguiente nos trasladaron al módulo de recién llegados. Allí había algunos presos de confianza y otros que estaban aislados del resto por los más variopintos motivos. Después de comer nos sentamos en una mesa. Acto seguido se nos sentó al lado un tipo de aspecto inquietante, sembrado de tatuajes. El tipo empezó a sacar papel para escribir y, dado que era más sutil que una piedra pómez, nos colocó casi en las narices y para que pudiéramos verlo, una de aquellos tarjetones que Tejero utilizaba en su encierro para agradecer alguna carta de apoyo. Así que el fulano nos estaba enviando un "mensaje" a ver si lo recogíamos. Resultó ser un antiguo guardia civil expulsado del cuerpo y que se movía por los ambientes más mangantones del choriceo barcelonés, lo que no era obstáculo para que tuviera siempre en mente que había sido “hijo del cuerpo” y que allí donde había un guardia civil allí estaban los suyos. En realidad, el muchacho estaba como las maracas de machín y, en sí mismo, era la muestra de los destrozos que pueden suceder por consumo de estupefacientes a destajo.

Otro tipo curioso que se me pegó como una lapa era un vasco gigantesco que había viajado por todo el mundo en su calidad de ladrón cosmopolita. Había robado en Francia, Suiza, Alemania, Argentina y Brasil y conocido los sistemas penitenciarios locales de los que glosaba el francés con singular entusiasmo conviniendo conmigo que lo mejor eran los petit suiss y los pomelos que daban de postre dos veces a la semana. De todas formas lo suyo era el penal del Dueso. Decía que a él lo que le gustaba era “pisar la tierra” y que en esto el Dueso era un paraíso. Y allí estaba yo, sin que estas conversaciones me importaran un higo, intentando ir de tipo duro. A Tormo lo pusieron en libertad al segundo día y me hice la idea de que aquello, a la vista de la limpieza de las celdas unipersonales recién construidas (con calefacción, espejos y pica para afeitarse, armario y cama con la dureza aconsejable) debía tomármelo como unas vacaciones.

Además tenía todavía el brazo derecho lesionado. A principios de enero me había roto el codo y cuando me detuvo la policía, a pesar de que ya me había quitado la escayola, la herida ni siquiera estaba cerrada. Argumenté este problema para pedir supositorios contra el dolor que jamás me introduje y que mantuve siempre en los bolsillos durante mi estancia en jefatura. Si la cosa se ponía mal y los interrogatorios se ponían muy duros, siempre quedaba la opción de comérmelos todos de golpe y de ahí a un lavado de estómago y a un día de observación, como alternativas para ganar tiempo. Afortunadamente no tuve que llegar a algo tan sumamente repugnante como era comerme un supositorio. En Meco, jugando al baloncesto, aproveché para recuperar la movilidad del brazo que solamente perdió potencia a causa de la extracción de la mitad de la cabeza del radio que se me había quedado en la peripecia.

Recibí unas cuantas visitas: Pepe Las Heras que asumió mi defensa y se preocupó de todos los trámites logrando estar fuera de la cárcel dos meses y medio después. El juez Felice Casson, de Venecia que estaba investigando algunas tramas negras y con el que tuve una agradable conversación en italiano, ayudándole en todo lo que me preguntó en la medida de mis conocimientos a la hora de liberar a mis camaradas de las injustas acusaciones que se habían realizado contra ellos y poniendo especial énfasis en explicarle lo que había ocurrido en Bolivia y en qué circunstancias el NOCS había asesinado al súbdito italiano Pier Luigi Pagliai. Como ya he dicho, me vino a ver también Carlos Yarmoz. Recibí también cartas de muchos camaradas que, finalmente, habían conseguido localizarme después de los años de clandestinidad, aunque fuera en las celdas de Alcalá Meco. La vida en la cárcel era una curiosa mezcla de aburrimiento y sorprensa constante…

© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar procedencia.

Ultramemorias (V de X) Tipologías insólitas. El camarada chivato (y 2ª Parte)

Estaba en la cárcel y apenas me quedaban unos meses para purgar mi condena. Aclimatado al hacinamiento de la prisión, trabajaba en las oficinas y la falta de vicios, así como el aprecio general del resto de convecinos y galeotes que hacía que necesitara poco, posibilitó el que incluso pudiera sacar algunos dineros para regalar una bicicleta a mi hijo mayor y sufragar algún gasto del hogar. Además, la Prisión Modelo de Barcelona estaba a menos de 300 metros del hogar en el que me había críado y ante la que había pasado tantas veces. Leía, respondía al correo y estudiaba. Y si para colmo me traían la comida, el desayuno y la cena, aquello era un mundo feliz excluyendo alguna compañía inoportuna y algún funcionario inepto. El único problema era que el “equipo de clasificación y tratamiento” estaba dispuesto a mantenerme el máximo de tiempo posible entre rejas. Para mí había la reducción mínima por estudios y trabajo, ningún otro beneficio penitenciario se me concedió, ni siquiera –oh maravilla de maravillas- el tiempo que había permanecido en prisión preventiva. Todas las instancias que escribí se estrellaron en el silencio administrativo o en las respuestas surrealistas que prodiga una administración que destila desgana por los poros. Por negarme, me negaron sistemáticamente el disponer de una máquina de escribir.
 
Doña Pilar Pato Ramillete, jefa de clasificación y tratamiento de la Cárcel Modelo, me indicó que no merecía el tercer grado porque "no ofrecía garantías de reinserción". Si tenemos en cuenta que yo estaba cumpliendo dos años de cárcel por participación en manifestación ilegal, que tenía "estabilidad familiar", trabajo fijo fuera de la cárcel y que mi comportamiento dentro en el curso del encierro había sido correcto, ningún jurista entenderá el porqué de esa actitud. Se entenderá mucho mejor si se tiene en cuenta que a mitad de mi estancia debió llegarme la propuesta de salir al día siguiente si estaba dispuesto a participar en la actividad de los GAL. Quien originó la propuesta sabía que yo había conocido superficialmente a Jean Pierre Cherid y, por tanto, dedujo que estaría dispuesto a participar en atentados anti-ETA. Y, además, en eso iba mi libertad a la voz de ya. La propuesta chocó ante el más absoluto desinterés. Estas historias terminan mal y, por lo demás, yo estaba más que reinsertado y jurando por el niño Jesús y mucho más por Pallas Athenea que jamás de los jamases me implicaría en trabajos con las alcantarillas que, por otra parte, ya se sabía como iban a terminar.

Cherid había terminado peor que mal. Después de que su red informara de un piso en el que se reunía la cúpula de ETA, próxima a la vía del ferrocarril, él mismo planificó el atentado que debía de acabar de una sola tacada con la trupe de criminales con txapela. Cuando abandonaban el local, pasaban bajo la vía del tren por un pequeño túnel. Bastaba colocar allí un artefacto explosivo para darles de su propia medicina. Seguramente ni uno hubiera sobrevivido y solamente –como con cualquier otro asesinado por los GAL, dejémonos de fingimientos políticamente correctos- sus familiares más directos, sus compañeros de chiquiteo y algún votante de HB, les hubiera llorado. La sociedad española procuraba mirar a otro lado ante estos muertos de los que seguramente nadie se hubiera preocupado mucho de no ser como forma de acribillar al felipismo. Le dieron la bomba a Cherid, el cual acompañado por un argentino y por otra persona de nacionalidad centroeuropea, fueron a colocarla. Cherid, antiguo miembro de la OAS, ex mercenario en mil batallas, habitual del plástico y de la Goma, inexplicablemente, falleció cuando colocaba la pila del artefacto. El centroeuropeo vigilaba de lejos y el argentino, algo mas cerca, había sido testigo de la explosión. Los supervivientes siempre tuvieron la duda de si le dieron la bomba arreglada para que saltara en mil pedazos. A fin de cuentas, para algunos, el GAL se había convertido  para algunos en la gallina de los huevos de oro y no era cuestión de que terminara allí la historia con toda la cúpula de ETA en el pudridero.

No me interesaba el GAL y sus promotores perdieron la oportunidad de que un “conocido ultraderechista implicado en el terrorismo internacional” (por mucho que mi única condena en Francia fuera por “port et usage de faux papiers” y en España por la manifestación ante la sede de UCD, fueran mis únicos delitos) se viera implicado en los crímenes de las alcantarillas. En ese momento, Barrionuevo –aquel cuya “cara de represor” fue el único aval para instalarlo al frente de Interior y cuya innovación en los anales de la lucha contra ETA fue enfatizar y apretar los dientes cuando aludía a la “banda terrorista” casi gruñiendo- ya había decidido cargar el muerto del GAL a la ultraderecha. Fue por eso, que poco después de que yo no fichara por los GAL lo hiciera un pequeño grupo de chavales jóvenes que habían pasado por el Frente de la Juventud y Fuerza Joven de Barcelona. Los mismos policías que los reclutaron los detuvieron luego, tras el asesinato de un tal Caplanne que por no ser, ni siquiera era de ETA ni, por lo que se puede deducir del apellido, euskeriko. Aquellos pobres chavales ingresados en la cárcel con apenas 20 años salieron de la misma con 30 ó 32. Barrionuevo, al producirse su detención, pudo decir aquello de: “Hemos desarticulado el GAL: son de extrema-derecha”. El ministro no era más torpe porque no se entrenaba y todo en esta operación le salió mal, hasta el punto de que andando el tiempo pude enviarle una postal a prisión en la que, sin ánimo de hacer sangre, le escribía simplemente “Por chorizo”.

Lo de estos chicos tiene un punto dramático y es la muestra de cómo algunas instancias pagadas con dinero de todos edifican su fortuna con el oprobio, la cárcel y los malos tragos de otros. Los buscaron a pulso entre gente sin experiencia política, sin apenas experiencia en choques con la izquierda, no digamos en acciones armadas y, sin capacidad siquiera para entender el carajal en el que se estaban metiendo. Les reclutaron diciéndoles que iban a constituir un comando del GAL. Les pagarían por cabellera de etarra puesta sobre la mesa. El “enlace” resultó ser un tipo de vida golfa y disipada, habitual de La Belle Epoque donde trabajaba su novia, un tal Ismael Miquel. Éste, colaborador habitual de la policía en cuestiones de delincuencia común, reclutó al “jefe del comando”, el cual, a su vez, reclutó a un pequeño grupo de jóvenes ultras, haciéndose la ilusión de que, a la hora de la verdad serían los otros los que dispararían, correspondiéndole a él solamente la “coordinación” (y pillar la parte del león de la pasta, claro). En los meses previos al único asesinato de esta comando (al que le correspondería perfectamente el lema de “nassíos pa la detenssión”) muchos camaradas vieron a los reclutados saliendo de copas con funcionarios policiales que los habían reclutado asumiendo gustosos las facturas. Subieron en alguna ocasión al País Vasco francés en “misiones de información” de escasa entidad, seguramente para que fueran confiando. Finalmente, a la hora de la verdad, dos de ellos terminaron asesinando a Robert Caplanne en las inmediaciones de Biarritz que ni siquiera era de ETA (sin embargo, los asesinos insistieron en que era la persona que la policía les había dado todos los datos y fotos para que asesinaran).

El “armador”, el tal Miquel había tenido un problema anterior por tráfico de drogas a partir del cual decidió colaborar con la policía si es que no lo hacía desde antes. En octubre de 1983 la Guardia Civil le interceptó en la carretera de Masnou a Badalona con 25 gramos de heroína de gran pureza. La fiscala que había pedido seis años de prisión, retiró la acusación y reclamó la absolución tras oir las declaraciones de los funcionarios policiales sobre las “tareas de colaboración desempeñadas por el inculpado”… aunque no está claro, si fue a partir de ese momento y bajo la espada de Damocles de los seis años cuando decidió convertirse en “confite”. Sea como fuere la sentencia afirmaba que la acción de Miquel "carecía de contenido delictivo, ya que (...) no procuraba introducir una sustancia psicotrópica en el sórdido mercado donde se comercializa, de forma incontrolada, sino bajo la vigilancia de funcionarios policiales, que vigilan su destino en aras a descubrir qué personas van a tratar de distribuirla, evidenciándose en el procesado una carencia de conciencia de antijuricidad", que es, como decir lo que decía Confucio, que "la justicia es como el timón: hacia donde se le da, gira".

Tras el atentado contra Robert Caplanne, volvieron las juergas, las visitas a pubs y discos con cargo a los simpáticos policías siempre dispuestos a pagar. Esos mismos policías los detuvieron pocos días después, convenciéndoles de que no era nada, sino el resultado del follón generado por la prensa “canallesca”. Con firmar una declaración explicando que se habían cargado a un etarra, todo se resolvería en horas. Y los muchachos explicaron esa parte de la historia, pero en absoluto se les ocurrió incluir en la declaración ni quien los había reclutado, ni en qué circunstancias. Ismael Miquel, a todo esto, acompañado en persona por el jefe de la brigada antiatracos de Barcelona, tomó el primer avión para Thailandia. Meses después cuando se puso pesado con que quería volver le convencieron para que comprara algo de heroína  y se infiltrara en las redes de narcotráfico locales. Seguramente no fue por casualidad que cuando tenía la heroína en su habitación del hotel, la policía local lo detuviera, siendo condenado a cadena perpetua. En la cárcel tailandesa, debió pensar alguien, entre que se metería más caña que una azucarera cubana y que las condiciones son ya de por sí deplorables, jamás volvería a declarar en España. Allí, se contagió de SIDA, pero sobrevivió y extraditado a España, declaró que había reconocido su colaboración con el GAL para salir de Tailandia. Antes –en febrero de 1996- había enviado una carta al líder de Izquierda Unida, Julio Anguita, en la que implicaba al ex ministro José Barrionuevo en los GAL y aseguraba que el ex jefe del Mando Unico para la Lucha Contraterrorista, Francisco Alvarez, le había inducido a entrar en ese grupo y preparar el citado asesinato. Mas tarde, en entrevista a El Mundo, reiteró que la policía le había dado dinero, armas, fotografías y fichas de presuntos etarras, y describió con detalle el despacho del comisario Alvarez en donde se entrevistó con él en 1985. Pero, una vez en España aseguró que se lo había inventado todo gracias a que su mujer le había llevado parte del sumario. Miquel se quejó también de que la embajada española en Tailandia no tramitó sus solicitudes de extradición ni las cinco peticiones de asilo que planteó. «A mí me mantenían secuestrado legalmente, había interés en que yo me quedara allí», afirmó, y seguramente tenía razón. A preguntas del fiscal dijo que solamente colaboraría si lo dejaban en libertad inmediatamente, pero no si pasaba un día más en la cárcel. A esas alturas –era 1996- el “Caso GAL” estaba más que claro y el único punto oscuro eran las identidades de los dos miembros del SAS británico que asesinaron a dos etarras con rifle de mira telescópica y la identidad del “Señor X”, pero Miquel, a fin de cuentes, era otro “pringado” y no podía saber nada sobre todo esto fuera de las razones y situaciones que contribuyeron a llevarlo al matadero. Justificó su conocimiento del comisario Álvarez explicando que lo conoció en el marco de la “lucha contra la droga” (droga que él mismo consumía a espuertas). En el juicio de Miquel, los otros tres miembros de su “comando”, confirmaron sus declaraciones y se curraron la página del despiste demostrando que los 10 años que habían pasado en la trena no les sirvieron para meditar mucho sobre quién los había llevado al matadero. En 2006. Miquel, que seguía preso en la Cárcel de Tarragona condenado a 45 años de cárcel vio como la Audiencia Nacional le aplicó la “doctrina Parot”.

Lo de estos tres muchachos que se dejaron su juventud en la celda (eso que se tiene una vez y que no vuelve salvo para los que estamos instalados en la perpetua adolescencia) es como pararse a pensar. Durante su detención, a pocos días del asesinato de Caplanne, les dijeron en jefatura de policía que era “solamente por unas horas”. Durmieron en oficinas y no en los calabozos, lo que les pareció una buena señal. Luego les explicaron que el follón organizado por la prensa les obligaba a enviarlos a la Audiencia Nacional, pero que el juez de guardia los pondría en libertad. Allí, en los calabozos de la Audiencia, uno de ellos, el que iba de listo, empezó a darse cuenta de que no iba a salir tan fácilmente y se vino abajo con el consiguiente ataque de ansiedad. El abogado defensor paró el golpe diciéndoles que estarían solamente unos días en la cárcel (acuérdense de que no será la primera vez que les diga que el peor enemigo de un detenido puede ser su abogado defensor, por eso, con cierta frecuencia, la misma policía envía a un abogado para hacerse cargo “generosamente” de la defensa. Y de paso terminar de hundir en la mierda más ecológica posible al defendido). Luego, un año después, cuando se vio el juicio, les convencieron para que siguieran callando, a la vista de que los condenarían a la pena que ya habían cumplido en prisión preventiva. Pillaron los 24 años y suerte tuvieron de salir al cabo de algo más de diez, siguiendo una temporada en tercer grado, y pagando hasta hoy la  cuantía de la indemnización civil a los herederos de Robert Caplanne. Seguramente, si en el juzgado de la Audiencia Nacional se hubieran, sincerado los períodos de cárcel se les hubieran acortado extraordinariamente y posiblemente, al menos, les hubiera cabido el inmenso honor de colaborar con la justicia para llevar a los tribunales a quien les había literalmente arruinado y robado su juventud. Pero, para ello, había que entender lo que había ocurrido y, por lo que ví, años después cuando me entrevisté con algunos de ellos, todavía no tenían claro ni siquiera como diablos se vieron envueltos en el asunto e incluso atribuían a algún camarada su delación. Hice intentos para que el tema saliera a la superficie pero no había nada que hacer. Alguno sigue hoy convencido de que los mismos policías que los metieron en el fregado, eran amigos del alma que actuaron sin malicia. El penúltimo favor que hicieron a sus verdugos fue avalar la coartada de Ismael Miquel.

Caplanne fue asesinado el 24 de diciembre de 1985. A principios se febrero del año siguiente se operaron las detenciones seguidas a tres días de distancia por el ametrallamiento del bar Batxoki con varios heridos entre ellos un presunto miembro de ETA, como si esta atentado indiscriminado fuera una  acción de protesta por las detenciones de Barcelona. Barrionuevo, el perro de presa del “Señor X” convocó una rueda de prensa y explicó con una seriedad pasmosa: “Hemos desarticulado al GAL: son de extrema-derecha”… y para ello arguía la pasaba militancia ultra de los tres jóvenes presentados como “asesinos despiadados” y al toxicómano preso en Tailandia como el “cerebro”. Poco imaginaba el caballerete con “cara de represor” que unos años después de tanta iniquidad, él mismo se sentaría como acusado y oiría cerrar a sus espaldas la cancela de la prisión.

Se me olvidaba decir que el abogado defensor de uno de los tres implicados en el “Caso GAL Barcelona” había sido el abogado defensor de Tejero, López-Montero. Aquí volvió a argüir también –como en el caso del 23-F- el único argumento que jamás un tribunal regular admitiría, que su defendido había actuado “por motivos patrióticos”, que era como decir que las copas pagadas por la policía, previas al asesinato de Caplanne y las que siguieron luego, eran ingeridas por la patria y que Caplanne –que a fin de cuentas él y su familia eran las víctimas inesperadas de lo que debería haber sido el “fin de fiesta de los GAL”- por algún motivo era una amenaza para la “seguridad nacional”. En este tipo de operaciones es importante, cuando se elije a un chivo expiatorio que sea incapaz de defenderse y que, siendo capaz de hacerlo, su abogado le induzca a subir solito al patíbulo,  tras haber trenzado la cuerda con sus propias manos y habérsela colocado él mismo en torno al cuello con la mano izquierda,  mientras con la derecha tira de la palanca que abrirá la trampilla bajo sus pies y le dejará empalmado y pendiendo del vacío.

Toda esta historia es bastante lamentable y, desde luego, mucho más larga. Los tres interesados entenderán –no espero que lo agradezcan- que no haya reproducido sus nombres y apellidos.  Se lo dije a ellos en persona y se lo repito hoy: creo que se equivocaron cubriendo a quienes les destrozaron la primera parte de  sus vidas. Matar jamás es admisible y mucho menos a cambio de unas pesetejas que ni siquiera cobraron (en esa época, el GAL se caracterizaba ya por reclutar a delincuentes de arrabal y hacerlos detener en Francia con la intención de que jamás volvieran a España para cobrar lo prometido). Los eligieron a ellos y no a otros porque habían tenido una militancia ultra, por nada más, y podían ser presentados ante la opinión pública como “ultras”, no como “mercenarios de Interior”.  Y además, porque eran inofensivos e incapaces de defenderse a sí mismos. El “comando Barcelona” de los GAL se creó para desarticularlo a continuación y esgrimir la militancia pasada de sus integrantes como argumento para desviar la atención de la escala de mando del Ministerio del Interior. Por eso decía que el lema que mejor le cuadraba era “nassío pa morir”.

Extinguí mi condena hasta las heces ante la negativa a implicarme en la “guerra sucia”. Salí de la cárcel trece meses y medio después de haber ingresado, con una prisión preventiva de tres meses más que nadie contabilizó… para una condena de dos años por manifestación ilegal. Eran los flecos que implicaba no colaborar con quien aspira solo a hundirte un poco más.

A poco de salir empecé a recibir visitas extrañas de los personajes más variopintos, todos ellos presuntamente avalados por camaradas muy queridos por mí, que me sondeaban sobre mis intenciones futuras. Cada uno respondía a los perfiles de los distintos organismos de la seguridad del Estado y todos debieron quedarse tranquilizados cuando les explicaba que quería dedicarme a trabajar y sacar adelante a mi familia. La torpeza de alguno resultaba incluso ofensiva. Tan pronto venía a verme para sondear mi actitud como aparecía en un vídeo de las Jornadas Libertarias de Barcelona como “periodista” de El Diaro de Barcelona, intentando taparse el rostro con el cuerpo del de enfrente.

Y es que los confidentes son fáciles de identificar. Responden a perfiles habituales que se repiten inevitablemente: habitualmente no tienen oficio ni beneficio, ni profesión conocida, o se trata de profesiones que implican cierto entendimiento con medios de la seguridad del Estado (por ejemplo, funcionarios penitenciarios), con la mayoría es difícil saber de qué trabajan, de qué viven y cuáles son sus horarios, parecen alimentarse de la nada o argumentan trabajos freelancer que les dejan mucho tiempo libre. Nunca sus motivaciones ideológicas están claras. Se han afiliado a tal o cual grupo pero sin argumentos suficientes como para conseguir explicar que les ha llevado hasta allí y nunca se trata de que hayan seguido a un amigo para compartir su militancia. Suelen ser solterones, homosexuales, toxicómanos, o lumpen-proletarios en paro, lo que no implica ninguna actitud hostil hacia estos grupos sociales, sino simplemente constatar que, por algún motivo, proceden mayoritariamente de esos nichos sociales. Cambian con facilidad de un grupo a otro y, lo que es más importante, sin justificación. Pueden estar hoy –recuerdo particularmente a uno- en Juntas Españolas, pero pasar mañana a CEDADE y al otro intentar ingresar en cualquier círculo ultra y, sólo unas semanas desaparecer y reaparecer en un acto de la CNT o del POSI. Van de una parroquia a otra según "necesidades del servicio", con una velocidad igualada sólo por el movimiento browniano de partículas.

Los hay de dos tipos: los que aparecen como fantasmas sólo en día de reunión, olisquean de manera casi obscena y descarada hasta el último recoveco del local como en busca de un hueso, cogen de cada hoja de propaganda, de cada revista, una copia y se van antes de que acabe la reunión. A un tal Armando, tipo de nerviosismo contagioso, que iba de este palo, estuve por partirle la cara más que nada para que espabilara un poco y se esforzara algo más en ganarse las 30 monedas de hojalata. Luego está el que, mucho más en su papel, realiza militancia como el que más e intenta ser uno más en el grupo. Nunca ninguno –y esto es la característica universal- entra en discusiones ideológicas o programáticas, pero se saben al dedillo los esquemas de evolución de cada grupúsculo y quién está a su frente. Los hay con mala memoria y que tienen tendencia anotarlo todos los detalles en plena reunión. Se les ve escribir como condenados, mientras el resto se rasca los testículos o participa en los debates. A mi me ocurrió que durante una conferencia alguien me interrumpiera para que repitiera un nombre que no había logrado entender, se lo tuve que deletrear, pues no en vano  le precedía una merecida fama de confidente habitual de la policía (o de quien le pagara) y no era cuestión de hacerle quedar mal, o se inventaría la información.

En cierta ocasión, en uno de estos grupúsculos, al levantarse al lavabo el presunto infiltrado, sus camaradas aprovecharon para mirar en su libreta encontrando anotaciones sobre los asistentes a la sesión anterior y el resumen de la misma. Prefirieron no decirle nada para evitar perder al 25% de la militancia. En ocasiones se convocan reuniones en las que aparte de los organizadores y el par o tres de machacas habituales, solamente asisten tres o cuatro personas más: el confidente de los Mossos d’esquadra, el de la policía nacional, el del CNI y el de la Guardia Civil; incluso en las  grandes ciudades la Policía Urbana ocasionalmente envía a su hombre. Cuánto esfuerzo para tan poca chicha.
 
Aludía antes a uno de estos chivatillos que tenía tendencia a inventarse informaciones. Es el riesgo que tiene la seguridad del Estado y que ya se puso de manifiesto en el último tercio del siglo XIX español cuando proliferon confidentes que “delataban” conjuras imaginarias o, en el mejor de los casos, se preocupaban ellos mismos por organizar la conspiración, embarcar a incautos y denunciarlos luego a la policía. Como puede verse, no hay nada nuevo bajo el sol. En cuando a los confidentes imaginativos son peligrosos: ante la falta de entidad y peligrosidad de las organizaciones a las que les han encomendado infiltrarse, tienden a exagerar su importancia y peligrosidad, sugerir la existencia de riesgos imaginarios y, finalmente, inventar datos. Garzón, en la cumbre de su estrellato, llegó a desguazar un carguero pieza a pieza porque un confidente imaginativo le había explicado que portaba 20 toneladas de cocaína. Esto obliga a los servicios de información a multiplicar el número de confidentes para que unos confirmen los datos aportados por los otros, so pena de  tener por ciertos datos que parecerían aportados por el guionista de Mortadelo  o de Cuéntame como no pasó.

El confidente, por lo demás, cobra poco y, salvo que lo haga por odio, resentimiento o algún complejo –que también hay de esos- malamente sobrevive con cuatro confidencias habitualmente inofensivas. No es raro, por tanto, que los confidentes se recluten entre algunos funcionarios (que ya de por sí cobran poco) y que éstos acepten unos pocos euros para llegar a fin de mes a cambios de ir a husmear superficialmente unas pocas horas al mes a algún local. O bien que se trate de gente cuyo nivel de gastos sea muy superior al de ingresos, habitualmente por algún consumo de drogas inconfesable. En estos casos el “reclutador” se enfrenta a una contradicción palmaria: sí, el confidente que se coloca con cuarto y mitad de cualquier droga trabaja barato y habitualmente se le paga con decomisos de esas drogas, osea, coste cero, sin embargo tiene la contrapartida de que alguien en estado de colocón apenas se entera de nada sobre lo que tiene que informar. He sabido de colaboradores de las FSE que se han introducido en centros islámicos en estado visible de colocón alcohólico y he visto a otros que te contaban quien los había enviado si les dabas 2.000 pesetas para una paperina. De todas formas, el caso más espectacular de infiltración es el de una chica con traje chaqueta que con una seriedad digna de un funeral se fue al que presidía la conferencia, le extendió una tarjeta y le dijo que era “analista de la defensa”, ¿para qué vamos a andarnos con mariconadas?

El problema para las Fuerzas de Seguridad del Estado es que la infiltración o la realizan en persona profesionales cualificados y adiestrados para hacerla o se convierte en una chapuza que aporta pocos datos interesantes, mucho trabajo y sitúa al profesional de la información ante un puzle formado por datos procedentes de confidentes de los que le resulta casi imposible calibrar su solvendia y fiabilidad, conversaciones telefónicas grabadas que constituyen verdaderas piezas del puzle que no se sabe exactamente donde colocarlas, seguimientos que suponen movilizar a muchos efectivos cada día, total para ver cómo un fulano –a menudo inofensivo- compra un Whoper con pepinillo y sin mahonesa.

Hoy estas prácticas siguen como en sus mejores tiempos a pesar de que es posible realizar un informe y un estudio sobre la “peligrosidad” de tal o cual grupo simplemente consultando su página de Internet, pero en la Seguridad del Estado rigen las viejas tradiciones ancestrales y el confidente de lo inútil sigue siendo el perejil de todas las salsas. Hace un rato estaba sonriendo pensando en que quien no tiene un infiltrado en su vida no es importante. Si un grupo ultra pro-islamista difusor empedernido del último discurso de Amadineyá, de la última problama del más olvidado imán chiíta y de la última soflama de Hezbolláh (que los hay) no logra nunca logra pasar de dos a tres afiliados, a la vista de que nadie los considera suficientemente importantes para enviarles a un confidente del tres al cuarto, debe terminar sintiéndose como una mierda bien aplanada con conciencia de su nulidad. También los hay.

Localizado el confidente cuesta poco seguir el hilo. Basta con poner en sus manos una información golosa. A partir de ahí, se le observa y del cabo sale el ovillo. En cierta ocasión, los camaradas comentaban que una persona era confidente. La única forma de descubrir si era o no, consistió en explicarle en el curso de una conversación que un amigo policía me iba a pasar unas cajas de balas por la tarde. Luego todo era sencillo: si alguien me seguía, el individuo en cuestión era confidente, de lo contrario, seguro que no lo era. El chequeo consistió en que dos camaradas me siguieron por un circuito previamente establecido a prudencial distancia, intentando divisar a alguien que, a su vez, me siguiera. Nunca me arrepentí lo suficiente de esta "prueba del nueva" porque el camarada en cuestión, una excelente persona, siempre que podía , hasta que falleció, aprovechaba para recordarme lo mucho que me agradecía el que me hubiera sincerado con él.

El otro procedimiendo sanitario consiste en localizar a un confidente y atiborrarlo con informaciones erróneas.  A finales de los años 60, supimos de un teléfono que estaba intervenido (en aquellos años bastaba con un amperímetro para saber si había caída de tensión, esto es, derivación de la línea) y  a través de esa línea aportamos deliberadamente todo tipo de datos imaginarios que al final llevaron a la Brigada Político Social a irrumpir en un ayuntamiento en el que sospechaban que había reuniones clandestinas. Por otra parte, localizando a un confidente se le puede interrogar. Todos aportan todo tipo de detalles sobre quién los reclutó, lo que les pagan y lo que piden de ellos. En el Frente de la Juventud, en Madrid, localizado uno de estos confidentes, se le introdujo en un coche en el centro de otros cuatro camaradas y con cualquier excusa. Al llegar a un lugar apartado de la sierra madrileña, sin mediar palabra, se le dio una pala para que cavara. A los pocos minutos, claro, tenía la palma de las manos llagadas, pero logró cavar un foso de 1,80 por 0,50 y un metro de profundidad. Luego se le disparó en la sién... con bala de fogueo, lo que no impidió que cayera al foso hasta que al cabo de un rato entendió que no estaba muerto. Debió volver a Madrid en auto-stop. Nunca jamás volvió al local de Claudio Coello.

En estos casos de chivatos descubiertos, lo que se indica es el interés de la policía en tener informaciones sobre tal o cual grupo. Si uno tiene la conciencia limpia, lo mejor es llamar directamente al servicio y plantear que si tienen algo que preguntar que lo hagan directamente: ellos pagan las tapas y el interesado la bebida.

En 2005 utilicé este método cuando la noche antes delante del restaurant La Font del Bosc, una furgoneta sospechosa -precisamente Renault Kangoo- con vidrios esmerilados estaba aparcada justo ante la entrada. Me acerqué y la refracción de la luz en cierto ángulo me permitió ver dentro a un chaval filmando con cámara de vídeo. Al verme incluso se echó atrás indicando sorpresa. Le comenté a otro camarada en voz alta qué le parecía mejor que hiciéramos, si llamar al juzgado de guardia o quemar directamente la furgoneta. Al oir esto, la furgoneta empezó a moverse como si dentro se estuviera celebrando un menage a trois y se hubiera alcanzado el climax. Poco después salió a la cabina alguien que intentaba taparse la cara con la cazadora. Empezó a buscar las lleves. Se las había dejado en la parte trasera con lo que hubo que volver atrás, logrando finalmente salir a escape dejando la mitad de los neumáticos sobre el asfalto. Al día siguiente llamé directamente al IVº Grupo de Información: "Somos un partido democrático, no tenemos nada que ocultar, ni intención de infringir ninguna legislación, ni siquiera partirle la cara al hostelero que nos ha cobrado de mas y nos ha dado menos pisto del esperado. Si os interesaba algo podíais haber venido a la cena y hubiérais visto directamente todo lo que os interesaba". El otro se sorprendió y utilizó la consabida táctica del descarte: "Que no soy yo" como dice la canción. Y no lo era: la matrícula correspondía a un vehículo de alquiler propiedad de la empresa que alquilaba  habitualmente vehículos para los mossos d’esquadra. Me molesta sentirme observado: la próxima vez el juzgado de guardia y la policía urbana esclarecerán el asunto. Uno se sorprende que en 2005, cuando el país empezaba a soportar una oleada de delincuencia sin precedentes y ETA seguía dando algún sobresalto, era inadmisible una investigación sobre un grupo que jamás había manifestado intención de vulnerar la legislación vigente.

© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar procedencia.

Ultramemorias (V de X) Tipologías insólitas. El camarada chivato (1ª Parte)

Hay dos versiones sobre lo que fue la transición española de 1976 a 1981. La “versión oficial” dice que el pueblo español entendió la necesidad de evolucionar pacíficamente ante la imposibilidad de prorrogar el franquismo y ante la falta de fuerza social suficiente de la oposición democrática para alcanzar la “ruptura”. Ante este situación, la clase política que detentaba el poder en aquellos momentos, capitaneada por Adolfo Suárez, estableció un puente con la oposición democrática, a través, inicialmente de Santiago Carrillo, secretario general del único partido digno de tal nombre que existía en aquellos momentos en la clandestinidad, y seguidos por toda la clase política consciente del impás de la situación, aceptaron marchar mancomunadamente hacia la democracia formal adoptando posiciones moderadas, esto es, de centro. La población española, guiada por una clase política lúcida y responsable aisló a los extremismos, que finalmente vivieron su momento final el 23-F de 1981. Esta versión es la muestra mas palpable de cómo el Gran Hermano falsifica la realidad. No hay absolutamente sino una semejanza remota entre lo que fue realmente la transición y cómo nos la cuenta la versión oficial. Por que hay otra versión…

A pesar de que es rigurosamente cierto que estos últimos 30 años de democracia han registrado una caída en picado de la calidad de nuestra clase política, lo cierto es que en el tiempo de la transición, el nivel tampoco era excesivamente alto. A pesar de que hoy se tiene tendencia a mitificar el papel de Adolfo Suárez y elevarlo a la categoría de “genial y templado conductor del cambio”, más debido a su tragedia personal que a sus méritos reales, lo cierto es que ya tenía todas las características de oportunismo, frivolidad, improvisación y falta de proyecto que luego se ha convertido en paradigma del político democrático celtibérico. Si existió un “programa” de la transición, era evidente que éste no podía haber sido redactado por Adolfo Suárez, ni mucho menos por el Rey; a ambos, en efecto, les faltaban cualidades y experiencia. En cuanto a Felipe González, en la época, no era más que un apéndice de la socialdemocracia alemana de cuyos bolsillos salieron los fondos para levantar casi del cero absoluto un partido que, como le acusaban los comunistas, había pasado 40 años de vacaciones. Y, Carrillo, por su parte, era el dirigente del partido más importante de la oposición democrática, pero también pesaba sobre él estigma de comunista y la sombra de los acuerdos de Yalta que ni siquiera el recurso al “eurocomunismo” había conseguido disipar. De Paracuellos, ni hablemos por demasiado obvio.

Lo más probable es que la transición fuera pilotada estratégicamente desde instancias internacionales interesadas en que España ingresara en la OTAN, aumentar las ventas de material militar a España, espolear el flujo comercial hacia España, en contacto con fuerzas económico-sociales españolas que aspiraban junto a lo mismo: a que la integración en Europa favoreciera sus negocios; para esto era necesario que el país adoptara una democracia formal como sistema. La sinergia de estos elementos, es más que probable que se estableciera a partir de la reunión que el Club Bildelberg celebró en Palma de Mallorca justo en el arranque de la transición. No debió tratarse de establecer un plan estratégico sino un objetivo a alcanzar, en función del cual, instancias de menor nivel establecerían la estrategia, mientras que las partes protagonistas serían dueñas de la táctica en función de su rol y de sus intereses particulares. Los grandes cambios socio políticos no son nunca el resultado de la decisión personal de un individuo, sino de la sinergia de factores muy diversos, incluidos los de nivel más bajo. A fin de cuentas se trataba de una “operación de inteligencia” que tenía mucho que ver también con las “operaciones psicológicas”. Así pues, hay que buscar en nuestra opinión, en los servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, al autor de la partitura encargada por el círculo de Bildelbergs que sería el “autor intelectual” del proceso. Esto explicaría el porqué en todas las fases de la transición está presente un elemento problemático: la violencia política.

En efecto, la “versión alternativa” cuenta otra cosa: el puebo español estaba dividido en 1975 en tres sectores: el partidario del franquismo, el que seguía a las distintas siglas de la oposición democrática y la mayoría silenciosa, numéricamente mayoritaria a la que le daba exactamente igual quién gobernara. El equilibrio de fuerzas entre franquismo y oposición democrática se rompía a favor del primero que contaba con el apoyo de lo que en la época se llamaba “poderes fácticos”: ejército, magistratura, policía, solo en parte contrabandeados por el apoyo que parte de la clase obrera y el estudiantado deparaban hacia la oposición democrática. La patronal estaba a favor del cambio, sin duda, pero de un cambio sin convulsiones. Ese cambio era literalmente imposible porque las dos partes (franquismo y oposición democrática) habían estado repitiendo durante los últimos 10 años que sus posiciones eran inamovibles y definitivas: la “constitucionalidad” del franquismo y la legalidad constitucional del régimen eran el tema obligado en los telediarios desde la aprobación de la Ley Orgánica del Estado en 1967, mientras que la cantinela sobre la ruptura democrática y la alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura para llegar a ella, era el leit-motiv de la otra parte. En condiciones normales hubiera sido imposible que unas y otras renunciaran a sus posiciones. Pero hay sistema para ello: el recurso repetido a los traumatismos y a la violencia política.

Porque la transición, a fin de cuentas, no fue más que una serie de episodios de inusitada violencia, casi siempre homocida –se suele olvidar que el “cambio” generó más de 200 muertos en apenas seis años- que fueron los que indujeron a la población española a situarse bajo el paraguas protector del Estado aceptando lo que éste deparase. Fue la violencia lo que hizo que la población española abandonara los maximalismos practicados en los diez años anteriores, y emprendiera una larga marcha hacia el centro político que se configuró como las dos columnas básicas del sistema entonces construido: un centro-derecha y un centro-izquierda. Esa marcha fue favorecida e impulsada por el horror de las acciones terroristas surgidas de los extremos del arco político. No fue que la población española, guiada por su clase política, asumiera la marcha hacia el centro, sino los episodios de violencia surgida en los extremos que se sucedían con inusitada frecuencia, lo que convenció a la población de las bondades del centro político. Por eso, fue posible la transición, soldando momentáneamente las “dos Españas” (la franquista y la democrática) en un centro, primero protagonizado por Suárez y que luego dejaría paso al PSOE que culminó la parte más comprometida del trabajo (el ingreso en la OTAN). Pero esto no es todo.

Si asumimos esta otra interpretación de la transición, asumiremos también que alguien generaba violencia deliberadamente. Hoy se reconoce que los pactos de la transición establecieron el aislamiento de los “extremismos”. Y hace falta ser muy precavido con lo que quiere indicar este concepto. Por que si los “extremismos” eran formas de radicalismo político, detestables para la opinión pública, no era necesario “aislarlos”: su mera práctica homicida ya lo hubiera hecho en elecciones sucesivas. Y, por lo demás, ¿quién definía lo que era un “extremismo”? Para Fraga, ese gran político intocable “de solera y tradición democrática”, “extremismo” era todo lo que le podía quitar votos y se situaba a su derecha. El hecho de que hoy sea un anciano decrépito, un dinosaurio de otros tiempos, no puede hacernos olvidar que fue uno de los autores de la transición con toda su carga de mentiras y maquiavelismo en sentido estricto: para Fraga, el fin, la democracia formal, justificaba cualquier medio. Y claro que lo demostró, él más que nadie. Mientras los corre-ve-y-diles de Fraga al convocarse elecciones en 1979, hicieron creer a Blas Piñar y a toda la redacción de El Alcázar, hasta última hora, que era posible una coalición entre Unión Nacional y Alianza Popular, él estaba maniobrando para aislar a esos mismos partidos con quien nunca jamás quiso pacto alguno. Este episodio de la  transición merece ser estudiado aunque ponga en tela de juicio la honestidad política de Fraga.

Pero había otro problema: los extremismos, eran formas de radicalismo político, que frecuentemente se desgastaban realizando proposiciones radicales ricas sólo en verbalismo agresivo, enarbolando banderas de otros tiempos (comunistas, anarquistas, carlistas o falangistas), realizando gesticulaciones revolucionarias… pero no necesariamente estaban alumbradas de un impulso homicida y, salvo ETA, no habían asumido el terrorismo como práctica cotidiana.

Dicho de otra manera: no existían “potencia suficiente” para generar un estado de violencia capaz de precipitar la marcha hacia el centro. Y como no existía, se creó artificialmente. Eso fue la transición. No es raro que la mitología oficial sobre aquella tortuosa época, tienda a olvidar que vivimos sobre un régimen constituido inicialmente sobre una infamia y al escribir esto no puedo evitar pensar en los 200 muertos de aquellos años, la mayoría muertos por nada, muertos sin saber por qué, muertos inocentes, arrollados y apisonados por el mecanismo generado durante la transición.

La violencia, especialmente si acarrea muertes, dispone de una formidable capacidad para apoderarse de las conciencias y condicionarlas. Cuando un ciudadano sale a la calle o ve salir a alguien de su familia, espera que vuelva, sano y salvo, la posibilidad de perder la vida o ver como la pierde un familiar, un amigo, un vecino, se convierte en un fantasma aterrador para evitar el cual se acepta cualquier renuncia a las propias posiciones mantenidas hasta ese momento. Ante una situación de asesinatos políticos y desórdenes públicos diarios, incluso el más liberal acepta las restricciones a las libertades públicas, si ello contribuye a que cese la violencia. Lo hemos visto en su versión más extrema en EEUU con la promulgación del Acta Patriótica tras los autoatentados del 11-S. Algo parecido ocurrió en la transición… la violencia continua indujo a los franquistas a aceptar que algo debía cambiar y a los miembros de la oposición democrática, que debían olvidarse de la “ruptura”.

Para realizar una transición así concebida eran precisos cuatro elementos:
1)    La existencia de unos partidos radicales
2)    La presencia en esos partidos radicales de agentes provocadores infiltrados
3)    La complicidad de unos medios de comunicación
4)    La existencia de un centro coordinador difícilmente identificable, pero cuyos apéndices si son posibles de establecer en un estudio pormenorizado.

A la derecha, Falange y Fuerza Nueva existían junto a una constelación de pequeños grupos incontrolados, y en la izquierda la CNT, el PCE(r) y ETA eran igualmente estructuras muy reales, junto a la abundancia de grupos anarquistas y marxistas-revolucionarios periféricos. Se trataba de que todos estos grupos generaran actos violentos en número e intensidad suficiente para operar el efecto esperado: inducir la marcha hacia el centro de la opinión pública. Y eso se hizo, mediante la provocación y la infiltración.
Nosotros éramos conscientes de que en la extrema-derecha no existía una organización terrorista al estilo de ETA o del GRAPO (fuera lo que fuera), sabíamos que los actos terroristas que procedían de nuestro ambiente eran acciones individuales de las que, solamente durante la Semana Trágica empezamos a tener conciencia de que estaban generadas por provocadores. A estos les resultó extremadamente fácil penetrar en un ambiente que tenía unas estructuras organizativas muy débiles y una carencia absoluta de educación política, en sus sectores más juveniles y activistas. Además, especialmente en Madrid, los grupos ultras practicaban el compadreo con los medios policiales y muchos estaban convencidos de que contaban con la cobertura, la complicidad o la afinidad de muchos policías; y es posible que así fuera en algún caso, pero, por lo general, los funcionarios policiales servían al Estado, sólo al Estado y nada mas que al Estado y hacían lo que el Estado (o alguna de sus alcantarillas) les requería.
Además, no entendíamos como la prensa solía atribuir más peligrosidad a una información vendida por cualquier provocador (Interviu en la época tenía la sala de espera llena de chivatillos ultras vendiendo cuatro tonterías) sobre tramas ultras ficticias que al asesinato de dos Guardias Civiles asesinados por ETA(p-m) en una carretera camino de Ispaster. Cada semana había una nueva noticia que nos criminalizaba, cuando ya a finales de 1976 empezábamos a intuir que el número de infiltrados con tareas provocadoras y el “efecto contagio” no eran casuales.

A esas alturas ya había ocurrido la tragedia del Montejurra 76 (cuando Fraga era, no lo olvidemos, Ministro del Interior), había explotado la bomba en la revista El Papus y se había desarticulado un grupo culpable de cualquier otra cosa menos de esa explosión emblemática, la Sala Scala había ardido y la CNT aparecía como responsable sin importar mucho que todo fuera obra de “el Grillo”, un confidente habiual, un tarado había reivindicado por su cuenta, en nombre de una fantomática Alianza Apostólica Anticomunista –que nunca existió, repito, nunca existió, por mucho que en Wikipedia figure como autora de la masacre de Atocha- el secuestro y asesinato de “Pertur”, a pesar de que desde la propia izquierda abertzale se intuía un ajuste de cuentas dentro de la banda, pero durante años la prensa prefirió creer que era “La Triple A”. Luego vino la Semana Trágica.

El GRAPO mantenía secuestrado a Antonio María de Oriol y al General Villaescusa, y tuvieron incluso fuerzas y recursos para asesinar a dos guardias civiles en el interior de una sucursal bancaria. Nadie sabía lo que era el GRAPO, pero sí se supo luego que, Espinosa, un guardia civil infiltrado en su interior a través del muy vulnerable MPAIAC, consiguió llevar a la pista que concluyó en la liberación de ambos. ¿Y por que esa infiltración no consiguió que el comando el GRAPO fuera desarticulado antes de los secuestros? Por lo demás, en el momento en que se produjeron estos secuestros, los medios, especialmente Diario 16 y la Cadena Zeta, acusaron a la extrema-derecha de haberlos cometido, hasta el punto de que Della Chiaie, todavía en España en ese momento, tuvo que entrevistarse con el hermano de Oriol para desmentirlo personalmente, oficiando de mediador el antiguo responsable del SEDEC, San Martín. Para colmo, la semana trágica había tenido un preludio anterior, cuando Cuadernos para el Diálogo, entonces semanario en situación económica terminal, publicó las fotos de Montejurra… que no se habían publicado medio año antes, tomadas con teleobjetivo y en las que se veía con singular precisión a Della Chiaie presente en los incidentes. Si algún periodista de Cuadernos explicara hoy a través de qué canales llegaron esas fotos al semanario, sin duda tendríamos un cabo del que tirar. Hay otros muchos.

Mariano Sánchez Covisa, ex combatiente de la División Azul, considerado como “fundador” de los Guerrilleros de Cristo Rey, hombre austero donde los hubiera, pero también vidrioso en todos sus contactos y movimientos, citó a Della Chiaie a la misma hora y en el mismo lugar en el que Jorge Cesarsky Goldstein, argentino y peronista que no hacía mucho acababa de conceder una entrevista al semanario Fuerza Nueva, asesinó a bocajarro al estudiante Arturo Ruiz Villalba. Era imposible que Covisa no supiera que esa tarde iba a haber incidentes en la zona, entonces ¿por qué citó, justo en el lugar y en el momento en que se produjeron los disparos, a Della Chiaie? La versión oficial era que Della Chiaie estaba participando también en el “raid” contra la izquierda. Puedo jurar donde haga falta que esta versión es falsa y mendaz. Para un dirigente político italiano exiliado en España, estar presente en una manifestación en la que se asesina a un estudiante, no tenía ningún significado estratégico, ni interés alguno. Una médium debería de preguntar a Covisa quien le indujo a quedar en esa hora, en ese lugar con Delle Chiaie y a Cesarsky por qué realizó aquellos disparos por los que fue condenado y por qué inopinadamente, tras dirigirse a la sede del SEDEC, explicó a la policía que había visto a Delle Chiaie (éste llegó a la zona del enfrentamiento en metro; al salir por las escaleras y percibir el disturbio volvió a entrar en el metro sin que nadie, salvo la persona que iba con él, lo viera).

El interés manifestado en aquel momento por implicar a Delle Chiaie en cualquier incidente que ocurriese en España en aquel período se debía fundamentalmente a dos motivos: las presiones realizadas por Italia para alejarlo del escenario de su país y las acusaciones realizadas contra él (que se demostraron luego completamente falsos en los procesos que siguieron a partir de 1987) que lo situaban en el vértice del “terrorismo negro”. Hoy se sabe que en una medida asfixiante aquel terrorismo era un producto del mismo Estado hasta el punto de que una tarea inédita para cualquier periodista que quiera ganar puntos en su historial profesional sería el escribir un artículo sobre los paralelismos increíbles entre el terrorismo provocador que apareció en España entre 1976 y 1981 y el que se dio en Italia entre 1969 y 1982. Y si ya quiera obtener el cum laude de la profesión podría llegar a comparar los atentados del 11-M con los que tuvieron lugar en Italia en aquellos años, que convirtieron a trenes y estaciones en objetivos privilegiados, tanto en su modus operandi, como en sus sombras e implicaciones. Hoy, nadie en Italia alberga la menor duda de que aquellos atentados del Italicus, de la Estación de Bolonia, de la Fleccia del Sud, fueron urdidos en las alcantarillas del Estado. Esclarecer los funcionarios policiales y de los servicios de inteligencia italianos y españoles que tuvieron contactos en aquella época puede aportar datos que serían más que significativos y convertirían a cualquier becario de redacción en fijo. En aquellos años, citar a Della Chiaie e implicarlo en los episodios de la transición, todavía equivalía a traer a colación crímenes y atentados espectaculares de los que luego, insisto, fue absuelto sin excepción.

El asesinato del estudiante Arturo Ruiz Villalba tuvo años después una extraña repercusión para Delle Chiaie. Uno de los buscados como sospechosos del crimen era un tal Fernández Guaza que huyó a Argentina a través del País Vasco. Estuvo durante unos días albergado en un antiguo hogar de la OJE cerrado, con la recomendación de que no saliera de allí. Sin embargo, en un alarde de irresponsabilidad que por sí mismo le define, se fue a tomar unas copas a un bar próximo. Lucía collares y pulseras de oro, propias de lo que en el País Vasco se tenía como caricatura del nacional-horterismo fachoso. Para colmo, mientras estaba dándole al coñac los informativos de TVE sacaron su foto con la consiguiente alarma de toda la parroquia allí presente que había reparado en su presencia desde que pisó el local. Evacuado a prisa y corriendo terminó recalando en Buenos Aires. En España había sido chivatillo de la policía y en Argentina quería seguir siéndolo. Denunció a Delle Chiaie y a algunos otros italianos a la seguridad, añadiendo que se trataba de “peligrosos terroristas italianos”. El mismo receptor de la denuncia informó a Della Chiaie de la calidad moral del personaje. Hay gente que lleva la traición en la sangre.

La Semana Trágica culminó con la masacre de Atocha. Siete abogados afiliados al PCE terminaron seguidos por medio millón de simpatizantes de la oposición democrática camino del cementerio. En las semanas anteriores algunos funcionarios policiales (de los que solamente ha salido a la superficie el nombre de González Pacheco, pero que sino eran legión, superaban la docena) recorrieron sistemáticamente los centros de reunión de la ultraderecha enarbolando el mismo discurso ante un público no siempre predispuesto a escucharlos: “sois unos mierdas, pandilla de cobardes; no tenéis cojones; se os están comiendo y no reaccionáis; tenéis que hacer algo o acabarán con todos”. Y se referían a los comunistas: explícitamente estaban sugiriendo que había que darles “una lección”. Visitas de estas, decenas de veces repetidas, en los lugares de reunión ultras (locales, bares, pizzerías…) tuvieron finalmente como efecto el que un grupo de exaltados terminó llamando a la puerta del despacho de Atocha para dar “una lección a los comunistas”.
La versión que tengo de lo que ocurrió allí es próxima a los protagonistas. No iban allí con la intención de matar, pero un desgraciado tropezón con una alfombra hizo que se disparara la automática del 22 mm de tiro olímpico y gatillo sensible. Fernández Cerra, en otra habitación, creyó que alguno de los abogados había disparado, abalanzándose hacia el lugar desde donde procedía el disparo y emprenderla a tiros con los abogados; García Juliá, para no ser menos, vació las balas que le quedaban sobre aquellos cuerpos sanguinolentos que se iban desplomando. Fuera del despacho, Lerdo de Tejada, guardaba la entrada.

La conmoción que provocó el asesinato de los siete abogados laboralistas de Atocha en todo el país fue inmensa, tanto por la magnitud del crimen, como por el momento en que se produjo, como por la visión de medio millón de comunistas en silencio tras los féretros. Si en el momento de los secuestros de Oriol y Villaescusa, en algunos cuarteles e instancia militares sonó ruido de sables, tras la masacre de Atocha se restableció el equilibrio: “golpear” en ese momento hubiera parecido ser solidarios del crimen. Cuatro meses después el PCE era legalizado argumentándose el civismo demostrado en aquellas tristes jornadas.

En cuanto a los responsables del crimen fueron detenidos un mes después. La madre de Lerdo de Tejada supo por su hijo que había participado en el crimen. Ésta, a su vez, secretaria de la notaría de Blas Piñar, lo comentó con su jefe, conviniendo ambos que la criatura, lo primero que debía hacer era confesarse, hecho lo cual desapareció camino de los Andes. Una semana después del crimen, un número relativamente alto de personas de los círculos ultras, conocían la identidad de los autores que fueron finalmente detenidos y condenados. Nadie molestó, por supuesto, a quienes habían contribuido tan insistentemente a prender la mecha. Y esto, ocurrido hace ya 30 años, empieza a ser objeto de “memoria histórica”.

Hubo segundas y terceras partes. Una vez condenado García Juliá a 193 años de prisión, acertó allí a encontrarse con Juan Magaña un antiguo militante ultra de mediados de los sesenta, de origen carlista, pasado luego a la delincuencia común, pero sin abandonar completamente sus sentimientos ultramontanos. Era Magaña hijo y nieto de carlistones. Cuando Sixto Enrique de Borbón-Parma se alistó en la Legión Española con el nombre de “Juan de Austria”, la Comunión Tradicionalista buscó a un “ayudante” que estuviera siempre cerca del aspirante al trono. Y le tocó ir al mayor de los Magaña. Lamentablemente, Sixto Enrique, localizado a las pocas semanas en la Legión con nombre falso, fue expulsado, quedándose Magaña chupándose a pulso los tres años que le quedaban de compromiso con el tercio de extranjeros. El menor de los Magaña había participado en el famoso asalto a la Galería Theo de Madrid en 1970, en la primera acción protagonizada por los Guerrilleros de Cristo Rey. Destrozaron una quincena de grabados de Picasso, que luego resultó que no eran sino copias. El mismo policía que les había inducido a la acción, estaba en la acera de enfrente fotografiándolos al entrar y al salir (por lo que pudiera pasar, seguramente) y fue el encargado de detenerlos, algo que luego se convertiría en tradición. Esto convenció al menor de los Magaña que la política así concebida no era terreno para el honor y la lealtad, la tradición, la patria, ni ninguno de los valores que había apreciado hasta ese momento. Así que tiró por el camino de la delincuencia, hasta terminar encontrándose con García Juliá en la antigua prisión de Ciudad Real. Allí, unos militantes del Frente de la Juventud, en el curso de una visita a los “camaradas presos”, lograron introducirles una bayoneta pavonada de los marines, tras establecer un plan de fuga. Magaña tenía la fuga en la sangre.

En la cárcel de Meco, Magaña me contaba que durante el primer año de su encierro había estado verdaderamente obsesionado con fugarse. Cuando ya se había relajado, terminó tomando cafelitos en la cantina de la cárcel de Ciudad Real con García Juliá y allí había reverdecido su afán de fuga. El día convenido, a la hora del recuento de las noches, Magaña explicó al funcionario que pasaba ante su celda, que su compañero de encierro, García Juliá, se encontraba indispuesto. Cuando el funcionario entró, le pusieron la bayoneta en la garganta, y con sus mismas llaves le encerraron en la celda. Luego uno de ellos buscó al funcionario de la galería explicándole que el otro funcionario le pedía que viniera. Cuando llegó a la celda volvió a ver el pavonado de la bayoneta. Ya eran dos los carceleros encarcelados. Luego se trataba de atraer al funcionario de guardia en el centro y luego al otro que estaba en la cancela de entrada. La celda de Magaña y García Julía, a esas alturas, parecía ya el camarote de los Hermanos Marx.

Cuando habían conseguido alcanzar el recinto exterior y estaban a dos pasos de la salida, viendo en frente el vehículo con los militantes del Frente de la Juventud que les esperaban, la fatalidad quiso que entraran unos funcionarios despistados que los conocían, con lo que tuvieron que desviarse hábilmente hacia la derecha donde se encontraban las viviendas de los funcionarios. Llamaron a una que resultó ser la del director. Lo secuestraron, para variar, con la bayoneta; luego a la hija que volvía del cole; más tarde al médico de la prisión que traía unas medicinas.

Desde la ventana del piso, lograron hacerse ver por el vehículo que les esperaba, indicándoles con unas sábanas que trenzarían una cuerda para descender. Cuando concluyeron, para mayor fatalidad, justo debajo de la ventana en la que se encontraban, acertó a detenerse un Vespino con signos de que la bujía o la carburación, o acaso ambas, tenía problemas. Dentro de la prisión, los galeotes empezaron a expresar su protesta por que nadie les apagaba la luz. Los Guardias Civiles no conseguían ponerse en contacto con el centro de la prisión, así que pronto cobró forma la sensación de que algo no funcionaba normalmente. Uno de ellos, casualmente, vio la inconfundible humanidad de García Juliá (grandote y con una poblabada barba de patriarca bíblico) por la ventana del piso del director y dio la alarma. Los camaradas del Frente de la Juventud optaron por abrirse en forma de paraguas antes de que alguien reparara en su presencia; todavía, antes de llegar a Madrid oyeron por la radio la entrevista que Encarna Sánchez realizó por teléfono a García Juliá. “¿Por qué estás en la cárcel?”, “Es que he matado a siete comunistas…”. De ahí al Puerto de Santa María pasaportados en Tercer Grado y alojados en celdas de castigo.

Me encontré a Magaña en Meco. Era un tipo silencioso al que le debo haberme iniciado en el noble arte de hacer maquetas navales. Se hubiera podido ganar perfectamente la vida ejerciendo ese hoby, sin embargo, su personalidad, que a un psicólogo no le costaría mucho definir como entre totalmente asocial y psicopática en grado extremo, le llamaba por caminos más truculentos. Era uno de esos camaradas “a la antigua” para el que compartir un mismo espacio político equivalía a establecer un vínculo de lealtad hasta la muerte. Del grupo que estábamos presos en Alcalá, era el único que estaba preso por delitos comunes. Conocía al dedillo el ambiente político ultra del tardofranquismo y era capaz de distinguir a un confidente policial en una centuria uniformada y en formación. Era un tipo extraño, pero lo suficientemente curioso como para que le diera mi teléfono. Total, pensé, en los próximos 20 años no creo que me llame. Sin embargo, no había pasado un mes desde que saliera de Meco, cuando llamaron al teléfono: era Magaña. “Me he fugado…”, me dijo cuando le expresé mi sorpresa. Su abogado, Pepe Las Heras, le había conseguido un permiso penitenciario para rehacerse la dentadura (tenía la de comer verdaderamente destrozada) en un dentista de la familia. Una vez en la calle, claro, no volvió.

Tras tomar unas copas en el Paralelo barcelonés, seguido de visita pagada al Barrio Chino, terminó pidiéndome el consabido pasaporte que, finalmente, un policía le vendió por 500.000 pesetas, con DNI y Carné de Conducir con los que alcanzó Venezuela sin más dilación. De ahí volvió años después, e implicado en nuevos actos de delincuencia común conoció un breve período de cárcel. Terminó sus días trabajando como sicario de confianza para un cartel de narcos colombianos. En uno de estos “viajes de trabajo” la persona a la que tenía que asesinar, terminó asesinándolo a él.

Magaña y el propio García Juliá, pertenecían a la última generación de militantes ultras criada durante el franquismo. En 1973, García Juliá ya había aparecido con camisa azul y boina roja, junto a Blas Piñar, enarbolando una bandera española en el curso de una manifestación de Fuerza Nueva en protesta por el atentado de ETA en la Calle del Correo de Madrid. La policía cargó y Blas, como caballero que era y es, recogió del suelo el zapato de una dama perdido en la refriega. Una cámara sorprendió a Blas enarbolando el zapato en la mano siendo la única que difundió cierta prensa cada vez que se refería al “caudillo del Tajo”, como queriendo acentuar la agresividad que, en el fondo Blas jamás ha tenido. Liberado tras extinguir su condena por el Caso Atocha, García Juliá volvió a resultar detenido en Suiza y otra vez en Bolivia, por temas relacionados con el narcotráfico. Tras lo cual se extendió el rumor de que había muerto, falso, por que el muchacho, talludito él, sigue como en sus mejores momentos.
Ni Magaña ni García Juliá pueden ser acusados precisamente de “chivatillos”, sino como máximo de gente que se había acercado demasiado a los ambientes policiales madrileños, hasta quemarse. O quizás fuera al revés, que habían aceptado demasiado fácilmente la camaradería de policías que, en realidad, no hicieron más que llevarlos al matadero. Los “chivatos” de estricta observancia tenían otra pasta.

El primero que conocí fue un tipo extraño que se afilio al Círculo José Antonio de Barcelona. Explicaba, para caer bien, historias sobre militares de Ceuta y Melilla, que si el coronel Berruezo por aquí, que si el comandante Castillo por allá, un verdadero pelmazo. Me dio la impresión de ser un enviado de la policía con ganas de conocer exactamente las vinculaciones del SEDEC con la extrema-derecha de las postrimerías del franquismo. Seguramente por esprit de corps, en España, nunca los distintos cuerpos de seguridad del Estado han utilizado la vaselina para relacionarse entre sí. A menudo han surgido entre ellos las fricciones. Yo he llegado a ver incluso como la policía intervenía los teléfonos de los miembros de una red ocasionalmente contratada por el CESID para ahorrarse la molestia de tener que penetrar directamente medios bastante restringidos. He visto también como se cambiaba droga por información. Ni siquiera las relaciones entre distintas “brigadas” de un mismo cuerpo han sido todo lo excelentes que se podía presumir (de esto sabe mucho el IV Grupo de la Brigada de Información de Barcelona en los tiempos en los que era dirigida por Alfonso Simón Viñao, diestro en choques y rivalidades con otros Grupos). E incluso dentro de cada grupo de información tampoco las relaciones entre sus miembros han sido excepcionalmente correctas. Los dos policías que me dieron fuerte y flojo durante mi detención finalmente terminaron peleándose a causa de que uno elegía a una rubia también miembro del cuerpo -y cuerpo por excelencia- como permanente compañera de servicios. La vida en esos ambientes, como se puede intuir, no es ninguna ganga y las tensiones y rivalidades son el pan de cada día. Puestos a pisarse la manguera, cada uno está predispuestos a pisar la de los demás, sean las de cuerpos, brigadas o compañeros.
 
Aquel primer infiltrado del que no tuve la menor duda de que se trataba de un chivatillo, lo examiné como si se tratara de un objeto de laboratorio. Hablaba demasiado y daba demasiados datos para que lo tomáramos en consideración. Dado que el jefe de la Sección Juvenil del Círculo estaba enamorado de los entorchados, los galones y las palas de oficial, el otro entendió que todos los demás nos interesaba tanto la vida militar. Craso error, porque a los pocos días empezó a tener fama de pelmazo, enterado de todo lo que no interesaba a nadie. Era posible seguir a través de sus historias la filiación de las familias militares de la guarnición de Ceuta. Seguramente, el chaval habría hecho allí la mili, probablemente como machaca de algún comandante y habría oído y visto todo lo que luego contaba hasta lograr el tedio más absoluto. Un buen día nos dijo que se iba a Ceuta y volvió con un regalo comprado: se trataba de un cenicero al que en la parte posterior todavía no había quitado la etiqueta de “Corte Inglés – Barcelona”, a menos de 100 metros del local…

Fuerza Nueva, en Barcelona tenía una densidad particularmente abigarrada de confidentes del CESID, situados en las alturas y en cargos influyentes. No creo que fuera diferente en otras delegaciones importantes. Durante la transición fue muy frecuente la existencia de ambientes en donde existía una peligrosa y ambigua interferencia entre el conjunto policial y el conjunto ultra. Era un espacio imprevisible en el que no estaba muy claro cuáles eran las fidelidades de cada elemento y que en Madrid llegaba hasta el compadreo. En Barcelona tampoco iban a la zaga.

Esto duró hasta bien entrado el felipismo cuando el “Señor X” a través del “Señor Cero” reclutó a los “alegres muchachos del GAL”.

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Ultramemorias (V de X). Tipologías insólitas. El camarada maricón

Digo maricón, en lugar de “gay”, porque siendo esta una palabra que indique “alegría”, los camaradas que gustaban de otros de su mismo sexo, tenían de alegre lo que un cangrejo hermitaño desahuciado por impago del inmueble. Haberlos los ha habido y los hay, como mínimo en el mismo porcentaje que en la sociedad, pero el maricón en la ultra ha estado siempre malamente acomodado y difícilmente ha salido del armario. Y ha hecho incluso algo más terrible: no solamente ha permanecido refugiado en la ebanistería, sino que además, muchos de ellos han negado por activa y por pasiva su condición sexual. No es raro si la alegría “gay” no ha estado presente en el camarada maricón.

El primer camarada que conocí cuando me metí en estos berenjenales –puesto a empezar- resultó ser maricón. Lo intuí desde el día en que se me acercó demasiado en un fuego de campamento y me lo confirmó cuando empezó a glosar la calidad de las películas de gladiadores y, en especial a Steeve Reeves. Luego supe que había abandonado su Murcia natal dejando tras de sí más de un culo descerrajado. A este siguieron otros demasiado evidentes como para que negaran sus tendencias y demasiado buenos militantes como para que yo me metiera con sus hábitos sexuales. Poco a poco se ha ido desdramatizando esto del mariconeo en la sociedad e incluso en las últimas trincheras ultras e incluso corre por foros gente que reconoce explícitamente, reivindicando esa condición. Llegan tarde, porque a estas alturas, a nadie le importa si fulano o mengano sienten atracción particular por cualquier culo peludo. Ha llovido mucho desde 1968 cuando dentro del armario, el camarada ocultaba a todos su condición –y en algunos casos, doy fe, incluso a él mismo- hasta ahora cuando se ha convertido en algo irrelevante.

El homófilo sufre en un ambiente que suele exaltar la virilidad y consiera timbre de gloria el tener reputación de tronchamozas. Los chistes de maricones siempre ha hecho reír en todas las épocas antes de situarse en el índice de lo políticamente incorrecto. Un camarada cuya homofilia ignoraba, se fue de la ultra –años después lo supe cuando se había convertido en uno de los puntales fundacionales del Front d’Alliberament Gay de Catalunya- después de aquel viejo chiste que conté de que, para un marica, el pedo es el suspiro de un culo enamorado. Su opción sexual no pudo evitar sentirse ofendida por la risotado con la que animé a que los otros a que rieran también. Debo reconocer que lo sentí.

De todas formas con el paso de los años he creído ver cambios en el ambiente gay. Los que conocí hasta mediados de los 70 habían tenido todos infancias similares, con madres de personalidad extremadamente acusada, con cierta frecuencia invasiba, otros deparaban a su madre amor edípico desmesurado y al no encontrar mujer que las igualara, tiraron por la otra acera. Sin embargo, en la segunda mitad de los 70 cuando el movimiento feminista ya se había afirmado e incluso atravesaba momentos de radicalismo infantil propios de todo maximalismo que nace, coincidiendo con la implantación de la coeducación –esa tragedia impuesta por la pedagogía progre y a la que hoy ningún pedagogo serio concede la más mínima ventaja- otros se sumaron al carro homofílico por tres motivos: a causa del temor que experimentaban hacia aquellas mujeres que querían comportarse como hombres y ante las que el original era mejor que la copia; a causa del desinterés que había generado en ellos la proximidad de la mujer (los alumnos de los Escolapios íbamos a la salida de clase al vecino colegio de Las Damas Negras o del Nelli para practicar el ingenuo arte de levantar las faldas a las chicas: el secreto y el misterio de lo femenino ejercían en nuestra pubertad una atracción que difícilmente puede sentir quien tiene desde la preescolar a cuerpos femeninos al lado del pupitre); y, finalmente, a causa de que en la sociedad española de la transición se afirmó la idea de que había que acostarse con cualquier cosa, sin importar si fuera hombre, mujer, oveja o pez, lo importante, sostenían los gurús de la época, era no tener represiones, ni restricciones motivadas por la deformación en el carácter al que indujo la educación franquista. Quien hacía gala de restricciones –por pequeña que fuera- no era lo suficientemente progre como para poder figurar en el cuadro de honor de la mentecatez. Una actriz que se negara a desnudarse no tenía lugar en el cine de la época, y un tío bragado, de heterosexualidad a toda prueba, debía necesariamente tener una experiencia gay, hacer un trío o una cama redonda, y no preocuparse mucho si en la confusión sentía como si alguien le petara el culo. La transición fue, en definitiva, eso, el momento en que a las dos Españas se les partió el culo, a una mitad de risa y a la otra a base de irse metiendo cosas.

Todo esto y, sin duda, la publicidad de Calvin Klein que descrubrió en la minoría gay un mercado seguro, hizo que cuando tuve que irme de España, el mariconeo se hubiera enseñoreado ya de la industria del cine y del teatro. Pero desde los 80 ocurrió algo extraño. Yo sabía que en la Organización de las Naciones Unidas el número de gays era inusualmente alto. Es fácil entender porque se produjo este fenómeno: arrojados a los márgenes de la normalidad en sus países respectivos, habían literalmente huido al edificio de Manhattan que, ya a finales de los 60 se había convertido en paraíso sicalíptico gay. En el ambiente ultra existió en los años 50 un autor de culto, Mauricio Carlavilla, que también firmaba como Mauricio Karl, Julien d’Arleville, etc, especializado en la masonería, el judaísmo y el comunismo y a la que un día le dio por escribir 400 páginas de un tema intocable en la época, la homosexualidad. Al bueno de Carlavilla –que, en general, andaba desenfocado tanto en masonería como en judaísmo- se le ocurrió “historiar” la homosexualidad en un libro de título llamativo: “Sodomitas”. Pueden imaginar lo que representó en la placidez sexual del franquismo, en donde lo más osado era el bikini de la sueca o el pantalón pitillo hasta media pantorilla de los guateques del sábado noche, el ver en los escaparates de las librerías un libro con el título de “Sodomitas”. Como todo en Carlavilla remitía a lo mismo, la conclusión final era que la “abundancia” de sodomitas (eufemismo para evitar el empleo de la palabra “maricones” porque la más respetable de “gays” todavía no había irrumpido) de los años 50, de debía a una conspiración masónica y comunista. Hace poco releí el libro del que lo único que podía salvarse era el depósito legal, y n pude por menos que sonreir benévolamente: cuantas ridiculeces se han dicho y se han escrito en nombres del antimasonismo.

Además –Carlavilla lo citaba y los de CEDADE lo recogieron en uno de sus primeros boletines- en los EEUU existió el primer lobby homófilo anterior a la contracultura, los “matachines”, miembros de la Matachines Society. El nombre venía a cuento de los “soldados de la virgen de Chihuahua”, danzates provistos de hábitos coloristas; estos, a su vez, habían tomado el nombre de los bufones renacentistas, igualmente coloristas, esto es “gays”. Un tal Jennings, fundador de la Matachine Society, resultó arrestado en 1952 por “conducta obscena”, según la mitología gay, después de que un policía se le insinuara en casa. En el juicio que siguió, Jennings asumió su homosexualidad, pero negó que su conducta fuera delictiva. Los cargos se retiraron retirados y el caso de “El Estado contra Jennings” pasó a ser la primera victoria legal de los Matachines que sin duda habría rezado a Zapatero y a Cerolo como a sus “jesusitos de mi vida”. Fueron también los Matachines quienes empezaron a utilizar la palabra “homófilo” en lugar de “homosexual” para destacar que no todo en el mariconeo debía ser sexo. Al año siguiente, en 1953, las lesbianillas apechugaron con lo suyo y crearon las Hijas de Bílitis, primera organización sáfica desde el mundo griego. Por cierto –y aprovecho para afirmarlo- que en la ultra no he conocido a ninguna pareja de lesbianas, ni he sabido de ninguna, como máximo, el que algunas ex novia de camaradas, cambiaran sus preferencias sexuales a poco de haberlos dejado. Y me resulta imposible evitar añadir la ironía de que ellos, en sí mismos, sus exnovios, eran en algún caso el reclamo más potente para cambiar de preferencias.

Los Matachines tuvieron cierto éxito en los años 60 hasta el famoso incidente del antro de Stonewall en donde la mitología del movimiento homófilo fija su arranque histórico entroncándolo con la contracultura, la revuelta estudiantil y la protesta contra la guerra del Vietnam, todo lo cual parece excesivo y no deja de ser una mera coincidencia temporal. Antes, los arrojados y excluidos de todos los países, como digo, fueron a parar al edificio de la ONU en Manhatan, de ahí contaminaron el edificio de la UNESCO en París y, finalmente, hicieron todo lo posible, primero por abolir la discriminación por cuestión de preferencias sexuales (lo que parece razonable) y luego simplemente en difundir al máximo las bondades del amor homófilo hasta situarlo en el mismo rango que el heterosexual (lo que es completamente abusivo a la vista de que, se meta por donde se meta, el amor gay no logra acceder a la procreación). Pero entre los Matachines de Jennings a principios de los 50 y la irreprimible tendencia de ZP a identificar su gobierno con los ideales de los grupos gays más radicales, han mediado cincuenta años, no lo bastante para evitar que un chiste sobre gays siga generando carcajadas, ni para evitar pensar que el aumento gay sea un epifenómeno que evidencia la existencia de causas más profundas.

Tengo a gala decir siempre la verdad y no he tenido el más mínimo empacho en explicarles a mis amigos gays –que, como todos, los tengo- que lo suyo es una enfermedad sin duda inducida por algún exceso de hormonas femeninas ingeridas con los muchos alimentos embardunados de mierda química que consumimos. Contrariamente a lo que opinan los gays, la opción sexual viene determinada por tres factores por orden de importancia: la biología el primero y, en concreto de las secreciones hormonales. Altere usted a una sociedad el volumen de esas secreciones y la alterará profundamente. Los otros dos factores, están mucho más alejados: el subconsciente formado en los primeros años de vida y que nos condiciona a lo largo del tránsito que nos queda sobre esta pelotilla y, finalmente, en última instancia y en muy pequeña medida, casi despreciable, las opciones conscientes y libres, independientes del sistema hormonal y de las influencias del subconsciente… en el caso de que eso pueda existir, algo que, sinceramente, dudo. Es la biología y el sistema hormonal quien condiciona nuestras preferencias, especialmente. Por eso hay hombres y mujeres; y cualquier horticultor sabe que determinadas plantas sometidas a estrés generan reacciones anómalas y exceso de tipos en donde están presentes los dos sexos.

Nuestra sociedad ha perdido la noción de “normalidad”: lo normalidad es que un hombre y una mujer se sientan atraídos para gozar, reproducirse y, si les van los rollos raros o han leído a Evola, practicar el tantra como forma de experiencia trascendente. Y eso ha sido así desde que el australopithecus bajó de un árbol. Afirmar ahora que el progreso civilizacional nos ha llevado a nuevas formas de erotismo y sexualidad sería tanto como decir que eso de que haya dos orejas a un lado es un mal asunto, una de tantas muestras del conservadurismo humano que se resiste al cambio y que el verdadero progreso sería el implante estereofónico de otras dos, en frente y cogote. Posible es, probable quizás, absurdo, seguro.

Pero no es aquí el mejor lugar para juzgar al mundo gay. A ello ya le he dedicado 200 páginas de mi libro “Los Gays vistos por un hétero” [que en breve será publicado en las páginas de Infokrisis] y no tengo nada más que añadir. Así pues, ya sea por lastre subconsciente, por atrofia de unas hormonas y sobredosis de otras, los gay existen y en la extrema derecha como en cualquier otro lugar de la Galaxia.

Como decía antes, la pérdida de encanto de la mujer y la brutalización de algunos hábitos femeninos (véase las crónicas sobre la violencia en las escuelas protagonizada por chicas que aspiran a rivalizar con chicos en bordería e hijoputez), está en el origen de algunas pulsiones homosexuales que he visto en elementos de la ultraderecha. Recuerdo el caso de un militante que arrastraba cierta indefinición sexual, seguramente como resaca lógica de su adolescencia, esos años en los que todavía no ha aparecido la sexualidad tal cual, somo despunta, y el adolescente tiende a confundir admiración y amistad hacia otro compañero con amor erótico. Este militante, no ligaba desde que Dios creó los domingos, para colmo se sintió atraído por otro camarada, también próximo a la adolescencia, pero que había dejadó atrás cualquier indefinición sexual, demostrado por activa y por pasiva que lo suyo era ir tras mujer blanca. En un ambiente de camaradería es habitual que unos apoyen a otros y que, en general, todos busquen –como en todo sistema jerárquico- completar las carencias de otros. He tenido que acompañar a muchos camaradas a su primer polvo en un putiferio y, siempre, al salir, con sonrisa reforzada, entiendes que han triunfado y que a partir de entonces habrán perdido un miedo más; eso siempre es bueno. El problema era que nuestro camarada frecuentaba tugurios punkis e intentó que el otro ligara con una amiga suya. Intento peligroso porque la chica, además de desaliñada, digamos, poco pulida, de higiene paupérrima y con aspecto piojoso, era además capaz de potarte encima en pleno acto, mucho más lamentable si se trataba de la primera experiencia con el otro sexo. Al otro, por supuesto, aquel primer coito no le dejó buen recuerdo y siguió dudando sobre su identidad sexual hasta el punto de intentar arrojarse por la ventana del local del FNJ. Espero que en los últimos treinta años haya encontrado su identidad sexual auténtica.

Otros, como diría, han tenido demasiada actividad sexual. En esto del sexo hay que ir con cuidado porque es capaz, si no se le ata corto, de convertirse en obsesión. Cito de nuevo al Buda y a la cuerda que si no se tensa lo suficiente no suena, o suena aflautada y que si se tensa demasiado se rompe. Por esos mundos de Dios he conocido gente que si no se pegaba un polvo al día le era imposible conciliar el sueño y créanme que es un fasticio aterrizar en un país remoto del que solamente uno tiene una ligera constancia de que existe en los atlas de geografía, para andar buscando un burdel en el que el camarada que va contigo se pueda relajar y, mucho peor, si después de recorrer los burdeles, no ha encontrado ninguno que satisfaga sus tiquismiquis sanitarios (algo muy habitual en otros hemisferios). Entonces la cosa es peor porque hay que ir a ligar y eso, por rápido que se sea, requiere su tiempo. Si para colmo, el camarada es bajito y regordete estamos ante una misión casi imposible y casi incompatible con las exigencias de la clandestinidad, cuando te acompaña un pasaporte malamente falsificado y unos visados recién hechos, sin ver los originales, que tienen poco que ver con los reales. Luego está la brecha antropológica y cultural: cuando tú estás en Lima y le pides a un taxista limeño que te lleve a donde haya chicas, lo más probable es que te lleve a locales de chicas que a él le gustan, ante las cuales experimentas un deseinterés absoluto, y ocasionalmente, por qué no decirlo, incluso horror extremo.  Al final conseguimos conocer a unas periodistas –era la profesión que, además, ponía nuestro pasaporte, que, por otra parte, era cierta- una de las cuales hacía menos de una semana había recibido a uno de los Ansones (no sabría decir si al periodista o al ligón de misses) y, poco antes de las 24:00 de aquel día, mi querido camarada logró vaciarse de tensiones sin importarle mucho si la otra, como me temo, se había quedado a dos velas. Total, tampoco la vería una segunda vez…

Nemen, que así se llamaba, saciaba así su apetito sexual desmadrado y omnipresente. Era un tipo pragmático al que no le gustaba perder el tiempo y estaba siempre en permanente actividad. Entre otras conquistas suyas figuraba la hija del famoso mafioso neoyorkino Copola, lo que justifica, por lo demás, que debiera de huir camino de los pastos más benignos de Florida y luego por Centro y Suramérica. Nacido en el Caribe era heterosexual empedernido y la mera posibilidad de rozar a un tipo se le antojaba asquerosa. Los excedentes energétidos segregados por sus hormonas masculinas, tras su polvete diario, eran consumidos por el trabajo político, y créanme que también en este terreno era hiperactivo, como si el único pensamiento que le ocupaba desde la mañana hasta la noche fuera interrogarse sobre la mejor manera de hacer el hijoputa.

Sin embargo, otros dirigentes políticos y militantes de la ultraderecha desarrollaban niveles parecidos de actividad pero –eh ahí la diferencia- acompañados por una sexualidad homofílica. El jefe del PENS era uno de estos y casi resultaba la caricatura estereotipada del mundo gay. Lo que de verdad le gustaban eran los uniformes. De hecho siempre he pensado que asumió la bandera de la ultraderecha solamente porque en los sesenta, todavía, el uniforme era algo característico e imprescindible. Más tarde, cuando su homosexualidad salió a relucir, cambió los uniformes ultras por el militar y llegó a capitancete antes de estamparse con su vehículo contra un árbol. Lo mató su hiperactividad. Este camarada siguió yendo acelerado tanto en el PENS, como en las fuerzas armadas. Además tenía veleidades artísticas y le encantaba la equitación seguramente por la fascinación que le causaban las botas altas de cuero negro y la fusta. Una vez pasada la página de la actividad política y embarcado ya en las FFAA, alternaba la vida cuartelera con la organización de exposiciones de arte, suyas o de sus amigotes (y alguna que otra amigota de ilustre familia y destacada cultural barcelonesa). Para colmo frecuentaba un gimnasio en donde practicaba alterofilia a destajo. No era raro, con esta agenda, que sus horas de sueño se redujeran a menos de las necesarias y, menos raro aún que volviendo de un gimnasio, en un tramo de carretera rectilíneo, fuera a empotrarse contra el único árbol del camino. Murió sin salir del armario y murió contando él mismo chistes sobre maricones.

La pertinaz resistencia a salir del armario ha ocasionado no pocos problemas a los militantes ultras gays. Y es lógico que así sea: sonetidos a una permanente tensión entre lo que se pensaba y no se podía manifestar, lo que atraía y no parecía prudente demostrar y lo que se deseaba y jamás se obtendría, el ultra gay, para colmo, debía mostrarse como el más viril de los militantes, si quería ser uno más entre ellos. No se trataba solamente de ocultar lo que se era, sino de intentar afirmar lo que no se era. No es extraño que, el comportamiento de estos militantes, frecuentemente tuviera altibajos, fuera errático, a menudo incompensible y siempre neurótico. En general daban la razón a los que opinaban –y yo me encontraba entre ellos- que los gays tienen comporamientos sociales anómalos e imprevisibles. Salir del armario fue para muchos una liberación, pero entonces quedó a las claras otro problema.

Era, en efecto, difícil saber, si un gay militaba políticamente en tal o cual opción, por convicción o simplemente porque había allí otro militante –probablemente heterosexual- que le atraía. No era nada nuevo, porque por esa misma regla de tres no estaba claro si muchos militantes varones y hembras estaban en su “puesto de combate” por convicción, para seguir a su pareja o simplemente como plataforma heterosexual de ligoteo. En eso los gays, lograron cierta equiparación con los héteros.

Luego estaba el complicado problema de los bujarrones, los que, por así decirlo, no excluyen, ni pelo, un pluma, ni escama. En la ultra los he visto casados unos y puteros otros. Para un heterosexual impenitente como yo, resulta, como mínimo un shock que aquel camarada con cinco hijos te glose las dimensiones del nabo de un travestí. O que te enteres por otro que aquel que se casó y divorció en un tiempo record, era porque su mujer le encontró con el hijo del vecino en el lecho conyugal al que le daba clases de mates. Aunque más sorprendente era aquel otro camarada que te daba vía libre para tirarte a su mujer con la única condición de estar él delante (y lo realmente curioso es que ninguno de sus hijos se le parecía y todos tenían algún rasgo que recordaba a tal o cual camarada de su promoción, lo que permitía pensar que aquello era algo má que una fantasía erótica). Mas normal eran las camas redondas, las fiestas de parejas intercambiables y el que tuvieras que enterarte de las performances sexuales de tal o cual camarada (o su ausencia misma de performances) gracias a tener como amiga íntima a una cuya iniciación, dearrollo y plenitud sexual, se había realizado en las distintas siglas en las que ha ido evolucionando la ultra. No hablemos ya de divorcios en donde la parte contratante de la segunda parte, te explicaba –a veces incluso con ingenuidad- que su marido estaba más bien atraído por su madre, que le iban los chicos jovencitos y que en la cama, en lugar de picha, tenía algo parecido a una morcilla enana gutemalteca. Y entonces entendías porqué la evolución de un grupo había sido así o asá. Si a algunos les tiran más tetas que dos carretas, otros se vuelven locos por un culito peludo y un pezón de adolescente gamberro. Lo sorprendente es que en algunos grupos ultras –y el FNJ fue uno de ellos; como para irlo mitificando- su trayectoria es inseparable de las filias, las fobias, las neurosis y los cambios hormonales de su dirigente dirigió.

Pero esto, en realidad, ocurría –y ocurre- en todas partes. En la ultraderecha quizás todo esto sea aun más cómico por los grandes valores que se esgrimen (aquel al que no se le levantaba ni con polipasto con su mujer, pero en cambio se ponía cachondo al ver a su santa madre en bikini, se definía a sí mismo “como un gran hispanista” y anduvo el tiempo que se mantuvo en la ultra preocupado por las “esencias del pensamiento joseantoniano”) y por la superioridad moral que algunos pretenden esgrimir argumentando los grandes valores de “familia, religión, patria, Estado, honor, raza” detrás de los cuales solamente se ocultan filias, parafilias, neurosis y atracciones extremas que les hacen estar donde están y no en otro lugar.

A alguien le puede parecer contradictorio que se defienda a la familia y a la religión y se ejerza la sexualidad por el boquete que jamás dará lugar a una familia o condenado por la Iglesia, pero, finalmente, he llegado a la conclusión de que en todas partes cuecen habas. El independentismo catalán, por ejemplo, desde mediados de los sesenta hasta ahora, es la crónica de unas cuantas parejas que se crean, se destruyen, se recomponen intercambiando sus miembros, se vuelven a recomponer, explicándose así con facilidad la larga lista de siglas y su evolución hacia las fusiones o las escisiones, con mucha más facilidad que si atendemos a las cuestiones doctrinales o programáticas que han esgrimido para justificarlas. Y esto sigue así en plena menopausia de unas y apaciguanmiento de ardores eróticos de otros. En la ultraderecha no se ha llegado a tanto, ni remotamente.

Los más veteranos en el ambiente ultra, tácitamente hemos adoptado una posición ante este asunto que quizás le parezca a alguno, relativista. De todo tiene que haber, y los homófilos entran en ese “de todo” por derecho propio. Siempre los ha habido, y no puede condenarse así a la primera a algo que ha existido desde que el erotismo se impuso a la animalidad. En toda sociedad, existen psicópatas, albinos, místicos, pirados, enanos y superdotados con excedentes de neuronas. La ingeniería social propia del reduccionismo zapateriano no va a lograr que esto cambie por decreto ni ley. Un chiste sobre maricones siempre hará reir y el “pedo-caca-culo” estará durante toda la eternidad en el origen de la sonrisa de un crío. Es inevitable y es bueno que así sea. Si un día al año nos disfrazamos de aquello que no vamos a ser durante el resto del año es justamente para recordar lo ridículo de no ser quien somos en realidad. Por tanto, una sociedad sana puede permitirse el 3% de homosexualidad en su seno sin que quiebran sus valores ni se desmoronen sus esctructuras. Los problemas sociales solamente son problemas cuando se convierten en masivos y, especialmente, cuando se pierde el concepto de “normalidad”. Nuestra sociedad lo ha perdido desde finales de los 70 –coincidiendo con la transición, pero que no teniendo a la transición como único responsable- y tiende a elevar al rango de “normalidad” lo que son tendencias minoritarias. Ciertamente había que desdramatizarlas y quitar hierro a las filias y a las fobias sexuales. Lo cuestionable es que se haya pasado al extremo opuesto.

La gente de mi generación siempre recordará con cierto cariño a camaradas de los que todos sabíamos que eran maricones, que evitaban que su homofilia repercutiera de una forma u otra en su trabajo político, que habían derivado sus preferencias al dominio inviolable de lo privado, y que tenían menos plumas que un edredón sintetíco. Nunca, ninguno de ellos, por muy carroza que esté, se sumará a la fiesta del orgullo gay, ni siquiera mirará con menos desconfianza y desprecio la permanente de Cerolo su Styling Bálsamo para rizos de Schwarzkopf (verdadera sangría para el presupuesto nacional en estos tiempos de crisis) de lo que lo miramos usted y yo.

© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar procedencia.