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INFOKRISIS, el blog de Ernest Milà

MOSSEN CINTO : UN SACERDOTE ENTRE LA ATLANTIDA Y EL DIABLO

Infokrisis.- Publicamos inicialmente este artículo en la revista Saber MAS y posteriormente lo recuperamos e incluimos en nuestro libro titulada "El misterio Gaudí" (Ed. Martínez Roca, Barcelona 1994), cuando escribimos "Gaudí y la Masonería" reagrupamos en uno de los capítulos material complementario (especialmente sobre el padre Palau Quer, inspirador de la tendencia antisatánica del obispado de Barcelona) que cerraban el tema del Verdaguer antisatanista.

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Jacinto Verdaguer es, con mucho, el mejor poeta en lengua catalana ; se le considera uno de los forjadores del catalán moderno. Sus textos se aprenden hoy en las escuelas de la Generalitat y, las reediciones de sus obras son frecuentes. El popular "Mossen Cinto", aun a pesar de haber muerto hace menos de cien años, es ya un clásico de la literatura occidental.

Nacido en el corazón de Cataluña y reivindicado por el nacionalismo regionalista como una de sus piedras angulares, lo importante en Verdaguer es su universalidad, esa habilidad que tuvo para elevar lo local a la categoría de universal, lo particular a lo global. Ciertamente fue uno de los grandes constructores de la lengua catalana, pero fue también y sobre todo, alguién que asumió los grandes temas de Occidente : la Atlántida, la lucha eterna entre el Bien y el Mal, entendidos como principios metafísicos, y, en el terreno moral, la renuncia a todo tipo de egoismo, actitud que Verdaguer practicó sin límites y que hizo de él una de las figuras más figuras más populares de la Barcelona de finales del XIX.

LA ATLANTIDA, EL GRAN POEMA DE LA RENAIXENÇA


En mayo de 1877 tuvieron lugar en el Teatro Principal los Juegos Florales de Barcelona, certamen que rememoraba los concursos trovadorescos que se desarrollaron en la Occitania post-cátara, durante la edad media. Ese año, Jacinto Verdaguer, presentó a concurso su poema "La Atlántida" ; tenía 32 años y fue el gran triunfador -junto con Angel Guimerá, nombrado "maestre en Gay Saber"- del certamen. El poema "L'Atlántida", considerado obra cumbre de la poesía catalana, es un canto al continente desaparecido y al héroe redentor, Hércules. Es también un canto a la Hispanidad.

Pero no fue sino hasta 1878 cuando se publicó la versión definitiva del poema. En la portada, de diseño modernista, pueden verse dos peñascos que salen del Mar, sobrevolados por la maza de Hércules, con la leyenda "Separando Junxit".  La gestación del poema había sido larga. La edición fue financiada por el Marqués de Comillas a quien iba dedicado el poema.

Verdaguer vivía en el palacio Moya, propiedad del Marqués, situado en las barcelonesas Ramblas, justo delante de la iglesia de Belén, donde ejercería el sacerdocio en los últimos años de su vida. Desde 1874, Verdaguer, fue capellán en buques de la Compañía Transmediterránea, propiedad del Marqués de Comillas, realizando nueve viajes al continente americano, en el curso de los cuales fué madurando el proyecto en el que venía trabajando desde hacía siete años.

Entre 1865 y 1867, Verdaguer, entonces seminarista, había concebido un poema inacabado, "Colón", que pasó sin pena ni gloria ; en él narra la expedición de Cristóbal Colón al nuevo mundo; explica como el diablo intentaba desmoralizarlo, mostrándole la infinitud del océano y explicando que en el lugar ocupado por aquellas aguas, hubo un día un continente. El diablo quería impedir que, gracias a Colón, pudieran evangelizar aquellas tierras. En 1868, archivado ya el poema, Verdaguer empieza a trabajar sobre la idea del continente desaparecido y desarrolla este episodio, teniendo a Hércules como protagonista, y los trabajos décimo y doceavo del héroe cantados por Virgilio, si bien ligeramente modificados.

En el poema de Verdaguer, Hércules salva de perecer en un incendio, a Pyrene, reina de España y se proclama su heredero. Partirá en busca del Jardín de las Hespérides. En el curso de esta aventura, Hércules, fundará la ciudad de Barcelona. Se enfrentará a Ladón, el fiero dragón que custodia el Jardín y robará unas ramas del Naranjo que da los frutos de oro. Hesperis, dueña del jardín, encolerizada, provocará la reacción de Hércules, y con ella el gran cataclismo : una tierras se hunden en el centro del Atlántico y otras emergen en el Mediterráneo. Verdaguer, sigue en esto la creencia muy extendida en su tiempo en medios ocultistas, según la cual las arenas del Sahara no sería sino el fondo del mar atlante que, como resultado del cataclismo, habría emergido (en aquella época se ignoraba el proceso de formación de la arena). Después de esta aventura, Hércules regresa a España y planta en nuestro suelo el esqueje del maranjo dorado. Dejará en sus ramas la lira de Hesperis, el otro símbolo de la Atlantida.

"La Atlántida" está compuesta por 10 cantos. El episodio del hundimiento del continente será contado a Colón, náufrago en Portugal, por un ermitaño que ve en él a un elegido. Colón, de regreso de su aventura en el Nuevo Mundo, ser´visto por el ermitaño desde una atalaya y exclamará : "Vuela Colón... ahora puedo morir". La Reina Isabel de Castilla también ve a Colón como a un elegido que se le aparece en el curso de un sueño.

Todo el ambiente que crea Verdaguer en torno al poema es mistérico y no faltan las alusiones al mundo mágico y paranormal. Otro tanto ocurrirá con su segundo gran poema épico, el "Canigó", monte mágico de la Cataluña pirenáica, lugar de residencia de hadas y seres míticos, lugar que Verdaguer conoció bien en sus múltiples desplazamientos por tierra cátara.

GAUDI Y VERDAGUER : LA BLANCA SATALIA


En 1883 murió su benefactor el primer Marqués de Comillas ; Verdaguer vivía entonces su gran momento de gloria, con aquella sencillez de cura rural que nunca le abandonó. El y Gaudí estaban en esa época excepcionalmente próximos ; solían verse, casi a diario y coincidían en el domicilio del Conde de Güell, yerno del fallecido Marqués. El Conde de Güell estaba en esa época construyendo una lujosa torre en el barrio barcelonés de Pedralbes y encargó las caballerizas y la urbanización del jardín a Gaudí. El proyecto estuvo, desde el principio, muy ligado a Verdaguer. Gaudí colocó una inmensa figura del dragón Ladón en la verja de cierre, que aun se sostiene en una columna sobre la que se encuentra un naranjo realizado en antimonio (metal utilizado, por lo demás, como materia prima en la obra alquímica). Los especialistas admiten que este edificio diseñado por Gaudí, cuya planta es octogonal (como el de las construcciones templarias) rematado por un cupulín e interiormente reforzado con delgados arcos parabólicos, deriva del diseño presentado por Viollet le Duc en el Tomo IV de su "Diccionario Razonado de Arquitectura". Viollet, había sido el maestro del alquimista Fulcanelli y quien le imbuyó el amor hacia el arte gótico.

Los Güell regalaron el lujoso chalet a Alfonso XIII y, el llamado "Palacio de Pedralbes", fue luego utilizado también como residencia por el General Franco en sus desplazamientos a Barcelona. Gaudí instaló en el jardín una fuente cuyo caño tenía forma de dragón, en una nueva y evidente alusión a Ladón. Verdaguer escribió a un amigo : "En casa el Señor Güell hay un manantial bajo un busto romano !si hallaras un hermoso nombre latino ! Gaudí me lo pide y de mi cabeza no sale nada interesante"... Finalmente, el arquitecto propuso el nombre de "Villa Satalia" para nombrar la propiedad. Satalia es una ciudad de Asia Menor famosa por sus naranjos. Pero la "Blanca Satalia" es también una variedad de rosa ; la tradición dice que Paracelso, el médico y alquimista, quemaba, una de estas flores para luego, pronunciando la "palabra de poder", volver a reconstruir su esplendor, partiendo de las cenizas.

Es evidente que Gaudí y Verdaguer estaban ideológicamente próximos a los grupos católico-esotéricos en los cuales participaban también los marqueses de Comillas y la familia Güell, para los que el arquitecto y el poeta trabajaban. En 1881, tuvieron lugar las fiestas del milenario de Montserrat, promocionadas por el Conde de Güell ; Verdaguer escribió un poema en el que podía leerse :

            "La blanca satalia dice suavemente
            que es la Virgen María su Jardín.
            Como una rosa mi patria
            os pone sobre el Corazón".


La asimilación entre el corazón y la rosa es una constante en todo el esoterismo occidental y particularmente en ese intento de reconstruir una variante cristiana partiendo de los textos evangélicos que fué el rosacrucianismo. Gaudí, en la Cripta de la Colonia Güell ya había utilizado la rosa y el corazón como recursos decorativos y todo induce a pensar que, tanto él como Verdaguer, conocían perfectamente el simbolismo mistico cristiano.

VERDAGUER Y "JUAN ORTH"

Rubén Darío en su "Epístola a Madame Lugones" escribió: "Hay no lejos de aquí un archiduque austríaco... es un pariente de Jean Orth". Darío alude a Luis Salvador de Habsburgo. Conocido como el "archiduque viajero", Luis Salvador fue un personaje muy ligado a España y así mismo, llevó una vida anómala para un noble.  A los 19 años llegó a Mallorca y a partir de ese momento frecuentaría la isla hasta su muerte, convirtiéndose en un personaje popular y conocido entre los lugareños.

Hombre muy erudito, Luis Salvador, ingresó en la Real Academia de Historia española y fue nombrado Hijo Adoptivo de Mallorca. Su verdadera casa era el yate "Nixe" con el cual viajó por todo el mundo. Conoció a los máximos exponentes de la Renaixença cultural catalana de finales del siglo pasado, entre otros a Santiago Rusiñol y a Jacinto Verdaguer. Se interesó por las ciencias ocultas e incluso escribió un ensayo sobre espiritismo.

Su hermano "Juan Orth" -de verdadero nombre Juan Salvador de Habsurbo-Lorena- visitó, al menos en cuatro ocasiones el pequeño pueblo de Rennes-le-Château, y mantuvo cordiales relaciones con el misterioso padre Berenger Sauniere, sacerdote ganado por los ritos rosacrucianos. "Juan Orth" también participaba de la actividad  de estos círculos ocultistas y él mismo había escrito algunos libros sobre espiritismo y metapsíquica.

En cierta ocasión, Luis Salvador pidió a Verdaguer que le acompañara en una travesía a Argelia. Verdaguer respondió que "la Moreneta", es decir, la Virgen Negra de Montserrat, le había dicho que no fuera por que no podrían regresar a tiempo. El Archiduque austríaco no hizo mucho caso de aquellas palabras, pero lo cierto es que, inopinadamente, estalló un temporal que le impidió regresar durante varios días. La profecía de "la Moreneta" se había cumplido.

El propio Archiduque recuerda en sus memorias como en otra ocasión encontró a Verdaguer mirando las estrellas : "¿Qué hace aquí a oscuras, don Cinto?", a lo que el poeta respondió : "Estoy mirando las estrellas y en ellas veo toda la grandeza de Dios : me parece que me hablan y no me canso de mirarlas".

CONTRA EL DIABLO EN LA "CASA DE ORACION"

En 1886 Verdaguer peregrinó a Tierra Santa y aprovechó para hacer un balance de sus cuarenta años de vida. Extremadamente descontento y percibiendo en su personalidad rasgos de egoismo y vanidad, imprimió un giro a su vida. Quiso alcanzar la humildad y la pobreza evangélica que caracterizan el estado de santiadad e hizo de San Francisco de Asis un modelo de vida. Se reprochó haber buscado el alcanzar la gloria literaria y, volcado a los pobres y a la entrega a los demás, a poco abandonó casi totalmente su vocación literara.

El sacerdote Juan Güell, familiar y confidente de Verdaguer fue un día a visitarlo en su habitación del Palacio Moya, propiedad de Antonio López, marqués de Comillas, en donde el poeta efectuaba tareas de limosnero y capellán. El padre Güell se sorprendió cuando Verdaguer le presentó a otro sacerdote alto, de algo más de cincuenta años y mirada alucinada, tal como lo describió luego. Verdaguer le dijo : "Si algún día enfermara, vas a buscarme a este sacerdote que es mi médico y maestro". Era el padre Joaquín Piñol.

Piñol era discípulo del místico carmelita Francisco Palau Quer, hoy santificado, que creó en Barcelona una "Escuela de Virtud" y practicó exorcismos a principios del siglo XIX. El padre Palau construyó un oratorio en Vallcarca, en las afueras de Barcelona. Piñol, por su parte, había sido anteriormente presbítero en la localidad barcelonesa de Villanueva y Geltrú. En la Parroquia de San Antonio aun hoy recuerdan sus manías demoníacas. Destinado posteriormente a Barcelona, con otras piadosas gentes habían abierto una "Casa de Oración" en el número 7 de la céntrica calle Mirallers, en un edificio que todavía existe. Pronto, lo que debía ser un lugar de recogimiento devoto para un grupo de católicos, se convirtió en un centro de exorcismos, donde diariamente Piñol luchaba contra el diablo.

Las anécdotas e historias que corrían sobre Piñol en la diócesis barcelonesa hacían de él un personaje estrafalario. La jerarquía diocesana consideraba que estaba poseido por una verdadera manía demoníaca; y tenía tendencia a ver la acción diabólica detrás de cada episodio humano. Verdaguer lo consideraba su maestro. Realmente se habían conocido en circunstancias muy chocantes.

En cierta ocasión el Padre Piñol estaba exorcisando infructuosamente a una mujer y el diablo, que hablaba por su boca, le dijo : "No me echarás jamás". Piñol le contestó : "Pues tu me dirás quien te ha de echar". Y el diablo contestó : "El Verdagueret, aquel si"... La anécdota es rigurosamente cierta, como cierto es que, a las pocas horas, Piñol se presentó en el domicilio de Verdaguer, diciéndose : "Le mando de parte de Dios que venga a echar el demonio". Aquel fue el primer exorcismo del poeta y, a partir de él, Verdaguer es ganado por las tesis de Piñol.

Los exorcismos se celebraran siempre en el oratorio de la calle Mirallers. El piso había sido acondicionado al efecto. Se derribó un tabique y en el centro de la gran sala resultante se situó un altar; a un lado y a otro se colocaban los enfermos, mientras que sus familiares y los devotos que acudían todas las tardes, lo hacían hacia el fondo de la sala. Hemos podido conocer detalles espeluznantes de estos exorcismos gracias a al testimonio del padre Güell, entonces un joven cura, recién salido del seminario, ligado por vínculos familiares a Verdaguer y si bien es posible que algunos de los "endemoniados" que frecuentaron el oratorio, fueran apenas casos de histeria grave, en otros resulta evidente la presencia demoníaca o, en cualquier caso, paranormal.

Practicaron el exorcismo más famoso en la persona de una joven, María de Sarrià, de apenas 19 años, "sencilla y candorosa que rompía a blasfemar cada vez que oía el nombre de Cristo", según cuenta el padre Güell. La joven, gritaba y se convulsionaba a pesar de estar inmovilizada por los sacerdotes y sus acólitos; no había forma humana de impedir que tragara agujas, trozos de vidrio y objetos punzantes. Cuando la crisis terminaba, la desgraciada no recordaba nada de lo que había sucedido, sin embargo, en la noche sufría fuertes dolores en el estómago y el intestino. Al día siguiente, en el oratorio, escupía el vidrio y los alfileres que aparecían retorcidos. El padre Güell conservó varios de estos alfileres durante toda su vida y depositó otros en el Obispado de Barcelona que, inexplicablemente, hoy nos dan por extraviados.

Verdaguer, que también exorcisaba utilizando el Ritual Romano apropiado, pasó a obsesionarse con la idea de la presencia demoníaca. En cierta ocasión comentó a la Marquesa de Comillas que él mismo había visto como el alma de un enfermo que había rechazado los Santos Oleos se introducía en un gato tras el momento de la muerte. La historia impresionó hasta tal punto a la familia Comillas que una de las hijas sufrió durante toda su vida aversión hacia los felinos, por considerarlos un vehículo del diablo.

SANCIONADO POR SUS SUPERIORES

La Iglesia ha permanecido siempre muy crítica respecto a la posesión demoníaca y ha evitado, especialmente a partir de principios del siglo XIX, pronunciarse sobre este tipo de casos sin realizar antes exámenes en profundidad. Por otra parte, una condición requerida por la Iglesia para sus exorcistas es que no crean fácilmente en la posesión demoníaca : "In primis ne facile credat aliquenor a daemonis obssesum esse", tal como dice el Ritual Romano. Era evidente que, antes o después, los tres sacerdotes implicados en los exorcismos serían amonestados.

El padre Piñol, al ser citado por el obispo de Barcelona, compadeció con una gran cruz de madera en el pecho a la que atribuía particulares poderes antidiabólicos ; se negó a desprenderse de ella por orden del obispo y éste le prohibió oficiar misa hasta que  volviera sin la cruz. Verdaguer, en mayo de 1893, fue enviado al santuario de La Gleba, a 8 km. de la diócesis de Vich, para que se alejara del ambiente anti-diabólico generado por Piñol. Verdaguer, con gran dolor en su corazón, dejó a sus endemoniados y partió hacia lo que consideraba el exilio. En cuando al padre Güell, entregó las pruebas de las posesiones diabólicas al obispo y solo fué amonestado.

El oratorio de calle Mirallers, fundado el 16 de julio de 1892, se desmanteló el 23 de marzo del año siguiente; más adelante prosiguieron los exorcismos en la Capilla Francesa de Barcelona, cuando Verdaguer y Piñol ya habían muerto. La epidemia de posesiones satánicas, que se había iniciado en Jaca en 1881, alcanzó su punto álgido en Barcelona entre 1888 y 1893, luego comenzó a ceder en la Península Ibérica y en toda Europa. Los sacerdotes satanistas se reintegraron a quehaceres más habituales. Algunos de ellos fueron derrotados por el diablo. En Francia es conocido el caso del abate Boullan, que cayó en ritos y prácticas satánicas, al igual que otros muchos sacerdotes de su tiempo, en un ambiente del que el escritor Huyssmans dió una colorida descripción en su novela "Allá Abajo". Otros, como el cura de Rennes-le-Château, el Padre Sauniere, se decantaron por la senda del ocultismo e ingresaron en asociaciones masónicas o rosacruces. Sauniere, no dudó en colocar una imagen de Asmodeo, el "diablo cojuelo", bajo los "Cuatro Angeles de la Rosa+Cruz", en la puerta de su iglesia. Aun hubo otros, como Piñol o Verdaguer, cuyo equilibrio psíquico se resintió por los años de contacto con el Maligno.

LAS SESIONES ESPIRITISTAS DE LA VIUDA DURAN

Verdaguer, abandonó en 1895 el santuario de La Gleba y fue a residir a casa de, Deseada Martínez Guerrero, viuda de Durán, que vivía con sus tres hijos, en un modesto piso en la calle Botella. Verdaguer, que había sido desposeído de su cargo de limosnero, debió abandonar sus habitaciones en el palacio del Marqués de Comillas. El sacerdote y poeta, pidió prestados 300 duros -una fortuna en la época- a su primo, el padre Güell, que, según le dijo, "habían de servir para comprar una finca, para que no fuese a parar a manos de los franc-masones" ; dicha cantidad iría a parar al bolsillo de Deseada Martínez y contribuirían a sacar a la familia de su precaria situación económica..

No contento con ello, Verdaguer cedió por una cantidad insignificante, los derechos de la mayor parte de su obra literaria y declaró a Doña Deseada y a su familia, herederos universales, aun a pesar de que la hermana del poeta y otros parientes próximos se encontraban en mala situación económica.

A poco de recibir todos estos favores -desinteresados y con un único motivo piadoso- de Verdaguer, la viuda Durán cambió de domicilio, se instaló en una calle céntrica y frecuentó las mejores tiendas de la zona gastándose verdaderas fortunas que en buena medida procedían de los derechos de autor y de las sucesivas reediciones de las obras del poeta.

La viuda Durán ejercía como medium en sesiones en las que participaba el propio Verdaguer, el cual sostenía que las manifestaciones espíritas no eran sino almas en pena que no habían encontrado el camino hacia Dios.

En un libro autobiográfico escrito por el Conde de Güell se puede leer una descripción de las sesiones espiritistas protagonizadas por Verdaguer y la viuda Durán :

"Mi preceptor llegó a mi cuarto de estudios, pálido y descompuesto... El hombre apenas podía hablar ; tan impresionado estaba ; por fin rompió su silención y dijo :

- Pues además del Padre Verdaguer y de ella y su madre [se refiere a la viuda Durán y a su hija], estaban allí dos personas : un señor y un sacerdote...

Después de un rato, ella dijo : - Empiezo a sentir la comunicación.

Luego comenzó a palidecer y al poco rato cayó tendida en el suelo ; entonces le dieron unos temblores muy fuertes, como convulsivos, por todo el cuerpo.

¿Te acuerdas que yo te dije que había ex profeso averiguado que ella no entendía ni el francés ni el inglés, para poder hacer esta prueba con ella y desbaratar toda su farsa ? Pues he hecho la prueba. Le he hablado en francés y en inglés, lenguas que ella nunca ha sabido y que me ha contestado a la perfección. Ya sabes que yo creía que todo esto era una paparrucha... Pues te aseguro que estoy enfermo de la impresión que me ha hecho".

EL FINAL DE UNA VIDA : TRIUNFO Y TRAGEDIA

Los episodios de satanismo y su vinculación con la Viuda Durán y con sus prácticas, ensombrecieron los últimos años de la vida del que ya era popularmente conocido como "Mossen Cinto". Aquel hombre jovial y sensible, cuyas fotos de juventud denotan vigor, fortaleza y voluntad inquebrantable, no pudo soportar la suspensión episcopal, el alejamiento de muchos de sus amigos y las críticas inmisericordes hacia su persona. Las últimas fotos que se disponen de él evidencian una insuperable amargura interior. La suspensión "a divinis" laceró particularmente su voluntad. Cuando le fue levantada y pudo decir su primera misa en el oratorio agustino de Madrid, un testigo describió como Verdaguer se emocionó en el Sanctus y en la Consagración : "creí que aquel hermoso y blando corazón se le salía por los ojos desecho en lágrimas".

Verdaguer vivió de cerca los grandes problemas de su tiempo ; quizás demasiado cerca. Vió la miseria y la depauperación de las clases desfavorecidas a quienes procuró aliviar con las limosnas que salían de su propio bolsillo y las que administraba de la familia del Marqués de Comillas. Ni sus más radicales críticos, osaron jamás achacarle el que utilizara en beneficio propio los cuantiosos fondos que pasaron por sus manos. Pidió dinero prestado para entregarlo a los menesterosos y, siempre hubo quien intentó aprovecharse de su bondad. Estuvo también demasiado cerca del Maligno y fué una víctima indirecta de su acción hasta llegar un momento en que no supo distinguir la presencia real del Diablo de lo que no es sino pura y simplemente maldad humana o enfermedad psíquica. La obsesión demoníaca le enajenó amistades y apoyos. En su poesía hizo abstracción de sí mismo para intentar describir la belleza y lo indómito de las fuerzas de la Naturaleza desencadenada. En sus versos y en su diaria cotidianeidad, pereció como si el yo de Jacinto Verdaguer  jamás hubiera existido. En efecto, hasta ahí llegó su generosidad y su renuncia a todo egoismo...

(c) Ernesto Milà - infokrisis - htttp://infokrisis.blogia.com - infokrisis@yahoo.es - Prohibida la reproduccion de este texto sin indicar origen

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